LOS HIJOS SE HAN DORMIDO. Version Final
LOS HIJOS SE HAN DORMIDO. Version Final
LOS HIJOS SE HAN DORMIDO. Version Final
de Daniel Veronese.
(Versión de La gaviota, de A. Chejov)
PERSONAJES
1
MEDVEDENKO. ¿Te puedo hacer una pregunta íntima? Siempre vas
vestida de negro.
MASCHA. No, siempre no. A veces.
MEDVEDENKO. Bueno, a veces. ¿Por qué?
MASCHA. Porque soy desgraciada.
MEDVEDENKO. Pero tenés salud. Tenés una familia hermosa, sin
problemas económicos...
MASCHA. El dinero no es todo.
MEDVEDENKO. En teoría, pero cuando no hay para comer...
MASCHA. Puede ser.
MEDVEDENKO. Ayer también pensaba en tu alma y la mía, Mascha…
MASCHA. No, no empieces otra vez con eso, por favor.
MEDVEDENKO. …No, sí, empiezo porque en la escuela no es el único
lugar en donde me pasa. Tampoco encuentro puntos de contacto entre
nosotros.
MASCHA. No se me ocurre que decir.
MEDVEDENKO. No querrás enamorarte de alguien que no tiene para
comer, ¿es eso, no?
MASCHA. ¿Por qué aquí, en este espacio, todos nos sentiremos lanzados a
ser románticos?
MEDVEDENKO. No se, no puedo hablar por otros, pero yo te quiero tanto
que ni puedo estar en casa. ¿Sabes que todos los días camino tres horas para
venir aquí, y tres para volver? Esperando una respuesta, Mascha, una simple
respuesta: Sí o no, yo con eso me conformo.
MASCHA. Podes callarte un poco ¿Que tengo que responder? Te pasas el
tiempo filosofando y hablando de dinero... Para vos parece no existir mayor
desgracia que la pobreza. En cambio, yo preferiría mil veces tener que salir a
pedir limosna a... a…
(Entra Nina corriendo con una trompeta.)
TREPLEV. (Despertando) ¿Dónde estabas? Teníamos que practicar…
NINA. Mi papá no me dejaba venir. No tengo mucho tiempo. En una hora
debería volver a mi casa…
TREPLEV. (A Mascha y Medvedenko) Esta escena ya la repetimos mil
veces. Tiene que decir una frase y lo hace mal.
2
MASCHA. ¿Quién es esta?
TREPLEV. Una amiga. Vamos.
NINA. Soy Nina Sarechnaia.
TREPLEV. Parate acá, Nina. Vamos: Los hombres, los leones, las águilas…
Dejá el bolso.
NINA. Los hombres…
TREPLEV. No, no. Soltá la lengua. Parece que estuvieras…
NINA. Los hombres…
TREPLEV. Tampoco te pongas tan dura. Vamos.
NINA. (Se tapa los ojos) Los hombres…
TREPLEV. (A Mascha) Se tapa los ojos (A Nina) ¿Por qué te tapás los ojos?
No te tapes los ojos.
NINA. Para concentrarme…
TREPLEV. No. No. Mirá al público a los ojos. No tengas miedo. Ellos
tienen que tener miedo de que vos los mires, no al revés. Vamos, los
hombres…
NINA. Los hombres…
TREPLEV. No señales al público.
NINA. Los hombres…
TREPLEV. …No, no. No hagas un gesto con cada palabra, Nina. La palabra
sin el gesto. Así. Los hombres, los leones, las águilas…
NINA. Los hombres, los leones, las águilas… (Pausa) ¿Lo hice bien? (Él
intenta besarla. Ella se escapa)
TREPLEV. ¿A dónde vas?
NINA. Tengo que cambiarme. Ya me vas a poder besar después.
TREPLEV. Quiero que hablemos de nosotros…
NINA. (Saliendo) Hablar es inútil… Hay que actuar. Actuar…
MEDVEDENKO. (A Mascha. Refiriéndose a Nina) Es la vecina de al lado.
MASCHA. Ya se quién es.
TREPLEV. No puedo vivir sin ella. Debo estar loco, ¿no? (Mascha silva)
¿Qué?
MASCHA. Nada. (Ofreciéndole la tabaquera a Treplev.) ¿Querés un poco?
TREPLEV. No, gracias.
3
MASCHA. ¿Y qué vas a hacer esta noche después de…?
TREPLEV. Tengo que lavar… los platos.
MASCHA. Ah… ¿Y después de los platos?
TREPLEV. Tengo que ordenar un armario. Así que…
MASCHA. Claro…
NINA. (Desde dentro) Los hombres, los leones…
(Despierta Sorin)
SORIN. ¿Y esa música? ¿Por qué me dejaron dormir tanto? Dios mío.
Siento los sesos pegados al cráneo.
TREPLEV. ¿Otra vez te quedaste dormido, tío?
MASCHA. Es que aquí el aire está sofocante.
SORIN. (A Mascha) Ayer no pude dormir por culpa de su perro que se la
pasa aullando.
MASCHA. Usted sabe muy bien que no es mío.
SORIN. Dígale entonces a su padre que a la noche lo suelte.
MASCHA. Ese individuo no es mi padre y no quiero tener nada que ver con
sus cosas. Por otro lado ese perro no llora porque está atado. Llora porque se
está muriendo.
SORIN. ¿Muriendo? Pero si el otro día lo vi sirviendo a tres hembras a la
vez.
MASCHA. ¿Pero qué me importa a mí todo esto? Y yo no hablo con mi
padrastro. Tiene la cabeza perdida ese hombre.
SORIN. ¿Eso que significa?
MASCHA. Que se lo va a tener que pedir usted si le molesta.
TREPLEV. (A Mascha y Medvedenko.) ¿Por qué mejor no esperan afuera,
por favor? Quiero empezar a las ocho y media en punto.
MEDVEDENKO. Sí… Mejor vamos a buscar un buen lugar… (Lleva de la
mano a Mascha) Vamos a sentarnos por adelante.
SORIN. Dos niños parecen ustedes.
MEDVEDENKO. Pero somos dos adultos. (Salen de la mano)
TREPLEV. Estás todo despeinado tío.
SORIN. Parezco un borracho, ¿no? Por eso las mujeres me tratan tan mal.
¿Mi hermana estará de buen humor hoy?
4
TREPLEV. No. (Riendo) Anoche, a propósito elogié a Nina delante de mi
madre. Se puso loca porque no va a ser ella la que suba a un escenario.
Parece que solo hay que ponderarla a ella, escribir sobre ella, entusiasmarse
con su extraordinaria manera de representar Ofelia…
SORIN. Como hablas así… Si ella te adora.
TREPLEV. Tío, mi madre no me quiso nunca. Vas a ver que va a odiar la
obra.
SORIN. Me parece que se te metió en la cabeza que tu obra no le va a gustar
y por eso estás nervioso.
TREPLEV. Es que no le va a gustar. No le va a gustar. Detesta mi teatro
como yo detesto todo lo suyo. Todo lo relacionado con ella me cansa: Que
quiera ser eternamente joven. Que sea tan avara teniendo tanta plata. ¿Sabés
que ayer le pedí prestado y se puso a llorar? Me mostraba su monedero vacío
y lloraba. Y me cansa también que sea una actriz célebre…
NINA. (Entra, a medio vestir, recita el texto) Los hombres, los leones, las
águilas…
TREPLEV. (La ayuda a terminar de vestirse. A Sorin) En realidad, la
quiero, pero está tan perturbada. Si fuera una mujer como otra, cualquiera,
yo sería más feliz. Pero lo que más me cansa es verla siempre acompañada
de ese escritor…
SORIN. Ah, sí. Un poco melancólico, pero buena persona.
TREPLEV. No se. Como ya es famoso -y lo sabe- está orgulloso hasta acá.
Pero después de leer a Tolstoi...
NINA. (Riendo) ¿Qué?
TREPLEV. …¿Cómo qué? Que no te quedan ganas de leerlo a él.
NINA. Igual ser un literato de segunda categoría no estaría tan mal.
SORIN. (A Nina) A mí me gusta un literato para mi hermana. De joven
deseaba dos cosas: casarme y ser literato. Pero ninguna de las dos logré.
NINA. Que lástima.
SORIN. (A Nina) Oh, ¿y eso? Tenés ojitos de haber llorado.
NINA. Mi padre que no me dejaba venir. Y me escapé.
SORIN. ¿Sabes que ayer estuve pensando en vos?
TREPLEV. Tío, por favor…Habría que llamar a todos. ¿Por qué no vas?
SORIN. Claro, tranquilo. Voy, voy (Sale.)
TREPLEV. ¿Si te hago reír me das un beso? (Ella ríe.) Quedáte más tiempo.
5
NINA. No puedo.
TREPLEV. (Intenta besarla. Ella escapa) ¿Y si hoy me fuera con vos?...
Puedo pasarme la noche en tu jardín. Y a la madrugada entrar por la ventana.
NINA. El perro te mordería.
DORN. (Entrando) ¿Cuándo es la representación…?
TREPLEV. Ya vamos a empezar... (Intenta agarrarla, ella se escapa) ¿Por
qué tan nerviosa? ¿Por mi madre?
NINA. Tu madre no me da miedo, pero hoy llegaba Trigorin, ¿no?
TREPLEV. ¿Y?
NINA. ¿Ya llegó?
TREPLEV. Sí. No se. Creo que sí.
NINA. Me da vergüenza actuar delante de un escritor famoso. ¿Es joven?
TREPLEV. Más o menos.
NINA. Qué cuentos maravillosos escribe.
TREPLEV. Como no los leí, no puedo opinar.
POLINA. (Entrando) Estaba acá. Póngase las botas. Hágame caso.
DORN. Tengo calor.
POLINA. Qué terco. Se está levantando humedad.
TREPLEV. Nosotros, mejor nos vamos a preparar. (Treplev sale llevándose
a Nina.)
POLINA. Usted es médico, sabe perfectamente que el aire húmedo no es
bueno para la salud y, sin embargo ayer se quedó hasta muy tarde en el
parque. Lo vi.
DORN. ¿Y?
POLINA. ¿No habíamos quedado que se iba a cuidar? ¿O es que estaba tan
animada la conversación con Irina Nikolaevna, que no sentía frío?
DORN. No entiendo que quiere…
POLINA. Confiese que le gusta esa mujer y listo.
DORN. Sí, me gusta, me gusta…
SCHAMRAEV. (Entrando. A Dorn) Me acordé. Fue en la feria de
Poltava… Ahí sí Irina Nikolaevna tuvo una actuación maravillosa. La vi.
Una verdadera maravilla...
DORN. Yo no estaba diciendo lo contrario.
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SCHAMRAEV. Actuaba con ese actor cómico (A Polina) ¿Cómo se
llamaba?...
POLINA. No sé, no me gusta el teatro.
SCHAMRAEV. Es uno que una vez en vez de decir “hemos caído en la
trampa” dijo “hemos caído en la rampa”
POLINA. Como aborrezco a las actrices. Les dicen que se rían, y ellas se
ríen, que lloren y ellas lloran. Les piden que caminen en cuatro patas y lo
hacen. Es grotesco. No me gustan. No son gente libre.
(Entran Trigorin, Arkadina y Sorin.)
ARKADINA. ¿Kostia…? ¿No está por aquí mi pequeño? ¿Por qué no querrá
saludarme?
POLINA. Irina, ¿Le sirvo una copita?
(Medvedenko y Mascha vienen desde la zona del teatro).
MEDVEDENKO. Con Mascha pensábamos sentarnos en la primera fila para
apreciar mejor el espectáculo y resulta que no hay sillas. Que raro, ¿no?
SCHAMRAEV. ¿Cómo se llamaba ese actor cómico que trabajaba con
usted?
ARKADINA. ¿De quién habla? (A Polina) Tu marido me pregunta por
personas antediluvianas.
SCHAMRAEV. Ya está, me acordé…Igor Andrei Shudaltev.
ARKADINA. ¿Bueno, cuándo empieza todo esto? Tengo cosas para hacer
(A Sorin) ¿No me habías dicho que ya estaba por empezar?
SORIN. Tu hijo me dijo que…
TREPLEV. (Asomándose) En un minuto vamos a empezar, mamá. Pido un
poco de paciencia.
ARKADINA. Bueno, ¿pero cuanto va durar porque yo…?
TREPLEV. Tiene la duración que tiene que tener, mamá. Ni un minuto más
ni uno menos.
ARKADINA. ¿Y de que trata la obrita?
TREPLEV. ¿De que trata? La obrita empieza con un actor que va a la platea
y estrangula a un crítico, lee en voz alta de un pequeño cuaderno negro,
todas las humillaciones sufridas que anotó a lo largo de su carrera. Luego
vomita sobre el público. Después se va de la escena y se pega un tiro en la
frente. Permiso. (Sale)
SORIN. Dios mío, que atormentado…
7
ARKADINA. Es un decadente. ¿Qué escribís?
TRIGORIN. “Donde antes había fuertes robles, hoy no quedan más que
troncos desbastados, desnudos...”
ARKADINA. Ah, la inevitable muerte del arte dramático. (Gritando hacia
dentro) Y eso que dijiste no es tuyo, es de un sueco famoso.
TRIGORIN. Bueno, puede ser que ya no aparecen talentos brillantes, pero el
actor medio es aceptable. ¿O no? Y yo prefiero eso. El teatro también
necesita equilibrio en la zona media.
ARKADINA. No, claro. ¿Alguien sabe si es muy largo lo que vamos a ver?
SORIN. Es probable. Salud… (Bebe de una petaca y se acuesta)
ARKADINA. Mi Dios… ¿No podes quedarte parado un poco?
MEDVEDENKO. (A Sorin) Ahí va a tener que estar parado, no hay sillas.
DORN. Siga llevando esa vida y se le van a cumplir los deseos. Cada uno
elige como morir.
SCHAMRAEV. (A Dorn) ¿Sabe? no estoy de acuerdo con eso.
POLINA. No te empieces a poner nervioso.
SCHAMRAEV. No estoy nervioso. Esas cosas que dice me ponen nervioso.
ARKADINA. (A Kostia que entra) ¿Es muy largo lo que tenemos que ver?
TREPLEV. Te lo voy a decir una sola vez: Si venís mal predispuesta o
pensás que no te va a gustar no lo hacemos y ya…
ARKADINA. Oh, perdón…
TREPLEV. Tranquilamente podemos saltarnos la representación y nos
vamos todos a comer hasta reventar como verdaderos cerdos.
ARKADINA. (Le da la flor a Dorn) Tenga, para usted, mon ami. Por los
viejos tiempos.
DORN. Oh, mercí…
ARKADINA. Tus acciones, Hamlet, me hacen dirigir la vista a mi
conciencia, y veo allí negras y groseras manchas que acaso nunca podrán
borrarse. Lo lamento hijo.
TREPLEV. (Idem) Yo también lo lamento, madre, pero reconocé que la
culpa no es de mis acciones sino de las tuyas. ¿Por qué cediste al vicio y
buscaste el amor en el abismo del crimen?
ARKADINA. ¡Ay de mí! ¿Qué acciones son esas que anuncias tronando y
rugiendo?
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POLINA. Miren qué linda flor le regalaron al doctor.
ARKADINA. (A Trigorin) Mi hijo me ha partido en dos el corazón.
TREPLEV. Entonces, mamá, tirá de una buena vez la peor parte y con la
otra mitad intentá vivir más pura.
ARKADINA. (Riendo) Está más loco que su madre… más loco que su
madre.
(Entra Nina haciendo sonar una trompeta.)
TREPLEV. Señores, la señal…
ARKADINA. Ah, llegó el momento mágico, Epifanía, epifanía…
TREPLEV. Vamos a empezar…
MEDVEDENKO. Mascha… ¿Dónde estás?
TREPLEV. Un momento…
MEDVEDENKO. Vení, vení… va a empezar…
ARKADINA. Entremos de una vez, Kostia, por favor…
TREPLEV. Sí, ya van a entrar, pero atención. Antes de entrar les pido que
mediten estas palabras: ¿Quién es, en el teatro, el padre del personaje?... El
autor. ¿Pero quién es la madre?... El actor.
SCHAMRAEV. ¿Qué dice?
TREPLEV. (Silencia a Shamraev) Yo conozco madres, perdón… quise
decir actores y actrices elogiados exageradamente, que se mueven de tal
manera que parecen perversas, burdas imitaciones de la realidad.
SCHAMRAEV. ¿Eso es por nosotros?
ARKADINA. No, tranquilo, no te está hablando a vos.
TREPLEV. Pero nada de eso van a ver aquí. Aquí van a ver algo imaginado
que no es todo mentira. No es pura verdad, pero tampoco lo contrario. Algo
nuevo y natural. Una luna en lo alto y otra en el escenario. (Nina saluda)
ARKADINA. Que hermoso discurso.
TREPLEV. Silencio, mamá. Por eso advierto: al término de la
representación solo voy a escuchar al juicioso, cuya opinión se que debo
valorar mucho más que la de un teatro lleno de ignorantes.
ARKADINA. ¿Qué es todo esto, Hamlet? Me estoy aburriendo antes de
entrar.
TREPLEV. Todo esto es porque hay quien cruza el bosque y solo ve leña
para el fuego, mamá.
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ARKADINA. ¿Podemos pasar de una vez a tu templo sagrado Kostia, en
donde sublimás para no pegarte un tiro?
TRIGORIN. Irina, por favor…
TREPLEV. Trompeta… Trompeta… (Suena la trompeta) Ahora sí podemos
empezar… Despacio que el lugar es muy chico.
MEDVEDENKO. ¿Pero de verdad hay que estar parado?
TREPLEV. Y sí. No hay sillas… Y por favor… hay una línea dibujada en el
piso. No hay que pasarla.
POLINA. (Reteniendo al doctor) Espere, quería preguntarle algo.
TREPLEV. …no pasen de esa línea dibujada… Despacio… (Entran)
ARKADINA. ¡No viene doctor?
DORN. Sí, ya voy.
POLINA. (Espera que todos hayan entrado) Déme esa flor. (Le quita la
flor)
DORN. ¿Que hace?
POLINA. Todos los hombres dispuestos a caer de rodillas ante Irina. Todos.
¿Por qué? ¿Por qué mirar a un artista de manera distinta que a un verdulero,
por ejemplo?
DORN. Es algo natural...
POLINA. Y cuando las mujeres se enamoran de usted, ¿también era natural?
DORN. Polina, soy el único médico en toda la región. Imagine lo que
produce mi paso. Pero sin embargo siempre fui medido.
POLINA. (A Schamraev que volvió) ¿Qué pasa?
SCHAMRAEV. Nada. Te estoy esperando para ir al teatro.
POLINA. ¡No podes ir solo?
SCHAMRAEV. Sos mi mujer. Estamos unidos en sagrado matrimonio.
POLINA. Andá que ya voy.
SCHAMRAEV. (Le da la flor a Polina) Con todo mi amor
POLINA. Andá te dije… (Schamraev sale.) Ya no somos jóvenes, doctor.
Nuestro tiempo se termina. Lléveme con usted.
DORN. ¿A dónde?
POLINA. Donde sea. A su lado seré otra mujer. Una mejor. Si yo no soy
esto que se ve. Soy otra cosa. Me casé equivocada con este hombre raro que
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se volvió demente. Su única virtud era ser más joven que yo y me
deslumbró. Bueno, perdón, perdón, ¿no puedo equivocarme? Buscaba un
padre fuerte para mi Mashenka, la pobre. No se ría. (Se acerca para besarlo.
El la rechaza)
DORN. Está loca. Puede volver su marido.
POLINA. Desde que le confesé mi amor me empezó a odiar, ¿no?
DORN. Y que se puede hacer.
POLINA. Nunca me lo voy a perdonar, doctor, nunca. Uno abre su corazón
y luego quiere morirse...
DORN. ¿No le parece mejor que vayamos entrando?
ARKADINA. (Entrando de golpe) No, no entre, doctor, usted no sabe… no
sabe…
TREPLEV. (Detrás de ella con el resto.) Mamá… ¿Qué te pasó?
ARKADINA. Kostia, lo que acabo de ver, que tremendo hijo… Que
pobreza, que imaginación torpe la tuya… ¿Porque meterte de esa forma con
Shakespeare, querido? ¿Pensás que cualquiera tiene altura como para hacer
eso?
TREPLEV. ¿Pero porqué te ponés así?
ARKADINA. ¿Por qué? A ver, quiero tranquilizarme… Traigo nada menos
que a Boris Alekseevitch Trigorin a quien vos y unos cuantos de acá, no le
llegan ni a la suela de su zapato, quien se dignó venir para conocerte a vos…
TREPLEV. ¿Pero cómo vas a parar una obra?
ARKADINA. ¿Qué querías? ¿Qué me quedara sentada viendo a tu… tu
sobrevalorada actriz de provincia…?
TREPLEV. Bajá la voz…
ARKADINA. ¿… representando la escena del envenenamiento del padre de
Hamlet? ¿Qué mierda tengo que entender? (Toma del brazo a Trigorin)
¿Que este hombre mató a tu padre? No, querido, este hombre lo que hizo fue
tomar como un verdadero macho a esta mujer que está viva, que está entera,
que hace el amor como una adolescente, porque en el fondo lo soy. (A
Trigorin) ¿O no?
TRIGORIN. Sí, pero calmate…
TREPLEV. Me estás avergonzando delante de todos mamá…
ARKADINA. Ah, tiene vergüenza. A vos te avergüenza el amor…
TREPLEV. Bueno, si, perdón…
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ARKADINA. Y no ironices. Mirate, si sos más viejo que yo. Mírenlo, es mi
hijo y parece mi padre.
TREPLEV. …Puede ser, perdón mamá, si te ofendí... Obviamente se acabó
el espectáculo. Perdonen todos...
SORIN. ¿Pero… por qué?
MASCHA. No. Por favor, Kostia…
TREPLEV. No había tenido en cuenta que escribir y representar las grandes
obras es privilegio de unos pocos... (Sale.)
SORIN. No podés tratarlo así, querida...
ARKADINA. ¿Qué le dije?
SORIN. Solo quería mostrarte lo que está probando…Tiene mucho pudor
con lo que hace.
ARKADINA. Yo no vi nada de pudor ahí dentro. Esos textos seudo
inteligentes aburren a cualquiera. En todo caso me hubiera mostrado una
obra normal y no esa mierda. Pero no debe poder, pobrecito.
DORN. Irina, por favor…
ARKADINA. Basta, me cansé... Me cansé. Y no es personal, pero…
SORIN. Dios mío…
ARKADINA. …Me duele decirlo doctor, no vi a mi hijo, vi a un perturbado,
a un débil mental, sin salida a la vista.
TRIGORIN. El ser humano no siempre puede ser arquitecto de su propio
cerebro.
ARKADINA. ¿Ah, sí? ¿Entonces vos… lo estabas disfrutando?
TRIGORIN. Digo que cada uno hace lo que puede.
ARKADINA. Boris Alekseevich, viste lo mismo que yo. Vos no me podes
salir con eso ahora.
TRIGORIN. Tranquilizate.
MEDVEDENKO. (A Trigorin) Me parece que lo que la señora quiere
decirle es que nadie tiene el derecho de separar el teatro de la vida.
ARKADINA. Lo que quiero decir es que acabé de ver una reverenda
mierda. ¿Soy clara?
MEDVEDENKO. Sí. Perdón…
SORIN. Te enojas tanto…
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ARKADINA. Que escriba como quiera y como pueda, pero que a mí me
deje en paz. Y no me enojo, Piotr.
SORIN. Bueno, pero parece que sí… (Se recuesta)
ARKADINA. El anochecer está hermoso, ¿no creen?
DORN. Muy hermoso. Me parece oír cantar... (Canta)
POLINA. Sí. Es en la otra orilla.
ARKADINA. Cante para mí, doctorcito, me hace falta. Y si me enojo es
porque mi hijo usa su tiempo en cosas tan estúpidas. Soy una mujer sensible,
nada más que eso… ¿Qué me queda sino?
SORIN. Esther… Esther…
MEDVEDENKO. (Mira a Sorín) Ya se durmió.
ARKADINA. Ah, que agradable expresar los sentimientos con música. Me
cambia el ánimo inmediatamente. ¿Quién es Esther? (A Trigorin.) Sentate
más cerca.
MEDVEDENKO. Esther era una novia que tenía y lo abandonó.
ARKADINA. Hará cosa de quince años, aquí, en el lago, todas las noches
había música y baile… ¿Se acuerda, Doctor?
DORN. Perfectamente.
ARKADINA. Antes eras el ídolo de todas estas haciendas. Pero como
envejeciste, querido.
DORN. Es cierto. Y no me quejo.
SCHAMRAEV. Bueno, habrá envejecido pero parece que todavía hoy se las
arregla para seguir volviendo locas a todas.
ARKADINA. No, querido, en aquel tiempo era irresistible. ¿Kostia está
llorisqueando detrás de la puerta? Perdonen pero me empieza a remorder un
poco la conciencia por mi pequeño. (Llamándolo.) ¡Kostia, querido!
MASCHA. Yo puedo ir a buscarlo.
ARKADINA. ¿Nos harías ese favor, querida? Gracias… Esperá, esperá un
poco (Ofreciéndole monedas a Mascha que empieza a salir) Tomá,
comprate algo. Algo de color. (Mascha la mira y sigue de largo) No aceptó.
¿Esta chica estará enamorada de mi hijo? Lo lamento por ella. En el amor no
se puede ir demasiado lejos. Besamos a alguien, lo acariciamos pero…
TRIGORIN. Nos quedamos en el exterior…
ARKADINA. Muy cierto. Vean sino… (Mostrando su monedero) vacío,
hueco. Como el corazón de los hombres…
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NINA. (Apareciendo de atrás. Toca la trompeta) Supongo que puedo
entrar...
DORN. Nos habíamos olvidado de usted.
SORIN. (Despertando) Bravo, bravo...
ARKADINA. Que admirable su voz. Y esa figura tan maravillosa. Ahí hay
talento, querida... Bravísimo.
SORIN. Tiene que trabajar en teatro de una vez…
NINA. Es mi sueño, pero no creo que se realice.
TRIGORIN. Eso nunca se sabe.
ARKADINA. Permítame que la presente: Boris Alekseevich Trigorin, y…
¿tu nombre, chiquita?
NINA. Nina.
ARKADINA. No te pongas así. A pesar de su celebridad, es un alma
sencilla... ¿Ves?... Él también se siente incómodo.
TRIGORIN. (A Nina) Excelente su trabajo. Actuaba con tanta sinceridad.
Bravo.
ARKADINA. Bueno, la ambientación natural, me refiero al lago, ayudaba
mucho…
TRIGORIN. ¿Hay peces en ese lago?
ARKADINA. Ya está. No hay nada que le guste más que sentarse en la
orilla y pescar.
NINA. ¿Eso es así? Yo pensaba que para el que ya experimentó el placer de
crear, no puede existir otro.
ARKADINA. (A Trigorin) Te dicen cosas bonitas y ya pones esa cara de
tonto.
TRIGORIN. Permiso (Sale)
NINA. Bueno… (Toca la trompeta). Yo también tendría que irme.
SORIN. ¿Tan temprano?
ARKADINA. (A Sorín) Alguien tendría que acompañar a la pequeña.
SORIN. Quédese, un rato más. (Sorín se adelanta. Nina lo detiene)
NINA. No puedo… (Sale.) Adiós.
MEDVEDENKO. Yo también me voy a ver que está haciendo Mascha.
(Sale)
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SORIN. Esta muchacha es muy desgraciada. Su madre murió. Su padre se
volvió a casar pero la nueva mujer no la quiere.
ARKADINA. Indignante.
DORN. La verdad sea dicha: Su padre es un animal.
SORIN. Yo quisiera ayudarla y no se como.
ARKADINA. Y bueno, no se puede hacer nada. Esto se está poniendo
aburrido. (Comienza a salir. A Sorin que se metió en la cama) No, querido,
no te deprimas. Ella es muy joven para vos. Vamos a dar un paseo.
SORIN. No. Estoy bien. Necesito estar un ratito tirado y se me pasa.
ARKADINA. Te van a doler las piernas de dormir tanto. (Sale)
SORIN. Es que anoche no pequé un ojo (A Schamraev) Ah, ahora que me
acuerdo, le tengo que pedir, Ilia, que por las noches tenga la bondad de
soltar a su perro.
SCHAMRAEV. Imposible. Me da miedo ese animal. ¿Le conté el
espectáculo que montó con esas perras jóvenes? (A Polina que entra) Te
estaba esperando. Abrigate. Vamos a desarmar el teatro.
POLINA. ¿Por qué pensás que yo voy a desarmar el teatro?
SCHAMRAEV. Parece que no va a haber más función, hay que desarmarlo.
POLINA. Es tu trabajo.
SCHAMRAEV. Que se quede ahí entonces. (Salen)
SORIN. ¿Me voy a morir?
DORN. Ya le hablé de la narcolepsia. Si la pregunta es si se trata de una
enfermedad mortal, la respuesta es no. Es un trastorno del sueño. Un
trastorno neurológico. Tampoco es una pavada.
SORIN. Me duermo porque estoy ansioso.
DORN. No es causada por la ansiedad. En realidad no se conoce con certeza
que la produce.
SORIN. No podemos hacer nada entonces. (Se da vuelta y se tapa)
DORN. Nooo, lo que podría hacer es controlar los síntomas. Cambie el
estilo de vida. Haga deportes. Consuma comidas ligeras o vegetarianas, evite
las comidas pesadas. Planifique una vida más sana. No fume. No beba de la
manera que lo hace…
TREPLEV. (Asomándose.) ¿No hay nadie? Mejor. Mascha me está
buscando por todo el parque. Es tan insoportable. (Entra Mascha).
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MASCHA. Sí, te estuve buscando por todo el parque. ¿Dónde estabas?
TREPLEV. Por ahí. Disfrutando del fracaso. No vio lo que pasó ahí, doctor.
Justo cuando necesitaba que todos estuvieran atentos, mi madre se subió al
escenario y empezó a gritar, desaforada…
DORN. Ni hace falta que me cuentes. Vi lo que pasó aquí. La impresión que
produjo tu obra fue muy fuerte. ¿O no? Tiene pasión…
MASCHA. Es muy cierto lo que dice.
DORN. Tenés que seguir escribiendo.
MASCHA. Se te llenan los ojos de lágrimas. No lo puedo soportar…
DORN. Tenés que representar lo que es importante para vos, lo eterno...
Eso es lo maravilloso...
MASCHA. Entonces opina que tiene que continuar, ¿es eso, no?
(Golpeándole el hombro) ¿Escuchaste eso?
DORN. … Ah, si yo hubiera sentido ese impulso espiritual que vos sentís
hubiera volado lejos. Pero soy un hombre de tierra. Nada más.
TREPLEV. ¿Dónde está Sarechnaia?
MASCHA. ¿Escuchaste lo que dijo?
TREPLEV. (Con impaciencia.) Pregunté dónde está Sarechnaia.
MASCHA. Yo que sé.
DORN. Se fue a su casa.
TREPLEV. Quiero verla... Voy a buscarla.
MASCHA. Donde tendrías que ir es con tu madre, Konstantin... (Le pega un
golpe en la cabeza) Tu madre te espera. Está intranquila por vos.
TREPLEV. Mi madre no me importa.
MASCHA. Callate, no hables así. (A Dorn) Estoy destrozada. Quiero a este
hombre y él… ¿lo ve? Todo el día atrás de Nina. (A Kostia) ¿Qué pasa?
¿Hay algo para decir?
TREPLEV. Te pido por favor que me dejes en paz... Y no me pegues más en
la cabeza (Sale.)
MASCHA. Mi vida es una burla.
DORN. ¿Y qué se puede hacer con eso?...
MASCHA. Es este maldito lago que nos embruja a todos.
DORN. Mi consejo es que se vaya de aquí. Sea libre como el viento.
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MASCHA. Que fácil es decirlo. Este cuerpo ya no me pertenece, desde hace
tiempo.
MEDVEDENKO. (Desde afuera) Mascha… ¿Dónde estás?
MASCHA. ¿Por qué elegimos lo que no tenemos que elegir, Doctor?
MEDVEDENKO. (Desde fuera) Mascha… ¿Dónde estás? (Entra) Ah,
volviste…
MASCHA. Qué fastidio. ¿Pero no te das cuenta…? Ponete ahí. ¿A que
querés jugar?
MEDVEDENKO. No se. A nada. Yo solo quiero estar con vos.
MASCHA. ¿Y para qué? Ahí te dije…
MEDVEDENKO. Para sentirme más fuerte.
MASCHA. ¿Más fuerte?
MEDVEDENKO. Sí. Y poder salvar al mundo. Educando a la gente…
MASCHA. ¿Y para qué, mi tesoro? Nadie se salva… salvando al mundo,
eso es un error. Bajate los pantalones.
MEDVEDENKO. ¿Cómo?
MASCHA. Ah, sos sordo también. Que te bajes los pantalones. (Él lo hace)
SORIN. (Hablando en sueños) Esther, Esther…
MASCHA. (Se acerca al maestro y lo abraza) Que horror es mi vida, que
horror.
(Entra Arkadina.)
ARKADINA. Ah, aquí estaban todos tan entretenidos… (A Mascha.) Un
minuto nada más y los dejo continuar. Usted tiene veintidós años, y yo,
bueno, digamos casi el doble... Y sin embargo... A ver… doctor... ¿Cuál de
las dos parece más joven?
MASCHA. Y… usted. (A Medvedenko) Vestite que no jugamos más.
DORN. Sí, usted, naturalmente.
ARKADINA. Porque trabajo, porque estoy siempre metida en el bullicio.
Jamás me van a ver mal vestida o sin peinar... Jamás. Por eso puedo
representar el papel de una joven de quince. Mientras que usted parece haber
nacido hace cien años.
MEDVEDENKO. Así es. Parece que ella no viviera, ¿no?
MASCHA. Si no vivo. No siento ganas de vivir. Me aterra el mañana.
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MEDVEDENKO. No entiendo como puede…
MASCHA. Arrastro mi vida como una interminable cola de vestido.
DORN. Ah… Juventud, juventud...
ARKADINA. Basta con eso. ¿Que es eso de "la juventud"? ¿Una invención
moderna?
MASCHA. Se dice: “Juventud, juventud” cuando no se tiene otra cosa que
decir
MEDVEDENKO. ¿Una copita de licor? (Le sirve)
ARKADINA. Yo no pienso ni en la juventud ni en la vejez. Mucho menos
en la muerte. Gracias. Yo tengo por regla no mirar el futuro. Lo que tenga
que ser, será.
MEDVEDENKO. Boris está pescando. ¿Por qué no le dice que escriba
sobre nosotros, los maestros? Es una vida la nuestra…
ARKADINA. Puede ser… ¿Y mi hijo? Que alguien me explique porqué está
tan triste. Se pasa el día escondido. Casi no lo veo.
NINA. (Apareciendo.) Tengo una noticia... Mi padre y mi madrastra no
vuelven en tres días… Estoy feliz.
ARKADINA. Va a estar tres días con nosotros. Qué niña más buena. Y que
lindo vestido. ¿Verdad que está muy linda hoy? Pero no la alabemos
demasiado, no vaya a ser que le traigamos mala suerte... (Despierta a su
hermano) ¡Petruscha! Arriba. Vamos…
DORN. Buenas noches.
SORIN. ¿Eh?...
ARKADINA. ¿Te dormiste otra vez? Es de día.
SORIN. Cómo me voy a dormir si recién estaba hablando con el doctor.
ARKADINA. No te cuidas, y haces mal. Te vendrían bien unas vacaciones.
Cambiar el aire. Algo de acción…
DORN. Puede probar ir al mar e internarse en lo más profundo. Ahí se la
acaban los problemas
ARKADINA. Doctor, por favor.
MEDVEDENKO. Piotr Nikolaevich, si se permite mi humilde opinión,
debería dejar de beber.
SORIN. Usted cállese.
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DORN. No, si el maestro tiene razón, el vodka le anula la personalidad.
Después de un vaso, usted ya no es usted. Y ahí le entra a los excesos...
SORIN. ¿Y usted se atreve a hablarme de excesos? Dios mío. Además yo no
quiero cuidarme. Trabajé veintiocho años en un organismo judicial sin
ningún tipo de emoción. Lo único que quiero es beber, comer bien, fumar
puros. ¿Es tan difícil de entender?
MASCHA. (Renguea silbando) Se me quedó dormida una pierna.
SORIN. (A Nina) Buenos días Nina…
DORN. Como silva, parece un hombre. (A Sorin) Otra que, seguramente se
mandará dos copitas antes de comer.
MASCHA. ¿Y que tendría de malo? Felicidad personal no tengo.
DORN. He aquí una mujer simple, escueta, reservada. (Mascha silva)
Miren, se tapa cuando silva…
MASCHA. Me tapo la boca porque quedo fea. No por reservada. Mejor me
voy rápido, es la hora de almorzar. (Sale seguida por Medvedenko)
MEDVEDENKO. La acompaño porque a mi también me agarró hambre.
ARKADINA. (A Nina) Que tormento escuchar a este patético grupete
campestre... Nosotras cuanto mejor estaríamos en un escenario estudiando
un papel, ¿o no?
NINA. (Con entusiasmo.) Sí, sí...
POLINA. (Entrando) Bueno, aquí venimos nosotros. (Entra Schamraev)
SCHAMRAEV. Buenos días. Me alegra mucho verlo bien Piort
Nikolaevich.
DORN. Gracias, Illia.
SCHAMRAEV. Irina Nikolaevna, hoy todavía no tuve tiempo de darle los
buenos días. (Se acerca a ella para besar su mano.)
ARKADINA. ¿Ven, ven? Esto es lo que yo llamo un caballero. Buenos días,
Ilia.
DORN. Yo tendría cuidado. Si le permite besar la mano, querrá besarle el
codo, y luego el hombro...
SCHAMRAEV. Disculpe, doctor, pero no estoy de ánimo para sus
bromas. Mi mujer me dice que ustedes pensaban ir hoy juntas a la ciudad...
pero eso no es verdad, ¿no?
ARKADINA. Sí, pensábamos ir a la ciudad.
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SCHAMRAEV. Ah, era cierto, bien… Pero dígame entonces cómo van a ir.
Porque hoy estamos bastante ocupados con el transporte del granos.
ARKADINA. ¿Y qué?
SCHAMRAEV. ¿Como, y qué? ¿Que caballos van a usar?
ARKADINA. ¿Que caballos vamos a usar? No se. Usted me dirá qué
caballos están disponibles para mí, Ilia.
SCHAMRAEV. No es una broma. Lo pregunto, porque no tengo más
animales.
SORIN. Pero tenemos los caballos de tiro.
SCHAMRAEV. Ah, sí, claro, de tiro sí que hay, claro, como aquí bien me
acotan desde este costado, pero ¿de dónde voy a sacar los arreos?
ARKADINA. Esta conversación es increíble...
SCHAMRAEV. En síntesis: Señora, me inclino con admiración ante su
talento, ya lo sabe. Estaría dispuesto a dar por usted diez años de mi vida,
pero caballos no le doy.
ARKADINA. Pero yo tengo que ir, así que resolvélo.
SCHAMRAEV. (A Polina, refiriéndose a Arkadina) Como se nota que ésta
no tiene ni la menor idea de lo que es el trabajo en el campo.
ARKADINA. Te escuché, Illia.
POLINA. Por favor… me preocupas. No sos bueno en este trabajo. No es
bueno para él tratar con gente.
SCHAMRAEV. Se lo que se puede hacer y lo que no.
ARKADINA. Suficiente. Olvidáte de los caballos. (A Sorín) Que alguien,
por favor, vaya al pueblo a alquilar caballos para mí.
SCHAMRAEV. ¿Cómo? En esta finca jamás alquilamos un caballo.
ARKADINA. Bueno, si no lo quieren hacer lo hago yo. (A Sorin) Esto ya se
parece a una falta de respeto, ¿o no? Hace algo.
SORIN. Ilia, le ordeno que traiga ahora mismo los caballos necesarios…
SCHAMRAEV. ¿Ah, me parece o alguien me ordena? Entonces renuncio a
mi puesto. Búsquese otro administrador.
ARKADINA. Sos demasiado considerado con la gente que trabaja para vos.
SORIN. Sí. Tendría que hablar seriamente con este hombre.
ARKADINA. Hacélo o no vuelvo a poner un pie aquí jamás.
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SCHAMRAEV. A veces, cuando no puedo dormir, me pongo a pensar:
“Dios, tú nos has deparado los grandes bosques, los inmensos campos, los
horizontes profundos; y, en nuestra calidad de habitantes de esta tierra
enorme y prodigiosa, nosotros también debiéramos ser nobles y gigantes. Y
sin embargo...” (Señala a los presentes) Angelus, Corpus, Infectus. (Sale)
ARKADINA. Me voy. Me voy....
NINA. No, no se vaya. Todo se va a arreglar…
ARKADINA. Aquí todos me atormentan. Todos. Quiero llorar, gritar,
desmayarme… (Sale)
SORIN. Calmate… Me esta agarrando el asma otra vez. (Saliendo)
POLINA. (A Dorn.) No me mire así. Es que es verdad, los caballos de tiro
también los mandó al campo...
DORN. Como me aburre todo esto. Como me aburre su marido...
POLINA. Ya se. Yo lo aguanto porque se que no esta del todo en sus
cabales, pobre, pero a veces habría que hacer un esfuerzo y entenderlo a él.
DORN. Lo que habría que hacer es encerrarlo. Es un peligro que esté suelto
por la finca. Podría atacar a alguien.
POLINA. Por favor, no diga eso… Si supiera cómo me alteran estas cosas.
Me pongo mal.
(Entra Treplev trayendo una gaviota muerta.)
DORN. Y al final todos van a terminar pidiéndole perdón. Van a ver.
POLINA. (A Treplev) Usted me dijo una vez que la misión del poeta es
bucear en los sentimientos más ocultos, bueno, bucee en nosotros;
encontrará cosas insospechadas. Yo me ofrezco, Kostantin. Bucee en mí y
descubra lo que necesito. Y muéstreselo a los demás para que vean lo infeliz
que soy. (Salen Polina y Dorn)
NINA. ¿Dónde estabas? Tu madre se fue llorando, y a tu tío le dio un ataque
de asma.
TREPLEV. Maté esta gaviota. Así me voy a matar yo. Todo empezó cuando
fracasó mi obra. Mi obra no gustó y me desprecias. Ahora me consideras un
ser vulgar, nulo, ¿no?
NINA. ¿Qué decís?
TREPLEV. Que cambiaste conmigo. Y es lógico. Las mujeres no perdonan
el fracaso. Bueno, pero ya quemé todo. Hasta la última hoja de papel.
NINA. Kostia, no te entiendo.
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TREPLEV. ¿Qué es lo que hay que entender?..
(Ven a Trigorin, que se acerca leyendo.)
TREPLEV. Ah, todavía no se acercó el sol, y ya sonreís. Te derrite con sus
rayos... Mira, avanza como Hamlet… Y lleva un libro entre las manos como
el príncipe dinamarqués.
NINA. Kostia, te pido que…
TREPLEV. Tranquila. Solo voy a hablarle un momento. (A Trigorin)
¿Cómo está esta mañana, mi señor?
TRIGORIN. (Sonríe) Creo que bien, gracias.
TREPLEV. ¿Bien? (A Nina) Pero este hombre no tiene sentido de su oficio,
cava tumbas cantando.
NINA. No, no, ahora yo. Empecemos la escena como a mí me gusta: Buenos
días, Boris Alekseevich.
TRIGORIN. Buenos días... ¿Pero que pasa aquí?
TREPLEV. ¿No sabéis quién soy, no?
NINA. Se cree Hamlet. No le haga caso.
TRIGORIN. Ah, Hamlet, claro…
TREPLEV. Si, yo trabajé mucho sobre Hamlet. Soy estudioso de
Shakespeare y…
TRIGORIN. Sí, sí, me lo imaginé, sobretodo después de ver su obra, la que
representaron ayer. Kostia, quería pedirle disculpas por la actitud de Irina. Y
también quería felicitarlo. Ya felicité ayer a su actriz… (Le da la mano) Un
trabajo muy arriesgado, muy complejo y atractivo. Lo felicito de verdad. Se
agradece que alguien joven se atreva con esa pieza teatral, probablemente la
más famosa de la cultura occidental, ¿no?
NINA. ¿Sí?
TRIGORIN. Es que, a ver… dada su estructura dramática y la profundidad
de sus caracterizaciones, puede ser analizada, interpretada y discutida desde
varias perspectivas. Por ejemplo: en algunas épocas se debatió sobre el
inusual hecho que supone la duda de Hamlet a la hora de matar a su tío…
TREPLEV. Esa es una tonta argucia del argumento para postergar la acción.
Cualquier dramaturgo lo sabe.
TRIGORIN. Puede ser, sin embargo yo creo que también se podría tratar de
una gama -muy compleja- de problemas éticos y filosóficos sobre la
venganza desmedida, la frustración personal, el deseo incestuoso. Por eso el
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personaje despliega esa irritación tan infantil, ¿no? (Anota en su cuaderno:
deseo incestuoso) Ah, Dios mío, que viejo estoy, ya no recuerdo cómo era
ese mecanismo adolescente. (A Nina) Me gustaría estar dentro de un cuerpo
joven como el suyo para saber cómo piensa, que siente…
NINA. Bueno, y yo quisiera estar dentro del suyo.
TREPLEV. ¿Para qué, Nina?
NINA. Para saber qué siente un escritor famoso. (A Trigorin). Cuánto lo
envidio. Que mundo maravilloso debe ser el suyo.
TRIGORIN. ¿Maravilloso? Mire, recién estaba pescando y algo me
distrajo… acá lo dibujé…
NINA. Una nube…
TRIGORIN. Sí, una nube semejante a un piano de cola. Lea ahí abajo,
“escribir en alguna novela el paso de una nube así”. ¿Y esto? (Le da su
libreta)
NINA. (Leyendo) “Heliotropo: olor dulzón, color de viudez; recordarlo al
describir un anochecer de verano”. Maravilloso.
TRIGORIN. Vivo obsesionado. Termino un relato y ya tengo que escribir
otro. Vivo mi vida pensando en argumentos.
NINA. Pero es maravilloso.
TREPLEV. Nina, piensa en argumentos, yo también pienso en argumentos.
NINA. Es maravilloso como él lo escribe. Y es maravilloso también que nos
entregue todas esas obras de arte…
TRIGORIN. No, no todo es tan maravilloso. Cuando empecé, siendo mucho
más joven que usted, Kostia, era una tortura. Tenía miedo. Imaginaba a mi
lector hostil, desconfiado. Entonces merodeaba entre las personas dedicadas
a la literatura siempre tenso. Y, obvio, así nadie me registraba. Qué terrible
recordar todo eso.
NINA. Claro, pero ahora…
TRIGORIN. Ahora, que logré una posición, la gente tampoco me trata como
a una persona normal. Me preguntan: "¿Qué estás escribiendo? ¿Qué
maravilla vas a regalarnos?" Y esa admiración, esas alabanzas, creo, no son
más que engaño; me engañan, como a un enfermo.
NINA. Pero al crear, ¿no experimenta momentos de felicidad sublime?
TRIGORIN. Bueno, paso algunos ratos agradables, sí. También me gusta
corregir las pruebas de imprenta… Pero apenas el trabajo sale a la calle, ya
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la considero una equivocación. No lo soporto, pienso que hubiera sido mejor
no haberlo escrito.
TREPLEV. Yo pienso que usted está exageradamente mimado por el éxito.
TRIGORIN. ¿Qué éxito? Si nunca me gustó mi propia obra. La mayoría de
las veces no entiendo lo que escribo. A mí me encanta, mire, este lago, estos
árboles, el cielo. La naturaleza sí, despierta en mí la pasión, un deseo
irresistible de escribir. Pero no podemos ser sólo paisajistas, Konstantin.
Somos ciudadanos, deberíamos escribir sobre la imposibilidad del hombre
de poner en acción sus deseos, sobre su indolencia, su inercia moral, su falta
de responsabilidad…
TREPLEV. Hermosas palabras...
TRIGORIN. No, no son palabras… como escritor, estamos obligados
moralmente a hablar de la gente, de sus sufrimientos, de su futuro, de la
ciencia, de sus derechos.
NINA. Claro. . Tiene razón.
TRIGORIN. Me encuentro en esa trampa, Nina. Se que puedo describir
paisajes. ¿Lo hago correctamente? puede ser. Pero internamente me siento
un hombre vulgar, mediocre. Falso. La gente a veces dice de mí: "No está
mal, tiene talento, pero le falta mucho para escribir como Tolstói", o sino
esto -lo escuché de un colega-: "Escribió una obra excelente, pero Padres e
hijos, de Turguéniev, es muy, muy superior". Y así, hasta el fin de mis días,
“no está mal y tiene talento, no está mal y tiene talento”. Cuando muera, al
pasar por delante de mi tumba se repetirá: "Aquí yace Trigorin... el que
nunca llegó a escribir como Turguéniev".
TREPLEV. Nina, no le creo una palabra. (A Trigorin) Odio ese juego
perverso entre su fragilidad y su enorme egocentrismo. (A Nina) Quiero que
nos vayamos de aquí. (Intenta besarla y ella se resiste)
NINA. Konstantin, por favor… Las palabras son las palabras y los besos son
los besos. Y ahora estamos hablando (A Trigorin) Perdónelo.
TREPLEV. No deberías ser tan buena con él. Mirálo bien, es el mártir que
persigue la salvación del mundo, pero arruina la existencia de sus seres más
cercanos. “Solo puedo describir paisajes” (Intenta llevársela, ella se suelta)
Ángel mío, no me dejes solo, solo vos puede salvarme de este martirio…
NINA. No, no… Andate, dejame sola, por favor…
TREPLEV. Nina, despertá… despertá de este mal sueño…
LA VOZ DE ARKADINA. (Desde dentro) ¡Boris!
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TREPLEV. (A Trigorin) Te espero en el lago. Acá te voy a meter la bala.
¿Ves? justo entre los ojos. El cuervo ya ha graznado en son de venganza.
(Sale precipitadamente.)
TRIGORIN. ¿Escuché bien? ¿Me retó a duelo…?
NINA. Yo se lo que pasa aquí. Usted trabaja demasiado y entonces no tiene
verdadera conciencia del valor de lo que produce. Está descontento de sí
mismo -es lo lógico en los artistas- pero para los otros es grande y
magnífico. Si yo fuera como usted, dedicaría toda mi vida al arte. Por la
felicidad de ser escritora o actriz, soportaría el desamor de mi familia, la
pobreza. Mire, viviría en cualquier parte, me alimentaría a pan y agua,
aceptaría el sufrimiento, mis limitaciones; pero a cambio, exigiría la fama...
la fama auténtica. (Cubriéndose la cara con las manos.) La cabeza me da
vueltas...
LA VOZ DE ARKADINA. (Desde dentro) ¡Boris! ¿Dónde estás?
TRIGORIN. ¿Escucha? El sonido de la fama auténtica, de la prosperidad.
Tengo que hacer las valijas, volver a la ciudad, trabajar...
NINA. Ah… ¿se van a ir?
TRIGORIN. Sí. Otra vez esos largos y tediosos viajes hacia nuestro próximo
compromiso, con Irina a mi lado, por supuesto, estudiando su próximo
papel. ¿Qué me tocará esta vez? ¿Medea? ¿Madame Bobary? ¿Tendré que
soportar aullidos, lamentos? Sí, no me mire así. Ella me ve entretenido en
algo personal y enseguida: “Boris escucha esto y prometé decirme
sinceramente como lo hago.” Horas, sometido a su parlamento.
“¿Sobreactué? Boris, si lo hice, te pido por favor que me lo digas… ¿Te
parece que si empezara en un tono más grave…? (A Nina que se ríe) No se
ría de mi destino.
NINA. Pero porque no se toma unas vacaciones solo.
TRIGORIN. Si lo intenté, pero un par de días antes del viaje ya empieza con
su tono tristón: “Estoy tan contenta que puedas hacer ese viaje solo –remarca
“solo”- pero si pudieses esperar unos días, no estoy pasando un buen
momento…” El resultado siempre es el mismo: yo termino deprimido,
desechando el viaje y ella de pronto estallando de satisfacción porque
descubrió “el mejor personaje que será un triunfo sin precedente en toda su
carrera”. (Viendo la gaviota.) ¿Qué es eso?
NINA. Una gaviota... La mató Kostantin.
TRIGORIN. Es un pájaro hermoso... Se me ocurre un tema... Un argumento
para una novela corta: A la orilla de un lago vive, desde su infancia, una
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joven, como usted... es feliz y libre como una gaviota, pero un día, de modo
casual, llega un hombre. La ve. Y por hacer algo… ¿la mata?
ARKADINA. (Entrando) ¿No me escuchabas?
TRIGORIN. Si. Ya iba.
(Entra Mascha)
ARKADINA. Tranquilo. (Mira a los dos) Nos quedamos unos días más.
(Sale)
TRIGORIN. ¿De verdad?
NINA. ¿No estaré soñando? (Sale de escena)
MASCHA. ¿Qué escribe…?
TRIGORIN. Unas notas para un obra… (Lee) Toma rapé, bebe vodka... Va
vestida de negro... La quiere el maestro... pero ella ama a otro.
MASCHA. Ayer por la tarde, después de la desgracia de Kostia… Le digo,
con franqueza, si Konstantin se hubiera… Bueno… no se que me hubiese
pasado… Pero yo…
TRIGORIN. La verdad ese muchacho...
MASCHA. … Hasta aquí llegué. Me voy a arrancar este amor del corazón
de una buena vez. Le pedí a Medvedenko que nos casemos.
TRIGORIN. ¿Al maestro?
MASCHA. No es muy inteligente ¿no? pero es un buen hombre, me quiere
mucho. Me da tanta lástima. No se porque me dará tanta lástima. Eso me
gusta.
TRIGORIN. Pero casarse sin amor.
MASCHA. ¿Por qué no? Siempre es bueno un cambio. Cuando esté casada
ya no voy a pensar en el amor. Las nuevas preocupaciones borraran lo viejo
y así todo se va a ir acomodando. ¿No quiere comer algo? Podría calentar
una sopa.
TRIGORIN. Me encantaría almorzar con usted. Usted es una mujer tan
especial.
MASCHA. Me da pena que se vaya.
TRIGORIN. Yo tampoco tengo ganas de irme.
MASCHA. Entonces pídale a esa mujer que se quede.
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TRIGORIN. No, ella se quiere ir... Su hijo se está portando con una falta de
tacto absoluta. Intenta pegarse un tiro. Hace unos días me retó a duelo, ¿se
enteró? ¿Por qué conmigo?
(Entra Nina).
MASCHA. Por celos puede ser.
TRIGORIN. Pero si hay sitio para todos en el teatro.
MASCHA. Bueno, ese es un asunto en el que prefiero no meterme.
NINA. (Tendiendo a Trigorin los puños cerrados.) ¿Izquierda o derecha?
TRIGORIN. Derecha.
NINA. (Suspirando. Abre su mano izquierda y muestra una medalla.) Estaba
tratando de decidir si me dedico al teatro o no. No lo puedo resolver. Si
alguien me aconsejara.
MASCHA. En eso no se puede aconsejar. ¿No?
TRIGORIN. No, no se puede.
NINA. ¿Se va a acordar alguna vez de nosotros?
TRIGORIN. De usted me voy a acordar como aquel día, cuando iba vestida
de blanco, y nos pusimos a charlar...
NINA. ¿Cuando?
TRIGORIN. …Había una gaviota... Ahí, la hice embalsamar… Para mi
estudio.
(Entra Sorin seguido de Arkadina)
SORIN. ¿Cómo no voy a ir a despedirte?
ARKADINA. (Irónicamente) “¡Pardon”!... ¿Molestamos?
NINA. Yo ya me iba. (A Trigorin) Le ruego acepte como recuerdo esta
medalla. Le hice grabar sus iniciales de un lado, y del otro el título de una
obra suya... Adiós… (Nina sale.)
ARKADINA. Una medalla. Que lindo gesto. (Toma la medalla y lee.)
SORIN. Boris Alekseevich, le decía a mi hermana que ya estoy bien y que
voy a ir con ustedes a la estación.
ARKADINA. “Días y noches”... “Página ciento treintaiuno... Líneas quince
y dieciseis”... Que original. Qué habrá en esas líneas, me pregunto. (Se la
devuelve) Ya guardé todo. Estoy cansadísima... (A su hermano) Y vos, ya te
dije…
SORIN. Yo voy a estar bien.
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ARKADINA. Me preocupás.
SORIN. Deberías preocuparte más por Kostia. Solo, sin dinero, sin futuro.
ARKADINA. Bueno, mi hijo en un momento tendrá que dejar de escribir y
encontrar un trabajo ¿O no Boris?
TRIGORIN. ¿Eh? Sí… ¿Hay libros míos en esta casa?
MASCHA. Voy por la sopa. (Sale)
SORIN. Sí. En mi despacho. En el armario de la esquina.
TRIGORIN. ¿Habrá algún ejemplar de “Días y noches?
SORIN. Seguro que sí.
(Sale Trigorin.)
SORIN. Irina, tu hijo quiso pegarse un tiro…
ARKADINA. Eso fue por celos, así que cuanto antes me lleve a Trigorin de
aquí, mejor.
SORIN. Yo creo que sería bueno que le dieras algo de dinero.
ARKADINA. No creo que sea una buena idea.
SORIN. Yo no tengo. Toda mi pensión se la lleva este demente que tengo
como administrador.
ARKADINA. ¿Qué le hace falta? A ver…
SORIN. Bueno, lo primero que tendría que hacer es vestirse. Hace tres años
que lleva la misma ropa. Tampoco estaría mal que se divirtiera un poco.
Viajar... Eso no cuesta tanto, querida.
ARKADINA. De ninguna manera. Para vestirse podría darle algo, pero para
viajar… No, ni siquiera para eso puedo darle dinero ahora. (Sorin ríe.) No te
rías. No tengo. Mirá mi monedero. (Tira las monedas en la mesa.) Mira
como se van las últimas monedas. Es increíble. Mirá… ¿A dónde irán?
SORIN. Bueno... No te preocupes. Si yo se que sos muy buena con él…
Ay... Otra vez me da algo...
ARKADINA. (Entre lágrimas.) Claro que tengo algo de dinero, pero soy
una artista... solo en trajes tengo que gastarme fortunas.
SORIN. Irina, por favor… (Tambaleándose.) Siento un mareo…
ARKADINA. (Asustada.) Petruscha (Tratando de sostenerlo.) Petruscha...
(A gritos.) Ayuda, por favor, ayuda… (Entra Treplev, con la cabeza
vendada.) Le falta el aire.
TREPLEV. (A su madre.) Al tío le pasa esto seguido. No te asustes.
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SORIN. Ya pasa… ya pasa… No te asustes, no es nada...
TREPLEV. ¿Querés un poco de agua? ¿Te traigo?
SORIN. No, gracias, ya se me pasa. Ya se me pasa.
ARKADINA. ¿Estás mejor?
SORIN. Sí, ¿no me escuchan? Estoy mejor, ya pasó.
ARKADINA. Qué susto me diste.
TREPLEV. Tío... Igual echáte un ratito a dormir la siesta.
SORIN. Bueno, un ratito sí, pero, después los acompaño a la estación. (Va a
la cama.)
ARKADINA. ¿Te parece una siesta ahora?
TREPLEV. Sí, que duerma un rato. Después se va a sentir mejor. Ya se
durmió.
ARKADINA. Ya veo que se durmió. Pero no está bien. Duerme todo el día.
TREPLEV. No le gusta vivir en el campo. Se entristece... Sería bueno que le
prestaras algo para pasar una temporada en la ciudad.
ARKADINA. Soy una actriz, no un banquero. Parece que llevaras un
turbante. ¿Y el doctor?
TREPLEV. Está atrasado.
ARKADINA. Siempre lo mismo. Prometió pasar a la mañana, y ya es el
mediodía.
TREPLEV. ¿Me cambiarías vos la venda? Lo haces tan bien.
ARKADINA. Bueno, pero mirá que yo me voy a tener que ir dentro de un
rato. Traé las cosas.
TREPLEV. (Desde adentro) Recuerdo que, hace mucho, en los tiempos en
que trabajabas en el teatro del Estado, yo era muy chico… Una inquilina de
la casa se enfermó... Vos ibas a visitarla, mamá. Le llevabas remedios,
atendías a sus hijos... ¿No te acordás?...Mamá, ¿No te acordás?
ARKADINA. ¿Qué? No, no se de que me estás hablando…
TREPLEV. (Volviendo) También, en la casa vivían dos actores que te
admiraban mucho. Venían a tomar café con vos.
ARKADINA. De eso sí me acuerdo. Sentate por ahí. Ahora que me voy de
aquí, no vas a volver a hacer eso que hiciste ¿no?
TREPLEV. No. Fue un momento de desesperación, no se como lo hice. En
este momento te quiero tanto... Te quiero con tanta ternura… Como cuando
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era chico. No tengo a nadie más que a vos. Dios mío, ¿por qué estarás tan
sometida a ese hombre?
ARKADINA. No te lo explico porque no lo entenderías.
TREPLEV. ¿Te contaron, no? Cuando le dijeron que quería desafiarlo, se
portó como un cobarde...
ARKADINA. No seas ridículo.
TREPLEV. Y ahora se va. Huye como una rata.
ARKADINA. Konstantin, no empieces con eso. Soy yo la que decidió irse.
Él es una persona muy noble.
TREPLEV. ¿Noble...? Faltó poco para que vos y yo peleemos por su culpa.
Ahora andará, por algún sitio de la casa, seduciendo a Nina, riéndose de
nosotros…
ARKADINA. Para vos debe ser un placer enorme decirme cosas
desagradables, ¿no? Te ruego que en mi presencia no hables mal de él. ¿No
entendés que quiero a ese hombre?
TREPLEV. Pero yo no. Pretendes que lo considere un genio; pero no puedo
mentirte. Sus obras me aburren.
ARKADINA. Ese recurso tan trillado de criticar a los talentosos de verdad...
TREPLEV. Yo tengo más talento que todos ustedes juntos.
ARKADINA. La negación debe ser un buen consuelo para soportar esta vida
campesina, ¿no?
TREPLEV. Ustedes, gente rutinaria, se adueñaron del arte, y solo consideran
auténtico y legal lo de ustedes, y oprimen a los verdaderos talentos...
ARKADINA. ¿De quién hablas? ¿De vos? Si sos un autor decadente.
(Entra Mascha con un libro)
TREPLEV. ¿Ah, sí?... Entonces andate a tu gran teatro, mamá, y seguí
representando papeles en esas obras miserables en las que la inteligencia
brilla por su ausencia.
ARKADINA. Nunca actué en una obra que no fuese buena.
TREPLEV. Yo a él no le reconozco talento. No te lo reconozco a vos, ni se
lo reconozco a él.
ARKADINA. ¿Cómo podés hablar de talento, vos, que no sos capaz de
escribir ni un miserable “vaudeville”? Pequeño burgués. Vivís engañado en
tu sórdido mundo y te crees cosas que no sos… Roñoso. Harapiento.
Miserable. Mantenido (Sale)
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TREPLEV. Mezquina…
(Treplev se sienta y empieza a llorar bajito. Entra Irina. Lo besa.)
ARKADINA. Perdóname... Perdoná a tu madre iracunda... Perdóname. No
molestes al tío.
TREPLEV. Si supieras... Lo perdí todo... Todas mis esperanzas
desaparecieron.
ARKADINA. Bueno, no te pongas así. Todo se va a arreglar…
TREPLEV. No, Nina no me quiere, y ya no puedo escribir...
ARKADINA. Pero él se vuelve conmigo y ella te va a querer otra vez. Así
funcionan las cosas (Entra Trigorin.) Basta ya ¿Hacemos las paces?
TREPLEV. Sí, mamá.
ARKADINA. Ustedes dos también. No pensaban en serio batirse a duelo
¿no?
TREPLEV. No, no, mamá, por favor, no bromees con eso.
ARKADINA. Vamos… Hacé las paces también con él.
TREPLEV. Esto es muy penoso para mí. Es superior a mis fuerzas. Quiero
irme. La venda me la cambia después el doctor. (Treplev sale.)
TRIGORIN. (A Mascha) ¿Y?
MASCHA. (Buscando en un libro.) ¿Qué página era?
TRIGORIN. Página ciento treintaiuno... Renglones 15 y 16...
ARKADINA. Ah… ¿Todavía con eso? (Besa despreocupada a Trigorin)
MASCHA. (Leyendo.) “Si un día necesitas de mi vida, ven y tómala.”
ARKADINA. (Pausa) ¿Vas a comer ahora? Mirá que pronto nos
vamos. ¿Me estás escuchando? Espero que tengas todo listo.
TRIGORIN. ¿Eh? Sí, sí... (A Mascha) ¿“Si un día necesitas de mi vida, ven
y tómala”? ¿Por qué en esta llamada me parece oír hablar a la tristeza? …
Mi corazón se contrae...
ARKADINA. Boris Alekseevich… por favor… no hagas una escena de las
tuyas.
TREPLEV. Quedémonos un día más. Quedémonos, por favor.
ARKADINA. Querido... Sé qué te retiene aquí... Pero tenés que dominarte.
TRIGORIN. Se inteligente y juiciosa. Acepta esto con espíritu de verdadera
amistad. Se que sos capaz de un sacrificio por mi felicidad. Sé mi amiga...
Dejame quedarme.
31
ARKADINA. (Pausa. Lo mira) ¿Tan fascinado estás? ¿Eso necesitás? ¿El
amor de una joven de provincia?... Qué poco te conoces. Pareces
adormecido.
TRIGORIN. Es que me parece verla en sueños. ¿Qué puedo hacer…?
ARKADINA. No... No... ¿Qué decís?
TRIGORIN. ¿… si unos ensueños maravillosos se apoderaron de mí...?
ARKADINA. Soy una mujer sencilla... No se me puede hablar así...
Terminado.
TRIGORIN. (Tomando la sopa. A Mascha) Si ella quisiera, podría ser una
mujer extraordinaria... Nina es un amor joven, maravilloso, impregnado de
poesía, capaz de transportarnos al mundo de los sueños...
ARKADINA. No me martirices más, Boris... Me das miedo.
TRIGORIN. Es que nunca experimenté un amor así. En mi juventud me
faltó tiempo. Nunca fui feliz. Tuve que luchar contra todo. Si hoy el amor
me llama... ¿Qué razón tengo para huir?
ARKADINA. (Gritando.) ¿Te volviste loco? Yo soy la razón. Yo. Todos se
pusieron hoy de acuerdo para martirizarme (Llora.)
TRIGORIN. (A Mascha) No comprende... No quiere comprender (Toma su
sopa)
ARKADINA. ¿Qué es lo que tengo que comprender? ¿Te volviste loco...?
¿Será posible que sea ya tan vieja y tan fea que pueda hablárseme así, sin
recato, de otras mujeres? ¿Vos, ultima página de mi vida...? ¿Mi alegría, mi
orgullo, mí bendición...?
SORIN. (Entre sueños) Esther…
ARKADINA. (Ella va y lo arropa. A Trigorin) Si me dejaras, aunque solo
fuera por una hora, no podría soportarlo. Sos para mí el ser más
maravilloso... Dueño mío... Tesoro mío. Cabecita loca... Querés hacer
locuras, pero yo no quiero que las hagas. No te voy a dejar.
TRIGORIN. Por favor, esta Mascha, tu hermano…
ARKADINA. Que me importa Mascha. No me avergüenza mi amor hacia
vos. Si sos mío. Sos mío... esa frente, esos ojos, ese maravilloso pelo de
seda...
TRIGORIN. Por favor… (Vuelve a su sopa apenas conteniendo el llanto)
ARKADINA. Tu inteligencia es tanta... Tanto tu talento... Sos el mejor de
los escritores... La única esperanza de este país. Hay en vos tanta sinceridad,
32
tanta sencillez, tanto frescor... ¿Y su sentido del humor, Mascha? De una
sola pincelada es capaz de dibujar el rasgo que más caracteriza a una
persona. Tus personajes están vivos... Es imposible leerte sin
entusiasmarse...
TRIGORIN. ¿Cómo un hombre sumiso, sin energías, pueda gustarle tanto a
una mujer?...
ARKADINA. ¿Te estoy adulando?... ¿Exagero?...
TRIGORIN. No, pero…
ARKADINA. Mírame a los ojos... Mírame, te dije... Se que lo sabés: Soy la
única que aprecia tu verdadero valor. La única que te dice la verdad...
porque te conozco... (Pausa) ¿Te vas a ir?...
TRIGORIN. No… (Toma su sopa)
ARKADINA. ¿No vas a abandonarme?...
TRIGORIN. No, no, te dije que no…
ARKADINA. ¿Seguro?
TRIGORIN. Si sabes que no tengo voluntad propia. Nunca la tuve...
Llévame con vos…
ARKADINA. Bueno…
TRIGORIN. No, no me sueltes la mano... No me dejes alejar ni un paso de
vos.
ARKADINA. Claro, que sí, pero, tampoco habría que apurarse tanto…
Porque no te quedás unos días...
TRIGORIN. No, no…
ARKADINA. Boris, escuchame Boris…Yo me voy, y vos venís después...
La semana que viene...
TRIGORIN. No, no. Nos vamos hoy.
ARKADINA. ¿Querés que nos vayamos juntos hoy?
TRIGORIN. Sí. Juntos. Eso quiero.
ARKADINA. Bueno, nos vamos los dos hoy, entonces. Apurate con esa
sopa que el tren va a salir. ¿Te guardo los papeles o los guardás vos?
TRIGORIN. No, guardalos vos. (Despertando a Sorin) Petrushka, vamos…
(MASCHA aplaude)
SCHAMRAEV. (Entrando.) ¿Cómo? ¿Todavía no terminaron de almorzar?
Hay que salir para la estación. El tren llega a las dos y cinco...
33
MASCHA. Bueno, me voy. Recuerde mandarme sus libros. En la
dedicatoria ponga: “A Mascha, la que no sabe porqué vive en este mundo”.
Le deseo lo mejor.
SCHAMRAEV. No se olvide, Irina Nikolaevna, de averiguarme sobre
Shudaltev. Si vive, si está bien de salud, si tiene trabajo, en fin, esas cosas…
(Entran POLINA con una cestita en la mano y MEDVEDENKO.)
POLINA. Aquí le traigo unas ciruelas para el tren. Son muy dulces.
SCHAMRAEV. …En un tiempo lo veía seguido. Lo vi trabajar…
ARKADINA. Muy amable, Polina.
POLINA. Adiós, querida... Si algo no fue de su gusto, le ruego que me
perdone. (Llora.)
ARKADINA. Todo estuvo muy bien... Todo estuvo muy bien. No hay por
qué llorar.
POLINA. Es que nuestro tiempo pasa...
ARKADINA. Y qué le vamos a hacer. Aquí tiene una monedita. Pero si nos
conservamos con salud, el verano que viene nos volvemos a ver. (Intenta
levantar a Sorin) Arriba petruschka, vamos…
MEDVEDENKO. Yo como voy a pie a la estación salgo ya. Nos vemos allí.
POLINA. Una cartita suya también nos haría felices, Boris Alekseevich.
SCHAMRAEV. Van a llegar tarde.
ARKADINA. ¿Le avisaron a Kostia que me voy?... Ojala que mi hijo no
guarde un mal recuerdo mío.
SCHAMRAEV. ¿Qué me da? ¿Una moneda? (Salen)
ARKADINA. (A Trigorin que está terminando su plato) ¿Venís o no?
TRIGORIN. Ya voy… (Salen todos. Entra NINA)
NINA. Una ley de compensación: no se pude escribir Hamlet y tener una
familia, esposo, hijos y esas cosas. Hay momentos en los que hay que
renunciar a todo, enfrentar los peligros y descubrir el mundo que se
desconoce. Mañana voy a iniciar un viaje. Una verdadera iniciación. Una
nueva vida. Me voy a Moscú, como usted. Me voy a dedicar al teatro.
Averigüé donde viven ustedes. Busqué un alojamiento muy cerca.
TRIGORIN. Déjeme un mensaje en el Bazar Eslavo ni bien llegue.
ARKADINA. (Desde fuera) Boris…
NINA. Qué felicidad pensar que volveré a verlo. (Beso. Kostia entra. Entra
Arkadina y los separa y se lo lleva a él.)
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MASCHA. (Llamando desde fuera.) Konstantin… Konstantin...
(Sale Kostia. Entran Medvedenko y Mascha.)
MASCHA. Pensé que estaba por aquí.
MEDVEDENKO. Qué tiempo más espantoso... Dos días que llevamos así.
En el lago hay olas enormes.
MASCHA. También con este viento…
MEDVEDENKO. Y en el jardín todavía está armado el teatro. Anoche,
pasé por ahí, y me pareció oír como si alguien lloraba dentro.
MASCHA. ¿Qué decís?
(Entra Polina con ropas de la cama)
MEDVEDENKO. Tu papá tendría que haberlo desarmado en su momento.
MASCHA. Te dije que ese individuo no es mi padre. ¿Y eso? ¿Para qué es,
mamá?
POLINA. Para Piotr Nikolaevich. Pidió que le cambie las sábanas más
seguido.
MEDVEDENKO. Mascha, vámonos a casa.
MASCHA. No. Yo me quedo aquí a pasar la noche.
MEDVEDENKO. Pero nuestro chiquilín te extraña. Le gusta cuando le das
de comer.
MASCHA. Si tuvo hambre la matrona le dió de comer. Para eso está. Y ya
se debe haber dormido.
MEDVEDENKO. Sí, pero es la tercera noche que va a pasar sin su madre.
Me da pena por él.
MASCHA. Qué aburrido te volviste. ¿Te das cuenta? Antes, por lo menos,
te daba por la filosofía barata; ahora estás siempre que si “el chiquilín”, que
si “la casa”… Andate vos solo. Y apurate porque hay tormenta.
MEDVEDENKO. Es que tu padre no me va a prestar el caballo.
MASCHA. Sí, pídeselo bien, vas a ver cómo te lo presta. (Entra Treplev) La
ayudo, mamá. (Se ponen a hacer la cama.)
MEDVEDENKO. Entonces, yo me voy.
POLINA. Vaya con Dios, hombre. A quién se le iba a ocurrir pensar que de
usted, Kostia, saldría todo un escritor... Y aquí está, ganando dinero con las
publicaciones. Y, además, se puso tan guapo...
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MEDVEDENKO. Adiós. ¿Te veo mañana?
MASCHA. Sí, mañana. Qué cargoso. (Medvedenko sale.)
POLINA. Kostia, querido... Usted es muy bueno. Sea cariñoso con mi
Mascheñka. Ella también es muy buena.
MASCHA. (Haciendo la cama.) Dejalo, mamá.
POLINA. A una mujer, Kostia, le basta con que la miren con un poco de
cariño (Treplev sale)
MASCHA. ¿Qué necesidad tenías de decirle todo eso? Lo hiciste enojar.
POLINA. Me das lástima, Mascheñka. Mi corazón sufre por vos.
MASCHA. ¿Y quien te pidió que sufras por mí? No hay que dejarse llevar y
estar siempre esperando algo, como vos. Si el amor aparece, hay que
arrancarlo del cuerpo. ¿Lo podes entender? El amor sin esperanza existe
solamente en las obras… (Se escucha música.)
POLINA. ¿Kostia escucha eso?
MASCHA. Sí, está triste, por eso escucha Mozart (Pausa.) Ya le
prometieron a mi marido trasladarlo a otra región. Cuando nos mudemos,
me olvido de todo y basta. Lo principal para mi, mamá, es no tener a Kopstia
todo el día delante de los ojos… (Entran Dorn, Sorin y Medvedenko. A su
marido.) ¿No te habías ido?
MEDVEDENKO. No pude pedírselo… no estaba, tu papá se había ido a la
estación (A Dorn) No es como usted se piensa. Es que además, para colmo
de males, somos seis personas en casa…
MASCHA. (A media voz.) Si mis ojos no te hubieran visto...
MEDVEDENKO. Te oigo, Mascha…
SORIN. ¿Mi hermana ya llegó?
POLINA. Si llegó, pero fue a la estación a buscar a Trigorin.
MEDVEDENKO. Y el tema es que la harina está a setenta centavos el kilo.
DORN. Bueno, coman menos.
MEDVEDENKO. Que fácil que lo dice usted....
SORIN. ¿Me cambiaron las sábanas? (Polina asiente).
DORN. Cuántos cambios se hicieron aquí.
MEDVEDENKO. Como se ve que a usted le sobra el dinero...
DORN. ¿A mí?...
SORIN. Si los hacen venir a todos, significa que estoy muy grave. ¿O no?
36
DORN. Transformaron la sala en un escritorio…
MASCHA. Konstantin aquí está más cómodo para trabajar. Cuando quiere,
puede salir al jardín y meditar. Y su tío también quería tenerlo más cerca,
¿no es así?
SORIN. Si no hay respuesta es que estaré grave. Pero tiene gracia la cosa.
Estoy grave, y no me dan nada para tomar.
DORN. ¿Ve pasar la vida delante de sus ojos?
SORIN. Qué fastidio de hombre que es usted.
DORN. Si no la ve es porque no se está muriendo. ¿A ver, qué quiere que le
recete, Piotr Nikolaevich?
SORIN. En mi juventud quise ser literato, y siempre hablé incorrectamente.
Quise casarme, y no me casé. También quise vivir en la ciudad, y aquí estoy,
terminando mi vida en el campo... Soy el hombre que quiso y no pudo.
MASCHA. No se enoje. Quiso ser consejero civil, y lo fue... (Sale)
SORIN. No quise. Lo fui porque no tuve más remedio. Y si me voy a morir
déjenme por lo menos estar enojado.
DORN. Lo que pasa es que tener que escuchar continuamente ese
descontento no es agradable para nosotros…
SORIN. (Señalando el escritorio.) ¿Eso es para Kostia? (Polina asiente)
DORN. … que dicho sea de paso, no somos los culpables de su desgracia.
SORIN. Uno siempre tiene ganas de vivir mejor. Es natural. Por eso me
quejo.
DORN. También es natural que a uno le llegue su fin.
SORIN. Ah ¿usted no tiene miedo de morir?
DORN. Jamás. El miedo a la muerte es un miedo animal. Hay que
extirparlo. Los creyentes tienen miedo a la hora de la muerte por sus
pecados, pero usted, en primer lugar, no es creyente, en segundo, ¿qué
pecados tiene?... (Entra Treplev) ¿Haber trabajado más de veinticinco años
en la administración de justicia? Por favor…
SORIN. Veinticinco no, trabajé veintiocho. Veintiocho.
DORN. Más a mi favor… Y terminemos que estamos molestando a
Konstantin Gavrilich.
TREPLEV. No, no se preocupen por mí.
SORIN. Lamento no haber viajado un poco más. Eso sí que lamento.
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DORN. Ah, hablamos de viajes de pronto me acordé de Nina Sarechnaia...
¿Qué fue de ella?
SORIN. Escuché algo tan desagradable sobre su vida. Se fugó de su casa y
se unió a Trigorin. Tuvo un hijo con él... ¿Lo sabía?
DORN. Sí, un hijo, sabía de eso.
TREPLEV. Pero se les murió. Trigorin la dejó y, como era de esperar,
volvió a los brazos de mi madre, a quién realmente nunca había abandonado.
Su vida terminó siendo un completo fracaso.
DORN. ¿Y en el teatro como le fue?
TREPLEV. Parece que peor. Debutó en uno de los teatros de verano de
Moscú. Yo, en esa época, la seguía. A donde ella iba, iba yo. Ella no quería
recibirme, pero yo, al menos, la veía actuar. Hacía papeles importantes, pero
su actuación era burda, se la veía incómoda. Sin embargo había momentos
en los que en ella aparecía algo grandioso, solo por momentos.
DORN. Lo que quiere decir que, a pesar de todo, talento no le falta.
MEDVEDENKO. Es probable
TREPLEV. En un tiempo me escribió cartas. Eran cartas llenas de calor. No
se quejaba de nada, pero se percibía que era profundamente desgraciada.
Cada renglón reflejaba el estado de sus nervios enfermos. Su imaginación
también debía de estar un tanto desequilibrada, porque se nombraba así
misma en sus cartas como “La Gaviota”...
MEDVEDENKO. Ahora está aquí. En la ciudad.
SORIN. ¿Cómo que está aquí?
TREPLEV. Sí. Lleva cinco días en una pensión. Intenté verla, pero no recibe
a nadie... el maestro cree haberla visto ayer, por el campo, a unos
kilómetros...
MEDVEDENKO. La vi. La vi. Iba en dirección a la ciudad. Le pregunté por
qué no venía a visitarnos, y me dijo que quizás vendría.
TREPLEV. No, no va a venir.
MEDVEDENKO. Su padre no quiere saber nada de ella. No la dejan ni
acercarse a la hacienda.
TREPLEV. Qué fácil, doctor, es ser filósofo sobre el papel, y qué difícil en
la realidad.
SORIN. Era una muchacha tan encantadora... Hubo un tiempo en el que
Sorin, estuvo enamorado de ella.
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DORN. Viejo faldero (Desde fuera risa de Arkadina.)
TREPLEV. Mi madre.
(Entran Arkadina y Trigorin seguidos de Schamraev).
SCHAMRAEV. (Entrando.) Sí, ya lo sé. Pero la miro a usted, señora, y la
veo como fue siempre: deslumbrante.
ARKADINA. Otra vez me va a echar el mal de ojo este hombre. (A Sorin.)
Buenas noches, Piotr Nikolaevich...
SORIN. Mi querida hermana regresó. Ahora, me voy a poder morir
tranquilo.
TRIGORIN. Buenas noches… ¿Qué es eso de ponerse enfermo? No está
bien
SORIN. No sea condescendiente.
SCHAMRAEV. ¿Qué pensaba? Aquí todos nos vamos volviendo viejos y
enfermos... No hay salvación. La fuerza de los elementos nos decolora, pero
usted, en cambio, estimadísima, se conserva siempre joven... Blusitas claras,
esa gracia...
ARKADINA. Esto es la última moda de París.
(Polina y Schamraev instalan la mesa para la lotería)
TRIGORIN. Mascha.
MASCHA. ¿Se acuerda de mí?
TRIGORIN. ¿Casada?
MEDVEDENKO. Sí, conmigo.
TRIGORIN. ¿Y? ¿Feliz?...
MEDVEDENKO. Muy.
ARKADINA. Kostia me dijo que no te guardaba rencor... (A Treplev) Boris
te trae una revista en la que viene tu nuevo cuento.
TRIGORIN. Ah, sí, pero la olvidamos en el tren. Sus admiradores le envían
saludos. En Moscú y en Petersburgo se interesan por usted. Me preguntan
cómo es, que edad tiene. Nadie lo cree tan joven…
SCHAMRAEV. ¿Se van a quedar mucho tiempo?
TRIGORIN. No. Imposible. Mañana por la noche vuelvo para Moscú.
Tengo que terminar mi novela y, además, prometí escribir algo para una
revista.
SCHAMRAEV. La historia de siempre, en una palabra.
39
MASCHA. ¿Papá?...
SCHAMRAEV. No me llames papá, vos no sos mi hija.
MASCHA. ¿Le permitís a mi marido que se lleve el caballo? Tiene que
volver a casa y hay tormenta.
SCHAMRAEV. Viste que mandamos los caballos a la estación. No se los
puede hacer salir otra vez.
MASCHA. Pero hay más caballos…
MEDVEDENKO. Me voy a pie, Mascha. No te preocupes.
SCHAMRAEV. Los caballos... La casa... que locura, yo no alcanzo a… la
verdad que… que locura…
MASCHA. Ah... Lo que es pedirte algo...
TRIGORIN. ¿A pie con un tiempo como este?
SCHAMRAEV. No son más que catorce kilómetros...
POLINA. (A Mascha, ella le repite a su marido a la vez) Que salga afuera.
Que golpee y cuando le digas que pase, entra y que vuelva a pedirle el
caballo a tu padre otra vez, como se debe. (A todos) Bueno, ¿jugamos ahora?
No falta mucho para la cena. (Medvedenko sale. Mascha silba.)
ARKADINA. Con esta lotería jugábamos con nuestra madre, cuando éramos
niños. (A Trigorin.) ¿Hacemos una partida antes de cenar? Por favor… ¿Sí?
me haría tan feliz.
POLINA. Doctor, venga aquí a mi lado que me trae suerte.
(Schamraev, Mascha y Dorn se sientan en la mesa.)
ARKADINA. No es por jugar, es el hecho de estar todos sentados a la mesa.
(Arkadina y Trigorin toman asiento en la mesa.)
TRIGORIN. Creía que se trataba de un juego aburrido.
ARKADINA. Es aburrido; pero después uno se acostumbra (Golpes en la
puerta. Nadie parece oírlos. Reparten los cartones.) ¿Kostia, no jugás?
TREPLEV. No tengo ganas. Voy a pasear un poco. (Al pasar junto a su
madre, le da un beso en la cabeza. Sale.)
POLINA. Pero el tiempo no está para pasear. Que locura. Sino hubiésemos
puesto la mesa afuera.
MASCHA. Dejalo, si quiere salir que salga. La partida es de diez centavos.
ARKADINA. Ponga por mí, doctor.
DORN. A sus órdenes.
40
TRIGORIN. Si el viento se calma un poco, mañana por la mañana me
gustaría ir al jardín, a aquel sitio en el que se representó la obra…
POLINA. El teatro todavía está sin desarmar.
TRIGORIN. ¿No me diga? Que bien, porque tengo algo en mente, y quiero
revivir el lugar de la acción…
MASCHA. ¿Pusieron todos? (Todos asienten) Pero hay una sola moneda.
Empiezo. Veintidós.
ARKADINA. Yo lo tengo. (Aplaude feliz)
MASCHA. El tres.
DORN. Yo. Bien. (Golpes en la puerta, Mascha silba)
ARKADINA. Dios mío... Qué recibimiento se me hizo en Jarkov...
DORN. ¿Cómo fue eso?
MASCHA. (Al Doctor) ¿Ya puso en el tres?... Ocho, perdón, ochenta y
uno...
ARKADINA. …Todavía me da vueltas la cabeza.
SCHAMRAEV. ¿Ocho o…?
MASCHA. Ochenta y uno. Diez.
SCHAMRAEV. No tan rápido. El ocho…
MASCHA. Treinta y cuatro
SCHAMRAEV. Tre… in… ta…
ARKADINA. Los estudiantes me ovacionaron... Tres cestas de flores, dos
coronas y esto. (Muestra un broche del pecho.)
POLINA. Es muy bonito.
MASCHA. Cincuenta.
DORN. ¿Seguro es el Cincuenta y no otro que empiece con cinco? ¿El
cincuenta y siete, por ejemplo?
MASCHA. Cincuenta redondo. (Golpes en la puerta. Todos miran. Mascha
Silba.)
ARKADINA. Perdón. Mi vestido también era asombroso, estaba vestida
para una ocasión así. En vestuario, no me ando con simplezas.
POLINA. Otra vez está escuchando esa música. El pobre se entristece tan
fácilmente.
ARKADINA. ¿Qué música?
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POLINA. Es que en los periódicos se le criticó mucho.
MASCHA. ¿Qué tienen que ver las críticas, mamá? Escucha Mozart porque
es suave y ligero. Setenta y siete. Le hace bien al espíritu.
SCHAMRAEV. Para mi gusto hay demasiadas obras de Mozart en el
mundo.
MASCHA. Treinta y seis… (Golpes a la puerta)
TRIGORIN. (Distraído, va a servirse una copa) Puede ser…
DORN. No hay que hacerles tanto caso a los críticos.
ARKADINA. No. Pero tampoco hay que generalizar.
DORN. Digo que Kostia no tiene suerte. No se lo entiende todavía.
TRIGORIN. Pero eso es porque sus obras todavía tienen algo extraño,
indefinido. No termina de encontrar el tono justo.
MASCHA. El once.
TRIGORIN. ¿Once? A veces parecen fruto de un delirio sin sentido.
DORN. Yo igual tengo mucha fe en Konstantin Gavrilich. Hay algo en él
que...
MASCHA. Doce.
ARKADINA. (A Sorin.) Petruscha ¿Te aburrís?
DORN. … Su mente está llena de imágenes, y sus novelas tienen colorido,
viveza…
ARKADINA. Se durmió otra vez. Miren. Ya está dormido.
POLINA. El consejero civil duerme.
ARKADINA. Otra vez el sueño, ese fascinante enigma natural que refresca
las fuerzas humanas, lo atrapó. Le enseña, lo educa.
MASCHA. ¿Ya dije el siete?
DORN. No.
MASCHA. Siete. Noventa.
SCHAMRAEV. Más despacio. . Mi perro come como una bestia. Se come
hasta las nueces. Con cáscara. ¿Noventa también? Y sirve a dos o tres perras
por semana .Que animal.
ARKADINA. ¿Cómo? ¿Qué edad tiene? (A Mascha) ¿Antes habías dicho el
87, querida?
MASCHA. ¿El 87? (Revisa)
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POLINA. No sabemos que edad tiene en realidad.
MASCHA. …Sí, creo que sí.
ARKADINA. Muy bien… Un perro que come nueces y produce tanta
felicidad al sexo opuesto.
SCHAMRAEV. ¿Qué edad tiene, me pregunta? Treinta, cuarenta años.
POLINA. No pueden tener esa edad los perros.
TRIGORIN. En comparación que vida complicada la nuestra, doctor. ¿Hasta
cuando vamos a seguir postergando los placeres?
SCHAMRAEV. El cuarenta y dos… ¿va o no?
TRIGORIN. Si yo viviera aquí, junto al lago, ¿escribiría?
ARKADINA. Vos no harías más que pescar.
TRIGORIN. Sí,... Me bastaría con un lago y peces… Irina, me olvidé la
caña de pescar…
MASCHA. ¿Dije el veintiocho?
POLINA. No. El veintiocho no.
MASCHA. Veintiocho, entonces. (Golpes en la puerta.)
MEDVEDENKO. (Asomándose) Mascha, ¿Entro?
SCHAMRAEV. Hace una hora que está golpeando… (A Polina) ¿Una copa
mi amor?
MASCHA. (Mascha se levanta y va hace entrar a Medvedenko. Todos lo
miran. Pausa.) ¿Qué querés?
MEDVEDENKO. Necesitaría un caballo para llegar a casa con cierta
urgencia…Es que el chiquilín… (Mascha silba) Illia, por favor…
SCHAMRAEV. ¿Este hombre escuchará cuando yo hablo? ¿O estará sordo?
(Medvedenko solloza en silencio. Mascha le besa la frente y se sienta a
jugar. Él aplasta su cara contra la pared para que no lo vean llorar.)
SCHAMRAEV. Irina, una vez vi a Shudaltev trabajando con una niña
sorda, pero sorda de verdad. La cosa es que la niña con el tono justo, y
Shudaltev que oía a la perfección, totalmente antinatural y falso. En síntesis:
Un trabajo precioso.
ARKADINA. ¿Actuaba siendo sorda? ¿Cómo haría?
SCHAMRAEV. Eso me pregunto yo ¿Cómo hacía? Un misterio.
MASCHA. Noventa y seis.
43
TRIGORIN. Lo que lamento es que a veces la obra de Kostia no toque un
tema definido.
DORN. Eso es cierto. Todavía…
TRIGORIN. Es difícil decir “está hablando de tal cosa”. A veces los
personajes de Konstantin hablan por hablar. Parece que buscara impresionar.
Y con la impresión no se llega lejos, doctor… ¿O no?
DORN. Claro que no.
TRIGORIN. …Y por eso su estructura, que por supuesto no es muy sólida,
termina casi siempre derrumbándose, eso le pasa. Es fácil escribir palabras
bellas. Lo difícil es escribir una buena obra.
DORN. No, tiene razón.
MASCHA. La niña bonita.
ARKADINA. Yo. Bien, bien. Aún hay justicia en este mundo.
TRIGORIN. …Usted recuerda esa obra que hizo hace dos años atrás, los
hombres, los leones, las águilas…Dios mío, las cosas que le hacía decir a esa
pobre actriz. Que fácil es hacerle repetir ideas vacías a los actores, solo para
llenar espacios.
SCHAMRAEV. Seguramente en Africa debe hacer un calor terrible.
TODOS. Seguramente…
SCHAMRAEV. Hablando de Africa, tengo guardado algo que le pertenece,
Boris Alekseevich. Konstantin un día mató una gaviota, ¿se acuerda?
TRIGORIN. ¿Qué?
SCHAMRAEV. Usted me encargó que se la embalsamara.
TRIGORIN. ¿Yo le pedí eso?
MASCHA. Sesenta y seis...
TRIGORIN. (Pensativo.) La verdad no recuerdo... (A Dorn) Como le decía,
es el actor es el que pone la cara. Carga con el peso del drama ¿Y el autor
donde está, mientras? En su casa ¿Y el director? protegido en las sombras.
¿Nadie de da cuenta de eso?
DORN. Hay cosas que un espectador normal no sabe, ni comprenderá
nunca. Por suerte.
MEDVEDENKO. Bueno. Yo mejor voy yendo. (Todos vuelven a mirarlo.
Él no se mueve.) Adiós, entonces. (Algunos saludos esparcidos. Pausa)
DORN. Igual, en el teatro, como en la vida, hay que saber esperar.
44
MASCHA. Catorce...
POLINA. Irina Nikolaevna, ¿no se alegra de que su hijo sea escritor?
ARKADINA. Todavía no leí nada suyo… El tiempo vuela...
POLINA. ¿Cómo?
ARKADINA. Dije que el tiempo vuela.
MASCHA. Veintiséis.
ARKADINA. ¿Veintiséis…? Que fastidio. La verdad no tengo tanto tiempo
para leer. Estoy siempre tan ocupada y… (Treplev entra y se dirige a su
escritorio.) ¿Necesitás algo de tu madre, querido…? Ese pantalón que llevas
no va con la camisa. ¿Qué tendré que hacer para que te vistas un poco
mejor?
MASCHA. El uno.
ARKADINA. ¿El uno? ¿Cómo el uno? Este juego ya es una calamidad.
MASCHA. El uno es un número.
ARKADINA. Bueno, me parece que me estoy aburriendo. Quisiera tomar
vino, no este licor que siempre me sirven acá. (Sorin murmura)
DORN. Cuando gana se divierte, pero cuando pierde…
ARKADINA. Shhh… está hablando en sueños… ¿Qué, mi querido? (Sorin
habla muy bajo. Ella se acerca) Dice que es cierto que el actor lleva el peso
de la representación, pero que la posibilidad de ser otro nos consuela ante la
esclavitud que ejerce sobre nosotros nuestra miserable vida sin sentido.
(Escucha) Pero así también el conocimiento de la propia existencia nos
consuela del hecho que la representación no sea más que una sombra.
(Mirando a la ventana) ¿Hay algo abierto? Que viento que entra.
POLINA. Sigue. Sigue…
ARKADINA. (Escucha) Maravilloso. El arte: la única alegría del mundo, la
única liberación, la única verdad, la armonía… Y tiene razón. Y pensar que
hay tantos teatros vacíos en París. Que vergüenza.
MASCHA. ¿Seguimos? Cuarenta y ocho.
ARKADINA. (Acariciando la cabeza de su hermano) Il morto qui parla.
TRIGORIN. Yo.
ARKADINA. ¿No me escuchás, Kostia? Cerrá la puerta, hijo. Entra frío.
TREPLEV. Alguien camina por el jardín.
MASCHA. ¿Dónde?... (Yendo a la puerta)
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TREPLEV. Lleva un traje blanco como la nieve.
ARKADINA. ¿Qué decís?
POLINA. (Llegando a la puerta) No hay nadie.
MASCHA. Fue una alucinación...
POLINA. A la derecha, junto al pabellón, hay un arbolito que se asemeja a
una mujer inclinada. ¿Será eso lo que vio?
TREPLEV. Puede ser.
MASCHA. Sigo. (Vuelven a la mesa) Ochenta y ocho. Veintitrés…
TRIGORIN. ¿Ochenta y ocho? Un momento… Creo que gané, ¿o no?
Miren…
ARKADINA. Bravo. Bravo. Tenemos un ganador. Por fin. Que horror este
juego que no acababa nunca. (Levantándose.) ¿Vamos a comer?
SCHAMRAEV. Suerte de principiante.
ARKADINA. No. Este hombre siempre tiene suerte en todo. (A Trigorin)
¿Tenés hambre? (Él asiente) Nuestra celebridad hoy no comió.
POLINA. ¿Después de cenar, seguimos?
ARKADINA. Después vemos que hacemos (A su hijo.) Kostia. Deja tus
papeles y vení a comer.
TREPLEV. No, gracias. No tengo hambre.
MASCHA. ¿Vas a trabajar ahora? (Kostia asiente)
ARKADINA. Viene su madre a visitarlo y se queda trabajando. Este chico
ya no me quiere… (Sale tomando del brazo a Schamraev.) Le voy a contar
con detalles el recibimiento que me hicieron en Jarkov. (Salen todos.
Mascha no se va. Mevdevenko se queda con ella)
MASCHA. Recién el doctor ponderaba tu escritura.
TREPLEV. ¿Sí? (Leyendo.) “El cartel sobre la tapia clamaba”... “El rostro
pálido, rodeado de cabellos oscuros”...
MASCHA. Bueno, dijo que tu mente estaba llena de imágenes, y tus novelas
tenían colorido, vigor…
TREPLEV. Yo siento todo esto tan poco interesante… (Tachando.) Tendría
que empezar por el ruido de la lluvia despertando al héroe y todo lo demás,
fuera. La descripción del anochecer es larga y rebuscada... ¿O no?
MASCHA. Puede ser… (A Medvedenko) Te vas por favor. (El sale
lentamente)
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TREPLEV. A Trigorin le resulta tan fácil...
MASCHA. Porque dicen que él ya encontró su estilo…
TREPLEV. ¿Qué significa “encontrar el estilo”? ¿Qué con decir que “el
cuello roto de la botella brilla en la presa” tiene ya hecha la descripción de la
noche de luna? ¿Eso es el estilo? Todo es tan torturante. Yo todavía hablo
del “quedo rutilar de las estrellas”, de «los acordes lejanos del piano
muriendo en el aire quieto y preñado de aromas”... Voy a enloquecer… No
deberíamos defender estilos, deberíamos dejar fluir libremente el alma...
(Treplev mira hacia fuera. Sale. Vuelve a entrar con Nina.)
NINA. Me dijiste que no había nadie… (Ve a Mascha)
TREPLEV. No hay nadie. Ella se va. ¿Te vas, por favor?
MASCHA. Permiso. (Sale)
NINA. Cerrá la puerta con llave. No quiero que entre nadie.
TREPLEV. No va a entrar nadie, tranquila.
NINA. Sé que Irina Nikolaevna está aquí.
TREPLEV. Si, mi tío se enfermó y le pedimos que venga. No tengas miedo,
nadie va a entrar, están cenando. (Se abrazan) Lo presentía. Todo el día sentí
una opresión en mi alma. (Le quita el abrigo) Amada mía... Mi adorada...
No lloremos, no lloremos…Déjame que te vea.
NINA. ¿Cambié mucho?
TREPLEV. Estás más delgada, y tus ojos se hicieron más grandes...
Hablemos.... ¿Por qué no viniste antes?... Yo fui varias veces a tu hotel…y
no quisiste recibirme.
NINA. Desde que llegué di vueltas por la orilla del lago. Muchas veces
estuve cerca de esta casa, sin animarme a entrar. Esto antes era una sala.
¿Este es tu escritorio? ¿Acá escribís vos? Qué bien se está aquí... Qué
ambiente agradable... ¿Oís el viento?...
TREPLEV. Nina, si supieras...
NINA. Turgueniev dice en una de sus obras: “Qué bienestar el del que, en
noches inclementes, se encuentra bajo un techo... El del que tiene un cálido
rincón”... “Y que Dios proteja a todos los caminantes a quienes falte un
cobijo”... (Pausa) Yo soy una gaviota... No, no es eso... ¿De que estaba
hablando?... Ah, sí... Turgueniev...
TREPLEV. No te preocupes…
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NINA. …Sabés que ayer, al atardecer, fui al jardín para ver si seguía ahí
nuestro teatro.
TREPLEV. Y todavía está...
NINA. Sí lo vi, y me puse a llorar por primera vez, después de dos años. Y
me alivié. Vi más claro dentro de mi alma. ¿Te das cuenta? Ya no lloro más.
¿Así que usted se convirtió en un señor escritor?... Vos escritor y yo actriz...
A los dos nos tragó el remolino... Antes, mi vida era alegre, como la de los
niños. Me despertaba cantando, te quería y soñaba con la gloria. Ahora...
Mañana temprano tengo que salir para Eletz en un vagón de tercera, rodeada
de campesinos. Luego, en Eletz, los comerciantes ilustrados van a buscarme
con sus amabilidades... La vida es brutal.
TREPLEV. ¿Te vas a ir?
NINA. Si. Firmé un contrato para todo el invierno. ¿Por qué me mirás así?
TREPLEV. Nina… Te maldije... Te detesté... Rompí todas tus cartas y
retratos, pero ni un solo minuto pude dejar de pensar en vos. Constantemente
se me aparece tu rostro, esa sonrisa... Beso la tierra por donde pisaste,
Nina... Quedáte. Te lo suplico. O dejame irme con vos.
NINA. (Desconcertada.) ¿Por qué me hablas así?... Lo que se debería hacer
conmigo es matarme. ¿Por qué decís que besas la tierra por donde pisé?
TREPLEV. Porque no tengo fuerzas para dejar de quererte... Me siento
encerrado en una caverna, todo lo que escribo es seco, sombrío... ¿Adónde
vas?
NINA. Estoy tan cansada. Soy una gaviota... (Entra Mascha y se queda en
la puerta.)
TRIGORIN. (Entra sin advertir a sus espaldas a Nina) Konstantin
Gavrilovich, yo no soy culpable. Soy responsable pero no culpable. Salimos
muy apurados. Arkadina casi me arrastro: “Rápido, mi hermano se muere, se
muere”, bueno, resulta que no era tan así.
MASCHA. Por suerte, ¿no?
TRIGORIN. Sí, claro… (A Treplev) Quería pedirle algo. Mañana, aunque no
desaparezca el mal tiempo anhelo, ansío, ambiciono… ir a pescar. El tema
es que no traje mi equipo. Lo tengo siempre preparado al lado de mi cama
pero esta vez con el apuro lo olvidé en mi cuarto.
MASCHA. (Mascha silba) Está dando demasiadas vueltas…
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TRIGORIN. Este preámbulo es porque, nuestra común amiga Mascha, aquí
presente, me insistió tanto… ¿No es así, Mascha? ¿No fue usted que insistió
que interrumpa la cena y le pida prestado uno…? (Mascha asiente)… En
síntesis: ¿Tiene un buen equipo para prestarme, uno que yo pueda usar?
MASCHA. Si, que tiene.
TRIGORIN. ¿Y no le importaría prestármelo?
MASCHA. ¿Te importaría? (Treplev niega apenas) No, no le importaría.
TRIGORIN. Bueno. Entré en calor. Déjemelo a mano, por favor, Kostia…
Gracias… Desde ya se lo agradezco enormemente… No se en que estaba
pensando. (Va a salir. Se detiene) Recuerdo que, en épocas pasadas, usted
me dio a entender que yo, con mi “enorme egocentrismo”, arruinaba la
existencia de mis seres más cercanos. Y, la verdad es que siempre me sentí
uno más entre los hombres simples que comen, duermen, fuman, pescan,
dicen estupideces. Y si los demás intenten encasillarme en un lugar de
genialidad… no me hago cargo. No siento que me destruya por eso o que
destruya a los seres que me rodean… Eso pienso…
ARKADINA. (Se entreabre la puerta, se oyen risas de Arkadina y Polina)
Boris ¿No es verdad que almorcé con el director de cultura de Jarkov?
TRIGORIN. Sí, es verdad… (Sonríe) Mujeres… mantengámonos alejados
de ellas… (Se da vuelta y ve a Nina. Pausa. Sale. Luego sale Mascha)
NINA. ¿Él también estaba aquí? Él también estaba aquí… El no creía en mí,
Kostia... se reía de mis sueños... Yo también, dejé de creer en él... Después
vinieron los celos, la muerte de nuestro hijo... Me volví mezquina, nula. No
le podía dar vida a mis papeles, no sabía ni pararme en escena. Tampoco era
dueña de mi voz. No sabes, Kostia, lo terrible que es tener conciencia
cuando se actúa tan mal. Un día, ¿te acordás? un hombre... vio a una gaviota
y por hacer algo la mató... Argumento para una novela corta. Soy una
gaviota...
TREPLEV. Nina…
NINA. No, no es eso... ¿De qué estaba hablando?... Ah, sí... Hablaba de la
escena... Ahora soy otra... Ahora soy una verdadera artista... Represento mis
papeles con entusiasmo. En el escenario se apodera de mí una fuerza
arrolladora, una embriaguez, y me reconozco a mí misma maravillosa.
Ahora, Kostia, sé y comprendo que en nuestras profesiones, escribiendo o
actuando, lo principal no puede ser la gloria, ni el brillo, ni la realización de
los sueños, no... Lo principal es saber sufrir... Llevar tu cruz y tener fe... Yo
lo aprendí, y por eso ahora mi sufrimiento es menor... Por eso cuando pienso
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en mi vocación, no le tengo miedo de la vida. Ahora me voy a ir. Cuando
sea una gran artista, vení a verme trabajar. ¿Me lo prometes?
TREPLEV. Quedáte. Te traigo algo de comida. Mi madre no se va a
enterar…
NINA. ¿Así que lo trajo con ella?... Está con ella ¿no?…
TREPLEV. Nina…
NINA. No, es igual... todo me es igual… Él me vio, al salir me vio… Ahora
cuando lo veas, va a querer hablarte de mí. Pero no le digas nada de mí...
Nada. Lo quiero... Lo quiero incluso más que antes... Furiosamente…Lo
quiero. Lo quiero hasta la desesperación... ¿Entendés? Hasta la muerte
(Pausa) Qué bueno era todo antes, Kostia ¿Te acordás?... Qué vida tan clara,
tan cálida, tan alegre y pura... Qué sentimientos... Semejantes a los de las
flores más tiernas y delicadas... ¿Te acordás? ¿Qué hizo que todo cambiara
así? Deseaba tanto quererte apasionadamente y no pude. (Abraza a Treplev,
y sale hacia el exterior. Pausa larga. Treplev rasga sus manuscritos. Luego
sale. Vuelven todos)
POLINA. Siéntense todos. Mashenka repartí los cartones. ¿Querida venís?
MASCHA. Sí mamá, acá estoy.
TRIGORIN. No, no estoy de acuerdo, Doctor. No siempre somos culpables
de todo lo que se nos acusa.
DORN. Escúcheme, ¿mirar hacia otro lado mientras sabemos que muere
gente o matar con nuestras propias manos? ¿Cuál es la diferencia? Apatía o
indiferencia en un caso, exceso en el otro. No solo somos responsables de lo
que hacemos sino también de lo que permitimos hacer.
SCHAMRAEV. (A Trigorin) Por aquí tiene que estar la gaviota
embalsamada de la que le hablaba... Venga conmigo.
TRIGORIN. ¿Ahora? No, déjela…
SCHAMRAEV. ¿Ahora no la quiere?
TRIGORIN. Sí, no se trata de eso. Después me la busca.
POLINA. Después la buscás, te dijo…
SCHAMRAEV. Es que quiero que vea el trabajo que hice. (A Medvedenko)
¿Usted piensa quedarse a vivir aquí?
ARKADINA. Illia, por favor…
POLINA. ¿Seguimos jugando, por favor? Doctor, no se quede en el camino.
Aquí a mi lado hay lugar. (Al Doctor) Venga que me trae suerte.
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(Suena un disparo)
ARKADINA. (Asustada.) ¿Qué fue eso?
DORN. No se, mejor voy a ver… (Sale)
POLINA. Seguramente estalló algo en el botiquín, suele pasar. No se
preocupe. ¿Seguimos jugando? ¿Todos pusieron? Irina, ¿se siente bien?
ARKADINA. Se me nubla la vista... Me acuerdo cuando… (Se levanta) ¿Y
esa música?
POLINA. ¿Qué música?
ARKADINA. Es la música más triste… del mundo (Va hacia el lugar del
disparo. Trigorin intenta detenerla y ella lo rechaza. Pausa, vuelve Dorn)
DORN. (A Todos) Hay que sacar ya mismo a Irina Nikolaevna de la casa.
Konstantin Gavrilich acaba de pegarse un tiro.
FIN
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