Pedro y Juan Ante El Concilio
Pedro y Juan Ante El Concilio
Pedro y Juan Ante El Concilio
4 Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la
guardia del templo, y los saduceos, 2 resentidos de que enseñasen al pueblo, y
anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos. 3 Y les echaron mano, y
los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde. 4 Pero muchos
de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como
cinco mil.
sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con
Jesús. 14 Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no
podían decir nada en contra. 15 Entonces les ordenaron que saliesen del concilio; y
conferenciaban entre sí, 16 diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de
cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en
Jerusalén, y no lo podemos negar. 17 Sin embargo, para que no se divulgue más
entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre
alguno en este nombre. 18 Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera
hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. 19 Mas Pedro y Juan respondieron
diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a
Dios; 20 porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. 21 Ellos
entonces les amenazaron y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles,
por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo que se había
hecho, 22 ya que el hombre en quien se había hecho este milagro de sanidad, tenía
más de cuarenta años.
Los creyentes piden confianza y valor
Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales
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sacerdotes y los ancianos les habían dicho. 24 Y ellos, habiéndolo oído, alzaron
unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el
cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; 25 que por boca de David tu siervo
dijiste:
decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en
común. 33 Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del
Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. 34 Así que no había entre
ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las
vendían, y traían el precio de lo vendido, 35 y lo ponían a los pies de los apóstoles; y
se repartía a cada uno según su necesidad. 36 Entonces José, a quien los apóstoles
pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita,
natural de Chipre, 37 como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a
los pies de los apóstoles.