Zelmanovich, Perla - Contra El Desamparo (Resumen)

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Resumen de “Contra el desamparo”.

Perla Zelmanovich

La autora menciona en este texto que los cambios que se han producido en la
Argentina donde hay muchos chicos que viven por debajo de la línea de la pobreza. Habla
de que muchos de ellos viven en situación de desamparo a lo que define como “la falta de
recursos para subsistir”. Además, señala que los niños deben realizar desde pequeños tareas
que conciernen a los adultos, provocando así que estos niños tengan una interpretación
pesimista de la realidad o en la mayoría de los casos su interpretación se difícil de
comprender y esta realidad que se les presenta como incomprensible.
Ahí es cuando para Zelmanovich es muy importante el papel de un “otro” para
conservar la integridad del que está necesitado, para hacer de “velo” entre la cruda realidad
y el chico desamparado, proveyéndole protección y amparo a los niños y jóvenes, es decir
dotar de un sentido a la realidad escolar mostrándola como distinta. Y da como un ejemplo
muy claro el del personaje Roberto Benigni, de la “La vida es bella”, ya que este “es quien
sostiene para su hijo una escena lúdica que pone un velo de significaciones a esa realidad
inexplicable de los campos de concentración, a los que él también se halla sometido. Velo
que se convierte en protección y amparo para el niño”.
Y ahí la autora se pregunta si se puede cumplir esta función en la escuela en la que
los docentes seamos esos “Otros” que conservamos algún grado de integridad para encubrir
esa realidad que nosotros mismos estamos padeciendo.
Y a partir de allí habla de distintos casos:
Por un lado “Niños que crecen al amparo de los adultos”:

Habla de la “Necesidad de un “Otro” que tiene una función constituyente para el sujeto,
en tanto no se erija omnipotente. Es esa diferencia, esa distancia, esa asimetría con los
adultos que habitamos las escuelas la que resulta imprescindible reactualizar y ejercitar
en tiempos de conmoción social, en tiempos en que los adultos, de quienes dependen esos
niños, se encuentran ellos mismos vulnerados. Se trata de reactualizar esa diferencia en su
faz de amparo y protección, no de omnipotencia ni de autoritarismo. Pensar las
dificultades que tenemos los adultos para sostener la asimetría cuando la conmoción
también nos toca, constituye un recaudo en tanto que obviar esa distancia pone en riesgo
de potenciar y duplicar el desamparo de quienes portan, además, la vulnerabilidad propia
de su condición infantil. Se trata de evitar que los chicos queden librados a su propia
suerte, no haciéndoles faltar esa distancia en la que una trama de sentidos pueda alojarse
bajo la forma de palabras, de números, de relatos, de pinceles y de juegos”.
Menciona que se debería hablar de “alteración y no de borramiento puede ayudar a no
olvidar que hablar”.
Por otra parte, Zelmanovich habla de los “Jóvenes que ensayan al amparo de los
adultos”:
“La actualidad de la violencia compromete de manera particular a los adolescentes, a los jóvenes.
Actos que nombran los efectos subjetivos desestructurantes de esa falta de porvenir e irrumpen por
fuera de una trama de saber acerca de un futuro posible. La transgresión de normas elementales
en la sociedad y las manifestaciones de abuso y corrupción dan cuenta de la conmoción del
contrato social que impacta espectacularmente en los más jóvenes, desprotegidos de propósitos y
expuestos a la deriva de una violencia, de la que se apropian, extraviada en el sentido. Frente a
este panorama, a los adultos que habitamos las escuelas y que experimentamos en carne propia el
rigor del desamparo social nos cabe sostenerles a los jóvenes un lugar para la emergencia de un
deseo singular. Habilitar la búsqueda de un proyecto posible puede cobrar una potencia
constructiva ante el naufragio social de ideales y de utopías, en tanto rehabilita la dimensión del
por-venir”.

Permitirles soñar, armar sus proyectos y que estos sean vistos como posibles para ellos.
Y por último menciona a los “Adultos al amparo de una apuesta”:
Sobre esto hace referencia a dos consideraciones que deben hacerse:
“La primera consideración es que los adultos, en estos tiempos, al estar más vulnerables,
corremos el riesgo de equiparar la vulnerabilidad de niños y jóvenes con la nuestra. Un
signo de esta equiparación es la inversión de la vulnerabilidad, esto es, que se entienda
que la vulnerabilidad del adulto es mayor que la del niño o se la ponga por delante. La
segunda consideración es que esta inversión o equiparación arroje como consecuencia que
el adulto deje de ofrecer a los niños y a los jóvenes su mediación para significar la
realidad, con los efectos que esto puede generar, en cuanto a las dificultades para
soportarla, así como acceder a pautas y normas de la cultura. Suele ocurrir que este
proceso culmine con la culpabilización del niño o del joven “que no se deja educar”. El
riesgo que se corre en estos tiempos es que adultos vulnerables dejen a los niños expuestos
a la crudeza de la crisis, con la carga adicional de su culpabilización, que llega, en casos
extremos, a la criminalización”.
Teniendo en cuenta el “drama subjetivo” que padecen los jóvenes, que es una forma
diferente con la que está lidiando con su realidad, como así tener en cuenta que todavía la
personalidad del joven no está del todo formada y que esta etapa de su vida recién está
intentando crear un personaje para poder adaptarse a esa realidad que se le presenta de
momentos incomprensible. Entonces se ve la gran importancia que tiene, no solamente el
plato de comida, sino también el abrir las puertas que les ofrece los diferentes mundos de
las películas, los libros, las maravillas de la ciencia o el teatro, buscando siempre que la
escuela intente crear espacios donde el joven pueda a través del ensayo y el error crear su
propia personalidad (talleres de literatura o teatro, espacios para ver películas o laboratorios
de ciencias).
Remarca la autora que muchas veces los adultos se encuentran en una posición de asimetría
con respecto a los jóvenes ya que los adultos también lidian con una realidad que muchas
veces también se les presenta como incomprensible y caótica, pero dice la autora no
debemos poner esta invulnerabilidad por sobre la de los jóvenes pues ellos siempre estarán
en una posición más indefensa que el adulto el cual posee herramientas para comprender la
realidad. Señala que el adulto además debe reconocer que los jóvenes se encuentran en una
posición asimétrica respecto del adulto, pero que de primer momento no sería bueno que el
adulto se posicionara demostrando esta asimetría cuando intenta establecer los primeros
contactos con el joven.

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