CICLO 1 A 6 Participantes
CICLO 1 A 6 Participantes
CICLO 1 A 6 Participantes
Personalizar es:
[3]
¿Por qué no introducimos una sana sospecha sobre nuestro talante
habitual de vivir la vida?
Muchas veces, vivimos “tirando” y funcionando como podemos hasta
que un día nos vemos envueltos en una crisis, en una mala racha y entonces
parece que todo se hunde. ¿Por qué?
Por eso, los primeros pasos que hay que dar son:
1. Aprender la complejidad: de la vida, de las personas.
Normalmente, el ritmo de vida que llevamos se nos convierte
en la primera dificultad: hacemos y hacemos sin parar y no nos
fijamos ni en lo que llevamos entre manos, ni en ese
acompañante nuestro más cercano —nuestro yo— que pide
que se le escuche y respete.
2. Sintonizar con uno mismo: interiorizar, pero en el sentido de
hacer mío. No sólo lo pienso sino lo vivo, me vivo a mí mismo.
No sólo internalizo roles, me adapto, respondo a lo que se pide
de mí sino que me atrevo a ser yo mismo, a ser libre.
3. Despertar procesos - despuntar personas: cambio de
identificación a proceso: de la asimilación de valores y deseos
profundos en los que se despierta lo mejor de nosotros
mismos a asumir mi propia realidad. Me voy dando cuenta de
que el proceso de hacerme como persona es largo, que
implica muchas cosas, autoconocerme, dar nombres a las
cosas, aprender a mirarme globalmente, etc.
4. Descubrir mis mecanismos despersonalizadores: ir más allá de
las apariencias, de los roles, de las identificaciones, de mis
montajes; salir del anonimato y descubrir mi identidad.
5. Darme cuenta de que la fe tiene todo que ver con el hacerse
persona: asumir la libertad y el riesgo, reconciliarme con mi
historia, aceptarme, etc.
6. Vivir en discernimiento: vivir desde el riesgo de la fe y asumir
lo que Dios va haciendo dentro de mí.
Piensa tus propias frases, las que te resuenan por dentro, que has oído
o que te han dicho, y tráelas a la reunión. Quizá alguna sea de algún libro.
¿Qué te dicen estas frases? ¿Cuál de ellas te llama la atención? No
respondas desde esquemas aprendidos ni como si se tratase de un
cuestionario, sino más bien mírate por dentro y atiende a lo que te suscitan:
¿alguna no va contigo?, ¿son correctas/falsas?, ¿te suena a verdad pero te da
miedo?, ¿son mensajes aprendidos?
Si quieres, haz este ejercicio. Di por dentro:
Sólo se vive una vez...
Si “sólo se vive una vez”, entonces para ti esto ¿qué implica?: ¿qué se
sigue, cuál es tu actitud, tu planteamiento de vida...?
En otras palabras, ¿cuál sería el “eslogan” de tu vida?
Estas u otras frases que tú te dices por dentro revelan tu modo de
afrontar la vida, si te atreves o no a vivir. Personalizar significa atreverse a vivir
desde unas determinadas actitudes existenciales:
[5]
(Is 55). La confianza es como una energía que nos hace esperar que las
cosas saldrán adelante, que hay horizonte, que la vida merece la pena... La
desconfianza puede provenir:
— de una imagen negativa de uno mismo: esto hace que uno se sienta
inseguro ante las personas, ante el mundo, y esta inseguridad pone a la
defensiva;
— de haber elaborado mal las frustraciones: cuando algo nos ha ido mal
y no lo hemos sabido encajar, tenemos el peligro de cerrarnos sobre
nosotros mismos, perder espontaneidad y capacidad de enfrentamos
valientemente a la vida;
— ser muy (demasiado) sensible: si cualquier asunto te “toca”
demasiado esto hace que te sientas incapaz de afrontar la realidad.
2. Capacidad de admiración y sorpresa: nos abre a la vida, a no vivir
fragmentariamente, da sentido de totalidad y globalidad: “¡Ahí va! “; “Iré a
ver esta maravilla” (Ex 3). No hace falta tenerlo todo controlado: la persona
que no necesita tenerlo todo bajo control está abierta a la novedad, al
cambio, sin que aquello que se sale de sus esquemas le suma en una
inseguridad radical.
3. Autenticidad: no en el sentido moral ni de exigencias radicales: a veces,
ser intachable, generoso, recto a todas luces, puede encubrir cierta mentira
vital: huir de uno mismo, incapacidad de amar, de arriesgar.
4. Cierta percepción del mundo de lo gratuito: saber recibir; percibir la
existencia como don; confianza y apertura.
[6]
— a los cuarenta y tantos, en la crisis de realismo, cuando uno se
plantea si merece la pena tanto esfuerzo, puede ser el momento
de retomarse para volver a decir sí a la vida y a Dios;
— en la ancianidad, tomar la vida en las manos puede ser,
paradójicamente, decidir que uno está dispuesto a que “Otro te
ciña y te lleve a donde no quieres”...
Con esto hay bastante, pero como coger la vida en las manos significa
hacerse consciente de esos hilos desde los que nos movemos y que nos han
“traído” hasta el presente, puedes ir profundizando contestando personalmente
a las siguientes preguntas:
— ¿qué experiencias has personalizado, de modo que en ellas has
sido tú mismo, marcando incluso el sentido de tu vida? ¿Alguna
relación afectiva vivida a fondo?, ¿algún acontecimiento que te
dejó al aire?, ¿alguna crisis vital?, ¿la presencia del Dios vivo?
— ¿Cuál es tu “mundo”, el ámbito en que te sientes realizado? ¿Lo
has construido tú?
— ¿Estás viviendo ahora algo importante? ¿Hay algo que te cierra el
horizonte y te angustia?
— Hay algunas personas a quienes les sobran todas estas
cuestiones y les basta con amar..., pero eso, ¿quiénes?...
Con ésta y las fichas que siguen vamos a adentramos en los diferentes
aspectos que implica una integración y maduración personal. En ésta, vamos a
hacer referencia a las cuestiones de aceptación y autoestima.
[7]
En definitiva, personalizar significa que poco a poco vas teniendo un
conocimiento más real de ti mismo: sabes quién eres, tus necesidades, tus
carencias y limitaciones; y también, tus ideales, valores, sentidos últimos... que,
sobre todo, te aceptas.
A primera vista todo esto puede parecer obvio: ¿quién me va a decir a
mi que no se quien soy?... Pero, a nada que uno se mira por dentro, se da
cuenta de que está lleno de “montajes”.
Montaje es una palabra clave que conviene analizar:
¿Desde qué montaje vivo?
Por ejemplo:
— uno puede ser generoso, servicial, entregado, pero... mira en su
interior y descubre que vive satisfaciendo expectativas ajenas que
no puede defraudar;
— uno da una imagen de perfección, de hacer todo bien, de no fallar
jamás, precisamente porque es incapaz de romper con ese
“montaje” de imagen del que no se puede librar;
— aquel que parece tan independiente, que no necesita de nadie,
pero es pura fachada: tiene tanto miedo de que alguien entre en
su vida...;
— uno dice (y se muestra) tremendamente espiritual: reza, nunca
pone una mala cara, dice que lo suyo es desvivirse por los
demás..., pero, aquello “huele mal”: ¿no será que hay otras cosas
que le dan miedo: la vida, el conflicto, su sexualidad, su
agresividad? ¿No será todo un montaje?;
— ¿qué hay detrás de todo el activismo de aquel otro (que, por
cierto, hace tan bien)? ¿No estará huyendo de algo, de sí
mismo...?
Así que el asunto se las trae. Por eso, pregúntate:
¿Cuáles son mis montajes?
O, más radicalmente, una vez más:
¿Desde qué montaje vivo?
Frente al vivir desde el montaje, tengo que lograr un vivir que sea mío.
Desgranando un poco: observa y analízate en algunos de estos
aspectos:
[9]
controlar. También, a veces, no nos enteramos de que somos cuerpo y
vivimos en “compartimentos estancos”: en algunos aspectos de nuestra
vida “puro” espíritu o “pura” racionalidad, en otros “pura” corporalidad.
— ¿Cómo te sientes a ti mismo?
— ¿Estas reconciliado con tu ser hombre o mujer?
— ¿Cómo vives tu sexualidad: reprimida, descontrolada, integrada?
— ¿Te dan miedo tus pulsiones, el placer?
b) Madurar afectivamente significa, en segundo lugar, saber ser dueños de
nuestras emociones. Objetivar, reconocer, dar nombre y aceptar
nuestros sentimientos. Saber manejamos entre estos dos polos: ni
sentimos abrumados por ellos, ni ser incapaces de expresamos
afectivamente. En otras palabras, entre la represión o la inhibición del
mundo emocional y la expresión descontrolada de cualquier sentimiento.
O sea, ser nosotros “dueños” de nuestras emociones y no que ellas se
adueñen de nosotros.
— ¿Eres capaz de ir objetivando, dando nombre a tus sentimientos y no
vivir a merced de ellos? ¿Eres capaz de ir clarificando, poniendo en su
sitio?
— ¿Eres sensible, “poroso “, capaz de expresar tus sentimientos?
— ¿Qué hay de las caricias: eres capaz de dar y recibir caricias — tanto
físicas como psicológicas? ¿Te da miedo el contacto físico? ¿Te atreves
a mostrarte vulnerable?
c) Pero la maduración afectiva se queda corta mientras todo lo anterior no
va siendo unificado en el mundo de la significación interpersonal.
Porque madurar afectivamente implica esa capacidad de abrirse al otro,
que el otro sea un “tú” para mí, que signifique, que se vaya introduciendo
en mi vida. Amar significa atreverse a una relación total, en donde uno
se presenta ante el otro real desde un yo real.
— En las relaciones interpersonales, ¿te muestras como eres, te atreves
a querer y a que te quieran, o te defiendes?
— ¿En las relaciones tiendes a manejar una imagen real o ideal de ti
mismo y del otro?
— ¿Te atreves al conflicto en la relación o lo evitas por miedo a no ser
querido?
— ¿Has experimentado lo que es el mundo de la significación (significar
para alguien), o vivir la vinculación, o la pertenencia...?
d) La maduración afectiva tiene todo que ver con la relación con Dios. En
definitiva, uno se relaciona con Dios desde los presupuestos de su
mundo relacional. “Quien no ama a su hermano a quien ve, ¿cómo va a
amar a Dios a quien no ve?” (Jn 4). Y al final, conocer a Dios es tener
experiencia afectiva de Él.
— ¿Cuál es tu experiencia afectiva de Dios?
[10]
Ficha 6. LUCHANDO POR SER LIBRE
Autoafirmación y agresividad
[11]
— mis cesiones de libertad: ¿parten de una obediencia libre o son
sumisión? (A veces, las personas religiosas espiritualizamos bajo
pretexto de obediencia lo que no es sino incapacidad para
afirmamos debidamente)
Toda esta temática hunde sus raíces en las primeras relaciones con
nuestros padres. Desde esa primera infancia arrastramos “asuntos”. Por
ejemplo:
— padres muy posesivos, absorbentes, que no dejan que el hijo viva
en libertad. O bien, el hijo “compra” el cariño manteniéndose
dependiente —fusión no libre, no desarrolla una autonomía
adecuada—; o bien, para evitar ser absorbido, se rodea de una
especie de invulnerabilidad: “yo no necesito nada porque tu cariño
me agobia, no me deja ser”;
— todo esto muy en relación con la resolución del complejo de
Edipo: ganarse al padre o a la madre; rencor contra ellos,
sometimiento, aislamiento, etc.;
— el no haber experimentado suficientes “caricias” puede hacer que
uno se aísle demasiado o las busque desesperadamente,
sometiéndose en todo, etc.;
— si de pequeño no te han dejado expresar una sana agresividad, o
han sido violentos contigo, etc., ¿cómo lo vives ahora, de mayor?
[12]
Calculen que la presentación de cada uno no será de menos de 15-
20 minutos.
No es necesario exponer todo lo que se ha reflexionado
anteriormente: cada uno ha de contar (y saber que cuenta) con el
derecho a la intimidad; pero sí es preciso que lo que se diga sea
verdad, que responda a la realidad de lo que cada uno va viviendo.
Una vez que uno ha hecho su presentación, se deja un tiempo para
preguntas, profundización en lo que se ha dicho, etc.
Lee y ora con Jn 1, 35-39: pero trata de que sea una oración donde tú —
como los discípulos— vas a Jesús desde tu realidad de hoy, con tus deseos,
tus búsquedas.
— El Bautista les dice que Aquel que pasa es el Cordero de Dios, el
liberador, el Siervo de Yahvé, del que hablaba el Antiguo
Testamento, y aquellos dos discípulos siguen a Jesús. Han
percibido que en ese que “pasa” se concentra la salvación, es el
que puede dar sentido a sus vidas.
¿Hay necesidad de sentido en tu vida? ¿En qué experiencias de
sentido descansas?: ¿qué va dando sentido a tu vida, hoy por
hoy?
— Nos interesa esto: aquellos discípulos estaban en tensión de
búsqueda: “¿Qué buscan?”
[13]
Y nosotros, ¿qué buscamos?: ¿soluciones inmediatas para salir al
paso o algo que dé sentido pleno? Déjate que la respuesta se
vaya haciendo por dentro y surja como grito profundo de tu
corazón.
— El paso siguiente que se les pide para encontrar es “venir y ver”.
No se les garantiza ninguna seguridad, se les pide vivir a la
intemperie; no hay respuesta sino más bien se les urge a un estilo
de existencia.
A lo largo de este camino de personalización que vas haciendo,
¿qué forma nueva de entender la existencia se te va abriendo?
Sería bueno que pongas en común tu oración y también tus
descubrimientos personales, aquellas “novedades” que vas notando por dentro.
Pues bien, vete a tu historia (el círculo) y reflexiona cuánto trozo de ella es
SOMBRA. Parte el círculo de acuerdo con ello. Te va a pasar que vas a hacer varias
tachaduras, porque, en el mismo esfuerzo de valorar tu historia, te verás obligado a
cambiar de opinión respecto a la cantidad de LUZ y la cantidad de SOMBRA.
Cuando hayas dado con la valoración que te parece más verdadera, pásalo a
limpio en un círculo bastante grande (que ocupe un folio o folio doble); la zona de
sombra no la cubras por completo, haz sólo unas rayas finitas, porque luego vas a
escribir algo encima.
(Haz esto y ¡no leas más!)
[15]
Paso 2° (tiempo 30 minutos)
Pregúntate ahora: ¿Cómo ha estado Dios en toda esta historia tuya? Para ello:
… mira tu historia, paso a paso, buscando a Dios por ella y vete anotando en tu
cuaderno por dónde y cómo andaba
… cuando la presencia de Dios la percibas relacionada con algo que aparece ya en tu
círculo, pon una D.
Ésa puede ser la sensación: que todo esto es difícil, que es lento, que no
hay frutos ...
Pero aquí es donde conviene no perder el horizonte, no perder la
perspectiva. Y la perspectiva es esta: aprender a vivir el ideal resituándolo en
proceso:
— Uno sueña con ser cristiano de verdad, comprometerse a fondo,
ser radical y coherente, pero después de ser abordado desde
tantas instancias se da cuenta de que tiene que revisar un montón
de asuntos y aprender a vivir su propio proceso.
Pero de lo que se trata es de darse cuenta de que ambos, ideal y
proceso, cumplen su función:
[17]
1. El ideal:
— nos abre al sentido de la vida; hace nacer lo mejor de nosotros
mismos;
— nos da un horizonte de absoluto, el ideal crea en nosotros un
“alma grande”: sólo desde ahí se despierta el centro de la
persona: hemos sido llamados a plenitud, ¡somos hijos de Dios!
— Un crudo realismo no le basta al hombre. Más aún, ¿se puede ser
cristiano sin ideal, sin jugarse el tipo, sin lanzarse a la vida?
Por eso,
— ¿Qué intuiciones más importantes estás teniendo a nivel de
proceso?, ¿qué luces o descubrimientos y qué sombras o
dificultades? ¿Qué cambio interior vas notando?
— ¿Percibes el proceso como camino de libertad o fuente de
ansiedad y cierto sentimiento de claudicación?
— ¿Estás curvado sobre ti mismo o eres capaz de salir de ti, de
“levantar la cabeza y mirar” (Is 53)?
En la perícopa, Pedro dice: “pero ya que lo dices tú, echaré las redes”.
[19]
Puede dar la sensación, después del recorrido que llevamos hecho, de
que la vida sea simplemente proceso que controlamos desde nosotros mismos.
Y sin embargo, nada de eso.
Es muy posible que cuando menos lo esperabas, quizá cuando más
dueño de tu vida te estabas sintiendo, un suceso, un acontecimiento imprevisto
haya hecho que tengan que cambiar todos tus planes:
— estabas preocupado en resolver tu necesidad de ser
autónomo, de
— independizarte, y un conflicto familiar —una enfermedad, un
accidente— te obliga a atender a lo inmediato, a lo que se te
presenta cada día;
— cuando más tiempo necesitabas para ti, te has visto atrapado
por la necesidad del otro;
— una experiencia de sufrimiento profundo, de sin sentido, que
pone en paréntesis tu proceso (o mejor, que te obliga a vivirlo
sin llevar el control);
— un cambio de trabajo, de residencia, de situación familiar
impone el rehacer la vida...
¿Qué experiencias de este tipo ha habido en tu vida;
experiencias en que has sentido que no eras dueño de la
vida, que la vida iba más allá de ti? Si puedes, recuérdalas,
revívelas.
¿Cómo asumiste esas experiencias? ¿Supiste “darles la
vuelta”?
¿De qué manera se mostró Dios en aquel trance?
Algunas pistas
— Lo paradójico, lo singular de la vida es que aunque se nos
exige el esfuerzo de tomar la vida en las manos, de tratar de
ser nosotros mismos, sin embargo, las grandes experiencias,
aquello que más nos transforma, generalmente nos es dado
desde fuera. Es tarea nuestra el tratar de asumirlo.
— Al vivir todo aquello, quizá algo nuevo —inesperado— nació
en ti. No fue aquello ni lo que estabas esperando ni lo que
respondía a tu proceso ni lo que proyectabas, pero en toda
aquella experiencia te viste obligado a dar de ti más allá de lo
que creías que podías.
[20]
— En la situación límite Dios suele mostrarse con un rostro
nuevo: ¿lo has percibido? Son estas experiencias las que
pueden suponer una restructuración de la imagen de Dios.
¿Eres capaz de reconocer algún cambio?
— Con el paso de los años has sabido dar sentido al sin sentido;
leer lo negativo en otra clave, algo que en aquel momento
parecía imposible.
— Cuando la vida obliga, aprendemos a mirar al Crucificado (o,
mejor, El nos dice que le miremos).
[22]
literatura bíblica que nos ofrece las mil experiencias e interrogantes
humanos vividos por Israel a lo largo de siglos. En cuanto a contenidos
de revelación, el AT es inferior al NT; sus experiencias y certezas
religiosas no son del mismo rango y calidad que las de Jesús de Nazaret
y sus discípulos. Con todo, ¿no son el mismo Jesús y los cristianos de la
primera generación cristiana miembros del pueblo de Israel, herederos e
intérpretes de sus experiencias? ¿No nos conviene a todos vivir las
experiencias, aspiraciones y dimensiones humanas como presupuesto
de la experiencia religiosa cristiana? ¿No necesitan estas últimas un
soporte humano, psíquico y antropológico?
Al mismo tiempo, estas fichas, el trabajo con las mismas, nos abren a la
riqueza inmensa, actual y profundamente humana del AT, esa parte
de la Biblia tan desconocida por desgracia. Riqueza de interrogantes y
de planteamientos, de tanteos y de descubrimientos de Israel y de sus
hombres y mujeres. Riqueza de experiencias y de situaciones vividas,
que son, en el fondo, las de los seres humanos de todos los tiempos.
¿No nos vemos reflejados en cuanto tales en lo vivido por los hombres y
mujeres de Israel?
6. Tendrá que ver cada grupo con su guía si emplear estas fichas de
temática antropológica en serie, o combinadas con las de otros ciclos.
En el primer caso, vean igualmente en qué orden trabajar toda esta
temática, si en el orden en que se ofrece aquí o en otro. El Anexo,
largo, ofrece una visión de conjunto y síntesis de lo que nos ofrece el
AT, esa gran parte de la biblia tan desconocida como rica.
1. Experiencias e interrogantes
[23]
a) Recuerda, revive, comenta qué espectáculos te sobrecogen, te pasman, te
dejan boquiabierto:
— esa mujer en cuyo seno palpita un nuevo ser; el niño recién nacido,
¡monada embelesadora!
— el amor tierno y hondo de una pareja; tu madre cuidando unas flores; un
padre jugando con su niño; el campesino mimando sus animales y plantas...
— los panoramas de grandiosa belleza: el mar sereno o bravío, cumbres
montañosas impresionantes, el desierto silencioso, el firmamento estrellado,
la aurora o el crepúsculo...
— las maravillas del cosmos, de la naturaleza o de los seres vivos, que te
muestran los libros, los seriales documentales...; el ser humano capaz de...
a) No se trata de la historia de los orígenes del universo con todos sus seres.
No se trata de una página de historia o de ciencia, sino de un poema, escrito
hacia los años 550 a.C., en un período difícil de la historia, posiblemente desde
el exilio de Babilonia. Su autor no lo escribe para gente que vive en una época
dorada, ni desde una situación desahogada y gratificante: ¡imposible ser
romántico y fácilmente optimista en la vida! Con todo, Gén 1 viene a mostrar la
capacidad de admiración y gratitud, de fe y esperanza pese a todo, de un
hombre, sensible, artista y creyente al mismo tiempo.
4. “Tengo cada día más la sensación de que las cosas más normales no
tienen precio” (Juan N.):
2. Gén 2-3: una página muy sugerente acerca del ser humano
a) Gén 2, 4b-7: ¡mi ser humano!
“Soy de tierra”: me siento de barro, soy fragilidad, limitación, indigencia,
cansancio... Pero vivo el milagro de la vida; estoy animado por un “aliento
divino”: hay algo de inexplicable y casi divino en mí: autoconciencia, identidad,
libertad, capacidad de amor y de comunión, creatividad, proyección de mi más
allá de mi... “Soy una birria, pero...”
Soy al mismo tiempo “barro” (o carne) y “espíritu”: vivo, por una
parte, de la tierra, muy pegado a “la tierra” y a lo material, tan parecido a un
animal en mis necesidades, limitaciones...; y, por otra, soy un insatisfecho
conmigo mismo y con mi condición, soy un aspirante eterno a ser más de lo
[27]
que soy. A veces soy más animal que los animales, y, con todo, me atrae todo
lo que sabe a belleza, justicia, libertad, amor, sueños, horizontes abiertos,
espiritualidad... Más aun, ¡qué deseo anida en mí, consciente o soterrado, de
ser como Dios”: sed de eternidad y de absoluto, de superar toda limitación y
finitud, todo dolor y muerte, toda negatividad!
Preguntas (I):
Lee las siguientes afirmaciones; son existenciales, experienciales. ¿Te
identificas con algunas? ¿Te ves reflejado mucho o poco? ¿Cuáles expresan
mejor la verdad sobre el hombre y la mujer?
- “¡Cuánto tengo de humano y hasta de animal! Y con todo, me atrae Dios”
(Andoni).
- “¡Qué cacharro más complicado soy! ¡No me comprendo! ¡Imposible definir
al hombre!” (Unai).
- El hombre, “ese eterno insatisfecho”, un ser de deseos no cumplidos.
- “El hombre tiene los pies hundidos en el barro, pero los ojos fijos en el cielo”
(un poeta).
- El hombre es “vocación a (ser de la) tierra y vocación a ser como Dios”.
Preguntas (II):
1) ¿Te ves a ti mismo viviendo, a través de tu cuerpo, una relación viva,
dialogal y creadora con los otros seres humanos, con las plantas y animales,
con tu entorno?
2) ¿Cuándo vives, en tus quehaceres diarios, la sensación de vivir creando
historia, creando vida, de estar en un trabajo creativo? ¿La sensación de
crear vida, o belleza, orden, sentido, de ayudar al mundo a ser más o mejor
mundo?
3) Dios te permite todo; pero te pone un tope; viene a decir: “No juegues a
Dios; no te divinices, no absolutices nada, no te extralimites”. ¿Por qué? En tu
propio caso, ¿qué significaría eso?
Preguntas (III):
Preguntas (IV):
[30]
(Paul Ricoeur), la ambigüedad de las mejores realidades de este mundo, o la
de tus mejores experiencias? ¿En qué campos y ocasiones lo has ido
experimentando?
a) Éx 1-2: observa la situación de los israelitas bajo el poder tiránico del faraón
egipcio; métete en su pellejo, constata su experiencia por dentro:
- oprimidos, sujetos a esclavitud, trabajos forzados, dureza de vida;
- a merced de otros, sin libertad ni iniciativa propias;
- reducidos a una existencia recortada y sin gozo, sin poder ser ellos mismos,
sin horizontes de futuro.
- ¿Te extraña que, en tal situación límite de impotencia, “clamen a su Dios”?
Lo miran como su Dios liberador, de Él esperan liberación y futuro nuevo, lo
invocan con esperanza (2, 23-25).
b) Éx 14: Israel vive la experiencia de liberación. Léelo, metido una vez más
en su pellejo. No te detengas en detalles, haz una lectura en clave simbólico-
existencial:
[31]
- El hombre en búsqueda de su libertad desea “salir” de sus situaciones
opresivas (12, 31-41; 13, 17-20), “partir” siempre más allá de su
presente, aspirar a más altos niveles de vida y de libertad, “ponerse en
marcha”, “entrar en el mar”, arriesgarse confiando en Dios, poner en juego
su piel, tirar para adelante pese a sus propios miedos, en lugar de ceder a
su tentación de retroceder...
- ¿No hay que pagar precios por la libertad? No se es libre, se va llegando
a ser libre y nunca se acaba de serlo. ¿No es toda la existencia humana
un combate permanente contra los mil obstáculos, poderes (“faraones”) y
miedos que se alzan contra mi libertad? Y por ello, un proceso largo, a
veces dramático, de liberación, que tiene sus momentos clave (Ex 14).
- Ex 14 es un relato dramatizado: Israel queda, por fin, libre del poder opresor
del faraón, pero pasando por miedos y apuros, sensaciones de impotencia,
momentos de tensión y de suspense, forzado a poner su confianza en Dios
y en Moisés... Se comprende que los israelitas narren la experiencia vivida
con rasgos épicos y míticos, en un lenguaje que utiliza la exageración, la
dramatización escenificada; más bien que historia, es género literario de
“milagro espectacular”, inventado para expresar experiencias humanas fuer-
tes (¿no lo hacemos en nuestro lenguaje?: “Me salvé por puro milagro”; “no
me explico: vivo por milagro”). ¡Éx 1-15 es relato simbólico de las
experiencias de liberación de muchos pueblos y personas!
- El Dios del éxodo es un Dios empeñado en hacer libre a un pueblo
oprimido para lanzarlo a espacios de libertad. Un Dios promotor de la
autonomía y del crecimiento del hombre: ¿cuánto puedo esperar de este
Dios?
3. Experiencias de liberación - testimonios de vida
La opresión y la no libertad de Israel eran de orden socio-económico y
político-militar, con otras consecuencias. Recuerda casos de pueblos y colec-
tivos actuales en situaciones similares... Pero, en este momento, “personalice-
mos” la lectura de Éx mediante “experiencias de vida” y “preguntas”.
— Teresa (35 años): salvada de una violación inminente por pura suerte,
humanamente hablando. Pero ¡no puede menos de sentirse profundamente
agradecida a Dios, como si se lo debiera a Él!
— Toño, joven aún, tras haber superado una fase depresiva con ayuda de
algunas personas: “Me siento otro; he 'salido' de una situación sin
esperanza; he pasado a vivir y a ser yo mismo; ahora me siento a gusto
conmigo mismo y con los amigos; ahora valoro la vida y le hallo sentido; me
siento con ganas de hacer algo en el futuro”.
— Pedro, religiosamente muy sensible: “Me veía aplastado por un problema
moral, que me anulaba y me bloqueaba. Luego se me dio a comprender en
un grupo cristiano lo que es el Dios de la biblia, un Dios puesto a perdonar
en su amor loco por el hombre y a liberarle de todo peso de culpa. El
evangelio me ha liberado de mis propias angustias y miedos: ¡soy otro! El
[32]
amor libera, Dios libera”.
— “Antes no éramos, ahora somos” (unos campesinos salvadoreños a
Mons. Romero, concienciados de que debían dejar de ser pasivos y
hacerse cargo de la lucha por una existencia más libre y humana). No basta
disponer de la vida, de la salud, de la cultura...; todo ello queda anulado por
estructuras opresivas, por poderes alienantes, por intereses ajenos. En
otros casos, queda anulado o limitado por causas personales: miedos
propios, bloqueos y cobardías, incapacidades de Otro orden, incluso “el
miedo a la libertad”.
— Carmelo (24 años): “Me ha costado comprender que pueda haber personas
que se sienten aplastadas, oprimidas por complejos de inferioridad, sin
arranque en la vida. Será porque he tenido unos padres, una familia, un
instituto, donde me he sentido acogido, seguro, valorado, promovido a
hacer cosas. Con el tiempo he caído en la cuenta de que otros no han
tenido esa suerte. Yo he crecido en un clima de libertad, educado en
capacidad de iniciativa”. (En tono similar se expresa Rosa).
[34]
c) Por ello, ¡qué tentación de “regresar a los ajos y cebollas de
Egipto”! (16, 1-4; 14, 11-12; Núm 11, 1-6; 14, 1-4; 120, 1-5; 21,4-5). ¡Mejor
la comodidad de una situación dada, aunque sea esclava, a tener que ir
creando y programando cada día la vida, saliendo al paso de tareas e
incertidumbres! Quisieran que Dios, a modo de un Dios mago o milagrero o
de un Dios abuelo, les sacara las castañas del fuego, les colmara todos sus
deseos y caprichos, les dispensara de resolver sus problemas diarios, les
diera todo hecho, les llevara por un camino de rosas.
e) Mariana, tras una mala experiencia afectiva: “Mi libertad por encima de
todo; no quiero liarme con nadie. Prefiero vivir para mí”.
a) Eres libre, quieres ser libre. Pero ¿no caes, como Israel, en la tentación de
que los demás (“Moisés”) te ahorren todo riesgo y dificultad, así como
la tarea de ir forjando tú mismo tu existencia? ¿De que Dios te lleve en
palmitas?
b) ¿Ha habido períodos en tu vida difíciles, que te han ayudado a madurar
a ser tú mismo, a crecer en libertad interior? En realidad, ¿es posible
crecer en libertad sin pasar por aprietos y experiencias de contradicción?
c) ¿Ha habido momentos o períodos en tu vida en que has pagado pre-
cios, dolorosos quizá, por crecer en libertad, por labrar la vida, por ser
tú mismo? Haciendo opciones costosas nada gratificantes, diciendo NO a
otras opciones, no escapándote de pasarlo mal, ni de riesgos y esfuerzos,
manteniendo tus criterios...
d) ¿Es tu libertad creadora? (saber amar y sacrificarse por la vida y libertad
de otros...) ¿O es una libertad arbitraria, caprichosa (“hago lo que me da la
gana”), egocéntrica, insolidaria?
e) ¿Cómo le percibes a DIOS respecto a tu libertad y maduración en la
misma? ¿Como a Alguien que te aniña y achica o a Alguien que te
ensancha, te fortalece y te lanza más allá de ti y de tu momento presente, a
horizontes siempre nuevos?
[36]
4. Interrogantes complementarios
a) Hay una libertad que la vas recibiendo, la vas mamando con la vida misma.
Pero ¿no hay niveles de libertad que hay que conquistar? ¿Trabajar y
sufrir por ellos, pagar precios, personales y/o colectivos?
b) ¿Quién es libre para ti? Quizá te vengan a la mente personas del pasado
llamativamente libres (Sócrates, Jesús de Nazaret, Francisco de Asís,
Gandhi, uno de los profetas...). O personas del presente que conoces:
recuérdalas, defínelas, descríbelas. ¿Por qué te parecen libres?
c) ¿Es posible ser plenamente libre? Libre de todo miedo, por ejemplo a
tareas difíciles, a situaciones complicadas, a la soledad afectiva, al fracaso
y a la desgracia, al futuro y al imprevisto, al dolor, a la enfermedad y a la
muerte... Libre de sí mismo: del superego, del egocentrismo y narcisismo,
de afanes de protagonismo, de ambiciones desmedidas, de ansiedades que
ahogan, de motivaciones interesadas y turbias, de deseos de imponerse a
los demás, de absolutizar ideales y vivirlos con fanatismo, de miedos
conscientes o inconscientes, de pasiones esclavizantes... ¡Libertad capaz
de digerir e integrar frustraciones y contratiempos!
d) ¿Qué rasgos definen para ti la libertad madura? ¿Qué caminos y
experiencias de la vida conducen a la misma? Pueden ser el amor, el
sufrimiento, las crisis, el diálogo y confrontación con los demás, el respeto a
los seres, el sentimiento de gratitud en la vida, una experiencia positiva de
Dios...: ¿cuáles te parecen?
e) ¿No habría que definir también la libertad madura sobre todo como
“libertad para...”? La libertad como valor y arrojo para la existencia, como
disponibilidad para lo que la vida o mi conciencia o los tiempos actuales me
piden, o lo que los demás hombres o Dios esperan de mí: vivir un proyecto
de vida, realizar una vocación o misión en este mundo, tomar compromisos
de por vida...
f) ¿No comienzan los problemas de la libertad precisamente cuando
comienzas a ser libre? Cuando vas dejando de ser dependiente de tus
padres, cuando ya joven adulto, comienzas a tener que afrontar la vida tú
mismo; cuando vives en un país democrático y liberal, pero tienes todo por
hacer en tu vida; cuando tienes (¡ojalá!) los problemas de salud, de familia,
de trabajo resueltos, pero ¿es toda la libertad?
g) Relaciona libertad y maduración, libertad y riesgo, libertad y compromiso en
la vida, libertad y servicio a los demás (Gál 5, l3ss), libertad y saber amar,
libertad y disciplina, libertad y respeto a la libertad de los demás, libertad y
necesidad de afrontar la vida con sus frustraciones y momentos duros...
[37]
6. Dinámica personal
[38]
c) Descubre, por fin, lo que simboliza "la TIERRA" (lectura simbólica y
personalizada):
- "La TIERRA" es más que el suelo que pisas... Es la "madre tierra", fuente
de mil gozos y seguridades. También para ti, por más moderno y urbano
que seas.
- Es la "tierra a la que has llegado" tras años de recorrido en la vida, tras
etapas de "inmigrante" en búsqueda: los años de crecimiento, de
equipamiento para la vida, de preparación profesional, de alimentar sueños,
afanes y expectativas... ¡Por fin, ahora...!
- Simboliza tu situación actual, a tus 25, 40 ó 60 años: tu profesión y
trabajo, esa base económica y profesional que te aporta seguridad y
estabilidad, las fuentes de tu sustento y el de los tuyos, cierto bienestar
material, el disfrute de bienes y goces primarios...;
- ese entorno estable, donde vivo mis mejores experiencias familiares y
afectivas: el cariño protector de los padres, las amistades, la riqueza de un
amor de pareja y de una familia... En una palabra, ese asentamiento en "la
tierra" que necesita todo hombre y toda mujer adultos para vivir sus
mejores experiencias de felicidad compartida...;
- más aún, "la tierra" es ese marco de vida que me posibilita vivirla como
libertad e iniciativa, diálogo con las cosas, como proyecto y vocación...
Poder vivir la sexualidad y la paternidad/maternidad como realidades llenas
de sentido... Poder vivir la vida como trabajo creativo, fiesta y ocio
gratificantes, como relaciones de comunión y solidaridad con otros seres
humanos...;
- es el espacio, también, de vivencias espirituales: en esa "tierra", don
máximo de Dios, vivo a Dios mismo como una de mis mejores
experiencias humanas. Sintiéndome libre, me siento profundamente
deudor con Él: "Señor, lo que soy, lo que tengo y lo que vivo, te lo debo a
Ti: Tú, la fuente última de mi ser, de mi vivir y gozar en este mundo, la gran
Fuente, donde se alimentan mis pequeñas fuentes de libertad, de alegría y
de vida". Fe y gozo en Dios y, por ello, fe y gozo en mí mismo y en la
existencia.
2. Testimonios y confesiones
a) José Mari: niñez relativamente feliz; adolescencia y juventud atormentadas
e inestables; alto nivel de insatisfacción, búsqueda tortuosa de algo, tanteos
por aquí y por allá... Por fin, hacia los 30 años, sensación de haber llegado
a "la tierra" firme: ha creado familia, ha hallado su camino profesional,
círculos de amigos, autonomía económica, cultura, inserción social..; y con
todo ello, estabilidad emocional, seguridad personal, sentido de la
existencia, asentamiento...
b) Antonio: separación matrimonial y familiar a sus 42 años. Fase de fuerte
crisis e inestabilidad familiar, profesional, emocional; alcoholización. Por fin,
ha desdramatizado y ha asumido con más serenidad su situación; y está
[39]
buscando, confiado en Dios, el camino a una "nueva tierra", donde
asentarse y poder ser de nuevo él mismo. No llegado, pero en camino y en
esperanza. De nuevo "en migración".
c) Elisabeth: primero una niñez y una adolescencia muy felices y positivas
para su crecimiento humano; el año más feliz, a los 16 años, con una
experiencia de Dios, de la naturaleza y de la existencia humana tan intensa
y gozosa, que le marcó para siempre. Luego, otras experiencias (un chico,
estudios universitarios, ambientes muy alegres y sanos, experiencias
familiares muy dolorosas...). Entre los 25-30 años puede vivirse a si misma
como libertad agradecida a su familia, a amistades, a la vida y hacer una
opción vocacional por su Dios.
3. Preguntas para la reflexión y el diálogo
a) A tus 20-25 o a tus 30-40 años, ¿has llegado a "tu tierra"? Quizá tan sólo
relativamente: puedes sentirte aún no asentado, sino en camino y en
búsqueda. ¿Cuál y cómo es esa "tierra", en la que has echado raíces en
tu vida? ¿Qué no te resuelve todos los problemas de la existencia, pero la
disfrutas, la gozas y te permite ser tú mismo? ¿Qué te aporta y te posibilita?
Analízalo, inspirándote en lo dicho en el n. 2.
b) Preguntas clave más importantes: ¿Me siento agradecido por "mi tierra"?
¿A quiénes? Quizá también y/o sobre todo a Dios, la fuente última de
todo, el orquestador oculto de mi vida moviendo mil hilos, sirviéndose
incluso de mis experiencias penosas.
- ¿Qué le agradecería particularmente a Dios (y a sus mediadores: padres,
amigos, instituciones...): ¿los bienes materiales?, ¿los referentes a mi persona
(como las cualidades, la familia, la salud y el trabajo, la educación, etc.)?, ¿los
espirituales?
- ¿A cuánto llega mi sentimiento de satisfacción y de gratitud, de modo
que alimenta mi presente y me posibilita vivir con sentido mi tarea cotidiana,
mi relación no siempre fácil con los demás, mi amar en gratuidad, el llevar
con coraje mi cruz diaria?
- ¿Qué me inspira existencialmente el sentido de agradecimiento?
- ¿Me nace el sentimiento e interrogante de qué hacer con mi cor-
poralidad y con mi salud?; ¿con mi libertad agradecida?, ¿con mi
afectividad suficientemente gratificada?, ¿con mis bienes materiales? ¿Me
impulsa mi sentimiento de gratitud a la solidaridad y a compartir lo que
tengo?
c) ¿Cómo te ha hecho Dios llegar a esa tierra, que, por fin, te alimenta ahora
y te permite mil experiencias positivas y gratificantes? ¡Quizá a través de
itinerarios gozosos, o penosos, o de todo...!
d) Practica el ejercicio de recordar: mirar y sentir tu presente desde tu
pasado quizá difícil, desde tus situaciones y experiencias vividas. Y tu
pasado desde tu situación presente. ¿Qué sientes? ¿Qué te nace? ¿A qué
te ¡nueve?
e) ¿Sé hacer de mí mismo y de mi vida "un cesto de primicias" que
[40]
ofrezco agradecido? ¿Desde qué recuerdos del pasado y experiencias del
presente? ¿Qué pondría en ese cesto?
f) ¿Cómo y con qué sentimientos celebras tu cumpleaños anual? ¿Con qué
"cesto de primicias" y con qué palabras celebrarías el día de tu boda?
¿O el día de tus bodas de plata o de oro de...? ¿O simplemente la
eucaristía del domingo?
4. ¿Por qué no ir orando durante algunos días con salmos, cantos u
oraciones de acción de gracias?
- salmos: 116; 71; 135; 136... Ef 1; Flp 1; Col 1, 1-14.
- cantos: Hoy Señor, te damos gracias; Te damos gracias, Señor, de todo
corazón.
Ser feliz y realizado: ¡la empresa más difícil de la vida! “Más fácil
tener tres títulos universitarios que ser feliz”, decía un hombre de ciencia desde
su propia experiencia. ¿No conoces personas muy capaces e inteligentes que,
sin embargo, no aciertan en la vida? A muchos les es más fácil ser ingeniero,
profesor, escritor, sacerdote... que saber amarse a sí mismos, saber amar a su
propia mujer o marido e hijos, que tener amigos, que vivir felices haciendo
felices a otros... Saber vivir, ¿no es todo un arte? ¡La suprema sabiduría!
A ti mismo ¿no te resulta difícil integrar en la vida aspectos y dimen-
siones diferentes de ti mismo? ¿Equilibrar valores e intereses vitales, a
menudo tan plurales y hasta contradictorios? Por ejemplo, hallar en tu vida un
sano equilibrio entre soledad y comunicación, trabajo y ocio, amor y exigencia,
familia y sociedad, sentido del deber y sentido del disfrute y del placer, el gozo
del presente y la preocupación por el futuro, ser tú mismo y amar a los demás,
agresividad y amor, el ser y el hacer, realismo e idealismo, fe en ti mismo y le
en Dios...
Por otra parte, ¿no hay tareas humanas que te inspiran cierto temor?
¡Como la de ser padre, madre, educador de tus hijos! Todas aquellas tareas o
puestos de responsabilidad que tienen que ver con la vida y la realización de
los otros, que se viven y relacionan con el corazón...
[41]
2. ¡Ante el espejo!
- Antonio es tan competitivo que no sabe tener amigos; busca tanto la eficacia
que se agobia...
- A Enrique, le interesan sólo el trabajo, la eficacia y el dinero; no sabe lo que
es vivir experiencias de lo gratuito, lo afectivo, lo estético, lo espiritual.
Capaz de perder amigos, hermanos, el amor, la fe... por no perder tiempo y
por buscar el poder por encima de todo.
- Carmen es tan servicial que se desvive por los otros, pero olvida su
necesidad personal de ser querida; tan responsable de todo, pero se agobia
y le falta el sentido del humor y del gozo.
- Antelmo vive tan absorbido y cerrado sobre sí mismo y su mundo que le
escapan las preguntas y la reflexión sobre calidad y sentido de lo que hace.
- Inés es tan espiritualista que se come a Dios, pero no entiende de la vida.
- Carlos es tan despreocupado de todo (estudios, futuro...) que sus padres
están preocupados por su porvenir.
Ser "sabio" es acertar en la vida, saber ser feliz, vivir la vida con
gusto y con sentido, amar y hacerse amar, hacer las opciones acertadas,
saber escoger los amigos, el marido o la mujer, la profesión adecuada, saber
vivir armónicamente aspectos diferentes de la persona y de la vida... ¡Todo un
reto, el arte más difícil, la empresa más aventurada!
Es cuestión de "sabiduría de corazón", no de ciencia ni de
erudición. Puedes ser un gran profesional, técnico, culto, hombre de ciencia...
y no ser "sabio". En realidad, ser sabio viene a ser muchas cosas a la vez:
- penetrar cordialmente en el corazón de los seres, tener sensibilidad para los
mismos;
- saber escuchar tu propio corazón, leerlo hasta sus honduras;
- interpretar tu propia vida y el sentido de la historia;
- descubrir y, sobre todo, vivir en toda su riqueza dimensiones profundas en
ti, como la afectividad y la sexualidad;
- saber vivir tu libertad y tus cualidades de modo positivo y constructivo,
promoviendo la libertad y las cualidades de los otros;
- saber hacer lectura integral de todo, escapando de visiones unilaterales,
simplistas, fundamentalistas;
- saber hacer opciones acertadas que te conduzcan a tu realización y a tu
felicidad, así como a la de otros;
- vivir sin esquizofrenias, ni tensiones perjudiciales, ni ansiedades;
- compaginar un sano amor a ti mismo con el amor a los otros;
- conocer a los hombres y mujeres que te rodean para actuar de acuerdo a
[43]
sus derechos, sensibilidad y necesidades;
- obrar en todo y siempre con acierto, justeza y justicia;
- percibir el misterio de los seres y admirarlos, respetarlos;
- vivir sin miedo ante los imponderables de la vida; etc, etc. (todo lo dicho ya
en los números precedentes).
6. A lo largo de varios días, ora con Sab 9: la oración con que Salomón,
poderoso pero muy consciente de sus límites, oró pidiendo a Dios sabiduría
para saber obrar con acierto, justicia y justeza en su tarea de gobernar. (Como
contexto: 1 Re 3). La sabiduría, ¿no es en último término don de Dios?
[44]
Ficha 7. JOB 1-2 y 3
LA VIDA, ¿ABSURDA O DIGNA DE SER VIVIDA?
2. Testimonios y confesiones
Completa la lectura de Job con la lectura de estos testimonios de la
calle: ¿cuáles de estas actitudes y sensaciones reflejan más las tuyas
personales?
- "Estoy viviendo un buen momento en mi vida. Me estoy viviendo a
gusto. He superado malos ratos; sigo teniendo algunos problemas, pero he
aprendido a ver el lado positivo de las cosas; hallo sentido a lo que antes
me rompía por dentro" (Carmen).
- "Cuando supe que tenía cáncer, pensé que aquello tenía algún sentido en
mi vida" (Ileana, 23 años).
- "La vida es bella: la disfruto a tope. ¿La muerte? Ni lo pienso!" (Julia, 24
[45]
años).
- "No sé por qué y para qué me trajeron al mundo. No me importaría no haber
nacido. Me parece absurda la vida" (Teresa).
- "Hasta los 18 años gocé la vida; me parecía hermosa. Luego aparecieron
los problemas y le he perdido gusto y sentido. Me cuesta vivir. Me
impresiona el mal, el dolor de tantos en el mundo. La vida es dura y cruel
para muchos, comenzando por mí mismo" (Jorge).
- "Para ser feliz: tener buen apetito, sueño tranquilo, trabajo para ganar
dinero, compañeros para pasártelo bien... y no comerte el coco con
preguntas" (Ángel).
- "En la vida sólo pretendo llegar hasta el final, la muerte" (Manuel, escritor).
- "Vivía sin rumbo, como una autómata, pero cuando me enamoré, hallé la
razón de mi vida" (Ana).
- "Sentía un vacío tremendo, malestar insoportable hasta perder el sueño. No
sabía por qué. Miro mi vida y nada me falta: una mujer de la que sigo
enamorado, dos niñas preciosas, buen puesto de trabajo, un pasado del
que no me avergüenzo...; hasta que en una Semana Santa en un
monasterio descubrí vitalmente a Dios y me dio una enorme luz..."
(Carmelo).
- "La noticia de que tenía cáncer me desencuadernó totalmente. Sólo con el
tiempo pude descubrir el sentido de mi enfermedad y de mis sufrimientos.
Me costó llegar a dar gracias a Dios" (Jokin).
a) Puede ser bajo formas variadas: malestar difuso, dificultad para amar la
vida, cansancio existencial, nubes en la vida, sombras en el corazón,
preguntas sin respuesta...;
b) como sensación de que la vida es ardua y anodina; cuesta hallarle sentido,
cuesta vivirla; más parece una esclavitud que una vocación (Job 7; "el
hombre es una pasión inútil": Sartre).
c) Puede ser levemente y por momentos nada más..., o habitualmente, por
momentos con intensidad, como verdadera "crisis de sentido". Puede
llegar hasta la angustia vital, la depresión, a preferir la muerte a la vida,
tentación de suicidio.
d) Puede ser por diversas causas o desencadenantes. No sólo o tanto por
los años como por las nuevas situaciones y experiencias en la vida, a
menudo dolorosas: los golpes de la vida, problemas de salud, o laborales, o
afectivos (soledad, frustración afectiva, la muerte de un ser querido...), la
dureza de la vida, la incertidumbre ante el futuro...
Experiencias de tipo existencial y espiritual, como: el tedio de la vida, la
caducidad y brevedad de la misma, la fuerza y el volumen del mal en el
mundo, la carencia de esperanza; las incoherencias de la realidad; el vacío
religioso, carencia de experiencia viva de Dios, el silencio de Dios...
e) No son sólo el dolor y la soledad los que desencadenan, como en el caso de
Job, tanto los malestares como las preguntas existenciales: ¿Por qué y
para qué he nacido? ¿Quién ha querido mi vida? ¿La siento digna de ser
vivida o absurda y sin sentido? ¿Sé para qué vivo? Muchas veces, ¿no es
el hecho de vivir, sin más, el que te las despierta, tarde o temprano? El
animal no las hace: para él, la vida es instinto, automatismo, necesidades
biológicas del momento, suma de momentos; pero el ser humano no sólo
vive, ¡necesita reflexionar la vida! La percibe como algo que le remite
más allá de sí misma: más allá de su primer momento (el nacimiento) y de
su último (la muerte). Vive la necesidad de resolver no sólo "los
problemas de la vida" (laborales, familiares, afectivos, políticos...), sino
"el problema de la vida".
f) Más aún, la vida excesivamente facilona, despreocupada, hedonista y sin
objetivos, la búsqueda exclusiva de gratificaciones en la vida, conduce al fin
al hastío, a la sensación de vacío y absurdo.
[47]
5. Ejercicios a vivir - Preguntas a reflexionar
a) Recuerda experiencias gratificantes que te han llevado a vivir tu vida
con sentido en tu niñez, juventud, adultez: ambientes de vida, encuentros
con personas, libros que te han abierto los ojos, tus tareas... Pero recuerda
también qué nuevas situaciones y experiencias te han llevado a plantearte
a fondo la pregunta por el sentido de tu vida. O a hallarlo. Experiencias
tal vez dolorosas, como en el caso de Job: ¿las llamarías negativas,
inútiles, absurdas? ¿Te han llevado a profundizar en el sentido de tu vida?
Haz "la historia del sentido de tu vida": la de las luces y sombras vividas,
sensaciones de sentido y absurdo, de amor a la vida y de costarte amarla...
b) ¿Cómo estoy viviendo ahora mi existencia?
- ¿Como mera suma de momentos mejor o peor ocupados y grati-
ficantes? Una de cal y otra de arena: viviendo mil tareas, contactos,
necesidades y ratos felices, sentimientos y sensaciones variados, sin
necesidad de hallarle un sentido global y último a la vida.
- ¿O buscando o viviendo ya un proyecto de vida, quizá compartido con
otros, que abarque y dé unidad y sentido a todo lo que vivo, gozo, sufro,
amo, hago?
c) ¿Te ha exigido la vida hallar sentido a las dificultades normales del vivir
diario? ¿Ya la enfermedad, al dolor: al fracaso? Hallar el sentido a la muerte
es el reto final del ser humano.
d) ¿Intuyes, como Job, que el enigma de tu existencia adquiere luz y sentido
desde un Absoluto personal, DIOS, un Tú para ti? "Tu Luz nos hace ver
la luz" (salmo 36). ¿Sospechas ya de que ese Dios ilumina tus tinieblas, te
acompaña en tus oleajes internos, te hace capaz de asumir los límites y
sinsabores de la vida? Quizá has comenzado a percibir a Dios como la
razón última de tu existencia.
e) ¿Por qué tan tos hombres y mujeres de hoy día ahogan toda crisis y
malestar existencial, toda cuestión-límite, toda pregunta por el sentido de
la vida? Hundidos en una vida de consumo, en activismo desenfrenado,
huyendo de todo momento y lugar de soledad y de reflexión...
6. Ora por ejemplo con los salmos: 22 (21); 27 (26); 86 (85); 42 (41).
- Según sus amigos (!), es por castigo de sus pecados: ha debido pecar, todo
mal es por culpa del hombre. Pero Job, muy seguro de su vida honrada y
limpia, dama: "Que se me haga justicia".
- Sus males ¿no serán por culpa de Dios? Está tentado de pensar lo peor
de Él: ¿No será un Dios sin corazón, indiferente al dolor del ser humano,
ciego al bien y amor que practica, sordo a sus exigencias de justicia y de
dignidad? Más aun, ¿un Dios arbitrario, cruel, inquisidor del hombre,
torturador suyo? ¿Cómo explicar de otro modo la absurda e injusta
existencia de tanto mal y lágrima en el mundo? (9, 21-24; 10, 1-17; 14; 16;
19, 1-12)
- La pregunta última: ¿Por qué la muerte, el fin de todo? ¡El mayor absurdo
e injusticia, siendo el hombre un neto aspirante a la eternidad y a la
plenitud!
[49]
- Job se planta ante Dios y se lo echa en cara, como el profeta Jeremías (Jer
12, 1-5). Y, sin embargo, sabe que, al fin, sólo de Dios puede esperar ser
reconocido en su dignidad y en sus exigencias, en su amor y justicia vividas
y que le haga justicia. De ahí su grito esperanzado: "Señor, sal fiador por
mi" (17, 3). ¡La paradoja de no poder menos de acusarle a Dios y, con todo,
de no poder confiar sino solamente en Él!
3. Experiencias de vida
a) Ignacio D., 55 años, abandonado por su mujer e hijos, olvidado por sus
padres y hermanos, sin salud y sin trabajo desde los 40, acogido por una
tía, quebrado física y psíquicamente: "En este mundo no hay justicia; no la
hacen los hombres; no la hace ni Dios. ¿Dónde está Dios? ¿Qué pueden
decir de Él ustedes, los curas?".
b) Manuel, unos 70 años, jubilado, visitado por sus dos hijos casados y con
familia; vive bien, pero tiene sentimiento de soledad desde la muerte de su
mujer hace tres años: "No puedo quejarme de la vida que me ha tocado, de
mi profesión, de mis hijos. Con todo, me pregunto si merecía la pena
haberme casado, haber tenido hijos y trabajado para sacarlos adelante. La
vida no te compensa, no te hace justicia".
e) Nelly, 43 años, trabajadora manual y sin estudios: "Me tocó ayudar a los
padres; tuve que ser su bastón, ayudar a mis hermanos menores. Me siento
a menudo postergada en la vida y tentada de amargura. Me cuesta no
acusarle a Dios y a la vida".
f) "Tú, Señor, dicen que haces bien las cosas, pero ¡qué insignificancia
has hecho de mi!" (S.A.)
a) ¿Te sientes mucho o poco en el pellejo de Job? ¿En qué medida sientes tú
mismo sus malestares y cuestionamientos?
d) Amas, ayudas, incluso sufres por otros, te afanas y luchas por una mayor
justicia y libertad entre los hombres... ¿Quién te reconoce plenamente
por todo ello? Los tuyos, los amigos, los que te admiran... ¿Siempre?
¿Nunca te sientes defraudado, o con sentimiento victimal o de que no
merece la pena...?
e) ¿Te viene a veces la idea, mejor la sensación de que "la realidad" funciona
mal? La realidad en el mundo cósmico y físico, en el social, en el político,
en el familiar... ¿Qué sensación te causa el que la historia, de ordinario, no
hace justicia al bueno y honrado, al inocente y al justo? ¿Te atreves incluso
a pensar mal de Dios mismo, caso de creer en Él? "El malvado prospera,
mientras el justo es maltratado", le echa en cara Jeremías (Jer 12, 1-5),
como Job y Qohelet.
f) Job vive una "sed de eternidad": tiene que haber un Dios, Amor y Poder al
mismo tiempo, que le reconozca al hombre el bien que ha hecho, tiene que
haber un "cielo" donde se le haga justicia al hombre y se le compense por
lo que ha sufrido, a menudo absurdamente. ¿Qué sientes tú ante ello?
Como contraste, recuerda la parábola de Jesús: la menor ayuda al
prójimo necesitado, una mera sonrisa con amor tiene, gracias a un Dios
justo que hace justicia al hombre, un "valor de eternidad" (Mt 25, 31ss).
c) de contraste: Sab 1-5. NT: Mt 25, 31ss; Rom 8, 28-39; 1 Cor 15; 2 Cor 11,
16-12,10; Flp 1, 12-20; 3, 7-20; 4, 10ss... En la biblia existen personajes de
todo: frente a los que viven la sensación de injusticia por parte de Dios, ¡qué
sensación otros de que de Dios te puedes fiar siempre y enteramente, pese
a todas las apariencias en contrario! Por citar el más conocido: Jesús de
Nazaret: inocente, justo, bienhechor, acepta ser torturado, condenado a
muerte y crucificado, en la confianza de que Dios su Padre le hará justicia.
- "Ni santo ni pecador, ni mártir por los demás ni malvado, ni idealista que se
desvive por los otros ni egoísta pagado de sí mismo, ni asceta penitente ni
epicúreo dado al puro placer".
- "¿Hay valores absolutos por los que vale la pena amar la vida, darla,
sacrificarse y gozarla?" (Mercedes).
- "Nos casamos con enorme ilusión. Seguimos amándonos, pero hay que
reconocer: el amor tiene su cara no grata a menudo, sus sombras y
dificultades" (Pedro y Carmen).
- "Me hice cura y trabajé con pasión, pensando que podía resolver los
problemas de muchos. Ahora no me permito ser tan idealista" (un
sacerdote).
- "No creo que pudiera amar y gozar tanto este mundo si no hubiera además
otro mundo. Amo y gozo esta vida porque además hay otra" (Inés).
[52]
2. Qoh 1-2: ¡Un hombre que ha sabido vivir, pero...!
a) Un texto que habla de por sí: léelo lentamente, como escuchándolo; vete
subrayando las expresiones, las valoraciones de la vida humana que hace,
sea porque te repatean, te extrañan, las rechazas (¿por qué?), sea porque,
mucho o poco, te reflejan, sientes que recogen tu propia vivencia y
valoración, en parte inconsciente o no formulada, de la vida. ¿No tienes la
impresión de que expresa con una enorme sinceridad vivencias muy
existenciales? Las suyas y las tuyas.
Por otra parte, todo pasa, todo es caduco, nada tiene consistencia ni valor
de eternidad. Hay un límite absoluto: la muerte acaba con todo (si no
hay para el ser humano un destino eterno). Todo está tocado por la muerte,
herido por un fatídico destino, como por un gusano que lo estropea todo (2,
14-17; 3, 18-21; 9, 2-6). Confesión descarnada y cruda del límite de todos
los caminos, afanes y logros humanos.
[53]
d) Su conclusión vital: Nada merece un esfuerzo serio y comprometido; no
merece la pena matarse por algo en la vida. Apaga tus ideales, tus sueños y
todo espíritu de entrega a una causa, a unas personas. No seas un malvado
en la vida, pero conténtate con ser decentito en la vida; y complácete con
los pequeños y cotidianos placeres de la existencia (2, 24-26).
a) si eres joven: ojalá tengas ilusión, arrestos para enfrentarte con la vida,
capacidad de relación, de goce, de compromiso... Pero ¿no te entra a veces
la duda de si algo vivido con pasión por ti merecía la pena? ¿O la sensación
de hastío tras una noche de jolgorio y fiesta? ¿De que "un algo" le falta a
la vida? ¿O la necesidad de recortar tus ideales tras varios años de entrega
generosa a tareas y causas nobles? ¡Qué tentación de venir a ser un pasota
o, al menos, un posmoderno!
e) ¿Qué notas que le falta a este hombre sabio de Qoh? "Tiene razón,
pero...". Compáralo con hombres o mujeres que viven con otro talante y
moral; por ejemplo, un Pablo de Tarso (lee: Flp 1; 3; 4, 10-14; 2 Cor 4, 7ss;
6, 3ss; 11, 21-12, 10; 1 Cor 15). ¡Qué diferencia tan profunda entre dos,
pese a ser el primero un hombre afortunado en la vida y Pablo un
zarandeado por la misma, hasta acabar condenado a muerte! ¿Por qué?
f) El "sabio" de Qoh no tendrá toda la razón, pero ¿no tiene mucha razón? ¿Te
resulta un libro que da que pensar? Descubre su riqueza y sus valores,
así como sus deficiencias.
g) Pregunta decisiva: ¿puede el ser humano que vive "bajo el sol" vivir el gozo
y el amor a las cosas de este mundo sin la fe y la esperanza en un
Absoluto? ¿En un DIOS amor; fiel al hombre más allá de la muerte?
1. Experiencias y confesiones
- Irma U., 32 años: "A mis 18-20 años me creía capaz de llevar el mundo
por delante; ahora soy más modesta". Más realista, pero sin perder los
ideales.
- Ez 37: una de las páginas inolvidables del AT. ¡Qué normal que un pueblo,
derrotado, desterrado y abatido, se sienta sin esperanza! Pero un profeta,
de parte de Dios, intenta crear esperanza: hay futuro para ese pueblo; un
futuro de vida nueva, gracias al Espíritu creador de Dios, capaz de sacar
vida de la muerte. "¿Es que hay algo imposible para Dios?" (Gén 18).
3. La experiencia de la esperanza
- Quizá te contentas con vivir lo inmediato; te basta la ilusión que te dan las
cosas, tareas, diversiones y encuentros de cada día; las esperanzas
concretas y pequeñas... Importantes, pero ¿no son esperanzas chatas,
reducidas, que no van más allá de la punta de la nariz? La ESPERANZA
¿no es más que la ilusión fácil, que el optimismo temperamental, que la
sensación de bienestar que te dan las satisfacciones y goces
(¡importantes!) de cada día? ¿Que las esperanzas concretas que te reporta
la vida?
- O vives tan sólo de los planes y esperanzas a medio y largo plazo (seré
esto o lo otro; me casaré, superaré este problema; espero esto o lo otro de
los amigos o de la sociedad...)
a) salmos: 116(115); 57 (56); 71(70); 77(76); 131 (130); 80(79) (grito colectivo
de queja, pero también de confianza esperanzada).
c) Del NT: Hech 24-26; Rom 8, 15-31; 1 Cor 15; Flp 3; 2 Tim 2, 8-13; Apoc 4-5;
21-22.
1. Experiencias - confesiones
[59]
- "Te adoro: sin ti no podría ser yo misma. Tú eres mi felicidad y mi amor"
(Paqui a Miguel).
- "Tu amor, Señor, me es más necesario que mi propio ser" (Ma. Teresa
Rodón).
- "Nos hiciste, Señor, para Ti, e inquieto está nuestro corazón, hasta que
descanse en Ti" (san Agustín).
d) Preguntas de fondo: ¿Por qué el israelita autor del salmo se expresa ante
Dios como ante los "tú" más entrañables que conoce en su vida (el del
padre o madre, esposo-esposa, amigo-amiga)? ¿Qué es el ser humano
para que nada menos que al Dios poderoso y eterno le perciba como el "Tú
[60]
más Tú"? El más entrañable, valioso, insustituible, absoluto.
- Yo soy vuestro Dios y vosotros sois mi pueblo". "Yo soy tuyo y tú eres mío".
(La fórmula de la alianza matrimonial). Dios puesto a ser amor personal,
intimidad y corazón para el hombre.
- "Tú no morirás: Yo soy tu eternidad, tu plenitud y tu gozo sin fin" (ver el final
del salmo 16).
- Dios es para el ser humano concreto y todo hombre y mujer es para Dios. El
hombre está hecho "a la imagen y medida de Dios", abierto a Él como a su
"Tú" más hondo;
- amor y compromiso de Dios por Israel y por el hombre, al que éste trata de
corresponder con el "amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y todo tu
ser", en la medida en que puede;
- compromiso roto por el hombre, pero irrompible por parte de un Dios fiel por
encima de todo;
- amor apasionado y loco de Dios por el hombre, capaz de tener celos por éste
y de sufrir por él cuando está en juego su vida (la manifestación más
patente de ello: Jesús de Nazaret; pero ya los profetas, como Oseas,
[62]
Jeremías, el Siervo de Yahvé muestran el amor loco y sufriente de Dios por
el hombre).
1. Creer no resulta fácil. Cada uno de nosotros sabe cuáles han sido y son las
perplejidades que el mundo de Dios, de la fe, de la Iglesia, etc. nos han
producido a lo largo de los años y quizá aún nos producen. Se podrían
enumerar distintas situaciones:
4. Aunque nuestras dificultades para creer están ahí, algo parece que se
mueve dentro, hay una inquietud que mueve a buscar a Dios. Algo así como
a los hombres de Galilea que vivieron en tiempos de Jesús y le escucharon
y vieron actuar, quizá tú también estás esperando algo de Jesús y su
mensaje. Trata de mirarte por dentro y examinar qué esperas de Jesús, de
Dios. Pon nombre a esas esperanzas: ¿la otra vida?, ¿que cambie este
mundo?, ¿mi autorrealización?...
Ejercicio: El ejercicio que se te propone para comenzar esta ficha puede sonar
un poco “lúgubre “, sin embargo verás que puedes aprender algunas cosas de
ti haciéndolo.
(Haz el ejercicio antes de leer lo que sigue para que salga de la manera
más espontánea posible.)
[66]
Jesús?
Ejercicio:
1. Coge una hoja grande y haz un gráfico como éste en el que en el eje vertical
se indique la sensación de “temperatura”, de “grados” de intensidad con la que
has vivido tu vida hasta el presente, y en el eje horizontal se señalen los
distintos años o etapas de esa vida.
2. Trata de hacer en el mismo gráfico otro “termómetro” que indique cómo has
sentido tú a Dios a lo largo de los años. Por ejemplo:
3. Trata de poner “nombre” a cada una de esas imágenes de Dios que han ido
apareciendo a lo largo de tu vida. En algunos momentos ha podido ser un Dios
amigo, o frustrante, o compañero, o machacante, o ayuda, o juez, o esposo, o
paz, o... Busca tus propios nombres de la presencia/ausencia de Dios a lo largo
de las diversas etapas de tu vida e inclúyelos en tu gráfico.
4. Intenta ver las relaciones entre los dos termómetros: cómo vivías, vives tu
vida y cómo sentías, sientes, a Dios. ¿Por qué lo uno y lo otro? ¿Hay cosas
que te llaman la atención, tendencias globales, momentos clave?
5. Como explicar todo el gráfico al grupo es casi tanto como contar toda tu vida,
podías elegir un momento, rodearlo con un círculo en tu gráfico y contarlo a tus
compañeros.
6. En un segundo momento puedes leer y rezar con Ez 16. Verás que allí Dios
resulta desconcertante: ¿Qué imágenes de Dios descubres en el texto? ¿Se
parece alguna de ellas a alguna forma de entender a Dios a lo largo de tu vida?
Volver sobre nuestro modo de vivir a Dios es algo así como repasar
nuestra historia de relación con El. Quizá descubramos que nuestra relación
con El no ha crecido desde los 7-8 años y en vez de relacionamos con El como
adultos, lo hacemos de manera infantil, como lo hacíamos con nuestros padres
a esa edad. O quizá más bien al contrario: como en un momento de nuestra
vida Dios nos “molestaba”, nos libramos de El a base de “teorías” y ahora nos
vamos dando cuenta de que sería cuestión de volver un poco hacia aquella
confianza ingenua de nuestros primeros años. Repasar nuestra historia puede
ser la manera de descubrir qué experiencia de Dios tenemos y cómo encauzar
hoy esa relación.
Esta primera ficha sobre la historia de relación con Dios es una primera
toma de contacto con esa experiencia vivida con El. A lo largo de las fichas que
siguen irán apareciendo diversas imágenes de Dios en la Biblia. Partir de tu
vivencia propia de relación puede ser un buen punto de arranque para intentar
darse cuenta de que el Dios que se revela a Israel en la Biblia es el mismo Dios
que se me ha ido revelando en mi historia y quiere seguir haciéndolo.
[70]
Quizá puede impresionar el tono fantástico de la historia (vv. 46-50): un
homo encendido “siete veces más fuerte”; llamas que se alzan “veinticuatro
metros y medio”; caldeos abrasados mientras que a los tres jóvenes el fuego ni
los toca... Algo se nos está diciendo con todo esto: ¿nos quedamos con una
historia de ciencia ficción?, ¿con el “milagrito”?, ¿o hay algo más?
Y luego lo sorprendente es que los tres jóvenes en el horno se pongan a
bendecir y alabar a Dios y animar a toda la creación a que haga lo mismo.
¿Qué hay en todo esto?
3. El “cántico de los tres jóvenes” (vs. 57-90) se podría leer en paralelo y como
complemento a Gén 1 (ver ficha 1, ciclo 2: “Lectura antropológica del AT”). Allí
se dice insistentemente que “Dios vio lo que había hecho y era bueno, aquí se
invita a toda la creación a bendecir (“decir bien”) de Dios, ¡y precisamente en
situaciones nada fáciles!
Traducido:
7. a pesar de todo, merece la pena vivir
8. “el mundo, la vida, tienen sentido, aun en medio de las dificultades”;
9. “todos los seres pueden decir bien y hacer fiesta (ensalzar) a Dios
aunque los hombres nos empeñemos por demostrar lo contrario”.
5. Todo esto no es mera ingenuidad. Para corroborar que esto es posible, aun
en las circunstancias más difíciles, valga esta frase del Diario de Etty Hillesum
(judía holandesa, mujer de profunda experiencia de Dios, recluida en el campo
de concentración de Westerbrok y posteriormente exterminada en Auschwitz):
“He muerto ya mil veces en mil campos de concentración. Sé lo que hay
y ya no me preocupo por las noticias futuras: de un modo u otro lo sé ya todo.
Y en cambio, encuentro esta vida bella y rica de sentido. A cada minuto”.
[72]
controla desde la fascinación, la admiración;
- v. 4: “Moisés, Moisés”: llamado por su propio nombre;
- v. 4: “Aquí estoy”: llamada de Dios y respuesta del hombre;
- v. 5: “descálzate”: ¿por reverencia ante el “terreno sagrado”?,
¿desnudez ante Dios, no poder manejarle?, ¿o para agarrar el fondo de
la vida, de la tierra?;
- v. 6: “Yo soy”: Dios es el protagonista de la historia;
- v. 6: “se tapó la cara”: los amantes se miran a los ojos, pero ¿quién
puede ver a Dios sin morir? (Ex 33);
- v. 7: Dios que se compromete libremente con la historia de su pueblo;
Dios que no soporta la opresión de los suyos y se decide
- a actuar;
- v. 11: “¿Quién soy yo?”: ¿sólo humildad?, ¿o conciencia de la propia
incapacidad?, ¿o aún más, irreconciliación con uno mismo que produce
inseguridad o tratar de escapar de la tarea?;
- v. 12: “Yo estaré contigo”: la seguridad de Moisés no se hallará en sus
capacidades sino en la identidad que le da la presencia de Dios;
- v. 14: “Soy el que soy”: el nombre de Dios, su corazón, su intención.
“Soy el que soy” = “soy el que seré”, es decir, el que va a mostrar quién
es; si se quiere, “verán quién soy”. Hay que fiarse, es digno de fe, no se
le puede objetivar ni manipular.
4. Una vez más, hablar de experiencia de Dios significa hablar del inundo de la
relación. Sólo entrando en relación se conocen por dentro muchas de estas
cosas. Por ejemplo:
[73]
13. en clave psicológica: esa sensación que se tiene ante una
relación significativa de distancia y cercanía a la vez; alguien que puede ser
la persona más cercana a uno mismo y sin embargo, que es siempre
distinta y distante, que no puede ser manipulada, controlada;
14. en clave existencial: cuando me encuentro con alguien que me
importa, ya no puedo disponer de mí mismo de la misma manera. Alguien
se cuela en tu vida y sientes que hay que optar, sientes el vértigo de la
libertad;
— en clave religiosa: ¿y cuando ese tú viviente es el “Tú” de Dios? Entonces
parece que la persona se siente arraigada en lo más profundo de la
realidad, que ese “Tú” es lo que da sentido último a todo, la “consistencia”
de todo, lo más íntimo a mí mismo.
1. Lee Is 43, 1-8 y ten en el recuerdo el “paso del mar Rojo” que has trabajado
en las fichas 3 y 4 del ciclo 2. Aquí, en Is 43, con el recuerdo de esa
experiencia que fue clave para el pueblo de Israel, se nos dice (v. 2):
“cuando cruces las aguas, yo estaré contigo,
la corriente no te anegará;
cuando pases por el fuego, no te quemarás,
la llama no te abrasará”.
2. En las fichas del ciclo 2 se ha abordado el tema del paso del mar sobre todo
desde la perspectiva de la libertad. En esta ficha vamos a tratar de centramos
en lo que tiene de experiencia y, más aún, de una experiencia de salvación de
Dios. Como dicen las palabras de Isaías, experimentar un agua que no ahoga,
un fuego que no abrasa. ¿Qué claves tenemos para entender todo esto?
[74]
b) la soberanía de Dios: “tú eres mío”, “soy tu Dios... tu salvador”, “los que
creé para mi gloria”: Dios se manifiesta como señor de la historia
salvando a los suyos, y allí muestra toda su gloria;
c) “porque eres de gran precio a mis ojos, eres valioso y yo te amo”: las
explicaciones últimas se conocen por dentro, porque son las razones del
amor. La clave para entender a Dios está en la experiencia de su amor
en mi vida, la experiencia de que Él da y se da gratis a quien se va
abriendo a Él.
3. Pero volvamos a la experiencia del “paso del mar”. Al fin y al cabo, si Isaías
e Israel tienen esa experiencia de Dios es porque han tenido experiencia de
que Dios ha salvado a su pueblo. Israel sabe que Dios es salvador porque les
salvó de Egipto y del Faraón. ¿Qué hay en esa experiencia de salvación que
puede conectar con nuestra vida, con nuestras situaciones?
- en la situación límite: Israel se encontraba en una situación sin salida,
entre el ejército del Faraón y el mar y allí es donde experimenta la
acción salvadora de Dios. Las experiencias sin salida en la vida pueden
ser muchas: una situación familiar o social imposible, el sufrimiento o el
mal en uno mismo o en los seres queridos, las contradicciones de
nuestra propia persona, la no aceptación;
- en esa situación el pueblo se lanza, se fía de Dios, y no controla: siente
que los hilos, las riendas de su historia y de su existencia los lleva Otro.
Lo propio del pueblo (del hombre) es, pues, confiar, aceptar y acoger
que Dios sea Dios. ¿Qué capacidad de receptividad hay en mí mismo?,
¿qué capacidad de dejar que Otro/otro se meta en mi vida y vaya
llevándome?;
- pero, claro está, previo a ese paso por el mar, el pueblo ha tenido que
optar por ser libre, en vez de esclavo. Y la tentación será siempre la de
volver a la esclavitud. ¿Dónde me sitúo entre la esclavitud y la libertad?,
¿qué dejar atrás para ser más libre?
- Israel experimenta que hay un antes y un después del paso a través de
las aguas. Las experiencias de salvación (como las experiencias de
encuentro) tienen ese rasgo: uno sabe que hay un antes y un después
de aquel acontecimiento, que su vida ya no será la que era, que algo ha
cambiado en lo más profundo (aunque en la superficie todo pueda seguir
igual). ¿Tengo alguna experiencia de un antes y un después en mi vida?
- Lo curioso es que, por lo general, uno reconoce esa experiencia de
salvación mirando atrás. Por ejemplo, detrás del relato del paso del mar
con todos sus elementos grandiosos (“se abrieron las aguas”, etc.)
puede haber habido algún fenómeno meteorológico (un viento del
desierto que secase una zona pantanosa imposible, por ejemplo) que
más tarde, al verse liberados, los israelitas mirando atrás reconocen
como la acción salvadora de Dios para con ellos: que en la situación
límite el fiarse de Dios ha sido su salvación. No hay, pues, por qué ir
[75]
tanto a causas extraordinarias, sino más bien tener ojos y mirada para
reconocer a Dios actuando. ¿Somos capaces de este sexto sentido para
leer nuestras situaciones, nuestra vida y nuestra historia?
— 32,1: “un Dios que vaya delante”: un Dios a la medida (hecho con los
pendientes, etc.), una garantía, algo sensible; en cambio, Dios-Yahvé el
imprevisible, invisible, no manipulable;
— 32, 14: “Y el Señor se arrepintió”: que la misericordia puede más que la ira
en Dios;
— 32, 19: la Alianza rota: con Dios no se juega... Lo de Dios con nosotros va
en serio. ¿O es que estamos acostumbra dos a jugar con las relaciones?;
— 33, 1-6: Dios otra vez en camino con los suyos, pero una cierta distancia
porque “los devoraría”;
— 33, 2: la búsqueda de la tierra;
— 33, 7: la tienda del encuentro: el lugar de la relación, de la intimidad, donde
[76]
Moisés hablaba “cara a cara”; Moisés, el íntimo de Dios.
— 33, 12-17: Moisés otra vez “discutiendo” con Dios y ganándole la partida
porque le toca el corazón: “dices que me tratas personalmente y que gozo de tu
favor”, “éste es tu pueblo”. Por eso le pide que le “enseñe el camino” (v. 13) y
que Dios mismo “venga en persona” (v. 16).
— 33, 18-23: Moisés aún más atrevido: ver la “gloria de Dios”, Dios
resplandeciente e íntimo a la vez. Sin embargo, de esa gloria sólo se puede ver
“la espalda”: intimidad y distancia. Dios siempre incontrolable.
8. LA HISTORIA DE ANA
Dios y el conflicto
[78]
con ella para mortificarla” (v. 6): ¿qué le pasa a Feniná con Ana?, ¿es
simplemente que Feniná es “mala” o es otra cosa?
— Elcaná, que trata de consolar a su mujer y le dice: “Ana, ¿por qué lloras y
no comes? ¿Por qué te afliges? ¿No te valgo yo más que diez hijos?” (v. 8).
Parece la actitud natural de un marido que ama a su esposa y se com-
padece de su sufrimiento; pero, ¿no dejan entrever sus palabras algo más?
Hay algo que se dice y algo que se insinúa. ¿No parece percibirse cierta
tonadilla de queja en las palabras de Elcaná?
— La situación de “esta vez” es la misma historia de otras veces. Año tras año
la familia sube a Siló, y año tras año también parece repetirse la misma
historia. ¿No es de suponer que tras tantos años de esterilidad muchas
otras veces habría pedido que el Señor le librase de la misma? ¿Qué hay
de nuevo en este “pedir” de Ana “este año”? ¿Qué es “lo nuevo”?
— vv. 9ss: Fíjate cómo toda la persona de Ana está en su pedir, hasta el punto
de que Elí, el vidente, confunde la oración de Ana con embriaguez.
— Ana “comió y ya no parecía la de antes” (y. 18). ¿Le ha concedido el Señor
su petición? ¿Lo sabe Ana? ¿Por qué ya no es la de antes? La bendición de
Elí suena a ‘cliché’ pero Ana no la interpreta como tal. ¿Sabe ya que Dios le
concederá lo que pide? Para Ana hay un antes y un después de su petición:
ya no era la misma. Hay un antes y un después de ciertas experiencias...
— Pasado un año, el niño nace y el nombre que se le da pone de manifiesto
su verdadera identidad: “iAl Señor se lo pedí!”.
5. Una vez que has trabajado con la “historia de Ana”, vuelve sobre tu vida y
responde al siguiente cuestionario:
— ¿Qué conflictividad vives tú por dentro?
— ¿Entra Dios en todo ello? ¿Te atreves a plantarte delante de Dios como
Ana?: ¿qué le pides, que le ‘echas en cara’? ¿Qué pones de tu parte?
— Mira algunos conflictos de tu vida. ¿ha estado de alguna presente Dios en
ellos?, ¿qué has aprendido?
— Quizá puedes volver a la ficha del “termómetro de tu vida” y reconocer
algunos aprendizajes que hiciste en todo aquello.
[79]
de fundamentación, “Se vive una vez”. Más aún, te sugiero que leas toda la
primera parte de aquella ficha como introducción al trabajo con ésta.
Se vive una vez, y por eso hace falta aprender a vivir de verdad.
Cuestionario:
— ¿Vives a fondo, abierto a lo imprevisible, o lo calculas todo, asegurando a
corto y a largo plazo?
— ¿Qué experiencia/s de vivir afondo y de vivir los conflictos de la existencia
tienes?
1. Coge una hoja grande de papel o, mejor, una cartulina, y dibuja un círculo
amplio como éste:
[80]
significará una persona que siente que vive bastante a fondo en algunas
dimensiones de su vida, pero que ese vivir todavía no coge lo esencial, el
centro. Por el contrario, un círculo así:
habla de alguien que siente que en amplias zonas de su vida no vive, pero en
lo que es su centro vive muy hasta el fondo.
Date unos minutos para pensar y sombrea tu propio círculo.
[81]
Vete elaborando el círculo de tu vida. Busca tus propias palabras; dedica
tiempo a cada una de ellas; analiza, reflexiona, mira cuánto vives y cuánto no,
por qué, qué hacer, etc.
Seguramente después del recorrido por las fichas anteriores, habrá ido
haciéndose cada vez más clara la idea de que la experiencia de Dios se da en
la relación con Él. Y relacionarse con El supone cultivar la relación. Pues bien,
la oración, sin ser el único lugar de la experiencia de Dios, es lugar privilegiado
de cultivo de esa relación.
Sobre la oración se han escrito y escriben palabras sublimes y muchas
veces solemos ir en busca de esas palabras tratando de encontrar la última
receta que nos haga, por fin, ponemos a orar. Sin embargo, a orar se aprende
orando, como a nadar se aprende perdiéndole el miedo al mar y nadando. Por
eso, en esta ficha se pretende hacer algo así como un test de oración que te
ayude, por fin, a ponerte a rezar. Las afirmaciones que siguen son, casi todas,
tan de “perogrullo”, de sentido común, que quizá hasta te sorprendan o incluso
te decepcionen, si lo que buscabas era una solución mágica a este tema. Y, sin
embargo, uno tiene la convicción de que en estas frases simplonas se juega el
sí o no de la oración de cada uno.
Lee cada una de estas afirmaciones y date una nota del 0 al 10 según la
experiencia que de cada una de estas frases tengas en tu vida.
[82]
1. ORAR ES RELACIÓN: orar es entrar en relación. Si no somos capaces de
relación, de ponernos en juego en las relaciones...; orar es experiencia de
relación: poner todo nuestro ser en esa relación.
Repasa todas las afirmaciones anteriores junto con las que tú mismo has
añadido y los demás compañeros de grupo te han podido ofrecer, y teniendo
en cuenta las calificaciones que te has dado trata de concretar:
[83]
¿Cuál es, hoy por hoy, mi momento de oración?
¿Cómo hacerla?
¿A qué estaría dispuesto/a a comprometerme?
[84]
CICLO 4: CAMINO EVANGÉLICO
[85]
Ficha 1. LA BUENA NOTICIA
El título del tema quiere confrontamos no con las ideas que tenemos de
Jesús, sino con la experiencia vivida, con la afectividad.
1. Cuestionario
2. Hay que reconocer que la mayoría de los creyentes de hoy difícilmente viven
la riqueza e intensidad con que el NT describe la relación entre el discípulo y
Jesús, entre el bautizado y el Resucitado. Han influido en ello diversas causas.
En este proceso de personalización de la fe intentamos recuperar esa
experiencia única que es la vinculación del creyente con Jesús.
Tuvo que ser, y sigue siendo, terrible que "ellos", los publicanos, las
prostitutas, los drogatas, los terroristas, los opresores, los enfermos de sida, la
escoria de la sociedad sea invitada al banquete mesiánico. Los fariseos, los
"justos", formaban, formamos el grupo de los practicantes, los profesionales de
"las buenas obras". ¿No cuenta para Dios tanto esfuerzo, sacrificio, fidelidad a
sus mandamientos y exigencias?
Jesús traía vino nuevo, la Buena Noticia inaudita, de parte de Dios: que
tal era la voluntad y alegría de Dios, salvar por gracia, prescindir de las obras.
¿Se puede discutir con el Amor si quiere regalar de balde el Reino? Para
los pecadores, para los "fuera de la Ley", era la gran noticia, que les permitía
tener dignidad, esperanza, posibilidad de cambio. Para los que se creían con
derechos adquiridos, con "méritos", Dios resultaba injusto. Esta reacción
demuestra la mentira de las buenas obras, el pecado-raíz de la apropiación, el
sistema de defensa frente a Dios y su amor, precisamente.
En otras palabras: ¿Con qué me justifico, con mis obras o dejo a Dios
que me justifique por gracia? ¿Prefiero ir a Dios con las manos llenas o con las
manos vacías?
- Nos vemos con muchas faltas, pero mejores que una prostituta o un
ladrón, por supuesto.
Primero, conviene ver y analizar la realidad del mundo con sus contra-
dicciones. Mirar con crudeza:
- Gente que lucha por mejorar la condición del hombre, y recoge palos,
ingratitud...
- Además, Jesús da por supuesto que sus discípulos serán como roca
firme, capaces de vencer las circunstancias adversas y sus propios
desánimos. ¿Dónde está ese hombre?
¡Ay de los ricos y satisfechos, pues Dios no está con ellos si no están
dispuestos a cambiar el Sistema que les favorece!
3. Cuestionario
- Y proponte algo sencillo, muy realista, para cambiar esa situación según
los valores del Evangelio.
Esta ficha va a ser única, tanto para preparar la reunión como para
realizarla. Quiere ser una reflexión global sobre las fichas anteriores y,
particularmente, sobre la cuestión central del proceso de personalización
centrado en el Evangelio: sentir la utopía evangélica.
- Notar cómo la lectura del Evangelio, las reuniones en torno a él, nos
afectan, nos sentimos implicados, no meros espectadores que hacen
discursos.
- Una causa noble, por ejemplo, la justicia o la opción por los pobres, si no
se queda a nivel de discurso o de un simple impulso momentáneo, sino
que dinamiza mis mejores energías en un compromiso.
[93]
Es aquí cuando hay que hacerse esta pregunta, dedicándole tiempo de
reflexión y oración: ¿Con qué experiencia incondicional vivida anteriormente
está empalmando mi confrontación actual con el Evangelio? O a la inversa:
¿Es la lectura actual del Evangelio lo que me está posibilitando tener expe-
riencias de incondicionalidad?
4. Con todo, no conviene entender todo esto desde una radicalidad nítida, ya
que entonces el Evangelio será para personas excepcionales. Podemos
formularlo de otro modo:
- ¿Puedo describir cómo han ido cambiando esos ideales? ¿Por qué?
- ¿Tiene que ver todo lo anterior con el proceso que estoy viviendo de
confrontación con el Evangelio? ¿Vivo la utopía evangélica como algo
aparte de ese proceso real de mi historia o me está ayudando a un
nuevo planteamiento de toda mi vida? ¿Cómo es este nuevo plantea-
miento: es utópico, es realista?
5. Hay utopías que son sueños para evadirnos de la realidad. Hay utopías
realizables, que exigen sabiduría:
Por eso, nuestra reflexión sobre los milagros de Jesús no va a partir del
problema racional de si lo que hacia quebrantaba o no las leyes naturales, sino
de la experiencia creyente del milagro.
[94]
1. Recuerda algún acontecimiento en tu vida en que has experimentado la
salvación de Dios.
Pero el mismo Jesús advierte que estos signos escandalizan. ¿Por qué,
si el milagro parece la prueba evidente, científica, diríamos hoy, de su misión?
Porque el milagro no es una prueba, sino un signo que puede ser interpretado
de diversos modos. Para el que cree en Jesús Mesías es la señal del Reino.
Para el que no cree en la misión de Jesús puede estar hecho con el poder de
Beelzebú, es decir, significar lo contrario, el anti-Reino.
2. Cuestionario
- ¿Por qué necesitamos que Dios sea neutral? Si lo pensamos como juez en
un tribunal, no podemos aceptar que tenga preferencias. Pero ¿es que la
relación con Dios se basa en una relación neutral? ¿No es a la inversa, que
Dios es el amor rechazado, respecto al cual no tenemos ningún derecho?
- Se supone que Dios es Padre y ama a todos por igual; pero que elija a
Israel, "el más pequeño de los pueblos" (cf Dt 7, 7-8), que elija a María en
su humillación (cf Lc 2, 48), que elija a Pedro y Andrés, sólo significa que
Dios no es un Dios que se ha quedado en las nubes, viendo cómo nos
[96]
comportamos, sino que se ha introducido en la historia humana, ha
asumido nuestra finitud, ha elegido un camino concreto de salvación. Por lo
cual la elección no es exclusiva, sino inclusiva: ha elegido a unos para que
se enteren todos.
- ¿Te parece injusticia que Dios elija precisamente a los más pobres?
3. Ahora vuelve a leer el texto. Quizá te resuene de modo nuevo, con una
visión más integral de lo que pasa entre Dios y el hombre cuando éste
escucha la Buena Noticia.
- Alégrate de que Dios sea libertad de amor que elige. ¿No te parece
maravilloso que haya elegido a María, a Pedro, a Francisco de Asís... a esa
persona que tú conoces?
- Si no te alegras, ¿no será que tienes envidia de que Dios sea bueno y
quieres poseerlo como si fuese propiedad tuya? Lee Mt 20, 1-16.
- ¿No notas que Él está creando una relación significativa contigo, que se ha
fijado en ti? ¿Por qué te extraña, si él prefiere a los pequeños?
[98]
2. Como suponemos que estas catequesis presentan un Evangelio autén-
ticamente liberador, sin evitar los conflictos que conlleva, intentemos discer-
nir lo que pasa en el que escucha.
- ¿Es que notas que te remueve zonas de tu persona que antes estaban
tranquilas, como que antes dominabas tu mundo, hecho a tu medida, y
comienzas ahora a darte cuenta que no vas a disponer de ti?
[99]
La figura de Jesús, que vive nuestra misma condición humana, al realizar
su misión salvadora, nos da la clave para resolver nuestras ansiedades y mie-
dos.
[100]
Se nota a la larga, por los frutos de transformación interior. Por ejemplo,
hacer opciones radicales de austeridad "carnalmente" conduce a rigidez y juicio
contra el prójimo. Espiritualmente, a humildad y compromiso para los demás.
Entregarse a los pobres carnalmente termina por "quemar", y en el mejor de los
casos, a hacer de los pobres una causa partidista. Espiritualmente, a mirar a
los ricos como personas y a amarlos sin exclusión, aunque en los conflictos
sociales uno se ponga a favor de los más débiles.
[101]
Ficha 10. EXIGENCIAS EVANGÉLICAS Y NECESIDADES
HUMANAS
1. Cuestionario personal
- Hasta que Dios no nos da un alto grado de libertad interior haciendo que el
amor triunfe en nuestro corazón, el cristiano ha de tener en cuenta el ideal
evangélico, al que tiende, y su momento real, que no está a la altura de sus
deseos. ¿Cómo vives esta bipolaridad?
[102]
ejemplo, no acumular dinero en función de seguridades razonables,
dejarse comer por los demás, sin tiempo para sí, etc.).
- Hay gente, también, que por discernimiento tiene muy claro que no tiene
que plantearse el problema entre exigencias evangélicas y necesidades
humanas, porque su camino personal, su obediencia concreta a Dios, no
considera el Evangelio como una norma o un ideal de vida al que tender.
Su radicalidad no tiene signos especiales, sino anónimos, pues se nutre
de actitudes de amor y servicio.
Por eso, el que tiene el espíritu de Jesús sabe de antemano lo lejos que
está del amor que todo lo da y nada se reserva, pero sabe también que el amor
no se mide por la radicalidad externa (austeridad, renuncia de bienes, cambio
de estado de vida, etc.), sino por el mismo amor paciente, humilde, solidario,
generoso.
[103]
Nos desorienta compararnos con otros, tener que reproducir esquemas
de perfección, hacer del Evangelio una lista de normas exigentes...
2. Leyendo el Evangelio, parece que Jesús suscitó dos tipos de discípulos: los
que se unían a él en su estilo de vida (predicación itinerante) y los que vivían
en sus casas, como cualquier otro judío de su época (por ejemplo, sus amigos
de Betania). La Iglesia primitiva también institucionalizó la misión de
fundadores de iglesias o de predicadores itinerantes; pero las cartas apostóli-
cas están dirigidas a los miembros normales de las comunidades cristianas,
que viven en Tesalónica o en Corinto.
[104]
- que ya llevas un tiempo personalizando la fe, quizá comienzas a pensar
que es posible plantear esos temas de modo distinto. ¿Por qué no haces
un esfuerzo de reflexión y elaboras, por escrito, un pequeño plan de vida
según las luces que ahora tienes?
- Que trigo y cizaña van juntos y hay que respetar que sea así. De modo
que no se trata de crear "formas puras", sino de asumir la ambivalencia
de nuestra presencia en el mundo.
- Cambio de actitudes.
El Reino es lo más grande, "lo que el ojo no vio, lo que el oído no oyó, ni el
corazón del hombre puede soñar" (1 Cor 2); pero el Reino está ahí "para quien
tiene ojos para ver", pues no viene a lo grande, en poder y gloria, desde fuera.
Está entre nosotros (Lc 17, 20-21).
1. Cuestionario:
[105]
- A la luz de la persona y el estilo mesiánico de Jesús, ¿está cambiando tu
modo de percibir la presencia y acción de Dios en tu vida, en lo que te
rodeo, en ti mismo?
2. Mira dentro de ti y describe tus signos del Reino, por ejemplo mira si estos
signos se parecen a los tuyos:
- ¿Te ves distinto por dentro, aunque los demás te juzguen con los
esquemas de siempre? ¿Otro tipo de ser persona?
¿En verdad los signos anteriores los sientes como tuyos? [En caso de una
respuesta negativa: entonces, ¿qué pasa? ¿Qué algo te bloqueo, aunque
pones esfuerzo y trabajas el proceso de personalización? ¿Que no te
implicas?]
[106]
a. Haciéndose presente en nuestras vidas como fuente de nuestro ser y
actuar.
Para que la oración no se quede "en las nubes", pregúntate cómo vas
uniendo esos dos modos de presencia de Jesús, el de la intimidad con
Él y el de la praxis evangélica, la oración y la acción, el amor de Dios y el
prójimo.
- Se evitan, a la vez, los dos extremos: el realismo que tiene sentido de las
propias limitaciones, pero está replegado sobre sí mismo, calculando
todo, confundiendo la humildad con la prudencia de no arriesgar nada; y
las fantasías del deseo, que confunde la fe en las promesas de Dios con
la necesidad de sentirse héroe, o fuerza el ritmo de la obra de Dios,
confundiendo generosidad con voluntarismo e impaciencia.
[107]
- La sabiduría evangélica de los pequeños hace "síntesis de contrarios":
alegría de ser amados en la propia pobreza y esperanza en la grandeza
de Dios que hace maravillas con nuestro barro; paz inquebrantable, en
medio de la conciencia de ser pecador, y responsabilidad siempre mayor;
humildad, que prefiere la verdad de lo que uno es a todos los sueños, y
agradecimiento, porque el don de Dios es siempre mayor.
- Sentimos que esta Palabra es única: nos ilumina por dentro, desen-
mascara nuestras mentiras, liberándonos de nuestros miedos.
- Y, sin embargo, tener cada vez más claro que escuchar el Evangelio y
encontrarse con Jesús no puede cerrarse en un intimismo piadoso, en
estar a gusto. El verdadero amor consiste en obediencia, en entrega a la
voluntad de Dios y a su proyecto de amor, verdad y justicia.
1. Entramos en la segunda parte del Evangelio con una doble sensación: por
una parte, de que es aquí donde se nos revelan "las riquezas insondables del
misterio de Cristo" (cf. Ef 3); por otra, de ser llevados a donde no esperábamos.
Este camino se resume en la experiencia que muchos cristianos tienen de su
fe: que Jesús es un gran seductor, que hace promesas insospechadas; pero, a
la hora de la verdad, lo que nos ofrece no es un camino de rosas, sino de
negación y sufrimiento. Por eso, conviene que iniciemos este camino con
lucidez cristiana:
[109]
2. El escándalo mesiánico consiste en que el Mesías Jesús viene a traer el
Reino, símbolo de nuestros sueños y realización de todas las promesas de
plenitud, y sin embargo, lo que acontece es exactamente lo contrario: que es
necesario que el Hijo del hombre sufra y muera por nosotros. ¿Por qué? ¿O es
que, precisamente, esa sabiduría de la cruz es el único camino para la rea-
lización del Reino?
- Expresa por qué era necesario ese camino. Pero no recurras a ideas
aprendidas sobre la Redención, sino a experiencias de sufrimiento que
has comprobado como necesarias para ti como persona o para un grupo
humano.
- Más concretamente: ¿En qué aspecto de tu vida has esperado que Dios
respondiese a tus expectativas y, sin embargo, te has sentido frustrado?
Puede ser algo material, pero también espiritual. Le has pedido, has
confiado, creías que debía concedértelo... ¿Cómo has reaccionado ante
esta frustración? Resentimiento, desconfianza, desconcierto, rebeldía...
O por el contrario, ahí has aprendido lo mejor de tu experiencia cristiana
y de tu libertad interior: la obediencia confiada a sus planes, creciendo
en amor, comprendiendo el estilo misterioso del actuar de Dios.
3. Las reflexiones anteriores servirán para dar contenido real, para que el texto
evangélico tenga resonancias vivenciales. Pero conviene que el proceso se
haga escucha del Evangelio.
- Todo depende de algo muy simple, que parece insignificante, pero que
es invencible: creer en Jesús, confesarle como Mesías. Quizá hagas el
acto de fe como Pedro, a lo grande, diciéndole que vas a entregar tu
vida por Él. ¡Es hermoso! Pero, ¿no será un poco iluso? O quizá lo
hagas con la humildad de quien no se siente seguro, pero se abandona
confiadamente: "¿A quién iremos? Sólo Tú tienes palabras de vida
eterna".
[110]
Ficha 15. SEGUIR A JESÚS
- Mc8, 31-9,1
- Lc 9, 28-36
Una vez más, como siempre, dijo si al Padre, que le hacía entrever la
culminación de su misión en la muerte. Entonces se reveló su gloria, ¡cómo
pertenecía Él al Padre!
Pidamos al Espíritu Santo oídos para oír la voz del Padre y ojos para ver la
gloria del Reino en este camino de rebajamiento.
Este tema nos introduce en el núcleo mismo del Evangelio. Éste no sólo es
revelación e iluminación del sentido de la vida humana, sino transformación y
praxis.
[113]
3. Con el amor al prójimo ocurre como con todas las cosas importantes de la
vida: si vamos cambiando por dentro será el primer sentimiento que aflore; pero
será lo último que aprendamos a realizar. ¡Hasta que amemos como el Padre
con medida generosa, rebosante! (cf. Lc 6, 35-38).
Es famosa la frase que dice que los Evangelios son unas largas
introducciones a los relatos de la Pasión y Resurrección. En efecto, la fe
cristiana se resume en lo que aconteció en Jerusalén: que Jesús fue juzgado,
condenado a muerte, crucificado y sepultado, y que al tercer día resucitó. Sin
embargo, no se trata de creer en los hechos desnudos, sino en lo que esos
hechos revelaron y siguen revelando: la llegada del Reino. Dicho de otra
manera, que en lo acontecido entonces se ha realizado para siempre la
Salvación, de tal modo que hoy me atañe directa y personalmente a mí y a
todos los hombres. Por eso releemos y meditamos y celebramos
permanentemente en la comunidad cristiana dichos acontecimientos.
[114]
humanidad y de tu vida, por ejemplo, el sentido del sufrimiento, la lucha
por la verdad y sus armas débiles frente a la violencia de los poderosos?
Por ejemplo: Que Jesús calle ante Herodes no es sólo una anécdota;
manifiesta ¡tantas cosas!
- Salmo 22(21).
- 1s 53.
4. ¿No tienes ahora la sensación de vértigo, de que Dios debe estar loco por
nosotros al haber llegado hasta ahí?
Ora con Jn 13. Sin duda, después de este recorrido, tendrá resonancias
especiales.
[115]
Ficha 18. ¡RESUCITÓ!
"Nadie puede decir 'Jesús es Señor' sino bajo la acción del Espíritu
Santo" (1 Cor 12).
2. Ahora es cuando puedes leer 1 Cor 15, reflexionando sobre este texto, que
te ayudará a situar tu fe en la Resurrección.
Deja para otro momento las cuestiones racionales que te suscitan los
relatos de apariciones. Procura captar su sentido profundo.
- También para los discípulos fue un sin sentido haber puesto tanta
esperanza en el libertador Jesús y encontrarse con su fracaso.
- Quizá te sientas identificado con ese camino que recorren los peregri-
nos, iluminados por la Sagrada Escritura; cómo, sin ellos darse cuenta,
todo adquiere una nueva luz; cómo se nota el cambio del corazón...
¿No es algo de esto el proceso de personalización?
[117]
- ¿Tiene algo que ver tu modo de sentir a la Iglesia con tus cambios
humanos, por ejemplo, que, al hacerte más autónomo, te hiciste también
más crítico?
2. Lee y ora con Hech 1-2, prolongación lógica del evangelio de Lucas.
- que ha recibido la vida del Espíritu para inaugurar en el mundo, entre luces
y sombras, el proyecto de Dios sobre el hombre;
- que nos unimos por la misma fe, el mismo bautismo, la misma esperanza;
- que hemos conocido el amor del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, amor
fiel, que quiere manifestarse a través de nosotros, construyendo un mundo
nuevo, anticipo del futuro.
[119]
- Hay experiencias de encuentro que son de paso, y otras,
determinantes. ¿Cuáles han sido en tu vida de este género?
Recuérdalas: momento, lugar...
[120]
Ficha 21. ¿DE QUÉ VIVO: DE NECESIDADES O DE FE?
(Ficha única para Grupo y Catequista)
1. En el Evangelio no se hace una disociación entre vida material y vida
espiritual, pues el hombre es la unidad de cuerpo-alma; pero sí se hace entre
vivir en función de las necesidades y vivir de la fe en Dios.
El proceso de personalización implica la experiencia de liberación que
permite a la persona creyente hacer de la fe en Jesús el pan de su vida.
¿Cómo se hace esto? ¿Qué camino ha de recorrer el creyente para llegar a
esta experiencia siempre sorprendente? ¿Por qué, al parecer, sólo algunos
llegan a vivir efectivamente de la fe? ¿Cómo hay que entender este primado y
suficiencia de la fe?
Esta vida de fe, hacer de la fe el pan de vida:
— No quiere decir que la fe en Dios no haya de tener como objeto algo
material, sino que Dios no ha de ser utilizado en función de lo
material. Pero tampoco en función de fines espirituales, como
alcanzar las metas de nuestra ambición de vemos virtuosos o de
alcanzar altas experiencias místicas.
— La fe significa subordinar todo, lo material y lo espiritual, a la voluntad
de Dios.
— Descubrir que Dios nos da lo material como signo de una promesa
mayor. Pero también, que. desear lo espiritual menospreciando lo
material es signo de orgullo espiritual, verdadera enfermedad mortal.
Todo deseo del espíritu pasa por la aceptación gozosa y humilde de
las propias necesidades humanas y, sobre todo, del amor al prójimo
necesitado.
— La fe significa llegar a alimentarse y gozar con el hecho mismo de
fiarse de Dios, esperar en El y amarle. Dios mismo, en persona, es
nuestro pan, nuestra delicia, nuestro banquete. Quien no sea capaz
de trascender la satisfacción de necesidades materiales está siendo
un esclavo. Las promesas y los dones de Dios son siempre mayores.
— Lo que pasa es que, cuando nosotros nos imaginamos y deseamos
esos bienes mayores, esperamos algo extraordinario, intenso,
deslumbrante. Pero los gozos espirituales, que nacen de la fe (pues
hay gozos espirituales que no nacen de la fe, sino de la potencia
religiosa del hombre que se proyecta en lo sublime), suelen ser
sobrios, humildes, muy interiores, que transforman las actitudes de la
persona, abriéndola al amor, en el olvido de sí. Y esto es lo
desconcertante: que Dios llena en sobreabundancia, si uno está
dispuesto a valorar más su voluntad que la propia, si uno aprende a
recibir el don como inmerecido y a no disponer de él.
— ¿Qué es para nosotros más don: ese pan que comemos en la
Eucaristía, cuyo sabor y fuerza sólo es posible captar en la fe, o la
realización de nuestros deseos de felicidad desbordante, sin
[121]
problemas, o la seguridad de nuestro bienestar sin conflictos, o la
conquista de experiencias superiores del alma?
— Nada realiza a la persona como la fe; pero ésta se halla expuesta al
escándalo. Porque es como Jesús, el don máximo de Dios al mundo;
pero ¡tan humano, tan poca cosa, tan desconcertante, tan indefenso,
tan como nosotros!
2. Lee y ora con Jn 6
El capítulo describe las fases de esta dinámica de la fe. Conviene
detenerse en cada una de ellas:
a) Jn 6, 1-15.
Si Dios satisface nuestras necesidades inmediatas, estamos dispuestos
a creer en El y hacerle nuestro Rey.
Pero el mismo Dios que atiende las necesidades materiales, que nos
cuida como a hijos, no se deja utilizar.
b) Jn 6, 16-21.
Incluso el discípulo, el que parece entender mejor el estilo de Jesús,
tiene la tentación de apresarlo, de retenerlo, en función de sus
necesidades de seguridad.
¡Cuánto cuesta dejar a Dios a su aire!
Se comienza a ser creyente cuando uno entiende “por dentro”, cuando
se experimenta libertad en la desapropiación.
c) Jn 6, 22-40.
Con frecuencia buscamos a Dios trascendiendo nuestras necesidades,
dedicándonos a valores superiores, morales y religiosos.
Pero o exigimos signos que nos permitan controlar a Dios, sintiendo que
tenemos derecho, o pretendemos conquistar a Dios con nuestro
esfuerzo, a base de obras buenas.
¿Cuándo entenderemos que basta creer?
Y creer es recibir el don como don, sin más.
Y quedarnos anonadados al recibir como don nada menos que a Jesús
mismo, el Hijo.
Pero a Jesús se le recibe en el acto de creer, sin más.
Creer es recibir el don y el don sólo puede ser percibido como don en el
acto de creer, renunciando a la pretensión de conquistarlo, a todo
derecho sobre él.
[122]
La desapropiación de nosotros mismos se realiza en el acto mismo de
darse cuenta de que el don es inmerecido, más grande que nuestros
deseos, infinito, ¡nada menos que Jesús!
d) Jn 6, 1-59.
La fe inicial ha de ser puesta a prueba, porque, sin damos cuenta,
seguimos imaginando a Dios y sus dones a nuestra medida, según
nuestras megalomanías.
Que la vida eterna se realice en la Cruz, que la plenitud de todas las
promesas se realice en la Eucaristía, rompe todos nuestros esquemas
racionales y religiosos.
Aquí no se discute. La fe oscura se hace luz, cuando cree y come,
agradece y se entrega confiadamente.
e) Jn 6, 60-71.
Pedir al Señor la fe verdadera, la que nace del Espíritu, no de nuestra
“carne”.
Hacer el acto de fe, humilde y total, como Pedro, estremecidos, gozosos,
conscientes de que este acto de fe es obra de Dios en nuestro corazón.
[123]
2. Veamos uno de esos textos: Jn 14.
a) Jn 14, 1-14.
A la mayoría de nosotros nos ocurre como a Felipe: entendemos las
ideas de las palabras, pero no su contenido real (el conocimiento interior de
Dios la transformación que se realiza en el hombre, cuando éste cree en Jesús
como camino, verdad y vida).
Sin embargo, percibimos algunos signos misteriosos, de los que
comenzamos a damos cuenta al escuchar, precisamente, las palabras de
Jesús:
— La fuerza de libertad que tiene el confiar en Jesús.
— El tipo de conocimiento que se da cuando se va creciendo en fe. No
tiene nada que ver con el saber que acumula información. Es una
especie de afinidad, de conexión vital, que ilumina todo desde una
perspectiva distinta. Sorprendentemente, no se puede separar
inteligencia y corazón, pues es un amor que hace conocer “desde
dentro” de la realidad misma, por una especie de comunión espiritual.
— No se queda nunca en algo meramente íntimo; siempre se traduce
en obras. ¿Qué obras? A veces, de energía para entregarse a
actividades osadas en favor del prójimo. Otras, de amor paciente, fiel,
desinteresado. En cualquier caso, la sensación más clara es de no
saber de dónde le nacen a uno estas obras. Mejor dicho, no cabe
disponer de la fuente; pero están ahí como don.
b) Jn 14, 15-26.
— El Espíritu Santo viene de Dios, pero vive en nosotros. No pienses en
experiencias extraordinarias, como cuando nos imaginamos las
cosas que nos cuenta santa Teresa. Cuando la verdad no es algo
aprendido desde fuera (dogmas, convicciones aprendidas,
reflexiones propias...), sino una luz que ha ido creciendo por dentro y
te habita, como roca firme, más fuerte que tus miedos y dudas, pero
liberadora, que no actúa con violencia ni rigidez, sino mansa y
sencilla, abierta a Dios y al prójimo, que, por encima de todo, se
ensancha con las palabras del Evangelio, es que entonces el Espíritu
Santo está dentro de ti.
— Jesús vive; pero el espíritu grita dentro de nosotros, cuando nuestra
incredulidad no termina de creérselo, cuando el mundo y la mentira
quieren negarlo.
— El Espíritu Santo nos defiende de nosotros mismos, pues la peor de
las tentaciones es nuestra pusilanimidad, la estrechez y raquitismo
de nuestro corazón, incapaz de creer en la grandeza de Dios que se
complace en elegir a criaturas frágiles como nosotros para hacer
resplandecer entre los hombres su amor infinito.
c) Jn 14, 27-31.
[124]
— Según avanza el proceso personalizador de la fe, el fruto más claro
suele ser el de la paz. Al principio suele ser más bien psicológica, y
coincide con la aceptación de sí. Poco a poco se hace más honda, y
permanece en el nivel trans-psicológico de la persona, incluso en la
noche más oscura de la pérdida de un ser querido y en la ausencia
de Dios.
— Su signo más fuerte y evidente: nada puede arrebatar esa paz, si el
creyente se abandona confiadamente a la voluntad del Padre, ya que
esta paz es la fuerza de Jesús en su Pasión y el don de su
Resurrección.
3. Discernir en ti mismo:
— Signos que, en tu experiencia, se parecen a lo que se acaba de decir
— ¿Qué sería ahora para ti vivir del Espíritu Santo? Piensa en un
problema difícil, interior o exterior que exige de ti un corazón nuevo.
[125]
En ésta siente que ha sido encontrado.
— Aquélla depende de sistemas de seguridad (autojustificación, control
de la vida espiritual, eficacia en el compromiso por los demás...).
Ésta ha descubierto la gratuidad del amor de Dios y se ha liberado de
la ansiedad de poseer obras, méritos, metas...
— Aquélla se debate entre extremos: por un lado, crecer en autonomía
humana; por otro, abandonarse en las manos de Dios.
Ésta ha hecho la síntesis de contrarios: mi libertad consiste en hacer
la voluntad de Dios.
c) El paso de una fe fundamentada a una fe adulta.
— Aquélla todavía proyecta desde el deseo (de autoplenitud, de
perfección espiritual, de experiencia sentida, de transformación
comprobada del mundo).
Ésta se encuentra pacificada desde la desapropiación. La esperanza
se nutre del cada-día, en humilde abandono.
— Aquélla ama generosa, pero interesadamente.
Ésta nace en el corazón de Dios, más allá de la gratificación o de la
eficacia.
— Aquélla tiene miedo al sufrimiento.
Ésta ha encontrado su tesoro oculto.
2. Leer y orar con Jn 13, 36-38; 16, 16-24; 21, 15-19
La figura de Pedro nos retrata a todos.
El evangelista Juan insiste en la necesidad que tiene el discípulo de
pasar de una inteligencia demasiado “humana” (aunque tenga el brillo de la
generosidad engañosa de Pedro de morir por el Maestro) a la verdadera
inteligencia de la fe en Jesús, que exige pasar por la muerte y resurrección de
Jesús.
Dicho claramente: Nadie puede seguir a Jesús. Éste ha de quedarse
solo, asumiendo el pecado del mundo, la traición y abandono de sus discípulos.
El mismo, Jesús, ha de crear la respuesta del discípulo a partir de su muerte y
resurrección. La fe pascual, por ello, está representada por Pedro: nace de la
nada, de su pecado, como don del Resucitado.
Ése es el contraste, tan llamativo, entre la arrogancia de Pedro la
víspera de la Pasión y el diálogo que sigue a la pesca milagrosa, tan humilde.
Sin duda, es uno de los signos más claros de la fe adulta: la que no se
apoya en sí, sino en el amor fiel del Señor.
[126]
De ahí la paradoja característica de la antropología cristiana; que el
máximo de adultez se da en el máximo de infancia.
— Pero no se trata de la infancia primaria, de quien no quiere ser
responsable de sus actos, sino de la infancia reconquistada, que
supone descubrir como fuente de la propia responsabilidad la
soberanía de la Gracia.
— Ni de la infancia que busca protegerse en Dios, porque no acepta los
conflictos de la realidad, sino de la simplicidad del corazón, que ha
aprendido a asumir la vida desde la confianza incondicional en Dios.
— Ni de la infancia que sueña fantasías, sino de la lucidez de la
esperanza cristiana, que da sentido a todo, a la finitud, al fracaso y al
pecado mismo, porque somos hijos de Dios y estamos en buenas
manos, nuestro Padre omnipotente y salvador.
3. Terminar la Reunión con una oración comunitaria:
— A la luz del Salmo 131 (130) o de Mt 6, 25-34.
— Expresar en voz alta el deseo más íntimo que tiene cada uno de esta
vida de fe adulta.
— Para ello, tal vez, si es necesario, hacer referencia a situaciones
concretas donde se experimenta el grado de nuestra fe, inicial o
adulta.
— O bien, dar gracias, desde la conciencia agradecida de que el don de
Dios es siempre más grande de lo que nosotros experimentamos.
[128]
CICLO 5: FUNDAMENTACIÓN
[129]
— Ficha 10. Madurez humana y fe personalizada
[132]
que oprime? ¿Se puede separar el amor de la responsabilidad? Si la relación
de amor con Dios fuese adulta, ¿cuál sería nuestra conciencia de pecado?
Hay creyentes que, según han madurado humana y espiritualmente, no
han dejado de verse pecadores, pero han ido cambiando en su experiencia de
pecado. Por ejemplo, cuando ahora se confiesan, su lista de pecados es
totalmente distinta de otras épocas. Sin embargo, a veces, no son
comprendidos por los confesores. ¿Qué pasa aquí?
Esta ficha quiere ayudarnos a ser cristianamente adultos en nuestra
conciencia de pecado. Exige repensar muchas cosas. Este tema empalma con
los temas del ciclo sobre moral. Pero no basta cambiar ideas. El tema del
pecado toca tan nuclearmente a la persona (aunque ésta crea que ya está
“liberada” de la culpabilidad), que tenemos que sentimos implicados. Para ello,
conviene orar con textos que, por su densidad de experiencia, despiertan en
nosotros nuevos niveles de experiencia.
Orar con el Salmo 130 (129)
Lo “hondo” es lo oscuro impenetrable, que no podemos controlar.
¿Tenemos experiencia de que el pecado no se refiere sólo a actos que
hacemos y podríamos dejar de hacer, o tenemos la experiencia de pecado
como “fondo oscuro”, egoísmo radical, fuerza que nos domina?
El Salmo expresa cómo, por la confianza en el amor gratuito de Dios (“y
lo tuyo es perdonar”), el pecador, que no tiene justificación ante Dios, siente
cómo la angustia se le transforma en esperanza.
Sería interesante contar experiencias vividas de perdón.
Orar con Lc 15
Reflexionar sobre la experiencia tan distinta del pecado según es vivida
por el hermano menor, el hijo mayor o el padre.
Orar con Rom 7
Este texto quiere suscitar una experiencia global del pecado. No sólo
hemos hecho faltas, sino que, en la pretensión de ser buenos, cuando vivimos
según la ley de Dios, aparece nuestro pecado radical, la autojustificación.
Podemos cumplir todos los mandamientos y tener un mal corazón. Mas es
imposible tener un buen corazón hasta que no reconozcamos que somos
incapaces de amar, hasta que no descubramos que sólo la gracia de Dios nos
justifica.
[133]
Cuestionario
— ¿En qué aspectos notas que estás atado, prisionero? Sin duda,
aparecerán personas, cosas, de las que no puedas prescindir; y
también, costumbres, tendencias, ante las cuales te ves impotente.
— ¿Qué experiencia tienes de que una causa radical de esclavitud es la
ley, aunque te consideres un liberal? Porque liberarse de la ley para
ser un caprichoso, es recaer en otra esclavitud. Saber que no hay
libertad sin responsabilidad es de sabios. Pero dar el salto de la ley a
la fe es don del Espíritu Santo.
— ¿Ha habido un momento o proceso en tu vida en que has
experimentado que eras, literalmente, liberado de la necesidad de
ser “bueno “, de la autoimagen, de tener que justificar tu vida con
méritos, y fuiste fundamentado en el amor gratuito de Dios, de modo
que, desde entonces, tu planteamiento de la vida cristiana es
totalmente distinto? No respondes a normas, ni ideales, ni proyectos,
sino que vives la paz de ser amado en tu pecado, el gozo de saber
que Dios es fiel, el agradecimiento humilde de sentirte amado. Eres
más responsable que nunca, pero no necesitas controlar tu vida. Tu
libertad es una libertad liberada de la angustia de “tener que alcanzar
metas”.
— Hay dos modos de amar: cuando es un deber que hay que cumplir y
cuando es fuente del propio ser Descubre ejemplos concretos en tu
vida de los dos modos, tanto pensando en el amor humano como en
el amor de Dios.
Mensaje del Nuevo Testamento
Es central en la predicación y actuación de Jesús la liberación de la ley,
no sólo la afirmación de que el hombre está por encima de la ley (lo cual suele
halagar a personas con sensibilidad humanista), sino la afirmación inaudita de
que el Reino de Dios se da gratis, sin condiciones previas, de que Dios, en su
misericordia, no ha querido tomar en cuenta las buenas obras de los “justos”, y
por eso invita a los sin-ley, a los pecadores, al banquete del Reino (lo cual,
como lo vieron los fariseos, destruye las bases mismas de todo orden religioso-
moral: el hombre no controla su salvación; es Dios el que la da y realiza desde
la soberanía de su gracia). Leer Mc 1, 40-3, 6.
Pertenece a Pablo, en los orígenes del cristianismo, haber clarificado
dónde estriba la cuestión central de la salvación traída por Jesús: que ésta
consiste en reconocer nuestra esclavitud radical (del pecado, del miedo a la
muerte y de la necesidad de autojustificarnos) y creer agradecidos en el amor
de Dios que nos justifica por gracia. Leer y meditar Ef 2, 4-10, que es un
resumen de lo expuesto ampliamente en las cartas a los Gálatas y Romanos.
Pero este mensaje ya había sido anunciado por Jer 31, 31-34 y repetido
por Is 54. ¿Qué hay detrás de estos textos? Algo que ignoran u olvidan muchos
creyentes:
[134]
— que nadie tiene derecho a ser amado por Dios (Dios no nos quiere
porque seamos sus hijos, sino que somos sus hijos porque nos
quiere);
— que la relación con Dios no depende de nuestro comportamiento,
sino de la fe en su amor gratuito y fiel;
— la vida cristiana no consiste en la coherencia moral (frecuencia de
sacramento, moral intachable, compromiso social...), sino en nacer
de nuevo.
Dios es amor y en esto consiste su amor: no en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que El nos amó y envió a su Hijo como víctima
propiciatoria por nuestros pecados (1 Jn 4, 10).
Cuando este texto te extrañe, te escandalice, te produzca liberación
profunda, te derrita de agradecimiento... entonces comenzarás a ser cristiano,
es decir, un hombre liberado de la ley y fundamentado en la gracia del Amor.
[138]
Por eso, los maestros espirituales han enseñado siempre el camino de la
indiferencia espiritual. Recogemos un texto del librito de los Ejercicios de san
Ignacio de Loyola, pero releído con un lenguaje actual.
Hay un momento en la vida del creyente, en que éste descubre su
verdad ante Dios y comprende, no sólo racionalmente, sino por
experiencia viva, que la autorrealización personal y el sentido de la vida
está más allá de sí, en agradecer a Dios su amor absoluto y fiel, amor
creador y redentor, que le permite reconciliarse con su condición
humana de finitud y sentirse salvado y llamado a vivir en la presencia del
Dios vivo, que guía nuestra historia personal y la creación entera.
Desde esta experiencia, comienza a proyectar su vida de un
modo distinto. Comprende que no se trata de hacer cosas buenas, de
estar en orden con Dios y su conciencia o de ser más o menos generoso
y comprometido, sino de optar por un centro único de interés, Dios y su
voluntad, resituando todo lo demás (estilo de vida, opciones concretas,
necesidades humanas, etc.) bajo el criterio de este amor que está
unificando y totalizando la vida.
Como la dificultad mayor, para que dicha actitud se consolide,
está dentro de nosotros, en nuestros intereses y deseos, es necesario
ejercitarse en querer sólo la voluntad de Dios. Para ello, poner en la
oración, delante de Dios, salud y enfermedad, riqueza o pobreza, este
estado de vida u otro, alcanzar las metas propuestas o no alcanzarlas,
pidiendo al Señor su amor para no desear más una cosa u otra.
Hay que distinguir entre las preferencias psicológicas y las
espirituales. Es inevitable preferir, por ejemplo, experimentar la dulzura
del amor de Dios más que la sequedad; pero la libertad interior consiste
en no desear espiritualmente, es decir, desde la libertad que se entrega
a la voluntad de Dios, sino el camino que Dios quiera, responda o no a
mis deseos
Esta relectura del famoso “principio y fundamento” de san Ignacio servirá
como criterio práctico respecto a todo este ciclo. En efecto, si estamos bien
fundamentados en Dios, tendremos claro por dentro que lo único importante en
la vida es hacer la voluntad de Dios.
Para ayudar a personalizar esta actitud, recomendamos orar con el
Salmo 119 (118), 57-72. Todo él rezuma la experiencia de un hombre plantado
en Dios, para quien Su voluntad no es una ley que somete, sino gozo íntimo de
amor.
[139]
Jesús nos ha enseñado a percibir el Reino en lo cotidiano, en un sentido
doble: a no programar el futuro y a ver la presencia de Dios en el entramado de
nuestra vida ordinaria.
¿Todavía sigues pensando que para ser cristiano hay que hacer cosas
especiales, fuera del ambiente en que vives? ¿Te sorprendes a ti mismo
deseando otro mundo que el tuyo, más espiritual o más radical? ¿Qué hay
detrás de ese deseo?
Jesús escandalizó por ser demasiado normal. No fue cura, ni monje, ni
un profeta de otro mundo (Mt 11, 1-9). Tampoco quiso para nosotros un mundo
aparte, sino que fuésemos consagrados en la verdad, permaneciendo en el
mundo sin ser del mundo (cf. Jn 17).
2. Estás en un mundo secular, donde Dios ha quedado relegado a las
parroquias o al ámbito privado de la conciencia y de la familia. Es un buen test
de la madurez cristiana la capacidad de leer esta realidad secular en clave de
fe.
Lee Eclo 16, 24-18, 23, y te llamará la atención la densidad de vida
humana y espiritual con que un hombre del AT vive su estar en la familia, en
las relaciones, en el trabajo...
3. Abre un periódico. Evidentemente, no se explicita en él la fe. Se dan
noticias, se hacen comentarios, algunos artículos de fondo... Este es también tu
mundo, el de todos los días, aunque la mayoría de los acontecimientos te
resultan lejanos. ¿Cómo podría ser la lectura cristiana de un periódico?
¿Tiendes a separar la fe de la marcha del mundo?
¿Tiendes a emitir juicios globales, quejándote de la falta de valores
morales y religiosos, o has aprendido un análisis más complejo y matizado?
Un consejo práctico: ¿con qué ojos, con qué corazón, mira Dios las
noticias que estás leyendo?
4. La madurez cristiana se va haciendo según van superándose los
dualismos con que solemos vivir. Por ejemplo, cuando disociamos oración y
vida, cuando separamos el campo interior de la conciencia de nuestro mundo
de trabajo y relaciones, cuando nos relacionamos con Dios sólo apartándonos
de las personas y cosas.
Pero la unificación no consiste en llamar fe a la simple honradez
humana, o reducir el amor de Dios a un sentido difuso y general de la vida
como trascendencia.
La unificación es un proceso largo. Al final, se hace cuando el corazón
está unificado en el amor. En este caso, te da lo mismo hacer oración o
cuidar de un enfermo, estar con Dios en su cuarto o mientras conduces tu
coche, encontrarte con El a solas o cuando echas la mano a quien lo necesita...
Pero hasta que la unificación no se dé en el corazón, hay que procurar, dentro
de las posibilidades reales, un mínimo de equilibrio entre interioridad y
exterioridad.
[140]
¿Notas cómo vas unficando tu relación con Dios y tu mundo? ¿ Te
parece que quizás no tienes un planteamiento correcto? ¿Es problema de
horario, de hacer ciertas opciones por conseguir un mejor equilibrio, o la
disociación está en la actitud misma?
5. Si tienes tiempo para seguir profundizando, goza con los Salmos 125-
128 (124-127). ¡Qué maravilla de consistencia humana y creyente, qué unidad
profunda de relación con Dios y de estar enraizado en la vida!
Es necesario devolver a la espiritualidad su inspiración bíblica. Hemos
tendido a separarla de su ámbito, la condición humana, la historia.
[141]
— A los 30 y pico años, la vida se debate entre el ideal desde el que
uno tomó las grandes decisiones y la complejidad y las exigencias
múltiples, imprevistas, que la realidad impone. Como es época de
fuerte vitalidad, uno puede centrarse en llevar adelante sus planes de
vida, de creatividad; pero puede también empezar a cuestionarse:
¿Qué ha sido de mi idealismo juvenil? ¿Me he acomodado? ¿Resulta
realista ser cristiano? ¿Se puede vivir en el mundo con un mínimo de
coherencia, o hay que pagar demasiado precio, el que impone la vida
y sus exigencias? ¿No será más conveniente buscar un equilibrio
entre ciertos valores éticos y espirituales y los condicionamientos
personales y del contexto en que uno vive? ¿Pero este equilibrio no
oculta una falta de fe? ¿La solución es el voluntarismo?
— A partir de los 40 y pico, la crisis se agudiza y la sensación es, más
bien, de replanteamiento global: ¿Tiene sentido entregar la vida a un
ideal para haber llegado a recoger frutos mediocres? ¿No es la
limitación más fuerte que los deseos? ¿No será la fe, efectivamente,
un montaje idealista? La experiencia me dice que no he superado
mis viejos problemas, a pesar de los esfuerzos. Me siento cansado,
psicológica y espiritualmente. Cuando más responsabilidades tengo,
menos me convence a mí mismo lo que digo a los jóvenes. ¿Qué
pasa, que me estoy aferrando a mis viejos sueños para seguir
justificando mi vida?
— La ancianidad agudiza la problemática anterior.
Pero ¿cómo lograr la síntesis entre realismo y esperanza, entre lucidez y
confianza? ¿Se trata de ser razonable y equilibrar la vida con una de cal Y otra
de arena? ¿O la síntesis exige una experiencia nueva, propia del Espíritu
Santo? Quizás llevas la respuesta por dentro y la intuyes a la luz de estos
textos, que se aconseja orarlos, pero orarlos en confrontación con la
problemática planteada.
— Sal 131 (130)
— Sal 138 (137)
[142]
Él construye incluso en nuestras ruinas.
La ley del crecimiento: “Al que tiene se le dará más”.
El cambio es de “dentro afuera”, como semilla de vida.
B. Cambiar impresiones sobre dos preguntas que pueden parecer
oponerse:
1. ¿Por qué la educación cristiana no ha favorecido siempre la madurez
humana?
2. ¿Por qué el máximo de madurez está en perder la vida para ganarla;
no en la autorrealización, sino en la autonegación?
Advertir que el ciclo 6, sobre el discipulado, planteará más ampliamente
esta cuestión.
C. Algunos criterios que iluminan esta afirmación: cómo no cabe
madurez de fe sin un proceso psicológico de madurez humana,
— La fe no es un sistema de seguridad, sino una experiencia de
encuentro con el Dios vivo, que compromete la libertad de la
persona.
— La experiencia de la justificación por la fe sólo es posible cuando la
persona es capaz de percibir la vida como un don y como finitud
simultáneamente.
— Personalizar la relación con Dios implica, a un tiempo, tomar la vida
en las manos (autonomía) y aceptar que no podemos controlar la
existencia (dependencia).
— La fe crece de dentro afuera, como todo proceso de maduración
humana.
— La Biblia nos revela a un Dios que afirma la vida en todos sus
valores; pero desenmascara la ilusión del deseo humano que quiere
felicidad sin conflictos, plenitud sin dolor, libertad sin frustraciones.
D. Éste sería el momento para que cada miembro del grupo hable con
sinceridad de su proceso.
La pregunta clave es la siguiente: ¿Qué estoy sacando de estas
reuniones: ideas y esquemas, o el despertar y consolidar el cambio de mi
persona a todos los niveles?
Anota en una página en qué notas que el cambio es real, aunque te
parezca muy germinal todavía.
E. Convendrá distinguir tipos distintos de cambio:
1. Si después de estos bombardeos, nada se te ha movido por dentro,
pregúntate por qué. Puede haber condicionamientos psicológicos.
[143]
2. Intuyes quizás que es por aquí, pero te resistes. ¿Es problema de
generosidad, o de inseguridad personal, o de falta de confianza en
Dios?
3. Lo normal es que el cambio se dé en torno a una experiencia
concreta. ¿En cuál se te ha dado a ti?
4. ¿Puedes decir que el nuevo nacimiento ha acontecido en tu vida?
¿Puedes quedártelo para ti sólo?
5. Quizás no te está ocurriendo nada nuevo importante, porque ya
vivías en esta “onda “. ¡Qué bien! Da gracias a Dios.
6. Habrá casos, también, en que la persona tiene la sensación de que
le ha llegado la hora del amor que se olvida de sí, y que tanta
reflexión no le ayuda al despliegue de su libertad interior. ¡Mejor que
mejor! ¡Que deje este trabajo de fundamentación porque ya está
fundamentada!
[144]
CICLO 6: PROYECTO DE VIDA
[145]
Ficha 1. VIVIR EN DISCERNIMIENTO
1. La palabra “discernimiento” ha ido apareciendo como una constante
en estas fichas. Si el proceso de personalización es real, vivir en discernimiento
es una de sus consecuencias.
En efecto, la personalización al principio consiste en un aprendizaje, en
un método para hacerse preguntas, que van ayudando a conocerse uno a sí
mismo y las motivaciones de nuestras reacciones y conductas. Poco a poco, se
pasa a actitudes: se vive en vigilancia, haciendo consciente lo que sentimos y
hacemos.
Pero si la personalización, además y sobre todo, consiste en tomar la
vida en las propias manos y en hacerme sujeto de mi historia y en ser fiel a mí
mismo, más allá del capricho o de la simple espontaneidad, sin darme cuenta
habré ido descubriendo lo que significa vivir desde dentro.
Ahora veo la diferencia entre vivir de esquemas y vivir desde dentro.
Hasta que no llega la personalización se vive de esquemas:
— Uno sabe lo que tiene que hacer y pensar, porque dispone de
respuestas aprendidas y de normas objetivas sobre el bien y el mal.
La decisión consiste en atenerse a lo que nos dicen los esquemas.
— bien los esquemas son la ideología que llevo internalizada, es decir,
unos valores o ideales a los que me adhiero emocionalmente, sin
discusión, porque en un momento dado han despertado mis
intereses vitales, pero sin confrontarlos con mi yo real ni con mi
proceso de transformación personal.
Por ejemplo, es un esquema ideológico la necesidad de optar por los
pobres porque Jesús así lo hizo, cuando la opción no ha sido confrontada con
mi proceso personal.
Y también es un esquema ideológico dedicarse a la oración porque el
contexto en que te mueves valora mucho la oración, pero no te has preguntado
cuál es tu camino aquí y ahora.
Vivir desde dentro es el talante normal cuando se ha mantenido una
actitud de autenticidad y un proceso de fidelidad a sí mismo, luchando contra
los fáciles sistemas de seguridad interna que producen los esquemas. Vivir
desde dentro supone descubrir la maravilla de la obra de transformación que
Dios va realizando dentro de nosotros, y respetarla, y ser fiel a ella (aunque
quizá a mí me gustaría estar a mayor altura espiritual y de generosidad con el
prójimo).
Vivir en discernimiento significa, en última instancia, ir comprobando
cómo se integra mi autonomía personal (el ser libre desde mí) y mi apertura a
la voluntad de Dios (disponibilidad a sus planes), no porque así me lo han
[146]
dicho, sino porque yo mismo he ido comprobando en mí el proceso de
integración de tomar la vida en las manos y de confiársela al Señor, al mismo
tiempo.
2. Cuestionario:
a) ¿Te parece que vives desde dentro o que todavía recurres
demasiado a esquemas? Precisa en qué áreas de tu vida te has
liberado de esquemas, y en cuáles no. ¿Por qué? Sin duda, te
iluminan sobre tu personalidad y tu historia.
b) Piensa en decisiones importantes de tu vida. ¿Las tomaste con
discernimiento, o no? ¿Volverías a tomar las mismas ahora que se
supone que tienes más discernimiento?
c) ¿Sientes la necesidad de discernir alguna cuestión personal?
3. Las fichas de este ciclo quieren acompañar al creyente en el momento
de elaborar y definir su proyecto de vida. No basta tener buena voluntad y
alimentar actitudes de verdad y entrega y sentir cómo la vida crece por dentro
desde la libertad y el conocimiento vivencial de la fe. El proceso de
personalización al final tiene que hacerse esta pregunta: ¿Qué quiere el Señor
de mí, qué tengo que hacer con mi vida, para qué he venido a este mundo?
Pero para que la respuesta a esa pregunta central no sea una trampa
para vivir, de nuevo, desde esquemas, es necesario descubrir lo que significa
discernir mi proyecto de vida. Ciertamente, estas fichas no van a ofrecer
recetas. Su objetivo es acompañar, ayudar a que cada persona encuentre su
respuesta.
4. Hay que comenzar por experimentar esta paradoja, señal de que el
proceso de personalización está madurando: que cuanto más experimento que
la vida es mía, menos necesito dominarla y más libertad tengo para
entregársela al Señor; que cuanto más me conozco, mejor sé que la sabiduría
es un don del Señor.
Oremos con una sección del Salmo 119 (118), 57-64.
Todo el salmo nace de la experiencia fundante de vivir abierto a la
voluntad de Dios, como lo más importante en la vida. Es el principio de todo
discernimiento.
Después de haber orado con ese texto bíblico, reflexiona sobre esta
cuestión: ¿Por qué te parece que no cabe discernimiento cristiano sin ese
primado de la voluntad de Dios en la propia vida?
Este tema, desde otra perspectiva, se trata en el ciclo 5, ficha 7. Lo
importante es hacer la voluntad de Dios.
[147]
Ficha 2. ¿DÓNDE FUNDAMENTO MI CONDUCTA?
1. Discernir el proyecto de Dios en mi vida hace referencia a una
decisión global en un momento dado. En nuestra cultura, suele ser hacia los
22-28 años, más o menos. Este tema está en el horizonte de este ciclo, a modo
de conclusión práctica y adulta del proceso de personalización.
Pero corremos el peligro de centramos en esa decisión concreta,
olvidando que se apoya en una plataforma previa, la vida misma. El proyecto
de hecho se está dando en nuestra conducta diaria en el modo mismo en que
tomamos decisiones habitualmente.
2. Se supone que la experiencia de transformación personal está
repercutiendo directamente en la valoración de la conducta y en las decisiones.
Es un principio: cuando cambia la persona, cambia su juicio moral y su
conducta.
Cuestionario
a) ¿Tienes ahora el mismo modo de juzgar el bien y el mal, lo lícito y
lo ilícito, de hace unos años?
b) ¿Qué cambios de conducta se han producido desde el momento
en que ya no fundamentas tu vida ni en el orden ni en el
cumplimiento de normas, sino en la fidelidad a ti mismo?
c) Si ya no vives desde esquemas, sino “desde dentro”, ¿qué
consecuencias prácticas, de tipo moral, está teniendo esa
experiencia?
d) Si el vivir “desde dentro” es teologal, es decir, está guiado por el
amor cristiano, ¿es lo mismo que cuando está guiado sólo por tu
libertad de conciencia?
Deténte en estas preguntas, porque vienen a ser el test de tu nivel de
personalización.
Si no puedes responder a cada una, al menos haz este ejercicio: En una
columna, pon ANTES, e intenta escribir cómo actuabas y por qué en temas
concretos (por ejemplo, en cuestiones de solidaridad, de sexualidad y de
participación en la Eucaristía). En la otra columna, pon AHORA, describiendo
las diferencias y razonándolas.
3. Orar y reflexionar con Mc 2, 23-27; Mt 15, 1-20
Estas enseñanzas morales de Jesús pueden ser entendidas a distintos
niveles:
— Jesús criticaría el legalismo fariseo, el mero cumplimiento externo.
— Jesús sería un humanista que pone la dignidad de la persona por
encima de los sistemas religioso-morales que la oprimen.
[148]
— Jesús sería un maestro que establece como criterio moral no la
conducta objetiva, sino la intención.
— Jesús traería la revolución moral del Reino, que supone el amor
absoluto al hombre, por encima de la ley y del orden objetivo.
Pregunta crucial: Cuando piensas en estas cosas, ¿sientes algún
conflicto, sobre todo teniendo en cuenta la educación moral recibida? Intenta
precisar el conflicto concreto, por ejemplo, en qué aspectos te sientes
desorientado/a.
4. Después de este barullo de cuestiones, lo importante es tomar
conciencia de lo planteado en el título de la ficha: ¿Dónde fundamento mi
conducta? Advierte que no se refiere a lo que fundamenta el sentido de la vida
(ciclo 5, ficha 1), sino al fundamento de la conducta (valorar y decidir acciones
que se refieren al bien y al mal, a lo lícito e ilícito).
Se supone que la maduración humana y espiritual está llevando a un
cambio de mentalidad en los problemas morales.
[149]
parece claro, ya que lleva la carga emocional de un valor cultural central
(siglos de lucha por la libertad racional, con frecuencia, frente a la
autoridad que tutelaba el orden objetivo moral). Pero, por lo mismo,
susceptible de muchos sentidos. Libertad de conciencia puede significar:
— Hacer lo que a uno le viene en gana.
— Escuchar la voz de la razón interior, en la que está inserta la ley
sobre el bien y el mal.
— La necesidad de discernir personalmente en la complejidad de lo
real, ya que la normativa moral no puede sistematizar todas las
situaciones.
— El primado que tiene la subjetividad responsable sobre las normas
objetivas.
— La dignidad de la libertad que no es un mero instrumento para vivir
voluntariamente en orden, sino el valor incondicional correlativo a la
dignidad misma de la persona.
Si nos fijamos bien, las distintas acepciones reflejan distintos niveles de
madurez personal. Lo cual puede formularse así: Según se crece en el sentido
de la libertad, se crece en sentido moral, y viceversa.
4. Nace, espontáneamente, la pregunta: ¿Por qué la moral oficial
católica tiene tanta dificultad en aceptar el principio de la libertad de
conciencia en cuestiones morales?
— Porque es autoritaria y sobreprotectora.
— Porque afirmar el primado de la conciencia tiene el peligro de erigir al
hombre en árbitro supremo del bien y del mal, sin normas, negando
la finitud y su estructura. Tal fue el pecado de Adán (Gn 3: “conocer
el bien y el mal”), no aceptarse criatura, no reconocer ninguna Ley.
— Porque ninguna conciencia individual puede crear una sabiduría
moral en el caos de la existencia humana. Necesitamos la tradición
racional y de la Revelación, es decir, la autoridad de la humanidad y
de la Palabra de Dios para orientar correctamente la conducta
humana.
Sería muy enriquecedor que el grupo debata y descubra las luces y
sombras de esas tres razones.
5. Sin embargo, aunque parezca un tema moral marginal, conviene
recordar que el Concilio Vaticano II promulgó el decreto sobre la libertad
religiosa. Hasta este momento, el pensamiento oficial decía que el error no
puede tener los mismos derechos que la verdad.
Por primera vez se acepta (es triste decirlo) que el sujeto de derechos
no es la verdad objetiva ni el error, sino la persona. Dicho de otra manera,
introduce el principio de la subjetividad como determinante del juicio moral.
[150]
¿Por qué no se extiende este principio al conjunto de la moral? Un
ejemplo: La moral oficial prohíbe los anticonceptivos en las relaciones sexuales
para evitar el embarazo, porque, dice, quebranta el orden objetivo de la
sexualidad, introduciendo elementos artificiales por obra y gracia de la
conciencia subjetiva, no respetando la naturaleza, expresión de la Ley de Dios.
¿Dónde está el fallo de dicho razonamiento?
6. Es evidente que el subjetivismo acecha la conciencia moral. Pero la
solución no es volver al moralismo normativo, en que de nuevo la Ley se
constituye en fuente de la existencia creyente.
Poner ejemplos de la vida ordinaria o de conflictos vividos, en que es
necesario dar el paso a la libertad de conciencia.
Pregunta crucial: ¿Cuáles son las condiciones para dar ese paso y
constituirlo en un talante moral habitual?
7. A nuestro juicio son dos, y las dos han sido expresadas por Pablo:
Primera: No se trata de pasar por alto el valor moral objetivo de la Ley,
por ejemplo, de los Diez Mandamientos, sino de situarlos en una dinámica
nueva.
Que lo objetivo no sea lo determinante, sino referencia esencial, entre
otras, del juicio moral. Que lo determinante sea el discernimiento que hace la
conciencia de la situación concreta.
Segunda: Que la subjetividad descubra los modos de vivirse a sí
misma.
— Una es la subjetividad autónoma, que sólo tiene en cuenta su
capacidad racional y su capacidad de decisión.
— Otra es la subjetividad iluminada y animada por el amor, capaz de
renunciar a su autoposesión, para entregarse al prójimo. Al fin y al
cabo, la mayor dificultad para ser libre es el apego a la propia razón y
voluntad.
8. El cristiano conoce una libertad paradójica: la del amor que se olvida
de sí, la de la autonomía que no necesita autoafirmarse.
Leer y comentar Gál 5; 1 Cor 8-9.
[151]
de mayor o menor radicalidad. Piensa, por ejemplo, en irse al Tercer
Mundo, en dedicar su tiempo a la gente marginada o que sufre, en una
opción socio-política, en la renuncia de los bienes económicos, en un
compromiso fuerte de oración... fuera de su vida ordinaria, como un
añadido.
Cuestionario
a) ¿Eres tú uno de esos a los que ocurre lo anterior? ¿Por qué crees
tener esa tendencia?
b) ¿Has ido descubriendo estos años la radicalidad que supone la vida
ordinaria como proyecto cristiano de vida? Intenta concretar las
experiencias que hayas tenido en este sentido.
2. Descubrir que la vida ordinaria contiene más densidad que nuestros
deseos ideales está en relación directa con la maduración humana y
espiritual, e incluso tiene que ver con la edad. En efecto, cuando uno es
joven y necesita definir su futuro, tiene que ensanchar el horizonte de su
vida, y para ello, identificar el proyecto y el ideal. ¡Ay del joven para el
que el proyecto de vida es lo inmediato controlable! Pero cuando uno
tiene más de cuarenta años, si real-mente ha madurado, ha descubierto
la densidad de la vida, con sus riesgos y responsabilidades, con sus
logros y sus fracasos.
Sería interesante compartir entre los miembros del grupo esta diferencia
de matices y procesos ligados a la edad. Para ello, tener en cuenta
áreas concretas, por ejemplo:
— Qué presupone de implicación personal y de radicalidad el amor de
pareja, la paternidad/maternidad, la amistad, etc.
— El trabajo estable y rutinario, en que a más de uno le toca hacer lo
que no le gusta.
— El sufrimiento como parte esencial de la condición humana, que
aparece constantemente en la vida ordinaria de una manera sutil, con
frecuencia, sin necesidad de esperar a circunstancias especiales.
3. Orar y reflexionar con Si 2-6
El texto es un poco largo; pero bien merece la pena detenerse en la
sabiduría del AT, preocupado siempre por integrar la fe en la vida.
Con frecuencia nos llaman la atención textos bíblicos en que brilla el
heroísmo o la radicalidad de la llamada. Olvidamos el equilibrio bíblico
entre la experiencia del Absoluto y el realismo de la vida ordinaria.
4. Termina de preparar la reunión con esta pregunta: ¿Has optado
conscientemente por dar prioridad a tu vida ordinaria sobre las
decisiones extraordinarias?
Esto vale lo mismo para el que está condicionado y no puede optar por
un proyecto nuevo de vida (el casado/a con hijos, por ejemplo) que para
[152]
el que 0pta por una vocación de radicalidad mediante los votos de
pobreza, obediencia y celibato. También en este caso, al fin y al cabo, la
radicalidad del seguimiento de Jesús se realiza en lo cotidiano.
[153]
4. Vamos tomando conciencia de lo extraño y maravilloso que es vivir
como cristiano. Por una parte, la fe no nos separa del mundo,
construyendo ámbitos aparte; por otra, nuestra valoración de las cosas y
multitud de opciones que hemos de hacer cada día nos hacen distintos.
Por una parte, somos humanos como todos, y la fe no nos garantiza,
automáticamente, ser más equilibrados ni siquiera más virtuosos; por
otra, nuestro corazón y los proyectos de vida no son nuestros, sino del
Señor, y El nos lleva donde El quiere. Todo depende, pues, de un
profundo respeto a la realidad y de leerla, sin embargo, desde la fe.
A la hora de planteamos nuestro proyecto de vida, esta lectura creyente
de la realidad es determinante, por ejemplo:
— Que mis preferencias por una determinada carrera no sólo es
cuestión de cualidades profesionales o de gusto, sino de servicio al
prójimo.
— Que la historia de amor que yo tengo con una persona es,
simultáneamente, presencia del amor de Dios en mi vida e incluso,
vocación.
— Que mi historia de relación de Jesús no es sólo cuestión de fidelidad
a prácticas cristianas, sino un camino donde Dios me revela su
proyecto sobre mí.
— Que vivir en este barrio o en otro no se debe sólo a circunstancias
casuales, sino que apela a otros cuestionamientos.
Pregunta crucial: Si yo releo mi historia en clave de Providencia, ¿en
qué noto que Dios ha ido haciendo y revelando su proyecto sobre mí?
[154]
promesas inauditas de felicidad y plenitud, es decir, el Reino, es
probable que todavía me sienta más ajeno al tema.
— La de alegría: la sorpresa de significar personalmente para Dios, el
agradecimiento humilde de ser llamado personalmente y de saber que
Dios cuenta conmigo.
¿De dónde nace esta alegría? ¿No será una ilusión, necesidad de
sentirme importante?
Si siento agradecimiento y, a la vez, tengo la lucidez de saber que Dios
cuenta con mi pobreza, que la llamada no me coloca por encima de
nadie... ¡buena señal!
2. Para personalizar lo anterior, hace falta ciertos presupuestos:
— capacidad de autoestima y sentido de las propias limitaciones, al
mismo tiempo;
— un proceso por el cual me he ido descubriendo como persona única,
proceso ligado a la autenticidad y la experiencia de la libertad que
arriesga;
— experiencias de responsabilidad incondicional, que me hayan llevado
a conocer la lealtad a las personas, a ciertos principios y valores,
etc.;
— experiencia de relación con Dios que me ha dado conciencia de ser
amado personalmente;
— descubrimiento del Evangelio como proyecto de Dios sobre el mundo
y proceso de identificación con la figura del discípulo, llamado a
compartir la misión de Jesús;
— gozo interior de la fe que me hace disponible a Dios, consciente de
que la misión no depende de mí, sino de la confianza en el Señor.
3. Los presupuestos humanos y espirituales del número anterior pueden
resonar como máximos o como mínimos, es decir, como altas
exigencias o como experiencias iniciales (al fin y al cabo, se van
repitiendo en los temas cruciales de la personalización). Pues bien, esta
resonancia es especialmente significativa a la hora de plantearse el
proyecto de vida.
Antes de la reunión, conviene hacer este ejercicio: coger cada uno de
los puntos indicados en los guiones y ver cómo se han ido
desarrollando en mi historia personal.
Nunca insistiremos suficientemente en que lo más importante del
proyecto de vida no es su objetivación, ni siquiera la elección concreta,
sino la vida misma, el talante, las actitudes, el proceso interior que se va
haciendo a través del planteamiento del proyecto. Aciertes o no aciertes
con el proyecto, lo decisivo es que estás viviendo en proyecto, en estado
de misión.
[155]
4. Orar con 1 Sam 3; Lc 2, 41-52.
Ambos textos tienen mucho en común.
Nuestro proceso de personalización consiste, en buena parte, en
distinguir entre nuestros sueños, la voz del maestro y la voz de Dios.
La llamada necesita un tiempo para que sea conciencia personal,
intransferible, de tener una misión en la vida.
Hay que tener claro que sólo Dios es el Absoluto y que nuestra
vida le pertenece, por encima de todo lazo humano.
Esa claridad no es una idea, ni una obligación, ni una voz de la
superconciencia inconsciente, que amenaza mi autonomía, sino la luz
liberadora, la verdad más íntima de mi propio ser.
[156]
cristiano de vida matrimonial ha de preguntarse sobre sus opciones de
trabajo, si puede elegir, claro).
Cuestionario
a) ¿Estás ahora en el momento de la opción vocacional? ¿Qué tipo de
opción?
b) Mirando tu historia, ¿cuál es tu experiencia respecto a este tema?
¿En qué notas que has cambiado?
3. Lee y ora con Mc 10 entero
Hemos escogido el capítulo entero porque no sólo habla de la
vocación “especial” del joven rico, sino de la vocación especial, también,
del matrimonio según el Reino. Porque el horizonte en que Jesús sitúa
las opciones cristianas es el del Seguimiento. El discípulo es llamado a
identificarse con Jesús, sus actitudes y sus preferencias, su misma
vocación de Mesías entregado.
El texto ofrece una serie de claves para vivir la dinámica
vocacional cristiana.
4. Cuestionario
a) ¿Por qué cuesta hoy optar por algo definitivo?
b) ¿Qué resistencias interiores notas a la hora de optar?
c) ¿De dónde vienen esas resistencias?
d) ¿Notas gozo, paz, libertad interior al optar por una forma de vida o al
reelegir la decidida anteriormente?
[157]
2. El diálogo sobre los carismas dará lugar, probablemente, a
valoraciones espontáneas diversas.
Tener en cuenta que la valoración depende del contexto socio-cultural y
del modelo implícito que se tenga de la Iglesia. Por ejemplo:
— El prestigio o desprestigio de la vida religiosa.
— El modo de situarse ante el celibato, como ideal deseado o como
limitación sospechosa.
— La motivación espiritual para ser cura: celebrar la Eucaristía o servir
a la comunidad.
— A qué se da prioridad en la Iglesia: al seglar o a los “consagrados”.
3. Habría que evitar la ideología que establece jerarquías de perfección:
la vida contemplativa sobre la activa, el celibato sobre el matrimonio, la
dedicación “especial” al Reino sobre la vida ordinaria, etc.
En este aspecto, la teología del Vaticano II se mueve todavía en
la ambigüedad. Habla de la vocación universal o la santidad; pero sigue
afirmando el seguimiento de Jesús “más de cerca” de los religiosos/as.
Lo decisivo es percibir que cada forma de vida cristiana tiene sus
pros y sus contras. Por ejemplo:
— La radicalidad de opción, por la que se deja la familia para entrar en
una comunidad religiosa, tiene la ventaja de la experiencia del Reino
como dinámica de absoluto; pero tiene el inconveniente de entrar en
un “sistema” que impide la confrontación ordinaria con lo humano.
— El celibato facilita la unificación afectiva y la experiencia de la
Alianza; pero se presta a vivir de deseos ilusorios, suponiendo que
integre bien las necesidades afectivo-sexuales.
— Ser cura ayuda a vivir del amor en el olvido de sí, disponible para los
demás; pero se presta a enmascarar la individualidad bajo las
exigencias del “rol” y a sustituir el servicio por el poder.
— Casarse concentra la existencia en la concretez del amor definitivo y
fiel; pero tiene el peligro de diluir el Reino y la experiencia de Dios en
la dispersión de las urgencias humanas.
4. Hay algunos temas que quizá preocupen al grupo y que necesitarían
mayor reflexión:
a) La problemática del matrimonio cristiano. ¿Cómo hay que entender la
indisolubilidad? ¿Es una ley o una vocación? ¿Qué aporta el sacramento
al amor humano? ¿Qué lugar ocupa la sexualidad en la relación de
pareja?
[158]
Aquí se entremezclan muchos temas. Si no queremos dispersarnos, hay
que seguir centrados en el proyecto como vocación. Sería importante
aclarar la diferencia entre la indisolubilidad como ley y como vocación.
b) La problemática psicoafectiva del celibato.
c) La dedicación al Reino en formas no institucionalizadas: pertenencia a
comunidades cristianas, movimientos de voluntariado, etc.
d) Cómo concretar en una vida ya establecida ciertas opciones de
radicalidad cristiana: por ejemplo,
— La austeridad y la comunicación de bienes.
— La organización del tiempo libre para los demás.
5. Para no perderse en racionalizaciones, a las que somos propensos,
este cuestionario ayudará a descender a concreciones personales y de
situación:
a) Al tratar las fichas 7 y 8, ¿notas un desplazamiento de la
opción de vida de lo ordinario a lo “especial”? ¿Te crea
conflicto? ¿Por qué?
b) Cuando te planteas tu opción vocacional, ¿buscas lo mejor
en general o lo mejor para ti, consciente de que cada forma
de vida tiene sus pros y sus contras?
c) De todo el contenido complejo de esta ficha, ¿qué es lo que
más te ha ayudado a clarificar (o desorientar) tu opción
vocacional?
6. Complemento bíblico Col 3-4
En la reunión puede hacerse comunicación de resonancias.
[160]
a) Buscar un tiempo de silencio y reflexión para escribir en un folio,
en dos columnas, los pros y contras de la opción concreta que se
está planteando.
Los pros y contras son analizados desde el proyecto
cristiano de vida, lógicamente, no desde lo más cómodo o lo
menos cómodo; pero tampoco, desde lo más perfecto o lo menos
perfecto.
b) Ver el conjunto en una especie de balanza y constatar qué
razones prevalecen.
c) Orar con estos datos y percibir si lo que se siente interiormente,
en la presencia de Dios, coincide con lo razonado.
5. Signos de elección acertada:
a) Que no necesites acertar, como si el discernimiento fuese un
sistema de seguridad.
b) Si las “mociones” en la oración y las razones en la reflexión
coinciden.
c) Si la opción aparece como fruto de libertad interior, no como un
modo de salir de la indecisión.
d) Si la opción me produce paz de obediencia, más que satisfacción
perfeccionista o comodidad.
e) Si al elegir las preferencias de Dios, algo radical, no me
autoafirmo, sino que me siento agradecido y humilde.
f) Si la decisión corrobora la unidad de mi historia, conducida por
Dios hasta este momento.
g) Si la opción se apoya no en mis fuerzas, sino en la fidelidad de
Dios, con realismo.
6. Un discernimiento así, tan serio, no se hace en dos horas, ni en un
día, normalmente. Los maestros aconsejaban hacerlo en unos días de
Ejercicios y después de un camino recorrido, cuando parecía que había
llegado el momento de la decisión.
7. ¿Demasiado complicado?
Con estos métodos de discernimiento ocurre como con la
personalización. Son importantes en una etapa de la vida, cuando se
necesita aprender el autoconocimiento y tomar conciencia de la acción
de Dios en el corazón de la persona. Cuando se ha hecho este
aprendizaje, el método de discernimiento es más sencillo. El instinto de
verdad, la apertura incondicional a Dios y la vida misma se encargan de
orientar nuestras decisiones.
[161]
Ficha 10. PERMANECER EN JESÚS
1. Todo proyecto, en definitiva, sólo es una mediación para la vida que
Dios ha infundido en nuestros corazones a partir de la muerte y
resurrección de su Hijo Jesús.
La vida va por dentro. A estas alturas, esa frase te parecerá
luminosa, uno de los frutos más valiosos del proceso de personalización.
Lo definitivo eres tú, como persona, y Dios, fuente de tu ser.
La frase no tiene nada que ver:
— ni con el intimismo, que se repliega en la experiencia interior;
— ni con el individualismo, que se inhibe de lo social;
— ni con el espiritualismo, que tiende a percibir a Dios sólo en
las conciencias, fuera de la historia.
2. Lee y ora con Juan 15.
Permanecer en Jesús es la necesidad primaria, pues sin Él no
podemos nada.
Permanecer en Jesús es el don máximo del Padre: el Espíritu
Santo, derramado en nuestros corazones.
Permanecer en Jesús es el camino: ser discípulo que hace suyas
las actitudes, el mensaje, el destino de Jesús.
Permanecer en Jesús es la promesa que hay que pedir
constantemente: la comunión con Dios y con los hombres.
Permanecer en Jesús es la condición para que nuestra misión dé
fruto y fruto abundante.
Permanecer en Jesús es el propósito fundamental que hay que
renovar cada día.
Permanecer en Jesús es la experiencia misma del Reino: creer, esperar
y amar a Jesús.
3. Cuestionario
a) ¿Qué contenido das tú a la frase “La vida va por dentro”?
[163]
importante la conciencia concomitante (se personaliza la vida, sin
necesidad de reflexionarla).
— El amor que sale de sí y se encuentra en el Tú, es conciencia
concomitante. Si se hace refleja, necesita de un distanciamiento del Tú,
centrándose en el yo.
— Estar pendiente del análisis de motivaciones termina haciendo de la
vida espiritual un examen moralista de conciencia.
Que quede claro: Unos años (pocos, dos o tres, según los casos)
dedicados a la personalización reflejamente elaborada, es una
mediación muy valiosa para adquirir conciencia concomitante de lo que
somos y hacemos. Pero, cuando el talante existencial está hecho, lo
mejor es dejar a la vida misma (acontecimientos, relaciones
interpersonales, situaciones) que nos enseñe.
Hay un dato significativo: El diario, al principio de la
personalización, en la crisis de autoimagen, se hace un instrumento
esencial de la personalización; al cabo de cierto tiempo, deja de tener
interés y de aportar nada importante.
Que la personalización enseñe lo esencial: implicarse en la vida.
¿Se necesita aclarar que ese implicarse no se opone, sino
reafirma lo dicho en la ficha anterior, “que la vida va por dentro”? Si se
sienten dichas afirmaciones como contradictorias, es que no se ha
entendido ni vivido la personalización.
3. La reunión se centraría:
a) en dialogar sobre las reflexiones anteriores;
b) qué resonancias tiene en cada uno/a del grupo;
c) cómo se está planteando cada uno/a el futuro después de estos
años de personalización.
4. Para orientar la reflexión sobre el futuro, puede ayudar el siguiente
cuestionario:
a) ¿Te parece que ya te ha llegado el momento de desprenderte de
la pedagogía de la personalización, para centrarte más en la
vida? ¿Por qué?
b) ¿Te gustaría caminar con el mismo grupo, pero cambiando de
pedagogía? ¿Cuál? ¿O prefieres ir a tu aire o con otros
creyentes? ¿Por qué?
c) ¿Es el discernimiento de tu proyecto de vida, ciclo 6, el que está
orientando ahora tu futuro?
d) ¿Cómo piensas vivir el sentido comunitario-eclesial de la fe?
[164]
e) ¿A qué das prioridad en tu planteamiento de futuro, a tu “mundo
natural”, por decirlo de alguna manera (familia, pareja, amistades,
trabajo, responsabilidades sociales...), o a tu “mundo cristiano”
(grupo, parroquia, movimiento confesional...)? ¿Por qué?
5. Sugiere algo para concluir este camino de personalización.
— ¿Un retiro?
— ¿Un día de campo?
— ¿Oración compartida?
— ¿Una cena de amistad?
[165]