Manual de Catecúmenos Ipna
Manual de Catecúmenos Ipna
Manual de Catecúmenos Ipna
dando testimonio del amor de Cristo. Queremos mostrar que este amor
produce reconciliación y paz, a través de una Iglesia heterogénea que
integre personas de distinta extracción social. Para ello involucramos a
los comulgantes en las siguientes actividades: Adoración y oración a
Dios; servicio a la comunidad; estudio de la Biblia; comunión entre los
participante; compartir el Evangelio con el prójimo, desarrollar un acción
cívica responsable y que reconozca la gracia de Dios en todas las áreas
artística, del saber, ciencias y públicas.
CONGREGACIONES DE LA IPNA
PRESENTACIÓN
C.A.M.C.
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CONTENIDO
CAPITULO I
EL POR QUÉ ME DEBO HACER MIEMBRO DE UNA IGLESIA LOCAL
1. Lo que somos como creyentes
a. Un creyente es parte del cuerpo de Cristo
b. Un creyente es parte del pueblo de Dios
c. Un creyente es parte de la familia de Dios
2. La Misión de la Iglesia
a. Definición confesional
b. La Palabra de Dios
CAPITULO II
EL SIGNIFICADO DE SER MIEMBRO DE LA IGLESIA PRESBITERIANA
NACIONAL
CAPITULO III
BREVE HISTORIA DE LA IGLESIA PRESBITERIANA NACIONAL
1. La Reforma Protestante
2. Presencia Presbiteriana en Chile
3. Surge la Iglesia Presbiteriana Nacional (IPNA)
CAPITULO IV
FORMA DE GOBIERNO DE LA IGLESIA PRESBITERIANA NACIONAL
1. Su forma de Gobierno
2. La Iglesia
3. El Consistorio
4. Asamblea congregacional
5. Los miembros de la Iglesia
6. Oficiales de la Iglesia
7. Concejos o Tribunales
8. La disciplina
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CAPITULO V
SUMARIO DE DOCTRINA DE LA IGLESIA PRESBITERIANA NACIONAL
1. Los Cinco Puntos del Calvinismo
2. Soberanía de Dios
3. Los Sacramentos
4. Las Sagradas Escrituras
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INTRODUCCIÓN
Este manual ha sido preparado para orientarte en las cosas que debes
saber y creer como Presbiteriano reformado, antes de ser recibido como
miembro de la iglesia. Este no es un estudio profundo sobre
presbiterianismo, aquí sólo encontraras el discernimiento básico de lo
que realmente significa unirte a la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo.
Hacerse miembro significa empezar a trabajar para lograr la Misión de la
Iglesia. Cristo te ha llamado a llevar a cabo esta responsabilidad. Esta
no es una tarea que dure un día, mes o año. Es una labor de toda la
vida, y más aun, la delegamos a las generaciones que nos seguirán.
CAPÍTULO I
Pasemos a ver por qué te debes hacer miembro de una iglesia local
concreta, en este caso de la Iglesia Presbiteriana Nacional. La razón
está en lo que un creyente es. Ni siquiera soñamos con incluir aquí
todo lo que un creyente es en Cristo, pero sí queremos precisar tres
realidades de la vida cristiana que apuntan a tu relación con la Iglesia.
Todos los que hemos creído en Cristo somos “un solo cuerpo”, no
importa dónde estemos. Pero esa realidad espiritual se le reconoce por
sus efectos. Nuestra unidad es una “unidad creada por el Espíritu”, así
que su resultado inflamable será el impulsarnos irresistiblemente a
formar parte de aquella comunidad social concreta que es la iglesia
local. El cuerpo de Cristo es uno solo a través del mundo y las edades,
pero como es imposible que un conglomerado tan amplio pueda reunirse
regularmente para trabajar por el reino, entonces surgen las iglesias
locales.
Ahora bien, si tú has sido rescatado del pecado, entonces eres parte de
ese pueblo, porque todos los creyentes somos: “conciudadanos de los
santos” (Efesios 2:19). Como ciudadanos del pueblo de Dios, creemos
que nuestra ciudadanía está en los cielos (Filipenses 3:20), lo que nos
convierte en un pueblo peregrino, que no pertenece a este mundo de
pecado Es respecto a este mundo caído que se nos llama “extranjeros y
peregrinos” (1ª Pedro 1:17)
Otra figura que usa la Biblia para explicar los fuertes lazos que unen a
los creyentes, es describir a la iglesia como “la familia de la fe” (Gálatas
6:10), ya que todos los que creemos en Cristo hemos dejado de ser
extranjeros y advenedizos, para pasar a ser “miembros de la familia de
Dios” (Efesios 2:19) Por eso se dice que somos “hijos de Dios”, por
adopción y regeneración, por eso nos llamamos “hermanos” (Romanos
8:14-17;8:15,23;Juan 3:3-8;Hechos 11:29)
2. La Misión de la Iglesia
Nos toca repasar la segunda razón por la que tú debes hacerte miembro
de una iglesia local concreta. Esta razón está en el fin para el cual Dios
te llamó a su reino.
A. Definición confesional
B. La Palabra de Dios
CAPITULO II
¿Qué se quiere decir por relación de pacto? Significa que ante Dios y en
base a tu fe, tú estás haciendo un compromiso juramentado con la
Iglesia. Hacer un pacto es hacer un compromiso solemne de unidad,
que no podrás quebrantar sin a la vez pecar gravemente contra Dios, su
pueblo y tu propia persona. Pero ¿compromiso respecto a qué? El
siguiente punto lo aclara:
A. Deberes
B. Derechos
CAPITULO III
1. La Reforma Protestante
1 Una relación cercana del hombre con Dios. Esta relación descansa
sobre la gracia inmerecida de Dios, revelada a los hombres en
Jesucristo y recibida por ellos mediante la fe.
2 Las Escrituras (Biblia) constituyen la norma decisiva de autoridad
espiritual.
3 El sacerdocio universal de los creyentes. Puesto que todo cristiano
puede recibir por la fe el don del amor redentor de Dios en Cristo,
no está subordinado a ritos sacerdotales o de iglesia, sino que
puede ejercer el derecho y el deber del juicio privado. En este
sentido, los protestantes y presbiterianos son fundamentalmente
un movimiento de preservación de la individualidad.
4 La libertad religiosa. Es la resistencia a la coerción, sea ella del
poder civil o eclesiástico, en asuntos de fe y prácticas religiosas.
5 La revaloración de la vida común y el trabajo. No conoce una
separación básica entre vocaciones religiosas y seculares.
Considera a todos los hombres responsables individualmente ante
Dios, con el privilegiado deber de servirle por medio de toda la
vida, cualquiera que sea el campo en que ésta se desenvuelva.
6 El creer en la Iglesia. El poner énfasis en el valor individual, no
impide el énfasis en la necesidad de la comunión (Congregación) de
los creyentes.
CAPÍTULO IV
1. Su Forma de Gobierno
Gobierno federal
Gobierno parlamentario
2. La Iglesia
4. Asamblea Congregacional
Los niños hijos del pacto, siendo por lo menos uno de los padres
miembro de la Iglesia, tienen derecho a ser bautizados y recibir el
cuidado pastoral, instrucción y dirección de la Iglesia, con el objeto de
que posteriormente abracen a Cristo y así entren a posesión personal de
todos los beneficios del pacto.
Cuando algún Anciano gobernante por alguna causa o razón que no sea
un delito, ya no pueda servir para la edificación de la Iglesia, puede
dejar de ser Anciano activo. Cuando así se acordase, el Consistorio lo
asentará en sus actas, estipulando las razones que hubo para ello.
para ello. Los pastores solo son miembros del Presbiterio no así de las
iglesias. Algunas facultades de este consejo son:
8. La Disciplina
CAPÍTULO V
2. La Soberanía de Dios
Declarar que el plan original del Creador ha sido frustrado por el pecado,
es destronar a Dios. Sugerir que Dios fue tomado por sorpresa en el
Edén y que ahora está tratando de remediar una calamidad imprevista,
es degradar al Altísimo al nivel de un mortal finito y falible. Argumentar
diciendo que el hombre es el que determina exclusivamente su propio
destino, y que por tanto tiene poder para contrarrestar a su Hacedor, es
despojar a Dios del atributo de la omnipotencia. Decir que la criatura ha
rebasado los límites impuestos por su Creador, y que Dios es ahora
prácticamente un impotente espectador del pecado y el sufrimiento
acarreados por la caída de Adán, es Odiar la declaración expresa de la
Sagrada Escritura: "Ciertamente la ira del hombre te acarreará
alabanza: tú reprimirás el resto de las iras" (Salmo 76:10).
Resumiendo: negar la soberanía de Dios es entrar en un sendero, que
de seguir hasta su conclusión lógica, lleva al puro ateísmo.
3. Los Sacramentos
«Los sacramentos son signos y sellos del pacto de gracia, que fueron
instituidos directamente por Dios, con el fin de representar a Cristo y
sus beneficios y confirmar nuestro interés en él, así como también para
poner una diferencia visible entre aquellos que pertenecen a la iglesia y
el resto del mundo, y para comprometerlos solemnemente en el servicio
a Dios en Cristo, según su Palabra » (Confesión de Fe de Westminster
Cap. XXVII. I)
a. El Bautismo
Iglesia, que incluye también a los niños. Dios los llama hijos suyos
(Ez. 16:20-21).
• Nuestra Constitución reglamenta que: “Los niños hijos del Pacto,
siendo por lo menos uno de los padres miembro de la Iglesia
(Local), tienen derecho a ser bautizados y recibir el cuidado
pastoral, instrucción y dirección de la Iglesia, con el objeto de que
posteriormente abracen a Cristo y así entren a posesión personal
de todos los beneficios del Pacto” (Cap. VI, Nº 2) Y más adelante
estipula que uno de los deberes y/o derechos del miembro es:
“Hacer partícipes a sus hijos, por medio del Bautismo y la
instrucción religiosa, de las promesas y bendiciones divinas.”
(Cap. VI, Nº 4, Letra B)
• El Libro de Disciplina de nuestra Iglesia nos dice: “Todos los niños
que nacen del gremio (Congregación) de ella, serán bautizados y
quedarán bajo el cuidado de la Iglesia, sujetos a su gobierno y
disciplina; y cuando tengan ya los años de la discreción estarán
obligados a cumplir los deberes de loas miembros de la Iglesia.”
(Cap. 1, Nº 6)
• La Confesión de fe de Westminster, al tratar el tema del Bautismo,
en su letra D, nos declara sobre quienes han de bautizarse: “No
sólo han de ser bautizados los que de hecho profesan fe en Cristo
y obediencia a El, sino también los niños hijos de uno o de ambos
padres creyentes.”
La Comunión o Santa Cena se compone del pan y el vino que Cristo nos
invita a comer con estas palabras: «Esto es mi cuerpo, <entregado> en
vuestro favor» y «Esto es mi sangre del pacto, derramada en favor de
muchos, para el perdón de pecados» (1ª Co. 11:24; Mat. 26:28)
(1) Ro. 2:14,15; Ro. 1:19,20; Sal. 19:1-3; Ro. 1:32 con 2:1.
(9) 1 Co. 1:21; 2:13,14; 1 Co. 2:9-12.
(3) Heb. 1:1; Gá. 1:11, 12; Dt. 4:12-14.
(4) Lc. 1:3,4; Ro. 15:4; Mt. 4:4, 7, 101- Is. 8:19, 20; Pr. 22:19-21
(5) 2 Ti. 3:15; 2 P. 1:19.
(6) Heb. 1:1, 2.
Todos estos fueron dados por inspiración de Dios para que sean la regla
de fe y de conducta. (1)
(1) Lc. 16:29, 31; Ef. 2:20; Ap. 22:18, 19; 2 Ti. 3:16.
La autoridad de las Santas Escrituras, por la que ellas deben ser creídas
y obedecidas, no depende del testimonio de ningún hombre o iglesia,
sino exclusivamente del testimonio de Dios (quien en sí mismo es la
verdad), el autor de ellas; y deben ser creídas, porque son la Palabra de
Dios. (1)
(1) Hch. 15:15, 16; 2 P. 1:20, 21; Jn. 5:46; Mt. 4:5-7.
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(1) Mt. 22:29, 31; Ef. 2:20 con Hch. 28:25; Lc. 10:26.
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NOTA FINAL
Timbre Iglesia