CONCEPCIÓN HASTA 5 Años
CONCEPCIÓN HASTA 5 Años
CONCEPCIÓN HASTA 5 Años
La base de la vida está en la concepción. De cómo, cuándo, dónde y por quién fuimos concebidos dependerá nuestra
vida futura. Fuimos concebidos por un padre y una madre que a su vez tenían una historia propia. En la medida en que
podamos aceptar esas historias y esas circunstancias podremos tener mayores posibilidades de sanar.
Conocer mis raíces me ayudará a ver mi realidad en todo el contexto y me servirá para exponer esa realidad a la luz y al
amor sanador de Dios.
PARA TRABAJAR
Tomar un tiempo en silencio y soledad para poder hacer mi árbol genealógico con el mayor detalle posible. Tratar de
poner en él los rasgos característicos de la familia de mi padre y mi madre. Las tragedias o enfermedades que yo
conozca o haya escuchado de miembros de mi familia.
Una vez terminado mi árbol con reverencia presentárselo a mi Padre Dios pidiéndole que sane ese árbol hoy, ya que
para Él mi pasado y el día de hoy existen en un eterno presente. Si puedo, ir a misa, llevar mi papel y a la hora del
ofertorio, ofrecérselo al Señor, tal y como yo veo mi realidad familiar.
Al recibir la Eucaristía, tomar conciencia de que el Señor ha aceptado mi ofertorio y viene a morar en mí a pesar de todo
lo que haya pasado en mi familia antes de mí a pesar de todo lo que haya pasado en mi familia antes de mí o en mí
mismo. Sentir cómo su amor me inunda y me empieza a sanar.
(Realizar las siguientes preguntas tanto a papá y mamá, a cada uno y por separado)
La respuesta a estas preguntas tal vez sea fácil para ti si has escuchado en casa relatos sobre eso, sin embargo tal vez no
sepas nada. Si tu madre/padre vive tal vez puedas preguntarle, o bien algunos tíos te ayudarán a reconstruir tu historia.
Pero de cualquier manera si no llegas a saber nada, siéntete en paz y escucha a tu propio corazón que te vaya contando
tu historia.
Sabemos poco de nosotros porque no sabemos escuchar a nuestro cuerpo, a nuestras emociones, a nuestro corazón,
pero si te tomas tiempo y lo deseas, descubrirás cosas que ni te imaginas y que con el tiempo podrás comprobar.
MOMENTO DE ORACIÓN
“¿Puede acaso una madre olvidar, al hijo que lleva en sus entrañas?
Pues aunque ella lo hiciera, yo jamás de ti me olvidaré. Yo te llevo grabado en la palma de mis manos”
Coloca tu mano derecha sobre tu corazón, como si fuera la mano del Padre que te consuela, esa mano nunca te olvidará.
Siente la fuerza y la seguridad de esa mano del Padre y goza la sensación de sentirte sostenido en la palma de Su mano.
Goza este momento con Él y dale las gracias mientras descansas en Su amor.
Imagina a tu padre y a tu madre en sus respectivas edades y en la situación que estaban cuando tú venías al mundo.
Trata de entender por qué no pudo tu madre/padre darte lo que tú necesitabas. Trata de contemplarlos como lo haría el
Padre de los cielos. Comprende que nadie puede dar lo que no tiene y tu madre/padre también tenía muchas carencias.
Llévalos contigo a tu siguiente Eucaristía y ofrécelos a Dios en el Ofertorio. Durante la comunión pídele a Jesús que Él
establezca entre tu madre/padre y tú una relación más profunda a través del mismo Jesús. Siente como el simple deseo
de esa unión más verdadera trae una paz a tu corazón.
Dile a Jesús que te regale el don de desear perdonarla/lo por lo que no te dio o por lo que te haya lastimado
Después de contestar estas preguntas, cierra los ojos y vuelve a presentar tu concepción delante de Dios. Él pone en tu
corazón la semilla del perdón para las carencias y las incapacidades de tus padres y te llena de agradecimiento cuando
estas circunstancias sí han sido llenas del amor de tus padres.
Enseguida escucha las palabras del amor de Dios “Si tu padre y tu madre te fallaran, Yo nunca te abandonaré, eres mío y
tu Padre soy” repítelas y déjalas penetrar en tu inconsciente, en tu espíritu, en tu corazón. Deja que tu corazón se llene
de ese amor de Dios y de gratitud hacia su cuidado y Su paternidad.
Toma ahora unas lecturas de la Biblia en las que Dios te habla de su amor eterno y de su cuidado por ti. Léelas muy
lentamente dejando que penetren hasta lo más profundo de tu espíritu.
Recuerda que la Palabra de Dios es viva y eficaz y que no vuelve al Padre hasta no haber realizado su obra. Así que deja
que esa vida de Dios a través de su palabra te dé a ti nueva vida. Deja que te sane. Es falta de amor lo que enferma y es
el amor el que sana, así que deja que el Amor perfecto de Dios te sane.
Busca el Salmo 139(138), versículos del 13 al 16. Léelos en voz alta, lentamente, dos veces dejando que las palabras
penetren en tu espíritu.
Imagínate al Padre, poco después de que te ha creado y está a punto de mandarte al mundo para tu nacimiento. Piensa
que Él te dice la clase especial de persona que quiere que llegues a ser y todo lo que quiere que hagas en este mundo. Él
repite tu nombre una y otra vez con el mayor amor.
La necesidad de un infante es la de ser bienvenido a este mundo, necesita estar unido a su madre, ser alimentado por
ella y verse reflejado como en un espejo en ella. Esta etapa es llamada la etapa simbiótica porque está totalmente
dependiente de ella, para aprender acerca de sí mismo y para obtener que sus necesidades físicas básicas sean llenadas.
En esta etapa el bebé se siente indiferenciado, o sea todavía no tiene la capacidad para diferenciarse de su madre y
saber que es un ser diferente a ella. Para lograr saber que hay un “si mismo” necesita verse reflejado en ella y oír que es
bienvenido, oír voces llenas de amor y paz, oír el eco de sus primeros sonidos, voces seguras de sí mismas, que confían
en ellas mismas y que le enseñen que también él puede confiar en sí mismo, que se sienta con derecho a ser; que sienta
el mundo exterior confiable y que lo que necesita estará ahí para él.
Necesita de un padre, que le haga saber que él es otra persona diferente de mamá y que lo ayude a separarse de ella,
que le enseñe que hay un mundo fuera de mamá, que también es confiable.
Las siguientes preguntas son manifestaciones actuales que se relacionan con esta etapa de tu vida, debes contestar SI o
NO
❖ Cuando entras a algún lugar en donde hay otras personas, ¿Te sientes nerviosa?
❖ ¿Tienes confianza de acercarte a tu papá y abrazarlo?
❖ ¿Ridiculizas a otros o a ti mismo, cuando comenten un error?
❖ ¿Frecuentemente te sientes inadecuado?
❖ ¿Te cuesta trabajo decirles a otros cuánto los quieres?
❖ ¿Te es difícil relacionarte con la Virgen María y sentirla como una madre?
❖ ¿Te cuesta trabajo dirigirte a Dios Padre y sentirlo cerca de ti?
❖ ¿Sientes que no debes molestar a Dios con tus cosas, porque Él tiene cosas más importantes de qué ocuparse?
❖ ¿Te da pena hablarle a Dios de tus pecados y confesarle tus verdaderos sentimientos?
Después de terminar el cuestionario, date cada día un tiempo para estar en contacto con tus sentimientos, tratando de
ir a tu pasado en invitando a Dios Padre, a Jesús, o a María según sea el momento que recuerdes de tu vida, hasta antes
de cumplir los dos años y comparte esos sentimientos con ellos y pregúntales si ellos comprenden lo que tú sientes. Si
papá y mamá no pudieron amarte ahí, incondicionalmente, pídele a Dios que te dé ese amor, para que al sentirte amado
adhieras esa confianza básica. Siente cómo la desconfianza que tienes va desapareciendo.
Invita a Jesús a estar contigo cuando naciste, cuando aprendiste a sentarte, a caminar o a hablar. Pídele que te
acompañe cuando mamá tenía que atender a papá o a tus hermanos y te quedabas en la cuna. Cuando salía a algún
lado, o cuando llorabas y nadie se acercaba a ti para ver qué necesitabas, cuando tenías hambre y no te daban de
comer, porque no era la hora para ello; o cuando te dejaban en la cuna, apagaban la luz y te dejaban solo, en lugar de
tomarte en brazos, en lugar de hacerte sentir que lo importante no eran los horarios, sino tus necesidades. Invita
también a María para que delante de ella y de Jesús puedas llorar todo aquello que no tuviste llora esa pérdida; date
permiso siente la emoción de esos momentos, no te asustes por lo que sientes, recuerda que las emociones no son
buenas o malas, todas son una fuente de energía que clama por poder expresarse. Tu niño interior, ese niño que lloraba
de recién nacido, cuando tenía hambre o cuando estaba mojado, o cuando necesitaba ser acariciado, te pide permiso
para hacerlo; necesita que le hagas caso, que le enseñes a confiar en ti, que le des permiso de enojarse, de estar triste,
de llorar y sobre todo de confiar en sí mismo, porque confía en ti.
Otro día escríbele a tu niño una carta para decirle que lo amas, por ejemplo:
Estoy muy contenta de que hayas nacido, te amo y quiero que siempre estés conmigo. Estoy contenta de que
seas niña y quiero ayudarte a crecer. Quiero que me des la oportunidad de mostrarte qué importante eres para
mí.
Te quiere
Teresa
(Juana o Lupe)
Después con tu mano izquierda si eres diestro, o con la derecha si eres zurdo, trata de escribir lo que tu pequeño niño
interior quisiera decirte de cómo se siente y qué necesita. Por ejemplo:
Querida__________
Necesito que vengas conmigo y me ayudes a crecer. No quisiera estar sola, por favor dime que te importo…
Este día puedes compartir con un amigo, cómo fue tu vida desde que fuiste concebido, hasta que cumpliste dos años.
Es muy saludable que tu niño interior sepa que para ti es muy importante lo que él vivió, tanto, que necesitas platicar de
él con otras personas.
No tienes que hablar sólo de las carencias que tu niñito tuvo, sino también es muy sano, que al platicar con otra gente
recuerden ambos los momentos felices que vivieron y así aprenderá a recordar lo positivo, al mismo tiempo, que tú y tu
niñito, aprenden a dialogar.
Memorias positivas
Toma algún momento de felicidad que tengas entre tu nacimiento y los dos años de edad o cualquier momento en el
que hayas experimentado confianza. Vuelve a vivir la escena con todos tus sentidos. ¿Qué ves? ¿Qué oyes? ¿Qué tocas?
¿Qué hueles? Respira profundamente toda la felicidad y el amor que experimentaste en ese momento.
Recuerda a la persona que más te amó en esta etapa de tu vida. Imagina que Jesús trae de la mano a esa persona en
este momento.
Con Jesús, dile lo que deseas y acércate a ella. Ahora, deja que esa persona te diga o haga lo que desea contigo.
Ponte en contacto con la forma en que fuiste herido en tu sentido de confianza básica y deseas que Jesús te sane. Pídele
a Jesús que te muestre una escena de su propia vida donde Él experimentó confianza. Por ejemplo en Belén con sus
padres o cuando ayudó a otra persona que necesitaba confianza básica como Zaqueo en Lucas 19, 1-10 o como Tomás
en Juan 20, 24.29.
Entra en la escena y observa lo que Jesús hace y dice por la persona y experiméntalo como si lo hiciera por ti.
En la medida que respiras la confianza que sale de Jesús echa fuera toda a la desconfianza.
MOMENTO DE ORACIÓN
Permite que las personas que más te aman, que viven o han muerto y están con Jesús se unan en esta oración. Cada vez
que leas el pasaje, inspira el deseo de que tu ser interior se fortalezca especialmente en este don de la confianza básica.
Vuelve a leer el texto una vez más, pidiendo ahora por la persona que te lastimó en esta etapa de tu desarrollo.
Durante algunos días sería muy bueno que pasaras parte de tu tiempo con Jesús, haciendo algunas de las cosas que te
faltaron durante esta etapa. Deja que Él goce contigo haciendo las cosas sencillas que corresponden a esta etapa.
Para que el niño adquiera buen sentido de su autonomía es necesario que experimente una y otra vez que es una
persona a la que le está permitido elegir. Ha de tener el derecho de elegir, por ejemplo, entre el sentarse o el quedarse
de pie, entre acercarse a una visita o quedarse apoyado contra la rodilla de la madre, entre aceptar algo que se le
ofrezca o rechazarlo, entre usar el excusado o hacerse en los calzones. Al mismo tiempo tiene que aprender algunos de
los límites de la autodeterminación. Descubre, inevitablemente, que hay paredes por las que no puede trepar, que hay
objetos que están fuera de su alcance y que, sobre todo, hay innumerables órdenes que “adultos poderosos” obligan a
cumplir.
El regalo que estamos pidiendo en esta lección es el regalo de un futuro sano y de la libertad de saber y poder decir SÍ o
NO
MOMENTO DE ORACIÓN
a) Trata de hacer un puño con tu mano. Siente la tensión en ella, y pide a Jesús que te muestre un área de tu vida en la
que sientas tensión, o en la que desees un cambio. Experimenta dentro de ti, la forma en que Jesús comparte esa
tensión, especialmente se te impide dar o recibir amor.
b) Únete a Jesús en el Huerto de los Olivos, cuando se pone tenso por las diversas situaciones que dificultan dar o recibir
amor. Repite con Jesús: “Padre, si es posible, aleja de mí esto”. Dilo varias veces, hasta que lo puedas repetir con la
misma intensidad de Jesús. Al estarlo diciendo respira profundamente, tomando de Jesús el poder el poder de cambiar
lo que se pueda cambiar.
c) Repite con Jesús sus palabras: “Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Al decir estas palabras varias veces, abre
tus manos y lleva hacia afuera la situación entregándola en las manos de Jesús. Inspira, a partir de Jesús, su fortaleza
para sobrellevar aquellas situaciones que no podrás cambiar.
a) Únete a Jesús en una situación en la que te hayas sentido tratado injustamente por otros. (engañado, sorprendido,
robado, etc)
b) Justo como Jesús estaba enojado por el maltrato al hombre de la mano seca, ve como también se enoja por la forma
que tú has sido maltratado.
c) Pídele a Jesús que te dé el regalo del justo enojo al ver maltratado al que ama. Pregúntale cómo quiere ayudarte y
estar contigo, tal como lo hizo con el hombre de la mano seca.
Di despacio la oración del Abandono en el Señor, de Charles de Foucauld. Dila 3 veces. La primera, escucha a Jesús
diciéndotela a ti. La segunda, dila como Jesús al Padre. La tercera dila con Jesús al Padre.
“Padre, me abandono en tus manos; haz de mí lo que quieras. Por lo que sea yo te doy las gracias: Estoy listo para todo,
lo acepto todo. No deseo otra cosa, Señor. En tus manos me encomiendo. Me ofrezco a ti con todo el amor de mi
corazón, porque te amo, Señor, y necesito entregarme hasta rendirme en tus manos sin reserva y con absoluta
confianza. Porque eres mi Padre.”
Recuerda a las personas que más te ayudaron a alcanzar tu sentido de autonomía, y las veces que te sentiste con mayor
libertad de decir, si o no, según lo deseabas.
Siente cómo Jesús te ama a través de esas personas y siente como te ama en esos momentos.
Recuerda las ocasiones en que fuiste herido en tu sentido de autonomía y deja que Jesús entre cada escena y te diga
qué quiere hacer por ti, déjate amar por Jesús reviviendo cada momento doloroso.
También puedes pedirle a Jesús que te invite a revivir escenas de su propia vida, cuando sus padres tenían que decirle
un si o no. Cuando fue tentado en el desierto y cuando voluntariamente entregó su vida. (Jn 10, 18)
Puedes también revivir la escena del joven rico del evangelio (Mt. 19, 26-20)
6.- En tu vida actual trata de hacer algo que siempre has deseado, como descubrir un museo nuevo, un libro nuevo, ir al
teatro sin depender de que alguien quiera ir contigo o no.
Si nunca has trabajado empieza a pensar en qué forma puedes lograr algo de independencia o economía autónoma por
el simple deseo de probarte que puedes hacerlo.
7.- Si has descubierto que eres una persona indecisa empieza a arriesgarte a tomar pequeñas decisiones para aprender
lo que correspondía a esta etapa de crecimiento y que ni pudiste lograr en su momento. Nunca es tarde para lograr la
decisión y la autonomía.
8.- Dale las gracias a Jesús por los pequeños o grandes logros que vas obteniendo y dale las gracias por las personas que
hoy día te impulsan a lograr esa autonomía.
DE TRES A CINCO AÑOS
INICIATIVA vs CULPA
Esta etapa se caracteriza por un crecimiento del razonamiento lógico, el niño se entrega al trabajo como si fuera adulto,
jugando en serio. Descubre que los juegos tienen normas que los hacen más interesantes y divertidos. Algunos niños
inventan juegos nuevos y gustan de aprender a utilizar controles remotos de algunos juguetes.
En esta etapa los niños ya son capaces de organizar su juego.
Es también la etapa en que cuestionamos e indagamos. Es la edad de los ¿por qués?, ¿qué es? y ¿para qués? Hay tantas
cosas que entender, la tarea de descubrir quién soy, y qué quiero hacer de mi vida resulta muy difícil. Los niños tienen
una curiosidad natural que airearse a los padres. En esta etapa el niño está más dispuesto que nunca a aprender rápida y
ávidamente, a hacerse más grande en el sentido de compartir la obligación y la actividad. Está ansioso y es capaz de
hacer las cosas en forma cooperativa, de combinarse con otros niños con el propósito de construir y planear, y está
dispuesto a aprovechar a sus maestros y a emular los prototipos ideales.
❖ ¿Tuve toda la libertad para jugar? ¿Me restringían el tiempo o la forma de jugar?
❖ ¿Me corrigieron grotescamente por rayar paredes, hacer dibujos en sitios no adecuados, preguntar mucho qué
es, porqué, para qué?
❖ ¿Se dieron situaciones en las que tuve necesidad de mentir para conseguir lo que no me daban?
❖ ¿Tengo recuerdos de algún suceso impactante de sufrimiento o de dolor tanto en mí como en otros?
Hospitalizaciones, ataques de animales, todo lo que provoque pesadillas o alguna otra experiencia que me
provocó culpa especialmente experiencia de abuso sexual, conflictos familiares o muerte de seres queridos?
❖ ¿Tengo recuerdo de algún tipo de juego violento en el que participé con amiguitos o familiares y me vi muy
afectada?
❖ ¿Recibí total atención afectiva por parte de mis padres o las personas que me cuidaban? Me vi en la necesidad
de poner en marcha estrategias como pataletas para conseguirla?
Nuestras heridas pasadas permanecen vivas en nosotros. Lo revelan nuestros patrones de conducta negativos. Todo lo
que nos ha pasado permanece como parte de nosotros y no únicamente los recuerdos, sino también el dolor o el amor
asociados a esos recuerdos.
Una persona que no resuelve sanamente esta crisis y que por consiguiente se queda atorada en la culpa, se vuelve
dependiente y pasiva. (La pasividad es lo opuesto a la iniciativa)
Una persona pasiva es aquella que solo actúa si es obligado a ello y solo en cuanto se le dice qué hacer y cómo ha de
realizarlo. No toma las riendas de su vida. Resulta menos amenazante dejar que otros tomen la iniciativa y que ellos
sean los responsables si algo sale mal.
El miedo surge como parte de la crisis no resuelta. El niño siempre teme la desaprobación, el abuso o el rechazo de las
personas que le rodean. Constantemente tiene que dar excusas o decir una mentira para evadir el castigo. La culpa falsa
o dañina que ya carga, le impide poder asumir ninguna otra.
Se siente muy amenazado por la crítica. Su parámetro no es hacer lo mejor que él puede hacer, su mejor esfuerzo sino
que se siente que tiene que ser el mejor. Como siempre hay alguien mejor que uno la ansiedad es constante. Así, la
manifestación en la actualidad es continua, como adulta puede que sigas inmersa en una fantasía sin poder separar la
realidad de lo que sólo existe en tu imaginación.
Imagen de Dios
El niño que aprende a odiar lo que está mal, y a la persona también crece sintiéndose así frente a su Dios. Se siente
frente a un Dios Gruñón y Castigador. Vive una relación con Dios en la cual odia su pecado y a él también. Por tanto, vive
con miedo.
Dependiendo de su manera de ser, puede caer, o en la omisión, pues arriesgarse a tomar iniciativas y equivocarse lo
paraliza, o con frecuencia se convierten un trabajólico, aquella persona que no sabe disfrutar del descanso.
El Señor no es un aguafiestas que se alegre por nuestras grandes tristezas, o porque cargamos una pesada cruz. Santa
Teresa oraba “de los Santos tristes, serios y resentidos, líbranos Señor”.
Cómo sanar
1.- La oración de alabanza me abre a la confianza. Puede hacer alarde del amor de Dios. Hago alarde de que mi papá es
el mejor de todos. Presumo con mi voz, manos y cuerpo del que Dios está por encima de todo lo que puedo pedir o
imaginar. (Ef. 3,20) Es la forma de oración que más libera al niño que hay en mí, que necesita soñar y arriesgarse de
nuevo, fortalecido por la iniciativa de Dios. Lo alabo, no para inflar su ego, sino para recibir su poder y su amor al ver su
Providencia y no sólo mi problema. Me capacita para anhelar la voluntad de Dios, al proclamar que Él lo es todo para mí.
2.- También mediante la oración de curación interior. En ella utilizamos la imaginación que es nuestro “ojo interior” que
nos permite ver el mundo de las emociones y del espíritu, que es tan real como el que captamos con los sentidos. Jesús
usa este ojo interior de la imaginación para ayudarnos a ver junto con Él, acontecimientos que dejaron cicatrices
emocionales y espirituales, y para ayudarnos a reinterpretar esos eventos a la luz de su amor.
3.- La gracia que le pedimos al Señor en esta etapa, es la capacidad de tener iniciativa, y los dones de la creatividad, y los
dones de la creatividad, imaginación y el juego.
PARA TRABAJAR
Debido a que con frecuencia no tenemos, aún en esta etapa, muchos recuerdos de nuestra infancia, se incluyen una lista
de preguntas que te permitirán darte cuenta si la crisis de la iniciativa/culpa no se dio de manera saludable. Sigue las
instrucciones de las primeras sesiones para contestarlas, y esto, sólo en la medida en que las consideres útiles para
contactar la necesidad de sanación en esta etapa.
Las siguientes preguntas son manifestaciones actuales que se relacionan con esta etapa de tu vida, debes contestar SI o
NO
El regalo que pedimos en esta etapa es el de una iniciativa sana y los dones de la imaginación, creatividad y juego.
MOMENTO DE ORACIÓN
a) Trae a la memoria alguna escena de esta etapa, especialmente alguna ocasión en la que te sentiste herido.
Vuelve a experimentar la escena, utilizando tus sentidos para imaginarla.
b) Ponte en contacto con el sentimiento de dolor
c) Permite que Jesús entre en esta escena. Observa lo que hace y dice por ti.
d) Respira, inhalando el amor de Jesús, y exhalando tu herida.
La oración de la naturaleza
Siéntate en silencio en contacto con la naturaleza en tu lugar favorito o junto a una ventana que tiene una vista que
consideres hermosa. Pídele al Señor que te muestre su amor a través de la belleza de la naturaleza. Deja que tu corazón
te guíe libremente, tal vez, hacia la profundidad del cielo, o tal vez, a la belleza de una flor, o tal vez, a la maravilla de un
pájaro en vuelo. Permanece en esta escena por todo el tiempo que desees.
a) Ponte en contacto con aquello que más deseas expresarle a Dios: (alabanza, acción de gracias, una necesidad
urgente, etc.)
b) Sin palabras, utiliza el baile o la expresión corporal para decírselo con todo tu cuerpo.
c) Concluye diciéndole “Abba” a través del baile o cualquier otra expresión corporal. (Rom 8: 15)
a) Trae a tu memoria a las personas que te ayudaron a tomar iniciativas, y los momentos en los que más
disfrutaste la creatividad, la imaginación y el juego.
b) Vuelve a experimentar la escena de todos tus sentidos. ¿Qué sientes?, ¿escuchas?, ¿tocas?, ¿hueles?
c) Respira, aspirando toda la felicidad y el amor que experimentaste en ese momento.