En La Sombra Del Estado. Esfera Pública Nacional Y Homogeneización Cultural en La España de La Restauración
En La Sombra Del Estado. Esfera Pública Nacional Y Homogeneización Cultural en La España de La Restauración
En La Sombra Del Estado. Esfera Pública Nacional Y Homogeneización Cultural en La España de La Restauración
ISSN: 1130-2402
Abstract: This article seeks to analyse the interrelation between the nation-
alization dynamics promoted by the State and those ones coming from below.
The analysis of the period of the Spanish Restoration allows to propose an alter-
native interpretation to the theses that have emphasized the weakness of the na-
tionalization process in contemporary Spain. The article proposes the centrality
of the nationalization dynamics arising from civil society but developed within
the framework established by the State. Linguistic homogenization and the cre-
ation of an integrated public sphere are the two key aspects in the study of the
processes of cultural homogenization.
Key words: nationalism, nation-building, cultural homogenization, Spanish
nationalism, Restoration.
derachter, Maxim Beyen: «General Introduction: Writing the mass into a massa pheno-
menon», en M. van Ginderachter, M. Beyen: Nationhood from below. Europe in the long
Nineteenth Century, Palgrave, Basingstoke, 2012, pp. 3-22.
3 Benedict Anderson: Comunidades imaginadas, FCE, México, 1993.
razón uno de los objetos de crítica más reiterados a Gellner. Véase, John A. Hall (ed.): Es-
tado y nación: Ernest Gellner y la teoría del nacionalismo, Cambridge University Press,
Cambridge-Madrid, 2000.
9 Más escéptico respecto a la necesidad de homogeneización de todo estado es John
A. Hall: Ernest Gellner. An intellectual biography, Verso, Londres, 2010, pp. 338-342.
10 Daniele Conversi: «Homogenisation, nationalism and war: sould we still read Ernest
Gellner?», Nations and Nationalism, 13-3, 2007, pp. 371-394; Daniele Conversi: «“We are
all equals!” Militarism, homogenization and “egaliarianism” in nationalist state-building
(1789-1945)», Ethnic and Racial Studies, 31-7, 2008, pp. 1.286-1.314.
11 Este mismo esquema es el que nutre a Eric J. Hobsbawm, Terence Ranger (eds.): La
Geoff Eley: Una línea torcida. De la historia cultural a la historia de la sociedad, Publica-
cions de la Universitat de València, Valencia, 2008.
13 Victoria Bonnell and Lynn Hunt (eds.): Beyond the Cultural Turn. New directions in
the Study of the Society and Cultura, University of California Press, Berkeley, 1999.
14 Véase la reflexión de Gabrielle M. Spiegel: Practicing History. New Directions in
Historical Writing after the Linguistic Turn, Routledge, Nueva York-Londres, 2005.
15 Sobre las dificultades y necesidad acuciante de teorizar este extremo, véase Alejan-
dro Quiroga: «Les tres esferes. Cap a un model de la nacionalització a Espanya», Segle XX.
Revista catalana d’Història, 4, 2011, pp. 143-160; Fernando Molina, Miguel Cabo: «An
Inconvenient Nation: Nation-Building and National Identity in Modern Spain. The histo-
riographical debate», en M. van Ginderachter, M. Beyen: Nationhood from below, op. cit.,
pp. 47-72
asociadas. Véase, Daniele Conversi: «Cultural Homogeneization, Ethnic cleansing and Ge-
nocide», en Robert A. Denemark (ed.): The International Studies Encyclopaedia, Wiley-
Blackwell/ISA, Oxford-Boston, 2010, vol. 2, pp. 719-742.
20 Los planteamientos más influyentes proceden de los trabajos de los años noventa
grafía española contemporánea», en Ismael Saz, Ferran Archilés (eds.): Estudios sobre na-
cionalismo y nación en la España contemporánea, Publicaciones Universitarias de Zara-
goza, Zaragoza, 2011, pp. 245-330.
22 Véase este relato mucho más complejo de la identidad francesa plenamente incorpo-
rado en dos síntesis recientes, Anne-Marie Thiesse: Faire les français. Quelle identité na-
tionale?, Stock, Paris, 2010; Robert Gildea: Children of the Revolution. The French, 1799-
1914, Penguin, Londres, 2009.
23 Ferran Archilés, Manuel Martí: «Una nació fracassada? La construcció de la identi-
tat nacional espanyola al llarg del segle XIX», Recerques, 51, 2005, pp. 141-163.
24 Salvador Calatayud, Mari Cruz Romeo y Jesús Millán: «El Estado en la configura-
titucional del Estado español en Joaquín del Moral, Juan Pro, Fernando Suárez: Estado y
territorio, 1820-1939: la formación del paisaje nacional, Ediciones de la Catarata, Madrid,
2007.
40% en 1930. La disminución fue casi similar en las tasas decenales, ex-
cepto en los años veinte, lo que consolidó la diferencia de las cifras para
las mujeres28.
Lo cierto es que a pesar de las debilidades del sistema educativo es-
pañol, el impulso regeneracionista convirtió la nación y la educación pa-
triótica en una auténtica obsesión para los educadores y para la acción
pública a través de un impresionante repertorio de propuestas y materia-
les, con un lugar central dedicado a la enseñanza de la historia pero con
otras muchas dimensiones dedicadas a formar el «espíritu nacional».29
No estaríamos por tanto ante ninguna ausencia de un discurso netamente
nacionalista (español) como fundamento de la acción pedagógica, an-
tes al contrario. Ni tampoco, por cierto, ante un discurso nacionalista
caracterizable como «cívico»; antes bien se trata de un discurso mani-
fiestamente «cultural» y cuya voluntad (obsesión sería más adecuado)
homogeneizadora de las diferencias lingüísticas fue clara. Lo cual era
exactamente lo que sucedía en este momento en el entorno europeo.
Igualmente sucede con otro supuesto acríticamente asumido que se-
ñala al peso del catolicismo y de la Iglesia como una de las causas de la
debilidad de la identidad nacional española30. El argumento desborda el
ámbito de la educación y tiñe buena parte de las grandes narrativas so-
bre la construcción nacional española contemporánea. En nuestra opi-
nión, esto es abiertamente matizable, ya que parte de un supuesto (a
mayor peso del catolicismo mayor prueba del fracaso del liberalismo es-
pañol y por tanto del Estado) muy discutible. En realidad, la religión es-
tuvo presente en la definición del liberalismo español decimonónico. Por
otra parte, las culturas políticas conservadoras o tradicionalistas inclu-
yeron un discurso sobre la nación española que hacía del catolicismo el
elemento fundamental de la definición de la idea de España, de Aparisi y
Guijarro a Vázquez de Mella, pasando por Menéndez Pelayo o Canovas
paña de 1887 a 1981, Ministerio de Educación y Ciencia, Madrid, 1992, pp. 167-168.
29 María del Mar Pozo Andrés: Currículum e identidad nacional: regeneracionismos,
nacionalismos y escuela pública (1890-1939), Biblioteca Nueva, Madrid, 2000, pp. 181
y ss.
30 Sobre la relación entre la construcción de la identidad nacional y la religión véase
Rogers Brubaker: «Religion and nationalism: four approaches», Nations and Nationalism,
18-1, 2012, pp. 2-20; Heinz-Gerhard Haupt y Dieter Langewiesche (eds.): Nación y reli-
gión en Europa. Sociedades multiconfesionales en los siglos XIX y XX, Institución Fernando
el Católico, Zaragoza, 2010.
del Castillo31. Además, algunos trabajos recientes indican que la tarea na-
cionalizadora de ciertos símbolos religiosos pudo ser extremadamente
eficaz.32
En el ámbito escolar, como ha mostrado María del Mar Pozo Andrés,
los discursos y versiones impulsadas por los gobiernos conservadores y
con fuerte impronta católica de la escuela pública partían de un reperto-
rio nacionalista bien sólido. Por lo demás, no es cierto que las escuelas
religiosas «fabricaran» católicos, sin más, y por tanto no nacionalizaran.
Sin duda, es necesario reinterpretar la función de las escuelas dirigidas
por religiosos, que no fueron incompatibles con la enseñanza dirigida a
una sociedad moderna.33 Estudios de caso específicos, como el del País
Vasco en la Restauración y hasta los años treinta, apuntan inequívoca-
mente a que las escuelas regidas directamente por la Iglesia ejercieron
una clara función nacionalizadora.34 Por supuesto que todo ello se inser-
taba en el modelo ideológico que se ha dado en llamar «nacionalcatoli-
cismo» (remarcable en su muy característica concepción de la historia
de España) pero ello no supone en absoluto que su contenido fuera otra
cosa que nacionalista, ni menor en importancia que en otras escuelas pú-
blicas.35 En otro sentido, tampoco tenemos prueba alguna de que la mo-
vilización femenina impulsada tan eficazmente en el primer tercio del
siglo XX por la Iglesia no reforzara, igualmente, la dimensión nacional
española.
ción (c.1898-1939). Breves notas para un estudio pendiente», en Mariano Esteban de Vega
y María Dolores de la Calle (eds.): Procesos de nacionalización en la España contemporá-
nea, Universidad de Salamanca, Salamanca, 2010, pp. 173-188.
33 Pere Fullana, Maitane Ostolaza: «Escuela católica y modernización. Las nuevas
pel de la escuela», en Luis Castells, Arturo Cajal, Fernando Molina (eds.): El País Vasco y
España: Identidades, nacionalismos y estado (siglos XIX y XX), Universidad del País Vasco/
Euskal Herriko Unibertsitatea, Bilbao, 2007, pp. 179 y ss.
35 Un ejemplo son los diversos datos sobre las Escuelas Pías de Barcelona en 1900, en
36 Eric Storm: «El tercer centenario del don Quijote en 1905 y el nacionalismo espa-
el espacio escolar en el primer tercio del siglo XX», Bulletin Hispanique, 110-1, 2008,
pp. 145-190. También Julio Ruiz Berro: «Las lecturas del Quijote en la escuela», en Deme-
trio Castro Alfín (coord.): Las lecturas de El Quijote. Sentidos e interpretaciones, Univer-
sidad Pública de Navarra, Pamplona, 2007, pp. 103-152.
39 Según una encuesta del año 1920, 398 alumnos de 924 escogieron el Quijote frente
a otras obras. Tal vez no era la mayoría, pero era el libro más citado. Cfr. M. del Pozo: Cu-
rrículum, op. cit., p. 195.
40 A finales de la segunda década del siglo XX el equipo de fútbol del centro republi-
cano de Castellón había sido denominado «Cervantes C.F», en lo que era un intento de dig-
nificación de las actividades de ocio promovidas.
mente definible en sus rasgos esenciales, y más allá de dialectos propios, jergas, etc. Abun-
dante información en Francisco Abad: «Lengua española», para la historia de un concepto
y un objeto, Universidad de Murcia, Murcia, 2003.
42 Todo este pensamiento filológico vendría a culminar en la obra filológica (e histó-
rica) de Ramón Menéndez Pidal. Véase, José Portolés: Medio siglo de filología española
(1896-1952), Cátedra, Madrid, 1986. Específicamente sobre la naturaleza de su discurso
nacionalista, Prudencio García Insasti: La España metafísica. Lectura crítica del pensa-
miento de Ramón Menéndez Pidal (1891-1936), Euskaltzaindia, Bilbao, 2004, pp. 313 y
ss. Un contexto de más amplio alcance en José del Valle, Luis Gabriel-Stheeman (eds.):
The Battle over Spanish between 1800 and 2000. Language Ideologies and Hispanic Intel-
lectuals, Routledge, Londres-Nueva York, 2002.
43 Adolfo Scotto di Luzio: La scuola degli italiani, Il Mulino, Bolonia, 2007, p. 85.
44 Sobre ello son muy escasas (y vinculadas específicamente al fracaso de la voluntad
y eficacia educativa) las referencias que ofrece en su monumental trabajo J. Álvarez Junco:
Mater dolorosa, op. cit., pp. 549-550. A pesar de sus insuficiencias, como fuente documen-
tal véase Francesc Ferrer: La persecució política de la llengua catalana: història de les
mesures preses contra el seu ús des de la Nova Planta fins avui, Edicions 62, Barcelona,
1985.
de otras lenguas que el francés, cuyo avance fue más tardío de lo que el
tópico proclama, como ya hiciera notar Eugene Weber.
Ciertamente, la pura y simple imposición en la escuela (con todo el re-
pertorio asociado de estigmatización y prácticas punitivas del dialecto) no
fue el único elemento clave, por decisivo que llegara a ser. Como señaló
Joan Lluís Marfany para el caso de la lengua catalana, ya en el primer ter-
cio del siglo XIX, liberales catalanoparlantes cambiaron su lengua incluso
en el correo escrito privado.45 La difusión del español como lengua de
prestigio social (connotada como lengua urbana frente al dialecto del es-
pacio rural), y en tanto que lengua exclusiva del Estado, jugó un papel de-
cisivo en la voluntad de difusión en época contemporánea, siguiendo cro-
nológicamente y de manera descendiente, la jerarquía social.
Sin duda, las importantes tasas de analfabetismo en la España con-
temporánea son un dato de enorme importancia, pero conviene insistir
en la decidida regresión de las mismas en el primer tercio del siglo XX.
En todo caso, estas cifras (que reflejan un conocimiento extraído de las
cifras de escolarización) no lo explican todo, pues la difusión social del
español se pudo hacer en paralelo a la función escolarizadora. Por apun-
tar un par de ejemplos, la lectura en voz alta (por ejemplo de la prensa)
en ámbitos de sociabilidad diversos (casinos o ateneos, Casas del Pueblo,
etc.) o la predicación en las iglesias, pudieron resultar decisivos en este
sentido. De no ser así, y como después veremos, ¿cómo pudo llegar a di-
fundirse tan exitosamente una cultura popular en lengua española (en la
zarzuela, el teatro o el music hall y el cine) en los territorios que conta-
ban con otra lengua?
Con todo, es muy poco lo que se ha investigado en este sentido. Tal
vez pueda servir de ejemplo para alguno de estos aspectos el caso valen-
ciano. Hasta el último tercio del siglo XX (con el efecto combinado de la
presión lingüística ejercida por la dictadura franquista y unas elevadas ta-
sas de inmigración intrapeninsular) la lengua catalana ha sido la lengua
materna de la mayoría de la población. Pero ello no significa (y a pesar
de los valores medios de escolarización y alfabetización, propios de una
sociedad en gran medida basada en una economía agraria) que el conoci-
miento socialmente difundido del castellano fuera inexistente. Ni muchí-
simo menos que ello implique per se merma alguna de la identificación
con la identidad nacional española. El caso valenciano es, en este sentido,
el siglo XIX: logros y límites de la asimilación en el caso valenciano», Ayer, 35, 1999,
pp. 171-190.
47 Vicent Pitarch: Llengua i esglèsia durant el barroc valencià, IIFV, Valencia-Barce-
lona, 2001.
48 Brauli Montoya: Alacant, la llengua interrompuda, Denes, Valencia, 1996.
49 Brauli Montoya, Antoni Mas: La Transmissió familiar del valencià, Acadèmia Va-
junto de la industria editorial, cuyo incremento es igualmente cierto para estas fechas. Jean
François Botrel: Libros, prensa y lectura en la España del siglo XIX, Fundación Germán
Sánchez Ruipérez, Madrid, 1993.
51 Antonio Viñao: «Los discursos sobre la lectura en la España del siglo XIX y prime-
ros años del XX», en Jesús Martínez (ed.): Orígenes culturales de la sociedad liberal (Es-
paña siglo XIX), Biblioteca Nueva, Madrid, 2003, pp. 85-147; Jean François Botrel: «Teoría
y práctica de la lectura en el siglo XIX: el arte de leer», Bulletin Hispanique, 100-2, 1998,
577-90.
52 David Ortiz: Paper Liberals. Press and Politics in Restoration Spain, Praeger, Wes-
tport, 2000, que, sin embargo, excluye el análisis explícito de la identidad nacional.
53 M.ª Cruz Seoane: Historia del periodismo en España. 2. El siglo XIX, Alianza Edito-
glo XX: 1898-1936, Alianza Editorial, Madrid, 1996, pp. 30-32. Véase también, aunque
con algunas diferencias, Jean François Botrel, Jean Michel Desvois: «Las condiciones de
la producción cultural» en Serge Salaün, Carlos Serrano (eds.): 1900 en España, Espasa
Calpe, Madrid, 1991, pp. 43-48.
55 José Ribelles Comín: Intereses económicos, agrícolas, industriales y mercantiles
de Castellón, con la Historia del puerto del Grao y del periodsmo provincial, Imprenta de
Francisco J. Altés y Alabart, Barcelona, 1905, pp. 601-608.
ideal integrador y salvífico de la nación española», en Carlos Forcadell, Ismael Saz, Pilar
Salomon (eds.): Discursos de España en el siglo XX, Publicacions de la Universitat de Va-
lència, Valencia, 2009, pp. 35-64.
59 Ferran Archilés: «Una nacionalización no tan débil: patriotismo local y republica-
nismo en Castellón (1891-1910)», Ayer, 48 (2002), 283-312. Incluso entre los republicanos
emigrados, el estallido que siguió al 98 mostró la fuerte interiorización del discurso nacio-
nalista que se había ido construyendo ya desde años antes. Véase Àngel Duarte: «Republi-
canos, emigrados y patriotas. Exilio y patriotismo español en la Argentina en el tránsito del
siglo XIX al XX», Ayer, 47, 2002, pp. 57-79.
bawm: Naciones y nacionalismo desde 1780, Crítica, Barcelona, 1991, pp. 97-98 y 132-
133. Un muy interesante estudio de caso es el de Paul Ward: Red Flag and Union Jack:
Englishness, Patriotism and the British Left, 1881-1924, Boydell Press, Rochester, 1998.
62 Eric Hobsbawm llega a calificar de «natural» que las clases trabajadoras se identi-
ficaran con el ámbito nacional. Cfr. Eric Hobsbawm: «Tradiciones masificadoras: Europa
1870-1914», en E.J. Hobsbawm, T. Ranger: La invención, op. cit.
63 Una prueba del enorme potencial de este tema de estudio en Pedro Ruiz Torres:
«Política social y nacionalización a finales del siglo XIX y en las primeras décadas del si-
glo XX», en Ismael Saz, Ferran Archilés (eds.): La nación de los españoles. Discursos y
prácticas del nacionalismo español en la época contemporánea, Publicacions de la Uni-
versitat de València, Valencia, 2012, pp. 15-38.
64 Esto lo hizo notar ya José Álvarez Junco: «Redes locales lealtades tradicionales y
nuevas identidades colectivas en la España del siglo XIX», en A. Robles Egea (comp.): Po-
lítica en penumbra, Madrid, Siglo XXI, 1996, pp. 72-94, especialmente pp. 89 y ss. Pilar
Salomón: «El discurso anticlerical en la construcción de una identidad nacional española
republicana (1898-1936)», Hispania Sacra, 110, 2002, pp. 485-498.
65 Enrique A. Sanabria: Republicanism and Anticlerical Nationalism in Spain, Pal-
lica durante la guerra civil española (1936-1939), Marcial Pons, Madrid, 2006.
67 Antonio Rivera: Señas de identidad. Izquierda obrera y nación en el País Vasco,
1880-1923, Biblioteca Nueva, Madrid, 2003. También ocurrió lo mismo con muchos par-
tidos republicanos, por ejemplo en Cataluña, que contaban con amplias bases sociales
procedentes de los sectores de las clases trabajadoras Àngel Duarte: «Republicanos y na-
cionalistas. El impacto del catalanismo en la cultura política republicana», Historia Con-
temporánea, 10, 1993, pp. 157-177.
68 José Álvarez Junco: La ideología política del anarquismo español (1868-1910), Si-
glo XXI, Madrid, 1991 (2.ª ed.), p. 254; Pilar Salomón: «Internacionalismo y nación en el
anarquismo español anterior a 1914», en I. Saz, F. Archilés (eds.): Estudios sobre naciona-
lismo, op. cit., pp 137-168.
69 Carlos Forcadell: «Los socialistas y la nación», en C. Forcadell, I. Saz, P. Salo-
mon (eds.): Discursos de España, op. cit., pp. 15-35. Véase asimismo, Michel Ralle: «Une
fausse découverte de l’Espagne. Le mouvement ouvrier espagnol et la crise de 98», en Paul
Aubert (dir.): Crise espagnole et renouveau idéologique et culturel en Méditerranée fin
XIXe-debut XXe siècle, Publications de l’Université de Provence, Aix-en Provence, 2006,
pp. 137-146.
70 A. Smith: «Spaniards, Catalans and basques: labour and the Challenge of nationa-
lism in Spain», en Stefan Berger, Anthony Smith (eds.): Nationalism, labour and ethnicity,
1870-1939, Manchester University Press, Manchester, 1999, pp. 71 y ss. Por cierto que la
aceptación de la identidad nacional a partir de la primera década se detecta también en el
ámbito de las representaciones. Véase, Maria Antonia Fernández: «La imagen de España
en la prensa obrera durante el primer tercio del siglo XX», Cercles, revista d’Història cultu-
ral, 8, 2005, pp. 196-213.
beza el trabajo de Nuria Franco, Catálogo de la biblioteca de la Casa del Pueblo de Ma-
drid (1908-1939), Comunidad de Madrid, Madrid, 1998, pp. 21-68. También en el Ateneo
Obrero de Gijón hacia 1917 la literatura española contemporánea era la mejor represen-
tada, según la información que ofrece José Carlos Mainer en «Notas sobre la lectura obrera
en España», en La doma de la quimera, Bellaterra, Barcelona, 1988, pp. 19-86.
¿Puede ser casualidad que los Episodios Nacionales fueran una de las
lecturas más demandadas en la Casa del Pueblo de Valencia en la primera
década del siglo XX?74. Más bien cabe deducir, en fin, que una parte signi-
ficativa de los obreros españoles preferían la literatura y muy específica-
mente la literatura española en su tiempo de ocio y en su afán de cultura.75
Según Anderson la novela ayudó a configurar un tipo de lector concebido
dentro de los términos de una nación y que aprende a través de la novela
la distinción respecto a otras naciones que no son la suya76. De esta ma-
nera, cada vez que un obrero leía una novela española en su tiempo libre,
en su casa o en su sociedad obrera o casa del Pueblo, «aprendía» nación,
aprendía a naturalizar un mundo de naciones imaginadas.
Probablemente con su énfasis en oponerse a cualquier afirmación po-
lítica de lo particular, nadie mostraba una cultura «nacional» más homo-
génea que los partidos y organizaciones obreristas (en consonancia, pre-
cisamente, con la búsqueda de la respetabilidad y la admiración hacia la
«alta cultura»77). No en menor medida, además, el referente deliberada-
mente buscado de una cultura laica (en el marco del conflicto y moviliza-
ción social anticlerical) contribuyó a diseñar una imagen de la sociedad y
de la identidad de la nación muy característica.
Creemos que se ha reflexionado poco sobre el alcance de las activi-
dades culturales, en sentido amplio, desplegado en los centros obreros en
relación con la creación o difusión de una cultura fuertemente nacionali-
zada. En este sentido la actividad de los orfeones, teatro, cine o conferen-
cias (y también la de la prensa de que se podía disponer libremente, no
solo la obrerista sino la general española) apuntan hacia la coexistencia de
una cultura socialista, de marchamo internacionalista pero a la vez, y de
74 Amparo Álvarez: «La Biblioteca de la Casa del Pueblo de Valencia: aspectos de una
cultura popular», Estudis d’Història Contemporània del País Valencia, 6, 1982, pp. 295-
316.
75 Aunque para unas fechas más tardías, en el caso de La Sociedad de Cultura e Hi-
giene de Cimadevila, Ángel Mato señala entre los autores más solicitados y leídos (como
en las demás bibliotecas populares asturianas) de la biblioteca figuran en primer lugar Pé-
rez Galdós y Blasco Ibáñez, seguidos de los asturianos Palacio Valdés y Pérez de Ayala, y
ya más lejos los autores del 98. Véase, Ángel Mato: La Atenas del Norte. Ateneos, socie-
dades culturales y bibliotecas populares en Asturias (1876-1937), KRK ediciones, Gijón,
2008, p. 135. No aparece mencionado ni un solo autor no español entre los primeros.
76 Jonathan Culler: «Anderson and the novel», en Jonathan Culler, Pheng Cheah
78 Sería muy interesante explorar el ámbito de las representaciones teatrales y sus re-
gañitaban una y otra vez los líderes obreristas, con un éxito, como mí-
nimo, limitado.
82 Alain Corbin (dir.): L’Avènement des loisirs 1850-1960, Flammarion, Paris, 1995,
Jean Pierre Rioux, Jean François Sirinelli: La culture de masse en France, Fayard, Paris,
2002.
83 Probablemente el primer autor en señalar la nacionalización de la cultura popular
la.85 Si bien el peso de las zonas rurales siguió siendo notable, las gran-
des ciudades fueron ganando peso, especialmente en el primer tercio del
siglo XX, lo que a su vez permitió una transformación de las pautas cultu-
rales urbanas.86 Tal vez el ejemplo más significativo y mejor estudiado sea
la extensión sin precedentes de la fiesta de los toros, con todo lo que con-
llevaba de identificación como fiesta quintaesencialmente española. Si a lo
largo de todo el siglo XIX había sido un espectáculo muy popular, en la Res-
tauración pasó a consolidarse como auténtico espectáculo de masas. No es
casualidad que muchas plazas de toros fueran construidas en estas fechas.87
Especialmente importante, sin embargo, fue el caso de la zarzuela
como género musical/teatral preferido. Hay que tener en cuenta que el
debate entorno a una música nacional era algo que venía arrastrándose
desde el siglo XIX. A finales de siglo, la búsqueda insistente de las esen-
cias y el espíritu nacionales propios del regeneracionismo incluyó tam-
bién el mundo de la música de manera explícita. Se buscaba una ópera
nacional, un sinfonismo español, un lied hispano. Es por ello que en la
Restauración hubo una auténtica oleada de recopilación y ordenación de
la llamada cultura popular musical, de la mano, claro está, de los estu-
dios dedicados al folklore y la etnomusicología (y la mayoría de ellos es-
tructurados en términos regionales). Fue la zarzuela, sin embargo, la que
acabó por ocupar en gran medida el espacio real de la música nacional y,
además, popular. Como señaló en 1892 el entusiasta defensor y estudioso
de la zarzuela Antonio Peña y Goñi: «Hija del pueblo nació, en efecto, la
zarzuela; hija del pueblo fue siempre y sigue siéndolo, e hija del pueblo
morirá. Su gloria está ahí, en nutrirse de sangre del pueblo, en señalar los
caracteres de una nación en aquello que la nación tiene de más típico, de
más individual, que les separa y distingue de las demás naciones».88
tuales» y la «cultura popular» (1790-1850)», Ayer, 72, 2008, pp. 27-56; Jon Juaristi: «El
ruedo ibérico. Símbolos y mitos de masas en el nacionalismo español», Cuadernos de Al-
zate, 16, 1997, pp. 19-31; Adrian Shubert: Death and Money in the Afternoon. A History of
the Spanish Bullfight, OUP, Oxford, 1999.
88 Las citas proceden de un discurso leído en abril de 1892 ante la academia de Bellas
Artes de San Fernando, reproducido en Antonio Peña y Goñi: España desde la ópera a la
zarzuela, Alianza Editorial, Madrid, 1967, pp. 242 y 244.
Versteeg: De fusiladores y morcilleros. El discurso cómico del género chico, Rodopi, Ams-
terdam, 2000, especialmente pp. 361 y ss.
91 Ferran Archilés: «“Hacer región es hacer patria”. La región en el imaginario de la
char a la razón. Cultura , subjetividad y la música del siglo XIX, Fondo de Cultura Econó-
mica, México DF, 2010.
93 En realidad, buena parte de todo lo apuntado es aplicable al llamado género chico
95 Juan Francisco Fuentes: «El desarrollo de la cultura de masas en la España del si-
glo XX», en Antonio Morales Moya (coord.), Las claves de la España del siglo XX. La cul-
tura. Sociedad estatal España Nuevo Milenio, Madrid, 2001, pp. 287-305. La reproducción
de la nación a partir del deporte y el tiempo de ocio ha sido analizado para el caso británico
por Paul Ward: Britishness since 1870, Routledge, Londres-Nueva York, 2004, pp. 73-92.
96 Barry J. Faulk: Music Hall and Modernity. The Late Victorian Discovery of Popular
Culture , Ohio University Press, Atenas, 2004. Una fascinante pespectiva desde postulados
foucaltianos en Peter Bailey: «Entertainmentality! Liberalizing modern pleasure in the Vic-
torian Leisure industry», en Simon Gunn, James Vernon (eds.): The Peculiarities of Liberal
Modernity in Imperial Britain, University of California Press, Berkeley, 2011, pp. 119-133.
97 Podría establecerse una interesante comparación entre el cockney londinense del
music hall inglés y los personajes de la zarzuela madrileña en tanto que estereotipos de
lo nacional. Véase, para el primer caso. Gareth S. Jones: «The “cockney” and the nation,
1780-1988», en David Feldman, Gareth S. Jones (eds.): Metropolis London. Histories and
representations since 1800, Routledge, Londres-Nueva York, 1989, pp. 272-324.
98 Apuntó en este sentido, Vanessa R. Schwartz: Spectacular Realities. Early Mass
Culture in Fin de Siécle Paris, University of California Press, Berkeley, 1998, p. 6. Diver-
sos estudios de caso sobre como el Estado intervinó en la construcción de pautas de ocio
nacionales en Rudy Koshar (ed.): Histoires of Leisure, Berg, Oxford-Nueva York, 2002.
99 El estudio más completo dedicado a la evolución de la exhibición cinematográfica
glo XX», en José-Vidal Pelaz, José Carlos Rueda (eds.): Ver cine. Los públicos cinemato-
gráficos en el siglo XX, Rialp, Madrid, 2002, pp. 91-136.
sido estudiado en Nuria Triana Toribio: Spanish National Cinema, Routledge, Londres-
Nueva York, 2003 y Marta García Carrión: Sin cinematografía no hay nación, Institución
Fernando el Católico, Zaragoza, 2007.
103 Así ha sido analizado en obras como Andrew Higson: Waving the Flag. Construct-
ing a National Cinema in Great Britain, Clarendon, Oxford, 1995; Susan Hayward: French
National Cinema, Routledge, Londres, 1993; Gian Piero Brunetta: Il cinema italiano di Re-
gime. Da La canzone dell’amore a Ossessione, Laterza, Roma, 2009.
104 De hecho, a pesar de la importante ruptura política que conllevó la proclamación
de la República, lo cierto es que en el cine español de los años treinta hay una clara conti-
nuidad temática con la década anterior.
105 La difusión social de la identidad nacional promovida por la dictadura fue más efi-
caz que la aceptación de los valores ideológicos primorriverista. Alejandro Quiroga: Ha-
ciendo españoles: la nacionalización de las masas en la Dictadura de Primo de Rivera
(1923-1930), Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2008.
106 Antonio Vallés, Historia de la política de fomento del cine español, Ediciones de la
de M. García Carrión: op. cit.; sobre las iniciativas estatales v. Emeterio Díaz: Historia so-
cial del cine en España, Fundamentos, Madrid, 2003.
no sería una anomalía del caso español, sino que se situaría en paralelo con lo que sucedía
en otras cinematografías europeas, v. Christopher Gautier: «Le cinéma des nations: inven-
tion des écoles nationales et patriotisme cinématographique (années 1910-années 1930)»,
Revue d’histoire moderne et contemporaine, 51-4, 2004, pp. 58-77.
Conclusiones
109 Sobre los discursos nacionalistas en relación con la introducción del cine sonoro,
véase el capítulo 3 de Marta García Carrión: Por un cine patrio: cultura cinematográfica y
nacionalismo español, PUV, Valencia, 2012.