Monografía de HCPII CARLOS ANTONIO LOPEZ

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UNIVERSIDAD POLITÉCNICA Y ARTISTICA DEL PARAGUAY

Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades

TRABAJO MONOGRAFICO DE
Historia de la Cultura Paraguaya II

TEMA: Periodo de gobierno de Carlos A. López.

PRESENTADO POR

JESSICA COLMAN

CAAZAPÁ 2020
PERIODO DE GOBIERNO DE CARLOS ANTONIO LÓPEZ
• Carlos Antonio López

Carlos Antonio López Ynsfrán (Asunción, 4 de noviembre de 1790-Ibidem, 10 de


septiembre de 1862) fue un político paraguayo que ocupó los cargos de cónsul
y presidente. Electo como Primer Cónsul junto con Mariano Roque
Alonso como Segundo por el quinto Congreso Nacional en 1841. Al término del
consulado se llamó a congreso en 1844, y se aprobó la Constitución redactada por
López, de tinte aristocrático republicano, y fue elegido como primer presidente
constitucional del Paraguay.
Está considerado como el padre de la primera modernidad (1840-1870), el que
procuró acercar al Paraguay a los bienes de la cultura universal sin descuidar por ello el
ejercicio de la soberanía. Su gobierno se destacó por las varias reformas que
contribuyeron al progreso del país en los aspectos políticos, económicos y sobre todo
culturales.2 Mediante estos logros fue reelecto en el cargo en 1854 y 1857.
• Instrucción primaria, media y superior durante su gobierno
D. Carlos Antonio López dedicó siempre especial atención al fomento de la instrucción
pública. La Escuela Central de Primeras Letras siguió a cargo de Téllez. Al jubilarse éste
en 1843, lo sucedió en el empleo el maestro Antonio María Quintana, de cuyos
métodos docentes y nivel científico, no muy superiores a los del siglo anterior, el
coronel Centurión da amena noticia en sus “Memorias”. El establecimiento recibió
mayor asistencia oficial y en 1842 se impartía en él enseñanza gratuita a doscientos
treinta y tres niños y adolescentes. Quintana era también músico y sus alumnos
constituyeron un coro que actuó en público, contribuyendo a la difusión del
conocimiento del Himno Nacional. Después de 1860, funcionaba una escuela en cada
parroquia de la capital. Igualmente, se fomentó la educación primaria en las villas y
partidos campesinos. Según informaba el presidente López en su Mensaje de 1857,
16.755 niños concurrían a 408 escuelas elementales, sustentadas por el Estado y por
los padres de familia beneficiados con su acción. Moreno dice que en 1862
funcionaban 435 escuelas, con 24.524 alumnos, y Pérez Acosta da una lista de setenta
maestros de primeras letras que, en vísperas de la guerra, ejercían la docencia en
cuarenta poblaciones del interior. Los encargados de algunas de estas escuelas de
primeras letras dictaban también clases de nivel más elevado.
El Congreso Nacional reunido en marzo de 1841 dispuso la creación de un colegio
secundario para la formación del clero, para cuyo funcionamiento debía construirse las
instalaciones necesarias. En cumplimiento de esta resolución y como base para una
ulterior ejecución íntegra de la misma, el gobierno consular decretó, el 30 de
noviembre de ese año, el establecimiento de la Academia Literaria que debía iniciar
sus clases el 9 de febrero inmediato. El plan de estudios comprendía Latinidad, Idioma
Castellano y Bellas Letras, Filosofía Racional, Teología Dogmática, Historia Eclesiástica y
Oratoria Sagrada, inicialmente, sólo fueron provistas las dos primeras de las cátedras
mencionadas que se confiaron a los P. P. Marco Antonio Maíz, simultáneamente
director del instituto, y José Joaquín Palacios, de los cuales hemos dado noticia en el
capitulo anterior. El catedrático de latinidad debía dictar a sus alumnos una
conferencia semanal sobre los elementos de la religión cristiana, y el de idioma
castellano y bellas letras, otra sobre “los derechos y deberes de un hombre social”.
“Las clases de latinidad sostenidas en esta capital por maestros particulares se
reunirán a la Academia Literaria con todos sus alumnos bajo la inmediata orden del
director interino”, rezaba la última de las cláusulas del decreto que venimos glosando
En noviembre de 1842, los cónsules informaban al Congreso el desenvolvimiento
satisfactorio de la casa de estudios, a la que concurrían ciento cuarenta y nueve
jóvenes de los cuales veintitrés eran internos y anunciaba la próxima habilitación de la
cátedra de Filosofía, lo que se cumplió en 1843. Consagrado Obispo Auxiliar el P. Maíz,
lo reemplazó interinamente en la dirección el P. Miguel Albornoz, antiguo dominico
exclaustrado por el Dr. Francia, que ya enseñaba Filosofía. Fallecido el mismo prelado
en 1848, se encargó de la cátedra de Latinidad Juan de la Cruz Velázquez, seglar, que
había sido alumno del Real Colegio Seminario de San Carlos en la época de la
Independencia, y a su vez, en sustitución de éste, que había pasado a ejercer funciones
judiciales, otro seglar, Domingo Viveros, era en 1856 preceptor interino de Latinidad.
Entre los primeros jóvenes que se inscribieron en la Academia se contaba Francisco
Solano López, hijo del cónsul al que se debía la fundación. Más su permanencia habrá
sido corta, pues en 1843 cumplía ya una misión diplomática en Buenos Aires y dos
años después mandaba el ejército expedicionario destacado en Corrientes. Todos los
sacerdotes ordenados por el Obispo López hasta la inauguración del Seminario
Conciliar en 1859, con excepción de algunos antiguos religiosos exclaustrados
necesariamente debieron pasar por las aulas de la Academia Literaria. Sin embargo, la
formación recibida en las mismas no era completa y los aspirantes al orden sagrado
ampliaban sus conocimientos bajo la dirección personal del ya citado jefe de la Iglesia y
de su auxiliar, y más tarde, del P. Gaspar Téllez, hijo del maestro de ese apellido y
Rector de la Catedral, que los instruían en Teología, Moral, Derecho Canónico y
Liturgia. Por espacio de una década, la Academia Literaria fue el único centro
permanente de enseñanza media. Más, a partir de la apertura del curso de
matemáticas establecido en “Zevalioscué” y de las escuelas superiores que lo
siguieron, quedó cada vez más reducida a la sola función preparatoria de la formación
del clero. Finalmente, en 1859 se erigió el Seminario Conciliar. Primer Rector del
mismo y catedrático de Prima de Teología Moral y Vísperas de Cánones designaron al
P. Fidel Maíz, varias veces mencionado, que también daba lecciones de Oratoria
Sagrada y Liturgia, en tanto que las clases de Latinidad, Idioma Castellano y Moral
Cristiana las dictaba el P. José del Carmen Moreno, aún no ordenado en ese momento,
a quien tocaría morir valientemente en el combate de Ytororó. Encarcelados ambos
sacerdotes en 1862, el Rectorado pasó al P. Eugenio Bogado que lo ejerció hasta la
desaparición del instituto, a fines de 1866 o comienzos de 1867. Entre los catedráticos
que se incorporaron después de su fundación al cuerpo docente del Seminario, cabe
recordar al canónigo Justo Román, a los P. P. Bonifacio Moreno y Francisco Solano
Espinoza y al diácono Roque A. Campos, después sacerdote. Las últimas ordenaciones
las llevó a cabo el Obispo Palacios, en el campamento de Paso Pucú, en febrero de
1868. La caída de Rosas y el consiguiente acceso del Paraguay a la libre navegación de
los ríos abrieron amplias posibilidades de desarrollo en todos los órdenes. El
Presidente López se apercibió de la conveniencia de contratar profesores extranjeros,
así como también de que la labor de los mismos solamente daría fruto satisfactorio si
los alumnos beneficiados con ella poseían una adecuada base previa de
conocimientos. Con esta mira, en 1852 dispuso que en la antigua chacra del patricio
Juan Valeriano de Zevallos, en Tapuá, se concentrase un grupo de adolescentes
seleccionados en las escuelas de primeras letras. Con ellos, se organizó un curso
preparatorio de matemáticas, a cargo del joven Miguel Rojas, formado en la Academia
Literaria. El año siguiente, estos alumnos, a los que ahora se incorporaba en el mismo
nivel el propio preceptor Rojas, fueron trasladados a la capital para la fundación de
una Escuela de Matemáticas, instituto superior especializado cuya dirección se confió
al francés Pedro Dupuy (1816-1887), que comenzó enseñando lo más elemental de la
Aritmética, para pasar de inmediato al Algebra y la Geometría. Es suyo el mérito de
haber difundido el sistema métrico decimal en el Paraguay. La escuela funcionó hasta
la llegada del literato español Ildefonso Bermejo, en 1855. Por esos años, el ya
mencionado. P. Fidel Maíz y Bernardo Ortellado, antiguos alumnos ambos de la
Academia Literaria, tenían una Escuela de Latinidad. Los más aventajados de entre sus
discípulos pasaron en 1856 al Aula de Filosofía organizada por Bermejo. También en
1850 y costeada por el Fisco, había funcionado una escuela o cátedra de Derecho Civil
y Político a cargo del Dr. Juan Andrés Gelly, y en 1862, Zenón Ramírez, juez de lo
criminal, dictaba un curso de Práctica Forense, para curiales y otros auxiliares de la
justicia. Ramírez, que integró la Convención Nacional Constituyente de 1870 y más
tarde el Senado, falleció en la indigencia, a comienzos del presente siglo, siendo
portero de la Universidad de Asunción.
• Acción cultural de Ildefonso Bermejo

El general López, durante su estada en Europa, contrató al periodista y escritor español


Ildefonso Antonio Bermejo (1820-1892), que permaneció en el Paraguay de 1855 a
1863, dedicado a la enseñanza y a la promoción de las actividades culturales. Con los
mejores de entre el medio centenar de discípulos de Dupuy, Bermejo formó una
Escuela Normal en unas casas antiguas situadas donde hoy está el Departamento de
Policía. Algún malestar suscitado entre los alumnos de más edad, por sus métodos y
exigencias, fue reprimido con el enrolamiento de los menos disciplinados en la marina
de guerra. Esta escuela de Bermejo, que funcionó solamente un año, era preparatoria
del instituto secundario que él proyectaba. En efecto, con los jóvenes de mayor
aprovechamiento de este plantel y de la ya citada Escuela de Latinidad de Maíz y.
Ortellado, se organizaba a comienzos de 1856 el Aula de Filosofía. Su amplio plan de
estudios, novedoso para la época y el lugar, comprendía Gramática Castellana, Lógica,
Historia Sagrada y Profana, Cosmografía, Geometría, Literatura, Moral y Teodicea,
Catecismo Político, equivalente de la actual Educación Cívica, Derecho Civil, Francés y
Composición Literaria. Todas estas materias las enseñaba el propio Bermejo que
dictaba los apuntes en clase, y el sistema expositivo era el de preguntas y respuestas,
esencialmente mnemónico. Los primeros exámenes públicos del Aula de Filosofía los,
presidié personalmente D. Carlos Antonio López, acompañado del Obispo, de los
ministros y de los más altos dignatarios civiles y militares. De este curso, cinco alumnos
distinguidos fueron enviados como becarios a Gran Bretaña, de donde algunos
regresaron en 1863 con acrecentado caudal de conocimientos Aparte de sus
obligaciones docentes, Bermejo tuvo a su cargo la redacción del “Semanario”, fundó
“El Eco del Paraguay” y animó a sus alumnos a redactar “La Aurora”, donde daban a
conocer sus producciones en poesía, narrativa y ensayo. También con jóvenes del Aula
de Filosofía, organizó la primera compañía teatral de aficionados de carácter estable. El
año de su venida al Paraguay, Bermejo había publicado en Madrid “La capa del rey
García”, novela histórica, y después de su muerte apareció su “Historia anecdótica y
secreta de la Corte de Carlos IV”, así mismo en la capital española. En Asunción,
estrenó en 1858 “Un paraguayo leal”, drama en verso en dos actos, y “Un sombrero y
una llave”, en tres actos, y en 1862 se editó aquí su libro sobre “La Iglesia Católica en
América”. Colaborador de importantes periódicos madrileños y hombre del mundo,
gravitó notoriamente en el desarrollo cultural del Paraguay y en la difusión del
conocimiento de las corrientes estéticas e ideológicas de la época. Aunque de
importancia secundaria entre los escritores de su patria se hallaba incorporado a la
vida intelectual española de mediados de siglo XIX con vinculaciones en la política, en
la prensa y en el ambiente del teatro. Estas circunstancias lo jerarquizan con relación a
los demás extranjeros que por entonces prestaban servicios en el Paraguay y le
otorgan cierta preeminencia sobre ellos. Era un europeo culto que impulsó a sus
alumnos a ponerse al día en el conocimiento del mundo de su tiempo y al cultivo de las
letras. Generalmente no se guarda un buen recuerdo de Bermejo, debido a que años
después de su regreso a Europa publicó “Episodios de la vida privada, política y social
de la República del Paraguay”, obrita en la que hace burla del país, de sus costumbres y
de sus gobernantes. Sin embargo, ocho años de labor sostenida en la instrucción
pública, la prensa y el teatro y en la promoción de las actividades del espíritu,
compensan lo negativo de su actuación, y arrojan un saldo a su favor.
• Obras de gobierno
Entre los más importantes aportes de su gestión se pueden citar:

• El primer tramo del Ferrocarril Nacional.


• La creación de la Flota Nacional.
• Las fundiciones de hierro de Ybycuí.
• El desarrollo del arsenal.
• El incremento de la producción y el comercio. Se firmaron tratados comerciales
con Francia, Estados Unidos y el Reino Unido.
• La creación del Himno Nacional., La reforma de la agricultura.
• La concesión de la ciudadanía a los indígenas en 1848, aunque las tierras y
otros bienes de estos pasan a propiedad del Estado.
• La fundación del periódico El Paraguayo Independiente.
• La reorganización completa de la administración pública, con un mayor
presupuesto. La instalación de imprentas.
• El resurgimiento de la vida social.
• El afianzamiento de las fronteras paraguayas, así como el reconocimiento de su
independencia por parte de muchos países.
• Los estudiantes becados a Europa
En 1854, cuando el general López regresó de su misión diplomática en Europa, dejó en
una escuela naval francesa a los jóvenes Nicanor Sánchez y Domingo Antonio Ortiz.
Este último, se incorporó más tarde a la marina de guerra paraguaya, tuvo destacada
actuación durante la contienda de 1864-70 y alcanzó el grado de capitán de fragata.
Restablecida la paz, fue delegado demarcador de límites con el Brasil y jefe de la
expedición naval que desalojó a los usurpadores bolivianos de Bahía Negra. En 1858,
como ya hemos referido, se seleccionó a cinco jóvenes, cuatro de ellos alumnos
distinguidos del Aula de Filosofía para ir a Gran Bretaña a prepararse para la carrera
diplomática. Se llamaban Juan Crisóstomo Centurión, Gerónimo Pérez, Cándido
Bareiro, Andrés Maciel y Gaspar López. Permanecieron cinco años en ese país,
adquiriendo cultura, general y formación jurídica. Bareiro alcanzo a ser presidente de
la República en 1878 y falleció en el ejercicio del cargo, en 1880. Centurión (1840-
1902) llegó a coronel durante la guerra, fue herido en Cerro Corá y después ocupó
altos cargos públicos. Publicó cuatro volúmenes de “Memorias”, de extraordinaria
importancia en la historiografía paraguaya, una novela y diversos artículos, estudios y
ensayos. Otros ocho jóvenes viajaron ese mismo año, también a Gran Bretaña, para
especializarse en carreras técnicas. Do vuelta en el país, prestaron útiles servicios en
los arsenales, el ferrocarril y la marina. En 1863, viajó un grupo de treinta y nueve
becarios, de los cuales tres debían estudiar Derecho, treinta iniciarían su aprendizaje
de ingeniería mecánica y seis iban destinados a la Escuela Militar francesa de Saint-Cyr,
cuyos cursos uno solo de ellos pudo aprobar. Otros dos jóvenes, Emilio Gill y
Hermógenes Miltos, viajaron por su cuenta a Europa e ingresaron en la misma
institución castrense. Años antes, Adolfo Saguier había cursado estudios, sin beca, en
Francia y Gran Bretaña. Lo estudiantes de Derecho se destacaron en distintos órdenes
de actividades: Juan Bautista Delvalle regresó en 1867 por Bolivia y se incorporé al
ejército en campaña; ya coronel, murió a manos del enemigo, después de haberse
rendido, a fines de febrero o comienzos de marzo de 1870 Miguel Palacios presidió la
Convención Nacional Constituyente y se desempeñó posteriormente como Senador y
Ministro de Relaciones Exteriores. En cuanto a Aurelio García Corvalán, encauzó en
Europa su vocación artística y lo hemos recordado entre los primeros pintores del
Paraguay; se le atribuyen dos retratos del Mariscal López que se conservan. Los tres
murieron en plena juventud. Los que iban a perfeccionarse en mecánica fueron
colocados en astilleros y otros establecimientos británicos, en los cuales lograron su
formación práctica en máquinas a vapor, fundición, herrería, calderería y otras
especialidades técnicas. Algunos pudieron regresar antes de la guerra y sirvieron con
abnegación y eficacia. De los demás, afirman varios autores que perecieron en Europa
o en Montevideo, adonde algunos alcanzaron a llegar. No sería difícil, sin embargo,
que hubieran sobrevivido sin retornar al país: artesanos y técnicos expertos, habrán
encontrado posibilidades de progresar en ambas márgenes del Océano. Emilio Gill, que
vino hacia 1867 con correspondencia de la Legación en Paris, desvió su itinerario y
pasó a Buenos Aires, sin entregar el envío ni incorporarse al servicio de la República.
Restablecida la paz, fue sucesivamente, en rápida sucesión, Jefe de Policía, Ministro de
Hacienda y General de Brigada. Murió trágicamente en 1877.
Los técnicos extranjeros contratados
Desde 1852, al allanarse el acceso del Paraguay a la navegación oceánica a través del
estuario platense, el presidente López buscó la cooperación de técnicos extranjeros,
tanto para promover las actividades productivas, como para estimular desarrollar las
aptitudes naturales de los trabajadores para guayos. Con ingenieros y artesanos
ingleses, se instalaron el arsenal de Asunción, la fundición de hierro de Ybycui, el
ferrocarril y se organizó la marina mercante y de guerra. En las gradas del referido
arsenal, fueron construidos el “Ypora”, el “Correo”, el “Salto Guaira”, el “Río Apa” y
otros vapores y embarcaciones menores. Capitanes y maquinistas ingleses los
tripularon inicialmente. Jefe del arsenal y astillero era el ingeniero John W. Whitehead,
por espacio de una década, y lo sucedió su colega John Nesbitt, que acompañó al
ejército en la retirada de las Cordilleras. George F. Morice fue el primer capitán del
“Tacuari”. Al frente de la fundición de Ybycuí se sucedieron varios técnicos ingleses y
en los trabajos de tendido de las vías férreas tuvo la responsabilidad directiva el
ingeniero George Paddison, llegado al país en 1868. Todos estos ingenieros,
fundidores, maquinistas, oficiales de marina y auxiliares técnicos formaron un nutrido
y eficiente núcleo de aprendices criollos, a los que se sumarían luego los jóvenes
becarios que retornaban de Gran Bretaña. Mención especial merece el ya recordado
ingeniero Jorge Thompson, colaborador de Paddison en el ferrocarril. Durante la
guerra sirvió en el cuartel general y alcanzo el grado de teniente coronel. Tuvo el
mando del reducto de Angostura durante la batalla de las Lomas Valentinas y se rindió
el 30 de diciembre de 1868. Después, publico “Guerra del Paraguay”. En 1864, llegó a
Asunción el ingeniero alemán Roberto von Fisher Treuenfeldt, contratado para el
tendido de las primeras líneas telegráficas. El 16 de octubre de ese año, a los tres
meses escasos de haber sido desembarcados los materiales, era transmitido el primer
mensaje telegráfico de la historia paraguaya, entre Asunción y Villeta. La línea se
extendió pronto hacia el Sur hasta Humaitá y alcanzó las avanzadas paraguayas
durante la contienda, Treuenfeldt y su lugarteniente Hans Fish formaron un numeroso
equipo de telegrafistas, entre los cuales se destacaba el pintor Saturio Ríos que ideó
simplificaciones del equipo transmisor. De regreso en Alemania, Treuenfeldt por
espacio de medio siglo llevó a cabo proficua labor divulgadora de todo lo concerniente
al Paraguay. farmacéutico Masterman, autor de “Siete años de aventuras en el
Paraguay”, Otro farmacéutico, Porter C. Bliss, se dedicó a la literatura y al periodismo y
publicó ataques a la triple alianza. Los discípulos de estos profesionales se
desempeñaron como Cirujanos y Practicantes en los hospitales de sangre y de la
retaguardia, y uno de ellos, Justo P. Candia, ejerció la medicina y fue Cirujano Mayor
del ejército hasta treinta y cinco años después de restablecida la paz. Gradualmente,
los paraguayos formados por ellos y otros igualmente capacitados fueron tomando la
conducción de los servicios referidos. En la construcción de los terraplenes ferroviarios
y tendidos de los rieles trabajaron los “chaflaneros” bajo el comando del entonces
teniente Elizardo Aquino, que por un tiempo interinó la jefatura de la fundición de
hierro de Ybycuí. Maquinistas nativos conducían los trenes y el mayor José María
Bruguez, más tarde general, tenía la dirección superior de tan importante medio de
comunicación.

• Mencionar los Edificios Públicos y Privados construidos durante su gobierno.


EDIFICIOS PUBLICOS. El Palacio del Congreso también llamado Cabildo aunque nunca
fue sede de este cuerpo, es de los últimos años de Don Carlos. Su fachada, de dos
plantas, con arquería de medio punto y pilastras dóricas, resulta claramente neo-
clásica, si bien en ventanas, puertas y otros detalles se conservan las formas coloniales.
El Palacio del Gobierno también llamado Palacio de López, construido para residencia
del Mariscal y terminado después de 1890, es definitivamente neo clásico y de gusto
italiano. De proporciones monumentales y exquisito gusto, tiene un cuerpo central de
dos plantas con arquería de medio punto en ambas y dos alas que avanzan hacia el
Sur, encuadrando los jardines. Su fechada septentrional mira hacia la bahía de
Asunción, alzándose sobre un zócalo de piedra, merced al declive del terreno. Todo el
edificio se halla coronado por una torre central de dos plantas adicionales.
Aunque inconcluso, el Teatro de López, hoy oficina de impuestos internos, trabajado
desde 1858 hasta 1864 y 65, se halla inspirado en la planta del celebérrimo “Teatro
della Scala”, de Milán.
Estas tres construcciones se deben al arquitecto italiano Alejandro Ravizza, venido al
Paraguay en 1854, donde permaneció hasta su muerte.
Otros edificios públicos de la capital y del interior, o han desaparecido, o han sufrido
alteraciones fundamentales.
La Estación del Ferrocarril, levantada entre 1854 y 1861, con torre y una galería de
andenes de gran luz, parece haber sido obra de alguno de los ingenieros ingleses
venidos en la época. Otra estación notable de este período, aunque de menores
proporciones, es la de Pirayú, construida por el después general Elizardo Aquino.
TEMPLOS.
La Catedral, habilitada en 1845, es la primera obra de envergadura de este gobierno.
Ejecutada por maestras constructores paraguayos, consta de tres espaciosas naves
separadas por dos hileras de arcos de medio punto, con pilastras estriadas. Carece de
ábside semicircular y de bóveda. Las naves ocultan la trama de su techumbre con muy
sencillos artesonados de madera labrada. Su fachada es de estilo neo-clásico y de
extrema sobriedad, con reminiscencias de las iglesias llamadas “jesuíticas” en Europa.
El retablo del altar may parece haber pertenecido a los franciscanos y delante del mis
se halla ubicado un rico frontal de plata trabajada.La Recoleta, construido en 1850
sobre la planta del antigua templo de ese convento, es mucho más pobre. Consta de
una sola nave rectangular con gruesas paredes de adobe artesonado plano de madera.
Su fachada es clasicista con algunas concesiones al barroco, por su coronamiento
apiñonado. El templo parroquial de la Santísima Trinidad es de tres naves, como la
Catedral, y como ella, tiene pórticos en tres de sus lados, pero en este caso de arquería
de medio punto, y un porche a atrio en la parte delantera. Los retablos de las dos
naves laterales parecen haber pertenecido antes a la iglesia de Yaguarón. Sin cúpulas
ni bóvedas, tiene artesonados de madera, siendo abovedado el de la nave central. La
fachada es de piñón escalonado, con ménsulas invertidas, de influencia al parecer
flamenca. Aquí, fue sepultado en 1862 el Presidente López. La iglesia de San Roque,
terminada en 1853 y demolida en 1971, era de una sola nave rectangular, con
artesonado piano de madera labrada y fachada muy sobria, de líneas neo-clásicas.
Todos estos edificios, religiosos tienen a un costado un campanario de mampostería,
separado del cuerpo, pero sin solución de continuidad. Las torres de la Catedral son,
sin embargo, dos, de similares dimensiones.
El Oratorio de la Virgen de la Asunción fue construido ya durante la presidencia del
Mariscal López, en 1864, y quedó entonces inconcluso. Es la más bella de las obras de
Ravizza. Su planta se inspira en los Inválidos, de Paris, y en la basílica de Santa Maria de
Carignano, en Génova, pero su aspecto externo presenta notable similitud con la
catedral de Superga, ciudad natal del mismo Ravizza.

ARQUITECTURA PRIVADA. Debido a lo perecedero de los materiales empleados con


anterioridad, la mayor parte de las viviendas de familias acomodadas fueron
renovadas y totalmente reconstruidas durante este período. En algunos casos, los más,
se mantuvieron las características esenciales de la arquitectura colonial, con la sola
sustitución de los horcones por pilares octogonales de mampostería y de las rejas de
madera torneada o labrada por las de hierro. Como ejemplo, puede mencionarse la
casa de los Saguier, demolida en 1963 en la esquina de General Díaz y 15 de Agosto.
En otros edificios, sin alterar esencialmente la traza colonial, se suprimían las galerías
cubiertas exteriores y hasta alero u saledizo, para implantar el llamado frente de
azotea
Características manifestaciones de esta modalidad constituyen el espacioso edificio
situado en la intersección de Palma y 15 de Agosto, y otro, algo transformado hoy, en
Estrella 14 de Mayo, asiento por muchos años de la antigua Escribanía de Varela.
Subsisten varias construcciones de este tipo en las calles de Presidente Franco,
Benjamín Constant y El Paraguayo Independiente, que han sufrido mayores o menores
modificaciones en nuestro siglo.
Las hay, sin embargo, con innovaciones más acentuadas que presentan pilastras
dóricas implantadas en la fachada u adornos propios del neoclásico.
Edilicios de mayor aliento son viviendas de varios miembros de la familia López: el
palacio por mucho tiempo ocupado por el Ateneo Paraguayo, residencia del General
Barrios, y los actuales Banco de Asunción y Asunción Palace Hotel, que pertenecieron
respectivamente a Benigno y Venancio López. Denuncia influencias de la arquitectura
rioplatense de la primera mitad del siglo otra vivienda de Venancio López, ubicada en
la esquina de Presidente Franco y Nuestra Señora de la Asunción.
En general, la arquitectura privada de innovación se mantiene dentro de las líneas
clásicas, con molduras, cornisas y parapetos, antes no muy difundidos en la ciudad,
acusando influencias italianas de los siglos XVI y XVII, recibidas a través de Buenos
Aires y Montevideo.

CONCLUSIÓN

Don Carlos Antonio López fue una figura política paraguaya con una gran capacidad
académica y cultural. Es conocido como el primer presidente constitucional del
Paraguay, y durante su gobierno se lograron en el país importantes reformas en
cuanto a lo económico, social y cultural. Nació en Asunción, el 4 de noviembre de
1790. A pedido de sus padres, siguió la carrera de Filosofía y Teología en el Real
Seminario de San Carlos, pero la abandonó para estudiar Derecho. Después de
recibirse de abogado, fue catedrático del colegio de San Carlos.
Su gobierno se caracterizó por un régimen autoritario, aunque no cayó en las prácticas
dictatoriales de Francia. Durante su mandato, reorganizó el sistema judicial del país, la
administración pública, así como el Ejército; además, tuvieron lugar importantes
acontecimientos y realizaciones tales como: la inauguración del templo de la plaza
fuerte de Humaitá, la creación de la Flota Nacional, la fundición de hierro de Ybycuí, la
construcción de numerosos edificios públicos como el Palacio de Gobierno, el Club
Nacional, la Catedral de Asunción y numerosas iglesias, como la de San Roque, la
Recoleta, la estación del Ferrocarril, las residencias del general Benigno López, del
coronel Venancio López y la creación de más de 300 escuelas, declarándose la
enseñanza gratuita y obligatoria. En cuanto a la política interior, concedió a los indios
la ciudadanía y, con el fin de paliar el desempleo, dio un nuevo impulso a las obras
públicas y otorgó a la administración un mayor presupuesto para la contratación de
personal.
En la política exterior, trató con los países vecinos para afianzar las fronteras
paraguayas y logró que varios países reconocieran la independencia del Paraguay, al
tiempo que renovó las relaciones diplomáticas con varios Estados, rotas durante los
años de la dictadura. En el plano cultural, se crearon el Himno Nacional y piezas
populares como: Mamá cumandá, Londón carapé, la Palomita, el Cielito chopí o Santa
fe y el Campamento Cerro León. Apoyó la formación de artistas, permitió la venida de
compañías extranjeras de arte escénico, etc. Además, otorgó becas a alumnos del
interior para estudiar en la capital y Europa. Creó el periodismo paraguayo con El
Paraguayo Independiente, que tuvo como fin exponer circunstancias de hechos y
derecho que justificaban la independencia del Paraguay; más tarde, este diario fue
reemplazado por El Semanario.

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