10 Cap7 Pactos

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CAPÍTULO 7

LOS SIETE PACTOS

Un pacto es un acuerdo que uno hace con otro; es como un contrato. En la Biblia, un pacto se hace

cuando Dios le dice a alguien: “Ahora, así y asá es cómo la cosa va a funcionar” (o sea le promete ciertas

cosas y espera ciertas cosas del que recibió las promesas). Siguiendo la regla de la primera mención (que

dice que la primera mención de un término en la Biblia muy a menudo define su uso a través del resto de

la Escritura), podemos ver esta misma definición de un “pacto”. La primera mención de este término en la

Biblia es Génesis 6.18 (aunque hay dos pactos antes de este, se menciona la palabra “pacto” por primera

vez aquí).

Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos

contigo. [Gen 6.18]

Un pacto, entonces, es simplemente un acuerdo que Dios hace con los hombres en un momento dado en

la historia. Dios y el hombre se ponen de acuerdo para hacer ciertas cosas.

Hay otra observación que podemos hacer en esta primera mención de la palabra “pacto”, y tiene que ver

con la palabra en hebreo. En hebreo esta palabra (el sustantivo: “pacto”) es “berit” (#1285 del sistema de

Strong; ver La concordancia exhaustiva de la Biblia por James Strong, Editorial Caribe). El verbo hebreo

de esta palabra (“pactar”) es “bara” (#1262 de Strong). Ahora, hay otro verbo en hebreo que suena igual

al de “pactar” y es “cortar”. La palabra hebrea por “cortar” es “bara” también (#1254 de Strong). Esto,

entonces, nos ayuda a entender la historia extraña en Génesis 15.6-21 cuando Dios cortó unos animales e

hizo un pacto con Abraham. Él “pactó” (bara) con Abraham y por esto “cortó” (bara) unos animales

delante de él. Al “cortar” (bara), Dios dijo que estaba “pactando” (bara). O sea, Dios estaba dándole a

Abraham una confirmación visual (cortar: bara) de lo que hizo en realidad (pactar: bara).

En la Biblia hay siete pactos principales que Dios ha hecho con el hombre. Los siete pactos se dividen en

dos categorías: Unos son condicionales (dependen del hombre y lo que él hace o no hace) y los otros son

incondicionales. Un ejemplo de un pacto condicional es el de Moisés. Cuando Dios entró en pacto con

Israel bajo la ley de Moisés, el cumplimiento del pacto (de lo que Dios prometió) dependía de la

obediencia de los israelitas.

Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los

pueblos; porque mía es toda la tierra. [Exod 19.5]


EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

El pacto de Noé es un buen ejemplo de un pacto incondicional. Cuando Dios entró en un acuerdo con los

hombres después del diluvio de Noé, Él prometió hacer ciertas cosas y no dependían de la obediencia del

hombre sino de la fidelidad de Dios. Puesto que Dios no miente, lo que Él prometió, también lo hará.

Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más

diluvio para destruir la tierra. [Gen 9.11; son promesas incondicionales]

Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y

no lo ejecutará? [Num 23.19]

A veces, pero no siempre, hay una señal que viene con el pacto. No es una señal como los prodigios y

milagros que Jesucristo hizo para confirmar la veracidad de Su mensaje. Son señales como la de los

anillos (las argollas) que los novios intercambian cuando se casan. Es algo visible que da testimonio del

pacto, del acuerdo entre los dos. El pacto de Noé tiene la señal del arco iris (Gen 9.13); el pacto de

Abraham tiene la señal de la circuncisión (Gen 17.11); y el pacto de Moisés tiene la señal del día de

reposo (Exod 31.12-17).

Otra cosa que hemos de entender acerca de los pactos en la Biblia es lo que podríamos llamar “traslapo”.

Algunos de los pactos tiene un fin; terminan en un momento dado. Otros continúan hasta el Milenio, y

aun otros son pactos eternos (que veces se llama “sempiternos”). Esto quiere decir que puede ser que en

un momento dado de la historia del hombre, hay varios pactos que están vigentes a la misma vez. O sea,

durante la misma dispensación, puede haber más de sólo un pacto vigente. Entonces, hemos de entender

que hay traslapo entre los diferentes pactos, y también entre los pactos y las dispensaciones. Unos pactos

traslapan otros pactos, y también varios pactos están vigentes a través de varias dispensaciones. No es que

haya un pacto para cada dispensación.

Con todo esto en mente, lo que vamos a estudiar ahora son los siete pactos principales que Dios estableció

con los hombres. Estos pactos son “contratos por escrito” y varios afectan a nosotros, nuestras vidas y

también nuestro futuro.

EL PACTO DE EDÉN: GÉNESIS 1.28

El comienzo del pacto

27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los

peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

29 Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol

en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer.

30 Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que

hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así. [Gen 1.27-30]

Este pacto comenzó con Adán y Eva. Dios estableció el pacto con “el hombre”, varón y hembra. O sea,

este es un pacto que el Señor hizo con Adán y Eva, los primeros humanos en la tierra. Es un pacto que

también comenzó en un huerto, el de Edén.

Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el

hombre un ser viviente. Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había

formado. [Gen 2.7-8]

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CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

El contenido del pacto

El pacto de Edén se trata del hombre reinando sobre toda la tierra. Dios entró en un acuerdo con el

hombre diciéndole que le daría el señorío de todo este planeta.

Génesis 1.27: El pacto tiene que ver con el hombre creado a la imagen de Dios

La imagen de Dios tiene que ver con lo que se llama la “Trinidad”. Dios es uno, pero es de tres Personas:

el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Él es tres en uno, una Santa Trinidad. Así es, entonces, como Él hizo

al hombre. El ser humano es una persona de tres partes: espíritu, alma y cuerpo.

Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado

irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. [1Tes 5.23]

El alma es el “yo” dentro del cuerpo (consiste en la mente, la voluntad, las emociones, etc.) y corresponde

a Dios el Padre. El cuerpo (la parte visible del ser humano) corresponde a Dios el Hijo (la Persona

“visible” del Ser divino: 1Tim 3.16). El espíritu del hombre, entonces, corresponde al Espíritu de Dios. Él

Señor entró en un pacto con el único ser en toda Su creación que fue hecho según Su propia imagen.

Génesis 1.28: El pacto contiene una comisión

En esta comisión del pacto de Edén, hay varias responsabilidades. En primero lugar, el hombre es

responsable de llenar la tierra con sus propios hijos. También, debe sojuzgar la tierra. Entonces, vemos

que el hombre es la criatura “suprema” (máxima) y no hay ninguna otra por encima de él. Así que, bajo el

pacto de Edén, el hombre reinará sobre todas las demás criaturas.

Además, el hombre es responsable de labrar (cuidar y atender) el huerto de Edén y guardarlo (protegerlo,

vigilarlo y defenderlo).

Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. [Gen

2.15]

Adán y Eva fracasaron en esta área de su responsabilidad. Eva dejó la protección de su marido para andar

con “el más guapo del huerto” (2Cor 11.1-15; más sobre esto luego) y Adán la dejó ir sola, sabiendo que

había peligro en el huerto porque Dios le dijo que lo “guardara”. Entonces, el mal entró en el huerto y

ellos no le dijeron a Dios nada del asunto. Por esto fracasaron y todavía estamos llevando las

consecuencias.

Génesis 1.29-30: El pacto contiene una provisión

Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer. [Gen 2.16]

La dieta del hombre (y también de los animales) al principio era vegetariana. Más bien, era sólo de frutas,

y Dios les había dado una abundante provisión de comida en el huerto de Edén. Por supuesto, esto cambió

después del diluvio de Noé (Gen 9.3). Ahora el hombre debe comer carne además de frutas, legumbres y

plantas verdes. Sin embargo, habrá un tiempo en el futuro cuando, otra vez, los hombres volverán a comer

sólo plantas. O sea, todos los hombres y todos los animales volverán a ser herbívoros. Esto tomará lugar

cuando este pacto de Edén se cumpla: en el Milenio, cuando el “postrer Adán” sojuzgue la tierra.

La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. [Isa 11.7]

El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento

de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová. [Isa 65.25]

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EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

El pacto contiene una prohibición

Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente

morirás. [Gen 2.17]

Cuando Dios dio la provisión de Génesis 1.29 de “todo árbol”, se la dio con una pequeña prohibición. El

hombre podía comer de todo árbol en el huerto, “mas” había un árbol (sólo uno) prohibido. Era el árbol

de la ciencia del bien y del mal. Dios le prometió al hombre que moriría en el día que de él comiera. Así

que, podemos ver que aunque no hubo condiciones “del” pacto, había una condición “en” el pacto.

Las condiciones del pacto

Este pacto es incondicional

Cuando Dios estableció el pacto con el hombre en Génesis 1.27-30, no puso ninguna condición al

cumplimiento de Sus promesas. Dios puso al hombre como cabeza del mundo y el hombre será cabeza

del mundo. No hay nunca condición al asunto; es una promesa de Dios (Gen 1.28). Esto quiere decir que

este es un pacto incondicional con respecto a su cumplimiento. Luego, como ya vimos, Dios le dio una

prohibición dentro del pacto (o sea, una condición “en” el pacto pero no “del” pacto), pero no tiene nada

que ver con su cumplimiento. Dios cumplirá con lo que dijo pese a todo. Entonces, hasta que este pacto se

cumpla, “traslapa” todos los siguientes pactos y todas las demás dispensaciones. No termina hasta que se

cumpla en Cristo Jesús durante el Milenio.

La condición en este pacto no tiene que ver con su cumplimiento

El pacto se cumplirá, pero hay una condición en el pacto que tiene que ver con cómo se cumplirá y a

través de quién. Podría haberse cumplido en Adán, per él fracasó. Él no llenó la condición porque comió

del árbol prohibido (Gen 3.6). Dios le prometió que en el día que comiera de aquel árbol, moriría. Y así

fue. Él comió y murió espiritualmente. Así nacemos todos los de la raza de Adán: Muertos y separados de

Dios por el pecado.

Porque la paga del pecado es muerte... [Rom 6.23a]

Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados. [Ef 2.1]

Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a

todos los hombres, por cuanto todos pecaron. [Rom 5.12]

Hay que entender que la muerte en la Biblia nunca es “aniquilación” (o sea, dejar de existir) sino

“separación”. La muerte física es la separación de lo físico, del cuerpo físico y de este mundo físico. La

muerte espiritual, entonces, es la separación de la vida espiritual y, eventualmente, la vida eterna. O sea,

como en Génesis 3.22-24, es la separación de Dios. Él es la vida.

Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel

que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? [Juan 11.25-26]

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. [Juan 14.6]

Por esto, la Biblia es muy clara en que los hijos de Adán ya no nacen con la imagen de Dios. Todos

nacemos con la imagen de Adán, que es la imagen de Dios torcida por el pecado. Es una imagen muerta

espiritualmente.

Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su

nombre Set. [Gen 5.3]

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CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

Entonces, todos los hombres necesitamos el segundo nacimiento—el nacimiento espiritual. No tenemos la

vida espiritual en Adán, pero en Cristo recuperamos lo que él perdió.

Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. [Juan 3.6]

El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo

aquel que es nacido del Espíritu. [Juan 3.8]

Por esto, vemos que el pacto de Edén ya no se puede cumplir en Adán porque fracasó. Pero, el pacto es

incondicional, entonces se cumplirá. Ahora se cumplirá en Jesucristo, el Postrer Adán, porque Él llenará

toda condición.

La conclusión (el fin) del pacto

El pacto de Edén se menciona otra vez al final de la historia del hombre, y casi al final de la Biblia. Se

menciona en Hebreos 2. Si un pacto es incondicional, tarde o temprano tiene que cumplirse. Si no es así,

Dios mintió (y sabemos que Él no miente; Num 23.19). Así que, tiene que haber un tiempo cuando esta

tierra estará completamente sojuzgada al hombre, bajo su dominio. Esto no sucedió bajo el primer Adán,

pero sí sucederá bajo el dominio del Postrer Adán (1Cor 15.45), Jesucristo. Vea lo que Hebreos 2.5-9 dice.

5 Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando;

6 pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, O el hijo del

hombre, para que le visites?

7 Le hiciste un poco menor que los ángeles, Le coronaste de gloria y de honra, Y le pusiste sobre las obras de

tus manos;

8 Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él;

pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas.

9 Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a

causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos. [Heb 2.5-9]

El pacto de Edén se cumplirá en el Milenio, bajo el dominio de Cristo Jesús. En contexto, Hebreos 2 se

trata de sujetar el mundo venidero a alguien (y no es a los ángeles; Heb 2.5). La cita, el “cierto lugar” que

se menciona en el versículo 6, es el Salmo 8.3-9. Los siguientes versículos (Heb 2.7-8a) se refieren a

Génesis 1.27-28, cuando Dios hizo al hombre y lo puso sobre toda la creación para sojuzgarla. Antes del

pecado en Génesis 3, el hombre (Adán y Eva) estaba sobre todas las obras de las manos de Dios. Pero

ahora es un poco diferente, porque ahora no es así (Heb 2.8b). Todas las cosas no están sujetas al dominio

del hombre. Pero, Jesús, el Postrer Adán, tomó el lugar del primero (Heb 2.9a). Él también fue coronado

de gloria y honra como Adán en el versículo 7. O sea, Jesucristo reemplaza a Adán y, bajo el pacto de

Edén Él reinará con pleno dominio sobre toda la creación de Dios.

Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a

él Padre, Y él me será a mí hijo? Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle

todos los ángeles de Dios. Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, Y a sus

ministros llama de fuego. Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el

cetro de tu reino. [Heb 1.5-8]

Así que, el pacto de Edén se cumplirá cuando Cristo Jesús vuelva a esta tierra para reinar sobre ella y

sojuzgarla bajo Su domingo. O sea, se cumplirá en la segunda venido y durante el Milenio.

Nosotros podemos participar en el cumplimiento de este reino si estamos en Cristo. Para ver este asunto,

compare Hebreos 2.9b (del pasaje arriba) y Romanos 5.15-21. En Adán perdimos el beneficio y la

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EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

bendición de participar en el pacto de Edén. Pero, en Cristo podemos gozar otra vez de lo que Dios dio

incondicionalmente al hombre en Génesis 1.28. Piénselo así: En Adán sólo experimentamos la primera

parte de Romanos 6.23 (la muerte). Pero en Cristo lo podemos experimentar todo porque Él gustó la

muerte por todos (la muerte que resultó del fracaso de Adán), para que nosotros no tenemos que hacerlo.

Podemos evitar las malas consecuencias del fracaso bajo este pacto y a la misma vez gozar de la buenas,

si tenemos a Cristo Jesús como Señor y Salvador.

Así que, el camino hacia el cumplimiento de este pacto ya está abierto. Sólo es una cuestión de tiempo. Se

cumplirá en Cristo cuando Él venga para establecer Su dominio sobre la tierra en el Milenio.

Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de

Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de

temor de Jehová. Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni

argüirá por lo que oigan sus oídos; sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los

mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y

será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura. [Isa 11.1-5; para ver todo el contexto

de este pasaje, lea también los versículos del 6 al 9 con Apoc 19.11-21]

EL PACTO DE ADÁN: GÉNESIS 3.14-21

El comienzo del pacto

Aclaraciones

Dios hizo este pacto después del pecado en Génesis 3.6 pero antes de echar al hombre fuera del huerto de

Edén. Se llama el pacto “de Adán” porque Dios llamó al hombre y a la mujer—a los dos—“Adán” (Gen

5.1-2). Fue Adán quien llamó a su mujer “Eva”, no Dios (Gen 3.20). Dios la llamó a ella “Adán” porque

ella fue hecha de él, de su cuerpo. Y puesto que nosotros venimos de “Adán” (de los dos, Adán y Eva),

todos participamos en este pacto de Adán. El hecho de nacer de nuevo no tiene nada que ver con nuestra

participación en este pacto porque siempre vivimos en los cuerpos naturales y muertos que heredamos de

nuestros primeros padres. Además, siempre vivimos en esta creación maldita comiendo lo que crece de la

tierra (también maldita). Por todo esto, se nos surge una pregunta: ¿Qué dijo Dios en el pacto de Adán y

cómo nos afecta a nosotros hoy día?

Antecedentes

Antes de contestar la pregunta, sería bueno analizar unos antecedentes del pacto de Adán. Por ejemplo, en

Génesis 3.1 vemos que el pacto es realmente el resultado de la obra de “la serpiente” astuta. Así que,

primero que nada, hay que entender un poco acerca de esta serpiente porque, según la Biblia, Eva no

estaba hablando con una culebra.

Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo

a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? [Gen 3.1]

Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera

extraviados de la sincera fidelidad a Cristo... Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como

ángel de luz. [2Cor 11.3, 14]

Eva estaba hablando con Satanás y él estaba disfrazado como un ángel de luz. O sea, él se veía como el

mismísimo Cristo Jesús, el Ángel de Luz (la “apariencia” de la luz de Dios en la creación; Juan 1.9). Él

tenía la apariencia del Señor Jesucristo—un hombre perfecto (como Cristo: Ef 4.13) de más o menos 33

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CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

años y medio de edad. Ahora, la criatura que representa a Satanás en el mundo físico es, por supuesto, la

serpiente (Gen 3.1 con 3.14). Pero aun así vemos que Eva no estaba hablando con una culebra porque la

serpiente, antes de su maldición en Génesis 3.14, tenía patas y piernas (no andaba sobre su pecho hasta

después de la caída del hombre).

Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos

los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. [Gen 3.14]

La serpiente en Génesis 3 no era una culebra sino un dragón. Este dragón tiene un nombre: Leviatán.

En aquel día Jehová castigará con su espada dura, grande y fuerte al leviatán serpiente veloz, y al leviatán

serpiente tortuosa; y matará al dragón que está en el mar. [Isa 27.1]

Así que, el dragón no es un “mito judío”. Además, según Job 41 (la plena mención de Leviatán), esta

criatura no es un simple “monstruo marino” (mucho menos un cocodrilo como dicen muchas “Biblias de

estudio”); es el mismo diablo, Satanás, Lucero, el quinto querubín en su estado caído y maldito. Todo el

capítulo 41 del Libro de Job trata de esta criatura y de sus maquinaciones. No nos haría ningún daño

estudiarlo y enterarnos de cómo funciona nuestro enemigo.

Para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones. [2Cor 2.11]

Entonces, la forma natural de Satanás (su “cuerpo espiritual”) es la de un gran dragón rojo que puede

hablar. Pero, él puede cambiar su apariencia y disfrazarse como un ángel de luz, como Cristo Jesús (un

varón perfecto de 33 años y medio de edad).

Otra cosa que vemos en Génesis 3.1 es la estrategia principal de nuestro enemigo. Se destaca en este

versículo porque es la primera mención de Satanás en la Biblia. La primera vez que vemos a Satanás en la

Biblia, él está causando dudas en la mente de Eva en cuanto a la certidumbre de las palabras de Dios.

Cuestiona lo que Dios dijo. Él no ataca “el mensaje” ni “las grandes doctrinas” que Dios entregó al

hombre. No, más bien él se mete en una conversación con Eva y le causa dudas y confusión en cuanto a

las palabras individuales de Dios. ¿Qué es lo que Él realmente dijo? ¿Podrá saberlo? Si Satanás puede

meternos una duda en la mente en cuanto a la certidumbre de las palabras de Dios, ya tiene suficiente con

que puede trabajar para hacernos caer. Lo hizo así con Eva, y lo hace así con nosotros hoy en día.

Cuidado, entonces, con los maestros en la Iglesia que siempre quieren corregir las palabras de la Biblia

con “el” griego o con “el” hebreo (como si hubiera tal cosa). No debemos dudar las palabras de Dios y

jamás deberemos corregirlas. Debemos saber cuál es la Biblia que Dios ha preservado en nuestro idioma.

Ahí encontraremos las palabras de Dios y en vez de dudarlas o corregirlas, debemos simplemente

aceptarlas y obedecerlas (al pie de la letra). Y no es tan difícil como podría creerse. ¿Cuál es la Biblia de

la Reforma (la Biblia no Católica) que Dios está usando hoy día para edificar Su Iglesia. Es la Reina-

Valera de 1960. No dude las palabras de ella.

Después de causarle a Eva dudas en cuanto a las palabras de Dios, la serpiente le ataca a través del

“pensamiento positivo” y la “auto-ayuda”.

Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para

alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.

[Gen 3.6]

Todo lo que Eva piensa en este momento crítico es positivo. El árbol es bueno para comer. No hay nada

malo en esto. También es agradable a los ojos. Tampoco hay nada malo ahí. Además es codiciable para

alcanzar la sabiduría. ¡Qué bueno! Todos necesitamos más sabiduría, ¿verdad? Es la auto-ayuda. Eva

quiere “desarrollarse” como una “mujer independiente”. Así que, toma del fruto, come y muere

espiritualmente. Desde entonces toda la raza humana ha estado bajo la condenación y la maldición de este

“pacto” que Dios hizo con el hombre después de su pecado.

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EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

No se engañe por lo positivo en este mundo. Fíjese siempre en lo negativo, porque es a veces lo negativo

que le salvará la vida. Si una botella dice “Veneno: no ingerir”, es negativo pero muy importante. Si la

Biblia dice que la condenación y la ira de Dios están sobre el que no cree, ¡créalo! (Y de hecho, así es:

Juan 3.18, 36.) Lo negativo le puede salvar la vida porque si no quiere estar condenado, ponga su fe en

Cristo Jesús. De esta manera, lo negativo nos abre la puerta para experimentar lo positivo. Todo esto es

importante porque hay movimientos en la Iglesia de hoy día que sólo quieren mensajes positivos de los

predicadores y de los maestros. No es nada más que otro síntoma de la apostasía de los últimos días antes

de nuestro arrebatamiento. La gente tiene comezón de oír lo que le suena bien, y esto suena como Génesis

3.1-6.

Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán

maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.

[2Tim 4.3-4]

Este es el contexto, entonces, del segundo pacto principal que se menciona en la Biblia. Eva, engañada

por la astucia del diablo, peca. y el hombre le sigue en su pecado y Dios hace un pacto con el hombre

caído, con el pecador (con la raza humana: Adán, Eva y nosotros sus descendientes).

El contenido del pacto

Las “categorías” del contenido de este pacto

Al hacer este pacto, Dios habla primero con el diablo porque él inició todo el proceso cuando engañó a

Eva. Luego habla con Eva porque ella pecó primero. Después viene Adán que fue el último en meter la

pata. Y al final, Dios habla un poco acerca de la creación, porque Adán y Eva pecaron con ella (con el

fruto de un árbol que crecía de la tierra). Estas “categorías” del pacto de Adán son realmente maldiciones.

Son las consecuencias del pecado—las promesas divinas e incondicionales que resultaron del pecado del

hombre (de “Adán”).

Puesto que el contenido de este pacto se debe al pecado, hemos de entender un principio bíblico que se

llama “la ley de la cosecha”. Este principio es como una ley natural, entonces podemos verla en todo

lugar en todo tiempo. Lo que uno siembra es lo que uno cosecha. Es como plantar semillas de manzana.

La ley natural dice que un manzano crecerá de dichas semilla. La misma ley existe en la vida espiritual. Si

sembramos para la carne, vamos a segar conforme a los que plantamos.

No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque

el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu

segará vida eterna. [Gal 6.7-8]

Al aplicar este principio de la cosecha al pecado del hombre, la Biblia dice que Dios le castiga a uno

conforme a su pecado—conforme a sus obras.

Yo os castigaré conforme al fruto de vuestras obras, dice Jehová, y haré encender fuego en su bosque, y

consumirá todo lo que está alrededor de él. [Jer 21.14]

Así que, cuando estamos analizando las “promesas” que Dios hizo en el contexto de este pacto (o sea, las

maldiciones pronunciadas sobre cada uno que estaba involucrado en el hecho), hemos de pensar en por

qué Dios escogió específicamente estos castigos. ¿Qué tienen que ver con lo que el diablo, Eva y Adán

sembraron? Si los involucrados están “cosechando” lo que “sembraron”, entonces podemos ver más

detalles acerca del pecado original del hombre con sólo fijarnos en la “cosecha”.

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CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

La maldición de la serpiente

Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos

los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. [Gen 3.14]

En este versículo la serpiente (o sea, la culebra—el reptil físico) llega a ser un tipo y cuadro de Satanás.

Es en este momento que la serpiente llega a ser como la que conocemos hoy día, un reptil que anda sobre

su pecho, sin patas y sin piernas. Dios no maldice a Satanás directamente porque ya lo hizo en la brecha

entre Génesis 1.1 y 1.2, cuando lo juzgó por su rebelión (ver: Ezeq 28.11-19; Isa 14.12-15 y el capítulo de

este libro que trata de los siete juicios).

La promesa del Mesías

Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú

le herirás en el calcañar. [Gen 3.15]

Esta promesa tiene que ver con la serpiente y con la mujer. Todavía Dios no ha hablado con Adán. El

asunto en este versículo, entonces, se trata de la simiente (la descendencia física) de Satanás y de la de la

mujer. En primer lugar, Dios pone enemistad entre la serpiente y la mujer. En el mundo físico (el tipo y el

cuadro de la realidad espiritual) esto es obvio. ¿A cuántas mujeres les gustan las serpientes? A la mayoría

de ellas una culebra le da asco. Tienen temor de las culebras. Además, en el sentido literal del pasaje

(hablando de Satanás y de Eva), desde este versículo en adelante, ha habido una enemistad marcada entre

Satanás y las mujeres. Es por esto que vemos ataques satánicos contra las mujeres como el de Génesis

6.1-4, ataques que todavía suceden en nuestros días bajo el Nuevo Testamento.

Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles. [1Cor 11.10]

En segundo lugar, Dios pone enemistad entre la simiente de la serpiente y la simiente de mujer. Hay que

entender lo que es la “simiente” de una criatura. La simiente es la “semilla” que produce (reproduce) otra

criatura. Esta misma palabra hebrea se traduce “descendencia” en Génesis 12.7. Se refiere a la

descendencia física de uno, a sus hijos, nietos, etc. Pero, también en este contexto puede referirse al acto

de reproducirse (de producir descendencia física). Esta palabra, entonces, abarca el concepto de la

relación conyugal, la relación física entre varón y hembra. En Levítico 18.20 la palabra hebrea se traduce

“acto carnal” (léalo en su contexto en su propia Biblia) y en Levítico 19.20 se traduce “yaciere” (hombre

con mujer). Así que, podemos ver en esto el sentido literal de la “simiente” que se menciona en Génesis

3.15. Literalmente la simiente es el “semen” (Lev 22.4).

La mujer, sin embargo, no tiene simiente. Es el hombre que tiene la simiente. Así que, lo que tenemos

aquí en Génesis 3 es una referencia al embarazo de una virgen (al nacimiento de la “simiente” de parte de

una mujer). La simiente que vencerá a la serpiente es la simiente “de la mujer” y no la del hombre. El

hombre no tendrá ninguna parte en el nacimiento del Salvador prometido. Por esto vemos la profecía de

“Emanuel” en otras partes de la Biblia.

Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su

nombre Emanuel. [Isa 7.14]

He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios

con nosotros. [Mat 1.23]

205
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

El Mesías nacería de una virgen porque Él sería el Salvador, el cumplimiento de la promesa en Génesis

3.15. La concepción de Jesús no tuvo nada que ver con la simiente del hombre.

Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El

Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo

Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. [Luc 1.34-35]

Es por esto que Dios se refiere a la simiente de la mujer en Génesis 3.15, a pesar de que la mujer no tiene

simiente. Observe también que el cumplimiento de esta parte de la profecía (del pacto, de la promesa)

tiene que ver con un nacimiento sobrenatural de un Hombre físico. La simiente de la mujer es Jesucristo,

Dios en la carne. Esto nos ayudará a entender la simiente de Satanás.

El diablo también tiene una simiente y es el archienemigo de la simiente de la mujer. Es obvio que

Satanás tiene la capacidad de reproducirse (de procrear) porque el versículo dice que tiene “simiente”. Él

tomó un cuerpo físico (el de un hombre perfecto de 33 años y medio; 2Cor 11.14) para hablar con Eva.

Entonces, no es una sorpresa que su cuerpo tiene “simiente” y puede producir hijos (descendencia física).

Todos sabemos que la Biblia habla de hijos espirituales del diablo. Son todos los que no gozan de la

salvación que Dios les ha provisto en su respectiva dispensación.

Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida

desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de

suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. [Juan 8.44]

En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama

a su hermano, no es de Dios. [1Jn 3.10]

Sin embargo, Génesis 3.15 habla de una simiente física, un hijo físico tal como el Hijo prometido de Eva.

Cristo Jesús es la descendencia literal, física y sobrenatural de la mujer. El cumplimiento de la profecía en

cuanto a la simiente del diablo tiene que ser igual porque así es la estructura gramatical del versículo. Es

el “Anti-cristo”. El Anticristo será la descendencia literal, física y sobrenatural de la serpiente, Satanás. El

Anticristo será como Caín: “Del maligno”.

No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran

malas, y las de su hermano justas. [1Jn 3.12]

Judas es esta simiente, el Anticristo, el hijo del maligno, el hijo del diablo. El mismo Cristo Jesús dijo que

Judas era un “diablo”.

Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo? Hablaba de

Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce. [Juan 6.70-71]

Judas no era un hombre común y corriente. Hubo una relación extraña entre él y el diablo. Si comparamos

la Escritura con la Escritura, parece que Judas es su simiente. Observe que la Biblia dice que Judas era “el

hijo de perdición”, y este hijo de perdición (según Pablo) es el hombre de pecado que está por venir, el

Anticristo (también llamado “la bestia” en la Escritura).

Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y

ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese. [Juan 17.12]

Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el

hombre de pecado, el hijo de perdición. [2Tes 2.3]

Nos debería llamar mucho la atención que Dios usa la palabra “hijo” cuando se refiere al Anticristo en

estos pasajes porque el uso de esta palabra nos indica algo acerca de su origen. No es simplemente el

206
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

“hombre” de perdición. Dios escogió específicamente la palabra “hijo” para referirse al Anticristo. Hay

algo extraño acerca de su nacimiento.

Vemos el cumplimiento de Génesis 3.15, la profecía de la simiente de Satanás, en otra profecía en los

Salmos—en Salmo 109.1-19. Esta profecía trata de Judas, el traidor del Mesías (o sea, se trata del

Anticristo; para un estudio más detallado sobre la identificación de Judas como el Anticristo, vea mi

comentario sobre el Libro de Apocalipsis). David, el autor humano de este Salmo, es un cuadro doctrinal

de Cristo.

Oh Dios de mi alabanza, no calles; Porque boca de impío y boca de engañador se han abierto contra mí; Han

hablado de mí con lengua mentirosa. [Sal 109.1-2]

Toda la descripción de estos primeros dos versículos (el impío, el engañador, el de lengua mentirosa) se

refiere doctrinal y proféticamente a Judas, el Anticristo durante la primera venida de Cristo. Será también

el Anticristo (Judas mismo) en la segunda venida de Cristo.

Con palabras de odio me han rodeado, Y pelearon contra mí sin causa. [Sal 109.3]

La frase “sin causa” es una de las frases claves de la Biblia que se refiere a Cristo (ver: Juan 15.25). Así

que, vemos el cuadro desarrollándose un poco más porque alguien está persiguiendo (proféticamente) a

Jesucristo. En el siguiente versículo se mencionan “adversarios”.

En pago de mi amor me han sido adversarios; Mas yo oraba. [Sal 109.4]

Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a

quien devorar. [1Ped 5.8]

Satanás y los suyos (incluyendo a Judas, el Anticristo) son los “adversarios” de Cristo Jesús.

Pon sobre él al impío, Y Satanás esté a su diestra. [Sal 109.6]

En este versículo (Sal 109.6) vemos una profecía del poder que controla al Anticristo. Es el mismo

Satanás. Él estaba a la diestra de Judas, listo para entrar en él, durante la última cena que Cristo celebró

con Sus discípulos. Cuando el diablo entró en él para controlarlo, Judas traicionó al Mesías.

Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le

entregase. [Juan 13.2]

Respondió Jesús: A quien yo diere el pan mojado, aquél es. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote hijo de

Simón. Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más

pronto. [Juan 13.26-27]

Luego, en Salmo 109, se hace mención de que los días del Anticristo Judas (el traidor del Mesías) fueron

“pocos”. Es cierto, porque él se suicidó.

Sean sus días pocos... [Sal 109.8a]

Y [Judas] arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó. [Mat 27.5]

Después el Salmo dice que otro tomaría su oficio. Así fue porque Matías fue escogido por Dios para ser el

duodécimo Apóstol judío.

Tome otro su oficio. [Sal 109.8b]

Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su habitación, Y no haya quien more en ella

[Sal 69.25); y: Tome otro su oficio [Sal 109.8]... Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de

todos, muestra cuál de estos dos has escogido, para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que

207
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar. Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías;

y fue contado con los once apóstoles. [Hech 1.20-26]

Hechos 1.20 es el cumplimiento de dos profecías acerca del Anticristo: Salmo 69.25 y Salmo 109.8. Este

cumplimiento se realizó en la persona de Judas. O sea, puesto que Pedro cita los dos pasajes en el Libro

de Hechos y los aplica a Judas, sabemos que él (Judas) era, es y será el Anticristo profetizado a través de

la Escritura (Judas es el traidor del Mesías que se menciona en la profecía de estos dos Salmos). La

sentencia que Dios pronunció sobre él (el Anticristo, Judas) se ve en los siguientes versículos del Salmo

109 (del 9 a la primera parte del 14). Entre lo demás que Dios dice en estos versículos, hay algo que

sobresale.

Venga en memoria ante Jehová la maldad de sus padres, Y el pecado de su madre no sea borrado. [Sal

109.14b]

¿Qué tiene que ver el pecado de la madre de Judas, el Anticristo, con lo que él hizo? La respuesta a esta

pregunta es importante para entender “la simiente” del diablo que se menciona en la profecía mesiánica

de Génesis 3.15. ¿Qué hizo ella que tuvo que ver con Judas y que era tan grave que no será borrado?

Parece que ella tuvo relaciones físicas con Satanás y su hijo (Judas) era, es y será el Anticristo, la simiente

física de Satanás que se menciona en Génesis 3.15. Es por esto que la Biblia dice que Judas era “diablo”.

Es por esto también que los hijos de Dios (los ángeles caídos) cohabitaron con las mujeres de los días de

Noé. Estaban siguiendo el ejemplo (y las órdenes) de su líder, Satanás.

Así que, la segunda parte de la profecía y promesa de Génesis 3.15 tiene que ver con la enemistad que

Dios puso entre la simiente de la serpiente y la simiente de la mujer. Cristo es la simiente de la mujer. Él

es la descendencia literal, física y sobrenatural que nació de la simiente de una mujer (sin la simiente de

un hombre; o sea, se refiere al nacimiento por una virgen). Judas, el Anticristo, es la simiente del diablo

que se menciona en esta misma profecía. El Anticristo es la descendencia literal, física y sobrenatural de

la serpiente (Satanás). Nació por su simiente. El cumplimiento de la profecía en cuanto a la simiente del

diablo tiene que ser igual al de la profecía de la simiente de la mujer. Si la simiente de ella es Cristo (un

nacimiento sobrenatural de un Hombre especial), así la simiente del diablo será igual: Un nacimiento

sobrenatural de un hombre “especial” (diferente de todos los demás). Muchos quieren espiritualizar el

cumplimiento de la profecía acerca de la simiente del diablo, pero no pueden hacerlo si no espiritualizan

también lo que se dice de la simiente de la mujer. Son profecías (promesas) iguales en cómo se cumplen.

Las dos se cumplen en nacimientos sobrenaturales que resultan en hijos diferentes de todos los demás

hombres (hijos físicos y literales por nacimientos físicos y literales).

En tercer lugar, además del temor de las mujeres a las serpientes y de la profecía acerca de las simientes,

en Génesis 3.15 podemos ver las dos venidas de Jesucristo profetizado. La segunda venida se menciona

primero en la frase que dice: “...esta te herirá en la cabeza...” Se menciona antes de la primera venida

porque la victoria de Cristo siempre sobresale por encima de Sus padecimientos. Este evento (Cristo

hiriendo la cabeza de la serpiente) es todavía futuro. Sucederá después del arrebatamiento de la Iglesia y

también después de los siete años de la Tribulación.

Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies [así que, es un evento todavía futuro]. La

gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros. [Rom 16.20]

Con ira hollaste la tierra, Con furor trillaste las naciones. Saliste para socorrer a tu pueblo, Para socorrer a tu

ungido. Traspasaste la cabeza de la casa del impío, Descubriendo el cimiento hasta la roca. [Hab 3.12-13]

Cristo vendrá en Su gloria, sobre un caballa blanco. Vendrá para hacer guerra, matar y así establecer Su

reino sobre la tierra y regirlo con una vara de hierro. En el versículo 13 de Habacuc 3, vemos a Cristo

usando esta vara de hierro para “traspasar” la cabeza del Anticristo “descubriendo el cimiento hasta la

roca”. O sea, con Su vara de hierro, le maja la cabeza del Anticristo dentro de su cuello. Así se cumplirá la

profecía que dice “esta [la simiente de la mujer] te herirá en la cabeza”.

208
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

La primera venida del Mesías se menciona en Génesis 3.15 también: “...y tú le herirás en el calcañar”.

Esto es una profecía de la victoria que Cristo conseguiría a través de Su sufrimiento en la cruz.

Porque perros me han rodeado; Me ha cercado cuadrilla de malignos; Horadaron mis manos y mis pies. [Sal

22.16]

“Horadaron” los pies de Cristo en la cruz. O sea, el diablo le hirió en el calcañar. “Traspasaron” el

calcañar cuando lo crucificaron.

Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y

mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien

se aflige por el primogénito. [Zac 12.10]

Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron. [Juan 19.37]

He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra

harán lamentación por él. Sí, amén. [Apoc 1.7]

La maldición de la mujer

A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu

deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. [Gen 3.16]

Esta parte del pacto de Adán se aplica a toda “mujer”—a todas las mujeres, tanto las inconversas como las

que tienen la salvación en cualquier dispensación después de Génesis 3 hasta el Milenio. Esta parte del

pacto es también incondicional. Las mujeres no tienen que hacer nada para participar en este “acuerdo”

que Dios está estableciendo con ellas en Génesis 3.16. Si les guste o no, les toca.

Se puede dividir esta parte del pacto de Dios con los mujeres en dos categorías. La primera tiene que ver

con la mujer dando a luz los hijos con gran dolor. Recuerde el principio de la ley de la cosecha (Gal 6.7-8;

Jer 21.14). ¿Por qué es que Dios le castiga a la mujer en esta área de la reproducción física? Si ella está

“cosechando” lo que “sembró”, ¿qué es lo que sembró? O sea, si Dios le está castigando a Eva conforme

a su pecado, puede ser que su pecado con el “ángel de luz” (Satanás disfrazado como Jesucristo; 2Cor

11.14) fue más que una conversación que terminó en comer una uva. Pablo se refiere a esto en 2Corintios:

Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen

pura a Cristo. Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna

manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. [2Cor 11.2-3]

La segunda categoría de la maldición sobre la mujer tiene que ver con una “cadena de mando”. La mujer

ya depende del hombre para su protección y provisión. Dios le da a la mujer una posición de sumisión en

el orden y en la estructura de la sociedad. La mujer debe someterse a la autoridad del hombre debido en

su vida (bien sea que es su papá, su marido o su pastor). Otra vez podemos ver la ley de la cosecha en este

castigo. Eva estaba sola cuando se metió en el pecado con la serpiente. No estaba bajo la cobertura (la

protección) del hombre. Entonces, esta parte del pacto es la cosecha de lo que ella sembró. Analicemos un

poco más a fondo esta parte del pacto de Adán que le toca a la mujer.

Primero que nada, el versículo dice que su “deseo” es para su marido. Una mujer, si no ha sido corrupta

por las filosofías de este mundo, quiere a un hombre en su vida para ser su líder. El problema es que

muchos de los hombres no son “hombres” (son suaves, débiles y afeminados), ni tampoco son líderes

porque no tienen rumbo en sus vidas, no sabe a dónde van en el plan de Dios. Entonces, por supuesto el

“deseo” de una mujer no será para este tipo de hombre. Sin embargo, así es su parte en el pacto de Adán.

Así que, en segundo lugar, el versículo dice que el hombre se enseñoreará de la mujer. Esto destaca la

rebelión en el corazón de la mujer natural. No quiere someterse al liderazgo del hombre. Como Eva, la

209
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

mujer natural cree que puede “jugársela” sola. Pero, si hace esto, no sólo está fuera de la voluntad de

Dios, sino que está también corriendo un gran riesgo de un ataque satánico (un ataque del estilo de

Génesis 3 y 6).

Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza [debe someterse a la autoridad debida del

hombre en su vida], por causa de los ángeles. [1Cor 11.10]

Esta estructura y este orden se ven en varios pasajes de la Biblia. Uno de ellos es 1Corintios 11.2-16, un

pasaje que trata de la sumisión del hombre a la autoridad debida (no tiene nada que ver con el estilo de

pelo de uno, a pesar de lo que dicen los “cristianos conservadores”). Este pasaje dice que la cabeza de la

mujer es el hombre y ella nunca debe “descubrir” su cabeza. O sea, nunca debe salir de la cobertura que

es la autoridad del hombre en su vida. Pablo usa el pelo en 1Corintios 11 como un ejemplo y una

ilustración de este principio. Si es vergonzoso que la mujer anda rapada, que se cubra. Esto quiere decir

que es una vergüenza que una mujer manda en áreas donde el hombre debería ser líder.

Otro pasaje famoso acerca de este orden de autoridad es Efesios 5.21-33. Dios espera que la mujer casada

esté sujeta a su propio marido en todo. Si esto le parece injusto a alguien, debería recordar que forma

parte del castigo divino sobre la mujer. Eva sembró esta semilla cuando andaba fuera de la protección y

de la provisión de su marido, Adán. Esta estructura (el hombre siendo cabeza de la mujer) es la cosecha

de aquella semilla que se sembró en Génesis 3.1-6. Es parte de una disciplina divina y por lo tanto

(obviamente) no es agradable en el momento.

Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto

apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. [Heb 12.11]

Es interesante observar en este contexto que en Levítico 27 Dios da la “estimación” de personas para que

si alguien (bajo la ley de Moisés) quiere hacer un voto especial, sabrá cuánta plata debería dar. Vea cómo

es que Dios hace una diferencia entre el hombre y la mujer.

Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguno hiciere especial voto a

Jehová, según la estimación de las personas que se hayan de redimir, lo estimarás así: En cuanto al varón de

veinte años hasta sesenta, lo estimarás en cincuenta siclos de plata, según el siclo del santuario. Y si fuere

mujer, la estimarás en treinta siclos. [Lev 27.1-4]

Vemos aquí la estructura y el orden del hombre y de la mujer en el plan de Dios después de la caída en el

pecado. Dios vale al hombre a 50 siclos de plata y a la mujer a 30 siclos. Esto es simplemente otro

ejemplo del orden que Dios ha puesto en Su creación. No tiene nada que ver con la persona (o sea, Dios

no quiere al hombre más que a la mujer). Es simplemente una “cadena de mando” establecida por Dios.

El plan del Señor ha sido el mismo desde el principio.

Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. [Gen 2.18]

Y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. [1Cor 11.9]

Él hizo la mujer para ayudar al hombre en la misión que Él (Dios) dio al hombre (no a la mujer). Así que,

Dios espera que el hombre tenga la misión y el liderazgo en Su plan, y que la mujer le ayude.

La maldición del hombre

Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo:

No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida...

Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues

polvo eres, y al polvo volverás. [Gen 3.17, 19]

210
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

Lo que Dios dice a Adán en estos versículos se aplica a todo hombre, porque todos venimos de él. Como

todo lo demás de este pacto, lo que Dios promete al hombre es incondicional. No hay manera de evitarlo.

Se cumplirá en nosotros si nos guste o no.

Observe que Dios, primero que nada, destaca el error de Adán que lo llevó a pecar con el árbol. Violó la

estructura ordenada por Dios y se sometió a los deseos de su mujer. Cuando le mandó a Adán a no comer

del árbol de la ciencia del bien y del mal (Gen 2.15-17), él estaba solo. Dios creó a Eva hasta después, en

el versículo 22 del mismo capítulo. Entonces, fue principalmente la responsabilidad del hombre, la de no

comer del árbol. Cuando Eva comió del fruto prohibido, ella le dio a Adán también para que él lo comiera

igual que ella (Gen 3.6). Cuando él lo hizo, se sometió a los deseos de su mujer y vez de obedecer a Dios

y seguir Sus palabras. Esto es lo que lo llevó a Adán a pecar comiendo del fruto del árbol prohibido.

El primer aspecto del castigo de Adán (el primer aspecto del pacto que Dios está estableciendo con el

hombre) tiene que ver con su trabajo. Con dolor el hombre come de la tierra (Gen 3.17). Otra vez vemos

que el castigo tiene que ver con lo que él hizo. Vemos la ley de la cosecha. Lo que Adán hacía antes para

proveer para su familia era andar por el huerto de Edén y agarrar fruto para comer de los árboles. Pecó

cuando agarró el fruto prohibido y se lo comió. Entonces, el castigo divino tiene que ver con lo que el

hombre hace para proveer para su familia. Tiene que ver con su trabajo. Antes era tan facil como andar

por un huerto y comer del fruto de los árboles (Gen 2.16). Ahora no es así. Bajo el pacto de Adán, el

hombre tiene la responsabilidad de sostener a su familia (él es la cabeza, el líder, el proveedor) y esto le

va a doler. Ahora el hombre tiene que trabajar duro para poner pan en la mesa y así sostener a su familia.

Ahora no es tan fácil como andar por un huerto y comer del fruto de los árboles. El hombre ahora tiene

que agacharse y trabajar duro para sacar su comida de la tierra (“de ella” dice el versículo). Su dieta ya no

es únicamente de frutas. Bajo el pacto de Adán, comen también vegetales que el hombre tiene que plantar,

cuidar y sacar de la tierra. Por esto ningún hombre tiene derecho de quejarse por el trabajo que tiene. Dios

nos prometió el duro trabajo, un trabajo que nos duele. Es un pacto incondicional y todavía está vigente.

Entonces, si usted tiene un buen trabajo que le gusta, qué dicha. Debería ser muy agradecido por él. Pero

si tiene un trabajo que es duro o que es un “bostezo”, no tiene derecho de quejarse. Es nuestro castigo

como hombres por el pecado de nuestro “padre”, Adán.

En Génesis 3.19 vemos otro aspecto del pacto de Adán que nos toca a los hombres. Con sudor el hombre

come de la tierra hasta que muera. Bajo este pacto incondicional (que todavía está vigente) el hombre

debe sudar en su trabajo y debe trabajar hasta el día de su muerte. Es intersante ver cómo el hombre hace

todo lo que pueda para evitar el cumplimiento de esta parte del pacto. El hombre caído no quiere sudar.

Inventa aire acondicionado y no quiere trabajar como “obrero” sino como “hombre de oficina”. Sin

embargo, si evitamos sudar, hay consecuencias que no podemos negar porque la Biblia dice que el

hombre sudará hasta que muera. Así que, si uno no quiere sudar, morirá más temprano. Nuestros cuerpos

necesitan sudar para sacar un montón de toxinas que de otras maneras no se salen del cuerpo. Si usted

tiene un trabajo, entonces, en que no suda, debería practicar algún tipo de deporte o algo parecido para

sudar. Si no lo hace, está viviendo con un montón de toxinas en su sistema que sólo salen en el sudor.

Además de procurar evitar el sudar, observe como el hombre caído no quiere trabajar hasta su muerte.

Casi todos piensan en jubilarse (pensionarse) un día para dejar de trabajar y así dejar de sudar. Pero, bajo

el pacto de Adán, uno debería trabajar y sudar hasta que vuelva al polvo de donde Dios lo sacó. Así es

cómo Dios nos ha diseñado. Entonces, si se pensiona, no se quede en la casa de vago. ¡Métase en la obra

de Dios y saque provecho sudando para el Señor!

Entremezclada con la maldición sobre el hombre está la maldición que Dios pronunció sobre la creación.

Puesto que Adán pecó con la creación que debiera haber cuidado, hubo consecuencias más allá de él y de

sus descendientes. Hubo consecuencias en la creación.

211
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

La maldición de la creación

Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo:

No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.

Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta

que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás. [Gen 3.17-19]

Hay algo malo en la tierra. Según Génesis 3.17, ella es maldita. La tierra (el “polvo” sobre el cual

caminamos todos los días) está bajo una maldición divina. Por esta maldición, la tierra ahora produce

espinos y cardos. Antes no era así, sino que la tierra sólo producía lo bueno, como un huerto siempre

limpio, perfecto y ordenado. Además, bajo el pacto de Adán todo lo que vienede la tierra muere.

Cualquier planta (árboles, matas, flores, etc.) tiene un lapso de vida limitado y después muere. Esto

también tiene algunas implicaciones serias para nosotros que comemos lo que crece de esta tierra maldita.

Estamos comiendo platas que vienen de una tierra que produce la muerte. La implicación es obvia: Si

usted come de lo que viene de la tierra (plantas o animales que comen las plantas), va a morir porque está

comiendo toxinas que causan la muerte. Hay algo malo en la tierra y todo lo que viene de ella causa la

muerte. Hoy, unos seis mil años después de Génesis 3, hay más toxinas aun en la tierra (por el uso de ella

y también por todos los productos secundarios y la contaminación). Entonces hay más problemas de salud

en el hombre (por ejemplo, el cáncer).

La Biblia dice que la creación está sujeta a esta maldición hasta que se manifieste la gloria de los hijos de

Dios.

Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la

creación fue sujetada a vanidad [en Gen 3.17-19], no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó

en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad

gloriosa de los hijos de Dios. [Rom 8.19-21]

La creación está sujeta a la maldición del pacto de Adán hasta la segunda venida de Cristo y el comienzo

del Milenio. Al final de nuestra época (la de la Iglesia) Jesucristo viene y redime nuestros cuerpos en el

arrebatamiento. Nos transforma los cuerpos muertos en cuerpos glorificados (como el cuerpo de Él).

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el

cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por

el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas. [Flp 3.20-21]

Sin embargo, “nos manifestaremos” hasta la segunda venida cuando volvamos con Cristo, formando parte

de los ejércitos celestiales.

Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. [Apoc

19.14]

Es en aquel momento, cuando Cristo vuelve a la tierra para establecer Su reino mesiánico, y en aquel

momento le quita la maldición a la creación (a la tierra). Durante el Milenio no habrá maldición en la

tierra—en el planeta. Todas las criaturas (animales y hombres) volverán a comer sólo plantas—o sea,

serán herbívoros.

Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia

doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el

león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado

extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la

tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar. [Isa 11.6-9]

El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento

de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová. [Isa 65.25]

212
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

Es en parte por esto (por el hecho de quitarle a la tierra la maldición) que la gente en el Milenio vivirá

largas vidas como los de antes del diluvio de Noé.

No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de

cien años, y el pecador de cien años será maldito. [Isa 65.20]

Si alguien muere con cien años de edad, será como si fuera un niño. Habrá gente viviendo hasta casi los

mil años de edad otra vez porque estarán comiendo comida pura y limpia debido a que viene de una tierra

que ya no tiene más maldición. En el Milenio, entonces, la sociedad se vuelve agraria. Habrá cuatro

cosechas durante el año, una en cada estación, y el fruto que se cosecha será enorme y abundante como

nada que podríamos imaginarnos ahora.

He aquí vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve

la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán. [Amós 9.13]

En resumen

Hay cinco cosas generales que vimos bajo el pacto de Adán. En la casa, el hombre debe ser el líder, la

cabeza, y debe guiar a su familia como Cristo guía la Iglesia, con amor y gracia no como un dictador. La

mujer debe tener hijos. Es natural que la mujer quiere hijos porque es cómo Dios la ha hecho. No es así

con el hombre. El hombre quiere ser líder, quiere “conquistar” un nuevo terreno y “proteger” a su familia

como “el corazón valiente”. Pero no la mujer; ella quiere criar a una familia. El hombre, entonces, debería

trabajar duro y sudar para poner pan en la mesa. Por esto, si alguien tiene un trabajo suave en el cual no

suda, debe meterse en algún deporte o pasatiempo que le hace sudar. Si no, morirá temprano. El cuerpo

necesita sudar para limpiarse de las toxinas que recibimos por lo que comemos de la tierra maldita. Otro

aspecto que vimos de este pacto es el hecho que morimos físicamente (volvemos al polvo de donde Dios

nos sacó). Y por último, la tierra está maldita debido al pecado de Adán y, por lo tanto, causa la muerte

del que come de ella.

Las condiciones del pacto

El pacto de Adán, como hemos visto, es incondicional. Dios no pone ninguna condición en ninguna parte

de este acuerdo que hace con los hombres. Lo que Él dice, pasará. Además, todavía está vigente.

Después de establecer el pacto, Dios mata un animal para cubrir al hombre pecador.

Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió. [Gen 3.21]

El versículo dice que Dios hizo túnicas de pieles, no de pelo. No son de lana, sino de cuero. Dios tuvo que

derramar sangre inocente para cubrir a los pecadores. Él sacrificó lo mismo que Abel porque, ¿cómo sabía

Abel qué ofrecer si no lo sabía por el sacrificio que Dios mismo ofreció? Dios mató un cordero para

cubrir al pecador.

Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a

Abel y a su ofrenda. [Gen 4.4]

En cuadro vemos a Cristo Jesús, el Cordero de Dios que fue muerto para cubrirnos a nosotros, sacarnos

de este pacto y quitarnos toda la maldición que resultó del pecado de Adán y Eva. Sin embargo, aunque

tenemos la salvación y la esperanza segura de estar libres de este pacto, todavía estamos bajo este acuerdo

y estaremos así hasta el arrebatamiento de la Iglesia cuando recibiremos un nuevo cuerpo (uno que es de

Dios y no de Adán y Eva).

213
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

Entonces, los hombres siguen separados de Dios por lo que pasó en el huerto de Edén y lo que resultó

después en el pacto de Adán.

Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que

no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del

huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. [Gen 3.22-23]

Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a

todos los hombres, por cuanto todos pecaron. [Rom 5.12]

Por lo tanto el hombre todavía corre el mismo peligro que Adán y Eva enfrentaron antes de la separación

(antes de que Dios los sacó del huerto), el de vivir para siempre en su condición de muerte espiritual.

Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego. [Apoc 20.15]

Hay otra cosa interesante al final de este pasaje de Génesis 3 que tiene que ver con el pacto de Adán y

vale la pena sacarla. Dios guardó el camino del árbol de la vida con una espada.

Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se

revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida. [Gen 3.24]

El camino de la vida todavía está guardada por una espada. Hoy es la Espada del Espíritu, la Palabra de

Dios.

Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. [Ef 6.17]

Si alguien quiere la vida, si quiere salir de este pacto, tiene que nacer de nuevo por la Palabra.

Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y

permanece para siempre. [1Ped 1.23]

Tiene que oír la palabra de salvación, el evangelio, y creerla. Al hacer esto, nace por el Espíritu y recibe la

vida espiritual de nuevo, la que Adán perdió por haber pecado.

En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo

creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la

redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria. [Ef 1.13-14]

Esta nueva vida (la vida eterna) viene a través de la circuncisión espiritual que Dios lleva a cabo con Su

“Espada”, la Palabra de Dios.

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir

el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

[Heb 4.12]

En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo

pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo... Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la

incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados. [Col 2.11-

13]

La conclusión (el fin) del pacto

Habrá un cumplimiento en parte de este pacto durante el Milenio. O sea, Cristo quitará una buena parte de

la maldición de este pacto cuando venga la segunda vez. Esto es lo que vimos arriba en el contexto de la

maldición sobre la creación. Se quita cuando Cristo viene para establecer el Milenio (Isa 11.1-10).

214
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

No obstante, el pacto de Adán estará vigente hasta la renovación de la creación por fuego, porque Dios no

quitará toda la maldición (el contenido del pacto de Adán) hasta la eternidad, hasta después de la

destrucción de esta primera creación por fuego.

Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán. [Apoc

22.3; note que el contexto de Apoc 22.1-5 es la eternidad]

Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y

los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que

todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir,

esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán

deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! [2Ped 3.10-12]

Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y

ningún lugar se encontró para ellos [se destruyeron por fuego]... Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque

el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. [Apoc 20.11, 21.1]

EL PACTO DE NOÉ: GÉNESIS 6.18

El traslapo de los pactos

La gran mayoría de lo que vemos en los pactos que Dios hace con los hombres antes de Génesis 12

todavía está vigente. Luego, a partir del llamamiento de Abraham en Génesis 12, vemos que Dios

empieza a establecer pactos con una familia (la de Abraham) y la nación que viene de esta familia (Israel).

Hasta entonces, sin embargo, los pactos son generales y por lo tanto se aplican a todos los hombres en

general.

En este aspecto de los pactos, entonces, vemos que a menudo ellos traslapan varias dispensaciones. Un

pacto puede comenzar una dispensación, pero no siempre termina con la misma. Una dispensación

termina cuando el mayordomo fracasa en su responsabilidad. No es siempre que el fracaso del

mayordomo termine los pactos anteriores. Muy a menudo son dos cosas distintas y diferentes: Los pactos

y las dispensaciones. Hay que averiguar si el pacto es condicional o incondicional, porque si es

incondicional, estará vigente a través de varias dispensaciones. Este es el caso con los pactos de Edén, de

Adán y ahora de Noé.

Además, algunos de los pactos tienen que ver con una “cabeza federal”. El pacto de Adán es un pacto que

se estableció con una cabeza federal: Adán. Esto quiere decir que todos lo demás que venimos de la

cabeza, participamos en el pacto. La cabeza es el representante de los demás después de él. El pacto de

Noé es así, porque Dios lo estableció con la cabeza de todos los hombres. O sea, puesto que todos los

hombres venimos de Noé, a través de uno de sus tres hijos, todos participamos en el pacto que Dios

estableció con la cabeza (Noé). Este tipo de pacto, entonces, se establece con la cabeza federal y también

traslapa varias dispensaciones porque la descendencia de la cabeza todavía existe. Así que, al analizar el

pacto de Noé, hemos de tomar todo esto en cuenta.

El comienzo del pacto

Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos

contigo. [Gen 6.18]

Dios estableció este pacto con Noé, la cabeza federal de todos sus descendientes físicos. Por esto se llama

el pacto “de Noé”, aunque todos los hombres participamos en el acuerdo. Dios aclara este asunto luego

cuando dice que el pacto no es sólo con Noé sino también con sus hijos—con sus descendientes físicos.

215
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

Y habló Dios a Noé y a sus hijos con él, diciendo: He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, y con

vuestros descendientes después de vosotros. [Gen 9.8-9]

Además, vemos que la cobertura de este pacto alcanza aun hasta los animales (todo ser viviente, toda

carne, que está sobre la tierra).

He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestros descendientes después de vosotros; y con

todo ser viviente que está con vosotros; aves, animales y toda bestia de la tierra que está con vosotros, desde

todos los que salieron del arca hasta todo animal de la tierra. [Gen 9.9-10; ver también Gen 9.15-17]

Este pacto también es incondicional. Lo que Dios dice que hará, no viene con ninguna condición que el

hombre tenga que llenar. Dios lo hará, y punto. Esto implica que el pacto estará vigente hasta el límite de

tiempo que Dios pone en el mismo pacto.

Dios establece este pacto por el hecho de que el hombre es malo. Vea el “porque” en Génesis 8.21.

Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del

hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo

ser viviente, como he hecho. [Gen 8.21]

Dios decide tomar en cuenta el hecho que el hombre es malo por naturaleza. Cualquiera que nace de

mujer es inmundo. O sea, desde su nacimiento, el hombre es malo porque así es su naturaleza (Job

25.4-6). Por lo tanto, el hombre natural es una abominación delante de Jehová (Job 15.14-16) y con base

en esto, el Señor promete no destruirlo otra vez como hizo en el diluvio.

Esto también nos da una idea de la duración del pacto de Noé. Mientras que el hombre siga así de malo, el

pacto está vigente. Entonces, puesto que Dios no cambiará la naturaleza de todo hombre hasta después del

Milenio, vemos que este pacto traslapa cada dispensación desde la de Noé hasta el comienzo de la

eternidad.

Entienda, entonces, que como con el pacto de Adán, todo lo que vamos a ver en el contexto de este pacto

de Noé (tanto los resultados como también las responsabilidades) nos toca a nosotros. El pacto está

todavía vigente y se nos aplica.

El contenido del pacto

Las promesas del pacto: El contenido para todos en general

Las promesas acerca de la creación. Bajo el pacto de Noé, Dios promete que nunca más volverá a

maldecir la tierra.

Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del

hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud... [Gen 8.21a]

También promete que no volverá a destruir a todo ser viviente como acaba de hacer en el diluvio.

...ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho. [Gen 8.21b]

Esto no quiere decir que Él no volverá nunca a destruir a todo ser viviente. La promesa del pacto es que

no lo hará de la manera que lo hizo en los días de Noé, con un diluvio de aguas.

Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más

diluvio para destruir la tierra. [Gen 9.11]

216
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

Es obvio que Dios volverá a destruir a todo ser viviente, pero la próxima vez lo hará con fuego después

del Milenio y antes de comenzar la eternidad (2Ped 3.10-12).

Además, dentro del límite de tiempo de este pacto (mientras que esta tierra esté aquí), siempre habrá

cosecha, siempre habrá estaciones y siempre habrá días y noches. O sea, no habrá otra catástrofe tan

grande como el diluvio de Noé.

Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y

el día y la noche. [Gen 8.22]

Las promesas acerca del hombre. Las promesas del pacto de Noé vienen con una comisión, la misma que

Dios les dio a Adán y Eva.

Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra... Mas vosotros

fructificad y multiplicaos; procread abundantemente en la tierra, y multiplicaos en ella. [Gen 9.1, 7]

Aunque Adán perdió el reino espiritual cuando pecó (porque murió espiritualmente), siguió con el reino

físico. Dios quiere que Noé siga con la comisión original porque el reino físico (que se llama “el reino de

los cielos” en la Biblia) pasó de Adán y sus descendientes a Noé y los suyos. El pacto de Noé, entonces,

viene con una comisión. Pero, entienda que la comisión no es una condición. Dios cumplirá con todas las

promesas aun si el hombre no es fiel para cumplir con la comisión (y de hecho fracasó en este asunto con

la torre de Babel).

Una de las promesas del pacto de Noé es la del dominio. Dios le da al hombre el dominio sobre todos los

animales.

El temor y el miedo de vosotros estarán sobre todo animal de la tierra, y sobre toda ave de los cielos, en todo

lo que se mueva sobre la tierra, y en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados. [Gen 9.2]

Parece que en este momento algunos de los animales dejan de ser domesticados (dóciles) y llegan a ser

silvestres. Antes no tenían miedo del hombre, pero ahora sí. Sin embargo, Dios entregó todos los animales

en las manos de los hombres. El hombre tiene dominio sobre ellos. En esto vemos una provisión que Dios

nos ha dado bajo este este pacto.

La promesa de la provisión en el pacto de Noé tiene que ver con un cambio en la dieta del hombre.

Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he

dado todo. Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis. [Gen 9.3-4]

Después del diluvio Dios cambia la dieta (y muy probablemente el metabolismo) del hombre. Ya no come

sólo legumbres y plantas verdes. Ahora también come carne, y es por esto que vemos la promesa de la

provisión de animales para el mantenimiento de vida.

Las promesas del pacto no vienen sin una prohibición: La sangre (Gen 9.4). Dios le prohíbe a los hombres

comer sangre bajo tres diferentes pactos a través de la historia de la Biblia. Se lo prohíbe aquí bajo el

pacto de Noé. Luego se lo prohíbe bajo el pacto de Moisés (Lev 17.11) y también lo hace en el Nuevo

Pacto (Hech 15.19-21). No obstante, hemos de prestar atención a las palabras de la prohibición aquí,

porque nos muestran la intención de Dios. Génesis 9.4 dice que la vida de la carne es su sangre. La vida

que corre dentro de un ser vivo es su sangre. Esto quiere decir que la sangre es vida. Entonces, ya vemos

por qué Dios le prohíbe al hombre comer la sangre. Está consagrándola porque a través la sangre (la

sangre de Dios, “Su propia sangre” según Hech 20.28), Él imparte vida eterna. En esto tenemos que tener

cuidado de no caer en el error de la “transubstanciación” de la Misa Católico. Para este fine, observe en el

pasaje que sigue de Juan 6 que Cristo está hablando simbólicamente acerca de Su carne y Su sangre.

Sabemos que está hablando así porque luego en el mismo capítulo explica lo que está diciendo. No es la

217
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

carne (ni la sangre) física que imparte vida. Está hablando de recibir la vida eterna recibiendo la Palabra

de Dios (o sea, es recibir Su mensaje y así aplicarse Su sacrificio en la cruz personalmente).

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no

tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día

postrero. [Juan 6.53-54]

El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y

son vida. [Juan 6.63]

Por esto, entonces, entendemos que Dios no está dándonos recetas de cocina en Génesis 9.4, aunque,

hasta donde sea posible, el hombre deberá comer la carne sin sangre porque la sangre está sumamente

sucia. Muchas enfermedades se transportan por medio de la sangre. Sin embargo, la prohibición aquí tiene

más que ver con ritos religiosos que con la dieta de uno. Tiene que ver con comer sangre para recibir la

vida eterna (la salvación) en un rito religioso. Por esto Dios nos prohíbe comer cualquier sangre (aun la

sangre de Cristo, como supuestamente se hace en la Misa Católica).

Las promesas del pacto de Noé vienen también con la responsabilidad de gobernar.

Porque ciertamente demandaré la sangre de vuestras vidas; de mano de todo animal la demandaré, y de mano

del hombre; de mano del varón su hermano demandaré la vida del hombre. El que derramare sangre de

hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre. [Gen 9.5-6]

En este momento Dios le entrega al hombre el poder y la autoridad para gobernar sus sociedades. Con la

autoridad de quitarle al homicida la vida, Dios está otorgándole toda autoridad para gobernar. O sea, con

el máximo poder de la pena de muerte, Dios estaba también dándole al hombre el poder para gobernar

sobre todos los demás aspectos de su sociedad. Pablo se refiere a este pasaje en Romanos 13.

Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que

hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios

resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para

infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y

tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en

vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es

necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. [Rom

13.1-5]

Entienda, entonces, que la pena de muerte no se trata de lo que los hombres quieren. Es un mandamiento

de Dios y forma parte del pacto de Noé que todavía está vigente. Dios nos da más detalles sobre Su deseo

en esta área a través de la ley de Moisés, en Números 35.

30 Cualquiera que diere muerte a alguno, por dicho de testigos morirá el homicida; mas un solo testigo no

hará fe contra una persona para que muera.

31 Y no tomaréis precio por la vida del homicida, porque está condenado a muerte; indefectiblemente morirá.

32 Ni tampoco tomaréis precio del que huyó a su ciudad de refugio, para que vuelva a vivir en su tierra, hasta

que muera el sumo sacerdote.

33 Y no contaminaréis la tierra donde estuviereis; porque esta sangre amancillará la tierra, y la tierra no será

expiada de la sangre que fue derramada en ella, sino por la sangre del que la derramó.

34 No contaminéis, pues, la tierra donde habitáis, en medio de la cual yo habito; porque yo Jehová habito en

medio de los hijos de Israel. [Num 35.30-34]

Hay que decidir el asunto bien (v30). Quitarle la vida a un hombre no es nada frívolo, entonces tiene que

haber certeza de su culpabilidad. No deberían recibir plata por la vida del condenado (v31). O sea, él debe

morir sin demora y sin clemencia. La sociedad no debería darles a los homicidas un lugar donde vivir

218
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

seguros (como los que está en nuestras cárceles hoy bajo una “sentencia de vida” que dura, a veces, sólo

siete años; v32). Dios dice que la única manera de que la tierra será expiada de la sangre que fue

derramada en ella es por la sangre del que la derramó (v33-34). Esto quiere decir que la sociedad que no

ejerce la pena de muerte está acumulando contaminación y por lo tanto condenación divina. Si no matan a

los homicidas, Dios los castigará (a los que no matan a los homicidas; o sea, a los gobernadores que están

en poder y por tanto tienen la autoridad).

Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad contra él; y la

tierra descubrirá la sangre derramada sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos. [Isa 26.21]

Así que, bajo el pacto de Noé (que todavía está vigente) los gobernadores de cada nación son

responsables delante de Dios por cómo dirigen la sociedad. Un día de estos, como siervos de Dios (Rom

13.4), ellos van a tener que rendirle cuentas a Él.

La señal del pacto: El arco iris

Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con

vosotros, por siglos perpetuos: Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la

tierra. Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes.

[Gen 9.12-14]

Esta es la primera vez que un arco iris aparece en la historia del hombre. Antes, el arco iris no existía

porque no había nubes sobre la tierra.

Y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque

Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra, sino que

subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra. [Gen 2.5-6]

Antes del diluvio de Noé, no llovió sobre la tierra. Subía de la misma tierra un vapor que regaba la faz del

planeta. La atmósfera, entonces, después del diluvio es muy diferente de la que había antes. A pesar de

qué tan extraño nos parece, Génesis 7.12 fue la primera vez que los hombre vieron agua caer del cielo.

Además, hemos de entender que debido a este cambio Noé (el único hombre “justo” entre todos los

demás de sus días; Gen 6.9) se embriagó con vino. Noé no era ningún borracho común y corriente; era

“justo” en su andar. ¿Cómo es que se emborrachó, entonces? En primer lugar, Dios cambió el

metabolismo del hombre (Gen 9.3). Entonces, el cuerpo de Noé no procesaba los alimentos como antes

del diluvio. Además, el Señor cambió todo el medio ambiente después del diluvio, porque ya hay nubes y

lluvia. Es un medio ambiente muy diferente del de antes. Obviamente las plantas no seguían iguales

porque tuvieron que cambiar (adaptarse) para la nueva atmósfera. Así que, el proceso de fermentación, y

cómo el cuerpo reaccionaba al vino fermentado, le tomó a Noé por sorpresa y él quedó borracho.

Recuerde, él era un justo, no un borracho.

Cada vez que hay un arco iris en algún lugar en la tierra, Dios se acuerda de Su pacto que hizo con los

hombres, de no matarnos otra vez como hizo con los del diluvio. Debería destruirnos, pero no lo hace.

Y me acordaré del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más

diluvio de aguas para destruir toda carne. [Gen 9.15]

Las profecías del pacto: El contenido para los hombres según su descendencia

Y los hijos de Noé que salieron del arca fueron Sem, Cam y Jafet; y Cam es el padre de Canaán. Estos tres

son los hijos de Noé, y de ellos fue llena toda la tierra. [Gen 9.18-19]

219
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

Puesto que el pacto de Noé tiene que ver con sus descendientes físicos, estas profecías también. Se

pronuncian sobre los tres hijos de Noé y son profecías acerca de las tres grandes razas humanas. Todos

somos de la misma sangre, porque todos somos del mismo hombre—de Adán, a través de Noé.

Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les

ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación. [Hech 17.26]

Sin embargo, Dios estableció los “límites” de nuestras habitaciones. O sea, hay divisiones entre los

hombres y son divisiones (límites) que Dios mismo estableció.

Para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de

cada uno de nosotros. [Hech 17.27]

El Señor hizo estas divisiones con el propósito de salvarnos. Él dividió las razas para mejor alcanzar a

cada una con el evangelio.

Los orientales vienen de Sem. En el lenguaje representativo de Sem (que sería el hebreo), el nombre

“Sem” quiere decir “gloria, renombre, el nombre”. Es una indicación de que Dios puso Su nombre sobre

Sem y sus descendientes, escogiéndolos a ellos para entregarle al mundo Su pueblo escogido (Israel), Su

Palabra (la Escritura) y la salvación a través del Mesías (Jesucristo es un semita de la tribu de Judá). Los

africanos vienen de Cam. En su lenguaje representativo (el de Egipto), “Cam” quiere decir “negro”. Los

indoeuropeos vienen de Jafet y en su lenguaje representativo (el de los arios) “Jafet” quiere decir “cabeza,

jefe” y tiene el sentido de “el que manda”. La dispersión de los descendientes de Sem, Cam y Jafet forma

un triángulo que es bastante familiar para el estudiante de la Biblia.

Por las profecías del pacto de Noé podemos entender unas diferencias generales entre las razas y las

culturas de los hombres. Entienda que este tipo de observación no se trata del racismo. El racismo tiene

220
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

que ver con la subyugación de los individuos de una raza debido a su descendencia física. Lo que se

puede ver en las profecías es una generalización (una tendencia general) de una raza, nada más. Por

supuesto hay excepciones y las habrá siempre porque cada individuo es diferente y toma sus propias

decisiones de qué hacer y cómo vivir. Sin embargo, las generalizaciones son la verdad y es obvio cuando

uno simplemente observe la historia y el mundo actual.

La profecía sobre Canaán, el hijo de Cam.

Y dijo: Maldito sea Canaán; Siervo de siervos será a sus hermanos. [Gen 9.25]

Los descendientes de Cam son los “siervos de los siervos”. ¿Quiénes serán? ¿Cuál raza ha sido más

abusada en esclavitud que cualquier otra? Es obvio: Los negros. La tierra de Cam es la tierra de Egipto

que queda en el norte del África.

Después entró Israel en Egipto, Y Jacob moró en la tierra de Cam. [Sal 105.23]

Olvidaron al Dios de su salvación, Que había hecho grandezas en Egipto, Maravillas en la tierra de Cam,

Cosas formidables sobre el Mar Rojo. [Sal 106.21-22]

Esta profecía de Génesis 9.25 no es una licencia para abusarse de la raza de África. Es simplemente una

profecía de lo que pasaría en la historia con esta gente.

La profecía sobre Sem.

Dijo más: Bendito por Jehová mi Dios sea Sem, Y sea Canaán su siervo. [Gen 9.26]

Sem recibe la bendición de Dios. Sem es el “sacerdote”, el espiritual entre los tres hijos de Noé. Los

descendientes de Sem son los orientales, tanto los del medio-oriente como también los asiáticos de China

y aun los de las Américas. La característica más destacada de Sem y de sus descendientes es su

“espiritualidad”. Cada religión grande y duradera viene del linaje de Sem.

La profecía sobre Jafet.

Engrandezca Dios a Jafet, Y habite en las tiendas de Sem, Y sea Canaán su siervo. [Gen 9.27]

Cam es el siervo, Sem es el sacerdote, y Jafet es el conquistador. Él quiere engrandecerse, conquistar y

mandar. De Jafet vienen los europeos, los caucasianos, que siempre están ocupados con la extensión de

sus fronteras. Quieren más y cuando tienen más, quieren más aún. Los de Jafet, en general, son

materialistas y violentos. Al conquistar las Américas, Jafet (el europeo) cumplió con esta profecía porque

empezó a habitar en las tiendas de Sem (de los asiáticos que vivían en las Américas antes de Cristóbal

Colón; y es interesante notar que vivían en tiendas).

Las condiciones del pacto

Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del

hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo

ser viviente, como he hecho. Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el

calor, el verano y el invierno, y el día y la noche. [Gen 8.21-22]

El pacto de Noé es incondicional. Dios cumplirá con lo que ha dicho en este pacto a pesar de lo que hacen

(o no hacen) los hombres. Sin embargo, Dios sí pone una limitación de tiempo a este pacto (“mientras la

tierra permanezca”), pero no es una condición de su cumplimiento. El pacto de Noé estará vigente hasta el

final del Milenio.

221
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

La conclusión (el fin) del pacto

Estará el arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, con

toda carne que hay sobre la tierra. Dijo, pues, Dios a Noé: Esta es la señal del pacto que he establecido entre

mí y toda carne que está sobre la tierra. [Gen 9.16-17]

El pacto de Noé es un pacto perpetuo (y realmente la parte “perpetua” del pacto es la promesa de no

destruir otra vez todo ser viviente con un diluvio de aguas). El pacto no tiene condiciones de

cumplimiento y por lo tanto continuará a pesar de cambios de dispensación. Sin embargo, Dios fija el

límite de tiempo para este pacto. El pacto de Noé estará vigente mientras que esta tierra esté aquí,

mientras que haya estaciones y mientras que haya día y noche (Gen 8.22). Así que, el pacto estará vigente

a través de cada dispensación, empezando en Génesis 6.18, hasta el final del Milenio cuando Dios

destruirá la tierra y los cielos con fuego para crearlos de nuevo después (2Ped 3.10; Apoc 20.11). Después

de la nueva creación, en la eternidad, no habrá más noche.

No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los

iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos. [Apoc 22.5]

Entonces, el pacto de Noé estará vigente hasta la destrucción de nuestra creación, pero ahí terminará. En

la eternidad, el pacto de Noé no existirá.

EL PACTO DE ABRAHAM: GÉNESIS 12.1-3

El pacto de Abraham es un acuerdo perpetuo que aun tiene ciertos aspectos que estarán vigentes en la

eternidad.

El comienzo del pacto

Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te

mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.

Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias

de la tierra. [Gen 12.1-3]

Este pacto empieza con Dios llamando a Abram (llamado luego “Abraham”) fuera de su tierra y de su

parentela. Al obedecer el llamamiento, Abram recibe las promesas del pacto. El pacto consiste en siete

promesas incondicionales que Dios hizo con Abram y con su descendencia. Si las promesas todavía no

son una realidad (si no se han realizado), serán una realidad en el futuro porque este es un pacto

incondicional y perpetuo. Luego, Dios agrega a este acuerdo otro pacto (como un “sub-pacto”) que tiene

que ver con la tierra prometida.

En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de

Egipto hasta el río grande, el río Eufrates. [Gen 15.18]

El contenido del pacto

Génesis 12.2a: “Y haré de ti una nación grande...”

De Abraham y de su descendencia Dios hará (sin condiciones) una nación grande. La nación, por

supuesto, es Israel. Es la única nación en todo el mundo que puede trazar su linaje a un hombre. Hoy día,

hay otro pueblo que quiere decir que es la nación grande y escogida de Dios: El pueblo árabe

222
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

(específicamente los musulmanes). Sin embargo, la Biblia dice que la nación escogida por Dios no viene

a través de Ismael (el padre de los árabes), sino a través del hijo de Sara y Abraham, quien es Isaac.

Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a

luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus

descendientes después de él. Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré

fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación.

[Gen 17.18-20]

Las promesas del pacto pasaron de Isaac a su hijo Jacob, también llamado Israel (Gen 28.10-14). De la

familia de Israel (sus 12 hijos) vino la nación de Israel con sus 12 tribus. La nación grande y escogida por

Dios según la primera promesa del pacto de Abraham, entonces, es Israel.

Todas las otras naciones no son nada (menos que nada, en realidad) en comparación con esta nación que

Dios dice que haría de Abraham.

He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas

le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las islas como polvo. Ni el Líbano bastará para el fuego, ni

todos sus animales para el sacrificio. Como nada son todas las naciones delante de él; y en su comparación

serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es. [Isa 40.15-17]

Israel, la nación que Dios haría de la descendencia de Abraham, no es contada entre las demás naciones.

Es diferente, distinta, escogida y santa.

Y él tomó su parábola, y dijo: De Aram me trajo Balac, Rey de Moab, de los montes del oriente; Ven,

maldíceme a Jacob, Y ven, execra a Israel. ¿Por qué maldeciré yo al que Dios no maldijo? ¿Y por qué he de

execrar al que Jehová no ha execrado? Porque de la cumbre de las peñas lo veré, Y desde los collados lo

miraré; He aquí un pueblo que habitará confiado, Y no será contado entre las naciones. [Num 23.7-9]

Génesis 12.2b: “...y te bendeciré...”

Esta promesa del pacto tiene más que ver con Abraham personalmente. Él recibió la bendición espiritual

—la justificación para salvación—de parte de Dios en Génesis 15.6 (Rom 4.1-3). También recibió la

bendición física (económica, de bienes) porque parte del pacto tiene que ver con este mundo físico (Gen

24.34-35). Además Dios le dio la tierra prometida, la tierra de Canaán (Gen 13.14-17; 15.18). Así que,

Dios ya cumplió con Su palabra. Le bendijo a Abraham mucho y de varias diferentes maneras.

Génesis 12.2c: “...y engrandeceré tu nombre...”

El nombre “Abraham” es uno de los más conocidos en todo el mundo debido a que tanto los cristianos

como los judíos y aun los musulmanes trazan su linaje (físico y espiritual) a él. Entonces, después de casi

4.000 años, el nombre de Abraham sigue siendo grande. Además, “Abraham” (o “Abram”) aparece unos

310 veces en la Escritura.

Génesis 12.2d: “...y serás bendición...”

Desde Génesis 12.2, entonces, Abraham y su descendencia forman la fuente de toda bendición de Dios en

esta tierra. Por ejemplo, desde este punto en adelante la salvación viene a través de Abraham y los suyos,

específicamente a través de los judíos.

Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los

judíos. [Juan 4.22]

223
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

Aun nuestra salvación durante la dispensación de la Iglesia viene a través de los judíos. Cristo Jesús nació

como un judío, de la tribu de Judá. Él, un judío, es nuestra salvación.

Hay bendición para la descendencia espiritual de Abraham. Ellos son las “estrellas del cielo”.

De cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a

la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. [Gen 22.17]

Nosotros, en la resurrección, seremos como las estrellas del cielo.

Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente

de otra en gloria. Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en

incorrupción. [1Cor 15.41-42]

Entonces, en esta la frase de Génesis 22.17 acerca de la descendencia de Abraham, podemos ver un

cuadro de nosotros mismos. Los cristianos somos la descendencia espiritual de Abraham. Por eso, la

bendición que recibimos a través de él es espiritual también. Puesto que Cristo nos redimió de la

maldición y ahora estamos en Él, la bendición que Dios dio a Abraham y a su Simiente (Cristo Jesús) nos

alcanzó a nosotros.

Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo

el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a

fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu. [Gal 3.13-14]

Note que nuestra bendición en Abraham es espiritual, no física. Recibimos la promesa del Espíritu Santo

de Dios (algo espiritual, no físico) y nuestra bendición no tiene que ver con lo físico porque, aunque

espiritualmente no somos “ni judío, ni griego” o “ni varón, ni mujer”, físicamente seguimos iguales como

antes de la salvación.

Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo,

de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque

todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. [Gal 3.26-28]

Así que, la bendición que tenemos es espiritual y no física.

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en

los lugares celestiales en Cristo. [Ef 1.3]

Hay que entender esto porque hoy día en la Iglesia hay muchos que quieren tomar Romanos 2.28-29 y

aplicarlo a los cristianos diciendo que somos “judíos espirituales” y por lo tanto todas las bendiciones de

Abaham (tanto las espirituales como las físicas) son para nosotros. Pero, no es así porque el pasaje no

dice esto.

Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino

que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza

del cual no viene de los hombres, sino de Dios. [Rom 2.28-29]

La Iglesia no ha reemplazado Israel en el plan de Dios. El cristiano no es un judío, ni física ni

espiritualmente (ver Gálatas 3.28 otra vez). Los judíos son los de la circuncisión física—del linaje físico

de Abraham, Isaac y Jacob.

¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿o de qué aprovecha la circuncisión? Mucho, en todas maneras. Primero,

ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios. [Rom 3.1-2]

224
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

Algunos de esta descendencia creen y otros no. Los que creen son los judíos que tiene también la

verdadera circuncisión del corazón que se menciona en Romanos 2.28-29.

¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios?

[Rom 3.3]

Este pasaje, entonces, no tiene nada que ver con un cristiano tomando el lugar del judío en el plan de

Dios, ni mucho menos en el pacto que Dios hizo con Abraham y sus descendientes físicos. Nosotros no

somos “judíos espirituales”.

Hay que tener cuidado también con este asunto de que la Iglesia ha reemplazado a Israel porque hay

algunos que quieren decir que la tierra prometida (en el medio-oriente) ya pertenece a la Iglesia. Pero, no

podemos reclamar la tierra prometida como la nuestra (como hicieron en las cruzadas de la Iglesia

Católica) porque aquella tierra siempre ha pertenecido a Israel, todavía le pertenece y le pertenecerá a ella

para siempre. Los judíos siguen siendo los que van a recibir todas las promesas de bendición física,

porque ellos son “la arena del mar” en la profecía.

De cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a

la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. [Gen 22.17]

Hay bendición para la descendencia física de Abraham. En la promesa que el Señor le dio a él acerca de

su descendencia, Dios compara los descendientes de Abraham con la arena que está a la orilla del mar. La

arena (algo físico en esta tierra) es un cuadro de la descendencia física de Abraham —los que reciben la

bendición a través de él. Jacob (también llamado Israel) forma parte de esta descendencia física de

Abraham a través de Isaac. Él recibe la bendición física que Dios prometió a Abraham y además recibe la

tierra prometida que Él dio a la familia de Abraham a través de Isaac (Gen 35.9-12). Entonces, no son los

“judíos espirituales” que recibirán todas las bendiciones físicas, que incluyen también la tierra prometida.

Es la descendencia física de Israel las recibirá. Entienda, entonces, que puesto que esta bendición incluye

la tierra prometida, el medio-oriente pertenece a Israel. No es “Palestina” de los “palestinos”. Es la tierra

que Dios dio a Israel.

Génesis 12.3a: “...Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren madeciré...”

El trato de Dios con las naciones forma parte de este pacto de Abraham también. Por esto, desde Génesis

12.1-3 en adelante, cada nación es juzgado por Dios según su trato con la nación de Israel. Ser enemigo

de Israel, entonces, es ser enemigo de Dios.

Oh Dios, no guardes silencio; No calles, oh Dios, ni te estés quieto. Porque he aquí que rugen tus enemigos,

Y los que te aborrecen alzan cabeza. Contra tu pueblo han consultado astuta y secretamente, Y han entrado en

consejo contra tus protegidos. Han dicho: Venid, y destruyámoslos para que no sean nación, Y no haya más

memoria del nombre de Israel. Porque se confabulan de corazón a una, Contra ti han hecho alianza. [Sal

83.1-5]

Este asunto será muy evidente en el juicio de las naciones después de la segunda venida de Cristo (Mat

25.31-46). Cada individuo de cada nación que existe en el momento de la venida del Señor, le rendirá

cuentas a Él por cómo trataron a los judíos. Su salvación en aquel entonces dependerá de esto.

Egipto y Edom fueron juzgados severamente por Dios porque maltrataron a los judíos.

Egipto será destruido, y Edom será vuelto en desierto asolado, por la injuria hecha a los hijos de Judá; porque

derramaron en su tierra sangre inocente. [Joel 3.19]

225
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

No se puede tocar la nación de Israel y salir limpio. Dios castigará a todos los que se oponen a Su pueblo

escogido. Así lo prometió en el pacto de Abraham y así lo ha hecho desde entonces y lo hará igual para

siempre.

Por tanto, vivo yo, dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que Moab será como Sodoma, y los hijos de

Amón como Gomorra; campo de ortigas, y mina de sal, y asolamiento perpetuo; el remanente de mi pueblo

los saqueará, y el remanente de mi pueblo los heredará. Esto les vendrá por su soberbia, porque afrentaron y

se engrandecieron contra el pueblo de Jehová de los ejércitos. [Sof 2.9-10]

Inglaterra en un buen ejemplo de esta promesa y su aplicación divina hoy en día. Después de la Primera

Guerra Mundial, en 1917 y 1918 d.C., Inglaterra sacó la Declaración de Balfour que le dio a Israel un

pedazo de tierra en Palestina. Pero luego, en 1921, durante una reunión con representantes de la Iglesia

Católica y la “nación de Islam”, Winston Churchill, el primer ministro de Inglaterra en aquel entonces,

cambió el trato y les quitó a los judíos la gran mayoría (unas dos terceras partes) de lo que se le dio bajo

la Declaración de Balfour. La tierra que él les quitó a los judíos, se la dio a los “palestinos” (árabes y

musulmanes, descendientes de Ismael y enemigos de Israel). Inglaterra le quitó a Israel la tierra que Dios

le dio a Jacob y sus descendientes físicos. Según las promesas del pacto de Abraham, Inglaterra se metió

en problemas porque al que maltrata a Israel, Dios lo maltratará a él.

Hoy día Inglaterra está infestado con musulmanes y ellos están destruyendo aquel país, su sociedad y

también la cultura. Considere lo que Dennis Lloyd escribió en un artículo para la revista “The Stand”:

Usted encontrará mezquitas de los musulmanes reemplazando iglesias cristianas. Pregúntele a cualquier

musulmán si se le permitiría a un cristiano hacer lo mismo en su país... Ahora existe una Asociación de los

Musulmanes de la Gran Bretaña y ellos invitaron a un “Imam” musulmán (un maestro del Corán) a darles una

charla sobre la necesidad de bombarderos suicidas. Su nombre era Yusu Al-Qaradawi. Le permitieron

quedarse en Londres y predicar sobre los beneficios de bombardear a los civiles. Él apareció en la Cámara de

la Municipalidad de Londres para la apertura del Concilio Europeo de Fatwa. Ahí dijo que Alá aprobaba el

genocidio de los judíos.

Se roban 800 pasaportes ingleses cada día y los pasan a musulmanes en Argelia. Se robaron (o “se

perdieron”) 184.301 pasaportes en un año: 2003. Se falsificaron otros 837 pasaportes para llevar a

musulmanes a Inglaterra.

En Inglaterra hubo 12 homicidios de miembros de familias musulmanes en el año 2004. Por ejemplo, Abdulla

Yones vio a su hija de 15 años de edad hablando con otra niña que era cristiana. Le apuñaló a su hija 11 veces

y luego le cortó la garganta y la metió en la tina del baño. Él dijo que fue un honor matarla para redimir el

hombre de su familia.

Afuera de la mezquita Bakrl Mahoma de Londres está Abú Hamaz, un musulman devoto y leal. Él anima a

todos los musulmanes a cometer actos de terrorismo. Su grupo dice que las escuelas públicas de Inglaterra

son buenos blancos para atacar. También, Omar Bakri les anima a todos los musulmanes a ayudar con estos

actos de terrorismo. Sus miembros queman banderas de la Gran Bretaña. Omar Bakri es un empleado del

gobierno de Inglaterra. Recibe su salario de los impuestos pagados por los ciudadanos ingleses.

Un inglés da un buen resumen de la situación en su país en esta poema:

Con mis ojos, yo lo puedo ver; una nación despedazándose.

Yo puedo verlo pasando a mi alrededor y me parte el corazón.

Poco a poco nuestra herencia nos la llevan los “buenitos” y los gobiernos de hoy.

Dan demasiados derechos a otras personas, quienes vinieron aquí para hacer lo que bien les parecía.

Ahora ellos tienen las leyes a su favor, los que no nacieron en este país.

Las cosas salieron mal en sus propios países, entonces ahora nosotros tenemos que acatar a sus órdenes.

Ellos vinieron como nuestros invitados; no hay nada más que decir; puesto que usted los llamaron así, todos

los que nacimos aquí tenemos que pagar.

226
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

Y es cierto. Es tiempo para pagar la cuenta en Inglaterra. Churchill, con el respaldo de su país, creó la

deuda en 1921. Desde entonces Dios ha estado tocando su puerta para que paguen, y están pagando con

creces. Es Gálatas 6.7-8, la ley de la cosecha, en acción. Ellos favorecieron a los musulmanes sobre los

judíos, y por esto quitaron a los judíos tierra para dárselo a los musulmanes. Así que, puesto que

“sembraron para los musulmanes”, ahora está “cosechando musulmanes” en su propio país. Dios paga

Sus cuentas con la misma moneda con que se las crean.

Los Estados Unidos está en lo mismo hoy porque no respalda la nación de Israel. Ellos están también

quitando más y más terreno a Israel para dárselo a los “palestinos” (árabes y musulmanes que llegaron a

la tierra de Israel en 1950 con el propósito de echar a los judíos por fuerza militar o por fuerza política).

Los Estados Unidos, entonces, está a penas empezando a cosechar lo que Dios tiene preparado para ellos,

puesto que ellos se pusieron en contra de Su pueblo Israel.

La única solución de todos estos problemas es obvia y vamos a verla luego cuando estudiemos en más

detalle las promesas de Dios en cuanto a la tierra de Israel. Es una solución sencilla: Fuera con el árabe,

fuera con el musulmán. La tierra es de Israel y todos los demás son “ilegales”.

Dios hizo un pacto incondicional con Abraham y con sus descendientes (a través de su hijo, Isaac, y su

nieto Jacob quien se llamaba también Israel). Dijo en ese acuerdo: “Bendeciré a los que te bendijeren, y a

los que te maldijeren maldeciré”. Dios no miente. Más bien cumple con Su palabra al pie de la letra.

Génesis 12.3b: “...y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.”

Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo,

sino por la justicia de la fe. [Rom 4.13]

Abraham es el heredero del mundo. Toda bendición para todo el mundo (gentiles, judíos y cristianos)

viene a través del pacto de Abraham. Vemos este aspecto del pacto en la frase “el polvo de la tierra” en

Génesis 28.

Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el

Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Será tu descendencia como el

polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra

serán benditas en ti y en tu simiente. [Gen 28.13-14]

“El polvo de la tierra” también puede recibir bendición de Dios bajo este pacto. Esta es otra frase que se

usa para dar un cuadro de la descendencia de Abraham a través de Jacob (Israel). Será como el polvo de la

tierra. Las estrellas forman un cuadro de la descendencia espiritual o “celestial” de Abraham. Somos

nosotros, los que recibimos la bendición espiritual a través de la promesas que Dios dio a Abraham en

este pacto. La arena es un cuadro de los que reciben la bendición física a través de Abraham, los judíos.

Ellos también recibieron la tierra que Dios le dio a Abraham. El polvo, entonces, es un cuadro de todos

los demás (inconversos) que pueden ser “descendencia” de Abraham en el sentido que tienen la

oportunidad de ser bendecidos bajo este pacto. El polvo de la tierra es algo que se encuentra en cada lugar

y cada rincón de este planeta, exactamente como los hombres. Además, todos los hombres vienen del

polvo y así volverán (Gen 2.7; Ecl 3.20). Por esto creo que podemos ver en la frase “el polvo de la tierra”

un cuadro de todos los hombre que podrían recibir una bendición de Dios a través del pacto de Abraham.

Todas las familias de la tierra reciben la bendición de Dios a través de Abraham y por el pacto que Dios

hizo con él. Esto incluye a todos los hombres, salvos o inconversos. Y según lo que dice Génesis 12.1-3,

una nación (una “familia”) puede recibir bendición si trata bien a la nación (la “familia”) de Abraham.

Entonces, aun los inconversos (el “polvo de la tierra”) pueden ser bendecidos por Dios si bendicen a la

nación de Israel. Así que, Abraham es bendición a todas las familias y naciones de la tierra, tanto las que

gozan de la salvación como las que no.

227
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

Dios le da también el “título de propietario” de la tierra de Canaán

Esta tierra de Canaán se llama hoy día “Palestina”, el nombre que Roma le puso cuando sacó a los judíos

hace siglos. Además se puede referir a ella como el “medio-oriente”. Más abajo veremos los límites de

esta tierra prometida de Israel.

La tierra de Canaán pertenece a los judíos. Es la suya por razón de conquista, bajo el liderazgo de Josué

(Jos 11.20, 23). Es la suya por razón de tenencia (posesión): Israel estaba en la tierra por más de 1.500

años antes de que fueron quitados de ahí. Y más que nada, la tierra es de Israel porque Dios dijo que era la

suya. Fue una dádiva (un donativo) de Dios a Abraham y luego a sus descendientes. Dios hizo otro pacto,

como un “sub-pacto” bajo el pacto de Abraham, en que les dio a los descendientes físicas de él la tierra

del medio-oriente.

Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde

estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu

descendencia para siempre. Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el

polvo de la tierra, también tu descendencia será contada. Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su

ancho; porque a ti la daré. [Gen 13.14-17]

Dios le dio la tierra de Canaán (el lugar que era de los descendientes de Canaán; Gen 13.12) a Abraham.

La posesión de dicha tierra pasaría de él a su descendencia “para siempre”. Así que, por la promesa de

Dios la tierra de Canaán es la de Israel y será la de Israel de por siempre. Nada ha cambiado (hoy la tierra

pertenece a Israel) y nada cambiará (le pertenecerá aun en el Milenio). La promesa es incondicional. No

importa lo que hagan los judíos, los gentiles o los cristianos. La tierra es y será de Israel.

Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra... En aquel día

hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el

río grande, el río Eufrates. [Gen 15.7-18]

En el primer versículo de este pasaje Dios vuelve a mencionar la tierra prometida. Luego, en el último

versículo, Dios entra en un pacto incondicional (es como un “sub-pacto” o “pacto secundario” al principal

de Gen 12.1-3) acerca de la tierra de Canaán. Jehová se la dio a Abraham y a sus descendientes físicos.

Note que puesto que no hay condiciones, ni siquiera el rechazo del Mesías puede cambiar este donativo a

Israel.

En Génesis 15.18 vemos también que Dios empieza a describir los límites de la tierra que le dio a

Abraham. La frontera sur es una línea que extiende del Río Nilo hasta el Río Éufrates por el Golfo

Pérsico. Otra vez, entonces, podemos ver el triángulo familiar. Es casi la misma área que vimos en el

triángulo de la dispersión de los hijos de Noé. También es casi la misma área del huerto de Edén en

Génesis 2.

[Ver el dibujo en la siguiente página.]

228
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

Este pacto que Dios hizo con Abraham es perpetuo—es eterno. En primer lugar, el pacto original es

perpetuo (Gen 12.1-3).

Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de

muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. Y

estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo,

para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. [Gen 17.5-7]

En segundo lugar, el pacto secundario de la tierra es también perpetuo (Gen 15.18).

Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad

perpetua; y seré el Dios de ellos. [Gen 17.8]

Toda bendición vendrá siempre a todas las familias de la tierra a través de los descendientes de Abraham.

Y el “centro de operaciones” de esta obra es la tierra de Canaán, la tierra prometida. Dicha tierra es la de

Israel para siempre.

Hemos de aclarar que la tierra prometida de Canaán pertenece a la descendencia física de Abraham a

través de Isaac, no a través de Ismael. Acerca de Ismael, Dios dice “¡Échalo!” Ni él ni sus descendientes

tienen derecho a estar en el medio-oriente.

Y creció el niño, y fue destetado; e hizo Abraham gran banquete el día que fue destetado Isaac. Y vio Sara

que el hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac. Por

tanto, dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con

Isaac mi hijo. Este dicho pareció grave en gran manera a Abraham a causa de su hijo. Entonces dijo Dios a

Abraham: No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz,

porque en Isaac te será llamada descendencia. [Gen 21.8-12]

229
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

Ismael es el “hombre fiero” que quiere pelear contra todos los demás, y todos los demás pelean contra él.

Además le dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre

Ismael, porque Jehová ha oído tu aflicción. Y él será hombre fiero; su mano será contra todos, y la mano de

todos contra él, y delante de todos sus hermanos habitará. [Gen 16.11-12]

Los descendientes de Ismael son los árabes y muchos de los musulmanes de hoy día. De hecho, Mahoma

mismo (el fundador de la “nación de Islam”, la religión musulmana) dijo que él era el septuagésimo

descendiente de Ismael. Preste atención, entonces, a las noticias. No es el judío que está causando los

problemas en el medio-oriente. Es el árabe. Son los musulmanes. Su mano está contra todos, exactamente

como Dios dijo en Génesis 16. Todos los problemas vienen de los musulmanes, los descendientes de

Ismael.

Observe también que Ismael es de Agar, la egipcia. Desde el principio (Gen 21.9) él ha sido en contra de

la descendencia escogida de Abraham.

Y vio Sara que [Ismael] el hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de su

hijo Isaac. [Gen 21.9]

Pero como entonces el que había nacido según la carne [Ismael] perseguía al que había nacido según el

Espíritu [Isaac], así también ahora. [Gal 4.29]

Ismael habitaba en el desierto, igual que sus descendientes hoy día. También, note que él era un tirador de

arco, igual que el Anticristo (Apoc 6.1-2).

Levántate [Agar], alza al muchacho [Ismael], y sostenlo con tu mano, porque yo haré de él una gran nación.

Entonces Dios le abrió los ojos, y vio una fuente de agua; y fue y llenó el odre de agua, y dio de beber al

muchacho. Y Dios estaba con el muchacho; y creció, y habitó en el desierto, y fue tirador de arco. Y habitó en

el desierto de Parán; y su madre le tomó mujer de la tierra de Egipto. [Gen 21.18-21]

Ismael recibió sus propias promesas de parte de Dios, y es por esto que sus descendientes son tan

numerosos hoy a pesar de que todos los hombres están en contra de ellos.

Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi

pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él. Y en cuanto a Ismael, también te he

oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes

engendrará, y haré de él una gran nación. Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por

este tiempo el año que viene. [Gen 17.19-21]

Sin embargo, las promesas del pacto de Abraham, incluyendo la tierra prometida de Canaán (el medio-

oriente), pasaron a Isaac, no a Ismael. La voluntad de Dios en cuanto a los musulmanes (los árabes, los

descendientes de Ismael) es clara: ¡Échenlos de la tierra!

Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el

hijo de la libre. [Gal 4.30]

Ahora, hay otros hijos de Abraham que se mencionan en la Escritura. Él tenía más hijos de concubinas

(como Ismael, que era de una concubina; Gen 25.1-4). No obstante, Abraham le dio todo lo que tenía,

incluyendo la tierra prometida de Canaán, a Isaac.

Y Abraham dio todo cuanto tenía a Isaac. [Gen 25.5]

A todos los demás hijos, Abraham los echó de la tierra. Los envió lejos, hacia el oriente, a la tierra que

queda al oriente del Éufrates, porque la frontera de la tierra prometida llega hasta ahí.

Pero a los hijos de sus concubinas dio Abraham dones, y los envió lejos de Isaac su hijo, mientras él vivía,

hacia el oriente, a la tierra oriental. [Gen 25.6]

230
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

En cuanto al pacto de Abraham y las promesas, Dios sólo reconoce a un hijo, la simiente de Abraham a

través de Sara: Isaac.

Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo, y dijo: Por mí mismo he jurado, dice

Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y

multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu

descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la

tierra, por cuanto obedeciste a mi voz. 1 [Gen 22.15-18]

Es obvio que la tierra prometida pasó de Isaac, la simiente y el único hijo de Abraham, a Jacob y sus 12

hijos.

Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió

su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que

está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido

para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que

fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.

[Exod 3.6-8]

Dios empieza su declaración en Éxodo 3 con una referencia a Abraham, Isaac y Jacob. El pacto que Él

hizo, lo hizo primero con Abraham y luego con Isaac su hijo. Las mismas promesas pasaron de Isaac a su

hijo, Jacob. Así que, el pacto de Abraham no tiene nada que ver con ningún otro hijo de Abraham. Ismael

y sus descendientes no tienen nada que ver con la tierra que Dios prometió a Abraham, Isaac y Jacob.

Luego en Éxodo 3 Dios dice “Mi pueblo”. El pueblo que Dios escogió para Sí mismo es Israel. Las 12

tribus forman la nación que Dios le prometió a Abraham bajo este pacto (Gen 12.1-3). Él le dio a este

pueblo la tierra de Canaán (los lugares del cananeo). Todos los demás moradores de esta tierra tienen que

irse. Dios quiere que los judíos (los descendientes físicos de Abraham a través de los 12 hijos de Jacob)

estén ahí.

Aquí están dos otras referencias al pacto perpetuo que Dios hizo para darle a Israel la tierra prometida de

Canaán (y sólo son dos entre unas 400 en toda la Biblia):

Se acordó para siempre de su pacto; De la palabra que mandó para mil generaciones, La cual concertó con

Abraham, Y de su juramento a Isaac. La estableció a Jacob por decreto, A Israel por pacto sempiterno,

Diciendo: A ti te daré la tierra de Canaán Como porción de vuestra heredad. [Sal 105.8-11]

Todo lugar que pisare la planta de vuestro pie será vuestro; desde el desierto hasta el Líbano, desde el río

Eufrates hasta el mar occidental será vuestro territorio. [Deut 11.24]

Para saber qué tan importante es para Dios aquel pedazo de tierra en el medio-oriente, sólo tenemos que

fijarnos en cuantas veces se menciona en la Biblia. En la Escritura Dios se refiere más a la tierra

prometida de Canaán que al cielo, al infierno, a la salvación y a la primera venida del Mesías. Aquella

tierra es sumamente importante en el plan de Dios.

Así que, la solución de todo el conflicto en el medio-oriente es fácil de entender. Uno sólo tendría que

creer la Biblia y así echar a los árabes de la tierra para dejar allá sólo los judíos. La tierra pertenece a ella.

Dios se la dio para siempre.

La señal del pacto: La circuncisión

Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. Y de edad

de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el

comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje. Debe ser circuncidado el nacido en tu

casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. Y el varón

incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su

pueblo; ha violado mi pacto. [Gen 17.11-14]

231
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

Bajo este pacto Dios manda circuncidar a cada hombre cuando llega a tener ocho días de edad. La

circuncisión es una marca que distingue a los judíos (la “circuncisión”) de todos los demás en la tierra

(los “incircuncisos”). Es una manera de señalar al pueblo del pacto.

Las condiciones del pacto

Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te

mostraré. Y haré de ti una nación grande... [Gen 12.1-2]

Hay una sola condición de este pacto, y no es una condición de su cumplimiento sino de su comienzo. La

condición es “irse”. Dios le dice a Abram (Abraham) que se vaya de su tierra. Si hace esto, en Génesis

12.2 dice que “haré de ti...” Dios entra en un pacto con Abram cuando él obedece al mandamiento de salir

de su tierra. Una vez que Abram sale, todo lo demás de este pacto es incondicional. Esto incluye el pacto

original de Génesis 12.1-3 y también la promesa de la tierra que fue agregada poco después en Génesis

12.7.

La conclusión (el fin) del pacto

El pacto de Abraham se cumple, en parte, en el Milenio cuando los judíos habitan, cada tribu, su heredad

(Ezeq 47.13 - 48.29). Todavía Israel nunca ha poseído toda la tierra prometida. Hasta el Milenio lo harán.

Entonces, Dios cumple con Su promesa en cuanto a la tierra de Canaán en el Milenio.

Sin embargo, el pacto de Abraham en su totalidad es perpetuo y eterno. Continuará durante toda la

eternidad. Toda bendición, desde Génesis 12, viene y vendrá a través de Israel, la nación que Dios

prometió en el pacto de Abraham. Israel será cabeza de todas las demás naciones (“familias” en Gen

12.1-3). Esto empieza en el Milenio y sigue por toda la eternidad.

Lo que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén. Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que

será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados,

y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová,

a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion

saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos

pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra

nación, ni se adiestrarán más para la guerra. [Isa 2.1-4]

Esto, entonces, nos da una idea de cómo será la estructura del gobierno en el futuro. Primero, los 12

Apóstoles judíos (incluyendo a Matías; Hech 1.26 con Prov 16.33) reinarán sobre las 12 tribus de Israel

tanto en el Milenio como también en la eternidad.

Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de

su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce

tribus de Israel. [Mat 19.28]

Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados

por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su

imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil

años. [Apoc 20.4]

Israel, como cabeza de la naciones, reinará sobre todas las familias de la tierra (sobre los gentiles). Cada

bendición de Dios llega a los demás a través de Israel porque así es la estructura que Dios estableció en

Génesis 12.1-3 bajo el pacto perpetuo de Abraham. Las naciones formarán 12 grupos, según el número de

los hijos (las tribus) de Israel.

Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, Cuando hizo dividir a los hijos de los hombres, Estableció los

límites de los pueblos Según el número de los hijos de Israel. [Deut 32.8]

232
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

Así que, en la eternidad Cristo reina sobre toda Su creación y bajo Él están los 12 Apóstoles reinando

cada uno sobre una de las 12 tribus de la nación de Israel. Cada una de las 12 tribus estará a cargo (como

“cabeza”) de una de las 12 divisiones de las naciones gentiles. Y si alguien en la eternidad quiere ir a la

presencia de Dios, tiene que pasar por una de las 12 puertas sobre las cuales están escritos los 12 nombres

de las 12 tribus de Israel, y entrar en la Nueva Jerusalén que queda dentro de un muro que tiene 12

cimientos sobre las cuales está escritos los 12 nombres de los 12 Apóstoles judíos (Apoc 21.9-21).

El pacto que Dios hizo con Abraham en Génesis 12.1-3 es eterno. Nunca terminará. El pacto de Abraham

es la base de la estructura del Reino en la eternidad. Es la estructura tanto del gobierno como de la misma

sociedad.

EL PACTO DE MOISÉS: ÉXODO 19.5-6

Este pacto es condicional. Depende de la obediencia de los israelitas y por lo tanto lleva consecuencias

tanto por la obediencia como por la desobediencias.

El comienzo del pacto

Hasta ahora Dios ha establecido los pactos con los individuos y de una manera general para todos los

hombres (los descendientes de los individuos). Este es el primer pacto que Él establece con una nación.

Pero, puesto que usa a Moisés como mediador entre Él y la nación, el pacto lleva su nombre: “El pacto de

Moisés”. Así que, aunque Abraham es el “padre” de la nación de Israel, Moisés es su “fundador”. Con

este pacto, Dios usa a él para formar la “nación” de Israel de las “tribus” de Israel. Hay dos capítulos

importantes en cuanto al comienzo del pacto de Moisés: Éxodo 19 y 24.

Éxodo 19: El acuerdo preliminar

En Éxodo 19 vemos el comienzo del pacto antes de que Dios les dio la ley a los israelitas. En este

capítulo vemos lo que se podría llamar el acuerdo preliminar.

Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás

a los hijos de Israel: Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he

traído a mí. [Exod 19.3-4]

Dios inicia este pacto con los israelitas a través de Moisés. Es importante observar que en el contexto

“vosotros” son los “hijos de Israel” (Exod 19.1). Este pacto, con todo su contenido y todas sus

condiciones y consecuencias, pertenece a Israel.

Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los

pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las

palabras que dirás a los hijos de Israel. [Exod 19.5-6]

En los versículos 5 y 6 arriba, Dios pone delante de Israel las condiciones preliminares de entrar en este

pacto con Él. Si ellos no aceptan estas condiciones, no habrá pacto. También, antes de entrar en los

detalles, Dios quiere que ellos sepan lo que Él espera y esperará de ellos. Además les habla un poco

acerca de las consecuencias positivas que vienen en el pacto.

Realmente en todo este pacto sólo hay una condición con la cual hay que cumplir: Obedecer a Dios. Así

que, desde aquí y por el resto del Antiguo Testamento, vemos claramente que la salvación bajo este pacto

es por obras (fe más obras, porque hay que obedecer a Dios para participar en el pacto y no violarlo).

Dios también les habla de las consecuencias de su obediencia. La nación de Israel será única entre todas

233
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

las demás naciones porque será cabeza de ellas (“sobre todos los pueblos” dice el pasaje).

Específicamente, Dios les promete un reino físico, político y geográfico que serviría como intermediario

entre las demás naciones y Dios (o sea, será un reino de sacerdotes). Es por esto que Pedro, escribiendo a

judíos, dice que “vosotros” (los judíos) forman un “real sacerdocio” y que son una “nación santa”.

Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que

anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. [1Ped 2.9]

Esto no se trata de la Iglesia. Uno podría decir que la Iglesia es una “nación espiritual” y que en cierto

sentido somos “sacerdotes” porque intercedemos por la gente que no tiene a Cristo (llevándoles el

mensaje del evangelio y llevándolos a ellos a la presencia de Dios en Cristo). Pero, todo esto sería una

aplicación espiritual y personal del pasaje. Israel es la nación física que Dios apartó de todas las demás.

La nación de sacerdotes es la nación de Israel, no la Iglesia (a pesar de lo que dice la “Iglesia” en Roma).

Los israelitas aceptan los términos del acuerdo preliminar diciendo que harán todo lo que Dios ha dicho.

Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras

que Jehová le había mandado. Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho,

haremos. Y Moisés refirió a Jehová las palabras del pueblo. [Exod 19.7-8]

Después de esto, entonces, Dios les explica los detalles de la ley que Él espera que ellos guarden (en los

siguientes cuatro capítulos). Observe en este pasaje arriba lo que le importa a Dios más que nada en este

pacto: Las “palabras”. No es simplemente un “mensaje” general que Dios quiere comunicar a Israel. Les

entrega Sus meras palabras a ellos a través de Moisés. Luego escribe estas palabras para que no haya duda

en cuanto a lo que dicen.

Estas palabras habló Jehová a toda vuestra congregación en el monte, de en medio del fuego, de la nube y de

la oscuridad, a gran voz; y no añadió más. Y las escribió en dos tablas de piedra, las cuales me dio a mí. [Deut

5.22]

No se deje engañar, entonces, por las nuevas versiones de la Biblia que “contienen la Palabra de

Dios” (un mensaje general). Consiga la Biblia Reina-Valera que consta de las palabras de Dios y usted

podrá estar seguro que tiene todo lo que Dios quiere que tenga. Los judíos, entonces, habiendo oído las

palabras de Dios, dicen que lo harán todo. Pero, lastimosamente, ya sabemos que no es cierto. Ellos

violarían el pacto muy pronto (Deut 5.27-27; 31.16-30; pero, más sobre esto luego).

Éxodo 20-23: El contenido del pacto

En Éxodo 20-23 vemos los detalles de la ley que Dios entrega a Israel a través de Moisés. Primero les da

un resumen de todo en los diez mandamientos (Exod 20). Luego les entrega todos los detalles de la ley

(Exod 21-23).

Éxodo 24: La confirmación del pacto

En Éxodo 19 Israel se comprometió con el trato general que Dios les ofreció. Ahora, en Éxodo 24, ya que

han recibido la ley (los diez mandamientos y todos los detalles en los siguientes capítulos), tienen que

confirmar su compromiso.

Y Moisés vino y contó al pueblo todas las palabras de Jehová, y todas las leyes; y todo el pueblo respondió a

una voz, y dijo: Haremos todas las palabras que Jehová ha dicho. [Exod 24.3]

234
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

Otra vez vemos que Dios siempre trata con Su pueblo a base de Sus palabras—las que Él entrega a un

hombre quien luego las escribe. (Es igual para nosotros hoy en día; 2Tim 3.15-17.) Israel, entonces, se

compromete con Dios y entra oficialmente en pacto con Él.

El pacto de Moisés comienza en estos capítulos del Libro de Éxodo y continúa hasta la crucifixión de

Cristo Jesús (con ciertas consecuencias todavía activas hoy día, hasta la segunda venida de Cristo).

Entonces, la gran mayoría de la Biblia (casi tres cuartas de ella) se trata de este pacto.

El contenido del pacto

Como acabamos de ver, Éxodo 20 destaca lo que Dios espera, a grandes rasgos, de Israel. Son los diez

mandamientos y forman lo que se podría llamar un resumen de los detalles de la ley que siguen en los

capítulos del 21 al 23 de Éxodo. Los detalles de la ley en estos cuatro capítulos se pueden agrupar en tres

categorías, aunque hay cierto traslapo de unas leyes en más de una categoría. Primero, hay leyes morales

que gobiernan la vida personal de los israelitas. Estas leyes muestran la justicia de Dios y por lo tanto Sus

expectativas para con Su pueblo. Son leyes que tienen que ver con el carácter y la conducta de los

israelitas delante de Dios y también el uno con el otro. En segundo lugar, hay leyes civiles que gobiernan

la vida social de Israel (por ejemplo, las leyes sobre ventas de propiedades). Además, la tercera categoría

consta de leyes ceremoniales que gobiernan la vida religiosa de Israel. Estas leyes establecen el

sacerdocio de Aarón y todo el sistema de sacrificios y ritos de la nación de Israel. El Libro de Levítico

amplifica este aspecto de la ley de Moisés.

Dios cambia un poco este conjunto de leyes (las de Éxodo 21-23) en el Libro de Números porque anticipa

la transición de la vida nómada en el desierto a la vida doméstica en la tierra prometida. El Libro de

Deuteronomio (el nombre quiere decir “la segunda ley”) es una repetición de toda la ley, con unos

cambios también para la vida doméstica en la tierra prometida. La ley se le entgrega a oficialmente otra

vez a la segunda generación de Israelitas después del éxodo—es la generación que entrará para tomar

posesión de la tierra de Canaán.

Entonces, además de los diez mandamientos, hay más de 600 otras leyes (edictos, mandamientos,

órdenes, etc.) en la ley que Dios entregó a Israel a través de Moisés. Son más de 600 leyes que vienen de

los diez mandamientos (600 leyes que son “los diez mandamientos en detalle”). Así que, podemos ver

otra vez con claridad que este pacto es condicional porque depende de la obediencia de los judíos a la ley

que Dios les acaba de entregar.

Las condiciones del pacto

Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los

pueblos; porque mía es toda la tierra. [Exod 19.5]

Por la palabra “si” en Éxodo 19.5, es obvio que desde el principio el pacto de Moisés viene con

condiciones. Hay dos capítulos en la Biblia que tratan totalmente de los detalles de las condiciones del

pacto de Moisés, y también de las consecuencias por haber llenado o no dichas condiciones. Son Levítico

26 y Deuteronomio 28. Dios le da a Israel ciertas promesas (les promete consecuencias) por su obediencia

(Lev 26.1-13; Deut 28.1-14) y otras por su desobediencia (Lev 26.14-46; Deut 28.15-68). Josué reconoció

que Dios fue fiel en cumplir con Sus promesas acerca de la bendición por obediencia y estaba seguro que

haría lo mismo con Sus promesas acerca de la maldición y el castigo por la desobediencia.

Y he aquí que yo estoy para entrar hoy por el camino de toda la tierra; reconoced, pues, con todo vuestro

corazón y con toda vuestra alma, que no ha faltado una palabra de todas las buenas palabras que Jehová

vuestro Dios había dicho de vosotros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas. Pero así como

ha venido sobre vosotros toda palabra buena que Jehová vuestro Dios os había dicho, también traerá Jehová

235
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

sobre vosotros toda palabra mala, hasta destruiros de sobre la buena tierra que Jehová vuestro Dios os ha

dado, si traspasareis el pacto de Jehová vuestro Dios que él os ha mandado, yendo y honrando a dioses

ajenos, e inclinándoos a ellos. Entonces la ira de Jehová se encenderá contra vosotros, y pereceréis

prontamente de esta buena tierra que él os ha dado. [Jos 23.14-16]

Los dos capítulos de Levítico 26 y Deuteronomio 28, entonces, son esenciales para entender la historia de

Israel desde el comienzo del pacto de Moisés y también para saber cuando es que este pacto termina.

El pacto contiene condiciones de bendición: La obediencia

Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los

pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las

palabras que dirás a los hijos de Israel. [Exod 19.5-6]

Bajo el pacto de Moisés, Dios les promete a Israel que ella sería la cabeza de las demás naciones en el

plan de Dios. Es una promesa condicional porque depende de la obediencia de los judíos a la ley. Siempre

ha sido el deseo de Dios bendecir a Israel. Pero, puesto que Él es un Dios justo, jamás puede recompensar

la rebeldía con bendición.

Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal,

para daros el fin que esperáis. [Jer 29.11]

Toda la bendición que Dios les prometió a los judíos bajo el pacto de Moisés, depende de su obediencia a

los decretos y mandamientos de Dios en la ley.

Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus

mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la

tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. Bendito

serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de

tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. 5Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar.

6Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir. [Deut 28.1-4; ver también Lev 26.3-13]

Una vez más podemos ver la importancia de las palabras individuales que Dios entregó a Israel. La

promesa de bendición bajo el pacto de Moisés depende de la obediencia de los judíos a las “palabras” de

Dios (no sólo al “mensaje” general como dice muchos hoy en día).

Guardaréis, pues, las palabras de este pacto, y las pondréis por obra, para que prosperéis en todo lo que

hiciereis. [Deut 29.9]

El pacto contiene condiciones de castigo: La desobediencia

Pero si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos, y si desdeñareis mis decretos, y vuestra

alma menospreciare mis estatutos, no ejecutando todos mis mandamientos, e invalidando mi pacto. [Lev

26.14-15]

Dios también les promete a los israelitas cierto castigo si invalidan Su pacto desobedeciendo a los

mandamientos que Dios les entregó. Es importante notar aquí (y el pasaje entero es demasiado extenso

para citarlo todo, pero lo puede leer en su propia Biblia: Lev 26.14-46 y Deut 28.15-68) que a pesar de

que con la desobediencia Israel invalida (viola) el pacto, las promesas de castigo divino siguen vigentes

(activas) debido a la rebelión de la nación. Entonces, hasta que se cumplan las promesas de castigo, el

pacto está vigente (por lo menos esta parte del pacto que tiene que ver con las consecuencias que están

vigentes).

Algunas de estas promesas de castigo ya se han realizado en los castigos que Dios mandó sobre la nación

de Israel por su apostasía e idolatría. Sin embargo, todavía hay mucho que está por venir, especialmente

236
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

en la Tribulación (la septuagésima semana de Daniel; Dan 9.24-27). De todos modos, todo el castigo que

le viene a Israel es para que al final de todo Dios pueda hacerles bien restaurándolos y bendiciéndoles.

Que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y

probándote, para a la postre hacerte bien. [Deut 8.16]

Este “bien”, por supuesto, no tiene que ver con el pacto de Moisés (porque Israel violó este pacto y lo

invalidó con su desobediencia). El bien que Dios hará a Israel tiene que ver con las promesas

incondicionales que Él dio en el pacto de Abraham. El castigo prometido bajo el pacto de Moisés servirá

para cumplir con las promesas del pacto de Abraham porque servirá para restaurar a Israel en

arrepentimiento delante de Dios.

Esta restauración a través de la aflicción se ven en el Libro de Oseas, en el cuadro de la mujer adúltera. La

mujer infiel es un cuadro de Israel, la esposa de Jehová, que “adulteró” en apostasía e idolatría.

Por tanto, he aquí yo rodearé de espinos su camino, y la cercaré con seto, y no hallará sus caminos. Seguirá a

sus amantes, y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará. Entonces dirá: Iré y me volveré a mi primer

marido; porque mejor me iba entonces que ahora. [Os 2.6-7]

Dios le rodeará a Israel de espinos en la Tribulación y este castigo servirá para volverla a su Marido en

arrepentimiento. Por esto (por todo el castigo y la restauración al final), vemos un buen cuadro de Israel

en la zarza ardiendo que no se consume.

Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. [Mal 3.6]

Ellos son “quemados” bajo el castigo de Dios a través de los siglos (y aun a veces son quemados

literalmente como en el Holocausto de Hitler en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial), pero no

son consumidos. Israel nunca ha dejado de existir y nunca dejará de existir a pesar del “fuego” del castigo

divino. A pesar de toda su desobediencia y todos sus pecados, Israel será plenamente restaurada un día.

Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino

la salvación a los gentiles, para provocarles a celos. Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su

defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración? [Rom 11.11-12]

Las condiciones de su restauración son arrepentimiento y conversión (Deut 30.1-10; 2Cron 6.36-39).

Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se

convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su

tierra. [2Cron 7.14]

Estas condiciones aun se aplican a los judíos hoy en día (Hech 3.19-21), pero todavía no lo han hecho.

Entonces todavía les espera el duro castigo de la Tribulación. Pero, ahí en su aflicción, ellos reconocerán

su pecado, se arrepentirán y se convertirán.

Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y

mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien

se aflige por el primogénito. [Zac 12.10]

El pacto contiene condiciones en cuanto a la ocupación de la tierra prometida

Dios es claro en cuanto a lo que quiere de Israel bajo el pacto de Moisés con respecto a la tierra

prometida, la tierra de Canaán. Quiere que los judíos entren allá y lo destruyan todo sin procurar la paz

con nadie que habita ahí.

237
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

Guarda lo que yo te mando hoy; he aquí que yo echo de delante de tu presencia al amorreo, al cananeo, al

heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo. Guárdate de hacer alianza con los moradores de la tierra donde has de

entrar, para que no sean tropezadero en medio de ti. Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y

cortaréis sus imágenes de Asera. [Exod 34.11-13]

Dios sacó a Su nación de Egipto y la sacó para mandarla a la guerra con los habitantes de la tierra

prometida.

Y luego que Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba

cerca; porque dijo Dios: Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y se vuelva a Egipto. [Exod

13.17]

Los israelitas son, primero que nada, soldados que Dios ha mandando a la tierra de Canaán para sacar a

todos los moradores de ahí (o matarlos si ellos no quieren salir). En su tarea de echar fuera a los

moradores de Canaán (la tierra que se llama “Palestina” y el “medio-oriente” hoy día), son los mejores

soldados que se ha visto en la tierra porque Dios pelea por ellos.

Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos. [Exod 14.14]

Es por esto que cuando Dios sacó a Israel de Egipto, la sacó “por sus ejércitos” (Exod 6.26). Ellos

salieron para empeñar una campaña militar (una guerra) contra todos los moradores de la tierra

prometida.

Así que, podemos ver que las “cruzadas” (campañas militares para liberar la tierra prometida de la

ocupación de los paganos) forman parte del Antiguo Testamento porque tiene que ver con guerras físicas

para echar fuera a unos enemigos físicos de una tierra física que Dios prometió a Israel. Las “cruzadas”

no tienen nada que ver con la Iglesia porque nuestros enemigos son espirituales, igual que nuestra guerra

y nuestras armas en dicha guerra (Ef 6.12; 2Cor 10.3-4). Si hubiera alguna base bíblica para que la Iglesia

se metiera en una guerra física con los moradores de la tierra prometida (el medio-oriente), sería Génesis

12.1-3 y el pacto de Abraham. El propósito de una “cruzada” así, entonces, sería el de echar fuera a los

enemigos de Israel y darles a los judíos la tierra que Dios les prometió. La tierra de “Palestina” no

pertenece a la Iglesia, ni a los gentiles. Es de Israel, siempre.

Al fin y al cabo, los moradores de la tierra prometida de Canaán serán echados físicamente porque Cristo

lo hará en Su segunda venida. E Israel habitará allí tranquilamente. Así prometió Dios bajo el pacto

incondicional de Abraham. Sin embargo, bajo el pacto de Moisés, la posesión de la tierra prometida es

condicional.

Guardad, pues, todos los mandamientos que yo os prescribo hoy, para que seáis fortalecidos, y entréis y

poseáis la tierra a la cual pasáis para tomarla; y para que os sean prolongados los días sobre la tierra, de la

cual juró Jehová a vuestros padres, que había de darla a ellos y a su descendencia, tierra que fluye leche y

miel. [Deut 11.8-9]

La ocupación de la tierra prometido por los judíos depende de su obediencia a todos los mandamientos de

la ley. Ellos tomarán la tierra sólo si guardan los mandamientos. Además, prolongarán sus días en la tierra

si siguen en su obediencia (ver también: Deut 30.11-20). Con esta promesa viene otra que tiene que ver

con su desobediencia. Si no guardan todos los mandamientos de Dios, serán arrancados de sobre la tierra

prometida.

Así como Jehová se gozaba en haceros bien y en multiplicaros, así se gozará Jehová en arruinaros y en

destruiros; y seréis arrancados de sobre la tierra a la cual entráis para tomar posesión de ella. [Deut 28.63]

Entienda, sin embargo, que esto no quiere decir que la tierra ya no pertenezca a los judíos simplemente

porque ellos desobedecieron a Dios y Él los echó de ahí. Dios les dio la tierra prometida bajo el pacto de

Abraham, entonces es la suya para siempre. Sólo es que bajo el pacto de Moisés, la posesión (la

238
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

ocupación) de la tierra es condicional porque depende de su obediencia. Aunque Dios, por la

desobediencia de Israel, esparció a los judíos entre todas las naciones y dejó entrar a los musulmanes (los

enemigos de Levítico 26.32) en la tierra prometida, Él siempre cumplirá con las promesas que hizo con

Abraham, Isaac y Jacob bajo el pacto incondicional y sempiterno de Abraham.

Pero si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos, y si desdeñareis mis decretos, y vuestra

alma menospreciare mis estatutos, no ejecutando todos mis mandamientos, e invalidando mi pacto... Asolaré

también la tierra, y se pasmarán por ello vuestros enemigos que en ella moren; y a vosotros os esparciré entre

las naciones, y desenvainaré espada en pos de vosotros; y vuestra tierra estará asolada, y desiertas vuestras

ciudades. [Lev 26.14-15, 32-33]

Esta es la condición (promesa) del pacto de Moisés que se realizará de último y por esto traslapa un poco

con el pacto de Abraham. O sea, bajo el pacto de Moisés, Dios le prometió a Israel castigo por su

desobediencia y hasta que se cumpla esta “condición”, el pacto está todavía vigente (todavía Israel llevará

palo, especialmente durante la Tribulación). Esta promesa (condición) traslapa con el pacto de Abraham

porque el castigo es lo que lleva a Israel al arrepentimiento y la conversión. Cuando se arrepienten y se

convierten de sus pecados, el pacto de Moisés ya se cumple e Israel entra en la bendición bajo el pacto de

Abraham (Gen 12.1-3). Israel no puede evitar el castigo, porque se rebelaron. Sin embargo, a la postre

Dios los restaurará (en la segunda venida de Cristo y durante el Milenio).

Tú, pues, siervo mío Jacob, no temas, dice Jehová, ni te atemorices, Israel; porque he aquí que yo soy el que

te salvo de lejos a ti y a tu descendencia de la tierra de cautividad; y Jacob volverá, descansará y vivirá

tranquilo, y no habrá quien le espante. Porque yo estoy contigo para salvarte, dice Jehová, y destruiré a todas

las naciones entre las cuales te esparcí; pero a ti no te destruiré, sino que te castigaré con justicia; de ninguna

manera te dejaré sin castigo. [Jer 30.10-11]

Es importante (e interesante) observar aquí que en la Biblia hay dos cautividades de Israel. Se menciona

dos veces que Israel fue arrancada de la tierra prometida (Deut 28.63), y por esto hay dos regresos a la

tierra prometida también. La primera cautividad tomó lugar al final del tiempo de los reyes de Israel

cuando Senaquerib rey de Asiria llevó a las diez tribus del norte (Israel) en cautividad (alrededor del año

721 a.C.; 2Rey 17) y Nabucodonosor rey de Babilonia llevó a las dos tribus del sur (Judá) en cautividad

(alrededor de 606 a.C.; 2Rey 24-25). El regreso de esta primera cautividad tomó lugar en dos etapas

también, primero bajo Esdras y luego bajo Nehemías. En el Libro de Esdras vemos que con la

construcción del templo, se prepara la tierra para el regreso de los judíos. Luego, Israel llega a ser una

nación otra vez cuando “se separa” de las otras naciones levantando el muro de Jerusalén y

reconstruyendo la ciudad.

La segunda vez que Israel fue arrancada de la tierra prometida tomó lugar al final de la primera venida de

Cristo Jesús en 70 d.C. cuando Roma esparció a los judíos por todo el mundo. Los romanos destruyeron

Jerusalén, mataron a más de un millón de judíos y llevaron en cautividad a otros 97.000 más. Luego, en

135 d.C., los judíos se rebelaron contra Roma y se estalló una guerra que duró unos tres años y medio.

Más de medio millón de judíos perdieron sus vidas y los demás israelitas fueron echados de la tierra

prometida y se les prohibió volver bajo pena de muerte. El emperador Romano de aquel entonces

(Hadrian / Adriano) trató de raer toda memoria aun del nombre de Jerusalén construyendo una nueva

ciudad ahí y poniéndole otro nombre. En aquel entonces, muchos judíos fueron vendidos como esclavos y

la tierra que habitaban fue completamente desocupada. Por esto, gentes de varios otros países se mudaron

ahí para vivir. Pero, los judíos no atrevían a volver a su tierra prometida por siglos. Hay un registro (algún

escrito de esta historia) de un judío de España que volvió a la tierra de Canaán (Palestina) en el siglo 12, y

dice él que sólo encontró alrededor de 200 judíos (y esto fue después de más de mil años desde la guerra

contra Roma). Cuando Dios les dijo a los israelitas que los arrancaría de la tierra si desobedecieran, Él no

estaba bromeando.

No obstante, igual que con la primera vez que fueron arrancados de la tierra prometida, Israel volvió la

segunda vez también (aun todavía está regresando). Este regreso, como el primero, tomó lugar en dos

239
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

etapas. Primero, después de la Primera Guerra Mundial, en 1917-18 d.C., se preparó la tierra para los

judíos con la Declaración de Balfour (fue una carta escrita de parte de Inglaterra que marcó las fronteras

de un pedazo del medio-oriente que sería para los judíos). La segunda etapa tomó lugar después de la

Segunda Guerra Mundial, en 1948 d.C., cuando los judíos volvieron a habitar la tierra y así Israel llegó a

ser una nación ya separada de las demás. Este regreso (que todavía está tomando lugar) es el comienzo

del cumplimiento de la profecía del valle de los huesos secos en Ezequiel 37.1-14. Terminará en la

segunda venida de Cristo. Este segundo regreso a la tierra prometida es la que se menciona en el capítulo

11 del Libro de Isaías.

Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que Jehová alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de

su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar. Y

levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los

cuatro confines de la tierra. [Isa 11.11-12]

Los países que Dios menciona en este pasaje no tuvieron nada que ver con la primera cautividad (en

Asiria y Babilonia). También, la última frase dice que el regreso es de una cautividad mundial (de los

cuatro confines de la tierra; o sea, de todo lugar en el mundo). Este es el regreso que empezó en 1948 y

terminará en la segunda venida del Mesías que señala el comienzo del Milenio (Isa 11.6-10).

Otras referencias a este segundo regreso de una dispersión mundial son Isaías 6.9-13; 14.1-2; Jeremías

3.11-17; 12.14-17; 14.20-21 (note que este regreso está conectado con el “glorioso trono”, que es el trono

del Mesías en Jerusalén que Él toma por fuerza en la segunda venida; Mat 19.27-28; 25.31); Jeremías

16.14-15; 32.37-41 (señala el comienzo del Nuevo Pacto; ver los detalles de este último pacto más abajo);

Ezequiel 36.24-28; 39.21-29; Joel 3.1-15; Amós 9.11-15; Zacarías 8.7-13.

Después de todo, el regreso de Israel a la tierra prometida y su posesión completa de ella señala el fin de

las obligaciones de Dios bajo el pacto de Moisés. Así que, el pacto termina en la segunda venida de

Cristo. Y con el fin del pacto de Moisés, vemos también la realización (el cumplimiento) de una parte del

pacto de Abraham. Israel poseerá la tierra porque Dios se lo prometió sin condiciones a Abraham, a Isaac

y luego a Jacob. No la van a poseer porque cumplieron con la ley de Moisés. Más bien, fueron echados de

la tierra porque no cumplieron con la ley de Moisés. Sin embargo, bajo este mismo pacto Dios promete su

regreso a la tierra, entonces así será el cumplimiento del pacto de Moisés.

Otras referencias al castigo de Israel (en el contexto de la tierra prometida) bajo el pacto de Moisés son

las siguientes. En Levítico 18.22-30 vemos que Dios echó a los israelitas de la tierra porque practiaron las

abominaciones de los moradores de la tierra de Canaán. Contaminaron la tierra con sus perversiones y por

esto la tierra los vomitó. En Deuteronomio 11.18-28 vemos que su posesión de la tierra (o su pérdida la

posesión de ella) siempre era un asunto de guardar las palabras de Jehová, no “el mensaje” general. O sea,

otra vez vemos la suma importancia de las palabras individuales de la Escritura en el trato de Dios con los

hombres.

La conclusión (el fin) del pacto

El pacto de Moisés es condicional. No se cumplirá hasta que se llenen todas las condiciones, hasta que

Dios haya hecho todo lo que les prometió a Israel que haría debido a su obediencia o a su desobediencia.

En primer lugar, hay que entender que Israel invalidó este pacto quebrantando los diez mandamientos.

No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto;

porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. [Jer 31.32]

Quebraron los primeros dos mandamientos cuando hicieron el becerro de oro y lo adoraban (Exod 32.1).

Al quebrar las dos tablas que tenían los diez mandamientos, Moisés estaba mostrándoles a los judíos lo

240
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

que acabaron de hacer (Exod 32.19): Quebraron la ley y por lo tanto quebraron el pacto. Desde este punto

en adelante, Dios no estaba obligado a cumplir con ninguna de Sus promesas que hizo con Israel bajo este

pacto.

Sin embargo, como ya hemos visto, en este pacto Dios estableció dos tipos de condiciones. Hay

condiciones que tienen que ver con bendición y otras que tiene que ver con castigo (Lev 26 y Deut 28).

Hasta que todas estas condiciones (promesas) se realicen, el pacto está todavía vigente (Dios está todavía

llevando a cabo lo que dijo que haría). Puesto que los judíos no obedecieron a la ley, ya perdieron la

oportunidad de experimentar las bendiciones que Dios les prometió en el pacto si le habrían obedecido. O

sea, puesto que Israel violó el pacto por su desobediencia, Dios no tiene que cumplir con Sus promesas de

bendición.

Pero, dentro de este mismo pacto Dios también prometió a Israel ciertos castigos por su desobediencia. Ya

que ellos llenaron la condición (desobedecieron a la ley), Dios cumplirá con esta parte del pacto, Sus

promesas de castigo. Por esto, el pacto de Moisés estará vigente hasta que Dios cumpla con todo lo que le

prometió a Israel en la ley acerca del castigo por la desobediencia. Esto quiere decir que el pacto de

Moisés estará vigente hasta el final de la Tribulación, hasta la segunda venida de Cristo cuando el Nuevo

Pacto (ver los detalles abajo) entre en vigencia para con los judíos que estarán vivos en aquel tiempo.

Porque, una vez que el Nuevo Pacto esté vigente, el de Moisés ya es “viejo” y estará por desaparecer.

Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, En que estableceré con la casa de Israel y la

casa de Judá un nuevo pacto; No como el pacto que hice con sus padres El día que los tomé de la mano para

sacarlos de la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, Y yo me desentendí de ellos, dice

el Señor. Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor:

Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me

serán a mí por pueblo; Y ninguno enseñará a su prójimo, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al

Señor; Porque todos me conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos. Porque seré propicio a sus

injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades. Al decir: Nuevo pacto, ha dado por

viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer. [Heb 8.8-13]

La Tribulación (la septuagésima semana de Daniel y “aquellos días”), entonces, es la culminación de todo

el castigo de Dios sobre el pecado de Israel.

Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y

poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y

ungir al Santo de los santos. [Dan 9.24]

Con la Tribulación (la última semana de esta profecía, los últimos siete años), terminará la prevaricación

y la iniquidad de Israel será quitado cuando Cristo venga la segunda vez.

Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia

del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es

necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por

boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo. [Hech 3.19-21]

La segunda venida de Cristo Jesús, entonces, es la “consumación” de todo (Dan 9.27). Pone fin al castigo

que Dios prometió a Israel bajo el pacto de Moisés y también señala el comienzo del Nuevo Pacto

establecido con la misma nación (Israel) por la sangre de Cristo. Es en este entonces también que vemos

la plena manifestación (la “consumación”) del pacto que Dios hizo con Abraham.

Hay que entender aquí que, a pesar de que el pacto de Moisés termina en la segunda venida, los judíos

guardarán una parte de la ley de Moisés durante el Milenio como un recordatorio (como una “ley

ceremonial”). Un nuevo templo se construirá (Ezeq 40-42) y la gloria de Jehová, el Mesías, lo llenará

(Ezeq 43). Los judíos observarán la ley ceremonial, siguiendo el mismo sistema de ofrendas y sacrificios

que Dios estableció bajo el pacto de Moisés (Ezeq 44). Los levitas servirán en la ofrendas como bajo la

ley (Ezeq 44.10-11) y los sacerdotes que obedecían, se acercarán a Jehová para ofrecerle la sangre de

241
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

animales otra vez (Ezeq 44.15-16). Es obvio que estos sacrificios no son como los que ofrecían bajo la ley

de Moisés porque Hebreos 10 dice varias veces que Cristo fue sacrificado una vez para siempre y ya no

hay más ofrenda por el pecado (Heb 10.11-14, 18). O sea, los sacrificios en el Milenio no serán para

cubrir o quitar el pecado. Serán para recordatorio.

Además de guardar las leyes “ceremoniales”, los judíos en el Milenio guardarán, en cierto sentido, las

leyes “morales” y las “civiles” también. Esto es lo que vemos en el Sermón del Monte (Mat 5-7), que es

realmente la constitución del reino mesiánico (el Milenio). Un juego de frases que Cristo usa en este

discurso nos muestra el uso de la ley de Moisés durante este tiempo: “Oísteis que fue dicho... pero yo os

digo...” (por ejemplo: Mat 5.27-30). Cristo cita la ley de Moisés (“oísteis que fue dicho”) y luego aumenta

la responsabilidad de uno bajo dicha ley (“pero yo os digo”). Así será en el Milenio. La ley de Moisés

servirá como la base de las leyes que gobiernan la vida durante el Milenio, pero la responsabilidad de uno

bajo la ley será más de lo que se exigía en el Antiguo Testamento.

Pablo se refirió a esto cuando dijo que lo de la ley (comida, bebida, días de fiesta, luna nueva y días de

reposo) era sombra de lo que habría de venir.

Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo,

todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo. [Col 2.16-17]

Note que con esta frase “lo que ha de venir”, podemos entender que cuando Pablo escribió tales palabras,

todo aquello era todavía para el futuro. O sea, es para el Milenio, no para la época de la Iglesia. La ley de

Moisés es la sombra de la ley que habrá en el Milenio. El Sermón del Monte en Mateo 5-7 es un vistazo

al “cuerpo” que hace la “sombra” (es la constitución del reino sobre la cual todas las demás leyes se

basarán).

La señal del pacto

Una señal entre Dios y los hijos de Israel

El día de reposo (el rito de guardar santificado el sábado, el séptimo día de la semana) es una señal entre

Dios y los hijos de Israel. El siguiente pasaje es un poco extenso, pero vale la pena meterlo todo aquí y

hacer unos comentarios sobre lo que dice porque hay algunos en el cristianismo (como los “adventistas

del séptimo día”) que insisten en que el día de reposo es para nosotros hoy en la Iglesia. Al fijarnos en lo

que dice el pasaje de plena mención del día de reposo, es obvio que no es así.

12 Habló además Jehová a Moisés, diciendo:

13 Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros [¡los hijos de Israel!] guardaréis mis días

de reposo; porque es señal entre mí y vosotros [¡los hijos de Israel!] por vuestras generaciones, para que

sepáis que yo soy Jehová que os santifico.

14 Así que guardaréis el día de reposo, porque santo es a vosotros [¡los hijos de Israel!]; el que lo profanare,

de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él, aquella persona será cortada de en medio de

su pueblo.

15 Seis días se trabajará, mas el día séptimo es día de reposo consagrado a Jehová; cualquiera [¡de los hijos

de Israel!] que trabaje en el día de reposo, ciertamente morirá.

16 Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel [¡los hijos de Israel!], celebrándolo por sus

generaciones por pacto perpetuo [¡es un pacto con los hijos de Israel!].

17 Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel [¡los hijos de Israel!]; porque en seis días hizo Jehová

los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó. [Exod 31.12-17]

242
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

Dios no puede ser más claro en que el día de reposo—el guardar santificado el séptimo día de la semana

—es para Israel, no para la Iglesia, ni para los gentiles. Desde este pasaje en adelante, entonces, el día de

reposo es únicamente para los hijos de Israel (para los judíos, para los descendientes físicos de Jacob). Y

aunque el pacto de Moisés no es perpetuo, la señal del día de reposo, sí, es para siempre (Exod 31.16-17).

Entonces, aunque Israel violó el pacto de Moisés, la señal del día de reposo todavía les pertenece a ellos.

Dios le dio a Israel esta señal del día de reposo como un recordatorio de Su gran obra de sacarlos de la

tierra de Egipto (y los sacó para entrar en pacto con ellos: Exod 19.4-6).

Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo

extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo. [Deut 5.15]

Así que, el día de reposo es para el judío. Es una señal del pacto que Dios estableció con ellos a través de

Moisés.

Uno de los diez mandamientos para Israel

Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es

reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu

bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. [Exod 20.8-10]

Puesto que el día de reposo forma parte de los diez mandamientos, a veces causa cierta confusión entre

los cristianos. Sabemos que los diez mandamientos forman una ley moral, una ley que también está

escrita en el corazón de cada ser humano y por lo tanto debemos usarla para evangelizar.

Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente; conociendo esto, que la ley no fue dada para

el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y

profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para

los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina, según el

glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado. [1Tim 1.8-11]

De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.

[Gal 3.24]

Además, como dijo Martín Lutero, la ley moral de Dios en los diez mandamientos sirve como un freno y

una guía para nosotros. Nos “frena” al viejo hombre con sus deseos pecaminosos y nos guía en el camino

de la santidad (porque nos muestra lo que Dios espera de nosotros).

Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. [1Ped 1.16]

Lo que tenemos que entender con el cuarto mandamiento (el del día de reposo) es que nosotros no

guardamos ese mandamiento como si fuera una “ley ceremonial”. La ley ceremonial (guardar el día—el

periodo de 24 horas—como un rito religioso) pertenece “perpetuamente” a Israel. Esto es exactamente lo

que Dios dijo en Éxodo 31.12-17.

El cuarto mandamiento (el de guardar el día de reposo) es el único de los diez que no se repite en los

escritos de Pablo. No es un mandamiento de “moralidad” sino de ceremonia. La “moralidad” de este

mandamiento es la de guardar un día en siete para alabar a Dios y mostrarle su agradecimiento por todo lo

que le dio durante la semana. Según el patrón de las iglesias después de la resurrección de Cristo, los

cristianos hacemos esto los domingos.

Puesto que este asunto siempre causa confusión debido a la enseñanza de varias sectas falsas, vale la pena

ver lo que dice la Biblia acerca del día de reposo.

243
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

El día de reposo no es para la Iglesia

El Apóstol Pablo es muy claro en que el día de reposo (guardar el séptimo día de la semana) no es para la

Iglesia.

Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo.

[Col 2.16]

Guardar el día de reposo es confusión y esclavitud para un cristiano.

Mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a

los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Guardáis los días, los meses, los

tiempos y los años. [Gal 4.9-10]

Nuestro reposo es en una Persona, no en un día.

Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso

para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. [Mat 11.29-30]

Así que, nuestro reposo es espiritual, porque nuestro reino es espiritual. No es un reposo físico como el de

los judíos quienes participaban en un reino físico y no espiritual. El día que un cristiano debería apartar

para el Señor, para congregarse, adorar al Señor y escuchar la predicación y la enseñanza de la Biblia es el

primer día de la semana, el día después del día de reposo. O sea, nuestro día es el domingo.

Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María,

a ver el sepulcro. [Mat 28.1; al reunirnos el primer día de la semana, los que tenemos vida nueva celebramos

la resurrección de Cristo Jesús, la fuente de nuestra nueva vida]

El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al

día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche. [Hech 20.7]

Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo,

para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. [1Cor 16.2]

Decir que el día de reposo es para el cristiano es robarle al judío lo que Dios le dio únicamente a él (Exod

31.12-17). Una “iglesia” que guarda el día de reposo es una secta falsa—es lo que la Biblia llama una

“sinagoga de Satanás”.

Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser

judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. [Apoc 2.9]

El día de reposo no es para los gentiles

Para terminar este asunto del séptimo día, hemos de entender que el día de reposo (el sábado) tampoco es

para el gentil (el que no es judío, ni cristiano). Los gentiles no recibieron la ley como los judíos. Así que,

puesto que el día de reposo forma parte de la ley (el pacto de Moisés), no es para los gentiles.

Porque todos los que sin ley [gentiles] han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley

[judíos] han pecado, por la ley serán juzgados; porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino

los hacedores de la ley serán justificados. Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza

lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos. mostrando la obra de la ley escrita en

sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos. [Rom

2.12-15]

La ley que está escrita en el corazón del gentil es la ley moral y no hay más “moralidad” en guardar un

día sobre otra. Lo que Dios quiere es “un día en siete” para mostrarle agradecimiento.

244
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

El día de reposo es únicamente para Israel, los judíos, los descendientes físicos de Abraham, Isaac y

Jacob. No para nadie más. Decir lo contrario es decir que Dios mintió (ver otra vez Éxodo 31.12-17 y los

comentarios arriba).

EL PACTO DE DAVID: 2SAMUEL 7.8-19

El comienzo del pacto

Dios estableció el pacto con David a través del profeta Natan casi 500 años después del comienzo del

pacto de Moisés. Este pacto es básicamente una promesa que Dios hizo con un hombre: David.

Ahora, pues, dirás así a mi siervo David: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo te tomé del redil, de detrás

de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel. [2Sam 7.8]

Es una promesa que tiene que ver con la familia de David (sus descendientes físicos), el trono de David

(el trono de Israel en Jerusalén) y el reino de David. En otras palabras, es un pacto que tiene que ver con

un rey y su reino. Así que, este pacto traslapa el pacto de Moisés hasta Jeconías en Jeremías 22.24-30,

cuando él perdió el trono de David por su apostasía e idolatría. También traslapa el Nuevo Pacto en el

Milenio porque Cristo es el cumplimiento de las promesas y el pacto que Dios hace con David aquí en

2Samuel 7.8-19. Se puede ver este cumplimiento profetizado en las palabras del salmista en Salmo 2.

Se repite el pacto como un poco más detalles en el Salmo 89. Así que, durante este análisis del pacto de

David, vamos a estar haciendo muchas referencias es este Salmo.

El contenido del pacto

El versículo de resumen del pacto de David es 2Samuel 7.16. El pacto tiene tres categorías generales en

las cuales caben todas las promesas del acuerdo que Dios estableció con David.

Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente.

[2Sam 7.16]

Primero, hay promesas en este pacto que tienen que ver con la casa de David. En segundo lugar, Dios le

hace promesas acerca de su reino. Y por último, Dios habla del trono de David.

El pacto de David estableció la casa de David para siempre

La “casa” de David se refiere a la descendencia física, el linaje, de David.

Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el

cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. El edificará casa [el templo] a mi nombre, y yo afirmaré

para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le

castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero mi misericordia no se apartará de él

como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti. [2Sam 7.12-15]

Siempre habrá alguien del linaje de David para seguir en su lugar como rey de Israel, como el líder

político del pueblo de Dios. El Señor nunca dejará la casa de David sin alguien que pueda ser el rey de

Israel. La descendencia física de David que, según esta promesa en este pacto, reinaría sobre Israel, es

Cristo.

Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a

la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono. [Hech 2.30]

245
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

Cristo es del “linaje de David, según la carne” (Rom 1.3). Es de su casa. Según Mateo 1.6 y 1.16 (en la

genealogía de José), Jesús es el hijo de David a través de Salomón, pero por matrimonio (o sea, por el

lado de José, no María).

Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham... Isaí engendró al rey David, y el rey

David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías... y Jacob engendró a José, marido de María, de la

cual nació Jesús, llamado el Cristo. [Mat 1.1, 6, 16]

Jesús no fue el hijo natural de José, porque nació de una virgen. Pero, por el matrimonio de José y María,

Jesús forma parte del linaje de David a través de Salomón (o sea, forma parte del linaje de David por José

de una manera “legal”). En Lucas 3.23 vemos el comienzo de otra genealogía de Jesús pero esta vez es la

de María.

Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de José, hijo de Elí.

[Luc 3.23]

Dice que era hijo de José “según se creía”, porque no era el hijo natural de José. Los judíos no registran

las genealogías de las mujeres, entonces este linaje de María es “según se creía, de José”. No es de José,

sino de María. Según Lucas 3.31-32, Cristo es el hijo de David a través Natán por nacimiento.

Hijo de Melea, hijo de Mainán, hijo de Matata, hijo de Natán, hijo de David, hijo de Isaí, hijo de Obed, hijo

de Booz, hijo de Salmón, hijo de Naasón. [Luc 3.31-32]

Así que, Cristo es de la “casa” real de David tanto por matrimonio (por José, hijo de David a través de

Salomón) como por nacimiento (por María, hija de David a través de Natán).

Este hijo de David era también el Señor de David. Cristo les hace una pregunta a los fariseos (los grandes

eruditos de Sus días) acerca de este asunto y ninguno de ellos pudo contestarle.

Y estando juntos los fariseos, Jesús les preguntó, diciendo: ¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? Le

dijeron: De David. El les dijo: ¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor, diciendo: Dijo el Señor a mi

Señor: Siéntate a mi derecha, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? Pues si David le llama

Señor, ¿cómo es su hijo? Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más.

[Mat 22.41-46]

Nosotros, sin embargo, tenemos la respuesta en la revelación del Nuevo Testamento.

E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el

Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria. [2Tim

3.16]

Cristo es hijo de David porque nació físicamente del linaje de David. Pero también es el Señor de David

porque es Dios Jehová en la carne. El Rey que toma el trono es el Hijo de David y también es Jehová —es

Jesucristo, Jehová en la carne. Esto se ve en muchos pasajes del Antiguo Testamento. En Isaías el Rey de

Israel, el Redentor, es Jehová mismo.

Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero,

y fuera de mí no hay Dios. [Isa 44.6]

Zacarías dice que en “aquel día” de la segunda venida, Jehová será el Rey que tomará el trono de David

para reinar sobre el mundo.

Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre. [Zac 14.9]

246
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

Además, el mismo profeta dice que todas las personas en la tierra durante el Milenio llegarán Jerusalén

para adorar al Rey, y el Rey es Jehová—es Jesucristo, Jehová en la carne.

Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para

adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos. Y acontecerá que los de las

familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, Jehová de los ejércitos, no vendrá sobre

ellos lluvia. [Zac 14.16-17]

Este rey es el “ungido” (en hebreo: “mesías”). David era el “ungido” históricamente. Por esto él forma un

cuadro doctrinal de otro “Ungido” que vendría para tomar su trono. Este Ungido, el Mesías, fue

desechado por Dios cuando llevó la ira divino sobre nuestros pecados en la cruz. Es Cristo Jesús, el Rey

prometido de la casa de David.

Hallé a David mi siervo; Lo ungí con mi santa unción. [Sal 89.20]

Mas tú desechaste y menospreciaste a tu ungido, Y te has airado con él. [Sal 89.38]

El pacto de David estableció el reino de David para siempre

Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el

cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre

el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara

de hombres, y con azotes de hijos de hombres. [2Sam 7.12]

Dios prometió a David que su hijo (un descendiente físico de él) recibiría el reino que Él le había dado a

su padre. O sea, el hijo de David recibiría el territorio físico y el estado que Dios le había dado al rey

David. Recuerde que durante el Antiguo Testamento, la historia se trata del reino físico, no el reino

espiritual como hoy en día durante la época de la Iglesia. Así que, el reino de David es un reino físico

sobre esta tierra.

Históricamente, este hijo fue Salomón porque él recibió el reino cuando David murió. Cuando David le

estaba pasando el reino a su hijo, Salomón, se refirió al pacto de 2Samuel 7.

Llegaron los días en que David había de morir, y ordenó a Salomón su hijo, diciendo: Yo sigo el camino de

todos en la tierra; esfuérzate, y sé hombre. Guarda los preceptos de Jehová tu Dios... para que confirme

Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mí con

verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón en el trono de Israel. [1Rey 2.1-4]

Es aquí en este pasaje cuando Salomón, el hijo de David, recibe el estado del reino de Israel (el reino

físico). Él también recibe el territorio del reino de David (casi toda la tierra que Dios prometió a Abraham

en Génesis 15.18, la tierra que David conquistó).

Y Salomón señoreaba sobre todos los reinos desde el Eufrates hasta la tierra de los filisteos y el límite con

Egipto; y traían presentes, y sirvieron a Salomón todos los días que vivió. [1Rey 4.21]

Así que, vemos que el reino que Dios prometió a David y a sus descendientes tiene que ver con la tierra

de Canaán (Palestina), y no sólo con un estado de Israel (una nación política). Sin embargo, antes de ver

este asunto de la tierra prometida en más detalle, hemos de entender que Salomón no es el pleno

cumplimiento de las promesas del pacto de David.

El Hijo que cumple completamente con las promesas del pacto de David en 2Samuel 7.14 es Cristo Jesús.

Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino. [Heb 1.8]

247
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

Salomón fue el cumplimiento histórico y su reino tuvo fin. Pero Jesucristo, el Mesías, es el cumplimiento

pleno y doctrinal, y Su reino no tendrá fin. Como ya hemos visto en las genealogías, Cristo Jesús es el

Hijo de David que tiene derecho al reino de Israel (Mat 1.1). Él es el “Rey de los judíos”, el Rey de los

descendientes de las 12 tribus.

Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,

diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y

venimos a adorarle. [Mat 2.1-2]

Este es el mensaje que Cristo predicó a Israel. Les ofreció a los judíos el reino eterno de David, con Él

siendo el Rey.

Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha

acercado. [Mat 4.17]

Los judíos también sabían lo que estaba pasando durante la primera venida. Sabían que el Heredero del

reino perpetuo (político, físico y terrenal) había llegado.

¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas! [Mar 11.10]

Podemos ver un cuadro de Él en Salomón cuando reinaba sobre casi toda la tierra prometida. En este

aspecto Salomón es un tipo y cuadro de Cristo reinando sobre el reino de David en el Milenio (el tiempo

del pleno cumplimiento de este pacto). El único problema con la llegada del reino que Cristo ofrecía a

Israel (y el cumplimiento del pacto de David), es que los mismos que gritaron “¡Hosanna!” también

gritaron “¡Crucifícale!” unos días después (Mar 15.13). Lo rechazaron al Rey y por lo tanto Dios aplazó

el Reino unos dos mil años, para después de la época de la Iglesia (Hech 28.28).

Hemos de entender que este reino que Dios prometió a David y a su casa tiene que ver con el territorio

físico que Él dio a Abraham y a sus descendientes físicas a través de Isaac y Jacob (quien se llamaba

también Israel).

Además, yo fijaré lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré, para que habite en su lugar y nunca más sea

removido, ni los inicuos le aflijan más, como al principio, desde el día en que puse jueces sobre mi pueblo

Israel; y a ti te daré descanso de todos tus enemigos. Asimismo Jehová te hace saber que él te hará casa.

[2Sam 7.10-11]

Entonces, cuando el Hijo de David se sienta sobre el trono de David para tomar control del reino de

David (su territorio y su estado), la primera cosa que hace es echar a los moradores actuales de la tierra

prometida (los árabes y los musulmanes). De esta manera establece a las 12 tribus de la nación de Israel

allá, cada una según su herencia. Los detalles de la guerra por la ocupación del medio-oriente se hallan en

Ezequiel 38-39 y también en Zacarías 14.1-3 (es una batalla contra el ejército de las naciones unidas).

He aquí, el día de Jehová viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos. Porque yo reuniré a todas las

naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las

mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad.

Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. [Zac 14.1-3]

Los detalles del repartimiento de la tierra prometida se hallan en Ezequiel 47.13-48.

El pacto de David estableció el trono de David para siempre

El hijo de David recibirá el trono del reino de Israel para siempre. O sea, su trono será estable a través de

toda la eternidad.

248
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el

cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre

el trono de su reino. [2Sam 7.12-13]

Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente.

[2Sam 7.16]

Históricamente, Salomón es el que recibió el trono eterno de David (1Rey 2.45). Pero es el Mesías que

reinará sobre este trono para siempre, así cumpliendo con las promesas que Dios hizo en este pacto con

David (Luc 1.31-33; Isa 9.6-7).

En el Salmo 89, se menciona una descendencia de este Rey prometido, el Mesías Jesucristo. Dice que Su

descendencia reinará con Él.

Pondré su descendencia para siempre, Y su trono como los días de los cielos. [Sal 89.29]

Su descendencia será para siempre, Y su trono como el sol delante de mí. [Sal 89.36]

Esta “descendencia” de Cristo Jesús somos nosotros (ver también los versículos 3-4, 28-29 y 34-37 de

este mismo Salmo 89). Si somos fieles en nuestras responsabilidades ahora, en este mundo, Dios nos

recompensará en el Milenio con unas responsabilidades en la administración de Su reino.

Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente

con él, para que juntamente con él seamos glorificados. [Rom 8.17]

Si sufrimos [según Rom 8.17], también reinaremos con él; Si le negáremos [el sufrir con Él], él también nos

negará [el reinar]. Si fuéremos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo [no se puede

perder la salvación]. [2Tim 2.12-13]

Ver también: Proverbios 16.12; 20.8 (Prov 20.8a se cumple en Apoc 20.4; Prov 20.8b se cumple en Apoc

20.11); Proverbios 29.14.

En el pacto de David hay unas provisiones especiales

La provisión para sacerdotes según el orden de Melquisedec. Hay también en este pacto una provisión

para el rey David como si fuera un hijo de Dios (hijo adoptado, no por un nuevo nacimiento; nadie nació

de nuevo hasta Hechos 2).

Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con

azotes de hijos de hombres. [2Sam 7.14]

Hay otro rey que aparece en la Escritura que es parecido a David en este aspecto: Melquisedec.

Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino. [Gen 14.18]

Melquisedec era rey de Salem (que quiere decir “rey de paz”). Primero que nada, hay que entender que

“Melquisedec” es un título, no un nombre. Es como “faraón” o “césar”—es un título de un rey. El título

quiere decir “rey” (“melqui”) de “paz” (“sedec”). Es por esto que Melquisedec es el “rey de Salem”—es

el rey de paz (porque “salem” quiere decir “paz”).

Además, siendo “rey de Salem”, él era rey de Jerusalén. En Salmo 76.2 se refiere a la ciudad Jerusalén

con el nombre “Salem”. Melquisedec, entonces, era el rey de la ciudad que sería luego la capital de Israel,

exactamente como David, Salomón y (en el Milenio) Jesucristo.

249
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

Melquisedec era también sacerdote del Dios Altísimo (Jehová), y esto nos da una pista de quien era.

Probablemente era el que recibió la bendición de Dios en Génesis 9: Sem. Según Hebreos 7.4-10, él era

un patriarca aun más grande que Abraham. Después del diluvio de Noé y hasta Abraham, sólo había dos

hombres que eran más grandes que él: Noé y Sem. Él único que podría haber estado vivo en aquel

entonces era Sem.

Melquisedec, entonces, el rey de Jerusalén y sacerdote de Jehová, es un tipo y cuadro de Cristo Jesús. El

pasaje de plena mención de Melquisadec es Hebreos 7. En Hebreos 7 vemos unos requisitos para ser

sacerdote según el orden de Melquisedec. Primero, hay que ser rey.

Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía

de la derrota de los reyes, y le bendijo, a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre

significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz. [Heb 7.1-2]

En este pasaje vemos otra vez que Melquisedec es realmente un título: “Rey de justicia” o “Rey de paz”.

El sacerdote según el orden de Melquisedec es rey de Salem, rey de justicia y paz (y aun rey de la ciudad

“Salem”, Jerusalém).

El segundo requisito para un sacerdote según el orden de Melquisece es el de ser elegido por Dios.

Sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al

Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre. [Heb 7.3]

No constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida

indestructible. Pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec.

[Heb 7.16-17]

Melquisedec era sin genealogía porque su sacerdocio no es por descendencia física como el de Aarón.

Más bien es por elección. El de Melquisedec es un sacerdocio sin fin, eterno, porque una vez que Dios

escoge a alguien para ser sacerdote según el orden de Melquisedec, es Su sacerdote para siempre

(comparar esto con Hebreos 6.20). Uno llega a ser un sacerdote según el orden de Melquisedec por el

juramento de Dios (o sea, por Su elección, porque Él lo decide y lo hace).

Y esto no fue hecho sin juramento; porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero

éste, con el juramento del que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre,

Según el orden de Melquisedec. [Heb 7.20-21]

El tercer requisito del sacerdocio de Melquisedec es que hay que ser “hijo de Dios”.

Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley,

al Hijo, hecho perfecto para siempre. [Heb 7.28]

Cristo es el modelo. El juramento de Dios hace que el “Hijo” sea sacerdote para siempre según el orden

de Melquisedec. Hay que ser “hijo” entonces. Esto no tiene que implicar nacer de nuevo como un hijo de

Dios (como nosotros) porque hay varios hombres en la Biblia que son “hijos por adopción” (por la

decisión, elección y juramento de Dios).

Por todo esto podemos entender que existe la posibilidad que había otros sacerdotes según el orden de

Melquisedec y esta posibilidad tiene que ver con el pacto de David. El rey David llenó los requisitos para

ser un sacerdote según el orden de Melquisedec. Primero, él era rey de Salem (Jersusalén). También era

elegido por Dios (él y su descendencia, perpetuamente) en 2Samuel 7, bajo el pacto de David. Fue

elegido (“adoptado”) como un hijo en Salmo 89.26-27 (históricamente se refiere a David, doctrinalmente

se refiere al Mesías). Así que, exactamente como Melquisedec (de Génesis 14) era rey-sacerdote, así era

David. Él ofrecía sacrificios a Dios, fuera de la ley que Dios estableció en el Libro de Levítico para los

sacerdotes según el orden de Aarón (1Cron 16.2; David ofreció holocaustos y sacrificios de paz). Esto

250
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

podría explicar por qué Dios le quitó el reino a Saúl por haber hecho lo mismo (1Sam 13.9-14; ofreció

holocaustos y ofrendas de paz, igual que David). Puede ser que David era rey-sacerdote según el orden de

Melquisedec, y así pudo ofrecer sacrificios a Dios. Saúl era diferente. Dios no lo escogió, sino que fue el

pueblo quien eligió a Saúl como rey. Entonces, puesto que no fue escogido “como hijo” (como David y

luego Salomón), Saúl no tenía derecho de ofrecerle a Dios sacrificios.

Salomón también llenó los requisitos para ser un sacerdote según el orden de Melquisedec. Él, como su

padre, era rey de Salem (Jerusalén), escogido por Dios como rey y como “hijo adoptado” (2Sam 7.12-14).

Entonces, él, como David y Saúl, ofrecía holocaustos y ofrendas de paz, pero Dios se lo permitió. ¿Por

qué Salomón pudo ofrecer sacrificios pero no Saúl? Creo que vemos la explicación en el pacto de David.

Salomón y su padre eran especiales entre todos los demás reyes porque los dos eran “escogidos”

personalmente por Dios. Por esto, puede ser que eran sacerdotes según el orden de Melquisedec, igual que

Sem (el Melquisedec de Génesis 14) e igual que Jesucristo. No vemos esta elección especial con ninguno

de todos los demás reyes después de David y Salomón, hasta la llegada del Mesías.

La provisión de “las misericordias fieles de David”.

Pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti. [2Sam 7.15]

El pacto de David contiene una provisión que se llama “las misericordias fieles de David”. Pablo

menciona estas misericordias en el Libro de Hechos y las aplica a nosotros los cristianos.

Y nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, la cual Dios ha

cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo:

Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy. Y en cuanto a que le levantó de los muertos para nunca más volver a

corrupción, lo dijo así: Os daré las misericordias fieles de David. [Hech 13.32-34]

Esto puede causar un poco de confusión porque nosotros no participamos en este pacto de David. ¿Cómo

es, entonces, que Pablo aplica las misericordias de David a nosotros si ellas forman parte de dicho pacto?

La explicación se halla en el Libro de Isaías.

Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las

misericordias firmes a David. [Isa 55.3]

Las misericordias de David no sólo tienen que ver con el pacto de él. También forman parte del pacto

eterno que Dios hace con Israel: el Nuevo Pacto. El Nuevo Pacto es uno que todavía estaba para el futuro

cuando Isaías escribió su profecía. Así que, el Nuevo Pacto se basa en la promesa de misericordia

perpetua (“misericordias fieles”) que Dios hizo con David bajo el pacto de David. Estas “misericordias”

se definen en Hechos 13. Después de mencionar las misericordias de David en los versículos del 32 al 34,

Pablo las explica.

Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo

aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree.

[Hech 13.38-39]

Las misericordias fieles de David se definen como el perdón de pecados y la justificación delante de Dios,

algo que no se pudo hacer bajo la ley de Moisés.

Entonces en Cristo recibimos las misericordias que Dios prometió a David y a su Hijo que se sentaría

sobre su trono. Puesto que estamos en Él (en el Hijo de David), participamos (en parte) en lo que Él

recibió como el Hijo de David. Además, en Cristo participamos (también en parte) en el Nuevo Pacto en

Su sangre, entonces recibimos la misericordia perpetua de Dios, el perdón de pecados y la justificación

que nunca se pierde. Por esto, hemos de entender que las misericordias fieles de David sólo forman una

pequeña parte del pacto de David. Forman una parte más grande del Nuevo Pacto. (Otras referencias: Sal

89.1, 2, 14, , 24, 28, 33, 49).

251
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

Las condiciones del pacto

Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente.

[2Sam 7.16]

No hay condiciones en este pacto. Es incondicional porque Dios prometió la casa, el reino y el trono a

David sin condición alguna y también para siempre. No hubo nada que David o sus descendientes

pudieron haber hecho para cambiar lo que Dios estableció en este pacto.

Para siempre le conservaré mi misericordia, Y mi pacto será firme con él. [Sal 89.28]

Dios nunca olvidará de lo que le prometió a David y a su casa. Sus promesas acerca de su casa y su trono

son para siempre (Sal 89.3-4, 28-29).

Ni siquiera la maldición de Jeconías (descendiente de David a través de Salomón) pudo cambiarlo.

Así ha dicho Jehová: Escribid lo que sucederá a este hombre [Conías / Jeconías] privado de descendencia,

hombre a quien nada próspero sucederá en todos los días de su vida; porque ninguno de su descendencia

logrará sentarse sobre el trono de David, ni reinar sobre Judá. [Jer 22.30]

Por este versículo y esta maldición sobre el linaje de Salomón después de Jeconías, Dios trajo al Hijo de

David a través de la descendencia de Natán, no Salomón (Luc 3.23-32).

La crucifixión tampoco afectó este pacto. A pesar de que en la primera venida perecía como si se

rompiera el pacto (Sal 89.38-40), no fue así. Dios está simplemente esperando hasta la segunda venida

para cumplir con Sus promesas que hizo a David y su pacto (Sal 89.34-37).

La conclusión (el fin) del pacto

La primera venida del Hijo de David

El pacto no se cumplió en la primera venida del Hijo de David, el Mesías, porque Su corona en aquel

entonces fue profanada y Él fue rechazado.

Mas tú desechaste y menospreciaste a tu ungido, Y te has airado con él. Rompiste el pacto de tu siervo; Has

profanado su corona hasta la tierra. Aportillaste todos sus vallados; Has destruido sus fortalezas. [Sal

89.38-40]

Note la contradicción aparente en este pasaje del Salmo 89. Primero, en 2Samuel 7 Dios le dio a David un

pacto incondicional y en el Salmo 89.3-4, 28-29 y 34-37, Él dice que es “para siempre”. Pero, en el

versículo 38 del Salmo 89, dice que “rompiste el pacto”. Así es como parecía en la primera venida del

Mesías, porque los judíos lo rechazaron. Él vino como el Rey prometido, el Hijo de David, el Mesías.

Vino para ofrecerle a Israel el reino eterno que fue prometido bajo el pacto de David, con Él siendo el

Rey. Pero lo rechazaron y lo crucificaron. ¿Dónde está el Rey de Israel ahora? No está aquí en la tierra.

¿Quién está controlando la tierra prometida ahora? No es Israel. ¿Quién está reinando sobre el trono de

David ahora? Nadie. Así que, el Salmo dice: “Rompiste el pacto”. Y si sólo hubiera una venida del

Mesías, así sería para siempre (y Dios sería un mentiroso, porque dijo que era un pacto incondicional y

eterno).

252
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

Tenemos que tomar esta profecía en su debido contexto. Tenemos que entender Salmo 89.38-40 (la

primera venida) en el contexto de Salmo 89.34-37 (la segunda venida).

No olvidaré mi pacto, Ni mudaré lo que ha salido de mis labios. Una vez he jurado por mi santidad, Y no

mentiré a David. Su descendencia será para siempre, Y su trono como el sol delante de mí. Como la luna será

firme para siempre, Y como un testigo fiel en el cielo. [Sal 89.34-37]

La primera venida no es la única en el plan de Dios, y Él cumplirá con Sus promesas a David, no en la

primero sino en la segunda. Esto no es, entonces, una contradicción en la Escritura. Es una profecía de los

sufrimientos de Cristo que sucedieron antes de Su venida gloriosa. Note que los sufrimientos de Cristo

vinieron antes de Su gloria cronológicamente. Sin embargo, en Salmo 89, estos dos eventos aparecen al

revés: la primera venida (v38-40) después de la segunda (v34-37). Pedro habló de este tipo de

“confusión” en su primera epístola—Dios anunciaba los sufrimientos (la primera venida) y las glorias (la

segunda venida), pero nadie lo entiendió todo.

Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca

de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos,

el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. [1Ped 1.10-11]

La segunda venida del Hijo de David

El cumplimiento del pacto de David, entonces, empieza en la segunda venida, se realiza plenamente en el

Milenio y así sigue a través de toda la eternidad porque nunca terminará. Cuando Cristo venga y tome el

trono de David (realmente será el trono del mundo), nunca lo va a renunciar porque el pacto de David es

eterno. La sucesión de los eventos para el cumplimiento de este pacto sería como lo siguiente.

Al final de la Tribulación, las naciones unidas se reunirá para una batalla final contra los judíos que se

hallan en Jerusalén.

He aquí, el día de Jehová viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos. Porque yo reuniré a todas las

naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las

mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad. [Zac

14.1-2]

El Señor Jesucristo (Jehová en la carne) viene en Su segunda venida y pelea contra las naciones unidas.

Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. [Zac 14.3]

Esta batalla se llama “la batalla de Armagedón” y resulta en miles y miles de muertos entre los del

ejército de las naciones unidas (ver también Ezequiel 38-39).

Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil

seiscientos estadios. [Apoc 14.20]

Es en este entonces—en la segunda venida—cuando Cristo se sienta en Su trono de gloria, que es el trono

de David (Luc 1.32; Hech 2.30; según las promesas del pacto de David).

Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su

trono de gloria. [Mat 25.31]

Por esto, los reinos del mundo (todos los reinos físicos: naciones, pueblos y lenguas) llegarán a ser del

Señor Jesucristo.

El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han

venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos. [Apoc 11.15]

253
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

El trono de David no será únicamente el trono de Israel. También será el trono de toda la tierra. Es el

trono sobre todos los pueblos y las naciones de los gentiles porque Israel será cabeza de las naciones (Isa

2.2-4) y las naciones serán sujetas a Israel y a su Rey (Sal 47.1-3).

Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre. [Zac 14.9]

En la primera venida de Cristo, el Rey le ofreció a Israel el reino. Ellos podrían haberlo recibido

voluntariamente pero lo rechazaron. Así que, en la segunda venida de Cristo, Él establecerá el mismo

reino violentamente (con una vara de hierro; Apoc 19.11-15).

En el momento de acabar con el ejército de las naciones unidas, Jesucristo se sienta en el trono de David

para juzgar aquellas mismas naciones según su trato con Sus hermanos, los judíos.

Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su

trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta

el pastor las ovejas de los cabritos. [Mat 25.31-32]

Desde entonces, el Hijo de David reinará sobre el trono de David por los siglos de los siglos. Extenderá

Su reino desde Jerusalén y a través de toda la creación de Dios por toda la eternidad (Heb 1.8; Apoc

22.1-5).

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre

Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no

tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia

desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto. [Isa 9.6-7]

EL NUEVO PACTO: JEREMÍAS 31.31-34

El comienzo del pacto

Dios anunció el Nuevo Pacto por boca de Jeremías

Jeremías 31.31-34 es el pasaje de plena mención del Nuevo Pacto.

31 He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de

Judá.

32 No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto;

porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.

33 Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en

su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.

34 Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque

todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la

maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado. [Jer 31.31-34]

La primera cosa que hemos de observar acerca del comienzo del Nuevo Pacto es que Dios lo hace con

Israel y no con nadie más (o sea, no es un pacto ni para los gentiles, ni directamente para los cristianos). A

la luz de esto, debemos entender que hay dos aplicaciones del Nuevo Pacto. Primero, hay una aplicación

nacionalj porque el Nuevo Pacto se aplica directamente a la nación de Israel. Segundo, hay una aplicación

internacional porque debido al rechazo del Nuevo Pacto por Israel, Dios se lo mandó (en parte) a los

254
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

gentiles. Pero, esta aplicación no se reveló hasta Hechos 8.26-35, cuando Dios le mostró a Felipe que

Isaías 53 se podía aplicar también al individuo y no sólo a la nación de Israel.

Entonces, analicemos estas dos aplicaciones en más detalle para que el asunto quede claro. El asunto es

este: El Nuevo Pacto es para Israel y Dios hace este pacto con Su pueblo escogido. No es un pacto que

Dios hace con la Iglesia (que en su mayor parte consta de gentiles y no judíos). ¿Cómo es, entonces, que

nosotros hemos llegado a participar directamente en el Nuevo Pacto sin necesidad de ir por medio de

Israel?

La aplicación nacional del Nuevo Pacto. El Mesías murió por los pecados de Israel. Es obvio por lo que

dice la Biblia que Dios hace el Nuevo Pacto únicamente con la nación de Israel. Fíjese en las palabras

que se usa en los siguientes versículos.

He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de

Judá. [Jer 31.31]

Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días... [Jer 31.33]

...estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto...[Heb 8.8]

...este es el pacto que haré con la casa de Israel... [Heb 8.10]

Este es el pacto que haré con ellos... [Heb 10.16]

El Nuevo Pacto y sus promesas incondicionales pertenecen a Israel, no a la Iglesia, ni tampoco a los

gentiles. En Jeremías 31.31-34 hay ocho promesas en total que Dios hace con la nación de Israel bajo este

Pacto.

1. Una nueva mente: “...Daré mi ley en su mente...” (el pronombre “su” se refiere a “la casa de

Israel”),

2. Un nuevo corazón: “...y la escribiré en su corazón...” (el pronombre “su” se refiere a “la casa de

Israel”),

3. La reconciliación: “...y yo seré a ellos por Dios...” (“ellos” son los de “la casa de Israel”),

4. La restauración: “...y ellos me serán por pueblo...” (“ellos” son los de “la casa de Israel”),

5. La prohibición de enseñanza acerca de Dios : “Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni

ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová...” (no habrá enseñanza acerca de Jehová entre

los “hermanos”, los judíos),

6. El conocimiento innato de Dios: “...porque todos me conocerán desde el más pequeño de ellos

hasta el más grande, dice Jehová...” (“todos” los judíos conocerán a Jehová desde su

nacimiento),

7. El perdón de los pecados: “...porque perdonaré la maldad de ellos...” (“ellos” son los de “la casa

de Israel”),

8. El olvido de los pecados: “...y no me acordaré más de su pecado...” (“ellos” son los de “la casa de

Israel”).

Isaías 53 trata del sufrimiento y de la muerte del Mesías, el evento que confirmó (comenzó, ratificó) el

Nuevo Pacto. Vemos lo mismo aquí en Isaías 53 que en Jeremías. El Mesías murió por los de Israel.

Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que

escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. [Isa 53.3]

255
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

Isaías escribió su profecía aquí hablando de “nosotros” (“escondimos”, “estimamos”, etc.). “Nosotros” en

este pasaje, entonces, se refiere a los israelitas, a los del pueblo de Isaías. Ellos escondieron del Mesías el

rostro. Ellos, los judíos, no lo estimaron. Entonces, son los mismos que se mencionan en los siguientes

versículos.

4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado,

por herido de Dios y abatido.

5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre

él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el

pecado de todos nosotros. [Isa 53.4-6]

El Mesías llevó “nuestras enfermedades”—las de Israel (de los judíos; v4). El Mesías sufrió “nuestros

dolores”—los de Israel (v4). “Nosotros”, los judíos, tuvieron a Cristo por azotado y herido por Dios (v4).

Así que, Jesucristo fue herido por “nuestras rebeliones”—las de Israel (v5). Él fue molido por “nuestros

pecados”—los de Israel (v5). El castigo de “nuestra paz” fue sobre Él (la paz de los judíos; v5). Por la

llaga del Mesías “nosotros”—los judíos—fueron curados (v5). Dios cargó en Él el pecado de todos

“nosotros”—los judíos (v6).

Si todo esto no fue suficientemente claro, Dios dice en el versículo 8 de Isaías 53 que “por la rebelión de

mi pueblo fue herido”. El pueblo de Dios es Israel. Jesucristo, el Mesías prometido (y profetizado) en

Isaías 53, murió por los pecados de Israel. (Obviamente la vida y el sufrimiento del Señor Jesucristo pagó

por todos los pecados de todos los hombres, pero lo que queremos hacer aquí es fijarnos específicamente

en el comienzo del Nuevo Pacto y ver que la Biblia dice que era un pacto únicamente para Israel.) Es por

esto que Cristo dice, al final del Libro de Mateo, que Su sangre del Nuevo Pacto sería derramada “por

muchos” y no por todos.

Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. [Mat

26.28]

En aquel entonces, antes de la revelación de la Iglesia (antes del último rechazo de parte de Israel), el

Nuevo Pacto fue únicamente para los judíos. No es hasta Hechos 8.26-35, después del último rechazo del

Pacto por Israel en Hechos 7, que vemos que Dios empieza a aplicar la muerte de Jesucristo a todos los

hombres de una manera personal e internacional (o sea, no sólo a los judíos de una manera nacional).

En la profecía de Zacarías, el padre de Juan el Bautista, en Lucas 1.67-79 (una profecía acerca de la

venida inminente de Jesucristo), vemos esta misma aplicación nacional del Nuevo Pacto. Dice que el

Mesías vino para redimir “a Su pueblo”.

Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo. [Luc 1.68]

La redención que Cristo consiguió en la cruz (la redención bajo el Nuevo Pacto en Su sangre) era

primeramente para el pueblo de Dios, la nación de Israel. También, en el versículo 69 vemos que el

Salvador que Dios “nos” levantó era el Salvador de Israel.

Y nos levantó un poderoso Salvador En la casa de David su siervo. [Luc 1.69]

El pronombre “nos” en Lucas 1.69 se refiere a Zacarías y a los de su pueblo. O sea, se refiere a los

israelitas. Luego, en el versículo 71, Zacarías dice que la salvación que el Mesías conseguiría para la

nación de Israel incluiría la “salvación política” de sus enemigos—de las naciones gentiles (ver el

versículo 74 también).

Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron. [Luc 1.71]

256
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

Así que, este aspecto nacional del Nuevo Pacto tiene que ver exclusivamente con Israel bajo el reinado de

Cristo como su Líder político (su Rey, como David y Salomón). Por esto podemos entender que el Nuevo

Pacto se realiza en conjunto con el pacto de David, cuando Cristo viene para tomar el trono de la nación y

ser Rey de la nación y también del mundo. Por supuesto este aspecto del Nuevo Pacto no se ha realizado.

Lo veremos hasta la segunda venida de Cristo (Zac 14.1-3, 12, 14, 16).

En la misma profecía de Zacarías, vea como el Nuevo Pacto tiene que ver con el pacto que Dios hizo con

los “padres” de Israel (Abraham, Isaac y Jacob).

Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto; Del juramento que hizo a

Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder. [Luc 1.72-73]

El Nuevo Pacto hace posible el cumplimiento de todas las promesas que tiene que ver con el pacto

original de Abraham en Génesis 12.1-3. Estas promesas fueron pasadas de Abraham a Isaac y luego a

Jacob. Son las promesas que incluyen también la tierra de Canaán, la tierra que Dios prometió a la nación

de Israel (ver arriba: El pacto de Abraham).

Luego vemos que la venida del Mesías es el cumplimiento de las profecías de Isaías 53, porque Él murió

para el perdón de los pecados del pueblo de Dios.

Para dar conocimiento de salvación a su pueblo, Para perdón de sus pecados. [Luc 1.77]

Él murió para establecer el Nuevo Pacto con Israel exactamente como Dios dijo en Jeremías 31.31-34.

Sin embargo, hasta la segunda venida se realizará todo lo que Dios prometió a la nación de Israel bajo el

Nuevo Pacto (Hech 3.19-21), porque debido al rechazo del Pacto por Israel en Hechos 7, ahora hay una

aplicación internacional y personal de ciertos aspectos de este Pacto.

La aplicación internacional del Nuevo Pacto. Cristo murió por los pecados del mundo.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él

cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. [Juan 3.16]

Nosotros participamos en el Nuevo Pacto por dos razones principales. Primero, participamos en este

Pacto porque estamos en Cristo.

Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados

incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo,

alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.

Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la

sangre de Cristo. [Ef 2.11-13]

Nosotros, los gentiles, éramos ajenos a todos los pactos que Dios había hecho con Israel desde Génesis 12

y el pacto de Abraham. Pero, ahora en Cristo, por Su sangre derramada en la cruz, es diferente porque

nacimos de nuevo y fuimos “bautizados en” Cristo Jesús (puesto en Él; 1Cor 12.13). Así que, en Él ya

hemos sido hechos cercanos. Ya somos hijos de Dios, miembros de Su familia y por esto participamos en

los pactos.

Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de

Dios. [Ef 2.19]

La segunda razón principal por la cual participamos en el Nuevo Pacto es para provocarle a Israel a celos

(o sea, hacerles querer lo que nosotros tenemos en Cristo).

Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino

la salvación a los gentiles, para provocarles a celos. Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su

defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración? [Rom 11.11-12]

257
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos?

[Rom 11.15]

Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado

misericordia por la desobediencia de ellos. [Rom 11.30]

Puesto que ellos desobedecieron y rechazaron el ofrecimiento del Nuevo Pacto en Cristo Jesús, Dios nos

lo dio a nosotros los gentiles. Y lo hizo para provocarle a Israel, Su esposa, a celos. O sea, nos dio a

nosotros (los “perros gentiles”) una parte del Pacto que Él estableció con ellos para hacerles quererlo.

En todo esto, sin embargo, no pierda el hecho de que no recibimos todas las promesas del Nuevo Pacto.

El Pacto en su totalidad es para Israel. Dios nos permite a nosotros participar en una parte del pacto, pero

sólo son tres de los ocho aspectos del Pacto que pertenecen ahora a nosotros en Cristo. En Él tenemos la

reconciliación, el perdón de pecados y el olvido de pecados. Todo lo demás no tiene que ver con nosotros.

Es únicamente para Israel.

Nuestra salvación en la dispensación de la gracia se basa en el Nuevo Pacto, en la sangre derramada de

Cristo en la cruz, aunque sólo participamos en una pequeña parte de dicho pacto. Esto es lo que

celebramos cada vez que compartimos la Cena del Señor.

Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi

sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. [1Cor 11.25]

Por esto, Pablo dice que somos ministros de un nuevo pacto. Se está refiriendo al Nuevo Pacto que se

estableció por la sangre de Cristo.

El cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque

la letra mata, mas el espíritu vivifica. [2Cor 3.6]

Esta participación nuestra en el Nuevo Pacto es también pasajera.

Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros

mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los

gentiles. [Rom 11.25]

Una vez que haya entrado la plenitud de los gentiles, Dios nos arrebatará y los gentiles tendrán que

conseguir la salvación a través de la nación de Israel otra vez (aunque habrá unas cuantas otras maneras

de salvarse en la Tribulación). Durante el Milenio, la salvación será a través de Israel y se basará en el

Nuevo Pacto en la sangre de Cristo.

Así que, hay una aplicación internacional y personal del Nuevo Pacto ahora en nuestros días. Se aplica, en

parte y sólo por un tiempo, al pecador cuando se arrepiente de sus pecados y le pide a Dios la salvación

en Cristo Jesús. Entonces, ahora podemos entender porque Pablo dice que predicaba “al judío

primeramente, y también al griego”.

Porque no me averg:uenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al

judío primeramente, y también al griego. [Rom 1.16]

El Nuevo Pacto se ofreció a Israel primero (Hech 3.19-21), pero puesto que ellos lo rechazaron, Dios lo

mandó a nosotros, los gentiles (Hech 28.28), para provocar a los judíos a celos (Rom 10.19; 11.11). No

obstante, esto no es nada nuevo porque desde Génesis 12.1-3 y el pacto de Abraham, toda bendición de

Dios viene a través de Israel. No es diferente con el Nuevo Pacto. Dios hace el Pacto con Israel y si otros

reciben bendición por las promesas de este Pacto, es a través de la nación escogida. Como en nuestro

caso, nosotros participamos en el Pacto “en Cristo”, en un judío (Cristo nació en la tribu de Judá). La

salvación siempre viene a través de los judíos (Juan 4.22).

258
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

El Nuevo Pacto fue hecho con la sangre derramada de Cristo

Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre

del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. Y os digo que desde ahora no

beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.

[Mat 26.27-29]

Cuando Cristo menciona el Nuevo Pacto de Su sangre en este pasaje, la Iglesia es todavía un misterio no

revelado. Dios no reveló la Iglesia hasta después del último rechazo de Israel, y sólo entonces llamó a

Pablo para ser Su instrumento para revelar, establecer y edificar la Iglesia entre los gentiles (Ef 3.1-7). Si

los judíos hubieran aceptado el ofrecimiento del Pacto en los primeros capítulos de Hechos, no habría

habido una época de la Iglesia. Entonces, es obvio que Dios hizo este pacto con Israel, no con la Iglesia

(porque la Iglesia no existía, y no tenía que existir, cuando el pacto se confirmó).

Note en Mateo 26.29 que Cristo se refiere a “vino nuevo” en la copa. No es vino fermentado (o sea, “vino

viejo”). Él dice que es “fruto de la vid” lo que tiene en la copa. Es el jugo de uvas que Él mismo acaba de

exprimir en la copa. Es lo mismo que hacía el jefe de los coperos de Faraón (Gen 40.9-11). Esto es

importante porque en la Biblia, el jugo de la uva es un tipo y cuadro de la sangre.

Mantequilla de vacas y leche de ovejas, Con grosura de corderos, Y carneros de Basán; también machos

cabríos, Con lo mejor del trigo; Y de la sangre de la uva bebiste vino. [Deut 32.14]

La sangre de Cristo es como aquel “vino nuevo” que tenía en la copa, porque no es la misma sangre vieja

que se ofrecía siempre durante el Antiguo Testamento. Es algo nuevo, algo eterno.

Y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el

Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. [Heb 9.12]

Por esto, después de la muerte de Cristo (Mat 26.28), la remisión (el perdón) de pecados no se consigue

por la sangre de animales, sino por la sangre de Él, la que derramó en la cruz (el “vino nuevo”).

Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado. [Heb 10.18]

Este “vino nuevo” de la sangre de Cristo se echa en odres nuevos, no en los vasos viejos.

Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se

pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente. [Mat 9.17]

El cuadro aquí es el de la aplicación de la sangre de Cristo bajo el Nuevo Pacto. Para aplicar la sangre de

este pacto, Dios crea un vaso nuevo. Se echa el vino nuevo, entonces, en la nueva criatura del cristiano

que nace de nuevo en Cristo Jesús.

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas

nuevas. [2Cor 5.17]

También se echará este “vino nuevo” en el odre nuevo de Israel cuando ella nazca de nuevo en la segunda

venida de Cristo.

Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová

hablé, y lo hice, dice Jehová. [Ezeq 37.14]

Los pasajes paralelos: Marcos 14.24; Lucas 22.20; 1Corintios 11.25.

259
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

El Nuevo Pacto entró en vigencia cuando Cristo murió en la cruz

Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las

transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna. Porque

donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. Porque el testamento con la muerte se

confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive. De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin

sangre. [Heb 9.15-18]

Cuando el Nuevo Pacto se confirmó, reemplazó el primero (Heb 8.13; 10.8-9). O sea, el Nuevo Pacto

reemplaza el pacto que Dios hizo con Israel cuando ellos salieron de Egipto (Jer 31.31-32; reemplaza el

pacto de Moisés; ver también: Heb 12.18-24). Sin embargo, el Nuevo Pacto no se realizará plena y

completamente hasta la segunda venida de Cristo, hasta “después de aquellos días” (Heb 8.10).

El contenido del pacto

Los pasajes principales del Nuevo Pacto son Jeremías 31.31-34, Hebreos 8.6-13 y Hebreos 10.11-18.

Podemos ver la mayoría del contenido del Nuevo Pacto en estos tres pasajes. Jeremías 31.31-34 es la

plena mención del Nuevo Pacto y en Hebreos 8 y 10 el Apóstol Pablo cita el pasaje de Jeremías 31 y lo

aplica a Cristo y Su obra de sacrificio en la cruz.

Las ocho promesas incondicionales del Nuevo Pacto

Cuando Dios establece el Nuevo Pacto, lo hace con ocho promesas. El número ocho en la Biblia es el

número de nuevos comienzos. Así que, el Nuevo Pacto tiene ocho promesas porque es un nuevo

comienzo para todos los que participamos en él.

Una nueva mente

“...Daré mi ley en su mente...” [Jer 31.33a]

Esto tiene que ver con la sexta promesa del conocimiento común e innato de Dios que los judíos tendrán

bajo este pacto. Dios dará Su ley en “su mente”, la mente de los de la casa de Israel. Sabrán la ley de Dios

sin que nadie tenga que enseñarles.

Este aspecto del Nuevo Pacto no se aplica a nosotros, los cristianos, porque aunque tenemos la mente de

Cristo en la Palabra de Dios (1Cor 2.16), tenemos que aplicarla para renovar nuestras mentes.

Y renovaos en el espíritu de vuestra mente. [Ef 4.23]

No será así para los judíos en el Milenio. Ellos sabrán lo que Dios quiere que sepan, sin que nadie los

enseñe. Les da una nueva mente. Entienda también que esta promesa es únicamente para Israel, no para

los gentiles del Milenio. Ellos van a tener que aprender la Palabra de Dios de parte de los judíos (Isa

2.1-4; Mat 28.19-20; Hech 1.8).

Un nuevo corazón

“...y la escribiré en su corazón...” [Jer 31.33b]

Además de dar Su ley en la mente de los judíos que participarán en el Nuevo Pacto, Dios escribiré la

misma en sus corazones. O sea, les dará un nuevo corazón y será uno lleno del temor de Jehová. Será de

carne, suave y sensible, y no de piedra como el que los hombres tenemos ahora (duro, terco y obstinado).

260
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de

ellos, para que no se aparten de mí. [Jer 32.40]

Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio

de su carne, y les daré un corazón de carne. [Ezeq 11.19]

Esta promesa, también, es únicamente para los judíos. Dios no nos ha dado a nosotros, los cristiano, Su

Palabra escrita en nuestros corazones. Tampoco se aplica a los gentiles en el Milenio (la plena

manifestación del Nuevo Pacto). Ellos no tendrán un nuevo corazón, como es evidente durante el Milenio

con su desobediencia a Dios y también al final del Milenio con su rebelión satánica contra Dios.

Esta será la pena del pecado de Egipto, y del pecado de todas las naciones que no subieren para celebrar la

fiesta de los tabernáculos. [Zac 14.19; habrá desobediencia de parte de los gentiles en el Milenio; no va a

querer obedecer a la Palabra de Dios]

Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, y saldrá a engañar a las naciones que están

en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales

es como la arena del mar. [Apoc 20.7-8]

La reconciliación de Israel

“...y yo seré a ellos por Dios...” [Jer 31.33c]

Esto habla de la reconciliación, de Israel dejando sus falsos dioses y volviendo a Jehová en

arrepentimiento. La reconciliación de Israel tomará lugar en la segunda venida de Cristo después de los

“dos días” de la época de la Iglesia (o sea, al comienzo del tercer “día” de mil años después de la

crucifixión—en el Milenio).

Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará. Nos dará vida después de

dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él. Y conoceremos, y proseguiremos en

conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia

tardía y temprana a la tierra. [Os 6.1-3]

Nosotros, los gentiles, podemos participar en este aspecto del Nuevo Pacto a través de Cristo Jesús. En

Cristo, tenemos la reconciliación y por lo tanto Jehová es nuestro Dios (ya no más nuestro enemigo).

Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la

reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los

hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. [2Cor 5.18-19]

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando

reconciliados, seremos salvos por su vida. [Rom 5.10]

En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa,

sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos,

habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. [Ef 2.12-13]

La restauración de Israel

“...y ellos me serán por pueblo...” [Jer 31.33d]

Dios restaurará a Israel como Su propio pueblo bajo el Nuevo Pacto. Las promesas que Dios hace bajo el

Nuevo Pacto son para “todos” los del pueblo de Israel en el momento que este Pacto se realice totalmente.

Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel: Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré

mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí

por pueblo. [Heb 8.10-11]

261
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

O sea, en la segunda venida de Cristo, todo Israel será salvo y restaurado.

Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros

mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los

gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de

Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados. [Rom 11.25-27]

Todos los judíos que están vivos en el momento de la segunda venida de Cristo, serán salvos bajo este

pacto. Este aspecto del Nuevo Pacto no tiene nada que ver con nosotros, los cristianos en la Iglesia,

porque Dios nos arrebata antes (en Romanos 11.25). Él hace el Nuevo Pacto con Israel, no con la Iglesia.

Nosotros participamos en una parte del Nuevo Pacto ahora, pero es sólo por un tiempo, hasta el

arrebatamiento. Luego, cuando Cristo venga (Rom 11.26), todos los judíos que estén vivos en aquel

entonces serán salvos. Formarán un remanente pequeña.

También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan

sólo el remanente será salvo. [Rom 9.27]

Esto de “todo Israel” no quiere decir que todos los descendientes físicos de Israel serán salvos. Esto es

obvio por lo que Pablo dice en Romanos 9.6.

No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas. [Rom

9.6]

“Todo israel” se refiere al remanente fiel que estará vivo al final de la Tribulación cuando Cristo venga la

segunda vez. Será “todo Israel” porque habrá judíos de cada una de las 12 tribus en el remanente.

Entonces, en el momento de la restauración de Israel (todo Israel) en la segunda venida, el Nuevo Pacto

se manifestará plenamente y Dios (según Su promesa en Jeremías 31.31-34) les quitará sus pecados.

Israel restaurada llegará a ser la “reina” del mundo, la cabeza de las naciones (Isa 2.1-4; Sal 47.1-4; Zac

14).

La prohibición de enseñanza acerca de Dios

“Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová...” [Jer

31.34a]

En la tierra de los judíos, el que profetiza durante el Milenio, lo hará a pena de muerte.

Y en aquel día, dice Jehová de los ejércitos, quitaré de la tierra los nombres de las imágenes, y nunca más

serán recordados; y también haré cortar de la tierra a los profetas y al espíritu de inmundicia. Y acontecerá

que cuando alguno profetizare aún, le dirán su padre y su madre que lo engendraron: No vivirás, porque has

hablado mentira en el nombre de Jehová; y su padre y su madre que lo engendraron le traspasarán cuando

profetizare. [Zac 13.2-3]

Esto se debe al aspecto siguiente del Nuevo Pacto: El conocimiento innato de Dios entre los judíos. Todos

los judíos que viven en el Milenio, tendrán conocimiento de Dios. Entonces, cuando uno de ellos

profetiza, todos saben que es una mentira.

Entienda que este aspecto sólo se les aplica a los judíos, no a la Iglesia hoy día, ni a los gentiles en el

Milenio. Dios nos manda hoy a enseñar a todo hombre Su Palabra (Col 1.28; 2Tim 2.2; 3.16-17). Durante

el Milenio, los judíos cumplirán con la Gran Comisión de ir de Jerusalén, Judea y Samaria hasta lo último

de la tierra (Hech 1.8) y hacer discípulos a todas las naciones (Mat 28.19-20; vea abajo, la sección que se

trata de la Gran Comisión y el Nuevo Pacto). Ellos van para enseñarles a los gentiles la Palabra de Dios.

Además, los mismos gentiles subirán de año en año a Jerusalén para recibir más enseñanza de la Palabra

de Dios (Isa 2.1-4; Zac 14.16-19).

262
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

El conocimiento común (innato) de Dios

“...porque todos me conocerán desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová...” [Jer

31.34b]

Esto se aplica únicamente a los judíos en el futuro bajo el Nuevo Pacto. No se puede aplicar esto a

nosotros hoy día en la Iglesia. Aunque nosotros tenemos la unción de la presencia del Espíritu Santo que

nos enseña todas las cosas (2Cor 1.21-22; 1Jn 1.20, 27), siempre ocupamos que alguien nos enseñe. O

sea, tenemos que aprender a través de la enseñanza de la Palabra de Dios, tanto por los hombres (Col

1.28; 2Tim 2.2; 3.16-17) como por el Espíritu Santo (Juan 16.13; 17.17).

Será diferente para el judío bajo el Nuevo Pacto en el Milenio.

No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová,

como las aguas cubren el mar. [Isa 11.9]

Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar. [Hab 2.14]

La tierra de Israel será llena del conocimiento de Dios porque todos los judíos, desde el bebé recién

nacido hasta el más grande, tendrán un conocimiento común e innato del Señor. Además, la tierra (el

planeta, todo el mundo) será llena del conocimiento de Jehová porque los judíos, bajo la dirección de los

12 Apóstoles (Mat 19.28; Apoc 20.4), estarán cumpliendo con la Gran Comisión de enseñarles a los

gentiles de las naciones (Mat 28.19-20; Hech 1.8). Los gentiles, sin embargo, tienen que aprender durante

el Milenio. Ellos no tendrán este conocimiento innato porque la promesa del Nuevo Pacto es únicamente

para Israel. Los gentiles tiene que ira a los judíos si quieren recibir el conocimiento de Dios (Isa 2.1-4).

El perdón de pecados

“...porque perdonaré la maldad de ellos...” [Jer 31.34c]

Este aspecto del Nuevo Pacto se trata de la remisión los pecados. “Remisión” es la acción o el efecto de

remitir o remitirse. “Remitir”, según el diccionario, es “perdonar, alzar la pena, liberar de una obligación”.

Esta es la misma definición que la Biblia da de remisión.

Cada siete años harás remisión. Y esta es la manera de la remisión: perdonará a su deudor todo aquel que hizo

empréstito de su mano, con el cual obligó a su prójimo; no lo demandará más a su prójimo, o a su hermano,

porque es pregonada la remisión de Jehová. [Deut 15.1-2]

Uno hace remisión (v1) perdonando al deudor toda su deuda (v2). Cristo dijo lo mismo cuando declaró

que Su sangre del Nuevo Pacto sería derramada “para remisión de pecados” (para el perdón de los

pecados).

Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. [Mat

26.28]

Así que, cuando estamos hablando del perdón de los pecados bajo el Nuevo Pacto, estamos hablando de

la “remisión” de los mismos.

Había remisión de los pecados según la ley, bajo el pacto de Moisés.

Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. [Heb

9.22]

263
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

Dios estableció unos sacrificios de sangre (la sangre inocente de animales) para que uno pudiera obtener

el perdón de sus pecados a través de la expiación del sacrificio.

Y hará de aquel becerro como hizo con el becerro de la expiación; lo mismo hará de él; así hará el sacerdote

expiación por ellos, y obtendrán perdón. [Lev 4.20; Ver Levítico 16 para una explicación en detalle del rito

anual del día de la expliación del pecado.]

No obstante, la remisión bajo el pacto (y la ley) de Moisés era temporal y pasajera porque no le quitó el

pecado al culpable. O sea, la sangre de los animales “cubría” el pecado de los santos del Antiguo

Testamento, pero no se lo quitaba. Dios les perdonaba sus pecados bajo el pacto de Moisés con base en el

sacrificio sustituto e inocente de los animales. Sin embargo, no tomó al pecador por inocente porque él

seguía con su pecado.

Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para

la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la

rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los

padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. [Exod 34.6-7]

La sangre de los animales bajo el pacto de Moisés no pudo quitarles los pecados a los que tenían el

perdón.

Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. [Heb 10.4]

Es por esto que vemos un lugar en el corazón de la tierra llamado el paraíso. Cuando Cristo murió, se fue

a ese lugar en el corazón de la tierra.

Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en

el corazón de la tierra tres días y tres noches. [Mat 12.40]

Antes de morir, cuando estaba en la cruz, Él dijo que este lugar en el corazón de la tierra se llamaba

“paraíso”. Era el lugar de los santos del Antiguo Testamento.

Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. [Luc 23.43]

Este lugar de paraíso en el centro de la tierra se llamaba “el seno de Abraham” en Lucas 16.22 y era un

lugar de descanso y reposo para los que murieron con la salvación. Según Efesios 4.8-10, los santos de

este lugar eran “cautivos”.

Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres. Y eso de que

subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que

descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. [Ef 4.8-10]

Desde el pecado de Adán, Dios aceptaba la sangre inocente de los animales en sacrificio por los pecados

de los hombres (por ejemplo: Gen 3.21; 4.4). Con base en el sacrificio de la sangre inocente, Dios

perdonaba los pecados al que se la ofreció, pero no pudo quitarle el pecado. O sea, el pecador tenía la

“remisión” (el perdón) de sus pecados, pero no fue tomado por inocente porque la paga del pecado es la

muerte, y si un hombre peca, un hombre tiene que morir. Un animal no es suficiente para pagar todo el

precio del pecado. Por esto, Dios tomó un cuerpo (fue hecho semejante a los hombres) y murió, el

inocente por los culpables, el justo por lo injustos.

Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados; porque la sangre de los toros y de los

machos cabríos no puede quitar los pecados. Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no

quisiste; Mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije:

He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro está escrito de mí. [Heb

10.3-7]

264
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

Puesto que Cristo ya se ofreció en sacrificio por nuestros pecados (como nuestro sacrificio sustituto), bajo

el Nuevo Pacto hay remisión completa y eterna de todos los pecados.

Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las

transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna. [Heb

9.15]

En Cristo uno tiene la redención eterna.

Y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el

Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. [Heb 9.12]

La redención no es lo mismo que la remisión. La remisión es el perdón de pecados y la redención es el

acto de pagar el precio del pecado y así comprar a uno que está condenado bajo dicho pecado. Los santos

del Antiguo Testamento tenían la remisión (temporal y pasajera) de sus pecados, pero no tenían la

redención como ahora se puede obtener en Cristo Jesús. Jesucristo pagó todo el precio de todos nuestros

pecados y así nos redimió eternamente. Este es el propósito primordial del establecimiento del Nuevo

Pacto—el de pagar, completa y eternamente, por los pecados y así conseguir la redención eterna.

Entonces, con la redención eterna viene la remisión eterna (permanente) porque es el perdón de todos los

pecados de uno (los pasados, presentes y futuros). O sea, ya no hay más ofrenda por el pecado porque el

sacrificio de Cristo fue suficiente para la remisión completa y eterna de todos los pecados. Él pagó el

precio, todo el precio, y así nos redimió.

Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado. [Heb 10.18]

Esto, entonces, es otro aspecto del Nuevo Pacto en que la Iglesia participa. En Cristo tenemos la eterna

redención y el perdón (la remisión) de todos nuestros pecados.

De éste [Jesús de Nazaret] dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán

perdón de pecados por su nombre. [Hech 10.43]

Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con

él, perdonándoos todos los pecados. [Col 2.13]

Otros pasajes que se tratan de lo mismo son Hechos 13.38-39, Efesios 1.7 y Colosenses 1.14.

Para Israel, este aspecto del Nuevo Pacto tomará lugar en la segunda venida de Cristo, después de

“aquellos días” de la Tribulación.

Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros

mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los

gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de

Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados. [Rom 11.25-27]

Después del arrebatamiento de la Iglesia (v25), todo Israel será salvo en la venida del Mesías (v26). En

aquel entonces Dios quitará a los israelitas sus pecados (v27). En “aquel tiempo” y “aquel día” (la

segunda venida de Cristo), Dios perdonará los pecados de Israel (la apostasía y la idolatría, entre otros).

En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la

purificación del pecado y de la inmundicia. Y en aquel día, dice Jehová de los ejércitos, quitaré de la tierra los

nombres de las imágenes, y nunca más serán recordados; y también haré cortar de la tierra a los profetas y al

espíritu de inmundicia. [Zac 13.1-2]

Además de todo esto, la remisión (el perdón) de pecados bajo el Nuevo Pacto tiene otro aspecto. Dios

también promete olvidarse de nuestros pecados.

265
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

El olvido de los pecados

“...y no me acordaré más de su pecado...” [Jer 31.34d]

Como acabamos de ver, bajo el pacto de Moisés había una provisión para el perdón de pecados. Pero,

cada año se hacía memoria de los pecados porque la sangre de los animales no pudo quitarselos a los

santos (Heb 10.3-4). Por esto no hubo “olvido de los pecados” bajo el pacto de Moisés. Pero ahora, bajo

el Nuevo Pacto, Dios ha prometido no acordarse nunca de los pecados de los que participan en dicho

Pacto. O sea, Dios nos perdona todo pecado y se olvida del asunto. Es por esto que en Cristo Jesús, bajo

el Nuevo Pacto en Su sangre, tenemos la “eterna redención” (Heb 9.12). Fuimos comprados por precio (la

sangre de Cristo).

Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los

cuales son de Dios. [1Cor 6.20]

Dios nos compró—nos redimió. Así que, ya no estamos bajo la maldición del pecado. Dios se olvida de

los pecados de todos nosotros que participamos en el Nuevo Pacto porque el precio de nuestros pecados

ya se pagó. Cristo lo pagó todo en la cruz, entonces no hay por qué recordarlos.

Este aspecto del Nuevo Pacto, entonces, es otro en que la Iglesia participa. En Cristo, bajo el Nuevo Pacto

en Su sangre, tenemos el perdón de todos los pecados (Col 2.13; los pasados, presentes y futuros). Dios

ya no toma en cuenta los pecados de nosotros porque tenemos a Cristo como nuestro Salvador y

Redentor.

Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus

pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. [2Cor 5.19]

Nos perdonó todos nuestros pecados. Nos redimió y nos reconcilió por Su sangre derramada en la cruz.

Entonces, Dios no se acordará nunca de ninguno de nuestros pecados.

Israel participará en este aspecto del Nuevo Pacto también, pero hasta la segunda venida de Cristo.

Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. [Sal 103.12]

Dios quitará el pecado a los israelitas y lo alejará de ellos, “cuanto está lejos el oriente del occidente”. Se

olvidará completamente de sus pecados. Él dice que echará tras Sus espaldas todos los pecados de Israel.

He aquí, amargura grande me sobrevino en la paz, mas a ti agradó librar mi vida del hoyo de corrupción;

porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados. [Isa 38.17]

También sepultará las iniquidades de Israel, y echará en lo profundo del mar todos sus pecados.

El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar

todos nuestros pecados. [Miq 7.19]

¿Cuándo sucederá esto? En la segunda venida del Mesías.

Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia

del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es

necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por

boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo. [Hech 3.19-21]

En Hechos 3 Pedro está predicando acerca del Nuevo Pacto, anunciándolo delante de Israel antes del

comienzo de la época de la Iglesia. Él dijo que Dios borraría los pecados de los judíos en el momento de

su arrepentimiento y conversión. Esto señalará también la venida del Mesías (Su segunda venida) para

266
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

empezar “los tiempos de refrigerio” y la “restauración de todas las cosas” (el Milenio). Entonces, si los

pecados son borrados, Dios no se acordará de ellos nunca.

La Gran Comisión del Nuevo Pacto

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del

Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros

todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. [Mat 28.19-20]

Cuando Cristo les dio la “Gran Comisión” a Sus Apóstoles, el Nuevo Testamento ya estaba vigente

porque el Testador (Cristo mismo) ya había muerto (Heb 9.15-17)—ya había derramado Su sangre para

establecer el Nuevo Pacto. Sin embargo, como hemos visto varias veces en este libro, la Iglesia (el

Cuerpo de Cristo) entre los gentiles era todavía un misterio no revelado. Según Efesios 3.1-7, Dios le dio

esta revelación al Apóstol Pablo, y él no conoció a Jesucristo como Salvador y Señor hasta Hechos 9. Por

esto sabemos que los Apóstoles, durante los primeros capítulos de Hechos, estaban predicando el Reino y

no la Iglesia.

Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este

tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola

potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en

Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. [Hech 1.6-8]

Estaba anunciando la segunda venida de Cristo si los judíos lo aceptarían como el Mesías y el Rey

prometido (Hech 3.19-21).

La “Gran Comisión” de Mateo 28.19-20, entonces, tiene una aplicación doctrinal fuera de la época de la

Iglesia. O sea, no es directamente para nosotros, los cristianos (aunque, por supuesto, es un buen resume

de nuestra misión hoy día de “evangelizar para hacer discípulos y discipular para hacer evangelistas”). La

Gran Comisión es principalmente para la nación de Israel porque ella será cabeza de las demás naciones a

las cuales Cristo envió a Sus Apóstoles. Esto es claro en Isaías 2.2-4 que se trata de Israel en el Milenio.

Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de

los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos,

y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y

caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y juzgará

entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos... [Isa 2.2-4]

Pero también la Gran Comisión es para todas las naciones porque ellas participarán (en parte) en el Nuevo

Pacto durante el Milenio. Estarán sujetas a Israel y tendrán que acercarse a Jehová a través de este pueblo

escogido que estará viviendo bajo el Nuevo Pacto.

Pueblos todos, batid las manos; Aclamad a Dios con voz de júbilo. Porque Jehová el Altísimo es temible; Rey

grande sobre toda la tierra. El someterá a los pueblos debajo de nosotros, Y a las naciones debajo de nuestros

pies. El nos elegirá nuestras heredades; La hermosura de Jacob, al cual amó. [Sal 47.1-4]

Y todos los que sobrevivieren [la segunda venida] de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de

año en año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos. [Zac 14.16]

La Gran Comisión, entonces, se cumplirá en el Milenio cuando los israelitas lleven la Palabra de Dios a

las naciones gentiles de todo el mundo para enseñarles el camino de Dios.

Nosotros, los cristianos, podemos aplicar la Gran Comisión de una manera personal porque, en Cristo,

participamos en varios aspectos del Nuevo Pacto, y Dios quiere que llevemos nuestro evangelio (basado

en el Nuevo Pacto) a los que nunca lo han oído. Sólo es que hemos de entender que esta es una aplicación

personal y no doctrinal, porque originalmente Cristo les entregó la Gran Comisión a Sus Apóstoles judíos

267
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

para alcanzar a los judíos primeramente y luego a las naciones (Hech 1.8; note el orden del alcance en

este versículo). Así que, podemos aplicar la Gran Comisión en cierta manera a nosotros hoy día en la

Iglesia porque nuestro evangelio también tiene que ver con el Nuevo Pacto. La gran diferencia es que

nuestra participación en el Pacto es limitada. Los Apóstoles de Cristo estaban anunciando el pleno

cumplimiento del Nuevo Pacto en la segunda venida del Mesías y en el establecimiento del Milenio (que

podría haber sucedido en los primeros capítulos de Hechos si los judíos hubieran recibido a Jesús como su

Mesías; según Hechos 3.19-21).

Otros pasajes proféticos que hablan del Nuevo pacto son los siguientes: Salmos 72; 79.8-9; 80.18-19; 85;

130.

Las condiciones del pacto

Este pacto, en cuanto a su cumplimiento, es incondicional. Dios hará todo lo que dijo bajo este pacto y

nada que nadie pueda decir o hacer lo cambiará. En este sentido no será como el pacto de Moisés porque

no es condicional (no depende del hombre).

No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto;

porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. [Jer 31.32]

Sin embargo, hay condiciones para los que quieren participar en este pacto hoy día. Las promesas que

Dios dio bajo el Nuevo Pacto son incondicionales, pero no todos participan en el pacto, sólo los que

cumplen con la condición. La única condición hoy, durante la época de la Iglesia, de participar en el

Nuevo Pacto es creer en el Señor Jesucristo.

Y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y

serás salvo, tú y tu casa. [Hech 16.30-31]

Otros pasajes que se tratan de la misma condición son los siguientes: Juan 3.18, 36; 7.38-39; Ef 1.13-14;

Rom 4.5, 22-25. La creencia en el corazón resultará en la confesión de la boca. O sea, cuando uno de

veras cree en Cristo como su propio Salvador personal, clama a Dios pidiéndole la salvación por los

méritos de Cristo. Esto es “recibir” a Cristo.

...si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,

serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. [Rom

10.9-10]

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.

[Juan 1.12]

Esta “creencia” por supuesto incluye el arrepentimiento también porque es una “conversión” a Cristo—un

se convierte del pecado al señorío de Cristo Jesús. Este es el mensaje del evangelio que nuestro Apóstol

Pablo predicaba: Arrepentimiento y fe.

Y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, testificando a

judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo. [Hech

20.20-21]

Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en

todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia,

por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. [Hech 17.30-31]

Sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los

gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento. [Hech

26.20]

268
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que

arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte. [2Cor 7.10]

La participación en el Nuevo Pacto (y por lo tanto la salvación) no se trata de una religión, ni de ningún

rito religioso. Se trata de una relación personal con una Persona: Jesucristo.

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo,

tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. [1Jn 5.11-12]

En el futuro la participación de uno en el Nuevo Pacto dependerá de su fidelidad a los mandamientos de

Dios. Los santos del Antiguo Testamento ya tenían la salvación por su fidelidad (por su fe más las obras

que Dios les exigía durante sus respectivas dispensaciones) y por esto estaban en el paraíso del seno de

Abraham esperando la eterna redención en Cristo, por Su sangre derramada para establecer el Nuevo

Pacto. Ellos participarán (los judíos completamente y los gentiles en parte) en el Nuevo Pacto, algunos en

el Milenio y todos en la eternidad (Apoc 20.4-5). Los judíos fieles de la Tribulación que formarán el

remanente, ellos participarán en el Nuevo Pacto también porque habrán perseverado hasta el fin (Mat

24.13; Rom 11.25-27). Además, durante el Milenio la participación (en parte) de los gentiles dependerá de

su fidelidad a los mandamientos de Dios (Isa 2.2-4; Zac 14.16-19).

La conclusión (el fin) del pacto

El Nuevo Pacto se manifestará plenamente en la segunda venida de Cristo, después de “aquellos días” de

la Tribulación.

Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su

mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. [Jer 31.33; ver

también Heb 8.10]

Será después de un tiempo de apostasía, idolatría y, por esto, castigo divino.

Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe, sin sacrificio, sin estatua, sin efod y sin

terafines. Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios, y a David su rey; y temerán a

Jehová y a su bondad en el fin de los días. [Os 3.4-5]

Israel recibirá la vida que Dios le prometió bajo el Nuevo Pacto después del tiempo de angustia—después

de “aquellos días” de la Tribulación.

Andaré y volveré a mi lugar, hasta que reconozcan su pecado y busquen mi rostro. En su angustia me

buscarán. Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará. Nos dará vida

después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él. [Os 5.15-6.2]

Cuando el Nuevo Pacto entre en plena vigencia después de “aquellos días”, lo del pacto de Moisés

desaparecerá. O sea, las promesas de castigo bajo la ley de Moisés (Lev 26 y Deut 28) por fin se

cumplirán después de la Tribulación, en la segunda venida de Cristo. No es que “todo” lo de la ley de

Moisés desaparecerá porque habrá una parte de la ley que se observará durante el Milenio como un

recordatorio (Ezeq 44.15-16; Col 2.16-17).

El Nuevo Pacto se manifestará plenamente en el tiempo de la restauración de Israel en la tierra prometida.

Compare Ezequiel 36.24-29 con la plena mención del Nuevo Pacto en Jeremías 31.31-34. (Una

explicación detallada de esta comparación sigue después.)

269
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

Ezequiel 36 Jeremías 31

24 Y yo os tomaré de las naciones, y os 31He aquí que vienen días, dice Jehová,

recogeré de todas las tierras, y os traeré a en los cuales haré nuevo pacto con la casa

vuestro país. de Israel y con la casa de Judá.

25 Esparciré sobre vosotros agua limpia, y 32 No como el pacto que hice con sus

seréis limpiados de todas vuestras padres el día que tomé su mano para

inmundicias; y de todos vuestros ídolos os sacarlos de la tierra de Egipto; porque

limpiaré. ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo

un marido para ellos, dice Jehová.

26 Os daré corazón nuevo, y pondré

espíritu nuevo dentro de vosotros; y 33 Pero este es el pacto que haré con la

quitaré de vuestra carne el corazón de casa de Israel después de aquellos días,

piedra, y os daré un corazón de carne. dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la

escribiré en su corazón; y yo seré a ellos

27 Y pondré dentro de vosotros mi por Dios, y ellos me serán por pueblo.

Espíritu, y haré que andéis en mis

estatutos, y guardéis mis preceptos, y los 34 Y no enseñará más ninguno a su

pongáis por obra. prójimo, ni ninguno a su hermano,

diciendo: Conoce a Jehová; porque todos

28 Habitaréis en la tierra que di a vuestros me conocerán, desde el más pequeño de

padres, y vosotros me seréis por pueblo, y ellos hasta el más grande, dice Jehová;

yo seré a vosotros por Dios. porque perdonaré la maldad de ellos, y no

me acordaré más de su pecado. [Jer

31.31-34]
29 Y os guardaré de todas vuestras

inmundicias; y llamaré al trigo, y lo

multiplicaré, y no os daré hambre. [Ezeq

36.24-29]

En este tiempo Israel volverá a la tierra prometida y la recibirá como su herencia perpetua ( Ezeq 36.24).

Este tiempo, por supuesto, es el Milenio (Jer 32.37, 41-44).

Y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las

cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra; y los haré una nación en la tierra, en los

montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán

divididos en dos reinos. [Ezeq 37.21-22]

La nación entera será limpiada de sus inmundicias e idolatría, una vez para siempre (Ezeq 36.25; Zac

13.2).

Ni se contaminarán ya más con sus ídolos, con sus abominaciones y con todas sus rebeliones; y los salvaré de

todas sus rebeliones con las cuales pecaron, y los limpiaré; y me serán por pueblo, y yo a ellos por Dios.

[Ezeq 37.23]

En este tiempo los judíos recibirán un corazón nuevo y un espíritu nuevo (Ezeq 36.26-27; Ezeq 37.9-14).

Es importante observar aquí que Ezequiel 37.9-14 (el final de la profecía del valle de los huesos secos) es

el cumplimiento de lo que Cristo dijo a Nicodemo en Juan 3 acerca del nuevo nacimiento. En la segunda

venida de Cristo la nación de Israel nacerá de nuevo porque el Espíritu de Dios vendrá para morar en

ellos. O sea, en Juan 3 Cristo estaba refiriéndose a la profecía del valle de los huesos secos de Ezequiel

37.9-14 cuando hablaba con Nicodemo acerca del nuevo nacimiento por el Espíritu Santo. Es el tiempo

cuando Israel será resucitado, cuando los judíos vivirán (ver otra vez Oseas 5.15-6.3). Así que, todo Israel

estará lleno del Espíritu Santo y por lo tanto ellos andarán, por fin, en completa obediencia a Jehová.

Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; y andarán en mis preceptos, y mis

estatutos guardarán, y los pondrán por obra. [Ezeq 37.24]

270
CAPÍTULO 7 LOS SIETE PACTOS

Israel en la tierra será por pueblo a Jehová y Él será a ellos por Dios (Ezeq 36.28; este es el cumplimiento

de Jeremías 31.33-34 y la realización del Nuevo Pacto). Este es el tiempo cuando Dios les perdonará

todos sus pecados y los borrará de Su memoria para siempre (Ezeq 36.29).

El Nuevo Pacto se manifestará plenamente, entonces, en el tiempo cuando Israel sea restaurada y

bendecida delante de todas las naciones (o sea, en el Milenio: Isa 61.8-11). Desde entonces, Dios pondrá

Su santuario (Su presencia) entre los israelitas para siempre.

Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán ellos,

sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David será príncipe de ellos para siempre. Y haré

con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi

santuario entre ellos para siempre. Estará en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y ellos me

serán por pueblo. Y sabrán las naciones que yo Jehová santifico a Israel, estando mi santuario en medio de

ellos para siempre. [Ezeq 37.25-28]

Jesucristo (Jehová en la carne) morará con los israelitas desde la segunda venida y para siempre. El

Nuevo Pacto es lo que hace que todo esto sea posible.

Una vez que el Nuevo Pacto se manifieste plenamente, no tendrá fin. Es un pacto perpetuo.

Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la

sangre del pacto eterno. [Heb 13.20]

Porque yo Jehová soy amante del derecho, aborrecedor del latrocinio para holocausto; por tanto, afirmaré en

verdad su obra, y haré con ellos pacto perpetuo. [Isa 61.8]

Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de

ellos, para que no se aparten de mí. [Jer 32.40]

CONCLUSIÓN

Un pacto es un acuerdo entre dos personas. Es como un contrato. En la Biblia hay siete pactos principales

que Dios ha hecho con los hombres. Son siete ocasiones en que Dios ha entrado en un acuerdo con el

hombre, prometiéndole ciertas cosas y en algunos casos exigiéndole algo en cambio. Los siete pactos son

los siguientes.

1. El pacto de Edén

2. El pacto de Adán

3. El pacto de Noé

4. El pacto de Abraham

5. El pacto de Moisés

6. El pacto de David

7. El Nuevo Pacto

Hay unos principios importantes acerca de estos pactos que hemos de recordar para no torcer la Escritura.

Casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de

entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia

perdición. [2Ped 3.16]

Algunos de los pactos son incondicionales. Esto quiere decir que, a pesar de lo que hace el hombre, Dios

va a cumplir con el acuerdo que hizo. Así que, hasta que el pacto se cumpla en su totalidad, estará vigente

271
EL ESTUDIO DE LOS SIETES CAPÍTULO 7

y por lo tanto se aplica a los hombres. Un ejemplo de este principio es el pacto de Adán en Génesis 3.

Este pacto está todavía vigente y por lo tanto nosotros estamos viviendo bajo sus promesas, provisiones y

maldiciones.

Recuerde también que algunos de estos pactos se hicieron con todos los hombres pero otros fueron

hechos con un grupo especial. Esto es muy importante cuando uno está analizando, por ejemplo, el pacto

de Moisés (Exod 19.5-8; 24.3-8) con su señal del día de reposo (Exod 31.12-17). Dios hizo este pacto, y

le dio la señal, a la nación de Israel. Así que, todas las promesas relacionadas con este pacto todavía

pertenecen a la nación de Israel. Nosotros, los cristianos viviendo en la época de la Iglesia, no debemos

confundirnos y aplicar a la Iglesia lo que Dios le dio únicamente a Israel. Este principio se aplica al pacto

de David y también, en cierto sentido, al Nuevo Pacto.

La última cosa importante que hemos de recordar acerca de los pactos es el asunto del “traslapo”. Puesto

que unos pactos son incondicionales, cuando los hombres fracasan en su parte del acuerdo, el pacto sigue

vigente—no se invalida. Puede ser que su fracaso resultó en un cambio de dispensación (ver el capítulo 2

que trata de las siete dispensaciones), pero el pacto sigue vigente “traslapando” todos los pactos y todas

las dispensaciones que siguen después.

El conocimiento de los siete pactos nos ayuda a entender el trato de Dios con los hombres. También sirve

para darnos a nosotros (los cristianos que éramos antes gentiles) una perspectivas saludable de nosotros

mismos, de nuestra salvación y también de nuestra parte en el plan de Dios. Dios no hizo ningún pacto

con nosotros, los gentiles. Ni siquiera nos prometió la salvación (Ef 2.11-13). Nosotros recibimos la

salvación bajo el Nuevo Pacto en la sangre de Cristo Jesús por la pura gracia de Dios. Él hizo el pacto con

Israel (Jer 31.31-34), pero por un tiempo nos ha permitido a nosotros, los gentiles, entrar en Su provisión

de salvación. Así que, no debemos pensar que el plan de Dios gira alrededor de nosotros. No es así. El

plan de Dios gira alrededor de Israel. Aun nuestra salvación sirve para este fin, para provocarlos a celos

(Rom 11.11, 15). Entonces, no tenga más alto concepto de sí mismo que el que debe tener (Rom 12.3).

Al final de todo, después de un estudio profundo de la Palabra de Dios, es nuestra esperanza que lo que

usted aprendió de los siete pactos, y también de todo el sistema de sietes que Dios ha puesto en la

Escritura, quye sirva para motivarle a vivir para Él que dio Su vida por usted. Es lo único que vale la

pena.

Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y

por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

[2Cor 5.14-15]

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