12 Composicion Literaria de Jeremias

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Curso: BAT- 201 Profetas mayores

Profesor: Efran Toledo Rodrguez


Documento Numero: 12

Composicin literaria del Libro de Jeremas


Las divisiones del libro de Jeremas para un propsito de perspectiva, son menos
aparentes que en muchos otros libros profticos. Para un breve ^surneri de su contenido, pueden
anotarse las siguientes unidades:
I. El profeta y su pueblo
II. El profeta y los lderes
III. La promesa de la restauracin
IV. Desintegracin del reino
V. La emigracin a Egipto
VI. Profecas concernientes a naciones y ciudades
VII. Apndice o conclusin

Jeremas

1:1-18:23
19:1-29:32
30:1-33:26
34:1-39:18
40:1-45:5
46:1-51:64
52:1-34

El moderno lector de Jeremas puede sentirse confuso por el hecho de que los
acontecimientos fechados y los mensajes no se hallan en orden cronolgico. Existen, por lo
dems, muchos pasajes que no estn fechados en absoluto. Por tanto, es difcil arreglar con
absoluta certidumbre el contenido de este libro en cronolgica secuencia.
El captulo 1, que registra la llamada a Jeremas, est fechado en el ao dcimo tercero de
Josas (627 a. C.). Los captulos 2-6 son generalmente reconocidos como el mensaje de Jeremas
a su pueblo durante los primeros aos de su ministerio (ver 3:6). En qu medida puede estar
relacionado del 7 al 20 con el reino de Josas o el de Joacim, resulta verdaderamente difcil de
determinar. Pasajes especficamente fechados en el reino de Joacim, son 25-26, 35-36, y 45-46.
Los acontecimientos ocurridos durante el reinado de Sedequas estn registrados en 21, 24, 2729, 32-34, y 37-39. Los captulos 40-44 reflejan los acontecimientos subsiguientes a la cada de
Jerusaln en el 586 a. C., mientras que otros son difciles de fechar.
I. El profeta y su pueblo 1:1-18:23
Introduccin,
Llamada al servicio
Condicin apstata de Israel
La fe en los templos e dolos condenada
La alianza sin obediencia es ftil
Dos signos del cautiverio
La oracin intercesoria es intil
El signo de la inminente cautividad
La fe en el hombre denunciada
Una leccin, en la alfarera

1:1-3
1:4-19
2:1-6:30
7:1-10:25
11:1-12:17
13:1-27
14:1-15:21
16:1-21
17:1-27
18:1-23

En su ministerio, Jeremas estuvo asociado con los ltimos cinco reyes de Jud. Cuando
fue llamado a su ministerio profetice, Jeremas tena aproximadamente la misma edad que Josas,
unos 21 aos, quien estaba gobernando el remo desde que tena ocho aos.
Respondiendo a la divina llamada, Jeremas se dio perfecta cuenta del hecho de que Dios tena
un plan y un propsito para l, incluso antes del tiempo de su nacimiento. Estaba comisionado
por Dios y divinamente fortalecido contra el temor y la oposicin. Estaba tambin bien equipado:

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el mensaje no era suyo, l era solamente el instrumento humano a quien Dios confi Su mensaje
para su pueblo.
Dos visiones suplementan su llamada. El almendro es el primero en mostrar signos de
vida en Palestina con la llegada de la primavera. Tan cierto como el florecer de los almendros en
enero, era la seguridad de que la palabra de Dios sera mostrada. La olla hirviente indica la
naturaleza del mensaje, el juicio estallara en el norte.
En su llamada, Jeremas es claramente informado de que tendr que dar cara a la
oposicin. La esencia de su mensaje es el juicio de Dios sobre la Israel apstata. En
consecuencia, tiene que esperar la oposicin procedente de reyes, prncipes, sacerdotes y del
laicado. Con esta sobria advertencia, le llega la seguridad del apoyo de Dios.
La condicin apstata de Israel es impresionante (2-6). Los israelitas son culpables de
haber desertado de Dios, la fuente de las aguas vivas y el hontanar de todas sus bendiciones.
Como substituto, Israel ha buscado y elegido dioses extraos que Jeremas compara a cisternas
rotas que no pueden contener agua. El rendir culto a dioses extraos es comparable al adulterio
en las relaciones materiales. Como una esposa infiel abandona a su esposo, as Israel ha
abandonado a Dios. El ejemplo histrico del juicio de Dios sobre Israel en el 722 a. C., debera
ser suficiente aviso. Corno un len rugiente en su cueva, Dios levanta a las naciones para que
lleven el juicio sobre Jud. Israel ha despreciado la misericordia divina. El tiempo de la ira de
Dios ha llegado y el mal que estalla sobre Jud es el fruto de sus propias culpas (6:19).
El auditorio de Jeremas se muestra escptico respecto de la llegada del juicio divino (710). Ignora sus valientes afirmaciones de que el templo ser destruido, creyendo
complacientemente que Dios ha elegido su santuario como su lugar de permanencia y en la
confianza tambin de que Dios no permitir que gobernantes paganos destrocen el lugar que
estuvo saturado con su gloria en los das de Salomn (II Crn. 5-7). Jeremas seala a las ruinas
que hay al norte de Jerusaln como evidencia de que el tabernculo no salv a Silo de la
destruccin en tiempos pasados. Y tampoco el templo asegurar a Jerusaln contra el da del
juicio.
La obediencia es la clave para una recta relacin con Dios. Por sus males sociales y la
idolatra, el pueblo ha hecho del templo un refugio de ladrones incluso aunque continen
haciendo los sacrificios prescritos. La religin formal y ritual no puede servir como substituto
para la obediencia hacia Dios.
Jeremas se siente amargado por el dolor y el sufrimiento al ver la indiferencia de su
pueblo. Desea orar por su nacin pero Dios prohibe la intercesin (7:16). En las ciudades de Jud
y en las calles de Jerusaln, estn rindiendo culto a otros dioses. Es demasiado tarde para l, el
querer interceder en su nombre. Mientras tanto, el pueblo encuentra su tranquilidad en el hecho
de que son los custodios de la ley (8:8), y esperan que esto les salvar de la condenacin
predicha. Pero al profeta se le recuerda que el terrible juicio es cosa cierta.
Sintindose aplastado en su propia alma, Jeremas comprueba que la cosecha ha pasado,
el verano ha terminado y su pueblo no ser salvado. Quejumbrosamente demanda si es que no
hay algn blsamo en Galaad para curar a su pueblo. Y entonces, llora da y noche por ellos.
Incluso aunque el juicio viene sobre la nacin, Dios le da la seguridad de que el individuo que no
se glora en su poder, en sus riquezas o en su sabidura sino que conoce y comprende al Seor en
la hermosa prctica de la bondad, la justicia y la rectitud en la tierra, es el que est conforme con
el aviso de Dios. Dios, como rey de las naciones, tiene que ser temido (10).

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De nuevo, Jeremas es comisionado para anunciar la maldicin de Dios sobre el


desobediente (11). La obediencia es la clave para su relacin en la alianza con Dios desde el
principio de su nacionalidad (Ex. 19:5). La alianza en s misma, es inefectiva e intil sin
obediencia. Con dolos y altares tan numerosos como las ciudades de Israel y las calles de
Jerusaln, el pueblo se ha merecido el juicio. Jeremas, nuevamente, conoce la prohibicin de
que ruegue por su pueblo (11:14). Amenazado y advertido por sus propios conciudadanos en
Anatot, se siente totalmente desmoralizado a medida que ve la prosperidad de la maldad. Y ora
rogando siempre a Dios (12:1-4). En respuesta, Dios le requiere para que sobrepase ms grandes
dificultades y le asegura que la ira de Dios que consume, est a punto de desatarse y mostrarse
por todo Israel.
Dos smbolos dibujan el juicio que se cierne de Dios sobre Jud (13:1-14): Jeremas
aparece en pblico con un nuevo cinto de lino. Con el mandato de Dios, lo lleva al Eufrates para
esconderlo en la grieta de una roca. Tras un cierto tiempo, vuelve a tomar la prenda, que en, el
Oriente est considerada como el ornamento ms ntimo y preciado de un hombre. Est podrido
y totalmente inservible. De la misma manera, Dios est planeando exponer a su pueblo escogido
a juicio en las manos de las naciones.
Los recipientes, bien sean vasijas de arcilla o de pieles de animales, llenos con vino,
tambin son simblicos. Los reyes, profetas, sacerdotes y ciudadanos estarn tambin llenos de
vino y de borrachera que la sabidura se desvanecer en estupefaccin y desamparo en tiempos
de crisis. El obvio resultado ser la ruina del reino.
Conforme el profeta ve aproximarse la condenacin que pende sobre Jud, comprueba
que su pueblo est indiferente y sigue desobediente y rebelde (13:15-27). El ve su tristeza,
expresada en amargas lgrimas, cuando su pueblo vaya al cautiverio. Se le recuerda que el
pueblo sufrir por sus propios pecados. Se han olvidado de Dios. Como un leopardo es incapaz
de cambiar los lunares de su piel, as Israel no puede cambiar sus malvados caminos.
Una grave sequa trae el sufrimiento a su pueblo al igual que a los animales (14:lss.).
Jeremas se encuentra profundamente conmovido. De nuevo intercede por Jud, confesando sus
pecados. Una vez ms, Dios le recuerda que no interceda, ya que ni con ayunos y con ofrendas,
evitar el juicio que se les avecina. Jeremas apela entonces a Dios para que salve al pueblo, ya
que son los falsos profetas quienes son los responsables por equivocarlo. Cuando eleva a Dios la
quejumbrosa cuestin, respecto a la total repulsin de Jud, esperando que Dios escuche su
ruego, recibe la ms soberana rplica: incluso si Moiss y Samuel intercediesen por Jud, Dios
no se enternecer. Dios manda la espada para matar, los perros para destrozar las carnes, los
pjaros y las bestias para devorar a Jud por sus pecados, porque su pueblo le ha rechazado a El,
y despreciado sus bendiciones. Desolado y sobrecogido por la pena, Jeremas intenta una vez
ms tomar la tranquilidad en la palabra de Dios, siendo asegurado de la divina restauracin y
fortaleza para prevalecer contra toda oposicin.
El tiempo es raramente indicado en los mensajes profetices. La inminencia del juicio
sobre Jud, sin embargo, est ms bien claramente revelada (16:1 ss.). A Jeremas se le prohibe
que se case. Si lo hiciera, expondra a su esposa y a sus hijos, de tenerlos, a las terribles
condiciones de la invasin, el asedio, el hambre, la conquista y el cautiverio. La condenacin de
Jud est prxima y cierta. Dios ha retirado su paz, porque ellos le han desterrado de sus
corazones, servido y adorado a dolos y rehusado el obedecer Su ley. En consecuencia, Dios
enviar cazadores y pescadores para buscar a todos los que sean culpables de forma que Jud
conozca Su poder. Los pecados de Jud estn inscritos con una punta de diamante y son pblica-

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mente visibles sobre los cuernos del altar de tal forma que no hay oportunidad de escapar a la
tremenda irritacin del Omnipotente. Una vez ms, se perfilan los caminos de las bendiciones y
de las maldiciones (17:5 ss.).
En la alfarera, Jeremas aprende la leccin de que Israel al igual que otras naciones, es
como la arcilla en manos del alfarero (18). Como el alfarero puede descartar, remoldar o acabar
con una vasija fallida, as Dios puede hacer lo mismo con Israel. La aplicacin, es pertinente;
Dios aporta su juicio por la desobediencia. Incitado por esta advertencia, el auditorio se
confabula para librarse del mensajero.
II. El profeta y los jefes
Los sacerdotes y los ancianosJeremas es
metido en prisin
Sedequas conferencia con Jeremas
Cautiverio para reyes y falsos profetas
La copa de la ira para todas las naciones
Ahicam salva a Jeremas del martirio
Falsos profetas en Jerusaln y Babilonia

19:1-29:32
19:1-20:18
21:1-14
22:1-24:10
25:1-38
26:1-24
27:1-29:32

En una dramtica demostracin ante una asamblea de ancianos y sa-erdotes en el valle de


Hinom, Jeremas afirma valientemente que Jerusaln ser destruida (19:1 ss.). Rompiendo una
vasija de barro, muestra el destino que aguarda a Jud. En consecuencia, Pasur, el sacerdote,
golpea a Jeremas, y le confina a estar sujeto en el cepo de la puerta de Benjamn durante la
noche. En una grave, pero normal reaccin, Jeremas maldice el da en que naci (20) pero al fin
resuelve su conflicto, comprobando que la palabra de Dios no puede ser confinada.
La ocasin para el cambio de mensajes entre Sedequas y Jeremas (21) es el sitio de
Jerusaln, que comenz el 15 de enero del 588 a. C. Con el ejrcito babilnico rodeando la
ciudad, el rey se preocupa respecto a los proyectos de liberacin. El est familiarizado con la
historia de su nacin, y sabe que en tiempos pasados Dios ha derrotado milagrosamente a los
ejrcitos invasores (ver Is. 37-38). En respuesta a la arrogante peticin de Sedequas, Jeremas
predice especficamente la capitulacin de Jud. Dios est luchando contra ella y har que el
enemigo llegue a la ciudad y la queme con el fuego. Slo rindindose, Sedequas podr salvar su
vida.
En un mensaje general, tal vez durante el reinado de Joacim, el profeta Jeremas denuncia
a los gobernantes malvados que son responsables de la injusticia y la opresin (22).
Concretamente, predice que Joacaz no volver del cautiverio egipcio, sino que morir en aquella
tierra Joacim (22:13-23), precipitando la maldicin de Dios en el juicio por sus malos caminos,
tendr el enterramiento de un asno, sin que nadie lamente su muerte. Por contraste (23) Israel
recibe la seguridad de que volver a agruparse en el futuro de tal forma que el pueblo pueda
gozar de la seguridad y de la rectitud bajo un gobernante davdico que ser conocido por el
nombre de "Jehov, justicia nuestra". En consecuencia, los sacerdotes contemporneos y profetas
son denunciados en voz alta como falsos pastores que llevan al pueblo descarriado.
Tras de que Joaqun y algunos importantes ciudadanos de Jud fueron llevados al
cautiverio de Babilonia en el 597 a. C., Jeremas tiene un mensaje apropiado para el pueblo
restante (24). Aparentemente tienen el orgullo del hecho de que escaparon del cautiverio y se
consideran a s mismos favorecidos por Dios. En una visin, Jeremas ve dos cestos de higos.

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Los higos buenos representan a los exiliados que volvern. El pueblo que se queda en Jerusaln,
ser descartado como lo son los higos malos. Dios ha rechazado a su pueblo y los har un objeto
de burla y una maldicin donde quiera que sean llevados y esparcidos.
En el crucial ao cuarto del reinado de Joacim (605 a. C.), Jeremas de nuevo contina
con una palabra apropiada del Seor (25). Les recuerda con atencin que por veintitrs aos han
estado ignorando sus advertencias y consejos. En consecuencia, por su desobediencia a Dios trae
a su siervo Nabucodonosor a Palestina y los sujetar a un cautiverio de setenta aos. Con el vaso
de vino de la ira como figura, Jeremas declara a sus gentes que el juicio comenzar en Jerusaln,
se extender a numerosas naciones de los alrededores y finalmente visitar la propia Babilonia.
Prximo al comienzo del reinado de Joacim, Jeremas se dirige al pueblo que va a rendir
culto en el templo (26), advirtindole que Jerusaln ser reducida a ruinas. Y cita el ejemplo
histrico de la destruccin de Silo, cuyas ruinas pueden an verse al norte de Jerusaln. Incitado
por los sacerdotes y profetas, el pueblo reacciona violentamente. Se apoderan de Jeremas. Tras
de que el prncipe escucha el cargo que se la hace de que merece la pena de muerte, escuchan
todos la apelacin del profeta. Y l les recuerda que ellos derramarn sangre inocente con su
ejecucin, puesto que Dios le ha enviado. Como los jefes comprueban que Ezequas en tiempos
pasados no mat a Miqueas por predicar la destruccin de Jerusaln, razonan que, igualmente,
Jeremas no se merece la pena de muerte. Aunque Ahicam y los prncipes salven la vida de
Jeremas, el rey impo, Joacim, es responsable del arresto y martirio de Uras que proclam el
mismo mensaje.
Uno de los actos ms impresionantes de Jeremas en el terreno profetice, ocurri en el ao
594 a. C. (27). Aunque Sedequas era un vasallo de Nabucodonosor, exista una constante
revuelta para una rebelin. Emisarios procedentes de Edom, Moab, Amn, Tiro y Sidn, se
renen en Jerusaln para unirse a Egipto y Jud en una conspiracin contra Babilonia. Ante tales
representantes, aparece Jeremas llevando un yugo y anuncia que Dios ha dado todas esas tierras
en manos de Nabucodonosor. Por lo tanto, es prudente someterse a Babilonia. Para Sedequas,
tiene una palabra especial de aviso de que no escuche a los falsos profetas. Jeremas tambin
advierte a los sacerdotes y al pueblo de que los vasos que quedan en el templo y dems
ornamentos, sern llevados lejos por los conquistadores. Los delegados forasteros son alertados
de que no se dejen engaar por los falsos profetas. La sumisin a Nabucodonosor es la divina
orden. La rebelin slo traer la destruccin y el exilio.
Poco despus de esto, el falso profeta Hananas se opone decididamente a Jeremas.
Procedente de Gaban, Hananas anuncia en el templo que dentro de dos aos Nabucodonosor
devolver los vasos sagrados y los exiliados llevados a Babilonia en el 597. Ante todo el pueblo,
toma el yugo de madera que Jeremas lleva puesto, lo reduce a pedazos y quiere demostrar as lo
que el pueblo har con el yugo de Babilonia. Jeremas va temporalmente a reclusin, pero ms
tarde vuelve con un nuevo mensaje de Dios. Hananas ha roto las barras de madera del yugo,
pero Dios las ha reemplazado con barras de hierro que ser la servidumbre de todas las naciones.
Hananas es advertido que por su falsa profeca morir antes de que acabe el ao. En el sptimo
mes de aquel mismo ao, el funeral de Hananas indudablemente fue la pblica confirmacin de
la veracidad del mensaje de Jeremas.
Incluso los jefes que estn entre los exiliados, causan a Jeremas problemas sin fin. Su
preocupacin por los cautivos de Babilonia est expresada en una carta enviada con Elasa y
Gemaras. Esos prominentes ciudadanos de Jerusaln fueron enviados por Sedequas a
Nabucodonosor, indudablemente, para asegurar la lealtad de Jud, incluso mientras la rebelin

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est siendo planeada en Jerusaln. En su carta, Jeremas advierte a los exiliados que no crean en
los falsos profetas que predicen un pronto retorno. Les recuerda que la cautividad durar setenta
aos. Incluso predice que Sedequas y Acab, dos de los falsos profetas, sern arrestados y
ejecutados por Nabucodonosor.
La carta de Jeremas inicia una ulterior correspondencia (29:24-32). Semaas, uno de los
cabecillas en Babilonia que est planeando un pronto retorno a Jerusaln, escribe a Sofonas el
sacerdote, administrador del templo. Reprende a Sofonas por no reprochar a Jeremas y le
advierte que confine al profeta en el cepo por escribir a los exiliados. Cuando Jeremas oye
aquella carta leda, denuncia a Semaas e indica que ninguno de sus descendientes participar en
las bendiciones de la restauracin.
III. La promesa de la restauracin 30:1-33:26
El remanente es restaurado. Un nuevo pacto
La compra de propiedades por Jeremas
Cumplimiento del pacto davdico

30:1-31:40
32:1-44
33:1-26

Jeremas, especficamente, asegura a Israel su restauracin. Los exiliados sern devueltos


a su propia tierra para servir a Dios bajo un gobernante designado como "David su rey" (30:9).
Cuando Dios destruye todas las naciones, Israel ser restaurada tras un perodo de castigo. Dios,
que ha esparcido a Israel, volver a Sin tanto a Jud como a Israel en un nuevo pacto (31:31).
En esta nueva relacin, la ley ser inscrita en sus corazones y todos conocern a Dios con la
seguridad de que sus pecados han sido perdonados. Tan cierto como las luminarias de los cielos
estn en, sus rdenes fijados, as de cierta es !a promesa de la restauracin de Dios para su
nacin, Israel.
Las futuras esperanzas de restauracin, estn ms realistamente impresas sobre Jeremas
(32) durante el asedio de Babilonia a Jerusaln en el 587 a. C. Mientras que est confinado al
cuerpo de guardia, l es divinamente instruido para que adquiera una parcela de propiedad en
Anatot, procedente de su primo Hanameel. Cuando este ltimo aparece con la oferta, Jeremas
compra el campo inmediatamente. Con meticuloso cuidado, el dinero es pesado, el documento de
la compra se hace en duplicado, es firmado y sellado con testigos. Baruc, entonces, recibe
instrucciones de colocar el original y la copia en vasijas de barro para mayor seguridad.
A los testigos y a los observadores, esta transaccin tuvo que haberles parecido la cosa
ms ridcula. Quin podra ser tan iluso como para comprar una propiedad cuando la ciudad
estaba a punto de ser destruida? Ms sorprendente es el hecho de que Jeremas, que por cuarenta
aos haba predicho la capitulacin del gobierno de Jud, adquiera entonces el ttulo de
propiedad de una parcela de terreno. Este acto profetice tena una gran significacin; est de
acuerdo con la simple promesa de Dios de que efl aquella tierra las cosas y los campos seran
nuevamente adquiridos. La inversin de Jeremas representaba sencillamente la futura
prosperidad de Jud.
Tras haber completado su transaccin, Jeremas se pone en oracin (32:16-25). La
espada, el hambre y la peste son una terrible realidad conforme contina la ftil resistencia
contra el asedio de Babilonia. Jeremas mismo est perplejo por la compra que ha hecho en un
tiempo en que la misericordia de Dios ha abandonado a Israel que est siendo destruida y llevada
al cautiverio. El fiel profeta es advertido de que Jerusaln levant la ira de Dios por la idolatra y

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la desobediencia (32:26-35). Sin embargo, Dios que los esparce, les traer de regreso y restaurar
su fortuna (32:36-44).
Mientras que la ruina nacional se aproxima rpidamente, Jeremas recibe un plan de
promesa de restauracin. Con una admonicin de apelar a Dios, el Creador, el pueblo, mediante
Jeremas, es alentado a esperar cosas desconocidas.
En aquella tierra que est entonces en las fauces de la destruccin, surgir una rama justa
que brotar del pueblo de David para que prevalezca de nuevo la justicia y la rectitud. El
gobierno davdico y el servicio levtico sern restablecidos. Jerusaln y Jud sern una vez ms
la delicia de Dios. Este pacto ser tan seguro como los perodos alternantes fijos del da y la
noche. Conforme el gran juicio que Jeremas ha venido anunciando por cuarenta aos antes, est
a punto de llegar a su culminacin, en la destruccin de Jerusaln, las promesas y las bendiciones
para el futuro estn vividamente impresas sobre el fiel profeta.
IV. Desintegracin del reino 34:1-39:18
Los jefes infieles en contraste con los recabitas
Aviso a los jefes y al laicado
La cada de Jerusaln

34:1-22
35:1-36:32
37:1-39:18

Los aos ms obscuros de la existencia nacional de Jud estn brevemente resumidos en


esos captulos. La destruccin de Jerusaln es el mayor de todos los juicios en la historia de
Israel y en el Antiguo Testamento. Los acontecimientos registrados en 35-36, que vienen desde el
reinado de Joacim, sugieren una razonable base para juicio que se convierte en realidad en los
das de Sedequas.
El rey Sedequas ha sido frecuentemente advertido del juicio que se avecina. Entonces,
cuando los ejrcitos de Babilonia estn realmente poniendo sitio a Jerusaln (588), Sedequas
conoce de una forma especfica que la capital de Jud ser quemada mediante el fuego. La nica
esperanza para el es rendirse a Nabucodonosor (34). Rehusando conformarse a la obediencia del
aviso de Jeremas, Sedequas aparentemente busca la forma de encontrar un compromiso que lo
substituya. De acuerdo con una alianza entre el rey y su pueblo, todos los hebreos esclavos son
libertados en Jerusaln. La motivacin para este acto dramtico, no est indicada. Tal vez 'os
esclavos se hayan convertido en una responsabilidad o posiblemente, Podran luchar en el asedio
como hombres libres. Con toda certidumbre, aquello no fue motivado en su totalidad por una
cuestin religiosa con el deseo de conformarse a la ley, puesto revocaron su pacto tan pronto
como el sitio fue temporalmente levantado, mientras los babilonios perseguan a ios egipcios
(37:5). En trminos que no dejan lugar a duda, Jeremas anuncia que el temible juicio de Dios
sobre Sedequas y todos los hombres que rompieron los trminos del pacto se producir
inevitablemente (34:17-22). Los babilonios retornarn para quemar la ciudad de Jerusaln.
En los captulos 35-36, estn registrados los incidentes histricos del tiempo de Joacim,
indicando claramente que tal actitud de religiosa indiferencia ha prevalecido demasiado tiempo
en Jud. En una ocasin, Jeremas conduce a algunos recabitas, que haban tomado refugio en
Jerusaln, mientras que los babilonios ocupaban la Palestina, al templo. Jeremas les ofreci
vino, pero ellos rehusaron en obediencia al mandato de su antecesor Jonadab, que vivi en los
das de Jeh, rey de Israel. Por 250 aos, ellos han sido fieles a una legislacin hecha por
hombres, sin beber vino, sin plantar vias, ni construyendo casas, sino viviendo en tiendas. Si los
recabitas se conformaban a un juicio humano, cunto ms debera el pueblo de Jud obedecer a

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Dios quien repetidamente envi a sus profetas para advertirles contra la servidumbre a los
dolos? En contraste con la maldicin de Dios que estaba siendo enviada contra Jerusaln, los
recabitas seran bendecidos.
Joacim, el hijo del piadoso Josas, no solo es desobediente, sino que desafa a Jeremas y
a su mensaje. En el cuarto ao de su reinado, Jeremas instruye a Baruc para registrar los
mensajes que l ha dado previamente. Al siguiente ao, mientras que el pueblo se rene en
Jerusaln para observar un ayuno, Baruc pblicamente lee el mensaje de Jeremas en el atrio del
templo, advirtiendo al pueblo que se aparte de sus malvados caminos. Algunos de los prncipes
se asustan y dan cuenta al rey, que ordena que el rollo sea llevado a su presencia. Mientras
Jeremas y Baruc se esconden, el rollo ledo ante Joacim es destrozado en pedazos y quemado en
el brasero. Aunque el rey ordena su arresto, ellos no son encontrados por ninguna parte. Al
mandato de Dios, el profeta una vez ms dicta su mensaje a su escriba. Esta vez, se anuncia un
juicio especial pronunciado contra Joacim por haber quemado el rollo (36:27-31). Las
condiciones sern tales al tiempo de su muerte, que no tendr un enterramiento real, sino que su
cuerpo ser expuesto al calor del da y al fro de la noche.
Algunos de los acontecimientos ocurridos durante el sitio de Jerusaln, estn registrados
en 37-39. Con el fin de alcanzar claridad, el orden de los acontecimientos puede ser tabulado en
la forma siguiente:
Comienza el asedio el 15 de enero del 588
39:1; 52:4
Aviso a Sedequas
34:1-7
Encuesta de Sedequasrplica de Jeremas
21:1-14
Convenio para libertar a los esclavos
34:8-10
Se levanta temporalmente el sitio
37:5
Los esclavos reclamadosrepulsa de Jeremas
34:11-22
Jeremas arrestado, golpeado y encarcelado
37:11-16
La continuacin del asedio
Encuesta de SedequasJeremas transferido
37:17-21
Adquisicin de la propiedad por Jeremas
32:1-33:26
Jeremas lanzado a la cisterna
38:1-6
Ebed-melec rescata a Jeremas
38:7-13
Las ltimas entrevistas de Sedequas y Jeremas
38:14-28
Jerusaln conquistada el 19 de julio del 586
39:1-18
Jerusaln destruida el 15 de agosto del 586
II Reyes
25:8-10
Durante el asedio de dos aos y medio, Jeremas avisa constantemente al rey de que
rendirse a los babilonios sera lo mejor para l. A lo largo de todo ese perodo, Sedequas parece
frustrado al volverse hacia Jeremas en busca de consejo o ceder al grupo de presin pro-asirio
para continuar la resistencia contra los babilonios. En vano espera mejores noticias de Jeremas.
Finalmente, los babilonios irrumpen en Jerusaln. Sedequas escapa y logra llegar hasta Jeric;
pero es capturado y llevado ante Nabucodono-sor en Ribla. Tras ser obligado a presenciar la
muerte de sus hijos y la de numerosos nobles, Sedequas es cegado y llevado cautivo a la tierra
del exilio. As se cumple la profeca, aparentemente contradictoria de que Sedequas no vera
nunca la tierra a la que sera llevado como cautivo.

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V. La emigracin a Egipto40:1-45:5
Establecimiento en Mizpa bajo Gedalas
Derramamiento de sangre y desunin
En ruta hacia Egipto
Mensajes de Jeremas en Egipto
La promesa a Baruc

40:1-12
40:13-41:18
42:1-43:7
43:8-44:30
45:1-5

Jeremas recibe el ms cordial tratamiento de manos de los conquistadores babilonios.


Aunque maniatado y llevado a Rama es dejado en libertad por Naburzaradn el capitn de la
guardia de Nabucodonosor. Puesto a elegir, Jeremas escoge el quedarse con los que permanecen
en Palestina, incluso aunque recibe la seguridad de un tratamiento favorable si se va a Babilonia.
Con Jerusaln hecho un montn de ruinas humeantes, los que se quedan en Palestina, se
establecen en Mizpa, probablemente el actual Neb Samwil. Situada aproximadamente a unos 16
kms. al norte de Jerusaln, la ciudad de Mizpa se convierte en la capital de la provincia
babilnica de Jud, bajo el mando de Gedalas, gobernador al servicio de Nabucodonosor.
Esparcidas por todo el territorio hay muchas guerrillas dispersas por el ejrcito de Babilonia. Al
principio buscan el apoyo de Gedalas, pero unas cuantas semanas ms tarde, Ismael, uno de
aquellos capitanes, es utilizado por Baalis, caudillo de los beduinos amonitas, en un complot para
matar a Gedalas. En pocos das, Ismael mata brutalmente setenta de los ochenta Peregrinos en
ruta hacia Jerusaln procedentes del norte y fuerza a los ciudadanos de Mizpa a marchar hacia el
sur, esperando atraparlos en Amn a travs del Jordn. En ruta, son rescatados por Johann en
Gaban y llevados a Quimam, una estacin de caravanas, cerca de Beln, mientras Ismael
escapa.
Cambios repentinos encuentran a los que quedan, sin hogar y totalmente desalentados. En
pocos meses no solamente han visto a Jerusaln reducido a cenizas, sino que haban sido
desalojados de su asentamiento en Mizpa. En desesperada necesidad de una gua, se vuelven
hacia Jeremas.
Aunque intentan marcharse a Egipto por miedo a los babilonios, el pueblo est con
Jeremas para inquirir del Seor el futuro que les aguardaba. Tras un perodo de diez das, que
pone a prueba su paciencia, Jeremas tiene una respuesta. Tienen que permanecer en Palestina
(42:10). La emigracin a Egipto supone la guerra, el hambre y la muerte. Con deliberada
desobediencia y cargando sobre Jeremas el no haberles entregado el mensaje completo de Dios,
Johann y sus compinches llevan a los que quedan hacia Egipto (43:1-7). Mientras que el pueblo
se mueve en masa, Jeremas y su escriba Baruc, sin duda, carente de alternativa, se van con ellos.
Mientras en Tafnes, en Egipto, Jeremas advierte a su pueblo por un mensaje simblico,
que Dios tambin enviar a su siervo Nabucodonosor a Egipto para ejecutar el juicio (43:8-13).
En el prximo captulo, Jeremas bosqueja los recientes acontecimientos en un mensaje final.
Jerusaln est en ruinas porque los israelitas han ignorado los avisos de Dios enviados mediante
los profetas. El mal que ha cado sobre ellos es justo y recto en vista de su desobediencia. Israel
se ha convertido en una maldicin y un vituperio entre todas las naciones porque ha provocado la
ira de Dios. Entonces el pueblo es apstata y as desafa a Jeremas cuyas palabras son intiles
para moverles al arrepentimiento. Claramente le dicen que no obedecern y afirman que el mal
ha cado sobre ellos porque han cesado en adorar a la reina de los cielos. Las palabras finales de
Jeremas claramente indican que el juicio de Dios les espera y cuando llegue, comprobarn que
Dios est cumpliendo su palabra.

Curso: BAT- 201 Profetas mayores


Profesor: Efran Toledo Rodrguez
Documento Numero: 12

10

Aunque el captulo 45 registra un acontecimiento que ocurri cosa de dos dcadas antes,
en este punto tiene una singular significacin en el libro de Jeremas. Poco despus del primer
cautiverio en el 605 a. C., Baruc recibi instrucciones para poner escrito el mensaje de Jeremas.
Evidentemente Baruc lamenta y se siente desesperado al anticipar la terrible condenacin y
juicio que espera Jud. Personalmente, l no ve nada por delante que no sea la penuria, la
pobreza, el hambre, la guerra y la desolacin. Baruc es amonestado para no buscar grandes cosas
sino comprobar que la vida en s misma es un don de Dios. Dios le asegura que su vida ser
salvada como precio de la guerra. Tras la destruccin de Jerusaln, Baruc est todava con
Jeremas, indicando que Dios ha cumplido su promesa.
VI. Profecas concernientes a las naciones y ciudades
Egipto
Filistea
Moab
Amn
Edom
Damasco
CedaryHazor
Elam
Babilonia

46:1-51:64
46:1-28
47:1-7
48:1-47
49:1-6
49:7-22
49:23-27
49:28-33
49:34-39
50:1-51:64

El cuarto ao de Joacim, fue un momento crucial en la historia poltica de Jud. En la


decisiva batalla de Carquemis. los babilonios deshicieron a los egipcios, y as,
subsiguientemente, los ejrcitos triunfantes de Nabucodonosor ocuparon Palestina. Con el
desarrollo de los problemas internacionales tan gravemente para Jud, el profeta Jeremas emite
un nmero de adecuados mensajes fechados en el cuarto ao de Joacim. Significativas entre
ellas, estn las profecas que conciernen a las naciones.
No slo Egipto sufre la derrota en Carquemis, sino que por ltimo, Nabucodonosor
avanza 800 kms. Nilo arriba para castigar a Amn de Tebas (46). Por contraste, Israel ser
tranquilizado. Filistea ser arruinada por una invasin procedente del norte (47). La vida
nacional de Moab ser destruida bruscamente y su gloria convertida en vergenza. A causa de su
orgullo, no puede escapar a la destruccin, pero se le asegura su retorno del cautiverio al final
(48). Amn estar sujeto a juicio, poseda por Israel, y esparcida sin promesa de restauracin
(49:1-6). Edom tambin es condenada. Repentinamente, ser reducida desde su exaltada posicin
de tal forma que los transentes silbarn ante ella (49:7-22). Damasco, Cedar, Hazor y Elam, de
igual forma, esperan su juicio correspondiente (49:23-39).
Babilonia recibe la ms extensa consideracin en las profecas contra las naciones (50:151:64). Esta que es la ms grande y la ms poderosa de todas las naciones durante las dos ltimas
dcadas de la vida nacional de Jud, ser humillada por su orgullo. El Seor de los ejrcitos
enviar a los medos contra ella. Ante el Dios Omnipotente y gran Creador, la poderosa nacin de
Babilonia con sus dolos se encara a la destruccin. Con esas palabras de denuncia, Jeremas
enva a Seraas, un hermano de Baruc, a Babilonia (51:59-64). Tras leer este mensaje de juicio
sobre Babilonia, Seraas ata el rollo a una piedra y lo lanza al Eufrates. En una forma similar,
Babilonia est condenada a la perdicin para no volver a levantarse jams.

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Profesor: Efran Toledo Rodrguez
Documento Numero: 12
VII. Apndice o conclusin
Conquista y saqueo de Jerusaln
Condenacin de los oficiales
Deportaciones52:28-34

11

52:1-34
52:1-23
52:24-27

Este breve sumario del reinado de Sedequas, la cada de Jerusaln y las deportaciones,
concluye adecuadamente el libro de Jeremas. Tras cuarenta aos de predicar, Jeremas es testigo
del mensaje que l ha proclamado con toda fidelidad. Sedequas y los suyos sufren las
consecuencias de su desobediencia. Los vasos sagrados y los ornamentos del templo y su atrio
estn enumerados en los versculos 17-23 como llevados a Babilonia antes de que el templo
fuese destruido, de acuerdo con las predicciones de Jeremas. Joaqun, quien se entrega, recibe
generosa acogida y tratamiento y finalmente puesto en libertad al final del reinado de
Nabucodonosor.

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