Navarrokant
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Calvo Martínez
Historia de la Filosofía (Anaya), unidad 10 (pp. 226-250)
KANT
El juicio de la razón (es decir, el juicio a que la razón es sometida: genitivo objetivo),
significa para Kant un ejercicio crítico de la razón (es decir, realizado por ella misma:
genitivo subjetivo). Este juicio resulta absolutamente necesario no sólo por la
diversidad de interpretaciones de los filósofos (como señalábamos bajo el epígrafe
anterior), sino también y más originariamente aún, por el modo en que los seres
humanos de su época viven su vida: un modo no-ilustrado, es decir, de minoría de
edad. Pese a tratarse de una "época de ilustración", los hombres, piensa Kant, no
han llegado a hacer realmente de ella una "época ilustrada".
Kant registra una situación humana de "minoría de edad", propiciada por la pereza,
el encerramiento en la individualidad abstracta y, en definitiva, por la falta de
verdadera libertad. La tarea de la crítica de la razón (en su sentido más pleno, hasta
"orientarse en el pensamiento"), tendrá como objetivo primordial la realización de la
libertad, la superación de sus constricciones: la constricción civil y la constricción de
la conciencia (ya sea por la religión, ya sea por las normas social e históricamente
El remedio de tal situación solo puede ser la crítica de la razón, que ésta se atreva a
buscar en sí misma la piedra de toque de la verdad. "La máxima de pensar por sí
mismo: eso es la Ilustración". La crítica de la razón será, pues, la exigencia de
clarificación que el ser humano se impone sobre lo que es y sobre sus últimos fines e
intereses.
Desde la perspectiva de esta idea general y suprema de razón, la Filosofía es, para
Kant, "la ciencia de la relación de todos los conocimientos a los fines esenciales de
la razón humana". Este es el concepto mundano o cósmico de la Filosofía, por
Lo primero que ha de hacer una crítica de la razón es, como veíamos en el apartado
anterior, responder a la pregunta: ¿qué puedo conocer? La respuesta a esta
cuestión implica señalar: 1) los principios que hacen posible un conocimiento
científico de la naturaleza, y 2) los límites dentro de los cuales se mueve tal
conocimiento. Esta tarea es llevada, a cabo por Kant en su obra Crítica de la razón
pura. A ella dedicaremos esta segunda parte.
a) En primer lugar, puede dar como resultado una doctrina racionalista. Kant fue,
en efecto, en sus principios, un seguidor del racionalismo. Puesto que el
entendimiento produce espontáneamente ciertos conceptos sin derivados de la
experiencia, éste podrá conocer la realidad construyendo un sistema a partir de
esas ideas, sin necesidad de recurrir a los datos de los sentidos. Esta es la idea
central del racionalismo (véase en la unidad séptima, supra, 2.1.1. y 2.1.2.).
Combinando de forma adecuada los conceptos arriba señalados (sustancia,
causa, existencia, necesidad) que, según Kant, no derivan de la experiencia,
podríamos llegar a afirmar la existencia de un ser necesario (es decir, que no
puede no existir, Dios), y podríamos concebirlo como sustancia y causa primera.
La tesis kantiana puede, por tanto, expresarse en las tres siguientes afirmaciones: 1)
el entendimiento posee conceptos (puros) que no proceden de la experiencia (y en
esto se aleja del empirismo), 2) e! entendimiento los utiliza para unificar y ordenar la
experiencia, y 3) tales conceptos solamente son aplicables con validez dentro de
la experiencia.
Una vez que sabemos de qué condiciones se trata, intentemos ahora precisar cómo
es posible investigadas.
Este hecho hizo pensar a Kant que la pregunta por las condiciones que hacen
posible la ciencia podía concretarse de la siguiente manera: ¿cuáles son las
condiciones que hacen posibles los juicios de la ciencia? No es, pues, necesario
recorrer todos y cada uno de los tratados científicos para buscar las condiciones que
hacen posible la ciencia. Bastará, piensa Kant, con observar cuidadosamente qué
tipo de juicios utiliza el saber científico e investigar las condiciones que los hacen
posibles.
Hablamos de los juicios de la ciencia y, aunque cada vez vamos concretando más
nuestro planteamiento, aún nos encontramos a un nivel excesivamente general. En
efecto, ¿qué tipo de juicios son los característicos de la ciencia? (Kant siempre
entiende por ciencia las Matemáticas y la Física, tal como había sido formulada por
Newton). Para aclarado, se hace necesario distinguir antes entre diversos tipos de
juicios.
Juicios a priori son aquellos cuya verdad puede ser conocida independientemente
de la experiencia, ya que su fundamento no se halla en esta. "Un todo es mayor que
sus partes" es, de acuerdo con este criterio, un juicio a priori: conocemos su verdad
sin necesidad de andar comprobando y midiendo todos y partes.
Juicios a posteriori son aquellos cuya verdad es conocida a partir de los datos de la
experiencia. De acuerdo con esta clasificación, "todos los nativos del pueblo X miden
más de 1,90" es a posteriori: no tenemos otro recurso que observar a tales individuos
si queremos tener certeza de la verdad de este juicio.
Kant, sin embargo, tiene otra historia que contar. Tomemos la siguiente proposición:
"La recta es la distancia más corta entre dos puntos". ¿Se trata de un juicio analítico?
Ciertamente, no -piensa Kant-, ya que el predicado no está contenido en la noción
del sujeto: en el concepto de línea recta no entra para nada idea alguna de
distancias. Es, por tanto, sintético, ¿Es un juicio a posteriori? Tampoco, piensa Kant,
ya que: 1) nos consta su verdad sin tener que medir distancias entre dos puntos, sin
necesidad de recurrir a ninguna experiencia comprobatoria, y 2) es estrictamente
universal y necesario (carece de posibles excepciones). Es, por tanto, a priori.
Hay, pues, juicios sintéticos a priori. Por ser sintéticos, son extensivos, es decir, nos
dan información, amplían nuestro conocimiento de la realidad; por ser a priori, son
universales y necesarios y su verdad no procede de la experiencia. Más aún, los
principios fundamentales de la ciencia (Matemáticas y Física) son de este tipo.
El ejemplo que hemos utilizado antes ("la línea recta es la distancia más corta entre
dos puntos"), es un juicio de las Matemáticas, de la Geometría. También en la Física
existen juicios sintéticos a priori, y un ejemplo es el principio de causalidad: "todo lo
que comienza a existir tiene causa". En opinión de Kant, no se trata de un juicio
analítico: en la idea de "algo que comienza a existir" no está incluida la idea de "tener
una causa". Es, por tanto, sintético. Pero es a la vez estrictamente universal y
necesario y, por tanto, a priori. En este caso, Kant se aleja también de Hume, para
quien el principio de causalidad no expresa una ley universal y necesaria, sino una
generalización a partir de la experiencia. (Véase la crítica de Hume a la idea de
causa r el unidad anterior).
A juicio de Kant, Hume cometió el error de confundir las leyes causales particulares
con el principio general de causalidad. Tomemos una ley causal cualquiera, por
ejemplo "los metales son dilatados por el calor". Kant no tiene inconveniente en
reconocer que se trata de un juicio sintético a posteriori: la experiencia nos muestra
que, de hecho, los cuerpos son dilatados por el calor, pero no que necesariamente
tenga que ser así; es concebible sin contradicción que un metal se contraiga en vez
de dilatarse. Es, pues, un juicio a posteriori, basado en la experiencia, y como tal, ni
estrictamente universal ni necesario.
Dentro de la estructura la Crítica de la razón pura -de cuyas doctrinas nos venimos
ocupando-, cabe diferenciar tres apartados que Kant denomina respectivamente, con
su terminología peculiar, "estética trascendental", "analítica trascendental" y
"dialéctica trascendental".
Estos tres apartados corresponden a las tres facultades que Kant distingue en el
ser humano: sensibilidad, entendimiento y razón. (Propiamente hablando -como
señalábamos más arriba-, para Kant solo existen dos facultades cognoscitivas, la
sensibilidad y el entendimiento; pero dentro de la facultad intelectual Kant distingue,
a su vez, dos tipos de actividad intelectual: la formulación de juicios, realizada por el
"entendimiento" propiamente dicho, y la facultad de razonar, de enlazar juicios
formando razonamientos, a la que denomina "razón").
Estos tres apartados se corresponden también con los tres tipos de conocimiento
cuyo estudio interesa fundamentalmente a Kant: el matemático, el físico y el
metafísico. El plan de conjunto es, pues, el siguiente:
Que el espacio y el tiempo 1) son formas significa que no son impresiones sensibles
(colores, sonidos, etc.), sino la forma o el modo como percibimos todas las
impresiones particulares (los colores, los sonidos, etc., son percibidos en el espacio y
en el tiempo); 2) que son a priori significa que no proceden de la experiencia, sino
que la preceden, como condiciones para que esta sea posible; 3) que son formas a
priori de la sensibilidad significa, en fin, que lo son del conocimiento sensible. Kant
distingue entre sensibilidad externa (la "sensación" de Locke) y sensibilidad interna
(la "reflexión" de Locke). La sensibilidad externa está sometida a ambas formas de
espacio y tiempo (colores, sonidos, etc., se perciben en el espacio y en el tiempo). La
sensibilidad interna está solo sometida a la forma del tiempo (nuestras vivencias,
imaginaciones, recuerdos, etc., se suceden unos a otros en el tiempo).
Supongamos que estamos viendo un objeto familiar, un árbol, por ejemplo. Nuestros
sentidos nos ofrecen ciertas impresiones sensibles (colores, formas, etc.) aquí y
ahora. Si alguien nos pregunta qué estamos viendo, diremos: un árbol. El ejemplo
Conceptos empíricos son los que proceden de los datos de los sentidos (son a
posteriori, en la terminología kantiana). Los conceptos de "casa", "perro", "mamífero"
son empíricos, extraídos de la experiencia a partir de la observación de las
semejanzas y rasgos comunes a ciertos individuos.
Con esta idea en la mente, Kant recurrió a la lógica y encontró que los juicios pueden
ser: 1) atendiendo a la cantidad, universales, particulares y singulares; 2) según la
cualidad, afirmativos, negativos e indefinidos; 3) atendiendo a la relación,
categóricos, hipotéticos y disyuntivos, y 4) según la modalidad, problemáticos,
asertóricos y apodícticos.
Doce son, pues, las categorías o conceptos puros: unidad, pluralidad y totalidad, que
corresponden a los tres tipos de juicios según la cantidad; realidad, negación y
limitación, que corresponden a los tres tipos de juicios atendiendo a la cualidad;
sustancia, causa, comunidad, que corresponden a los tres tipos de juicios según la
relación; posibilidad, existencia y necesidad, que corresponden, en fin, a los tres
tipos de juicios atendiendo a la modalidad.
Así como el espacio y el tiempo han de llenarse con las impresiones sensibles, las
categorías han de llenarse con los datos procedentes del conocimiento sensible.
Esto implica que las categorías solo son fuente de conocimiento aplicadas a los
fenómenos (es decir, a las impresiones sensibles que se dan en el espacio y el
tiempo). Como decíamos al comienzo de esta parte, las categorías no tienen
aplicación válida más allá de los fenómenos, no pueden aplicarse válidamente a
realidades que estén más allá de la experiencia.
Los principios fundamentales en que se basa la Física son, según Kant, juicios
sintéticos a priori. Más arriba proponíamos como ejemplo de este tipo de juicios el
principio de causalidad, que constituye una ley básica de nuestro conocimiento de la
naturaleza. Existen otros importantes principios relativos a la naturaleza que, según
Kant, son también de esta clase, pero prescindiremos de ellos, ya que su caso es
exactamente el mismo que el del principio de causalidad. Tomemos, pues, este
como ejemplo y veamos cómo -siendo sintético- puede ser a priori.
2. Como hemos señalado antes, los fenómenos solo pueden ser conocidos por el
entendimiento si este les aplica las categorías. Por tanto, las categorías se
aplican a todos los fenómenos conocidos por el entendimiento; luego el principio
de causalidad (basado en la categoría de causa) será aplicable a todos los
fenómenos que el entendimiento conoce (o puede conocer). Es, por tanto,
estrictamente universal y necesario.
Hemos insistido repetidamente con Kant en que las categorías no son aplicables
fuera de la experiencia más allá de lo dado en el espacio y en el tiempo. Esto se
denomina fenómeno (lo que aparece o se muestra al sujeto). Ahora bien, la idea
misma de algo que aparece implica, correlativamente, la idea de algo que no
aparece, la idea de algo en sí. El objeto -en tanto que aparece y es conocido- se
denomina "fenómeno"; el correlato del objeto, considerado al margen de su relación
con la sensibilidad, se llama "cosa en sí", o bien "nóumeno" (en la medida en que es
algo solo inteligible).
3.2.2. La razón
Este sencillo silogismo nos muestra cómo la conclusión, el juicio "todos los
investigadores son mortales", tiene su fundamento en un juicio más general, la
premisa "todos los hombres son mortales". Nuestro razonamiento puede ir, sin
embargo, más lejos: cabría preguntarse por el fundamento de la premisa mayor y así
cabría el siguiente silogismo; Todos los animales son mortales; todos los hombres
son animales; luego todos los hombres son mortales.
La razón es, pues, de tal naturaleza que tiende a encontrar condicione (hipótesis,
leyes) cada vez más generales, que abarquen y expliquen un mayor número de
fenómenos.
Dios, alma y mundo son, según Kant, tres ideas de la razón que juegan un papel
muy peculiar dentro de nuestro sistema cognoscitivo. Pues si bien no nos
proporcionan conocimiento objetivo alguno, expresan sin embargo el ideal de la
razón de encontrar leyes y principios más generales cada vez como el horizonte que
nunca se alcanza (que no puede ser alcanzado), pero que nos indica continuamente
que hay que seguir avanzando.
Esta doble vertiente puede expresarse por medio de la distinción entre razón teórica
y razón práctica. (No se trata, por supuesto, de dos razones, sino de dos funciones
de la razón). La razón teórica se ocupa de conocer cómo son las cosas; la razón
práctica, de saber cómo debe ser la conducta humana. A la razón práctica no le
corresponde conocer cómo es de hecho la conducta humana, sino cómo debe ser:
no le interesan los motivos que determinan empírica y psicológicamente a los hom-
bres (deseos, sentimientos, egoísmo, etc.), sino los principios que har de moverle a
obrar para que su conducta sea racional y, por tanto, moral. Esta separación entre
ambas esferas suele expresarse diciendo que la ciencia (la razón teórica) se ocupa
del ser, mientras que la moral (la razón práctica) se ocupa del deber ser.
En primer lugar, no debe confundirse ética material con ética materialista: lo contrario
de una ética materialista es una ética espiritualista, lo contrario de una ética material
es una ética formal. (Por ejemplo, la ética de Tomás de Aquino es material, pero no
materialista).
De modo general, podemos decir que son materiales las éticas que fijan un bien
supremo para el ser humano como criterio de la bondad o maldad de su conducta;
por tanto, los actos serán buenos cuando nos acerquen a la consecución de tal bien,
y malos (reprobables, no aconsejables) cuando nos alejen de él. De acuerdo con
esta definición, en toda ética material encontramos estos dos elementos: a) hay
bienes, cosas buenas para el hombre (el placer, la felicidad, etc.), y b) una vez
establecido cuál es el bien supremo, la ética establece unas normas o preceptos
encaminados a alcanzado.
Con otras palabras, la ética material es una ética que tiene contenido, y lo tiene en el
doble sentido que acabamos de señalar: en cuanto que establece un bien supremo
(por ejemplo, el placer en la ética epicúrea), y en cuanto que dice lo que ha de
hacerse para conseguido'(preceptos de la ética epicúrea son, por ejemplo, "no
comas en exceso", o "aléjate de la política").
Kant rechazó las éticas materiales porque, a su juicio, presentan las siguientes
deficiencias:
a) En primer lugar, las éticas materiales son empíricas, son a posteriori, es decir, su
contenido está extraído de la experiencia. En el caso de la ética epicúrea, ¿cómo
sabemos que el placer es un bien máximo para el hombre? Indudablemente, porque
la experiencia nos muestra que desde niños los hombres buscan el placer y huyen
del dolor. ¿Cómo sabemos que para conseguir un placer duradero y razonable se ha
de comer sobriamente y se ha de permanecer alejado de la política? Sin duda,
porque la experiencia nos muestra que el exceso produce, a la larga, dolor y
¿Qué es entonces una ética formal? Pues una ética que carece de contenido en los
dos sentidos en que la ética material lo posee: 1) no establece ningún bien o fin que
haya de ser perseguido por el ser humano y, por tanto, 2) no nos dice lo que hemos
de hacer, sino cómo debemos actuar, la forma en que debemos obrar.
b) El deber
El valor moral de una acción no radica, pues, en el fin o propósito a conseguir, sino
en la máxima, en el móvil que determina su realización, cuando este móvil es el
deber: "Una acción hecha por deber tiene su valor moral, no en el propósito que por
medio de ella se quiera alcanzar, sino en la máxima por la cual ha sido resuelta; no
depende, pues, de la realidad del objeto de la acción, sino meramente del principio
del querer" (ibíd., pág. 39.)
c) El imperativo categórico
Por lo que se refiere a la existencia de Dios, Kant afirma que la disconformidad que
encontramos en el mundo entre el ser y el deber-ser exige la existencia de Dios
como realidad en quien el ser y el deber-ser se identifican y en quien se da una
unión perfecta de virtud y felicidad.