Rubinstein El Ser y Conciencia
Rubinstein El Ser y Conciencia
Rubinstein El Ser y Conciencia
EL SER Y LA CONCIENCIA
Y
EL PENSAMIENTO Y LOS CAMINOS
DE SU INVESTIGACION
per
S. L. RUBINSTEIN
EDITORIAL GRIJALBO, S. A.
M éxico , D. F., 1963 '
BYTIE I SOZNANIE
IM P R E S O EN M E X IC O
P R IN T E D IN M E X IC O
INDICE GENERAL DE
EL SER Y LA CONCIENCIA
CAPITULO I
CAPITULO II
CAPITULO III
CAPITULO IV
INDICE GENERAL DE
CAP ITU LO I
CAPITULO II
CAPITULO III
CAPITULO IV
CAPITULO V
CAPITULO VI
P l a n t e a m ie n t o del problem a.
E l se r y l a c o n c ie n c ia .— I.
pues, una cuestión no ya de honestidad científica, sino, en último término,
de responsabilidad moral y política por el destino del hombre. Con este
espíritu enfocaron el estudio de los problemas teóricos básicos los funda
dores del marxismo. Esta es la única actitud que cabe respecto a tales
problemas. De otro modo, ni siquiera vale la pena abordarlos.
Los fenómenos psíquicos, como los de cualquier otra naturaleza, están
relacionados con todos los fenómenos de la vida, con los distintos aspectos
y propiedades del mundo material. En sus diversas relaciones, se mani
fiestan con cualidades distintas: ya como actividad nerviosa superior
refleja, ya como lo ideal en contraposición a lo material o como lo sub
jetivo en oposición a lo objetivo. Para llegar al conocimiento cabal y
justo de la naturaleza de lo psíquico, no hay que partir de su concepción
abstracta y general, unilateral, ateniéndonos a la calidad en que lo psí
quico aparece en una cualquiera de sus relaciones (por ejemplo: como lo
ideal en oposición a lo material o como lo subjetivo en oposición a lo ob
jetivo), sino que es necesario emprender el estudio concreto de los fenó
menos psíquicos, es preciso verlos según sus nexos esenciales, sean inme
diatos o mediatos, es indispensable poner de manifiesto sus distintas carac
terísticas y relacionarlas entre sí de acuerdo con la lógica objetiva de los
enlaces y vínculos en que cada una de dichas características se presenta.
Tal es el punto de partida de una auténtica investigación científica, el
único que puede permitirnos superar los diferentes “ puntos de vista” , ar
bitrarios en su unilateralidad.
Los fenómenos psíquicos ya por su origen aparecen, ante todo, vincu
lados al cerebro, pues surgen y existen únicamente como función o acti
vidad de este último. Lo psíquico encuentra su forma primaria de exis
tencia en un proceso, en una actividad que es, precisamente, actividad
cerebral. El investigar la naturaleza de los fenómenos psíquicos tiene por
objeto — o por lo menos como uno de los objetos esenciales— el estudio
de la relación que existe entre los fenómenos psíquicos y el cerebro. El
problema estriba no en ver si existe o no dicha relación, pues su existen
cia está fuera de toda duda, sino en descubrir cómo es, de qué modo la
actividad psíquica está relacionada con el cerebro, cuáles son ;los rasgos
diferenciales de dicha actividad- Al intentar resolver este problema resulta
que es insoluble si a la vez no se descubre cuál es la relación de los fenó
menos psíquicos con el mundo exterior.
La actividad psíquica es una actividad cerebral que constituye, a la
vez, un reflejo y un conocimiento del mundo. Todo fenómeno psíquico
participa siempre de ambas cualidades. Se trata de dos problemas diferen
tes e incluso aparentemente de distinta naturaleza. Uno es de carácter
gnoseológico, y se refiere al valor cognoscitivo de los fenómenos psíquicos
en función de la realidad objetiva. El otro pertenece a la esfera d e .las
ciencias naturales y concierne a la vinculación de lo psíquico con el cere
bro. Los dos problemas se condicionan entre sí de tal modo, que si se
resuelve uno de ellos en determinado sentido, el otro problema ha de
resolverse forzosamente en un sentido que depende con todo rigor de esa
primera solución, y no es posible resolverlo de otro modo.
No es preciso separar y contraponer estos dos problemas, es decir:
la relación de lo psíquico con el cerebro y su relación con el mundo ex
terior. Ello es imposible ante todo por el hecho de que la actividad psí
quica es una Actividad cerebral que se verifica en función del mundo
exterior y respondiendo a la acción que éste ejerce sobre el cerebro.-De
ahí que si se comprende de manefa justa la relación de lo psíquico con
el cerebro, se comprende asimismo de modo justo su relación con el
mundo exterior y sólo comprendiendo debidamente la relación de lo
psíquico con éste es posible llegar a la comprensión cabal, correcta,
de su relación con el cerebro.1
Afirmar que la actividad psíquica es una actividad cerebral en función
del mundo exterior, en respuesta a la acción que éste ejerce sobre el
cerebro, significa, en última instancia, afirmar que es una actividad
refleja.
La tesis de que lo psíquico constituye una actividad o una función
del cerebro y es, al mismo tiempo, reflejo de la realidad objetiva, implica
en cierto modo concebir — de manera necesaria y en calidad de premisa^
la actividad psíquica como actividad refleja. La actividad psíquica cons
tituye una función del cerebro y un reflejo del mundo exterior, porque
la propia actividad cerebral es una actividad refleja condicionada por la
acción de dicho mundo- La actividad psíquica puede ser un reflejo del
mundo única y exclusivamente porque ella misma posee carácter reflejo,
porque los fenómenos psíquicos, en su propio origen, se hallan determi
nados por la acción de objetos de los cuales son, en virtud de este mismc
hecho, un reflejo.
Afirmar que lo psíquico es función del cerebro no puede significar,
ni significa, que sea una actividad determinada por completo interior
mente y que parta del cerebro, de su estructura celular. No bien se con
ciben los fenómenos psíquicos como tal actividad del cerebro o de los
órganos de los sentidos, dichos fenómenos pasan a ser considerados, de
nuevo, inevitablemente, como expresión del estado en que se halla el ór
gano correspondiente (receptor o cerebro) y en consecuencia pierden su
valor cognoscitivo respecto al mundo; en el mejor de los casos, se trans
forman en signo convencional de los objetos. La concepción de lo psíquico
como actividad que arranca del cerobro lleva a la fuerza — como nos
enseña la historia— al idealismo fisiológico. El valor cognoscitivo de los
fenómenos psíquicos respecto al mundo exterior como realidad objetiva,
se conserva sólo si dichos fenómenos se conciben no como actividad
inicial del cerebro determinada exclusivamente desde el interior de dicho
órgano, sino como una actividad que es ya una respuesta a la influencia
3 Como veremos más adelante, hay una relación muy estrecha entre la teoría
de la actividad psíquica como reflejo y la teoría del reflejo como concepto gnoseo
lógico. Sin embargo, no cabe unirlas — como se ha venido haciendo repetidamente
en los últimos tiempos— haciendo simplemente correlativos los términos latino
( “ reflektómi” ) y eslavo ( “ otrazhátelni” ) del concepto de “ reflejo” . Para conven
cerse de ello basta recordar el contenido concreto que se da al término “ reflektómi”
( “ otrazhátelni” ) en la doctrina de la actividad nerviosa superior y en la gnoseología
marxista. I. P. Pávlov escribió: “ Sabemos que la actividad básica del sistema
nervioso central estriba en la denominada actividad refleja ( “ reflektornaía, otraz-
honnaici’ ) es decir, en el hecho de trasladar el excitante de las vías centrípetas a
las centrífugas” (I. P. Pávlov. Obras completas, t. III, Libro I. Moscú, Ediciones
de la Academia de Ciencias de la U.R.S.S., 1951, pág. 194. - El subrayado es
mío: S. R .). Es evidente que la actividad refleja, tal como Pávlov la concibe,
en manera alguna coincide de modo inmediato con el sentido que da al concepto de
“ reflejo” la teoría marxista-leninista del conocimiento. La cuestión estriba no en la
etimología ni en el significado de las palabras. Para poner de manifiesto la rela
ción que existe entre la teoría de la actividad psíquica como reflejo y la teoría del
reflejo como concepto gnoseológico, se requiere no jugar con las palabras, sino
llevar a cabo un análisis profundo de la esencia de ambas teorías, la fisiológica
y la gnoseológica.
mente en una actividad inicial del cerebro determinada interiormente
por la estructura de sus células, o que es fruto de la actividad puramente
subjetiva del individué tomado como tal y aislado del mundo circundante,
resultarían luego vanos todos los intentos que se verificaran para resta-.
blecer el nexo — roto en un principio— entre la actividad psíquica y el
mundo exterior. La concepción subjétivista de la actividad psíquica ex
cluye la posibilidad del conocimiento en el sentido propio de la palabra.
El punto de partida que nos permite superar la concepción subjétivista
de la actividad psíquica estriba en el reconocimiento de que los fenómenos
psíquicos surgen en el proceso de interacción que se produce entre el
individuo y el mundo exterior, proceso que tiene su comienzo en la acción
de este último, de suerte que el mundo exterior desde el primer momento
participa en la determinación de los fenómenos psíquicos.
En el desarrollo de nuestros razonamientos, el principio concerniente
al carácter reflejo de la actividad psíquica ha quedado incluido en el
número de principios filosóficos iniciales que determinan la solución del
problema básico de la filosofía, a saber: cuál es el lugar que ocupan los
fenómenos psíquicos en relación con los demás fenómenos del mundo.
Mas al referirnos al carácter reflejo de la actividad psíquica, no hemos
tratado para nada de sus mecanismos fisiológicos- El afirmar que la acti
vidad psíquica tiene carácter reflejo no significa, en este caso, sino carac
terizar el modo de su determinación. La actividad refleja es siempre una
actividad que es determinada desde fuera. La teoría del reflejo basada
en el determinismo mecanicista (por ejemplo, la de Descartes y de sus
discípulos inmediatos) constituye una teoría de la causa que actúa en
calidad de impulso externo entendido com o. determinante inmediato del
efecto último de dicha causa. En la concepción materialista dialéctica
del determinismo, en cambio, todo influjo es considerado como interac
ción. El efecto de una causa externa depende no sólo del cuerpo donde
dicha causa se origina, sino también del cuerpo sobre el que la acción se
verifica. Las causas externas actúan a través de condiciones internas (for
madas en dependencia de influjos externos). La teoría del reflejo a que
nos estamos refiriendo, significa, en esencia, que el principio del deter
minismo en su concepción materialista dialéctica se aplica a la actividad
psíquica del cerebro. Dicha concepción materialista dialéctica del deter
minismo constituye la premisa general de la teoría de la actividad psíquica
considerada como reflejo. Ella es, en última instancia, la que unifica los
conceptos de actividad psíquica como reflejo del mundo y como función
del cerebro.
De la teoría del reflejo sólo un eslabón se eleva hasta la esfera de la
teoría filosófica y el eslabón aludido es, precisamente, el concepto mate
rialista dialéctico respecto a la determinación de la actividad psíquica
del cerebro. Tenemos, pues, que la premisa general común a la teoría del
reflejo como teoría del origen natural de la actividad psíquica y a la
teoría del reflejo en tanto que determina el valor cognoscitivo de dicha
actividad en función de la realidad objetiva, estriba en la aplicación del
principio del determinismo en su concepción materialista dialéctica a la
actividad psíquica del cerebro.
En este caso, el principio determinista del materialismo dialéctico se
nos ofrece en calidad de principio metodológico que condiciona la estruc
tura del conocimiento científico, de la teoría científica. Este principio
determinista en su concepción materialista dialéctica puede servir de
principio metodológico porque refleja la naturaleza de los fenómenos,
expresa cuál es el carácter real de sus conexiones-
Todos los fenómenos del mundo están relacionados entre sí. Toda
acción sobre algo es interacción; toda modificación de un fenómeno se
refleja en los demás y ella misma constituye una respuesta al cambio que
han sufrido otros fenómenos que inciden sobre él. Ahora bien, toda
acción externa sobre un cuerpo, sobre un fenómeno, queda como refrac
tada por las propiedades internas de dichos cuerpo o fenómeno. Toda
acción recíproca constituye, en este sentido, el reflejo de unos fenómenos
por parte de otros. No en vano escribió Lenin: . .es lógico suponer que
toda la materia posee una propiedad esencialmente parecida a la sensa
ción, la propiedad de refleja r...” 4
Esta propiedad, común a todo lo existente, se expresa en el hecho de
que en todos los objetos se dejan sentir las acciones externas a que se
hallan sometidos. Las acciones externas condicionan también la propia
naturaleza interna de los fenómenos y parece como si se fueran sedimen
tando y conservándose en ella. A eso se debe que en cada fenómeno se
encuentren representados, reflejados, todos los objetos que actúen sobre
él. Se hallan “ representados” por medio de su influjo. En cierto sentido,
cada fenómeno es “ espejo y eco del universo” . Al mismo tiempo, el resul
tado de una acción a otra sobre un fenómeno, cualquiera que sea, está
condicionado por la naturaleza interior de este último. La naturaleza
interior de los fenómenos constituye el “ prisma” a través del cual unos
objetos y fenómenos se reflejan en otros.
En ello radica la propiedad fundamental del ser- En ello se basa la
concepción materialista dialéctica de la determinación de los fenómenos
como interacción e interdependencia. Si la materia no poseyeia la propie
dad a que nos referimos, tendría razón el determinismo mecanicista al
afirmar que el efecto de una acción depende tan sólo de las causas ex
ternas que actúan en calidad de impulso. Según esta teoría, las causas en
su condición de impulso externo, las acciones externas, pasan a través del
objeto sobre el que inciden sin modificarse, sin reflejarse en él.
No obstante, todos los hechos del conocimiento científico y de la obser
vación cotidiana, constituyen una refutación de semejante determinismo
mecanicista, todos nos dicen que el efecto de una causa, cualquiera
que ésta sea, depende, no sólo de la naturaleza del objeto que actúa
como tal causa, sino, además, de la naturaleza del objeto sobre el que
incide.
5 Del mismo modo que la reducción de las formas superiores a las inferiores
haciendo caso omiso de las particularidades específicas de las primeras nos sitúa
en el plano del materialismo mecanicista, la proyección de las particularidades
específicas de las formas superiores a las inferiores nos sitúa en el plano propio
del idealismo.
c Las tesis de que el reflejo constituye una propiedad común a todo el mundo
material, de que las formas que esta propiedad refleja adquiere son distintas en los
El principio general de la interdependencia de los fenómenos se tra
duce en la realidad concreta en formas tan diversas como variada es la
naturaleza de los fenómenos que llegan a relacionarse entre sí. En cada
esfera de fenómenos, el carácter distinto de sus leyes es expresión de las
diferencias específicas del reflejo como propiedad específica de los fenó
menos en cuestión. Las correlaciones entre la acción externa y las con
diciones internas a través de las cuales dichas correlaciones se manifies
tan se van transformando gradualmente. Cuanto más nos elevamos al
pasar de la naturaleza inorgánica a la orgánica y de los simples organis
mos vivos al hombre, tanto más compleja resulta la naturaleza interna
de los fenómenos y tanto mayor se va haciendo el peso específico de las
condiciones internas respecto a las externas.
En la naturaleza muerta el reflejo se presenta como reacción externa
<física, química), como respuesta del cuerpo a la acción que sobre él
incide. En la naturaleza inorgánica, las reacciones externas coinciden con
las trasformaciones que sufre el estado interior de los cuerpos sobre los
que recae una acción externa- “ La reacción mecánica, física (en forma
de calor, etc.), se agota en cada uno de sus actos. La reacción química
modifica la composición del cuerpo que reacciona y se renueva sólo cuan
do se añade una nueva cantidad de dicho cuerpo. Únicamente el cuerpo
orgánico reacciona independientemente, claro es que en los límites de sus
posibilidades (sueño) y dando por supuesto que no falta la debida ali
mentación ; mas ese alimento actúa sólo después de que ha sido asimilado
y no de manera inmediata, como ocurre en los grados inferiores, de
suerte que el cuerpo orgánico posee fuerza de reacción independíenle;
la nueva reacción ha de ser hecha posible de modo mediato por él” .'
En la naturaleza viva aparece una nueva forma, específica, del reflejo: la
excitabilidad, que constituye un aspecto de la propiedad de reaccionar.s
La excitabilidad constituye la capacidad de responder a la acción externa
mediante el estado de la excitación interna. En los organismos vivos exci
tables se diferencian los cambios del estado interno y de las reacciones
externas. En virtud de esto, el efecto de toda acción externa sobre un orga
nismo vivo depende no sólo de la naturaleza constante del cuerpo que
sufre dicha acción, sino, además, de su estado interno, sujeto a modifica
ciones. En el número de las condiciones internas de las que depende el
efecto de la acción externa sobre el organismo, entran no sólo las propie
dades permanentes de este último — de su cuerpo—, sino, además, su
• '
*
CAPITULO II
1. T e o r ía d e l r e f l e j o .
1 Acerca del denominado realismo representativo cf. Roy Wood Sellars, The
Philosophy of physical Puaíism. Ch. II — “ Idealism an Interlude” § “ Trad'tional
representative Realism” . Nueva York, 1932, págs. 31-38.
conciencia, sin relación alguna con el objeto, de modo semejante a como
el objeto material, la cosa, existe en el mundo material- La imagen y el
objeto se conciben como dos cosas pertenecientes a dos mundos: la ima
gen, como perteneciente al mundo interior, espiritual, de la conciencia;
el objeto, al mundo exterior de la realidad material. Este concepto de la
imagen constituye, además, el concepto básico de la psicología intros
pectiva.
El realismo representativo pretende demostrar que tales imágenes
subjetivas, ideas, “ representan” a las cosas y “ corresponden” a las cosas.
Ello no obstante — dadas la premisas dualistas de que parte el realismo
a que nos referimos— , queda como suspendida en el aire la correspon
dencia indicada entre ideas y objetos. Resulta imposible comprobar que
existe esta correspondencia partiendo del concepto que tiene de las' “ ideas”
el realismo “ representativo” , concepto que estriba en considerar las
“ ideas” como puros estados subjetivos de la conciencia. La conciencia,
cerrada en la esfera de sus “ ideas” , de ningún modo puede “ confrontar
las” con los objetos. El idealismo, en su intento de reducir la verdad a la
eorrespodencia de las ideas con las propias ideas, ya hizo uso de dicha
circunstancia.
El argumento fundamental del idealismo consiste en lo siguiente: en
el proceso del conocimiento, de ningún modo podemos “ saltar más allá”
de las sensaciones, de las percepciones y de los pensamientos; por ende,
no podemos llegar a la esfera de las cosas; en consecuencia, es necesario
admitir que las sensaciones y las percepciones constituyen el único objeto
de conocimiento posible. En la base de este argumento “ clásico” del idea
lismo, se encuentra la idea de que, para llegar a la esfera de los objetos
reales, es necesario “ salir” de la esfera de las sensaciones, percepciones
y pensamientos, lo cual, naturalmente, para la cognición, resulta impo
sible.
Este razonamiento presupone de antemano que está demostrado lo
que trata de demostrar. Se da por supuesto que la sensación y la percep
ción son meras formaciones subjetivas, externas por lo que respecta a los
objetos a la realidad objetiva. El hecho es, empero, que los objetos
participan en la génesis misma de las sensaciones. Las sensaciones, al
producirse como resultado de la acción de los objetos sobre los órganos
de los sentidos, sobre el cerebro, se encuentran vinculadas, en su génesis,
a dichos objetos. En su tiempo, Berkele'y, criticando precisamente al rea
lismo representativo por su incapacidad de dar una base al conocimiento
del mundo exterior, sostuvo el criterio de que los datos sensoriales consti
tuyen los únicos objetos de conocimiento y situó, por ende, dichos datos
s-ensoriales en el lugar de los objetos. El mismo camino sigue hoy ti
neorrealismo. En efecto, si se admiten las premisas iniciales del realismo
representativo, es decir, si se considera que las imágenes, las ideas, son
meros estados subjetivos de conciencia (aunque afloren en nuestra con
ciencia por influjos externos), resulla vano lodo intento que se haga para
salir de la esfera del mundo subjetivo, del mundo de las ideas, de la
conciencia, para pasar al mundo de los objetos realeo físicos, materiales..
El error del representacionismo, empero, no se corrige, sino que se acentúa
al situar dichos datos sensoriales, en calidad de únicos objetos inmediatos
de la conciencia, en el lugar de las cosas, como hacen Berkeley y el
neorrealismo contemporáneo.
Tomar las imágenes, las ideas, los fenómenos cognoscitivos y sepa
rarlos de los objetos materiales, lleva al paralelismo. La correlación entre
ideas y cosas no puede ser más que una correspondencia — sin que se
sepa cómo se ha establecido ni quién la establece— de los elementos
de distinto género que constituyen dos series paralelas. Admitido un
paralelismo semejante entre los fenómenos de la conciencia y los fenó
menos del mundo material, en el mejor de los casos, las imágenes y las
ideas sólo pueden ser signos de realidades materiales, con las que se
encuentran, únicamente, en correspondencia formal; signos que coin
ciden con tales realidades sólo por correlaciones externas que de ningún
modo ponen de manifiesto cuál es la esencia de las cosas; el auténtico
conocimiento de las cosas se hace imposible y el problema gnoseológico
resulta insoluble.
Esta concepción de la imagen lleva inevitablemente a consecuencias
fatales. Si se acepta, ya no hay modo de librarse de las contradicciones,
de los problemas ficticios y, por ende, insolubles. La doctrina de la per
cepción se atasca en la necesidad de resolver un enigma; de qué modo la
imagen interior de la conciencia se lleva al exterior y de qué modo
desde el mundo de la conciencia penetra en el mundo material, exterior,
de las cosas. Dado que — según la premisa inicial— 'la imagen es con
cebida como objeto ideal sui géneris, al margen, por su naturaleza inte
rior, de toda relación con los objetos del mundo material, queda excluida
de antemano la posibilidad de resolver de manera justa el problema con
cerniente a los vínculos entre imagen y objeto.
En realidad, no existe la imagen cómo objeto ideal, separado del
objeto material o puesto en lugar de este último, sino que existe la
imagen del objeto. Ahora bien, la imagen del objeto no es su signo. La
imagen en general, sin relación con el objeto del cual es un reflejo, no
existe. Lo que nosotros percibimos no son imágenes, sino objetos, cosas
materiales en imágenes. Es imposible separar del objeto la imagen sin
f destruirla. El camino inicial lleva no de la conciencia a las cosas, sino
de éstas a la conciencia. Por este motivo, el problema que trata de
cómo la percepción pasa de las imágenes a las cosas, constituye un pro
blema erróneamente planteado. Infentar resolverlo planteado de esta
forma, significa caer en una trampa y encontrarse, junto al idealismo, en
un callejón sin salida.2
2 Todo lo que acabamos de decir respecto a la percepción puede aplicarse, en
principio, a la representación. Por lo común, las representaciones se presentan como
imágenes “ internas” —y como tales son estudiadas a menudo— , separadas de las
co9as, dado que una representación, a diferencia de la percepción, es la imagen tfé
un objeto que en el momento dado no se halla presente. Ello no obstante, también
las imágenes de las representaciones l.o son de objetos, surgen como resultado de
la acción de los objetos; su reproducción se debe, otra vez, en principio, a la acción
de las cosas, si no de las mismas cosas a que la representación hace referencia, por
Al dualista, que rompe el vínculo interno existente entre la imagen
y el objeto, no le quedan más que dos soluciones:
1) Contraponer la imagen al objeto, cerrándose en el mundo inte
rior de la conciencia (dualismo relativo a las imágenes como fenómenos
de conciencia y las cosas en sí, al mundo espiritual y el material, a la
experiencia externa e interna; en gnoseología, realismo representativo;
en psicología, introspeccionismo).
2) Situar la imagen en el lugar del objeto material. Tal es la solu
ción que en filosofía defienden Bergson,3 los partidarios de Mach, los
neorrealistas, los positivistas-fenomenalistas, los pragmatistas, las distin
tas variedades del monismo epistemológico, etc.
La teoría del reflejo basada en- el monismo materialista supera las
formas — y las consecuencias— del dualismo en lo que respecta a las imá
genes y a los objetos, así como todas las variedades de monismo epistemo
lógico de los idealistas declarados, de los neorrealistas, de los positivistas,
de los pragmatistas, etc., variedades que se reducen, en el fondo, a que
las imágenes, los datos sensoriales y las ideas, se identifican con las cosas
y se sitúan en el lugar de estas últimas- Los monistas epistemológicos se
equivocan al presentar su criterio como superación del subjetivismo, por
el hecho de considerar las ideas y las imágenes no como estados subjeti
vos, sino como cosas reales y por el hecho de denominarse “ realistas” .
La diferencia radical, de principio, que existe entre la teoría materia
lista dialéctica del reflejo y la denominada picture-theory o Bildíheorie
(teoría de la imagen) del realismo representativo — teoría construida
sobre una base dualista— nos viene determinada por el monismo ma
terialista.
En el problema concerniente a la relación gnoseológica entre imagen
y objeto, la expresión concreta del monismo materialista queda formulada
en la siguiente tesis: la imagen del objeto es una forma del reflejo de la
existencia de las cosas; es una forma ideal, es decir, reflejada en el sujeto,
en su cerebro. Esto significa que la imagen del objeto no es el objeto
mismo, ni es tampoco el signo del objeto, sino su* reflejo.
7 Consecuentes con este criterio, los científicos partidarios del idealismo obje
tivo, exponen la teoría de los números, las bases de la geometría, etc-, procurando
eliminar toda actividad para “ construir” nuevos objetos ideales, reduciéndalo todo
a las correlaciones de los. elementos dados desde un comienzo.
Piaget critica el idealismo objetivo y contrapone a esta corriente filosófica el
“ operacionalismo” inspirado en Bridgman. A nuestro modo de ver, Piaget, sin ra
zones suficientes, parece solidarizarse incondicionalmente con el operacionalismo de
Bridgman, partidario de un relativismo sin reservas. En el centro de sus especula
ciones, sitúa Bridgman la idea de que el resultado del conocimiento depende de los
procedimientos que para lograrlo se utilizan (si se trata de una determinada mag
nitud, el resultado dependerá de los procedimientos y operaciones de medición, etc.) ;
además, se pasa por alto la dependencia fundamental en que se hallan los resul
tados del conocimiento (de la medición, etc.) respecto al objeto mismo. No hay por
qué negar la dependencia del resultado del conocimiento (de la medición, etc.)
respecto a los procedimientos y operaciones por medio de los cuales se llega a él;
pero esta dependencia sólo constituye un eslabón intermedio en la dependencia
fundamental de los resultados del conocimiento respecto al objeto cuyas propie
dades condicionan, también, los procedimientos de medición. Esto explica que al
utilizar distintos procedimientos de medición y, en general, de conocimiento de un
mismo objeto, sea indispensable observar ciertas relaciones sujetas a ley, las cuales
permiten pasar de un procedimiento de medición, de la determinación de una
magnitud, etc., a otro procedimiento o a otra determinación sin que por ello se
altere la invariabilidad del resultado. Ahora bien, la propia invariabilidad como
requisito fundamental de las operaciones que llevan al conocimiento científico la
infiere Piaget exclusivamente de la interrelación de las operaciones, del equilibrio
que entre ellas se establece. El resultado es que la invariabilidad aparece como si
no fuese sólo criterio de la objetividad del concepto elaborado por el pensamiento,
sino, además, como fundamento del carácter objetivo de dicho concepto. En realidad,
empero, la invariabilidad no es más que un indicador de la objetividad del con
cepto. La base de dicha objetividad radica en la conformidad del concepto respecto
al objeto. El concepto es objetivo no por su carácter invariante, sino aue ha de ser
invariante en la medida en que es objetivo; en esto radica lo fundamental. En sus
ti^ibajos de investigación acerca de las operaciones mentales, Piaget considera esta9
últimas como el nivel supremo del equilibrio entre el hombre y el mundo exterior,
dado que en el primer plano ha de situarse el conocimiento de este mundo, la
estimación de las condiciones objetivas de la vida. Sin embargo, Piaget presenta
a menudo las operaciones del pensar más bien como procedimientos directos de
adaptación que como procedimientos de conocimiento propiamente dichos. Esto es
lo que sitúa a Piaget junto a Bridgman. Cf. J. Piaget. Logic and Psychology. I.
rlistory and Statu sof the Problem. Manchester University Press, 1953, págs. 1-8.
movimiento de sus resultados (de las ideas) y este movimiento se sitúa
en el lugar que corresponde a la actividad cognoscitiva del sujeto. El des
arrollo histórico del saber se representa como actividad del sujeto.
No hay duda alguna de que toda operación del pensar, si está funda
mentada, se basa en determinadas relaciones formuladas lógicamente y
en las propiedades de dichas relaciones. Así, la conexión de implicación
entre dos proposiciones (p g ; de p se infiere g) se presenta como opera
ción lógica que permite obtener una tercera proposición de otras dos
proposiciones hipotéticas dadas conjuntamente, inferencia posible en vir
tud de la propiedad transitiva (p g, g r, p r) característica de la relación
“ de implicación” . Pero no es menos indudable que estas mismas relaciones
lógicas se descubren como resultado de la actividad del pensar, como
resultado de las operaciones del pensar.
El principal defecto del idealismo objetivo de inspiración platónica
estriba en que concibe como algo dado de una vez para siempre, inde
pendientemente de la actividad cognoscitiva del hombre, lo que, en rea
lidad, es resultado de esta última; presenta el resultado de la actividad
cognoscitiva, nunca terminado, nunca culminado, como algo que se le da
desde que el -hombre existe. De la comprensión de este defecto se des
prende una conclusión fundamental y consiste en que el conocimiento,
su contenido — las ideas en él contenidas—i, por objetivo que sea, nunca
surge al margen de la actividad cognoscitiva del sujeto, y no existe sin
estar relacionado con él.
A fin de que esta tesis posea un sentido unívoco y , al contraponerse
al idealismo objetivo, no abra las puertas al idealismó subjetivo, al psico
logismo, y no lleve a una subjetivación relativista del saber humano, es
necesario puntualizar la correlación existente entre lo lógico y lo psicoló
gico en la caracterización de la actividad cognoscitiva.
Los defensores del idealismo objetivo se esfuerzan por reducir las
operaciones a relaciones entre unos términos dados (Russell, en el primer
período de su actividad científica, y Couturat, entre otros), proscriben
toda actividad de la esfera del conocimiento objetivo (de este, modo eli
minan de dicha actividad todo lo objetivo, lo lógico; en la concepción
de la actividad cognoscitiva son psicologistas). En la actividad cognos
citiva los filósofos de esta tendencia no ven más que el aspecto subjetivo-
psicológico. Su logicismo es el reverso del psicologismo. Psicologismo y
antipsicologismo son dos caras de una misma posición, son dos manifes
taciones de un mismo error, de principio, inicial. Para estar en condi
ciones de superar de modo efectivo tanto el antipsicologismo del idealismo
objetivo como el psicologismo del idealismo subjetivo, es necesario supe
rar su error común; es indispensable comprender la correlación que se
da entre lo psicológico y lo lógico en la actividad cognoscitiva, en la
actividad del pensar.
Tanto la lógica como la psicología estudian el pensar en el proceso
de su desarrollo. Pero la lógica lo estudia en el proceso del desarrollo
histórico de los productos del saber objetivados; la psicología, en cambio,
se ocupa sólo del pensar del individuo. Toda actividad cognoscitiva (del
pen sar) del individuo es actividad psíquica y como tal puede ser objeto
de la investigación- psicológica. El objeto de la investigación psicológica
es el pensamiento del individuo en la dependencia causal del proceso del
pensar respecto a las condiciones en que se verifica. Las leyes psíquicas
son leyes del pensamiento como proceso, como actividad mental del indi
viduo; determinan el curso del pensar del individuo en la dependencia
sujeta a leyes (dependencia causal) respecto a las condiciones en que el
proceso del pensar se verifica. Por su parte, la lógica formula correla
ciones de pensamientos (productos de la actividad mental), las corre
laciones que se dan cuando el pensamiento es adecuado a su objeto, al
ser, a la realidad objetiva.8 Vemos, pues, que una misma actividad cog
noscitiva del individuo es objeto de investigación psicológica y de inves
tigación lógica, con la particularidad de que en la actividad cognoscitiva
del individuo se hallan indisolublemente ligados entre sí el proceso y su
resultado: la imagen. No cabe, por tanto, limitar la investigación psicoló
gica al proceso desligado de su “ producto” o resultado, como tampoco
es posible separar los pensamientos del proceso mental en que se engen
dran, cuando se analiza la correlación de los pensamientos en su contenido
cognoscitivo.
El objeto principal de la investigación psicológica radica en las leyes
causales del proceso mental que. lleva a la obtención de resultados — en la
esfera de la cognición— conformes con las correlaciones expresadas por
las proposiciones lógicas.
11 Cf. C. Marx y F. Engels, Obras selectas, t. II, pág. 383 de la ed. rusa. (Id .,
Obras escogidas, t. II, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1952, pág. 376).
cedía por completo a la incumbencia del idealismo. Para el marxismo,
el ser se presenta no sólo en forma de objeto y de contemplación del
objeto, sino, además, en forma de sujeto y de su actividad. La unidad
(dialéctica) de sujeto y objeto se pone de manifiesto tanto en la actividad
práctica del hombre cuanto en la cognición. En su actividad práctica,
el hombre puede alcanzar su objetivo y modificar, en consonancia, el'
objeto, únicamente si adapta su acción a la naturaleza del propio objeto
sobre el que actúa. En la cognición, la actividad del sujeto consiste en
poner de manifiesto al objeto, en descubrir la naturaleza propia del
objeto.
Para que, situados en el terreno materialista, podamos concebir el ser
no sólo en forma de objeto, sino, además, en forma de sujeto, es necesario
llegar a una comprensión científica de lo subjetivo. La psicología cons
tituye el campo de batalla en que ese problema se resuelve de modo con
creto. Se trata, no de negar el carácter subjetivo de lo psíquico, sino de
contraponer a la concepción idealista, errónea, del carácter subjetivo
de lo psíquico, una concepción científica de lo subjetivo y de lo objetivo
y superar, de esta suerte, el subjetivismo en la concepción de lo psíquico.
La contraposición de lo subjetivo y de lo objetivo constituye una con
traposición gnoseológica. Es un grave error transponer esta contradicción
— como a menudo se hace— a la relación estre lo psíquico y su substrato
material, a la relación de lo psíquico con lo fisiológico-12 Interpretar la
relación entre los fenómenos psíquicos y los fenómenos nerviosos como
relación de lo subjetivo a lo objetivo significa afirmar que la actividad
refleja del cerebro es objetiva sólo en su manifestación fisiológica; signi
fica negar la posibilidad del conocimiento científico, objetivo, de lo psí
quico por considerarlo como mera vivencia subjetiva. La interpretación
de lo psíquico — en su relación con lo fisiológico— como relación de lo
subjetivo respecto a lo objetivo, lleva a la conclusión de que sólo cabe
seguir un camino para investigar la actividad refleja del cerebro: el de
su análisis exclusivamente fisiológico. Buscar sobre esta base un método
objetivo de investigación en psicología, es inútil. Tomar la “ fusión” de
12 Ha contribuido en gran medida a difundir este punto de vista en la U.R.S.S.
el informe presentado por A. G. Ivanov-Smolenski en la sesión de la Academia de
Ciencias de la U.R.S.S. y de la Academia de Medicina, consagrada a Pávlov. Ivanov-
Smolenski defendió la tesis de que la actividad psíquica constituye la “ unidad de
lo subjetivo y de lo objetivo” ; pero al fundamentar su tesis, el conferenciante> citó
primero unas palabras de Lenin las cuales se refieren exclusivamente a la relación
entre lo psíquico como imagen subjetiva y el mundo objetivo; luego, utilizó la
misma fórmula para explicar “la aplicación de los fenómenos de la actividad psí
quica sobre los hechos fisiológicos, para explicar la «fusión» de lo psicológico con
lo fisiológico, el establecimiento de correlaciones y coincidencias entre lo que antes
había sido descrito por un procedimiento subjetivo-psicológico y lo que se había
obtenido por medio de la investigación objetivo-fisiológica” (Conferencia científica
consagrada a los problemas de la doctrina fisiológica del académico I. P. Pávlov.
Versión taquigráfica. Moscú, 1950, pág. 69 y 70). La fórmula “ unidad de lo sub
jetivo y de lo objetivo” como característica de la relación que existe entre lo psí
quico y su substracto nervioso fisiológico, en los últimos tiempos, ha alcanzado casi
carta de naturaleza en la Unión Soviética. No obstante, es una fórmula viciosa.
E l ser y la c o n c ie n c ia .— 4.
lo psicológico con lo fisiológico como unidad de lo subjetivo y de lo
objetivo, excluye, en esencia, la posibilidad del conocimiento psicológico
objetivo, es decir, científico. Hay que desestimar como falso este criterio
en lo que respecta ji la correlación entre lo psíquico y lo fisiológico.
Extender la contraposición de lo subjetivo y de lo objetivo a lo psíquico
y a su substrato fisiológico, material, equivale a negar que la psicología
sea una ciencia, un saber objetivo. En efecto, la actividad refleja del cere
bro en su conjunto — tanto en su característica psicológica como en la
fisiológica— es una realidad objetiva. Únicamente teniendo en cuenta esta
realidad, se desbroza el camino del conocimiento psicológico y se crean
las premisas iniciales para construir la ciencia psicológica.
El equivocado intento de aplicar la contradición entre lo subjetivo y
lo objetivo, a la correlación entre lo psíquico y lo fisiológico, ilustra con
significativa claridad la tesis inicial (cf. cap. I) de que en cada sistema
específico de relaciones, lo psíquico recibe su característica conceptual
•(como ideal, subjetiva, etc.), referido precisamente a su correspondiente
sistema. Es inadmisible tomar una cualquiera de estas características
como universal y aplicarla a lo psíquico en general, en cualquiera de los
sistemas de relaciones-
El concepto de subjetivo se contrapone al de objetivo. ¿Qué ha de
entenderse, ante todo, por objeto y por objetivo? El término objetivo
actualmente no es unívoco. Por propiedades objetivas del ser, de la rea
lidad, etc., se entienden las propiedades específicas del ser, de la realidad
de un fenómeno u otro, tales como efectivamente son, a diferencia de
como se los representa un sujeto u otro que los perciba. La contraposición
entre lo objetivo y lo subjetivo significa, en este caso, delimitar lo que en
realidad es, respecto a aquello que el sujeto se representa en su cognición
y que no es adecuado a tal realidad.
Cuando el conocimiento es adecuado a su objeto o se acerca asintó-
ticamente a tal estado de conformidad, la característica de lo objetivo se
traslada al conocimiento mismo. En este caso, la contraposición entre lo
objetivo y lo subjetivo constituye la del conocimiento adecuado y el no
adecuado.
Pero también en relación con lo adecuado y, en este sentido, en rela
ción con el conocimiento objetivo, se conserva la contraposición entre
conocimiento y objeto. No hay duda de que en el ser todo es siempre
objetivo — en el primer sentido— , el ser es lo que es independientemente
de cómo es conocido e incluso independientemente de que sea o no cono
cido en general. Ello no obstante, el que el ser sea “ objetivo” en este
sentido, es decir, el que sea independiente del modo como le conozcan e
incluso de que le conozcan o no en general, no permite inferir que pue
dan identificarse los conceptos de ser y de objeto. Lo que se infiere de
ello es, precisamente, lo contrario.
Para la conciencia del sujeto, el ser se presenta siempre como reali
dad objetiva que se le contrapone. Donde se da la conciencia, se da tam
bién esta contraposición; donde hay conciencia, el ser se presenta ante
ella con esta propiedad- La conciencia no puede darse sin relacionarse
con el ser en calidad de realidad objetiva; ahora bien, el ser, el mundo,
puede existir sin ser objeto para el sujeto, para la conciencia del suje
to; puede existir sin presentarse con esta propiedad.
En la identificación del concepto del ser y del objeto,13 en el recono
cimiento del ser sólo en forma de objeto, radicaba, como ya hemos indi
cado más arriba, la laguna fundamental de todo el materialismo anterior
a Marx. Por otra parte,, el idealismo ha recurrido, también, a la identifi
cación del concepto del ser y del objeto. El idealismo subjetivo niega la
existencia del ser como independiente del sujeto. Se basa para ello en
el hecho de que el ser en calidad de objeto sólo existe para el sujeto. El
argumento es falso: el objeto en este aspecto existe sólo para el sujeto,
pero el ser existe no sólo en calidad de objeto para el sujeto. A fin de ser
objeto para alguien es necesario existir; ahora .bien, para existir no re
sulta obligatorio ser objeto para el sujeto. El error no está en afirmar
que en calidad de objeto algo existe sólo para el sujeto; el error está en
considerar que el ser existe únicamente en calidad de objeto para el sujeto.
El ser existe, también, independientemente del sujeto, mas en calidad de
objeto se correlaciona con el sujeto. Las cosas que existen independiente
mente del sujeto se convierten en objetos a medida que aquél entra en
relación con ellas y las cosas se incorporan al proceso cognoscitivo y de
acción del hombre como cosas para nosotros. En el mundo material, el ser.
13 Distinguimos, pues, los conceptos de objeto y de ser. El primero constituye
una característica gnoseológica; el segundo, ontológica. No es posible dar valor
absoluto a ninguna de las dos. Al tratar hipostáticamente la característica ontoló
gica, surgieron todos los seudo problemas de la metafísica, incluyendo el famoso
argumento ontolégico. El término “ser” intenta determinar algo por el heclio de que
es, pero con ello continúa desconocido lo que dicho algo sea. La existencia de este
algo desconocido no permite definir su esencia. En último término, el “ ser” se
desintegra en esencia y existencia. La metafísica tradicional procuraba — inútil
mente— inferir de la esencia la existencia. El existencialismo contemporáneo no
ve nada mejor que reconocer la prioridad de la existencia e inferir de ella la
esencia, con lo cual conserva, en lo fundamental, el mismo andamiaje conceptual
de la antigua metafísica y se limita a tomar en sentido inverso las relaciones esta
blecidas por esta última. Ello salta a la vista con singular relieve en Sartre (J. F.
Sartre, L’Existentialisme est un Humanisme. París, 1946).
El existencialismo reserva el término “ existencia” para aplicarlo al ser huma
no. Ahora bien, este termino resulta poco apropiado sobre todo cuando se aplica
al hombre. Decir de la vida humana que es existencia constituye, en realidad, lo
más desolador y lo más demoledor que sobre la vida puede decirse. Vivir, sobre todo
para el hombre, significa infinitamente más que existir y solamente existir. Se
impone transformar el pensamiento filosófico de manera distinta y mucho más
radical. El problema no está en. sustituir una abstracción hipostática por otra (el ser
Por la esencia o la esencia por la existencia): es necesario renunciar de manera
absoluta a admitir una u otra abstracción hipostática como realidad primaria. El
sujeto real e inicial de todas las características conceptuales “ ontológicas” es el
Mundo, el Cosmos, el Universo. En su base se encuentra la materia inorgánica.El
Mundo, el Cosmos, el Universo, poseen su historia real. En su evolución sé~pasade
la materia inorgánica a la orgánica, a las formas cada vez más altas y complejas
de la vida, cada una de las cuales posee su forma de existencia. Todas las caracte
rísticas ontogénicas aparecen en un sistema de relaciones que se ha ido constitu-
vendo en el interior del Universo.
se convierte en realidad objetiva en el sentido de objeto para el sujeto,
cuando, en el transcurso de la evolución, surgen los individuos capaces
de adquirir conciencia de dicho mundo, capaces de entrar en conoci
miento de él. Entonces el ser se presenta en este papel„ en este aspecto
(la realidad objetiva es el ser que existe incluso al margen de la relación
con el sujeto, es la cosa en sí que se convierte en cosa para nosotros).
La verdad objetiva es el conocimiento de una cosa adecuado a la cosa
misma, es un conocimiento cuyo contenido expresa las propiedades de la
cosa, propiedades que ésta posee independientemente de)la arbitrariedad
y “ del punto de vista” del ser cognoscente- Es objetivo el conocimiento
que pone de manifiesto propiedades peculiares de una cosa, de lo que
existe independientemente del sujeto. Resulta, pues, que lo objetivo apa
rece como característica de la actividad cognoscitiva del sujeto. Es noto
ria, por ende, la imposibilidad de contraponer exteriormente lo subjetivo
y lo objetivo.
Salta a la vista la arbitrariedad que significa desligar lo subjetivo
de lo objetivo en la diferenciación de las denominadas cualidades prima
rias y secundarias, según la cual las cualidades primarias son objetivas y
las secundarias, subjetivas. Entre las primeras se incluían, por ejemplo,
las propiedades espaciales de las cosas y en general las propiedades que
pueden ser definidas a base de las correlaciones de las cosas (superposi
ción de un objeto en otro y su coordinación espacial). En el segundo
grupo de propiedades, se incluían, por ejemplo el color (el sabor, etc.),
dado que el objeto no puede tener color, sabor, etc., independientemente
del sujeto que posee los correspondientes instrumentos receptores (órga
nos de los sentidos) : de ahí se infería que los primeros son objetivos y
los segundos subjetivos.
Por lo común se considera que tal concepción de propiedades prima
rias y secundarias arranca de Locke. En realidad, la teoría de Locke no
es tan simplista. Por cualidades primarias (o “ iniciales” ) de los cuerpos,
Locke entiende aquellas sin las cuales ningún cuerpo puede existir (a
ellas pertenecen, según Locke, la densidad, la extensión, la figura y el
movimiento). Tales cualidades engendran en nosotros “ ideas” que son
sus “ símiles ’. Por cualidades secundarias Locke entiende las que, sin en
contrarse en realidad en los objetos mismos, son fuerzas que provocan
en nosotros distintas sensaciones, como las de color, sonido, sabor, etc-,14
gracias a sus cualidades primarias, es decir, al volumen, a la figura, a la
relación y al movimiento de las partículas. Así como las “ ideas” de las
primeras cualidades de los cuerpos son sus “ símiles” “ las ideas.. . de
las cualidades secundarias carecen de símiles” .18 Vemos, pues, que Locke
niega que las “ ideas” de las segundas cualidades sean similes de lo que
en los cuerpos les sirve de causa, de fundamento, de lo que las engendra,
pero no niega que las “ ideas” de las segundas cualidades tengan su fun-
14 John Locke, Ensayo sobre el entendimiento humano (edic. rusa) Moscú,
1893, pág. 110.
15 Ibídem. pág. 112.
damento, su causa en las cosas mismas. Resulta,, pues, que la teoría de las
cualidades primarias y secundarias de Locké es menos simple que en la
exposición subjétivista usual de dicha teoría, exposición que se limita a las
conclusiones finales sin^tener en cuenta la argumentación de Locke. Dice
éste que las cualidades primarias son inherentes a los cuerpos mismos- e
inseparables de ellos, mientras qué las secundarias “ en realidad no se
encuentran en las propias cosas” ,16 mas en seguida aclara y puntualiza
e9ta idea. En cierto sentido, según Locke, también las cualidades secunda
rias pertenecen a las cosas mismas, pero sólo, como “ fuerzas” que engen
dran en la sensación cualidades sensoriales (color, sonido, olor), aunque
no como tales cualidades o “ símiles” de ellas.
No obstante, en líneas generales, Locke se orientaba hacia un punto
de vista subjétivista según el cual las cualidades secundarias no pertene
cen a las propias cosas. En contraposición a los partidarios de la doctrina
de Locke, sus adversarios afirman que el color es también una propiedad
objetiva de las cosas.
La discusión acerca del carácter subjetivo u objetivo de las cualidades
secundarias ha llevado a menudo a un callejón sin salida a consecuencia
de que ha partido de una falsa antítesis. El problema se planteaba en los
siguientes términos: o bien el color, el sabor, etc., se presentan únicamente
en relación con el sujeto y en este caso son subjetivos, o bien son propie
dades objetivas de las cosas, y en este caso existen sin tener relación
alguna con el sujeto. La realidad es que el color como tal existe sólo en
correlación con el sujeto, con el individuo que posee los instrumentos
necesarios para percibirlo, y al mismo tiempo es objetivo.
No hay duda de ningún género' de que el color del objeto es expre
sión de propiedades objetivas de la superficie del objeto en virtud de las
cuales dicha superficie absorbe unos rayos y refleja los otros. La forma
en que se manifiesta tal propiedad de la superficie del cuerpo, como
color, es también objetiva, dado que precisamente en forma de color es
como se presenta en su interacción con los ojos, con el instrumento
visual del individuo, que es tan real como las ondas luminosas que actúan
sobre él y como la superficie del cuerpo que las refleja. No existe, pues,
razón alguna para considerar las primeras cualidades como objetivas y
las segundas puramente como subjetivas.17 Considerar como objetivas
■
— es decir, como propiedades de las cosas— las propiedades que se ponen
de manifiesto en las conexiones de las cosas entre sí y solamente como
característica subjetiva de estas últimas las propiedades que se manifies
tan en las conexiones que se dan entre las cosas y los órgjanos de los
sentidos, significa colocar — consciente o inconscientemente— las sensa-
I<! John Locke, Ensayo sobre el entendimiento humano, pág. 110.
17 A esto puede añadirse que las propiedades primarias también se ponen de
manifiesto en el proceso de la cognición. Ésta es la razón de que si se considera
subjetivo — como quienes tenían por subjetivas las cualidades secundarias— todo
cuanto se halla ligado a la actividad cognoscitiva del sujeto, habría que aplicar
también a las cualidades primarias la tesis concerniente al carácter subjetivo de las
secundarias.
ciones en el lugar de los órganos de los sentidos, y en lugar del sujeto,
la conciencia del misino. Si no se verifica esta sustitución -—completa
mente injustificada— . la seudo alternativa en que se apoya la discusión
acerca de las cualidades secundarias queda eliminada por sí misma. En
forma de color, las propiedades de los objetos sólo entran en conexión
con el organismo que posee los correspondientes instrumentos de percep
ción (órganos de los sentidos), pero en conexión con tales instrumentos18
entran las propiedades de las cosas mismas. Los colores no son exclu
sivamente modificaciones subjetivas de nuestra sensibilidad. El mundo
circundante aparece ante nosotros con maravillosos colores que encantan
la mirada del hombre y despiertan en él al artista.
Esas galas policromas las ha adquirido el mundo en el proceso de la
evolución, de modo semejante a como, en el proceso de la misma, se
enriquece con la música cautivadora de sus sonidos. Colores y sonidos se
han convertido en patrimonio del mundo cuando en el trascurso de la evo
lución aparecieron en el seno de la materia orgánica organismos dotados
de los correspondientes instrumentos sensoriales; entonces en conexión
con tales instrumentos, las propiedades del mundo inorgánico pudieron
aparecer bajo el aspecto de colores, olores y sonidos.
En virtud de la interrelación general de todos los fenómenos del
mundo, la aparición de nuevas formas de la materia y, en particular, la
aparición de la materia orgánica (de los organismos) dio origen a
nuevas manifestaciones de todas las otras formas del ser con las cuales
estas nuevas formas entraban en conexión.
El análisis de la tesis concerniente al carácter subjetivo de las deno
minadas cualidades secundarias, demuestra de qué modo todo se confundo
si olvidamos que el propio sujeto es una realidad material con existencia
objetiva y no una subjetividad de la conciencia “ pura” o del espíritu
inmaterial.
Para llegar a comprender en debida forma cuál es la verdadera corre
lación que existe entre lo objetivo y lo subjetivo, es necesario tener en
cuenta que lo objetivo no es sólo lo dado al sujeto al mareen de su acti
vidad. Al contrario, con suma frecuencia lo que se nos da de manera
inmediata, puede ser, en una u otra medida, “ subjetivo” aparente, sólo
“ visible” . Las propiedades objetivas del objeto se ponen de manifiesto
gracias a la actividad cognoscitiva del sujeto; la verdad objetiva siempre
es fruto de dicha labor de cognición- El sujeto que posee los conoci
mientos acumulados por la humanidad puede ser portador de valores
objetivos en mayor medida que un determinado hecho singular tomado
en relación con los nexos casuales tal como a veces nos es dado por la
percepción. El carácter objetivo de la verdad no radica en el hecho de
que ésta se haya descubierto independientemente de la actividad cognos
citiva del sujeto, sino en el hecho de que lo descubierto por el sujeto
gracias a su actividad cognoscitiva es adecuado al objeto.
1S Esos instrumentos se formaron en el proceso de la evolución bajo el influjo
de las correspondientes propiedades de las cosas.
La contraposición entre lo subjetivo y lo objetivo es de vital impor
tancia para la cognición: conocer es, en cierto sentido, un proceso inin
terrumpido de delimitación entre lo subjetivo y lo objetivo; se supera,
en este proceso, lo subjetivo y se descubre lo objetivo, se pasa de lo sub
jetivo a lo objetivo. De áhí que sea tan importante comprender en debida
forma la correlación entre lo subjetivo y lo objetivo. Importa, sobre todo,
ver con claridad que lo subjetivo es siempre una refracción de lo objetivo
y por ende de ningún modo puede ser desligado de lo objetivo. Desligar
lo psíquico como subjetivo respecto a la realidad objetiva nos lleva direc
tamente al subjetivismo, a una concepción errónea, subjétivista, de lo
subjetivo. No hay sitio para el dualismo no sólo en lo concerniente a la
relación que se da entre la actividad psíquica y el cerebro, sino, tampoco,
en la esfera de la correlación gnoseológica éntre lo subjetivo y lo obje
tivo. El monismo materialista no se detiene en el umbral de la teoría del
conocimiento. Se aplica, asimismo, a la correlación gnoseológica existente
entre el sujeto y el mundo objetivo y determina la verdadera compren
sión de lo subjetivo.
¿En qué consiste el carácter subjetivo de lo psíquico?
En su. significado primario e inicial, el carácter subjetivo de lo psí
quico nos viene dado por el hecho de que todo lo psíquico pertenece al
individuo, al hombre como sujeto. No hay sensaciones, pensamientos y
sentimientos que no sean de alguien.19 Toda sensación, todo pensamiento
siempre es una sensación o un pensamiento de un determinado ser hu
mano. El carácter subjetivo de lo psíquico significa que lo psíquico es
una actividad del sujeto-
En este sentido general de la palabra, toda actividad psíquica y cog
noscitiva es subjetiva, incluyendo la actividad que pone de manifiesto
al hombre la realidad objetiva y se expresa en la verdad objetiva. No
existe, pues, incompatibilidad alguna entre la subjetividad como carac
terística general de toda actividad psíquica, cognoscitiva, en cuanto acti
vidad humana, y la objetividad de su contenido, del resultado de dicha
actividad. Subjetividad, en el sentido que acabamos de indicar, no sig
nifica de ningún modo falta de conformidad con lo objetivo, y no puede
servir, de ningún modo, de base o de punto de partida para el agnosti
cismo.20
19 V. I. Lenin, Obras, I. 14, pág. 214 de la ed. rusa. (íd.. Materialismo y em
piriocriticismo. Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1959, pág. 249).
20 Resolviendo de esta suerte el problema de lo subjetivo y de lo objetivo, se
soluciona, también, al mismo tiempo, en principio, la discusión entre determinismo
e indeterminismo entablada en la física contemporánea.
En la física de nuestros días, la defensa del indeterminismo se basa en que los
propios instrumentos utilizados por el experimentador forman parte integrante de
la situación física que se investiga a través de ellos. Partiendo de dicha proposi
ción. La conclusión indeterminista arranca de una premisa falsa: se supone que la
naturaleza de los objetos no se pone de manifiesto gracias a su interacción, se con
sidera que la naturaleza objetiva de las cosas es algo dado, refractario a toda
acción, como a algo externo. Es decir, en este argumento, la conclusión indetermi
nista se basa en negar la interacción como tal, en concebir toda acción como im-
El carácter subjetivo de lo psíquico como cognición del ser se nos
ofrece todavía en otro sentido, más especial; en el sentido de su con
formidad incompleta respecto al ser, respecto al objeto de conocimiento.
Lo subjetivo, en el primer sentido de la palabra, significa que lo psíquico
pertenece al sujeto; en el segundo sentido de la palabra — más especial—
lo subjetivo significa que lo psíquico está relacionado de manera más o
menos adecuada con el ser en su condición de objeto.
Lo subjetivo, en este sentido, se pone de manifiesto, ante todo, en el
conocimiento sensorial, en la percepción. La experiencia nos enseña que
pulso externo que choca contra algo que se le presenta como cosa externa. O sea
que tal conclusión está determinada por la concepción mecanicista del determi
nismo. La verdad es, empero, que en principio, la naturaleza de las cosas y de los
fenómenos se pone siempre de manifiesto en las interacciones de dichas cosas y fe
nómenos, y, en general, no puede manifestarse de otro modo. Lo que hace falta es
llegar a comprenderlo, y teniendo en cuenta que un fenómeno dado directamente es
siempre efecto de determinadas influencias recíprocas, es necesario saber determi
nar de manera mediata la naturaleza de los cuerpos que participan en dicho
fenómeno.
Ahora bien, las consideraciones acerca de la influencia de los instrumentos no
constituyen más que el primer eslabón de los razonamientos en favor del indetermi
nismo. La acción de los instrumentos sobre la situación que con su ayuda se in
vestiga, se considera en primer lugar como argumento en contra del determinismo
porque se trata de la relación entre el sujeto cognoscente y el mundo objetivo. En
uno de los trabajos más recientes consagrados al problema del determinismo y del
indeterminismo en la física actual, el problema se cimenta, en última instancia,
en un punto: el indeterminismo al que llega la física depende de la imposibilidad
de dar una visión objetiva del mundo exterior, que sea — dicha visión— indepen
diente de la actividad del suieto cognoscente. Este último se incluye a sí mismo en
la situación que investiga. El propio sistema físico objeto de estudio sufre la ac-
^ción de las operaciones que realiza el investigador al verificar sus mediciones, y la
tfeoría física en que éste formula los resultados de su estudio de los fenómenos fí
sicos se halla en relación de dependencia respecto a la actividad mental y a los
razonamientos por medio de los cuales se elabora la teoría. Toda esta argumenta
ción descansa sobre una contraposición errónea entre actividad del sujeto por medio
de la cual llega él a conocer el mundo, y objetividad de los resultados así obteni
dos. En el fondo se encuentra el dogma positivista de que sólo es objetivo lo dado de
manera inmediata. La alternativa según la cual una cosa o bien es objetiva —y en
este caso es dada directamente al margen de toda actividad del sujeto— o es pro
ducto de la actividad cognoscitiva del sujeto, de los seres humanos —y en este caso
no es objetiva, sino subjetiva— es una alternativa falsa, es una seudo alternativa.
En realidad, no sólo las proposiciones de la física moderna, sino, en general, las
de toda ciencia son resultado de la actividad cognoscitiva del hombre, actividad
vinculada al hacer práctico, lo cual no excluye de ningún modo que dichas pro
posiciones sean objetivas. La afirmación de que en la nueva física los resultados
de la investigación experimental dependen de la actividad del experimentador, mien
tras que en la física clásica expresaban las propiedades objetivas del sistema físico
observado (Paulette Février. Déterminisme et Indéterminisme. París, 1955, pág. 224)
revela que la vieja física aún parecía compatible con la concepción mecanicista
del determinismo y con la contraposición externa de lo subjetivo y de lo objetivo,
mientras que, dado el nivel a que ha llegado la ciencia, se hace inevitable el paso
a la concepción dialéctica tanto del determinismo como de la relación entre lo sub
jetivo y lo objetivo. Lo que muchos físicos de la actualidad estiman como fracaso
del determinismo y como triunfo del indeterminismo, en realidad es el fracaso del
determinismo mecanicista, lo cual prueba no que el indeterminismo esté en lo
cierto, sino que es necesario pasar al determinismo dialéctico.
una misma.cosa es percibida por distintas personas a un mismo tiempo
de modo distinto, y que también la percibe de manera diferente un mis
mo individuo en distintos momentos: es decir, en general, en condiciones
distintas, las cosas se perciben de modo diferente. A ello se debe que el
hombre adquiera conciencia del carácter subjetivo de su percepción -ya
en un sentido distinto, más especial. La subjetividad de la percepción es
también objetiva en este sentido y depende — según determinadas leyes—
de sus condiciones. De ahí que basándonos en la dependencia — sujeta a
determinadas leyes—■ de los cambios de imagen de una cosa respecto a
las circunstancias variables de su percepción, podemos pasar a la deter
minación mediata de las propiedades objetivas de la cosa dada. Así, al
alejarnos de un objeto, los cambios que en su representación imponen las
leyes de la perspectiva nos permiten calcular la mignitud real del objeto
en cuestión. Tal es el proceso general de la cognición científica. La per
cepción subjetiva de las cosas es un peldaño — por lo demás indispen
sable— en el camino del conocimiento objetivo.
La subjetividad se convierte en “ apariencia” , en espejismo, en fal
sedad tan sólo cuando se toma la imagen del objeto sin tener en cuénta
las condiciones que la determinan objetivamente y se relacionan de ma
nera inmediata con el objeto dado, cuando se hace caso omiso de las
distintas condiciones de la percepción de las cosas y de las condiciones
de su existencia. Los errores, la falsedad, no constituyen meramente una
falta de vendad, sino su infracción, su deformación. La existencia de un
error, la falsedad, es un hecho que requiere explicación. La fuente prin
cipal de toda clase de errores radica en el hecho de que el contenido del
conocimiento se desliga de las condiciones en que surge y se relaciona
con otras condiciones.
El que veamos el sol tal como lo vemos es, de por sí, un hecho objetivo
condicionado según determinadas leyes por la magnitud objetiva del sol
como causa externa y por las leyes que regulan el trabajo del analizador
visual como condiciones internas a través de las cuales actúan las causas
externas dadas. La imagen de una cosa depende de modo tan objetivo,
sujeto a leyes, de las condiciones de su percepción, como la cosa misma
depende de sus condiciones de existencia. La recta comprensión de la
subjetividad estriba no en justificar, sino en excluir todo subjetivismo,
todo elemento de lo que, entendido como subjetivo, pertenece en realidad
a la esfera de las leyes objetivas y universales de todos los procesos y
fenómenos del mundo.
La mejor manera de superar el subjetivismo radica en comprender
bien lo subjetivo como forma en que lo objetivo se manifiesta, no en
negar la existencia de lo subjetivo. Nuestra representación de las dimen
siones reales del sol es inadecuada a la realidad sólo si desligamos la
magnitud de su imagen en nuestra percepción, de las condiciones en que
dicha percepción se verifica y la aplicamos directamente al propio sol.
Las dimensiones reales del sol se determinan partiendo también de los
datos sensoriales de la percepción. La percepción nos lleva a obtener
datos verdaderos cuando se relaciona con las condiciones que dan origen
a dichos resultados y se modifica a tenor de las variaciones que dichas
condiciones sufren. No todo lo subjetivo ha de llevar necesariamente el
sello de lo fantasmagórico, de lo falso, de lo inadecuado. El conocimiento
mismo del ser, comprobado y confirmado en el hacer práctico de todos
los días, constituye una demostración constante de la compatibilidad
que existe entre la subjetividad y la objetividad, es una prueba de la
vinculación recíproca en que se hallan lo subjetivo y lo objetivo-
El conocimiento verdadero es un conocimiento objetivo, adecuado al
ser. No obstante, concebir rectamente la objetividad no implica, ni mucho
menos, dejar de lado al sujeto, desentenderse' de la vida del sujeto. La
verdad objetiva, al refractarse no sólo a través del pensar, sino a través
de la vida, a través de las vivencias y de la actividad del hombre, se true
ca en convicciones del sujeto que determinan la conducta del mismo. La
verdad objetiva adquiere realidad sólo cuando se convierte en convicción
del hombre. La verdad objetiva se incorpora al hacer práctico, a la
vida del hombre, únicamente a través del sujeto y de la actividad humana
inspirada en dicha verdad. Una vez incorporada a la vida, una vez con
vertida en convicción, en concepción del mundo por parte de los hom
bres, la verdad es objetiva y subjetiva.21
La separación de lo psíquico, de la conciencia, como subjetivo, da
origen a una concepción errónea, subjétivista, de lo psíquico. Es ello pre
cisamente lo que constituye el centro de la psicología introspectiva basada
en la gnoseología dualista.
En la base de la psicología introspectiva figura una concepción idea
lista de la subjetividad de lo psíquico, concepción que estriba en entender
lo psíquico como un mundo especificó, cerrado en sí mismo, en el que
sólo tienen cabida las vivencias del sujeto (de la misma concepción de
la conciencia parte el denominado realismo representativo en gnoseolo
gía). Lo psíquico se desliga del mundo material externo, cuyo ser sp
reduce a las vivencias del sujeto; se considera que el ser existe sólo
en la medida en que se tiene conciencia de él y tal como dicha conciencia
nos dice.22 La conciencia se desvincula del mundo exterior y se dirige
hacia sí misma. La conciencia es suplantada por la autoconciencia.
Si analizamos la concepción introspectiva hallamos en su base, como
tesis determinante, el principio de que lo psíquico es inmediato- Todo lo
material, todo lo externo, todo lo físico, se da a través de la conciencia,
■jegún esas mismas investigaciones, a la edad de los dieciséis a los dieciocho años
disminuye. Cf. Klimpfinger, Die Entudcklung der Gestaltkonstanz vom Kind zum
trivachsenen (en la serie de trabajos: E. Brunswick. Untersuchung über Wahrneh-
mimgsgegenstande). Archiv filr die gesammte Psychologie. Heft 88, 3-4.
40 E. S. Bein, “ Acerca de la constante en la percepción de la magnitud” . In
vestigaciones acerca de la psicología de la percepción. Moscú-Leningrado, 1948,
Pags. 167-199.
los demás órganos de los sentidos. Los datos fundamentales que la imagen
visual se incorpora son los datos que proporciona el sentido del tacto.
Los datos procedentes de todos los demás receptores se organizan en
torno a dicho centro y ponen de manifiesto las propiedades del objeto
así esbozado. Las sensaciones auditivas, por ejemplo, se orientan por el
objeto dado visualmente hacia el lugar de; donde parten los sonidos-
Esta organización de las percepciones se forma en el transcurso del
desarrollo ontogénico, a medida que se constituyen en el niño las corres
pondientes conexiones de los reflejos condicionados. Aproximadamente al
segundo mes de vida, empieza a observarse que el niño orienta el eje
visual hacia el objeto sonoro; el sonido comienza a provocar en el niño la
búsqueda de dicho objeto.
Los datos sensoriales de toda clase se organizan en torno a los de la
“ modalidad” en que el objeto de la percepción se presenta con mayor
nitidez. Son muchos los hechos que lo atestiguan. Observaciones llevadas
a cabo acerca de la localización de los sonidos del lenguaje en una sala
equipada con altavoces, han puesto de manifiesto que; mientras el oyente
no ve a quien habla localiza el sonido en el altavoz más cercano, pero
inmediatamente lo sitúa en el hablante no bien aparece éste en el campo
visual del primero-41 El sentido de este hecho estriba no en que las per
cepciones auditivas se subordinen a las visuales, sino en que todas las per
cepciones, incluidas las auditivas, se orientan a base del objeto que apa
rece con mayor nitidez en el campo sensorial de un órgano u otro (vista,
oído, tacto, etc.).
La esencia del problema estriba en que lo que se localiza no es la
sensación auditiva, sino el sonido como fenómeno físico reflejado en la
imagen auditiva, percibida por medio del oído; de ahí que el sonido
se localice en dependencia del lugar en que se encuentra el objeto' — fuen
te del sonido— percibido por la vista.42 De modo análogo, el objeto
percibido visualmente es, a su vez, localizado donde se presenta al alcance
de la percepción táctil, de la acción dirigida hacia él. Lo que, en propie
dad, se localiza y se percibe no son imágenes visuales, sino objetos per
cibidos visualmente, cosas materiales, dado que la misma percepción no
es una percepción de; imágenes (esto significaría percepción de una per
cepción), sino de objetos, de cosas materiales-
Lo mismo se observa en la esfera de la percepción táctil, de la cines-
tesia. Cuando movemos la mano, ponemos también en movimiento los
músculos del antebrazo y del hombro, pero aquello de que nosotros adqui
rimos conciencia son los objetos que condicionan los movimientos, no las
señales del desplazamiento muscular. Al manejar un instrumento, perci
como propiedades de la vista; lo ácido, lo dulce, etc., como propiedades del gus
to, etc.). Esto constituye una confusión lógica: la relación de lo rojo respecto al
color y de lo amargo respecto al sabor, constituye una relación de lo particular
a lo general; el rojo y el blanco son colores diferentes; lo amargo y lo dulce son
variedades de sabor; propiedades lo son únicamente en relación con los objetos
correspondientes.
47 Georg Berkeley, Ensayo sobre una nueva teoría de la visión, pág. 25 de la
edición rusa (Kazán, 1913).
48 Ibídem, págs. 29-50, 51 y siguientes.
49 Ibídem, pág. 68.
B0 En las diferentes ediciones de su Ensayo, Berkeley emplea uno u otro de
los dos términos, ora “ objeto” ora “ thing” .
En efecto, si admitimos que por medio de la vista y del tacto obtene
mos un conocimiento de las mismas propiedades (como en realidad ocu
rre) , de ello se sigue necesariamente que el objeto conocido no es idéntico
ni con las sensaciones visuales ni con las táctiles (ni con sensaciones de
otra clase, cualesquiera que sean). De ahí que Berkeley escriba: “ Nunca
vemos y tocamos un mismo objeto (una misma cosa) •Lo que se ve es una
cosa y lo que se toca es otra cosa completamente distinta” . Y más ade
lante: “ los objetos de la visión y del tacto son dos cosas distintas” .51
Tenemos, pues, que al excluir de la percepción todo cuanto se per
cibe por medio de I09 vínculos que existen entre sensaciones diferentes,
Berkeley llega a eliminar de su percepción reducida todas las propiedades
espaciales de los objetos del mundo exterior y las transforma en “ objetos”
que “ no*se hallan ni parecen hallarse fuera del espíritu o a alguna dis
tancia del mismo” .52
Ahora bien, el intento de desvincular de los objetos las sensaciones,
lleva necesariamente a la desvinculación de las sensaciones entre sí, de
modo que toda esta concepción entra en conflicto -—que le es fatal—
con los hechos, con la estructura de la percepción, estructura que tiene
existencia real y ha sido evidenciada experimentalmente; en dicha estruc
tura de la percepción, las sensaciones de distinta clase (de distinta “ mo
dalidad” ) se hallan de hecho relacionadas entre sí y como condicionadas
mutuamente.
La sustitución del objeto por las sensaciones, en principio igual a la
que realiza Berkeley, constituye el principal artificio de algunas varieda
des del monismo epistemológico. Se encuentra, asimismo, en la base de la
teoría “ de los datos sensoriales” (sense-data theory) que figura en el
centro de la discusión gnoseológica sostenida durante los últimos años
en la filosofía extranjera, sobre todo entre los filósofos ingleses y norte
americanos.53 El propio G. Moore, que es, al lado de B. Russell, uno de los
51 George Berkeley, Ensayo sobre una nueva teoría de la visión, § 49; págs. 27
y 28 de edic. tusa (Kazán, 1913).
52 Ibídem, § 50, 51 y siguientes.
63 De los numerosos trabajos consagrados a este problema, señalamos los ar
tículos que a continuación se citan entre los publicados durante los últimos años:
J. W. Yolton, A Defence of Sense-Data. Mind, 1948, vol. LVII, núm. 225, págs. 2-15;
R. Firth. Sense-Data and the Percept Theory. Mind, 1949. vol. LVIII, núm. 232,
págs 434-465; 1950, vol. LIX, núnv 233, págs. 35-36 (contiene una crítica de la
teoría de los sense-data). A. D. Ritchie, A Defense of Sense-Data. Philosophical
Quarterly, vol. 2, núm. 8, 1952; C. D. Broad, Some elementary reflexions on sense-
perception. Philosophy, 1952, vol. 27, núm. 100. (Broad junto con Russell y Moore,
uno de los partidarios de la sense-data theory). A. J. Ayer, The Terminology of
Sense-Data (publicado primero en Mind, vol. 54, núm. 216, año 1945; reproducido
en el libro Philosophical Essays, Londres, 1954). Cf. asimismo: A. J. Ayer, The
Foundations of Empirical Knowledge: I. The Introduction of Sense-Data, § 3,
págs. 19-28: II. The Characterization of Sense-Dala, § 6-11, págs. 58-112. Londres,
1940. J. R. Jones, Sen'.e-Data, a Suggested Source of the Fallacy. Mind, 1954,
vol. 63, núm. 250.
La teoría de los sense-data refleja el punto de vista de la filosofía de Berkeley
y de Hume en la gnoseología contemporánea. Sus representantes, con Russell y
Moore a la cabeza, luchan desde esas posiciones contra quienes defienden los prin-
principales representantes e incluso creador de la teoría de los datos
sensoriales, señala la coincidencia que existe entre lo que él entiende por
datos sensoriales y lo que Berkeley concibe como .objeto “ directo” e in
mediato de la percepción “ en el sentido estricto y verdadero de la
palabra” .54
Esta teoría declaré que los datos sensoriales son los únicos objetos
inmediatos y fidedignos de la percepción, a la que son dados “ directa
mente” por “ esencias” (essences) especiales. El problema gnoseológico
de la percepción del mundo material exterior, se convierte en el de si
puede verificarse el paso de estos objetos “ inmediatos” del conocimiento
a los objetos materiales, físicos, y de qué modo puede verificarse. Entre
el conocimiento sensorial y sus objetos auténticos — objetos y fenómenos
del mundo material— se introducen como un velo “ objetos” ficticios:
“ datos sensoriales” . En la teoría de los datos sensoriales, las cualidades
sensoriales de los objetos son reconocidas como datos al margen de la
actividad analítico-sintética de la cognición, actividad que las diferencia;
se transforman en “ esencias” desvinculadas y se declara que son los
únicos objetos del conocimiento, directos e “ indiscutibles” .
Tenemos, por tanto, que la teoría de los “ datos sensoriales” verifica
de nuevo las suplantaciones siguientes, que hallamos en Berkeley: 1) las
sensaciones y las percepciones se sitúan en lugar de los objetos; 2 ) las
propiedades de los objetos — de las cosas del mundo material— se con
vierten en objetos especiales. Finalmente se utiliza la sustitución de los
objetos por los “ datos sensoriales” para proclamar que éstos son “ neu
trales” respecto a lo psíquico y a lo material.
Análogo es el camino que sigue el neorrealismo en su teoría de la
sensación y de la percepción. Los neorrealistas declaran sin rodeos que
las sensaciones son “ esencias” . La percepción de los objetos blancos o
rojos, duros o blandos, etc.,, se descompone. Según la interpretación neo-
rrealista, en vez de objetos blancos y rojos, duros y blandos, etc., aparece
“ lo blanco” , “lo rojo” , “ lo duro” ,, “ lo blando” . El neorrealismo sitúa
esas abstracciones de las cualidades sensoriales de los objetos, abstraccio
nes formadas por medio dé la palabra, en lugar de las cosas y las tans-
forma, asimismo, en “ esencias” especiales. El contenido sensorial de las
sensaciones se eleva (¡peregrina superchería!) al rango de la idea pla
tónica. Se crea un platonismo sensorial. Entendidas de ese modo, las sen
saciones dejan de constituir un conocimiento del mundo objetivo que
existe al margen e independientemente de ellas mismas. Como corres-
■cipios del realismo representativo de Descartes y de Locke según el cual el objeto
•del conocimiento está constituido por las cosas mismas; el realismo representativo,
■empero, no está en condiciones de dar validez a dicha tesis porque desvincula las
“ ideas” —sensaciones, percepciones, etc.— respecto a las cosas. Cf. acerca de este
particular más arriba, en el apartado que se dedica a la teoría del reflejo.
54 The Líbrary of living Philosophers, vol. IV. The Philosophy of G. E. Moore,
1942. Cf. especialmente la parte III; The Philosopher Replies; II: Sense-Perception,
pág. 629. Cf. en el mismo tomo los artículos: O. K. Bouwsma, Moore’s theory of
sense-data; C. A. Mace, On hoto we knotv that material things exist, y el final
■del artículo de C. J. Duccase, Moore's Refutation of Idealism.
ponde a “ esencias” hipostáticas, las sensaciones radican “ en sí” y no nos
descubren las propiedades de las cosas y de los fenómenos que existen
objetivamente. Las sensaciones dejan de ser lo que constituye su esencia
y se convierten en lo contrario de la misma: en una “ esencia” , en un ser
en sí. ¿Cabe apartarse más de la verdad?
La realidad es que las cualidades sensoriales proporcionan una ca
racterística de las propiedades de las cosas, constituyen el conocimiento
que de ellas posee el sujeto; expresan las propiedades de las cosas como
realidad, la cual no puede quedar agotada por ningún conjunto de pro
piedades dadas al sujeto. En el proceso de la interacción que existe entre
la cosa y el hombre y entre las propias cosas, cada una de ellas presenta
una cantidad infinita de nuevas propiedades a medida que entra en nue
vas conexiones con otras cosas.
Acerca de este particular se da un hecho de valor esencial: en la
percepción del hombre se incluye la palabra. Las cosas se perciben como
objeto cuyas propiedades esenciales quedan fijadas en la palabra. Gracias
a la palabra, en el objeto percibido se incluye el contenido no dado de
manera inmediata, sensorial. Dicho contenido se incluye en la percepción
en virtud del mecanismo denominado “ de excitación secundaria” (o
excitación “ de segundo orden” ) 55 en virtud de los nexos que se forman
entre las propiedades dél objeto percibidas directamente y el contenido
de la palabra.
La inclusión de la palabra en la percepción del objeto tiene lugar en
el decurso del desenvolvimientcf individual. Durante el proceso en virtud
del cual el hombre aprende a hablar, se crean en éste conexiones reflejas
naturales entre la cosa y la palabra que la designa. El resultado es que
se incluye un nuevo componente en el sistema de nexos corticales que
constituye la base neurodinámica de la imagen del objeto. Dicho nuevo
componente estriba en- las conexiones del segundo sistema de señales
vinculadas al significado de la palabra. La imagen sensorial-táctil del
objeto comienza a incluir y a hacerse suyo el contenido vinculado al sig
nificado del objeto de modo semejante a como dicha imagen hace suyo el
contenido de otras recepciones. No se trata de que la percepción vaya
acompañada de la palabra con que se denomina lo percibido (en este
caso la palabra se daría en la conciencia al margen de la percepción),
sino de que el contenido conceptual de la palabra, por medio del circuito
reflejo, se. une con la imagen sensorial del objeto (se incluye en un
estímulo complejo singular)- Al producirse este fenómeno, la palabra casi
siempre se “ enmascara” (según expresión de I. P. Pávlov) y de ella,
como tal palabra, no se tiene conciencia especial. Su contenido conceptual
se incluye en la percepción del objeto como uno de sus componentes y se
87 No está de más examinar, aunque sea brevemente, «¿1 lugar qque han ocupado
los significados en la filosofía idealista de los últimos decenios. Los
se presentaron al comienzo (en Husserl y otros) como núcleo de la y
La concepción idealista del papel del significado como elemento que
forma el objeto o por lo menos la imagen del objeto partiendo de un con
tenido — que se entiende como sin objeto— de lo sensorial subjetivo, no
resiste la crítica. Los, hechos refutan esta tesis. En el desenvolvimiento
del niño, la formación de la imagen sensorial del objeto precede al.do
minio de la palabra y constituye uha premisa necesaria para el desarrollo
del lenguaje. No puede ser de otro modo. En efecto: el hombre que
domina el lenguaje dispone de una gran diversidad de significados. ¿Por
qué en un caso u otro sa moviliza y se incluye en la percepción un sig
nificado determinado y no un significado cualquiera? Para ello no puede
haber más que un motivo: la percepción de un objeto con propiedades
determinadas, dadas en la percepción, condiciona la inclusión precisa
mente de los significados dados. Cuando el niño aprende una palabra en
el proceso de relación y aprendizaje, lo que en primer término se lleva a
cabo consiste en delimitar las propiedades del objeto dadas en la percep
ción con las cuales ha de estar relacionada la palabra. Lo primario radica
en la dependencia de la palabra respecto a la percepción de la cosa. Úni
camente en segundo término, a medida que se consolida, la palabra
comienza a influir sobre la delimitación de determinadas facetas de la
percepción del objeto y sobre la trabazón de dichas facetas entre sí-58
En el objeto percibido sensorialmente, se destacan caracteres, cuali
dades que son señales en relación con sus propiedades esenciales, que lo-
definen como una cosa determinada; en la percepción, las demás propie
dades quedan más o menos relegadas a un segundo plano. (En el plano
fisiológico esto se halla condicionado por el hecho de que la excitación
sirvieron para hacer caso omiso de las cosas del mundo material. El significado -
de “ objeto” sie sitúa en el lugar del objeto, de una cosa real. La tesis de que las
cosas están constituidas por significados, transforma a éstas en algo derivado del
contenido ideal de la conciencia. Una vez desembarazados de las cosas, del mundo
material, los significados se dirigen contra la conciencia. Se declara que también
la conciencia deriva d é lo s significados; se reduce ésta a las conexiones semánticas
entre las partes de la “ experiencia” , dado que dichas conexiones se representan o
se designan mutuamente (Mead, Dewey). La semántica pasa a basarse en el beha-
viorismo. Los significados se correlacionan con la conducta, se declaran derivados
de ella. El significado — este monstruo de la filpsofia idealista contemporánea—
después de haberse tragado a la conciencia, acaba inevitablemente, mediante la
unión de semántica y behaviorismo, tragándose a sí mismo. Eliminada la concien
cia, del^ significado no queda más que un signo. La otra etapa en el desarrollo de
la semántica estriba en los signos carentes de significado. Así aparece con toda
claridad, por ejemplo, en Morris, discípulo de Mead. Morris intenta unificar todas
las variedades de la semántica, basada en el positivismo lógico o pragmatismo y en
el behaviorismo. En sus “ Fundamentos de la teoría de los signos” , Morris, sacando
en realidad la conclusión que se impone, dada la combinación de la semántico
c?n -e^ behaviorismo realizada por su maestro Mead, emprende una campaña contri»
el significado. Morris ve en el significado la fuente principal de todos los errores
de la filosofía precedente. Como último resultado no quedan más que los signos
carentes^ de significado. (Cf. Ch. W. Morris, Foundations o f the Theory o f Signs.
International Encyclopasdia of Unified Science, voL 1, núm. 2. Chicago University
Press, 1938; Ch. W. Morris, Signs, Language and Behavior. Nueva York, 1950.
. 58 G. L. Rozengart-Pupko, E l lenguaje y el desarrollo de la percepción en la
primera infancia. Moscú. Ed. de la Academia de Medicina de la U.R.S.S., 1948:
surgida en la corteza de los hemisferios cerebrales a consecuencia de la
scciór» en calidad de excitante Ue determinadas propiedades del objeto,
induce negativamente la acción de sus restantes propiedades.)
En lo tocante a la relación de las cosas y de aquellas de sus propie
dades que poseen significado esencial para la psicología de la percepción,
wirge otro problema, más general: el de qué modo se refleja en la per
cepción la estructura categorial de las cosas.
En las publicaciones de psicología se encuentran alusiones a la per
cepción “ categorial” o al carácter categorial de la percepción. En estos
casos te parte, sin embargo, de ia concepción kantiana:'’9 se entiende que
el pensamiento introduce en la experiencia, desde el exterior, las cate
gorías como formas del entendimiento, engendradas por el pensar y en
contraposición a lo sensorial. En realidad, empero, las categorías son una
expresión de la estructura objetiva de las cosas, estructura que se pone
de manifiesto, ante todo, en la percepción y tan sólo después, de manera
generalizada, en el pensamiento abstracto. La psicología no puede pasar
por alto este hecho. Al elaborar la teoría de la percepción, no puede des
entenderse del problema que trata de cómo se forma la estructura cate
gorial de la percepción que es un reflejo de la contexitura objetiva del
ser. La psicología genética, al resolver este problema, ha de ser, a la vez,
guoseología genética.*0
En la teoría general de la percepción desempeña un papel esencial el
modo de entender cómo ésta se determina- Todo lo que signifique consi
derar la percepción como efecto mecánico de una mera acción exterior
o de una exclusiva actividad ctrebral que se pretende sea espontánea,
hace inasequible el conocimiento del mundo por parte del hombre. La
historia de la filosofía constituye una demostración documental de este
aserto.
Descartes, al rechazar la teoría ¿conocimiento sensorial de las
cosas —teoría escolástica que arranca de Tomás de Aquino— ,CI le con
trapuso la “ teoría causal” de las sensaciones y de las percepciones. Ello
no obstante, el modo de enfocar el problema de las sensaciones y de las
percepciones por parte de Descarte-. — que se basaba en las ciencias natu
rales y era un filósofo progresivo— se convirtió en punto de partida de
todas las divagaciones de la filosofía idealista subsiguiente y tuvo con
secuencias catastróficas para la gr¡>seo¡ogía. El origen de tan funestas
«ousecuencías radicó en ia concepción mecanicista de la causalidad de
ia que partió Descartes. Vinculaba éste la percepción directamente a
80 (1 Marx, El Capital, I. III, pág. 830 (ed. rusa). (Id., id., tomo III, vol. II.
México, 948.)
81 Ibídem, pág. 324. (Id., tomo III, vol. I, Míxico, 378.)
82 Ibídem, t. I, pág. 19. (Id., tomo I, vol. I, México, pág. 17.)
83 C. Marx, Contribución a la critica de la economía política (pág. 213 de la
ed. rusa de 1951).
84 C. Marx. El Capital, t. III, pág. 197. (íd., id., tomo III, vol. I, México,
Pág. 239.)
vación por circunstancias secundarias perturbadoras y ajenas al verda
dero proceso que se estudia” .85
Para descubrir la ley del valor en su aspecto puro, Marx hace también
abstracción de las oscilaciones de la oferta y de la demanda, factores en
cuya correlación la economía política vulgar buscaba la explicación del
valor. Marx indica que, en todo caso, la oferta y la demanda no pueden
aclarar nada cuando son iguales entre sí. En realidad, tal coincidencia se
da muy raras veces y sólo casualmente. “ Sin embargo, en economía poli-'
tica — escribe Marx— se parte de la premisa de que coinciden.. Se
hace ello “ para enfocar los fenómenos en la forma que corresponde a las
leyes que los rigen, con arreglo a su concepto, es decir, para enfocarlos
independientemente de las apariencias relacionadas con el juego de la
oferta y la demanda. Por otra parte, para descubrir y fijar, en cierto
modo, la tendencia real de su movimiento” 86 En el análisis científico,
la influencia de la oferta y de la demanda como circunstancia accesoria se
elude por medio de la abstracción. Considerando como iguales la oferta
y la demanda,, se deja mentalmente sin efecto la dependencia en que se
halla el precio respecto a las oscilaciones de ambos factores; en conse
cuencia, se obtiene el valor según sus leyes internas, propias, como base
del valor de la mercancía.
En el proceso de la investigación científica, esta misma operación
— la de abstraer— se repite una y otra vez en los diferentes estadios de
análisis. Así, después de haber introducido los conceptos de capital cons
tante y capital variable, Marx examina de nuevo el concepto de valor y
escribe: “ Para analizar el proceso en toda su pureza hay que prescindir,
pues, de aquella parte del valor del producto en que el valor del capital
constante se limita a reaparecer, cifrando, por consiguiente, en 0 el capi
tal constante” .87 Al estudiar la acumulación del capital, Marx también se
abstrae, al principio, de la descomposición de la plusvalía en distintas
partes. Escribe: “ La división de la plusvalía y la fase intermedia de la
acumulación no hacen más que oscurecer la forma simple y fundamental
del proceso acumulatório. Por eso, si queremos analizar este proceso en
toda su pureza, tenemos que prescindir provisionalmente de todos los
fenómenos que ocultan la dinámica interna de su mecanismo” .88
Por medio de este análisis, que conduce a la abstracción, Marx llega
en El Capital a todas las categorías y leyes económicas de laeconomía
política; este procedimiento es el mismo que siguen, como hemos visto,
la mecánica y la física para descubrir sus conceptos abstractos y sus leyes.
El camino que la cognición científica ha de recorrer sin falta radica
en el análisis de los fenómenos dados sensorialmente de modo inmediato,
análisis que lleva a las abstracciones expresadas en los conceptos cientí
ficos. Su objetivo, empero, no se reduce a ello. En último término, es
85 C. Marx, El Capital, t. I, pág. 172 (notas al pie). (Id., id., tomo I, vol. I.
México, págs. 183-184, nota al pie.)
86 Ibídem, t. III, pág. 197. (Id., tomo III, vol. I, pág. 239.)
87 Ibídem, t. I, pág. 220. (íd., tomo I, vol. I, pág. 237.)
88 Ibídem, t. I, pág. 569. (Id., tomo I, vol. II, pág. 640.)
necesario comprender y explicar la realidad en su aspecto concreto y, a
la vez, según sus leyes.
Para comprender los fenómenos según sus leyes y explicarlos, son
necesarios el análisis y la abstracción; pero en último término, análisis y
abstracción son necesarios para poder comprender y explicar los fenó
menos. Comprender y explicar el beneficio — industrial, comercial, finan
ciero (interés) y la renta— en su origen, exige llegar al concepto de plus
valía, por medio del análisis y de la abstracción, y descubrir su fuente;
pero el concepto de plusvalía y la ley que rige su formación son necesa
rios, en última instancia, para explicar el origen del beneficio, del interés
y de la renta.
Tal es el motivo de que el método de la cognición científica, analítico
en un comienzo — método de análisis que lleva a la abstracción— , apa
rezca, también, necesariamente, como método en virtud del cual se pasa
de lo abstracto a lo concreto.
Durante este último proceso, el conocimiento científico restablece paso
a paso el aspecto del fenómeno tal como se ve de modo inmediato, mas
ya analizado a base de las leyes descubiertas como resultado de haber
hecho abstracción de las circunstancias que las velan, las desfiguran o
las hacen complejas.
En el primer tomo de El Capital, Marx investiga el proceso de la
producción según su “ vida interna” abstrayéndose de los fenómenos de
la circulación; en el segundo tomo analiza esta última; en el tercer tomo,
consagrado, según el subtítulo, al análisis de “ la producción capitalista
en su conjunto” , Marx escribe: “ se trata... de descubrir y exponer las
formas concretas que brotan del proceso de movimiento del capital, con
siderado como un todo. En su movimiento real, los capitales se enfrentan
bajo estas formas concretas, en las que tanto el perfil (Gestalt) del capital
en el proceso directo de producción como su perfil en el proceso de cir
culación no son más que momentos específicos y determinados. Las mani
festaciones . (Gestaltungen) del capital, tal como se desarrollan en este
litro, van acercándose, pues, gradualmente a la forma bajo la que se pre
sentan en la superficie misrria de la sociedad a través de la acción mutua
de los diversos capitales, a través de la concurrencia, y tal como se refle
jan en la conciencia habitual de los agentes de la producción” .89
Durante esta ascensión de lo abstracto a lo concreto, los fenómenos
sometidos- a análisis reaparecen, pero ya con otro aspecto, en calidad de
forma externa de su esencia, esencia que se ha descubierto como resultado
del análisis y de la abstracción: los precios de las mercancías se presentan
ya como la forma en que se manifiesta el valor; el beneficio, el interés y
la renta, como la forma en que se manifiesta la plusvalía. En la superficie
de los fenómenos, el valor aparece en forma de precio; la plusvalía, bajo
el aspecto de beneficio, de interés, de renta. En la supérficie de los fenó
menos, la dependencia empírica se presenta como manifestación de las
leyes reveladas en su aspecto puro por medio del análisis y de la abs
tracción. “ La tarea de la ciencia — escribió Marx— consiste, concreta-
89 C. Marx, El Capital, t. III, pág. 27, (id., id, tomo III, vol. 1, pág. 57).
mente, en explicar cómo se manifiesta la ley . . . ” .90 Ello no obstante, el
fenómeno, forma de manifestación de la esencia, no coincide' con ésta de
modo directo, como tampoco la esencia coincide con el fenómeno. Por
lo común, la ley no aparece en su aspecto puro eri la superficie de los
' fenómenos. Es un error, pues, intentar situarla directamente en el lugar
de la dependencia empírica, donde la ley se manifiesta de manera distinta
según sean las condiciones concretas de la realidad. Inversamente: no es
posible llegar a la ley por el simple hecho de elevar a rango de tal, de
modo directo, las coincidencias empíricas casuales. (Marx ve el principal
error de la economía política clásica de Smith y de Ricardo en el hecho
de situar directamente el valor en lugar del precio, la esencia en lugar del
fenómeno, en el intento de tomar como supuesta la coincidencia de ambos
términos). El concepto de un fenómeno y el fenómeno en sí tal como se
presenta en condiciones que no son típicas para él, no coinciden de modo
inmediato. En la superficie de los fenómenos, la ley — obtenida gracias
a la abstracción de circunstancias accidentales, accesorias para los fenó
menos en cuestión— se presentan con ciertas modificaciones en su aspecto.
El proceso que lleva de lo abstracto al restablecimiento mental de los
fenómenos en su aspecto concreto se verifica por medio de operaciones
inversas a las que; desembocan en la abstracción. En la esfera de lo abs
tracto, profundizamos el conocimiento haciendo caso omiso de las cir
cunstancias-accesorias y de las dependencias que se entrecruzan casual
mente; el proceso inverso se lleva a cabo incluyendo paso a paso los
conceptos y las proposiciones obtenidos por medio del análisis y de la
abstracción, en nuevas conexiones, en condiciones cada vez más concretas,
y modificando, en consecuecia, las definiciones abstractas iniciales. Refe
rir las proposiciones abstractas, obtenidas por el análisis, a condiciones y
circunstancias nuevas, constituye un acto de síntesis. La ascensión de lo
abstracto a lo concreto se lleva a cabo por medio de la síntesis verificada
entre las definiciones abstractas alcanzadas por medio del análisis y las
circunstancias de las que la investigación inicialmente se abstrae. Esto
constituye una síntesis o, dicho con mayor propiedad, la forma que la
síntesis presenta en el nivel del pensar teorético. El restablecimiento men
tal de lo concreto, partiendo de lo abstracto, se verifica como resultado de:
1. Introducir en la fórmula general de la ley significados parciales
en sustitución de los variables que la fórmula contiene.
2. Correlacionar, es decir, sintetizar dos o más leyes que se completen
mutuamente (por ejemplo, la ley de Boyle-Mariotte y la ley de Gay*
Lussac; cf. más arriba).
3. “ Aplicar” las leyes iniciales a las nuevas condiciones, poner en
relación tales leyes con nuevas circunstancias, a consecuencia de lo cual
esas leyes — y, por tanto, los conceptos abstractos iniciales— se mani
fiestan según una nueva fórmula singular.
80 C. Marx y F. Engels, Carta de Marx a Kugelmann. Selección de cartas,
1953, pág. 209. (C. Marx, Carta a Kugelmann del 11/VII/1868, en C. Marx y F.
Engels), Obras escogidas, tomo II, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1952:
pág. 433.
La estructura de El Capital responde por entero a esta combinación
de síntesis y análisis. En principio, el desarrollo de los pensamientos, en
El Capital, es siempre el mismo: el fenómeno se determina primero
haciendo abstracción dp las circunstancias accesorias y se pone de mani
fiesto en su aspecto “püro” y simple, es decir, según sus propiedades esen
ciales expresadas en definiciones abstractas. Después se van incluyendo,
una tras otra, las circunstancias complementarias. Las definiciones toma
das al principio de modo abstracto se aplican a condiciones cada vez
más concretas y cambian de aspecto en consonancia con estas últimas.
Esta función sintetizadora del pensamiento que lleva de las abstracciones
expresadas en los conceptos, al restablecimiento de los fenómenos en su
realidad concreta, alcanza singular relieve en el tercer tomo de El Ca
pital, en el que Marx se propone no ya revelar la base interna de la
producción capitalista, sino, además, mostrar de qué modo dicha bass se
manifiesta en la realidad concreta.91
El análisis de los datos empíricos que conducen a la abstracción de
las circunstancias accesorias, y la síntesis que correlaciona los resultados
de la abstracción con las circuntancias analizadas de modo complemen
tario — de las cuales el investigador había hecho caso omiso en un prin
cipio— es lo que constituye el pensamiento teorético, el saber teórico, la
ciencia teórica: la mecánica, la física, la economía política, en las cuales,
como escribió Marx en el prólogo de El Capital, el reflejo ideal de la
“ vida del material” que se investiga se nos presenta como una “ cons
trucción a.priori” . “La investigación — escribió— ha de tender a asimi
larse en detalle la materia investigada, a analizar sus diversas formas de
desarrollo y a descubrir sus nexos internos. Sólo después de coronada esta
labor, puede el investigador proceder a exponer adecuadamente el movi
miento real. Y si sabe hacerlo y consigue reflejar idealmente en la expo
sición la vida de la materia, cabe siempre la posibilidad de que se tenga
la impresión de estar ante una construcción a priori” .92
El análisis de la estructura del conocimiento científico, llevado a caco
por el pensamiento abstracto a base de materiales que pertenecen a dos
ciencias distintas y muy distanciadas entre sí — la física y la economía
política— conduce, pues, a un mismo resultado; revela que el análisis y
la síntesis constituyen las formas básicas del conocimiento científico
y'pone de manifiesto las formas específicas en que análisis y síntesis apa
recen en el pensamiento abstracto.
El problema específicamente cognoscitivo que el pensamiento resuelve,
se halla relacionado, pues, con el hecho de que en la superficie de los
fenómenos, en la percepción, se da de modo inmediato el efecto sumario
91 Véase en el libro de M. M. Rosental Problemas de la dialéctica en <sEl
Capital» de C. Marx, Moscú, 1955 (sobre todo págs. 328-341), el análisis detallado
de este proceso referente al restablecúnientQ del aspecto que presenta la vida eco
nómica de la sociedad capitalista según El Capital y el paso que, con este motivo,
se verifica de las categorías económicas abstractas a las formas de su manifestación
cada vez más concretas y ricas por su diversidad de definiciones.
82 C. Marx, El Capital, t. II. Epílogo a la segunda edición (Edición rusa de
1949, pág. 19). Id., id-, tomo I, vol. I, pág. 17).
El s e r y . l a c o n c ie n c ia . — 8.
o indiferenciado de diversas interacciones, la realidad concreta sin ana
lizar en la debida forma. Este efecto sumario de las diferentes interaccio
nes incluye la acción recíproca — indiferenciada y sin analizar— que se
establece entre sujeto y objeto, el entretejido de lo subjetivo y lo objetivo.
Al determinar por medio del tacto el estado térmico de un cuerpo, la
sensación depende no sólo del estado térmico del cuerpo dado, sino, ade
más, del estado del sujeto que verifica la experiencia. El pensamiento
supera este carácter subjetivo al estudiar las propiedades de un objeto
(en particular, del estado térmico del cuerpo, etc.) a medida que va deter
minando los objetos del conocimiento y sus propiedades (de las cosas,
de los procesos y de los fenómenos) recurriendo a la dependencia, sujeta
a la ley, en que se encuentran, unos y otras, entre sí. El pensamiento
resuelve este problema a medida que, por medio del análisis y de la abs
tracción, revela la dependencia, sujeta a ley, que existe entre los fenó
menos tomados en su aspecto puro, abstracción hecha de las circunstan
cias accesorias que enturbian dicha interdependencia. Resulta, por tanto,
que el proceso del pensar en su totalidad, el trabajo de análisis (insepa
rable de: la síntesis) de abstracción y de generalización gracias al cual
los fenómenos quedan determinados en conceptos “ en -su aspecto puro”
— haciendo abstracción de las circustancias accesorias, no esenciales, ad
venticias— constituye, al mismo tiempo, un proceso en virtud del cual se
pasa de la subjetividad de la percepción inmediata a la objetividad del
conocimiento científico.
*
97 Cf. Martin Heidegger, Sein und Zeit. Einleitung. Die Exposition der Frage
nach dem Sinn von Sein. Tübingen, 1953. Cf. sobre todo las págs. 28-31 (Der Begriff
des Phanomens) y las págs. 34-39 (D er Vorbegriff der Phñnomenologié’’ ) ; J. P.
Sartre, L’étre et le néant. Paris, 1955. Introduction a la recherche de Pitre. I —
L’idée de phénomene, págs. 11-14.
Sartre considera que al situar el concepto de fenómeno en el centro de la
psicología fenomenológica se rechazan ‘los mundos del más allá” . Mas con ello
rechaza no sólo el concepto de esencia o de cosa en sí como algo trascendente,
desarticulado del fenómeno; a la vez elimina la relación de lo que se-da directa
mente en la superficie del fenómeno respecto al contenido más profundo que se
encuentra debajo de dicha superficie. Sartre sustituye la relación entre el “ fenó
meno” como cosa dada de modo inmediato y lo que se descubre de modo mediato
debajo de la superficie, por la relación entre un fenómeno y una serie infinita de
fenómenos que se encuentran, a su entender, en un mismo plano. Sartre reduce el
ser a esta serie de fenómenos. “ Nuestra teoría del fenómeno — escribe— sustituye
la realidad de la cosa por la objetividad del fenómeno, objetividad que la teoría
fundamenta en la serie infinita de los fenómenos” . Resulta, pues, que la concepción
inicial (fenomenológica) del fenómeno, en la interpretación de Sartre, en el fondo
es gemela de la interpretación que de dicho término ofrece la fenomenología. Dicha
concepción casi no sirve para el fundamento de la ontología fenomenológica, obje
tivo que Sartre se proponía alcanzar, siguiendo a Heidegger y a Husserl. Nada tiene,
pues, de extrañar que cuando se le presenta el problema concerniente a la esencia
del hombre, Sartre se vea obligado a establecer una relación unilateral entre la
existencia del hombre como “ fenómeno” y como esencia, ni extraña que volviendo
sencillamente al revés la antigua metafísica, interprete la esencia como algo deri
vado de la existencia no esencial. Cf. J. P. Sartre, L'Existentialisme est un Huma-
nisme, París, 1946.
88 M. Heidegger, Scir. und Zeit. Tübingen. 1953, pág. 28.
ser existente y lo aparente estriba en que lo aparente es algo que se da
a conocer (sich meldet) en forma mediata a través de caracteres, sínto
mas y símbolos. Aquello a través de lo cual se da a conocer (sich meldet)
lo aparente, ha de revelarse (sich zeigen) directamente por sí mismo.
El fenómeno se contrapone directamente a la apariencia porque ésta
es conocida de manera mediata, mientras que el fenómeno es el ente que
se revela, por sí mismo. Este modo de entender el fenómeno constituye el
recurso básico por medio del cual la fenomenología se presenta como
ontología.
Según Heidegger, la apariencia presupone el fenómeno, es decir, el
ser que “ se hace patente por sí mismo” . Con esto todo se invierte de abajo
arriba. Avanzamos hacia un conocimiento mediato más profundo de lo
existente sin partir de las apariencias; según Heidegger, sólo puede lle
garse a este conocimiento después de que lo existente-se ha revelado y se
ha hecho patente por sí mismo en calidad de fenómenos.
Calificando de fenómeno el ser y declarando que el fenómeno es el
ser, la fenomenología de Heidegger afirma que el ser se hace patente
por sí mismo.
Los fenómenos pueden permanecer velados a nuestro conocimiento
o pueden ser revelados de modo inadecuado; para descubrirlos de ma
nera adecuada, es necesaria una labor cognoscitiva, es necesario el aná
lisis fenomenológico. La fenomenología no niega la necesidad del análisis,
pero el problema está en la manera de entenderlo. Desde el punto de
vista del método fenomenológico, el análisis ha de limitarse exclusiva
mente a apartar lo que vela o deforma los fenómenos y entonces éstos*-
se nos harán patentes por sí mismos. El análisis fenomenológico no hace
más que quitar el velo que cubre el fenómeno. El conocimiento del ser
no se lleva a cabo por medio de la correlación y análisis de su propio
contenido en sus interconexiones mediatas. En puridad, la cognición no
pone de manifiesto, nada en el ser, no entra en conocimiento de nada
en él, sino que se reduce exclusivamente a apartar lo que oculta de nos
otros al ser y le impide hacérsenos patente por sí mismo. El conocimiento
no penetra en el propio ser, en su contenido, no rastrea el modo con que
sus diversas partes se hallan conexionadas entre sí de modo mediato. La
fenomenología constituye el antípoda riguroso de toda dialéctica. Es una
contemplación intuitiva de datos inconexos, contemplación que excluye
del ser toda relación de condicionamiento mutuo; del conocer, toda cog
nición mediata. El conocimiento queda, fuera de la órbita del ser y no se
entiende como penetración en él por parte del hombre; 99 por esto se dice
que el ser, en calidad de fenómeno, se nos hace patente por sí mismo
y que se halla dado directamente en su superficie, dirigida hacia nos
otros.
100 Cuando el mono que intenta alcanzar el alimento (una fruta) a través de
las rejas de la jaula durante las pruebas — que son un medio para el análisis prác
tico de lo circundante—, lo alcanza con ayu^" «le un palo y no puede alcanzarlo
valiéndose de un sombrero de anchas alas que rit> pasa entre las rejas, diferencia
ja forma del objeto; la forma del palo se convierte en carácter señalizador del
instrumento que sirve para alcanzar la fruta. Por el mismo procedimiento llega
luego a diferenciar el tamaño, la longitud del instrumento, cuando al utilizar un
palo corto no alcanza el objeto deseado. En el decurso de la actividad práctica
de las personas, se diferencian, sobre todo, las facetas de los objetos, necesarias
para actuar con éxito. Cf. Los miércoles de Pávlov, t. ü , págs. 294-296, 385-388.
Acerca del análisis y de la síntesis realizados por los monos, cf. L. G. Voronin,
Análisis y síntesis de los estímulos complejos por medio de los hemisferios cerebrales
normales y lesionados del perro. Moscú, 1948, y N. / . Voitonis, Prehistoria del inte-
lecto (Acerca del problema de la antropogénesig-) . Moscú-Leningrado, 1949.
La unidad de síntesis y análisis en el plano del conocimiento empí
rico aparece con toda claridad en la comparación. En los estadios iniciales
del conocimiento del mundo circundante, las cosas llegan a conocerse
ante todo por medio de la comparación.
Empieza, ésta, correlacionando o confrontando fenómenos, es decir,
empieza con un acto sintético por medio del cual se verifica un análisis
de los fenómenos comparados diferenciando en ellos lo común y lo espe
cífico; lo común obtenido por medio del análisis, a su vez unifica, es
decir, sintetiza los fenómenos generalizados. Tenemos, pues, que la com
paración constituye un análisis que se verifica por medio de la síntesis
y que lleva a la generalización y a una nueva síntesis. La comparación
es una forma concreta de interrelación de síntesis y análisis llevada a
cabo por medio de la generalización empírica y la clasificación de los
fenómenos. ^ 1 papel que desempeña la comparación resulta singular
mente importante en el estadio del conocimiento empírico, en sus grados
iniciales, particularmente en el niño.
En el nivel de la cognición teorética, análisis y síntesis presentan
nuevas formas. El análisis pasa a la abstracción al diferenciar las pro
piedades esenciales de los fenómenos respecto a las accesorias, al dife
renciar las necesarias respecto a las casuales, las generales respecto a las
particulares. Se da la síntesis en el paso de lo abstracto al restableci
miento mental de lo concreto • — a base de lo abstracto— . En dicho esta
dio, la síntesis se verifica del modo siguiente: 1 ) correlacionando, al
explicar un fenómeno, fenómenos concretos sujetos a varias leyes (por
ejemplo, a la ley de Boyle-Mariotte, a la ley de Gay-Lussac, etc.) obtenidas
como resultado de la diferenciación analítica de relaciones de depen
dencia que se entrecruzan; 2 ) aplicando cada una de estas leyes a
nuevas circunstancias concretas en las cuales las categorías iniciales se
manifiestan en nuevas formas (por ejemplo, la plusvalía en la sociedad
capitalista adquiere la forma de ganancias) etc.
En la cognición teorética, la síntesis se presenta como “ construcción”
de nuevos objetos, cada vez más complejos (figuras geométricas, núme
ros, etc.) , es decir, introduce dichos objetos en el campo de examen
correlacionándolos, según determinadas leyes, con los objetos iniciales (en
el razonamiento geométrico, con líneas, ángulos, etc.) con lo cual estos
últimos objetos se incorporan a nuevos enlaces.
El pensamiento científico se lleva a cabo mediante conceptos abstrac
tos. En consecuencia, es de importancia capital revelar, aunque sea en
sus rasgos más generales, la naturaleza no sólo del análisis y de la sín
tesis, sino, además, de la abstracción y de la generalización.
En los dos polos extremos de la actividad cognoscitiva, la abstrac
ción presenta formas que se distinguen entre sí con toda nitidez. La
forma primera y elemental de la abstracción se da ya necesariamenteen
todo acto de cognición sensorial y consiste en relegar a un segundo plano
ciertas propiedades del objeto percibido sensorialmente al aparecer otras.
En la base de ese tipo elemental de abstracción, se encuentra el hecho de
que ciertas propiedades de lo que se percibe constituyen excitantes fuer
tes y se sitúan, en consecuencia, en el primer plano. Dichos estímulos
provocan un intenso proceso de excitación e inhiben — en virtud de la
ley neurodinámica de 1 ¡j inducción— la diferenciación de otras propie
dades del objeto que son estímulos más débiles. Resulta, pues, que en la
base de dicha forma de abstracción,* se encuentra un proceso de inhibi
ción en lo tocante a la diferenciación de propiedades, o sea una deter
minada forma de análisis. Las propiedades fuertes resultan ser las de
mayor importancia biológica, es decir, las que se encuentran vinculadas
a las necesidades naturales; por lo que respecta al hombre, pertenecen
asimismo a dicha clase de propiedades las que están relacionadas con
las necesidades del hacer social.
Esta forma primaria de la abstracción no rebasa el marco de lo sen
sorial, no lleva al descubrimiento de nuevas propiedades de los objetos,
no dadas de modo sensorial; su función cognoscitiva positiva estriba en
modelar lo conocido sensorialmente en consonancia con las necesidades
del hacer práctico. En todo acto reflejo, existe ya cierto elemento de
abstracción dado que responde a un estímulo — a una señal— determi
nado, hasta cierto punto, independientemente ríe otros estímulos que
actúan al mismo tiempo. Ya en dicho acto aparece el rasgo esencial de
la abstracción en virtud del cual este proceso no sólo prescinde de algo,
sino que, además, delimita algo. En esta forma de la abstracción se des
taca el estímulo señalizador haciendo caso omiso de los que no tienen
el valor de señal. Dicho estímulo señalizador, se destaca, se diferencia, al
correlacionarse con la acción de respuesta. Su diferenciación constituye
un análisis llevado a cabo a través de la síntesis, a través de su corre
lación con el efecto vigorizador de la acción. El valor del estímulo como
señal y su fuerza constituyen la expresión práctica, sensorial e inmediata
de lo que tiene de esencial el estímulo para las necesidades de la vida,
para el hacer práctico.
En realidad, la abstracción siempre es una diferenciación de propie
dades esenciales del objeto o del fenómeno respecto a las accesorias.
Siempre tiene un doble aspecto, positivo y negativo. Abstraer significa
no sólo hacer caso omiso de algo, sino, además, entresacar algo de alguna
otra cosa; es decir, significa desentenderse de unos aspectos del fenó
meno y extraer, destacar otros. Explicar la abstracción en general como
delimitación de determinadas circunstancias o facetas de un fenómeno
sin determinar cuáles son estas partes del fenómeno y de qué otras par
tes se hace exclusión, significa perder de vista lo más importante. Una
auténtica definición de la abstracción ha de indicar qué se separa y res
pecto a qué se separa. En realidad, lo decisivo en esta cuestión estriba
en que la abstracción científica constituye una separación de lo adven
ticio, de lo circunstancial que vela la naturaleza o “ esencia” del fenó
meno estudiado, y una extracción, una revelación, una delimitación de
dicha esencia. La abstracción constituye una separación de lo esencial
respecto a lo que no lo es. y por esto resulta inseparable del análisis (el
cual, a su vez, es inseparable de la síntesis). Además, la abstracción
científica que caracteriza al pensamiento científico abstracto no es un
acto subjetivo arbitrario. La abstracción científica se halla condicionada
objetivamente.
Tal es el carácter que presenta, por ejemplo, la abstracción de la
temperatura de un cuerpo tal como lo verifica el pensamiento científico
al estudiar los cambios de presión del gas y, en general, de los fenomenos
denominados isotérmicos, es decir, de los fenómenos cuyas modificacio
nes como tales no suelen depender de la temperatura. La abstracción
de la temperatura tal como se verifica al investigar los fenómenos cita
dos, lleva al descubrimiento de la ley que rige en lo que respecta a la
presión y al volumen de los gases (ley de Boyle-Mariotte), la cual no
aparece mientras el pensamiento no hace abstracción de las circunstan
cias accesorias. Ahora bien, la abstracción de la temperatura no se
verifica en la ciencia al estudiar, por ejemplo, las ondas acústicas o los
fenómenos llamados adiabáticos, fenómenos que están ligados objetiva
mente a los cambios de temperatura. En el pensamiento científico, la
abstracción tiende a revelar las propiedades esenciales, internas y espe
cíficas de los fenómenos en las dependencias sujetas a ley en consonancia
con las cuales dicha abstracción se verifica.
En estos principios se encuentra la base de la teoría de la abstracción,
punto de partida para resolver los problemas a ella vinculados.
Partiendo de esta base cabe asimismo aclarar la teoría de la genera
lización científica.
Lo mismo que la abstracción, la generalización presenta formas per
fectamente diferenciables en sus dos polos extremos, como generalización
primaria y como generalización propiamente dicha, conceptual, necesa
riamente vinculada a la palabra como forma y condición de existencia
de este segundo tipo de generalización. La generalización primaria (del
primer sistema señalizador) es de naturaleza fisiológica y se verifica por
medio de la irradiación de la excitación; es un tipo de generalización
que se lleva a cabo gracias a la acción de un carácter fuerte (es decir,
de un carácter o propiedad que sea un estímulo fuerte) o gracias a varios
de dichos caracteres o, finalmente, por la relación que entre ellos exista.
La particularidad diferencial de la generalización primaria respecto
a la generalización conceptual se nos ofrece con meridiana claridad en
las primeras generalizaciones infantiles consistentes en aplicar una pala
bra a diversos objetos. En este caso, la generalización primaria (del pri
mer sistema señalizador) y la generalización propiamente dicha (con
ceptual, del segundo sistema señalizador) entran directamente en coli
sión, dado que, al principio, la palabra se pasa de un objeto a otro en
virtud de las leyes de la generalización primaria y no de la generaliza
ción conceptual verbal, es decir, en virtud del carácter “ fuerte” y no del
carácter esencial conceptual. Así realizan los niños las curiosas genera
lizaciones de las que se encuentran numerosos ejemplos en los diarios de
carácter pedagógico. Cuando se posee un dominio de la palabra, en
calidad de determinante aparece el carácter más fuerte en vez de lo que
es objetivamente esencial y 9Ólo más tarde el carácter objetivamente
esencial aparece como el más fuerte.
En el marco de la ^generalización propiamente dicha-también se dis
tinguen dos formas diferentes: la generalización empírica elemental y.la
generalización hasta la que se eleVa el pensar teorético al descubrir las
conexiones necesarias, sujetas a ley, de los fenómenos.
Según la teoría empírica, que conoce sólo la forma elemental de la
generalización, ésta se realiza al comparar distintos objetos o fenómenos,
haciendo caso omiso de los caracteres que diferencian a los objetos entre
sí y destacando los que les son comunes. Una de las objeciones que se
suele presentar contra dicha teoría estriba en que ésta deja sin resolver
el problema principal, a saber: en qué sentido debe realizarse la com
paración, en qué caracteres ha de basarse y qué objetos han de incluirse
en ella. Ésta es la razón de que en dicha teoría empírica de la genera
lización se haya visto un círculo vicioso: la clase de objetos que han de
¿er comparados a fin de determinar cuáles son sus propiedades comunes,
sólo puede ser establecida por medio de las propiedades aludidas. Resulta,
pues, que el proceso de generalización por medio de la comparación,
presupone el conocimiento de las propiedades comunes que han de ser
determinadas como resultado del proceso miaño. Es la vida, es el hacer
práctico lo que nos permite romper este círculo vicioso. Las formas ele
mentales de generalización se verifican independientemente del análisis
teorético. La generalización elemental se realiza, primero, en virtud del
estímulo fuerte. Las propiedades fuertes son esenciales desde el punto de
vista vital y práctico. Se presentan en el primer plano de la percepción
por sí mismas, sensorialmente, y regulan el sentido de la generalización
empírica, sensorial. Tenemos, pues, que el hacer práctico rompe el círculo
vicioso que se presenta en la teoría de la generalización empírica cuando
la generalización, lo mismo que la cognición en general, se examina al
margen de la vida, del hacer práctico. El hecho es que la generalización
empírica existe realmente, y el reconocerlo así no da origen a ningún
círculo vicioso. Ello no obstante, la teoría empírica de la generalización
provoca serias objeciones. La primera estriba en que dicha teoría — de
la generalización por medio de la comparación, de la exclusión de las
diyersas propiedades en que se diferencian los objetos comparados y de
la conservación de aquellas en que éstos coincidan—, por identidad o
por semejanza, en el mejor de los casos no es más que una teoría de la
generalización sensorial elemental, teoría que no rebasa los límites de
lo sensorial y que no lleva a Ios- conceptos abstractos; no es una teoría
global de la generalización que incluya las formas científicas superiores
de la misma. La segunda objeción afecta a la teoría examinada incluso
en la esfera limitada de lo sensorial: la generalización de significado
práctico, científicamente justificada, no estriba en la delimitación general
de ciertas propiedades comunes, cualesquiera que sean, gracias a las que
los objetos o los fenómenos se asemejan entre sí, independientemente de
El ser y la conciencia .—9 .
la de dichas propiedades; la generalización como acto del
conocimiento de valor práctico y científico consiste en la delimitación
no de unas propiedades cualesquiera, comunes a los fenómenos, sino de
unas propiedades esenciales para ellos. Ahora bien, las propiedades esen
ciales se delimitan por medio del análisis y de la abstracción. O cono
cimiento empírico, al dar los primeros pasos, sondea lo que es esencial
en los fenómenos poniendo de manifiesto lo que hay de común entre
ellos por medio de su comparación y confrontación, dado que lo común
y permanente constituye un probable indicador de lo que es esencial
para unos fenómenos ¿idos. Ahora bien, una cosa es esencial no porque
sea común a varios fenómenos, sino que resulta común a varios fenóme
nos porque es esencial para dios. Esta tesis constituye la base de la teoría
de la generalización, el punto de partida para resolver todos los proble
mas relacionados con él de la* generalización.
Se llega a las generalizaciones teoréticas de orden superior descu
briendo por medio del análisis — combinado con la abstracción— las
propiedades esenciales de los fenómenos y sus concatenaciones necesarias,
sujetas a ley. “ La generalización más sencilla, la formación primera y
más simple de conceptos — escribió Lenin— denota que el hombre llega
a conocer la conexión objetiva del mundo con profundidad mayor” .10 1
"Todo lo general (parte, faceta o esencia), lo es de lo singularJ1CB en
general “ separamos lo esencial de lo contingente” , 103 de lo casual. Eli
conjunto de propiedades concatenadas entre sí de modo necesario, resulta
siempre común a todos los fenómenos en los que se dé por lo menos una
de ellas. El pensamiento llega a generalizaciones cada vez más elevadas
a medida que. va descubriendo conexiones más profundas. En este sen
tido, la generalización de relaciones ofrece grandes posibilidades. El
sistema de principios que exprese la dependencia de unas relaciones deri
vadas respecto a las iniciales, puede aplicarse de una vez a cualquier
conjunto de objetos en los cuales dichas relaciones de partida se den
independientemente de las demás propiedades que posean los objetos en
cuestión. De ahí que los miembros de tales relaciones se presenten como
variables y en su lugar pueda colocarse cualquier valor significativo (a
condición de que las relaciones existentes entre los valores aludidos res
pondan a las proposiciones iniciales). Pueden incluir elementos variables
no sólo los miembros de las relaciones entre los cuáles existe una mutua
dependencia sujeta a ley, rano también estas propias relaciones. En este
caso, la ley dada se transforma en otra de carácter más particular si los
elementos variables poseen determinados valores concretos.
Lo general que constituye el contenido del concepto científico no nos
es dado por una propiedad cualquiera, común a varios objetos o fenó
menos singulares, sino por lo esencial que en ellos hay. Gracias, precisa
mente, al valor de esencialidad que posee para determinado grupo de
108 Acerca de las “ definiciones por abstracción” , c f.: Hermann Weyl, Philo
sophie der Mathemattk und der Natumñssenschaft. Handbuch der Philosophie..
Munich f Berlín, 1927, págs. 9-10 y 101-102. El principio de la definición por la abs
tracción se encuentra ya en Leibniz. Está formulado con toda precisión en Frege.
Las definiciones por la abstracción se emplean mucho actualmente en matemáticas,
sn la física y en la parte teorética de las ciencias naturales (cf. ejemplos más ade-
ante).
propiedad común a todas las rectas paralelas y permanece invariante al
pasar de unas rectas paralelas a otras, cualesquiera que sean. (Esta defi
nición de la dirección se considera fundamentada dado que la relación
de paralelismo posee las mismas propiedades, de simetría y transición,
que la relación de equivalencia y también de la igualdad.) De modo aná
logo la formación geométrica y su. forma (triángulo, círculo, etc.) se
definen como aquello que permanece invariante en la figura cuando se
.modifican la situación y la magnitud. El número se define como aquella
de las propiedades de la multiplicidad que permanece invariante cuando
sus elementos se correlacionan de modo unívoco con los elementos de otra
multiplicidad.
En la definición por abstracción, lo definido aparece como algo (x ),
que permanece invariante en cierto grupo de transformaciones sin deter
minar de modo directo qué es ello en lo que tiene de específico.
En vez de determinar el contenido positivo del concepto mediante las
correlaciones internas, sujetas a ley, de las partes o de las propiedades
del fenómeno correspondiente y mostrar que dicho contenido es inva
riante respecto a los caracteres de los que se abstrae, en la definición
por abstracción el concepto se caracteriza por su independencia (por su
carácter invariante) respecto a aquello de.lo que se abstrae. El ejemplo
del número permite aclarar lo que tienen de específico este procedimiento
constructivo y, posiblemente, otro procedimiento, de carácter genético.
Por abstracción, el número se define mediante la igualdad cuantita
tiva de las multiplicidades que se; cuentan. Puede definirse de otro modo
— por él procedimiento constructivo— partiendo de la unidad, según el
principio de la inducción completa. Dando al número esta base, los nú
meros aparecen en sus interrelaciones internas como multiplicidades orde
nadas, por medio de las cuales se ordena también, al contar, lo que se
cuenta. Cada número determina el carácter numérico de la multiplicidad
(y no al contrario, como ocurre al definir el número por abstracción).
Además, se hace patente de modo especial que el resultado del cómputo
no depende del orden en que éste se verifica (así, pues, el carácter inva
riante respecto a las relaciones externas no esenciales se funda partiendo
de las leyes de las relaciones internas). El que el número se determine
mediante la igualdad cuantitativa de las multiplicidades correlacionadas
(en la definición por abstracción) presupone implícitamente que dichas
correlaciones están ordenadas y que lo están, por ende, las multiplicida
des que se correlacionan. En la definición por abstracción se afirma el
carácter determinado del número por medio de multiplicidades de igual
valor cuantitativo, pero esto no significa que se introduzcan individual
mente números determinados.
En esta definición, el concepto constituye cierta x determinada tan
->ólo en cuanto ha de responder a ciertas condiciones — a la invariante—
cuando se producen ciertas transformaciones de propiedades externas de
las que el concepto ha de abstraerse; el concepto carece de toda clase
de determinantes propios, “ internos” (resulta, pues, que se transforma en
variable no lo particular, lo externo, lo adventicio, de que se hace aba-
tracción, sino lo general). De ahí que; mediante la definición por abstrac
ción, entendida /ésta como acabamos de exponer, se crea un sistema for
mal, indiferente al contenido interno, a las propiedades de los objetos
de que se trata. Por esta razón, Weyl, por ejemplo, que en general no se
sitúa en el terreno del formalismo, al hablar de la definición por abstrac
ción dice a este respecto: “ Al matemático le tiene completamente sin
cuidado lo que los círculos sean” (“ Es ist für den Mathematiker ganz
gleichgültig, was Kreise sind” ) . 107 Es evidente que semejante afirmación
lleva directamente al formalismo. Russell expresó el sentido auténtico de
la misma, aplicado a las matemáticas, con su conocido aforismo: “ La
matemática es una ciencia en la que no sabemos ni de qué hablamos ni
si es cierto lo que afirmamos” (Acerca de la segunda parte de esta pro
posición, véase más adelante.)
Por este camino se llega, en último término, a la idea de que existen
separadamente, por una. parte, los objetos empíricos y, por otra, la esfera
ideal de los conceptos. Definidos, tal como se ha indicado, por abstrac
ción, rehuyendo las cosas empíricas, los conceptos no constituyen un cono
cimiento — en el sentido propio de la palabra— de dichas cosas. En el
mejor de los casos, pueden considerarse como un utensilio de trabajo (un
conjunto de instrumentos) del que se hace uso en la cognición; de él
podrá decirse, a lo sumo, que resulta económico o cómodo, mas de nin
gún modo puede afirmarse que sea verdadero.
En consecuencia, no hay por qué identificar la forma general de defi
nición por abstracción, con el principio general que se refiere, al papel
de la abstracción en la cognición científica. En la abstracción entendida
como acabamos de exponer, aparece en el primer plano su faceta posi
tiva, es decir, lo que se abstrae en las interrelaciones e interdependencias
—sujetas a ley— del conocimiento científico, independientemente de las
circunstancias externas. Respecto al gas, por ejemplo, aparece en el pri
mer plano la relación constante entre presión y volumen. Dado que dicha
correlación permanece constante a igual temperatura y se altera cuando
ésta cambia, para formular la ley (ley de Boyle-Mariotte) se bloquea la
temperatura, es decir, se hace abstracción de sus variaciones; luego, a
fin de poder determinar el efecto del cambio de temperatura, se hace caso
omiso del Cambio de presión relacionado con el de temperatura (se llega
como rebultado a la ley de Gay-Lussac).
Tpda definición de conceptos se halla vinculada a la revelación de
propiedades y relaciones invariantes (con más exactitud: de propiedades
en sus relaciones), mas en el primer plano de la definición pueden figu
rar interrelaciones sujetas a ley, invariantes de las propiedades en el inte
rior de lo que se abstrae. (Las leyes internas son correlaciones, sujetas a
ley, en el interior de, lo que se abstrae; respecto a dichas leyes, es externo
aquello de lo cual se verifica la abstracción.) Como vimos más arriba,
la abstracción científica tiene su base en la naturaleza de las cosas y de
108 Como veremos más adelante, existen razones más que suficientes para
hablar de umdad entre deducción e inducción, de conexiones entre ellas y del paso
reciproco de una a la otra, si las entendemos como raciocinios que van de lo general
a lo particular y de lo particular a lo general.
109 Véase acerca de esa cuestión el artículo del autor en la revista Problemas
de Filosofía, núm. 5, 1957, pág. 112, donde se trata el problema con mayor detalle.
En la medida en que sugiere la idea de lo general como resultado de la
comparación, de la confrontación y de la analogía, la inducción se conserva como
raciocinio de la cognición empírica que no se eleva todavía hasta el nivel de la
cognición teorética; las diferencias entre los raciocinios que van de lo particular
a lo general y los que van de lo general a lo particular, así como las diferencias
entre la sugerencia empírica y la inferencia teorética en general, han de diferen
ciarse entre sí.
Es un error considerar el silogismo sólo como aplicación de una pro
posición general a un caso particular y excluir la parte inversa del mismo
proceso: la generalización sobre la que se asienta toda “ fundamentación”
de un caso particular respecto a una regla general (proposición). El
conocimiento teórico a l.que se llega mediante la inferencia demostrativa
de una proposición partiendo de otras, no.sólo presupone la generaliza
ción, como veremos, sino que, además, lleva a ella. La generalización y
la cognición científica se hallan vinculadas entre sí.
121 A esta conclusión llevan las investigaciones que, bajo dirección nuestra,
ha realizado L. I. Kaplan; hablan asimismo en favor de esta tesis los datos que
comunica Révesz en su artículo “ Denken und Sprechen” (Acta psychologica, V. X,
num. 1-2, Amsterdam, 1954).
125 Pueblo que vive en la península de Kola (U.R.S.S.) y también al Norte
de Noruega y de Finlandia. Antiguamente se los llamaba “ lopari” (N. del T .).
relieve el distinto grado de diferenciación de los fenómenos fijado en el
léxico de la lengua. 126
En otros casos más particulares resulta asimismo notorio que los
fenómenos se analizan y sintetizan de manera distinta. En el idioma ruso,
por ejemplo, como en algunos otros idiomas, el propio léxico registra la
diferencia entre habla y lengua, términos que se designan, respectiva
mente, con las palabras “ rech” y “ iazik” ; en la lengua alemana, en cam
bio, se dan las palabras “ Sprache” , “ Sprechen” y “ Rede” ; la primera
significa lengua (ruso: “ iazik” ) ; la segunda y la tercera se refieren al
habla (“ rech” , en ruso), mas una de ellas (“ Sprechen” ) significa, en
propiedad, hablar y la otra significa “ habla” en el sentido de alocución,
discurso (pronunciado por determinado acontecimiento). La lengua rusa
no diferencia, en su léxico, el “ habla” como alocución singular y el “ ha
bla” (hablar) como actividad en que se hace uso de la lengua para la
comunicación y que se, manifiesta en el número ilimitado de actos sin
gulares del hablar, alocuciones y declaraciones, pero registra en la mis
ma lengua la diferencia arriba indicada entre “ rech” y “ iazik” , como
no se da de modo tan general en el léxico de la lengua alemana.
Vemos, pues, que en las lenguas rusa y alemana el análisis de los
fenómenos de la lengua se verifica por líneas que no coinciden entre sí.
Es a todas luces evidente que esta diferencia no excluye la posibilidad
de referir a la correlación entre la lengua y el habla en el idioma alemán
las mismas ideas y el mismo punto de vista que hemos aplicado al ruso.
Mas, en el idioma ruso, la diferencia entre lengua y habla se. ha regis
trado en la esfera de. la lengua, mientras que en la lengua alemana se
verifica en la esfera del habla. De- este modo la correlación concreta
entre lengua y habla se establece de manera distinta en diferentes
lenguas.
El significado de los vocablos de distintas lenguas registra y sinte
tiza de modo diverso los fenómenos. La palabra rusa “ ruká” , por ejemplo,
une y sintetiza en un todo lo que las lenguas francesa, inglesa y alemana
analizan y separa en dos partes componentes: “ bras” y “ main” ; “ arm” v
“ hand” ; “ Arm” y “ Hand” . Tampoco excluye ello, como es obvio, la posi
bilidad de diferenciar el brazo de la mano al hablar en ruso, ni la de
referirse a ambos, en conjunto, al hablar en alemán o en inglés.
Pero el análisis que presupone el primer caso y la síntesis que requiere
el segundo deben llevarse a cabo recurriendo a los medios de la lengua
330 K. Bühler expone su teoría acerca Je las funciones del habla en los si
guientes trabajos: K. Bühler, Über den •Bcgriff der sprachlichen Darstellung,
P sychcbgisch e Forschung, 1923, H. 3 ; D ie Symbolik der Sprache. “ Kantstudien” ,
1928, H. 3-4; Zur Grundlegungen der Spraclipsychologie. VIH-th International
Congrcís of Psychology. Groningen, 1927; Die Krise der Psychologie. Jena, 19/7
(2 A vfl. 1 929); Sprachtheorie. D ie Darsteflungsfunktion der Sprache. Jena, 1934
(su trabajo fundam ental); Fcrschungcn zur Sprachtheorie. Archiv íúr die ges.
Psychologie, 1936, Bd. 94. II. IV.
l il Actúensem e sostiene este punto de vista en la lingüística soviética
Hiikobava. Véase: A. S. Clukolmvi, “ I.a teoría de J. V. Stalin aceren de la lengua
como fenómeno social en colección titulada Probiem-is de lingüística, a la luz
de los trabajas de J. í . V idin. Moscú, 1950. Véa-.!-, «obre, todo, páginas 47-50.
sólo como patrimonio o como actividad del sujeto, como algo circunscrito
en el mundo interior y aislado de su conciencia; si entendemos que los
fenómenos psíquicos no contienen, en su determinación inicial, en su
característica interna, vínculos con el ser, no habrá modo de restablecer
luego, de manera complementaria y desde el exterior, este vínculo cog
noscitivo de los fenómenos psíquicos respecto al ser, cualesquiera que
sean los artificios a que recurramos. La historia del denominado realismo
representativo ha proporcionado la demostración documental de esta ver
dad. Dicho realismo quiso afirmarse como tal en la esfera gnoseológica;
intentó demostrar que el hombre llegaba a conocer cosas reales, mas pre
suponía, a la vez, que los fenómenos psíquicos constituyen, por su natu
raleza, un mundo puramente subjetivo, desvinculado del mundo externo,
material. (El realismo representativo en gnoseología se hallaba indisoluble
mente ligado al introspeccionismo en psicología; representacionalismo e
introspeccionismo constituyen dos aspectos, en esencia, de una misma
concepción.)
Esta premisa inicial le cerró el camino para resolver el problema gno
seológico tal como lo había planteado. En su polémica contra Locke,
Berkeley empleó la premisa inicial del realismo representativo, según la
cual el conocimiento afecta sólo a ideas entendidas como representación
de la realidad, para demostrar que es imposible rebasar los límites de las
ideas y penetrar en la esfera de la realidad material. El hecho es que la
premisa inicial del realismo representativo, al desvincular de las cosas
la idea, condenaba de antemano al fracaso su intento de ser en efecto
realismo, su propósito de dar una base a la cognición de las mismas cosas.
Para hacer viable, en la teoría del conocimiento, la premisa de que
nuestra cognición alcanza a las cosas mismas, a la propia realidad obje
tiva, es necesario haber superado el subjetivismo en la comprensión de los
fenómenos psíquicos. A la vez, es precisamente así ■—incluyendo la rela
ción gnoseológica, cognoscitiva respecto al ser, en la propia determina
ción de lo psíquico, en su característica interna — como llega a superarse
la concepción subjétivista de lo psíquico.
El principio de que los procesos psíquicos no constituyen un mundo
de “ subjetividad” pura, cerrado en sí mismo, desvinculado del mundo
externo, material, es válido no sólo respecto a los procesos de la cogni
ción, sino, además, y en no menor medida, respecto a los procesos “ afec
tivos” . Los anhelos y los deseos, las emociones y los sentimientos, sur
gen porque los objetos y los fenómenos de la realidad que en nosotros se re
flejan afectan a nuestras necesidades e intereses y constituyen expresión
de nuestro vínculo con el mundo, de la atracción que éste ejerce sobre
nosotros. Incluso para las inclinaciones orgánicamente condicionadas,
es falsa la idea de Freud de que el objeto, ‘‘el elemento más variable de
la inclinación, no se halla relacionado con ella inicialmente” .132
Moscú, Gospolitizdat, 1947, pág. 412). De este modo, el medio, las condiciones de
xistencia se hacen entrar en la definición del organismo; al mismo tiempo se
destacan del medio las condiciones de existencia que están determinadas por las
exigencias que el organismo presenta a aquél.
2 Ya el tercer punto de las “Tesis” anexas a la disertación de I. M. Séchenov
“ Materiales para el estudio de la fisiología de la embriaguez” decía: “ El carácter
más general de la actividad normal del cerebro (por cuanto dicha actividad se
manifiesta en forma de movimiento) estriba en la falta de consonancia entre la
excitación y la acción a que ésta da lugar: el movimiento” I. M. Séchenov, Obras
selectas, t. II, Edic. de la Academia de Ciencias de la U.R.S.S., 1956, pág. 864).
Esto significa que en la prehistoria de la teoría del reflejo, debida a Séchenov.
figuraba ya, en esencia, la negación del esquema “ estímulo-reacción” así como <ie
la idea mecanicista acerca de la capacidad de la causa externa (del estímulo
externo) para determinar directamente el resultado de la actividad cerebral.
La primera explicación de esta falta de correspondencia entre el movimiento
de respuesta y la excitación provocada por un estimulo externo fue la de la inhi-
el terreno de la psicología, y en 1863 publica su libro “ Los reflejos del
cerebro” .
Puede afirmarse sin el menor reparo que Séchenov realizó dos gran
des descubrimientos científicos: el de la inhibición central en la esfera
de la fisiología y el fíe la naturaleza refleja de lo psíquico en el te
rreno de la psicología. Este último descubrimiento forma parte de aquellos
que, aun perteneciendo directamente al objeto de una determinada cien
cia, rebasan en mucho sus límites y adquieren un significado general para
la concepción del mundo.
Los dos descubrimientos a que nos referimos así como la actividad
científica de Séchenov, tomada en su conjunto, en el terreno de la psico
logía y en el de la fisiología del sistema nervioso, se hallan estrechamente
ligados entre sí. El propio Séchenov señaló el papel que desempeñaron sus
trabajos sobre psicología y su interés por el problema de la voluntad
en su descubrimiento de la inhibición central.3
Por otra parte, sin el descubrimiento de la inhibición central, Séche
nov no habría podido comprender los procesos psíquicos — carentes de
final motor, efector. visible— como procesos reflejos.4
La aplicación del principio de reflejo al cerebro no podía limitarse
de ningún modo a la mera traslación de un mismo concepto a una nueva
esfera de realidades. Dicha traslación exigía necesariamente cambios esen
ciales en la noción misma de reflejo.
¿Cuáles son los rasgos fundamentales, específicos, de los reflejos
cerebrales?
El reflejo cerebral, según Séchenov, es un reflejo aprendido, es decir,
no es innato; se adquiere en el decurso del desarrollo individual y se
halla en relación de dependencia respecto a las condiciones en que se for
ma. (Al expresar esta misma idea en términos de su doctrina sobre la
actividad nerviosa superior, Pávlov dice que es un reflejo condicionado,
que se trata de una conexión temporal.)
El reflejo cerebral constituye un nexo-entre el organismo y sus con
diciones de existencia. Ello aparece con cabal nitidez y con todo su
valor de principio en la doctrina de Páblov acerca de los reflejos con
dicionados. Pávlov presenta el reflejo condicionado, la conexión tem
poral, como una conexión, como u;i contacto temporal de conductores
entre los fenómenos del mundo exterior y las reacciones que éstos pro-
a la corteza cerebral, este aparato se encuentra situado en los núcleos de los corres
pondientes analizadores (Kvasov, 1956).
Para cada especie de sensaciones, poseen un significado fundamental
las reacciones reflejas que le son específicas, tanto no condicionadas como
condicionadas.
Durante los últimos tiempos, varios investigadores (Guershuni, Bíkov,
Pshonik entre otros) han puesto de. manifiesto el papel que desempeñan
los reflejos condicionados en la formación de las sensaciones. En esencia,
constituyen una confirmación del mismo criterio numerosos experimen
tos sobre la vista, a pesar de no hallarse relacionados — dichos experi
mentos— con la doctrina de los reflejos condicionados. Así, por ejemplo,
los experimentos de Stratton, realizados hace ya mucho tiempo, y los
subsiguientes trabajos de algunos científicos, han demostrado que si a
un hombre se le ponen lentes que inviertan la imagen de los objetos, de
abajo arriba, pasado cierto tiempo dicho hombre percibirá los objetos
normalmente. Los trabajos dados a conocer en el XIV Congreso Interna
cional de Psicología, celebrado en Montreal, han demostrado que tam
bién la sensación de color es susceptible de experimentar semejante rea
daptación reflejo-condicionada.80
O material de investigación atestigua que el papel de las conexiones
condicionadas es esencial en lo que. respecta a la formación de las sensa
ciones. De ello no se desprende, sin embargo, que las sensaciones consten
sólo de reflejos condicionados. Lo mismo que todos los reflejos de esta
clase, las sensaciones poseen una base refleja no condicionada, formada
por los reflejos no condicionados específicos para el receptor dado. Los
estímulos adecuados — según se acostumbra a decir— a tal o cual recep
tor,2 1 no son -otra cosa que estímulos no condicionados; la reacción del
ojo o de otro analizador a dichos estímulos forma los reflejos no condi
cionados, base de la actividad refleja de cada analizador. La descom
posición de la púrpura retiniana que tiene lugar en las células sensibles
a la luz, descomposición provocada de modo reflejo por la acción de esta
última, constituye un ejemplo de reacción refleja no condicionada del
aparato de la vista. Los reflejos no condicionados, específicos para el
receptor m cuestión, junto con el sistema de reacciones reflejo-condiona-
das superpuestas a dichos reflejos no condicionados, constituyen una sola
actividad refleja del analizador. En virtud de dicha unidad y de dicha
interconexión, cabe modificar el resultado final de la actividad refleja
modificando sus componentes condicionados. Sin embargo, el hecho de
que dicho resultado final sea variable en dependencia del cambio que
sufra el componente reflejo-condicionado de la actividad del analizador.
110 atestigua, de ningún modo, que falte la base refleja no condicionada.
28 Al estudiar una serie de cifras, de palabras, etc., las asociaciones entre dos
miembros de la serie se forman si el mimbro antecedente se convierte para nosotros
en señal del subsiguiente miembro de la serie.
30 A veces se destaca la conexión temporal entre dos estímulos neutros en
calidad de asociación de otras conexiones condicionadas; así ocurrió, por ejemplo,
con la conexión registrada por Podkopáiev y Narbutóvich en sus experiencias (Cf.
I. O. Narbutóvich y N. A. Podkopáiev, "E l reflejo condicionado como asociación’’.
Publicaciones de los laboratorios fisiológicos del académico / . P. Pávlov, t. VI,
Lo que; forma una asociación constituye en esencia un proceso en el
cual un fenómeno adquiere significado de señal respecto a otro fenó-
meno.ioa El significado de lo que acontece “ refuerza” la asociación;
dicho significado, a sií vez, queda señalado por las circunstancias que
entran en conexión asociativa con. lo que acontece. Para que se forme
una conexión asociativa, es necesario que posea ésta significado para el
hombre.
No era raro que las conexiones del pensar como conexiones llenas de
sentido se contrapusieran a las conexiones asociativas entendidas como
mecánicas y sin sentido. Semejante interpretación de las asociaciones fue
posible debido a que la conexión entre dos objetos o fenómenos que se
forma en el hombre en determinadas circunstancias puede no ser esen*
cial para ellos. No obstante, la formación de dicho nexo entre tales
objetos o fenómenos ha de tener sentido para el individuo (por ejemplo,
el número de teléfono que he de marcar para comunicarme con una
persona no posee ningún valor esencial para su manera de ser, mas para
que yo recuerde el número de su teléfono habrá de ser para m í nece
sario estar en relación con ella). En este plano, la asociación constituye
también una conexión con sentido vital para el individuo, y se extingue
cuando lo pierde.
En virtud de su carácter señalizador, la conexión asociativa es una
conexión dinámica: se forma (se cierra), se apaga, y en determinadas
condiciones se restablece de nuevo.31 Por lo común ni recordamos cons-
cuad. 2, 1936). Sabido es, no obstante, que Podkopáiev y Narbutóvich lograron for
mar una conexión entre dos estímulos “neutros” (no alimenticios, etc.) sólo intro
duciendo nuevos y desusados estímulos, es decir, provocando respecto a ellos un
reflejo de orientación; en esencia, ello significa que el segundo estímulo sirvió para
satisfacer la necesidad “cognoscitiva” que surgió al aparecer el primero, y la
conexión resultó ser, así, una conexión señalizadora. Su diferencia respecto a las
conexiones reflejas que se forman, por ejemplo, en respuesta a un estímulo alimen
ticio, consistió tan sólo en el hecho de que la actividad refleja, su' refuerzo y su
valor como señal se produjeron en el marco de la actividad “cognoscitiva” de los
analizadores.
so* El niño Aliosha R., de cuatro años, sale a la calle con su madre un día
de fiesta; los banderines llaman la atención del niño. Al pequeño le dicen: “hoj.
es fiesta”, y lo llevan a casa de su tío Kolia, donde encuentra golosinas y toda
clase de éntretenimientos. Pasados unos meses, al salir a la calle y ver de nuevo
banderines, Aliosha declara: hoy vamos a casa del tío Kolia. Para él, el banderín
adquirió una determinada significación: se convirtió en señal de visita al tío Kolia,
así como de las diversiones y golosinas relacionadas con dicha visita.
81 Al esbozar la concepción de la psicología funcional como psicología de tipo
fisiológico, Titchener caracterizó la psicología asociativa predominante en aquel
entonces como psicología estructural y anatómica (Acerca de la concepción de
Titchener en lo tocante a la psicología estructural y funcional, véase Madison Ben-
tley, The psychologies caUed “ s tructura?’. Historical derivation. En la colección
Psychologies of 1925. Ed. de Murchison. 1928. Part. VI, 383-384). Dado que la
psicología asociativa de esos años se fallaba relacionada con la concepción anató
mico-morfológica en la cual la estructura —y no la actividad— ocupaba el primer
plano, los lazos asociativos, en la antigua psicología asociacionista, eran concebidos
como ligazones estructurales estáticas. En realidad no es así.
El ser y la c o n c ie n c ia .— 13.
tantemente lo pasado ni lo olvidamos para siempre. Los recuerdos a veces
se esfuman y luego reaparecen. La causa de su desaparición puede radi
car no sólo en el hecho de que no encontremos los estímulos que por aso
ciación podrían restablecer dichos recuerdos, sino, además, en el hecho
de que se haya extinguido la conexión entre tales estímulos y lo olvidado.
A veces cualquier detalle nos recuerda el pasado, aun insignificancias
aparentemente por completo desligadas de él; otras veces nada reaviva
en nosotros les recuerdos, y ello ocurre cuando el propio pasado nos
resulta muerto, cuando ha perdido para nosotros el significado que en
otro tiempo tuvo.
I. P. Pávlov afirmó que la asociación y el reflejo condicionado (co
nexión condicionada o temporal) “ se funden” . Esto es cierto en el sen
tido de que no es posible —según hemos dicho ya desde el principio—
separar la asociación de representaciones respecto al encadenamiento de
áreos reflejos enteros. Al “ fundir” la asociación con la conexión temporal
condicionada, superamos dicha separación. Además, dicha “ fusión” per
mite ver la unidad de toda la serie de conexiones diversas, comenzando
por aquellas en que no se adquiere conciencia ni de los elementos que en
días entran ni de su propia conexión, sino que se adquiere conciencia
tan sólo del efecto psicológico final de la misma (por ejemplo, la conexión
—“ la asociación” — de los estímulos visuales y musculares que nos llevan
a la percepción de la profundidad), y terminando con las conexiones en
qué adquirimos conciencia de los propios elementos que en ella entran.
(Son precisamente estas últimas conexiones entre elementos psicológica
mente dados las que constituyen las asociaciones en el sentido más es*
trido, específicamente psicológico, de este término.)
Únicamente uniendo de este modo todas esas conexiones, aparecen en
su significado verdaderamente universal las leyes generales que las re
gulan.
Al relacionar de este modo las asociaciones con el proceso reflejo
(condicionado) es importante hacerse cargo de esto: el reflejo condi
cionado o conexión temporal según la concepción de Pávlov, no co
rresponde de ningún modo a la asociación tal como ha sido entendida
por la vieja psicología asociativa empírica.
Ante todo, la formación de un vínculo condicionado (o temporal)
no depende de la mera contigüidad de dos estímulos en el tiempo. La
lotmadón del reflejo condicionado no se reduce a la colocación mprámVn
de un estímulo en lugar de otro simplemente en virtud de su contigüidad
temporal. Semejante noción del “ reflejo condicionado clásico según Páv
lov” extendida entre los representantes norteamericanos de la teoría “ de
la condicionalidad” no corresponde a la concepción pavloviana. Según
ésta, en la formación de la conexión condicionada desempeña un papel
esencial d “ esfuerzo” .
De esta suerte, la formación de las conexiones se encuentra subordi
nada a las. interrelaciones que ae dan entre él individuo y el mundo cir-
cúndante. Así queda superado el mecanicismo de la antigua teoría aso-
ciacionista.
La concepción nueva, pavloviana, de conexión condicionada, de
ningún modo puede secvir de base para la antigua concepción de la aso
ciación. Para que se verifique la “ fusión” del nexo condicionado y de'la
asociación o para que se superponga ésta al primero, es necesario, por
el contrario, transformar de modo radica] el antiguo concepto de asocia
ción, elaborar una nueva teoría asociativa.
Al hablar de “ fusión” de la asociación con el nexo condicionado,
ahora son muchos los que simplemente reducen la primera a la conexión
fisiológica que se cierra en la corteza. Esto es un error. Semejante re
ducción significaría eliminar la asociación como concepto psicológico,
pese a que ésta ha de ser conservada como tal concepto. La conexión, que
se establece en la corteza, constituye un proceso nervioso, fisiológico (sin
él la asociación no existe) y presenta su expresión psicológica cuando al
verificarse en la corteza (reflejo condicionado en su expresión fisioló
gica) entran también en contacto para el hombre los elementos de la
conexión de los objetos reflejados en la percepción, en la representación
o en el pensamiento. Este nexo constituye precisamente la asociación en
su expresión psicológica.31*
No es posible ni separar la asociación del proceso reflejo total — del
que constituye la expresión psicológica— ni reducirla, a un mero hecho
fisiológico, nervioso, consistente en cerrar la conexión nervioaa en la
corteza. Tenemos, pues, que el concepto de asociación ha de ser conser
vado en psicología; al mismo tiempo, ha de ser modificado. La elabora
ción de la teoría psicológica de la asociación a base de la doctrina fisio
lógica relativa a las conexiones condicionadas, constituye uno de los
importantes problemas que ha de resolver hoy la ciencia psicológica. La
solución de dicho problema ha de conducirnos a formular varias leyes
generales de la actividad psíquica, incluidas habitualmente, sin motivo
para ello, en el capítulo de la memoria.
34 Hemos analizado más arriba (cf. cap. II) las formas específicas del análisis
y de la síntesis características para el pensamiento abstracto. La particularidad
diferencial básica del análisis en la esfera del pensar radica en el hecho de que el
rnálisis pasa a la abstracción orientada a la delimitación de los fenómenos en su
aspecto puro, es decir, a la abstracción que elimina las circunstancias accesorias
que complican el fenómeno y velan sus leyes esenciales.
logia, a su vez, estudia el acto del análisis y de la síntesis como procesos
mentales o como actividades del individuo en las leyes causales que rigen
el decurso de tales procesos (véase más arriba, cap. II, parte general,
apartado 2 ) .
El análisig y la sintesis (asi como la abstracción y la generalización
de ellos derivadas) son los procesos fundamentales del pensar. Las leyes
de su decurso y las correlaciones sujetas a ley, que entre ellos existen,
constituyen las leyes internas fundamentales de la actividad mental.
El que el problema se plantee en los términos indicados no significa,
naturalmente, que todas las operaciones concretas del pensar (aritméti
cas, geométricas, etc.) se reduzcan a dichas categorías generales y pier
dan, en consecuencia, sus múltiples rasgos especificos. Cada una de las
multiformes operaciones del pensar ha de ser comprendida y explicada
según sus rasgos específicos concretos. Pero no es posible estructurar una
teoría general del pensamiento sin revelar, también, lo general que une
a todas esas operaciones parciales, sin comprender cada una de ellas
como forma específica en que se manifiesta la operación general. Para
elaborar una teoría general del pensamiento, es necesario comprender
cada operación mental particular como resultado del movimiento, y es
necesario comprender la forma específica en que se manifiestan unos
mismos procesos comunes de análisis y de síntesis, de abstracción y de
generalización, es necesario mostrar de qué modo el propio análisis y
la propia síntesis (así como la abstracción y la generalización derivadas
de ellos) adquieren cada vez nuevas formas específicas. En el decurso de
semejante investigación del pensamiento, las operaciones mentales espe-
cíales han de aparecer como formas particulares del análisis y de la sín
tesis, como resultado del movimiento de estos últimos; por otra parte, el
propio análisis, la síntesis, etc., en lo tocante a los correspondientes obje
tos y condiciones, han de presentarse bajo el aspecto de dichas opera
ciones particulares. De este modo queda determinada la orientación
general de la teoría psicológica del pensar.
El principio inicial y determinante de esta teoría estriba — como
hemos formulado ya más arriba— en que la forma básica de la exis
tencia de lo psíquico radica en su existencia como actividad, como pro
ceso. De ahí que el problema fundamental de la investigación psicológica
consista en descubrir las leyes del pensar como proceso. Todas las “ for
maciones” de la actividad mental, sean imágenes, .conceptos o formas
de obrar ya modeladas, las operaciones denominadas actos mentales, han
de ser reveladas en la investigación psicológica como resultados de los
procesos psíquicos, como derivadas de dichos procesos.
En esencia, para nada cambia el principio a que nos referimos el
hecho — de por sí fundamental, naturalmente— de que el hombre, en el
proceso de su actividad mental, en el proceso de la comunicación y del
aprendizaje, asimile conocimientos, verdades, principios y modos de obrar
elaborados por la humanidad en el decurso de su evolución histórico-
social.
La asimilación, por su característica interna psicológica y no sólo
por la característica de su resultado (que se reduce al puro hecho de que
existen determinados conocimientos y al hecho de que éstos se asimilan)
constituye ya de por sí un análisis, una síntesis y una generalización de
conocimientos^ verdades, etc.; es esta actividad, precisamente, la que ha
de constituir el objeto de la investigación psicológica cuando se estudia la
asimilación de conocimientos. Los conocimientos que no descansen sobre
una labor propia de análisis, de síntesis y de generalización por parte
del pensamiento, son conocimientos de tipo formal. Decir que di hombre,
como individuo, no descubre los conocimientos, sino que tan sólo asimila
los que ha conseguido ya la humanidad (a pesar de que existen personas
que llegan a descubridos por sí mismas) significa, tan sólo, afirmar que
el individuo no los descubre para la humanidad, sino que ha de descu
brirlos para sí mismo, personalmente.
La concepción que parte de la investigación del pensar considerado
como proceso, como actividad (análisis, síntesis y generalización) y estu
dia todas las formaciones mentales como resultado de la actividad del
pensamiento; la concepción que ve detrás de todos los productos del
pensar un proceso que lleva a dichos productos gracias a la vigencia
de determinadas leyes, 9e contrapone de modo radical a las concepcio
nes que consideran como inicial y dado el resultado de la actividad del
pensar.
Tan sólo la primera de dichas concepciones puede rebasar los límite»
de las descripciones fenomenalista9, de la mera anotación, y puede dar
una explicación auténtica de la actividad del pensar y de sus resultados.
Cabe demostrar nuestro aserto mediante la teoría de la “ Gestalt” (ex
puesta de modo singularmente completo y preciso en el libro de Werthei-
mer El pensar productivo)J85 El rasgo inicial y más notable de dicha
teoría estriba precisamente en que ésta lo reduce todo a una correlación
de “ situaciones” de determinada estructura, situaciones que el hombre
ve ante sí como lo dado; del campo visual desaparece por completo el
proceso, la'actividad mental (de análisis, síntesis y generalización) que
tiene como resultado el que el hombre vea una situación, un diseño geo
métrico, etc., de un modo u otro.
Esta manera de enfocar los hechos lleva a la pura descripción feno
menológica de los resultados de la actividad mental a medida que aparece
sin poner de manifiesto las condiciones ni los caminos que conducen a
dichos resultados; lleva a registrar el hecho de que el hombre primero
“ ve” la situación, el diseño, etc., de un determinado modo, y luego “ ha
visto” objetivamente la misma situación de ó^ro modo, en otra estructura,
sin explicar debidamente el por qué esto se ha producido. Sin embargo,
las investigaciones *• demuestran que la distinta “ visión*’ de un mismo
de .
» Aludimos a trabajos que se estudian en E l p e n s a m i e n t o y l o s (M M h
se i n v e s t i g a c i ó n (N. de la E .).
diseño se debe al curso de la actividad mental en que dicho diseño se
incluye.
El que se tenga una u otra “ visión” del diseño, el que se vea ya
una ya otra de las líneas y el que las líneas destacadas se relacionen
formando una u otra figura, son hechos que vienen determinados con
todo el rigor de una ley por el análisis de los términos del problema.
Dicho análisis se verifica correlacionando los términos del problema con
lo que en él se pide, se realiza mediante un acto de síntesis. El que se
destaquen unas líneas u otras, el que se unan formando unas figuras u
otras al ser distinta la “ visión” , es un resultado del análisis sensorial
y de la síntesis.
El análisis y la síntesis sensoriales del diseño. y el análisis y la
síntesis abstractos, conceptuales, de los términos del problema y de lo
que en él se pide, constituyen,'en esencia, un proceso único, que trans
curre simultáneamente en distintos niveles. No es posible comprender
nada de dicho proceso, si desvinculamos entre sí lo sensorial y lo lógico,
la percepción y el pensar.
Sólo sí nos dedicamos al estudio de esta complicada actividad analí
tico-sintética, es posible descubrir las leyes objetivas del pensar. En la
investigación psicológica, la necesidad de descubrir, detrás de cada resul
tado externo, un proceso psíquico directamente velado por dicho resul
tado, adquiere aún caracteres más perentorios al analizar la teoría beha
viorista.
A título ilustrativo, tomaremos el concepto de “ transferencia” , - con
cepto fundamental para el behaviorismo. En dicha teoría, este concepto
posee un sentido claro. Según el behaviorismo, la transferencia significa
que un determinado modo de obrar, producido en una determinada
situación al resolver un problema, aparece luego en otra situación al re
solver otro problema. Esto es la mera comprobación de un hecho externo
observado directamente, y nada más. El behaviorista no necesita otra
cosa-, pues se limita a la comprobación fenomenológica del hecho sin bus
car la explicación del mismo, pues parte de una metodología positivista,
pragmática. No procura penetrar en el contenido interno r*e la conducta
y llevar a cabo el análisis psicológico de dicho contenido, pues el beha
viorista radical admite como uno de sus principios el de que sólo existen
reacciones externas.
¿Pero qué significa este concepto de transferencia en el sistema de
nuestro pensamiento filosófico y psicológico, si lo entendemos como algo
más que la comprobación de un hecho exterior que espera todavía el
análisis psicológico? Significa sustituir la característica de la actividad
mental por el hecho de registrar su resultado (sin saber de qué modo se
ha formado, es decir,-en el transcurso de qué proceso se ha producido).
La transferencia de un principio o modo de obrar de un problema a otro
constituye un resultado tras el que se halla un proceso que exige su
estudio. Detrás de la transferencia se encuentra la generalización,37 la cual,
a su vez, es un producto del análisis y de; la síntesis. La “ transferencia”
no explica nada, designa un hecho, pero este hecho exige su explicación
psicológica. Como demuestran las investigaciones que se vienen reali
zando en nuestro país últimamente, la solución de un problema (auxiliar)
se transfiere a otro (básico) sólo .gracias a' que ambos problemas se
incluyen en una actividad analítico-sintética común. Semejante transferen
cia presupone la correlación de ambos problemas (acto sintético) y el
análisis de los términos de uno de ellos partiendo de lo que se pide en el
otro. En dos problemas (diferentes entre sí en algún que otro aspecto)
es posible ver un solo problema que admite una misma solución en los
dos casos, si cada uno de ellos se analiza de modo que se deslinda lo que
tiene de común con el otro. Un principio, un modo de obrar, un pensa
miento, no se encuentran — como si se tratara de una cosa—> preparados,
dados de tal suerte que una vez descubiertos en un lugar puedan ser tras
ladados sin más ni más a otro lugar. La transferencia que se presenta
como explicación de un pensamiento (de lá solución de problemas) se
transforma en una metáfora, en una expresión figurada, metafórica. La
investigación psicológica ha de descubrir el sentido recto y auténtico
de dicha transferencia, y ello sólo es posible si se revela cuál es el proceso
que se encuentra detrás de esta última.
A fin de poder explicar mediante la “ transferencia” los resultados del
pensar, es necesario elucidar primero la “ transferencia” misma como
acto, sujeto a ley, de la actividad mental. El trabajo básico de la mente
al transferir la solución de; un problema a otro consiste en el análisis de
este último. Del grado que alcanza dicho análisis depende la rapidez y
la facilidad con que se transfiere a la solución del problema fundamen
tal el principio en que se basa la solución del problema auxiliar. Este
hecho, comprobado por las investigaciones realizadas entre nosotros (por
K. A. Slavskaia) atestigua sin dejar lugár a dudas que es imposible
explicar la actividad mental (la solución de un problema) por. la trans
ferencia” de un principio como si se tratara de un simple cambio de
lugar — de modo semejante a lo que ocurre con una cosa— sin explicar
la “ transferencia” misma por el proceso de la actividad mental que lleva
al resultado (a la solución) aludido.
Resultaría superfluo exponer con detalle los resultados de las inves
tigaciones concernientes a la “ transferencia” de la solución. Nos hemos
limitado a presentar una pequeña ilustración a fin de subrayar la línea
general que, como cuestión de principio, señala la orientación de la in
vestigación psicológica, orientación que consiste en estudiar ante todo el
3. C o r r e la c ió n en tre l o p s íq u ic o y l o n e r v io s o en
LA ACTIVIDAD R EFLEJA DEL CEREBRG
40 I. P. Pivlov, Obras completas, t. III, libro II, pág. 108. (El subrayado es
nuestro. - S. R .).
colocar simplemente en lugar de las condiciones de la actividad psíquica
las condiciones de vida de las personas en general (sobre todo el medio
natural o social). Por condiciones de la actividad psíquica no hay que
entender todas las circunstancias, en general, que rodean al hombre ni
siquiera todo lo que, en el mundo _circundante, constituye las condicio
nes de su vida al responder a las necesidades del hombre como orga
nismo o como ser social.
Al hablar de las condiciones de la actividad psíquica refleja, es
necesario destacar de las condiciones generales que afectan a todas las
posibles manifestaciones del hombre las condiciones que conciernen pre
cisamente a la actividad dada, a la actividad refleja. Por esta razón,
no es posible determinar con un simple gesto indicador dirigido a todo
cuanto rodea al hombre las condiciones de las que depende — de modo
sujeto a ley— la actividad psíquica. Tales condiciones han de ser deli
mitadas mediante una investigación especial de dicha actividad.
Son condiciones de la actividad refleja como tal todas las propie
dades y facetas de la realidad objetiva — y sólo ellas— que determinan
alguno o algunos de los requisitos a que responde la actividad refleja.
Así el recuerdo depende del volumen y particularidades de lo que ha
de ser retenido en la memoria, aunque no de todas aquéllas, sino tan
sólo de algunas. Por ejemplo, el que aquéllas pertenezcan a una u otra
ciencia puede ser un hecho totalmente secundario para la actividad de
recordar. Conocimientos pertenecientes a ciencias distintas pueden ser
recordados del tnismo modo, a pesar de pertenecer a distintas esferas
del saber y, por tanto, a diferentes aspectos de la realidad objetiva; en
cambio, pueden recordarse de manera distinta hechos diversos que per
tenezcan a una misma ciencia. Para el acto de recordar son esenciales
todas las particularidades cualitativas del material — y sólo ellas— que
condicionan el cambio del contenido interior, psicológico, de la actividad
mediante la cuál recordamos algo; lo son las particularidades que con
dicionan los cambios del análisis y de la síntesis (agrupación) de lo
que se ha de recordar, de su diferenciación y generalización, como por
ejemplo la existencia o la falta de conexiones internas que deban ser
reveladas, etc.
Todas las demás propiedades de lo que se ha de recordar y las con
diciones objetivas de vida y* de actividad afectan al contenido de lo
que se recuerda, pero no a las leyes del recordar.
Las leyes del recuerdo, lo mismo que las leyes de cualquier actividad
psíquica, conservan su valor aunque cambien todas las condiciones de
vida no específicas para la actividad refleja.
Las propiedades de lo que se ha de recordar influyen sobre el resultado
del recuerdo de manera mediata, a través de los cambios que se pro
ducen en el carácter interior de la actividad gracias a la que recordamos
algo. Por sí mismo, el volumen de lo que se ha de retener en la me
moria, tomado sin referirlo a la actividad de recordar no determina
unívocamente al recuerdo, a su resultado; e] volumen del material como
objeto que ha de ser recordado depende, a su vez, de lo que con él se
hace durante e] proceso de recordar, del modo como se concatenan y
se unen entre sí sus partes, del modo como dichas concatenaciones se
generalizan en el proceso del recordar, eje. El problema fundamental
de la psicología de la memoria estriba, precisamente, en revelar el con
tenido interno de la actividad de recordar, o sea en poner de manifiesto
qué hace el hombre cuando recuerda, cómo analiza y sintetiza lo que
ha de ser recordado, cómo lo diferencia y lo generaliza, etc. (Cf. A. A.
Smimov, Psicología del recuerdo. Moscú-Leningrado, 1948.) El pro
blema fundamental de la psicología estriba en revelar cuáles son las
condiciones psicológicas internas a través de las cuales se produce — de
modo mediato— el efecto psicológico de las influencias externas sobre
el sujeto, y en revelar también las leyes internas de la actividad psíquica
condicionada exteriormente. Es precisamente la solución que se d é' a
este problema to que determina la línea básica de la investigación psi
cológica. Por leyes internas se entienden no leyes inmanentes al sujeto
— en el espíritu del introspeccionismo— , sino leyes especificas que ex
presan la dependencia en que se halla la actividad psíquica respecto a
las condiciones peculiares de la actividad dada.
Todo fenómeno psíquico como reflejo de la realidad objetiva está
determinado por su objeto. Pero dicha dependencia .del fenómeno psí
quico respecto al objeto tiene! un carácter mediato y se establece a tra
vés de la actividad psíquica como resultado de la cual dicho fenómeno
surge.
Así, en el proceso de la percepción, la imagen depende antes todo
de su objeto. Ahora bien, la imagen no constituye una impronta muerta
del objeto. La faceta que éste presenta al sujeto, las propiedades del
objeto que el sujeto perciba y el modo de aparecer, el objeto, en la
imagen, dependen de. las relaciones vitales que se establezcan entre el
objeto o la persona reflejados en la imagen. Es esencial en la investiga
ción psicológica poner de manifiesto preoisamente. esa dependencia en
que se halla la imagen reflejada respecto a la interacción que existe
entre sujeto y objeto, respecto a la actividad del sujeto. Buen número
de investigaciones psicológicas de nuestro país han sido consagradas,
con mucha razón, al estudio de dicho problema, y han permitido reve
lar a base de datos concretos la dependencia a qué nos referimos en lo
tocante a la percepción, a la memoria, etc. Sin embargo, esta depen
dencia sólo podrá ser rectamente entendida si partimos de que también
las relaciones vitales y la actividad del sujeto en que dichas relaciones
se forman y se modifican dependen de la realidad objetiva, del objeto
con el que el sujeto entra en relación. La actividad del hombre no
parte del sujeto independientemente del mundo objetivo ni constituye
por sí misma la última instancia determinante de la conciencia.41 La
41 Cuando el marxista habla del papel del hacer práctico en la cognición, en
el reflejo de la realidad, en la actividad que modifica la naturaleza, considera
que lo que se refleja y es conocido es la propia realidad revelada en el hacer prác
tico. Esto diferencia al marxista del pragmatista en filosofía. Esta diferencia radical
se extiende asimismo-a la investigación psicológica. .
propia realidad determina la imagen, subjetiva del mundo objetivo, pero
al determinar dicha imagen, la realidad actúa no como una “ cosa en
sí” , desvinculada del sujeto, sino como un objeto incorporado a unas
relaciones reales, vigentes, vitales, establecidas con el sujeto. La imagen
es un reflejo del objeto, y éste se refleja en la imagen tal como se pre
senta en las relaciones vitales que con él establece el sujeto. El reflejo
del objeto no se realiza en calidad de recepción pasiva de la acción
mecánica de la cosa, como si se grabara en el sujeto al margen de la
actividad de respuesta de este último. Por otra parte, la imagen reflejo
del objeto no constituye de ningún modo una simple proyección de las
necesidades del sujeto hacia el objeto, una simple proyección de la ima
gen y del modo de obrar del sujeto. Tanto la posición del materialismo
anterior a Marx — para el cual el mundo aparece sólo en forma de objeto
de contemplación y quedan eliminados el sujeto y su actividad— como
la posición del pragmatismo contemporáneo han de ser impugnadas y
superadas.
La imagen del objeto refleja al objeto mismo que se pone de mani
fiesto en la acción y lo refleja tal como aparece en la acción qúe con
él realiza el hombre.
Como ya hemos indicado, los resultados que se obtienen al aprender
una cosa de memoria dependen no sólo de lo que se estudia, es decir,
del material que. se ha de aprender (de si es mucho o poco, de si consta
de datos aislados — palabras o números— o de si constituye un texto
con ilación, etc.), sino que dependen también de la manera como el
individuo trabaja con dicho material, •del modo como lo analiza, lo
agrupa, lo generaliza, etc.
Es análogo lo que ocurre con el desarrollo del lenguaje. El desarrollo
del lenguaje es un proceso durante el cual el niño va dominando su len
gua materna. El lenguaje del niño, su estructura fonemática y grama
tical, se hallan determinados por la estructura fonemática y gramatical
de la lengua. No obstante, para que la lengua determine el lenguaje del
niño, es necesario que éste entre en contacto con él durante el proceso
de comunicación que se efectúa por medio de la lengua. El desenvol
vimiento del lenguaje del niño depende de cómo transcurre dicho pro
ceso de comunicación gracias al cual el niño asimila la lengua. Como es
natural, la investigación psicológica centra en ello su estudio, tomando
la estructura de la lengua como algo dado. Sería un grave error intentar
explicar el desenvolvimiento del lenguaje partiendo de la actividad ver
bal del niño como tal actividad, tomada de por sí. Ello significaría de
ducirla, inevitablemente, de la naturaleza del niño. La realidad es,
empero, que si el oído fonemático y la articulación del niño ruso dis
tinguen, por ejemplo, una ele fuerte y una ele débil, y el niño alemán
no las diferencia, no se debe ello a la naturaleza del niño ruso y del
niño alemán, sino a la. estructura fonemática de las correspondientes
lenguas. Del mismo modo, si un niño ruso, que se comunica con las
personas que le rodean mediante la lengua rusa, expresa una relación
gramatical mediante un morfema, y un niño inglés por medio de una
construcción prepositiva, ello se debe a las particularidades del régimen
gramatical de las correspondientes lenguas, particularidades que se han
ido formando en el transcurso de la evolución histórica. En sintesis: la
lengua como objeto que ha de ser aprehendido determina el lenguaje
del niño, su desarrollo; pero este papel de la lengua — como determinante
del desenvolvimiento del lenguaje del ni$o— se hace vigente de manera
mediata a través del proceso de comunicación del niño con las personas
que le rodean, comunicación que se verifica por medio de la lengua.
Vemos, pues, cómo en ejemplos distintos aparecen con todo rigor
los mismos rasgos fundamentales determinantes de los fenómenos psí
quicos.
Como hemos visto, la concepción materialista dialéctica de la deter
minación se basa en el hecho de que la influencia del objeto exterior se
verifica de modo mediato a través de la actividad del sujeto, la cual, a
su vez, se halla también condicionada por el objeto. De esta suerte, el
producto de la acción externa aparece a la vez como resultado de la acti
vidad del propio sujeto, objetivamente condicionada. La característica
de la imagen como subjetiva (imagen subjetiva del mundo objetivo)
constituye la expresión de su carácter condicionado entendido tal como
acabamos de exponer, sujeto a ley; de este modo el término “subjetivo”
se diferencia radicalmente, por su significado del sentido — subjétivista—
que adquiere en la interpretación idealista de la conciencia.
Esta concepción — materialista dialéctica— de las interrelaciones
existentes entre el sujeto y la realidad objetiva por él reflejada elimina
en su propia base la teoría de los dos factores según la cual el reflejo
es determinado, por una parte, por el sujeto, y por otra, por el objeto.
El reflejo — la actividad psíquica y su producto— no está determinado
ni por el objeto, tomado de por sí, ni por el sujeto solo, independiente
mente del objeto, ni por uno de ellos más el otro. Los fenómenos psíqui
cos están determinados por el objeto reflejado, con la particularidad de
que la dependencia de dichos fenómenos respecto al objeto es mediata
y queda condicionada por las interrelaciones que se dan entre objeto y
sujeto.
Un ejemplo cualquiera nos permite explicarnos con suma claridad
lo que significan de modo concreto cada uno de los puntos de vista que
acabamos de exponer. Así, la teoría de la memoria basada en la con
cepción vieja, anterior a Pávlov, en la doctrina de las asociaciones,
intentaba explicar el recuerdo por las conexiones que se daban en lo
que se debía recordar sin referirlas en lo más mínimo al significado que
poseían para el sujeto. A quienes impugnaban dicha teoría no les era
difícil demostrar que tales conexiones, existentes en el material de estu
dio, resultaban insuficientes para el recuerdo incluso si se repiten insis
tentemente sus elementos.42 Este hecho se reveló de modo totalmente
42 Cf. K. Lewin, “ Das Problem der Willensmessung und das Grundgesetz der
Assoziation” . Psychologische Fortchung, 1922.- H. I u. II. Cf. también W. Kohler.
Gestalt Psychology. Londres, 1930, (Ch. IX — “ Reproduction” , especialmente las
páginas 255-256).
imprevisto y muy significativo en los experimentos de Radosávlevich,
ios cuales demostraron que incluso en caso de repetición insistente no
se forman de ningún modo conexiones entre los elementos consecutivos
de una serie si el individuo sujeto a experimentación no se plantea el
problema de recordarlos.
A la teoría asociacionista de la memoria Freud y Lewin, entre otros,
contrapusieron la tesis de que el recuerdo depende de la atracción, de
las necesidades y, en general, de las tendencias que arrancan del inte
rior mismo del sujeto. Lewin intentó demostrar dicha tesis sobre todo
mediante la crítica experimental de la teoría de la asociación; Freud,
por medio del análisis de los hechos de la vida cotidiana. En las últimas
obras de psicología, el recuerdo suele explicarse, por una parte, me
diante asociaciones — conexiones— del material que ha de ser recor
dado; por otra parte, mediante las necesidades, objetivos y tendencias
del sujeto, es decir, intenta explicarse por medio de dos factores exter
nos en cuanto a la relación que entre ellos existe. La realidad es, em
pero, que la formación de las propias asociaciones presupone e incluye
ya una determinada relación respecto al sujeto que recuerda, respecto
a sus necesidades y a sus objetivos. Para que en el hombre se formen
asociaciones entre los elementos de una serie objeto de recuerdo es
necesario que cada elemento precedente de dicha serie se convierta para
el sujeto en señal del elemento subsiguiente, y cada elemento subsi
guiente ha de presentarse en el acto del aprender de memoria como
respuesta al elemento precedente de la serie. El significado señalizador
que para el sujeto, para su actividad, adquieren unos u otros fenóme
nos de la realidad objetiva, constituye una condición necesaria para
que dichos elementos se incluyan en nexos asociativos y para que el
sujeto los recuerde.
Al modificarse los problemas y, por ende, las necesidades de la
actividad del sujeto, son otras facetas de la realidad las que adquieren
significado señalizador, las que se incluyen en las conexiones que se
forman en el sujeto y las que se recuerdan.
Tenemos, pues, que al explicar el recuerdo (exactamente lo mismo
que al explicar cualquier proceso psíquico) no nos encontramos, por
una parte, con conexiones dadas en el material como objeto de recuerdo
sin relación con el sujeto y, por otra, con las tendencias de este último.
Al explicar una actividad psíquica, cualquiera que sea, del sujeto
es posible y necesario partir de las interrelaciones — que se forman y se
modifican según determinadas leyes— existentes entre éste y el mundo
objetivo.
Es necesario, además, proceder de modo concreto y diferenciado al
resolver el problema concerniente al carácter determinado de la acti
vidad psíquica, teniendo en cuenta que sus diversas facetas están deter
minadas por condiciones diferentes y se modifican en el decurso de la
evolución histórica, a ritmos distintos.
Así tenemos que el trabajo del ojo humano — de las funciones de la
vista— está determinado fundamentalmente, según ha demostrado S. I.
Vavilov, por la difusión de los rayos solares sobre la Tierra. Las parti
cularidades específicas del ojo — su adaptación a una determinada
energía, la existencia de una visión diurna y una visión nocturna, la
selección de la zona visible en el espectro ilimitado, “ — todo ello — es
cribió S. I. Vavilov en las conclusiones de su trabajo “ El ojo y el Sol” —
es fruto de la capacidad de adaptación del ojo a la luz del Sol en la
Tierra. No es posible comprender el ojo sin conocer el Sol. En cambio,
por las propiedades del sol cabe indicar teóricamente y en líneas gene
rales cuáles son las particularidades del ojo, cómo deben ser dichas
particularidades, sin tener de ellas previo conocimiento” .48
Es obvio que las propiedades de la vista, dado que están determi
nadas por las propiedades de la luz solar y por las condiciones de su
difusión sobre la Tierra, no sufren ninguna modificación esencial en
el transcurso de la evolucióir histórica. Asimismo resulta obvio que
la visión del hombre, como la actividad de SU9 otros órganos de los
sentidos (analizadores), se diferencia de la visión de los animales. La
vista humana adquiere sus particularidades ante todo porque es edu
cada por la mano, la cual se ha convertido, como órgano de trabajo,
en un órgano de cognición específicamente humano; en el hombre, la
imagen visual incluye en sí propiedades táctiles del objeto, su resistencia
e impenetrabilidad, tal como se manifiestan en su hechura. “ Y el sen
tido del tacto, que el mono posee a duras penas en la forma más tosca
y primitiva, se ha ido desarrollando únicamente con el desarrollo de la
propia mano del hombre, a través del trabaio.44
La otra diferencia radical de la vista humana, lo mismo que de otros
analizadores del hombre (órganos de los sentidos), se debe a que el
lenguaje — surgido a base del trabajo y de la necesidad de comunica
ción que él engendra— introdujo un nuevo principio en la actividad
de la corteza cerebral, formó un segundo sistema señalizador de la rea
lidad exclusivo del hombre, segundo sistema que trabaja en íntima rela
ción con el primero. La palabra, con su contenido significativo, se in
cluye como estímulo en el funcionamieto de cualquier analizador; es
como si con la palabra se elaboraran todas las clases de sensaciones y
percepciones, entre ellas las visuales. Gracias a que la palabra se enlaza
mediante nexos reflejo-condicionados con la señalización visual, con la
señalización táctil y con las demás señalizaciones del objeto y constituye
con dichos nexos un estímulo complejo único, su contenido (es decir, el
contenido de la palabra) se incluye en el objeto percibido. El objeto
percibido visualmente aparece como dotado de caracteres cuya cogni
ción constituye un resultado — fijado en la palabra— de la cognición
social.
47 Acerca del pensamiento, Marx escribió: “ Como quiera que el proceso del
pensar surge por sí mismo de determinadas condiciones y constituye por si mismo
un proceso natural, el pensar . cálmente logrado no puede ser más que uno, el cual
sólo presentará diferencias de grado en función de la madurez del desarrollo y,
en particular, del desarro!'o del órgano del pensar” , C. Marx y F. Engels, Selección
d e cartas. Moscú 1947, pág. 209.
psicología, problema que consiste en estudiar la psicología del hombre
soviético según las cualidades psicológicas específicas originadas por el
régimen social soviético, y, con este estudio, proporcionar positiva ayuda
con vistas a la educación del nuevo hombre de la sociedad comunista.
Dada la singular trascendencia del problema indicado, se impone hallar
la base necesaria para la justa solución del mismo.
Lo primero y ,fundamental consiste en que no es posible desvincular
las propiedades psíquicas comunes a todos los hombres respecto a las
propiedades psíquicas específicas de los hombres soviéticos, es decir, no
es posible contraponer- la psicología del hombre soviético a la psicolo
gía de los demás seres humanos. No existen dos “especies” distintas de
hombres.
La psicología del hombre soviético es la psicología del hombre
situado en las condiciones de la sociedad socialista soviética, condiciones
en que precisamente revela el carácter único de la naturaleza humana.
, Al estudiar la psicología del hombre soviético, del hombre que vive
en las condiciones de nuestra sociedad, el psicólogo no puede dejar de
observar con especialísima atención de qué modo se manifiesta lo nuevo
que se da en la psicología de las personas debido a las condiciones del
régimen social soviético al pasar del socialismo al comunismo. El psicó
logo soviético no puede pasar por alto,' por ejemplo, el hecho de que
gracias a las condiciones sociales, sin haber eliminado aún las diferen
cias entre el trabajo físico y el trabajo intelectual, va desapareciendo la
contradicción existente entre estas dos formas de trabajo; el trabajo
intelectual se incorpora cada vez con mayor medida y en formas más
variadas al trabajo físico del obrero soviético. Al estudiar la psicología
del hombre, el psicólogo soviético de ningún modo puede hacer caso
omiso del hecho de que actualmente florecen y se desarrollan todas las
aptitudes, todas las fuerzas creadoras del individuo, libre del régimen
de explotación de. la sociedad de clases que durante milenios le ha mu
tilado. En la sociedad que ha acabado con la explotación del hombre
por el hombre es donde, se revela la naturaleza auténticamente humana
del individuo, lo que hay en él de común a todos los hombres. De ahí
que no exista motivo alguno para contraponer la psicología del hombre
soviético a la psicología general del hombre. Ello significaría no ya des
truir las premisas del estudio científico de la psicología del hombre
soviético, sino, además, cometer un monstruoso error político creando
un abismo entre las personas soviéticas y la humanidad toda. Los indi
viduos que viven en formaciones sociales distintas, aun poseyendo ras
gos psíquicos específicos, están indisolublemente ligados entre sí por pro
piedades psíquicas comunes a todos los hombres. De ahí que exista
una ciencia psicológica única que abarca las leyes generales de la acti
vidad psíquica de las personas aunque vivan éstas en distintos regíme
nes sociales.
Desde un punto de vis'fa de principio, es erróneo contraponer la
‘■psicología histórica” , qu¡* f .-ludia los rasgo? psíquico- de las p e rs o v -,%
que viven en determinada formación social, a la “ psicología fisiológica”
general, científico-natural.48
Aunque el sistema de la ciencia psicológica incluya diferentes dis
ciplinas, cuyo objeto de estudio depende en distinto grado de condiciones
histórico-sociales, todas las ciencias aludidas están relacionadas entre
sí; es imposible, como cuestión de principio, dividir la psicología en dos
disciplinas desvinculadas una de la otra, exteriormente contrapuestas
entre, sí, una “ fisiológica” y la otra “ histórica” . Propugnar la formación
de u tm psicología histórica no significa, en gran parte, sino defender
una “ psicología social” muy próxima al corazón de los reaccionarios,
psicología que constituye un intento de psicologizar la sociología, es
decir, de introducir el idealismo en él estudio de los fenómenos sociales.
Cualquier tentativa de sustituir la sociología, el materialismo histórico,
por “ la psicología histórica” , ha de ser rechazada como inconsistente
desde un punto de vista de principio. En orden de primacía no es la
historia la que está determinada por la psicología, sino que, por el con
trario, es la historia la que determina la psicología de las personas.
Por otra parte, no es posible cultivar una psicología científico-natu
ral que estudie la psique del hombre sólo en relación con las leyes
fisiológicas de la actividad cerebral sin tener en cuenta las condiciones
de vida de la sociedad. Ello significaría resucitar la falsa contraposición
entre el carácter condicionado de los fenómenos psíquicos por parte de
las leyes fisiológicas de la actividad cerebral, y el carácter determinado
de la psique por parte de las condiciones de vida; sabemos, por el con
trario que la concepción de la actividad del cerebro como actividad
refleja, elimina dicha contraposición. Desvincular el estudio de la acti
vidad refleja del cerebro humano de la influencia que ejercen sobre el
hombre las condiciones de la vida social, remitir a una “ psicología his
tórica” especial el estudio del papel que desempeña la vida social en
la determinación de la psique del hombre, significa resucitar la teo
ría de los dos factores.
Para delimitar el objeto de la psicología y concretar cuál es la esfera
de la investigación psicológica, es necesario aclarar lo siguiente: el estu
dio de los caracteres de la psicología de una nación, de una clase social,
etc., pertenece al materialismo histórico, a una disciplina histórico-social,
y no a la psicología; ello es así porque sus caracteres psíquicos se ponen
de manifiesto en función del desarrollo histórico y de la cultura a la
cual definen como un todo histórico, independientemente de las propie
dades psíquicas de tal o cual individuo. Lo mismo puede decirse acerca
de la psicología de una u otra clase social, dado que la psicología de
una clase social se pone de manifiesto al estudiar el papel de esta última
en la lucha de clases, en el curso del movimiento revolucionario, y se
relaciona con la clase social como con un objeto de investigación his
48 Hace unos años, se dieron en nuestro pais corrientes que tendían a conver
tir la psicología en una suma de dos sumandos: de la fisiología de la actividad
nerviosa superior y del materialismo histórico. Es necesario superar esta orientación
equivocada, que despoja de su carácter específico a la investigación psicológica.
tórico-social, independientemente de las propiedades psíquicas de tales
o cuales individuos.
Al hablar de la evolución de la psique en relación con los proble
mas de la investigación psicológica, es necesario tener en cuenta que
las propiedades psíquicas de. las personas, propiedades que se modifican
históricamente, se forman, en realidad, en el proceso del desarrollo
individual, ontogenético, y sólo como tales propiedades que se forman
en los individuos pueden ser objeto de la investigación psicológica. Te
nemos, pues, como regla general, la investigación psicológica propia
mente dicha estudia la formación de la psique en determinadas condi
ciones históricas que — en la investigación psicológica— se toman como
lo dado. En realidad, la psicología sólo se encuentra con un verdadero
cambio en la psicología de las personas cuando estudia la psique de
individuos pertenecientes a una generación que ha sido testigo de gran
des desplazamientos históricos, que ha vivido el desplome de un régi
men social y el nacimiento de otro, nuevo. El cambio psicológico se pro
duce en este caso durante el propio desarrollo individual, ontogénico.
Durante las épocas históricas precedentes o subsiguientes a los períodos
revolucionarios aludidos, las leyes que se presentan a la psicología como
objeto de estudio son las del proceso ontogénico del desarrollo de los
individuos, proceso que tiene lugar en el marco de unas mismas condi
ciones histórico-sociales.
La confrontación de los resultados de dicho desarrollo registrado en
distintas condiciones histórico-sociales es ya objeto de la investigación
histórica.
Como es natural, la ciencia psicológica no se limita a estudiar los
rasgos estrictamente individuales del hombre. A la psicología como cien
cia, dichos rasgos son los que menos le interesan. Lo que ella estudia son
las propiedades psíquicas del individuo comunes a todos los hombres;
puede estudiar, asimismo, los rasgos particulares, tipológicos, de la
psique, propios del individuo en calidad »de representante de un deter
minado régimen social, de una determinada clase, de una determinada
nación. Pero cualesquiera que sean las propiedades psíquicas que estudie
la psicología, las estudia siempre en un individuo concreto, en íntima
conexión con toda la actividad refleja de su cerebro, durante el proceso
de su desarrollo individual. Lo mismo que cualquier otra ciencia, la
psicología puede generalizar los resultados obtenidos con el estudio de
un individuo concreto y puede aplicarlos a los miembros de determi
nada comunidad humana en la medida en que lo permitan las relaciones
de dependencia reveladas en el curso de la investigación. Una vez des
cubierto, en un individuo (o en litios individuos dados) una dependen
cia, sujeta a ley, de determinadas propiedades psíquicas respecto a
determinadas condiciones de vida, comunes a los individuos de la corres
pondiente comunidad humana, nación, clase, régimen social — en primer
término comunes a los individuos de nuestro régimen soviético— , el
psicólogo está en perfecto derecho de efectuar la generalización perti
nente.
En este caso, la investigación será propiamente psicológica en la
medida que revele el proceso mismo en que se reflejen tales o cuales
condiciones de vida, en la medida que explique de qué modo Se verifica
el proceso que modifica la psicología de las personas en las nuevas con
diciones de vida, de qué manera han de quedar refractadas dichas condi
ciones generales al presentarse en el desarrollo inividual, en el indi
viduo de determinada edad, de cierta mentalidad, de unas particulari
dades tipológicas dadas. Es precisamente el conocimiento de las leyes
del proceso a que. nos referimos — proceso del reflejo— lo que deter
mina la aportación limitada, pero específica, que puede presentar la
ciencia psicológica en lo tocante a la educación comunista.
5. P a p e l d e l o s f e n ó m e n o s p s íq u ic o s e n l a d e t e r m in a c ió n
DE LA CONDUCTA
ti) La conciencia
significados que tienen existencia real como significados de esta última; los des
poja, así, de su envoltura material sensorial, y en este aspecto “ idealizado”
toma los significados como elementos lundamentales que constituyen la estructura
de la conciencia. El hacer caso omiso de la lengua, el eliminar su parte sensorial
y tomar como núcleo de la conciencia los significados puramente ideales, constituye
uno de los errores de la concepción husserliana de la conciencia como actualiza
ción de significados. (Su defecto principal, señalado ya más arriba, estriba en
que al interpretar la conciencia como actualización de significados, en lugar del
mundo real, al que la fenomenología de Husserl “ coloca entre paréntesis” —unter
Klummern setzt—, sitúa el significado “ mundo” , es decir, sustituye la realidad
material por una formación ideal).
Por otra parte, la identificación de la conciencia con los significados fue
utilizada por el pragmatismo semántico (Mead, Dewey), unido al behaviorismo
“ social” para reducir la conciencia, el espíritu, a las relaciones semánticas ( “ sim
bólicas” ) de lo significante y de lo significado entre los fenómenos de la expe
riencia relacionada con la conducta. Cf. los libros citados más arriba:. J. Dewey,
Experience and Nature, Londres, 1925, págs. 303, 307, 308, etc. G. Mead, “ A
behavioristic account of the significant Symbol” . Journal of Philosophy, 1922.
vol. XIX, núm. 6, págs. 157-163; G. Mead, Mind, self and society - from the stand-
point of a social behaviorist. Fifth Impresison, Chicago University Press, 1945
(Part II, “ Mind and the Symbol” , págs. 117-125).
Vemos, pues, que por una parte quieren transformar el ser, la experiencia,
-en algo espiritual, ideal, proyectando sobre él relaciones semánticas; por otra
parte, disuelven, al mismo tiempo, la conciencia en la experiencia. Sin pmbargo,
los significados correlacionados solamente cor! la conciencia externa y no con la
conciencia han quedado reducidos, inevitablemente, a meros signos. La interpre
tación behaviorista-pragmatista de los significados ha acarreado de modo inevita
ble la autoliquidación de estos últimos y ha llevado, al mismo tiempo, a la concep
ción formalista del lenguaje, de la lengua, como conjunto de signos, Cf. Ch. Morris,
Six Theories of Mind. Chicago University Press, 1932, págs. 274-330 (dedica este
libro a sus maestros Dewey y M ead). Véase sobre todo el capítulo VI. “ Mind rs
Function” , en el que se examina la línea filosófica que va de Pierce y Woodbridge
hasta Dewey y Mead; véase también su libro Signs, language and behavior (Nue
va York, 1950), que se aproxima a Carnap, al positivismo lógico.
se entra en conocimiento de la realidad. El que el hombre posea con
ciencia significa, en propiedad, que en el decurso de la vida, de la comu
nicación, del aprendizaje, se ha formado en el hombre tal conjunto (o
sistema) de conocimientos más o menos generalizados y objetivados en
la palabra, que gracias a ellos puede el hombre adquirir conciencia
de lo que le rodea y de sí mismo entrando en conocimiento de los
fenómenos de la realidad a través de su correlación con los conocimientos
aludidos. Con esto el problema psicológico central sigue radicando en el
proceso en virtud del cual el hombre entra en conocimiento del mundo.
La conciencia no abarca la actividad psíquica del hombre en su tota
lidad. No es posible considerar como idénticos lo psíquico y aquello de
que se ha adquirido conciencia.14 A pesar del cartesianismo, lo psíquico
no se reduce a aquello de que se tiene conciencia. Como hemos visto ya
más arriba (cap. II, apartado 1, “La teoría del reflejo” ), la conciencia, es
decir, el tener conocimiento de la realidad objetiva, comienza donde apare
ce la imagen en el sentido propio, gnoseológico, de la palabra, o sea donde
aparece la formación gracias a la cual ante el sujeto se presenta el con
tenido objetivo del objeto. Pertenecen a la esfera de lo psíquico que no
entra a formar parte de la conciencia los fenómenos psíquicos que fun
cionan como señales sin ser imágenes de los objetos de los que se entra
en conocimiento por medio de dichas señales.15 (Cf. acerca de este par-
23 Al mismo tiempo es necesario decir sin reservas de ningún género que esos
vínculos — cuya existencia se afirma aquí como suposición y en forma muy gene
ral— entre las aptitudes y las propiedades de la actividad nerviosa superior, adqui
rirán un valor concreto, cabal y fecundo — científica y prácticamente—• sólo si se
lleva a cabo un gran trabajo previo de investigación. Es necesario: a) puntualizar
el significado de la fuerza y de la movilidad de los procesos nerviosos, el carácter
de los criterios o problemas por medio de los cuales tales procesos pueden ser
determinados de modo adecuado en el individuo; b ) examinar en las condiciones
concretas de los distintos tipos de actividad humana cuál es el papel real de las
diversas propiedades de los procesos nerviosos en la ejecución de las formas com
plejas de la actividad humana.
de cómo se efcclúa la generalización aludida. La aptitud constituye un
sistema de actividades psíquicas generalizadas consolidado en el indivi
d u o (de modo semejante a como el carácter constituye un sistema
—consolidado en el individuo— de inducciones y motivos generaliza
dos)
Por su función, todo proceso psíquico es un regulador de la actividad
<lel hoinl>re. Corno hemos visto, la función reguladora de lo psíquico
- 1 Al mii-nio tiempo no identificamos, s-ino que, por el contrario, diferencia
mos claramente las aptitudes y los hábitos; las primeras constituyen algo creador
con ciertos elementos de espontaneidad. A diferencia de los hábitos, las aptitudes
son el rebultado de consolidar no formas de acción, sino procesos psíquicos ( “acti
vidades” ) gracias a los que se regulan acciones y actividades. De modo análogo el
carácter constituye no un conjunto de formas de conducta, sino de incitaciones
que la regulan, conjunto de incitaciones generalizado y consolidado en la persona.
25 El proceso en virtud del cual se forman las propiedades caraclerológicas
de la persona es un proceso de generalización y automatización de sus incitacio
nes o inducciones, de sus motivos de conducta. Por lo común al estudiar la relación
existente entre los motivos de conducta y el carácter se subraya la dependencia
en que se hallan las incitaciones, los motivos, respecto al carácter. Se sostiene que
la conducta del hombre arranca de tales o cuales incitaciones (desinteresadas,
egoístas, ambiciosas) porque, así es su carácter. En realidad, la relación entre
carácter y motivos de conducta aparece así únicamente si se toma en un plano
estático. Limitarse a semejante examen del carácter y de su relación con los
motivos de la conducta, significa cenar el camino que lleva al descubrimiento
de su génesis. Para hallar el camino que nos ha de llevar a comprender cómo se
forma el carácter, es necesario examinar en sentido inverso dicha relac ón entre
carácter e incitaciones o motivos y tener en cuenta no tanto los que arrancan de
la persona misma, cuanto los que vienen dados por la situación y e-tán determi
nados por la convergencia de circunstancias externas más que por la lógica interna
del carácter. Hasta el hombre apocado puede realizar un acto de valentía si las
circunstancias le empujan a ello. Sólo teniendo en cuenta tales motivos, cuyo
origen inmediato se da en las circunstancias externas, es posible romper el círculo
vicioso en que cae quien se encierra en la esfera de las interrelaciones internas
existentes entre las propiedades caracterológicas de la persona y los motivos que
las condicionan. El problema capital estriba en ver de qué modo los motivos (las
incitaciones) que caracterizan no tanto la persona cuanto las circunstancias en que
se ha desarrollado su vida, se convierten en motivos firmes, característicos de la
persona en cuestión. A esto es a lo que se reduce, en definitiva, el problema
concerniente a la formación y desenvolvimiento del carácter en el transcurso de la
vida. Las incitaciones provocadas por las circunstancias de la vida constituyen
los “materiales” con que se va formando el carácter. Una incitación, un motivo,
es una propiedad del carácter en su génesis. Para que un motivo (una incitación)
se convierta en propiedad de la persona, propia de ella, “ estereotipada” en ella, es
necesario que se generalice respecto a la situación en que en un principio se ha
dado, ha de extenderse hacia todas las situaciones homogéneas según rasgos esen
ciales para la persona. Una propiedad del carácter es, en último instancia, una ten
dencia, una incitación, un motivo de conducta que en condiciones homogéneas apa
rece normalmente en el individuo dado. Las investigaciones acerca del carácter y su
formación — poco avanzadas hasta hoy— debieran haberse concentrado, ante todo,
en este problema, es de^ir, en el estudio de cómo se pasa de los motivos I incita
ciones ) surgidos de una situación dada, de una convergencia de circunstancias, a
incitaciones firmes para la persona. En el plano pedagógico, esto es lo que deter
mina la línea fundamental del trabajo educativo tendiente a la formación del
carácter. En este caso, el punto de partida radica en la elección e inculcación de Ios-
motivos convenientes generalizándolos y convirtiéndolos en estereotipados.
tiene dos acpectos, uno inductor y otro ejecutor. El aspecto inductor de
la función reguladora de la actividad psiquica se consolida en la persona
en forma de carácter; el aspecto ejecutor se consolida en forma de
aptitudes. Tanto el uno como el otro son resultado de la generalización
y automatización de la!'' actividad psíquica como reguladora de la acti
vidad práctica de las personas. Pen> en el carácter se generaliza y auto
matiza el aspecto (la función) incentivo de la actividad psíquica, mien
tras que en las aptitudes se generaliza y automatiza el aspecto de la
actividad psíquica ligado a las funciones de la regulación ejecutora.
Un mismo mecanismo reflejo sirve para consolidar tanto la aptitud
más excelsa como la más ruin. El mecanismo reflejo consolida como
aptitud natural lo que el hombre obtiene en su relación con el mundo.
La relación con el mundo, fuente viva e inagotable de todas las aptitu
des, tiene una importancia decisiva para la creación de una aptitud.
Un gran músico se forma gracias a que aplica su oido a diferenciar y
seleccionar del mundo circundante los multiformes sonidos que en él se
dan y los percibe en realidad como cualidades musicales. Tal es, por
lo menos, la premisa -esencial y la línea del proceso que lleva a la for
mación del gran músico. Para que se dé una aptitud más o menos impor
tante, es necesario, ante todo, crear una necesidad vital en un deter
minado aspecto de actividad, en una forma determinada de relación
activa con el mundo. En el decurso de la actividad encaminada a satis
facer la necesidad aludida se forman y seleccionan los “materiales” con
que luego se constituye la aptitud. La aptitud se crea cuando las conexio
nes elaboradas en el proceso de la actividad se consolidan (gracias al
mecanismo reflejo) en la naturaleza del hombre, de su oído, etc.
Para que este esquema sumamente general adquiera correspondiente
estructura, es necesario llevar a cabo una serie de investigaciones con
cretas y sistemáticas consagradas a aptitudes particulares, ante iodo a
las que se revelan de modo específico y con singular claridad, como
son las aptitudes para las matemáticas, la música, etc. Realizar estas
investigaciones es obra del futuro. Se requieren, e s p e c ia lm e n t e , investi
gaciones monográficas acerca del camino concreto que recorre la for
mación de las aptitudes.
Disponemos por el momento de una investigación de este tipo. Se
trata del ensayo de B. V. Asafiev acerca de El oído de GUnka.**• Obra
de un musco reflexivo y de espíritu creador, dicho ensayo nos ofrece un
análisis concreto de cómo se va formando el oído del compositor.
Lo primero que llama la atención al analizar el proceso en virtud
del cual se crean las aptitudes de un gran músico es el carácter activo
y dinámico del oído, la constante ocupación — interna y externa— con
los sonidos desde la primera infancia (cuando, por ejemplo, el tañido de
una campana absorbe la atención de Glinka). De esta suerte, la vida
entera de Glinka se convierte en un laboratorio experimental “para ela-
3. El hom bre : 44 e l p r o b l e m a d e l a p e r s o n a e n p s i c o l o g í a
C o n c l u s io n e s
S. R u b in s t e in
13 Selz, Zur Psychologie des Produktiven Denkens und des Irrtums, S. 569.
como presuponen los positivistas. Al defender esta idea del pensamien
to como actividad cognoscente, Piaget, en su obra Psicología de la in
teligencia,1* interesante y de gran densidad de ideas, contrapone bu
punto de vista en primer lugar al punto de vista de 6 . Russell (por lo visto
piensa en el Russell platónico, idealista objetivo, como fue junto cor,
Whitehead antes de declararse partidario de la filosofía de Hume f luego
de la escuela berkeleyana). En dicho libro, Piaget arremete contra la
concepción russelliana de que las ideas actúan como datos del intelecto,
datos que simplemente son proyectados a la conciencia. Sin embargo, la
justa crítica de Piaget dirigida contra Russell y también contra Couture
por considerar que en sus concepciones queda excluido el pensamiento,
la cognición, como actividad, se convierte en él en posición solidaria con
el operacionalismo relativista (subjetivista) de Bridgman.1*
En el centro de la concepción de Piaget se halla la idea de opera
ciones, que define por medio de la estructura lógica de las mismas. En la
concepción de Piaget destacamos tres eslabones, a saber: 1) reversibili
dad de las operaciones del pensamiento, 2) invariabilidad de los con
ceptos que se forman por medio de dichas operaciones, 3) objetividad de
los conocimientos que de esta suerte se adquieren. Para Piaget, lo esen
cial estriba en el carácter reversible de las operaciones entendido como
interrelación interna de dichas operaciones entre sí. Para cada operación
del pensar, existe otra simétrica e inversa, la cual, partiendo del resultado
a que lleva la operación primera, restablece el punto de partida de esta
última, sus datos iniciales. De ello se deriva, según Piaget, el carácter
invariante de los datos con que opera el pensamiento. En cuanto al
carácter invariante de los conceptos con que éste opera, viene determi
nado por la objetividad de dichos conceptos entendida como indepen
dencia respecto al sujeto y al procedimiento del pensar. En realidad, la
invariabilidad no constituye la base de lo objetivo, sino que es únicamente
un indicador de lo objetivo. Correspondientemente, la reversibilidad de
las operaciones del pensar no constituye la base de la invariabilidad de las
formaciones del pensar — de los conceptos, etc.— , sino tan sólo una con
dición de la misma.
La tesis de que los conocimientos acerca del objeto no se dan al mar
gen de la actividad cognoscitiva del sujeto, sino que se; construyen en el
decurso de la actividad de este último, es justa. Ahora bien, Piaget no
la ha deslindado suficientemente de la transformación del objeto — o, por
lo menos, de la objetividad de los conocimientos—, como algo derivado
de la reversibilidad de las operaciones del sujeto tomadas exclusivamente
en el plano de sus vínculos internos. Todas las correlaciones han resulta
do desplazadas dé su sitio, lo cual se explica por el hecho de que al hacer
hincapié en las operaciones (en la actividad) del sujeto, la teoría de Piaget
no ha hallado en la determinación del pensamiento lugar adecuado para
el objeto.
Etapas Total
del 1* 2* 3* 4* de
experimento pruebas
Series:
Primera 6-7 4 2 — 12-13
Segunda 3 2 2 — 7
Tercera 3 4 — — 7
de tres a cuatro años). Entre dichos examinandos figura, por ejemplo, Misha A.;
quien en la primera prueba tomó el palo con un gancho pequeño, pero lo manejó
con muy poca soltura, de modo que alcanzó el caramelo tan sólo a la décima
tercera prueba.
propiedades que resultan necesarias para la solución del problema. No
cabe proceder de otro modo, es imposible. Esa es la única manera de resol
verlo en las condiciones dadas, y como es natural, el niño actúa de este
modo. Ahora bien, cuando el análisis nos dice ya cuáles son los términos
esenciales para la solución del problema y, en consecuencia, los objetos-
instrumentos se nos presentan en su forma generalizada, ya no es necesario
probar de nuevo, cada vez, el objeto ofrecido (un palito con un gancho
demasiado grande o demasiado pequeño o sin gancho), y el niño interrumpe
las pruebas prácticas. Este paso a la solución del problema sin recurrir a las
pruebas repetidas de tipo práctico se halla condicionado por el desarrollo
de las generalizaciones.
Tal es la línea del análisis psicológico que hemos seguido nosotros
para estudiar de qué modo se pasa de la solución de problemas en un
plano práctico a su solución en un plano de cognición sensorial o mentai
(análisis, etc.) que arranca del hacer práctico y prescinde de él. Ello cons
tituye una investigación del desarrollo del análisis y de la generalización
que determinan dicho paso en calidad de condición interna. A nuestro
entender, el verdadero objetivo de la investigación psicológica estriba,
precisamente, en revelar las etapas de la manifestación externa del paso
aludido, y no limitarse simplemente a describirlas. Esto no significa,
naturalmente, que reduzcamos el estudio de la actividad práctica (al
resolver problemas) al estudio del pensar, sino que el estudio bien enfo
cado del pensar constituye también un estudio psicológico de la actividad
y de las transformaciones que éste sufre (su “ reducción” , etc.).
Esta es la línea general. Se aplica de modo análogo a otros problemas
relacionados con la investigación de la actividad mental, investigación que
se ceñía a describir de qué modo dicha actividad transcurre externamente
y se limitaba a registrar los hechos en que se manifiesta sin llegar al
meollo del proceso, sujeto a determinadas leyes, que da origen a los he
chos aludidos. Puede servir, en este sentido, de elocuente ejemplo el
problema de la “ transferencia” (transfer).
La concepción mecaniscista en lo tocante a la “ transferencia” de la
solución de un problema a otro problema para explicar la solución de
este último arranca del behaviorismo. Para el behaviorismo, vinculado
a la filosofía positivista, pragmatista, la cuestión se reduce a registrar y
describir un hecho externo, a comprobar que la “ respuesta” obtenida en
unas determinadas condiciones se repite en otras condiciones, al resolver
un nuevo problema. También en las publicaciones soviéticas puede encon
trarse una concepción semejante del problema que nos ocupa. Ahora bien,
«1 que se dé o no la transferencia en este sentido no es más que un
hecho. Y este propio hecho exige aclaración. Su explicación psicológica
requiere poner de manifiesto cuáles son las condiciones internas en que 9e
verifican los procesos psíquicos en virtud de los que tiene lugar la trans
ferencia, y cuáles son las leyes que los rigen.
En la práctica pedagógica, el maestro a menudo se encuentra con
que un niño que ha resuelto un problema o que, según parece, ha asi
milado un teorema aplicado a unos términos dados, no sabe “ transferir”
esta solución a otras condiciones, no llega a resolver el mismo problema
no bien se introducen algunas modificaciones en su planteamiento. Este
hecho se produce con frecuencia y es de gran trascendencia práctica. Sa
bido es que Wertheimer da comienzo a su investigación sobre el “ pensa
miento productivo” registrando hechos semejantes. De este mismo fenó
meno han tratado varios autores soviéticos en las páginas de las publica
ciones de psicología. Reulta, pues, de importancia extraordinaria aclarar
cuáles son las causas que lo determinan.
Por lo común se entiende por transferencia la capacidad, adquirida
por el individuo y convertida ya en hábito, de actuar ante nuevas condi
ciones para resolver problemas análogos a otros resueltos ya con anterio
ridad. Obsérvese, empero, que ante todo es preciso también hallar la
manera — convertida ya en hábito— de resolver el problema. En última
instancia, pues, en el plano del pensamiento, el problema de la “ trans
ferencia” se convierte en el de la aplicación de soluciones (conocimientos)
anteriormente hallados a nuevos problemas.
Cuando no se sabe transferir la solución de un problema a la solución
de otro análogo, ocurre que es insuficiente el análisis de los términos del
problema en relación con lo que se pide en él, y en consecuencia también
es deficiente la generalización que de la solución se ha verificado.
Los términos en que suele presentarse el problema incluyen, por lo
común, de forma más o menos compleja, los datos requeridos para la
solución, a los que ésta se halla necesariamente vinculada, y uná serie
de circunstancias accesorias (una u otra disposición del diseño, una u
otra formulación del problema, e*c.).
Para que un alumno (examinando) pueda aplicar la solución de un
problema a otros casos que se diferencian del primero sólo por circuns
tancias secundarias, accidentales (como, por, ejemplo, una u otra dispo
sición de las figuras, etc.) es necesario (y suficiente) que el análisis llegue
a precisar cuáles son los términos propios del problema, delimitándolos
respecto a las distintas circunstancias accesorias con las que, en un prin
cipio, se presentan directamente unidos. La imposibilidad de realizar se
mejante transferencia (cuando en la nueva situación se modifica, por
ejemplo, la disposición de la figura) se explica por la falta del análisis a
que nos referimos, lo cual trae como consecuencia el que la solución del pro
blema no se generalice, de modo suficiente. Es más: para aplicar incluso
una solución generalizada dadas unas nuevas circunstancias, se necesita no
sólo “ transferirla” , sino que ha de conservarse como tal y ha de ponerse
en consonancia con dichas circunstancias, es decir, hace falta analizar,
también, estas últimas (a veces al establecerse dicha consonancia se alcanza
ya la generalización requerida, la cual se nos ofrece, en este caso, como
resultado de un acto sintético).
En la base de la transferencia se encuentra la generalización, conse
cuencia del análisis que pone al descubierto las conexiones esenciales.
Requieren análisis tanto el propio problema, los términos en que se re
suelve en un principio como los términos modificados a los que dicha
solución se transfiere. El análisis de los términos modificados ha de
poner de manifiesto si éstos afectan o no a la solución, en qué medida
no se limitan a ser circunstancias accidentales no disgregadas de los
propios términos del problema.
A la transferencia de la solución de un problema a otro igual, aunque
de circunstancias distintas, se halla vinculada la transferencia que consiste
en aplicar la solución de un problema a otro problema distino si bien
de la misma clase en un sentido u otro. Hemos hecho objeto de especial
investigación este, último caso. Para poder pasar la solución de un pro
blema a otro es necesario ver qué cosas esenciales tienen ambos de común.
La transferencia implica generalización y no puede realizarse sin poner
de manifiesto, mediante el análisis, dicho eleménto común.2
Los experimentos de K. S. Slávskaia han demostrado que la trans
ferencia se verifica solamente en el caso que el examinando correlacione
entre e í los dos problemas y los incluya en el proceso de una misma
actividad analítico-sintética. Esto se traduce en el hecho de que se ana
lizan los términos de un problema en función de lo que se pide en el
otro. La “ transferencia” de. la solución exige que se realice una genera
lización vinculada al proceso de delimitar los elementos secundarios del
primer problema, generalización que ge ha de concretar aplicándola al
segundo problema. La base de la transferencia radica en el análisis
del problema fundamental, que ha de ser resuelto. El proceso de la gene
ralización y el resultado de la transferencia dependen, sobre todo, del
grado en que llegue a analizarse el problema fundamental sobre el que
dicha transferencia deba realizarse. En los experimentos a que nos refe
rimos, cuando el problema secundario se. presentaba como fundamental
en las etapas iniciales del análisis, primero 9e resolvía independiente
mente, sin relacionarlo con el segundo; la generalización se obtenía como
resultado de enlazar ampliamente las propiedades y las relaciones de
ambos problemas. Si el problema secundario se presentaba cuando el aná
lisis del fundamental se encontraba ya muy adelantado, aquél sé resolvía
en seguida enlazándolo con lo que se pedía en el fundamental, como
eslabón de este último. En este caso, la generalización se verificaba en eí
curso de la solución del problema secundario. De ahí que no sea necesario
adaptar de modo especial un problema a otro: la transferencia se verifica
en seguida partiendo de lo ya demostrado.
Este hecho se descubrió durante un experimento llevado a cabo del si
guiente modo: el examinador propuso al examinando que resolviera un pro
blema razonando en voz alta, y se tomó nota detallada de lo que decía.
A los examinandos, alumnos de las clases séptima, octava y novena de la
escuela media, se les presentaba como problema fundamental demostrar la
ocho o más. jEs curioso! ¿Es real (el problema. — D. T .) ? ¿Quién lo ha ideado?
Así, pues, puede resolverse con toda exactitud v . Desconcierta la poca cantidad
de cerillas. Me rindo __ ¿Pero cómo resolverlo? Denme 12 cerillas. (Intenta
construir distintas figuras.)
Si son dos comunes (cerillas. — D. T .), ahorramos dos; si son tres las co
munes, ahorramos tres. El problema estriba en reducir el número indispensable
de lados hasta seis creando lados comunes. Si cada lado es común, el problema
queda resuelto. ¿Cuál es la manera más económica de construir la figura? He
olvidado la geometría. Pero incluso de la geometría elemental se sigue que cuando
la figura se construye en un plano, se extiende. Exige más líneas. En el espacio
no hacen falta tantas, puede haber contacto en un punto. ¿Por qué estoy constru
yendo constantemente en un plano? Probaré en el espacio” '. Al instante construye
el tetraedro.
De nuevo hallamos aquí tras la intuición de que es necesario pasar del plano
al espacio el mismo razonamiento que en. el caso anterior: “ si todos ellos (los lados)
se hacen_ comunes, el problema queda resuelto” . Tenemos, pues, un claro análisis
de los términos del problema que se manifiesta en un cambio de la enunciación
del mismo (compárese mas adelante). A esto se añade el razonamiento general
de que en el plano toda construcción se extiende mientras que en el espacio
puede realizarse más apretada alrededor de un punto. El paso del plano al espacio
es resultado del análisis cuya necesidad se hace sentir cuando el examinando ee
encuentra con la falta de correspondencia entre el número de cerillas dadas y el
que ee necesita para construir cuatro triángulos independientes.
análisis aludido, es decir, cuanto más plenamente los términos del proble
ma se diferencian de las circunstancias secundarias, accesorias. Este aná
lisis no siempre se ha realizado. Se da más o menos hecho cuando se
enuncia verbalmentev pero cuando el problema se presenta de modo con
creto, siempre se añaden, en la práctica, a los términos del problema,
circunstancias más o menos secundarias, accesorias. La formulación de
los problemas corrientes tiende a diferenciar los términos de las circuns
tancias aludidas. El “ secreto” o el “ mecanismo” de los problemas-rom
pecabezas estriba, por el contrario, en incluir tales circunstancias
accidentales en el enunciado del problema bajo la apariencia de verda
deros términos. De ello se desprenden las dificultades que presenta lá
solución de estos problemas. Quien los resuelve hasta cierto punto se ve
obligado a realizar en sentido inverso la labor de los que han ideado
dichos problemas. Antes de llegar a la esencia del problema ha de romper
el velo que encubre sus términos, tendido adrede por quienes lo han
inventado. Dio exige un análisis complementario o, con más exactitud,
previo.
Cuando estudiamos el problema concerniente a la transferencia de
la solución de un problema a una nueva situación, ya se puso de mani
fiesto la trascendencia del análisis de los términos de aquél y su
delimitación respecto a las circunstancias secundarias, accesorias.
Los problemas-rompecabezas pueden servir para demostrar el papel
que desempeñan la formulación del problema y el análisis que delimita
términos y circunstancias secundarias en el proceso mental encaminado
a hallar la correspondiente solución.
El que un problema se formule de uno u otro modo influye de manera
decisiva en la orientación del análisis y en el curso de la solución. Por
otra parte, como veremos más adelante, el movimiento del análisis se
refleja, generalmente, en un cambio de enunciación del problema. De
esta suerte, la interrelación entre pensamiento y lenguaje se manifiesta
en la dinámica del pensamiento en su proceso.
La formulación verbal no constituye un factor externo en lo que
respecta al pensamiento, sino que se halla íntimamente vinculada al mismc.
Cada idioma, al fijar en el significado de las palabras los resultados
de la cognición de la realidad, la analiza a su modo, sintetiza en dichos
significados los aspectos de la realidad delimitados por el análisis, los
diferencia y generaliza de modo peculiar, a tenor de las condiciones en
que el idioma se forma.4
Sobre esta base idiomática, en el habla se verifica incesantemente una
nueva labor de análisis, de síntesis y de generalización en consonancia
con la marcha del pensamiento, con las mudables necesidades y los
diversos objetivos del pensar. Toda formulación verbal fija los resultados
de determinado proceso del pensar sobre cuya evolución ha de influir
necesariamente. Toda formulación verbal está incluida en el proceso del
pensar como condiciónada por él y como condicionante del mismo.
* Cfr. S. L. Rubinstein, “ Consideraciones en tomo al problema dal lenguaje,
del habla y del pensar” . Problemas de Lingüística, 1957, núm. 2.
Vamos a mostrar en primer término que la solución del problema
depende de laformulación del mismo. Ello resulta patente en los expe
rimentos de N. S. Mansúrov durante los cuales al examinando se le
presentó, en realidad, un mismo problema enunciado de dos maneras dis
tintas. En un caso se dijo a los alumnos: “ Hallad a qué equivale la suma
de las superficies del paralelogramo FBCD y del cuadrado AFEC” . En
la otra variante se les decía: “ ¿Qué forma
la suma de los triángulos ABC y FED de la
figura, y a qué es igual dicha suma?” En
las dos variantes del problema, como datos
numéricos necesarios para el cálculo de las
superficies y de su suma, se daban el lado
AB, igual a o, y el lado AC, igual a b (fig. 6).
El análisis de las soluciones obtenidas mues
tra que, en el primer caso, todos los escolares
que resolvieron el problema calcularon sepa
radamente la superficie del cuadrado y la
del paralelogramo, después de lo cual suma
ron los resultados parciales.
Todos los que resolvieron la segunda va
riante del problema, sin éxcepción, lo hicie
ron sin recuírir a cálculos analíticos. Corre
lacionaron mentalmente las distintas partes
Fig. € de la figura y en seguida dieron el resultado
cuantitativo total, que coincidía con el obte
nido por los alumnos que resolvieron el problema según la primera va
riante de la formulación.
Citamos a continuación otro ejemplo. Se hizo resolver a dos grupos de
escolares el siguiente problema: “ Tenemos tres vectores iguales coinci
dientes en el punto O y formando entre £Í un ángulo de 120 grados.
Hallad su resultante” . A otros dos grupos, el mismo problema se presentó
formulado de la manera siguiente: “ En el punto O coinciden tres vectores
iguales. ¿En qué dirección se moverá el punto O bajo el efecto de las
fuerzas aplicadas, si los vectores forman un ángulo de 120 grados entre sí?”
Los resultados demostraron que la solución del problema dependía
de la formulación del mismo. Cuando se preguntó por la resultante, todos
los escolares (100% ) solucionaron el problema calculando aquélla según la
regla del paralelogramo. En el otro caso, cuando se pedía que se determi
nara la orientación del movimiento que se imprimía al punto O, todos
los niños miembros del círculo de matemáticas de la escuela hallaron la
respuesta justa sin buscar la resultante a base de la cual se puede deter
minar la orientación del movimiento del punto, o sea se dieron cuenta
de que las fuerzas aplicadas al punto se aniquilaban mutuamente.
Cada uno de los ejemplos aducidos se formulaba de dos maneras dis
tintas, de modo que en cada una de las dos variantes se modificaba la
parte del enunciado que afectaba al planteamiento del problema. Ninguna
de ellas se hallaba en contradicción con la esencia del mismo; al deter
minar la resultante, concretamos también el sentido en que se ha de
mover el punto de coincidencia de los vectores. La pregunta: “ ¿a qué
equivale la suma?” en relación con “ ¿qué forman.. . cuando se suman?”
constituye una manera distinta de formular lo mismo que ha de hallarse
en el problema. ÍKhcáa bien, los datos experimentales demostraron que los
problemas formulados de modo distinto se resolvieron también de distinta
manera. Por consiguiente, para el proceso mental no es indiferente que
el problema se formule de una u otra manera. Son análogos los resultados
obtenidos al resolver otro problema. En su primera variante se decía:
“ Tenemos un triángulo isósceles cuyos lados iguales miden a y el ángulo
de su vértice, es de 90°. Calculad la superficie, del triángulo dado” .
En la segunda variante, el enunciado del problema era: “ ¿Cuál es
la superficie de un triángulo isósceles cuyos lados iguales miden « y cuyo
ángulo en el vértice es de 90°, y cuál es su expresión numérica?” La
solución obtenida mostró que la manera de concebir y de resolver el pro
blema dependen plenamente de la formulación del mismo. Enunciado el
problema según la primera variante, el 70% de los examinandos lo resol
vió analíticamente trazando la altura sobre la base, determinando numé
ricamente lo que medían la altura y la base y calculando luego la superficie
buscada del triángulo según la fórmula: “la superficie del triángulo es
igual a la mitad de la base por la altura” .
Cuando se dio la segunda variante del problema, cerca del 70% de
los examinandos lo resolvieron sin verificar ningún cálculo analítico, con
cibieron el triángulo indicado como la mitad de un cuadrado y dieron en
seguida la respuesta: “ Le superficie del triángulo es igual a la mitad
a2 J}
de la superficie de un cuadrado de lado a o ------
2
Por la figura que acompaña al enunciado de este último problema se
ve que el triángulo es isósceles y tiene un ángulo recto. En la enunciación
no se dice que el triángulo es rectángulo; sólo se indica la magnitud del
ángulo del vértice (90°).
En la primera variante se destaca el concepto de triángulo isósceles,
base de la formulación. En su calidad de estímulo fundamental, este
concepto hace que la figura se perciba como tal triángulo y de ahí se
parte para la solución del problema.
En la segunda formulación, lo que se coloca en el primer plano es
el concepto de superficie del triángulo, concepto que “ incluye” un sistema
de referencia distinto al del primer caso. El resultado es que se ve el
triángulo isósceles como parte del cuadrado.
El camino seguido en la resolución del problema dependió de. la for
mulación verbal dada y de lo que en ella se subrayó.5
cosas por medio de la entonación resulto ser tan eficiente como el cambio de
formulación y ’ pudo modificar la orientación del análisis y el curso de todo el
proceso mental.
6 Más arriba (cap. II) distinguimos ya dos formas del análisis cualitativa
mente distintas: 1) el análisis como filtración, cuando se van tamizando las prue
bas de la solución que resultan ineficaces (análisis elemental de una situación
problemática por medio de pruebas), y 2) análisis dirigido a través de la síntesis
cuando el propio análisis queda determinado y se orienta hacia un fin concreto
gracias, al acto de síntesis que estriba en relacionar los términos del problema y
lo que en él se busca. La cibernética moderna intenta reproducir estas distintas
formas de análisis en la construcción de dispositivos automáticos que funcionan
en virtud del principio del “filtro” de las señales procedentes del exterior, y
proyecta la construcción de máquinas dotadas de “comparador”.
7 En los experimentos realizados por E. P. Krinchik, el análisis que nos pre
senta los objetos que entran en el problema con una cualidad nueva y esencial para
el caso dado consistía en una operación sui géneris aplicada por el examinando
de manera consciente. Al analizar los objetos (cerillas y vaso) presentados para la
solución del problema, los propios examinandos se preguntaban: “ ¿Para qué sirven
en este caso las cerillas? ¿Se nos dan como cerillas o como palitos?” Este tipo de
análisis resulta tan natural e importante para la actividad del pensar, que los pro-
pios examinandos, ante la necesidad de resolver el problema, sin indicaciones espe
ciales por parte del experimentador, se dan cuenta de ello y lo aplican.
A continuación presentamos un ejemplo que ilustra de qué modo se forma
este eslabón capital en el proceso del pensar cuando se resuelven problemas
geométricos.
En el problema se indica que las bisectrices de los ángulos A y C del
triángulo ABC se cortan en el punto O por el que se traza una T e d a para
lela a AC. Es necesario demostrar que dicha recta es igual a la suma de los
segmentos de los lados (AD — EC) (Fig. 7 ).
Solución del problema: se demuestra que los triángulos ADO y OEC son
isósceles. Por consiguiente: AD + EC = DO + OE; AD «= DO, y OE = EC,
ya que el ángulo DOA = al ángulo OAC por
alternos internos formados por las paralelas DE ^
y AC y la secante AO, y por ser el ángulo DAO
= al ángulo OAC, por -ser AO bisectriz; por
consiguiente, el ángulo DOA = al ángulo OAD,
y el triángulo DAO es isósceles. Análogamente se
demuestra que el triángulo OEC es isósceles. El
examinando analiza las bisectrices dadas en los
términos del problema (segmentos AO y CO),
destacando su propiedad de dividir los ángulos
por la mitad. Luego relaciona el mismo frag
mento AO, bisectriz, con las rectas DE y AC,
paralelas por construcción. Por este motivo ya
ve el segmento AO como secante y destaca su
nueva propiedad de formar ángulos iguales entre rectas paralelas. Por fin, en
el cuno del análisis del problema, el examinando inserta los segmentos buscados
en el sistema de los triángulos, por lo que AO aparece no ya sólo como bisectriz
y como secante, sino, además, como lado del triángulo ADO.
De esta manera, el examinando incluye cada vez la misma recta AO en
un nuevo sistema de concatenaciones y va obteniendo las nuevas propiedades
de bisectriz, secante y base del triángulo. Todas estas propiedades de la recta
AO reveladas del modo que acabamos de indicar se dan concatenadas entre
si y tan sólo dicha correlación permite resolver el problema.
9 Una de las jóvenes que fue sujeto de examen estuvo largo rato (40 minutos)
sin resolver el problema. Luego, como de repente, después de cuatro minutos de
silencio, mirando al examinador, dice: “ ¿Y si se enciende la vela antes de colocarla?
(se ríe nerviosa). . . Hay que encenderla antes de equilibrar los platillos (sigue
riendo y se ruboriza)... Se quemará... y se alterará el equilibrio... (arroja el
papel sobre la mesa)”. A la pregunta del examinador acerca de cómo había ha
llado esta solución, respondió: “He pensado que hacía falta algo que se volatili
zara, pero no veía nada volátil; entonces me he puesto a examinar lo que tenemos,
y me he dado cuenta de que es posible encender la vela.”
Resulta, pues, que incluso cuando la solución aparece como instantánea, se
halla facilitada por el análisis; primero, partiendo del efecto correspondientemente
analizado, se delimitó la causa que lo provoca: la substancia volátil como objeto
que, colocado en el platillo de la balanza para equilibrarla, puede provocar la al
teración del equilibrio al volatilizarse. Sólo despúés de esto fue concebida la vela,
<-ntre lo presente, como objeto que, al arder, quedaba incluido en las mismas rela
ciones de causa a efecto.
de causa a efecto, en particular del que tiende a descubrir la causa des
conocida del efecto dado, demuestra que también en este tipo de pensar el
papel rector corresponde al análisis a través de la síntesis, al descubrimien
to de nuevas propiedades de los objetos colocando a estos últimos en nue
vas relaciones (en el caso dado, de causa y efecto), al descubrimiento de
nuevas relaciones, de nuevas facetas, de nuevos aspectos de dependencia
en los procesos sometidos a análisis (en nuestro ejemplo, la combustión
como proceso que provoca una disminución de peso, y no como fuente
de luz) .10 Este fenómeno — el que unos mismos elementos se presenten con
nuevas cualidades en el curso del pensar— es un hecho tan importante,, que
no pudo pasar inadvertido de ningún modo a otros investigadores. Los
partidarios de la Gestaltpsychologie (Wertheimer, Dunker y otros) lo re
gistran al hablar del cambio de “ significado funcional” de unas u- otras
partes de la situación problemática. En las publicaciones soviéticas de
psicología dicho fenómeno se ha explicado como un cambio en la manera
de concebir los elementos del problema. En la explicación que de él ofre
cemos nosotros existen dos nuevos elementos esenciales. En primer lugar,
el hecho de que se descubre un proceso cuyo resultado determina que
“ unos mismos” elementos se presenten con una nueva cualidad; es el
análisis a través de la síntesis, trama fundamental del proceso del pensar.
Se trata, pues, no de un fenómeno especial que se incorpora a dicho pro
ceso, sino de su resultado básico, que responde al imperativo de una
ley. En segundo lugar, nuestra interpretación explica, en esencia, que en
el transcurso del pensar y a consecuencia de incluir en nuevas relaciones
a los elementos del problema, a los objetos del pensar, aparecen en ellos
mismos nuevos contenidos objetivos. De esta suerte se excluye la posibi
lidad de interpretar el fenómeno aludido como un mero actó subjetivo en
virtud del cual se confiera, objetivamente, un nuevo sentido a los mismos
to, depende de la “ pureza” con que el análisis de los términos del pro
blema en función de lo que se busca) haya diferenciado los esenciales
-—aquellos de los cuales la (solución dtepende— respecto a las circuns
tancias contingentes con las que aquél se presenta inicialmente (una
u otra disposición de la figura en el espacio, etc.). El examinando
(escolar, etc.) no puede generalizar la solución del problema mientras
no analiza las circunstancias con que éste se le presenta y no llega a ver
cuáles son sus términos en el sentido propio de la palabra relacionán
dolos con lo que se pide. Nos sirve de expresión externa e indicador de
que la solución carece de trascendencia generalizadora, el que el sujeto
sea incapaz de “ transferir” la misma solución si se modifican los tér
minos del problema, si ha de demostrar, por ejemplo, el mismo teorema
o si ha de resolver el mismo problema introduciendo cambios de situa
ción en el espacio, etcétera.
Al problema de la generalización y de su dependencia respecto al
análisis fueron dedicadas en realidad las investigaciones concernientes
a la transferencia, ya que en su base hallamos siempre una generaliza
ción: para aplicar la solución de un problema a otro es necesario, ante
todo, descubrir por medio del análisis lo que hay entre ellos de común.
La generalización constituye la premisa interna efe la transferencia. En
los casos de transferencia, la generalización posee siempre especial im
portancia, pues es lo que reproduce con mayor fidelidad la situación
de la vida real en que el hombre, al resolver un problema, utiliza su
propia experiencia y la experiencia social en la solución de problemas.
Por este motivo, el análisis del proceso de la generalización en caso de
transferencia — en unos casos se verifica como proceso amplio y pro
longado; en otros, partiendo de “ lo demostrado” (cfr. cap. III)—■cons
tituye un eslabón sumamente significativo e importante en nuestro es
tudio del proceso de generalización.
Para aclarar el papel de la generalización, posee; una importancia
esencialísima la investigación anteriormente aducida en lo tocante ni
paso de las pruebas en el plano de la práctica al plano teórico en¡ la
solución de los problemas. La investigación ha puesto de manifiesto
— en la esfera de lo psicológico, de la ontogénesis— que generalizar cons
tituye una condición necesaria y suficiente del pensamiento teorético.
Como hemos visto, únicamente gracias a la generalización cabe pasar
de la solución de un problema aplicado a un caso dado y particular,
sujeto cada vez a nueva comprobación práctica, a la que posee un valor
genérico. El problema resuelto de un modo general en un grado más
o menos superior, no sólo nos proporciona la solución práctica para un
determinado caso concreto; "sino, además, la solución teórica para todos
los casos homogéneos desde el punto de vista de principio. La solución
obtenida en un caso particular alcanza significado general. Si las ge
neralizaciones son de un nivel bastante elevado, la solución hallada se
convierte en teoría o parte integrante de una teoría. El pensamiento
generalizado de nivel suficientemente alto es un pensamiento teórico.
Los trabajos de investigación a que nos hemos referido más arriba
se centraron con preferencia en el análisis y en la generalización de las
propiedades de los objetos inseparables, naturalmente, de las relaciones.
Al análisis y a la generalización de las relaciones, al descubrimiento de la
dependencia — sujeta ¿i ley— entre los elementos de un sistema único, fue
consagrada una de nuestras investigaciones especiales. A este tema dedicó
sus experimentos A. M. Matiushkin.
Para investigar el proceso que lleva al descubrimiento de la9 leyes, se
utilizaron, como material de estudio, sistemas de numeración de distinta
base. Se examinó el proceso de la generalización de relaciones sobre el
que se apoya en cada caso la expresión del número. Por lo común se usa el
sistema decimal (basado en el número 10). Sabido es que dicho sistema se
llama “ de posición” , porque lo contado se expresa no sólo por medio del
valor absoluto de; la cifra, sino, además, por su posición — lugar de la cifra
en el número—- que denota el orden de las unidades.2
Los experimentos consistían en la solución de un sistema de proble-
mas. Había que buscar las relaciones que constituían una ley y operar
con los valores basados en ellas. Los examinandos eran estudiantes de la
Universidad de Moscú, algunos ya diplomados, que no habían seguido
cursos especiales de la teoría del número ni conocían más sistemas de
numeración que el decimal.
En la serie preliminar de experiencias, los examinandos que — como
todos nosotros— sabían designar un número a base del sistema decimal,
tenían que expresar en un sistema de base cinco cantidades d'ada9 en
el decimal. Los examinandos no pudieron resolver el problema en segui
da a pesar de que el sistema de base cinco se diferencia del decimal
sólo por lo que respecta a la base, .dado que el principio de designa
ción de los números es general para ambos sistemas: ambos son
sistemas de posición, en los cuales la base determina las unidades dé
los distintos órdenes. Se supuso que los examinandos, a pesar de desig
nar el número en el sistema decimal, noJlega roiTa ver las leyes sobre
las que dicho sistema se apoya^porTo cual no pudieron generalizar
las y transferirlas al sistema de base cinco. La conjetura resultaba
tanto más probable cuanto que, en la serie preliminar de operaciones,
se puso de manifiesto no sólo la incapacidad de los examinandos — co
nocedores del sistema decimal— de expresar el número en el sistema
de base cinco, sino además, que éstos se hallaban en condiciones de ex*
presar el número en otros sistemas de posición cuando, por medio
del análisis, delimitaban y generalizaban las relaciones que constitu
yen la estructura del sistema de base cinco. La serie preliminar de
experimentos permitía ya inferir que para comprender y generalizar
un sistema numeral de posición es necesario saber analizar las rela
ciones que constituyen el pivote dte su estructura.
n
un número en el que n designe una cantidad cualquiera de cifras en el
número.
Suj. No comprendo cómo puede escribirse semejante fórmula. No se
trata de una súma de n unidades, ¿verdad? Si se toma la unidad n veces, de
nuevo obtenemos solamente una suma de unidades... No, no resulta nada.
Si enfoco el ejercicio de esta manera, no llegaré a solucionarlo. ¿Quizá sena
preferible no empezar? m
m
cabe. Tomemos 11, 111, 1111... ¿Qué regularidad se observa en este ouoO?
No veo ninguna. ¿Cómo hay que proceder?
Exp. Supongamos que n " 5. Escriba a qué es igual cada cifra de este
número.
Suj. 11.111 = 10.000 + 1000 + 100 + 10 + 1. Ahora ya resulta sencillo:
1 1 ... 1 1 = l n + l “ —1. . . No. tampoco resulta bien. Está claro que en este
n
caso hace falta partir de 1 0 y no de la unidad.. . 1 0 “ + 1 0 o — 1 + 1 0 n ~ 2
+ 1 0 + 1 . Pero esto es así para el número dado. ¿Cómo será para cualquier
número? Perdone, aquí hay un error: n = 5, mas sólo hay cuatro ceros.. .
1 0 n—i .j. I 0 n 2 . Cualquiera que sea el número hay que poner puntos suspen
sivos porque el exponente disminuirá sin cesar. 1 0 n — 1 + 1 0 n-“ 2. . . + 1 0 + 1 .
Exp. Ahora escriba la fórmula para cualquier número del sistema deci
mal: a b ...c d ( 1 0 ), en el que o, b, c, d son cifras cualquiera y n indica una
n
cantidad cualquiera de cifras.
Suj. Supongamos que n — 4. Tendremos entonces aOOO + bOO + cO
+ d, o sea que a b ...c d = a-1 0 n — 1 + b l 0 n ~ 2 + c - 1 0 + d.
Exp. Compruebe la fórmula.
Suj. n = 5; a = 7; 6 = 4 ; c = 8 ; d = 3 ; e = 2.
70000 + 4000 + 800 + 30 + 2 = 710* + 410® + 8102 + 3 . 1 0 + 2 —
74832.
Exp. Ahora vamos a resolver otro ejercicio. Además del sistema de nu
meración decimal, existen otros sistemas no decimales. Tendremos que escribir
un número en un sistema de numeración de base cinco. Bastan cinco cifras
para designar un número, cualquiera que sea. Estas cifras son 1, 2, 3, 4, 0.
Escriba el número 17.
Suj. ¿Se puede sumar o multiplicar?
Exp. No, no pueden utilizarse los signos de las operaciones aritméticas.
Suj. Aquí ha de haber algún sistema, algún principio. Si escribo como
en el sistema decimal un uno y un dos ( 1 2 ) ¿también será esto doce?
Exp. No, no será doce.
Suj. ¿Por qué se da el cero? 4 y 0 no formarán tampoco cuarenta.
En el sistema decimal,, el cero indica el lugar de una cifra. ¿Para qué sirve
en este otro sistema? No es posible sumar ni restar, ¿qué cabe hacer, pues?
Esto son cifras separadas que no están sujetas a ningún sistema.
Exp. Empezar escribiendo 17 es difícil. Escriba 5.
Suj. Para escribir cinco, necesito conocer el sistema. Entonces ya no hay
problema. Pero lo probable es que la combinación de dos cifras designe algo.
¿Quizás las cifras se repiten? Cuando las cifras se acaban, hay que empezar
otro orden: 1, 2, 3, 4, 0 ; 1, 2, 3, 4, 0. Este es el segundo orden. Veamos, ¿cómo
se designa la segunda unidad en el sistema decimal? Por medio del uno y
del cero: diez. Resulta, pues, que la unidad con el cero, será en el otro sis
tema, 5. ¿Cómo proseguir? No hay manera de~guiarse por él sistema decimal.
Si en el primer lugar tenemos la unidad y en el segundo el dos, entonces...
No, si se trata del 2 nada más, con el 0 ha de dar 6 . . . Nunca he oído hablar
del sistema de base cinco. Aunque en realidad tampoco he estudiado el sis
tema decimal, no he pensado en -él. Cuando escribo 1, tengo 1; cuando es
cribo un uno y un cero, tengo 10. En el sistema de base cinco, 1 es 1; cuando
pongo un cero, es 5. En el decimal, dos unidades forman el número once.
En el otro sistema, formarán el número seis. Así tenemos: 12 = 7; 13 =■ 8 ;
14 = 9. No tengo más cifras. Esto significa que lo que sigue es el cero...
100 ■=■ 10. No, si 1 4 = 9 . . . escribamos, como en el sistema decimal: 10, 11,
12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19. No hay más cifras, y pasamos al 2 0 ... 10, en
las unidades de segundo orden, nos da 20. Nada más. Según el sistema de
cimal, escribo en el de base cinco: 21 = 11; 22 = 12; 23 = 13; 24 = 14;
25 = 1 5 ... No, el 5 no existe; resulta, pues, que 30 = 15; 31 — 16; 32 = 17.
Exp. Escriba 38.
Suj. Es necesario hallar un sistema. Usted puede mandarme escribir un
número grande cualquiera... 5 = 10; 10 = 20: es dos veces mayor. Enton
ces, 24 ; 14; 32 -= 1 7 ... No, todavía no sé cuál es el sistema.
Tomemos el 17: son tres cincos y un dos = 32; 38 son 7 cincos y un
3 = 73.
Exp. ¿Acaso existe la cifra 7?
Suj. |Ah, no! ¿Qué hacer en este caso? Pero 7 equivale a 12; entonces
38 será 123.
Exp. Escriba 149.
Suj. De todos modos, el 38 es un mal núm ero... ¿Dónde está la madre
del cordero? 100 son 20 cincos; 40 son 8 ; 9 es un cinco y un cuatro. ¿Qué
más? Es necesario escribir por orden aunque no sea más que la primera
centena. Y si se toma en el sistema de base cinco el número, digamos, 31.314,
¿cuánto será? Esto también es un problema. En realidad lo que hace falta es
pasar de un sistema a otro. De nuevo se necesita la fórmula. Sin la fórmula
no puede hacerse n ad a ... Veamos lo que se obtiene:
(El examinando escribe luego la serie numérica de base cinco poniendo
debajo de cada número su valor en el sistema decima}/)
1 2 3 4 10 11 12 13 14 20
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
l
21 22 23 ‘■24 30 31 32 33 34 35
11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
No es" cierto que “35 sea 20” . El cinco na,existe... (continúa escribiendo
}a serie numérica)
40 41 42 43 44 45
20 21 22 23 24 25
Veamos ahora: 44 y una unidad son cinco cincos, es decir: 25, que de
signamos como 100... 100 son 25 (cuatro veces más). Estoy un poco cariado.
(Descanso de tres minutos).
Tomemos los números fundamentales: 5; 25; luego tiene que ser 125, y
asi sucesivamente. Es cinco elevado a una potencia. Además, 5, 10, 15 hasta
mil y más. El número 149 ha de tener el aspecto de . . . Tomemos el número
1000; son 125. ¿Pero cómo comprobarlo? 1 — 5 (un ce ro ); 25 (segundo
c e r o ) ... ¿Será necesario escribir hasta 1000? Sí, no hay más remedio que
com probar... Otro cero: de nuevo cinco veces más. Está claro que 1000
Son 125.
Hallemos 1243.
Serán 125 + 50 + 20 + 3 = 198. Pero necesitamos hallar el 149. En este
caso hay que seguir" el camino inverso. 125 son 1000 y quedanaún 24,.que
son 44. Asi 149 equivale al número 1044.
Ahora ya puedo calcular un número cualquiera, pero no sé encontrar la
fórmula.
Exp. Busque el número111 (5 ).
Suj. 100 = 25; 11 = 6 ; 111 (5 ) = 31.
Exp. Busque el número 1111 (5 ).
Suj. 1000 = 125 y 31; 1111 (5 ) = 156.
Exp. Busque el número 111.111 (5 ).
Suj. 1000 = 125; 10.000 = 125-5 = 625; 100.000 = 625-5 - 3125; 111.
= 3125 + 625 + 156 = 3906.
Exp. Escriba la fórmula del número 1 1 ... 11 (5) en el cual n designa una
n
cantidad cualquiera de cifras en el número.
Suj. 1000 = 125 = 53; 10.000 = 625 = 54; 100.. .0 5n—1. Tenemos, pues,
n
casi lo mismo que en el sistema decimal. 11 ...11 (5 ) S"—1 + 5n—2 + . . .
i»
+ ¿qué habrá al final? 11 = 6, pero esto es también Entonces tene
mos;
10 = 51.
1 1 ... 11 (5) = 5n _ 1 + 5“ - 2 + . + 5<l- 1. ¿
n
Exp. Escriba la fórmula del número a b ...c d (5)
n
Suj, Ahora ya no es difícil. Es igual que la del sistema decimal, sólo
que es necesario poner 5 en lugar de 10. ]Q ué raro que no se me haya ocu
rrido en seguida utilizar la fórmula que he hallado para el sistema decimal!
Exp. Ayer aprendió usted a expresar una cantidad mediante el sistema
de numeración de base cinco. Aún existen otros sistemas de numeración. Por
ejemplo, en el sistema de base cuatro, los números se expresan con las ci
fras 1, 2, 3, 0.
Halle el número 1232 (4 ). '
Suj. Esto ya no presenta ninguna dificultad.
La fórmula general- es la misma. Lo único que cambia es la base. En
este caso la fórmula será: o-4n—1 + b-4“ —2 + . . . + c-4 + d. 1232 = 1-4*
+ 2-42 + 12 + 2 = 64 + 32 + 12 + 2 = 110.
Exp. Tenemos el sistema de base trece; 1, 2, 3, 4,5, 6, 7, 8, 9, m, k,
l, 0. Halle el número lmZO (13 ).
Suj. Ahora puedo hallar la equivalencia de un número en cualquier sis
tema. La fórmula en el de base trece será; a b ...c d (13) = a-13n- ' 1 + b-13n—2
. . . -f c-13 + d. n
Examinemos ahora los números iniciales. 10 = 13; 12 ■= 15.Esto es:
13 + 2 = 15. Tomemos el número 23. Tenemosque 13 + 10 = 23. Lo mismo
que antes: 1mlO = 113s + 10 13* + 12-13 + 0 = 2197 + 1690 + 156 = 4043.
Exp. Escriba ahora la fórmula del número en cualquier sistema de nu
meración del tipo a b ...c d ( k ) , en la cual k denota una base cualquiera del
n
sistema de numeración.
Suj. No hay ninguna dificultad.
(Escribe la fórm ula):
«•A:” - 1 + b k D—2 + . . . + ck + i .
B B
F 19 C1 35 Br 80 I 127
0 16 s 32 Se 79 Te 128
N 14 p 31 As 75 Sb 122
C 12 Si 28 Sn 118
Li 7 Na 23 K 39 Rb 85 Cs 133
F 19 C1 35 Br 80 I 127
E l se r y l a c o n c ie n c ia . — 2 7 .
IN D ICE T E M A T IC O
Abstracción, 38, 101, 102, 105, 109, 111, papel del análisis y de la síntesis de
113, 114, 118, 124, 126, 147, 324, las señales sensoriales, 228
326, 330, 333, 334, 337, 3V8, 409 axiomático, 146
la abstraccióncomo diferenciación de concepto psicológico del, 322, 368
propiedades esenciales, 127 proceso del, 321
la abstracción y el estímulo señaliza de los mecanismos fisiológicos, 226
dor, 127 primeras etapas del análisis, 357
la abstracción en todo acto reflejo, 127 del problema fundamental, 363
abstracción científica, 132, 137, 328 sensorial, 34, 230, 325
abstracción y generalización, 232 teorético, 129
(Véase Generalización.) el transcurso del análisis, 401
papel de la abstracción en la genera Antipsicologismo (Véase Psicologismo y
lización, 332 anlipsicologismo.)
la abstracción como forma específica
del análisis, 324 Aptitud:
lo abstracto y lo concreto, 99-104, relación entre las aptitudes y las pro
107-112, 124-126, 128, 129, 148, piedades comunes a todos los
149 hombres 269, 277-281
definición por abstracción, 135, 136 y actividad, 267-273, 285
relación entre las aptitudes, 269, 271-
Actividad del hombre, 238, 239, 246, 288 273, 283, 284
mecanismo reflejo en la regulación de
práctica y teórica, 46, 47, 227, 232-
235, 238, 344 las aptitudes, 266-269, 271-273,
cognoscitiva, 38, 42, 43, 45, 47, 54, 282, 283
85, 252 el psicomorfologismo en la teoría sobre
las aptitudes, 271, 284
regulación de la actividad cognosciti
va, 250 las aptitudes naturales como producto
del desarrollo social, 282, 284
actividad mental, 317, 407, 411
la aptitud como sistema de actividades
actividad psíquica, 2, 3, 159,163,179,
psíquicas, 272
212, 219, 225, 234, 236, 238, 239,
como formación compleja, 270
241, 243, 250, 258, 267, 273, 296
nerviosa superior, 172, 173, 202, 206, Asociación:
210, 285
concepto, 184, 192-195, 214, 215
refleja, 164, 172, 191, 207, 234 (Véa
como vínculo, 192
se Teoría del reflejo.)
como conexión, 193
actividad de la corteza, 174 como concepto psicológico, 195
actividad del cerebro, 183 teoría, 192, 214, 215
actividad refleja del cerebro, 195
condiciones de la actividad psíquica Atención, 250-253
refleja, 211 (Véase Teoría del re Carácter:
flejo.) relación entre el carácter y la regu
subjetiva, 263
lación inductora de la conducta:
actividad como proceso, 237 carácter y motivo, 269, 271-273,
Análisis: 286
el carácter intencional de las acciones
y síntesis, 715, 200, 381 (Véase Sín humanas, 260
tesis.) rasgos del carácter, 268
Conciencia: los fenómenos del mundo material,
236
contenido, 82 la predeterminación, 265
aparición, 253, 254 principio del determinismo, 25. 36. 318
proceso de su formación. 252, 255 la concepción determinista de los ac
de lo psíquico, 253 tos del individuo, 224
como conocimiento de algo que se en ontología, 121, 123
cuentra fuera de ella, 240 bases ontológicas del determinismo:
como aptitud cognoscitiva, 253 interconexión, 297
dinámica de lo consciente y lo in
consciente, 233, 258 Dialéctica
como reguladora de la conducta, 258
nuevas cualidades de un objeto, 258, y la teoría del reflejo, 33. 36. 48, 49.
260 119-122, 124, 125 (Véase Materia
psicológica, 17 lftmo dialéctico y Teoría del co
objeto de la conciencia, 259, 260 nocimiento.)
estados afectivos, 292
conocimiento teorético, 326, 333 Esencia. (Véase Fenómeno y esenria.)
empírico, 130, 330
desarrollo de la, 253 Etica:
correlación entre el ser y la conciencia,
293 el deterninismo y el problema de la
unidad de la conciencia, 4 responsabilidad del hqmbre. 261.
relación cognoscitiva entre el hombre 264-267
y el mundo, 27 libertad y necesidad, 260-267
regulación de los procesos cognosciti
vos, 252 Fenómeno y esencia:
la conciencia y la lengua: el conteni
do conceptual objetivo de la pala el fenómeno, concepto, 120, 121
bra, 231 los fenómenos de la vida social, 219
la lengua como condición necesaria los fenómenos del mundo material,
para que surja la conciencia, 254 234
vínculo entre conciencia y lenguaje,
254 Fenómenos:
la palabra, 255
investigación del conocimiento cientí biológicos, 204
fico, 107 orgánicos, 303
somáticos, 23
de la conciencia y del mundo mate
Determinismo:
rial, 30
fenomenología, 122, 123
su concepción materialista dialéctica,
fenomenalismo positivista, 119, 122
7, 9, 209
( Víase Conciencia.)
de la teoría del reflejo, 162 ( Véase
relaciones existentes entre los fenó
Teoría del reflejo.)
menos psíquicos y los demás fe
mecanicista, 307
nómenos del mundo material, 12
de los fenómenos psíquicos, 2, 12,
principio general de la interdependen
13, 15, 26, 202, 204, 205, 208,
cia de los fenómenos, 10
212, 218, 222, 234-236, 262, 285,
caracteres sensoriales de los fenóme
296, 303, 305 nos, 96
fenómeno psíquico romo reflejo de la
realidad, 244 Generalización, 38, 87, 126, 308, 329. 330,
romo formación ontológica, 121 333, 337, 342, 345, 351, 353, 387.
base material de los fenómenos psíqui 395, 398
cos, 207
concepción materialista dialéctica de proceso de generalización, 329
la interdependencia de los fenó la esfera de la generalización. 329
menos, 263 la generalización como acto del cono
lugar que corresponde a lo psíquico cimiento, 130
en la interconexión universal de la generalización conceptual, 328
generalización primaria, 328 formación de la imagen y de la acti
la generalización respecto al análisis, vidad refleja. 27, 188-190
397
la generalización teorética 330 Indeterminismo, 262
la generalización expresada en los con Introspección. (Véase Observación de sí
ceptos científicos abstractos, 134 mismo e Introspección.)
la generalización como premisa nece
saria del conocimiento teorético, Ley, 99-108, 110-114, 118
140 de la inducción negativa, 386
generalización ■por relación multidi- leyes generales específicas: su corre
mensional, 144 lación, 9-12, 205-208
lo general como caso particular. 132 químicas y biológicas, 206
generalización empírica, 129, 13,7 331 del recuerdo, 211
generalización de tipo elemental, 332 leyes internas del pensar, 309, 320
teoría de la generalización, 128, 130, 364
328, 329
correlación entre lo general y lo par Lógica:
ticular, 133
relación entre lo general y lo esencial, su objeto y sus tareas, 39-48, 197,
13! 198
teorías subsiguientes de la generaliza el concepto, 99, 101, 102, 107, 108,
ción, 132 110, 114, 130, 141-143
la separación ontológica de lo gene lógica simbólica, 145
ral y de lo particular, 133 lo lógico y lo psicológico, 42
raciocinio: silogismo, 139, 333, 404
Ideal. (Véase Lo psíquico como lo ideal.) precisas mayores, 404
cognición y proceso, 47, 63, 64, 79,
Idealismo, 30, 38, 87, 240 96, 97, 107, 109-111, 114, 123,
divisoria entre idealismo y materialis 125, 197, 316, 321, 340
mo, 1 el razonamiento teórico, 334
lo ideal y lo subjetivo, 62 razonamiento formal, 146
idealismo objetivo, 40 el razonamiento teorético como de
platónico, 41 mostración de una proposición ge
subjetivo, 40, 48, 51, 95, 115 neral, 140
semántico, 81 investigación lógica, 43
concepción idealista, 33, 83 interdependencia de las ideas y los
la idea y el sujeto en lo que concierne conceptos, 39
a su actividad cognoscitiva, 38 concepción formalista del pensar en
la esfera ideal de los conceptos, 136 conceptos, 134
la determinación objetiva en el con
Imagen, 27, 28, 33, 65, 67, 71, 80, 268, cepto científico, 117
296 (Véase también Análisis, Síntesis, Abs
y objeto, 6, 7, 27-66, 188-190, 202, 212, tracción y Generalización.)
213, 241, 244, 257, 296, 297
la imagen como reflejo del objeto, Memoria, 195, 204, 211, 213-215, 241
213 teoría de la memoria, 308
relación entre imagen, idea, objeto,
cosa, 36, 37 Motivo, 237, 245, 246, 291
imagen del objeto como producto de motivación, 286
todo un sistema o asociación de los motivos de la acción, 225
actos reflejos, 188 la lucha de motivos, 248
subjetiva, 61 el comportamiento como acción, 233
visual, 74
como algo ideal, 30, 34 Necesidad, 5, 158,159, 243, 245, 249, 279
el problema de la localización de las objetiva, 263
imágenes, 75 libertad y necesidad, 261, 262, 265,
imagen sensorial, 66, 73, 81, 83, 191, 266
196
teoría de las imágenes del realismo Objeto y sujeto, 4, 5, 35, 49, 53, 89,
representativo, 27, 28 143, 209, 210, 252, 262-265
el objeto y la cognición, 317 (Véase características psicológicas y gnoseoló-
Lógica.) gicas, ó, 7, 27, 31, 63, 75, 76,
objetos ideales del pensar, 132 86, 87, 171, 203
el objeto de la sensación, 94 (Véase percepción de las cosas, 88
Sensación.) del mundo circundante, 69
lo objetivo, 85, 114, 137 (Víase Lo sensorial, 114, 121
psíquico.) psicología de la percepción, 84, 92,
93
Observación de sí mismo e introspec el problema gnoseológico de la per
ción, 75, 58 cepción, 79
introspeccionismo, 31, 59-61, 82, 253 la constante de la percepción, 72
como método, 60 la percepción como cosa formada, 19,
la concepción introspectiva, 58 20
la herencia introspeccionista, 238 visual del objeto, 71
el introspeccionismo como autoobser- percepción como contemplación de las
vación, 59 cosas y fenómenos, 196
autoobservación. 59, 60 como proceso, 19, 212
actitud cognoscitiva del sujeto, 295 la composición psíquica del proceso
psicología introspectiva, 306 de la percepción, 237
el objeto percibido, 21
teoría de la percepción* 84, 89
Pensamiento. 86, 97. 100, 107, 115, teoría dualista de la percepción, 72
316, 334, 387, 410 de los datos sensoriales (sense-data),
su característica general, 27, 35, 38, 28, 78-80, 84
50, 86, 107, 113-117 causal, 20, 21
subjetividad y objetividad del pensa la subjetividad y la percepción, 72
miento, 95-97, 113-117 cualidades primarias, secundarias y
pensamiento y lenguaje, 148, 149, 153, sensoriales, 53
381
cualidades tangibles, 70
las operaciones mentales, 336 intuición, 371, 372
la comunicación como medio del pen inducción, 91, 138, 139
samiento, 157 interacción, 26, 295
la concepción del proceso mental, 385 interrelación, 119, 184, 234
dinámica del pensamiento, 373 interrelaciones, 194, 260
la esencia del pensar, 321
pensamiento como proceso de cogni Persona:
ción, 310, 320, 339
la premisa del proceso, 385 como objeto de la investigación psico
el decurso del proceso mental. 335 lógica, 284-287, 289, 290, 292, 293
la determinación del proceso del pen propiedades psíquicas de la persona,
sar, 312 268, 269, 271. 291
el proceso del pensar. 114. 311. 313m. y personalista, 305
315, 317, 319, 335, 337, 365, 366, las complejas propiedades psíquicas de
376, 4()4, 410, 411 la personalidad, 268, 269
la psicología del pensar, 198, 291, psicología de la personalidad, 305
409 el problema de las aptitudes, 269 (Véa
teoría del pensar, 308, 315, 406 se Aptitud.)
teoría psicológica general del pensa desarrollo psíquico de la personalidad,
miento, 336 306
pensamiento abstracto, 96, 98 propiedades generales de la persona
científico, 126 y sus particularidades . individua
científico abstracto, 115 les, 214-224, 284-287, 290, 291
pensamiento reproductivo, 314 y la actividad, 288-293 (Véase tam
desarrollo del pensamiento, 113 bién Motivo.)
■ investigación, 326 el concepto reflejo de las propiedades
psíquicas de la persona, 266-270
Percepción, 27, 28, 63-65, 67, 68, 70, Psicología -
72, 73, 76, 81, 86, 92, 115-117.
120, 121, 125, 217, 252, 278, 307, objeto, 34-36, 39, 40, 199-202. 237,
386 239, 240
concepción teórica general de la psi correlación entre lo nervioso y lo psí
cología. 284 quico, 208
condicionalidad psicológica, 288 lo psíquico como desvinculado del
teoría psicológica, 303 mundo material, 225
concepción psicológica, ^ 1 8 la contraposición de lo psíquico a lo
propiedades psíquicas. 267 material, 295
concepción psicomorfológica,- 283 la estructura morfológica y la función
premisas psicológicas, 142 + fisiológica del cerebro, 18
funciones psíquicas, 15 * la dinámica de los procesos nerviosos,
relación entre lo psíquico y el mun 189
do, 35 lo psíquico como lo subjetivo y lo ob
correlación entre lo psíquico y lo fi jetivo: Subjetivismo, 31
siológico. 50 el concepto de subjetivo como contra
fisiología del cerebro, 175 puesto al de objetivo, 50
fisiología del sistema nervioso, 14 lo subjetivo y lo objetivo, 52, 55, 95,
propiedades estructurales del sistema 114, 263
nervioso, 283 carácter subjetivo de lo psíquico, 55,
56, 61
Psicologismo y antipsicologismo, 40-48 correlación entre lo subjetivo y lo ob
jetivo, 115
Psíquico ( l o ) : realidad objetiva, 40, 114, 296, 317,
como lo ideal. 1, 13, 32, 34-40 48 51, 320
62, 63, 150, 151, 206, 293,297 las condiciones objetivas, 289
la investigación psicológica, 43, 9'J. el problema psicofísico, 226
201, 223, 318, 319, 339, 341, 345, clasificación de los fenómenos psíqui
350, 410 cos; intelecto y afecto, su uni
interpretación formalista, 146 dad; el afecto como sentimiento
interpretación subjetiva e idealista de y como voluntad, 249 (Véase tam
lo psíquico, 24 bién Voluntad.) /
naturaleza de lo psíquico, 293, 294 procesos aferentes, 227, 230-23^, 235
peculiaridad cualitativa de lo psíqui (Véase asimismo Actividad, Atención,
co, 294 Carácter, Conciencia, Motivo, Ne
el proceso interno. 364 cesidad, Pensamiento, Percepción,
cognoscibilidad de los procesos psí Persona, Sensación, Memoria, Sen
quicos, 1 timiento, Voluntad.)
los procesos psíquicos. 231, 239, 293-
292 Psíquico (lo) y lo material: concepto
el esquema general de los procesos psí de sus correlaciones; diversas co-
quicos, 167 rientes de la psicología
el proceso psíquico concreto ligado a introspeccionismo (Víase Introspec
un proceso fisiológico concreto, ción.)
180 asociacionismo. 215, 311, 312
los procesos psíquicos como actividad agnosticismo, 87
refleja del cerebro, 184 behaviorismo, 17, 18, 21, 82, 162, 200,
los procesos nerviosos, 205 350
los procesos psíquicos y los fisiológi dualismo, 16, 18, 22, 24, 38, 55, 143,
cos, 234 262
procesos psíquicos en distintos niveles, isomorfismo. 16
241 machismo, 16. 18
el proceso psíquico como reflejo. 243 materialismo dialéctico, 24, 25, 28, 35,
el proceso psíquico como incluido en 48, 81
la interacción establecida entre el su principio determinista, 8
hombre y el mundo, 244 y materialismo científico, 25
el proceso psíquico se transforma en materialismo metafísico, 34
aptitud, 271 psicología tomista; tomismo, 23
el problema de lo psíquico, 14, 18, gestaltpsicología, 15, 16
24 monismo, 16, 18
papel real y activo de lo psíquico, 225 monismo epistemológico, 20, 27, 31,
la superposición de lo psíquico a lo 77, 78
fisiológico, 171 monismo espiritualista, 21, 22, 24
monismo materialista, 31, 33, 97 Síntesis:
monismo neutral, 22
neorrealismo, 17, 29. 79 y análisis, 37, 38, 87, 99. 100, 107,
pragmatismo, 17, 21 113, 124-126, 176, 308, 321-323,
psicologismo, 40, 42, 44 326, 334, 338, 345, 376, 380, 415
psicomorfologismo, 182 sensorial, 34
freudismo, 24 unidad de síntesis y análisis, 325
teoría mecánica, 303 (Véase además Análisis.)
teoría del estímulo, 227 método sintético, 108
teoría empírica, 329 Sujeto (Véase Objeto y sujeto.)
idealista de la sensación, 174
representacionismo, .158 Teoría del conocimiento (Gnoseología):
realismo representativo, 29, 31
semántica, 20 teoría materialista dialéctica del re
relaciones semánticas, 21 flejo, 6, 28, 32, 35-37
positivismo, 56, 83, 85, 86 el reflejo como propiedad general de
existencialismo, 51, 57, 58, 118, 122 la materia, 11
la verdad objetiva (Véase Verdad)
(Véase también Determinismo.) gnoseología dualista, 58
las cuestiones gnoseológicas, 317
Sensación: el plano cognoscitivo genoseológico,
234, 295
características psicológicas de la mis el problema gnoseológico, 27
ma, 27, 28, 65, 68, 74, 76, 86, relación genoseológica, 4, 36
90, 116, 117, 217, 226, 233 significado gnoseológico esencial, 77
sensación y percepción, 267 (Véase papel del hacer práctico en el proce
Percepción.) so del conocimiento, 2, 5, 25,
el contenido gnoseológico de la sen 46-49, 56, 63-66
sación, 37, 77 Teoría del reflejo, 6, 7, 31, 61, 161, 192,
significado gnoseológico de la sensa 295, 309
ción, 94
el carácter subjetivo de la sensación, el papel regulador del reflejo, 245,
115 246
la sensación y el pensamiento, 246 la condición de lo psíquico como re
lo sensorial, 129 flejo, 244, 267
conocimiento sensorial, 345 los reflejos condicionados, 74, 88, 187,
homogeneidad sensorial, 347 365
límites de la esfera sensorial, 327 el reflejo cerebral como nexo entre el
los componentes sensoriales, 227 organismo y sus condiciones de
la sensibilidad, 217 existencia, 165
sensibilidad natural, 275 el reflejo cerebral como reflejo con
el substrato neurológico de la sensibi complicaciones psíquicas, 166
lidad, 267 el reflejo de orientación, 185, 187
las sensaciones, 21, 61 el reflejo sensorial, 125
su formación, 186 el contenido psicológico de la teoría
sensaciones y percepciones, 29, 196 del reflejo, 169
(Véase también Percepción.) la concepción de la actividad cere
diferencia entre sensación y pensa bral como actividad refleja, 169
miento, 95 actos reflejos, 188
diferenciación sensorial de los estímu la concepción mecanicista del arco
los, 67 reflejo, 227
problema del arco reflejo de la acti
empirismo sensualista, 137
vidad refleja, 184, 185, 189
excitación sensorial, 167 papel del refuerzo y del reflejo de
interpretación idealista de los datos orientación en la formación de la
sensoriales. 85 imagen, 166, 176, 184, 187
el movimiento aferente como determi naturaleza refleja del pensamiento, 86,
nado por la sensación, 226 87, 175
(Véase además Teoría del conocimien
Sentimiento, 258, 241-244, 256 to).
Verdad, 52, 54, 58, 142, 143 voluntad como aceptación de un fin,
243, 248
Voluntad: , premisa necesaria de la voluntad, 243
regulación de los movimientos volun
acciones volitivas, 247 tarios, 247
voluntad como conjunto de deseos, 249 voluntad como propiedad de la perso
doctrina de la voluntad, 248 na, 246-249
Este libro, publicado por la Editorial Gri-
jalbo, S. A., avenida Granjas, 82, México,
16, D. F., acabóse de imprimir el día 30 de
septiembre de 1963 en los talleres de Impre
sora Dante, calle Mineros Metalúrgicos, 206,
colonia del Hierro, México, 15, D. F. Ejem
plares: 5.000. Fecha de edición: 15 de octu
bre de 1963.