Tesis 3 - Escritura, Tradición y Magisterio

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SEMINARIO MAYOR LOS SAGRADOS CORAZONES

KEVIN YONATAN BOTINA MUÑOZ SÍNTESIS TEOLÓGICA DOGMÁTICA


IV TEOLOGÍA PBRO. JUAN SEBASTIÁN RIVERA

ESCRITURA, TRADICIÓN Y MAGISTERIO

Introducción
En el inicio de este siglo XXI hemos sido testigos de la llamada ´revolución social´, es decir,
de una etapa de desarrollo social que quiere trasformar lo básico de una sociedad o Estado
para promover un régimen incluyente y progresivo. Estamos viviendo el efecto de la filosofía
del siglo pasado, hoy nos encontramos en un momento de revolución, desde el comunismo
lo dirá Lenin “la revolución es una transformación tal que destroza lo viejo en lo más
fundamental y básico”; esta línea de pensamiento es muy común en los jóvenes de hoy que
buscan implantar un nuevo orden o una nueva sociedad. Desde su conciencia heterónoma
uno de los principales opresores u opositores es la organización Estatal, pero también miran
en la Iglesia una institución que reprime la conciencia y la libertad de hombres y mujeres,
incluso, afirman que ella es un obstáculo para conocer y encontrarse con Jesús, ya que no
permite una libre interpretación de la Sagrada Escritura y que sus ritos se han quedado en el
mero simbolismo.

Para sostener y presentar que la Iglesia no es un obstáculo para comprender y encontrase


con Jesús, sino que es la encargada de custodiar la enseñanza y de continuar la acción de
Jesús, es necesario tener en cuenta que las fuentes de la Revelación son la Sagrada
Escritura y la Tradición, y el oficio de interpretar del Magisterio.

1. LA TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN: LA TRADICIÓN


Algo muy importante que nos ha otorgado el Concilio Vaticano II, en la Constitución
Dogmática Dei Verbum (2-10) es afirmar que Dios se ha revelado en la historia y, en
concreto, a través de la historia de Israel en el AT y, en su plenitud, a través de la historia de
Jesús de Nazaret en el NT. Diferente a la concepción del Concilio Vaticano I, que describe la
Revelación o el conocimiento de Dios desde la creación a la luz de la razón y dejando en un
segundo plano la revelación histórica (Dei Filius, cap. 2), no hay que olvidar el contexto sé
que afrontaba [CITATION Ape05 \p 13 \l 9226 ] . Ahora bien, sabemos que la naturaleza y el objeto
de la Revelación es que “Dios dispuso en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer
el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo
encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la
naturaleza divina” (DV, 2). Pero ¿cómo se da a conocer la Revelación?, o ¿por medio de
quién, Dios, se encarga de trasmitirla? Desde la perspectiva del proceso del creyente por
medio de la Tradición, ya que es en y a través de ella como se conoce la Revelación
(Salvador, 2009, pág. 591).
a. Definición
“Podríamos definir la Tradición como el conjunto de contenidos doctrinales y espirituales que
proceden directamente de Jesús y de los Apóstoles, se reflejan en la Escritura, y se
conservan y desarrollan históricamente en el seno de la Iglesia” [CITATION Mor88 \p 148 \l 9226 ],
en otras palabras, la Tradición es la transmisión del testimonio apostólico (Salvador, 2009,
pág. 592).

Desarrollo de la Tradición
i. La Tradición cristiana arranca de Jesús, que anuncia la Ley y los profetas de Israel
como normativos, a la vez que los interpreta y se distancia de ellos cuando es
necesario, apelando a la voluntad de Dios: «Se dijo a los antiguos... pero yo os
digo...» (cfr. Mt 5, 17- 48; 18, 1-20; Mc 5, 7-13).
ii. En la Tradición de la Iglesia Antigua hay que tener en cuenta, en primer lugar, que el
canon de los escritos del NT no se formó hasta finales del siglo II. Aparte el AT, en
este período ya había asumido su forma canónica definitiva, por tanto no planteaba
ningún problema de tradición, sino sólo de interpretación, en este largo intervalo de
casi 200 años no existía ninguna Escritura (Biblia) junto a la Tradición, sino que el
conjunto de la predicación y de las enseñanzas relativas a Jesús y a los apóstoles
constituía la Tradición (Angelo, 1992, pág. 2144).
iii. Las cartas a Timoteo se refieren a la tradición paulina como un deposito que debe
mantenerse intacto y custodiado contra la falsificación (1Tm 6,20; 2Tm 1,14).
iv. Cuando la Iglesia hubo de mantener en los siglos II y III su gran confrontación con las
nuevas ideas de los gnósticos, los Padres ortodoxos desarrollaron el principio de la
Tradición como regla de verdad cristiana. Ireneo de León recurría con cierta
frecuencia a un conocido “canon de la verdad”, contenido de la enseñanza de la
Iglesia o una “regla de fe”: ej. creer en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
v. Los credos primitivos. En el s. IV, con el problema de las herejías surgieron las
formulas confesionales que se basaban en la Escritura y que ayudaban a la formación
catecumenal. Posteriormente, surgió el credo dogmático (Nicea, 325) como respuesta
a un error concreto: el Hijo es consustancial al Padre (Jared, 2010, pág. 83-88).
vi. Hasta principios del s. XVI dominó la tendencia de tratar la Escritura como texto básico
de la Revelación y de apoyarse en la Tradición (patrística) para interpretar
autoritativamente los libros sagrados. Pero el despertar del conflicto protestante movió
al Concilio de Trento a responder la polémica de la sola Scriptura, diciendo: “Para que
se conserve en la Iglesia la pureza del Evangelio que, prometido antes por obra de los
profetas en las Escrituras Santas, promulgó primero por su propia boca nuestro Señor
Jesucristo, Hijo de Dios y mandó luego que fuera predicado por ministerio de sus
Apóstoles a toda criatura (cf. Mc 16, 15) como fuente de toda saludable verdad y de
toda disciplina de costumbres; y viendo perfectamente que esta verdad y disciplina se
contiene en los libros escritos y en las tradiciones no escritas que, transmitidas como
de mano en mano, han llegado hasta nosotros desde los apóstoles, quienes las
recibieron o bien de labios del mismo Cristo, o bien por inspiración del Espíritu Santo"
[DH 1501]. De este modo manifiesta que, tanto la Escritura y como la Tradición son
una sola fuente que conservan la verdad del Evangelio (Salvador, 2009, pág.601-602).
vii. Tras el cambio del fenómeno religioso y filosófico en los últimos decenios se observa
una recuperación filosófica de la idea de Tradición. M. Blondel (1861-1949) diseñó una
idea de Tradición, no como la simple trasmisión de enseñanzas recibidas, sino como
un modo de conservar y renovar la realidad viva del pasado eclesial: “La Tradición,
vuelta amorosamente hacia el pasado donde está su tesoro, va hacia el futuro donde
está su conquista y su luz (...), y continuamente tiene cosas nuevas que enseñarnos”.
viii. Entre los teólogos más recientes encontramos: J.R. Geiselmann e Y. Congar (1904-
1994). Geiselmann ha contribuido a clarificar las relaciones entre Sagrada Escritura y
Tradición, que no deben considerarse como dos depósitos y fuentes paralelos de
Revelación, sino como dos testigos de un único Evangelio. Congar ha profundizado
estos principios en el marco de una vasta concepción, que permite ver el sentido y el
alcance teológicos de la Tradición normativa eclesial, su relación con la Escritura, y su
diferenciación respecto a elementos tradicionales sin repercusión dogmática [CITATION
Mor88 \p 147-153 \l 9226 ].
ix. La Tradición y la liturgia. Más allá de las estructuras básicas de la acción litúrgica,
están los textos mismos de la oración de la Iglesia. Algunos de ellos sirven para
explicitar el significado de la doctrina y señalar su impacto en las vidas de los
creyentes. La oración litúrgica, por ejemplo, expresa diariamente la doctrina cristiana
del Dios Uno y Trino al dirigirse "al Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo". (Jared,
2010, pág. 97)
b. La sagrada Tradición como regla de fe
La constitución dogmática Dei Verbum, # 8, dice: “La predicación apostólica, que está
expuesta de un modo especial en los libros inspirados, debía conservarse hasta el fin de los
tiempos por una sucesión continua. De ahí que los Apóstoles, comunicando lo que ellos
mismos han recibido, amonestan a los fieles que conserven las tradiciones que han
aprendido o de palabra o por escrito, y que sigan combatiendo por la fe que se les ha dado
una vez para siempre. Ahora bien, lo que enseñaron los Apóstoles encierra todo lo necesario
para que el Pueblo de Dios viva santamente y aumente su fe, y de esta forma la Iglesia, en
su doctrina, en su vida y en su culto perpetúa y transmite a todas las generaciones todo lo
que ella es, todo lo que cree.
Esta Tradición, que deriva de los Apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia del
Espíritu Santo: puesto que va creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras
transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las meditan en su
corazón y, ya por la percepción íntima que experimentan de las cosas espirituales, ya por el
anuncio de aquellos que con la sucesión del episcopado recibieron el carisma cierto de la
verdad. Es decir, la Iglesia, en el decurso de los siglos, tiende constantemente a la plenitud
de la verdad divina, hasta que en ella se cumplan las palabras de Dios”. Por lo que se puede
afirmar que:
- La Tradición tiene un aspecto constitutivo o normativo, porque contiene la
Revelación, que termina con los Apóstoles.
- La Tradición posee un aspecto interpretativo o explicativo, porque desarrolla e
ilumina las riquezas contenidas en el depósito revelado.
- Al ser interpretada y desarrollada, la Tradición se conserva y se renueva al mismo tiempo
porque no es una trasmisión mecánica sino viva; diferente a la idea judía.
- No todas las tradiciones que existen en la Iglesia son vinculantes, es decir, no todas son
tradiciones normativas. Sólo cuentan como Tradición vinculante las que se refieren a la
fe, a la moral y las que se remontan a los Apóstoles [CITATION Mor88 \p 152-154 \l 9226 ].
c. Testigos de la Tradición
El primer Testigo y garante de la Verdad es Espíritu Santo (Jn 15, 26); Quien acompaña e
ilumina a los Apóstoles, a los Padres de la Iglesia, las doctrinas de los teólogos (en comunión
con la Iglesia), la Sagrada Liturgia, las creencias del Pueblo de Dios en su conjunto (sensus
fidelium), el derecho canónico, los libros penitenciales, las devociones populares, las
doctrinas y experiencias espirituales de santos y místicos, el arte cristiano, las reglas de vida
monástica y religiosa, etc. Un testimonio de particular importancia son los Concilios,
especialmente los ecuménicos, porque expresan de modo oficial y solemne el sentir de la
Iglesia y condensan la Tradición cristiana sobre aspectos centrales de la fe y las costumbres.
2. LA SAGRADA ESCRITURA
a. Definición
Primero, cabe anotar que, la DV # 13, dice lo siguiente: “La palabra de Dios, expresada en
lenguas humanas, se hace semejante al lenguaje humano, como la Palabra del eterno Padre
asumiendo nuestra débil condición humana, se hizo semejante a los hombres”¸ es decir, la
Palabra Única de la Sagrada Escritura es Cristo. Segundo, en cuanto a la Biblia podemos
decir: a) Dios es el autor de la Sagrada Escritura, por lo que ocupa en la Iglesia un lugar
especial de preeminencia y veneración; b) Dios ha inspirado a autores humanos por
medio del Espíritu Santo ha elegido a profetas, escritores sagrados, Apóstoles y otros
varones apostólicos para plasmar sólo lo que Él quería; y c) estos libros enseñan la verdad,
ya que contienen el mensaje divino de salvación. (CEC 101-107).

La Sagrada Escritura se encuentra íntimamente unida y compenetrada por la Tradición, que


deriva de los Apóstoles y se desarrolla en la Iglesia con ayuda del Espíritu Divino. Ambas —
Escritura y Tradición— surgen de la misma fuente, se funden en cierto modo, y tienden a un
mismo fin. «La Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura constituyen por tanto un solo
depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiado a la Iglesia» (DV, 10).
La Biblia puede considerarse como el alma de la Teología Cristiana. Es el centro de la
actividad del teólogo y su punto de partida, ya lo afirma la Constitución Dei Verbum, # 24,
que “la Sagrada teología se apoya, como en cimiento perfecto, en la palabra escrita de Dios,
al mismo tiempo que en la sagrada Tradición, y con ella se robustece firmemente y se
rejuvenece de continuo, investigando a la luz de la fe toda la verdad contenida en el misterio
de Cristo.”
b. Propiedades de la Sagrada Escritura
Algunas características comunes en los libros de la Sagrada Escritura son las siguientes:
La inspiración: la Iglesia tiene por santos y canónicos los libros del AT y NT, ya que están
escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, Dios es el autor, pero se ha valido de los
hombres para plasmar lo que Él quería (DV, 11) (CEC 106).
La canonicidad: el Concilio de Trento (1546) es el primer documento solemne que precisa el
canon de los libros sagrados, dedicó todo un decreto y enumeró concretamente los 46 libros
del AT y los 27 del NT. El Vaticano I (1870) repitió lo que dijo el Concilio de Trento. El
Vaticano II (1965) apuntó a la preeminencia de los Evangelios dentro de la Biblia, “puesto
que son el testimonio principal de la vida y doctrina del Verbo encarnado, nuestro Salvador”
(DV 18) (Salvador, 2009, pág. 598-599).
La unidad: entre AT y el NT se enseña la Verdad de Dios, con fidelidad y sin error (DV, 11).
La santidad y verdad: procede de Dios, enseña una doctrina santa y es capaz de orientar
eficazmente a los hombres a la salvación (CEC 105-107).
Perennidad e inmutabilidad: la verdad de la Escritura puede ser siempre actualizada y útil a
todos los hombres de todos los tiempos y culturas.
c. Aportes de la Verbum Domini de Benedicto XVI
El papa Benedicto XVI presentó el 30 de septiembre, del año 2010, su Exhortación
Apostólica Post Sinodal Verbum Domini, en la que después de la XII Asamblea General
Ordinaria del Sínodo de los Obispos, continúa motivando a que “los resultados del Sínodo
influyan eficazmente en la vida de la Iglesia, en la relación personal con las Sagradas
Escrituras, en su interpretación en la liturgia y en la catequesis, así como en la investigación
científica, para que la Biblia no quede como una Palabra del pasado, sino como algo vivo y
actual” (VD, 4). Algunos aportes para mencionar:
- Una religión de la Palabra, no del libro: "La fe cristiana no es una 'religión del Libro': el
cristianismo es la 'religión de la Palabra de Dios', no de 'una palabra escrita y muda, sino del
Verbo encarnado y vivo" (n. 7).
- La Tradición y la Escritura: "Es la Tradición viva de la Iglesia la que nos hace comprender
de modo adecuado la Sagrada Escritura como Palabra de Dios” (n. 17).
- Dios escucha al hombre: “Es decisivo desde el punto de vista pastoral mostrar la
capacidad que tiene la Palabra de Dios para dialogar con los problemas que el hombre ha de
afrontar en la vida cotidiana [...] La pastoral de la Iglesia debe saber mostrar que Dios
escucha la necesidad del hombre y su clamor” (n. 23).
- La exégesis: los exegetas católicos no deben olvidar que lo que interpretan es la Palabra
de Dios. Su tarea no termina con la distinción de las fuentes, la definición de formas o la
explicación de los procedimientos literarios. La meta es aclarar el significado del texto bíblico
como Palabra actual de Dios (n. 33).
3. EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA
a. Definición
El Magisterio vivo de la Iglesia, ejercido en nombre de Jesucristo, tiene el oficio de interpretar
auténticamente la Palabra de Dios (DV 10). El Magisterio está dotado de la autoridad de
Cristo (LG 25); pero los obispos no están por encima de la Palabra de Dios, sino a su
servicio, para enseñar puramente lo transmitido (DV 10). Para ser más claro, al Magisterio
eclesial le compete interpretar auténticamente la Palabra de Dios, tanto la Palabra escrita
(Sagrada Escritura) como la no escrita (Tradición) (CEC 85-86). Además, le compete definir
la doctrina cristiana, valorar la experiencia del creyente y su expresión de fe, y contribuir a la
edificación de la Iglesia. Por otra parte, con el carisma profético los Pastores de la Iglesia
están llamados a discernir y a reconocer los «signos de los tiempos» en los diversos
acontecimientos históricos[CITATION Mor88 \p 189 \l 9226 ].
b. Órganos autorizados para expresar la Tradición de la Iglesia y su función
Los órganos representativos de la fe de la Iglesia son: el Papa, el Concilio Ecuménico, el
conjunto de los Obispos y el conjunto del Pueblo de Dios que posee el sensus fidelium.
[CITATION Rov96 \p 257 \l 9226 ]. Ahora, veamos cuáles son sus funciones:
i. La acción de enseñar de la Iglesia deriva de uno de los tres oficios de Jesús.
ii. Los Hechos de los Apóstoles conocen una actividad magisterial de los Doce y de los
que éstos asocian a la tarea de fundar y guiar las comunidades cristianas.
iii. El Magisterio de la Iglesia es necesario para custodiar el contenido de la verdadera fe
e interpretarlo adecuadamente; así se evitará caer en los errores de las comunidades
del s. XVI (luteranos, calvinistas, zwinglianos, anglicanos, etc.), que no admitían la
necesidad y la legitimidad del Magisterio de la Iglesia para interpretar Biblia.
c. Diferentes tipos de Magisterio
El magisterio de la Iglesia puede ser extraordinario y ordinario:
i El magisterio extraordinario o solemne (cfr. Vaticano I, D 3011) es el ejercido por
un Concilio ecuménico, o por el Papa cuando define ex cathedra una doctrina de fe. Definir
una doctrina supone formular solemnemente un juicio que vincula a toda la Iglesia, y que
debe ser aceptado por los fieles como parte de la Revelación. La ley canónica establece que
ninguna doctrina ha de considerarse como definida a no ser que haya sido objeto de una
definición expresa y pública (CIC cc 749; 750 § 2).
ii El magisterio ordinario es el ejercido normalmente por el Papa y por los Obispos que
están en comunión con él. Cabe anotar que, en determinadas circunstancias la enseñanza
ordinaria unánime de todo el colegio episcopal pueda gozar también de infalibilidad (CIC cc
750. 753).
iii El Sínodo de los Obispos “es una asamblea de Obispos escogidos de entre las
diversas regiones del mundo, que se reúnen en determinadas ocasiones para fomentar la
unión estrecha entre el Romano Pontífice y los Obispos, ayudar al Papa con sus consejos
para la integridad y mejora de la fe y costumbres y la conservación y fortalecimiento de la
disciplina eclesiástica, y estudiar las cuestiones que se refieren a la acción de la Iglesia en el
mundo” (CIC c 342).
d. Infalibilidad y adhesión
“El Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra, esto es, cuando, cumpliendo con su cargo
de pastor y doctor de todos los cristianos, define por su suprema autoridad apostólica una
doctrina sobre la fe y las costumbres que debe ser mantenida por la Iglesia universal, por la
asistencia divina que le fue prometida en la persona del bienaventurado Pedro, goza de
aquella infalibilidad de que el divino Redentor quiso que su Iglesia estuviera dotada para
definir las doctrinas sobre la fe y las costumbres; por tanto, las definiciones del Romano
Pontífice son irreformables por sí mismas, y no por el consentimiento de la Iglesia” (DS3074).
Tanto el Papa como los Obispos en singular no hablan infaliblemente en el ejercicio ordinario
de su función de docente, pero existen condiciones que el Magisterio ordinario episcopal
puede llegar a gozar del carisma de la infalibilidad; según las Constitución Lumen Gentium,
estas condiciones son tres:
i) Que los Obispos mantengan el vínculo de unidad entre sí y con el Romano Pontífice;
ii) que hablen autorizadamente sobre una verdad de fe o de moral;
iii) que convengan todos en un solo punto de vista como el único que deba mantenerse
de modo definitivo (Cf. n. 25).
e. Clasificación de los documentos magisteriales
Cartas Encíclicas: son cartas públicas y formales del Sumo Pontífice que expresan su
enseñanza en materia de gran importancia. Fines: enseñar sobre algún tema doctrinal o
moral, avivar la devoción, condenar errores, informar a los fieles sobre peligros para la fe.
Tipos de Encíclicas: Doctrinales, Sociales, Exhortatorias, Disciplinares.
Constitución Apostólica: es la forma más común en la el Papa ejerce su autoridad
"Petrina", a través de ellas se promulga leyes concernientes a los fieles. Tratan de la mayoría
de los asuntos doctrinales, disciplinares y administrativos.
Exhortación Apostólica: se promulgan después de la reunión de un Sínodo de Obispos o
por otras razones. Son parte del magisterio de la Iglesia.
Cartas Apostólicas: Estos documentos son cartas dirigidas a grupos específicos de
personas. Éstas también pertenecen al Magisterio Ordinario.
Bula Papal: es una carta especial o documento de la Iglesia Católica, relativo a materia de fe
o cuestiones generales que llevan el sello del Papa.
Motu Proprio: Son documentos papales que contienen las palabras "Motu proprio et certa
scientia". Significa que dichos documentos son escritos por la iniciativa personal del Santo
Padre y con su propia autoridad.[ CITATION cor21 \l 9226 ]
Por último, K. Rahner escribe: “el magisterio eclesiástico no es propiamente la potestad de
adoctrinar acerca de verdades abstractas por razón de sí mismas, sino la garantía de que la
palabra salvífica de Cristo está dirigida a la situación concreta de un tiempo y va realmente
dirigida a la vida cristiana, ya que la Iglesia no sería la comunidad escatológica de la
salvación si no estuviera en posesión infalible de la verdad de Cristo” (Salvador, 2009, pág.
623).
4. RELACIÓN ENTRE SAGRADA ESCRITURA, TRADICIÓN Y MAGISTERIO
Escritura, Tradición y Magisterio están tan estrechamente unidos entre sí, que ninguno de
ellos existe sin los otros. Juntos, bajo la acción del Espíritu Santo, contribuyen eficazmente,
cada uno a su modo, a la salvación de los hombres (CEC 95). Ahora bien, partiendo de la
afirmación que, Dios “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la
verdad” (1Tim 2,4) observamos que la iniciativa de Revelarse a la humanidad es de Dios,
valiéndose de la historia seglar y especialmente de la Historia de Salvación. Es preciso,
pues, que Cristo sea anunciado a todos los pueblos y a todos los hombres y que así la
Revelación llegue hasta los confines del mundo. (CEC 74)
La DV, # 7, manifiesta “Dios quiso que lo que había revelado para salvación de todos los
pueblos se conservara por siempre íntegro y fuera transmitido a todas las generaciones”, fue
Cristo quien envió a los Apóstoles a predicar el Evangelio a la humanidad. Este mandato del
Señor se lo hizo de dos maneras: 1) de forma oral (Tradición): los Apóstoles con su
predicación, ejemplo, sus instituciones, transmitieron la Palabra con la fuerza del Espíritu
Santo; 2) de forma escrita (Sagrada Escritura): Apóstoles y los varones apostólicos pusieron
por escrito el mensaje de la salvación inspirados por el mismo Espíritu. Y para que este
Evangelio se conservara siempre vivo y entero en la Iglesia, los Apóstoles nombraron como
sucesores a los Obispos, dejándoles su cargo en el magisterio” (CEC 74-77).
Ahora bien, la Tradición y la Sagrada Escritura tienen una fuente común, que las mantiene
íntimamente unidas y compenetradas. Una y otra hacen presente y fecundo en la Iglesia el
misterio de Cristo que ha prometido estar con los suyos “para siempre hasta el fin del mundo”
(Mt 28,20). Por último, un gran paso que da el Magisterio es cuando ejerce la autoridad que
tiene de Cristo al definir dogmas, es decir, cuando propone y de cierta forma obliga al pueblo
cristiano a una adhesión irrevocable de fe, verdades contenidas en la Revelación divina o
también cuando propone de manera definitiva verdades que tienen con ellas un vínculo
necesario (CEC 88).
CONCLUSIONES
Respondiendo al problema planteado en la Introducción, donde se manifestaba que muchas
personas miran en la Iglesia un obstáculo para conocer y encontrarse con Jesús, porque de
cierta manera cohíben una libre interpretación de la Sagrada Escritura. Podemos decir que:
a. La iniciativa de revelarse de darse a conocer viene de Dios, el hombre no es quien lo
encuentra hay que permitir que Dios se revele, y Él se manifiesta en la historia personal y
comunitaria, buscando siempre nuestra salvación.
b. El Padre ha enviado a Cristo para que en el Espíritu Santo el hombre participe de su
naturaleza divida; Cristo, a su vez, ha elegido a los Apóstoles para dar a conocer el
Evangelio a todas las naciones.
c. Los Apóstoles al momento de dar testimonio de Cristo lo realizaron de forma escrita
(Sagrada Escritura) y de forma oral (Tradición).
d. Sin la Tradición no hubiese sido posible guardar el Evangelio de Cristo.
c. La fe actual (credo), la Sagrada Escritura, la liturgia, la moral no fueron otorgados de una
forma mágica y en un determinado tiempo, sino que fue en el trascurso de los años y con los
diversos acontecimientos y con la asistencia del Espíritu Santo como se fue consolidado.
d. Sin el Magisterio y la Tradición la canonicidad de la Sagrada Escritura no hubiese sido
posible.
e. La veracidad de la Sagrada Escritura parte de que Dios es el actor, Él ha inspirado a
actores humanos y contiene la verdad de la Salvación.
f. El Magisterio ha sido el encargado de velar, interpretar y actualizar la Palabra de Dios
(escrita y no escrita)
g. La tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio tienen la misma fuente que es Cristo y el
mismo fin que es la Salvación de los hombres.

Bibliografía
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https://es.catholic.net/op/articulos/24641/cat/577/las-enciclicas-papales-significado-y-tipos.html

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