Guion Alicia en El Pais de Las Maravillas (Modificado)
Guion Alicia en El Pais de Las Maravillas (Modificado)
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Había una mesa servida bajo un á rbol, frente a la casa, y la Liebre de Marzo y el
Sombrerero [28] estaban tomando el té. Sentado entre ambos [29] un Liró n
dormía profundamente. La Liebre y el Sombrerero lo usaban de almohadó n, para
apoyar los codos, y conversaban por encima de su cabeza.
«¡Qué incó modo para el Liró n! —pensó Alicia—. Claro que, como está dormido,
supongo que no le importa».
La mesa era grande pero los tres estaban apiñ ados en una punta.
—¡No hay lugar! ¡No hay lugar! —gritaron cuando la vieron llegar a Alicia.
Alicia recorrió la mesa con los ojos pero no vio má s que té en ella.
—Tampoco fue muy correcto de tu parte sentarte sin que te invitaran —dijo la
Liebre de Marzo.
—No creí que la mesa fuese solo de ustedes —dijo Alicia—; está servida para
muchos má s que tres.
Al oír eso, el Sombrerero abrió muy grandes los ojos, pero todo lo que dijo fue:
«¡Qué suerte! ¡Nos vamos a divertir! —pensó Alicia—. Me alegro de que hayan
empezado con las adivinanzas».
—Y sería lo mismo decir —agregó la Liebre de Marzo— «Me gusta lo que me dan»
que «Me dan lo que me gusta».
—¡Y sería lo mismo decir —terció el Liró n, que parecía hablar en sueñ os—
«Respiro cuando duermo» que «Duermo cuando respiro»!
Había sacado el reloj del bolsillo y estaba mirá ndolo inquieto, sacudiéndolo de vez
en cuando y acercá ndoselo a la oreja.
—Cuatro.
—¡Qué reloj má s raro! —observó —. Dice el día del mes y no dice la hora.
—Claro que no —respondió Alicia sin inmutarse—, pero eso es porque pasa
mucho tiempo sin que el añ o cambie.
El Liró n sacudió la cabeza con impaciencia y dijo, sin abrir los ojos:
—Me parece que podría emplear mejor el tiempo —dijo—, en vez de perderlo
haciendo adivinanzas que no tienen respuesta.
—Tal vez no —replicó Alicia con prudencia—, pero lo marco con golpecitos
cuando estudio musica.
—¡Ahora sí que está claro! —dijo el Sombrerero—. El Tiempo no permite que lo
marquen, y menos a golpes. Pero si uno se mantiene en buenas relaciones con él es
capaz de hacer casi cualquier cosa con el reloj. Por ejemplo, supongamos que son
las nueve de la mañ ana, la hora de empezar las clases. No tendrías má s que
susurrarle algo al Tiempo y, en un abrir y cerrar de ojos, él le daría unas cuantas
vueltas al reloj y… ¡la una y media, hora de almorzar!
—Al principio tal vez no —dijo el Sombrerero—, pero uno puede quedarse en la
una y media todo el tiempo que quiera.
—¡Yo no! —respondió —. Nos peleamos en marzo… justo antes de que este se
volviera loco —explicó señ alando con la cucharita a la Liebre de Marzo—. Fue
durante el gran concierto que ofreció la Reina de Corazones, en el que yo tenía que
cantar eso de:
Y así siguió sin parar, tanto que tuvieron que pellizcarlo para que se detuviese.
—¿Es por eso que hay tanta vajilla para el té aquí arriba? —preguntó .
—¿Pero qué pasa cuando vuelven al comienzo? —se animó a preguntar Alicia.
Entonces, el liró n conto un cuento, mientras que Alicia se molestaba cada vez mas
debido a la confusió n que sentía, hasta que se canso y gritó :
Al decir esto, Alicia notó que uno de los á rboles tenía una puerta de entrada.
Y entró .