Presentación Del Libro: Cosmovisión, Historia Y Política en Los Andes de Blithz Lozada
Presentación Del Libro: Cosmovisión, Historia Y Política en Los Andes de Blithz Lozada
Presentación Del Libro: Cosmovisión, Historia Y Política en Los Andes de Blithz Lozada
Cosmovisión, historia y política en los Andes de Blithz Lozada es un libro irreverente, pro-
vocador, donde el autor se desmarca de lo que hoy sería el discurso “políticamente correc-
to” sobre la irrupción del movimiento indígena en el poder estatal. Se trata de un estudio
crítico acerca de la concepción y el uso del poder, tanto en el mundo occidental como en el
mundo andino, realizado desde una posición que no pretende mimetizar su identidad o en-
cubrir su pensamiento bajo visiones idílicas o paternalistas sobre los indios, ni esconder su
preferencia por corrientes y pensadores occidentales entre los cuales elige sus vertientes y
recursos teóricos.
A partir de las ideas de Martin Heidegger, el análisis de Lozada se dirige a dilucidar si exis-
ten condiciones para pensar que en los Andes es posible encontrar una huella hacia el “sen-
tido del ser”, hacia la comprensión del lugar del ser humano en el mundo. Esta huella se
perdió en Occidente debido al uso instrumental del Otro y de la naturaleza con el desarrollo
de la ciencia y la técnica. Encontrar esta huella supone, según se deduce del texto, la posibi-
lidad de encontrar el camino para un auténtico cambio, un cambio que no reproduzca la
lógica instrumental de Occidente bajo nuevos signos.
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El 10 de mayo del año 2007, la Vicepresidencia de la República con el co-auspicio del Colegio de His-
toriadores de Bolivia, organizó la presentación del libro de Blithz Lozada, Cosmovisión, historia y políti-
ca en los Andes. En el evento, llevado a cabo en la sede tan importante instancia del Estado, la Biblio-
teca de la Vicepresidencia de la República entregó al autor el premio “La faja de honor al mérito cultu-
ral”. Participaron en la presentación, varias personalidades que dieron sendos discursos.
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Patricia Marín es licenciada en Filosofía, titulada por la Universidad Mayor de San Andrés. Durante
varios años se ha dedicado a trabajar, tanto teórica como prácticamente, temas relacionados con los
problemas étnicos y políticos.
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El concepto de “hombre andino” constituye ciertamente una abstracción, es una categoría
de análisis utilizada por el autor para realizar el contraste con el concepto de “cultura o civi-
lización occidental”. En efecto, no existe el “hombre andino”, como tampoco existe el
“hombre occidental”; sin embargo, como categoría constituye una construcción conceptual
originada o inspirada en el conjunto de rasgos que se atribuye a los hombres y mujeres ai-
maras, quechuas y urus que todavía hoy viven en comunidades rurales o en las ciudades,
desarrollando prácticas de vida que se rigen según patrones, principios y normas culturales
mantenidos desde antes de la conquista, no sin reformulaciones, reafirmaciones y cambios.
La respuesta ofrecida por el autor es negativa. El perfil del actual gobierno, según él,
Lozada postula que la imposibilidad de una visión de cambio radical está dada por los lími-
tes fijados en la propia noción de cambio dentro de la cosmovisión andina de larga dura-
ción, vale decir en la noción de pachacuti, en tanto ésta no trasciende el ciclo del eterno
retorno, que deriva de la concepción cíclica del tiempo donde el pasado está al frente y el
futuro detrás.
“no sólo la alternancia de los opresores, sino las irrupciones dramáticas y san-
grientas de los indios levantando la cabeza y ejerciendo el poder.” (p. 64).
“Pareciera que el designio cósmico de la inversión de poder no implica anular
las relaciones opresivas, sino solamente cambiar el rol y protagonismo de los
actores.” (p.65).
Realizando un análisis que evoca a Michel Foucault, el autor señala la voluntad de poder en
la lógica andina. Se trata de pulsiones orientadas a invertir las relaciones de poder, pero
que, paradójicamente, reafirman el conservatismo post-colonial al visualizar al otro como
sujeto al que ahora le toca el turno de ser sojuzgado. De esta manera no se sustrae a la con-
cepción del poder como dominio de unos sobre los otros y, en consecuencia, se inhabilita a
sí mismo como poder genésico, es decir, como potencia para construir un nuevo y mejor
modelo de sociedad.
Una ruptura semejante, según se deduce del texto, no puede producirse de un día para otro.
No se puede, dice Lozada, refutar una visión del mundo. Lo aconsejable es comprenderla,
tarea que él mismo emprende, a través de un estudio exhaustivo, riguroso y profundo de los
planteamientos más significativos realizados por diferentes autores en torno a la cosmovi-
sión, la historia y la política andinas, extrayendo sus propias conclusiones y sin evitar que
se deslicen a momentos en sus reflexiones ciertos juicios de valor peyorativos.
No obstante, el diálogo y la aceptación previa del otro, a partir del reconocimiento recípro-
co de los derechos y la dignidad humana, son las formas propuestas por el autor para esta-
blecer los principios de una nueva práctica social que permita denunciar, criticar y combatir
el poder de dominación ahí donde se encuentre,
El autor ilustra este aspecto con el análisis que realiza de la crítica desarrollada por episte-
mólogas feministas de la academia estadounidense al “modelo de la visión”, instaurado en
Occidente a partir de Platón, poniendo en evidencia cómo la aproximación al otro está car-
gada de prejuicios. Las feministas, según él, estigmatizan la filosofía según un esquema
maniqueo, invalidando de este modo la posibilidad que tienen de usar las armas de la teoría
para construir nuevos sistemas.
Parece inevitable, dice Lozada, que las teorías minoritarias y alternativas, que condenan la
presunción de verdad de Occidente, terminen precisamente enarbolando ideas y valores
semejantes o equivalentes a aquellos que critican, constituyéndose a sí mismas en los nue-
vos dogmas verdaderos e incuestionables con los correlatos políticos que implican y que
pueden llegar a realizar.
Esto sucede también, según el autor, con otras expresiones maniqueas, como es el caso del
indigenismo o el etnicismo, así como las expresiones ideológicas supuestamente revolucio-
narias, que esconden tras el discurso prácticas sociales claramente orientadas a la defensa
de intereses individuales, pero con capacidad de manipular a las colectividades sociales. La
crítica de Lozada se extiende a políticos e intelectuales, denunciando la presencia del ra-
cismo “encubierto”, el “populismo oportunista, el anarquismo obsecuente”, “las imposturas
retóricas formalistas y la vacuidad de supuestas estrategias históricas y económicas” (p.60),
encubiertos bajo discursos que la moda pone al día.
Para terminar, quiero subrayar que la riqueza del libro de Blithz Lozada no se agota cierta-
mente en la interpretación aquí planteada ni la línea de análisis elegida. El lector encontrará
en él una condensación sistemáticamente elaborada de estudios e ideas que adquiere valor
por sí misma, independientemente del examen crítico que aporta el autor según la perspec-
tiva que asume para reflexionar sobre el poder en los Andes.
Gracias.
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DISCURSO DE MARY MONEY3
Blithz Lozada fue invitado por la Maestría en Historias Andinas y Amazónicas a hacerse
cargo del Módulo “Filosofía andina” que impartió a inicios del año 2003. Los frutos de su
formación especializada y de largos años de trabajo dedicados a la investigación fueron
expuestos en las sesiones que impartió en dicho programa de la Facultad de Humanidades y
Ciencias de la Educación de la Universidad Mayor de San Andrés. Posteriormente, se le
sugirió que dicho contenido debía sistematizarlo en un libro, el que, después de varias vici-
situdes se presenta hoy día, jueves 10 de mayo de 2007.
El libro de Blithz Lozada, Cosmovisión, historia y política en los Andes es un estudio ex-
cepcional que establece una nueva línea de investigación porque sistematiza filosóficamen-
te el pensamiento andino, valorándolo, criticándolo, orientándolo y afirmándolo como un
producto cultural. Tiene utilidad teórica y práctica, en especial porque crea certidumbres
acerca de la necesidad de construir la conciencia nacional y de estructurar el nuevo Estado
boliviano.
El autor, con una profunda reflexión crítica y un detallado análisis de las fuentes publicadas
(investigaciones históricas, etnográficas y etnológicas), interpreta la visión del mundo del
hombre andino. Siguiendo enfoques metodológicos apropiados, enfatiza las influencias
filosóficas europeas, las pervivencias ideológicas y la articulación y rearticulación de prác-
ticas políticas que se formaron y recrearon en los Andes hasta el presente post-colonial. El
trabajo considera los orígenes de la cosmovisión andina hasta la realidad actual, incluye las
representaciones del territorio, las concepciones sobre la etnicidad y las mentalidades ope-
rantes sobre la política, también explica el tiempo cíclico y la historia como pachacuti. La
actualidad es interpretada como resultado de las luchas sociales, que desde la época colo-
nial han dado lugar finalmente a la derrota de la oligarquía y la asunción al gobierno del
Presidente Evo Morales.
El libro ofrece una articulación teórica que adquiere valor y sentido al terminar de leerlo.
La primera impresión que produce considerar las cinco partes del texto es que tratan temas
muy distintos, sin embargo, progresivamente, y a través de varios círculos concéntricos, el
autor nos conduce a aspectos medulares de la visión andina del mundo sistematizada con
rigor, ejemplificada con riqueza y relacionada con los límites de la voluntad política y sus
puntos de vista sobre la coyuntura que vive hoy día el país. En suma, es un texto profundo y
actual.
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Mary Money es historiadora y antropóloga. Obtuvo el doctorado en la Universidad de Columbia de
Nueva York. Fue Coordinadora de la Maestría en Historias Andinas y Amazónicas de la Universidad
Mayor de San Andrés, y Presidenta del Colegio Nacional de Historiadores de Bolivia. Ha escrito varios
libros y obtenido muchos premios. Con ligeras variaciones, este texto constituye la “Presentación” del
libro de Blithz Lozada. Por la escasez de tiempo, en el evento del 10 de mayo del año 2007,
organizado para premiar al autor, la lectura de esta presentación fue resumida.
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La primera parte del libro trata temas teóricos que representan un punto de partida obligado
para el itinerario intelectual que se ha propuesto el autor. Blithz Lozada señala aspectos
decisivos de la filosofía de Martín Heidegger como el “horizonte de comprensión” del otro,
la conciencia del valor relativo de las ciencias positivas y la certeza existencial en la finitud
al construir las identidades culturales.
Lozada presenta la crisis del logos occidental como clivajes de la ciencia moderna y las
filosofías prevalecientes en la historia de Occidente. Pero también muestra pensamientos
alternativos del siglo XX como teorías marginales, estudios subalternos y filosofías emer-
gentes. Sin embargo, Lozada no descalifica la filosofía tradicional, pronunciándose en con-
tra de lo que, por ejemplo, hacen el feminismo y el indigenismo, al suponer que son las
únicas teorías verdaderas y útiles para el cambio social, estigmatizando a las demás como
reaccionarias o conservadoras.
Del feminismo valora su crítica a la razón, al patriarcado y al falocentrismo, cómo sus con-
tenidos sirven para valorar a las culturas periféricas, a los sujetos tradicionalmente descali-
ficados, a los oprimidos y los silenciados por la filosofía tradicional y por la teoría política
colonialista, imperialista y expoliadora ahora expresada en la ideología de la globalización.
La teología medieval y el escolasticismo, unidos a la teoría colonialista y las recientes in-
fluencias de Occidente expresadas en el marxismo y la teoría liberal de la democracia, han
impactado en América durante cinco siglos, creando dependencia intelectual. Pareciera que
no existen alternativas para afirmar teorías y pensamiento fuera de los márgenes occidenta-
les; pero no es así.
No se trata de descalificar a Occidente asumiendo que porque son mujeres o indios los que
hablan o escriben, lo que dicen es necesariamente, la verdad. Si bien sus posiciones son
legítimas, que hayan sufrido una opresión milenaria o una explotación secular permite en-
tender su pensamiento reactivo, pero esto no anula la demanda de que tales actores hagan,
en una superación de su propia situación, una elaboración teórica con proyecciones históri-
cas, al margen del ejercicio insidioso del poder y más allá de restringidas estrategias de
contrapoder y resistencia.
Blithz Lozada analiza también ciertas actitudes de los indios en el gobierno. En particular,
la crítica a la preeminencia de formas, estilos y símbolos en contra de la Reforma Educativa
y de la educación católica auspiciada por el Estado boliviano. Señala que tales posiciones
suplen la carencia de programas inteligentes e inclusivos que logren avances capitalizando
las experiencias colectivas y ofreciendo pautas para una transformación moderna y una
consolidación democrática.
El concepto “hombre andino” Lozada lo aplica a nosotros. Los bolivianos y las bolivianas
de hoy y de ayer, mestizos que heredamos con mayor o menor evidencia los rasgos híbri-
dos, la historia, las identidades, la constitución y la interacción cultural desde los pueblos
prehispánicos y la colonización ibérica hasta la actualidad del siglo XXI. Para explicar esta
realidad trata cuatro modelos. El primero es sobre la relevancia agrícola, pecuaria y ecoló-
gica para las identidades rurales, tanto antes como hoy. Lozada elabora un esquema donde
encuentran ubicación, tanto las manifestaciones culturales, productivas y simbólicas, como
la ciencia y el arte, la tecnología, el lenguaje y la organización social.
Aquí la reciprocidad aparece tanto a nivel religioso como económico. La verticalidad por
otra parte se relaciona con varias formas de complementariedad, la racionalidad andina que
garantiza la producción a largo plazo, el equilibrio ecológico y la amplia variedad de siste-
mas de organización económica y social para maximizar los excedentes de modo cibernéti-
co con las mismas categorías a nivel macroscópico y local.
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El segundo modelo se refiere a la visión dinámica del mundo representada en la imagen del
río o de circulación de energía. Las identidades étnicas y el proceso agrícola, los ciclos cli-
máticos y los procesos meteorológicos, el orden sideral y los sistemas económicos, las ex-
presiones culturales, simbólicas y religiosas se rigen por transformaciones, movimientos y
pautas que constelan una cosmovisión fluida y compleja según los principios del ayni, la
mita, el tinku y el amaru en un universo dinamizado por fuerzas sagradas.
Pacha aparece como una noción de cuatro dimensiones en analogía con la física del siglo
XX. También el autor interpreta las expresiones del flujo cósmico, físico y social en pala-
bras y frases en aymara y quechua, desarrollando la concepción de que el tiempo no es li-
neal sino circular, de modo que el futuro se refleja en el pasado como en un espejo. Las
referencias a “pachacuti” entendido como el origen primordial de las identidades sociales y
de la realidad física, y como inversión de posiciones en un esquema en el que el tiempo
marca la alternancia de funciones, explica el orden de relaciones disimétricas.
Blithz Lozada trata el último modelo referido a la placa de Coricancha. Indica las interpre-
taciones de complementariedad de género, las cadenas de poder y jerarquía, la función del
amaru en la sociedad y la oposición de pares coadyuvantes mediados por un eje. Muestra
las lecturas físicas y sociales, las ecológicas y de parentesco, la interpretación de flujo de
energía y la visión política, económica e ideológica que habría difundido el imperio de los
incas. El carácter “holista” aparece en la imagen de Wiracocha como una deidad andrógina
que ordenó el universo y el surgimiento de las identidades. Por último el autor efectúa su
propia interpretación del dibujo de Juan Santa Cruz Pachacuti relacionándolo con la plaza
Huacaypata del Cusco. Así, existe coherencia en el orden social y político, justificándose el
imperio incaico como un mundo de seguridad para los súbditos y los pueblos sometidos, y
reconociendo el ensamblaje de varias identidades étnicas y valores culturales en una enti-
dad cuadrilocular.
La tercera parte del libro se aboca a los gestos rituales en los Andes. Lozada se focaliza en
ciertos ritos actuales y del siglo XVI que han sido interpretados. Remarca las categorías de
la reciprocidad, muestra la centralidad relativa de lo agrícola y pecuario en el entorno rural
y sugiere pautas de comprensión de las actitudes del hombre andino frente al tiempo y la
cronolatría occidental.
La acción de los aymaras de hoy frente al otro es interpretada por el autor como propósitos
ascendentes y ubicaciones descendentes. Las representaciones colectivas carecen de sentido
histórico a largo plazo. El alineamiento de fuerzas permite reacciones de resistencia o ac-
ciones asertivas para procurar poder. Los aymaras ven que la disposición de las jerarquías
como un escenario en el que se trata de conseguir lo que sea accesible o de resistir a diver-
sas formas de opresión y explotación, se da según una actitud de espera del movimiento
cósmico de inversión que define los sitiales de dominio y las prerrogativas. Al hombre an-
dino de acendrada visión post-colonial no es posible conmoverlo con programas políticos,
discursos teleológicos, ni con presunciones de verdad que sean auténtica y profundamente
asumidos. Es anuente, incorpora todo según el interés del momento, dice que “sí” a lo que
se presente, pero sin compromisos ni entusiasmo. Las inversiones llegarán cuando sea el
momento, con o sin guerra de alta intensidad, con o sin conflicto que muestre la profundi-
dad del pachacuti en el racimo de círculos o en el p´uku de la realidad que corresponda.
El autor rompe la visión romántica e ideal del hombre andino como un ser simple ocupado
en la reciprocidad con la naturaleza, los otros y las deidades, preocupado por articular va-
rias formas de complementariedad en un entorno campestre: imagen de un sujeto fuera de
la historia, cooperativo, sociable y constructor de altos valores humanos en un contexto de
escasez y pobreza. No, Blithz Lozada indica que el indio de hoy, no sólo en el campo sino
en la ciudad y en el gobierno boliviano ejerce pragmática y discrecionalmente el poder, es
venal y conflictivo, provoca escisiones y atomiza a los actores suponiendo que llegó la hora
que le toca el turno para hacerlo, igual o peor como lo hicieron sus predecesores en contra
de él mismo.
Pareciera que la cuarta y quinta parte del libro no tienen vinculación con los temas prece-
dentes; pero no es así. Desarrollan en detalle aspectos que han sido mencionados en las tres
partes anteriores: categorías de la lógica política, representaciones colectivas sobre el tiem-
po y la historia y pautas probables y potenciales aun remotamente, para orientar las deci-
siones y la acción en la presente coyuntura. Para eso sirven, por ejemplo, los ciclos míticos,
imágenes evidenciadas en determinadas representaciones, la interpretación de los dibujos
en la obra de Felipe Guamán Poma de Ayala y la contraposición entre el tiempo lineal de
Occidente y el tiempo circular en los Andes. También Lozada muestra cómo los incas re-
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constituyeron la historia para prosaicos fines políticos, cómo la religión es el campo privi-
legiado de cristalización de las relaciones de poder y cómo la economía se vincula con la
organización del espacio, siendo imprescindible para cualquier sujeto político crear ilusio-
nes que hagan tolerables las relaciones jerárquicas de dominio y de poder.
En contraposición a una visión lineal del tiempo que concibe la historia en una sucesión
finita con un principio y un final universales, la representación del tiempo en los Andes se
opone en sus raíces a la teología cristiana, al liberalismo, al materialismo histórico y al po-
sitivismo. El imaginario colectivo tradicional es renuente a la linealidad judeocristiana.
Lozada muestra que el tiempo es representado en los Andes como circular, reversible y
recuperable. El futuro es la resurrección del pasado a través del trasvase de arriba respecto
de abajo, constituyendo un tiempo pendular y complejo. El pasado crece y se despliega en
el futuro reflejando una sucesión de eventos que vuelven a acontecer durante un lapso mar-
cado por el pachacuti que acontece.
Lozada destaca, en contra de los simplismos románticos, que entre los señoríos aymaras
existieron conflictos, persistió la resistencia y el deseo de liberación del sometimiento ejer-
cido por otros indios: por los incas. Y sin embargo, en medio de las contradicciones, cada
señorío multiétnico articuló también la complementariedad, la reciprocidad y la coopera-
ción. De este modo, el sistema de poder y de relaciones disimétricas se volvía tolerable
gracias a la redistribución de la riqueza y al cumplimiento de las obligaciones sociales de
parte de los señores aymaras. Lozada señala cómo los aymaras dominaron, explotaron y
oprimieron a los chuquilas, a los urus y a los puquinas, mostrando las falacias de quienes
asumen la máscara de ser sólo las víctimas sufridas y seculares.
En contra de las visiones románticas que pretenden mostrar que hasta antes de la conquista
de los españoles no hubo en los Andes opresión política, cruenta violencia ni exacción eco-
nómica, en el parágrafo Lozada hace referencia a las formas de sometimiento que ejercie-
ron los incas sobre los señoríos aymaras plasmando, por ejemplo, la estrategia del mitima-
yazgo. Esto permite comprender el pragmatismo aymara, la proclividad a la traición, el
faccionalismo, la rearticulación y la ambigüedad en los compromisos políticos.
El último parágrafo del libro, el vigésimo, trata los temas de la utopía, las crisis y la resis-
tencia en los Andes. Lozada termina su itinerario intelectual reflexionando sobre la llamada
“utopía andina”. Entendiendo a la utopía como la denuncia de la realidad y el anuncio de un
ideal del que se ignora cómo se lo alcanzará, no cabe suponer que la representación de la
historia en los Andes ni la imagen del Incarrí siga las pautas de este modelo. Los pachacu-
tis acontecen por fuerza extrahumana produciendo círculos en retornos segmentarios, iden-
tifican el futuro con el pasado y rechazan la existencia de un final universal. Consumados
los recorridos de un giro de la sociedad en su inmediatez, se allana un racimo de círculos
mayores, siempre de manera indefinida, para seguir girando.
Entre un pachacuti y otro, sin embargo, hay irrupciones de resistencia, expresiones de re-
vuelta, manifestaciones por agilitar la próxima inversión. Tal es la función del amaru en la
cosmovisión andina. Aparece como la intención consciente y la voluntad política transfor-
madora, pero en realidad, lo que resulta está determinado por un orden cósmico, por el que
se anula el fracaso o el éxito político. Si la acumulación de revueltas precipita un cambio,
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es que la hora del mismo ha llegado, si los actores que resisten son reprimidos y aplastados
su acción fue necesaria para un cambio futuro remoto o inmediato, inclusive toda acción
política individual o colectiva, conservadora o transformadora coadyuva a cumplir el orden
de la inversión cuando debe acontecer. La historia escapa a la volición y proyecto político
reafirmando la necesidad de las categorías andinas, entre las que, al parecer, surge más o
menos claramente según el caso, uno u otro amaru. Da la impresión de que Blithz Lozada
es el amaru andino con contenido e imagen intelectual.
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DISCURSO DEL AUTOR, BLITHZ LOZADA4
¿Qué es la cosmovisión?, ¿es posible hablar de una visión del mundo más o menos compar-
tida en una región amplia y diversa como los Andes?, ¿qué sustenta tratar fuentes tan diver-
sas como la representación del espacio, los mitos o la iconografía de Guamán Poma de
Ayala para hablar de las representaciones andinas?, ¿qué autoriza suponer que subsista un
sujeto andino del que se pueda interpretar un imaginario recurrente?, ¿con qué legitimidad
teórica se incluyen autores o enfoques tan diversos como Platón, Heidegger o el feminismo
en el libro Cosmovisión, historia y política en los Andes? En fin, ¿qué relación existe entre
la coyuntura política actual de Bolivia con Evo Morales en la Presidencia de la República y,
por ejemplo, las representaciones agro-ecológicas del mundo?
En verdad, no tengo respuestas concluyentes a las preguntas. Creo que los libros son dema-
siado elocuentes, ponen en evidencia la intensidad o la banalidad de quienes los escribimos
descubriendo nuestros deseos, los temores que nos asechan, las ansias y esperanzas que
cobijamos y nuestras frustraciones. No espero convencer a nadie de que la hermenéutica
heideggeriana, por ejemplo, es un rodeo anti-positivista que obliga a ser otro sólo por el
hecho de que cada cultura, posición ideológica, perfil político, identidad social, diferencia
económica e inclusive la diversidad de manifestaciones individuales que somos cada uno de
nosotros, nos impelen a aceptar lo extraño y ajeno, convirtiéndonos al menos en parte, en
otras personas.
Al margen de cómo en nuestro medio, por ejemplo la filosofía de Heidegger aparece a ve-
ces como una mercancía devaluada y otras como un recurso discursivo, para mí refiere el
gesto adusto frente a la relatividad, el sinsentido del ser, la superficialidad de elegir “ser
así” aquí y ahora, y la banalidad de ser alguien, pudiendo ser otros mil sujetos con identi-
dades también fraccionadas jugando roles diversos en escenarios que no dejan de ser irre-
mediablemente periféricos y carentes de sustancia. Ése es el existencialismo que siento
como intelectual al verter el pensamiento de Heidegger para iluminar mi aquí y ahora, con
un indígena en la Presidencia de la República.
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Blithz Lozada estudió Filosofía, Economía, Educación y Ciencias Sociales. Ha obtenido títulos de
maestría en Filosofía, Ciencias Políticas y Gestión de la Investigación Científica. Es docente e
investigador de postgrado y pregrado en las Facultades de Humanidades y Derecho de la Universidad
Mayor de San Andrés. Tiene doce libros y ha publicado en revistas especializadas o presentado a
congresos o a eventos nacionales e internacionales, alrededor de treinta artículos científicos.
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No busco convencer a ningún lector de que interprete la realidad boliviana, por ejemplo,
leyendo a Platón. El placer estético, el brillo alegórico, la agudeza del intelecto sólo se des-
cubre cultivando el suyo propio. A quienes descubren en sus diálogos al político que ensal-
za a los espartanos por su vida y régimen, les insinúo que Platón despreciaba las vacías
promesas demagógicas y pensó la equidad de género en la individualidad que cada sujeto
pueda construir. Pedagógicamente, por ejemplo, los masistas de hoy, podrían descubrir en
Platón la valoración de la isonomía, deberían emular a los periecos para gobernar con mís-
tica de sacrificio y entereza, para que siendo pocos, trescientos quizá, establezcan con el
ejemplo la posibilidad de otra sociedad, una que de verdad haga historia desde dentro, más
acá del maquillaje y la mimesis repudiados por el filósofo.
Decía que los libros delatan. Éste pone en evidencia mis vicisitudes teóricas e intelectuales,
pero también mis experiencias políticas y tensiones culturales. En él se devela mi radical
inconformismo frente al poder, muchas de mis páginas traslucen mis frustraciones frente a
los discursos amañados que fatídicamente ya no puedo creer, muchos parágrafos dejan ver
los resortes que impulsan gestos, actitudes y discursos de políticos en un mundo de pobreza
y mediocridad donde lo único que abunda son sus ansias de cambiar la propia situación de
miseria humana y económica, patéticamente entendiendo al cambio como la alternancia de
pasar de abajo arriba, de comenzar a ocupar sitiales de poder para aplastar al otro tal y co-
mo ellos fueron aplastados, y asumiendo al Estado como un botín. Sí, parece que se man-
tiene la actitud tan perniciosa para el bien común, de asumir que la lucha política tiene éxi-
to, finalmente, si permite obtener la llave para abrir el cofre del botín: la llave del tráfico de
influencias, la venalidad multicultural y plurilingüe, y el cinismo grosero y ramplón de
cuerpos envilecidos en la lujuria adictiva del poder.
Peor aún, mi libro delata mis temores. Sí, temo que esta vorágine irracional y variopinta dé
lugar a que nuestros gobernantes comiencen a creer sus propias mentiras. El nepotismo, la
corrupción, la impunidad, el sectarismo y la depravada pulsión de hegemonía terminan en
convulsiones internas, traiciones, delaciones y otra serie de prácticas fruto del lodo de don-
de surgieron. En realidad, el país ha sido siempre afectado por este estilo de práctica políti-
ca, pero cuando las propias mentiras se asumen por los hablantes como verdades inconcu-
sas, no sólo se dispersa toda esperanza de unidad y fortaleza de la nación, sino que llega-
mos a las puertas del final de la democracia: estamos en la antesala del fascismo.
Las páginas de mi libro delatan también mis vacíos, mis expectativas perdidas, mi asombro
ante los alcances del ingenio mestizo para la exacción de los recursos públicos, y mi estu-
por por la anomia incólume, a veces demasiado complaciente e indefinida. Pareciera que a
título de “cultura originaria” los bolivianos ahora no sólo tenemos que renunciar a vestir de
cierta forma, sino tenemos que alejarnos de la razón, volvernos cómplices con los “herma-
nos” que ahora mienten, roban y deambulan holgazaneando cumpliendo funciones públicas
en un Estado que resulta ahora más benefactor, paternalista, post-colonial y racista como
nunca antes: un nuevo amo que engolosina de dinero y poder disqué a las “mayorías nacio-
nales”.
Probablemente para algunos lo que digo parezca lapidario. Esas críticas también las he es-
cuchado después de regalar algunos de los ejemplares de mi libro. Sí, en Bolivia, como
autor de más de una docena de libros soy un perfecto desconocido y si no regalo algunos
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ejemplares indicando qué parte podría interesarle a uno u otro potencial lector, ni siquiera
recibo críticas. Bueno, reconozco ser radical, porque como Marx decía, tomo las cosas por
la raíz, no por las ramas y menos por los frutos. Así, hablando de radicalismo, aprovecho
este momento para referirme a otras raíces, sin antes dejar de agradecer a Carmelo Corzón
por la publicación de otro libro hace diez años.
Como gracias a los brillantes periodistas de nuestro medio estoy siempre “out”, eso signifi-
ca ser marginal y radical por si acaso, otro libro, publicado también por Producciones CI-
MA y escrito con mi amigo Marco Antonio Saavedra, fue hace diez años, una incisiva críti-
ca a la democracia pactada, critica instantánea y permanentemente ignorada. Sí, ignorar las
críticas es silenciar a los intelectuales radicales de la sociedad, es segar lo que sobresale
para que todo sea pequeño en el alma, la mente y el cuerpo. Si la prensa, los políticos u
otros intelectuales “in” hubieran prestado atención hace diez años a las críticas y adverten-
cias que la democracia pactada iba precipitando en Bolivia, hubieran reparado en las conse-
cuencias de la discrecionalidad y hubieran falseado las lecciones que los políticos corrup-
tos, generosamente imparten gratuita y sistemáticamente a nuestros hijos para que sean
como ellos. Hubiéramos creado instituciones que frenen la obsecuencia, que castiguen el
oportunismo, que desenmascaren la demagogia, y que develen el cinismo y el pseudo revo-
lucionarismo que se destiló entre los vergonzosos miristas, los apéndices neoliberales artífi-
ces de pequeños negocios, y los grandes proyectos en un país matizado por los bloqueos y
las presiones de cada día, pero que para la presuntuosa “clase política” fue, es y será la jau-
ja de la corrupción y la impunidad.
Espero que ese olvido instantáneo y permanente de mi libro anterior no sea el destino de mi
nuevo libro. Espero también que si todavía existen personas de buena voluntad en Bolivia,
ojalá Cosmovisión, historia y política en los Andes les ayude a advertir los riesgos y se
sientan interpelados a cortarlos de raíz, aunque sea sólo individualmente. Pero volvamos al
texto, ¿por qué la cosmovisión andina? Porque creo que al tomar cualquier expresión de la
cultura material realizada por nuestras identidades híbridas y múltiples, no sólo dentro sino
fuera de nuestro país, con mayor o menor énfasis, con excesiva o deficiente autoestima cul-
tural, quienes realizamos tales expresiones, afirmamos lo que somos y cómo nos construi-
mos. Creo, en verdad, que toda realización humana, económica, política y social, ideológi-
ca, religiosa o lo que fuera, es cultural.
Es posible descubrir en mi texto una estructura política recurrente en los Andes, partiendo,
por ejemplo, de los dibujos de un hombre que tal vez no existió: Guamán Poma de Ayala;
partiendo, por ejemplo, del análisis del empleo del agua para la vida y el trabajo, o partien-
do de la interpretación del panteón andino: híbrido, anfibológico y multi-semántico, rebo-
sante de representaciones sagradas terribles. También partí en otros momentos según mi
humor intelectual, de la rutina comunitaria evidenciada en localidades perdidas, de la placa
de Coricancha dibujada por Juan Santa Cruz Pachacuti, de varias expresiones rituales y
gestos simbólicos que pueblan de ambiguas representaciones al espacio, tejen un devenir
del tiempo encerrado en sus propios anillos, y dan lugar a interpretar los sentidos disueltos
de ciclos míticos prehispánicos o paradojas ineludibles en la reciente y prolífica elaboración
de la “utopía andina”.
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Pero lo que hago en veinte parágrafos del texto no es una interpretación estática y anquilo-
sada. Ni se me asoma la idea de que la cosmovisión es un imaginario configurado como
una reliquia ideológica. Por el contrario, se trata de un conjunto dinámico de componentes
que permiten adecuar, ensamblar o encajar, las identidades y los roles de polares mundos
andinos con inacabables cuadros de poder. He tratado de interpretar los diagramas de fuerza
constituidos y en proceso de desarticulación, las relaciones que se disponen acomodando y
ajustando sus componentes en la afirmación de las identidades que cada uno de nosotros
asume como suyas.
En el libro muestro también que las representaciones románticas y las fantasías ideales pro-
vistas por sesgos interesados en obnubilar las relaciones de poder en los Andes, por ejem-
plo, con relación al imperio incaico, provocan la construcción de estereotipos discursivos
impunes en el presente. Muestro que la responsabilidad de un indígena con poder no se
mide por su habilidad retórica o por sus recursos para pertrecharse algunos años en el go-
bierno.
Se debería medir por cambiar el sentido del ejercicio del poder, por variar la herencia de
una práctica política depravada en más de dos décadas de democracia pactada. Se tendría
que medir no por hacer de Bolivia el símbolo del folklore político o por la habilidad de usar
un culturalismo a ultranza, sino por convertir a su gestión, a su partido, a su gobierno, en el
paradigma de una racionalidad que castigue la corrupción, que cambie nuestro sistema jurí-
dico rebosante de impunidad y que discipline al ciudadano para que deje de succionar del
Estado comenzando a aportar, construyendo un cambio de verdad con una sociedad en la
que nosotros mismos seamos otros, al lado y en competencia con el mundo. Si algo de esto
sucede, mi libro habrá tenido impacto. Espero que así sea.
Gracias.
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