Comentario Las Bacantes 2

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Comentario de texto

Las Bacantes de Eurípides

Fernando Ibáñez Jiménez

La crítica de la obra de Eurípides coincide en señalar Las Bacantes –última


creación del autor- como una tragedia compleja y enigmática. Al establecer como
referente las obras de los otros dos grandes poetas trágicos de la Grecia clásica –
Esquilo y Sófocles-, e incluso, con la obra temprana de Eurípides, se observa un
distanciamiento formal que trasciende a la lectura de fondo. La teoría estética
planteada por Aristóteles en su Poética no encuadra a cabalidad la tragedia en
cuestión, ya que ésta supera ciertos márgenes y nos lleva a reflexionar sobre las
diversas categorías de la tragedia como género. En este sentido, el Arte poética
de Horacio coincide en diversos aspectos con la propuesta aristotélica y la
complementa en ciertos elementos fundamentales. El objetivo de este comentario
será, entonces, examinar los postulados más importantes de ambas teorías
presentes en Las Bacantes.

1. Plano de la Poética

1.1 Unidad de acción: se puede observar que la estructura aristotélica de


principio-medio-fin se respeta manifiestamente, al momento en que hay una
presentación de los hechos (se definen las fuerzas de la tragedia, en este caso,
Dionisio y sus Bacantes, y el rey Penteo como contraparte), un desarrollo de
acontecimientos y un desenlace trágico. Sin embargo, cuesta establecer cuál es la
única acción imitada, fundamentalmente, por el desconocimiento sobre personaje
protagonista de la obra –según los lineamientos que derivan de la Poética. Si
desestimamos a Penteo como posible protagonista y situamos en esta posición a
las Bacantes ayudadas por Dionisio, podemos establecer que la acción imitada en
la obra no es otra sino la venganza contra la familia del rey por no haber admitido
la divinidad del dios –y, por extensión, el castigo contra el pueblo tebano en
general. Esto se puede aseverar si se piensa que todos los sucesos acaecidos en
la obra conducen hacia este fin –la imprudencia de Penteo, el éxtasis de las
Bacantes, el regreso de Dionisios y otros.
Desde el Arte retórica de Horacio podemos comprender la propuesta de
Las Bacantes como una subversión formal y temática, en la medida que Eurípides
contradice algunos postulados fundamentales de la poética de la tragedia. Existe
una total relativización de la verdad como fin de la representación, ya que se
presentan ciertos factores (personajes, acciones) que desvirtúan el
establecimiento de la visión de mundo del autor. Tanto de Aristóteles como
también de Horacio podemos deducir que este efecto verdad se perfecciona en la
interacción de la obra con el espectador, efecto sumamente problemático en la
tragedia en cuestión. Las figuras principales –Dionisios y Penteo- carecen de
unidad y no responden a la lógica de sus caracteres, los cuales trasuntan en
acciones contradictorias; por esta razón, la crítica suele separar Las Bacantes del
resto de la obra de Eurípides, al considerarla una creación que no se ajusta
unitariamente con su producción anterior. Desde Horacio, podemos comprender
también esta subversión como la búsqueda de una nueva acción, nunca antes
vista

Harás mejór si alguna accion imitas


Sacada de la Ilíada de Homero,
Que nó en ser el primero
Que represente historias inauditas. (Iriarte, 1777: 20)

De esta referencia podemos argüir que la propuesta de Eurípides debe


haber sido –a lo menos- discutida por los poetas trágicos de su época, al
manifestar un camino distinto a la norma general para conseguir los efectos de la
tragedia.

1.2 Personajes: a diferencia de otras grandes tragedias como Edipo Rey,


Antígona o La Orestíada, Las Bacantes no presenta el modelo de héroe trágico
que suele incorporar el género. Dicho personaje –que comúnmente es el
protagonista- se diferencia del resto por su nobleza y por algunos valores
preponderantes como la virtud, la bondad, la mesura y el juicio razonable. Las
Bacantes introduce un personaje –el rey Penteo- sobre el cual estos valores caen
como requisitos, pero nunca serán practicados: el nieto de Cadmo aparece en
escena como un sujeto imprudente y ofensivo, que falta gravemente al nombre de
un dios y no respeta las disposiciones de su pueblo –en este caso, el culto y la
evasión- ni las palabras de los sabios (conducta descrita por Horacio al referirse
sobre el discurso de los mozos). A pesar de que la hybris se vislumbra en Penteo,
ésta no se muestra como un rasgo extraño y subrepticio en él, sino que viene a
reafirmar su carácter despótico e irracional

No es exactamente el personaje movido por grandes ideales, que se


destruye a sí mismo, como Eteocles o Edipo, y que es llorado por el
coro. Penteo está en la línea de los tiranos: Creonte de Antígona era
un precedente, no se le llora en su fracaso. (Vilchez, 1993: 76)

Como se aprecia en la cita, Penteo no corresponde al tipo de personaje


modélico del cual se sufre su desventura. Por el contrario, las Bacantes figuran
durante buena parte de la obra como un personaje colectivo, y será hacia el final
de la obra cuando se singularicen en Agave. Es la madre del rey quien
experimenta el fatal reconocimiento hacia el final de la tragedia (ha matado a su
hijo y no a un león), y es ella quien experimenta la peripecia, desde el éxtasis y
felicidad en la adoración de Dionisio hasta el dolor cuando retorna a la razón.
Serán las Bacantes –y, en especial, Agave- quienes provoquen la conmiseración y
el temor en el público, aunque no por esto la catarsis se revele de forma clara.

1.3 Figuración de los dioses: para la crítica es trascendental el cambio que


representa Las Bacantes respecto a la aparición de un dios –Dionisio- como uno
de los personajes principales de la tragedia. La importancia de esta inclusión
radica en que Dionisio es reconocido como un dios principal dentro de la
estructura del género; Nietzsche lo reconoce –junto con Apolo- como un dios que
permite establecer el carácter de la tragedia, aspecto que se suma a su
consideración como dios del teatro y de la evasión de la razón. Tales
antecedentes sin lugar a dudas modifican la apreciación de la obra respecto al
carácter de los personajes –especialmente de Penteo-, lo cual plantea una serie
de diferencias respecto a las otras tragedias. Pareciera ser que en Las Bacantes
el dios de la evasión y el vino fuera quien porta los valores totalmente contrarios a
lo que representa: es Dionisio quien hace un llamado a la razón de Penteo; el
mismo dios castiga una falta gravísima en el contexto de la tragedia, como es
ignorar el culto a los dioses. En este sentido, Dionisio es un dios totalmente
ambiguo y misterioso, visión compartida por buena parte de la crítica y,
posiblemente, por el mismo Eurípides.
Respecto al carácter misterioso de Dionisio, Eurípides aprovecha esta
condición para crear cierto desconcierto en un espectador poco acostumbrado a
ver este tipo de dilemas. La legitimación que pretende Dionisio una vez que arriba
a Tebas responde a su condición de dios extranjero, y su búsqueda no sólo figura
en la obra, sino que trasciende a cierto resquemor social de la Grecia antigua, que
no lo aceptaba como un dios igual a los demás: “Dionisio es un dios presente en la
Hélade y si es considerado extranjero no se debe a su origen asiático, sino a que
muchos griegos lo rechazaban en el interior de sus espíritus” (López Puertas,
2004: s/p). Sin embargo, para los críticos esta exclusión resulta contradictoria si se
atiende a las innumerables fiestas rendidas en honor al dios, especialmente las
Grandes Dionisíacas de Atenas. El carácter ambivalente de Dionisio reafirma la
posición de las Bacantes como protagonistas de la obra, ya que del dios tampoco
podemos esperar las virtudes del personaje trágico. Dionisio es quien pierde a los
hombres, los despoja de mesura y razón. Las palabras de Horacio respecto al
coro como personaje no hacen sino acentuar esta ambivalencia:

Haga las veces de un Actor el Coro;


Y entre los actos sea lo que entone
Tan conforme al propósito y decoro
De la accion, que con ella se eslabone.
Al hombre honrado aliente y patrocine;
Unase al buen amigo;
Aplaque al irritado; y apadrine
Al que de la maldad es enemigo… (1777:30)

El personaje apoyado por el coro no es otro sino Dionisios, en su rol de


ajusticiador de su deidad frente a Penteo. Sin embargo, el carácter del dios no
responde al modelo de nobleza y virtud pretendido por Horacio –ni, mucho menos,
al de Aristóteles-, hecho que reafirma la ausencia de un arquetipo fundamental de
la tragedia y modifica la forma hacia la consecución del efecto trágico. La tragedia
es tan ingrata para con Penteo, que en determinado momento el coro subvierte el
valor griego fundamental de la nacionalidad o patria, al referirse al rey de Tebas
como un extranjero en castigo a su insolencia

Penteo: (…) Dicen que ha llegado un extranjero,


un mozo encantador de la tierra de Lidia.
Si le llego a tener dentro de esta casa
le haré que deje de blandir el tirso y de sacudir
la cabellera, pues le separaré el cuello del tronco.
Coro: ¡Qué impiedad! ¡Extranjero! ¿No respetas a los dioses y
a Cadmo, el que sembró la cosecha de hijos de la
Tierra? Y tú siendo hijo de Equión, ¿ultrajas así a tu
estirpe? (Eurípides, 2011: s/p)

El ímpetu del coro en favor de Dionisios puede entenderse como una


extensión de su carácter en apoyo de la virtud y la nobleza, como también dirigido
hacia la defensa de otro valor fundamental: la justicia. El coro desprecia a Penteo
dada su convicción del respeto incuestionable que exige la deidad y su poder. Lo
que el coro reafirma es la diferencia entre hombres y dioses, y apoya el castigo
contra el rey tebano por su escandalosa distancia respecto a la virtud que debería
ostentar y de la injusticia que representan sus blasfemias contra Dionisios. En
respuesta al postulado de Horacio, podemos establecer que en esta obra el coro
no patrocina a un hombre honrado, sino que alienta el castigo a un hombre sin
virtud.

2. Plano de la Retórica

Como toda obra clásica, Las Bacantes plantea un análisis muy interesante
desde el punto de vista de la Retórica si consideramos las dudas y
particularidades planteadas en el apartado anterior (Poética). Aspectos como la
elección de los personajes, el orden de los acontecimientos y el manejo del tiempo
se pueden profundizar desde la teoría de los retóricos antiguos, valoración
legitimada por la suma importancia que otorgaban a este plano los poetas trágicos
de la Antigua Grecia. Un primer momento de este análisis lo podemos establecer
desde la propuesta de Roland Barthes en La aventura semiológica, quien expone
una visión panorámica de la Retórica antigua y ordena el pensamiento de los
retóricos fundamentales. Dicho análisis se expone desde las partes clásicas de la
Retórica, exceptuando la Actio y la Memoria (Barthes no las considera del todo
importantes).

2.1 Inventio

Como bien explica Barthes, entenderemos la Inventio no como una


invención propiamente tal, sino como una ordenación o disposición de los
materiales del discurso. En este caso se trata de una tragedia, y como se explicó
anteriormente, responde a la estructura general de principio-medio-fin. De acuerdo
a lo expuesto hasta el momento, las elecciones más importantes que se hicieron
previa producción de Las Bacantes fueron las de la acción a imitar y los
personajes que figuran en la obra.
La acción representada (tal como se señaló en el primer apartado de este
comentario) corresponde a la venganza por parte del dios Dionisios contra la
familia de Cadmo, por afrentar su dignidad divina. Sin tomamos esta fábula e
ignoramos –por el momento- a sus personajes, observamos que existe un primer
núcleo argumental que ya se ha manifestado en la tradición literaria de la Antigua
Grecia (en este caso, el dios que venga el insulto de un hombre hacia su
divinidad). Existen referentes dentro y fuera de la tragedia: el eterno regreso de
Odiseo, expiando sus culpas por obra de Poseidón; la cruel represalia de Zeus a
Prometeo, o la ruina de Edipo por deshonrar a su linaje. Sin embargo, una primera
innovación introducida por Eurípides fue singularizar al dios dentro de un
personaje y dotarlo de una humanidad variable. En este momento se torna
importante la selección del dios, el cual –para los fines ya señalados- no puede
responder a la impronta de una deidad del todo definida. La elección de Dionisios
atiende a la ambigüedad de su figura y las distintas posibilidades que esta
condición permite. Para perfeccionar esta ambigüedad, Eurípides contrapone a
Dionisios la figura del rey Penteo, el cual se distancia de las virtudes de su
nobleza y es mostrado como un sujeto insolente e irracional. En este caso, un
modelo de completa virtud hubiese limitado en exceso las posibilidades de
Dionisios y su carácter, pues sólo habría figurado como el dios de la evasión y el
frenesí. Sin embargo, observamos lo absolutamente opuesto: Dionisios está
dotado de humanidad por su carácter contradictorio; auspicia la locura, pero a la
vez llama a Penteo a la razón; exige el arrebato de las bacanales, pero también
alecciona al sujeto que no obedece las reglas divinas. Es por estas razones que la
acción seleccionada se condice absolutamente con los personajes protagonistas
de la tragedia.
Luego, si continuamos con la examinación hecha por Barthes respecto a los
medios para persuadir, nos daremos cuenta de que las unidades fundamentales
(entimema y exemplum) se corresponden con algunos de los razonamientos
utilizados por los personajes en su interacción, con el efecto de persuadir a su
interlocutor. Una consideración bastante particular es que la persuasión efectiva,
construida a partir de estas dos figuras, se efectúa por una sola parte de los
personajes: aquella que llama a Penteo a actuar de manera razonable y respetar a
Dionisios. Por el contrario, Penteo no presenta argumentos sólidos ni se esfuerza
en construirlos, sólo incurre en pensamientos arbitrarios, motivados por su
insensato carácter. Ahora bien, el pensamiento inductivo (exemplum) se
manifiesta, fundamentalmente, en ejemplos que diversos personajes –Cadmo,
Tiresias, Dionisios- le muestran a Penteo para que cambie su actitud. Dichos
ejemplos refieren a personas que han incurrido en las mismas faltas de respeto
contra los dioses y lo han pagado con su ruina:

Cadmo: ¡Hijo mío! Bien te ha exhortado Tiresias, permanece con


nosotros y no te pongas fuera de las leyes. Ahora vuela
tu mente, y en tu pensar no hay cordura ninguna.
Aunque este no sea un dios, -como tú dices-, dilo por tu
parte, y admite buenamente que es hijo de Sémele, y
que se crea que ella dio a luz un dios. Mira la suerte
desgraciada de Acteón, al que las mismas perras
rabiosas que él había criado destrozaron, a él, que
mejor en la caza con jauría que Artemis se había
jactado de ser.

El pensamiento deductivo (entimema) funciona en el mismo sentido y es


aún más persistente, ya que constantemente le plantea al rey cuál es la actitud a
seguir. En este punto se encuentran los silogismos propios del entimema con los
lugares comunes que refería Barthes, al plantearse como grandes saberes que
todo hombre moral debería conocer y practicar. De este modo, para una premisa
como “todo hombre debe respetar a los dioses”, la deducción lógica nos asevera
que, como el rey Penteo es un hombre, también debe presentar tal respeto. Otra
premisa importante es “el hombre que deshonra a un dios recibe un castigo”, la
cual también apela al rey tebano.

2.2 Dispositio
Referencias bibliográficas

• Eurípides. (2011). Las Bacantes. Biblioteca digital Bibliotheka.


http://www.bibliotheka.org
• Horacio. (1777) Arte poética. Iriarte, Tomás de (traductor). Madrid: Imprenta
Real de la Gazeta.
• López Puertas, Ginés. (2004). “El mensaje liberador de Dionisio en Las
Bacantes de Eurípides”, en Espéculo, revista de estudios literarios. Madrid:
Universidad Complutense de Madrid.
• Vilchez, Mercedes. (1993). El dionisismo y “Las Bacantes”. Sevilla:
Universidad de Sevilla.

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