Complementario, NNA Trans Y DERECHOS

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Revista lus et Praxis, Año 24, N° 1, 2018, pp.

279-307
ISSN 0714-2877
Igual de diferentes: la identidad de género de niñas, niños y adolescentes en Chile
Isaac Ravetllat Ballestré

Trabajo recibido el 28 de marzo de 2018 aprobado el 30 de mayo de 2018

Igual de diferentes: la identidad de género de


niñas, niños y adolescentes en Chile1
EQUALLY DIFFERENT: THE CENDER IDENTITY OF

CHILDREN IN CHILE

ISAAC RAVETLLAT BALLESTÉ2

RESUMEN
En los últimos tiempos estamos asistiendo a la emergencia de nuevas realidades en el
interior del colectivo trans*, a dar visibilidad a situaciones o circunstancias que hasta hace
pocos años eran completamente invisibles y absolutamente silenciadas. Este es el caso, sin
ir más lejos, de la cuestión de la transexualidad en la infancia y la adolescencia. Pareciera
que estamos viviendo los momentos iniciales del que está llamado a ser un cambio de
paradigma: el dejar de entender la experiencia de las niñas, niños y adolescentes trans*
como una patología, como un desorden identitario o un problema, y pasar a considerarlo
como un conjunto de construcciones y elecciones de carácter personalísimo, de
trayectorias heterogéneas, fluidas y cambiantes, a las que la ley no debe ni puede darles la
espalda. Es por ello que en el presente artículo analizaremos el contexto social y legal que
rodea la vida de las niñas, niños y adolescentes trans* en el Chile actual, haciendo
particular incidencia en aquellos aspectos que caracterizan el derecho a la identidad (de
género) en aquellos casos en que su titularidad recae en una persona menor de edad.
Abstract
In recent times we are witnessing the emergence of new realities within the trans*
collective, giving visibiIity to situations or circumstances that until a few years ago were
completely invisible and absolutely silenced. This is the case, without going further, of the
question of trans-sexuality in childhood and adolescence. It seems that we are living the
initial moments of what is called to be a paradigm shift: the failure to understand the
experience of trans children and adolescents as a pathology, as an identity disorder or
problem, and to consider it as a set of constructions and choices of a very personal
character, with heterogeneous, fluid and changing trajectories, to which the law should not
turn away. It is for this reason that in this article we analyse the social and legal context
that surrounds the lives of children and adolescents trans* in Chile, with particular
emphasis on those aspects that characterize the right to (gender) identity in those cases
where their ownership is a minor.
PALABRAS CLAVE
Transgénero, identidad y expresión de género, infancia y adolescencia.
KEY WORDS
Transgender, gender identity, childhood and adolescence.

1. Introducción
La transexualidad es un fenómeno presente en todas las culturas de la humanidad y en
todo tiempo histórico. Las manifestaciones de identidad de género del ser humano son
variadas y cada cultura hace su propia interpretación de esta circunstancia.

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Las respuestas que las distintas sociedades han dado a esta realidad humana han sido
muy diversas a lo largo del tiempo y en las distintas geografías de nuestro mundo'. Algunas
comunidades han aceptado en su seno una realidad de género no estrictamente binaria y
han articulado mecanismos sociales y normas legales que promueven la plena integración
de las personas trans*2en su contexto de vida cotidiano. Otras, en cambio, han manifestado
diversos grados de rechazo y represión de las expresiones de identidad de género
provocando importantes vulneraciones de los derechos humanos de las personas trans*3.
La definición del género de una persona va mucho más allá de la simple apreciación
visual de sus órganos genitales externos en el momento de su nacimiento, y de acuerdo
con lo expresado tanto por la Corte Interamericana de Derechos Humanos4 como por el
Tribunal Europeo de Derechos Humanos5, no es un concepto puramente biológico, sino,
y ante todo, psicosocial.
Ciertamente, en todo individuo imperan las características psicosociológicas que
configuran su verdadera forma de ser y debe otorgarse soberanía a la voluntad humana
sobre cualquier otra consideración física. La libre determinación del género de cada sujeto
ha de ser afirmada como un derecho humano fundamental, parte inescindible de su
derecho al libre desarrollo de la personalidad6.
Las personas trans* en nuestro país están protagonizando una larga lucha para
conseguir desarrollarse socialmente en el género al que entienden pertenecer. Las
dificultades que se encuentran en este proceso son innumerables y de toda índole, y el
sufrimiento padecido es considerable7. Es necesario, pues, de una vez por todas, crear un
marco normativo claro que facilite este proceso de tránsito, permitiendo la progresiva
adaptación de la persona y el desarrollo completo de sus potencialidades humanas8.
Pues bien, si al desconocimiento generalizado, invisibiIidad y situación de
vulnerabilidad que vive el colectivo trans*, le sumamos, además, un segundo elemento
estigmatizados cual es el ser una persona menor de edad, la negativa al reconocimiento

' PLATERO (2014a), p. 184 y PLATERO (201 4b), p.27.

3 En el texto usaremos preferentemente el término "trans*" con un asterisco, como un concepto paraguas que puede
incluir diferentes expresiones e identidades de género, tales como: trans, transexual, transgénero. Lo que el asterisco
añade es señalar la heterogeneidad a la hora de concebir el cuerpo, la identidad y las vivencias que van más allá de
las normas sociales binarias impuestas. Toda esta terminología tiene en común ser autoeleglda por sus protagonistas,
frente a aquella que proviene y es impuesta por el ámbito médico y que señala una patología. El asterisco quiere
especificar que se pueden librar luchas comunes, al tiempo que reconocer que hay muchas otras cuestiones en las
que no hay un consenso o una única visión de lo que supone ser una persona trans.
3 Tal y como nos recuerda el Ministerio de Salud de la Nación Argentina, el denominado estrés de las minorías está
vinculado a los procesos de minorización de identidades que son percibidas fuera de las normas sociales y la cultura
hegemónicas. Estos procesos sirven como sustento de diversas formas de discriminación, estigmatizaclón,
invisibilización, subordinación y violencia. Si bien la idea de minoría puede remitirnos a lo cuantitativo, debemos
tener en cuenta el aspecto cualitativo del concepto. En este sentido, el concepto minorías viene a enfatizar el carácter
sociocultural de un proceso que, más allá de cuestiones estadísticas, construye minorías como una forma de crear
fronteras con el otro en el marco de diferentes relaciones de poder. Confróntese, MINISTERIO DE SALUD DE LA NACIÓN
Argentina (2017), p. 26.
4 Opinión Consultiva OC/1 7, sobre identidad de género, e igualdad y no discriminación a parejas del mismo sexo,
de 24 de noviembre de 2017, párrafo 32.
5 El Tribunal Europeo de Derechos Humanos, caso Christine Coodwin vs. Reino Unido, sentencia de 11 de julio de
2002, párrafos 81-83, 100, considera que para determinar el sexo de la persona, no se debe atender únicamente al
sexo biológico/cromosómico, sino que también deben tomarse en consideración otros criterios, entre ellos el del sexo
cerebral.
6 SUESS(2010), p. 39.
7 Un hito para Chile fue la aprobación de la Ley N° 20.609, de 24 de julio de 2012, que establece medidas contra la
discriminación, haciéndose mención expresa en su artículo 2o a la identidad de género. Para un análisis crítico del
texto de la mentada norma -conocida vulgarmente como Ley Zamudio-, confrontarlo con Cauché (2014), pp. 11-
58.
8 Para Ramón, el respeto a la diversidad de identidades de género engloba, al menos, tres derechos fundamentales:
1) la dignidad humana; 2) el derecho al libre desarrollo de la personalidad; y 3) el derecho al respeto de la vida
privada. A este marco jurídico, debemos añadir otros principios y derechos fundamentales, como la no discriminación
por razón de identidad o el propio derecho a la identidad. Confróntese, RAMÓN (2017), pp. 20-23.

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de su derecho a la identidad o la desatención a sus necesidades de afirmación, se


multiplican de manera exponencial9.
Efectivamente, gran parte de nuestra sociedad continúa anclada en la idea de que la
sexualidad, la identidad y la (des)identificación con los roles de género tradicionales son
temas tabús, especialmente cuando se refiere al universo de ciudadanos que no han
alcanzado todavía la mayoría de edad. Ello hace que bajo el mito de la "inocencia de la
infancia y su protección" -que hace más mal que bien-, las personas menores de edad
sean directamente desposeídas de su derecho a poder disentir con las expectativas que el
mundo adulto céntrico binario proyecta sobresí10. 11
Ante un panorama como el descrito, el riesgo de aislamiento, discriminación y acoso-
escolar, sanitario, social- que corren las niñas, niños y adolescentes trans* es muy
elevado". Entre las consecuencias más extremas de la vulnerabilidad de estas personas -
que son las que suelen atraer la atención de los medios de comunicación- están los
episodios de violencia física y verbal y el subsiguiente abandono escolar en el que a
menudo desembocan12. Pero, al mismo tiempo, no hay que perder de vista la identificada
como violencia silenciosa que este colectivo de niños, niñas y adolescentes soportan a lo
largo de todo su proceso de crecimiento y socialización, una violencia que no es posible
cuantificar y que se apoya en estructuras de desigualdad culturalmente muy arraigadas:
entre ellas, y sin ánimo de ser exhaustivos, la segregación espacial por sexos y la
naturalización de los estereotipos y asignaciones de género que se dan tanto desde la
escuela y los centros de salud, como desde otras instituciones de socialización (la familia,
la iglesia, el mercado laboral, el sistema normativo y los medios de comunicación)13.

9 El Comité de los Derechos del Niño en su Observación General N°20 (201 6) sobre la efectividad de los derechos
del niño durante la adolescencia, se pronuncia con una claridad manifiesta al estipular que "los adolescentes gais,
lesbianas, bisexuales, transgénero e intersexuales suelen ser objeto de persecución, lo que incluye maltrato y
violencia, estigmatización, discriminación, intimidación, exclusión de la enseñanza y la formación, así como la falta
de apoyo familiar y social, y de acceso a la información y los servicios sobre salud sexual y reproductiva. En casos
extremos, se ven expuestos a agresiones sexuales, violaciones e incluso la muerte". CRC/C/GC/20, de 6 de diciembre
de 201 6, párrafo 33.
10 RAVETLLAT (2015), pp. 1-123. Para Missé, en la mayoría de situaciones el miedo y la incomprensión está más
presente en los adultos que en los propios niñ@s. Seguramente, prosigue dicho autor, en su pequeño mundo de
juegos y diversiones no están teniendo la sensación de estar haciendo algo malo o incorrecto. Pero los adultos,
sabedores de las consecuencias que tiene en nuestra sociedad transgredir las normas de género, imaginan que esa
situación puede tener graves consecuencias. Confróntese, MISSÉ (2013), pp. 27-28.
11 Para López, no aceptar la Identidad de género y la orientación sexual de un adolescente debería considerarse como
forma grave de maltrato. Confróntese, LÓPEZ (2013), pp. 209-210.
12 En Declaración de 1 6 de mayo de 201 7 emitida por el Comité de los Derechos del Niño y otros mecanismos de
derechos humanos regionales y de las Naciones Unidas, en conmemoración del Día Internacional contra la
Homofobia, Transfobia y la Biofobia, se constata como los/as niños/as y adolescentes trans y de género diverso son
más vulnerables a la violencia en la escuela (acoso) y a la exclusión en la clase, en los juegos, en los baños y en los
vestuarios, camino a la escuela y a casa y en la red (ciberacoso). En ese sentido, prosigue la Declaración, un entorno
hostil puede, lamentablemente, llevar a estudiantes trans y de género diverso a abandonar la escuela y la familia a
una edad temprana. Quedan expuestos a la carencia de hogar, a los mercados laborales informales, a la economía
delictiva, a ser objeto del uso de perfiles por la policía y a un ciclo de pobreza, marglnación y más discriminación y
violencia para el resto de su vida. Disponible en
http://www.ohchr.org/SP/NewsEvents/Pages/DisplayNews.aspx?NewslD=21622&LanglD=S (fecha consulta: 21 de
febrero de 2018).
13 En la Encuesta Nacional de Clima Escolar en Chile 201 6, realizada por la Fundación Todo Mejora, se nos muestra
cómo el 70,3% de los/as estudiantes LGBT entrevistados, reportaron sentirse ¡nseguros/as en la escuela debido a su
orientación sexual o identidad de género. Por otro lado, un 59,9% declaró haber sido acosado verbalmente producto
de la forma en que expresa su género, y un 28'6% fue atacado físicamente por ese mismo motivo. Otro dato digno
de ser tomado en consideración es que el 94,8% de los/as alumnos/as encuestados/as afirmó haber escuchado de sus
conpañeros/as comentarios negativos basados en la orientación sexual o la identidad de género, y el 59,9% lo hizo
en boca del personal del centro educativo. Por último, evidenciar que los/as estudiantes que han pasado por niveles
más altos de abuso verbal relacionados con su expresión de género son dos veces más propensos de faltar a la escuela
durante el último mes (50,7% vs27,0%). Confróntese, Fundación TODO Mejora (2016), p. 15. Por su parte, Echávarri
et al. nos recuerdan que Chile duplica la tasa de mortalidad juvenil por suicidio de Latinoamérica y el Caribe, así
como constatan que la mayoría de jóvenes que realizan una conducta suicida han vivido situaciones estresantes en
los últimos meses, a nivel ¡nterpersonal, laboral, académico o financiero. Por el contrario, se observa cómo las

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Tal circunstancia, y siempre atendiendo al principio del interés superior del niño/a,
debiera llevar al legislador chileno a mantener, sin ningún género de dudas, a la niñez y
la adolescencia en el Proyecto de Ley de Identidad de Género14, ya no por una simple
cuestión de justicia social para con los niños y niñas trans*, sino más bien por una
exigencia de carácter internacional emanada directamente de los preceptos de la
Convención sobre los Derechos del Niño, que no es otra que la de ofrecer a todas y cada
una de las personas menores de edad residentes en Chile, plena atención y protección con
independencia de su orientación sexual e identidad y expresión de género (artículos 2° y
8o de la Convención sobre los Derechos del Niño)15.
El Estado chileno, tal y como se encargó de recordarnos el propio Comité de los
Derechos del Niño en sus recomendaciones finales tras el examen de los Informes
periódicos cuarto y quinto, de octubre de 201516, está claramente al debe en esta cuestión.
En este sentido, el Comité ginebrino expresa su preocupación por la persistencia de
actitudes y prácticas discriminatorias con respecto a los niños y niñas homosexuales,
bisexuales, transgénero e intersexo, y recomienda al Estado parte redoblar los esfuerzos
destinados a combatir las actitudes negativas y eliminar la discriminación de que son
víctimas este grupo concreto de personas menores de edad.
En el presente artículo abordaremos, pues, el análisis de la realidad social y el marco
jurídico, presente y proyectado, en el que se enmarca la vida de este colectivo de niños,
niñas y adolescentes. Para ello, en primer lugar, procederemos a un breve apunte acerca
de la cuestión terminológica. Efectivamente, indagar sobre cuáles son las principales
diferencias existentes entre las ideas de sexo y género, así como arrojar cierta clarividencia
sobre el acervo conceptual utilizado habitualmente, con más o menos fortuna, al tratar
sobre estas cuestiones, ocuparán nuestras páginas iniciales. Acto seguido, expondremos
minuciosamente el marco jurídico general aplicable a la materia objeto de nuestro estudio,
para de este modo estar en predisposición de valorar si la perspectiva de niñez ha sido
tomada en consideración o, por el contrario, ha sido una vez más postergada. Finalmente,
ahondaremos en la realidad cotidiana de las niñas, niños y adolescentes trans*,
presentando cuáles son algunas de sus principales necesidades, e insistiendo en la vital
importancia de que se reconozca, desniedicalice y despsiquiatrice su existencia, es decir,
que se geste el cambio desde un modelo biomédico, en el que se patologiza a este tipo de
individuos, hasta un modelo para la interpretación, el conocimiento y la intervención que
ha de ser de carácter biopsicosociocultural.

relaciones familiares y sociales satisfactorias y de calidad, así como los cuidados parentales suficientemente buenos,
constituyen un importante factor protector. Confróntese, Echávarri (2015), pp. 6-8. Finalmente, cabe destacar que
según datos de la Organization for Economic Cooperation and Development (OECD), Chile es el segundo país del
mundo en que más ha aumentado la tasa de suicidio adolescente, lo cual es especialmente relevante al considerar
que la asociación entre victimización y suicidio es más alta en adolescentes LCTB. Confróntese, OECD (2015), pp. 56-
58.
14 Otros ejemplos en el contexto latinoamericano son los que encontramos, por ejemplo, en Argentina, Uruguay o
Bolivia. En el primero de los casos, la Ley argentina N° 26.743, de 23 de mayo de 2012, Ley de Identidad de Género,
sí hace referencia expresa a la realidad de las personas menores de edad trans* en sus artículos 5o y 11. Por su parte,
la Ley uruguaya N° 18.620, de 25 de octubre de 2009, de Regulación del Derecho a la Identidad de Género, Cambio
de Nombre y Sexo Registral, reconoce en su artículo Io este derecho a "toda persona", por tanto se entienden
incluidos los niños, niñas y adolescentes. En cambio, la Ley boliviana N°807, de 21 de mayo de 2016, Ley de
Identidad de Género, excluye de su ámbito de aplicación y alcance a las personas menores de dieciocho años
(artículo 4.1).
15 Para el Comité de los Derechos del Niño (2013): Observación General N° 14, de 29 de mayo, sobre el derecho
del niño a que su interés superior sea una consideración primordial, CRC/C/GC/14, párrafo 55, la identidad del niño/a
abarca características como el sexo, la orientación sexual, el origen nacional, la religión y las creencias, la identidad
cultural y la personalidad. El derecho del niño/a a preservar su identidad está garantizado por la Convención (artículo
8o) y debe ser respetado y tenido en cuenta al evaluar el interés superior del niño/a.
16 Comité de los Derechos del Niño (2015): Observaciones finales. Examen de los informes periódicos cuarto y quinto
presentados por el Estado chileno, octubre de 2015 - Documento CRC/C/CHL/CO/4-5, párrafos 24-25.

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2. Cuestión terminológica
En un contexto como el apuntado, no puede obviarse el decisivo papel que juega el
lenguaje en el proceso de construcción de nuestro entorno social. Queda atrás la
consideración racionalista de valorarlo como un simple medio de representación o
reproducción de la realidad. Por el contrario, la terminología que empleamos -y muy en
particular la legal- modela y dirige nuestra forma de entender y comprender el mundo que
nos rodea, y nuestro modo de calificar y denominar a las diversas instituciones se convierte
en una forma de acuerdo o pacto social17.
Consecuentemente, los regímenes discursivos dominantes operan a través de los giros,
las convenciones, las subdivisiones y las categorías que utilizamos para analizar, construir
y describir la realidad; a través de ellos, reconocemos lo que es considerado como
verdadero o falso, como normal o anormal, como correcto o equivocado. Las definiciones
y las clasificaciones se erigen, por ende, en un marco que limita y conforma nuestro modo
de pensar y que, de manera más o menos consciente, gobierna nuestros propósitos y
acciones. Así, el significado de ciertos conceptos debe ser tratado con precisión para
encontrar aquellos resquicios de discriminación que aún sobreviven en nuestro sistema
social y jurídico.

2.1. Sexo y género


El sexo sería lo biológico y es expresión de la dualidad biológica varón/mujer, es decir,
clasifica a las personas en hombre, mujer y si se quiere intersex, basándose esencialmente
en sus características biológicas y anatómicas, mientras que el género sería lo cultural18.
Así, con la expresión género se quiere significar que la realidad integral del ser humano
supera la biología, en el sentido de que, en la conformación y desarrollo de la identidad
sexual, poseen, asimismo mucha importancia la educación, la cultura y la libertad. De tal
forma que el sexo y el género serían dos dimensiones que confluyen en una misma
realidad: la identidad del ser humano. Con esta premisa, el sexo y el género no se
consideran como realidades antagónicas, sino como complementarias19.
Clarificar en este punto, que al emplear la expresión identidad de género hacemos
referencia ai sentimiento de pertenecer a un determinado género, biológica o
psicológicamente20. Es inherente al propio sujeto, en otras palabras, es un elemento

17 Apunta Barudy que el mundo se construye de acuerdo con la manera como es percibido, o en otras palabras, el
mundo, tal y como lo observamos, es el mundo de los sistemas observantes en que la propia manera de observar
modifica ya lo observado. Confróntese, BARUDY (1998), pp. 29-30.
18 Para Aparisi, el género conduce a una representación psicológico-simbólica, una construcción histórica y
antropológico-cultural. Integra, asimismo, roles y pautas de comportamiento, con los condicionamientos sociales que
ello conlleva. Confróntese, APARISI (2015), pp. 37-49. En una línea similar, Solsona entiende que con el término
género se establece sobre las personas una clasificación de origen cultural, que ya no se sustenta en la genética o la
biología, pero que nos otorga una identidad determinada, una forma de ser, de expresarnos, de actuar y de sentir que
reproduce las desigualdades por razón de sexo y discrimina a todo aquel que se atreva a cuestionarlo. Confróntese,
SOLSONA (201 6), pp. 20-26. Por otra parte, según el Preámbulo de los Principios de Yogyakarta, marzo de 2007,
referentes a la Aplicación de la Legislación Internacional de Derechos Humanos en Relación con la Orientación
Sexual y la Identidad de Género, se entiende por identidad de género "a la vivencia interna e individual del género
tal como cada persona la siente profundamente, la cual podría corresponder o no con el sexo asignado al momento
del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo (que podría involucrar la modificación de la apariencia
o la función corporal a través de medios médicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre que la misma sea libremente
escogida) y otras expresiones de género. Incluyendo la vestimenta, el modo de hablar y los modales". Por último,
Puche, Moreno, y Pichardo defienden que el propio concepto de "identidad de género" es problemático, porque
naturaliza y esencializa lo que no es sino un constructo social, que termina convirtiéndose en fuente y esencia de lo
que el sujeto es (para sí y para los demás). Confróntese, Puche, moreno y Pichardo (2013), p. 193.
19 LÓPEZ (2016), p. 17.
20 También hay otros términos como "variante de género" (gender variant). Este término enfatiza la ¡dea de ser algo
distinto a lo más común, tratándole de otorgar a la cuestión un énfasis positivo. También se utiliza la expresión
"personas que no cumplen (o no conforman) los mandatos de género" (gender non-conform'mg). Son personas que

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esencial de su "yo"21. Pues bien, toda persona para alcanzar un nivel pleno de bienestar,
necesita que exista una cierta coherencia entre lo que es y lo que siente que es, e incluso
lo que los otros piensan que es22.

2.2. Transexual, transgénero, travesti e intersexual


Tal y como ya hemos avanzado, en el campo que estamos tratando la cuestión
terminológica y conceptual es compleja23. No obstante, una de las cuestiones que llama
más poderosamente la atención cuando se suscita el tema de las personas trans*, no
particularmente en el ámbito de la niñez y la adolescencia, sino en general, es que se suele
tratar de forma conjunta a transexuales, travestís, ¡ntersex y transgénero, entre otras
categorías24. Ello, evidentemente, supone un craso error que esconde un alto grado de
discriminación, al tratarse de realidades completamente distintas y que, por otra parte,
dificulta un abordaje eficiente de todas y cada una de las necesidades propias de cada uno
de los mentados colectivos. Por ello, y evitando en la medida de lo posible ofrecer una

no encajan necesariamente ni en la masculinidad ni en la feminidad como tradicionalmente han venido siendo


definidas.
21 Para López, cuando hablamos de identidad nos referimos a la conciencia del YO, que es el núcleo permanente de
la identidad. Yo he sido, soy y seré siempre yo, nunca otro, el mismo, más allá de los posibles cambios más o menos
importantes. Dicho de otro modo, el YO no cambia en cuanto a tal, no cambia en lo que tiene de esencial, lo que
me define como persona. Confróntese, LÓPEZ (2013), p. 210. Desde otra perspectiva, Ventura, y Vaz defienden que
el proceso de construcción identitario adquiere dos vertientes: la endógena y la exógena. La primera se refiere al
plano individual, es decir, al modo en que el sujeto construye su propia identidad en una tarea deautoidentificación.
La exógena, por su parte, se refiere al modo en que la sociedad construye, representa y define una identidad externa
-el otro-. Ambos procesos son simultáneos y se modifican el uno al otro. Confróntese, VENTURA Y VAZ (2014), p. 462.
22 De acuerdo con la Orden de la Superintendencia de Educación N°768, de 27 de abril de 2017, relativa a los
derechos de las niñas, niños y estudiantes trans en el ámbito de la educación, p. 2, la identidad de género se refiere
a la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente profundamente, la cual podría
corresponder o no con el sexo asignado al nacer, incluyendo la vivencia personal del cuerpo. Idéntica definición es
la adoptada por la Unidad de Inclusión y Participación Ciudadana del Ministerio de Educación chileno (2017):
Orientaciones para la inclusión de las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex en el sistema educativo
chileno. Santiago, Ed. Ministerio de Educación, pp. 26 y 44. En Argentina, la Ley N° 26.743, de 23 de mayo de 2012,
en su artículo 2o, reproduce exactamente la misma idea. En igual medida, el artículo 3o de la Ley boliviana N°807,
de 21 de mayo de 201 6. Otras manifestaciones similares del mentado concepto podemos encontrarlas en el Derecho
europeo, más concretamente en el ordenamiento jurídico español. Así, la Resolución de 25 de enero de 2017, del
Instituto de la Mujer de Castilla la Mancha, por la que se acuerda dar publicidad al Protocolo de Actuaciones dirigido
a Menores sobre Identidad y Expresión de Género, se entiende por identidad sexual y/o de género "la vivencia interna
o individual del género tal y como cada persona la siente y la auto determina, sin que deba ser definida por terceros,
pudiendo corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, y pudiendo involucrar la modificación
de la apariencia o la función corporal a través de medios farmacológicos, químicos o de otra índole, siempre que
ello sea libremente escogido". Esta misma definición es la recogida en el artículo Io de la Ley N°2/201 6, de 29 de
marzo, de Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y No Discriminación de la Comunidad de Madrid y en
el artículo 4o de la Ley N° 8/201 7, de 7 de abril, integral de reconocimiento del derecho a la identidad y a la expresión
de género en la Comunidad de Valencia -DOCV N°8019, de 11 de abril de 201 7-.
23 Para Platero, la identidad es una experiencia compleja que engloba cómo nos sentimos, y que puede ir desde si
estamos conformando o reafirmando o no, las expectativas sobre nuestro comportamiento, que se basa en qué
atribución hacemos a las categorías mujer y hombre. Puede incluir no sentirse dentro de ninguna de estas dos
categorías (mujer/hombre) o sentir la identidad de género opuesta a la señalada. También puede implicar tener
actitudes y roles sociales determinados, presentarse socialmente de forma ocasional o permanente de un género
distinto al asignado, o vivir todo el tiempo en el género elegido. Puede incluir la modificación corporal, o no, a través
de hormonas, cirugías mayores o menores. Y puede que se haga a veces o puede que sea un viaje de transición que
dura toda la vida. Una persona trans puede tener un aspecto masculino o femenino, puede ser un varón trans o una
mujer trans, o puede rechazar incluso ser categorizado dentro de alguna de estas dos opciones. Puede
autodenominarse de muchas maneras, ya que no todas las experiencias trans son iguales. Confróntese, PLATERO
(2014a), p. 184.
24 Sin ir más lejos, tenemos a las personas queer (término inglés que puede traducirse como raro). La teoría queer se
reapropia de un concepto estigmatizante, para transformarlo en un motivo de posicionamiento político y de orgullo.
Así, la diferenciación entre naturaleza (sexo) y cultura (género) entró en crisis a partir de la llegada de esta teoría
originada en Estados Unidos a finales de la década de 1980 y principios de 1990. Otra categoría sería la de las
Tomboy (expresión inglesa que originariamente significaba chico rudo), que identifica -con esa obsesión que la
sociedad actual tiene de etiquetar- a las chicas que visten y se comportan supuestamente de manera masculina.

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definición nominal cerrada de cada una de esas realidades, sí consideramos


imprescindible, por el valor pedagógico que ello pudiera ostentar, que apuntemos algunas
de las características esenciales que identifican a cada uno de esos grupos de individuos25.
El travestismo, por ejemplo, no tiene un deseo profundo de cambiar de sexo, sino que
se ha instaurado una necesidad psíquica de ponerse ropa del otro sexo, como condición
necesaria para alcanzar la excitación sexual. Más aún, en el travestí concuerda la identidad
de género con el sexo biológico. Al travestismo se le ha venido considerando una parafilia
que supone la activación sexual por medio de objetos y situaciones que no forman parte
de las pautas habituales. En suma, el travestismo se refiere a un cambio en la expresión de
género (vestimenta, ademanes, comportamiento) sin que realmente exista una
identificación interna y esencial con el nuevo género; se suele manifestar como un juego
performativode carácter puntual.
En cambio, el transexual sí que opta, incluso se puede decir que necesita, adoptar los
rasgos del otro sexo de forma continua y en algunos casos la hormonación e incluso la
reasignación de sexo. Para el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, un transexual
es la persona "que mediante tratamiento hormonal e intervención quirúrgica adquiere los
caracteres sexuales del sexo opuesto"26.
La tercera categoría en cuestión es la de las personas intersex. En este caso, no existe
conflicto alguno entre la identidad de género y el individuo: cada sujeto tiene un sexo
asumido, varón o mujer, que para él no ofrece dudas; no hay un problema psicológico y
no tienen en absoluto la percepción de pertenecer a un tercer sexo o de ser andróginos27.No
obstante, en estos casos, cuando una niña o un niño nacen con características sexuales no
claramente definidas, tanto femeninas como masculinas, habrá que optar, atendiendo al
principio del interés superior del niño/a, por aquellos procesos, médicos y/o legales, menos
drásticos, agresivos e irreversibles para con su persona y desarrollo integral28.
En efecto, entendemos que no es necesario precipitarse asignando e inscribiendo un
sexo desde el mismo instante del nacimiento, incurriendo de este modo en un grave peligro
de arbitrariedad. Debe garantizarse la integridad corporal de las personas menores de edad
¡ntersexuales, salvo que haya una motivación médica que así lo justifique, hasta que
alcancen el nivel de madurez suficiente para definir por sí mismos su identidad sentida,
ofreciéndoseles, además, plena protección de su intimidad y dignidad frente a prácticas de

25 En un sentido similar se pronuncia Gavilán, quien, tras reconocer las dificultades de ofrecer una definición de
transexualidad, lo argumenta afirmando que cualquiera de las definiciones que se suelen dar ya lleva implícitos unos
prejuicios, unas creencias injustificadas y toda una serie de tópicos y falsos conocimientos que dependen del punto
de vista de la persona y del modelo teórico en el que se define. O simplemente acarrea los valores y la perspectiva
de las disciplinas desde las que se la intenta definir. Confróntese, Gavilán (2016), p. 5.
26 Para Balza, podemos definir transexual como aquel que se siente del sexo opuesto al que le marca su sexo
biológico. La transexualidad se entiende entonces, apunta dicha autora, como efecto de una situación ideológica y
tecnológica. Esta situación tecnológica hace referencia a la posibilidad quirúrgica de llevar a cabo operaciones de
reasignación de género, con su consiguiente tratamiento hormonal. Y, de otra, la situación ideológica hace mención
a la rigidez del sistema sexo/género que mantiene el carácter binario y excluyente del sexo y del género (sólo es
posible ser hombre o mujer, macho o hembra) -dimorfismo sexual-. Confróntese, BALZA (2009), pp. 245-248. Por su
parte, y aun estando de acuerdo en líneas generales con este concepto de transexualidad, Puche, Moreno y Pichardo
añaden que debido a la estrecha ligazón cultural existente entre el sexo anatómico y la identidad de género del sujeto
(es decir, el que sea considerado socialmente y se considere a sí mismo como hombre o como mujer), la identidad
sexual se entrelaza con la identidad de género hasta el punto de volverse prácticamente indistinguibles. Confróntese,
PUCHE, MORENO Y PICHARDO (201 3), pp. 1 91 -1 92.
27 ELÓSEGUI (1 999), p. 11 5; MARCUELLO Y ELÓSEGUI (1 999), pp. 459-477.

28 El Preámbulo de los Principios de Yogyakarta, marzo de 2007, referentes a la Aplicación de la Legislación


Internacional de Derechos Humanos en Relación con la Orientación Sexual y la Identidad de Género expresa,
refiriéndose a este tipo de cuestiones, que "una consideración primordial en todas las acciones concernientes a niñas
y niños será su interés superior, y que una niña o niño que esté en condiciones de formarse un juicio propio tiene el
derecho a expresar su opinión libremente en todos los asuntos que le afectan, teniéndose debidamente en cuenta las
opiniones de la niña o el niño, en función de su edad y madurez".

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exposición y análisis de carácter abusivo29. La protección de las personas intersexuales


exige el reconocimiento de la diversidad de los cuerpos humanos y la erradicación del
prejuicio según el cual existe un único y dicotómico patrón normativo de corrección
corporal, que lleva a que niñas y niños intersexuales sean intervenidos quirúrgicamente a
edades muy tempranas para asimilarlos lo antes posible a la pretendida "normalidad" de
ser hombre o mujer, sin saber cuál es realmente su verdadera identidad, corriendo el riesgo
de cometer graves errores que vengan a condicionar la vida del sujeto30.
Por último, hay que hacer referencia al denominado transgénero, se trata de quien
rechaza la categorización o encasillamiento en uno u otro sexo o género. Para sustentar
esta teoría, hay que deconstruir el concepto de identidad masculina o femenina. En
resumen, desde esta perspectiva se contempla el género como algo en constante proceso
de transformación, donde no existe la obligación de alcanzaruna meta específica. El sujeto
transgenérico va a reivindicar una nueva corporalidad y una nueva subjetividad, que se
muestra transgresora con las categorías sexuales establecidas, al ir más allá de los dos
géneros/sexos que la ideología social y cultural reconoce como necesarios31. Por ejemplo,
la persona transgénero puede decidir tomar hormonas y, en cambio, no operarse o, por el
contrario, puede llegar a operarse y no hormonarse32. Cualquiera de las combinaciones es
plenamente válida, a la par que respetable.

3. Evolución del marco normativo y jurisprudencial internacional


Un primer hito se alcanzó con la promulgación de los principios de Yogyakarta
relativos a la aplicación déla Legislación Internacional de Derechos Humanos en Relación
con la Orientación Sexual e Identidad de Género, presentados ante la Asamblea de
Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en marzo de 200733. Entre otras muchas
cuestiones, este texto mantiene en su principio N° 1 7, relativo a la protección contra abusos
médicos, un claro enfoque de derechos humanos, al afirmar que "la orientación sexual y
la identidad de género de una persona no constituyen, en sí mismas, trastornos de la salud
y no deben ser sometidas a tratamiento o atención médicas, ni suprimidas".

29 LÓPEZ (2012), p. 348. Aun estando de acuerdo con lo apuntado, López Cuzmán entiende que es muy probable que
las niñas y niños ¡ntersexo presenten problemas relaciónales, ya que en el momento de reconocer su cuerpo
evidencian ciertas diferencias con el resto de sus compañeras/os. Confróntese, LÓPEZ (2016), p. 47.
91 Este mismo criterio es el mantenido por la Sociedad de Intersexuales de Norteamérica (Intersex Society of North
America), www.isna.org (fecha consulta: 21 de febrero de 2018). También Amnistía Internacional se ha pronunciado
en este sentido. Amnesty International (2017), p. 59. Por último, la Circular N° 18, de 22 de diciembre de 2015, del
Ministerio de Salud de Chile, instruye expresamente a los centros de salud para que "detengan los tratamientos
innecesarios de normalización de niños y niñas intersex, Incluyendo cirugías genitales Irreversibles, hasta que tengan
edad suficiente para decidir sobre sus cuerpos".
31 BALZA (2009), pp. 247 y 251-254. Para Puche, Moreno y Pichardo, en el contexto euroamericano se denomina
persona transgénero a quien experimenta una inadecuación entre sexo anatómico e identidad de género, pero
resuelven su situación actuando principalmente sobre el rol social de género (vestimenta, nombre, hábitos sociales,
actitudes) y no tanto sobre el cuerpo; en especial, evitan la cirugía de reasignación genital y a veces también la
hormonación. Confróntese PUCHE, MORENO Y PICHARDO (2013), p. 192.
32 De forma más amplia e inclusiva, se emplea en determinados ámbitos la fórmula "persona trans" o "trans" sin
más, que pretende sobrevolar las precisiones corporales y quirúrgicas y poner el acento en el tránsito, en la
transformación, la interpelación o la transgresión de los códigos de sexo/género normativos, al margen de los medios
por los que se lleve a cabo (incluyendo a personas transexuales, transgénero y otras).
33 Un distinguido grupo de especialistas en derechos humanos redactó, desarrolló, discutió y refinó estos principios.
Luego de reunirse en la Universidad de Cadjah Mada en Yogyakarta, Indonesia, del 6 al 9 de noviembre de 2006,
29 reconocidos y reconocidas especialistas procedentes de veinticinco países, de diversas disciplinas y con
experiencia relevante en el ámbito del derecho internacional de los derechos humanos, adoptaron en forma unánime
los Principios de Yogyakarta sobre la Aplicación de la Legislación Internacional de Derechos Humanos en Relación
con la Orientación Sexual y la Identidad de Género. Cada principio se acompaña de recomendaciones detalladas
dirigidas a los Estados. No obstante, los Principios también incluyen recomendaciones adicionales dirigidas a otros
actores, incluyendo al sistema de derechos humanos, los medios de comunicación, las organizaciones no
gubernamentales y las agencias financiadoras.

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Posteriormente, en el año 2011, se adoptó la Resolución 17/19 del Consejo de


Derechos Humanos de las Naciones Unidas bajo la rúbrica "Derechos humanos,
orientación sexual e identidad de género"34, que representa la primera resolución de este
estilo adoptada por este organismo internacional. Este documento abrió el camino al
primer informe oficial de las Naciones Unidas sobre la cuestión, elaborado por la Oficina
del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, denominado
"Leyes y prácticas discriminatorias y actos de violencia cometidos contra personas por su
orientación sexual e identidad de género"35, y más recientemente (2013) al documento
"Nacidos libres e iguales: orientación sexual e identidad de género en las normas
internacionales de derechos humanos"36.
En esta misma línea, la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos
-OEA-, solicitó, en el año 2009, a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos -
CIDH- que incorporara dentro de sus preocupaciones las temáticas relacionadas con la
vulneración de los derechos de las personas LGBTI, creándose de este modo, en el año
2014, la Relatoría sobre Derechos de las Personas LGBTI37.
Siguiendo ese mismo criterio evolutivo, la Asamblea General de la OEA aprobó en el
año 2013 la Convención Interamericana contra Toda Forma de Discriminación e
Intolerancia. En este instrumentoexiste una clara referencia a la orientación sexual,
identidad y expresión de género como ámbitos libres de discriminación.
Recientemente, el 30 de junio de 2016, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU
ha creado la Relatoría sobre la materia, nombrando a un experto independiente encargado
de monitorear la violencia y la discriminación por motivos de orientación sexual o
identidad de género. Este relator tiene como misión dialogar con los Estados parte;
organismos internacionales pertinentes; organizaciones de la sociedad civil; instituciones
nacionales de derechos humanos y foros académicos, para promover la aplicación de
medidas que contribuyan a la protección de todas las personas que sean víctimas de la
violencia y la discriminación por motivos de orientación sexual o identidad de género38.
Asimismo, y haciendo ahora referencia a la jurisprudencia emanada de las cortes
internacionales de derechos humanos, la cuestión parece estar mucho más desarrollada en
el contexto del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos -en adelante TEDH- y en
menor medida en el seno de la Corte Interamericana de Derechos I lumanos -en adelante
CIDH-.
En este sentido, si bien es cierto que tradicionalmente se identificó, e incluso limitó, la
cuestión legal referente a las personas trans* con la autorización o no a las intervenciones
quirúrgicas para la reasignación genital, la realidad que abarca esta materia es, sin
embargo, mucho más amplia y compleja. Por ejemplo, el TEDH tuvo que pronunciarse en
el caso Rees vs. Reino Unido -sentencia de 17 de octubre de 1986- acerca de la
denegación a un súbdito británico, al que previamente se le había admitido un cambio de
sexo, nombre e incluso de pasaporte, de su tratamiento de "Sr."; o en el caso Cossey vs.
Reino Unido -sentencia de 27 de septiembre de 1990- en el que un hombre británico hizo

34 A/HCR/RES/17/19, de 11 de julio de 2011. El documento completo puede consultarse en http://arc-


international.net/wp-content/uploads/2011/09/HRC-Res-17-19.pdf (fecha consulta: 21 de febrero de 201 8).
35 A/HCR/19/41, de 17 de noviembre de 2011. El documento completo puede consultarse en
http://www.ohchr.Org/documents/issues/discrimination/a.hrc.19.41_english.pdf (fecha consulta: 21 de febrero de
2018).
36 Documento en:http://www.ohchr.org/Documents/Publications/BornFreeAndEqualLowRes_SP. pdf (fecha
consulta: 21 de febrero de 2018).
37 Para mayor información consultar la página web de la Relatoría sobre los Derechos de las Personas LGBTI de la
Organización de los Estados Americanos - OEA - http://www.oas.org/es/cidh/lgtbi/ (fecha consulta: 21 de febrero de
2018).
38 A/HRC/32/L.2/Rev.1, de 28 de junio de 2016. El documento completo puede consultarse en https://documents-
dds-ny.un.org/doc/UNDOC/LTD/G16/135/03/PDF/G1613503.pdf?OpenElement
(fecha consulta: 21 de febrero de 2018).

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su tránsito legal al sexo femenino y después solicitó contraer nupcias con un varón italiano,
cuestión ésta que le fue denegada39; o el emblemático caso Christine Goodwin vs. Reino
Unido -sentencia de 11 de julio de 2002-, que supuso un antes y un después en la línea
jurisprudencial seguida por el Tribunal de Estrasburgo en estas cuestiones40.
Efectivamente, en los primeros casos presentados por demandantes trans* que se
consideraban víctimas de violaciones del Convenio Europeo para la Protección de los
Derechos I lumanos y de las Libertades Fundamentales -en adelante CEDH-, al emitir sus
decisiones, el TEDH siempre había sido muy condescendiente con las políticas y las leyes
nacionales en relación con este asunto. Para ello aludía a que la dispar legislación de los
Estados en la materia demostraba la falta de unidad de criterio entre ellos y, en
consecuencia, el amplio margen de apreciación estatal que quedaba y que el TEDH les
debía reconocer41. 42
Pues bien, en el caso Christine Goodwin vs. Reino Unido, el TEDH entiende que el
Estado británico incumplió el CEDH al permitir a una persona someterse a una operación
de reasignación genital, pero acto seguido impedirle cambiar en el Registro Civil los datos
relativos a su sexo y, además, negarle la posibilidad de contraer matrimonio con una
persona del mismo sexo a aquel con el que el transexual nació. La opinión del TEDH en
este caso fue que la negativa del Estado a proceder al cambio de datos oficiales supuso,
por un lado, una intromisión desproporcionada en el disfrute de las personas transexuales
a su derecho a la vida privada -artículo 8o CEDH-; y, de otro, que el Estado prohibiera al
transexual casarse con persona de su mismo sexo cromosómico pero distinto sexo aparente
suponía, en definitiva, negarle sin más el derecho a contraer nupcias protegido por el
artículo 12 del propio CEDH43.
Posteriormente, y en la senda de ese proceso de reconocimiento de los derechos de las
personas trans*, el TEDH, primero en sentencia de 12 de septiembre de 2003, caso Van
Kück vs. Alemania43, después en el caso H. vs. Finlandia, en sentencia de 13 de noviembre

39 El TEDH consideró que no había vulneración del artículo 12 del CEDH -que recoge el derecho a contraer
matrimonio- pues estimó que la protección del matrimonio tradicional es un valor tan importante para la sociedad
que justificaría que el Estado siga empleando el criterio biológico a la hora de decidir quiénes pueden ser
contrayentes. Por ello, la Corte de Estrasburgo estimó que no debía cambiar su posición respecto a su jurisprudencia
anterior.
40 Sanz-Caballero se encarga de realizar un estudio pormenorizado de este cambio de criterio jurisprudencial seguido
por el TEDH. Confróntese SANZ-CABALLERO (2014), pp. 831-868.
41 No obstante, antes de los emblemáticos casos Goodwin vs. ReinoUnido e I. vs. ReinoUnido, ambas sentencias de
11 de julio de 2002, en concreto en B. vs. Francia, sentencia de 25 de marzo de 1992, X.Y. y Z. vs. Reino Unido, de
22 de abril de 1997, y Sheffield y Horsham vs. Reino Unido, de 30 de julio de 1998, el TEDH pareció dar ya sus
primeros pasos para alinearse con las pretensiones de las personas transexuales. En estas tres resoluciones de los años
noventa, el TEDH estableció, si bien entre líneas, que simpatizaba con la difícil situación personal, familiar y social
del colectivo de personas transexuales, si bien, aunque quisiera, no siempre podía responder afirmativamente a sus
pretensiones porque no había un consenso europeo sobre la cuestión.
42 Algo similar sucedió en el caso I. vs. Reino Unido, sentencia del TEDH de 11 de julio de 2002, en que una nacional
británica, transexual femenina operada, demandó al Estado británico por vulneración del respeto a la vida privada -
artículo 8o del CEDH- y al derecho a casarse y fundar una familia -artículo 12 del CEDH-. Concretamente, el Estado
británico se enfrentó a la demanda de una persona transexual operada de hombre a mujer que trabajó un tiempo
como enfermera del ejército y que, cuando tuvo la oportunidad de que éste le empleara de forma definitiva, tuvo que
renunciar al serle solicitado el certificado de nacimiento, en el que seguía figurando como de sexo masculino.
Además, en todos sus trámites con la Administración -la solicitud de un préstamo, de una pensión de discapacidad
y de un nuevo trabajo, entre otros- se le exigía un certificado de nacimiento que apoyara su solicitud. Por si ello fuera
poco, vivía con un hombre y quería contraer matrimonio con él, pero tampoco le era posible, pues continuaba
figurando como varón en el Registro Civil. Finalmente, el Reino Unido fue condenado.
43 Este caso se originó en la demanda de una persona que descubrió su transexualidad de modo tardío, puesto que
nunca se comportó o se vistió como alguien del otro género, sino que se casó con alguien de su sexo opuesto, intentó
tener hijos y sólo cuando se diagnosticó su esterilidad, se empezó a plantear una cirugía de reasignación genital. Por
esta razón, una aseguradora alemana se negaba a resarcirle el tratamiento médico y quirúrgico, siendo favorable tan
solo al tratamiento psicológico del sujeto. Sin embargo, el TEDH entendió que obligar a la persona transexual a
demostrar la necesidad médica de su tratamiento, incluyendo la cirugía irreversible, no era razonable. También
mantuvo que, teniendo en cuenta las numerosas y dolorosísimas intervenciones médicas que supone una cirugía de

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de 201244, y más recientemente en sentencia de 10 de marzo de 2015, caso Y.Y. vs.


Turquía, considera abiertamente, sin ningún tipo de reparos, que elementos como la
identidad o expresión de género, nombre, orientación sexual y vida sexual caen dentro de
la esfera de la protección de la vida privada del artículo 8o del CEDH. Asimismo, la Corte
de Estrasburgo entiende que el derecho al desarrollo integral de la personalidad de un
sujeto trans* debe ser garantizado al amparo de los principios dimanantes del propio
CEDH.
Finalmente, la sentencia del TEDH de 6 de abril de 2017, A.P., Gargon y Nicot vs.
Francia45, condena al Estado francés por vulnerar el derecho a la identidad de género de
las personas trans*. En su resolución, la Corte de Estrasburgo apunta que el hecho de
condicionar el reconocimiento de la identidad sexual de las personas transgénero a la
realización de una operación o a un tratamiento de esterilización al cual éstas no desean
someterse, supone condicionar el pleno ejercicio del derecho al respeto de la vida privada
(artículo 8o CEDH), así como una renuncia al ejercicio del derecho al respeto de la
integridad física46.
En el ámbito regional americano, por su parte, debemos citar la sentencia Atala-Riffo y
Niñas vs. Chile, de 24 de febrero de 2012. Este fallo condenó al Estado de Chile por la
decisión de la Corte Suprema, mediante la cual arrebató el cuidado y la custodia de sus
tres hijas a la jueza Karen Atala en razón de su orientación sexual. En su sentencia final, la
Corte Interamericana de Derechos Humanos estableció que la orientación sexual y la
identidad de género son categorías protegidas por medio del artículo 1.1 de la Convención
Americana. En este sentido, toda discriminación basada en ellas constituye una

reasignación genital, no se puede sugerir que haya algo arbitrario o caprichoso en la decisión de una persona de
cambiar de sexo.
44 En este asunto, una persona nacida de sexo masculino que se casó y tuvo un hijo, es diagnosticada posteriormente
como transexual y sigue todos los tratamientos médicos necesarios para adaptar su cuerpo al sexo que siente como
propio (el femenino). Completado el proceso, lo único que pide la legislación finlandesa para proceder a cambiar su
nombre y sexo en el Registro es, o bien que la persona no esté casada, o bien que su cónyuge consienta transformar
su matrimonio -contraído legalmente- en una unión civil homosexual, contemplada también en la legislación finesa.
La esposa se niega a ello y sólo desea mantener su matrimonio. La demandante, por su parte, reprocha al Estado que
quiera convertir a su esposa en una lesbiana y teme dejar de figurar como "padre" del hijo común, puesto que un
niño no puede tener dos madres. El TEDH en su resolución al caso enfatiza que el Estado tiene la obligación positiva
de asegurar el respeto de la vida privada y familiar, incluido el respeto a la dignidad humana y a la calidad de vida
de las personas. También reconoce que algunos Estados europeos han extendido el derecho al matrimonio a las
personas homosexuales, pero que esto sólo refleja su propia visión sobre el rol del matrimonio en la sociedad. Sin
embargo, entiende que a pesar de que la legislación finesa no admita matrimonios de personas del mismo sexo -en
este caso femenino- sí que admite un partenariado o unión civil homosexual al que la demandante y su cónyuge -
que hasta su conversión sexual era su esposa- tendrían acceso en cualquier momento si deciden disolver su vínculo
conyugal, por ende, concluye entendiendo que no hay vulneración del artículo 12 del CEDH.
45 El caso se refiere a tres personas transgénero de nacionalidad francesa que querían cambiar la referencia de su
sexo y sus nombres en su certificado de nacimiento y se encontraron con la negativa de las autoridades del Estado
francés. El argumento utilizado por las mentadas autoridades francesas fue que, para justificar dicha solicitud, debía
probarse la realidad del síndrome transexual -disforia de género- que sufrían, así como la irreversibilidad de la
transformación de su apariencia. Esta decisión se fundamentaba en dos sentencias que el Tribunal de Casación francés
dictó (el 7 de junio de 2012 y el 13 de febrero de 2013) en que se establecía el principio de que "para justificar una
solicitud de rectificación de la designación del sexo contenida en un nacimiento, la persona deberá establecer, en
relación con lo que es comúnmente aceptado por la comunidad científica, la realidad del síndrome transexual y la
irreversibilidad de la transformación de su apariencia. Por lo tanto, dos condiciones se plantean: el diagnóstico de
transexualismo y la irreversibilidad de la transformación de la apariencia física. Así, si bien la ley no requiere cirugía,
sí se pide, en cambio, un tratamiento médico irreversible que implica la esterilización".
46 Cierto es que en Francia, tras la aprobación de la Ley de modernización de la justicia del siglo XXI, de 16 de
octubre de 2016, se introdujeron en el Código Civil ciertos cambios relativos a la cuestión del género. Así, en la
actualidad, el articulado reconoce a adultos y menores emancipados el derecho a solicitar en procedimiento ante el
Tribunal Supremo el cambio de sexo registral. Entre los medios de prueba que enumera se encuentran: 1) que se
presente públicamente como perteneciente al género reivindicado; 2) que su entorno familiar, de amistades y
profesional le reconozcan con ese género; y 3) que haya obtenido el cambio de nombre para que coincida con el
género reclamado. Por último, el nuevo articulado también dispone que el hecho de no haber sido sometido a un
tratamiento médico, la cirugía o la esterilización, no puede motivar la denegación de la solicitud.

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vulneración del derecho internacional, sentando un extraordinario precedente en materia


de los derechos de las personas LGBT47.
En idéntico sentido se pronunció la CIDH en la sentencia Duque vs. Colombia, de 26
de febrero de 201 6, al declarar que la orientación sexual y la identidad de género de las
personas son categorías protegidas por el artículo 1.1 de la Convención Americana. En
consecuencia, ninguna norma, decisión o práctica de derecho interno, sea por parte de
autoridades estatales o por particulares, pueden disminuir o restringir, de modo alguno, los
derechos de un sujeto a partir de su orientación sexual, identidad o expresión de género48.

4. Identidad de género de las niñas, niños y adolescentes a la luz de la Convención sobre


los Derechos del Niño: modelo, titularidad y ejercicio
Referenciado el contexto terminológico y el marco normativo y jurisprudencial
internacional general relativo al reconocimiento de los derechos humanos de las personas
trans*, ahondamos, acto seguido, en las particularidades que se suscitan cuando el sujeto
objeto de nuestra atención no ha alcanzado todavía la mayoría de edad.

4.1. De un modelo patologizante a la libre determinación del género


La infancia y la adolescencia trans* han sido patologizadas durante décadas. Así, el
abordaje tradicional de las cuestiones relativas a las niñas, niños y adolescentes trans* se
ha venido realizando desde un modelo terapéutico y patologizante. De acuerdo con este
enfoque, se consideraba que la persona menor de edad, y su familia o entorno, debían ser
tratadas por un profesional de la salud mental. Con ello, se prescribía al niño o niña un
tratamiento reparativo que debía llevarlo, en la medida de lo posible, a cambiar su
identidad disidente para ajustarse al sexo asignado en el momento del nacimiento49.
Con posterioridad, y siguiendo en gran medida las clasificaciones internacionales de
trastornos mentales contenidas tanto en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental
Dissorders (DSM) de la Asociación Norteamericana de Psiquiatría (APA)50, como de la
International Classification of Diseases (ICD) de la Organización Mundial de la Salud
(OMS)51, -que si bien continúan considerando la transexualidad como un trastorno de la

47 Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso Atala Riffo y Niñas vs. Chile, sentencia de 24 de febrero de
2012, párrafo 91.
411 Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso Duque vs. Colombia, sentencia de 26 de febrero de 2016,
párrafo104. El caso de fondo versa sobre la supuesta responsabilidad internacional de Colombia por la alegada
exclusión del señor Duque de la posibilidad de obtener una pensión de sobrevivencia tras la muerte de su pareja,
supuestamente con base en que se trataba de una pareja del mismo sexo.
49 El propio Comité de los Derechos del Niño en su Observación General N°20 (2016) sobre la efectividad de los
derechos del niño durante la adolescencia, tras reconocer a los adolescentes su derecho a la libertad de expresión y
a que se respete su integridad física y psicológica, su identidad de género y su automomía emergente, condena la
imposición de tratamientos mediante los que se pretende cambiar la orientación sexual de una persona (el Comité
ginebrino parece olvidar aquí condenar también la aplicación de esas prácticas con respecto a la identidad y
expresión de género, pero del contexto parece poder extraerse), y que los adolescentes intersexuales sean sometidos
a intervenciones quirúrgicas o tratamientos forzados. CRC/C/GC/20, de 6 de diciembre de 201 6, párrafo 34). Mucho
más claro y contundente se muestra el Comité de los Derechos del Niño en la Declaración de 1 6 de mayo de 201 7,
emitida junto con otros mecanismos de derechos humanos regionales y de las Naciones Unidas, en conmemoración
del Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y la Biofobia, en el que se realiza un llamamiento a los Estados
para que despenalicen y despatologicen las identidades trans y de género diversas, en especial de las personas jóvenes
trans, para que prohíban las "terapias de conversión" y para que se abstengan de adoptar nuevas leyes penalizadoras
y clasificaciones médicas patologizadoras, incluyendo en el contexto de la próxima revisión de la Clasificación
Internacional de Enfermedades. Disponible en
http://www.ohchr.org/SP/NewsEvents/Pages/DisplayNews.aspx?NewslD=21622&LanglD=S (fecha consulta: 22 de
febrero de 2018).
50 La edición vigente es la quinta, conocida como DSM-5, que fue publicada el 18 de mayo de 2013.
51 Actualmente está en vigor la décima edición, conocida como ICD-10 (CIE-10, utilizando las siglas españolas que
equivalen a Clasificación Internacional de Enfermedades). Durante el transcurso del año 2018 está prevista su
sustitución por la CIE-11.

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identidado, para ser más exactos, como una situación de disforia de género52-, se rechaza
ya la idea de tratar de convencer al sujeto menor de edad para que renuncie a su identidad
trans*, como sucedía antaño, y, por el contrario, si se le diagnosticara disforia de género,
tal circunstancia pasa a ser contemplada como causa justificativa a la hora determinar la
viabilidad o no de un cambio registral, la posibilidad de administrar bloqueadores
hormonales o incluso de obtener la autorización para someterse a una intervención
quirúrgica de reasignación genital53. Esta visión se traduce en la práctica en que la gran
mayoría de procedimientos legales que toman en consideración a niños y niñas trans*
deben iniciarse con un informe diagnóstico elaborado por un experto en salud mental, lo
que supone no abandonar definitivamente una lectura medicalizada y patologizante de la
realidad trans*. En definitiva, hemos pasado del paradigma de la perversión, de pensar que
esas conductas no son normales, al paradigma de la enfermedad, es decir, que no es que
no sean normales, sino que son un trastorno mental.
Durante la última década, y en respuesta a ese modelo psicopatológico, desde los
movimientos sociales y ciertos sectores profesionales empieza a emerger una corriente de
pensamiento54, a la cual nos adscribimos, que entiende que no hay nada negativo, ni
extraño en la decisión de una persona menor de edad que decida transitar hacia una
identidad de género distinta a la establecida por los estereotipos binarios o dicotómicos
imperantes en nuestro modelo social55. Desde esta perspectiva es necesario entender la
experiencia trans* no como una patología, un desorden identitario o un problema, sino
como un conjunto de construcciones y elecciones de carácter personalísimo, de
trayectorias heterogéneas, fluidas y cambiantes, que debieran ser legitimadas por la ley. Se
impulsa así, el pasaje de un modelo médico a otro fundamentado en los derechos
humanos56, en el que los/las profesionales de la salud pasan a asumir un rol de
acompañamiento, pero dejan de ostentar la facultad de determinar las formas de entender
y vivir las identidades y/o expresiones de género, las orientaciones y/o prácticas sexuales
y las transformaciones corporales, que en su caso, puedan llevarse a cabo57.

52 La identidad de género en la infancia y la adolescencia ya se consideró en las primeras clasificaciones


internacionales. Por ejemplo, en el DSM-lll (1980) se le denominó trastorno de identidad de género en la infancia,
así se siguió manteniendo en el DSM-IV (1994), y en la última versión DSM-V (2013), se ha sustituido el término
trastorno de identidad de género por el de disforia de género, es decir, la angustia que sufre la persona que no está
identificada con su sexo masculino o femenino.
53 López realiza un estudio pormenorizado de la evolución del diagnóstico del transexualismo. Confróntese, LÓPEZ
(2016) pp. 63-67.
54 En este sentido, Gavilán nos recuerda que desde el año 2009 hay un movimiento poderoso a nivel internacional
denominado STP, que responde al acrónimo de Stop Trans Pathologization, que reúne a 397 grupos, organizaciones
y redes procedentes de Asia, América Latina, África, Europa, Norteamérica y Oceanía, cuyo objetivo principal es la
retirada de la clasificación de los procesos de tránsito entre los géneros como trastorno mental de los manuales
diagnósticos (DSM de la American PsychiatricAssociation y CIE de la Organización Mundial de la Salud), el acceso
a una atención sanitaria trans-específica públicamente cubierta, el cambio de modelo de atención sanitaria trans­
específica, desde un modelo de evaluación hacia un enfoque de consentimiento informado, el reconocimiento legal
del género sin requisitos médicos, la despatologización de la diversidad de género en la infancia, así como la
protección contra la transfobia. Confróntese, Gavilán (2016)' p. 8.
55 Ese mismo cambio de paradigma se aprecia en la conducta de las propias familias de los niños y niñas trans*:
antes los progenitores acudían a la consulta de un profesional de la psicología o la psiquiatría para tratar de resolver
el problema del hijo/a, para que se "cure" y, últimamente, se acercan más a esos mismos profesionales para buscar
y adquirir herramientas, información y saberes para poder comprender, atender y acompañar a ese hijo/a, para
respetarlo y aceptarlo tal cual es.
56 Tal y como señala Lobera, es importante señalar lo relevante que resulta que el reconocimiento de derechos sea
complementado por una teoría de la autonomía, que haga posible el ejercicio individual de aquéllos, pues conceder
titularidad sin autonomía de ejercicio, nos vuelve a situar en el mismo punto de partida en que nos encontrábamos
cuando los derechos no les eran reconocidos a las niñas, niños y adolescentes. Confróntese, LOBERA (2009) pp. 11 -
55.
57 Señalan Generelo, Pichardo y Galofré que la adolescencia LGTB atraviesa por diversos procesos como: 1) buscar
un nombre para lo que sienten, 2) tener iniciativa para encontrar iguales, 3) aceptar la diferencia, y 4) poder tomar
decisiones alrededor de revelar (o no) la identidad. Estas fases, finalizan los mentados autores, ni son consecutivas.

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Nadie debiera precisar, a priori, de ningún psicólogo ni psiquiatra que lo diagnostique


o evalúe con respecto al género sentido. Las normas sociales de ordenación del sexo y el
género deberían ser abiertas y flexibles para permitir que todas las personas, con
independencia de su edad, pudieran reconocer su identidad sin problema alguno y que,
en caso de error o divergencia, pudieran cambiar su identidad de la forma más sencilla y
natural posible. En suma, evidenciar que las niñas y los niños trans* no presentan ningún
problema médico, psicológico o psiquiátrico. Por el contrario, los problemas que se les
pudieran presentar guardan relación directa con la sociedad que no los admite y los
excluye, los segrega y los estigmatiza58.
Pues bien, partiendo de esas premisas, de ese intento de despatologizar la realidad de
la infancia y la adolescencia trans*, procedemos seguidamente al estudio de la génesis,
configuración y ulterior desarrollo del derecho a la identidad en el seno de la Convención
sobre los Derechos del Niño -en adelante CDN-, para con ello obtener mayor claridad
acerca del verdadero significado y alcance que este tratado internacional ha conferido al
mentado derecho de la personalidad.

4.2. El derecho a la identidad (de género) en la Convención sobre los Derechos del Niño
En la propuesta inicial de CDN presentada por Polonia en la 34 Sesión de la Comisión
de Derechos Humanos de las Naciones Unidas -marzo de 1978-, de los 19 artículos que
la integraban, no había ninguno referido explícitamente al derecho a la identidad. Sí, no
obstante, el artículo 2° mencionaba la obligación asumida por los Estados parte de
garantizar una especial protección a la niñez, que se concretaba en la necesidad de adoptar
todas las medidas necesarias para asegurar su desarrollo físico, mental, moral, espiritual y
social de manera saludable y en condiciones de libertad y dignidad.
La iniciativa de incorporar un precepto específico relativo al derecho a la identidad
vino de la mano de la República Argentina en el año 198559, y detrás de su propuesta se
escondía la preocupación de esta delegación andina por los cambios de identidad de
recién nacidos acaecidos en su territorio durante el período de la dictadura militar -
esencialmente la adulteración de documentos públicos y la sustracción de identidades-.
Esta propuesta contó con la oposición expresa de las delegaciones de Noruega, Holanda,
Austria, Estados Unidos y Canadá, partidarias todas ellas de la no necesidad de inclusión
de una disposición al estilo de la apuntada, por considerar que el derecho a la identidad
ya se encontraba consagrado en otros artículos del Proyecto de Convención. Secundaron,
en cambio, la idea argentina tanto Polonia como Brasil.
Finalmente, y a sugerencia de la delegación brasileña, el open-ended Vvorking Group
encargado de los trabajos de elaboración del texto de la CDN60, decidió crear un grupo
informal integrado por los representantes de Argentina, Holanda, Noruega y Polonia -con
la asistencia técnica de la International Commission ofjurist- para que tratara y solventara
la cuestión objeto de la controversia. Los trabajos se extendieron durante un período de
doce meses -año 1986- y tras arduas discusiones, en las que en ningún momento, por
razones obvias de la época, se vinculó identidad y género, se llegó a un acuerdo unánime

ni afectan a todos los individuos por igual. Confróntese, GENERELO, Pichardo YGALOFRÉ(2008),pp. 1 5. De esta misma
opinión es ARJONA (201 6), pp. 70-73.
58 SWANN Y HERBERT (2009), pp. 38-52.

59 La versión original presentada por Argentina se pronunciaba del siguiente tenor literal: "The child has the
inalienable right to retain his true and genuine personal, legal and family identity. In the event that a child has been
fraudulently derpived of some or all oí the elements of his identity, the State must give him special protection and
assistance with a view to re-establishing his true and genuine identity as soon as possible. In particular, this obligation
of the State includes restoring the child to his blood-relations to be brought up" (E/CN.4/1985/64, Annex 11, p. 1).
60 La Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas decidió, a propuesta de la representación polaca
(E/CN.4/1324), en su 1479 Sesión crear un Open-ended Working Group para tratar la cuestión de la Convención
sobre los Derechos del Niño. Este grupo de trabajo tuvo sus primeras reuniones durante los meses de febrero y marzo
de 1979. En su primer encuentro oficial Mr. Adam Lopatka (Polonia) fue elegido como presidente del mismo.

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para: en primer término, incorporar a la CDN un precepto alusivo al derecho a la identidad;


y, en segundo lugar, proveer al Working Croup de una propuesta de redacción finar,
iniciativa ésta que a la postre, y tras unas pequeñas modificaciones, se convirtió en el
actual artículo 8o CDN.
Esa falta de sintonía inicial que presentó el artículo 8o CDN con una interpretación
amplia y omnicomprensiva del derecho a la identidad, que incluyera, entre otras, la
acepción relativa a la identidad de género, se continuó manteniendo, una vez ya aprobada
la CDN, durante la época de los años noventa. Así, en el documento elaborado por el
Comité de los Derechos del Niño en el que se recogen las orientaciones generales respecto
de la forma y el contenido de los informes que han de presentar los Estados Partes con
arreglo al apartado b) del párrafo 1 del artículo 44 de la CDN, de 20 de noviembre de
1996*62, al marcar las líneas directrices que deben seguirse para dar cuenta del estado de
iniplementación del artículo 8o-preservación de la identidad- se guarda silencio al
respecto, es decir, para nada se menciona la cuestión del género63.
Tuvo que aguardarse hasta el segundo decenio del siglo XXI para que el Comité
ginebrino empezara a tomar en consideración, o mejor dicho a dar visibilidad, a la
particular situación de los niños, niñas y adolescentes trans*, y ello sucedió al amparo
tanto del artículo 2o (derecho a la no discriminación), como, y en menor medida, del ya
mentado artículo 8o (derecho a la identidad), y accesoriamente de los artículos 3o (principio
del interés superior del niño/a) y 12 (derecho del niño/a a ser escuchado) todos ellos de la
CDN64.
Tal circunstancia queda especialmente reflejada en las observaciones finales
elaboradas por el Comité de los Derechos del Niño frente a los informes iniciales y
periódicos presentados por los Estados Partes en virtud del artículo 44 de la CDN. De su
análisis pormenorizado constatamos cómo no ha sido hasta el año 2014 que el Comité
ginebrino ha empezado a mostrar su particular interés y preocupación por la realidad
vivida por los niños, niñas y adolescentes que son lesbianas, gays, bisexuales y transgénero.
Así, en las observaciones generales previas al año 2014, al hacerse referencia a las
particulares medidas que deben adoptar los Estados Partes para combatir y prevenir la
discriminación contra los niños y niñas pertenecientes a grupos vulnerables, no se
mencionan expresamente dentro de esa categoría ni la orientación sexual ni la identidad
de género, cosa que sí sucede de manera reiterada a partir de la citada fecha65.
Asimismo, encontramos múltiples llamadas al reconocimiento y respeto del derecho a
la identidad de los niños, niñas y adolescentes trans* en los últimos Comentarios Generales
elaborados por el Comité de los Derechos del Niño. En efecto, tanto en la Observación
General N°14 (2013), sobre el derecho del niño a que su interés superior sea una
consideración primordial66, como en la Observación General N°15 (2013), sobre el

6' E/CN.4/1986/39, párr.49.


62 CRC/C/58, 20 de noviembre de 1996, p. 16.
63 Lo mismo sucede en el documento del Comité de los Derechos del Niño que contiene las orientaciones generales
respecto de la forma y el contenido de los Informes que han de presentar los Estados Partes con arreglo al apartado
a) del párrafo 1 del artículo 44 de la Convención sobre los Derechos del Niño. CRC/C/5, 30 de octubre de 1 991, p. 4.
64 Idéntica línea parece haber adoptado el legislador chileno. Así, en el proyecto de ey que establece el sistema de
garantías de los derechos de la niñez, aprobado por la Cámara de Diputados (Oficio N° 13.289, de 2 de mayo de
201 7), se hace mención expresa al derecho a la Identidad de género tanto en el artículo 19, que desarrolla de manera
particular el propio derecho a la Identidad, como en el artículo 9o, en el que se estipula que "ningún nlño/a podrá
ser discriminado en forma arbitrarla en razón de...su orientación sexual, Identidad de género, expresión de género,
características sexuales.".
65 Ver en este sentido las Observaciones finales del Comité de los Derechos del Niño (todas ellas emitidas dentro
del período2014-2017) sobre los Informes presentados por Eslovaqula, Perú, Chile, Reino Unido, Irlanda, Francia,
Polonia, Suecia, Colombia, Suiza, Hungría, Portugal y Rusia.
66 CRC/C/GC/14, de 29 de mayo de 2913, párr. 55.

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derecho del niño al disfrute del más alto nivel posible de salud67, y más recientemente en
la Observación General N°20 (2016), sobre la efectividad de los derechos del niño/a
durante la adolescencia, se contienen referencias directas y explícitas a la especial
protección que merecen la infancia y la adolescencia trans*68.
Finalmente, y no por ello menos trascendente, consideramos también importante traer
a colación el último pronunciamiento del Comité de los Derechos del Niño junto a otros
mecanismos de derechos humanos regionales y de las Naciones Unidas sobre la materia,
del pasado 16 de mayo de 2017, concretamente se trata de la Declaración emitida en
conmemoración del Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y la Biofobia69, en
que se exhorta a los Estados a que faciliten el reconocimiento legal rápido, transparente y
accesible de la identidad de género, sin condiciones abusivas, garantizando los derechos
humanos de todas las personas, incluidas las jóvenes, y respetando las decisiones libres e
informadas y la autonomía corporal70.
Pues bien, tomando en consideración esa línea evolutiva, de visibilización, seguida por
el Comité de los Derechos del Niño, trataremos, acto seguido, de resolver la cuestión
acerca de quién ostenta realmente la titularidad del derecho a la identidad de género, para,
a continuación, centrarnos en aspectos vinculados con el ejercicio de ese mismo derecho
cuando su titular sea una persona menor de edad71.

4.3. Titularidad y ejercicio del derecho a la identidad de género


El derecho de la infancia y la adolescencia como disciplina autónoma es de reciente
aparición, apenas data de finales del siglo pasado. En general, si bien es cierto que tras la
aprobación y entrada en vigor de la Convención sobre los Derechos del Niño se viene
reconociendo a las niñas, niños y adolescentes como sujetos de derecho, no es menos
cierto que, a pesar de esos avances normativos, la infancia y la adolescencia continúan
siendo, en gran medida, completamente invisibles a los ojos de nuestra sociedad72.
Advertida esta circunstancia, uno de los ámbitos en que, precisamente, toma mayor
relevancia la afirmación esgrimida up supra es el de los derechos de la personalidad, dentro
del cual se circunscribe, precisamente, el derecho a la identidad -en todas sus
manifestaciones-73. En efecto, tradicionalmente, se consideró a las personas que todavía
no habían alcanzado la mayoría de edad como sujetos absolutamente incapaces de poder
participar, ya sea directa o indirectamente, en la toma de decisiones vinculadas con el

67 CRC/C/GC/15, de 17 de abril de 2013, párr. 2 y 8. El Comité de los Derechos del Niño, en primer término,
Interpreta el derecho del nlño/a a la salud, definido en el artículo 24 de la CDN, como un derecho Inclusivo que no
solo abarca la prevención oportuna y apropiada, la promoción de la salud y los servicios paliativos, de curación y de
rehabilitación, sino también el derecho del nlño/a a crecer y desarrollarse al máximo de sus posibilidades y vivir en
condiciones que le permitan disfrutar del más alto nivel posible de salud; y, acto seguido, llama a los Estados a que
respeten la orientación sexual, la identidad de género y el estado de salud de los niños, niñas y adolescentes.
68 Cfr. CRC/C/GC/20, de 6 de diciembre de 201 6, párr. 33 y 34.
69 Disponible en: http://www.ohchr.org/SP/NewsEvents/Pages/DlsplayNews.aspx?NewslD=21622&LanglD=S (fecha
consulta: 26 de febrero de 2018).
70 En un sentido prácticamente Idéntico ya se había pronunciado el Comité de los Derechos del Niño en sendas
Declaraciones de los años 2015 y 2016 aprovechando la celebración del Día Internacional contra la Homofobia,
Transfobia y la Biofobia. Disponibles ambas declaraciones en:
http://www.ohchr.org/SP/NewsEvents/Pages/DlsplayNews.aspx?NewslD=19956&LanglD=S (201 6)
http://www.ohchr.org/SP/NewsEvents/Pages/DlsplayNews.aspx?NewslD=15941 &LanglD=S (201 5)
(fecha consulta: 26 de febrero de 2018)
71 Tal y como señala Lobera, es Importante señalar lo relevante que resulta que el reconocimiento de derechos sea
complementado por una teoría de la autonomía, que haga posible el ejercicio Individual de aquéllos, pues conceder
titularidad sin autonomía de ejercicio, nos vuelve a situar en el mismo punto de partida en que nos encontrábamos
cuando los derechos no les eran reconocidos a las niñas, niños y adolescentes. Confróntese, Lobera (2009), pp. 11-
55. En ese mismo sentido se pronuncian Swann Y HERBERT (2009), pp. 38-52.
72 RAMIRO (201 5), pp. 80-116; GAITÁN (2014), pp. 63-93; y FORTIN (2008), pp. 55-65.
73 DE LAMA (2006), pp. 45-56; BARTOLOMÉ (201 5), pp. 80-104; y LATHROP(201 7), pp. 92-93.

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desarrollo integral de su personalidad. De esta forma, la persona menor de edad era


considerada como un mero objeto pasivo de intervención, y, en consecuencia, debía
actuar y consentir por él su representante legal74.
Ahora bien, el tratamiento legal irrogado a estas situaciones empezó a experimentar un
cambio sustancial de tendencia a partir de finales del pasado siglo. El punto de inflexión
de esta metamorfosis vino provocado por el advenimiento de una nueva filosofía acerca
de la verdadera naturaleza de los derechos de la personalidad del individuo -en nuestro
caso, una persona menor de edad-, no susceptibles, por definición, de representación
legal75.
Concretamente, tal y como manifiesta la doctrina civil chilena, los niños, niñas y
adolescentes son titulares de todos los derechos humanos, incluido el derecho a la
identidad'6. Ello vino a ser ratificado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos al
señalar que "la identidad personal está íntimamente ligada a la persona en su
individualidad específica y vida privada, sustentadas ambas en una experiencia histórica y
biológica, así como en la forma en que se relaciona dicho individuo con los demás, a
través del desarrollo de vínculos en el plano familiar y social. Es por ello que la identidad,
si bien no es un derecho exclusivo de los niños y niñas, entraña una importancia especial
durante la niñez"77.
Sin ir más lejos, el propio Proyecto de Ley que establece el Sistema de Garantías de los
Derechos de la Niñez, aprobado por la Cámara de Diputados (Oficio N° 13.289, de 2 de
mayo de 2017) en su artículo 19 reconoce el derecho de todo niño/a "a preservar y
desarrollar su propia identidad e idiosincrasia, incluida su identidad de género".
Es posible que la niña, niño o adolescente tenga limitada su capacidad de ejercicio en
la toma de ciertas decisiones -en particular en el ámbito patrimonial-, pero desde luego,
y siempre, por supuesto, atendiendo a su edad y estado de madurez, ostenta capacidad y
autonomía para definir su propia identidad. Nadie más que la persona menor de edad sabe
lo que siente, cómo se siente, quién es y cuál es su verdadero "yo"78. Nadie, ni progenitores,
ni familia, ni profesionales, ni instituciones se pueden otorgar el derecho de reprimir,
corregir, castigar o modificar su identidad, pues ello supone atentar directamente contra el
desarrollo integral de su personalidad. Aceptar al niño, niña y adolescente como una
persona autónoma no implica, en ningún caso, cuestionar ni poner en entredicho la
autoridad de los adultos, sino reconocer su derecho a estar presentes, a expresar lo que
sienten, siempre por supuesto en atención a sus características evolutivas, en la toma de
aquellas decisiones que les afecten y enfatizando, en todo caso, que el rol que tiene el
adulto - progenitores, familia, profesionales, instituciones- es el de llevar a cabo una
misión de acompañamiento, conducción, promoción y educación79. En otras palabras,
colaborar en la búsqueda del ámbito donde se han de encontrar y desarrollar a sí mismos.
Es difícil que una persona menor de edad afirme abiertamente ser trans* (o que lo
manifieste un adulto en su representación), en la medida en que nuestro sistema jurídico
continúa percibiendo mayoritariamente a la infancia y la adolescencia como unos seres
inmaduros e incompletos, de manera que no se les considera capaces, por sí solos, de

74 RUIZ (2009),pp. 81-82; y GARCÍA (2012),p. 99.


75 RAVETLLAT (201 7), pp. 30-44.
76 Espejo y Lathrop (2015), p. 411.
77 Corte Interamericana de Derechos Humanos, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de abril de 2012,
Caso Forneron e hija vs. Argentina, párrafo 123.
78 Tal y como sostienen en Brill y Pepper, la identidad de género surge al mismo tiempo que las niñas y niños están
aprendiendo a hablar y que empiezan a entender y nombrar el mundo que les rodea, por lo que es frecuente que
alguno de estos niños y niñas traten de expresar lo que les pasa desde muy pronto. Estos primeros Intentos de
comunicación puede que se tomen en broma porque parezcan graciosos, como una confusión temporal, o
simplemente parezcan una fase pasajera. Esta actitud adulta Ignora el esfuerzo comunicativo de una persona muy
joven, que no encuentra la Interlocución que necesita. Confróntese, Brill y PEPPER (2008), pp. 1 6-22.
79 RAVETLLAT (201 6), pp. 504; y RAVETLLAT y SANABRIA (201 6), pp. 88-89.

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conocer o afirmar sus vivencias de género. Es precisamente esta consideración de estar en


proceso la que hace que las personas menores de edad estén especialmente controladas,
vigiladas con respecto a sus manifestaciones de identidad, convirtiéndose en una
verdadera amenaza80.
Efectuadas estas consideraciones generales acerca del reconocimiento progresivo del
derecho de autonomía del individuo -principio de la capacidad progresiva- y su
tratamiento jurídico, procederemos, finalmente, a enumerar algunas de las principales
situaciones que, entendemos, mayor número de controversias generan en la praxis, tanto
a nivel social como jurídico, cuando el sujeto involucrado activamente en ellas es una
persona menor de edad. La posibilidad de instar la utilización de su nombre social (en la
escuela o en el centro de salud), o de solicitar la rectificación registral conforme a su
identidad de género, o incluso el pedir un determinado tratamiento hormonal, representan
tan solo algunos de esos ámbitos de posible intervención autónoma de los adolescentes
que provocan un sinfín de interrogantes, a los que trataremos de dar cumplida respuesta.

5. Los derechos de los y las estudiantes trans* en el ámbito educativo


En el contexto educativo, nos encontramos con la reciente y bien intencionada, aunque
a nuestro entender limitada, Orden de la Superintendencia de Educación N° 768, de 27 de
abril de 201 7, relativa a los derechos de las niñas, niños y estudiantes trans en el ámbito
de la educación.
Este documento, tras enumerar los principios orientadores para la comunidad educativa
respecto a las niñas, niños y estudiantes trans*; identificar los derechos que asisten a este
grupo de alumnos y alumnas; y, determinar cuáles son las obligaciones que recaen sobre
los sostenedores y directivos de los establecimientos escolares, focaliza toda su atención
en el procedimiento que debe seguirse para instar el reconocimiento de la identidad de
género en el seno de un establecimiento educacional.
Pues bien, la citada Orden de la Superintendencia de Educación al fijar ese
procedimiento tan solo legitima activamente para solicitar tal reconocimiento, así como
las medidas de apoyo y adecuaciones curriculares pertinentes, "al padre, madre, tutor/a
legal y/o apoderado de aquellas niñas, niños y estudiantes trans, como también el o la
estudiante, en caso de contar con la mayoría de edad establecida en la legislación
nacional". Parece, pues, que la autoridad competente, una vez más, se olvida del papel
activo que las propias personas menores de edad pueden ejercer, siempre de conformidad
con su edad y raciocinio, en la autodeterminación de sus derechos, en este caso el de su
identidad de género. Idéntica desconfianza parece cernirse sobre las niñas, niños y
adolescentes trans* cuando la misma Orden de la Superintendencia de Educación prevé
que deben ser única y exclusivamente "el padre, madre, apoderado, tutor/a legal o el o la
estudiante en caso de contar con la mayoría de edad" los que insten el uso del nombre
social, con independencia del nombre legal que conste en la partida de nacimiento, en
todos los espacios educativos.
Pareciera como si la Superintendencia, sin conseguir superar definitivamente la lectura
de marcado tinte proteccionista que desde antaño ha venido informando y caracterizando
el tratamiento social, educativo y legal que la infancia y la adolescencia han recibido, no
logre hacer efectivo y real uno de los derechos que asisten a la niñez y la adolescencia
trans*, y que la propia Orden N° 768 enumera, cual es el "derecho a participar, a expresar
su opinión libremente y a ser escuchados en todos los asuntos que les afectan, en especial
cuando tienen relación con decisiones sobre aspectos derivados de su identidad de
género". Esto, a lo que nos lleva, es a terminar definiendo los contornos de ese derecho
desde el punto de vista, o la zona de confort, de los adultos81.

80 CASTAÑEDA (2014), pp. 59-61.


81 INSTITUTO NACIONAL DE DERECHOS HUMANOS (201 7), pp. 74-75.

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niñas, niños y adolescentes en Chile

A mayor abundamiento, y reforzando nuestra argumentación, también cabe citar las


Orientaciones para la inclusión de las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex
en el sistema educativo chileno, elaboradas por la Unidad de Inclusión y Participación
Ciudadana del Ministerio de Educación (abril, 201 7). Efectivamente, este documento hace
referencia explícita al principio de autonomía progresiva (artículo 5o de la Convención
sobre los Derechos del Niño) indicando que "las niñas, niños y estudiantes tendrán
progresivamente la facultad de ejercer sus derechos de acuerdo a la evolución de sus
facultades, edad y madurez, y en base al acompañamiento y guía que realicen sus padres,
madres, apoderado/a o tutor/a legal, confiriéndoles progresivamente mayor protagonismo
en la definición de su identidad"82.

6. Los derechos de las niñas, niños y adolescentes trans* en el ámbito registral


El Proyecto de Ley de Identidad de Género establece que en Chile la transexualidad es
"una realidad social que requiere una respuesta del legislador, para que la inicial
asignación registral del sexo y del nombre propio pueda ser modificada, con la finalidad
de garantizar el libre desarrollo de la personalidad y la dignidad de las personas cuya
identidad de género no se corresponde con el sexo con el que inicialmente fueron
inscritas". Esta ley parece, pues, que permitirá el cambio de nombre y sexo civil sin
necesidad de cirugía de reasignación genital, tratamiento hormonal o informe psiquiátrico
alguno. Ahora bien, mientras que el mentado texto legal no se convierta en una realidad
normativa, la posibilidad de proceder al cambio registral de nombre y sexo sigue quedando
en manos de los órganos judiciales competentes en la materia, sin que, por cierto, se esté
siguiendo un criterio homogéneo acerca de los requisitos exigidos para su procedencia83.
Efectivamente, tras una línea jurisprudencial inicial tendente a exigir necesariamente
la intervención quirúrgica de reasignación para autorizar el cambio de sexo en la partida
de nacimiento registral84, parece que durante los últimos años las Cortes de Apelaciones

82 UNIDAD DE INCLUSIÓN Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA. MINISTERIO DE EDUCACIÓN (2017), p. 13.

83 Idéntica disparidad se da en España al referirnos a la posibilidad de lograr el cambio registral de sexo y nombre
de personas menores de edad trans*. Ello queda ejemplificado en los dos casos relatados a continuación. El primero
hace referencia a las resoluciones judiciales adoptadas por las magistradas titulares del Registro Civil de Mlslata
(Valencia) y de Valencia. En ellas se autoriza a sendos menores de edad trans* a cambiar el sexo con el que figuran
en el Registro Civil, y por tanto también en la cédula de identificación, sin esperar a la mayoría de edad y sin
necesidad de acomodar sus características físicas al género reclamado. El segundo es el caso de una joven de catorce
años que ha presentado en apoyo de su solicitud escritos médicos y el acompañamiento de sus progenitores. Tras
recibir negativas a su reclamación de cambio de sexo registral en diversas instancias, su caso llegó al Tribunal
Supremo, órgano jurisdiccional que tomando como referencia la Ley N° 3/2007, de 15 de marzo, que exige la mayoría
de edad para el cambio de la identidad sexual en el Registro Civil, se cuestiona la constitucionalidad de tal limitación
cuando se trata "de un menor con suficiente madurez que realiza una petición seria por encontrarse en una situación
estable de transexualidad", y eleva su duda al Tribunal Constitucional, instancia ésta en la que se encuentra el caso
pendiente de respuesta.
84 Sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago, rol N° . 2541 -2009, de 25 de junio de 2009, conoció el caso
en que una transgénero femenina solicitó cambio de nombre y sexo registral, lo que le había sido negado en primera
instancia, aduciendo que no se habían acreditado las causales que autorizan el cambio de nombre ni se había
probado cirugía de reconstrucción genital. El juez de primera instancia señaló que debido a que el artículo 31 de la
Ley de Registro Civil prohíbe la contradicción entre el nombre y el sexo de una persona, no se podía acceder a la
petición. Por su parte, la Corte modificó parcialmente la resolución concediendo el cambio de nombre, pero negando
la modificación de sexo. Respecto de lo primero, la Corte consideró probado que, desde el punto de vista psicológico,
la solicitante era mujer, y por ende,..."resulta evidente para este tribunal que su nombre, como atributo de la
personalidad y componente esencial de la Identidad de una persona, que determina su relación con la sociedad y
que lo distingue frente a los demás, no puede ser uno de carácter masculino, ya que esto impide que el peticionario
desarrolle su verdadera personalidad y se desenvuelva frentea los otros conforme a la condición sexual que reconoce
para sí mismo y a través de la cual asume su proyección en la vida". Así, la Corte estimó que concurrían a su favor
las causales (a) y (b) del artículo Io de la Ley N° 17.344 de Cambio de Nombre, al tiempo que estimó que dicho
cambiode nombre era consistente con el artículo 31 de la Ley de Registro Civil, que proscribe imponer a una persona
un nombre equívoco respecto del sexo. Sin embargo, no otorgó el cambio de sexo, pues consideró "razonable exigir
que el solicitante se someta previamente a una intervención para adecuar sus órganos genitales externos al sexo
realmente vivido".

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están gestando un cambio de dirección (siguiendo lo prescrito por la Relatoría sobre los
Derechos de las Personas LGBTI, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos).
El fundamento radica en que si actualmente la legislación civil chilena permite el cambio
de nombre y, a la vez, prescribe que el nombre debe ajustarse al sexo, entonces se
concluye que todo cambio de nombre debe respetar la realidad que le sirve de parámetro
y, si tal realidad se encuentra erradamente consignada, entonces debe ser corregido el
instrumento respectivo, junto a la modificación nominativa85.
Parece, a nuestro entender, que esta nueva línea jurisprudencial de los tribunales
chilenos es coherente con el desarrollo internacional del derecho a la identidad de género.
Así, la no autorización de la modificación registral del sexo se considera como fuente
potencial de un menoscabo moral y material del individuo, a la par que impide su
realización personal, el libre desarrollo de su personalidad y lo afecta gravemente en su
dignidad como ser humano. Es más, supeditar la reasignación sexual, a la previa
realización de una intervención quirúrgica, implicaría una seria incongruencia, puesto que
sería quedarnos en una visión reduccionista que equipara sexo con género, con solo una
de sus exteriorizaciones, en este caso la presencia de órganos genitales externos, en
desmedro de la verdadera identidad del sujeto86.
Si bien es cierto que la Ley N° 1 7.344 jamás tuvo como uno de sus objetivos específicos
la regulación del cambio de nombre y/o sexo registral de las personas trans*, no es menos
cierto que ante el vacío normativo generado en ese sector del ordenamiento jurídico
debemos acudir a sus disposiciones. Para el caso de las personas menores de edad trans*
no debiera presentarse problema alguno, ya que el sexo que muestran estos niños, niñas o
adolescentes en la realidad extrarregistral, que ha de predominar sobre la registral cuando
ésta sea errónea, es el que se corresponde a su identidad de género (principio de exactitud
registral). Por ello, el nombre (social) usado y solicitado por estas persones menores de
edad no induce a error en cuanto a su sexo, sino que, por el contrario, el nombre que
figura en la partida de nacimiento registral es el que suscita tal confusión. Por ende, el no
permitir la adaptación del sexo inscrito originariamente en el Registro Civil al nombre y
género efectivamente sentido, es lo que sería contrario a las previsiones del artículo 31 de
la Ley N°4.808, sobre Registro Civil, y no precisamente lo contrario.
Añadir a lo anterior, que la no admisión de ese cambio de nombre y sexo registral
estaría perjudicando gravemente el desarrollo integral de la personalidad del niño o la
niña, o, en otros términos, supondría un menoscabo moral o material del mismo. De este
modo, la causal a) del inciso segundo del artículo Io de la Ley N° 1 7.344, entra en escena
y nos habilita para instar ese cambio ante el juez de letras en lo civil competente. Ello sin

85 En este sentido se pronuncian, por ejemplo, la sentencia de la Corte de Apelaciones de Iquique, rol N°496-2014,
de 26 de noviembre de 2014; Sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago, rol N° . 12571 -2015, de 27 de enero
de 201 6; sentencia de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, rol N°. 949-2013, de 23 de julio de 2013; Sentencia
de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, rol N°. V-145-2014, de 12 de enero de 2014. Por su parte, Lathrop analizó
cuarenta causas con sentencia de término. En treinta y tres casos se acogía la solicitud de cambio de nombre y sexo.
Por su parte, solo cuatro de ellas rechazaban la petición, y tres la acogían parcialmente (se accedía solo a cambio de
nombre, por ejemplo). LATHROP (201 5) pp. 321-322.
86 Cfr. Corte de Apelaciones de Santiago, rol N°. 12571-2015, de 27 de enero de 2016. Reproduce esta línea
interpretativa la propia Corte de Apelaciones de Santiago, rol N°. 13213-2016, de 13 abril de 2017, añadiendo
además que "la calidad de transexual o transgénero, dada por su complejidad psico-anatómica genera un altísimo
costo emocional, social y económico para quien la vive, los dos primeros se aprecian como producto de la
incomprensión del medio social frente a la condición de la solicitante y las consecuentes actitudes de discriminación
y trato no acordes a la realidad que se vivencia en todo ámbito, desde la formación escolar, profesional, laboral y
social. El económico se produce por la exigencia -no legal- de tener que someterse para justificar estas solicitudes
de rectificación a dispendiosas, desgastantes e invasivas transformaciones corporales, tratamientos hormonales y
reeducaciones asociadas al modo de actuar del género que se percibe como propio e ir reemplazando los
aprendizajes forzosos del asumido como anatómicamente obligatorio, con el que dicho sea de paso no se tiene
pertenencia alguna, aspecto económico que de por sí ya sería discriminatorio frente a aquellos transgéneros que no
tengan la capacidad económica de invertir cuantiosos recursos en tales iniciativas, postergando de facto sus derechos
a la identidad".

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perjuicio, atendiendo a la edad de la persona menor y al momento temporal a partir del


cual empezó a ser conocido por su nombre social, que también pueda instarse la causal
b) del propio precepto (cuando el solicitante haya sido conocido por más de cinco años
con nombre distinto al inscrito)87.
Para cerrar este apartado, simplemente afirmar que estimamos que sería oportuno, a
tenor del principio de la capacidad progresiva, que la futura Ley de Identidad de Género,
incorporara la idea del ejercicio autónomo de este derecho de la personalidad por parte
de las personas menores de edad. Para ello somos partidarios de introducir una edad
presuntiva -presunción ¡uris tantum- de madurez (concretamente los catorce años),
llegada la cual, salvo prueba en contrario, se entienda que el adolescente puede instar por
sí el mentado cambio registral de nombre y sexo88. Por debajo de esa edad se entenderá
que tal solicitud debe ser realizada, salvo que se acredite que la persona es lo
suficientemente madura, a través de sus representantes legales o de quien lo tenga bajo su
cuidado89.

7. Los derechos de las niñas, niños y adolescentes trans* en el ámbito sanitario


A pesar de ser abordado en último término, es particularmente importante el
tratamiento que se dé a los niños, niñas y adolescentes trans* en el ámbito sanitario, para
que estos logren alcanzar su pleno e íntegro desarrollo como individuos.
Todas las personas, incluidas por supuesto las que no han alcanzado todavía su
mayoría de edad, tienen derecho al más alto nivel de disfrute de salud física y mental,
incluida la salud sexual y reproductiva, sin discriminación alguna por razón de su
identidad de género sentida o expresada90.
Es por ello que los establecimientos de la red asistencial que brinden atención a la
salud de un niño, niña o adolescente trans*, en sus distintas modalidades y especificidades,
deben asegurar el uso del nombre social con el que dicha persona se identifica (con
independencia del nombre legal). En consecuencia, tal y como estipula la Circular N°34,
de 13 de septiembre de 2011, del Ministerio de Salud91, se espera que el nombre social sea
usado durante el trato y la atención, así como también en los diversos registros destinados
a la identificación social del individuo. Esto se aplica tanto para la ficha clínica como para
la solicitud de exámenes, procedimientos, prescripción de medicamentos y brazaletes

87 No se trata de un capricho ni de una decisión arbitraria de las personas menores de edad, ni de los progenitores.
No es una veleidad repentina. Las niñas y niños trans* tienen muchas maneras de reafirmar su identidad, de mostrar
el descontento y el malestar de que se les trate conforme a un género que no es el suyo. Asimismo, la sentencia del
TEDH de 10 de marzo de 2015, Y.Y. c/Turquía (párrafo 59), reproduciendo lo establecido previamente en el caso
Van Kück vs. Alemania, sentencia de 12 de septiembre de 2003, considera inadmisible que pueda calificarse de
capricho la circunstancia de que una persona decida someterse a una Intervención de reasignación de género (párrafo
115).
88 Nos inclinamos por los catorce años de edad, considerando que el artículo 16.3 de la Ley N°19.968, de Tribunales
de Familia, del año 2004, distingue entre las categorías niño/a y adolescente, utilizando precisamente ese momento
temporal. Así, los nlños/as, como regla general, son vistos como seres con capacidad limitada para el ejercicio
autónomo de los derechos, se sobreentiende extrapatrimoniales; y, por el contrario, los adolescentes son tildados
como individuos con capacidad de ejercicio autónomo de los derechos de la personalidad. En este sentido se
pronuncia también BARCIA (2013), pp. 3-52.
89 Lathrop y Espejo se pronuncian en un sentido similar, si bien ellos se muestran partidarios de que el legislador no
establezca un límite de edad formal, sino que se sujete más bien a criterios de determinación de madurez.
Confróntese, Espejo y Lathrop (2015), p. 412. Nosotros consideramos prudente introducir una presunción de
madurez a los catorce años, que, por supuesto admite prueba en contrario en ambos sentidos, para dotar al sistema,
o más bien a quien corresponda tomar la decisión (juez o funcionario del Registro Civil), de mayor seguridad jurídica.
90 Instituto Nacional de Derechos Humanos (2017), pp. 71 -73.
9' Estas instrucciones fueron reiteradas de nuevo por la Circular N°21, de 14 de junio de 2012, del Ministerio de
Salud.

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identificativos92. Asimismo, la identificación verbal, prosigue la mentada circular, debe ser


a través del nombre social de la persona menor de edad trans*.
Para los casos en que los niños o niñas deban ser hospitalizados, el equipo de salud
debiere tomar en consideración el género sentido por la persona menor de edad a la hora
de serle asignada cama, así como hacer uso de su nombre social al facilitar información
sobre su estado de salud.
En otro orden de cosas, tomar también en consideración que para no pocos
adolescentes trans*, el tratamiento bloqueador y el hormonal forman parte de una serie de
herramientas que, si lo estimaren oportuno, pueden utilizar, para hacer efectivos, o facilitar
al menos, el respeto de sus derechos fundamentales: dignidad, integridad moral y, en
definitiva y especialmente, su salud integral. Precisamente por ello debiera reconocerse de
manera expresa el derecho a recibir ese tratamiento para el bloqueo hormonal al inicio de
la pubertad para evitar el desarrollo de caracteres sexuales secundarios no deseados; y el
derecho a recibir tratamiento hormonal cruzado en el momento adecuado de la pubertad
para favorecer que su desarrollo corporal se corresponda con el de las personas de su edad,
a fin de propiciar el desarrollo de caracteres sexuales secundarios deseados.
Bajo nuestro punto de vista, los criterios mínimos que las personas debieran cumplir
para iniciar este tipo de tratamientos son los citados a continuación: que el o la adolescente
presente cierta estabilidad por lo que respecta al género sentido; que haya prestado su
consentimiento informado, ya sea por sí, atendiendo a su edad y estado de madurez, o
mediante sus progenitores, tutores u otros cuidadores implicados; y, en último término, en
caso de presentar el o la adolescente algún problema particular (psicológico, médico o
social) que pueda interferir en el tratamiento, que este haya sido debidamente abordado,
de manera que la situación de la persona sea lo suficientemente estable para iniciar el
tratamiento.
La negativa de los representantes legales del adolescente a autorizar tratamientos
relacionados con la identidad trans* o a que se establezca preventivamente un tratamiento
de inhibición del desarrollo hormonal, debería poder ser recurrida ante la autoridad
judicial. En todo caso, debe resolverse la cuestión atendiendo al principio del interés
superior de la persona trans* menor de edad.

8. Algunas conclusiones
En el presente artículo hemos evidenciado que las niñas, niños y adolescentes trans*
no presentan ningún problema médico, psicológico o psiquiátrico. Por el contrario, los
problemas que se les pudieran presentar guardan relación directa con la sociedad que no
los admite y los excluye, los segrega y los estigmatiza.
Asimismo, también hemos constatado cómo el Comité de los Derechos del Niño está
siguiendo una línea evolutiva en esta materia tendente a visibilizar, cada vez en mayor
medida, la realidad de las niñas, niños y adolescentes trans*. Tal circunstancia se está
suscitando al amparo tanto del artículo 2o (derecho a la no discriminación), como, y en
menor medida, del artículo 8° (derecho a la identidad), y accesoriamente de los artículos
3o (principio del interés superior del niño/a) y 12 (derecho del niño/a a ser escuchado)
todos ellos de la Convención sobre los Derechos del Niño.
Finalmente, y por lo que a la titularidad y ejercicio del derecho a la identidad (de
género) se refiere cuando su titular es una persona menor de edad, consideramos que
atendida su naturaleza, como derecho de la personalidad (inherente al sujeto desde el
preciso instante de su nacimiento), el mismo es ostentado, tomando siempre en
consideración la edad y estado de madurez, por las niñas, niños y adolescentes. En otras

92 Para ser más exactos, la Circular establece que "todos los registros derivados de la atención de salud deben
contemplar en primer lugar el nombre legal de la persona (consignado en la cédula de Identificación) y en segundo
lugar,el nombre social con el cual dicha persona se Identifica".

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palabras, debe serles reconocida su capacidad y autonomía para definir su propia


identidad, incluida, por supuesto, la de género. Aceptar a la niña, niño y adolescente como
una persona autónoma no implica, en ningún caso, cuestionar ni poner en entredicho la
autoridad de los adultos, sino reconocer su derecho a estar presentes, a expresar lo que
sienten, siempre de forma acorde a sus características evolutivas, en la toma de aquellas
decisiones que les afecten y enfatizando, en todo caso, que el rol que tiene el adulto
(progenitores, familia, profesionales, instituciones) es el de llevar a cabo una misión de
acompañamiento. En suma, colaborar en la búsqueda del ámbito donde se han de
encontrar y desarrollar a sí mismos.

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JURISPRUDENCIA CITADA

Leo Rocha con Circunscripción de Arica del Servicio del Registro Civil e Identificación
(2014): Corte de Apelaciones de Iquique, de 26 de noviembre de 2014 (recurso de
apelación), rol N° 496-2014.

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Revista lus et Praxis, Año 24, N° 1
2018, pp. 279-307
Isaac Ravetllat Ballestré Igual de diferentes: la identidad de género de
niñas, niños y adolescentes en Chile

Aranda con Circunscripción de Providencia del Servicio del Registro Civil e Identificación
(2016): Corte de Apelaciones de Santiago, de 27 de enero de 2016 (recurso de
apelación), rol N° 12.571-2015.
Raveau con Circunscripción de Recoleta del Servicio del Registro Civil e Identificación
(2017): Corte de Apelaciones de Santiago, de 13 de abril de 2017 (recurso de
apelación), rol N°13.213-201 6.

JURISPRUDENCIA INTERNACIONAL

Tribunal Europeo de Derechos Humanos.


Rees vs. Reino Unido (1986): Tribunal Europeo de Derechos Humanos, sentencia de 17
de octubre de 1986.
Cossey vs. Reino Unido (1990): Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Sentencia de 27
de septiembre de 1990.
B. vs. Francia (1992): Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Sentencia de 25 de marzo
de 1992.
X. , Y. y Z. vs. Reino Unido (1997): Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Sentencia de
22 de abril de 1997.
Sheffield y Horsham vs. Reino Unido (1998): Tribunal Europeo de Derechos Humanos,
Sentencia de 30 de junio de 1998.
Cristine Goodwin vs. Reino Unido (2002): Tribunal Europeo de Derechos Humanos,
Sentencia de 11 de julio de 2002.
I. vs. Reino Unido (2002): Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Sentencia de 11 de
julio de 2002.
Van Kück vs. Alemania (2003): Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Sentencia de 12
de septiembre de 2003.
H. vs. Finlandia (2012): Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Sentencia de 13 de
noviembre de 2012.
Y. Y. vs. Turquía (2015): Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Sentencia de 10 de
marzo de 2015.
A. P., Garqon, y Nicat vs. Francia (2017): Tribunal Europeo de Derechos Humanos,
Sentencia de 6 de abril de 201 7.
Corte Interamericana de Derechos Humanos
Attala Riffo y niñas vs. Chile (2012): Corte Interamericana de Derechos Humanos,
sentencia de 24 de febrero de 2012.
Fornerón e hija vs. Argentina (2012): Corte Interamericana de Derechos Humanos,
sentencia de 27 de abril de 2012.
Duque vs. Colombia (2016): Corte Interamericana de Derechos Humanos, sentencia de 26
de febrero de 2016.
Opinión Consultiva OC/17 (2017), sobre identidad de género, e igualdad y no
discriminación a parejas del mismo sexo, de 24 de noviembre de 201 7.

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Revista lus et Praxis, Año 24, N° 1
2018, pp. 279-307

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