Patrimonio Cultural y Patrimonio Antropológico

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 15

See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.

net/publication/281025895

Patrimonio cultural y patrimonio antropológico

Article  in  Revista de Dialectología y Tradiciones Populares · December 1999


DOI: 10.3989/rdtp.1999.v54.i2.417

CITATIONS READS

14 1,230

1 author:

Salvador Rodríguez-Becerra
Universidad de Sevilla
251 PUBLICATIONS   282 CITATIONS   

SEE PROFILE

Some of the authors of this publication are also working on these related projects:

Actividades académicas del Centro de Estudios Andaluces View project

RELIGIÓN DE LOS ANDALUCES View project

All content following this page was uploaded by Salvador Rodríguez-Becerra on 19 October 2015.

The user has requested enhancement of the downloaded file.


Revista de Dialectología y Tradiciones populares, 1999, Tomo LIV, pp. 107-123. CSIC. Madrid

PATRIMONIO CULTURAL Y PATRIMONIO ANTROPOLÓGICO

Salvador Rodríguez Becerra


Universidad de Sevilla
Fundación Machado

En el concepto común y jurídico del patrimonio se incluyen todos los recursos


que se heredan, bienes muebles e inmuebles y capitales, y de los que se vive o ayudan a
vivir. Estos bienes se incrementan, disminuyen, desaparecen, o transforman y se
trasmiten a los descendientes. Incrementarlos ha sido en nuestra sociedad un ideal y un
valor positivo, malgastarlos o, simplemente, venderlos se ha considerado un baldón o al
menos un valor negativo. Covarrubias en su conocido diccionario, Tesoro de la Lengua
castellana o española (1611), define el patrimonio como: Lo que el hijo hereda del
padre. Actualmente el término se ha hecho más comprensivo e incluye, el conjunto de
bienes, valores y créditos que posee una persona o institución. (Gran Enciclopedia
Catalana)

La realidad histórica señala que una importante característica del patrimonio ha


sido la movilidad que, desde el final del Antiguo Régimen, se generalizó a todos los
estamentos sociales, una vez abolidos los derechos de mayorazgo que limitaban la libre
enajenación de los bienes patrimoniales para garantizar el mantenimiento de los linajes.
Las clases dirigentes de la sociedad española durante esta etapa histórica, creían haber
llegado al cenit de su poder; su permanencia se garantizaba vinculando los bienes
adquiridos con los linajes, con la prohibición legal de exonerarlos; en el orden espiritual,
la idea de eternidad que implicaba el paso de los individuos de este mundo al otro, se
sustentaba en la incorporación al grupo familiar de indulgencias, misas y capellanías.
El patrimonio, como puede apreciarse, cumplía fundamentalmente la función de
garantizar la supervivencia de los grupos sociales y conectaba unas generaciones a otras.

Los aspectos inmateriales de la cultura, no han tenido una regulación jurídica tan
precisa como los bienes materiales, dada la dificultad de legislar sobre ellos, por tratarse
de aspectos inconmensurables, aunque también han sido considerados parte del
patrimonio. Esta concepción, incluye creencias, valores éticos y comportamentales que
una sociedad, una clase o grupo social consideran propios y que lo caracterizan y
distinguen y que, por tanto, también deben ser trasmitidos a los descendientes. El
honor, decía Calderón en el “Alcalde de Zalamea” es patrimonio del alma, pero también
la buena fama, la caridad o el buen gusto se consideran hereditarios y han constituido
tradicionalmente parte del patrimonio.

En las anteriores definiciones domina la idea de que el patrimonio es algo para

1
transmitir a los descendientes y modificable por las generaciones siguientes, aunque
hayan existido tendencias en los ascendientes a inmovilizarlo, y un anhelo de
incrementarlo en los descendientes. La ley del Patrimonio Histórico de Andalucía se
hace eco de estas ideas básicas cuando en su preámbulo expone: “En definitiva...un
Patrimonio que hemos recibido y tenemos la responsabilidad de trasmitirles
acrecentado”.

1. El patrimonio cultural: concepto y contenidos

Hasta ahora solo nos hemos referido al patrimonio como algo perteneciente a un
grupo familiar o de parentesco y por tanto correspondiente a la esfera de lo privado, sin
embargo esta claro que el concepto de patrimonio tiene hoy una dimensión social y
pública que amplios sectores de la sociedad consideran que les afecta como miembros
de una comunidad política, ya sea entidad menor, municipio, comunidad autónoma,
estado, superestado u organización internacional. Esta concepción es una novedad que
hay que enmarcarla en los procesos de identificación social y en la toma de conciencia
de que vivimos en una aldea global.

Las adjetivaciones del patrimonio cultural son tantas y tan confusas actualmente
que me ha parecido conveniente establecer unos cuadros clasificatorios para intentar
aclarar y poner un poco de orden en esta algarabía mental y terminológica, porque esta
última cuestión tiene a veces más importancia de la que pudiera parecer. Así, vemos que
diversas leyes sobre el patrimonio han sido tituladas del patrimonio histórico, y ello
desde nuestro punto de vista es una manifestación del peso que en toda intervención
legal tiene el factor tiempo, que se convierte en un valor añadido a todo objeto, ritual o
conocimiento, y aunque no es desdeñable, considero excesivo su peso en la legislación y
en la política cultural. La confusión con la Historia como ciencia social es también un
peligro a tener en cuenta. El término Patrimonio cultural que nosotros defendemos, lo
consideramos el más comprensivo de todos y hubiera sido deseable que bajo esta
rúbrica se hubieran colocado todas las leyes del patrimonio.

Con este propósito incluimos en la primera tabla los distintos tipos de patrimonio
que establece la ley del Patrimonio Histórico de Andalucía:

Tabla 1. Clasificación del patrimonio según las leyes del Patrimonio Histórico Español (1985)
y del Patrimonio Histórico de Andalucía * (1991)

Artístico Histórico Paleontológico

Arqueológico Etnográfico/ Documental


Etnológico/Antropológico
Bibliográfico Científico Técnico

Mueble Inmueble Inmaterial*

En un segundo cuadro, establecemos los tipos según las realidades territoriales


jurídicamente aceptadas actualmente y las potencialidades en función de las entidades

2
políticas que reconocen o pueden reconocer el carácter patrimonial, así como de la
identificación de los grupos, que llevándolo hasta sus últimas consecuencias tendríamos
que tener en cuenta el patrimonio de clase y hasta de grupos profesionales.

Tabla 2. Clasificación del patrimonio según el ámbito político-territorial

Mundial o de la [ Europeo] Nacional Autonómico [ Local ]


Humanidad [Étnico] [Comarcal]

Finalmente, proponemos nuestra propia clasificación que ordena


conceptualmente los diversos sistemas clasificatorios y propone un único término, el de
Patrimonio Antropológico, para lo que se viene denominando patrimonio
etnográfico y etnológico:
Tabla 3. Clasificación del patrimonio según el ámbito de la cultura

Concepción totalista u holística: Toda la cultura

Arqueológico / Histórico / documental Antropológico


prehistórico

Sectorial o de aspectos de la cultura:

Artístico Monumental / Ecológico /


arquitectónico medioambiental

Científico Tecnológico Literario

Funciones instrumentales y auxiliares:

Bibliográfico Documental Idiomático

2. Postulados básicos del Patrimonio cultural

Antes de continuar, expondremos algunos principios sobre los que construimos


nuestra concepción del patrimonio. Son afirmaciones radicales pero que conviene tener
muy claras:

1) Conservar la cultura y el patrimonio en su totalidad e integridad es imposible.


Partimos de esta afirmación para evitar malentendidos y actitudes demagógicas. La
cultura es una construcción mental elaborada como generalización a partir de hechos
sociales, comportamientos y objetos que se dan en el tiempo, y por tanto cambiantes.
Por tanto es consustancial al patrimonio el hecho del cambio: no recibimos de las
generaciones anteriores lo mismo que transmitimos a las que nos siguen. Por ello no
tiene razón de ser la queja lastimera y romántica, salvo como concesión a los
sentimientos, ante el cambio cultural que conlleva el desuso de determinados objetos,
prácticas y conocimientos. A los conservacionistas a ultranza habría que recordarles
aquel personaje de Borges, Funes el Memorioso al que cualquier reconstrucción del

3
pasado le tomaba tanto tiempo contarla como el tiempo real transcurrido (Ballart, 1997:
43). No obstante, a pesar de la afirmación anterior, no preconizamos un liberalismo
extremo que favorezca la rápida desaparición del patrimonio tradicional sometida a las
leyes del librecambio sin cortapisa alguna. Entendemos que toda generación que recibe
un patrimonio -y este concepto no puede desprenderse del sentido de herencia, es decir,
conseguido por unos y transmitido a otros- que ha contribuido a conformar su vida, su
visión del mundo, su visión paisajística, su entorno vital, sobre el que ejerce algún
derecho, así como sobre su transmisión a la siguiente generación, que a su vez tiene
derecho a reevaluar su herencia patrimonial. Una actitud extrema, que pudiéramos
llamar conservacionista nos llevaría a detener el cambio y la mejora de la calidad de vida
¿Cómo armonizar el desarrollo con el respeto al patrimonio cultural, específicamente al
patrimonio antropológico? ¿Es posible y legítima la reutilización funcional del
patrimonio antropológico?

2) Desde el pasado siglo fue calando la concepción del patrimonio como bien
escaso y valioso, raro y poco corriente, aunque no utilitario. Los objetos y en general los
bienes muebles perdían su valor inicial como objeto útil y ganaban un nuevo valor
simbólico, económico, identitario, sentimental y hasta sagrado, como si de un fetiche se
tratara. Este concepto, heredado de los folcloristas, ponía el énfasis en lo propio,
distintivo y autóctono, y, también, en lo rural y tradicional y en el pasado; tiene por
tanto un carácter restrictivo (Prat y Comelles: Reunión preparatoria...1992). Esta
concepción lleva aparejada una selección de bienes, -no todos los bienes son
considerados dignos de conservarse-, en función de unos criterios revisables, según la
consideración que de lo valioso tiene cada época. Citemos algunos ejemplos: Para los
románticos todo lo medieval tenía valor patrimonial, cuando para otros eran sólo
ruinas; para los historiadores de las mentalidades, los exvotos, objetos deleznables o de
mal gusto para muchos, se convirtieron en objetos patrimoniales dignos de
conservación (Vovelle, 1985); las desvencijadas y obsoletas fábricas constituyen en la
actualidad monumentos patrimoniales dignos de ser estudiados y visitados por cierto
turismo especializado (Capel, 1996).

3) El concepto de patrimonio evoca sobre todo conservación. Parece fuera de toda


duda que cuando hablamos de patrimonio, y ello es muy claro en el caso de las
administraciones públicas, se refieren sobre todo a conservación. Y nos surgen dos
cuestiones: ¿Qué se debe o puede conservar? y ¿Para qué y para quiénes conservar? En
la respuesta a la primera pregunta, está implícito que se trata de conservar aquello que
está en peligro de desaparición, porque lo que está vivo nadie piensa en la necesidad de
protegerlo. Entre otras razones porque para muchos sólo se protege el pasado que aún
perdura. Como ejemplo, citemos el patrimonio antropológico que no sólo está formado
por objetos y conocimientos en declive, como el molino hidráulico o de viento, sino
también por objetos y conocimientos en uso, como, verbigracia, el que posee el
curandero sobre cómo curar las verrugas, o la casa del siglo XVII que sigue siendo
domicilio de una familia. Conviene insistir, así mismo, que el patrimonio antropológico,
a diferencia de otras formas sectoriales, incluyen objetos y conocimientos de carácter
cotidianos y comunes y no sólo los excepcionales, obsoletos, exóticos o únicos. Hay que
evitar caer en la "sacralización" de la pieza única, que distorsiona la realidad
socioeconómica en la que surgió. Volveremos sobre ello

4
3) El tratamiento del patrimonio antropológico, incluye las siguientes secuencias
interconectadas:

a) La investigación es el fundamento de toda intervención en el patrimonio.


Esta fase es muy importante -imprescindible- en el caso del patrimonio antropológico,
pues cualquier objeto o conocimiento carecería de significado y hasta de valor sacado de
su contexto cultural. La obra de arte, al decir de algunos, con los que no coincidimos,
tendría valor por si mismo, independiente del contexto en el que surge. Esta secuencia
supone documentar el objeto, el conocimiento o el ritual, una vez establecido su uso.

b) La conservación debe incluir la documentación, la conservación del


conocimiento, y también dejar testimonios materiales, manifestaciones, procesos
productivos, etc. Los museos constituyen una institución necesaria pero no exclusiva.
También se conserva en los talleres, en las bibliotecas y en las videotecas; en cualquier
caso el objetivo último y deseable, aunque no siempre posible, es conservar en el lugar
donde se halle y por las gentes detentadoras de su propio patrimonio. Recordemos que
para algunos conservar es mantener Aen pie@, caso de la arquitectura, y para no pocos
conservar es retirar de la circulación o salvar de la destrucción guardándolo en el museo.
En muchos casos conservar es fundamentalmente y únicamente documentar. Tengamos
en cuenta, no obstante, que documentar es interpretar, por tanto sujeta a contingencias
teóricas y metodológicas. No es posible, por tanto, registrar fielmente como creen
algunos profesionales de la Etnografía.

c) La difusión debe entenderse como el dar a conocer los resultados de la


investigación como experiencia de una comunidad en el transcurso del tiempo y en unas
circunstancias medioambientales concretas. Su singularidad puede ser un valor añadido
pero en todo caso no puede constituirse en la única razón de su tratamiento. La difusión
debe hacerse por todos los medios, incluidos los audiovisuales y desde luego debe
contemplar su exhibición en museos y muestras e incorporarse a la enseñanza.

d) La restitución o devolución a los protagonistas de los resultados, con lo que


ello conlleva de profundización en el conocimiento de lo propio; esto es especialmente
útil en una sociedad democrática, en la que los portadores de la cultura se convierten en
actores y en su caso en los agentes de conservación más eficaces. Los sujetos de la
cultura dejan así de ser meros portadores, informantes y sujetos pasivos para
convertirse en protagonistas de su presente y de su futuro. La beneficiaria de la
restitución es la sociedad en su conjunto; a los técnicos corresponde proporcionar los
mecanismos adecuados para ello.

3. Las concepciones del Patrimonio antropológico

El concepto de Patrimonio Antropológico, viene definido en la Ley del


Patrimonio Histórico Español que utiliza el término etnográfico, como " los bienes
muebles e inmuebles y los conocimientos y actividades que son o han sido expresión
relevante de la cultura tradicional del pueblo español en sus aspectos materiales,
sociales o espirituales" (Art. 46); posteriormente especifica que forman también parte
de este tipo de patrimonio "aquellos objetos que constituyen la manifestación o el

5
producto de actividades laborales, estéticas y lúdicas propias de cualquier grupo
humano, arraigadas y transmitidas consuetudinariamente...@ y también los
Aconocimientos o actividades que procedan de modelos o técnicas tradicionales
utilizados por una determinada comunidad... Edificaciones e instalaciones cuyo modelo
constitutivo sea expresión de conocimientos adquiridos, arraigados y transmitidos
consuetudinariamente y cuya factura se acomode, en su conjunto o parcialmente, a una
clase, tipo o forma arquitectónico utilizados tradicionalmente..." (Art. 47).

No existe una postura unánime en la concepción del patrimonio antropológico,


las diversas posiciones abarcan desde posiciones restrictivas y parciales en las que
ciertos valores predominan o excluyen a otros; así, ciertas formas estéticas, claramente
imperantes hasta muy recientemente, están dando paso a una mayor apertura que
incluye como valores patrimoniales saberes, ideas y conceptos. Pero las diferencias van
más allá y surgen en lo que se conoce como patrimonio etnográfico, etnológico y para
nosotros antropológico, recogido ya en las leyes patrimoniales elaboradas en los últimos
años. Es legítimo y necesario preguntarnos, como lo hace el documento promovido por
el Ministerio de Cultura español a instancias de la Unesco, elaborado por un numeroso
grupo de antropólogos, por la naturaleza y los contenidos del patrimonio cultural;
también hay que tener en cuenta que el campo del patrimonio no es una tierra de nadie
sino que ya está parcialmente ocupada y con fuertes posiciones por la Arqueología, la
Historia del Arte, la Arquitectura, la Filología, y, más recientemente, la Ecología, por
citar algunos ejemplos, y aunque es conveniente y es nuestra tarea como científicos
sociales --a los antropólogos nos obliga especialmente, dada nuestra concepción
totalista de la cultura--preguntarnos una y otra vez por la razón misma del concepto del
patrimonio y sus contenidos, también es conveniente y necesario que demos a la
sociedad y a sus dirigentes unas pautas plausibles y no quedarnos simplemente en la
especulación y consecuentemente en la queja permanente de que no se escuchan
nuestras propuestas, porque como expertos en la cultura, entendida como vida
cotidiana, que explícitamente excluye singularidades, exotismos y excepcionalidades,
tenemos algo que decir. Nuestra propuesta, como expondremos al final del epígrafe, no
es sólo gremialista, que también lo es, como la de las demás disciplinas consideradas
con carta de naturaleza en el patrimonio, sino que creemos que cubre un amplio campo-
-el patrimonio antropológico-- considerado actualmente por nuestra sociedad como
bienes patrimoniales.

El patrimonio antropológico lo entendemos como las creaciones culturales vivas


y consolidadas, aceptando los campos específicos de otras formas de patrimonio, pero
sin olvidar la interrelación que entre todos ellos existe. El término Patrimonio
etnológico, de clara influencia francesa, supone una salida vergonzante que usan
aquellos que no se atreven a usar el término antropológico porque su referencia a la
Antropología, ciencia actualmente con una gran carga teórica, les parece muy por
encima de nivel en el que se mueven, pero también por la razón contraria, la de aquellos
antropólogos que consideran que el patrimonio carece de nivel teórico para poder
equipararse a la disciplina científica y es preferible usar el término etnológico, que, en la
formulación levistraussiana ocupa un rango menor de generalización. Por último, el uso
del término patrimonio etnográfico, que para muchos sigue siendo referente de objetos
materiales, y en otros casos, de simple descripción, es expresión de un complejo de
inferioridad que no siempre tiene fundamento. Para nosotros, todo el que estudia el

6
comportamiento humano en cualquiera de sus manifestaciones vivas con rigor
metodológico hace Antropología. Seguidamente exponemos las principales posiciones
en la realidad personal e institucional española:

1) Tradicionalista: El Patrimonio considerado como conjunto de elementos de


la cultura tradicional y popular. Desde esta postura, constituyen el patrimonio el
conjunto de bienes, elementos o testimonios materiales e inmateriales que son
representativos de la cultura popular de un país o región en el período preindustrial y
que no pueden ser catalogados en el patrimonio artístico o arqueológico. Ha sido el
objeto de estudio de folcloristas y etnógrafos.

2) Revisionista: El Patrimonio entendido como cultura tradicional tanto en el


pasado como en el presente, está formado por el conjunto de elementos o testimonios
de la cultura y formas de vida populares desarrolladas en el tiempo. Amplía los límites
de la concepción anterior pero se sigue definiendo por aspectos parciales del
patrimonio. Incorpora claramente lo urbano e industrial. Posición de la que participan
los museos etnológicos y de artes y costumbres populares. En este contexto entendemos
por tradicional, la herencia recibida más los bienes adquiridos y consolidados. La
tradición implica herencia común, es decir, consolidada. El patrimonio se construye en
el tiempo, por tanto no debe renunciarse al pasado.

3) Alternativa: El Patrimonio interpretado como cultura antropológica. El


patrimonio no es algo Adado@ sino que se construye socialmente en cada época; estaría
constituido, por tanto, por aquellos elementos seleccionados a los que se le otorga un
valor. Se identifica con el concepto antropológico de cultura, en otras palabras, “es la
cultura., o mejor todavía, el conocimiento de la cultura, en toda su complejidad y
diversidad pasada y presente” (Prat e Hiniesta, 1993).

4) Patrimonio como cultura viva e integral: Los individuos son sujetos del
patrimonio y a la vez sujetos de la cultura, en los que se da sin distinción lo recibido de
lo incorporado. ANo tiene sentido desde los sujetos del patrimonio, afirmar que la
cultura tradicional está en peligro por el acoso de la cultura industrializada@. No cabe
marcar líneas infranqueables entre las condiciones de gestación de la cultura y la forma
en que se trasmite. El patrimonio cultural es algo integral y no constituye la suma de los
patrimonios específicos. Se evita así el riesgo de fetichización de los objetos, tan
frecuente en este campo. Esta postura equipara patrimonio cultural a la cultura en su
totalidad (Reunión preparatoria...1992:8). A este respecto nos preguntamos, ¿También
debemos considerar parte del patrimonio cultural la drogadicción o el movimiento
hippy? Entendemos que a estas manifestaciones les falta la consolidación para pasar a
formar parte del patrimonio, porque algunas de estas expresiones culturales han tenido
una vida efímera. Estas expresiones en cuanto a su problemática son objeto de estudio
de la Sociología y Antropología como fenómenos y comportamientos humanos, pero no
son patrimoniales y dignos de ser conservados.

Esta cultura viva constituye el patrimonio cultural, y aunque la Ley del


Patrimonio Histórico dedica más atención al llamado patrimonio material u objetual
incluye también entre sus objetivos a proteger los conocimientos tradicionales, las
creencias, los valores y los comportamientos rituales. De cualquier manera, aunque el

7
legislador ha sido sensible a la cultura como un todo, a nadie escapa que amplias
parcelas de la misma no podrán conservarse de forma vívida, sino que pasarán a los
archivos, bibliotecas, fonotecas, videotecas, hemerotecas, etc., y esto será siempre
cultura interpretada. La Antropología Cultural, mediante el método comparativo y la
técnica de la observación participante en un prolongado trabajo de campo, puede
reconstruir a través de cuadros o aproximaciones la cultura de una comunidad en un
tiempo concreto. Esta posición excluye otras que niegan la posibilidad de aprehender la
cultura y, por tanto, de conservarla y transmitirla por ser ésta una realidad viva,
cambiante e inaprensible. Desde esta perspectiva radical los objetos conservados en
museos resultarían engañosos pues un mismo objeto usado en épocas y/o culturas
distintas puede tener diversas funciones y/o significados.

5) Nuestra posición: Entendemos que el patrimonio antropológico es la


recuperación del pasado, desde la perspectiva del presente, para explicar
las formas vivas. Ello implica, la consideración de la dimensión temporal de la
cultura, es decir, formas antiguas que coexisten con formas nuevas y otras que
desaparecen. Esta concepción tiene en cuenta la dimensión espacial que da sentido a
nuestra cultura en la comparación con otras de otros espacios y ayuda a configurar las
identidades colectivas; así mismo, contempla la aparición de nuevos grupos sociales :
profesionales, generacionales y de género que también van a crear su patrimonio para
que se les identifique (García, 1992). En esta línea nos parece acertada la definición de
patrimonio que se propone en el texto del proyecto curricular para la enseñanza
secundaria en Andalucía: “El patrimonio cultural de una sociedad lo constituye el
conjunto de bienes materiales, ideacionales y simbólicos que se trasmiten de una a otra
generación e identifican a los individuos que la componen en relación con los de otras
realidades sociales” (BOJA, 25 sept. 1993).

Esta concepción del patrimonio, que nosotros denominamos antropológico,


presupone en las sociedades una cultura propia, genuina -aunque no exclusiva- e
identificable, que parte de la unidad cultural, pero reconoce la diversidad y apuesta por
las relaciones con otras culturas; tiene en cuenta la trayectoria histórica y el marco
geográfico donde se desarrolla; es una eficaz ayuda en el proceso de socialización, por
cuanto valora la cultura propia y desarrolla el respeto a otras, combatiendo el
etnocentrismo; es una concepción dinámica que excluye la visión arqueologizante; y
finalmente, entiende el patrimonio como unidad integrada, no mera recopilación de
datos, objetos o anécdotas. En síntesis, nuestro concepto antropológico de patrimonio
implica: conjuntos integrados; cambios en los contenidos, lo que supone incremento,
disminución y transformación; consolidación, que excluye lo coyuntural;
resemantización o nueva valoración, diferente de la que tenía en origen, y selección
entre los numerosos rasgos culturales potenciales de convertirse en patrimonio. Y todo
ello en un permanente proceso de trasmisión, difusión y apropiación por parte de los
actores sociales.

4. Patrimonio antropológico y Antropología

“El patrimonio etnológico esta constituido por todos aquellos objetos, elementos,
prácticas, costumbres y tradiciones que son características e identificadoras de la
cultura de una sociedad, fruto de sus peculiares relaciones con el medio y experiencia

8
histórica” (Escalera, 1985). ¿No es esto una definición de cultura desde la antropología?
Y sin embargo, nosotros entendemos que Patrimonio cultural y Antropología son dos
cosas distintas, aunque muy relacionadas y no siempre coincidentes. La Antropología
puede ilustrar la concepción del patrimonio sobre la escasa relevancia de los datos
sueltos, evitar el falso problema de las urgencias, - el grito ¡esto se acaba!, tan extendido
entre aficionados y románticos, carece de sentido en este contexto-, desacralizar los
objetos patrimoniales, también los artísticos, y poner de manifiesto la centralidad de los
problemas en las culturas.

Llegados a este punto cabe preguntarnos, ¿Qué debe primar, la lógica científica o
las necesidades sociales? La primacía la tiene la sociedad, aunque se debe poder
compaginar ambas. Excavar un ciudad de la cultura romana, pongamos por caso, tiene
mayor interés social que científico, por cuanto que las ciudades romanas son bastante
bien conocidas por los arqueólogos, pero constituyen bienes de incalculable valor
histórico-patrimonial. El patrimonio es una construcción social y debe hacerse desde el
presente y sus necesidades, según los siguientes criterios: Representar la diversidad,
articular y explicar la desigualdad, afianzar la identidad, contribuir al desarrollo
socioeconómico y no olvidar que el patrimonio no puede incluir todo lo que las culturas
han creado. En síntesis, mi propuesta se articula en los siguientes apartados:

11) Utilizar el concepto de patrimonio cultural para el conjunto de bienes


susceptibles de actuación por ser representativos de unas formas de vida en un período
determinado.

21) Incluir en el término patrimonio antropológico: objetos, saberes y formas de


vida susceptibles de intervención por que son representativas de una sociedad viva.
Reservar los términos de Antropología sociocultural para la ciencia o área de
conocimiento, y los conceptos de cultura y sociedad como básicos de esta disciplina.

31) Negar el carácter restringido, marginal y en trance de desaparición atribuido


actualmente a los contenidos del término patrimonio antropológico y equipararlo en
contenidos a los del patrimonio arqueológico e histórico, pero referido a sociedades
vivas.

41) Utilizar exclusivamente el término Patrimonio antropológico, para evitar


la confusión que los de patrimonio etnológico y etnográfico, así evitar la equiparación,
que algunos hacen, de patrimonio antropológico con patrimonio cultural.

51) Conservar elementos significativos que identifican a las sociedades vivas para
que los cambios sociales no resulten más dramáticos que lo son por causas económicas,
y documentar de la mejor manera posible, los sistemas culturales para su conocimiento
y posible reestudio en el futuro.

61) Distinguir el término cultura del de patrimonio cultural, la primera es viva y


cambiante, y en general no necesita de intervención, mientras que el patrimonio lo
constituyen solo aquellos aspectos considerados valiosos y dignos de ser conservados.

71) La utilización con fines de rentabilidad social y económica del patrimonio,

9
siempre que no se ponga en peligro su conservación, me parece aceptable y encomiable,
y

81) El patrimonio cultural no puede perder el carácter de totalidad e


interrelación, pues este no es la mera suma de los patrimonios regionales o parciales;
por tanto parece necesaria la actuación conjunta de expertos de las distintas disciplinas
para valorarlo, documentarlo, protegerlo y difundirlo.

5. Mecanismos sociales de protección

La ley del Patrimonio Histórico de Andalucía establece la obligación por parte de


la sociedad de proteger el patrimonio: “Los propietarios, titulares de derechos o simples
poseedores de bienes integrantes del PHA, se hallen o no catalogados, tienen el deber de
conservarlos, mantenerlos y custodiarlos de manera que se garantice la salvaguardia de
sus valores” (Art. 15.1). ¿Qué conserva la gente por propia incitativa? El comportamiento
en relación con el patrimonio está en estrecha relación con las clases y grupos sociales.
El valor de lo nuevo es característico de las clases populares frente al valor de lo antiguo
para las clases burguesas y las nuevas asimiladas; éstas a través del patrimonio -bienes,
objetos y también sucesos y narraciones-establecen nexos entre unas generaciones y
otras contribuyen a ello. La transmisión de escudos, genealogías e historias familiares
entre nobles y burgueses es buena prueba de ello. El campesino ha valorado como
patrimonio la tierra, la casa y en cierta medida los apellidos; las tradiciones culturales
por incuestionables, eran algo dado que no necesitaba protección, aunque como bien
sabemos sometida también a cambios, aunque no tuvieran percepción de ello. La
herencia viene siempre cargada de situaciones emocionales para los herederos.

Mención especial merece el coleccionista, verdadero conservador


profesionalizado, único defensor de determinadas formas de patrimonio antes de que
las leyes lo protegiesen. Es cierto que en los coleccionistas los impulsos emocionales son
más poderosos y priman sobre una adecuada metodología en la búsqueda y recolección,
pero también es cierto que determinados museos que con el tiempo terminarán por
ordenarse de acuerdo con las orientaciones metodológicas de la museología han sido
posibles porque ha habido detrás un coleccionista. Citemos por su ejemplaridad a
Francisco González Santana, coleccionista de objetos durante toda su vida, que ha dado
origen y nombre en Olivenza (Badajoz) al mejor museo de Antropología de
Extremadura.

Las asociaciones y grupos defensores del patrimonio se han convertido en una


pieza clave en la protección del patrimonio. Somos conscientes de la dificultad de
armonizar los intereses particulares con la protección del patrimonio, de aceptar que la
propiedad privada tiene unos límites cada vez más estrechos impuestos por el beneficio
común. Recordemos que históricamente legislar no ha significado siempre cumplir las
leyes; por otra parte los organismos públicos no siempre entienden en cada caso hasta
dónde llega su obligación de proteger, y no siempre, como la malicia trata de difundir,
hay intereses económicos, sino aquello de Ayo con lo mío hago lo que quiero@. Los
medios de comunicación social están jugando un papel decisivo en la toma de
conciencia acerca del valor del patrimonio, no sólo publicando las acciones de las

10
organizaciones proteccionistas sino también editando series sobre artesanías, fiestas,
arqueología, oficios, gastronomía, etc. En este mismo sentido las administraciones
públicas editan series, cuadernos, monografías que contribuyen a profundizar en esta
línea. Estas actuaciones no quedarían completas si olvidáramos la necesaria actuación
en los centros de enseñanza. La administración educativa está dando pasos para dotar a
los docentes de materiales didácticos con los que facilitarles la tarea de difundir el
respeto al patrimonio. En este sentido, en nuestra comunidad autónoma se ha incluido
una asignatura optativa en el curso 31en la Enseñanza Secundaria Obligatoria, titulada
Patrimonio Cultural de Andalucía, así como toda una serie de programas y proyectos
didácticos en el área de Cultura andaluza, tal como el Proyecto Demófilo, dedicado a la
investigación-acción en la cultura tradicional andaluza, el Programa Maimónides a la
investigación científica y tecnológica, y los de Patrimonio Histórico, Flamenco, entre
otros.

¿Qué hacer cuando la protección o el mantenimiento de determinados rituales o


prácticas tradicionales entran en conflicto con los valores actualmente vigentes? En
estas situaciones el enfrentamiento entre abolicionistas y conservacionistas es radical y
con frecuencia se aducen datos y argumentos que no responden a la verdad histórica.
Los ejemplos más conocidos son las fiestas populares de toros, en las que las leyes y la
demanda de los pueblos entran en conflicto, y las fiestas de moros y cristianos en las que
estructuralmente siempre ganan los cristianos que matan u obligan convertirse a los
moros, presentan también problemas a algunos grupos sociales. ¿Qué hacer ante el
sentimiento de agravio de los descendientes o partidarios de los vencidos?; ¿Eliminar la
fiesta que forma parte del patrimonio de cientos de pueblos y andaluces?; ¿Sería posible
esto en ciertas comunidades en donde estas celebraciones son sus fiestas mayores? ¿Es
acertado intervenir modificando el sentido de las mismas, por ejemplo dando la victoria
cada año a un bando? Es un debate abierto en el que no tienen cabida las prohibiciones,
por ineficaces, ni tampoco el mantenimiento a ultranza aunque se trate de un fósil
cultural. Sólo cabe la actuación democrática y de respeto a las comunidades que poseen
este patrimonio, ello no empece el derecho que tienen los partidarios de la abolición a
seguir defendiendo sus tesis. Como medida de protección se hace necesario, incluso
para fundamentar el debate, la documentación y registro del ritual o la ceremonia.

6. Los mecanismos legales de protección

El primer paso legislativo para la protección del patrimonio cultural en España lo


constituyó la Ley del Patrimonio aprobado por la República Española en 1933, aunque
ya existía la figura de protección de declaración de “Monumento Nacional”. Durante el
Régimen de Franco la ley no quedó abolida pero su aplicación fue escasa. Necesidades
más perentorias junto a una concepción desarrollista provocaron la destrucción de parte
importante de nuestro patrimonio monumental y artístico. Será en la década de los
setenta cuando empiece a tomar cuerpo entre algunos sectores de la sociedad y entre los
representantes políticos de la necesidad de controlar el proceso de ruina y desaparición
del patrimonio, conservándolo y protegiéndolo, lo que culminará con la aprobación de la
ley de Patrimonio Histórico Español en 1985.Aparecen en este texto legal nuevas formas
de patrimonio como el arqueológico, etnográfico, documental, bibliográfico, y el llamado
inmaterial. Luego vendrán las versiones autonómicas, que matizan o innovan la ley

11
general del Estado; concretamente la ley del Patrimonio Histórico de Andalucía,
aprobada en 1991, que incorpora figuras jurídicas muy novedosas en relación con el
llamado patrimonio inmaterial y etnográfico.

La Constitución Española de 1978 en su artículo 46 recoge que ALos poderes


públicos garantizaran la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio
histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integren,
cualquiera que sea su régimen jurídico y titularidad. La ley penal sancionará los
atentados contra este patrimonio@. Posteriormente en la Ley del Patrimonio Histórico
Español (1985) ya aparece el concepto de patrimonio etnográfico, aunque no incluye
ninguna figura específica de protección.

La Ley del Patrimonio Histórico Andaluz (1991) fue más sensible al patrimonio
antropológico, pues aparecen en ella nuevas figuras jurídicas tales como los lugares de
interés etnológico, los edificios y estructuras de relevante interés etnológico. Define esta
ley que AForman parte del Patrimonio Etnográfico Andaluz los lugares, bienes y
actividades que alberguen o constituyan formas relevantes de expresión de la cultura y
modos de vida propios del pueblo andaluz@ (Art. 61). Pero la principal novedad la
constituye la figura de los llamados Lugares de interés etnológico: Parajes naturales, los
conjuntos arquitectónicos, espacios públicos antiguos o actuales, construcciones o
instalaciones vinculadas a formas de vida, cultura y actividades tradicionales del pueblo
andaluz, que merezcan ser preservadas por su valor etnológico@ (Art. 27-6). También
tienen contenidos de interés antropológico, el Planeamiento urbanístico en que se
tendrán en cuenta los valores que se pretenden preservar (Art. 64), el Patrimonio
inmueble, en el que se contemplan los edificios y construcciones, viviendas populares
con todos sus elementos y espacios rituales y de sociabilidad, y el Patrimonio mueble de
interés etnológico, formado por bienes materiales y documentos (Art. 62). El
Patrimonio inmaterial, recogido por primera vez en la ley de 1985, comprende:
Prácticas, saberes, rituales, expresiones verbales, artísticas y otras manifestaciones
culturales.

Para su protección y fomento, la ley establece que tendrán preferencia sobre las
demás actividades de su misma naturaleza para conocimiento, difusión, protección y
subvenciones; también contempla conocimientos y actividades en peligro de
desaparición: ayuda a su estudio, recogida en soportes seguros y difusión (Art. 63). Así
mismo la norma establece la inspección por la Administración de dichos bienes caso de
estar catalogados, ordenar obras de mantenimiento en caso de peligro con hasta el 50%
y la expropiación total o parcial por interés social. También establece compromisos para
la propia Administración autonómica : el 1% de toda obra pública de la Junta de
Andalucía destinado a obras de conservación y acrecentamiento del PHA (Art. 87), el 20
% de excavaciones arqueológicas se destinará a la conservación y restauración de
yacimientos y materiales (Art. 89), las ayudas a la rehabilitación de viviendas (estudio y
beneficios) se podrán aplicar a conservar y restituir inmuebles del PHA (Art. 92), el pago
de deudas a la Junta y la aceptación de donaciones (Art. 87), y la cesión, uso y
explotación de inmuebles, etc. (Art. 93). Las subvenciones se podrán aplicar, previa
declaración por los técnicos, a obras de conservación y mantenimiento o custodia de
excavaciones arqueológicas y actividades relacionadas con el patrimonio etnográfico
(Art. 95), a propietarios mediante convenios, contratos y créditos refaccionarios

12
condonables, ya sea vigente significativo o significativo en peligro, identificatorio del
pueblo andaluz, de una actividad o profesión, de un grupo de edad o estrato y de una
comunidad (Art. 96).

En el capítulo de Sanciones se establecen en razón del daño infligido hasta el


límite de la expropiación, orientadas a la reparación y restitución del estado original del
bien cultural. Se prevé la catalogación de bienes inmateriales y otros con carácter
revisable, los informes preceptivos de los técnicos en Antropología en planes
urbanísticos, económicos y espacios naturales, fomentar mediadas fiscales y otras en
actividades y conocimientos relacionados con formas tradicionales de producción, la
reglamentación de permisos y actuación en Bien de Interés Etnológico, la
documentación y estudio, especialmente en bienes inmateriales, la conservación de
bienes muebles e inmuebles, la ayuda a su mantenimiento, evitando su mixtificación y
dirigismo y la inclusión de estos bienes patrimoniales en el Catálogo general del PHA
(Art. 8.1)

Como órganos e instituciones se establecen los de carácter ejecutivo: La


Consejería de Cultura y sus delegaciones provinciales y los Ayuntamientos. Especial
relevancia mantienen las Comisiones provinciales del Patrimonio histórico para la
autorización de actuaciones y propuestas de catalogación y declaración de interés
cultural (Art. 106). En cuanto a los consultivos, se crea el Consejo Andaluz del
Patrimonio Histórico, en el que participan varias consejerías y las Comisiones andaluzas
de Bienes culturales: Bienes inmuebles, Muebles, Arqueología, Archivos, Museos, y de
Etnología, que tienen entre sus funciones emitir informes, constituir jurados, y
asesorar en cuantos temas de carácter patrimonial se le sometan.

El papel de los ayuntamientos es muy delicado pero decisivo en la concienciación


de los valores patrimoniales. Situados entre la legalidad, los técnicos y la realidad
sociológica, frecuentemente abocados a tomar decisiones no siempre comprendidas y
valoradas por la ciudadanía, presionados por las relaciones personales en el caso de
núcleos rurales, ineficaces en las grandes urbes; con competencias muy amplias en los
planes de ordenación urbana y normas subsidiarias y, sin embargo, con muy escasos
recursos; hacen que esta institución desempeñe un papel decisivo en la protección del
patrimonio.

Bibliografía citada
AGUDO TORRICO, J.; Patrimonio cultural y derechos colectivos. Cuadernos, 2002, 19
Arquitectura y Patrimonio. Memoria de futuro. Una reflexión sobre la relación entre
Patrimonio y Arquitectura. Cuadernos. IAPH, IV. Consejería de Cultura. Junta
de Andalucía. Sevilla, 1994
BALLART, J.: El patrimonio histórico y arqueológico: valor y uso. Ed. Ariel.
Barcelona, 1997
BARBOSA GARCÍA, M0 V. y RUIZ RUIZ, M.: La comarca de los Montes. Gabinete
Pedagógico de Bellas Artes. Granada, 1996
BOUZA ÁLVAREZ, J. L.: Introducción a la Museología. Madrid, 1981
BOYA BUSQUETS, J.: El Patrimonio etnológico de Cataluña, 1995
CALVO, LL. Y MAÑÁ, J.: De ayer y del hoy. El patrimonio etnológico de Cataluña.

13
Departament de Cultura. Generalitat de Catalunya. Barcelona, 1995 (original en
catalán)
CAPEL, H.: “El turismo industrial y el patrimonio histórico de la electricidad”. En
Catalogación del Patrimonio Histórico. Cuadernos, VI, pp. 170-195. IAPH.
Catalogación del Patrimonio histórico. Cuadernos, VI. IAPH. Consejería de Cultura.
Junta de Andalucía. Sevilla, 1996
Conservación arqueológica. Reflexión y debate sobre teoría y práctica. Cuadernos, III.
IAPH. Sevilla, 1993
CORREA, F.: La recuperación del Patrimonio cultural extremeño. Un reto para el
2005. Banco de Extremadura. Badajoz, 1996
Difusión del Patrimonio histórico. Cuadernos, VII. Instituto Andaluz del Patrimonio
Histórico. Consejería de Cultura. 1996
ESCALERA REYES, J.: “El patrimonio etnológico andaluz: Concepto, situación y
perspectivas2. Ariadna, núm.1, noviembre. Palma del Río, 1986, pp. 43-48
ESTEVA FABREGAT, C.: “El etnólogo como conservador de museo”. Pyrenae, núm. 5,
pp.159-184. Barcelona, 1969.
I Jornadas Ibéricas del Patrimonio Industrial y la Obra Pública. Consejería de Cultura
Y Medio Ambiente. Junta de Andalucía. Sevilla, 1994
I Jornadas sobre el Patrimoni Etnològic a las terres de ponent i l´al Pirineu. Asociacio
Catalana del patrimoni etnològic. Universitat de Lleida, 1993
Informar para proteger. Instituto Portugués do Patrimonio Arquitectónico e
Arqueológico. Secretaría de Estado da Cultura. Lisboa, 1994
La Misión du Patrimoine Ethnologique. Ministère de la Culture et la Francophonie.
París, 1993
MORENO, I.: “Patrimonio etnográfico, estudios etnológicos y Antropología en
Andalucía: Problemas y perspectivas”. Anuario etnológico de Andalucía. 1988-
90. Consejería de Cultura y Medio Ambiente. Sevilla, 1991
Patrimonio Etnológico. Dossier. Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico,
núm. 18, año V, marzo, 1997. IAPH
PRAT i CANALS, LL. Y M. INIESTA i GONZÁLEZ (Coords.): El Patrimonio etnológico.
Actas del VI Congreso de Antropología. Tenerife, 1993
Primer Congreso del Patrimonio Histórico. ADELPHA (Asociación de defensa
ecológica y del Patrimonio histórico-artístico). Madrid, 1980
RODRÍGUEZ BECERRA, S.: “Conservación y divulgación del Patrimonio etnográfico. El
papel de los museos”. Actas do I Congreso Internacional de Cultura galega.
Consellería de Cultura e Xuventude. Xunta de Galicia. Vigo, 1992, pp. 313-325
____________El Patrimonio etnológico. Concepto, presupuestos y propuestas. I
Congreso sobre el Patrimonio cultural de Extremadura. Consejería de Cultura y
Patrimonio. Junta de Extremadura. Badajoz, 1995 (en prensa)
____________”Problemática en torno a la catalogación de la arquitectura
tradicional”. En Catalogación del Patrimonio Histórico. IAPH. Sevilla, 1996, pp.
196-204
____________”Patrimonio cultural, patrimonio antropológico y museos de
antropología”. Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio. PH, núm. 21, 1997,
pp.42-52
RUIZ, M.; GARCÍA, M0. A. y BARBOSA, M0. V.: El Molino de Nigüelas. Gabinete
Pedagógico de Bellas Artes. Granada, 1994
VOVELLE, M.: Ideologías y mentalidades. Ariel. Barcelona, 1985

14

View publication stats

También podría gustarte