0145 1960 04 Mundo Hispanico

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N úm ero 145

15 p e se ta s
RETRATOS

I^kndjbéríca
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E M P R E S A NA CIO NAL
ESTUDIO DE PINTURA DE
DE AUTOCAMIONES, S. A.
JOSE DEL PALACIO
Logramos de un mal retrato fotográfico un buen cuadro,
al óleo, pastel o acuarela abric antes del camión español
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«MUNDO HISPANICO» R IG U R O SO O RD EN D E PED ID O

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CO, Instituto de Cultura Hispánica (Ciudad Universitaria), Apar­ Tel. 4 7 4 4 O O (5 lín e a s)
tado de Correos 245, MADRID (España), o a nuestros distribuido­
res: Ediciones Iberoamericanas, S. A., Pizarro, 19, MADRID (España) M A D R ID
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sobíe temas generales en canje de sellos de todos los cia campestre, quince mi­
castellano, francés, italia­ países. nutos autobús distante po­
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R. Romero, 2.955. Santiago rriente caliente y fría. Bi­

E
de Chile.— Desea correspon­ blioteca. Jardines, arbole­
PE D R O V E G A . Local dencia con jóvenes españo­ n la sucesión de las generaciones en la vida social parece corres­
da, e x t e n s o s . Escriban
30. Galería Florida. Tucu- les de c a t o r c e a veinte
vuelta correo. Con autori­
ponder ahora el turno a una nueva promoción sociocultural que
mán (Argentina).— V einti­ años. Tengo quince. Inter­
dós años. Desea correspon­ zación de las autoridades irrumpe en el viv ir español. Limitándose concretamente a España,
cambio de monedas y se­ locales de E d u c a c i ó n de
dencia con chicas de dieci­ llos. aunque conducido por una línea temática que consideraba el pro­
siete a veintidós años, para Hastings, facilitamos tam­
bién entrenamiento de Se­
blema conjunto de los pueblos de cultura ibérica, Eduardo Adsuara, un
intercambio cultural, en es­
pecial de Europa y A fr i­ cretariado Comercial para joven humanista de la nueva generación, se refería hace unos días en
ca; en latín, español, ale­ ESPAÑA estudiantes, a precios re­
ducidos.
Madrid, en el curso de una conferencia desarrollada en el Instituto de
mán. italiano y francés Cultura Hispánica, a la aparición de la «generación del 60» en nuestra
J E S -O M A R IA RODES vida cultural.
G R AC IA . San Blas, 6.
L a fase que nos es más próxima del vivir colectivo contemporáneo
BRASIL Tortosa (España). — Desea FRANCIA he mantenido también por mi parte en otras ocasiones que está clara­
correspondencia con jóve­
nes españoles y surameri- SIM ONE COCOUZ. 113, mente marcada, en efecto, por tres generaciones intelectuales anteriores
ROGELIO S IL V A . Cali» canos.
P ro fe s o r Valadares, 152, rue R. Losserand. Paris la nuestra. L a del 98, o sea la que abre el siglo, con Unamuno como
XIVème (Francia). Mucha­
2." Río de Janeiro (B ra­
L U IS G O N Z A L E Z I Z ­ cha francesa de dieciocho
símbolo máximo, y toda su formidable carga intuitiva, creacional y pro­
sil).—Desea correspondencia blemática, destacándose como una proyección madrugadora de la con­
con señoritas de quince a QUIERDO. V íctor Prade­ años. Estudiante de Eco­
dieciocho años, en inglés, ra, 67, 3.° deha. San Se­ nomía. — Desea correspon­ ciencia española a punto de renacer. La del 20, generación docta y euro­
bastián (España). — Desea dencia con joven mexica­
francés o español.
correspondencia con seño­ no, estudiante o artista,
peizante, cuyo símbolo humano sería Ortega, y el fruto más logrado,
ritas de veinte a veinti­ para intercambio de ideas. histórica y culturalmente, la República. Y la del 36-40, generación bri­
cuatro años, extranjeras o llante y trágica como pocas quizá en la Historia, cuyo magisterio inte­
CANADA españolas, residentes e n SOLE J U A N y C. C. S. lectual quedó truncado y roto al term inar el drama nacional. Ahora
Madrid, en castellano, fran ­ FO YE R . S. P. 87630. Par,
C O LE TTE LAG ACE. cés, inglés o alemán. BCM. P a r i s . Algérie, corresponde el turno de aparición a la nuestra, la del 60, integrada por
2436, Avenida de L ’Orphe­ A. F. N .— Dos jóvenes de los hombres cuya aparición en la vida intelectual e histórica de España
linat. Gifford, Quebec (C a­ M A R IS A C A B R E R A veinticuatro y veintinueve cobra pleno sentido veinte años después de haber concluido aquel con­
nadá).—Dieciocho años, es­ C A R R A T A L A . V irgen del años, queriendo hacer ex­
tudiante de la Escuela N or­ Socorro, 43. Alicante.— De­ pedición espeleològica del flicto, cuya síntesis constituye ahora la meta histórica que está pendiente
mal. M oren a, con ojos sea i n t e r c a m b io tarjetas año 1961, desean entrar en de nuestra capacidad de inventiva y de sacrificio.
negros. Desea correspon­ postales en colores con co­ contacto con personas in­ E l papel característico de esta nueva promoción, parece que todos es­
dencia, hablando un poco leccionistas de otras nacio­ teresadas en ésta, hablando
francés, con persona de nes. francés, italiano, inglés y tamos conformes en que es el de su autenticidad. Y la exigencia radical
cualquier país. español. de esta autenticidad es no dejar de ser nosotros mismos ; transformar
G L O R I A D E T. San profundamente nuestra existencia colectiva, sin dejar de permanecer
MAUD LAROCHE. Ste- Pedro, 2. Plasència (Càce­
Croix. Lac St-Jean. Que­ fieles a un legado de los antepasados que contiene un mandato inexora­
bec (Canadá).— Estudiante
res).— Desea corresponden­
cia en francés con jóvenes
PORTUGAL ble. ¿Hasta dónde hemos de cambiar, pues, y hasta dónde debemos seguir
de Pedagogía y Psicología. cultos, franceses o belgas, siendo quienes fuimos?
Dieciocho años. Desea co­ de veinticinco a t r e i n t a JOSE A N T U N E S LOU-
rrespondencia con estudian­ R EIR O . Caixa Postal 183. Pensemos, por ejemplo, en Europa. Se manifiesta hoy, indiscutible­
años.
te español de diecinueve a Nova Lisboa. Angola mente, una marcada tendencia universalista en la conciencia española.
veintitrés años. (A fric a Occidental Portu­ Diversos sectores— y especialmente los estudiantes y los técnicos y profe­
JOSE M A N U E L CO NE­ guesa). — Desea correspon­
SA Querol, 8. M e l i l l a . — dencia con chicas del Ca­ sionales— se sienten fuertemente atraídos por la posibilidad de una aper­
Cambia sellos de España nadá o de Hispanoaméri­ tura incondicional al mundo; de modo más concreto, a Europa. Por
CHILE por extranjeros. Remite se­ ca para intercambio de supuesto que se trata de un fenómeno mundial; no es algo exclusivo de
ries nuevas por otras en costumbres.
ANTONIO J IM E N E Z M. compensación. MANUEL PEREIRA los españoles. Los muros culturales y políticos que han enclaustrado
Calle Sucre, núm. 042. De­ CARDOSO. Sanatorio Son­ durante siglos, y en muchos casos durante milenios, a los pueblos, den­
partamento 4. Antofagas­ AN G EL M ORENO sa Martins. Pabellón 8.
ta (Chile).— Desea corres­ tro de compartimentos estancos, se derrumban hoy por todas partes. En
ABAD . Juan Limón, 6. Cuarto 6. Guarda ( Portu­
pondencia con estudiantes Madrid.— Desea correspon­ gal).— Desea corresponden­ el Medio Oriente, en el A fric a negra; en el aplastamiento de la vieja
de bailes españoles resi­ dencia en español con se­ cia con señoritas en por­ y remotísima teocracia tibetana.
dentes en España. ñoritas de todo el mundo tugués. No cabe duda tampoco de que tales milenarios muros de aislamiento
están siendo sustituidos en algunos casos— como el mismo del Tibet—
por nuevas murallas, quizá todavía más altas e impenetrables que las
destruidas. Pero hay una diferencia importante. Mientras las barreras
de antaño paralizaban y momificaban a menudo incluso la conciencia
colectiva— sobre todo en los países asiáticos y africanos— , las que hoy
levanta, por ejemplo, el comunismo, o alzaron ayer los fascismos euro­
peos, son históricamente efímeras. Impresionan algún tiempo por su in­
mensa concentración de poder; pero en sus fundamentos son radicalmen­
te contradictorias. Prometen ofrecer respuesta al ansia de verdad y de
justicia del hombre engañado y oprimido de nuestro tiempo, y su única
realidad espiritual efectiva es el intento de borrar la conciencia de ple­
nitud humana cultivada por el cristianismo. Se orientan hacia la socie­
dad justa anhelada por todos los hombres de buena voluntad; pero es
para hacerlos retroceder a estructuras de servidumbre y envilecimiento
colectivos semejantes a las experimentadas en los trances más deshu­
manizados de la Historia. Sólo pueden producir crisis, terribles cierta­
mente, capaces de ensombrecer una o varias generaciones; pero, en
definitiva, inestables, pasajeras.
Lea meilleurs livres sur les plus grands peintre«
En España, el actual momento universalista a que nos referimos no
Edición en francés. Publicados: coincide con esos procesos extremos. E l comunismo no juega ningún
Botticelli u M O N O G R A PH IE S , a 8 $ cada título: papel importante en el cambio de estructuras pendiente. Nuestras ener­
Giotto P tíreu*re1’ Carpaccio, Cézzane, Chagall, Degas, Dufy, Fra Angélico, Gauguin,
’ , <î7a’ _preco, Klee, Lautrec, Manet, Matisse, Modigliani, Monet, Picasso, Piero gías creadoras autóctonas van en otra dirección, antimaterialista y
Pidan 6 a * rancesca> Rembrandt, Renoir, Rouault, Van Gogh y Velasquez. antimarxista. Y tampoco existe peligro especial de golpe de fuerza o
(cambio ^ or08 libros desee. Envíe cheque en dólares a nuestro favor con el pedido invasión, que es el camino por el que el comunismo acostumbra es­
» o9,85 pesetas), y será despachado seguidamente. Enviamos gratis nuestro ca­ tablecerse sobre los pueblos. E l peligro, en este orden de cosas, apunta
tálogo general de librería, de 126 páginas.
más bien por otro lado. Sin dejar de comprender el poderoso y nece­
LES GRANDES R E V O L U T IO N S P IC T U R IA L E S , a 9 $ cada tomo:
Impressionnisme I.— Impressionnisme I L — Cubisme. sario estímulo que para nuestro país puede suponer la apertura espa­
. Fauvisme.— Montmartre.— Paris I.— Paris II.— Venise. ñola al mundo, y que nuestras actuales tendencias universalistas tratan
GRANDF.q CTum TTtci LA La Peinture grecque ............ ......... $ 28 de favorecer por todos los medios, no podemos dejar de advertir y se­
P E IN T U R E Le Haut Moyen Age .......... ......... $ 28 ñalar el mal grave que éstas apenas ocultan; la evasión de la propia
T.:ascaux La Peinture romane ............ ......... $ 28
$ 22 La Peinture gothique ........... ........ $ 28
conciencia y responsabilidad colectivas; la extranjería mental; la rup­
$ 28 Le XVème siècle ................... ......... $ 35 tura con las tradiciones básicas— entre las que figu ra la propia tra ­
8 18 Le XVIIème siècle ............... ......... $ 18 dición revolucionaria y sindicalista— ; el distanciamiento separatista
u P Î nîure r r / ::/ ..... ,8 20 Le X V IIItaie siècle .............. ......... $ 18
progresivo de cada una de las porciones nacionales divididas del gran
( 228
byzantine ................... $ 8 Le XIXòme siècle ................. ......... 818
cuerpo social hispánico.
CRED ITO E D IT O R IA L H E R N A N D O
Carreta». 21. 1.'-Apartado núm. 1.003 — M AD RID M a n u e l L IZ C A N O
Mensaje p ara la otra orilla

LA IN D U ST R IA L IZ A C IO N
DE HISPANO AM ERICA
A G R IC U L T U R A E IN D U S T R IA la. En resumen, el equilibrio— con toda su in­ tiva— tenga que conceder una importancia ca­
mensa significación social, puesto que ello im­ pital a la mecanización de su agricultura y a
A cualquiera que efectúe un viaje por His­ plica la aparición de masas laborales fabriles y la tecnificación de sus masas campesinas. Re­
panoamérica le será patente la magnitud de sindicalistas— se está realizando. sulta muy interesante ver, por ello mismo, los
los esfuerzos realizados para potenciar su in­ El gran dilema es dirigir, pues, hacia la crea­ datos de producción de fertilizantes, según paí­
dustrialización. ¿Su ritmo es suficiente? ción de las infraestructuras necesarias, el ca­ ses y regiones del mundo:
El índice de inversión de los países más pital de inversión. Henry G. Aubrey, al estu­
desarrollados de Hispanoamérica ha superado diar en «Capital Formation and Economie
el 14 por 100— con relación a la renta na­ Growth» los problemas que ello lleva apare­
cional— , aproximándose, por tanto, al efec­ jado, no dudaba en advertir que la radical ape­ P R O D U C C IO N M U N D IA L DE F E R T IL IZ A N T E S
tuado por determinados países industriales de tencia de beneficios ilícitos había hecho im­ E N M IL L O N E S DE T O N E L A D A S
Occidente. Con la salvedad importante de que posible que el proceso siguiera un ritmo más
Estados Unidos (importa aún) ........... 5,37
el 14 por 100 de estos últimos, por su ma­ normal. Daba como datos de la inmensa voraci­
Africa ..................................................... 0,11
yor riqueza, reviste una importancia mucho dad del capital algunos datos harto ostensi­
Hispanoamérica ....................................... 0,38
mayor. Pese a todo el impulso, es manifiesta­ bles: Que en el Brasil, 256 empresas del
Oriente Medio ....................................... 0,12
mente general. estado de Sao Paulo obtienen unos beneficios
Según el economista Raúl Prebisch, de la anuales del 34,4 por 100, pero que un tercio
C. E. P. A . L., y aun teniendo en cuenta los de ese grupo sobrepasaba el 50 por 100 y
datos anteriores, el ahorro nacional interior de un cuarto el 100 por 100. Añadía que las 286
la mayor parte de las naciones hispanoameri­ empresas del grupo Matarazzo llegan a una La producción de fertilizantes y la mecani­
canas no es de la dimensión necesaria para media del 90 por 100. zación de la tierra constituyen, pues, una ex­
transformar sus infraestructuras. Aparecen, sí, Establecer y crear la conciencia de las ver­ periencia importantísima que tiene que realizar
grandes complejos industriales, pero no se cul­ daderas necesidades deberá ser, en el futuro, Hispanoamérica en toda su dimensión. Pién­
mina su construcción dentro de un cuadro ar­ el elemento de mayor y más vital importancia sese que se trata del 16 por 100 de las tie­
mónico, para el que se necesitaría, obvio es en el cuadro de la industrialización hispano- rras cultivables del mundo. Es interesante ob­
decirlo, una ayuda financiera a escala inter­ américa para evitar que puedan ocurrir, al tiem ­ servar, por tanto, la cantidad de hectáreas, por
nacional. po, dos graves sucesos: tractor, en diversas partes de la tierra:
No obstante, el cuadro estadístico «agri­ a) Que la industrialización se convierta en
cultura-industria» está sufriendo transforma­ un factor de prestigio personal o gubernamen­
ciones importantes. Baste ver, por ejemplo, que tal, sin tener en cuenta la verdadera realidad
si en la Argentina el índice de producción económica del país.
agrícola en 1945 eran de 102 y de 77 para b) Que el poderío de ciertos grupos eco­ Ha. por
la industria— como promedios de compren­ nómicos llegue a realizar ciertas fases de des­ tractor
sión— , éste ha pasado a ser de 111 contra arrollo industrial, minero o petrolífero, casi de
122 para la producción del campo, diez años carácter extraterritorial— aunque el capital sea Extremo Oriente ................................ 8.500
más tarde. En otras palabras, en la primera exclusivamente nacional, porque una cosa no U. R. S. S ................................................. 210
fase del desarrollo económico, agricultura e tiene nada que ver con la otra— , que no fo ­ Norteamérica ....................................... 50
industria comienzan a equilibrarse. Asunto al menten la creación de verdaderas infraestruc­ Hispanoamérica ................................... 470
que debe dedicarse gran atención, puesto que turas económicas, sin las que, a la larga, todo Europa .................................................. 104
en la década de 1900 a 1909 los productos estará en el aire.
manufacturados de la Argentina sólo represen­
taban la mitad del valor de la agricultura.
LA M E C A N IZ A C IO N Pero, una vez más, volvemos al mismo pro­
DE LA A G R IC U L T U R A blema anterior: a la necesidad de crear una
IN V E R S IO N , A H O R R O , P O L IT IC A conciencia colectiva de utilización racional de
Está pasando ya la fiebre, en muchos pun­ la riqueza y de los bienes. El Banco Interna­
En líneas generales, el proceso es idéntico tos ingenua, de que una rápida industrializa­ cional de la Reconstrucción y Desarrollo no
en otros países. Tomemos como ejemplos ra- ción fabril era suficiente para terminar con ha dudado en señalar que es necesario cerrar
tificadores de esta lenta pero clara derrota de todos los dilemas conectados con un escaso el ciclo de las grandes posesiones— muchas de
la supremacía agrícola en la renta nacional, los desarrollo. A l revés, hoy se intenta que la me­ ellas abandonadas o sin cultivos intensivos— ,
datos del Brasil y México, donde la curva se canización del campo y de la agricultura jue­ para iniciar la de una agricultura dispuesta a
aproxima también a la igualdad. Si se unen guen un papel armónico en el proceso. No se liquidar endemias y carencias de todos cono­
los productos mineros, la industria estará ya trata tampoco de ir a establecer sociedades cidas. El B. I. R. D. dice textualmente que
en cabeza. nacionales autárquicas y cerradas, puesto que ciertos países de Hispanoamérica se ven obli­
el cuadro mundial es otro y se tiende, en rea­ gados a importar alimentos para el consumo
lidad, a la creación de grandes organismos de sus poblaciones urbanas— pese a la masa
internacionales de comunicación automática: agrícola y las posibles extensiones de terrenos
Mercado Común, Zonas de Libre Cambio y cultivables— porque no se ha procedido a una
M illones
de Cooperación, etc., etc. utilización más lógica y adecuada de sus tie­
Por esa misma razón se hace necesario ver rras.
Brasil (agricultura) ............ 3.587 (dólares) Todos estos factores no quitan fuerza nin­
los problemas en conjunto, ya que el capital
Brasil (industria) ................ 2.440 » guna al progresivo avance de la potencialidad
extranjero, en esta nueva etapa del mundo,
México (agricultura) ......... 11.545 (pesos) industrial de Hispanoamérica, pero contribu­
pasa a ser también una inversión normal en
México (industria) ............ 11.523 » yen, o debieran hacerlo, a situarnos con en­
los países de renta nacional insuficiente. Al
menos, no se puede esperar que acuda— a me­ tereza ante unos problemas que, de una for­
nos que esté ciego— con los mismos prooósi- ma u otra, corresponden a todos los hombres,
tos de coloniaiismo económico que lo hicie­ y más a los que, hablando la misma lengua,
En 1956, a su vez, los productos manufac­ ra en el siglo X IX . debemos tener un idioma común ante preocu­
turados de Chile superaban ya en 41 millones De ahí que Hispanoamérica— con un 50 por paciones idénticas.
de dólares el valor de la producción agríco­ 100, como mínimo, de población agrícola ac­ E. R. G.
LIMPIA, FIJA Y DA ESPLENDOR

C o n s u l t a s

a 8 a

A c a d e m i a
Hernán G. Peralta. San José. Costa
R ica .— Con los datos que proporciona don MONSEÑOR Frecuentemente vemos en la prensa la abreviatura de
A lva ro Fernández Peralta en su trabajo Monseñor así: M g r. La Academia publicó en julio de
«F a m ilia P era lta » (en la «R evista de la 1956 una resolución sobre el particular que decía: «L a
Academia Costarricense de Ciencias Ge­ Academia Colombiana de la Lengua recuerda a los señores pe­
nealógicas», núm. 2, 1955), unidos a los riodistas: 1) Que la abreviatura castellana del tratamiento
que conservo en mi archivo, puede fo r ­ eclesiástico M onseñor es Mons., y no ” M g r” , la cual correspon­
marse la genealogía de la fam ilia Peral­ de al francés M onsigneur. 2) Que la abreviatura Mons. está
ta, de la que hoy damos un extracto. registrada y aceptada por la Academia Española hace muchos
años en su Gram ática y su D iccionario.»
P era lta .-—-Lin aje navarro. Una rama
pasó a Medina del Campo (Valladolid) GIRA Y JIRA m' smo a^ ° anotado arriba, nuestra Corporación
y otra a Andalucía, que se trasladó más dió a conocer este aparte del Acta de su sesión del
tarde a Costa Rica. 17 de septiembre : «L a Academia Colombiana advierte que, con
la publicación de la edición decimoctava del Diccionario de la
I.— Don García Martínez de Peralta, Real Academia Española, ha quedado establecida la doble or­
En campo rojo, un grifo de oro nació hacia 1350, descendiente del palacio togra fía de la palabra gira, con g y con j ; así: G ira (de girar,
alado y con uñas de azur. Bordura
de Cabo de A rm ería de Peralta, conse­
de oro, con las cadenas de N a v a ­
1.a acepción): Excursión que efectúa un grupo de personas, sea
rra de azur. jero y secretario del R ey Carlos I I de por mero recreo o con otros fines. J ira (del francés bonne
N avarra, señor de Undiano, en 1376; chère, buena cara): Banquete o merienda, especialmente cam­
diputado a las Cortes de Zaragoza en 1405, casó en 1384 con doña Ana pestres, que se hacen entre amigos con regocijo y bulla.» (De
Sancha Ruiz de A zagra. paso, informo a mis lectores que nuestro gráfico término pique­
VI. — Don Antonio de Peralta y Velasco, I I marqués de Falces, IV te ya está incluido en el Diccionario oficial, como colombianis­
conde de Santisteban de Lerín, señor de la Baronía de Peralta; na­ mo, definido así: «merienda cam pestre».)
cido en 1492 y fallecido en 1542. Casó el 17 de diciembre de 1514 con
doña Ana de Bosquet y Lucy, señora de Tornay (fallecida en 1545), ACUSE DE RECIBO No faltan puristas extremosos que condenan
hija de don Juan de Bosquet, barón de Ponget, canciller de N avarra, esta expresión. Sin embargo, el director de la
y de doña Ana de Lucy, señora de Bel-Aire. Fueron padres, entre otros Academia Colombiana contestó a un consultante, al respecto,
así: «A cu se de recibo es una expresión correcta, registrada en
hijos, de:
el Diccionario.»
a) Don Gastón de Peralta, I I I marqués de Falces, V conde de San­
tisteban de Lerín, señor de la Baronía de Peralta, I I I v irrey de M é­ P A N E L Oímos con frecuencia en la televisión el anglicismo pánel.
xico en 1566; casado con doña Ana de Velasco; padres de don Antonio A este respecto, es bueno recordar aquí lo que expresó,
de Peralta y Velasco, IV marqués de Falces, V I conde de Santisteban en octubre de 1956, la Academia Colombiana: «L a palabra
de Lerín, señor de la Baronía de Peralta, que, de su matrimonio con pánel que está utilizando el señor... (omito el nombre) para sig­
doña Ana de Campo, tuvo a doña Ana M aría de Peralta, V marquesa n ificar el grupo o conjunto de jóvenes que deben contestar las
de Falces, V I I condesa de Santisteban de Lerín, señora de la Baronía preguntas propuestas, es un anglicismo inaceptable en castella­
de Peralta, casada con don Jaques de Croy, con sucesión, representada no. Nuestra lengua tiene la expresión equivalente me sa; y así,
hoy por el actual y marqués de Falces. puede decirse la mesa delibera, la■ mesa no ha podido ponerse
6) Don Juan de Peralta, que sigue. de acuerdo.»
VII. — Don Juan de Peralta y Bosquet, nacido en 1517 y muerto en
1571; obtuvo licencia para pasar a Costa Rica en 1565. Casó en 1540 A b V K ft O Y n [B A ijT E l antiguo embajador de los Estados Unidos
con doña Leonor de Salcedo y Jaramillo. A P V Í b O K T K fc r O R Í en Colombia, señor Philip Bonsal (correspon­
diente extranjero de nuestra Academia), consultó, cuando tenía
V III. — Don Manuel de Peralta y Salcedo, nacido en 1541; casó en
en Bogotá la representación de su país, qué término considera­
1563 con doña Leonor Sánchez de Peña.
ba aquélla más adecuado para reemplazar el Advisory report
IX. — Don Diego de Peralta y Sánchez de Peña, nacido en 1568 en usado en los círculos diplomáticos. La Academia contestó al se­
el Puerto de Santa M aría (Cádiz). Casó el 9 de agosto de 1598 con ñor Bonsal que, en su orden, le recomendaba las siguientes lo­
doña Juana Díaz de la Cámara. cuciones: In form e comendatorio, In form e insinuativo, Inform e
X. — Don Andrés de Peralta y Díaz de la Cámara, nació en E l
Puerto de Santa M aría el 12 de diciembre de 1605 ; casó en 1648 con
doña María de San Juan. CONCEJO, CONSEJO Sobre estos términos recibe consultas fr e ­
XI. — Don José de Peralta y San Juan, nació en Jerez de la Fron ­ cuentemente la Academia. Copio aquí un
tera el 29 de marzo de 1655, y casó el 28 de julio de 1697 con doña aparte de la respuesta que a un corresponsal dió nuestro direc­
Juana Franco de Medina. Padres de: tor: « Concejo denota la corporación formada por los conceja­
les y encargada de la administración de un municipio. Consejo,
o) Don Tomás de Peralta y Franco de Medina, nacido en Jerez de
entre otras acepciones, significa junta consultiva, junta que da
la Frontera el 30 de mayo de 1698, donde falleció el 1 de mayo de 1743,
consejo; y de ahí pasó a significar diversas clases de corpora­
creado marqués de Peralta por don Carlos V I de A u stria en Viena,
ciones administrativas oficiales o de empresas particulares.»
a 19 de febrero de 1738.
b) Don Esteban Francisco de Peralta y Franco de Medina, que DRIVE- I N Tengo a la vista un recorte de La P a tria en el que leo:
sigue. «N u eva organización tendrán los D riv e -in de la ciudad.»
X II. — Don Esteban Francisco de Peralta y Franco de Medina, na­ Esto me hace recordar una carta que el padre Félix Restrepo
cido en Jerez de la Frontera el 1 de abril de 1703, y fallecido en 1763; escribió en octubre de 1956 a los señores J. B. Jaramillo Meza,
casó el 11 de noviembre de 1731 con doña Agueda M aría de Barrios. Rogelio Escobar A ngel y Camilo Orozco, sobre este afectado an­
X III. — Don Sebastián José de Peralta y Barrios, nacido en Jerez glicism o: «E n L a P a tria de ayer veo que se van a cambiar
de la Frontera el 30 de octubre de 1735, y fallecido el 29 de octubre los nombres de los establecimientos malamente llamados "drive-
de 1800; casado el 10 de septiembre de 1754 con doña A n a Antonia in” . Felicito a ustedes cordialmente en nombre de la Academia
de la Vega. Colombiana por la patriótica labor que están adelantando en
esa ciudad, a fin de restituirle su castizo aspecto de gran se­
XIV. — Don José M aría de Peralta y de la Vega, nacido en Jaén
ñora hispánica.» Y agregaba el director de la Academia que
28 de septiembre de 1763, y fallecido en Cartago el 7 de agosto
el nombre castizo «que está en el Diccionario y se usa mucho
de 1826. Trasladó su residencia a Costa Rica en 1783. Casó el 12 de
en España, es merendero.» Doy la voz de alarma a los distin­
abril de 1783 con doña Ana Benita López del Corral, y en segundas
guidos amigos a quienes se dirigió el padre Restrepo, pues veo
nupcias, el 29 de octubre de 1816, con doña A n a Basilia de Alvarado
que por allá también están soplando vientos «anglicados».
Y Oreamuno. De su primer matrimonio tuvo diez hijos y cinco bijas,
y tres hijos y cuatro hijas de su segundo matrimonio. Uno de estos
(T r tp Algunas personas creen que este término no está admi-
hijos de su segundo matrimonio fu é: LO vsUTO R tido por ja Reaj Academia Española, porque consultan
XV. — Don Bernardino Peralta y Alvarado, nacido el 21 de julio la penúltima edición de su Diccionario (1947) y no lo ven. Pero
de 1823. Fué su hijo reconocido. en la 18.a edición (1956) aparece locutor, locu tora : «persona
. XVI.— Don Manuel M aría de Peralta, enviado extraordinario y mi- que habla ante el micrófono en las estaciones de radiotelefonía,
nistro plenipotenciario de Costa Rica, de las Ordenes de Isabel la Ca­ para dar avisos, noticias, programas, etc.»
tólica y Carlos I I I, y Legión de Honor, al que en 1883 S. S. el Papa,
O scar E C H E V E R R I M E S IA
como jefe del Antiguo Sacro Romano Imperio, rehabilitó el título de
(D e la Academia Colombiana
marqués de Peralta.
J * la Lengua.)
¡Ju l io A T IE N Z A

s
C O N T IN E N T E VACIO J O Y A S DE H A C E DOS M IL AÑOS

Iberoamérica es un continente vacío, y lo seguirá siendo Hace más de treinta años fueron des­
en el año 2000, cuando esté cerca de los 600 millones de cubiertas en la colina de Coronilla (Bo­
habitantes. Sin embargo, algunas voces exteriores, dema­ livià ) una serie de joyas de oro— discos
siado propicias al control de la natalidad— y, por tanto, corona, colgantes, orejeras, vaso, etc.~.
no católicas— , se muestran alarmadas por su crecimiento Ahora, el profesor Ibarra Grasso, di-
demográfico, prefiriendo los sistemas de control a cual­ rector del Museo Arqueológico de la Uni­
quier otro método de solucionar los problemas de una ma­ versidad de Cochabamba, ha publicado
yor densidad de población, como se ha hecho en la isla sus conclusiones sobre el hallazgo. Se­
borinqueña. E l director de la Oficina de Investigaciones gún el arqueólogo boliviano, las joyas
Demográficas de W ashington acaba de «a d v e rtir» que tienen una antigüedad de unos 2.500
Iberoamérica podrá llegar a ser un «gigantesco arrabal» años, perteneciendo a un « rey » de la
si no se adoptan medidas radicales para contener el ritmo cultura megalítica, anterior a, la de
de crecimiento de sus habitantes. «S i continúa durante Tihuanaco. Forman, en conjunto, el más
mucho tiempo— dijo— el fenomenal aumento de la pobla­ importante descubrimiento de oro ante­
ción que actualmente se registra, la situación amenazará rior a la llegada de los españoles o
gravemente las esperanzas de fomento y desarrollo econó­ América que se ha efectuado hasta el
mico.» presente.

MATEMATICOS CARDENAL F IL IP IN O

La Unesco ha creado un centro de Los católicos filipinos— más del 80 por 100 del país— han visto
formación de profesores y especialistas coronada ahora su antigua aspiración de contar con un cardenal en
en altos estudios matemáticos para Ib e­ la Iglesia. Rufino J. Santos, arzobispo de Manila, elevado por Sv
roamérica, con sede en Buenos Aires. Santidad Juan X X I I I al cardenalato, gobierna una de las mayores
De igual form a acaba de establecer otro archidiócesis del mundo, con 3.800.000 fieles. E l acierto de su desig­
centro regional iberoamericano, en Qui­ nación viene a los católicos de todo el mundo al mismo tiempo que lo
to, para la formación de profesores de
noticia, trascendental en la historia de la Iglesia, de llegar al colegio
periodismo. Anteriorm ente existía otra
institución periodística en Estrasburgo, cardenalicio el primer hombre de raza negra, monseñor Lurian Ru-
con destino a Europa. A frica y Oriente gamwa, obispo de Rutabo (Tanga-nica). Pa ra los hombres, esencial­
Próximo. mente a.ntirradstas, del mundo ibérico. 1960 es. pues, un año decisivo.

R EFO R M A A G R A R IA TEA TR O
La reforma agraria está siendo abordada por gran parte de los Gobiernos hispanoamericanos.
Después de las medidas radicales de Bolivia y Cuba, otros países han encarado el problema con El II Congreso Interamerica-
diverso criterio. En Venezuela, una Ley de Reforma Agraria se ha aprobado. En ella no^ se trata no de Teatro tiene anunciada
de dividir o repartir los latifundios, sino de distribuir las tierras públicas a los campesinos, ace­ su celebración para los días del
lerando así la producción de alimentos. En Ecuador también se está llevando a cabo un mode­ 22 al 29 de abril, en La Haba­
rado programa agrario de asentamientos y colonización. En Colombia, un sector del partido li­ na. La reunión, auspiciada por
beral ha declarado como principal objetivo la realización de la reforma agraria, «para liberal al
la Dirección General de Cultu­
campesino de la explotación de los terratenientes». Uno de los líderes de este sector afirmó que
«cada país debe actuar dentro de sus propias modalidades y de acuerdo con las condiciones ra de Cuba, seguramente coin­
impuestas por las luchas locales». Bolivia, por su parte, tiene la intención de convocar este afio cidirá con la apertura oficial
un congreso campesino iberoamericano, para estudiar, sobre todo, estos problemas de la reforma del Teatro Nacional Gertrudis
agraria. Gómez de Avellaneda.

BR A SILIA D O LA R E S SAN TO S CUBANOS

La designación del cardenal E l Departamento norteamericano de La prensa cubana se hace eco


patriarca de Lisboa, monseñor Defensa reveló las cantidades aportadas de que hay en curso en la Santa
M a n u e l Gonçalves Cerejeira, por su país en ayuda militar a otras Sede tres procesos de beatifica­
como delegado pontificio en los naciones durante los últimos diez años. ción de sacerdotes nacidos en la
actos de la próxima inaugura­ D e un total de 26.078 millones de dóla­ isla. Si los tres— o uno de ellos—
ción de la nueva capital del res, Iberoamérica recibió 423 millones concluyeran felizm ente, tendría
Brasil, Brasilia, ha sido consi­ — de ellos, 167 el Brasil, el más benefi­ Cuba su primer nacional elevado
derada en Portugal como un ciado— . Europa alcanzó la cifra de a los altares. Los tres sacerdotes
extraordinario acierto. «E s el 13.704, ocupando el primer lugar entre — Luis Sánchez, Tiburcio Osorio
h o m b re ideal para la misión los grupos regionales. E l Lejano Orien­ y Jaime Oscar Valdés— perecieron
ideal», ha dicho un diario lis­ te, en segundo lugar, obtuvo 6.202. Ibe­ como mártires de la fe, aunque en
boeta. roamérica ocupa el tercero. distinto tiempo y circunstancia.

CO LABO R AC IO N B R A S IL E Ñ O -P A R A G U A Y A A L IA N Z A S

La colaboración económica brasileño-paraguaya ha reci­ Las reuniones de personalidades iberoamericanas de la»


bido un nuevo impulso con la firma de un convenio por diversas tendencias se hacen cada día más frecuentes. Púa-
el cual Paraguay concede al Brasil «un depósito franco en de decirse que, en los últimos años, se observa un fenó­
el puerto de Encarnación, para el recibo, almacenaje y meno que podría denominarse «pre-estructuración de par*1'
distribución de las mercaderías de procedencia y origen dos de dimensiones continentales iberoamericanas, en Ia?
brasileños, así como para el recibo, almacenaje y expedi­ diversas corrientes ideológicas». Tal vez sea ésteï el hecho ,
ción de las mercaderías destinadas al Brasil, dentro de más sintomático de
esta zona del mundo. Posiciones co
cuyo depósito, para los efectos aduaneros, tales mercade­ muñes están siendo adoptadas en cada una de esas co
rías serán consideradas en régimen libre». Esta colabora­ rrientes. Y todas ellas tienen un punto de coincidencia:
ción económica tiene como antecedentes inmediatos un T ra ­ defensa de la necesidad de ir paulatinamente^ una inte­
tado General de Comercio y de Inversiones y un Convenio gración de Iberoamérica en los campos político, social J
de Comercio Fronterizo, firmados en 1956, así como una económico. Ejemplos recientes de esto son: la reunión e
serie de acuerdos concretos sobre la unión por carretera Lima de lo que pudiera llamarse «izquierda democrática»,
entre Coronel Oviedo y puerto Presidente Franco, y entre bajo los auspicios del Apra— en la que se acordó lucha
Concepción y Paraguaná, sobre la construcción de un por una «América unida, justa y libre»— ; la IV Cont ■
puente internacional en el Paraná y sobre el aprovecha­ renda de Partidos Socialistas Latinoamericanos, celebrad
miento de la energía hidráulica de los saltos en el A caray en Lima, y el III Congreso de
Sindicalistas Cristianos, etc
y en el Monday. tuado en Quito.

C
MUND•O
HISIPAÑIc o
D ir e c to r : J O A Q U IN iC A M P I L L O

NUMERO 14'¡ - ABRIL 1960 - AÑO XIII


Depósito legal. M. 1034-1958

S U M A R I O

Págs.

V entana abierta, por En ri­


que Ruiz García ............ 8-9

Otro año industrial de Es­


paña, por E. M ................ 10-12

Págs.

Al nordeste del Brasil ... 14-17

Una piel roja en los a lta ­


res ..................................... 20-21

Págs.

EN P A G IN A S DE T IP O G R A F IA :

M ensaje para la otra orilla, por E. R. G .................................. 4

Los trabajos y los días .................................................................. 6

Cine, por José M aría Pérez Lozano ....................................... 26

V illa Rica de la Vera Cocina y el Bon Vino, por Rafael

García Serrano .............................................................................. 30

Págs.

C u a n d o t ie m b la la
t i e r r a , por J . L.
Modernos Establecimientos dotados Castillo Puche .... 33-35

de aire acondicionado
M onum ento a C er­
vantes ................... 36-38

¡Preferidos por nuestros


i amigos de América!
Las siete posiciones
del flam enco, por
Para sus desayunos, aperitivos, almuerzos, Lara, págs. 39-41.

meriendas, refrescos, cenas, etc. A la sombra de las


m uchachas en
flo r, págs. 42-45.
Abiertos desde las ocho a. m. hasta medianoche Modas, por Helia
Escuder, páginas
46-49.
Salud, 21
Plaza del Callao, 7
Avenida de José Antonio, 49 Y A D EM A S, EN ESTE N U M E R O :
Marqués de Valdeiglesías, ó «El Palacio de Deportes de M adrid».— «Cinco
sión».— «Figuras de la Pasión del Señor».— «Una responsabilidad generacio­
fotos sueltas».— «La Pa­

nal».— «Consultas a la A cadem ia».— «Ocho meses a bordo de un país.—


«A m anda Berenguer y sus versos».— «El feo», cuento de Sanz Lajara.— «El
Cádiz de las C ortes», por Ramón Solís.— Y las secciones habituales: Estafeta,
Heráldica, Decoración, Pasatiempos, Hum or, etc.
P O R T A D A : M uchacha de Monteherm oso (fotocolor M asats).
Fotografías de Fernando M artín ez, Teódulo, W in te rn itz , Europa Press, Lara,
M asats, Basabe, Cifra G ráfica, Glen C urtís, Pacheco, Calvo y Pastor y
A rchivo «M . H.»
Colaboración artística de M olina Sánchez, Carpe, M anzano y Daniel del Solar.
Azorin,
el curioso constante
E aquí, con su perfil afilado, al eterno y curioso Azo-
rín, nacido en 1874. Pero es bueno tener esa edad,
haber nacido en esos días, porque se pertenece a una
generación que vió las dos aguas, que escuchó los
dos mundos y supo que el «aqu í» y el «a llá » tenían
una significación común, pese a todo.
Sostenido sobre sí mismo, erguido sobre todo lo
que es superfluo— edad, dolor, queja de la carne— ,
este escritor español de la generación del «noventa
y ocho»— hermana Cuba— siente y comprende los
gustos de nuestro tiempo. No se ha cerrado, como caracol
herido y asustado por una sombra, sobre sus viejos recuerdos,

BANCO sino que se ha llenado de nuevas emociones.


He aquí a Azorin, el descubridor de encaladas rutas es­
pañolas— la pana negra al lado de las fuentes— , ante la ta­
quilla de un cine— su afición última— , donde el azar ha re­

E S P A Ñ O L unido al tiempo, paralelas, la proclama de dos equívocos: el


«sueño» de Andalucía y el «fe s tiv a l» de México.
Dos equívocos, porque el «a llá »— país por país— no pue­

DE de ser sólo flo r de requiebro y danza— «flo r de la adormide­


ra », que decía Alfonso Reyes— ni el «a cá » es sólo Andalu­
cía y abanico. Todo ello, al revés, suele ser simulacro y tópico,

CREDITO careta y no gesto de los valores más constantes y honrados


del alma.
Azorin, el escritor de E l paisaje de España, visto por los
DOMICILIO SOCIAL: españoles, seguro que habrá llegado a la cuenta de que es ne­
cesario llegar a hacer de una vez, y como llenándose de ira,
A L C A L A , 14 un paisaje y un folklore cinematográfico que nos entregue
M A D R I D las claves exactas de nuestro ser coloquial español e ibero­
americano. No el «fe s tiv a l» ni el «sueño», sino la realidad
animada por el acento auténtico, el coro trascendido a verdad,
aunque ello deje perplejos, aunque sea por una vez, a los in­
CAPITAL DESEMBOLSADO Y RESERVAS: ventores de los falsos retablos; no el gaucho argentino o el
llanero colombiano, retocados para multiplicar la receta de
2 .0 9 7 .3 1 2 0 .7 5 8 ,0 9 p e se ta s la farsa; no el andaluz, siempre entre el vino y el toro, cuan­
do no hay nadie tan grave y serio como un cordobés ni na­
die que haya visto tanta tierra junta como un gaucho ni
tanto dolor como un llanero. Todo eso, que lo habrá sentido
499 Dependencias en España y Africa el Azorin que llamó en tantas puertas de Castilla para oír
las verdaderas palabras, es obligado predicarlo para que nos
devuelvan, al fin, nuestra imagen verdadera— y la vuestra— ,
trocada hoy por la baratija falsa, abalorio, de un typical que
DEPARTAMENTO DE EXTRANJERO: no tiene nada que ver con ese folklore verdadero que ha re­
CEDACEROS, 4 - MADRID corrido el mundo: la voz, la palabra, la danza y el espíritu
de unos pueblos eternamente insumisos y rebeldes a la robo-
tización del hombre.

(A p ro b a d o por la D irección G e n e ra l de B a n ca con el núm ero 2.420)

E n r i q u e Rui G a r c í a
1 9 5 9 : Otro Las fotografías insertas en estas páginas tienen casi exclusivamente un carácter ilustrativo, puesto que
las cifras y el texto que las acompañan son bien elocuentes y constituyen por si solos auténtica infor­
mación. Aquí ofrecemos una vista general de Avilés y un horno en pleno funcionamiento. A la
vuelta, un aspecto del puerto de Avilés, y la botadura del vapor «Juanita Chacártegui», que despla­
za mil toneladas, llevada a cabo en fecha reciente en los activísimos astilleros bilbaínos de Udondo.

año industrial En conjunto, la actividad industrial en 1959


— medida según el índice de producción minero-
canzó las 23.000 toneladas, frente a las 16.000
de 1958, lo que ha supuesto un aumento del 43
por 100. También se está explotando una parte
industrial-—ha experimentado un aumento del
7 por 100 respecto a la de 1958 (in fe rio r al de la producción.
11 por 100 anual que, como promedio, se obtuvo En cambio, ha descendido la producción de

en España
en el último quinquenio). plomo en un 7 por 100 desde las 68.700 tonela­
La extracción de carbones, que en 1958 alcan­ das de 1958, y ligeram ente la de cinc.
zó la cifra de 17,08 millones de toneladas, ha Los abonos nitrogenados han registrado un
disminuido, aproximadamente, en 1,5 millones alza importante, alcanzando una producción de
de toneladas (8,5 por 100), reducción que sólo 334.000 toneladas, que sign ifica un aumento del
en parte es imputable a la modificación de la 27,5 por 100. E l carbonato sódico ha experimen­
coyuntura económica, ya que la excelente plu­ tado un aumento del 14,5 por 100.
viom etría del año ha permitido reducir en un La producción de cemento sigue su marcha as­
cendente, con un aumento de 400.000 toneladas
98 buques entraron en servicio en 1959, cuyo 44 por 100 la producción de energía termoeléc­
(el 8,3 por 100), que ha perm itido alcanzar, en­
trica, con la consiguiente economía de combus­
tible. tre todas las variedades, la cifra de 5,21 m illo­
tonelaje significa un aumento del 59 por 100 Pero la contracción del consumo ha sido mu­ nes de toneladas.
cho mayor que el descenso de la producción, pues Las industrias del m otor han realizado nue­
los stocks en bocamina, sumados a los depósi­ vos e importantes progresos en la producción de
tos de la R. E. N. F. E. y a los parques de car­ automóviles, camiones y tractores, al paso que
bón de las principales industrias y centrales té r­ la de motocicletas ha experimentado una fuerte
r ! N el año 1959 ha proseguido la expansión industrial, aunque
micas, han aumentado durante el año en más de contracción. Las cifras que se han alcanzado son
con menor intensidad y regularidad que en los años anterio­
un millón de toneladas, lo que representa una las siguientes :
res. Se han conseguido progresos importantes en ciertos sectores
(en el siderúrgico, la producción de aluminio, fabricación de n i­ inmovilización de capital muy importante.
trogenados y en las industrias de motor, principalm ente) y se han Finalmente, la importanción de hulla (unas Automóviles de turism o ........ 40.500
producido retrocesos, también importantes, en otros (extracción 700.000 toneladas) ha sido in ferio r en un 36,5 Camiones y furgonetas ......... 14.000
de carbón, fibras artificiales, industria textil, por ejemplo), como por 100 a la de 1958, y el consumo de fuel-oil Tractores agrícolas ................ 3.157
era de esperar en un año de transición en materia económica, se­ también ha descendido en un 12,5 por 100.
Motocicletas ............................. 87.200
gún ha manifestado a los informadores el ministro de Industria, E l consumo de energía eléctrica ha reflejado
también el cambio de la coyuntura, con un Ciclomotores y bicicletas ...... 152.800
señor Planell, con ocasión de comunicarles los datos correspondien-

LOS AVANCES MAS IMPORTANTES


en lingote de hierro. (+ 2 6 %),
acero bruto ( + 16 % ),

alum inio ( + 43 %),


y en abonos, cementos e industrias

del motor

aumento del 5,7 por 100, muy in ferio r al re­ En el año actual la fabricación de tractores
tes a la marcha de la industria durante el año 1959 y el detalle
gistrado en años anteriores, que oscilaba alre­ deberá aproximarse a las 10.000 unidades, y en
de inversiones que los programas industriales aprobados por el M i­
dedor del 10 por 100. el próximo deberá abastecer totalmente al mer­
nisterio exigirán a lo largo del quinquenio 1960-1964.
Como es lógico, la contracción tuvo lugar con cado nacional.
En 1958 la renta nacional se cifraba en 438.494.000 pesetas
mayor intensidad durante el segundo semestre, Durante el año 1959 se han puesto en servi­
de ese mismo año, equivalentes a 300.368.000 pesetas de 1953, lo
que sólo acusó un aumento del 1 por 100 sobre cio 98 buques, con 156.000 toneladas de registro,
que suponía un aumento del 4,4 por 100, y que, reducido al cálcu­
el de 1958. lo que acusa un aumento sobre 1958 del 59 por
lo de renta anual per capita, equivalía a 14.783 pesetas de 1958
La expansión de la producción siderúrgica ha 100, y, en cambio, los buques lanzados han su­
ó 10.126 de 1953, es decir, 36.616 pesetas en 1958 por individuo
sido muy importante en lingote de hierro (un mado 109.000 toneladas, con un descenso del 25
activo (25.082 pesetas en 1953).
26 por 100 sobre las 1,3 toneladas del año an­ por 100.
En el mismo año 1958, la aportación de la industria a la renta
terio r) y en acero bruto (16 por 100 sobre las La industria textil ha logrado, durante el pa­
nacional fu é de 143.830 millones de pesetas, con un incremento de
1,5 toneladas de 1958), pero mucho menor en la­ sado año, incrementar sus exportaciones de un
16.000 millones sobre el año precedente. El 24 por 100 del total de
minados, que sólo aumentó en un 3,8 por 100. modo sustancial; pero la producción total ha
la industria española lo componía la metalurgia, los productos me­
E l mercado no sólo está bien abastecido, sino seguido en declinación con descensos del 5 por
tálicos y la maquinaria. E l 20 por 100 lo componía la industria de
que se ha podido dedicar a la exportación una 100 desde las 95.772 toneladas de hilaturas de
la construcción y los materiales de construcción. E l 11 por 100, la
parte de la producción. algodón de 1958, y del 15 por 100 desde las
industrial textil. El 10 por 100, los productos químicos. Otro 10 por
Se destaca la producción de aluminio, que al- 13.774 toneladas de las de lana en 1958.
100, el caucho.
INVERSIONES QUE EXIGIRAN
LOS PLANES INDUSTRIALES
PARA EL QUINQUENIO 1960-64
In version es que e x ig irá n los progra m a s in du striales
para el quinquenio 1960-1964 :

A) I N D U S T R I A S B A S IC A S C O N P R O G R A M A S
E N D ESARRO LLO

1. C arbón.— P a ra alcanzar una producción de 20 m i­


llones de toneladas m étricas de carbón y m ejora y m e­
canización en la m in ería, 2.650 m illones de pesetas.
2. E le c tric id a d .— P a ra atender a un increm ento de la
demanda, del 8 por 100 anual acumulado, 55.035.
3. S id e ru rg ia .— P a ra in stala r una capacidad de p ro ­
ducción de tres m illones de toneladas m étricas de acero,
28.736.
4. C em ento.— P a ra alcanzar una capacidad de produc­
ción anual de siete m illones de toneladas m étricas de ce­
mento, 3.186.
5. A bon os n itrogen a d os.— P a ra alcanzar una capacidad
de producción anual de 360.000 toneladas m étricas de n i­
trógen o fija d o , 5.830.

B) I N D U S T R I A S N O B A S IC A S C O N P R O G R A M A S
G E N E R A LE S QUE D E B E N D E S A R R O LLA R S E
E N E L P E R IO D O D E C IN C O A Ñ O S

6. P lan de am pliación y renovación de la in du stria


papelera y celulosa, 2.340 m illones de pesetas.
7. M odernización y desarrollo de la in du stria de azú­
cares y alcoholes, 1.275.
8. D esarrollo y m ejora de la in du stria conservera, 700.
9. Renovación y m ejora de la in du stria te x til, 6.230.

C) IN V E S T IG A C IO N DE P E T R O L E O E IN D U S T R IA S Las inversiones destinadas al


D E R I V A D A S D E L M IS M O
desarrollo de los programas
10. In ves tig a ció n de petróleo, 7.340 m illones de pe­
setas. industriales en el quinquenio
11. In d u stria petroqu ím ica, 8.376.
12. R e fin o de petróleo, 1.450. 19 6 0 - 6 4 ascenderán a
D) O T R A S IN D U S T R IA S EN E X P A N S IO N A C T IV A 189.000 millones de pesetas
13. M eta lu rgia, 2.845 m illones de pesetas.
14. A provech am ien to de residuos agrícolas, 1.427.
15. Construcción de m a q u in a r ia , excepto eléctrica,
1.765.
16. Construcción de m aqu inaria eléctrica, 1.595.
17. Construcción de m a teria l fe r ro v ia rio , 1.500.
18. In d u stria del m otor, 4.054.
19. Construcción naval (a stillero s), 4.375.
20. R enovación M a rin a m ercante, 11.000.

E) R E S T O D E I N D U S T R IA S , 37.445

Suma total, 189.154 m illones de pesetas.


Resulta, pues, que la in versión total necesaria para lle­
v a r a cabo los progra m a s indu striales aprobados por el
M in isterio , que se encuentra en su m ayor p a rte en curso
de realización, asciende, aproxim adam ente, a 189.000 millo?
nes de pesetas, de los cuales 54.000 m illones correspon­
den a in version es que ha de efectu a r el In stitu to N a c io ­
nal de In du stria.

C IN C O A Ñ O S C O M O P R O M E D IO

A ten d ien d o a las necesidades de la econom ía nacional


y a la m ism a e fic a c ia de las in versiones, debieran éstas
realiza rse en un plazo no su perior a cinco años, como
prom edio ; pero como, según las p revision es que cabe con­
siderar, de acuerdo con el p rogram a nacional de in v e r­
siones, la m edia anual de las in version es brutas indus­
tria les no podrá exceder de unos 30.000 millones, el tie m ­
po que será realm en te preciso para la ejecución de los
p rogram as ya establecidos no será in fe r io r a seis años
y m edio, salvo que, por aum entar el ahorro nacional y
las aportaciones de capital ex tra n jero , pueda dedicarse a
la in du strialización una in versión anual su perior a la in ­
dicada. En todo caso, es evid en te que la expansión indus­
tria l no habrá de retra sa rse por in su ficien cia de p ro ­
gram as, proyectos y autorizaciones- a d m in istra tiva s del
M in is te rio de In du stria..
EL PALACIO DE DEPORTES L deporte español está de enhorabuena.
Madrid ha inaugurado el espléndido
Palacio de Deportes, que tan necesario ha­

DE MADRID cía el crecimiento de la afición deportiva


en todas sus modalidades. Con una línea
de arquitectura modernísima y grandes cris­
taleras, como delicada cortesía y confianza
en los buenos modos del público, el Pa­
lacio de Deportes se levanta a un paso
mismo del final de la calle de Alcalá, y
promete albergue, en óptimas condiciones,
para toda suerte de prácticas deportivas.
Sus excelentes condiciones acústicas per­
miten pensar en él también como gran
auditorium para conciertos sinfónicos, que
podrían escuchar, en inmejorable localidad,
15.000 personas. La obra, proyectada por
el laureado general Moscardó, ha sido rea­
lizada en un tiempo que constituye una
marca deportiva, gracias al esfuerzo y te­
són de José Antonio Elola-Olaso, presiden­
te del Comité Olímpico Español y delegado
nacional de Educación Física y Deportes.—
El Jefe del Estado español, acompañado
del Gobierno, presidió su solemne gala
inaugural con una exhibición polideportiva.

FOTO: SANZ BERMEJ O


AL NORDESTE
eisc ien to s mil brasileños tie­

S
nen domiciliado su afán y su
sueño en Recife, la populosa
ciudad, blanca y reluciente al
sol que la condecora, capital
del estado de Pernambuco, si­
tuada en el centro del nordes­
te del Brasil. Su puerto es la
salida natural de una zona de
más de 100.000 kilómetros cua­
drados, donde se asienta una
población que sobrepasa los tres millo­
nes y medio. Los datos son, siempre que
se trata del Brasil, grandes, como des­
mesurados, como si hubieran sido tra­
ducidos a una escala gigantesca. P o­
dríamos traer aquí cifras de producción
y de comercio, mención, por toneladas,
de la producción de café y algodón, ín­
dice de su velocísimo crecimiento demo­
gráfico. Pero ni aun así, posiblemente,
conseguiríamos dar una ligera idea de
la enorme vitalidad de toda esta región
perteneciente a ese país del futuro que
se llama Brasil.

Anclada en dos ríos


—e I Capibaribe y el
Beberibe—, Recife la blanca
e s la V e n e c i a b r a s i l e ñ a

Pero, al compás de su importancia


comercial y marítima, conviene decir
que Recife es también acaudalado en
belleza. A la vista está su paisaje. La
barrera de arrecifes submarinos, de
limpísimo coral, da nombre a la ciu­
dad, y es como si comunicara al cielo
su clamor de luz. Sobre esa barrera se
asienta la ciudad, que tiene luego, me­
tidos en sus calles, los ríos Capibaribe
y Beberibe, formando canalillos, a más
del mar, para aumentarle sus límites
con el agua, para justificar el sobre­
nombre de Venecia americana que se
le ha otorgado.
Nadie reconocería hoy, en la pujan­
te arquitectura novísima de Recife,
aquel humilde puerto que fué, cuando
Sufundación en 1548, habitado por pes­
cadores y navegantes. Aun así, un sa-
or dulce y marinero, un aroma pres­
agiado por la Historia, sigue vivo en
a moderna ciudad, que si en su aveni-
a Guarrapes parece lo que es, una
man metrópoli, conserva rincones de
^ y sosiego donde el tiempo parece
£,e enido en apurada belleza. Aquí es-
an algunos de esos rincones, esos que
frecen propios de un pueblo de pesca-
0res y son viñetas de la gran ciudad.
A la noche Recife espejea sobre el Capibaribe, contagia
con sus luces las aguas del río, lo hace espejo de su rico ata­
vío arquitectónico. Ahí está una espléndida ventana por la
que asomarnos al Recife nocturno. Y abajo, como el anverso
de la medalla, el mismo río, con la luz de la mañana silen­
te y calma, la marea baja y los pescadores de sirí. La huella
del arte de otros tiempos, con la piedra trabajada en fili­
grana, se hace evidente en este aspecto de la fachada de
la iglesia de San Antonio. Es un elocuente contrapunto entre
lo modernísimo y funcional de su arquitectura y el viejo aire
colonial, como una página caligrafiada, puesto allí como una
señal de vida anterior. Recife, entre tradición y revolución,
constituye uno de los centros intelectuales más vivos del país.
Una ciudad que vive cara al mañana, proyectada con un
ritmo vertiginoso hacia el siglo que aún no hemos estrena­
do, a la que se la nota crecer, palpitar, bullir, en todas las
manifestaciones del hombre, desde la industria y el comer­
cio a las otras que son resultado de una operación espiri­
tual.
F O T O S F E R N A N D O M A R T I N E Z

A la izquierda de estas páginas: Una estampa del Brasil colonial, con calles
empinadas, con cuestas que pregonan su raigambre ibérica, como si estu­
viéramos en cualquier pueblo marinero del Levante o de Ibiza.— Sobre estas
lineas: «Luar» en Olinda. La luna tropical, redonda como un inmenso globo
celeste, pastorea el rebaño de nubes, pone en la ciudad un sobresalto, como
una aparición mágica.— A la izquierda: El perfil recio, caviloso, de un «jau-
gadeiro». Si lo conociera Hemingway, haría un nuevo y emocionante relate
humano sobre el mar y sus hombres valerosos.— Abajo, al pie de página:
Desde el pie de la colina donde está situada Olinda, una vista de Recife,

Noche y día sobre las aguas del río Capibaribe


SIGNIFICAN
BUEN
CREDITO
EN TODO
EL MUNDO

BANCO EXTERIOR DE ESPAÑA


CAPITAL Y RESERVAS: P»a*. 826.250.000
___________________________________________

Un B a n c o e s p e c ia liz a d o

e n e x p o r t a c io n e s

e im p o rta cio n e s,

y con u n a e x p e rie n c ia

in te r n a c io n a lm e n t

re co n o cid a .
N las «cinco fotos sueltas» de este

E número se recogen algunas notas


gráficas de los pasados meses y que
constituyen otras tantas noticias de inte­
rés.' Las dos primeras corresponden a la
ceremonia de imposición de las condeco­
raciones otorgadas por el Gobierno ar­
gentino a los ministros españoles de
Asuntos Exteriores y de Comercio, se­
ñores Castiella y Ullastres. En ambas
aparece el embajador de la República
Argentina en Madrid en el acto de la
imposición.
Las dos últimas fotos dan fe de otros
tantos actos celebrados en el Instituto
de Cultura Hispánica de Madrid. En la
primera, el director del Instituto agra­
dece al embajador de Chile en España,
señor Fernández Larrain, la donación del
retrato de Pedro de Valdivia, obra del
pintor Venegas-Cifuentes; en la segun­
da, el profesor Garrigues, de la Facultad
de Derecho de la Universidad Central,
interviene en el acto de clausura del
segundo curso de Derecho español e
hispanoamericano.
En la fotografía central aparece la
llegada a Puerto Rico del conjunto de
cámara de la Orquesta Sinfónica de M a ­
drid. Durante cuatro días, la Orquesta
Sinfónica madrileña, dirigida por el maes­
tro Arturo Somohano, celebró en la ca­
pital de la isla una serie de conciertos,
que constituyeron otros tantos triunfos.
Fo tos: CONTRERAS Y TEODULO

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PIEL ROJA
UNA

ALTARES
EN LOS
*

Los últimos descendientes de los iroqueses adoran a Kateri, y la consideran hoy día como su gran protectora. Algunos de ellos, vestidos con sus atuendos
tradicionales, han ¡do a Roma a solicitar del Santo Padre la beatificación de la joven india, lo que, según parece, tendrá lugar en fecha no muy lejana.

Aparece cierto que la primera santa norteamericana será gación de Ritos el 26 de noviembre del año siguiente, encontró
una piel roja, la iroquesa Kateri Tekakwitha. La cau­ en Pío X II un gran defensor. El proclamó el grado heroico fie
sa de su beatificación es seguida con el más vivo inte­ las virtudes de Kateri y nombró postulador al padre Cario Mié-
rés por el mundo católico, y especialm ente por los ca­ cinelli. El padre M iccinelli, en estos días, precisam ente, ha re­
tólicos norteamericanos, devotísimos de la venerable novado la petición al Santo Padre para que sean tornados en
«Ojo de Sol», que si boy es ya considerada como pa­ consideración los milagros de la venerable Kateri y se concluya
trona oficial de los Boy Scouts de América, se conver­ el curso del proceso. Muchísimos fieles, devotos de la india, es­
tirá, acabado el proceso de beatificación, en la protec­ criben de todas partes del mundo.
tora de los católicos estadounidenses y canadienses.
La causa de beatificación de la india Tekakwitha, * * *
esto es, «la que camina dudando», iniciada el 20 de mayo Kateri fué la primera virgen cristiana que el pueblo iroques
de 1939 y examinada por vez primera por la Sagrada Congre­ dió a la Iglesia católica. Hija de las soledades salvajes del Gran
pvorte, vivió veinticuatro años, de ellos los últim os cuatro en
ja ]uz ¿e la fe cristiana. Nació en 1656, en Casernon—la actual
Auresville, de la diócesis de Albany, estado de Nueva York— ,
y su infancia y juventud transcurrieron en el mundo prim itivo de
los iroqueses, esto es, en una tierra en la que reinaba el odio
]a venganza. Hábiles cazadores de bisontes, ambiciosos y san­
guinarios, los indios se abandonaban en aquella época a todos
jog excesos : practicaban la poligam ia, condenaban a muerte a
los viejos y a los enfermos y torturaban y daban muerte a los
prisioneros de guerra.
«Ciervo Verde»,, padre de la futura santa, pertenecía al Con­
sejo de Ancianos del pueblo Iroqués-Moliawks, y era un desta­
cadísimo guerrero y gran cazador. En el curso de una incursión
en los pueblos algonquinos, que ya se habían convertido al cris­
tianismo, raptó a la doncella que sería después la madre de

un vuelo...
Kateri.
Una tremenda epidem ia, que diezmó a su pueblo, dejó huér­
fana y sola a Kateri a los cuatro años. «Marcada por las cicatri­
ces de la viruela— escribe el padre Cholenec, que fué su direc­
tor espiritual— , se vió obligada a protegerse constantemente los
ojos, porque no soportaba la luz del sol.»
Confiada al cuidado de unas tías emparentadas con «Gran
Lobo», uno de los más importantes jefes de los Kanawake, la • m ás có m o d o
niña llevó una vida retirada y serena, y sus costumbres dife­
rían radicalmente *de la de las demás jóvenes de la tribu.
A pesar de las marcas de la viruela, Kateri nos es descrita • m ás rápido
como una bella m uchacha, que, por no haber aceptado las con­
tinuas propuestas de los guerreros jóvenes, fué maltratada pol­
los jefes de la tribu y obligada a huir de noche hasta hallar
• m ás grato
refugio 200 millas más allá de su aldea, en la M isión de San
Francisco de Sault. Según una leyenda, fué ayudada en la fuga
por un guerrero cristiano y otras dos indias, aue detuvieron a
los numerosos seguidores arrojando grandes rocas desde lo alto
de una colina. Otras muchas leyendas circulan en torno a la don­ en los reactores de
cella india, cuya iconografía es muy abundante. Artistas de va­
rios países—incluso de China—han pintado y esculpido la imagen
de Kateri, y una escritora canadiense, Nora Routledge, ha to­
mado recientemente como asunto para un drama la vida de la
X 4 S
virgen. La obra ha alcanzado un gran éxito en los Estados U ni­
dos y Canadá.
La extraña conducta de Kateri en el pueblo donde vivía hizo
que la motejaran de loca. Las tías, sin embargo, conociendo a
fondo la firmeza de carácter de la muchacha, eran muy indul­
gentes con ella. En otoño de 1677, el jesuíta padre Lamber-
CARAVELLE
ville, en una visita extraordinaria al pueblecillo, encontró a la para distancias medias
muchacha. Todo fué muy rápido. Al año siguiente Kateri reci­
bió el bautismo, y aún permaneció en el poblado durante año
y medio, hasta que fué obligada a huir. En 1679 entró a for­
mar parte de una asociación de mujeres que querían conseguir
la perfección cristiana ; desde entonces castigó cada vez más su
D O U G LA S DC-8
cuerpo, basta enfermar gravemente. Sin embargo, el espíritu para largas distancias
parecía tomar en ella nuevas fuerzas a expensas del cuerpo. Las
pruebas a que se sometía eran tremendas. LIn día se colocó una
brasa ardiente entre los dedos de los pies, y soportó el terrible
suplicio. Al día siguiente, m ilagrosam ente, Kateri no tenía tra­
za ninguna de quemaduras. La mejor combinación
Fd prodigio extraordinario sobrevino inm ediatamente después
de su muerte. El Martes Santo de 1680 Kateri, largo tiempo in ­ de la era de los "jets"
movilizada en su lecho, recibió el Santo Viático, .y al día si­
guiente expiró. Un cuarto de hora después de su muerte acae­
ció un hecho maravilloso. Su cara, verdosa y desfigurada por EU RO PA - AM ERICA
las marcas de la viruela y por la penosa enfermedad y las pe­ LEJA N O Y M EDIO ORIENTE
nitencias, se transfiguró com pletam ente, irradiando una belleza
y claridad que no solam ente pasmó a los misioneros, sino a los
propios indios, que rehusaban darle sepultura. E l jirodigio se
mantuvo durante una semana, hasta que al fin Kateri fué en­
terrada.
Después de su muerte, las curaciones obradas por su interce­
sión lian sido innumerables. Se cree que en una fecha no leja­
na la santidad de Kateri Tekakwitha será proclamada por la
Santa Sede y elevada a los altares. La primera santa de los Es­
tados Unidos será una piel roja.
Edificio España Av. Tous y Maroto, s. n. Mallorca, 227
Tel. 47 17 0 0 Tel. 15 6 00 Tel. 27 31 06
F R a n c o l a g u i d a r a MADRID PALMA DE MALLORCA BARCELONA
ay una luz, dulce y antigua, que señorea el ámbito de las catedrales, establece el alto
dominio del color sobre las naves de las iglesias y magnifica el aire, convertido en do­
micilio de la fe. Primores artesanos, delicadas pupilas, manos cuidadosas, juntaron cris­
tales, como quien junta palabras de una oración, hasta lograr el prodigioso resultado
de la vidriera, donde todo se resuelve en belleza. La historia del arte nos cuenta la
relación, esmaltada de ejemplos vivos, donde cada estilo dejó el sabor de una época
y de unos hombres. Huellas de luz, balcones gozosos, ventanales de la alegría conde­
corada, se asoman a cada paso en cada lugar, se llame León, París, Reims o Floren­
cia. Si la vida es corta, el arte es largo, y secontinúa en el tiempo. Y el de nuestros
días registra una especie de renacimiento del arte de la vidriera, al que los artistas
de hoy aplican su dedicación. Aquí, a estas páginas, traemos hoy una muestra valiosa
de ello. Adolfo C. Winternitz nos cuenta en color la Pasión de Cristo, los hechos de
los apóstoles, los milagros de la fe, la historia de la Iglesia. En la espléndida arquitectura
que Fisac levantó en Alcobendas relampaguea con encendida luz, a través de las cristaleras, de
los pedactis sueltos de vidrio de color, el drama y la piedad de Cristo. Y nuestra humilde
ventana de papel se honra con presentar ese testimonio de belleza que tanto invita al espíritu.
Completando esa entrega de la más moderna y audaz iglesia deMadrid, traemos a esta pá­
gina unos fragmentos de la obra realizada por Winternitz para la iglesia parroquial de San­
ta Rosa de Lima. «L a última cena», bajo estas líneas, y, a la derecha, «Lázaro», «La Ve­
rónica» y «Moisés», confirman el acierto del artista y dan testimonio de su obra bien hecha.
FIGURAS
DE
PASION
L A
IlllllinillMIMIIIIIIIIIIIIIIIlItlIllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllimillHllllllllllllllllllllírr
jjiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiMiiiiiiiiiiiiiiHHiiiiiiiiiiiiiiiiHiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiimmiiiiiiiiiiiiiiiimiiiiiiiiii

N escriba salmodió el proceso, y el intérprete trasladaba al latín las acusaciones : blasfemias, embauca-
mientos, adaptación de las profecías, con daño de Israel

U
Goteaba la voz en el claustro solitario del Pretorio con un eco roto y frió.

Poncio se cansaba de aquel relato de culpas, donde no había, para él-, ninguna realidad humana.
Y volvióse a su séquito.
Sonaron las trompas. El sanedrita enmudeció, plegándose. Y Pilato exclamó :
— ¡Juzgadle vosotros mismos, según vuestras leyes!
Traducidas las bruscas palabras, las enviaban los corros próximos a los apartados, tejiendo un
rumor sañudo.
Poncio, que ya pasaba los claustros, retrocedió impulsivo y siniestro.
— ¿Qué quieren?—y quedó inmóvil, mirando la multitud.
Sobre un fondo de voces surgía el grito metálico de un viejo curial.
Rábbi Jeschoua es digno de muerte; mas a nosotros ya no nos es dado el poder de esa sentencia. Rábbi Jes...
-¿ Y qué hizo?—le cortó, impaciente y adusto, el romano.
Simón-ben-Kamithos, menudo y pálido, le repuso :
— ¡N o te lo traeríamos si no fuese culpable!
El viejo prosiguió :
—Rábbi Jeschoua se ha rebelado contra el Señor Dios nuestro, contra nosotros y contra ti mismo. ¡Se llama rey!
— ¿Rey?
Y la mueca altiva de Poncio acabó en un pliegue de recelo. Se fijó en Jesús y miró al centurión, que arrojóse
de su potro, dejando las bridas a un esclavo de las cuadras.
Poncio dijo :
—Sílbelo.
Y él adelantóse. Detrás le aullaban las turbas. Y no se volvió. Comenzaron a llegarle los pasos del soldado.
En el sol del mosaico veía caminar la afilada sombra del reo, y la sombra cojeaba.
Pilato se detuvo para mirarle. Rábbi Jesús tenía un pie descalzo, y le sangraban las uñas; el otro llevaba san­
dalia, una sandalia reventada de subírsele y aplastarle otros pies, gorda de fango y estiércol.
Los palomos de los torreones volaban rodeando el Pretorio, y la proyección de su vuelo se rompía rauda y
graciosa en el sol de las murallas.
Pilato apoyó su diestra en el breve pilar que partía la aguda ventana. Era un aposento hondo, vestido de
paños, donde millares de siervas labraron figuras de monstruos y vegetales de Egipto y de Libia. Colgaban de los
artesones cuencos de pedernal para las estopas de las luces, racimos de aljabas y de clavas, adargas de pieles poli­
cromas, que envió el gran Herodes de sus guerras con los parthos. Los lechos de ciprés y cornerina formaban un
estalo bajo los tapices. En medio de la estancia reposaba una gigantesca loba de bronce sobre un cubo de mármol
negro, por el que se trenzaba, reproducida en esmalte, la viña de oro de 500 talentos—«encanto de los ojos», se­
gún los judíos— que Aristóbulo regaló a Pompeyo. Y frente al animal sagrado, en una mesa délfica, brillaba una
ampolla de vidrio con peces de Aretusa.
Pilato contempló la gloria del día de primavera, los campos tiernos, los montes esculpidos por el cincel de la

...que escribió el
poeta alicantino
Gabriel Miró
luz, y, junto a su palacio, las manadas de hombres greñudos y foscos, amontonándose en la planicie. Les odió tanto,
que sintió el latido atropellado de toda su sangre.
Asomóse el centurión; luego, Jesús, el trujamán, el asesor.
£ No lo advertía Poncio. Recordaba las pasadas matanzas, las letras de Tiberio..., y se maldijo, porque las anti­
£ cuas crueldades le impedían ahora machacar esa muchedumbre... ¡Nunca, nunca, se le había deparado una costra
de humanidad tan densa de israelismo como entonces!
Venían las risas de los caballeros romanos.
Tornóse Poncio y llamó al tribuno.
— ¿Qué nuevas tienes tú del Rábbi? . _ . 0 . , ,.
Y el tribuno, recio y pecoso, sonrió como un chico mazorral... Había visto al Kabbi en el templo, «a jo el
con una escuadra porqiie Jesús acometía a los mercaderes de los atrios... Fué después del día de su triunfo en
las calles...
— ¿Su triunfo?... ¿Cuántos le aclamaban? =. , ,
Y el custodio de la fortaleza quedóse cavilando. Se veía en su frente ruda el ahinco de torpe y de escrupuloso
para el recuerdo. Parpadeó mucho, resolló y d ijo : , , , , , ,
—Eran todos pobres y forasteros. Menos que hoy. Los que el sanaba. Centes galileas y algunas del arrabal de
fíethania, de Betfage y de Ofel. ,.
— j Es éste el mago a quien Addai, rey de Edesa, llamo a su casa. Empújalo aquí.
Y Poncio sentóse en un dorado bisellium, de espaldas a la claridad. Sus pupilas de cobre se contraían ace­
chando a Jesús. Y de improviso le gritó :
— iCuéntame lo de tu reino! .
Aún llegaba el Señor, y su frente, sus pómulos, el hueso de su nariz, su barba, iban recibiendo la luz de la

' ' El'TrJjamán?’ pesado, rollizo, repitió en siríaco lo que dijo Poncio, y repasaba soezmente en las basuras de la
sandalia del Rábbi. ■ . . . . ,
Pilato apartó al plebeyo, hincándole en la pierna la punta agudísima de sus calceus.
Jesús los miró; pasóse la lengua por sus labios terrosos, y contesto en habla grecana.
— ¡M i reino no es de este mundo!
L O S C I N E S EN LOS P A I S E S
DE H A B L A E S P A Ñ O L A
Núm .
P A IS Población de Núm . de
cines localidades

Costa Rica ............ 979.000 106 50.500


Cuba ...................... 5.842.000 537 370.000
R. Dominicana ...... 2.608.000 68 32.000
G uatem ala.............. 3.349.000 51 47.000
H aití ...................... 3.350.000 18 7.100
Honduras ............... 1.711.000 42 28.000
México .................... 30.538.000 2.460 1.600.000
Nicaragua .............. 1.282.000 69 52.273
Panamá .................. 934.000 57 50.625
San Salvador ......... 2.268.000 37 42.921
Puerto Rico .......... 2.263.000 170 71.750
Argentina .............. 19.857.000 2.308 1.300.000
Solivia ................... 3.235.000 82 45.000
Chile ...................... 6.941.000 399 314.000
Colombia ................ 13.227.000 560 250-.000
Ecuador .................. 3.777.000 150 65.000
Perú ....................... 9.787.000 334 300.000
Paraguay ............... 1.601.000 24 17.000
Uruguay ................ 2.615.000 211 117.000
Venezuela .............. 6.038.000 496 345.000
Filipinas ................ 22.265.000 650 400.000
E S P A Ñ A ............... 27.977.000 6.459 3.758.000
Total ................. ... 172.444.000 15.288 9.263.169

C/NES Y LOCPL/DPDES £N LO S PRINCIPALES


P A /S ES D£ EUROPA ORAP/COS////// Una publicación del Servicio de Estadística en el Sindicato
Nacional del Espectáculo pone en nuestras manos una serie de
datos— muchos de ellos desconocidos hasta el momento— inte­
resantísimos para juzgar la importancia de la exhibición cine­
'■ ' . ■ matográfica en España. Nos damos cuenta, a la vista de estas
cifras, de las inmensas posibilidades del cine español en cuanto
' < "A ’ nuestra industria cuente con los instrumentos estadísticos y di­
fusores necesarios. Mejor que cualquier comentario por nuestra
~ scr. pé cr.ES POR V - 10 LOCAL /OA D E S
100.000 HaQiTANTES P O R 1 .0 0 0 h a b i t a n t e s
parte, resultará expresivo un resumen de esta estadística,
que nos dice que España produce anualmente unas 70 películas,
mientras que la producción cinematográfica mundial es de 2.200
films al año. Se calcula el promedio mundial de asistencia al
cine en unas seis sesiones por individuo y año, frente al prome­
dio de frecuencia del espectador español, que es de unas 17
sesiones. La situación de España respecto a otros países pode­
ORARCO//
EL MERCADÒ ESPAÑOL DEC/NE mos verla en los gráficos que reproducimos. En síntesis, pode­
mos decir que las salas de proyección existentes en nuestro país
DISPON/A EN 1958
son 6.922, de las que 6.459 son de explotación comercial, o sea,
D E 1:274 PELICULAS el 93,3 por 100 del total. Pero todo esto alcanza un relieve
insospechado en cuanto lo relacionamos con datos de la América
PROCEDENTES DE : hispana, con la sugestión que ofrece el extenso mercado de estos
países y el alcance de una mutua y eficaz colaboración. Anote­
mos que los países de habla española suman un total de 173
millones de almas, aproximadamente, con 15.300 cines. La sola
lectura de los totales que arrojan los países hispanoamericanos,
iii
respecto a población, número de cines y número de localidades,
muestra unas perspectivas que por sí solas justifican sobrada­
te l
MEJICO j 'MNÛ*
■ ■ mente la atención que en estas mismas páginas dedicamos a
ES P A Ñ A INGLATERRA IT A L IA *LEfAW MMKT»»
* & f S u HArOR/A /TALO -FRAX.CSSAS f 'TAcQ ■rrt$A*.‘tA9. nuestro cine.
HACIA
ON
NUEVO
CINE |OS festivales internacionales descubrie­
ron un día el cine exótico. Japón, la
India, Suecia más tarde, han ido apor­
tando la revelación de sus cinemato­
grafías personales. Y el triunfo era ma­
yor cuando el film era más local, más
auténtico, con menos monserga. Así
también, a principio de los años 50, el
mundo se enteró de que había un nue­
vo cine español. La revelación era
«Bien venido, Mr. Marshall», un film
escrito y dirigido por dos jóvenes uni­
versitarios, Luis García Berlanga y Juan
Antonio Bardem. Levantino y madri­
leño. Berlanga, meridional, perezoso, lleno de bon­
dad, de una espiritualidad extraña y madura, deja
sus estudios de Derecho, hace la guerra en el
frente ruso como soldado de la División Azul y Un plano impresionante de «El lazarillo de Tormes».
más tarde descubre su verdadera vocación en el
cine. Bardem, ingeniero agrónomo, reflexivo, in­ sospechadas. Obra muy irregular, pero muy am­
telectual, enemigo de las improvisaciones, será la film. Mientras «La venganza» es un film cien
por cien español en su temática— es la historia biciosa. Ahora Coll espera el estreno de «El traje
antítesis de Berlanga. Y , sin embargo, su comien­ de oro», un severo análisis del tópico taurino
zo es común. Primero escriben y realizan una de una cuadrilla de segadores que recorren, un
verano, las tierras de la Mancha, con sus proble­ visto a través del cansancio, el aburrimiento de
deliciosa historia que aún sigue siendo programa un torero que ha perdido el interés por torear
clásico de cineclubs: «Esa pareja feliz». Pero este mas, sus odios, sus pasiones— , en «Sonatas» Bar­
dem ha querido ceder ligeramente a los recla­ y que, pese a todo, ha de hacerlo. En una línea
primer film titubeante no se estrenará sino mu­ muy distinta de ese maravilloso film mexicano,
mos comerciales— se le acusaba de ser director
cho después de «Bien venido, Mr. Marshall», es­ dirigido por un español, Carlos Velo, que se ti­
crito por ambos y realizado por Berlanga. Y, caro y para minorías— , aunque para ello no ha
renunciado, ni mucho menos, a la dignidad ar­ tulaba «Torero» y que era el estudio perfecto
como hemos apuntado, el primer triunfo clamo­ del miedo y de la psicología de un hombre cho­
tística. Con todo, la crítica joven ha reprochado
roso de fronteras afuera del cince español. Lo cando con la psicología de una masa.
a Bardem, quizá muy duramente, que haya aban­
que nuestro cine desconocía desde que, antes de
1930, otro film— curiosamente parecido, aunque donado el camino de su purismo cinematográfico,
derivado a la tragedia— , «La aldea maldita», con­ perfectamente conseguido en «Calle M ayor», el
siguió también la unanimidad en el aplauso de mejor film de Juan Antonio Bardem y aun el más
humano. Hay en este realizador un franco deseo Otra escena de «El lazarillo. . .», de César Ardavin.
la crítica internacional.
de testimonio, de hacerse testigo de los proble­
mas de su tiempo, como español de hoy. En
B. Y B.: B E R L A N G A Y BA R D EM Berlanga, en cambio, la tesis se hace más uni­
versal y de signo quizá más positivamente idea­
Desde entonces, Badem y Berlanga vienen sig­ lista.
nificando a los ojos atentos del mundo cinema­
tográfico «todo» el cine español, lo que, con
ser verdad, no lo es del todo, pues son «cine es­ U N A PR EO C U PA C IO N M O R A L: COLL
pañol» auténtico, pero no «todo» el cine espa­
ñol. Nuestra Escuela de Cinematografía, que, ins­ Un antiguo crítico y escritor teatral barcelo­
pirada en el Centro Sperimentale de Roma, lleva nés, Julio Coll, que trabajó durante dieciséis años
el poco adecuado título, provisional, de Instituto como periodista y escritor de guiones, es otro
de Investigaciones y Experiencias Cinematográfi­ de los nombres del «nuevo cine español». Coll,
cas, sigue dando a la luz nueva levas de directo­ que es de Camprodón, dirigió un primer film
res, artistas y técnicos, que, superando una crisis __ malo— que se titulaba «Nunca es demasiado
coincidente con la de todo el cine mundial, espe­ tarde». Su segundo film fué ya acogido por la
ran su gran oportunidad. Volveremos otro día so­ crítica joven con mucha esperanza: «La cárcel
bre este cine español de mañana, porque, pese a de cristal», un tema un poco coincidente con el
todo, todavía existe «otro cine español». de «Cómicos», pero que un buen escritor, García
Berlanga, abúlico, deja pasar largas temporadas Escudero, estimaba superior al film de Bardem
entre film y film. Con los dos citados, su produc­ como testimonio humano de la vida del teatro por
ción se completa así: «Novio a la vista», «Cala- dentro. Luego, «Distrito Quinto» se basaba en una
buch», y «Los jueves, milagro». La segunda ob­ ¡dea trascendente: a cada hombre se le conceden,
tuvo también un premio internacional, el de la al menos, esos cinco minutos necesarios para ver
OCIC (Oficina Católica Internacional del Cine). sus errores y sentirlos profundamente. Se inicia
De «Calabuch» escribía el crítico francés Marcel aquí una línea de preocupación moral en Julio
Huret que era «una pequeña obra maestra», una Coll, en una moral muy universal, intimista, que
lección de sabiduría». continúa en «Un vaso de whisky», su último film
Bardem ha sido más constante en su produc­ estrenado. Film de rigurosa factura formalista— por
ción. Después de «Felices Pascuas», un film fa- esto se le empareja a veces con Bardem— , que
Hido, realiza «Cómicos», «Muerte de un ciclista» arranca de una idea muy actual: existe una invi­
premio en Cannes— , «Calle M ayor»— premio en sible intercomunicación entre los seres humanos
Venecia— , «La venganza»— premio internacional por la cual cada uno de nuestros actos repercute
de crítica en Cannes— -y «Sonatas», su último en las vidas de los demás, incluso en las más in­
A R O A V IN : LO L IT E R A R IO

Otro director muy interesante es César Ar-


davín, de quien recuerdo haber leído frases elo­
giosas en algunos diarios de Montevideo cuando
se estrenó allá «Crimen imposible», película po­
licíaca muy cuidada. Ardavín, que pertenece a
una familia literaria muy conocida y que es uni­
versitario también, entró en el cince por la puerta
pequeña— ayudante de dirección— y con una clara
ambición literaria. Quería hacer «literatura en imá­
genes». Y la sigue haciendo, aunque mejor que
la de antes. Menos riguroso en la concepción for­
malista de sus films— «Procuro servir siempre al
tema», nos ha dicho— , diríamos que su cons­
tante temática la da el deseo de subrayar el libre
albedrío en' el hombre y la recuperación de los
seres humanos. Por eso gusta de dejar sus films
en cierto modo inconclusos, al menos como que­
rría verlos terminados algún espectador poco exi­
gente. Profesor de dirección del Instituto de In ­
vestigaciones y Experiencias Cinematográficas, aca­
ba de estrenar un film muy ambicioso: «El laza­
rillo de Tormes», versión muy libre del famosc ro adolescente que fué Lázaro. Pero el film conserva gran ca­
relato español. Lo mejor de este film es la re­ lidad y es muy superior a otros que, con tema y época parecidos,
creación del ambiente, del clima histórico, que,
se han realizado en nuestro país.
aunque no sea perfecto, es muy interesante, y la
plástica impresionante con que recoge el paisaje
que da tono al film. «El lazarillo de Tormes» fué «EL P IS IT O » , IM P R E S IO N A N T E
rodado en escenarios auténticos: Salamanca, T o ­
ledo, Lerma, Frías y La Alberca. El error de A r ­ Pero «el nuevo cine español» no está sólo en la confirmación
davín fué escoger para protagonista a un niño— el de estos nombres que ya les sonarán a ustedes, sino también en
italiano Marco Paoletti—-, pensando quizá en la la llegada de algunos nuevos. Como los de Ferry y Ferreri, di­
comercialidad, en lugar de presentarnos al pica­ rectores de uno de los films más interesantes y jugosos— y me­
nos comerciales— del actual cine hispánico: «El
pisito», basado en la novela del mismo título de
Rafael Azcona— autor también de «Los muertos
no se tocan, nene»— , es verdaderamente un film
extraño. «El humor de Azcona— he escrito yo
mismo alguna vez— tiene parentescos con algu­
nas de las comedias satírico-fúnebres de la Edad
Media, con la literatura picaresca y aun con la
mentalidad disparatada de un Goya, aunque bajo
este humor tétrico corre una vena de difícil y
hosca ternura, como asustada de mostrarse.» Toda
una galería tremenda de tipos anima el film: náu­
fragos de sí mismo, incapaces de otra aventura
que no sea la de prolongar sus días en la misma
rutina, situados en la línea de lo tremendista sin
que ellos mismos se den cuenta, crueles de tan
sencillos, horribles de tan vitales. Al recoger un
drama de nuestro tiempo— la vivienda— a través
de una anécdota que fué real— , un hombre joven
que se casó con una anciana para heredar el
piso— , se nos presenta una mínima, triste y en-
ternecedora historia sin héroes, sin esperanza, sin
soluciones... El film obtuvo en Locarno el pre­
mio internacional de la crítica.

LOS V ET E R A N O S
No son éstos los únicos nombres de un nuevo
cine español. En la misma generación que recogió
la antorcha del cine al término de la guerra es­
pañola, quedan nombres como los de José Antonio
Nieves Conde— «Surcos», «El inquilino»— , José
Luis Sáenz de Heredia— «Mariona Rebuil», «El es­
cándalo», «Don Ju a n »— , Rafael Gil— «Huella de
luz», «El fantasma y doña Juanita», «La calle
sin sol»— , Manuel M ur Oti— «Un hombre va
por el camino», «Cielo negro» — o José María
Forqué. Este último— «El diablo toca la flauta»,
«Un día perdido», «Amanecer en Puerta Oscu­
ra», premiada en Berlín,’ «De espaldas a la puer­
ta»— es un hombre especialmente esperanzador
por su madurez formal, a la que sólo falta el
encuentro con los grandes temas. Mientras, fuera
de España, Carlos Velo y Luis Buñuel hacen su
extraño cine español, españolísimo pese a todo.
Y las generaciones jóvenes empiezan su lucha por
su propio cine, justo en este comienzo de 1960,
de lo que ¡remos dando cuenta a ustedes, si Dios
quiere.
José María P ER EZ LO Z A N O

En esta página, tres escenas de


antología. Arriba, una panorámica
de «Bien venido, M r. Marshall»,
de Berlanga, premiada en Cannes.
A la izquierda, y en el centro, un
momento de «El lazarillo de Tor­
mes». A l pie de página, un pla­
no expresivo de «La venganza»,
de Bardem, premio internacional
de crítica. Y de arriba a abajo ve­
mos a cinco directores españoles:
Julio Coll, José María Forqué,
Juan Antonio Bardem, Luis Gar­
cía Berlanga y Manuel M ur Oti.
MUNDO HISPANICO
DIREC CIO N, R E D A C C IO N Y A D M IN IS T R A C IO N
Avenida de los Reyes Católicos, Ciudad Universitaria (Madrid)

T E LE FO N O S :
/jNTES de centrar estas notas en ¡os estrenos que entre ¡os más recientes Dirección ................................................. 57 32 10
11 alcanzaron alguna resonancia, creo oportuno facilitar a ¡os lectores de Administración ......................................... 57 03 12
MUNDO HISPANICO información en torno al desarrollo de la actual tem­ Administración y Redacción : 24 91 23 y 24 87 91
porada teatral en Madrid. Desde que ésta se iniciara, en el pasado mes de oc­
tubre, cinco grandes acontecimientos dramáticos merecen prioridad absoluta
DIREC CIO N P O S T A L P A R A TODOS LOS SEVICIO S :
en la mención: uMùribel y la extraña familia», de Miguel Mihura; « La visita
Apartado de Correos 245 - Madrid
de la vieja dama», de Friedrich Diirrenmatt; « La loca de la casa», de Pérez
Galdós; « La Orestíada», de Esquilo, en versión de Pemán y Sánchez Cas-
taner, y « La cornada», de Alfonso Sastre. El éxito de público alcanzado por
EM PRESA D IS T R IB U ID O R A :
las más de estas obras— y concretamente el logrado por la tragedia esquil.ana
y por la reposición afortunadísima del drama de Galdós— expresa, de manera Ediciones Iberoamericanas (E. I. S. A .). Pizarro, 17 - Madrid
fehaciente, cómo la situación de divorcio que a veces se advierte entre pueblo
y teatro desaparece en cuanto a aquél se le ofrecen obras de calidad e interés
auténtico. De las tres obras restantes, sólo la de Mihura permanece en cartel, IM PR E SO R E S :
lo cual no es óbice para que tanto la de Alfonso Sastre como la de Dürrenmatt T ipografía y encuadernación : Editorial Magis­
produjeran en los medios teatrales el impacto a que su dignidad artística y terio Español, S. A. (M adrid).— Huecograbado
ambición temática las hacía acreedoras. Y, dicho esto, podemos pasar ya a y o ffset: Heraclio Fournier, S. A. (V ito ria ).
enjuiciar, brevemente, las últimas obras dramáticas estrenadas en Madrid.

E N TE R ED A S SECOND CLA SS M A T T E R A T TH E

«Comedia para asesinos», j e James Endhard.


POST OFFICE A T N E W Y O R K . M O N T H L Y : 1959.
N U M B E R 145, ROIG, N E W Y O R K «M U ND O H IS ­
P A N IC O ». S P A N IS H BOOKS, 576, 6th Ave. N . Y . C.
El Teatro Nacional María Guerrero ha estrenado esta obra de James
Endhard— seudónimo de un escritor chileno— , que, siendo una comedia
policíaca, es a la vez bastante más que una mera pieza de intriga. Com­
prendo que Carlos Miguel Suárez Radillo, autor de la versión dada a PRECIO S :
conocer en Madrid, se haya sentido ganado por el excelente estudio de E S P A Ñ A .— Ejem plar: 15 pesetas.— Suscripción semestral: 85 pesetas.
caracteres que James Endhard realiza en cada uno de los personajes de Suscripción anual : 160 pesetas.— Suscripción por dos años : 270 pesetas.
la trama. Esta voluntad de ahondamiento psicológico permite insertar a A M E R IC A .— Suscripción anual: 5 dólares.— Suscripción por dos años:
Comedia para asesinos en la escuela pirandeliana. En ella se nos ofrece 8,50 dólares.— Suscripción por tres años : 12 dólares.
la trayectoria de una vanidad artística que, por su extremosidad, entra
ESTADOS U N ID O S Y P U E R T O RICO.— Sobre el precio de suscrip­
de lleno en el campo de lo patológico, en el protagonista de la pieza,
ción : 1,50 dólares por año, de gastos de franqueo.
al que sirven de adecuado contrapunto dramático el conjunto de los
restantes personajes. A mantener despierto el interés de los espectadores E U R O P A Y OTROS P A IS E S.— Sobre el precio de suscripción : por
contribuye la índole policial de la acción, cuyos efectos se han dosifi­ año, 60 pesetas por gastos de franqueo sin certificar, o 120 pesetas
cado con innegable habilidad teatral. Fueron intérpretes, eficaces y segu­ por gastos de franqueo certificado.
ros, Antonio Ferrandis, Angel Picazo, Lina Rosales, Mariano Azaña y
Gabriel Llopart, cumpliendo los restantes, bajo la acertada dirección de
Claudio de la Torre.

«Un sombrero lleno de lluvia», Je Michael Gazzo.

Michael Gazzo ha escrito un drama violento, sincero, alimentado de


indudable voluntad catártica. Esto es Un sombrero lleno de lluvia, es­
trenada aquí en versión española de José Gordón y Antonio Gobernado.
Está clara la influencia de Arthur Miller, sobre todo en las escenas que
afrontan la relación de padre e hijos. Pero la verdad es que, no siendo
posible al escritor desprenderse de toda influencia, la de Miller revela al
menos inteligencia en la elección por parte de Gazzo. Un sombrro lleno
de lluvia es el drama de un morfinómano involuntario— el hábito lo ad­
quirió en el hospital donde curaba graves heridas de guerra— , con pa­
sajeras pero muy penetrantes incursiones hacia las repercusiones de varia
índole que en el ámbito familiar del afectado tiene su drama. Quizá el
Floridablanca, 1
mayor reparo que deba hacerse a Michael Gazzo en esta obra sea el de
su falta de sobriedad en los elementos dramáticos que maneja. Una más
(Frente al Congreso y al lado del Museo del Prado)
cuidadosa selección le hubiera permitido prescindir de los superfluos, do­
tando así a la acción de mayor eficacia, puesto que con ello habría
evitado el riesgo de que la atención de los espectadores tenga que repar­
tirse, una y otra vez, entre la acción esencial y las accesorias.
MADRID
La dirección, a cargo del realizador cinematográfico Manuel Mur Oti,
singularmente afortunada en cuanto a movimiento escénico y efectos
ambientales respecta. De los intérpretes, muy bien Rafael Arcos, Miguel
Palenzuela, Rosa María Vega, Roberto Rey y Carlos Asensi. José Guar­
diola y José Ramón Centenero incorporaron tópicamente unos personajes
tópicos.

«Las tres herm anas », de Antón Chejov.



«Dido» Pequeño Teatro de Madrid— , la agrupación de carácter ex-
pei ímental que tan inteligentemente pilota Josefina Sánchez-Pedreño, ha
querido rendir homenaje al gran dramaturgo Anton Chejov en el cente­
nario de su nacimiento, que ahora se cumple, ofreciendo, en sesión úni­
ca—patrocinada por la Dirección General de Información— , una de sus
mejores obras : Las tres hermanas.
el II *ntenc'dn Je homenaje se vió lograda en todos sus aspectos, pues
e. e^° ftié absoluto y la representación se ajustó en todo a las exigen­
cias del estilo de Chejov. Sin duda, la mejor y mayor aportación en la
segu ida fidelidad al propósito de las obras de este autor corresponde Unica exposición de todos
los artículos de artesanía
Miguel Marros, cuya dirección escénica se mostró por igual atenta a
creación del clima exigido y a la adecuación del estilo de los intér­

español a , antiguo s y
im SS ? ta' c''ma- Pero entiéndase que este elogio del director no supone
m°do alguno desmérito para los actores, todos ellos admirables en sus
1 J >?ctlvos cometidos, y muy singularmente Margarita Lozano— ¡qué si-
d¡pCKf- tan exPresivos l°s suyos!— , cuya labor fue simplemente para-
Dar r 3' <~‘on e^a destacaron> del extenso y disciplinado reparto, Am-
Lu'° | e^es’ Carmen Sáez, María Cañete, Enrique Rincón, José Vivó, José
modernos y siempre selectos.
órneng^T’ ^era^ln <~’· Vázquez, Silvia Roussin, Julio Navarro y Guillermo

Juan EMILIO ARAGONES


ANON
REGORIO Marañón y Posadillo
G
HA MUERTO
nace en Madrid el 19 de mayo
de 1887, hijo de don Manuel
Marañón y Gómez Acebo y de doña
Carmen I’osadillo. El padre fue fi­
gura muy destacada en el ambiente
social e intelectual de Santander,
amigo y contertulio de Pereda, Me­
néndez Pelayo y Galdós; juez muni­
cipal primero y académico de Ju­
risprudencia luego. Gregorio vino al
mundo con otro mellizo univitelino,
rareza hereditaria descrita en más
de uno de los genios de la Historia,
O una,
N
Luis, que murió a los dos meses. sino varias veces, cruzó Marañón el Atlán­
El padre poseía unj gran bibliote­
ca. Allí, Gregorio Marañón devoró
mucha lectura. Galdós y la lectura M arañón tico para poner su amor y su clara voluntad de
entendimiento en las tierras españolas de aquella

e
orilla que llamamos Hispanoamérica. El mismo ha di­
de un libro de Cajal se cuentan en­
tre los factores determinantes de su cho de él que es «un español que no quisiera ser nada
elección de la cerrera de Medicina. sin ser español, y que considera su amor a América
Empezó sus estudios universitarios como una especie de su españolismo».
con la idea de dedicarse a la Neu­ En 1927, Marañón hace un breve viaje a Cuba. La
rología y a la Psiquiatría, pero lue­ Habana y Matanzas le tributan cariño y admiración.
go sería la Endocrinología la que le Tres conferencias y su participación en el V II Congre­

Hispanoamérica
daría universal fama. En 1909 se li­
cencia, y obtiene el doctorado en
so Médico dejan señales fecundas de su paso. Luego,
1910. Entre sus compañeros ya tie­ en 1937, asiste en Montevideo a la inauguración del
ne renombre y estimación. Y entre Instituto de Endocrinología. Después de una semana de
sus profesores destaca Olóriz, San intensa actuación (conferencias— una especialmente im­
Martín y Madinabeytia. Amplía es­ portante, Los factores hormonales del hambre— , leccio­
tudios en Alemania al lado de Ehr- nes clínicas de diagnóstico de enfermos) pasa a la A r­
lic':, que terminaba entonces sus es­ gentina y Chile. Homenajes, solemnidades académicas,
tudios sobre el «606». En 1911 gana
una plaza en la Beneficencia Pro­ lecciones, conferencias, se suceden. Y con ellas, la fe­
vincial, como médico, y empieza a cunda experiencia del encuentro de la tierra y el hom­
crecer su fama de tal. bre. Así, en Buenos Aires, dice: «H e venido solo, sin
El descubrimiento de Toledo fué representación ni intermediarios oficiales, a ponerme
todo un símbolo. La razón íntima de en contacto con el alma argentina, y mi experiencia, di­
su enraizamicnto en la ciudad de recta y fresca, de hombre y de español errante, es hoy
Garcilaso y el Greco se debe, posi­ sentimiento puro, objetivo y rendido de una sinceridad
blemente, al viaje que hiciera a To­
ledo acompañando a Galdós. Toledo que en cualquier otra circunstancia no hubiera podido
y el cigarral «Los Dolores», casa alcanzar.» Brasil será el nuevo entrañable paisaje humano que recorre Marañón en este viaje.
abierta y llena siempre de gente de El año de 1939 vuelve a repetir la excursión, casi por el mismo itinerario. Perú, Bolivia, Argentina, Uruguay
todo el mundo, fueron el remanso, y Brasil. En todas partes le acompaña el mismo caluroso, popular y solemne recibimiento. Y en todas estas vi­
el rincón de paz donde Marañón es­ sitas Marañón siente crecérsele su alma hispana. Especialmente en Perú, vibra su espíritu emocionado. Así, dirá
cribió casi todos sus trabajos de en la Universidad del Cuzco: «Siento la misma emoción española, profundamente española, al recorrer los res­
historia, de ensayo y de investiga­ tos venerables de las fortalezas o de los templos de los Incas.»
ción. El amor a los libros, a los via­
jes; su constante tarea de conferen­ Pero hay, aparte este breve y apresurado recordatorio, un viaje permanente del pensamiento, del amor y de
ciante, su labor periodística, la ge­ la atención de Marañón a América, en la que queda instalado para siempre, como lo prueban tantos textos lúci­
nerosidad con que atendía a la soli­ dos, ejemplares y definitivos. Y hay otro viaje que América, en oleadas humanas sucesivas, le devuelve. Son uni­
citud de un prólogo, su amistad bien versitarios— los escritores, los médicos, los historiadores, los investigadores, los enfermos— que vienen a buscar a
regalada en la charla y la compañía, Marañón en España, y que en Marañón encuentran lección, estímulo, comprensión, ayuda, orientación, consuelo
llevarían demasiado espacio para y, siempre, generosidad ilimitada, repartida con aquel señorío sencillo, tan propio de España, que él encarnaba a
contarse. La sola enumeración de
sus libros no cabría aquí. Entre la las mil maravillas. Y ese viaje de hombres hispánicos afanosos de saber, que continúa hasta nuestros días, está
fama y el trabajo de médico, entre orientado, una, cien, mil— y sigamos multiplicando— veces, por la gran atracción que ejerce, desde la distancia, el nom­
la tarea de su cátedra y su consul­ bre y la obra de Marañón. Hasta hoy mismo se ha continuado su discipulado de médicos jóvenes, de estudiantes
ta, van apareciendo los libros litera­ de Medicina, con quienes, día a día, en las salas del hospital, en su cátedra, predicada con amor y exigencia, ha
rios. «Ensayo biológico sobre Enri­ compartido horas de trabajo y meditación. Como uno más entre sus discípulos, él, que era el maestro de todos,
que IV», «Amiel», «Raíz y decoro ha sabido estar, incansable, afanoso, fiel a su vocación. Y, entre las miles y miles de personas que le acompa­
de JEspaña», «Las ideas biológicas
del padre Feijoo», «Don Juan», «V i­ ñaban en su último viaje, era fácil reconocer numerosos rostros de estudiantes— comiéndose las lágrimas de hom­
da e Historia», «E l conde-duque de bres— , numerosas caras de hispanoamericanos de todos los países, ésos que vinieron para encontrar al maestro
Olivares», «Antonio Pérez», «Elogio y se encontraron al hombre, al padre por añadidura.
y nostalgia de Toledo», «Tiberio»,
son títulos conocidos en todo el
mundo.
Nada dogmático, lleno de senci­
llez y cortesía, Marañón gustaba de

T extos del m aestro


llamarse naturalista antes que mé­
dico. Junto a los libros citados hay
que reseñar algunas de sus innume­
rables obras científicas, de presti­
gio en el mundo entero: «E l diag­
nóstico precoz en Endocrinología»,
«Nuevos problemas clínicos de las D O M I N C O Y L U N E S

D
secreciones internas», «Estudios de
OMINGO 27 de marzo, día de San Ruperto. con él, en esta su última noche, un grupo chico de
Fisiopatología hipofisaria», «Manual
del diagnóstico etiológico», etc. Llueve y llueve sobre la ciudad y, de cuan­ amigos. Rezos y silencios, y, de vez en cuando,
do en cuando, el sol quiere salir por los viene de la calle un rechinar de frenos en la
Las Academias le llamaron. Y ocu­
fueros de la primavera, hacer unos pini­ Castellana.
paba cinco sillones, suceso nunca
tos. Va cayendo la tarde; y entretanto, en su Mañana de lunes, otra vez lluvia y sol. Cuatro
alcanzado por ningún español. Per­ «Con los años se acentúa en mí la preocupación de oír y no hablar, de
alcoba, con un balcón sobre la Castellana, se mesas en el portal de Castellana, 63; el señor acento y su perfil, sabemos amar a América con un orgullo que no es or­
tenecía a la Real Academia de la er discípulo y no maestro. Quisiera, mientras esté aquí, no robar un
muere, con sencillez tranquila, con dulzura, Gre­ Manolo ha abierto de par en par las puertas de gullo nuestro frente al vuestro, sino vuestro mismo orgullo nacional, sin
Lengua, a la de Medicina, a la de inuto a las horas, por desgracia breves, que he de pasar entre vosotros
gorio Marañón, glorioso entre los españoles, mien­ la casa. Suben los grandes de España y los qne sombra de vanidad y de resentimientos. Con un orgullo histórico, de histo­
Ciencias Exactas, Físicas y Natura­ j e I® vuestro pasado. Quisiera no interrumpir con un solo gesto mío
tras suenan en un reloj de bella sonería los cuar­ han venido, en un largo viaje, de Vallecas o de ria universal, y no de cronicón nacionalista, por lo mismo que ponemos
les; a la de la Historia y a la de
tos de las siete. / Tetuán, sin dinero para el tranvía. El pueblo de | siel a° ra *os Hue me guían en esta peregrinación a través de tantos nuestro orgullo nacional en la universalidad del aliento de los cíclopes que
Bellas Artes de San Fernando. Era g os entremezclados y fundidos en una petrificación increíble en el ám- fundieron su civilización con vuestras civilizaciones.
Están los suyos, y los más queridos colabora­ Madrid está presente. D esfile incesante; y llegan
doctor «honoris causa» por varias
dores, y sus sirvientes, y están ya aquí, a los los de Madrid y los de fuera; llegan más cestos °nv vues^ra ciudad y sus contornos.» Todo lo que no tenga esa generosidad universal es, para nosotros, his­
universidades extranjeras, e n t r e panismo espúreo. Pero, del mismo modo, deseamos que vuestro america­
pocos momentos, los primeros amigos que han de telegramas y cartas, y coronas lujosas y flores fíti i ISiCUrS0 en Universidad del Cuzco, con motivo de conferírsele el
ellas la Sorbona, Oporto y Cuzco, 0 de doctor «honoris causa», el 27 de septiembre de 1939.) nismo, que ha de ser cada día mayor, cada día más nutrido de su propia
sabido la nueva mala. Empiezan las llamadas de humildes. ,
y recientemente, en 1957, obtuvo el conciencia, contemple el espectáculo de la gesta heroica de los españoles
agencias, y luego seguirán, en una larga noche, Las cuatro de la tarde. El pueblo— eso _es, el
premio de la Fundación March, cuya con ese mismo espíritu de universalidad que todo lo explica, hasta lo que
las llamadas del mundo, que sabe que ha perdido pueblo— de Madrid, que es pueblo de España, en tal*^er0 ?^ras veces bay en esa ciudad desconocida un recuerdo sentimen-
dotación cedió al Instituto de Endo­ a primera vista es d ifícil de explicar, porque detrás está el amor, que todo
) un ciudadano universal. una vela unánime y un unánime fervor a Grego­ má's ^Ue ^le.ne Para nuestra alma realidad tan poderosa que anula las de-
crinología enteramente. i lo comprende.»
i La condesa D’Aulnoy, y Camilo José Cela, y rio Marañón. La última visita a su San Carlos, la ti curlos' dades y todas las obligaciones. Entonces, apenas puesta en
Pero es imposible sujetar a datos y en el recuerdo de los más viejos compañeros, (Discurso pronunciado en la Universidad del Cuzco el 27 de septiem­
Ford, y el inglés Burrow, y el buen Ponz, y tan­ su snTra ¿ Uestra Pla" ‘ a. nos dirigimos al sitio donde ese recuerdo tiene
y referencias la personalidad múlti­ aquella mañana alegre que, de San Carlos—en un bre de 1939.)
! tos otros miles de viajeros de España, los amigos Pero ar ^ra nos°Uos, toda la ciudad está allí, y el alma del país entero,
ple, el espíritu creador infatigable,
y los enemigos, desde los estantes de su biblio­ «rip p ert» risas y piropos a las chicas que pasa­ un n s° S° 0 e? es*e mUagro de cristalización de un vasto territorio en
la categoría humana de don Grego­ que j azo de tierra el que en aquel instante se realiza. Ocurre, además,
teca miran ahora cómo— ante ellos, a la sombra ban— , iban a la «B om bi» a festejar en casa de «E l español que ha estado en América incorpora para siempre a su co­
rio. Pocos hombres han alcanzado
de un Cristo que acaso un día labrara C ellini— Juan el título de médico, ese único título de su sensaa - SenSaC' ° n -c*e *° que acabamos de ver, al cotejarla con la previa razón un elemento perdurable, que es la "nostalgia de Am érica” . La nostal­
mayor cariño y devoción en las cla­ tan c,lon 9u e-teníamos de aquel lugar antes de conocerlo, resultan absolu­ gia de aquella hora del amanecer en que el español, uno cualquiera, como
duerme su última noche sobre la tierra, de festero esquela.
ses populares, humildes, y más alta
domingo a lunes laboral, Gregorio Marañón. Facultad de Medicina de San Carlos y el Hospi­ es s h ' ,nUcas. Aquello que no habíamos visto nunca lo sabíamos ya, cinco siglos antes-Cristóbal Colón, adivinó la tierral nueva sobre la línea
estimación y reconocimiento en los
El mundo de las Academias y, cuando dan las tal General. La Diputación y los hombres y ** «P e ri 1 - ria exac*a> clarividente, más justa y más nítida que la que da la de bruma del horizonte, en que vió por primera vez el paisaje del trópico,
medios exigentes de la cultura, de
dos de la mañana, el del teatro. Y los primeros mujeres de su Sala, que se han saltado a 'aJj?re" hemosenCla,/*e *os senUdos; lo sabíamos con la sabiduría previa de lo que con una cabaña vacía y una barca arrumbada en la ribera del río y la
las ciencias, de la intelectualidad. iglesia increíblemente labrada, en pleno desierto, y la muralla imponente
cestos de tarjetas, las primeras canastas de tele­ ra toda prohibición y han venido a dar un ultim deseo a?laao s*n haberlo visto ni tocado todavía; por puro ensueño, por
Español universal, de la categoría mos vea®mente de que sea en virtud de nuestro amor, tal cómo quisiérarv de los Andes, y las bulliciosas ciudades del Plata, y aquellas otras caste­
de Cajal, derramó su saber con gramas y los pliegos cuajados de firm as de «in ­ adiós a don Gregorio. ,
m ortales» y de los que apenas saben coger la Pueblo y pueblo. Patio de Santa Cruz en (D,Ue *uese y n o como tenga que ser.» llanas y tan dulces del Pacífico, y los lagos inmóviles del Sur. Y la hu­
amor, con tolerancia, con ejemplari- 25 . 1SCUrso Pr°nunciado en la Facultad de Ciencias Médicas de Lima el medad durmiente de México, y tantas cosas más envueltas en una luZ' ciará;
dad. Su vida fué eso, un ejemplo. pluma. Corre la noche. Las monjitas de su Sala Sacramental de San Justo. Sepultura de MigU
en el General dirigen los rosarios. Fuera, en un Moya, su suegro. Florecillas humildes, y Ave» ó de agosto de 1939.) como las de los sueños de los niños. A l volver a poner el pie en el. suelo,
El que a todos nos vale. Y su muer­ de Europa el recuerdo americano se transforma en un idegl, y en ése -ins­
pequeño corro de tres o cuatro amigos, hay re­ rías, y lujosas coronas, y lágrimas, y fotografía^.
te, una honda tristeza, que hoy pone tante mismo nace la irremediable nostalgia de América, que ya no nos
luto en el mundo. cuerdos antiguos, y están los de la última hora, y paletadas de tierra. Ahora, Gregorio ^ arjI1(je ref¡eiéseS-Pa” 01- hoy se siente orgulloso al recorrer esta ciudad llena de
ya la tarde en la Casa de Campo o en la Acade­ descansa en paz, y España anda en orfandad üesinter lmPenales, que el tiempo ha limpiado ya de todo lo que no sea abandonará jamás.»
mia; las últimas cuartillas, escritas para un bello hombre egregio. qtte esada gloria. Porque el español de hoy, los españoles como yo, los (Palabras pronunciadas en Radio Nacional de España a la vuelta de
libro de Juan Pablo Ors. > P se lo que pase, daremos al espíritu nacional de nuestro tiempo su sus viajes.) ':1ÍU
Alta madrugada y el alba. Ahora estamos allí JUAN SAMPELAYO
"a * P :
OC HO
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiriiiiiiiiiiiiniiiiiifiiiiiiiiiiiii!iniiiiiiiii!iniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

A BORDO DE UN PAIS
N A cosa es hablar de este país a los escasos días de llegar y se santiguan en Semana Santa en Valladolid, asisten a una corrida
otra m uy distinta echarle una mirada a los ocho meses. Claro de toros, le dan la mano a ”D om inguín”, pegan un salto hasta
que para conocer España hay necesidad de años. O de siglos. las murallas de A vila, m eten un pie en el agua quem ante de Bar­
Pearl B uck, la célebre novelista autora de tanta novela sobre celona y cuentan, a la vuelta, que conocieron España. O de los co­
China, decía: «H e vivido desde mocosa en China. Ahora tengo rresponsales extranjeros, que viven m ontados sobre la máquina
sesenta años, y estoy convencida de que sé m enos que cuando lle­ en una agencia, hablan por teléfono con los políticos, van pom po­
gué aquí.» Con España pasa lo m ism o. M e río de los turistas de samente a un ”colm ao” y term inan por decir: «Esto es España ».
paso que están una semana en el Palace, van a la feria de Sevilla, «Esto no es España...», «Yo conozco la verdadera España », etc.

El ' la liln Para conocer un país hay que 1ra-


jJ U U U lU
tar de calar antes que nada en
de ser. Mientras se bailaba el minué o caían ca­
bezas en Francia, en Madrid asomaba la terrible
pueblos cursis y de nuevos ricos. Lo grande es
que esto está ahí, naturalmente, sin llamar la
su pueblo. Pueblo es todo. Pue­ y despiadada garra de Goya. Mientras en Francia atención, con la discreción que tienen los ver­
blo es el aristócrata arruinado que se aburre en se hacían guerritas locales y en Inglaterra pe­ daderos caballeros para mostrar sus escudos de
el Ritz, la vieja marquesa amiga de un torero, queñas revoluciones, en España se conquistaba la familia y los recuerdos de sus antepasados.
el curita de la aldea, el muchacho que escribe mitad de un mundo nuevo. Mientras en los de­ La gente que cita cifras y estadísticas para de­
versos en el café G ijón, la muchacha que trota más países se vivía al día, en España se vivía mostrar que España está por debajo de los Esta­
por el «m etro», el hombre de campo, el gañán dramáticamente L A A V E N T U R A (así, con ma­ dos Unidos, de Francia, de la nueva Alemania o
que trabaja en la Mancha, el obrero de la fá­ yúsculas). Esto dió al español para siempre una de Italia, no entiende el problema. En una gue­
brica, la beata, el muchacho que grita en un par­ mentalidad nostálgica de lo que fué. Un español rra de estadísticas España está fatalmente perdi­
tido del Madrid, el estudiante del S. E. U ., el viejo vive con la cabeza clavada en los viejos da, porque no nació para eso.
exiliado que está lejos y que evoca nostálgica­ libros de Historia leyendo su historia. La que
mente el río y la colina perdidos, etc. hicieron sus bravos y recios abuelos hace la m i­
seria de cuatro siglos. Entro fine ónnrnc E8to 110 quiere decir
C ÍIT lB U O S épocas que ésta es la mujer
Un día hablé con un viejo conde que vivía en
Mi ilic t n r inEllos son España. Y luego, de Lot, que mira me­
fVll llIS T O r iUpara tratar de conocer Espa­
Salamanca. Tenía un castillo solariego en que
faltaba el frigidaire,
pero que lucía veinte cua­
lancólicamente sólo
hacia el pasado. No. Lo no­
ña, hay que conocerlos un table de la España de 1959 que me ha tocado
dros de primera línea. Le dije :
poco a ellos. Ahora contaré mi historia. Y o lle ­ conocer es que está saltando de una época a otra,
gué hace ocho meses. Me bajé en Barajas, y a — ¿ Y por qué no los vende?
y que se nota el salto. Tiene la capilla del si­
la semana escribía en diarios españoles y man­ Casi me mata.
glo XIII y la fábrica Pegaso. Tiene las golondri­
daba crónicas para mi lejano país. Muchas cró­ — Esto es mi pasado— me contestó— . Aquí está
nas melancólicas que aprenden poesía entre las
nicas (150, para ser más exacto). Trabajé en una lo que fué mi familia a través de siete siglos.
nubes de Avila, y los aviones que salen de Ba­
agencia, me gané un premio (no importa cómo se Esto vió a los moros. Por aquí anduvo el Cid.
rajas a cada momento. Tiene murallas viejas y
llama) ; viví en una típica casa española ; partí A media cuadra tengo un aljibe árabe donde el
gastadas como el mundo en Toledo, pero en­
agua se ha cansado de ser vieja y reflejar las
hacia el Sur; anduve por Toledo, A vila, E l Esco­ tra en las Naciones Unidas. Tiene poetas so­
rial, Aranjuez, Badajoz, Cáceres, Salamanca, Bar­ mejores lunas de la Edad Media. Esto no se ven­
ñadores y tristes, amigos de la luna, y hombres
celona, Córdoba, Sevilla, Granada, el largo y pe­ de. No se puede vender...
de ciencia con la vista clavada en los telescopios,
En Avila, las viejas que pasan ante las mura­
dregoso camino de la Mancha ; di una pintores­ viendo lo que se hace para llegar a la luna
llas no levantan la vista hacia las almenas, por­
ca conferencia en Tom elloso, etc. misma.
que llevan las murallas y las almenas dentro.
Esta es la parte exterior, la parte física, por Esto se nota al llegar. Mientras Barcelona es
Los viejos de boina de la Mancha no necesitan
decirlo así, o sea, la que menos importa, pero definitivamente moderna y mira hacia la máqui­
que permite echar una mirada rápida a un país. hablar de Don Quijote y Sancho. Ellos mismos
na, Toledo está clavado en el siglo de Carlos V
Por dentro, que es lo más importante. Y antes son los dos personajes de Cervantes. Si los m o­
y Felipe II. Madrid es distinto. Madrid está en
que nada, con franqueza. Esto parece de más, pero linos hubieran estado en los Estados Unidos, ya
la mitad de la piel de toro. Madrid es la me­
tendrían rótulo de Coca-Cola. En Sevilla, el barrio
no es así. dida justa.
N o tengo nada del periodista que viene con de Triana tiene más poesía que toda la poesía
el sombrero en la mano a decir únicamente fra­ de García Lorca. Sin barrio de Triana, o de San­
ta Cruz, no habría García Lorca, sencillamente. La primera noche que llegué has­
ses amables. De esto están hartos los españoles.
El reportero profesional se da aquí y en la Chi­ El patio de los Leones, de Granada, no está hecho
para que suspiren ingleses melaneálicamente ni
De noche ta la plaza Mayor, bajo la luna,
caminé por las calles del Codo
na. El celebrador con carnet al día no vale. No
yanquis con sombrero de papel ; está simplemente y de Toledo, por la plaza de la Paja. Justamente
vale porque se sabe lo que va a decir. Y por
qué y, sobre todo, por cuánto
lo va a decir. para que llore el agua por la grandeza perdida. El
barrio viejo de Madrid, de noche, con los focos
era la España que me había imaginado. Ni mas
ni menos. La misma de los viejos cueros y de los
A mí me interesa contar a los españoles cómo
fantasmas en ralles de cuentos o de historias de antiguos libros.
los be visto— bien o mal— después de una exi­
brujas, tiene una intensidad tal, que los españoles Lo único que me llamó la atención es que no
gua cantidad de tiempo viviendo entre ellos. No
no hablan de ella. N o tienen necesidad. Hablar había arcabuceros ni gente de avería que diese
se trata de que me guste la jota, las sevillanas
de él, citarlo, mostrarlo pomposamente, es de mandobles por las esquinas.
y los gitanos de pega que hay cerca de la plaza
Era de noche, y una nube fina, de fina y cas­
Mayor. Esa es la España artificial y al alcance
tigada plata, se enredaba alegremente en las ra­
de los miopes lentes del turista corriente. Eso no
es España, sino que is Spain. mas de un árbol aburridamente solo en una es­
quina maravillosa...
La mía es distinta. Es ésta.
Geroglyfico Texto. Pero al día siguiente salí a la calle, con sol, '
trepé hasta los Ministerios, y llegué hasta el
n / i. .. .
Antes que nada, fa- bloque americano ; di una vuelta por la Ciudad
Por que es distinta miliar. Este es un Universitaria, y anclé en una mesita de Puerta de
país íntimo, y no Hierro. Y , naturalmente, tuve una visión distin­
hacia afuera. N o tiene nada que ver con Nueva ta . Madrid es exactamente eso : una justa P°s1'
Y ork , Chicago o Detroit. El hecho de que tenga ción, una mezcla. Calles estrechas con autobuses
unos Pirineos impresionantes, una guerra civil inmensos, y avenidas anchas con burritos r"'t‘ na‘
igualmente impresionante, unos dos siglos, por racen hermanos de Platero.
lo menos, de hastío y de aburrimiento (e l xvm Y eso es justamente lo que me gusta.
y el xix) ; que la hayan sitiado por hambre du­
rante diez años en los días de la última con­
tienda, y que ahora, únicamente ahora, saque la
_ i. Está el pasado ahí, a la mano, y (
De d ía futuro está allá, doblando la esquí
cabeza fuera del territorio y se asome por París,
na. Y esto, que me pasó en fa J
Londres y, sobre todo, Washington, le han dado

| Sin deíléplaríe jamas, s


£1 ciudad española, a través de sierras con nieve-
caminos polvorientos, campos calcinados, B>°
una característica especial de señorío solitario y
de irónica independencia. Este es un país distin­
nos andariegos, bosques encantados, ríos de esp
to de Europa, para bien o para mal. La frase
ma y hasta mares insolentemente azules, fue_u11^
de que «Europa termina en los Pirineos» es un
tópico negativo que se puede hacer positivo. Lo
« Î3S25 ŒS® SÍÏ25 ŒJMPCfe*3TÏ camente la parte externa. Fué la otra España
que me conquistó.
que termina en los Pirineos es una manera de
ser. Una manera intelectual, racional, general, T ito MUNPl
CUANDO
TIEMBLA
LA
TI ERRA

La iglesia de Belem, de Cuzco, después del terremoto.

no era sino una carreta de bueyes que estaba medio atascada y que terminaría
odo podría hacer pensar que quien ha visto y sentido un terre­
saliendo del bache. No me asusté; mejor dicho, no me asusté demasiado.
moto, un fuerte y bárbaro terremoto, tendrá mucho que contar.
Me asusté más cuando empecé a escuchar gritos por las escaleras, concreta­
Y lo más inhumano y brutal de los terremotos es que dejan la
mente algún grito fijo y despavorido, como el de una rata cuando la pilla
cabeza como una fruta vareada sin piedad y que, aun haciendo
la trampa y no tiene más que un instante agudo de protesta y de acabamien-
esfuerzos por reconstruir los segundos, no es fácil conseguirlo.
to. Era una mujer que vivía en el cuarto de al lado.
Dentro de la sesera se ha metido un ruido extraño, un ruido po­
Me quedé fijo en medio de la habitación, sin saber qué hacer, como o l­
tente que avanza por todos los costados hasta pasar hecho una
vidado de todo, hasta de quién era. Todavía se estaba moviendo la lámpara
mole indominable por encima de uno, dejándolo como embobado.
y crujían los cristales, pero con cierta blandura y discreción. N i siquiera
Después no queda más que el recuerdo indeleble de dos o tres
se me ocurría ponerme nada encima del pijama. Por el pasillo pasaron
imágenes, alguna de ellas hasta cómica o grotesca. Y no se puede
dos o tres personas. Una de ellas decía algo que sonaba a religioso; otra
describir otra cosa.
decía mecánicamente, y cada vez con menos voz:
Recién llegado a Santiago, justamente a la mañana siguiente
de haber llegado, hubo dos temblores de tierra. El primero me — Este repite, éste repite...
Todo había sucedido en unos segundos, pero era como si hubiera durado
cogió dormido, y, prácticamente, la sensación que experimenté
mucho tiempo, aunque tampoco esta impresión es la verdadera. Era sim­
Pasó de ser la de los perchones de un tren que nos despierta en una
plemente como si uno hubiera sido súbitamente sacado de la cama y pues­
c ta< ión absurda o en algún paraje desconocido. A l tiempo de levantarme
to en una cornisa frente a un abismo. Uno había querido agarrarse a algo,
Vl 1ue todo se movía como arrastrado por tirones inexplicables. La casa
í‘
Mj
.■ ***»fe»**»

Tras el terrible terremoto de 1949, l¿


nave central de la catedral de A m b a to ,
en el Ecuador, presentaba este asp e cto .
„„ ,„nía encima todo el mundo hecho como una bola de cristal muy
«no
frágil y esta 1,ola lba 3 romPer8e
de un instante a otro, inevitablemente.
Pero no se podía hacer nada. Nada.
r Entonces comprendí que el cordón que nos une a la tierra, el hilo que
nos tiene como suspendidos del cielo, se había roto o estaba a punto de

l0rAhora todo el hotel era un «runrún» de voces que comentaban, algo así
una colmena en donde meten un leño ardiendo. Pero a cada minuto
Cue pasaba, el tono de las voces iba cambiando. Cada uno relataba la cosa
<*Ue, anmio v de vez en cuando se escuchaba alguna risa, alguna risa con
acento desequilibrado y
macabro.
Comenzó a sonar el teléfono, al que nadie atendía. Y en pijama salí a
recogerlo porque lo tenía casi al lado de la puerta. El ruido del teléfono,
después de aquellos segundos de indecisión y de pánico, me estaba sacando

Ni siquiera me extrañé de que fuera a mí a quien llamaban. Contesté


a todo de una manera rutinaria.
—Buen recibimiento, ¿eli?
—Sí, claro.
_Pero no parece que te hayas asustado.
— ¿Pero ha sido un terremoto?
__¡y0> hombre ; terremoto, no. Ha sidp un temblor de tierra. De éstos
ya pasarás más.
Mientras seguía hablando alegremente el nativo— ya acostumbrado a los
seísm os, como decía con cierto regusto científico— , pasaban por el pasillo
algunos huéspedes, todos más bien excitados y como irritados por mi tran­
quilidad. Pero lo mío no era tranquilidad, sino una especie de desasimiento
y flojerta total, y lo mismo me daba estar con el teléfono en la mano que
chillando por la ventana. Aquella trepidación era como si hubiera hecho
brotar del fondo de la tierra una bruma que ine hubiera taponado la sen­
sibilidad. Me daba miedo del peligro, pero no podía reaccionar. A mi lado
pasaron unos negros (creo que eran brasileños y pertenecían a un equipo
deportivo), y recuerdo que alguno de ellos iba rezando algo y decía a los
demás:
—Pues si nos viene el otro, que estemos en la calle.
—La calle es peor— decía otro.
Salí a la calle y me fui derecho a la iglesia de San Francisco, que estaba
enfrente. La iglesia estaba casi llena de gente; había muchos cirios y sobre
todo mariposas encendidas. No pude tampoco articular ninguna oración. No
sólo me fallaba la memoria, sino que comenzó a entrarme una desazón tre­
menda, como el presentimiento de que un nuevo estallido de la corteza te­
rrestre estaba a punto de producirse. Y miré con pavor las columnas y la te­
chumbre de la Iglesia. Intenté, yendo de un lado para otro, ponerme en los Con el terror retratado en los ojos, las víctimas del terremoto ecuato­
sitios seguros; pero tan pronto los elegía me convencía de que eran catastró­ riano de 1949 acampan en plazas y parques. Estas escenas podrían ser
ficos, los peores. Estaba viendo ya la inminente ruina. mucho más recientes. El transporte aéreo de los heridos en Ambato y
Me senté en la puerta de un bar y vino un «lim p ia » a lustrarme el calzado. Pelileo podría ser también el de los supervivientes de Agadir. También
Lo dejé hacer. Mientras pasaba el cepillo se estaba peleando con otros. Usaban el panorama dantesco de las ruinas es semejante: las fotos inferiores re­
una jerga especial, muy chocante. A l fondo se veía la cresta magnífica de los cogen dos ángulos de Agadir y Pelileo después de los terremotos.
Andes, casi encima, con su moco, colgante de nieve.
Y en este instante los pies comenzaron a temblequearme y el suelo expe­
rimentó como un vagoroso hundimiento, como si la tierra fuera un melón
maduro y hubiera crujido apretado por unas manos potentes. A lgo que no
se sabía lo que era, pero que era como descender sordamente por una raja
inmensa y oscura, se apoderó de mí. Y salí corriendo.
Experimenté algunos temblores más, pero no tenía aún ciencia del terre­
moto. Lo del terremoto habría de aprenderlo, para no olvidarlo jamás, en
Arequipa, unos cuatro meses después. Aquello fué distinto.
Todas las ciudades que están cerca de volcanes, sobre volcanes, bajo v o l­
canes, entre volcanes, me habían inspirado bastante respeto. No he podido ver
la lava y el humo de manera indiferente. Durmiendo allá por Osorno, a los
pies mismo de los colosos con nombres temibles : el Puntiagudo, Calbuco,
había sufrido pesadillas. Pisar las entrañas quemadas de la tierra no es un
buen aliciente para soñar con arcadias inefables. Escuchar los truenos o ver
la melena de fuego de algunos de estos bravos no invita a reflexiones didascá-
licas. Pero Arequipa había logrado serenarme, a pesar de saber que sus casas,
tan blancas, de lo que están hechas es de lava de volcán. Aquella luminosa
ceniza de Arequipa había logrado encandilarme y me sentía feliz.
Pero el terremoto viene cuando menos se espera, como un león enfurecido
que se cuela en el campamento, como loco que rompe la reunión con la gran
carcajada de su locura.
¿Cómo pasó? No puedo recordarlo. Sé que yo estuve tirado en medio de
la plaza y que estaba entre niños indios de una escuela. Sé que a mí no me
pareció al principio que el terremoto viniera de abajo, de la tierra, sino que
era una lluvia de latigazos y piedras desde el cielo. No sé qué estaba haciendo
en aquel momento. Sólo sé gue me abracé a la tierra y que m il veces, en no
sé cuánto tiempo, la palpé en ese estremecimiento feroz de las convulsiones.
A veces, vertiginosamente, me pasaban por la cabeza ideas locas : la tierra
se estaba hundiendo y hacia nosotros avanzaba otra tierra, una tierra hecha
líquido y barro, hasta anegarnos. A mi lado una mujer india se persignaba
con las manos inocentes del hijo.
Alguien danzaba por las cavernas del mundo. Todo era ridículo, absurdo.
La blanca ciudad era humo blanco y negra grieta, alaridos de ciego, de­
rrumbe lento como de piezas de juguetería, ruidos espantosos de no se sabía
que cosas. El día se me hizo claro, muy claro, hasta cegarme los ojos. Y no
sentía ninguna clase de compasión por todo lo que me rodeaba. Sólo sentía
unas ganas irreprimibles de llorar fuerte y de correr ; aunque me temblaban
las piernas como juncos, lo que quería era correr. En la frente se me clavó
un dolor atravesado que sólo me hería con los golpetazos de cada latido. Y
cuando no me dolía, tenía unos segundos de felicidad incomparable.
I k '° l*eu8^ en que pudiera repetirse ni nada de eso. Sólo pensaba que me
había salvado. En medio de la fenomenal catástrofe, por encima de muertos
y de vivos, no pensaba más que en mí mismo, y este egoísmo ciego era el
que me iba dando claridad para sortear escombros y huir. Huir era lo único
<,U6p lab*a quu hacer y lo único que sabía hacer.
1 or las calles había seres que hablaban solos, en diálogos ridículos, y los
ana que iban mudos, con los oios extraviados, de un lado para otro. Tenían
°s vivos la cara más desgarrada que los muertos, que sonreían inverosím il­
mente, Era como si hubieran muerto ahogados en una playa dichosa.
Y * 1°8 dos flías leí en el periódico todo lo que había pasado en Arequipa.
ta tomo si le hubiera pasado a otro, no a mí. Cuando pasó todo esto bien
P>u e hacer un buen reportaje, pero nunca auise hablar de ello. Había sentido
demasiado miedo.

J osé L u i s C A S T I L L O - P U C H E
Fotografías: G 1 e n n C u r t í s s, P a c h e c o , C a l v o y P a s t o r
OR fin, treinta y cuatro años después de ser instalado en la
plaza de España, va a ser terminado el monumento a Cervan­
tes. El Ayuntamiento, que durante los pasados años fue eri­
giendo los grupos escultóricos de las dos Dulcineas y «L a Gi-
tanilla», acordó no hace mucho poner broche final al monu­
mento con la aprobación del presupuesto para el bloque «R in ­
conete y Cortadillo», que está haciendo— como las demás— el
escultor Coullaut Valera. Con su colocación y una pequeña
reform a— consistente en retrasar el grupo de Don Quijote y
Sancho hasta la parte inmediatamente anterior al monumen­
to— quedarán finalizadas todas las obras que últimamente se
han estado haciendo, y cuyo coste ha alcanzado la cifra de
963.000 pesetas.
Resulta así que este monumento ha reunido, en sus treinta
y cuatro años de vida no oficial- recuérdese que no está todavía inau­
gurado— , figuras construidas en mármol de Carrara, bronce, piedra de
Novelda y de Sepúlveda. De mármol es la parte figu rativa más noble
del monumento; de bronce, las figuras de Don Quijote y Sancho; de
piedra de Novelda, la estructura superior, y de piedra de Sepúlveda, las
figuras añadidas últimamente.
El monumento a Cervantes fue iniciado por preámbulo real de 29
de marzo de 1911, y se hizo por suscripción popular, con gran aporta­
ción hispanoamericana. Sus arquitectos fueron don Pedro ¡Vluguruza y
Martínez Zapatero, y el escultor, Lorenzo Coullaut Valera, padre del que
ahora lo está finalizando. La obra ha sufrido, desde luego, bastantes
variaciones desde su idea original, cuando fué concebida como plateres­
ca, habiendo evolucionado, en general, hacia un neoclasicismo. Una de sus
características más notables en su altura, que llega a los 37,50 metros.
Los enormes edificios que se han ido construyendo a su alrededor han
hecho menos apreciable esta esbeltez.

Don Quijote y Sancho, las más célebres figuras del monumento a Cervantes,
sobre el moderno fondo del edificio España. Ahora se terminará el grupo.

Cervantes retrató con vivos trazos los tipos representativos del hampa de

Ri nc onet e
su tiempo. Repolido y Cariharta, dos de las figuras centrales de «Rinconete».

L A S 10 F IG U R A S DE «R IN C O N E T E Y C O R T A D IL L O »

El nuevo grupo «Rinconete y Cortadillo» está compuesto por diez

v Cortadillo inolvidables personajes cervantinos. De izquierda a derecha serán: Rin­


conete, Cortadillo, Repolido, Chiquiznaque, Monipodio, Gananciosa, Ca­
riharta, Escalanta, M aniferro y el Alguacil. Las esculturas tendrán tres
metros de altura, e irán formando una escena compacta, que será colo­
cada en la parte opuesta a la que hoy ocupa «L a Gitanilla». Las dimen­
siones totales del bloque serán cuatro metros y medio por dos y medio
de profundidad.
Las figuras hasta ahora realizadas son ocho, faltando únicamente las
de Monipodio y el Alguacil. Su escultor, el señor Coullaut Valera, ase­
gura que estará terminado todo para la primavera próxima.
Respecto al material empleado últimamente— la piedra de Sepúlve­
da— , el escultor nos ha dicho que es especialmente apta para el clima
de Madrid, capaz de deshacer cualquier piedra arenisca. El contraste de
color que ahora hace con el resto del monumento se irá atenuando paula­
tinamente, hasta que quede una tonalidad uniforme para todo el con­
junto decorativo.
De
"Rinconete
y
Cortadillo”
A s í c o m ie n z a :
«En enla losventa
puesta fines del
de Molinillo,
los famosos que está
campos de
Alcudia,
lucía, como vamos
un díaen de de Castilla
losacasocalurosos a la Anda­
del verano
Detalle de la Gananciosa y la Escalanta, esculpidos en piedra de Sepúlveda.

se
hasta hallaron
edad de ella
catorce a dos
quince muchachos
años. El de
uno «...Al volver que volvió Monipodio, entraron con él dos mozas, afeitados los ros­
ni elbuenaotro gracia,
no pasaban demuy diezdescosidos,
y siete; ambos tros, llenos de color los labios y de albayalde los pechos , cubiertas con medios man­
de
ynesmaltratados. pero
Capa, no la tenían; los rotos
calzo­ tos de añascóte, llenas de desenfado y desvergüenza: señales claras por donde,
eran de lienzo, y enmendaban
las medias deloscarne; en viéndolas Rinconete y Cortadillo, conocieron que eran de la casa llana, y no se
bien
tos, es verdad
porque los que
del lo
uno eran alpargatas, zapa­
tan engañaron en nada; así como entraron se fueron con los brazos abiertos, la
traídas como llevadas, y los del otro, picados una a Chiquiznaque y la otra a Maniferro, que éstos eran los nombres de los dos
y sin suelas; de manera que más les servían bravos; y el de Maniferro era porque traía una mano de hierro, en lugar de otra
de»Traía
cormaselqueunodemontera
zapatos. verde de cazador; que le habían cortado por justicia. Ellos las abrazaron con grande regocijo, y les
elpa otro,
y un sombrero
ancho de falda. sin
A toquilla,
la espalda, bajoy ceñida
de co­ preguntaron si traían algo con que mojar la canal maestra.
por losde pechos, traía el uno una camisa de »—Pues había de faltar, diestro mío—respondió la una, que se llamaba la Ga­
color carnuza, encerada,
una manga. El otro venía escueto y sin al­y recogida toda en nanciosa—. No tardará mucho a venir Silbatillo tu trainel, con la canasta de colar
forjas, puesto que ena loelque senodespués
se le pareció,
parecía atestada de lo que Dios ha sido servido.
un
era gran bulto,
un cuello que,
de los yquetanllaman valones, al­ »Y así fué verdad; porque al instante entró un muchacho con una canasta de
midonado con grasa, deshilado de roto, colar cubierta con una sábana...
que todoy parecía
vueltos guardados hilachos.
unos Venían
naipes deen figura
él en­ »Alegráronse todos con la entrada de Silbato, y al momento mandó sacar Moni­
ovada, porque de ejercitarlos se les máshabíanse podio una de las esteras de enea que estaban en el aposento, y tenderla en medio
gastado
las las
cercenaron puntas, y
y quemados porque durasen
los dejarondeldesol,aquel talle. del patio. Y ordenó asimismo que todos se sentasen a la redonda; porque en cortan­
Estaban los dos las uñas do la cólera, se trataría de lo que más conviniese. A esto dijo la vieja que había
caireladas y las manos no muy
tenía una media espada, y el otro, un cuchi­ limpias. El uno rezado a la imagen:
llo de cachas amarillas, que los suelen llamar »—Hijo Monipodio, yo no estoy para fiestas, porque tengo un vaguido de ca­
vaqueros...» beza dos días ha que me trae loca ; y más que antes que sea medio día tengo de ir
a cumplir mis devociones y poner mis candelicas a Nuestra Señora de las Aguas y
al Santo Crucifijo de Santo Agustín, que no lo dejaría de hacer si nevase y ventiscase.
Amorosamente, el escultor contempla su creación, a la que perfila los últimos detalles.

El busto de Rinconete, preparado para su instala­


ción, que será en la madrileña plaxa de España.
L a s siete
p o s ic io n e s
del baile
flam encor
Así se llama este baila­
rín y coreógrafo español, de treinta y un
h e lé de T r i a n a .

años, de madre bailarina y española, que


en sus clases en el estudio, junto a Pigalle,
en París, hace que sus alumnos se formen
rápidamente. Entre los que asisten, cuen­
ta desde Brigitte Bardot hasta Peter Van
Dyck. El maestro de baile de la Opera de
París, George Skibine, es un entusiasta de
este sistema, y hace que todos los bailari­
nes del Gran Teatro Nacional practiquen el
baile español. he visto sus clases (us­
Personalmente,
tedes lo verán en gráficos y fotografías),
y, francamente, me sorprendió ver esta no­
vedad, cómo este joven profesor se preocupa
de que el baile español llegue al alcance de
todos, de una forma rápida y económica.
No se trata de inventar nada; solamente
de ordenar y simplificar la enseñanza de la
mayoría de los bailes En términos
generales, a los profesionales del baile se
c a ñ ís .

les oye decir que van a la academia X a


que les monte un baile su profesor. Esta
preparación suele durar de cuatro a sesen­
ta días; depende de la capacidad de adap­
tación del alumno o del número de ejecu­
tantes del mismo. Si tomamos como fórmu­
la el clásico, con sus cinco posicio­
nes, vemos que un bailarín—o bailarina-—-
b a lle t

puede desarrollar más de cien obras de re­


pertorio, sin poner mucho esfuerzo al pasar
de uno al otro, por la similitud de pasos.
La improvisación dentro del baile sola­
mente existe en casos aislados, ÿ, partiendo
de una base cierta, de ser el que lo hace
muy temperamental y sensible al ritmo
musical. Sé de casos—abundan—que a los
cinco o siete años ya mueven pies y manos
al menor sonido musical, dicen que nacie­
ron bailando; después, bien por razón fa­
miliar o de vecindad, se inician en los pri­
meros pasos preparados.
El temperamento y genialidad del baila­
rín hace que su interpretación difiera a ve­ Sofía Loren, aprendiendo a tocar las castañuelas.

ces de las demás, o sea, de las ya conocidas.


Si el público capta o se deja llevar de ello, «Lelé de Triana» enseña la colocación de los brazos,
es señal de que el ejecutante es bueno. En
su primera fase, los bailarines llamados
puros se mantienen sin una base estableci­
da de movimientos; después corren el pe­
ligro de adulterarse, tomando para sí ges­
tos y movimientos adaptados por otros bai­
larines; al llevar consigo este plagio, su
éxito disminuye, ya que una cosa es guar­
dar la forma física y el aprendizaje de
nuevos bailes, y otra, la de dejarse llevar
del falso efectivismo.
Tanto en uno como en otro baile, la pre­
paración y condiciones físicas, el sentido
musical y sensibilidad, harán que su des­
arrollo sea o no del agrado del público. Si
en cualquier faceta del arte se guardasen
las obras maestras y se ocultase su ense­
ñanza, nadie llegaría a ser bailarín, pintor,
músico, etc. Además, la fría enseñanza aca­
démica y de estudio no son nada más que
un complemento; el genio se logra a través
del individuo, que aporta, en mayor o me­
nor escala, su personalidad y su ritmo.
Por la academia-estudio de este profesor
dicen que han desfilado Rafael de Córdoba,
José Greco, Luisillo, Antonio y Carmen
Amaya. De él han sacado el «desplante» so­
bre los pies (se trata de un especialista en
bailarines). El gesto y rapidez de movimien­
tos es cosa de adaptación y de variantes
diversas, según el baile que se quiera inter­
pretar; por ejemplo, en el movimiento de
manos, unos lo hacen de fuera para adentro
y los otros al revés. En el de brazos, en el
baile clásico, va de arriba para abajo, y en
el español, de abajo arriba.
No sabemos qué éxito le acompañará al
sistema ordenado y patentado por
Precisamente, en el clásico se está
L e le de

llevando a la práctica en mayor intensidad


T r ia n a .

el llamado sistema de «barra a tierra», de


Boris Kniassef. (Muchos no le quieren re­
conocer el mérito de haberlo lanzado pú­
blicamente.) Mas si se reconocen las venta­
jas de estos dos sistemas y se prodiga su
divulgación, el aprender a danzar no será
tan difícil ni costoso.
(T e x to y fo to s de J o s é M . a L a r a . )
f í 4 ■■ - ■ *». ^ :

W ¡É \ \
,* tí J r * VUm
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t j i k Á 'k 'i # /

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^ . :ru. j .Jé'..
Traje de Lagartera (Toledo).

Traje del Roncal (Nararu

QUI podría tr;


ción aquello
es la camisa
na al pecho,!
el que adorn,
sa», bien que
y las mozas
pósito en est,
Tal para cua'
de los trajes
de nuestras i
color unos y
>de que la sus!
xhibición no si
i o vestuario de
o el ornato de
iadas personil
las, gentiles e I
ON obras que son amores, con amor he­

I
cho obra de cada día, en una admi­
rable síntesis de gracia y rigor, las
mujeres de España irrumpieron alegre,
responsablemente, en la vida nacional,
instalando en ella no sólo la gala gen­
til de su presencia, sino la dedicación
inteligente, la entrega silenciosa a una
tarea, ese heroísmo llamado constancia.

De veinte años para acá, entre las


muchas y favorables mudanzas que re­
gistra la vida española, al lado de los
capítulos importantes que pueda supo­
ner la industria, la enseñanza y tantos
otros fecundos etcéteras, resulta especialmente
significativo el cambio operado en la mujer, por
la mujer, con la mujer.
Pasaron los tiempos en que la mujer era tan
sólo recipendiaria de piropos, objetivo de galan­
teadores, mientras se le negaba participación ac­
tiva en una serie de actividades y quehaceres,
mientras seguía recluida tras la reja tópica y sim­
bólica de la convencional postal andaluza. Esta
estampa es hoy falsa, y sólo el incauto turista
puede seguirla aceptando.
Los viejos castillos, que sangraban de olvido y
desamor por la herida del tiempo; los sabores raí­
ces de las danzas y canciones, perdidos en el
recuerdo, fueron rescatados con delicadeza y gus­
to, con impulso y fervor. Hoy esos trajes anti­
guos, aromados de leyenda y fábula y verso v
canción, están reincorporados a la vida del pueblo;
las desmoronadas almenas se llenan de sonorida­
des, con la tarea de la escuela y el aula, y otras
siembras hicieron el milagro de llevar el pan de
la cultura, de la predicación sanitaria y profesio­
nal, a los rincones más humildes y perdidos, con
las cátedras ambulantes.
La Sección Femenina ha sido la gentil impul­
sadora de estos esfuerzos que hoy florecen en la
escuela, en el hogar, en la cocina, en el primor
bordado, en el arte, en la economía.
Veinticinco años permiten hoy registrar la obra.
Tarea de numerosas muchachas en flor, a cuya
sombra se alzaron, pujantes, bellas realidades. Obra
cumplida con continuación. Hablando de esa san­
ta continuidad, el maestro Eugenio d'Ors decía
Que poco puede el esfuerzo de una sola genera­
ción. Y añadía: «Nunca ha bastado ni para cons­
truir una nación, ni para construir una cultura,
ni para construir una simple taza de porcelana,
si ha de ser una taza de porcelana sin tacha ni
reparo.» Sin tacha ni reparo, ellas, las mujeres es­
pañolas, han levantado una obra bien hecha. Esa
Que continúa por generaciones, que, cara al ma-
nana, todavía se ofrece como enriquecida de posi­
LA S
PROFESIONES
«INVENTADAS.

0
1 tuviéramos que decir dónde ha
estado e| acierto, la gracia, el
prodigio de lo logrado por las
mujeres españolas, nos atreve­
ríamos a señalar que en la «in­
vención» de nuevas profesio­
nes.

La Sección Femenina ha sido


así como una especie de uni­
versidad humana abierta a las
exigencias de la vida, como un aula
numerosa y ágil, alegre y fundadora.
Fundadora fué Santa Teresa, su Patrona,
y fundación ha sido la suya.
En l‘a Ciudad Universitaria de Madrid
se abre la Escuela Nacional de Especia­
lidades. A llí las mujeres pueden realizar
los cursos que las capacitarán para ser
profesoras de enseñanzas del hogar, de
música, de ayudantes técnicos, de asis­
tentas sociales, de educación física, in­
cluso de ayas. Y en Aranjuez, en pleno
ambiente agrícola, funciona la Escuela
Nacional de Orientación Rural, recono­
cida por el Ministerio de Agricultura,
donde se preparan para una importante
labor de renovación en los medios ru­
rales españoles.
Por citar otro ejemplo, en una abre­
viada referencia de ellos (valga el últi­
mo en el tiempo) : la Escuela Nacional
del Servicio Social, instalada en el que
fué bellísimo palacio renacentista de
Avellaneda, restaurado con fidelidad, res­
catado del silencio para convertirse en
centro formativo.
Cada provincia, cada aldea, cada rin­
cón de España, han conocido el aconte­
cimiento que significa la llegada de la
cátedra ambulante. La alegría y sentido
del trabajo, el goce de la convivencia, los
remedios técnicos para las cosechas, los
cultivos, la tierra o el taller, la experi­
mentación de las granjas, el embelleci­
miento de las casas y calles del pueblo,
la letra de las canciones, el gusto por el
teatro, la poesía y la noticia de cuanto
constituye hoy el mundo de la cultura,
han sido pregonados uno y otro día, con
ilusión, con serenidad, con amor.
Y al lado del rescate de toda una se­
rie de nobles tradiciones, reincorporadas
ridad en su trabajo, que le asegura la
al uso y a la vida, una batalla social que
le abre hoy a la mujer dignidad y segu­
protección en el riesgo, que le permite anotaban batallas o historias, son hoy
el acceso a una serie de dedicaciones que testigos alegres, remozados, pacíficos, de
antes le estaban vedadas por una perezo­ esa otra batalla de nuestro tiempo, de esa
sa legislación. historia última y reciente que escribe,
Por estas páginas asoman estas mu­ con letra clara, sencilla, casi humilde y
chachas en algunas de sus actividades. recatada, pero rica en contenido, la Sec­
Cuatrocientas mil mujeres han batallado ción Femenina de España, la misma que
en veinticinco años por esta hermosa ta­ paseó por América y el mundo las danzas
rea. Con imaginación, con sensibilidad, y canciones como una muestra más de
con infatigable perseverancia, ellas han su obra bien hecha.
luchado hasta conseguir un cambio total Fotografías: M A S A T S
en la mentalidad de la mujer española.
Esa es la siembra prometedora para el
mañana. Porque quizá ningún otro ele­
mento más conservador y receloso ante
los cambios en España que la mujer, ape­
gada a seguir haciendo una vida pasiva,
apartada de las exigencias de nuestro
tiempo, orillada por la responsabilidad.
Hoy esas mujeres están en primer plano,
han saltado a la escena de la vida espa­
ñola con decisión y gracia, sin renuncia
de ninguno de sus valores femeninos,
sino, al contrario, poniéndolos como aña­
dido de gracia a cualquier trabajo y
labor.
La mujer española ha irrum pido, seriam ente pero
Algo ha cambiado en el paisaje. Ellas con alegría, en una serie de actividades y p rofe­
siones, para las que han sido creados centros e
han sido movilizadas, y con su entrada instituto s profesionales. La vida de nuestro tie m ­
po exige cada vez mayor capacitación en todas
activa en el vivir muchos fueron los be­ las tareas, y la mujer ha alcanzado, en una se­
rie de vitales actividades, antes consideradas poco
neficios. Desde la cultura al primor, des­ menos que como afición, preparación cie n tífica ,
docum entación to tal, medios nuevos. Im aginación,
de la Universidad a la fiesta del pueblo, gracia, saber, le han echado las muchachas a
estos alegres quehaceres, con los que han con­
desde la artesanía a la moda. seguido cam biar desde el panorama doméstico
al rural, pasando por mil y una variantes es­
Castillos que ayer no más eran en la pecialm ente acomodadas a su condición fem enina.

geografía española piedras solares, que


VARGAS OCHAGAVIA

modas

Carta d e s d e
Madrid Por
HELIA ESCUDER

hermana de América : Recibí tu carta, y comprendo


U E R ID A
perfectamente tu nostalgia y tus deseos de noticias.
En los años que hace que no estás aquí, esto ha cambiado
mucho, y veo justificado tu temor de que los recuerdos y las
perspectivas se te desdibujen y confundan cuando hablas de
nuestras cosas a esas hermanas nuestras que nunca estu­
vieron en nuestra Patria.
Madrid—ya que a él te refieres sobre todo—, y dentro
de él a la moda y las cosas relacionadas con la mujer, ha
variado radicalmente. La ciudad, en sí, ya no tiene nada que ver
con aquella capital un poquito provinciana de nuestra infancia. Hoy
resiste perfectamente el choque cuando se vuelve del extranjero, y
en algunos aspectos con ventaja. Ha crecido muchísimo ; está alegre
y limpio, con su sol doradito, y hay barrios como ese en que preci­
samente están enclavadas la mayor parte de las casas de modas,
de un encanto maravilloso. Nuestra castiza puerta de Alcalá lo
centra, y a su alrededor, en una zona muy amplia, los comercios de
lujo, vivos y exquisitamente puestos, se multiplican, ofreciéndonos
PEDRO RODRIGUEZ
una zona de exposición que nada tiene que envidiar a la mejor de
cualquier capital europea.
La calle de Serrano (¿ te acuerdes cuando, en Carnaval, bajábamos
por ella, siguiendo la riada de máscaras, camino de la Castellana?)
no tiene ese tono severo de entonces, cuando parecía una calle es­
pecial para vivir familias de generales retirados; hoy se ha vuelto
un poquitín casquivana y pizpireta, pero eso la favorece.
Ya sabemos todas que la panacea para nuestros ratos negros está
en los escaparates y en los grandes almacenes; pues bien, la calle
de Serrano se ha convertido en la vitamina máxima, capaz de de­
volvernos en seguida el buen humor.
Es nuestro Faubour St-Honoré. Las lunas de los escaparates
brillan con el sol, y nuestras tentaciones se iluminan dentro. Al final,
la muchachada «bien» del barrio rebulle entre las mesas de las cer­
vecerías.
Me preguntas también por las casas de modas que tu conocías.
Subsisten algunas, con Balenciaga a la cabeza; luego ha surgido
una verdadera legión de modistos nuevos y de pequeñas y grandes
boutiques.
Un aspecto que seguramente te encantaría a ti es el de las tiendas
de ropas de niños.
Casi todas las señoras consideran hoy un deber «hacer algo» que
no sea estrictamente sus ocupaciones caseras o las sesiones de ca­
nasta; y las esposas de los grandes médicos, o las hijas del escritor
o el arquitecto, han puesto de moda tener una tienda de juguetes y
vestiditos de niños. Y, desde luego, lo están haciendo bien; porque

VARGAS OCHAGAVIA

PEDRO RODRIGUEZ
M ARBEL

VARGAS OCHAGAVIA

GATELL
Carta desde Madrid

ASUNCION BASTIDA

ASUNCION BASTIDA

te aseguro que en este aspecto no hay nada pare­


cido en el mundo entero.
Ya sé que aún quieres saber muchas cosas más
de este Madrid, con el que sueñas y haces soñar a
tus amigas. Pero la ciudad se ha vuelto muy gran­
de y sus facetas son tantas que escapan al espacio
de que dispongo. Procuraré complacerte otro día.
Hoy te pongo en estas páginas unos cuantos mo­
delos de las colecciones que pasan en estos mo­
mentos nuestros mejores modistos, y te prometo,
como tú querías, los vestidos de novia en nuestro
número del mes de mayo. Búscalos en él ; y, mien­
tras, di a tus hermanas americanas que Madrid
es una ciudad linda y sonriente, y que viajar por
verla bien merece la pena.
TWA H A LLEV A D O
M AS PASAJEROS A REACCION <JET,
* 7 4 8 . 6 9 4

QUE CUALQUIER OTRA LINEA AEREA MUNDIAL

VUELE LA PROXIMA VEZ POR LA LINEA AEREA QUE VA EN CABEZA!


D IA R IA M E N T E S E R V IC IO DE " J E T " D ESD E L O N D R E S Y P A R IS A N U E V A Y O R K
T O D O S L O S V U E L O S EN B O E IN G
IN T E R C O N T IN E N T A L 7 0 7 S IN E S C A L A S H A G A H O Y M I S M O S U R E SE R V A
En su p róx im o v ia je a N u e v a York, v u e le p o r T W A , la lín e a q u e v a o la
V isite a su A g e n te d e V ia je s p re fe rid o
c a b e z a y es g uío d e to d a s las lín e a s a é r e a s m u n d ia le s en los vu e lo s a o a la s O fic in a s d e T W A :
re acció n .
S a lg a d e Lo n d re s a las 5 d e la ta r d e y lle g u e a N u e v a Y o rk a Ja s 7,40 Av. José Antonio, 68
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lín e a a é r e a q u e p o r sí s o la p o d r á lle v a r le h a sta d e stin o ; sin e s c a la a
N u e v a Y o rk y, d e s d e a llí, a otros 70 g ra n d e s c iu d a d e s d e lo s E sta d o s
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Un solo b ille te . U n a s o la lín e a a é r e a . Y V I S I T E L O S EE. U U . E N 1 9 6 0 !
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d e 53 X 78 mm.
ii o
oo i Señora de Méndez. Estado Falcón (Venezuela).
f
F QQ 1i : n n
i
En el espacio tan sumamente pequeño que usted nos indica para el lugar
destinado a comedor de cuatro personas, tiene que haber una solución qu<
permita unir el armarito aparador donde se pongan cacharros destinados al

t
M
1 servicio de éste con la propia mesa, sin que por esto quede una solución fea
1 a la vista. Por el contrario, esta situación permite abrir una ventanita de co­

Y ci
un oO
rredera que comunique directamente con la cocina, que, además de darle un
tono muy simpático, evita idas y venidas y resuelve de una manera cómoda
el servicio de la mesa. El cuerpo bajo del armarito actuara de trinchero du­
rante las comidas y todo el resto de vajilla se guardará en los departamentos
inferiores del mismo, quedando resuelto absolutamente todo en este espacio

\ <
minúsculo y permitiendo aún que coloque el sofá como usted necesita y va
aclarado en el dibujo de la planta.

B E —
z
* Dibujos: JOSE M.a TOLEDO

Señora de Franque. Geronat,


Lo mismo que en la anterior consulta, también
hay problema de aprovechamiento de espacio.
Como aún carece de cocina la pequeña edifica­
ción que usted me indica, vamos a convertir esto
en un factor que nos ayude a una buena solución.
La planta rectangular del cuarto nos permitirá
hacer un doble fondo, en el que situaremos un
servicio de cocina eléctrica (suponemos que, a
pesar de ser un pueblecito de alta montaña, será
posible utilizar para guisar el flúido eléctrico) y
un modernísimo fregadero. Pequeños estantes
tendrán al alcance de la mano los cacharros más
necesarios, y dos espacios a los lados de frega­
dero y fogón nos servirán como auxilio mientras
guisamos. Un sistema de absorción de humos si­
tuado en la parte alfa conservará lim pio el aire
en. el comedor, atrayendo vapor y olores en el
unsmo momento en que se form en; el interior
puede ir forrado en cerámica o también en plás-
tico inatacable, y su iluminación será propia, en­
cendiéndose al abrir las puertas de esta cocina
■antasma.
En el momento que el servicio queda t
y as puertas cerradas, la habitación se
en un agradable cuartito. Todo el te
ondo que no está ocupado por el servie
ciña está destinado a armarios, que act
espensa en un lado y de aparador pa
) mantelerías en el otro. Con un suelo d
0 una materia parecida, creo que esto
juuy de acuerdo con laB necesidades que
POETAS DEL URUGUAY

AM ANDA l II viento am argo, irrem ediable y


un perseguido, náu frag o d é
un perseguido,- na
y 'm cuervo, un Hat ...

BERENGUER
un eurhíÍÍ»:::<:SÜá

y España ea sus versos


¡Oh furias familiares! ¡Flacas y hondas
avispas' de là ¿asaí ¡Compañeras!p
&s la hora, la aguja; socorrednos -f -

A unque no mencionara a España en obra, yo se la alabaría con fervor, porque se lo «yodadnos a abrirnos ia esperanza,
merece ; y no sólo yo, compañera y amiga, que no crítica— pues para serlo me faltan a ^nebrarnos la sed contra::....
cualidades— , sino todo el que la lea con la atención que la poesía uruguaya, sin­ a limpiarnos el cieno de la
gularmente la femenina, requiere del amante de las letras líricas. Hay una tradición poé­
tica excelsa en la hermosa República uruguaya, que ostenta nombres de universalidad arre­
batadora : Delmira Agustini, Juana de Ibarbourou, Clara Silva, entre las mayores. Y a
esta tradición impecable se incorpora Amanda Berenguer por derecho propio (1).

A
manda Berenguer, nacida en M ontevideo, cuenta aproximadamente unos treinta y seis
años de edad. Desde siempre sintió una insustituible vocación poética, que lleva unida
a su destino como su más segura raíz de justificación y goce y llanto. Las demás cosas
(es ella misma quien informa), el mundo entero, se le ordenan y desordenan de acuerdo a
esa ya antigua y paralela maravilla. Equivocadamente hizo bachilleratos de Medicina y de
Derecho, buscando no sabía qué cosas. Después de muchos borradores y páginas escondidas,
publicó por entonces un primer libro, que, apenas impreso, decidió no distribuir y al que,
sin embargo, todavía ama. Se casó en 1944 con José Pedro Díaz, compañero en ese entonces 5$» íleudas. 'do>.o«\.día- de-óru: y
de clase y actualmente compañero en sus más profundos intereses. Casi en seguida de ca­ rojotefdo •loa ' afrOO: ratónadO$V •
sarse adquirieron un viejo material tipográfico y una prensa y comenzaron las ediciones de Yalládntidv .hirsuta sobre el blanco,
La G alatea. Taller que tuvieron y tienen instalado en su garaje. A llí imprimieron textos de T a ¿ed Letal;.' L.é¿nL':a mediodía;'
algunos amigos y un poema de ella escrito en ocasión de la muerte de Paul Valéry. En 1949, • hambrienta de tas jjn'SdasV ;cób Jos huesos
uno de los poemas que formaban parte de una obra inédita, el titulado L eda, mereció premio al -!$.aE¡: -ewfer« los- pájaros malignos,
en un discutidísimo concurso de poesía organizado por Am igos del Arte. En 1949, Amanda recuerdo.: moratlá '.-encinta d o 'A v ila ,
Berenguer comenzaba su libro E l río , y su esposo ganaba una beca de estudios en Europa. ¡abortando :.'á- .los ooervos socalares
Por entonces también conocieron al escritor español José Bergamín, que fué para ellos la . en te hora mortal, coma ana densa .Y;?:*::
más directa y fundamental experiencia de lo humano y espiritual unidos. Nuestro Juan mariposa nocturna agonisante,
Ramón Jiménez, que pasó fugazmente por Montevideo por aquel tiempo, visitó la casa .'••Te recuerdo. comino socorrido
de Amanda y de José Pedro y les leyó, «con una voz y una presencia inolvidables», unos . por la ■•aferrada piel do las encinas;. ¡SíS®
recientes poemas suyos. te recuerdo, lagarto y,piedra clara,
Los años 1950 y 1951 los pasó este matrimonio (que tanto recuerda los primeros años del iífilO •dé .visai, yï'htieso, erí: distanciat';
que compusieron Manolito Altolaguirre y Concha Méndez Cuesta) en Europa. El marido te recuerdo hacia el sur, hacia te mano
estudiaba en París, y pudieron visitar también Bélgica, Holanda, Francia y especialmente .tendido-de Madrid, rosa pmartfta,.'. •
España e Italia. En E l río se reconocen las huellas de los tres meses que vivieron en «nuestra dé pronto, On la llanura, como un grito- -: '
querida y trágica España». E l río, comenzado en Montevideo, tuvo una edición restringida creciente desde «1 mar def ftturi ¡tóate,
en 1952 y obtuvo el premio de poesía del ministerio de Instrucción Pública del Uruguay. .'Í'Ay,. ista -de Ja tarde, ÍOVé
Paralelamente a E l río nació un libro de canciones de tono llano y breve; pero es en el . .'fá- terrestre: ciudad çóbre las O.gpas
tono de El río como quiere la poetisa expresar su enorme y valioso caudal lírico. La autora secas y ardiente*! Te recuerdo, lento
dice de sí misma : « A cambio de mayores acontecimientos de heroísmo, no tengo más que la espejismo.do « e r r a , fiebre atenta,
sensibilidad ; esta sensibilidad que acrecienta el mundo, que me hace sufrir y que, sin em ­ parásito del arre, jlmaginatlal
bargo, respeto como un hecho trágico y cotidiano. Es mi defensa, mi recurso, el signo inde­ \··\v>l·Xv!···>··x·'·····v"·!·Xvr·l·!·r·:·:···*·····vX·ivi·l·i·i·i·;·;·
.......... ............................ .. .·:·>:·:<·:·N;«.:.·rA^.·:·»:·:·:->;·;<.·.·r
pendiente, mi necesaria fuente de sufrimiento ; por ella puede que me salve. Si no la tuviera,
si no temiera por mí con ella, se hubiran necesitado mayores circunstancias adversas y t í- W ?- / V '* # * * * » * ' -5 I
terribles.» |:y;-, $<faté tos aUíbns bordeo de las llagas

asta «hí W M ¡ w cuerpo descremado de la In *í\


H lo informativo de la existencia de Amanda Berenguer, que, preguntada por mí
acena de voces femeninas de su mayor estima, me indicó a Ida Vitale, poetisa cuya
obra me señalaba como de suma importancia y hacia la cual vertía mi curiosidad
"ííév'dfá, lienzos blancos, y a te oscuro,
jbídnee ;¡¿L'..sueno :y puctntdñ : çl; coroOorú
de «colega».
El «prim er cuaderno» de E l río lleva, pues, la fecha de 1952. En 1957 apareció un breve
tomo íocho poemas) titulado La in vita ción . En ambos, la indiscutible personalidad de Amanda
Berenguer resalta. Me gustaría— y no es momento este para ello— analizar, desmenuzar, si
posible fuere, la belleza de cada uno de estos volúmenes, que tanto me impresionaron al
recibirlos. Destacaré por hoy solamente los que en E l río la poetisa llama «P ró lo go para una
serie española», porque son tan entrañablemente nuestros, que no puedo silenciarlos, si bien
tampoco puedo darlos íntegramente por razones de limitación de espacio.
La poesía de Amanda Berenguer no está adscrita exclusivamente al tema erótico; otras
preocupaciones humanas de carácter universal influyen en ella. Su lenguaje es claro, preciso,
perfecto, contenido. Se advierte en ella una voluntad de contención más europea que his­
panoamericana. Quizá— o sin quizá— cierta influencia benéfica del Valéry a quien ella tanto
admira, con razón. De todos modos, Amanda Berenguer supo encontrarse a sí misma y ex­
presarse por medio de un instrumento verbal que no la traiciona nunca. La lectura de su
hasta ahora poco abundante obra ofrece la seguridad de una construcción equilibrada y de
exactas proporciones. Se espera y se desea que la producción singular de esta poetisa crezca
con la profusión que anhela la admiración que despierta en quien la lee y goza.
Nuestro propósito es el de señalar al lector de acá y de allá los nombres que— aparte los
señeros— brillan apretadamente en el cielo de la lengua española, cuyo mayor triunfo espi­
ritual es el de pertenecer ya a naciones que la están enriqueciendo constantemente hasta
nutrirla de savias nuevas y pujantes. Por eso este nombre claro y bello de Amanda Berenguer
es el primero que destacamos, en cálido homenaje, con verdadero cariño y devoción.

C a r m e n C O N D E

(1) D O R A IS E L L A R U S S E L L , poetisa, p o lifacé tica escritora y excepcional escritora siem pre, cu ya a m ­


plitud y vasted ad hum ana e in te lectu a l m erece todos los homenajes, ocupará nuestra atención más devota
en ocasión próxima. Sirva la m ención de su nombre como un an ticip o especial.
P a sa te n p o s
Por J. R. M.

Crucigrama silábico n.° 1

La m a y o r e n c ic lo p e d ia
en el m e n o r v o lu m e n
HORIZONTALES.— 1 : Emperador romano. Educada científicamente. Calmoso. Símbo­
lo químico.—2: Nota. Sílaba. Da. Planta perenne, labiada, muy olorosa. Figuradamente,
cauto, astuto.— 3: Mamífero carnicero, parecido al gato cerval. Hijo de Jacob.—Sujeta.

Indispensable en el hogar, en el taller, en el comercio, en la


Que carece de gusto. Niega.— 4: Mamífero parecido al perro. Docena. Figuradamente,
lisíelo. Monstruo que sale en algunas procesiones.—o : Emperatriz romana. Fig., los diez
oficina, ya que reúne las características de una mandamientos. Simio. Sílaba.— 6 : Habla. Estilo arquitectónico. Consonante. De ciudad.
Cuerpo celeste.— 7: Río de Lugo. Apellido de un presidente cubano (1817-74). Descen­

GUIA NECESARIA
diera. Almendra azucarada en un bombo.— 8 : Fig., morro. Solicitada. Nombre femenino.
9: «De la tierra, el carnero, y del mar, el...». Célebre vals que dió nombre a una pelí­
cula americana. Pepe. Señorita.— 10: Conozco. Fam., sabihondo. Letra griega. Pez ma­

por cuanto hallará en este Almanaque Universal 1960, con faci­ rino del orden de los acantopterigios. Composición musical.— 11 : De la provincia de

lidad suma, datos precisos con respecto a materias incluso no


Barcelona. La ciudad de los Condes. Alacena pequeña. Sílaba.— 12: Chato. Escasa. Es­
pacio de tiempo que tarda en volver a repertirse un período. Encargos para otros.—
publicadas hasta ahora. 13 : Entes. Herví. Preposición. Lugar poblado de ciertos insectos dípteros. Rep., fami­
liar.— 14 : N ota. Sílaba. Náutico. Fría. De dos elementos, fem.— 15 : Pasta de sopar en

Es una ENCICLOPEDIA SUCINTA, puesto que contiene datos


forma de cinta. Envolveremos la cintura con cierta prenda. Semilla de los nabos. Ne­

estadísticos de producción y consumo, matemáticas, transporte


gación.

mercantil aéreo, composición política de los países, biografías dé VERTICALES.— 1 : Célebre caricato español, contemporáneo. Ciudad donde reposan

personajes, historiales deportivos, etc.


los restos de Mahoma. Superficie plana. Descendiente de un hijo de Noé.— 2 : Símbolo
químico. Que tiene celos, fem. Que se traslada de un sitio a otro. Clases de ganado.
Sílaba.—3: Instrumento de trabajo del escultor. Cuerpo celeste. Interjección. Parte del

Imprescindible como CONSULTORIO INMEDIATO, en el que río de aguas estancadas. Fam., nombre femenino.— 4 : Artículo. Pronominal. Para el

usted pue'le hallar, con sólo acudir al epígrafe correspondiente


sentido del olfato, pl. Vive. Símbolo químico. Sílaba.—5 : Palabra en el juego del mus.
Cerque. Fam. quito la punta, mase. Cocimiento.— 6 : Pase. Deja una cosa. Fig., remata,
en el índice, la cita exacta de las frases célebres, de los eclipses, acelera la muerte para evitar el sufrimiento. Embarcación sencilla. Sorteo.—7 : Fam., cor­

tarifas de ferrocarril, teléfono, telégrafo y postal, sistemas mo­ tado a ras. Puede estar. Indica. Toque suavemente una cosa con otra. Fig., dinero.—

netarios, salarios bases, índices de vida, signos musicales o de 8: Sílaba. Quítale la vida. Parte de la campana. De la provincia de Jaén. Nota.—

los elementos químicos.


9 : Nota. Alegra, contenta. Centro de estudios eclesiásticos. Tenemos.— 10 : Compáralo
con la unidad. Movimiento brusco en otra dirección.— Artículo. Señálala una cantidad.—
11: De la provincia de Alicante, muy productora en cáñamo. Secreción nasal. Pronom­

Es BREVE, pues sólo tiene 1.200 páginas, y MANEJABLE, por­ bre. Siente. Cuero fino curtido.— 12 : Sílaba. Fig., inglés. Molesta, latosa. Limpie el casco

que su tamaño es reducido. del buque. Preposición inseparable.— 13 : Educadores de animales. Rabo. Fábula. Fam., vi-
gilanta de señoritas.— 14: Sílaba. Niega. Tomé las dimensiones. Arida. Par. Símbolo del

Es, en fin, y sobre todo sodio.— 1 5 : En Murcia, judía verde. Combate. Fam., molestia. Nombre masculino.

UN LIBRO ADECUADO A UNA EPOCA • s o u ia jB C B g ' e o u i J B n u x


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Precio : 260 pesetas.
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-asug -«in ajiso : I — S 3 T V X N O Z ra O H Buipapi -ujiiuiBO : I — *SarIVOIXHaA

N o io m o s
HUMOR por Puig Rosado
Un c u e n t o d e
SANZ L A J A R A

EL
FEO
L mayor enemigo de Cándido era el espejo. Nunca qui- ca de atrás, o se entró en la puerta de la- casa que no era la
so, compasivamente, cambiar su nariz de albóndiga, suya.
sus cejas tupidas como bigotes, su mentón prognáti- • Por eso la vida de Cándido no era una vida digna de con­
co, sus ojos, tan pequeños que costaba trabajo en- tarse, y él no se atrevió, jamás a compararla con otras vidas que
contrarios en la cara repelente. Pero el espejo tam- pasaron a su lado. Era la suya una vida pequeña y apagada,
bién había sido, en la vida de Cándido, un enemigo una vida casi dolorosa, casi desesperada. La recibió del vientre
silencioso, con quien sç podía conversar de todos los de su madre, y cuando ella lo dejó huérfano, Cándido quiso
temores y las ansiedades, a quien se podía hacer con- encontrar en su padre aquello que no podía definir, aquello
fidencias, el único que jamás respondió con evasivas o estalló que no se reía de su nariz ni de su cara, aquello que abría los
en carcajadas ante su grotesca cara de payaso. Y el espejo, para brazos o bajaca hasta su frente y suspiraba, aquello que debía
Cándido, fué el único leal compañero en los años de soledad y de ser la bondad. Pero su padre huyó de él avergonzado. Como
de desesperación. era hombre, consideró a Cándido un engaño o un castigo; nun-
Cándido era viejo ya. Sus memorias, pocas y estrechas, po- ca como a un hijo. Y Cándido vivió solo, únicamente acom-
dían guardarse en un solo bolsillo del corazón. Su miedo, su pañado por su fealdad.
timidez, sus vacilaciones, habían llegado a los cincuenta años Cándido era profesor. En las aulas, su talento un talento
como cachorros cansados de jugar a solas. Y su ansia de amar construido con el tesón y el tiempo necesarios para derribar al
seguía en Cándido como un animal enjaulado, ansioso de salir más viejo de los árboles era respetado y temido. Durante sus
a la luz del sol. clases nadie podía reír del feo, porque el feo sabía más que
Porque Cándido no conocía el amor. Tenía leídos muchos todos los alumnos hermosos o las alumnas bellas,
libros y registrados muchos suspiros, recordaba noches de in- Y así navegaba Cándido su existencia, un viejo y renquean-
somnio y mañanas vacías, mañanas sin besos y sin palabras te remolcador, carcomido por aguas que de seguro termina­
os mujer, pero el amor siempre estuvo en la mesa de al lado, rían un día en el olvidado puerto de la muerte,
siempre pasó por la acera dé enfrente, o se sentó en la buta- Hasta que una tarde a Cándido se le ocurrió sentarse en
JS cerrar los labios y esperar que ella dijera algo a cambio. Como
era su primer diálogo con una mujer en el parque, Cándido se
sentía más feo que nunca, como si tal cosa fuese posible.
— ¿Usted es poeta?— preguntó ella.
— -No— le dijo Cándido— ; no he podido hacer versos Esa
clase de belleza nunca pudo tocarme.
Se sentía repentinamente fuerte y desafiador. Si aquella mu-
jer, quizá por equivocación, llegó para romper su círculo de
soledad, él podía provocarla, restregándole la amargura en |a
cara, por si quería irse ya y dejarlo tranquilo, dejarlo con su
nariz de albóndiga y sus años cansados.
— Sin embargo— contestó la mujer, derribando un poco la
altivez de Cándido— , da usted de comer a las palomas. ¡Y las
palomas son tan amigas mías!
— Y mías— admitió Cándido— . Ellas me conocen, ellas no
me tienen miedo.

La mujer sonrió con una sonrisa gastada y tranquila. Luego


metió la mano en su bolso y sacó migas de pan, que regó por
el- césped. Cándido se agarraba a su paraguas, hacía girar su
sombrero hongo en las manos, miraba al cielo, a uno que otro
árbol.
— ¿N o será que las palomas han querido reunirnos?— pre­
guntó ella— . ¿N o querrán presentarnos en esta tarde? ¡Hace
tanto frío!
Cándido y la mujer se acercaban. Les parecía que la ciudad
se había alejado y que ellos dos solos presidían un mundo si­
lencioso, donde sólo los cerezos y los sauces podían hablar,
jdonde sólo las palomas gobernaban y los hombres todavía eran
desconocidos.
— Cuando yo era niña— dijo ella— , mi madre no quería de­
jarme venir al parque ni dar de comer a las palomas. Por eso,

un banco del parque que circundaba la universidad y dar de desde que ella murió, las palomas son mis compañeras. ¡Cómo

corner a las palomas. Oscurecía. Platos de sombras rellenaban gustaría de llevármelas a c§sa y darles todo el dinero que mamá
me dejó!
el mantel del cielo, y en las casas de la ciudad los hombres
se lavaban de sus encuentros con el odio, la ambición o la ma­ — Hágalo usted. Sería hermoso— admitió Cándido.

ledicencia de otros hombres. — No podría. M i casa es pequeña. Además, las palomas


gozan más en libertad. En el parque se sienten mejor.
La mujer que caminaba por el parque era bella, con la mis­
ma belleza que Cándido había idealizado, con la belleza de los Cándido se abrió el sobretodo, sacó un cigarrillo, ofreció
uno, que ella no aceptó. A l inhalar la primera bocanada, su
cuadros que colgaban en las paredes de su casa. Cándido se
pecho se expandió sosegadamente. Todavía estaba lejos la ciu­
estremeció cuando la desconocida tomó asiento, al lado suyo,
dad, con sus hombres apresurados y sus mujeres que reían, con
en el banco rodeado de palomas hambrientas.
su cielo lleno de hollín y sus autos veloces. Le preguntó a ella
Cándido esperó. Sabía que ella, en el reojo de sus ojos zar­
cómo se llamaba.
cos, miraría hacia él y reiría, con la risa que todas.las mujeres
siempre regalaban al feo. Sabía también que, una vez cons­ — Rosalía— contestó— . ¿Le gusta mi nombre?
tatada su fealdad, la ahuyentaría y la vería marchar parque Cándido gustó de él y sintió que le gustaba su dueña, con
abajo, sin comprender que aquel hombrecillo sólo pedía unas los ojos grandes e inquietos, con el pelo recogido en un moño,
palabras de misericordia o un saludo, un simple saludo que detrás de la nuca tersa , y llena de lunares; con las manos de
abarcara el tiempo, las palomas, el atardecer; un saludo que, uñas largas y con venas azules, transparentes.
sin entrar en la amistad, tocara siquiera el conocimiento. La noche vino a ellos repentinamente, y en el parque las
Pero no ocurrió así. Ella lo miró y lo remiró. Luego le d¡ó farolas perforaron un poco la neblina. Las palomas se habían
las buenas tardes. Cándido, al contestarle, temblaba como quien ido, con sus migas de pan en los picos, rumbo a las ramas de
se zambulle en el mar por primera vez. Y habló con la mu­ los sauces. El río continuaba corriendo hacia el mar, murmu­
jer. Sus palabras tropezaban, llegaban cojeando, pero salieron rando en las riberas. El policía examinó su uniforme y conti­
de su boca como chiquillos en vacaciones. nuó su ronda. Los niños y sus niñeras, de seguro, dormían.
— M e gusta el parque, me gustan los árboles, el rumor de — ¿Querría cenar conmigo?— invitó Cándido. Su fealdad
las cascadas, el silbato de los guardas, las niñeras que se besan también se había marchado, en el horizonte, con el día muerto.
bajo los cedros, el ciclista que pedalea, el jinete y su arte — No, amigo mío. En otra ocasión. ¡Nos conocemos tan
difícil, hoy desusado... poco!
- Cándido calló. Aun queriendo continuar, tuvo el valor de Pero ella no se fué. Cándido y Rosalía" conversaron en el
banco del parque durante muchas horas, con una conversación de un trueno en mi-tad de la jungla. La mujer se levantó en

tumultuosa, hablándose de cosas que, por intrascendentes, borra­ silencio. El la siguió. Frente a frente, a Cándido las piernas le
j a en Cándido todo recuerdo de amarguras. Y el espejo del bailaban temblorosas. Las bocas estuvieron cerca, recamadas
cuarto de Cándido no podría imaginarse que el feo, en esa con la luz de una farola.
noche era el más feliz de los hombres, que casi era un hom­ — Volveré, amigo mío; volveré al parque para que conver- .
bre normal, sin mentón prognático, cejas como bigotes y ojos sernos de todas las cosas que usted conoce mejor que yo. Y

pequeñitos. las palomas, sus amigas y mis amigas, nos verán juntos. ¿No
_ Yo nunca he amado— le confesó Rosalía— . Para mí el es eso lo que quiere?
amor es un sentimiento que no puede darse a nadie; el amor — Sí— dijo él— , eso es lo único que le pido. Regáleme unos
es una nube que cubre el mundo en que vivimos, que nos arro minutos en las tardes. Muéstreme, Rosalía, que no le asusto,
que no se empavorece con mi rostro de payaso, que no soy para
pa( que nos consume.
Cándido se sintió egoísta y ambicioso. ¡Un beso! ¿Por qué usted el feo de quien ríen todos los hombres y las mujeres de

no conseguir un solo beso de aquella mujer que no amaba a la ciudad.


nadie? El jamás hacía besado, porque los besos colocados en las Rosalía echó atrás su cabeza y le miró de hito en hito. Le

mejillas de su madre habían sido regalos. ¡El beso de una m ujer1 puso luego ambas manos en los hombros. No sonrió. Nada
Se estremecía de pensar que con sólo inclinarse, por sorpresa, dijo. Y acercando lentamente su cara a la de él, depositó en la

podía poner sus labios calientes en la cara de Rosalía y conse­ boca de Cándido un beso, un solo beso, suave y tibio; un beso

guir un beso. Aunque ella se volviese y le quemase con un bo­ qüe quemó la boca del feo como un latigazo.

fetón, aunque ella se levantara y, sin despedirse, se marchara — ¡Gracias, Rosalía; gracias!...

para siempre del banco del parque. Sí, le pediría un beso, pa­ Pero ella se iba rápidamente de su lado, caminando por el

sase lo que pasase. Y mientras ella hablaba, Cándido medía parque oscuro. Y a la vuelta del sendero se la tragó la neblina

el rostro ovalado, discutía con su corazón el lugar exacto donde Cándido d¡ó un suspiro y se llevó una mano a los labios. Luego

poner sus labios, cerrar los ojos y darle gracias a Dios. se besó la mano y miró hacia ei cielo.

— ¿En qué piensa usted?— preguntó ella, como si adivinara. Cándido abrochó su sobretodo, alzó sus hombros hasta allí

Todavía no tuvo el coraje ni el valor de confesar. Sus ojos caídos, empuñó su paraguas y caminó también hacia su casa

se replegaron, como las fisuras de una pared mal encalada, El aire le estaba límpido, el parque cantaba, las palomas pare­
cían regresar a su lado. Así no pudo ver a un grupo de gente
y su boca, repleta de dientes ennegrecidos, se le quedó apre­
arremolinado en la calle, en derredor de una ambulancia. Ni
tada, casi mordida, en un gesto de impotencia y desesperación.
pudo escuchar a dos novios que, cruzándose con él, comentaban:
— Amigo mío— dijo ella al fin— , debo marcharme. Se hace
— ¡Al fin, la agarraron! ¡Pobre loca! ¿Sabes que cada vez
tarde. Es preciso que nadie me vea en el parque a estas horas
que se escapa vuelve al manicomio diciendo que un hombre la
— ¿Volverá usted? ¿Verdad que volverá, Rosalía?
La voz de Cándido se resquebrajaba, y era como el ruido ama? ¡Es Rosalía, la loca romántica!
EL CADIZ DE LAS CORTES
RAMON SOLIS, «PREMIO FASTENRATH» POR SU LIBRO ”LAS CORTES DE CADIZ”

e
U A N D O h a b ía m o s s e le ccio n a d o , p a ra p u b lic a r en estas p a g in a s , u n c a p ít u lo — e l p r im e r o — d e l lib r o € La s
C o r te s de C á d iz » , de R a m ó n S o lís , se h a ce p ú b lic a la c o n c e s ió n a esta o b ra d e l P r e m io F a s te n r a th ,
qu e o t o r g a la R e a l A c a d e m ia E s p a ñ o la de la L e n g u a . E s t e g a la r d ó n v ie n e a c o n f ir m a r los in d u d a b le s
m é r ito s , la a p o r t a c ió n v a lio s a qu e el lib r o s u p o n e . R a m ó n S o lís , q u e h a b ía p ro b a d o sus bu en a s d o te s de n a ­
r r a d o r en la n o v e la , h a a c u m u la d o en esta v o lu m in o s a y p a c ie n te o b ra in f o r m a c ió n de p r im e r a m a n o y o b s e r­
v a c ió n f in a e in t e lig e n t e . S e t r a t a de u n a c r ó n ic a v iv a , de u n a extensa, y a n im a d a g a le r ía , a la q u e C á d iz
a s o m a su p e r f i l h u m a n o , sus tip o s y cla ses, sus c o s tu m b re s y f o r m a s v ita le s , cu y o s ím b o lo f u e r o n la s C o rte s .
D o n G r e g o r io M a r a n ó n , en él p r ó lo g o qu e p o n e a l lib r o , s e ñ a la : « P r e c is o es in s is t ir q u e la in f lu e n c ia del


C á d iz de las C o rte s f u é m u c h o m á s e x te n s a y e fic a z qu e la de la s C o r te s m is m a s , a r t i f i c i ó h u m a n o , y p o r
h u m a n o im p e r f e c t o y p e re c e d e ro L a ciu d a d , c o n s u e s t r u c t u r a d e l X I X , e l e m p la z a m ie n to y d is tr ib u c ió n
de las casas y e l i n t e r i o r y c a r a c te r ís tic a s de é s ta s ; la p o b la c ió n , c o n su p s ic o lo g ía , sus p r o c e s o s s o cia le s , sus


e s ta m e n to s de n o b le z a , c le r o , su p r o f e s ió n y o f i c i o ; el c o m e r c io — en el esta d o en qu e se h a lla b a a l co m e n z a r
la G u e r r a de la In d e p e n d e n c ia — la in d u s tr ia , el a rte s o n a d o ; la v id a en la ciu d a d m ilit a r , p o lít ic a , r e lig io s a — ,
c o n u n c a p ít u lo s o b re e l caso de la m o n ja ilu m in a d a — la m a d re M a r ía R o s a de Jesús— , ta n a ire a d o e n to n c e s ;
la v id a d ia ria , la c u lt u r a l, la p re n s a , la e p id e m ia , la in s u r r e c c ió n a m e ric a n a y los su cesos, s o n ta n ta s o tra s

p re s iv o . U n a e x te n s a y r ig u r o s a b ib lio g r a f ía — c o n m a n u s c r ito s y p la n o s o r ig in a le s —,
p a rte s in te g r a n te s de este g r a n c o n ju n t o b io b ib lio g r á f ic o , d on d e el d a to e r u d ito a n d a p a r e jo c o n e l a c ie r to e x ­
c o n r e f e r e n c ia a p e r ió ­
d ico s de la é p o ca , a lib r o s y f o lle t o s , f i g u r a c o m o a p é n d ic e de este g r a n e m p e ñ o , d e l qu e R a m ó n S o lís sa le
v ic to r io s o . E l a u to r , q u e ha sido c o la b o r a d o r d e l I n s t i t u t o de C u lt u r a ■H is p á n ic a , en su d e p a r ta m e n to de I n f o r ­
m a c ió n , h a p ro b a d o v o lu n ta d , c o m p e te n c ia y a m o r a su ciu d a d . Y h a d e ja d o u n lib r o q u e s e r á r e q u is ito
in d is p e n s a b le de e s tu d io p a r a c u a n to s en e l f u t u r o q u ie r a n c o n o c e r b ien lo que f u é a q u e l p e r ío d o a g ita d o .

Situación y, sitio Cádiz, en cam bio, es consecuencia de su y, siglos m ás ta rd e , en el más firm e apoyi
situación. N ace, b ajo un signo que nunca de la expansión rom ana en la Bética. Lo.-
m ás ha de abandorfarla : com o ciudad- visigodos y los árabes, que no sienten in
O son análogos, aunque a p rim e ­ pu erto exclusivam ente. E l estrecho de G i­ quietudes com erciales n i planean guerra^
ra vista lo parecen, los concep­ b raltar puede definirse com o el cruce de con el exterior, no dan valor a la situa
tos de sitio y situación. Su dis­ dos líneas : la m editerránea-atlántiea y la ción de la ciudad, p o r lo que Cádiz sr
tinción nos ha de servir para africana-europea. La im p ortancia, pues, oculta en la H istoria. Ya reconquistada.
com prender de qué distinta m a ­ de su em plazam iento es tan grande como Alfonso X , al que es justo reconocerle
nera la geografía interviene en lo es, en general, la situación de España ju n to con la sabidu ría, un a am bición ini
la estructura y en la personalidad para con otras naciones. E l eje ho rizon­ perial, se fija en nuestra ciudad, pensando
de la ciudad de Cádiz. L lam are­ tal significa la cu ltu ra m editerránea, que en un a política africanista ya planeada por
mos sitio al lugar que ocupa la m ás tarde E spaña con tinuará hacia A m é­ su padre., Es p o r esto po r lo que la hace
planta de Cádiz en el m apa de rica ; el vertical, las invasiones africanas cabeza de obispado, no obstante ser por
un a m anera abso lu ta; en el con­ frente a las bárbaras. N o creo necesario • aquella época un a pequeña aldea, compa­
cepto de sitio sólo deben e n trar, po r ta n ­ insistir que la historia de E spaña gira a l­ rada con A lgeciras, Jerez, M edina Sido­
to, las peculiaridades del lu gar, sin ten er rededor de estos dos ejes que le m arca nia, etc., ciudades que los árabes habían
en cuenta los lugares vecinos. P o r el con­ él estrecho. E l estrecho es, p o r tan to , p u n ­ engrandecido considerablem ente. Absurd*
trario , entenderem os p o r situación una to vital p ara los pqeblos prim itivos que debió de parecerles esta decisión a los no
posición relativa den tro de una región, fi­ llegan a E spaña. U na vez que süs em bar­ bles alfonsíes, com o absurda les parecería
jándonos— abo ra sí— en los contactos más caciones salen de la corriente, eligen una después a los sucesores del Rey Sabio, sin
o m enos obligados cón poblaciones ve­ serie de lugares en la costa, en tre los que inquietudes im perialistas de ningún gene
cinas. Cádiz destaca po r su posición. E l sitio no ro. Cádiz decae de nu evo ; la diócesi-
Cádiz, dentro de la geografía español- es aprop iad o:—carencia de tierras lab o ra­ abandona la ciudad, que se transform a en
la, es una isla ; una isla es tam bién el ac­ bles, falta de m aterias prim as, aislam ien­ u n feudo del conde de Arcos. Con los Re
tual San F ernando. Am bas ciudades fo r­ to— , pero la situación es inm ejorable. En yes Católicos se in icia, otra vez, su resur
m an un todo, sin más vínculo que un este desequilibrio de sitio y situación se gim ieñto. E llos, com o antes Alfonso, com­
cam ino de arena. C om pletarem os su lo cali­ va a cen trar la historia toda de Cádiz. F á ­ prend en la im portancia de su situación
zación afirm ando que la ausencia de m on­ cil es com prender que, cuando p o r la co­ para una política africanista. La ciudad
tañas en sus proxim idades la deja en un yuntura histórica, la situación tiene im ­ em pieza a desplazar en im portancia a los
total desam paro ante los vientos, que el portancia en la vida española, Cádiz co­ pueblos cercanos. Cuando descubren Ame­
escaso terren o de su alrededor priva a la b rará valor. Los dos m om entos en que rica un puñado de españoles, entre los qm
ciudad de una agricultura dentro de su E spaña sostiene una intensa vida de re la ­ no faltan onubenses y gaditanos, se abn
térm ino y que la escasez de pozos de agua ción— colonizaciones antiguas, grandes des­ para nuestra ciudad u n período de extra
potable m arca la últim a de sus caracterís­ cubrim ientos— serán las dos etapas más ordinario florecim iento, m otivado, sobro
ticas en lo que se refiere al sitio. brillantes de la historia de Cádiz, aquellas todo, por su m agnífica posición marítima
E n cuanto a. su situación, C ádiz es una en que se puso de m anifiesto el valor de Cádiz se convierte entonces en centro do
ciudad privilegiada. La causa de su n aci­ su pu erto com o ingreso .m eridional de la las actividades m ercantiles, lo que exigí'1
m iento es precisam ente su situación. C la­ P enínsula. C uando la situación, po r el con­ él perfeccionam iento de su organización
ro que toda ciudad nace com o consecuen­ trario , deja de te n e r interés, la ciudad pasa m ilitar, para verse libre de la codicia do
cia de las características de un lugar d e­ a convertirse en una aldea de m arineros. sus enem igos. A m érica, pues, m arca la bo
term inado. P ero el que nazca ahí y no en El sitio, p o r sí, no da p ara m ás. gem onía gaditana. La situación de la cm
otro lugar dependerá siem pre de la con­ Dos hechos, pues, em inentem ente geo­ dad es piedra fundam ental para nuestro
junción de la situación con el sitio. P or gráficos h an favorecido— como dice Juan im perio. E sto lo ve, sobre todo, Inglato
ejem plo, en una zona -rica agrícolam ente Góm ez Crespo— el désarrollo de Cádiz : su rra, celosa del poderío español. Con ciar'1
la ciudad tiende a surgir a orillas de un acusado carácter m arítim o e insular y su instinto político, dirige a Cádiz los wa-
río ; de esta m anera, a las ventajas del em plazam iento en uno de los grandes c ru ­ duros ataques, segura de que repercutirán
sitio se unen las de un a buena situación ; ces de las com unicaciones m undiales. A m ­ en todo el Im p erio español. Cádiz sera y*
el río es un m edio de vida, pero tam bién bos factores convirtieron a C ádiz en b a ­ siem pre la m áxim a aspiración de la ambi­
un m edio de com unicación. lu arte de la penetración púnica en E spaña ción im p erial inglesa. G ib raltar no cao
m a desde el p rim er m om ento en plaza
fuerte y residencia del gobernador m ilitar
de A ndalucía. E ste espíritu de ciudad de
guerra m arca en la estructura de Cádiz
un sello de personalidad. Las m urallas,
con sus cuatro puertas— la de T ierra, la
del M ar, la de la Caleta y la de Sevilla,
a las que se puede añad ir el postigo de
la playa de S anta M aría— , estrechan a n ­
gustiosam ente a la ciudad ; el gaditano
siente, po r esto, u n ansia de altu ra, que
se refleja en las actas capitulares del A yun­
tam iento du ran te todo el siglo XVIH. P or
otra p arte, una extensa guarnición va a
crear cuarteles y baterías en todo su alre­
dedor, form ando auténticas barriadas m i­
litares en el cin tu rón de la ciudad.
E l escaso contacto con los pueblos ve­
cinos de tierra aden tro que le im pone su
in sularid ad le da una concepción m uy
peculiar en la localización del centro. La
próxim a ciudad de San F ernando es cla­
ram en te un a ciudad de trán sito ; las ca­
sas se alinean a lo largo de la carretera,
y el centro surge en un cruce de cam inos.
La calle Ancha, rista desde la calle de San Antonio. O tras ciudades hacen eje de su centro a
un río ; otras eligen el centro físico a rb i­
en su poder sin que antes Cádiz resista puerto franco puede d ar a nuestra ciudad trariam en te, cuando la elección no d ep en ­
en varias ocasiones sus m ás violentos em ­ una transfusión de sangre que la haga re ­ de de ningún factor decisivo. P ero siem ­
bates. Incluso conquistado G ib raltar, no cup erar su energía. pre la causa prim o rd ial del sitio que ocupa
cejan en la posesión de Cádiz ; en más el centro define la configuración del cre­
de una ocasión se solicita el cam bio o se cim iento, y com o las ciudades crecen a p a r­
intenta su ocupación. Estructura de la ciudad en 1810 tándose lo m enos posible de su centro,
Pues bien, esa im portancia d e la situa­ suelen hacerlo a lo largo de las calles p rin ­
ción gaditana no supo verla F elipe I I. P or cipales o del río o de la carretera, o a
eso, cuando los ingleses arrasan Cádiz en Consecuencia del sitio que ocupa son lo largo del m ar. Cádiz es un a ciudad
1596, recom ienda al de suyo p ru d en te d u ­ cuatro determ inantes de su estructura : em inentem ente m arinera. De las dos p u e r­
que de M edina Sidonia que no arriesgue dificultad de crecim iento, facilidad de tas de m ayor im portancia, lá de T ierra y
su vida en la defensa de la ciudad, ya que fortificación, escaso contacto po r tierra la de M ar, es esta últim a la que consi­
aquélla vale m ás que ésta. Recom endación con sus vecinos y necesidad de defenderse dera su entrada. Podem os decir que en la
que, por otra parte, no h u biera hecho fal­ de los vientos. época que estudiam os Cádiz tiene como
ta, ya que el duque no destacaba p reci­ Su contextura de islote— aun en el caso pu erta la del M ar y com o espalda la de
samente por su espíritu arriesgado. Es el de considerar a la ciudad aislada, el ist­ T ierra. E fectivam ente, m ientras aquéllas
mismo F elipe I I el que, a raíz de la des­ m o de arenas no rom pe la concepción de tienen form a de arco de triu nfo— puertas
trucción de Cádiz p o r los ingleses, duda isla—m arca, n atu ralm en te, una lim itación de paz— , ésta tiene una contextura hos­
si reconstruirla o aban do narla, sin darse de crecim iento' que pron to com prendieron til; es una p u erta para ser defendida,
cuenta de que el afán destructor inglés n a ­ los gaditanos. E l trazado de la ciudad se com o si po r ella no se esperara m ás que
cía de una adm iración po r la situación de resiente de la falta de espacio ; las casas, al enem igo. Esta diferenciación es m uy
la ciudad. P ero ya en aquellos tiem pos por tan to , han de ser altas, frente al con­ im portante, p o r eso vam os a insistir en
nuestro im perio se m ovía tan sólo po r in e r­ cepto de la construcción en A ndalucía ; ella. La pu erta del M ar daba a una plaza
cia, una fuerte inercia, como correspondía las calles, estrechas. Las plazas escasean, —sentido acogedor— ; la de T ierra abría
al fuerte im pulso que se le diera a n te rio r­ hasta el punto que en el Cádiz de esta paso a una zona m ilitar. A aquélla afluían
mente. Cádiz va a aprovecharse de esta época' sólo pu eden c o n s id e ra rs e como las calles de una m anera a b ie rta ; á ésta,
inercia. Precisam ente en los m om entos en auténticas plazas tres : la de San Juan de form ando ángulos agudos, rem atadas en
que el im perio em pieza a tam balearse es Dios, la de San A ntonio y la de San F e r­ bayoneta. Esta estructura de las diferen ­
cuando va a arreb atar a Sevilla el m o­ nando. tes entradas de la d u d a d nos da una clara
nopolio del com ercio. La ciudad del G ua­ La facilidad de fortificación la transfor­ idea del espíritu urbanístico que le im po-
dalquivir no cuenta con una situación tan-
favorable como la de Cádiz, aunque ocupa
uno de los sitios geográficos m ás im p o r­
tantes de E spaña. M ás tard e, Cádiz, n e
por la ayuda oficial, sino al m argen de
ella, inicia un com ercio de contrabando*
que term inará desplazando al estatal: e n ­
tonces surge el Cádiz del siglo XVII y del
XVIII, al que G erónim o de la C oncepción
llamará, desde A m sterdam , «E m porio del
Orbe».
La decadencia gaditana se m arca cu an ­
do el concepto situación geográfica d eja
de tener im portancia. Es decir, con la p é r­
dida de nuestras colonias. Ya en la se­
gunda m itad del siglo xix la ciudad la n ­
guidece ; con el desastre del 98 se tra n s­
formará en una capital de provincia m ás.
Cádiz esperó desde entonces un a reva-
torización del concepto de situación, pero*
España m antuvo por m uchos años exclu­
sivamente una política in terio r. E n el m o­
mento en que esto se escribe, parece ser
‘lUe nuestra patria vuelve a un a política
internacional activa. Las naciones ex tran ­
jeras dem uestran su interés po r Cádiz. Eli La plaza de San Juan de Dios.
ne a Cádiz su condición de isla* E l centro por com pleto del viento de levante. P or plazas eran, según apuntam os, escasas, y
de la ciudad nace en su centro. Es curio­ eso su m uralla se alzaba m ucho más por no surgieron en profusión hasta que no se
so que la ciudad, qué ya se ha fundado al esta zona que po r la de la C aleta, tam bién hab ilitaron como tales las huertas de los
otro lado de la isla, cree su centro fuera peligrosa para los ataques desde el m ar. conventos. A esto sólo queda añadir como
del recinto • am urallado, que en aquella Es curioso que, m ientras las baterías de nota estructural,, no u n am or a la limpie,
época term inaba en la fachada de lo que la Caleta se quedaban en la zapata de la za, como se ha venido diciendo, sino unas
hoy es el A yuntam iento. 'E l centro, pues, m uralla, en la cuesta de las Calesas y en condiciones especiales para ella ; una lim­
se sale de la ciudad buscando el m ue­ los alrededores de la bahía subían a em ­ pieza n atu ral que más tarde había de darle
lle y haciendo su plaza en la actual de plazarse en la p arte m ás alta. Es de sos­ el sobrenom bre de «Tacita de Plata».
San Juan de Dios. A llí seguirá d u ran ­ pechar que a más de las razones m ilita­
te los siglos xvi, xvn y xvm ; allí estará res hubiera otras de com odidad. F uera o
en la época que estudiam os y allí perm a­ no tenido en cuenta el viento, no cabe
nece actualm ente, pese a que la calle Co- duda que para Cádiz significaban sus m u ­ Psicología del gaditano
lum ela centre el com ercio y la calle A n­ rallas una defensa contra él. P o r ejem ­
cha el paseo aristocrático. E l centro del plo, de aquel «levante» del que hay
crecim iento es el del puerto, y pegándose, constancia de sus violencias en épocas Consecuencia de todos estos factores,
a él, crece la ciudad. Cuanto m ás se ale­ anteriores a sus m urallas apenas se habla que form an parte de las costum bres de la
jan las calles de este punto, tienen menos después de la construcción de éstas. Pero ciudad, es la form ación de una psicología
vida, m enos im portancia. Al tra ta r este donde verdaderam ente se nota en Cádiz la especial. E ra la prim era virtud de los ga­
tem a, no hay que olvidar que con la p é r­ im portancia del viento a la hora de cons­ ditanos, según antes se señaló, la de ser
dida de las colonias la ciudad pierde con­ tru ir es en el b arrio de Santa M aría. Así acogedores y com prensivos, virtudes esen­
ciencia de su personalidad y hace de las como las calles del b arrio de la Viña van ciales para quienes han de convivir con
puertas de T ierra su centro. Surge enton­ enfiladas al cam po del Sur en toda su lo n ­ otros pueblos. H orozco afirm a en su His­
ces el crecim iento de nuestros días, cuyo gitud—véase sobre el plano la calle de la toria de Cádiz: «Mas la gente y vecinos de
A m argura— , la banda de levante del de
Santa M aría no cuenta ni con una sola
calle enfilada. Las calles son com o u n p e­
queño zaguán que se quiebra para que el
aire n o enfile. Al m ism o tiem po, esa fo r­
ma de proa de barco que tienen algunas
casas, para evitar el d ar fachada al viento,
no puede explicarse como una concepción
distinta de la arquitectura gaditana en
cuanto a estilo, sino sim plem ente como
defensa contra el viento. Obsérvese como
esa necesidad no se im puso en las calles
que dan al paseo de la A duana, precisa­
m ente porque la m uralla Jas defendía, im -,
pidiendo que el viento de levante las azo
tara como hoy las azota.
La escasez de agua dió a las casas una
concepción m uy andaluza de evitar los te ­
jados y prolongarse en azoteas. H ab láb a­
mos antes de la necesidad de altura. D u­
rante todo el siglo xvm las actas cap itu ­
lares reseñan, com o ya liemos indicado,
solicitudes, inform es y peticiones para sos­
layar la prohibición de que las casas no
tuvieran más de 17 varas de altura. C ho­
caba, por tanto, la.necesidad del vecinda­
rio con el criterio inexorable del A yunta­
m iento, que consideraba insano que las
calles quedaran ahogadas entre altos ed i­
El magistral Cabrera. ficios. P or eso m arcó la altura tope, m an­ Don Miguel Cabrera de Nevares.
dando d errib ar incluso aquellos pisos que
centro está precisam ente em plazado en d i­ sobrepasaban las 17 varas. La igualdad de esta ciudad, con ser una de las que más
chas puertas, que inm ediatam ente p erd ie­ altura, así como la construcción de azo­ recibe en sí esta diversidad de gentes, es­
ron su hostilidad para hacerse-acogedoras. teas, necesarias para recoger el agua 'de tán fuera de todas las leyes y costumbres
Pero éste es un crecim iento ficticio, pues lluvia que alm acenar y dep urar en el a l­ de los que viven en las dem ás islas, cual
la verdadera justificación del crecim ien­ jibe, dan a la ciudad una unidad típica. lo son los de la ciudad de Toledo u otras
to gaditano no está en la concepción de A m ás de estos determ inism o's de sitio de la tierra adentro en cualquier parte del
una sobrevalorización del contacto con existen los de situación. Cádiz es una ciu­ m undo. P orque su trato y comercio es
tierra, sino en la prolongación del puerto dad vinculada a A ndalucía, de la que tom a en todo punto de la verdad y sin doblez,
por la banda de la bahía hasta llegar a Jos am plios patios, los corredores ab ier­ todos, grandes, m edianos y pequeños, de
los terrenos de la zona franca. P or tanto, tos, etc. Igualm ente su com ercio la pone buena y apacible com unicación y nobleza,
si el centro de Cádiz se traslada, no lo en contacto con otros países, m antenién­ tan afables y de am istad, que entre ellos
hará, como creen m uchos, a lo largo del dose al día en m odas, facilitand o m ateria­ es acogido, tenido y estim ado cualquier
paseo de Ana de V illa, sino a lo largo de les valiosos para la construcción, com o el forastero con el am or y voluntad que se
la costa, po r la bahía, a m enos que una m árm ol italiano o la caoba, etc. P ero es­ debe al natural.» Esta cualidad del carác­
nueva concepción de la vida haga cam biar tas consecuencias de la situación las vere­ ter de los hom bres de Cádiz, que ponen
la personalidad de la ciudad. mos m ejo r al estudiar la casa gaditana. tam bién de m anifiesto a lo largo de sus
Señalábam os como uno de los determ i­ Q ueda, pues, trazada una línea gene­ m em orias R iam undo de L antery, Abréu y
nantes de sitio la necesidad de defender­ ral de la ciudad de Cádiz en 1810. Se tra ­ cuantos escriben sobre el Cádiz de los
se de los vientos. P uede parecer exage­ ta, como decim os, de una ciudad cercada siglos xvi y xvn, perm anece hasta los días
rado h ab lar del viento como determ in an­ y cerrada. La puerta del M ar m arca el en que centram os nuestro estudio. Así lo
te de la estructura de una ciudad. Desco­ punto de contacto con el ex terio r; la p la­ dem uestra el siguiente texto del conde de
nocen quienes lo piensen la im portancia za de San Juan de Dios constituye su cen­ M aulé,, que por ser forastero hace más va­
qué éste llega a ten er en una zona des­ tro. Las calles son estrechas; las casas, liosa su inform ación : «Su copioso vecin­
am parada de m ontañas, próxim a al m ar altas, uniform es, coronadas por azoteas. dario, com puesto de diversidad de nacio­
y en la boca m ism a de ese saco que es el E l suelo es llan o ; como ciudad m arítim a, nes, goza de toda su libertad y de tanta
M editerráneo. La ciudad de Cádiz no es­ m ás polvo que la lim pia arena, que en franqueza, que jam ás se ocupa del pensa­
taba tan batida antiguam ente com o lo está aquellos m om entos difícilm ente lograba m iento de la clausura en que se halla me­
hoy. Su recinto am urallado la defendía m eter el viento dentro de la ciudad. Las tido. Al contrario, es m enester confesar
nue la reunión de los am igos en todos los ción de santanderinos y gallegos, que lu e­ entabló, difam ados po r las dos clases, no­
sitios públicos y el encuentro de gentes go volvíah ricos a sus regiones respectivas. bleza y clero, donde era más necesaria la
de todos los países, aun de los m ás rem o­ Como afirm a A lcalá G aliano, «lo no ta­ reform a, com o revolucionarios por los p ri­
tos, sirve de gran consuelo a la soledad, ble en Cádiz era que las clases b ajas, en m eros, com o herejes p o r los segundos,
pues difícilm ente se encontrará u n ho m ­ su tono y m odos, apenas se diferenciaban justo es reconocer a este grupo de liberales
bre sin otro u otros de su m ism o país, de las altas, siendo corteses y, sobre todo, gaditanos que sabían lo que querían y
aunque haya venido de las extrem idades cariñosas, y no m anifestando en el trato lu chaban p o r un ideal palpable y exis­
de la tierra. Este es el prin cipio, prescin­ con sus superiores ni hum ildad ni sober­ tente.
diendo del genio hospitalario y generoso bia, como si u n espíritu y práctica dé Si esto ocurría en lo político, en lo re li­
del vecindario, del gusto con que viven to ­ igualdad social no dejase lu g ar ni a la gioso tenía tam bién el gaditano una m ane­
dos los forasteros en esta isla encanta­ sum isión ni a la envidia o al odio por ra especial de sentir, más en consonancia
dora.» ella engendrado contra los favorecidos por con nuestro catolicism o actual que con el
Este sentim iento de tolerancia y com ­ la fortun a, a quienes tam poco consentía de la época en otros lugares de España.
prensión seguirá sorprendiendo a los que el Uso que fuesen desdeñosos. Las diferencias surgían del trato con la
más tarde visiten la ciudad, com o F ed e­ Pocos años después de la época estu­ población extran jera. Señalem os, en p ri­
rico Rubio, que encontrará esta virtud diada, Federico R ubio, al analizar la so­ m er lu gar, que el trato con los protes­
como una de las prototípicas de la m ujer ciedad gaditana, llega a consecuencias tantes m antenía al clero gaditano más p re­
gaditana. definitivas : «A ctualm ente en todas las n a ­ parado en la ciencia religiosa que sus h e r­
Otra de las características sociales del ciones la sociedad se divide en tres cla­ m anos de otros lugares de España. Lo que
Cádiz que estudiam os es la escasa lim ita­ ses : clase superior o aristocrática, sea de pone de m anifiesto los buenos oradores
ción de clases sociales. Como ya hem os in ­ la sangre o del dinero ; clase m edia o b u r­ sagrados que dió el Cádiz del siglo XVIII,
sinuado, la nobleza gaditana es una no­ guesía y clase obrera. Cádiz ofrece una entre quienes destaca el beato Diego de
bleza que vive del com ercio, un a nobleza excepción en tal sentido. No hay más Cádiz, cuyos m ejores serm ones, o po r lo
¡pie trabaja y negocia, al igual que esa clases que un a, dividida por la educación : m enos los que dieron m ejores resultados
cultos y m enos cultos. E m pieza la prim era
división en los propietarios y capitalistas ;
sigue en los com erciantes y profesiona­
les, abogados, m édicos, ingenieros, a rq u i­
tectos, etc. ; continúa en los artistas, fun­
cionarios, m arinos, m ilitares, em pleados,
corredores, adm inistradores, escribientes,
dependientes de com ercio, artíEices, p late­
ros, relojeros y un a m u ltitu d de personas
caídas en pobreza, pero conservando sus
m aneras y buena educación.»
In cu rre en u n erro r, a m i juicio, F e­
derico R ubio al señalar que no existe una
división dé clases, cuando él m ism o acusa
dos : una form ada po r el capital y el tra ­
bajo : com erciantes y hom bres dé carre­
ra— el títu lo profesional hace las veces de
capital, como energía acum ulada— , y otra
form ada p o r los que sólo cuentan con su
trab ajo . A hora bien, lo que parece ded u ­
cirse es que un continuo sucederse del
tiem po y la in estabilidad del com ercio
form ó pronto una clase pobre venida a
m enos, que coincidía con una clase de n u e­
vos ricos ; esto m antenía en todo m om en­
to una igualdad de preparació n y cultu ra.
Esta opinión d e'F ed erico R ubio no de­
bem os tam poco tom arla al pie de la letra,
ya que está com probado en los años 1835
al 1850, época en que él vive en Cádiz,
Don Tomás Ysturiz. po r ese tiem po la ciudad ha entrado ya Antonio Alcalá Galiano.
en plena decadencia y conoce la pobreza,
burguesía que surge pron to en la ciudad antes inexistente, cuando el com ercio con apostólicos, fueron los que dirigió a los
y que llega a desbancarla en riqueza. El A m érica daba a la ciudad u n a gran fuente protestantes de la ciudad, donde tantas
ambiente económ ico en que se desenvuel­ de riqueza. conversiones consiguió.
ve el comercio de Cádiz hace que cual­ E l nacim iento de una burguesía y al No podía ser la m ism a m entalidad la
quier vecino de la ciudad pueda transfor­ m ism o tiem po esta igualdad en la p rep a­ de este clero, que necesitaba convencer,
marse, con su trab ajo y en poco tiem po, ración cultu ral forzosam ente hab ían de re ­ que la de un clero que se am paraba en
en un adinerado negociante. E l com ercio p u d iar el régim en de Carlos IV , dando la Inquisición y que le bastaba p ro h ib ir.
no pone trabas a nadie, y el que nace in ­ lu gar a un sentim iento lib eral, que fom en­ E n Cádiz, como dice A lcalá G aliano en
teligente y capaz puede triu n far. La ésca- tab a adem ás el contacto m uy directo con sus M em orias, la Inquisición estaba tan
la de com erciantes iba desde el más acau­ In g laterra y F rancia. Este liberalism o ga­ atenuada, que casi puede decirse que no
dalado banquero al m ás m odesto p ro p ie­ ditano ha de perm anecer du ran te todo el existía. Los libros franceses, po r revolu­
tario de un sim ple puesto de recova. siglo XIX. Son los descendientes de estos cionarios que fueran, entrab an sin gran
El estudio, la preparació n cu ltu ral, eran com erciantes del Cádiz del XVIII los que dificultad ; la prensa extran jera era la más
decisivos en la ciudad y eran, al fin y al han de tom ar p a rte m ás activa en las lu ­ codiciada y leída. Estos libros no se ocul­
cabo, el único blasón del que se podía chas po líticas; en ellos será obsesivo el taban ; si acaso, com o hacía el tío de A l­
hacer gala. De aquí esa preocupación cul­ ideal de transform ar la sociedad haciéndo­ calá G aliano, se le cam biaban los lom os,
tural del com erciante, ese afán po r ins­ la m ás igualada, el renovar nuestra eco­ poniéndoles etiquetas de libros de C alde­
truir a sus hijos, a los que no am paraban nom ía con un sentido m oderno, el luchar rón o Lope o títulos de serm onarios a li­
unas rentas. contra el fanatism o. E n una p alab ra, p re ­ bros de Rousseau ò de V oltaire. La lab or
El nacim iento de la burguesía coincide tenden transform ar E spaña toda en una del sacerdote debía fundarse no ya en evi­
en Cádiz no con una separación de clases nación culta, to leran te, sin grandes dife­ ta r la entrad a de los libros, sino en fund a­
sociales, como ocurre en otros lugares del rencias sociales...; es decir, anhelan con­ m entar razonam ientos que convenciesen a
mundo, sino con una ausencia de m iseria. tag iar a E spaña de esa vida feliz de los los lectores ; para esto era necesario un
ln la ciudad, pese a que en aquellos años últim os años del siglo xvui gaditano que estudio, era preciso que el Sem inario de
el comercio había com enzado a decaer, no ellos vislum braron de niños o de la que Cádiz contara, com o contaba, con un sa­
altó nunca trabajo, y trab ajo bien retri- oyeron h ab lar a sus padres. bio profesorado. Esta im portancia de] Se­
fído, como lo dem uestra el hecho de Ecmivocados o no, más o m enos en d u ­ m inario de Cádiz persistió por m ucho
Toe en todo m om ento existió u n a em igra­ recidos p o r la lucha que contra ellos se tiem po, dando sacerdotes tan ejem plares
y sabios como el obispo A rbolí, que tanta española p areja a ese sentim iento de n a ­ nio L avaviedra y G arcía Colorado, capi-
im portancia tuvo en la form ación de la cionalidad de las repúblicas hispanoam e­ tán del R egim iento de V oluntarios de Ma­
juventud gaditana como director del co­ ricanas. E ra un a nueva m anera de ver drid. Con diecisiete años interviene en
legio de San F elipe N eri, en cuyo cargo la vida, que surgía más en consonancia varias acciones guerreras, consiguiendo
sucedió a hom bres tan em inentes com o A l­ con los tradicionalistas de nuestra época ascender rápidam ente. Al m ando de vein­
berto Lista, Alcalá G aliano y Benot. que con la postura de los serviles en aque­ te hom bres m antiene a raya a 360 drago­
. Ño creem os que V oltaire, pese a su vin­ llos m om entos. nes franceses, los cuales, finalm ente, lo­
culación con Cádiz, dónde estaba in tere­ P ero dejem os esta digresión p ara p u n ­ gran hacerle prisionero. H uye y vuelve de
sado económ icam ente, tuviera gran im p o r­ tualizar el sentim iento patriótico de Cádiz, nuevo al frente p ara m orir en la defensa
tancia en la ideología gaditana. La revo­ que no sólo se puso de m anifiesto en la del puente de Suazo. T am bién vale la
lución francesa no fué bien acogida en la defensa decidida y heroica de la ciudad, pena recordar la actuación de otro gadi­
ciudad. González del Castillo puede defi­ sino en las actuaciones de los gaditanos tano ilustre, don T orib io Fernández Cos-
nirnos, en p arte, esta ideología : el sai­ en general en cualquier punto donde su sío y E lorga, subteniente del Regimiento
netero gaditano, hom bre am ante de la deber los llam ase. Cuando se convoca la de M urcia. H echo prisionero en la batalla
libertad, no am igo de la nobleza, nada ti­ reunión de Bayona es nom brado represen­ de Uclés, fué fusilado en el R etiro de Ma­
m orato respecto a ideas avanzadas, escri­ tante de Cádiz don José M olla, que se n ie­ drid por negarse a reconocer al rey José
be su Gnliada frente a los revolucionarios. ga a asistir, lo m ism o que el sustituto que B onaparte. Hem os citado tan sólo algunos
Es n atu ral que este sentim iento fuese se nom bra después. Desde este m om ento de los gaditanos que han pasado a la His­
el más generalizado. Cádiz, en aquellos Cádiz, la ciudad que estaba m ás en con­ toria p o r su com portam iento en la lucha
m om entos, no podía hacerse solidaria con tacto con F ran cia, adopta clara y contun­ • con el francés fuera de su ciudad. Los que
una revolución precisam ente po r cuanto dentem ente una postura antifrancesa. Y vivían en ella bien dem ostraron su ente­
am aba la paz y se vivía allí cóm oda y fe­ aun antes de 1808. Es un general gaditano, reza, m anteniéndola como único bastión
lizm ente. La- psicología del gaditano es­ Ricardos, quien invade el R osellón; un in ­ de E spaña. P ero de la actuación de los
taba frente a todo procedim iento radical. telectual, González, del Castillo, quien es­ gaditanos y de los refugiados en el sitio
P or otra parte, un sentim iento religioso cribe La Galiada, en contra de la revolu­ de Cádiz ya se hab lará más tarde. Nos in­
m uy acendrado im pedía la aceptación de ción, y un religioso, el beato Diego de teresaba ahora tan sólo justificar el pa­
las ideas francesas. Y en esto conviene Cádiz, el que de m anera m ás violenta com ­ triotism o del gaditano y señalar sus causas.
insistir, pues son m uchos los que creen bate las nuevas ideas que nos llegan del E sta actuación de los gaditanos en todos
que el am paro de un a religión po r el Es­ otro lado de los Pirineos. Tres nom bres Jos puntos de la resistencia no es sino un
tado, con m edios coercitivos, com o ocurría im portantes y decisivos que no se pueden sentim iento fruto de la cultura de la ciu-
en la E spaña de aqpellos m om entos, da silenciar. Y en la m ism a G uerra de la In ­ „ dad. Obsérvese que el valor que demues­
lugar , a una m ayor religiosidad. Cosa h a r­ dependencia, los gaditanos luchan contra tran es, casi siem pre, un valor reflexivo.
tas veces com probada com o erro r. P reci­ el francés no sólo en su ciudad, sino en En su m ayor p arte, el gaditano lucha en
sam ente por cuanto el gaditano convivía todos los frentes. E n M adrid, el Dos de el ejército y no en las partidas. Su actua­
con hom bres de otras religiones, p o r cuan­ M ayo, cae un niño de doce años, A ntonio ción patriótica la hace, po r tanto, desde
to podía o b rar con m ás lib ertad , surgía F ernández M enchirón, n atu ral de Cádiz, las filas de la oficialidad, precisamente
un católico que, si bien era to lerante con según lo atestigua la p artid a de defunción donde m ayores fueron los fallos en aquella
las ideas de los dem ás, era sincero y cum ­ que existe en el archivo de la iglesia de guerra. Esto com prueba dos cosas : prepa­
plidor con la suya propia. No hay que con­ San M artín. G aditanos eran los capitanes ración cultural para m erecer el puesto y
fund ir la religión que es hábito y cos­ José R uiz D ueñas y José R odríguez Baus un sentim iento de unidad en la lucha.
tum bre con esa religión que surge de la y el brigadier B artolom é Solano, que die­ Recoge Agustín G arcía G utiérrez las pa­
fuerza de las creencias. ron su vida defendiendo Zaragoza. Otros labras pronunciadas po r Segismundo Mo-
O tra de las cualidades m ás acusadas en m uchos gaditanos ofrendaron su vida glo­ ret en Cádiz, su ciudad n atal, con ocasión
el gaditano es su patriotism o. Si en todas riosam ente en defensa de la p atria. R e­ de un acto cultural. A firm a M oret que a
las características de la psicología del ga­ cordem os algunos nom bres, aunque la principios del siglo xix el concepto de pa­
ditano de aquella época hem os visto una lista podía fácilm ente am pliarse: el sargen­ tria se había debilitado po r el fracciona­
clara consecuencia de su contacto con pue­ to m ayor Santiago M oreda, el ten ien te co­ m iento territo rial en que E spaña vivía
blos de los más diversos lugares de la tie ­ ronel F elipe M uñoz A rjona, caídos en la du ran te largos años y que sólo la región an­
rra, es decir, consecuencia de su cosm o­ batalla de E spinosa; el teniente José L ó­ daluza exteriorizó la ausencia de regiona­
politism o, esta virtud jiarece a prim era pez, el m édico de la A rm ada M anuel E s­ lismo form ando coaliciones contra- el fran­
vista que nace en oposición al m edio am ­ teban, el guerrillero Ignacio López V en­ cés. T iene en gran p arte razón, ya que la
biente en que se form a ; m as no es así. tadas, los capitanes V icente M oreno y A n­ batalla de Bailón es la prim era acción gue­
No debem os olvidar que el patriotism o es tonio M aría Velasco, el teniente coronel rrera fruto de la unidad. Sin em bargo, no
resultado de u n a cultu ra, de una p rep ara­ A ntonio A lcalá G aliano, el coronel F e r­ estam os conform es con el juicio de que el
ción intelectual, de un sentim iento de u n i­ nández V alledor, el capitán José Alba- sentim iento de patria estaba debilitado,
dad, precisam ente reflejo de la presencia renza, etc. M uy conocido fué el heroísm o ya que es el rom anticism o— tan vinculado
de los extranjeros o de los extraños a la del general M enacho—tam bién gaditano— , a Cádiz— el que exalta los sentim ientos de
nacionalidad. Cádiz es quizá la prim era que m uere valientem ente defendiendo los nacionalidad. Las Cortes de Cádiz no son
en sentir la patria como algo distinto de m uros de B adajoz, ju n to con su paisano más que el últim o intento de unidad que
como entonces se sentía. el brig adier Ju an Bassecourt. No menos se realiza. F allado el propósito, al fallar
Creo poder afirm ar que fué en Cádiz, heroico fué el com portam iento de Anto- la institución, el ansia de nacionalism o se
cabalm ente en los m om entos de la guerra vincula al lugar de nacim iento ; surgen asi
de la Independencia, donde surgió el sen­ los regionalism os españoles y la indepen­
tim iento de la nacionalidad, de la patria. dencia de los pueblos am ericanos. No es
H asta entonces y aun entonces se luchaba justo, por tanto, que se culpe a Cádiz y
con el grito de «¡V iva F ernando V II!» , a sus Cortes de la independencia de Amé­
se servía, al rey, como luego se siguió h a ­ rica y de todos los m ales del siglo XIX es­
ciendo en m uchos lugares de E spaña, y no pañol. Con absoluta im parcialidad es pre­
se tenía otro sentim iento de u n id ad que el ciso reconocer que el fracaso surgió en el
de la m onarquía. Pues bien, en el Cádiz m om ento en que la reacción absolutista
de las Cortes se oyen lós prim eros gritos suprim ió la C onstitución, única posibili­
de «¡V iva E sp añ a!» , se llam a a los am e­ dad de vínculo que quedaba. Como des­
ricanos españoles de u ltram ar y se preci­ pués dem ostró Estados Unidos en el cur­
san y separan los conceptos de patria y d i­ so de los años, la única m anera de man­
nastía- Qué otra explicación puede tener ten er unidas unas regiones y unos pueblos
si no que unos hom bres como eran los li­ diversos-es una C onstitución qtíe permita
berales de Cádiz, que pensaban en todo la holgura de u n federalism o. Y esto lo
igual que los afrancesados, que sabían que vieron clara y palpablem ente los gadita­
6us inquietudes de reform a habían de cum ­ nos- que se refugiaron en los m uros de su
plirse bajo el reinado de José B onaparte, ciudad. Lo vieron porque en aquellos mo­
que en todo m om ento dem ostró ser un rey m entos Cádiz estaba preparada política­
capaz y bien dispuesto, se refugiaran en m ente y porque era la ciudad española
Cádiz haciendo frente a una im posición La plaza de las Nieves, de Cádiz, por Eugène
donde había m ayor m adurez p ara asimi­
extran jera. E n Cádiz nace la nacionalidad Delacroix. la r las tendencias m odernas.
*| g f NUEVA

125 c. c. I960
■»

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