Concepto de Historia y La Memoria Historica Colectiva

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN AGUSTÍN DE AREQUIPA

FACULTAD CIENCIAS HISTORICOS SOCIALES


ESCUELA PROFESIONAL DE HISTORIA

TEMA:

CONCEPTO DE HISTORIA Y LA MEMORIA HISTORICA COLECTIVA

ESTUDIANTES:

BERCENA MORALES, Luis


CARITA PONCE,Arnold Alonzo
QUISPE CHIPANA, Edwin David

CURSO:
HISTORIOGRAFIA PERUANA
Introducción:

En este presente trabajo, mostraremos conceptos puntuales sobre el


significado de historia y la memoria, ya que, toda sociedad y todo ciudadano
necesitan ineludiblemente de una memoria colectiva. Una memoria que esta
plasmada en la Historia del Perú, que es una disciplina histórica social,
especializada, que cumple un papel fundamental de dotar a los peruanos de
esa memoria colectiva, indispensable para forjar y robustecer la conciencia
de nación, en un país todavía desintegrado.
La historia etimológicamente, desde su origen griego, fue una indagación, una
investigación glorificada. Hoy es principalmente una ciencia de carácter
crítico, en que la comprensión de los procesos sociales y económicos, debe
primar sobre la simple narración o el recuento de datos y hechos históricos.
Conceptos de Historia

Joaquin, Prats Cuevas. “La Historia sirve para comprender críticamente la


propia identidad y poder contextualizarla en un mundo amplio”

- La Historia es cada vez más necesaria para formar personas con criterio.
Henri, I. Morrou. “La Historia reconstruye el pasado desde una perspectiva”

- La Historia es inseparable del historiador, porque este al seleccionar las


fuentes y los sucesos y al proponer una interpretación de los procesos
históricos, introduce siempre un determinado tipo de categoría y conceptos.
Herodoto. "Es indagar, buscar, preguntar, reflexionar sobre el pasado, para dar
una explicación objetiva de los sucesos."
Luis, Jaramillo. "trata de un tipo de inquisición o de investigación sobre hechos
acaecidos en el pasado, es el registro de las acciones realizadas por los
hombres."
Tucídides. "La historia es un incesante volver a empezar."
Miguel de Cervantes Saavedra. “La Historia es la émula del tiempo, depósito de
las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de los presente,
advertencia de lo por venir”
Marc Bloch. “La historia no es solamente una ciencia en marcha. Es también
una ciencia que se halla en la infancia: como todas las que tienen por objetivo
el espíritu humano, este recién llegado al campo del conocimiento racional”
Josep Fontana . “Conjunto de métodos cuya finalidad principal es la de ayudar
a los hombres a que, a través del desciframiento de su pasado, comprendan
las razones que explican su situación presente y las perspectivas de que
deben partir en la elaboración de su futuro”
Lucien Febvre. “La historia es el estudio científicamente elaborado de las
diversas actividades y de las diversas creaciones de los hombres de otros
tiempos, captadas en su fecha, en el marco de sociedades extremadamente
variadas y, sin embargo, comparables unas a otras”
Edwar H. Carr. “Proceso social, en el que participan los individuos en calidad
de seres sociales; y la supuesta antítesis entre la sociedad y el individuo no
es sino un despropósito interpuesto en nuestro camino para confundirnos el
pensamiento.”
Otros conceptos.

Desde que Voltaire publicó en 1765, bajo pseudónimo, su filosofía de la Historia


reeditada en 1769 como prólogo a su ensayo sobre las costumbres y el espíritu de
las naciones, el concepto de historia y, consiguientemente, la expresión filosofía de
la historia han sido entendidos de muy diferentes maneras, tanto por los
historiadores como por los filósofos. Estos diferentes usos remiten, a su vez, a la
polisemia que el término historia ha ido adquiriendo en las lenguas del Occidente
euro-atlántico desde su aparición en la Grecia antigua, y especialmente desde
finales del siglo XVIII.

Esta cambiante polisemia de la palabra historia, y, con ella, de la expresión filosofía


de la historia, no hace sino revelar las complejas relaciones de alianza y de litigio
que han mantenido entre sí la Historia y la Filosofía, desde que ambas nacieron en
la Grecia antigua como dos formas de conocimiento más o menos instituidas. Para
orientarnos en esta tierra de nadie situada entre el territorio de la Historia y el de la
Filosofía, en esta región fronteriza y fluctuante en donde todos los senderos se
bifurcan y se entrecruzan una y otra vez.

El término griego historia, derivado del sustantivo hístor (veedor o testigo) y del
verbo historein (ver, conocer, investigar algo por uno mismo, pero también narrar o
atestiguar ante otros lo averiguado), nace en la Grecia antigua para nombrar un
cierto tipo de saber o de conocimiento acerca de los seres y sucesos del mundo,
obtenido mediante la investigación empírica y expuesto mediante la narración
literaria.

Pero el término historia, nacido para nombrar la ciencia narrativa de los seres y
sucesos que aparecen en el mundo fenoménico, se utilizó también para nombrar a
esos mismos seres y sucesos de los que el historiador se ocupaba. Era histórico no
solo el relato subjetivo de los hechos acontecidos, sino también el acontecer
objetivo.

Para Miguel Acosta Saignesn el estudio de la historia es imprescindible que el


investigador esté vinculado con una extensa producción intelectual, con la que se
contribuye a mantener en la memoria de los pueblos los acontecimientos culturales
desde tiempos remotos hasta nuestro presente histórico.
En tal sentido, predomina el uso de las fuentes, incluyendo la tradición oral y los
vestigios arqueológicos, para un mayor conocimiento de los aconteceres en
diferentes campos societales.Este conjunto de elementos se fusionan para dar vida
a la ciencia histórica, siendo la historiografía la base fundamental en la construcción
del discurso histórico sobre los hechos que se presentan de acuerdo a la concepción
particular del investigador. Eventualmente unos hechos son aceptados, otros
refutados, para ser objeto de confrontación.

Aunque Miguel de Cervantes, a comienzos del siglo xvii, llamaba «historias» a sus
novelas y se llamaba a sí mismo «historiador», y aunque ciencias como la zoología
y la botánica fueron consideradas hasta fines del siglo xviii como partes de la
«historia natural», en los dos últimos siglos la Historia ha pasado a ser considerada
exclusivamente como un relato verídico o «científico» acerca de los seres y sucesos
humanos. Sin embargo, la distinción y la relación entre ciencias histórico-sociales y
ciencias naturales, así como la distinción y la relación entre narración verídica y
narración de ficción, ha dado lugar a las más diversas opiniones y a los más
enconados debates, y todas estas opiniones y debates constituyen hoy, como ya he
dicho, uno de los tres grandes dominios de la Filosofía de la Historia: el dominio
epistemológico.

En resumen, este es el primer significado del término historia: un cierto tipo de saber,
a un tiempo científico y narrativo, sobre los seres y sucesos del mundo fenoménico,
y en particular sobre los seres y sucesos humanos. En la medida en que nos
atengamos a este significado, la Filosofía de la Historia puede ser entendida como
una parte de la Filosofía de la Ciencia, es decir, como una reflexión epistemológica
sobre el estatuto científico o epistémico del saber histórico, sobre sus métodos y
objetos de conocimiento, sobre sus afinidades y diferencias con otro tipo de
saberes, etc. En una palabra, la Filosofía de la Historia sería una mera rama de la
Epistemología
La memoria es objetiva, subjetiva o ambos

Ascendencias de la memoria

Los estudios sobre la memoria cobraron vigencia durante las dos últimas décadas
del siglo anterior. Puede decirse, incluso, que, frente a los estudios cronológicos
propios de las corrientes históricas tradicionales, la memoria se convirtió en un
valioso recurso para darle un sindicado más amplio al pasado. Este hecho puede
llevarnos a pensar nuestra época como un momento de mnemotropismo, entendido
por Candau como una coyuntura en la que el regreso a la memoria resulta clave
para comprender no sólo nuestro pasado, sino para darle sentido(s) a nuestro
presente. Resulta, entonces, que la memoria se constituye en un espacio analítico
fundamental para comprender cómo se conforma tanto el tiempo presente, como
las subjetividades que habitan en él. Pareciera que, en este punto, la memoria se
torna distante de la historia en los siguientes términos:
Si la historia tiende a aclarar lo mejor posible el pasado, la memoria busca más bien
instaurarlo, instauración que es inmanente a la memorización en acto. La historia
busca revelar las formas del pasado, la memoria las modela, un poco como lo hace
la tradición. La primera se preocupa por poner en orden; la segunda está atravesada
por el desorden de la pasión, de las emociones y de los afectos. La historia puede
venir a legitimar, pero la memoria es fundadora. La historia se esfuerza por poner el
pasado a distancia; la memoria busca fusionarse con él. (Candau, J., 2001).

Las diferencias entre la memoria y la historia expresadas por Candau son


igualmente analizadas por Rossi, quien alude que la historia se centra en la
comprensión e interpretación del pasado, por lo cual requiere de una toma de
distancia del mismo, mientras que la memoria implica una participación emotiva en
el pasado. Así, un estudio sobre la memoria no es un recuento sobre lo que sucedió,
sino un análisis de cómo se involucraron los actores sociales en eso que sucedió
(Rossi, 2003). Profundizando un poco en el origen de este distanciamiento entre la
historia y la memoria, Traverso (2007) sugiere que un momento signicativo fue la
crisis del historicismo en la década del 60, en donde aparecieron estudios que
dieron un papel más protagónico a los sectores subalternos, para lo cual se acudió
a fuentes alejadas de los archivos ociales utilizados tradicionalmente por los
historiadores. Para este autor la historia es una representación del pasado, fundada
en la distancia, que se pretende objetiva y retrospectiva, mientras que la memoria
es afectiva y mágica, por lo cual llena de signicado la cotidianidad presente de los
sujetos sociales.
Otro de los riesgos que conllevan los análisis de la memoria es presentado por
Sarlo, quien ve con alguna reserva el hecho de que cuando se hable de memoria
se haga énfasis en los recuerdos y olvidos y no en el entendimiento del pasado.
Siguiendo a Susan Sontang (quien anotó que quizás se le asigna demasiado valor
a la memoria y un valor insuficiente al pensamiento), Sarlo propone una
reconstrucción reexiva del pasado «desoyendo la amenaza de que, si se examinan
los actuales procesos de memoria, se estaría fortaleciendo la posibilidad de un
olvido indeseable» (Sarlo, 2005). Así, «el tiempo pasado no es el del testimonio y
su dimensión autobiográca, sino el del análisis de lo que otros narraron y la
elaboración de clasificaciones y categorías» (Sarlo, 2005).

La memoria, entonces, no es una escatología, sino un producto cultural que


construye a lo largo de la historia un grupo social, y que, así como ha servido como
recurso de dominación, en determinadas situaciones puede servir como referente
emancipa torio. En todo caso, la memoria colectiva es un intento por dar sentido a
las condiciones (sociales, políticas, culturales) de un grupo en el presente, por lo
cual su construcción tiene lugar en la intersubjetividad, es decir, en las
negociaciones que se establezcan entre los diferentes miembros del grupo al decir
qué se olvida y qué se recuerda. Para Passerini, «el silencio es esencial para
recordar que la memoria no solamente es palabra, también es la ‘memoria
encarnada que toma forma en las relaciones intersubjetivas» (Passerini, 2003).
Lo recuerdos son subjetivos. La memoria de cada uno selecciona instantes, frases
sueltas, fotografías, emociones, los encapsula y los guarda en algún rincón del
cerebro. En algún momento, un suceso que puede ser tan intrascendente como
importante, provoca de repente que las “cápsulas” salten al primer plano de la
memoria y se ordenen en una suerte de álbum.
La partida de un amigo, un ser querido, alguien significativo en nuestras vidas,
siempre nos enfrenta con el álbum de los recuerdos que nuestra memoria les
dedicó.
Bibliografía
BARRIONUEVO, C. (s.f.). Larepublica.net. Obtenido de Larepublica.net:
https://www.larepublica.net/noticia/de_la_subjetividad_de_la_memoria

Díaz, A. V. (s.f.). Revista Folios. Obtenido de Revista Folios:


https://www.redalyc.org/pdf/3459/345932037002.pdf

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