120 Funcion Tutorial Pandemia CLASE 3 2020
120 Funcion Tutorial Pandemia CLASE 3 2020
120 Funcion Tutorial Pandemia CLASE 3 2020
tiempos de pandemia
Sin dudas, el contexto de emergencia sanitaria cambió el escenario y complejizó las formas
de abordaje e intervención, presentándonos nuevos desafíos. La pandemia nos obligó a
pensar de otra manera la enseñanza, la escuela y las formas de acompañamiento a las/os
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estudiantes adolescentes y jóvenes, exijiéndonos pensar en la reformulación del formato
escolar -que ahora se convierte en uno virtual/presencial- pero que desde hace tiempo
requiere ser revisado ya que venía mostrando sus limitaciones y carencias para dar
respuesta a la diversidad de trayectorias y requerimientos de las comunidades, familias,
infancias, adolescencias y modos de ejercer el trabajo docente. Todo esto nos abre la
pregunta: ¿qué sería “hacer escuela” hoy y de esta forma? A su vez, nos pone frente a ciertas
situaciones que dificultan el encuentro con las/os estudiantes, de encuentro de ellas/os
entre sí, de poder habitar un espacio físico todas/os al mismo tiempoEsta posibilidad de
habitar la escuela, de intercambiar y de establecer vinculaciones presencialmente está
impedida tal como la conocíamos y nos ubica en un momento de repensar la organización
de los tiempos y espacios, y de las formas de encuentro que ahora combinan lo presencial y
lo virtual.
Por este motivo, como hemos mencionado, en esta clase resulta de interés pensar el lugar
del otro y las formas de establecer vínculos entre nosotras/os adultas/os con las/os jóvenes
y/o adolescentes y entre las/os estudiantes entre ellas/os. Sabemos que nuestro lugar
supone el ejercicio de una autoridad, de una función tutorial que, como mencionamos en
clases anteriores, es de responsabilidad compartida entre todas/os las/os docentes. Ese
lugar y posicionamiento nos permite habilitar procesos de aprendizajes, pero también –y no
menor– procesos de subjetivación.
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nada”, “tiene una historia tremenda de vida, no puede concentrarse en mi clase”, “¿para qué?,
si va a ser repositor de Coto”. La idea es pensar en las subjetividades dándole lugar a la
narratividad, a la posibilidad de movimiento, cambio y de unas formas dinámicas de
construcción. Por tanto, de lo que se trataría es de ofertar un espacio para que las/os
estudiantes adolescentes y jóvenes puedan ensayar y construir quienes quieren ser y
devenir. De este modo, las subjetividades van/vamos siendo mientras aprendemos, nos
vinculamos, nos equivocamos, y nos recomponemos; y los conocimientos y saberes circulan,
con palabras, dirigidas y recibidas, que se van construyendo en ese “tiempo suspendido” que
es la escuela, según proponen Simons y Masschelein.
Entendiendo de esta manera a las subjetividades es que creemos importante tener en cuenta
que la escuela es mucho más que el lugar de transmisión de saberes. La escuela es un lugar
en el que se despliegan experiencias subjetivas que nos atraviesan. Y la función tutorial –
como responsabilidad institucional de todas/os las/os docentes, pero muchas veces
encarnada en la figura de tutores– plantea el desafío y compromiso de acompañar las
trayectorias escolares de los/as jóvenes desde una mirada integral, teniendo en cuenta tanto
lo académico, lo vincular, como las diversas problemáticas individuales que puedan tener
nuestras/os estudiantes. Podríamos pensar que hacer escuela demanda el armado de
escenarios de ternura, parafraseando a un psicoanalista argentino, Fernando Ulloa (2005).
Dichos escenarios tienen que ver con poder desplegar un cuidado, un miramiento y
construcción de legalidades como formas de cuidado y de protección a la vez, en la que
todas/os estamos involucradas/os.
En ese sentido, nos interesa que pensemos ¿qué subjetividad estamos construyendo,
generando, habitando hoy?, ¿se hace más o menos visible la trama en la que trabajamos
enseñando, orientando en tiempos de distanciamiento?, ¿cómo miramos a esos/as
otros/as?, ¿según qué concepciones de subjetividad?, ¿afirmamos o suspendemos
perspectivas sobre identidades cerradas, categorizadas, apenas entreabiertas por nuestras
intervenciones?, ¿y cómo nos reflejamos en nuestras prácticas?, ¿cómo se articulan los
encuentros presenciales con los virtuales?, ¿pensamos la planificación teniendo en cuenta
esta bimodalidad?
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Otra psicoanalista argentina, Silvia Bleichmar, plantea: “La escuela tiene que cumplir una
función que no puede cumplir ninguna tecnología, que es la producción de subjetividad. Y
más todavía en un momento en que los medios en general están en mano de corporaciones,
el único lugar que queda para producir una subjetividad realmente potable para el futuro es
la escuela.” (Bleichmar, 2008, p. 27)
Teniendo esto en cuenta es que decimos que el lugar del adulto (de las/os docentes y no
docentes de la comunidad educativa) resulta crucial en el acompañamiento de tamaña
función. En el acompañamiento de las trayectorias educativas y de vida de cada joven, y en
la intermediación entre ellas/os mismas/os como mediadores intersubjetivos.
En esta clase pretendemos pensar nuestra función en ambos sentidos: por un lado, en el
establecimiento de una relación de confianza entre ellas/os y nosotras/as, una relación en
la que puedan apoyarse para aprender, pero también para contar y significar aquello que
están atravesando; y por el otro, en una función de intermediación necesaria en el vínculo
entre pares. Las ideas para trabajar remiten a la importancia del grupo de pares en el sostén
de la escolaridad y en la construcción de experiencias de aprendizaje significativas. A la
toma de conciencia de que, como docentes, es nuestra responsabilidad intervenir en la
conformación del grupo de pares y que la/el docente es responsable de dejar en claro que
existe un lugar para todas/os y cada una/o de las/os estudiantes, a quienes deben respetar
en sus singularidades, a la vez que ayudar a construir la noción del “otro” como semejante.
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parte de una de las funciones estratégicas de la escuela secundaria: la formación para la
ciudadanía. Entonces, tenemos que poder preguntarnos: ¿quién es ese otro/a a quien estoy
enseñando? ¿Cómo lo/la conozco y me vinculo tanto en la presencialidad como a través de
la virtualidad, por medio de una pantalla? ¿Cómo estoy siendo docente en este nuevo hacer
escuela? ¿Qué implica ejercer la función tutorial en este contexto de distanciamiento? ¿Qué
puedo inventar (en el sentido de poder desplegar nuestros procesos de imaginación) para
favorecer el lazo entre las/os estudiantes y que no queden “solos” cada uno en una pantalla?
Y ¿cómo enseñar a relacionarse con estos otros/as en tiempos de distanciamiento y en
tiempos en donde el otro aparentemente es un peligro o foco de contagio ya que podría
transmitir la enfermedad?
Como docentes tenemos que estar disponibles para generar condiciones de igualdad para
el aprendizaje, pero también, para el establecimiento de vínculos saludables y democráticos
entre las/os estudiantes, propiciando espacios de encuentro, de intercambio y –por qué no–
de juego. El juego muchas veces vehiculiza situaciones de aprendizaje y creatividad. Por todo
esto, apremia pensar ¿cómo generar propuestas que pongan en vínculo a las/os jóvenes, y
no solamente procuren un vínculo individual entre docente-estudiante?
La incorporación de las TIC a las distintas esferas de la vida social, la aparición de Internet
en 1988, y, finalmente, su evolución hacia la web 2.0, significó sin lugar a dudas la apertura
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de un nuevo espacio donde hacer lazo. Antes de la Pandemia ya no resultaba posible pensar
los vínculos si no analizamos cómo impactan en ellos las redes sociales y, en general, las
nuevas tecnologías de la información y comunicación. Imaginemos la situación ahora, en
donde muchas de las vinculaciones pasan a llevarse a cabo a través de este formato...
Nos interesa así reflexionar en torno a los rasgos específicos que asumen las interacciones
cuando tienen lugar a través del ciberespacio. Una lectura orientada por las coordenadas de
época no puede soslayar el debate sobre los efectos de la virtualidad en la subjetividad y en
el lazo.
Como veníamos planteando, la existencia de lo virtual como espacio en el cual hacer lazo
nos lleva a redefinir los límites de la escuela. Las categorías de “afuera” y “adentro” parecen
perimidas en la era de la virtualidad, y más aún en tiempos de distanciamiento y Pandemia.
Los límites, las fronteras, si no se desdibujan, al menos se redefinen. Pensemos en el caso
de las/os chicas/os que se relacionan con sus compañeras/os a través de la red, que
comparten subgrupos o “burbujas” con unas/os, pero con otras/os solo comparten solo
virtualmente; o en el caso de adolescentes que quedaron por fuera de la escuela y el único
modo de acceder a ellas/os es a través de los bolsones de comida con alguna actividad que
las/os vincule a la escuela.
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Antes de continuar, nos gustaría hacer una parada y acudir al mundo del arte para pensar las
potencialidades del armado de lazo –también en la virtualidad– y del despliegue de la
imaginación para pensar, hacer, trabajar desde un sentimiento de comunidad. Con otras/os.
La noción del otro como nuestro semejante, es decir, aquel diferente a una/o misma/o, pero
con idénticos derechos, resulta una construcción, un proceso, un aprendizaje que se
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adquiere. Por tanto, podemos entrever que convive en la noción de otro esta posibilidad de
habitar el ser iguales y diferentes al mismo tiempo. La idea es poder escaparnos de una
lógica binaria y sostener la tensión de la diferencia. Siendo pares y semejantes pero siendo
también otros y diferentes, al mismo tiempo.
Sin embargo, no nacemos sujetos capaces de tener en cuenta al otro “sin más” o por un
proceso de orden y desenvolvimiento “natural”, sino que lo vamos incorporando en la medida
en que crecemos, nos relacionamos, nos lo enseñan y lo vamos aprendiendo. Las/os adultos
en general, y la escuela en particular, poseen la responsabilidad de acompañar a las/os
jóvenes en este aprendizaje, en esta apropiación de los valores éticos que requiere la
presencia y preocupación por el otro. Quizás, hoy, en tiempos de Pandemia el desafío tiene
que ver con pensar ¿cómo promover este aprendizaje en una modalidad que combina lo
presencial y lo virtual?
Existe una gran diferencia entre pensar y concebir al otro (y a sus diferencias), como
“alguien”/“algo” a quien anticipar, prever y, desde esa perspectiva, controlar, poseer, adiestrar
y/o dominar manteniendo una relación con ese otro en que las diferencias resulten
oposicionales. Sería una forma de pensar en la que “como sos diferente a mí, y no te entiendo
en esa diferencia, te controlo, te maltrato, no te respeto en tu singularidad, etc.”. Y otra
cosmovisión, bien distinta, es una en la que exista un respeto por la diferencia –por la
alteridad– y por el otro, el radicalmente otro (“nos parecemos y nos diferenciamos al mismo
tiempo y así la diferencia no nos opone, sino que respeto al otro como otro”). En este
segundo caso, ese otro, no es programable, resulte del orden de lo incalculable y de lo
contingente. Cuando ese otro no puede ser calculado ni previsto se lo “deja venir” (Derrida,
2002) en tanto que se trata de una alteridad que no puede ser anticipada. Esta diferencia en
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la concepción del lugar del otro tiene consecuencias en los modos de ejercicio de las
prácticas educativas cotidianas y de las formas de vincularnos.
A su vez, podríamos decir que esa relación con el otro como alteridad, en la escuela, está
también regida y mediada por los derechos, y nuestro marco normativo en Derechos
Humanos se sustenta en la inclusión de la diversidad como un valor (lo seguiremos
pensando en la clase 4).
Entonces ¿cómo hacemos para vincularnos con el otro sin apropiarnos ni fagocitarlo, y en
ese sentido, sin disolverlo en su especificidad de otro diferente al “sí mismo”? ¿Qué
vinculación se establece con las/os otras/os en pandemia ?, ¿cómo se lo piensa a ese otro?,
¿cómo se piensan las diferencias?, ¿y el lazo entre las diferencias, se las trabaja desde la
función del adulto? Estas son preguntas que desde la función tutorial que nos compete
tenemos que hacernos.
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Decíamos que la noción del otro –como igual y diferente– se aprende y esto vale tanto para
los vínculos en el espacio presencial como en el virtual. Este es un desafío que supone el
ejercicio del rol de adultos: hacer que las/os chicas/os comprendan que pueden lastimar o
pueden ser lastimados a través de las interacciones virtuales tanto como a través de los
vínculos cara a cara. Se trata fundamentalmente de ayudarlas/os a que tengan presente a
ese otro, aunque no esté en presencia en el momento de la interacción. A que comprendan
que la no presencia física de ningún modo quiere decir ausencia, que en los vínculos
virtuales, hay otro. A que comprendan que el espacio en el que circulan los vínculos puede
ser virtual, pero que los vínculos no necesariamente lo son. A que construyan la noción de
semejante con o sin presencia física del otro.
Los mismos principios que orientan las relaciones en el mundo presencial son válidos para
la comunicación en entornos digitales. La solidaridad, pluralismo, respeto mutuo son valores
más allá de las características de los espacios en los cuales nos relacionemos con el otro,
por lo que las mismas cuestiones que, como docentes, trabajamos con niñas/os y jóvenes
en relación con los vínculos presenciales tienen igual valor cuando nos relacionamos en el
espacio virtual.
Más allá de las condiciones objetivas, el otro es producto de cómo nos lo representamos, de
lo que ponemos en él. Las relaciones con el otro –la respuesta ante la pregunta acerca de
quién es ese otro– siempre están atravesadas por nuestra propia subjetividad. Damos un
sentido a sus acciones y a sus dichos, lo interpretamos, pero ese sentido muchas veces da
cuenta de los anteojos con los que nosotros miramos. En realidad el otro es una incógnita,
siempre lo es. Y atribuirle un sentido puede ser un modo de defensa a aquello que
desconocemos del otro, a lo que lo vuelve radicalmente diferente. El problema es cómo
llenamos esa incógnita, qué tolerancia tenemos a que algo de la incertidumbre que significa
el encuentro con el otro subsista.
Nada de esto es nuevo y sucede tanto para las relaciones en el espacio virtual como para las
que suponen presencia física. Siempre el otro, el lugar que tenemos en él, es un enigma,
pero, del otro lado de la pantalla, lo es más todavía. De allí que las relaciones virtuales se
presten más para que pongamos en ese otro lo que es nuestro. “Incógnitas que en las
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relaciones presenciales podrían despejarse rápidamente, se acrecientan cuando el otro está
detrás de la pantalla”. (Campelo, 2016).
Siguiendo con los planteos de Bullying y criminalización de la infancia. Cómo intervenir desde
un enfoque de derechos, tanto los gestos, los tonos, como las miradas, pausas, silencios y
posiciones corporales son contenidos que se transmiten en los mensajes que damos a un
otro cuando las relaciones se producen en el espacio presencial. También pueden ser objeto
de interpretación y causa de malentendidos. Los malentendidos no son propios del espacio
virtual, sino que son inherentes a las relaciones humanas. Existen en todos los vínculos entre
los seres humanos y de allí su complejidad. Sin embargo, podríamos preguntarnos ¿qué
sucede en la comunicación sin presencia física, cuando estos recursos no están
disponibles? Es decir, cuando no podemos percibir esos gestos, tonos, miradas, etc. La no
presencia física del otro (la ausencia de gestos, de respuestas inmediatas) acrecienta las
preguntas acerca de quién ese otro, de quién somos para el otro, de cómo recepciona
nuestros mensajes, de qué nos quiere decir con lo que nos dice. Por lo tanto, en ausencia
física, pareciera haber más contenido que es necesario interpretar. Supongamos que
estamos chateando con un/a conocido/a quien inesperadamente abandona la sesión de
chat. Muy posiblemente nos preguntemos qué le habrá pasado: ¿se habrá ofendido?, ¿estará
cansado, aburrido o no le interesa el intercambio? O simplemente, ¿debió ocuparse en otro
tema? Requiere de nosotras/os un acercamiento subjetivo mayor, para lograr dilucidar qué
es lo que les está pasando a nuestras/os estudiantes, interpretarlo, y luego pensar cómo
intervenir.
Entonces, si retomamos los planteos de Silvia Bleichmar (2008) y tenemos en cuenta que
una de las funciones primordiales de la escuela es la producción de subjetividad, “el
problema principal no estaría en la puesta de límites sino en la construcción de legalidades.”
Podríamos preguntarnos y pensar ¿cómo construir nuevas legalidades en estos tiempos?,
¿cómo vincularnos con ese otro sin su presencia física?, ¿cómo diseñar propuestas que
permitan y promuevan el trabajo con otras/os presencial y virtualmente? ¿cómo interpretar
qué le está pasando a ese otra/o? y ¿cómo promover vinculación entre las/os estudiantes
desde un vínculo de respeto y reconocimiento por y hacia el otro? Estas son algunas de las
preguntas que pretendemos alentar en ustedes para pensar qué está sucediendo con las/os
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estudiantes con los que interactúan cotidianamente. De hecho la consigna de esta clase
tendrá que ver con una tarea de indagación, y de rastreo para prestar especial atención a
eso: ¿cómo están nuestras/os estudiantes?
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Para seguir pensando los vínculos en tiempos de pandemia
https://youtu.be/Y8EhjWPV_Cg
En este sentido, también merece nuestra reflexión el vínculo con las familias, teniendo en
cuenta que, para acompañar las trayectorias de las/os estudiantes, existe una co-
responsabilidad en el sostenimiento del vínculo de cada adolescente con la escuela y en el
sostenimiento de sus actividades escolares. ¿De qué modo podemos convocar a las
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familias?, ¿y qué estrategias son posibles pensar conjuntamente para acompañar a los/as
adolescentes en estos tiempos? Son algunas de las preguntas posibles de hacer y que
recaen en una relación que suele no estar exenta de conflictos y tensiones. Sin embargo,
creemos que dilucidar estrategias –y que desde las tutorías se promueva la
corresponsabilidad familia-escuela– puede generar formas de intervenciones que miren,
estén atentas y alojen las subjetividades de las/os estudiantes en posibles situaciones de
vulnerabilidad. Tomando la palabra de una psicoanalista que ya citamos en esta clase, a
veces “[…] la crueldad no es solamente el ejercicio malvado sobre el otro, sino que es también
la indiferencia ante el sufrimiento del otro […]” (Bleichmar, 2006, p. 38). En este sentido, no
prestar oído, escucha, pregunta interesada por cómo están los/as adolescentes de hoy,
transitando tiempos tan complejos, podría pensarse como una forma de crueldad.
Entonces, a modo de síntesis, dentro de las tareas fundamentales de la función tutorial para
pensar y trabajar los vínculos en tiempos de pandemia, podemos incluir:
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en las que tengan que resolver algo entre dos o más estudiantes, solicitando
hacer entrevistas entre ellas/os, dando clase a todos/as de manera sincrónica
si fuera virtual, o en presencia, pero dejando unos 15 minutos al principio para
que se pongan al día (estando presente sin estarlo del todo, escuchando de
lejos pero cerca), o bien, proponiéndoles que ellas/os piensen y sugieran
formas de trabajar determinada temática/contenido/propuesta, etcétera.
Haciendo trama
De esta forma, hacer escuela supone tejer
una trama (entre docentes, objetos de
conocimiento, estudiantes, armado de
vínculos, familias), que va mucho más allá
de ofrecer un conjunto de conocimientos, o
de actividades a realizar. No enseñamos por
fuera de la trama ni de un vínculo.
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claramente, se encuentre conmovida. Pero la pregunta que podemos plantearnos es: ¿de
qué está hecha la trama –hoy– cuando algunas condiciones no están dadas?
Nuestra tarea, entonces, sería la de ser intermediarios, ofrecer formar parte de proyectos,
ofrecer aperturas y ofrecer esperanza. En estas nuevas circunstancias tenemos que seguir
creando, seguir generando posibilidades, proponiendo proyectos, generando por-venir.
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ACTIVIDAD1
1Esta actividad fue elaborada y compartida por la docente Laura Susana Iannicelli en un curso virtual de Formación
Docente y adaptada por las autoras de la clase.
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reconocidas/os por esta pintura– es que investiguen y elijan alguna obra que
a ellas/os las/os represente y expliquen por qué. Esta dinámica apuesta a que
las/os alumnos pongan en palabras lo que sienten, a escucharse y así
conocerse más. Inclusive quizás entrar en sintonía, saber que a otros/as –que
parecían muy diferentes– les puede estar pasando lo mismo que a ellas/os. De
este modo, habilitamos un espacio de encuentro en la escuela en el que sea
posible expresar con honestidad y en confianza lo que les pasa, que las
emociones forman parte de la vida y se pueden compartir con otros/as y
pensar. De esta manera, si se ejercita, también podrán expresar sus ideas
entramadas con esos afectos y, con la guía del/ de la docente, poder
desarrollar cierto posicionamiento ante determinadas situaciones y un
pensamiento crítico y reflexivo.
Caja de herramientas
Reflexiones finales
En esta situación de emergencia sanitaria y distanciamiento social todas/os nos
encontramos atravesando un momento de vulnerabilidad, adultos y jóvenes. Pero... hay que
poder hacer una diferenciación entre la vulnerabilidad del adulto y la de las/os niñas, niños y
adolescentes. Ellas/os están en tiempo de formación subjetiva y requieren de esa trama de
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significaciones para entender lo que les pasa, más aún hoy. Como venimos diciendo, como
adultos cumplimos con esa función: de
intermediación, de tejido de la trama, de
ofrecimiento y de apertura de un porvenir posible.
Actividades
Foro de la clase 3
Hola a todas/os:
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transitaron y transitan estos tiempos de pandemia y distanciamiento?
¿cómo viven la vuelta a la presencialidad y su combinación con el
formato virtual?,¿cómo se vinculan con la
escuela/terciario/universidad?, ¿qué actividades les gustan más y
menos?, ¿qué cuestiones propondrían ellas/os para está “nueva”
bimodalidad?
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Material de lectura
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Ministerio de Educación e Innovación Formación
Ética y Ciudadana. Tutoría. ESI. Enredados en las redes: conflictos entre pares en el espacio
virtual. – 1.ra edición para el profesor. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires. Ministerio de Educación e Innovación, 2018. Libro digital, PDF -
(Profundización NES)
https://www.buenosaires.gob.ar/sites/gcaba/files/profnes_interareal_enredados_en_las_r
edes_docente_-_final.pdf
Bibliografía de referencia
Bleichmar, S. (2006). “De la puesta de límites a la construcción de legalidades”. En Violencia
social – violencia escolar. Buenos Aires: Noveduc.
Derrida, J., Roudinesco, E. (2002). “Imprevisible libertad”. En Y mañana qué… Buenos Aires:
Fondo de Cultura Económica de Argentina.
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Créditos
Adinolfi Greco, S; Brugo, M.P; Campelo, A. (2021). Clase 3: El lugar del otro y de los vínculos
en tiempos de aislamiento. La función tutorial y el acompañamiento a las trayectorias en
tiempos de pandemia. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación.
Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0
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