Tema 8 - Los Rayos X y Su Generación
Tema 8 - Los Rayos X y Su Generación
Tema 8 - Los Rayos X y Su Generación
8.1.-Introducción
8.2.-Diferentes equipos de imagen diagnóstica
8.3.-Partes de un equipo de rayos X convencional
8.4.-Tubo de rayos X
8.5.-Generador del equipo de rayos X
8.6.-Emisión de rayos X. Espectro del haz de rayos X
8.7.-Técnica radiológica
8.1.-Introducción:
Los tres elementos básicos para entender y analizar el proceso radiológico son, por este orden:
3) El receptor de imagen debe ser capaz de proporcionar una imagen de la mejor calidad
posible con la menor fluencia energética de radiación indispensable para ello.
Tema 8: Los rayos X y su generación Naia Pereda Barroeta Curso 2019-20
Los rayos X fueron descubiertos de forma accidental en 1895 por el físico alemán Wilhelm
Conrad Röntgen mientras estudiaba los rayos catódicos en un tubo de descarga gaseosa de alto
voltaje (tubo de Crookes). A pesar de que el tubo estaba dentro de una caja de cartón negro,
Röntgen vio que una pantalla de platinocianuro de bario, que casualmente estaba cerca, emitía
luz fluorescente siempre que funcionaba el tubo. Tras realizar más experimentos, determinó que
la fluorescencia se debía a una radiación invisible más penetrante que la radiación ultravioleta.
Röntgen llamó a los rayos invisibles “rayos X” por su naturaleza
A finales de diciembre del mismo año, y después de algunas semanas de intenso trabajo,
Röntgen había concluido su primer reporte describiendo sus experimentos, titulado “Über eine
neue Art von Strahlen” (“Sobre una nueva clase de rayos”), el cual envió para su publicación a la
sociedad de Física-Médica de Würzburg (Röntgen 1895). En ese informe el mismo Röntgen
sugirió ya la utilización de los rayos X en la medicina: como objeto de demostración del poder de
penetración de los rayos X había escogido entre otros la mano de su esposa, de la cual realizó la
primera radiografía el 22 de diciembre de 1895. Por su gran descubrimiento Röntgen recibió el
primer premio Nobel de Física en el año 1901.
Los rayos X son radiaciones electromagnéticas cuya longitud de onda va desde unos 10 nm
hasta 0,01 nm. Cuanto menor es la longitud de onda de los rayos X, mayores son su energía y
poder de penetración. Los rayos de mayor longitud de onda, cercanos a la banda ultravioleta
del espectro electromagnético, se conocen como rayos X blandos; los de menor longitud de
onda, que están más próximos a la zona de rayos gamma o incluso se solapan con esta, se
deno- minan rayos X duros. Los rayos X formados por una mezcla de muchas longitudes de
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onda diferentes se conocen como rayos X ‘blancos’, para diferenciarlos de los rayos X
monocromáticos, que tienen una única longitud de onda. Tanto la luz visible como los rayos X
se producen a raíz de las transiciones de los electrones atómicos de una órbita a otra. La luz
visible corresponde a transiciones de electrones externos y los rayos X a transiciones de
electrones internos. En el caso de la radiación de frenado o "bremsstrahlung" , los rayos X se
producen por el frenado o deflexión de electrones libres que atraviesan un campo eléctrico
intenso. Los rayos gamma, cuyos efectos son similares a los de los rayos X, se producen por
transiciones de energía en el interior de núcleos excitados.
En un tiempo muy breve después del descubrimiento de los rayos X, se definieron claramente
dos tipos de aplicaciones en medicina, el primero de ellos para el diagnóstico de
enfermedades, y el segundo para el tratamiento de tumores, es decir, para usos terapéuticos.
Desde entonces el uso médico de los rayos X ha jugado un papel clave en la medicina, gracias
entre otras cosas al desarrollo de tecnologías como la electrónica y la ciencia de materiales,
que han permitido su aplicación a niveles muy sofisticados.
b) Los equipos telemandados utilizados en estudios más complejos del aparato digestivo o
del sistema urinario. Permiten obtener imágenes- guía en tiempo real sobre un monitor de TV.
Estas imágenes dinámicas se usan como referencia para la adquisición de imágenes “fijas”
usadas para el diagnóstico.
c) Los equipos de tipo arco intervencionista se usan en estudios del sis- tema circulatorio,
tanto coronario, como neurológico, como periférico, con inyección de contraste; también se
utilizan en otro tipo de pruebas intervencionistas.
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d) Los equipos de mamografía, específicos para la adquisición de imá- genes de mama, tan
importantes para el diagnóstico y prevención del cáncer de mama.
e) Los equipos de tipo r adioquirúrgicos, equipos móviles que, a modo de pequeños arcos
intervencionistas suelen usarse como apoyo y guía en muchas cirugías, endoscopias,
artroscopias, etc.
g) Los equipos portátiles son equipos convencionales móviles para la rea- lización de
radiografías. Permiten llegar hasta aquellos pacientes hospi- talizados que no pueden ser
desplazados a los servicios de rayos X.
Otros equipos de alta tecnología usados en los Servicios de radiodiagnóstico para la obtención
de imágenes y que no utilizan radiaciones ionizantes son, en la actualidad:
En una sala de radiología convencional, las partes visibles del equipo de rayos X
sonfundamentalmente las siguientes:
c) Suspensión techo: es uno de los sistemas de sujeción del tubo. Consiste en un brazo
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telescópico que cuelga de un sistema de carriles que permiten su desplazamiento por toda la
sala. De él cuelga el tubo. Es un sistema muy versátil que suele permitir apuntar el haz en cual-
quier dirección dentro de la sala. Otra opción es: tubo sujeto en una columna-suelo.
f) Bucky mesa: igual que el anterior pero colocado bajo mesa y usado en proyecciones en las
que el paciente se coloca sobre la mesa. También suele disponer de parrilla antidifusora y de
CAE.
g) Receptor de imagen: En equipos convencionales pueden ser chasis con películas, chasis
con fósforos fotoestimulables (los CR) o detectores planos. Se alojan en el bucky mesa y en el
bucky mural.
h) Colimadores: o
dispositivos restrictivos para el haz que lo conforman en tamaño.
El tubo de rayos es un componente del equipo de rayos X que rara vez ve el operador del
equipo. Se trata de una ampolla de cristal en la que se ha realizado el vacío y que se encuentra
en el interior de una carcasa o coraza de protección.
Aún así, parte de la radiación ajena al haz útil, escapa de la coraza, constituyendo la
llamada “Radiación de fuga”. Las corazas deben estar diseñadas al efecto de reducir el
nivel de fuga a menos de 1 mGy/h, de kerma en aire, medido a 1 m del foco y con el
equipo operando a máxima potencia.
B) La ampolla es un tubo de vacío electrónico como los que contenían los aparatos de
radio y televisión del tipo válvulas. Los componentes de la ampolla se encuentran dentro de
una envoltura de cristal. El tamaño de la ampolla es considerable: hasta 35-40 cm de longitud y
25 cm de diámetro. La envoltura de vidrio fabricada con cristal Pirex para soportar la enorme
cantidad de calor generada en su interior, mantiene el vacío dentro del tubo. Este vacío hace
más eficaz la producción de rayos X y permite prolongar la vida del tubo. Si la ampolla tuviera
gas en su interior, disminuiría el flujo de electrones hacia el ánodo, se producirían menos rayos
X y se generaría más calor en el interior del tubo. En uno de sus laterales, encontramos la
ventana, zona de menor grosor por donde emergerá el haz útil.
Los primeros tubos de rayos X (modificaciones del tubo de Crookes) tenían gas en su interior.
A los actuales tubos se les realiza el vacío en su interior y son conocidos como tubos de
Coolidge.
Un avance en el diseño de los tubos ha sido la incorporación de metal en vez de vidrio como
parte de la envoltura o para toda ella. Cuando los tubos con ampolla de cristal envejecen, una
parte del tungsteno se evapora y recubre el interior de la envoltura. Ello altera el potencial
eléctrico del tubo, permitiendo la formación de corrientes parásitas y la interacción con la
envoltura de cristal; el resultado es la formación de arcos y el fracaso del tubo. Los tubos con
envoltura metálica mantienen un potencial constante entre los electrones de la corriente de
tubo y la envoltura. Por tanto su duración es mayor. Casi todos los actuales tubos de rayos X
de alta potencia utilizan envolturas metálicas.
1) El cátodo es el lado negativo del tubo de rayos X. Tiene dos partes principales: filamento y
copa de enfoque.
a) El filamento es una espiral de alambre similar al de una bombilla in- candescente. Su
tamaño es aprox de 2 mm de diámetro y 1-2 cm de largo. Cuando la corriente que atraviesa el
filamento es lo bastante intensa, de aproximadamente 4A o superior, los electrones de la capa
externa de los átomos del filamento son expulsados del filamento. Ese fenómeno se llama
emisión termoiónica.
Los filamentos suelen construirse de tungsteno toriado. Esta aleación proporciona una emisión
termoiónica mayor que otros metales. Su punto de fusión es de 3410 oC de forma que a pesar
de la alta intensidad de corriente que por él circula no llega a fundir.
2) El ánodo es la parte positiva del tubo de rayos X. Existe dos tipos de ánodos: estacionarios
y rotatorios. Los de ánodo estacionario se usan en aparatos de odontología, algunas máquinas
portátiles y unidades que no requieran intensidad ni potencias altas en el tubo. Los tubos de
rayos X con fines generales utilizan el ánodo rotatorio ya que deben ser capaces de producir
haces de rayos X de alta intensidad en un tiempo breve. La zona del ánodo donde impactan los
electrones se llama blanco o diana . El ánodo tiene tres funciones:
-El ánodo es un conductor eléctrico que recibe los electrones emitidos por el cátodo y los
conduce a través del tubo hasta los cables conecto- res y, de vuelta, a la sección de alta
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-Debe ser además un buen conductor térmico ya que el 99% de la energía de los electrones se
deposita en el blanco en forma de calor. El ánodo debe ser capaz de disipar tal cantidad de
calor en el menor tiempo posible.
El elemento de elección para la construcción del ánodo, que no del blanco, es el cobre porque
cumple bien con estas tres funciones.
Es posible obtener mayores corrientes de tubo y tiempos de exposición más cortos con un
ánodo rotatorio. El tubo de rayos X con ánodo rotatorio permite que el haz electrónico
interactúe con un área mucho mayor del blanco y que por tanto el calentamiento del ánodo no
se limite a un punto pequeño, como sucede en el tubo de ánodo estacionario. En los ánodos
rotatorios, el área de interacción es cientos de veces mayor que en un ánodo estacionario.
El ánodo rotatorio gira a velocidades distintas dependiendo de qué capa- cidad de tubo se
desee. Tubos de alta capacidad (angiógrafos, TC, etc.) pueden girar hasta a 10000 rpm. Una
frecuencia normal de giro son las 3400 rpm.
En los últimos años se han desarrollado tubos nuevos muy sofisticados, como por ejemplo el
Straton. En este tubo el ánodo no es una pieza interna del tubo, sino que es la cara interior de
una de las paredes laterales de la ampolla. Consecuentemente, en este tubo, la ampolla entera
es la que gira sumergida en un aceite refrigerante; esto le da un poder de disipación calórica
casi infinito. El cátodo se ha ubicado en el centro del tubo, en el propio eje de giro y el haz de
electrones es deflexionado por unas bobinas exteriores a la ampolla que le obligan a incidir
sobre el ánodo siempre en el mismo punto del espacio, lo que nos garantiza un punto focal
emisor de RX estático.
Cuando se enciende el equipo de rayos X, una corriente eléctrica baja fluye a través del
filamento con el fin de calentarlo y prepararlo para la sacudida térmica que exige la producción
de rayos X. Cuando el operador solicita emisión de rayos X en la consola, la corriente de
filamento aumenta bruscamente proporcionando el llamado efecto de emisión termoiónica
que consiste en la emisión de electrones de los átomos del filamento debido al calentamiento
generado por la intensa corriente eléctrica en el mismo (del orden de 5 amperios). Una vez que
la corriente de filamento es lo bastante elevada como para permitir la emisión termoiónica, un
pequeño incremento de esta corriente dará lugar a un gran aumento de la corriente de tubo.
La corriente de tubo es la cantidad de electrones que, procedentes del cátodo, van a
desplazarse hasta el ánodo para generar los rayos X.
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Llamamos punto focal a l área de la diana o blanco donde inciden los electrones (en otra áreas
de aplicación, se le denomina también mancha focal). Es el lugar donde se generan los rayos
X. Casi todos los tubos de rayos X diagnósticos tienen dos puntos focales, uno grande y otro
pequeño (Figura 8). Últimamente, algunos dedicados a intervencionismo, introducen hasta un
tercer foco. Como veremos a continuación, el más pequeño se utiliza cuando se requieren
imágenes de alta resolución. El grande es apropiado para el resto de los casos, pero
especialmente cuando se utilizan técnicas de alta potencia que requieren una gran capacidad
de disipación de calor. La selección la realiza manualmente el técnico que opera en el equipo.
Los puntos focales pequeños oscilan entre 0,1 mm y 0,5 mm. Los grandes entre 1,0 mm y 2,0
mm. El punto focal de tamaño pequeño se asocia con un filamento pequeño y el punto focal de
tamaño grande con un filamento mayor.
Principio del foco efectivo. En radiología son necesarios puntos focales pequeños para
mejorar la resolución geométrica de las imágenes (Cuanto más pequeño es un foco luminoso,
más nítidas son las sombras que proyecta). No obstante, este requerimiento topa con un
problema tecnológico importante: no podemos concentrar el calor tan intenso generado por los
electrones en un área de tamaño muy reducido porque acortamos la vida útil del tubo.
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Modificando el ángulo de forma adecuada se puede conseguir que, aún siendo el punto focal
suficientemente grande para permitir una adecuada disipación del calor, el tamaño del mismo
visto desde el eje del haz útil sea pequeño. Realmente, desde esa perspectiva, lo que se está
viendo es solo una proyección del total del punto focal. Pero esa es la “vista” que del mismo
tiene el propio receptor de imagen. Por lo tanto, en la imagen conseguiremos un nivel de
resolución y nitidez espacial suficiente. El área de esa proyección es el tamaño del foco
efectivo y es la que consta en especificaciones de los fabricantes.
Los ángulos anódicos de los tubos suelen oscilar entre los 5º y los 15º y los tamaños de punto
focales (efectivos) entre 0,1 mm y 2,0 mm.
El blanco o diana (target) es la zona del ánodo en la que impactan los electrones procedentes
del cátodo. En los tubos de ánodo estacionario, el blanco consiste en un metal de aleación de
tungsteno embebido en el ánodo de co- bre. En los ánodos de tubo rotatorio, todo el disco
giratorio es el blanco. En esos casos, el tungsteno suele ir en aleación con renio, lo cual le
proporciona más resistencia mecánica para soportar el esfuerzo de la rotación rápida.
1) Tiene un alto número atómico, lo cual le confiere mayor eficiencia en la producción de rayos
X a la vez que estos son de mayor energía.
2) Tiene una alta conductividad térmica, parecida a la del cobre; esto favorece la disipación de
la gran cantidad de calor generada al impactar los electrones con el blanco.
3) Tiene un punto de fusión alto, lo cual evita que se funda o que se pro- duzcan picaduras o
burbujas.
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El efecto talón (Figura 10) es una consecuencia del ángulo anódico que, en principio, es
perjudicial para la imagen. Consiste en una falta de homogeneidad en la tasa de fluencia
energética del campo de rayos X en la dirección ánodo-cátodo; se obtiene un gradiente positivo
en dicha dirección y sentido.
Esto es debido a que la interacción entre los electrones y los átomos de tungsteno pueden
producirse a una cierta profundidad del blanco. Algunos de los fotones que formarán el haz útil
emergerán en la zona del haz más cer- cana al ánodo y otros lo harán en la zona del haz más
cercana al cátodo. Los primeros habrán recorrido mayor distancia por el interior del ánodo y,
por lo tanto, se tratará de una zona del haz más filtrada y de menor intensidad.
La parte del campo de rayos X cercana al lado del ánodo será, por lo tanto, de menor tasa de
kerma en aire que la parte cercana al lado del cátodo.
Estos dispositivos son variados y suelen dividirse en dos grandes áreas: la zona de baja
tensión, que suele estar integrada en la propia consola de con- trol del técnico y la zona de alta
tensión, normalmente alojada en armarios eléctricos especiales.
1
Para entender el funcionamiento del generador de un equipo de rayos X es necesario repasar la
Sección 3.5 (Electromagnetismo) del Tema 3 (Repaso de Física)
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para medir el voltaje que llega a la unidad y un control para ajustar esa tensión a 220 V
exactamente. En algunas unidades antiguas, el técnico debía observar el medidor de tensión y
ajustar manualmente la tensión de suministro con el control. En la actualidad los equipos nue-
vos realizan esta compensación de forma automática.
6) El rectificador de tensión . Aunque los transformadores operan con corriente alterna, cuyo
periodo en Europa es de (1/50) s, (o lo que es lo mismo, una frecuencia de 50 Hz) y en los
EE.UU. es de (1/60)s (60 Hz), los tubos de rayos X deben recibir corriente continua. Los rayos
X son producidos mediante la aceleración de electrones desde el cátodo hasta el ánodo y no
pueden ser originados por electrones que fluyan en dirección inversa. Los filamentos del cátodo
no podrían soportar el calor generado por el impacto de los electrones en el caso de invertir el
sentido de la tensión.
Dado que el flujo de electrones solo debe hacerse en la dirección ánodo-cátodo, será necesario
rectificar la tensión secundaria del transformador de alta tensión. La rectificación es el proceso
de convertir la tensión alterna en tensión continua y, por tanto, la corriente alterna en corriente
continua.
Con los años se han ido sucediendo distintos tipos de rectificación, del mismo modo que ha ido
cambiando la tecnología con la que se conseguía este efecto, pasando de las antiguas válvulas
de vacío a los actuales diodos de semiconductor:
a) T ensión “NO RECTIFICADA”. En este caso, muy primitivo, el mismo tubo de rayos X hacía
las veces de rectificador. No se realiza ninguna rectificación sobre la alta tensión de entrada al
tubo. Dado que el ánodo no está construido para emitir electrones, durante los periodos en los
que la tensión se invierte (cátodo positivo y ánodo negativo), sencillamente no hay corriente de
tubo y, por lo tanto, no hay emisión de rayos X. La tensión aplicada al tubo de rayos X durante
la mitad negativa del ciclo se conoce como tensión inversa y es perjudicial para el tubo de
rayos X.
Hasta aquí hemos visto tres tipos de rectificación monofásica. La introducción de las tres
n el suministro eléctrico propició una rectificación de onda completa de cada fase. El
fases e
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resultado final es una superposición de tres ondas rectificadas con un desfase de 1/3 del
periodo propio de la tensión al- terna. Esto conlleva la desaparición de las caídas a cero de la
tensión que la rectificación monofásica de onda completa presentaba (rizado = 100%). Es la
llamada rectificación de onda completa trifásica.
El rizado es, en porcentaje, la relación entre la diferencia entre máximos y mínimos de tensión y
el valor de la tensión máxima. Cuando la tensión mínima es cero, el rizado es obviamente del
100%. En el caso de la potencia trifásica este valor se reduce hasta el 15%. El rizado óptimo
sería 0%, valor correspondiente a un potencial continuo puro. Más tarde, los generadores
comenzaron a utilizar circuitos eléctricos de alta frecuencia. Electrónicamente es posible
convertir la potencia rectificada en onda completa a 50 Hz en frecuencias mayores (de 500 a
1000 Hz). En consecuencia el rizado se reduce a menos del 1%, obteniéndose ondas de
tensión casi planas. Se trata de la rectificación de alta frecuencia.
Los electrones que viajan desde el cátodo hasta el ánodo constituyen la corriente del tubo de
rayos X y a veces se les denomina electrones proyectil . Cuando esos electrones chocan
contra los átomos del metal pesado del blanco (normalmente tungsteno), interaccionan con
ellos y transfieren su energía cinética al blanco. Conforme se producen esas interacciones, los
electrones proyectil dis- minuyen de velocidad y quedan casi en reposo. A continuación son
conducidos a través del ánodo hacia los circuitos eléctricos asociados. Los electrones proyectil
interaccionan con los electrones orbitales o los núcleos de los átomos del blanco por tres
mecanismos diferentes, que dan lugar a emisiones energéticas diferentes:
1) Casi toda la energía cinética de los electrones proyectil se convierte en calor. Los electrones
proyectil interaccionan con los electrones externos de los átomos del blanco, pero no les
transfieren energía suficiente para ionizarlos. Los electrones de la capa externa pasan
simplemente a un nivel de energía más alto (son excitados) volviendo inmediatamente a su
estado de energía normal con emisión de radiación infrarroja (calor) . Por lo general, más del
99% de la energía cinética de los electrones pro- yectil se convierte en calor. Es decir, a pesar
de su sofisticación, el equipo de rayos X es una máquina muy ineficaz.
Es posible producir rayos X de frenado con electrones proyectil de cualquier energía. Los rayos
X característicos, sin embargo, requieren un potencial del tubo de al menos 70 kVp. En el
campo diagnóstico, casi todos los rayos X están originados por frenado. A 100 kVp, por
ejemplo, solo alrededor del 15% del haz de rayos X procede de la radiación característica.
El conocimiento de los espectros de emisión de los rayos X es clave para comprender cómo
afectan los cambios de la tensión de pico, la corriente, el tiempo y la filtración a las
interacciones del haz de rayos X con los tejidos, con el receptor de imagen y, en definitiva, con
cualquier material interpuesto en el mismo. Es, por lo tanto, como el DNI del haz de rayos X.
Conociéndolo, podemos conocer cuál será la dosis absorbida en cualquier punto del paciente,
cuál será la calidad de la imagen (contraste, densidad óptica o nivel de la señal, etc.), cuál será
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la cantidad de radiación dispersa, etc. Y así mismo, manipulándolo, podremos modificar estos
últimos parámetros: dosis absorbida y calidad de imagen.
En el espectro de tungsteno que vemos en la figura siguiente pueden observarse los picos
correspondientes a los fotones característicos:
Espectro de emisión de haces de rayos X generados con tungsteno a distintos kilovoltajes pico
(80 kVp, 100 kVp, 120 kVp y 140 kVp).
La energía máxima que puede tener un fotón en un haz de rayos X es, en keV, numéricamente
igual a la tensión de pico seleccionada para generar ese haz (kVp). Es el valor máximo de
energía alcanzado por el espectro. El espectro continuo (debido a la radiación de frenado) tiene
un pico que se encuentra aproximadamente en una energía igual a la tercera parte de la
energía fotónica máxima del espectro (40 keV para un haz generado con 120 kVp).
Una aplicación práctica del beneficio que supone el conocimiento de los espectros de los haces
de rayos X es la comparación entre los espectros del Mo (Z = 42) y del W (Z = 74) para el
mismo kVp (28 kV) para su uso en mamografía.
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La mama es un órgano formado por tejidos de densidad másica y número atómico muy
parecidos. Para potenciar al máximo la absorción diferencial que nos permita obtener imagen
suficientemente contrastada, debemos usar tensiones muy bajas, de entre 25 y 30 kV. En esos
rangos el efecto fotoeléctrico (que es el que realmente nos ofrece la absorción diferencial)
predomina sobre el efecto Compton y nos proporciona una imagen adecuada. No obstante, los
fotones del espectro cuyas energías estén por debajo de los 15 keV difícilmente llegarán al
receptor y con toda probabilidad no contribuirán a la formación de la imagen.
Con estas premisas es fácil deducir que el W no es un buen ánodo para aplicaciones en
mamografía. Su espectro para 28 kV está claramente más desplazado hacia la izquierda que el
correspondiente al Mo para la misma tensión. Este último tie- ne mucha menos radiación de
frenado (característica propia de blancos de bajo Z); predomina en su espectro la radiación
característica que, afortunadamente resulta ser de energías suficientemente altas como para
contribuir a la imagen.
Uno de los factores que deben cuidarse en el equipo de rayos X es la presencia de filtración
añadida en el tubo. Todo tubo tiene una filtración llamada inherente y que es debida
básicamente al cristal de la ampolla que, aunque en la zona de la ventana por donde emerge el
haz de rayos es más delgado, proporciona una primera filtración al haz. Este filtro suele ser
insuficiente para eliminar la mayoría de fotones de baja energía del espectro. La presencia de
estos fotones es indeseable por cuanto su probabilidad de contribución a la imagen es
prácticamente despreciable. Por lo tanto van a contribuir a la dosis administrada al paciente sin
proporcionar imagen. La mejor manera de eliminarlos es mediante una filtración suficiente del
haz.
Por ello, se suele instalar una filtración añadida (normalmente láminas de Al o de Cu) que
junto a la filtración inherente forman la filtración total.
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La técnica radiológica y su gestión por parte del operador son sensiblemente distintas si se
pretende adquirir imágenes o se trata de imagen de escopia en monitor de TV:
a) Adquisición de imágenes, en cuyo caso se requiere una selección previa de datos para
una exposición intensa y breve (ms) que permita adquirir una imagen del paciente “fija” y de
buena calidad.
b) Escopia (visualización de imágenes dinámicas en tiempo real). En este caso se usan los
rayos X para obtener imágenes dinámicas en tiempo real que se visualizan en un monitor de
TV y que suelen usarse como guía para prácticas intervencionistas, quirúrgicas, etc. Las
imágenes no se adquieren, no suelen usarse para el diagnóstico y no requieren de gran
calidad. Suelen generarse con haces menos intensos pero que pueden durar periodos de
tiempo largos.
El producto corriente de tubo (mA) x tiempo (s) es el que determina la cantidad de fotones
totales que habrá contenido el haz. Normalmente la imagen será la misma para alto mA y bajo
tiempo o viceversa. Habitualmente se prefieren los tiempos cortos para evitar movimientos del
paciente (ya sean voluntarios o involuntarios) que provocarían obtención de imágenes
“movidas” que deberían rechazarse y repetirse. Para receptores de alta “sensibilidad” como por
ejemplo los intensificadores de imagen, basta un valor pequeño de mAs para adquirir una
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imagen (por ej. 5 mAs); para receptores menos sensibles, como la película radiológica, se
requieren valores más elevados de mAs (por ej. 50 mAs).
El kilovoltaje o tensión aplicada entre cátodo y ánodo va a determinar la energía máxima del
haz y va a configurar su espectro. Un alto kV significará un haz energético, con más poder de
penetración y será usado en principio para anatomías de alta absorción (abdómenes,
proyecciones laterales de tronco, pacientes obesos) o para casos especiales en los que se
quiera reducir el con- traste para “borrar” estructuras óseas molestas como es el caso de las
costillas en las proyecciones de Tórax. Un bajo kV significará un haz poco energético, con
menos poder de penetración, que proporcionará un mayor contraste en la imagen pero que
redundará en dosis en los pacientes mayores, ya que su menor poder de penetración deberá
compensarse con un aumento de la carga de tubo (mAs).
Un mA alto implica una corriente de tubo alta: alta corriente de filamento que proporcionará
más electrones liberados por efecto termoiónico y, por lo tanto, mayor corriente de tubo. En el
haz esto se traduce en una mayor fluencia de fotones. La variación de mAs no modifica la
calidad del haz (la forma del espectro no varía) pero sí modifica su tasa de fluencia (el espectro
se estira hacia arriba o se encoge hacia abajo). Usar más o menos mAs no va a variar el
contraste inherente del haz una vez ha atravesado al paciente, pero sí modifi- cará la
exposición medida a la entrada del receptor (en el caso de una película radiológica, aumentará
o disminuirá la densidad óptica de la misma).
Radiografías de tórax en la que se puede observar el balance entre kilovoltios y mAs. Se puede apreciar
que, en promedio, la densidad óptica (o nivel de negros) de la radiografía es la misma, sin embargo el
contraste empeora a medida que aumenta el kilovoltaje.
b) En los sistemas de adquisición digital más modernos (los paneles planos de la “Radiografía
Directa” o DR), el CAE puede ser una zona de la propia matriz de detectores que configura el
panel plano; en esa zona o región de interés, se integra la señal recibida y se decide cuándo
esta es suficiente y, por lo tanto, puede finalizar la exposición.
En todos los casos, si el ajuste del umbral es correcto, se garantiza una correcta exposición del
receptor y, por lo tanto, una imagen de calidad suficiente para el diagnóstico.
Con el uso del CAE el operador evita seleccionar tiempo (o mAs); basta con la selección del kV
y, en su caso, del mA.
Las modernas tecnologías permiten el uso de la llamada técnica de cero puntos, aunque hoy
por hoy está disponible solo en algunos casos particulares:
b) En algunos equipos en los que la adquisición de imágenes se lleva a cabo a través del
intensificador de imagen, tampoco es necesario elegir ni siquiera el kV para dichas
adquisiciones. En su lugar, es necesaria la emisión de escopia previa con el paciente en
posición de radiografiar. Esa escopia previa informa al sistema, a través de la señal medida por
el CAI, de la absorción del paciente y a continuación le permite seleccionar el kV más
apropiado (también se elegirá en función del tipo de exploración seleccionada de entre un
menú de ellas). El mA suele ser determinado por el propio equipo y el tiempo de la exposición
será go- bernado por el propio CAI que hará las veces de CAE, como se ha explicado
anteriormente.
En estudios con escopia solo deben seleccionarse los parámetros de kV y mA. El tiempo no es
de selección previa. Sin embargo, si el intensificador de imagen incorpora un sistema de
“Control Automático de Intensidad” (CAI), este será el que regulará la corriente de tubo (o mA,
quedando a criterio del operador solo el kV). Este dispositivo suele consistir en un tubo
fotomultiplicador que mide la intensidad luminosa de la imagen de salida del intensificador. Si
detecta insuficiencia de brillo, ordena al generador aumentar el mA y viceversa.
.
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Curvas típicas de técnica radiológica automática en escopia. Según la curva que se haya
elegido, el CAI del equipo elegirá la pareja kV-mA correspondiente en función de la absorción
del paciente interpuesto en el haz. Las curvas de baja dosis potencian el valor del kV frente al
del mA; ofrecen dosis de radiación bajas a costa de una pérdida de contraste. Las de alto
contraste evitan aumentar demasiado el valor del kV y consiguen aumentar la señal a costa de
incrementar el mA. Las curvas estándar tienen un comportamiento intermedio.