La Transacción

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La transacción: ¿más que un medio de

extinción de las obligaciones?


"La transacción tiene por función reducir los costos de transacción en que tienen que incurrir las

partes para solucionar el problema y aumenta su nivel de satisfacción"


Por Nicole Velazco y Daniel Rodríguez, estudiantes de la Facultad de Derecho de la PUCP y miembros
del Consejo Directivo de THĒMIS*

1. INTRODUCCIÓN
Fernando, a causa de la pandemia, buscaba independizarse y le compró a María, su amiga de infancia,
su departamento a un monto de 200 mil soles. María accedió a venderlo y le mostró el lugar, con el que
Fernando quedó encantado y, rápidamente, accedió a comprarlo; ambos hicieron la transferencia en
ese instante. Sin embargo, al momento de la entrega, Fernando quedó sorprendido porque encontró el
departamento totalmente vacío, sin ninguna de las comodidades con las que contaba cuando María se
lo mostró. Llamó a María para cuestionar tal hecho, a lo que ella respondió que solo le había vendido el
departamento, mas no lo que estaba dentro de él; pero Fernando creía que sí lo había comprado con el
mobiliario.
Tal hecho podría solucionarse si Fernando presenta una demanda ante el Poder Judicial, lo que, por la
lentitud y onerosidad de nuestro sistema, podría resolverse hasta dentro de 5 años y con el pago de
una gran cantidad de dinero por los costos y costas del proceso. Todo ello, para que el juez le dé la
razón a una de las partes y se termine resolviendo la controversia tras un largo y costoso proceso.
Sin embargo, también podría resolverse si Fernando y María ceden cada uno alguna parte. Por ejemplo,
si Fernando accede a pagar un poco más del monto que, según él, le correspondía pagar, y María accede
a ceder aquellos accesorios del inmueble que, según ella, no le correspondía entregar. Con ello, ambas
partes habrían realizado concesiones recíprocas y se verían satisfechas con el acuerdo.
A pesar de su evidente utilidad para resolver conflictos y de su gran capacidad para crear o modificar
obligaciones, nuestro Código Civil regula la transacción solo como medio de extinción de las
obligaciones, desde el artículo 1302 al 1312. Sin embargo, esta ubicación es injusta para la infinidad de
funciones que tiene la transacción, las cuales no se limitan al mero hecho de extinguir obligaciones,
sino que puede crear nuevas, o modificar y crear otras existentes.
Por ello, en las siguientes líneas vamos a analizar la figura de la transacción, cómo opera en nuestro
sistema jurídico, las ventajas que presenta, sus diferencias con los demás medios extintivos de las
obligaciones y si puede entenderse o no como un medio de solución de controversias.

2. ¿QUÉ ES LA TRANSACCIÓN?
El concepto de transacción se encuentra en el artículo 1302 del Código Civil, como aquel medio por el
cual las partes resuelven un asunto dudoso o litigioso, haciéndose concesiones recíprocas.
Esta, sin embargo, es una noción restringida de la transacción, que, en su acepción más amplia, puede
ser entendida como un negocio o acuerdo entre las partes[1].
Así, diversos autores han entendido la transacción como un contrato bilateral. Uno de ellos es Walter
Vásquez, quien señala que el carácter contractual de la transacción es una constante, mientras que su
naturaleza como modo de extinción de las obligaciones no es de carácter constante, concluyendo así en
su naturaleza contractual[2]. Por otra parte, para Raúl Ferrero Costa, la transacción es un “acuerdo
mediante el cual las partes, haciéndose concesiones recíprocas sobre algún asunto dudoso o litigioso,
lo resuelven haciendo innecesaria la intervención judicial que podría promoverse o finalizando la ya
iniciada”[3].
En el derecho comparado, por su parte, también se tiene la visión contractualista de la transacción. Así,
la doctrina mexicana la caracteriza como un contrato en virtud del cual las partes previenen una
controversia futura o determinan una presente[4].
En esa misma línea, el I Pleno Casatorio Civil concluye que es un contrato por el cual las partes,
en ejercicio de su autonomía, deciden sobre determinado asunto, pero considera correcta su
ubicación dentro de los medios de extinción de las obligaciones, al ser esta la finalidad de
dicho contrato[5]. Esto último, no obstante, resulta cuestionable pues la transacción puede ser utilizada
para extinguir relaciones jurídicas patrimoniales distintas a las obligacionales, así como para crear o
modificar relaciones jurídicas, incluyendo algunas que no formaban parte de la controversia inicial. Por
ello, estimamos que la transacción puede ser considerada como un contrato (producto de la voluntad
de las partes) que busca resolver o prevenir controversias entre las partes provenientes de un asunto
dudoso o litigioso, a través de concesiones recíprocas entre las mismas.
Ahora bien, tal como está regulada en nuestro ordenamiento legal, la transacción no puede ser utilizada
para resolver cualquier tipo de conflicto entre las partes, sino solamente aquellos que versen sobre
asuntos dudosos o litigiosos. Asunto dudoso es aquel controvertido sobre el que las partes no se
ponen de acuerdo y tienen opiniones divididas, siendo susceptible de originar un litigio. Asunto
litigioso, por su parte, es aquel sobre el que hay litis, para lo que se necesita uno o varios puntos de
contradicción entre la demanda y la contestación de demanda, ya sea en sede judicial o arbitral. No
todo lo que es dudoso es litigioso, pero todo lo que es litigioso es dudoso.
La transacción puede ser judicial o extrajudicial. La primera, que versa sobre asuntos litigiosos,
no genera controversia en tanto es el acto por el cual las partes ponen fin a un litigio, que tendría que
ser homologado por el juez o tribunal arbitral para que goce del carácter de título ejecutivo. Por su
parte, la segunda, en la que nos centraremos en el presente trabajo, busca prevenir que se llegue a
sede judicial o arbitral y se incurra en todos los costos que esta implica; en otras palabras, la
transacción extrajudicial es aquella por la cual las partes resuelven sus pretensiones sin
necesidad de acudir al juez y que, según el inciso 5 del artículo 693 del Código Procesal Civil, también
goza de carácter de título ejecutivo y puede dar lugar a un proceso ejecutivo.
La importancia de la transacción radica en que, la resolución de un conflicto a través de un proceso, sea
judicial o arbitral, implica que las partes deban incurrir en una serie de costos para poner fin a la disputa.
Ello, a su vez, disminuye el nivel de satisfacción al que pueden llegar una vez terminado el mismo, pues,
les den la razón o no, habrán pasado años y habrán invertido tiempo y dinero en resolver la controversia.
Por lo tanto, la transacción tiene por función reducir los costos de transacción en que tienen
que incurrir las partes para solucionar el problema y aumenta su nivel de satisfacción, ya que,
producto de ella, ninguna de las partes resulta vencedora o perdedora, sino que, por el contrario, ambas
ceden parcialmente hasta obtener un resultado que no termine por perjudicarlas.
En el ejemplo inicial, si Fernando y María optan por una transacción extrajudicial, no solo estarían
extinguiendo la obligación, sino que estarían resolviendo una controversia que les habría
costado años y dinero. A su vez, Fernando estaría haciendo uso de dinero que inicialmente no formaba
parte del acuerdo y María estaría transfiriendo la propiedad de bienes que no tomaba en cuenta al
momento de realizar el contrato inicial. Podemos ver, entonces, que la transacción dista de los demás
medios de extinción de las obligaciones en varios puntos.

3. ¿SOLO UN MEDIO DE EXTINCIÓN DE LAS OBLIGACIONES?


Además del pago, que extingue las obligaciones por excelencia, el Código Civil regula otros medios
extintivos de las obligaciones, como la compensación, la consolidación, la novación, el mutuo disenso
y, evidentemente, la transacción. Sin embargo, esta última, sobre todo la extrajudicial, se diferencia de
las demás en ciertas características que posee, y que detallaremos a continuación.
En primer lugar, la transacción implica la renuncia o concesión recíproca de las partes,
diferenciándose así de otras figuras como la condonación, en la cual solo una parte renuncia a su derecho
hacia la otra[6] o el mutuo disenso, donde ambas acuerdan hacer cesar los efectos del acto jurídico. Es
así que las concesiones recíprocas, como garantía de satisfacción de ambas partes, se convierten en
una de las principales características de la transacción y que la dotan de mayor importancia y
complejidad. Esto último, pues permite que las partes cedan en todo o en parte sus pretensiones, hasta
el punto de que consigan su mayor satisfacción.
En segundo lugar, la transacción extrajudicial tiene por fin prevenir que una disputa termine
en un litigio. Esto, en tanto las partes pueden recurrir a ella en caso tengan una diferencia respecto
del negocio o relación jurídica que las distancia. Los demás medios extintivos no tienen esta función, en
tanto se limitan a concluir la relación jurídica precedente, ya sea por las circunstancias (como una deuda
preexistente entre las partes, en el caso de la consolidación) o por la autonomía de las partes (como
puede ser el cambio de una obligación por otra, en la novación). En el primer caso, son las circunstancias
las que hacen que concurran en una misma persona calidades contradictorias de deudor y acreedor y,
hasta que ello no suceda, se hace imposible acceder a esa figura. En el segundo caso, se tendría que
extinguir la relación jurídica inicial para poder crear una nueva, que sería independiente de la anterior,
a diferencia de la transacción que permite crear, enriquecer o modificar la misma relación jurídica
patrimonial, si eso es lo que desean las partes.
En tercer lugar, esta no solo se limita a extinguir obligaciones. Este es un punto que ya hemos
mencionado anteriormente y que no sucede con otros medios extintivos de las obligaciones,
incluso en aquellos producto de la autonomía de las partes, como el mutuo disenso, en el que
el único efecto que se produce es la extinción de la obligación precedente, sin ningún otro
beneficio que el de librarse de la relación contractual que ya no les resulta conveniente, lo cual
también permite la transacción. Si Fernando y María hubieran optado por el mutuo disenso, por ejemplo,
Fernando se habría quedado con el dinero y María con el departamento, a pesar de que cada uno
valoraba más el bien del otro. Así, ambos habrían gastado tiempo y dinero en la negociación y venta
del departamento, para finalmente encontrarse en iguales circunstancias que aquellas en que se
hallaban antes de iniciar la relación jurídica, disminuyendo, de esta manera, su nivel de satisfacción.
Por último, tal vez uno de los principales beneficios de la transacción, es la posibilidad que tienen las
partes de comprender dentro del contrato de transacción, relaciones jurídicas fuera del objeto de
la controversia. Esto es, las partes no deben ceñirse a la relación jurídica que las llevó a conflicto, sino
que pueden echar mano de concesiones adicionales, pudiendo así dar nacimiento a muy variadas
obligaciones e, incluso, a la celebración de una serie de contratos[7]. Esto es de mucha utilidad, pues así
las partes involucradas pueden incluir en las negociaciones aspectos adicionales que faciliten la toma de
un acuerdo final. A la transacción que incluye o hace nacer relaciones jurídicas fuera de la obligación o
del problema que dio pie a la transacción, la doctrina la ha denominado transacción compleja.
Es precisamente la posibilidad de que la transacción pueda hacer algo más que extinguir obligaciones y
que no tenga que ceñirse a la obligación jurídica inicial, lo que permite que sea un instrumento muy útil
de solución de conflictos y no se limite solamente a extinguir obligaciones. Si la transacción no tuviera
estas características, sería un medio extintivo más de las obligaciones, limitada a una serie de casos
particulares. Afortunadamente, esto no es así.

4. ¿UN MEDIO ALTERNATIVO DE RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS?


Los medios alternativos de resolución de conflictos son aquellos “procesos alternativos al proceso
judicial, disponibles para la resolución de conflictos, en los cuales, más que imponer una solución,
permite a las partes crear su propia solución”[8]. Estos pueden ser autocompositivos, cuando las partes
deciden el resultado, o heterocompositivos, cuando es un tercero imparcial quien toma la decisión final.
El ejemplo típico del primero es la conciliación y del segundo, el arbitraje.
Los medios alternativos de solución de conflictos implican la terminación anormal de un conflicto [9], con
prescindencia del órgano judicial, que es precisamente la función que tiene la transacción. Si bien los
principales mecanismos alternativos de solución de conflictos son la mediación, la conciliación y el
arbitraje, esta no es una lista cerrada y delimitada de qué medios pueden entrar dentro de esta
calificación, sino que se originan en función de las necesidades e intereses de la sociedad [10]. Así, cabe
preguntarse si la transacción puede o no calificar como un medio alternativo de solución de conflictos.
Por un lado, Vado Grajales dice que la transacción, a diferencia de la mediación o conciliación, no es un
medio o procedimiento de resolución de conflictos, sino una forma que adopta la solución [11]. Por otra
parte, San Cristóbal menciona que la transacción es un sistema autocompositivo de resolución de
controversias, por el que las partes pueden disponer de lo que deseen, siempre y cuando no vulneren
normas de orden público[12]. Con lo señalado, podemos ver que la doctrina se encuentra dividida en
cuanto a los fundamentos y efectos de la transacción. Por ello, resulta pertinente señalar que la
transacción cumple también con las características de los medios alternativos de resolución
de conflictos.
Así como los demás MARCs, la transacción depende enteramente de la voluntad de las partes, quienes
deciden cómo, cuándo y cuánto transigir, siendo su único límite objetivo la disponibilidad del derecho
que esté en cuestión[13], lo que habrá que analizar en cada caso concreto. Asimismo, la transacción
cuenta con las demás características de los MARCs, tales como la vinculatoriedad para las partes, como
lo reconoce el propio artículo 1302 del Código Civil. El informalismo, en tanto no requiere una fórmula
solemne, siendo el único requisito expreso que el acuerdo debe constar por escrito (art. 1304 del CC),
al igual que sucede con otros medios de solución de conflictos, donde finalmente son las partes quienes
acuerdan sus términos y condiciones. Adicionalmente, como en todo medio alternativo de solución de
conflictos, los resultados resultan ser los perseguidos, ya que son las partes las que llegan al acuerdo
que más les beneficie. Por último, la transacción es privada, no siendo necesario recurrir a un juez
para su validez, a pesar de que, en el caso de las transacciones judiciales, se suele solicitar la
homologación del acuerdo por parte del juez.
Por ello, consideramos que la transacción, al cumplir con todas las características de los medios
alternativos de solución de conflictos y estar dirigida al mismo propósito, puede clasificarse también
como un medio alternativo de resolución de conflictos. Particularmente, sería
uno autocompositivo, pues, como hemos desarrollado a lo largo de este trabajo, el resultado depende
únicamente de la voluntad de las partes.
Por ello, no debe confundirse ni asimilarse la transacción con otros medios de solución de conflictos muy
similares, como puede ser la conciliación extrajudicial. En nuestro sistema jurídico, la conciliación ha
tenido un amplio desarrollo legislativo, consolidándose como una etapa obligatoria previa al inicio de
determinados procesos judiciales, tales como aquellos relacionados a demandas de alimentos[14]. Si
bien la conciliación y la transacción tienen propósitos y características similares, como la
potestad de las partes para decidir el resultado, también tienen fuertes diferencias. En primer
lugar, en la conciliación se requiere la participación de un tercero ajeno a la relación jurídica para que
pueda ayudar a resolver el conflicto, lo que no es necesario en una transacción[15]. En segundo lugar,
como mencionamos, la conciliación prejudicial puede ser de carácter obligatorio, mientras que la
transacción no ha tenido el mismo desarrollo jurídico, por lo que depende únicamente de la voluntad de
las partes. En tercer lugar, la conciliación termina a través de un Acta de Conciliación, que debe cumplir
con ciertas formalidades, tales como el acuerdo de conciliación (o la falta de él) y la firma del conciliador,
mientras que la transacción se convalida a través de un contrato escrito entre las partes.
Ahora bien, la transacción puede ser beneficiosa y útil frente a otros medios de solución de
controversias. Esto, porque las partes tienen que incurrir en menores costos para poder llegar a un
acuerdo final, ya que no requiere de un tercero ni de formalidades, como sí sucede con la conciliación
o, peor aún, con el arbitraje. Pero eso no disminuye su efectividad en la obtención del resultado, ya
que, como se mencionó anteriormente, tanto el Código Civil como el Código Procesal Civil, le
reconocen título ejecutivo. Así, permite llegar a un mayor nivel de satisfacción, al conseguir los
mismos resultados a menor costo.
No obstante, este mecanismo presenta ciertas limitaciones en cuanto a su campo de acción,
pues solo puede ser utilizado en asuntos dudosos o litigiosos, contrario a otros medios
alternativos, que pueden activarse ante cualquier asunto sobre el cual las partes quieran llegar a un
acuerdo. Además, requiere que las partes realicen concesiones recíprocas para que el acuerdo
tenga validez, no permitiendo que solo sea una parte la que ceda, tal como sucede en los demás
medios, como en la propia conciliación. Por último, carece de la garantía que puede significar un tercero
conciliador o mediador para ayudar a que se produzca la toma del acuerdo.
Tomando en cuenta esas ventajas y desventajas, deben ser las partes las que juzguen qué medio de
solución de conflicto les resulta más favorable para satisfacer sus intereses. Sin embargo, no se debe
dejar de lado la transacción per se como medio alternativo de solución de controversias, pues ello puede
derivar en el indeseado escenario en que las partes involucradas pierdan la oportunidad de realizar un
acuerdo que se adecúe mejor a sus necesidades.

5. CONCLUSIONES
• La transacción puede ser entendida como un contrato que consiste en concesiones recíprocas de
las partes, con el fin de resolver un asunto dudoso o litigioso y así, prevenir (transacción
extrajudicial) o concluir (transacción judicial) un litigio.
• A diferencia de los demás medios de extinción de obligaciones, la transacción, puede crear o
modificar nuevas obligaciones, incluso a través de nuevos negocios
jurídicos. Asimismo, puede incluirse dentro de los acuerdos materias externas a la relación
jurídica inicial, siempre y cuando sean disponibles, sea por voluntad de las partes, y sirva para
resolver controversias.
• La transacción extrajudicial es un medio de solución de controversias autocompositivo, a
disposición de las partes, que no necesita la intervención de un tercero. Cumple con las
características de los demás MARCs, tales como la voluntariedad, vinculatoriedad, es privado,
no formal, con resultados beneficiosos y esperados para las partes, entre otros.
• Su mayor ventaja frente a los demás medios alternativos de solución de controversias es el
menor costo en que deben incurrir las partes para obtener un resultado igual de vinculante para
ellas, mientras que su principal desventaja es su limitado marco de actuación, el mismo que se
circunscribe a asuntos dudosos o litigiosos, así como a la necesidad de que sean ambas partes
las que cedan algo.
• El acuerdo de transacción puede consistir en dejar a la suerte la decisión final del asunto, en
cuyo caso debe seguirse la regulación expresa en el Código Civil. Es el azar el que decide el
destino de la controversia, porque esa fue la voluntad de las partes, quienes asumen el riesgo
de que sea la otra la que resulte en mayor posición.

Comentario de Mario Castillo Freyre


LA TRANSACCIÓN: EL MARC OLVIDADO
Por lo general, cuando en el Perú se trata acerca de los medios alternativos de resolución de conflictos
(MARCs), se habla del arbitraje y de la conciliación y, en menor medida, de la mediación.
En el arbitraje quien resuelve el conflicto, es un tercero: el tribunal arbitral, órgano que hace las veces
de la justicia ordinaria, en tanto en la conciliación y en la mediación, son las partes quienes resuelven
sus conflictos, pero con el auxilio del conciliador o del mediador, según fuere el caso.
No obstante, la transacción constituye una vieja herramienta para ayudar a que quienes tienen un
conflicto solucionen sus diferencias, teniendo una ventaja enorme en lo que respecta a la ausencia de
mayores formalidades y costos, puesto que para transigir sólo resulta necesario que las partes se
pongan en comunicación y traten, de buena fe naturalmente, de solucionar sus diferencias, haciéndose
concesiones recíprocas.
Siempre resalto las virtudes de la transacción en mis clases de Derecho de Obligaciones en la Facultad
de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú. El semestre pasado no fue la excepción.
Y, luego de terminado el ciclo universitario, tuve la grata sorpresa de que dos destacados alumnos,
Nicole Cristina Velazco Velazco y Daniel Andrés Rodríguez Tamo, me escribieron y contaron que habían
escrito sobre el tema. En efecto, habían elaborado un artículo titulado “La transacción: ¿Más que un
medio de extinción de las obligaciones?”, el mismo que he leído con mucha atención y, a la par,
comprobado la manera tan interesante como ellos estudian aspectos regularmente poco explorados
sobre este contrato.
Los felicito por la iniciativa y, a la vez, los comprometo, si ellos estuvieran de acuerdo naturalmente,
para incluir su trabajo en uno de los próximos volúmenes de la colección Biblioteca de Arbitraje de mi
Estudio, en el que se abordará tan importante materia. A pesar de que la idea siempre estuvo rondando,
el trabajo de Nicole y Daniel fue el detonante para concretar la idea.
Lima, marzo de 2021
Mario Castillo Freyre. Profesor principal en la Pontifica Universidad Católica del Perú.
* Agradecemos especialmente al Dr. Mario Castillo Freyre por la inspiración, su apoyo y dedicación en
la elaboración de este artículo.
[1] Osterling, F y Castillo, M (2020). La Transacción. En Compendio de Derecho de las Obligaciones.

Segunda Edición. Lima: Rimay Editores.


[2] Enfoque Derecho (18 de febrero de 2016). Walter Vásquez sobre la transacción [Archivo de video].

Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=F8aanaMUvxo&ab_channel=EnfoqueDerecho


[3] Ferrero, R. (1988). Curso de Derecho de las Obligaciones, Segunda edición. Lima: Cultural Cuzco

Editores.
[4] Rojina, R. (1953). La Transacción. En Revista Notarial. Órgano del Colegio de Notarios del Distrito

Federal y Territorios. Número 12. [35-51]. Recuperado de:


http://historico.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/revnot/cont/12/dtr/dtr3.pdf
[5] I Pleno Casatorio Civil. Corte Suprema de la República. Recuperado de:
https://www.pj.gob.pe/wps/wcm/connect/09ca528047e3d59dbb60ff1f51d74444/Primer+Pleno+Casat
orio+Civil.pdf?MOD=AJPERES&CACHEID=09ca528047e3d59dbb60ff1f51d74444
[6] Osterling Parodi, F., & Castillo Freyre, M. (1997). La Transacción. Derecho PUCP, (51), 387-461.

https://doi.org/10.18800/derechopucp.199701.015
[7] Castillo, M. (2017). Derecho de las Obligaciones. En Colección lo esencial del Derecho. No. 13. Lima:

Fondo Editorial PUCP.


[8] Romero, S. (sf.). Medios Alternativos de Resolución de Conflictos MARC’S. Hechos de la justicia.
[9] Ospina, C. (2017). La transacción y la conciliación: Dos figuras de diferente naturaleza con un

propósito común. En Summa Iuris 5. Recuperado de: https://doi.org/10.21501/23394536.2464


[10] Rivas, G y La Rosa, J. (2018). Teoría del conflicto y mecanismos de solución. En Colección lo esencial

del Derecho. No. 33. Lima: Fondo Editorial PUCP.


[11] Vado, L. (2006). Medios Alternativos de Resolución de Conflictos. En Estudios en homenaje a Marcia

Muñoz de Alba Medrano. México DF: Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.


[12] San Cristóbal, S. (2011). La transacción como sistema de resolución de conflictos disponibles. En

anuario jurídico y económico escurialense. 2011. Madrid.


[13] Ibid
[14] Ley N° 26872, Ley de Conciliación Extrajudicial. Artículo 6.
[15] Ospina, C. (2017). Ob. cit.

*Esta entrada es una versión reducida del artículo con el mismo nombre que se publicará en la edición
N° 97 de la Biblioteca de Arbitraje Mario Castillo Freyre.
Fuente de Imagen: actualicese.com

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