La Contaminación y Los Costes Externos

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La contaminación y los costes externos

 
Contaminación  Además de la manipulación del precio por agentes con poder de
Externalidades  mercado, hay otras razones que impiden el funcionamiento de
Costes externos
Coste social la competencia perfecta. En ocasiones una empresa tiene
Internalización de costes capacidad para hacer recaer sobre otros parte de los costes de
Tasa ecológica su proceso productivo. Otras veces surgen dificultades para
Movimiento ecologista
Bonos anticontaminación impedir que se beneficie de un bien el que no ha pagado por él.
En ambas situaciones el Derecho tiene un papel destacado en la
explicación del origen y en las posibles soluciones de los
problemas.

Se llaman externalidades o efectos externos las consecuencias que tiene un


proceso productivo sobre los individuos o empresas ajenos a su industria. Si, por
ejemplo, los productores de aceite de girasol deciden aplicar a sus plantaciones un
nuevo pesticida, conseguirán así una mayor producción pero se pueden derivar de
ello varios tipos de efectos externos. Por una parte habrá efectos
pecuniarios sobre otras industrias si sus productos están relacionados; como
sabemos, la mayor producción de aceite de girasol provocará la disminución de su
precio y desplazamientos en los mercados de aceite de oliva y de patatas fritas,
entre otros. Otras industrias sufrirán efectos tecnológicos, es decir, cambios en
la estructura de costes; los nuevos pesticidas serán arrastrados por la lluvia hasta
los ríos próximos a las plantaciones de girasol, causando mortandad entre los
peces; las piscifactorías instaladas en esos ríos verán muy reducida su producción
por lo que aumentará su relación costes/producto. Puede haber también efectos
externos tecnológicos positivos: las plantaciones de tomates próximas a las de
girasol quedarán igualmente protegidas contra algunos insectos consiguiendo así un
aumento de la producción sin necesidad de aumentar los factores.

La diferencia entre efectos externos tecnológicos y pecuniarios está por tanto en si


hay o no modificación en el proceso productivo, en la cantidad de factores que es
necesario aplicar para conseguir la misma producción final. En el caso de las
patatas fritas, la cantidad de aceite necesaria por cada kilo de patatas no se ha
modificado, sólo su precio. Las piscifactorías, en cambio, requerirán más trabajo o
más depuradoras para conseguir mantener su producción de truchas. También hay
que considerar efectos tecnológicos externos los que provocan modificaciones en
los procesos de consumo, los que requieren que el consumidor adquiera más bienes
para obtener la misma utilidad.

Se llama coste externo al coste que tiene un proceso productivo sobre otros


agentes económicos. El coste social es igual a la suma de los costes externos y los
costes internos, es por tanto el coste de un proceso productivo sobre toda la
sociedad. Como hemos visto, el mercado genera una tendencia a que se iguale el
precio de un producto al coste marginal de su producción y ese resultado es
socialmente eficiente, un óptimo paretiano. En el caso de que haya efectos
externos, la producción socialmente eficiente sería la que igualase el precio al coste
marginal social. En cambio, si no existe ninguna intervención externa al mercado,
la producción será la que iguale el precio al coste marginal interno. 

La consecuencia económica de los efectos externos es la disminución de la


eficiencia en la asignación de recursos: La producción de bienes con efectos
externos negativos será superior a la socialmente deseable y las producciones con
efectos externos positivos serán insuficientes. Para que siguiese siendo eficiente el
sistema, el precio de los bienes con procesos productivos contaminantes tendría
que igualarse al coste marginal social, es decir, a la suma del coste marginal
externo y el coste marginal privado.

Todos los procesos de producción o consumo que causan un impacto nocivo sobre
el medio ambiente tienen efectos externos negativos sobre otros agentes
productores o consumidores. La clasificación de esos efectos es desgraciadamente
larga:

 destrucción del suelo mediante deposición de residuos o alteración de


la cubierta vegetal provocando su erosión o empobrecimiento en
nutrientes;
  contaminación de aguas superficiales, subterráneas y marinas por
focos industriales o urbanos;
  contaminación atmosférica por industrias, calefacciones, vehículos,
aerosoles;
  emisiones de ruido y vibraciones de baja frecuencia, de calor o de
radiaciones ionizantes;
  contaminación biológica por provocar la proliferación de virus o
bacterias o por la introducción de especies animales y vegetales
exógenas que alteran las cadenas tróficas;
  degradación del paisaje mediante urbanización incontrolada o
modificación de parajes vírgenes.

El objetivo por tanto, no es eliminar totalmente la contaminación. Reducir la


contaminación tiene un precio que será tanto más alto cuanta mayor pureza
ambiental busquemos. Los procesos de filtración de emisiones y depuración de
aguas residuales están sometidos también a las leyes de los rendimientos
decrecientes que ya conocemos: eliminar el treinta por ciento de las emisiones
contaminantes de una industria puede ser relativamente barato, pero llegar a
eliminar el sesenta por ciento costará mucho más del doble. El criterio de
eficiencia económica requiere solo que en todos los procesos productivos se iguale
el coste social y el precio social; el criterio de equidad exige además que el coste
de un proceso productivo sea pagado solo por los que se benefician de él.

La solución más obvia consiste en la internalización de costes: hacer que cada


industria se encargue de la depuración o eliminación de sus propios residuos. Al
repercutir el coste de la depuración directamente sobre el precio de sus productos
se consigue satisfacer los dos criterios antes citados, el de equidad, porque pagarán
sólo los que se benefician de esos productos, y el de eficiencia, porque al aumentar
el precio disminuirá la demanda y consiguientemente la producción. Cuando la
naturaleza del proceso productivo no permita la depuración podría establecerse un
impuesto sobre contaminantes o tasa ecológica por igual cuantía al coste externo
causado; el criterio de equidad requeriría en este caso que el impuesto detraído se
destinase a indemnizar precisamente a los perjudicados. El concepto de coste
externo, de coste social y el principio ecologista "el que contamina, paga" ya habían
sido enunciados por Pigou en 1927.

Pero esas soluciones son desgraciadamente muy difíciles de aplicar. ¿Cuántos


inspectores se necesitarían para revisar todas las industrias del país? ¿Cuántos
técnicos tendrían que dedicarse a estudiar los medios de reducir o depurar las
emisiones? ¿Cuántos economistas podrían calcular los costes de la contaminación y
el precio de su depuración? ¿Cómo descubrir quiénes son los damnificados y en qué
cuantía?
Afortunadamente las sociedades avanzadas han encontrado en el movimiento
ecologista un excelente revulsivo. En los países industrializados de occidente, el
desarrollo y divulgación de una conciencia ética está creando una red ciudadana de
inspección y denuncia que ha permitido hasta ahora la corrección de un gran
número de situaciones extremas. La internacionalización del movimiento ecologista
y sus espectaculares éxitos están consiguiendo de forma cada vez más
generalizada la reducción de costes externos y su repercusión directa sobre los
precios.

Antes de terminar con este asunto vamos a ver un posible método de  disminución
de emisiones de contaminantes. Consiste en emitir unos "Bonos de contaminación"
que autorizan a las empresas que los poseen a contaminar el ambiente en una
medida determinada. La mayor parte de los bonos se distribuyen de forma gratuita
entre las empresas existentes, en proporción a sus necesidades según hayan sido
acordadas por un comité de expertos. El resto de los bonos son subastados por si
alguna empresa tiene planes de aumentar su producción y necesita contaminar más
de lo previsto. Si, una vez agotados todos los bonos en poder del Estado, alguna
empresa necesita contaminar en mayor cantidad de lo que sus bonos le permiten,
podrá comprar bonos adicionales a otras empresas.

Las ventajas del sistema son: 1º Se internalizan los costes: el que contamina,
paga. 2º La cantidad total de contaminación en el Estado queda determinada por el
número de bonos que imprima el gobierno. 3º Se ejerce presión sobre las
industrias para que reduzcan parte de su contaminación ahorrándose así el tener
que acudir a la subasta. 4º Como las empresas más eficientes pueden comprar
bonos extras a otras empresas es previsible que algunas empresas poco eficientes
cerrarán sus puertas conformándose con la venta de su derecho a contaminar. 5º
Las nuevas empresas que se instalen en el Estado tendrán que adquirir bonos por
el total de la contaminación que necesiten producir experimentando por tanto una
fuerte presión a favor de las técnicas más limpias y ejerciendo a la vez presión
sobre las empresas ya existentes porque harán subir el precio de los bonos.

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