Bocanegra

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“Autoevaluación. Aportes para un modelo de evaluación. Cap.

5: La evaluación
democrática” – Bocanegra Vilcamango

I. Por qué una evaluación democrática

El ejercicio de la evaluación debe ser un espacio de privilegio que convenga la caracterización de


sus miembros en las condiciones de sujetos y no de objetos, en referencia al alumno  es
necesario que el marco teórico utilizado encuentre en su tejido una lógica con la práctica y, sobre
todo, en la valoración de los resultados de quienes son evaluados. Esta condición privilegia el
protagonismo y la igualdad de condiciones tanto a docentes como a alumnos. La igualdad de
condiciones es importante si se considera que la evaluación es una “oportunidad para aprender”,
entendiendo que este aprendizaje no es un privilegio ocasional de los alumnos, sino que el
docente también aprende en dicho proceso. Así pensado, el aprendizaje puede sustentarse en
dos ideas principales:

1. El modelo de evaluación democrática


2. El proceso de socialización que promueve la evaluación al mirar a sus protagonistas en
condiciones ideales para aprender.

La relación aprendizaje-evaluación-democracia tiene una razón importante que se inspira en el


ejercicio de la democracia desde la evaluación entendida como modelo. El desarrollo de la
democracia a través de la evaluación es una tarea que necesita del esfuerzo docente para
motivar a los alumnos, siendo este proceso de aprendizaje un producto de la evaluación como
acto que compromete a docente y alumnos en igualdad de condiciones.

La cultura de la evaluación se trata de un conjunto de valores, actitudes y procesos de reflexión


participativa y sistemática acerca de la misión de la institución, sus objetivos, sus estrategias y
sus programas con el fin de generar conocimiento, sistematizar la experiencia y realizar una
validación rigurosa.

UNICEF aporta que la evaluación es un proceso asociado implícitamente a los valores y


actitudes, por lo tanto los sujetos que la comparten deben asumir que el entorno de la evaluación
es también la evidencia de buena práctica en valores  la evaluación no es un proceso
independiente al proceso de aprendizaje, y que tiene fines propios. No se trata de un
proceso aislado en el que no se pueden manifestar los valores de las personas, debido a que
como proceso invita a ser reflexivo permite identificar elementos que van más allá de lo didáctico
o lo pedagógico y en donde la evaluación trasciende. Puesto que no es un proceso aislado dentro
del seno del cultivo de valores y actitudes, el proceso de evaluación permite identificar otros
elementos, quizás hasta el omento no identificados.

El desarrollo de una cultura de la evaluación asociada a la práctica de la democracia debe ser un


paradigma a construir que permita el surgimiento de nuevas formas de evaluar que busque la
participación de los alumnos para identificarlos como sujetos y no como objetos  la participación
de los alumnos en el proceso de evaluación debe ser una idea a construir, y para eso se necesita
repensar, reflexionar y criticar los conceptos y teorías de evaluación existentes.
 El modelo democrático de la evaluación

Es pensado como una herramienta de desarrollo personal cuyo espacio es indefinido. El modelo
sugiere 8 momentos a considerar.

1. Empieza juzgando el sentido de la evaluabilidad de la evaluación, que determina las


condiciones ideales de trabajo de las instituciones, garantizando el buen nivel de
desempeño de los actores. Si evaluar el proceso de aprendizaje o la gestión diaria de las
instituciones educativas conduce al crecimiento y desarrollo institucional, entonces el
ejercicio de evaluación se relaciona con otros escenarios como: la calidad del aprendizaje,
los estándares de calidad, el comportamiento de los docentes y los resultados  el
ejercicio de evaluar determina más de un escenario a ser caracterizado: evaluar desde un
modelo es trascendente para las prácticas de “evaluar y ser evaluado”, asumiendo el
ejercicio de la democracia de los actores involucrados.

2. Se debe considerar el análisis del proceso institucional de toma de decisiones de los


usuarios de la evaluación, la cual es vital como segundo elemento para la evaluabilidad.
El modelo democrático considera que los usuarios son todos quienes participan en el
proceso, teniendo sus decisiones el mismo valor. No concibe distinciones entre los
usuarios, ni se caracteriza el rol del docente como único usuario. La igualdad de
condiciones es el principio del modelo democrático

3. La igualdad de condiciones debe definir que cada usuario tenga la posibilidad de “crear la
capacidad para diseñar e implementar un sistema de evaluación”. Esto no se
argumenta en las capacidades profesionales de los docentes como único insumo, sino que
también juzga el empirismo de los alumnos basado en su práctica de la observación y
sentido común. La evaluación, entonces, no debe solo contar con las capacidades
profesionales del docente sino también con los juicios razonables de los alumnos. La
oportunidad del modelo democrático trasciende al ejercicio participativo de todos los
usuarios: esto permite caracterizar el rol de los alumnos desde una perspectiva diferente,
es decir, experimentar el proceso de “saber hacer preguntas”, capacidad que lleva implícito
que los alumnos deben saber cierto tipo de contenidos. En este proceso se identifica en
cambio, que cuando se plantea preguntas no siempre se conocen las respuestas,
ocasionando la necesidad de buscarlas. La vivencia de los alumnos al plantear sus propias
preguntas es un hecho que caracteriza situaciones de mejor participación y actuación
democrática. Se trata de reconocer que si los alumnos asumen papeles dentro de la
evaluación mediante el diálogo se puede propiciar el desarrollo de un lenguaje crítico al
valorar los errores. La explicación de los mismos es una ruta a seguir si queremos lograr el
desarrollo del pensamiento crítico mediante el diálogo como elemento inherente a la
evaluación democrática. La construcción de preguntas, en cualquiera de las modalidades,
promueve el proceso de socialización de la información. También se aprende cuando se
elabora un examen, y si esta elaboración se desarrolla en equipo, el proceso de
socialización se habrá dado y el aprendizaje se consolida en el proceso de calificación
como otro espacio socializador importante.

Todo este proceso sencillo y de desarrollo temporal, tiende a formar en el alumno la


responsabilidad de valorar o autoevaluarse para influir en el calificativo teniendo como
antecedente el nivel del logro de las capacidades. Las condiciones emocionales van a mejorar
notablemente e influir en la autoestima del alumno de manera preponderante en términos de:
seguridad, confianza en sí mismo, disciplina, identidad con el área y con el docente.

La práctica de la evaluación considerando la participación democrática de los alumnos establece


que éstos construyen su libertad, valoran las indicaciones del docente. El sentido democrático de
este proceso privilegia la participación de los alumnos, pues tienen la ocasión de plantear
preguntas y compartirlas.

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