Cuartilla Hechos

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RESUMEN DEL LIBRO DE TEXTO REQUERIDO (5 CUARTILlAS)

“F.F. Bruce, Hechos de Los Apóstoles, Editorial Clie: 1992

Integrantes:
Yair Ariza
Yanine Armao
Ruth Esther de Ariza

Los Hechos de los Apóstoles es una historia en que la sabiduría divina


ordenó acontecimientos para sacar gradualmente las almas de la dispensación de
la ley previamente establecida por Dios, a la plena libertad de la "dispensación de
la gracia de Dios." El poder y el obrar del Espíritu Santo son vistos aquí de forma
hermosa, mientras los apóstoles son usados por Dios para el establecimiento del
Cristianismo. La obra comienza en Jerusalén con el descenso del Espíritu Santo,
pero se extiende; y cuando Israel, al someter al martirio a Esteban, hubo rehusado
este segundo llamamiento de gracia (puesto que antes habían rechazado a su
propio bendito Mesías), entonces el apóstol Pablo es levantado por Dios como
mensajero especial a los Gentiles, y la gracia de Dios se extiende al mundo entero.

De esta manera es formada la Iglesia de Dios por el poder del Espíritu de


Dios, siendo bautizados en un solo cuerpo tanto los creyentes Judíos como los
creyentes Gentiles. Observemos, también, el gran cuidado de nuestro Dios en el
libro de los Hechos por conservar una unidad verdadera y vital de esta obra y de
los santos en todo lugar. La realidad, la sencillez, la frescura de esos primeros
días, el piadoso mantenimiento del orden y de la unidad sin necesidad de
organización y arreglo humanos, entrega la más bendita instrucción a nuestras
almas.
En el libro de los Hechos a los discípulos se les orienta a que tenían que
quedarse un tiempito en Jerusalén. Esto no era un mero capricho de Jesús, sino
que era necesario que fueran bautizados con el Espíritu Santo para que pudieran
entonces sí ir a predicar el Evangelio a toda criatura. Nosotros, en pocas palabras
al recibir este mismo Espíritu, tenemos que estar a la altura del llamado que
recibimos y vivir conforme a él.

Los Hechos de los Apóstoles constituyen un puente entre el registro de la


vida y las enseñanzas de Jesucristo que se halla en los cuatro Evangelios y los
escritos y las labores de los apóstoles, ilustrando la forma en la que el Salvador
continuó dirigiendo Su Iglesia a través de la inspiración del Espíritu Santo sobre
quienes poseían las llaves del sacerdocio. El Espíritu Santo revelaba la verdad a
los apóstoles, quienes a su vez dirigían la Iglesia y le enseñaban. Los apóstoles
también efectuaron muchos milagros en el nombre de Jesucristo.

Este libro nos relata el ascenso y la expansión del cristianismo, que


comenzó en la capital provincial judía de Jerusalén y terminó en Roma, la gran
capital del imperio. Los acontecimientos que se describen en Hechos ocurrieron a
lo largo de un período de unos 30 años (alrededor de 30–62 d. C.) y se centran
principalmente en los ministerios de Pedro (Hechos 1–12) y Pablo ( Hechos 13–
28). Sin el libro de los Hechos, nuestro conocimiento de la historia temprana de la
Iglesia se limitaría a la pequeña cantidad proporcionada por las epístolas del
Nuevo Testamento. Además, el libro de los Hechos proporciona un valioso
contexto histórico para las epístolas de Pablo.
Algo fundamental para el crecimiento de la Iglesia primitiva fueron la
conversión de Pablo y sus misiones posteriores, la visión que Pedro recibió
concerniente a la aceptación dentro de la Iglesia de los gentiles que no se habían
convertido previamente al judaísmo y las doctrinas que se enseñaron en la
conferencia de Jerusalén. Según se registra en Lucas 24:49, el Salvador instruyó a
sus apóstoles que habrían de comenzar sus ministerios únicamente después de que
hubieran sido “investidos con poder de lo alto”.
El libro de los Hechos da información acerca de la investidura de ese
poder por el Espíritu Santo y describe sus impresionantes resultados, que
comenzaron con la conversión de miles de personas en el día de Pentecostés. A lo
largo del libro de los Hechos, Lucas recalcó las manifestaciones del Espíritu Santo
en las personas y las congregaciones. La expresión “investidos con poder de lo
alto” recibieron cierto conocimiento, poderes y bendiciones especiales. El libro
de los Hechos no pretende narrar lo que hizo cada uno de los apóstoles, sino que
toma, como lo hicieron los evangelistas, los hechos principales que el Espíritu
santo ha sugerido al autor para alimento de nuestra fe.

Dios nos muestra aquí, con un interés histórico y dramático incomparable


lo que fue la vida y el apostolado de la Iglesia en los primeros decenios (años 30-
63 del nacimiento de Cristo), y el papel que en ellos desempeñaron los Príncipes
de los Apóstoles, Pedro ( cap. 1-12) y Pablo (cap. 13-28). La parte más extensa se
dedica, pues, a los viajes, trabajos y triunfos de este Apóstol de los gentiles, hasta
su primer cautiverio en Roma. Con esto se detiene el autor casi inopinadamente,
dando la impresión de que pensaba escribir más adelante otro tratado.

En el libro de los Hechos: es notable la transformación de los discípulos de


Jesús, vemos con mayor claridad por ejemplo, la vida de Pedro, siendo de un
carácter revolucionario y difícil, podemos verle siendo transformado
profundamente por la llegada del Espíritu Santo a su vida, gracias a Jesús. ¿Y qué
decir de Pablo?, una historia impactante.  Y muchas otras vidas
transformadas, una metamorfosis que solo Dios en su poder puede lograr en la
vida de quienes él busca y de quienes ponen su vida en él. Cuando el Espíritu
Santo viene a la persona el resultado es que “se convierte en un testigo”. Un
testigo es uno que da testimonio de algo. En este caso se dará testimonio de
Jesucristo.

Todo esto nos muestra de forma hermosa la suficiencia de Cristo como el


centro hacia el cual se reúne su pueblo, y el poder suficiente del Espíritu de Dios
para toda actividad espiritual, ya sea adoración, comunión, servicio, o testimonio.
Podemos ver a Cristo como quien nos comisiona. Él ascendió a los cielos dejando
a sus discípulos la misión de ser testigos de su muerte y de su resurrección en todo
lugar de la tierra. Los primeros creyentes dieron su vida con tal de cumplir aquello
a los que Jesús los llamo y es esperable que nosotros imitemos esa misma actitud.

Que podamos hacer a un lado todo lo que nos importa con tal de obedecer
a aquel que dio su vida para que nosotros pudiéramos ser redimidos y tener así
acceso al Padre. La enseñanza clave es la obligatoriedad del llamado que Jesús
nos hace como hijos suyos. Si permanecemos en la tierra, tiene que ser con la
única finalidad de que podamos dar fruto; es decir, de que podamos permitir que
otros conozcan el Evangelio. Todo aquel que muere sin haber escuchado el
mensaje de salvación es condenado; tenemos que ser conscientes de esta urgencia,
y eso nos tiene que llevar a movilizarnos.

Al leer las escrituras percibimos que era necesario que Jesús el mesías
padeciera y resucitara, y predicar que Èl es Rey aunque usó una corona de
espinas, él es REY. Trastornar al mundo con ésta predicación puede implicar un
alto costo, y muchas personas no lo recibirán (Como muchos en Tesalónica y
muchos judíos), pero otros sí (Como en Berea), y podemos aprender de los de
Berea, quienes examinaban las Escrituras, para ver si era verdad lo que se les
anunciaba. Debemos aprender a examinar la Biblia y conocer el corazón de Dios.

En este libro hay muertes difíciles, y vidas que continuaban, al vivir en un


mundo tan quebrantado y bajo el dominio de la muerte, no estamos exentos de
morir aún si hacemos lo correcto, sin embargo Dios en su plan redentor, y
cumplidor, permite que algunos continúen con la misión como en el caso de
Pablo, mucho más largo, pues gracias a su apostolado, el mensaje ha recorrido el
mundo, y no solo por él, sino por los demás testigos, pero acoto el ejemplo.

Lo que me impacta más, es que, ellos no temían a la muerte, porque el


significado de la muerte, ya no era el final, sino realmente el inicio de una vida
que trasciende gracias a Cristo, quien nos dejó el legado de la vida eterna. El
cristiano que muere, no muere para siempre, sino que vive por la eternidad junto
al señor, y como Pablo, en Corintios predica, Dios así nos revestirá de un cuerpo
incorruptible, un cuerpo regenerado, que jamás sufrirá muerte ó enfermedad
alguna. Ninguna corrupción como lo que vivimos en esta vida presente. Una
metamorfosis completa.

Jesús es Rey, no como lo concibe el mundo ó la sociedad. Él es gobernante


que trasciende el espacio y tiempo, y puede gobernar el corazón para ser mejores
ciudadanos desde la tierra hasta la eternidad. No nos rindamos de predicar la
verdad, porque en todo lugar, hay personas que harán de Jesús su Rey para vida
eterna. No desmayemos, hemos aprendido de qué manera comenzó a expandirse
la Iglesia de Jesucristo desde Jerusalén “hasta lo último de la tierra” ( Hechos 1:8).
El estudio de este libro también nos ayudó a reconocer la sabiduría que hay en
seguir a los profetas y apóstoles modernos e inspirarlos a ser valientes testigos de
Jesucristo.

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