Lengua y Literatura Guia #5 - 5° Año

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CNSC – Educación Secundaria – Ciclo Orientado

Asignatura: Lengua y Literatura – Curso: 5° A y B

Colegio Ntra. Sra. de la Consolación


Educación Secundaria – Ciclo Orientado
Asignatura: Lengua y Literatura
Curso: 5° A y B
Profesoras: María Pía Arnau y Alejandra Macías

Guía N°5 de actividades para los estudiantes

¡Hola, chicos! Empezamos el tercer, y último, trimestre con mucho ánimo para seguir aprendiendo. ¡Deseamos que
ustedes y sus familias estén muy bien! Mucha suerte en la resolución de esta guía. Cariños
Profe Alejandra y Profe Pía

Temas: El “Boom” latinoamericano: La literatura fantástica y el realismo mágico. La novela “La increíble y triste historia
de la cándida Eréndira y su abuela desalmada” de Gabriel García Márquez y los cuentos “La noche boca arriba” y
“Continuidad de los parques” de Julio Cortázar.

Objetivo: Disfrutar la lectura literaria para desarrollar la imaginación y el juicio crítico, apreciar la dimensión estética y
sociocultural de las obras literarias a abordar y producir textos a partir de las mismas.

Capacidades por desarrollar: Comunicación - pensamiento crítico - compromiso y responsabilidad.

Evaluación:
Para la presencialidad:
- Estas actividades deberán ser resueltas obligatoriamente en el cuaderno, para ser revisadas en clase.
- Se prevé un control de lectura de la novela: “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela
desalmada” de Gabriel García Márquez para la semana del del 18 al 22 de octubre.
- Se prevé otra instancia evaluativa que será informada oportunamente por las profesoras.
Si están en la virtualidad:
- Deberán enviar la guía resuelta de forma completa hasta el 15 de octubre al mail:
[email protected] (recuerden colocar en el asunto: nombre de la profesora- asignatura- curso).
- Tendrán que realizar una evaluación oral, por videollamada, en una fecha acordada con su docente.

Actividades:

En esta guía les proponemos recorrer de forma simultánea dos caminos:

1. Lean el texto “Instrucciones para subir una escalera” (http://bitly.ws/gJUo) o “Instrucciones para llorar”
(http://bitly.ws/gJUp ) del escritor Julio Cortázar y respondan:
a) ¿Qué es un texto instructivo?
b) ¿Sobre qué acción cotidiana el autor ha escrito un instructivo? ¿Consideran que, normalmente, ameritan ser
“instruidas” este tipo de conductas? ¿Por qué?
2. Escuchen la lectura que el propio escritor hace de “Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj”
(http://bitly.ws/gJUt)
a) ¿Qué elemento cotidiano o conducta aparentemente “normal” /familiar se vuelve “extraña” en este texto? ¿Por
qué podríamos decir que ese elemento adquiere en el texto un rol más “amenazador” o menos “inocente” que
como comúnmente lo conocemos? ¿Por qué?
b) ¿Qué creen ustedes que habrá querido expresar el autor?
3. ¿Qué efecto experimenta el lector ante este tipo de lecturas?
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4. Los invitamos a conocer al escritor Julio Cortázar. Para ello, accedan con
este enlace al video “Claves de lectura: Julio Cortázar, cuentista - Canal Encuentro”:
http://bitly.ws/gJTA . Obsérvenlo y completen la tabla con:

Hechos importantes de su vida Características de sus cuentos


(mencionar por lo menos 5)




5. Lean el título y digan qué significa para ustedes la expresión “la noche boca arriba”.
6. Lean el epígrafe del texto y la siguiente información sobre la “guerra florida” y escriban una hipótesis sobre el
contenido del cuento.
Las guerras floridas eran un tipo de guerra ritual propio de los pueblos
mesoamericanos en los siglos anteriores a la Conquista. Tenía fundamentos
religiosos: si al dios sol (Huitzilopochtli) no se le ofrecían sacrificios humanos,
moriría. Las guerras floridas se organizaban para conseguir los prisioneros que
serían las víctimas de esas ofrendas. Los prisioneros eran conducidos a través de la
escalinata del templo (teocalli) por los acólitos y, colocado sobre una piedra boca
arriba, un sacerdote lo asesinaba con un cuchillo.
7. Lean el cuento en forma completa y digan si su hipótesis coincide o no con el contenido del texto.
8. Enumeren los párrafos.
9. Relean hasta el doble espacio y resuelvan:
a) ¿En qué lugares se desarrollan los hechos? ¿Hacen referencia a un tipo de espacio rural, selvático, urbano,
citadino, boscoso, etc.?
b) Digan en qué posición se mantiene el personaje luego del accidente y transcriban tres frases que lo justifiquen.
c) ¿Se dice precisamente quiénes están en la sala de operaciones? ¿Qué características se dan sobre ellos?
d) ¿Qué es para ustedes “algo blanco que le brillaba en la mano…”?
10.Relean el sexto y séptimo y resuelvan:
a) El personaje se encuentra en otro espacio. Caracterícenlo.
b) ¿Cómo explica el personaje el cambio de espacio y qué le resulta extraño?
c) ¿Quién persigue a quién y a cuál de los dos grupos pertenece el protagonista?
d) ¿Qué estrategia conocen los motecas para no ser cazados y por qué el personaje tiene la precaución de no
salirse de la calzada?
11.Relean los párrafos 8, 9 y 10 y resuelvan:
a) ¿En qué espacio se encuentra ahora el personaje? Justifiquen con fragmentos.
b) Digan qué quieren decir las siguientes frases: “me despegué casi físicamente de la última visión de la pesadilla”;
“sintió sed, como si hubiera estado corriendo kilómetros”.
c) ¿Con qué frase se indica que el personaje se duerme?
12.Relean los párrafos 11 y 12 y resuelvan:
a) Digan en qué espacio se encuentra ahora el personaje y cómo se dieron cuenta.
b) ¿Cuál es problema que le ha ocurrido al moteca al haber saltado desesperado? ¿Cómo es cazado el personaje?
13.Relea los párrafos 13 y 14 y resuelvan:
a) Transcriban palabras y frases que den cuenta del espacio. ¿Dónde se encuentra ahora?
b) Digan qué quiere decir el personaje con la frase: “Al lado de la noche de donde volvía, la penumbra tibia de la
sala le pareció deliciosa.”
c) Al acordarse del accidente, el personaje se da cuenta de que hay un momento del cual no tiene ningún
recuerdo. Digan cómo explica el personaje ese “hueco”.

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d) ¿Con qué frase comunica el narrador el adormecimiento del personaje?


14.Relean los párrafos 15 y 16 y resuelvan:
a) ¿Dónde está el personaje?
b) Transcriban frases que indican: •la posición en que se halla el personaje •quiénes lo trasladan.
c) Teniendo en cuenta la información leída en la actividad 7: ¿para qué el personaje espera turno en el teocalli?
d) Atiendan a las lesiones que sufre el personaje en el choque y diga qué similitud/es encuentra con los daños que
padece en el calabozo.
15.Relean el párrafo 17 y resuelvan:
a) Digan si este párrafo presenta un espacio definido o si alterna entre los dos que se han señalado durante todo el
cuento. Justifiquen su respuesta transcribiendo expresiones que lo demuestren.
b) Expliquen por qué el personaje del hospital no quiere dormirse y transcriban la frase que indica que finalmente
el sueño lo vence.
c) ¿Con qué expresiones el narrador indica los intentos que realiza el personaje en el templo para evadirse de la
situación trágica que está viviendo?
d) Según la frase “Durante un segundo creyó que lo lograría…”, digan a qué hace referencia el pronombre “lo”.
e) Expresen si finalmente logra su cometido y digan de qué se da cuenta el personaje.
f) Teniendo en cuenta las dos últimas oraciones, transcriban cada una de las características con que se describe el
espacio y digan desde el punto de vista de qué personaje está siendo descripto. ¿A qué hacen referencia los
elementos mencionados?
16.Completen el siguiente cuadro con los paralelismos (similitudes) que se presentan entre los hechos que ocurren en la
ciudad y los que ocurren en la selva:
CIUDAD SELVA
LUGAR DE DESPLAZAMIENTO
PROBLEMA QUE CAUSA LA Salirse de su derecha: choque con la mujer. Salirse de la calzada: Ser apresado
COMPLICACIÓN DEL PERSONAJE
LESIONES FÍSICAS
POSICIÓN QUE MANTIENE
“Algo que le brillaba en la mano” (párrafo 5)
ELEMENTOS QUE OBSERVA Antorchas
“Larga sala” (párrafo 9)
17.¿El cuento presenta dos personajes diferentes, o el mismo personaje en distintas situaciones? Justifiquen su
respuesta.

La Noche boca arriba


Y salían en ciertas épocas a cazar enemigos;
le llamaban la guerra florida.

A mitad del largo zaguán del hotel pensó que debía ser tarde y se apuró a salir a la calle y sacar la
motocicleta del rincón donde el portero de al lado le permitía guardarla. En la joyería de la esquina vio que
eran las nueve menos diez; llegaría con tiempo sobrado adonde iba. El sol se filtraba entre los altos
edificios del centro, y él -porque para sí mismo, para ir pensando, no tenía nombre- montó en la máquina
saboreando el paseo. La moto ronroneaba entre sus piernas, y un viento fresco le chicoteaba los pantalones.
Dejó pasar los ministerios (el rosa, el blanco) y la serie de comercios con brillantes vitrinas de la
calle Central. Ahora entraba en la parte más agradable del trayecto, el verdadero paseo: una calle larga,
bordeada de árboles, con poco tráfico y amplias villas que dejaban venir los jardines hasta las aceras,
apenas demarcadas por setos bajos. Quizá algo distraído, pero corriendo por la derecha como correspondía,
se dejó llevar por la tersura, por la leve crispación de ese día apenas empezado. Tal vez su involuntario
relajamiento le impidió prevenir el accidente. Cuando vio que la mujer parada en la esquina se lanzaba a la
calzada a pesar de las luces verdes, ya era tarde para las soluciones fáciles. Frenó con el pié y con la mano,
desviándose a la izquierda; oyó el grito de la mujer, y junto con el choque perdió la visión. Fue como
dormirse de golpe.

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Volvió bruscamente del desmayo. Cuatro o cinco hombres jóvenes lo estaban sacando de debajo de
la moto. Sentía gusto a sal y sangre, le dolía una rodilla y cuando lo alzaron gritó, porque no podía soportar
la presión en el brazo derecho. Voces que no parecían pertenecer a las caras suspendidas sobre él, lo
alentaban con bromas y seguridades. Su único alivio fue oír la confirmación de que había estado en su
derecho al cruzar la esquina. Preguntó por la mujer, tratando de dominar la náusea que le ganaba la
garganta. Mientras lo llevaban boca arriba hasta una farmacia próxima, supo que la causante del accidente
no tenía más que rasguños en la piernas. "Usté la agarró apenas, pero el golpe le hizo saltar la máquina de
costado..."; Opiniones, recuerdos, despacio, éntrenlo de espaldas, así va bien y alguien con guardapolvo
dándole de beber un trago que lo alivió en la penumbra de una pequeña farmacia de barrio.
La ambulancia policial llegó a los cinco minutos, y lo subieron a una camilla blanda donde pudo
tenderse a gusto. Con toda lucidez, pero sabiendo que estaba bajo los efectos de un shock terrible, dio sus
señas al policía que lo acompañaba. El brazo casi no le dolía; de una cortadura en la ceja goteaba sangre
por toda la cara. Una o dos veces se lamió los labios para beberla. Se sentía bien, era un accidente, mala
suerte; unas semanas quieto y nada más. El vigilante le dijo que la motocicleta no parecía muy estropeada.
"Natural", dijo él. "Como que me la ligué encima..." Los dos rieron y el vigilante le dio la mano al llegar al
hospital y le deseó buena suerte. Ya la náusea volvía poco a poco; mientras lo llevaban en una camilla de
ruedas hasta un pabellón del fondo, pasando bajo árboles llenos de pájaros, cerro los ojos y deseó estar
dormido o cloroformado. Pero lo tuvieron largo rato en una pieza con olor a hospital, llenando una ficha,
quitándole la ropa y vistiéndolo con una camisa grisácea y dura. Le movían cuidadosamente el brazo, sin
que le doliera. Las enfermeras bromeaban todo el tiempo, y si no hubiera sido por las contracciones del
estómago se habría sentido muy bien, casi contento.
Lo llevaron a la sala de radio, y veinte minutos después, con la placa todavía húmeda puesta sobre
el pecho como una lápida negra, pasó a la sala de operaciones. Alguien de blanco, alto y delgado se le
acercó y se puso a mirar la radiografía. Manos de mujer le acomodaban la cabeza, sintió que lo pasaban de
una camilla a otra. El hombre de blanco se le acercó otra vez, sonriendo, con algo que le brillaba en la
mano derecha. Le palmeó la mejilla e hizo una seña a alguien parado atrás.

Como sueño era curioso porque estaba lleno de olores y él nunca soñaba olores. Primero un olor a
pantano, ya que a la izquierda de la calzada1 empezaban las marismas2, los tembladerales3 de donde no
volvía nadie. Pero el olor cesó, y en cambio vino una fragancia compuesta y oscura como la noche en que
se movía huyendo de los aztecas. Y todo era tan natural, tenía que huir de los aztecas que andaban a caza
de hombre, y su única probabilidad era la de esconderse en lo más denso de la selva, cuidando de no
apartarse de la estrecha calzada que sólo ellos, los motecas, conocían.
Lo que más lo torturaba era el olor, como si aun en la absoluta aceptación del sueño algo se revelara
contra eso que no era habitual, que hasta entonces no había participado del juego. "Huele a guerra", pensó,
tocando instintivamente el puñal de piedra atravesado en su ceñidor de lana tejida. Un sonido inesperado lo
hizo agacharse y quedar inmóvil, temblando. Tener miedo no era extraño, en sus sueños abundaba el
miedo. Esperó, tapado por las ramas de un arbusto y la noche sin estrellas. Muy lejos, probablemente del
otro lado del gran lago, debían estar ardiendo fuegos de vivac4; un resplandor rojizo teñía esa parte del
cielo. El sonido no se repitió. Había sido como una rama quebrada. Tal vez un animal que escapaba como
él del olor a guerra. Se enderezó despacio, venteando. No se oía nada, pero el miedo seguía allí como el
olor, ese incienso dulzón de la guerra florida. Había que seguir, llegar al corazón de la selva evitando las
ciénagas. A tientas, agachándose a cada instante para tocar el suelo más duro de la calzada, dio algunos
pasos. Hubiera querido echar a correr, pero los tembladerales palpitaban a su lado. En el sendero en
tinieblas, buscó el rumbo. Entonces sintió una bocanada del olor que más temía, y saltó desesperado hacia
adelante.
-Se va a caer de la cama -dijo el enfermo de la cama de al lado-. No brinque tanto, amigazo.
1
Calzada: Camino empedrado y ancho.
2
Marisma: Terreno bajo e inundado por aguas empantanadas.
3
Tembladerales: Terreno pantanoso, abundante en turba, cubierto de césped y que retiembla cuando se camina sobre él.
4
Vivac: Campamento que se instala de manera provisional para pasar la noche en la montaña o en otro lugar. / Paraje donde las
tropas pasan la noche al raso
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Abrió los ojos y era de tarde, con el sol ya bajo en los ventanales de la larga sala. Mientras trataba
de sonreír a su vecino, se despegó casi físicamente de la última a visión de la pesadilla. El brazo, enyesado,
colgaba de un aparato con pesas y poleas. Sintió sed, como si hubiera estado corriendo kilómetros, pero no
querían darle mucha agua, apenas para mojarse los labios y hacer un buche. La fiebre lo iba ganando
despacio y hubiera podido dormirse otra vez, pero saboreaba el placer de quedarse despierto, entornados
los ojos, escuchando el diálogo de los otros enfermos, respondiendo de cuando en cuando a alguna
pregunta. Vio llegar un carrito blanco que pusieron al lado de su cama, una enfermera rubia le frotó con
alcohol la cara anterior del muslo, y le clavó una gruesa aguja conectada con un tubo que subía hasta un
frasco lleno de líquido opalino. Un médico joven vino con un aparato de metal y cuero que le ajustó al
brazo sano para verificar alguna cosa. Caía la noche, y la fiebre lo iba arrastrando blandamente a un estado
donde las cosas tenían un relieve como de gemelos de teatro, eran reales y dulces y a la vez ligeramente
repugnantes, como estar viendo una película aburrida y pensar que sin embargo en la calle es peor, y
quedarse.
Vino una taza de maravilloso caldo de oro oliendo a puerro, a apio, a perejil. Un trocito de pan, mas
precioso que todo un banquete, se fue desmigajando poco a poco. El brazo no le dolía nada y solamente en
la ceja, donde lo habían suturado, chirriaba a veces una punzada caliente y rápida. Cuando los ventanales
de enfrente viraron a manchas de un azul oscuro, pensó que no iba a ser difícil dormirse. Un poco
incómodo, de espaldas, pero al pasarse la lengua por los labios resecos y calientes sintió el sabor del caldo,
y suspiró de felicidad, abandonándose.
Primero fue una confusión, un atraer hacia sí todas las sensaciones por un instante embotadas o
confundidas. Comprendía que estaba corriendo en plena oscuridad, aunque arriba el cielo cruzado de copas
de árboles era menos negro que el resto. "La calzada", pensó. "Me salí de la calzada." Sus pies se hundían
en un colchón de hojas y barro, y ya no podía dar un paso sin que las ramas de los arbustos le azotaran el
torso y las piernas. Jadeante, sabiéndose acorralado a pesar de la oscuridad y el silencio, se agachó para
escuchar. Tal vez la calzada estaba cerca, con la primera luz del día iba a verla otra vez. Nada podía
ayudarlo ahora a encontrarla. La mano que sin saberlo él, aferraba el mango del puñal, subió como un
escorpión de los pantanos hasta su cuello, donde colgaba el amuleto protector. Moviendo apenas los labios
musitó la plegaria del maíz que trae las lunas felices, y la súplica a la Muy Alta, a la dispensadora de los
bienes motecas. Pero sentía al mismo tiempo que los tobillos se le estaban hundiendo despacio en el barro,
y al la espera en la oscuridad del chaparral desconocido se le hacía insoportable. La guerra florida había
empezado con la luna y llevaba ya tres días y tres noches. Si conseguía refugiarse en lo profundo de la
selva, abandonando la calzada mas allá de la región de las ciénagas, quizá los guerreros no le siguieran el
rastro. Pensó en la cantidad de prisioneros que ya habrían hecho. Pero la cantidad no contaba, sino el
tiempo sagrado. La caza continuaría hasta que los sacerdotes dieran la señal del regreso. Todo tenía su
número y su fin, y él estaba dentro del tiempo sagrado, del otro lado de los cazadores.
Oyó los gritos y se enderezó de un salto, puñal en mano. Como si el cielo se incendiara en el
horizonte, vio antorchas moviéndose entre las ramas, muy cerca. El olor a guerra era insoportable, y
cuando el primer enemigo le saltó al cuello casi sintió placer en hundirle la hoja de piedra en pleno pecho.
Ya lo rodeaban las luces y los gritos alegres. Alcanzó a cortar el aire una o dos veces, y entonces una soga
lo atrapó desde atrás.
-Es la fiebre -dijo el de la cama de al lado-. A mí me pasaba igual cuando me operé del duodeno.
Tome agua y va a ver que duerme bien.
Al lado de la noche de donde volvía la penumbra tibia de la sala le pareció deliciosa. Una lámpara
violeta velaba en lo alto de la pared del fondo como un ojo protector. Se oía toser, respirar fuerte, a veces
un diálogo en voz baja. Todo era grato y seguro, sin acoso, sin... Pero no quería seguir pensando en la
pesadilla. Había tantas cosas en qué entretenerse. Se puso a mirar el yeso del brazo, las poleas que tan
cómodamente se lo sostenían en el aire. Le habían puesto una botella de agua mineral en la mesa de noche.
Bebió del gollete, golosamente. Distinguía ahora las formas de la sala, las treinta camas, los armarios con
vitrinas. Ya no debía tener tanta fiebre, sentía fresca la cara. La ceja le dolía apenas, como un recuerdo. Se
vio otra vez saliendo del hotel, sacando la moto. Quién hubiera pensado que la cosa iba a acabar así?
Trataba de fijar el momento del accidente, y le dio rabia advertir que había ahí como un hueco, un vacío
que no alcanzaba a rellenar. Entre el choque y el momento en que lo habían levantado del suelo, un
desmayo o lo que fuera no le dejaba ver nada. Y al mismo tiempo tenía la sensación de que ese hueco, esa
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nada, había durado una eternidad. No, ni siquiera tiempo, más bien como si en ese hueco él hubiera pasado
a través de algo o recorrido distancias inmensas. El choque, el golpe brutal contra el pavimento. De todas
maneras al salir del pozo negro había sentido casi un alivio mientras los hombres lo alzaban del suelo. Con
el dolor del brazo roto, la sangre de la ceja partida, la contusión en la rodilla; con todo eso, un alivio al
volver al día y sentirse sostenido y auxiliado. Y era raro. Le preguntaría alguna vez al médico de la oficina.
Ahora volvía a ganarlo el sueño, a tirarlo despacio hacia abajo. La almohada era tan blanda, y en su
garganta afiebrada la frescura del agua mineral. Quizá pudiera descansar de veras, sin las malditas
pesadillas. La luz violeta de la lámpara en lo alto se iba apagando poco a poco.
Como dormía de espaldas, no lo sorprendió la posición en que volvía a reconocerse, pero en
cambio el olor a humedad, a piedra rezumante de filtraciones, le cerró la garganta y lo obligó a
comprender. Inútil abrir los ojos y mirar en todas direcciones; lo envolvía una oscuridad absoluta. Quiso
enderezarse y sintió las sogas en las muñecas y los tobillos. Estaba estaqueado en el piso, en un suelo de
lajas helado y húmedo. El frío le ganaba la espalda desnuda, las piernas. Con el mentón buscó torpemente
el contacto con su amuleto, y supo que se lo habían arrancado. Ahora estaba perdido, ninguna plegaria
podía salvarlo del final. Lejanamente, como filtrándose entre las piedras del calabozo, oyó los atabales de
la fiesta. Lo habían traído al teocalli5, estaba en las mazmorras del templo a la espera de su turno.
Oyó gritar, un grito ronco que rebotaba en las paredes. Otro grito, acabando en un quejido. Era él
que gritaba en las tinieblas, gritaba porque estaba vivo, todo su cuerpo se defendía con el grito de lo que
iba a venir, del final inevitable. Pensó en sus compañeros que llenarían otras mazmorras, y en los que
ascendían ya los peldaños del sacrificio. Gritó de nuevo sofocadamente, casi no podía abrir la boca, tenía
las mandíbulas agarrotadas y a la vez como si fueran de goma y se abrieran lentamente, con un esfuerzo
interminable. El chirriar de los cerrojos lo sacudió como un látigo. Convulso, retorciéndose, luchó por
zafarse de las cuerdas que se le hundían en la carne. Su brazo derecho, el mas fuerte, tiraba hasta que el
dolor se hizo intolerable y hubo que ceder. Vio abrirse la doble puerta, y el olor de las antorchas le llegó
antes que la luz. Apenas ceñidos con el taparrabos de la ceremonia, los acólitos de los sacerdotes se le
acercaron mirándolo con desprecio. Las luces se reflejaban en los torsos sudados, en el pelo negro lleno de
plumas. Cedieron las sogas, y en su lugar lo aferraron manos calientes, duras como el bronce; se sintió
alzado, siempre boca arriba, tironeado por los cuatro acólitos que lo llevaban por el pasadizo. Los
portadores de antorchas iban adelante, alumbrando vagamente el corredor de paredes mojadas y techo tan
bajo que los acólitos debían agachar la cabeza. Ahora lo llevaban, lo llevaban, era el final. Boca arriba, a un
metro del techo de roca viva que por momentos se iluminaba con un reflejo de antorcha. Cuando en vez del
techo nacieran las estrellas y se alzara ante él la escalinata incendiada de gritos y danzas, sería el fin. El
pasadizo no acababa nunca, pero ya iba a acabar, de repente olería el aire libre lleno de estrellas, pero
todavía no, andaban llevándolo sin fin en la penumbra roja, tironeándolo brutalmente, y él no quería, pero
como impedirlo si le habían arrancado el amuleto que era su verdadero corazón, el centro de su vida.
Salió de un brinco a la noche del hospital, al alto cielo raso dulce, a la sombra blanda que lo
rodeaba. Pensó que debía haber gritado, pero sus vecinos dormían callados. En la mesa de noche, la botella
de agua tenía algo de burbuja, de imagen traslúcida contra la sombra azulada de los ventanales. Jadeó
buscando el alivio de los pulmones, el olvido de esas imágenes que seguían pegados a sus párpados. Cada
vez que cerraba los ojos las veía formarse instantáneamente, y se enderezaba aterrado pero gozando a la
vez del saber que ahora estaba despierto, que la vigilia lo protegía, que pronto iba a amanecer, con el buen
sueño profundo que se tiene a esa hora, sin imágenes, sin nada... Le costaba mantener los ojos abiertos, la
modorra era más fuerte que él. Hizo un último esfuerzo, con la mano sana esbozó un gesto hacia la botella
de agua; no llegó a tomarla, sus dedos se cerraron en un vacío otra vez negro, y el pasadizo seguía
interminable, roca tras roca, con súbitas fulguraciones rojizas, y él boca arriba gimió apagadamente porque
el techo iba a acabarse, subía, abriéndose como una boca de sombra, y los acólitos se enderezaban y de la
altura una luna menguante le cayó en la cara donde los ojos no querían verla, desesperadamente se cerraban
y abrían buscando pasar al otro lado, descubrir de nuevo el cielo raso protector de la sala. Y cada vez que
se abrían era la noche y la luna mientras lo subían por la escalinata, ahora con la cabeza colgando hacia
abajo, y en lo alto estaban las hogueras, las rojas columnas de rojo perfumado, y de golpe vio la piedra

5
Teocalli: "Casa de Dios", "templo-pirámide". Es una pirámide mesoamericana coronada por un templo. Dicha pirámide tiene varias
terrazas y en ella se realizaban muchos rituales religiosos mexicanos, en la época precolombina.
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roja, brillante de sangre que chorreaba, y el vaivén de los pies del sacrificado, que arrastraban para tirarlo
rodando por las escalinatas del norte. Con una última esperanza apretó los párpados, gimiendo por
despertar. Durante un segundo creyó que lo lograría, porque estaba otra vez inmóvil en al cama, a salvo del
balanceo cabeza abajo. Pero olía a muerte y cuando abrió los ojos vio la figura ensangrentada del
sacrificador que venía hacia él con el cuchillo de piedra en la mano. Alcanzó a cerrar otra vez los párpados,
aunque ahora sabía que no iba a despertarse, que estaba despierto, que el sueño maravilloso había sido el
otro, absurdo como todos los sueños; un sueño en el que había andado por extrañas avenidas de una ciudad
asombrosa, con luces verdes y rojas que ardían sin llama ni humo, con un enorme insecto de metal que
zumbaba bajo sus piernas. En la mentira infinita de ese sueño también lo habían alzado del suelo, también
alguien se le había acercado con un cuchillo en la mano, a él tendido boca arriba, a él boca arriba con los
ojos cerrados entre las hogueras.
Julio Cortázar, "Final del Juego"(1956)

18.Lean el documento de información y luego resuelvan las actividades que les proponemos a continuación:

Documento de información: La Literatura fantástica

La Literatura Fantástica se caracteriza por presentar una realidad cotidiana y familiar en la que irrumpe un
hecho perturbador, imposible de explicar por las leyes de nuestro mundo.
Los personajes y lectores que se enfrentan a este acontecimiento vacilan entre una explicación lógica (el
hecho se trata de una ilusión de los sentidos o de un producto de la imaginación, y las leyes del mundo siguen
siendo las que son) o una sobrenatural (el acontecimiento se produjo realmente, es parte integrante de la
realidad, y, entonces, esta realidad está regida por leyes que desconocemos).
El escritor busca que el lector se pregunte acerca de la veracidad de los sucesos; por eso elabora un relato
realista al que añade elementos extraños.
Alguno de los recursos para crear una atmósfera extraña que provoque inestabilidad e incertidumbre son:
 Repetición de acciones, situaciones, palabras o frases: la descripción repetida provoca perturbación.
 Estados de desconcierto mediante expresiones que ponen en duda los hechos.
 Objetos y personas poco definidos: hay ciertos elementos y personajes que se describen en forma
imprecisa para construir un clima extraño e inquietante.
Los temas elegidos generalmente por el escritor de cuentos fantásticos son, por ejemplo:
 Deformación del tiempo: reversibilidad, simultaneidad, circularidad, eternidad, viajes por el tiempo,
ritmos veloces y lentos, etc.
 Interrelación de distintos planos o dimensiones: el sueño con la vigilia, la realidad con la ficción, etc.
 Aparición de fuerzas sobrenaturales.
 Presencia de objetos inconcebibles, que no se pueden comprender.

a) Digan cuáles son las dos explicaciones que se plantean los personajes y los lectores ante el hecho fantástico.
b) Transcriban la característica principal de la literatura fantástica.
c) ¿Por qué el cuento “La noche boca arriba es fantástico? Justifiquen su respuesta respaldándose en la teoría del
documento de información y mencionando cuáles son los recursos fantásticos y cuál es el tema fantástico que
presenta este cuento.

19.Lean de forma completa la novela corta “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada”
del escritor colombiano Gabriel García Márquez. Con este enlace pueden acceder al libro en formato PDF:
http://bitly.ws/gMHK . El será el

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