La Imputación Objetiva en El Delito de Lavado de Activos

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LA IMPUTACIÓN OBJETIVA EN EL DELITO DE LAVADO DE ACTIVOS A

TRAVÉS DE CRIPTOMONEDAS

Deiner Jair Arias Martínez

Universidad Pontificia Bolivariana


Escuela de Derecho y Ciencias Políticas
Medellín
2020
LA IMPUTACIÓN OBJETIVA EN EL DELITO DE LAVADO DE ACTIVOS A
TRAVÉS DE CRIPTOMONEDAS

DEINER JAIR ARIAS MARTÍNEZ

Trabajo de grado para optar por el título de Magíster en Derecho

Asesor

Andrés Felipe Duque Pedroza


Doctor en Derecho

Universidad Pontificia Bolivariana


Escuela de Derecho y Ciencias Políticas
Maestría en Derecho
Medellín
2020
Fecha: 03 de noviembre de 2020

Nombre del estudiante: Deiner Jair Arias Martínez

Nombre del asesor: Andrés Felipe Duque Pedroza

Nombre dej jurado 1: Miguel Díez Rugeles

Nombre dej jurado 2: Enán Enrique Arrieta Burgos


Fecha: 03 de noviembre de 2020

DEINER JAIR ARIAS MARTÍNEZ

“Declaro que este trabajo de grado no ha sido presentado con anterioridad para optar a un
título, ya sea en igual forma o con variaciones, en ésta o en cualquiera otra universidad”.
Art. 92, parágrafo, Régimen Estudiantil de Formación Avanzada.

Firma del autor:


Nombre: DEINER JAIR ARIAS MARTINEZ
La imputación objetiva en el delito de lavado de activos a través de criptomonedas

Resumen

Las criptomonedas o monedas virtuales son un nuevo fenómeno tecnológico que permite el
intercambio de bienes y servicios de una forma virtual, sin la intervención de un ente
regulador o banco central. De allí que las criptomonedas han logrado un alto grado de
penetración en los mercados nacionales e internacionales, interviniendo en casi todo tipo de
transacciones. Este fenómeno no se encuentra expresamente prohibido en la legislación penal
colombiana, de lo cual, como veremos, no puede decirse su completa permisión. En el
presente escrito se establece que las transacciones con monedas virtuales constituyen, para
efectos penales, un riesgo jurídicamente desaprobado en aquellos casos en los que el agente
comercial incumpla sus deberes de gestión y control. Esto es, su permisión o prohibición
dependerá de los modelos de autorregulación (compliance) del agente comercial. Así las
cosas, la existencia del riesgo jurídicamente desaprobado generado en las transacciones con
monedas virtuales, podría constituirse como la base de la imputación objetiva en el delito de
lavado de activos.

Palabras clave
Imputación, riesgo, criptomonedas, lavado de activos, derecho penal

Abstract
Cryptocurrencies or virtual currency is a new virtual phenomenon that allows the exchange
of goods and services virtually, without intervention of a regulatory entity or central banking.
Hence, the cryptocurrencies have achieved a greater penetration in the national and
international markets, intervening in almost all kind of transactions. This phenomenon is not
expressly prohibited in the Colombian criminal law, whereof, as we can see, this law cannot
decide its complete permission. The present writing set up that transactions with virtual
currencies, represent, for criminal porposes, a legally disapproved risk in those cases in which
marketing agent breaches with his duties to manage and control. That is, its permission or
prohibition will depend the marketing agent’s self-regulation models. So, the existence of the
legally disapproved risk generated in transactions with virtual currencies, it could be
established as the basis of objective imputation in the money laundering crime.

Key words
Imputation, risk, cryptocurrencies, money laundering, criminal law

Introducción
Es evidente que la globalización es un fenómeno que ha alcanzado esferas inimaginables. La
comunicación sin fronteras ha impactado, de esta manera, también al comercio. El uso de las
tecnologías de la información, de las redes de comunicación y de los datos personales, han
servido para fundamentar nuevas formas de comercialización de bienes y servicios. Es en
este panorama en el que aparecen las monedas virtuales. En estas, como en todo tipo de
dinero, su función es representativa de liberar obligaciones. Sin embargo, en comparación
con el dinero que emiten los bancos centrales y que, por ende, tiene una vinculación con una
institución del Estado; las monedas virtuales se expiden y circulan sin la intervención y
garantía de ningún banco central. Por ello, son transacciones que nacen y se soportan solo a
través de las redes de comunicación establecidas a través de medios virtuales.

Las legislaciones han optado por regular el tema de las monedas virtuales de distinta manera:
(i). algunas han optado por prohibir completamente su utilización, (ii). otras han preferido no
prohibirlas expresamente, de lo cual surge la pregunta sobre los ámbitos de permisión que de
ellas se deducen y (iii). otras han regulado expresamente los criterios necesarios para afirmar
su permisión. Con independencia de los criterios que se asuman en cada legislación, todas
son constantes en afirmar que el tráfico de monedas virtuales puede generar amplios
escenarios de riesgos para bienes jurídicos penalmente tutelados, como el caso del orden
económico y social.
En Colombia, no se afirma la expresa prohibición de las monedas virtuales; sin embargo,
tampoco son expresos los ámbitos de regulación de los que se puedan deducir sus fronteras
de permisión. Ello hace que le corresponda al operador jurídico, en cada caso, determinar los
escenarios de riesgo penalmente desaprobado para estas operaciones. Bajo este horizonte
justificativo este trabajo quiere encontrar aquellos criterios que fundamentan el riesgo
penalmente desaprobado en el delito de lavado de activos cometido a través de las
criptomonedas o monedas virtuales.

Como hipótesis de trabajo sostendremos que, con independencia de su expresa prohibición,


en Colombia, es necesario que cada agente comercial se autorregule, identificando y
controlando, a sí mismo, los amplios espacios de riesgo que surgen en el tránsito con monedas
virtuales. Esto es: la permisión o prohibición de estos comportamientos, a título de lavado de
activos, dependerá de los marcos de cumplimiento (compliance) que realice el sujeto que
comercialice con monedas virtuales.

De allí surge la necesidad por la identificación de toda la normativa (interna y externa, directa
e indirecta) que podría vincular los espacios de autorregulación del agente comercial en lo
que tiene que ver con monedas virtuales. Desde esta identificación, el presente artículo
pretende construir una propuesta que, por un lado, reconozca la existencia del riesgo en las
transacciones con monedas virtuales y, por otro lado, establezca los procesos de verificación
que deberían implementarse con miras a especificar, de mejor modo, los criterios de
permisión o prohibición de estos comportamientos en Colombia. Para poder concretar el
estudio servirá como base el delito de lavado de activos. Esto, pues su estructura permitiría
concluir que, ante el incumplimiento de los criterios o procesos de autorregulación, se podría
generar responsabilidad, como autor o participe, en el delito de lavado de activos.

Para poder demostrar la hipótesis planteada, en este escrito resultado de investigación se


acogió un método analítico de tipo documental. Así, a través de un ejercicio dogmático se
buscó impactar la adjudicación del derecho positivo vigente con una propuesta que resulta
del análisis de los textos y teorías que constituyen nuestro estado del arte. Para el rastreo de
la información documental se acudió a bases de datos especializadas y a repositorios
universitarios, privilegiando textos que fuesen resultados de investigación.

Este artículo se estructura en tres capítulos. En una primera parte, de un modo más general,
se describen los ámbitos de regulación, el qué y el cómo de las monedas virtuales. En un
segundo capítulo, de un modo más específico al derecho penal, se determina la relación entre
la imputación objetiva, a través del concepto de riesgo jurídicamente desaprobado, y el delito
de lavado activos que se puede generar a través de la utilización de monedas virtuales. En
una tercera parte, de tipo propositivo, se analizará todo lo estudiado para identificar los
procesos de autorregulación que deberían vincular la actividad del agente comercial que
realice su actividad en el terreno de las criptomonedas.

1. Las criptomonedas: aproximación a un concepto y marco regulatorio nacional

Para comprender que es una criptomoneda hay que conocer primero su génesis. La aparición
o primer antecedente conocido de las criptomonedas, también conocidas como criptodivisas
o criptoactivos, se remonta a los años 80. Surgen como una necesidad del uso de la
criptografía1 como elemento generador de un cambio social y político en el mundo, con lo
cual se buscaba la descentralización del dinero. En 1998, Wei Dai, importante científico
informático y criptógrafo, difundió un artículo llamado “B-Money” a través de una lista de
correo electrónico llamado “cypherpunks”. En dicho artículo hacía alusión al concepto de
moneda criptográfica y propuso la unión entre una moneda y la criptografía con el fin de
reemplazar el control que realizaba la autoridad monetaria en la creación y la ejecución de
las transacciones mediante la utilización de pruebas matemáticas que proporcionan elevados
niveles de seguridad. (Dai, 1998).

1
Criptografía, es la ciencia y arte de escribir mensajes en forma cifrada o en código (Venturini, 2020).
En el año 2008 estalla la última gran crisis económica de la historia reciente. Particularmente,
la llamada crisis de las hipotecas subprime2, lo cual trajo consigo la reducción de la confianza
en las instituciones financieras, gobiernos y en general todos los actores responsables de la
economía local y global. Las reacciones por parte de la población no se hicieron esperar,
surgiendo un pánico bursátil con carácter transnacional. Los bancos de inversión sufrieron
pérdidas en todo el mundo y las economías se vieron afectadas por la carencia de crédito.
(Shiller, 2009). En esta coyuntura surge, a través de internet, una propuesta para crear dinero
digital. La idea era crear un sistema monetario alterno, independiente de todo gobierno e
institución financiera. Así, esta fue la primera vez que se habló de criptomoneda o
criptodivisa.

La inicial y más popular criptomoneda en ser utilizada fue el Bitcoin, la cual aparece
mencionada en un artículo en el año 2008, publicación del paper de Satoshi Nakamoto3. Esta
criptomoneda sería implementada por primera vez en el año 2009, a través de un cliente
bitcoins. Desde entonces, han aparecido muchas otras criptomonedas con diferentes
características y protocolos: el Litecoin, Ethereum, Ripple, Dogecoin.

Según Coinmarketcap.com4, para el 27 de febrero de 2020 había 5154 criptomonedas y


20,654 mercados. En esto, se evidencia una prevalencia del bitcoin sobre las demás
criptomonedas de 63,9% y con un total de más de 18,2 millones de bitcoins circulando en
total (CoinMarketCap.com, 2020). Puede decirse que, en la actualidad, cualquier persona con
conocimientos en programación y con la tecnología necesaria para ello, puede crear una
criptomoneda.

2
Crisis de las Hipotecas Subprime, es la denominación de la crisis financiera que tuvo su inicio en septiembre
de 2008, la cual se dio por desconfianza crediticia y la sobrevaloración de unos activos, en este caso
inmobiliarios, los precios de la vivienda en Estados Unidos (Domínguez, s.f.).
3
Satoshi Nakamoto, es el seudónimo adoptado por una persona o un grupo de programador(es) expertos en
criptografía, que creó el protocolo Bitcoin en el año 2008 y que hasta la fecha permanece en el anonimato.
4
Coinmarketcap.com, es un portal especializado en análisis y seguimiento del mercado de criptodivisas, que
proporciona datos sobre más de 2000 criptomonedas en tiempo real.
Para abordar las diferentes acepciones de criptomonedas o criptodivisas, es necesario precisar
que los diversos conceptos que se toman en este escrito están relacionados entre sí. Las
criptomonedas, el Bitcoin, Litecoin, Ethereum entre otras monedas virtuales, tienen un
mismo significado e interpretación. Así lo enuncia la primera licencia para el funcionamiento
de monedas virtuales emitida por el Estado de Nueva York, “Toda unidad digital, creada u
obtenida a través de cálculos matemáticos, cuyo sistema este basado en internet y sea
utilizado como un medio de cambio o una forma de valor digitalmente almacenado”.
(BitLicense, 2015).

Las Criptomonedas han sido definidas como dinero virtual no regulado, controlado por sus
usuarios, que utiliza la criptografía de clave asimétrica5 para suministrar seguridad al sistema
digital que les da vida (CID, 2016). Definiendo las criptomonedas de una forma más simple,
podríamos decir que son un nuevo medio de pago digital y descentralizado que no depende
de ningún gobierno o entidad financiera que las regule o administre. Ahora bien, a pesar de
la no intervención de ningún gobierno en su regulación, algunas autoridades gubernamentales
han emitido su propia definición de criptomonedas o criptodivisas, tal y como lo ha hecho la
Autoridad Bancaria Europea:

Las criptomonedas constituyen una representación digital de dinero no emitido por un banco
central, ni por una autoridad monetaria oficial además de estar desligada de cualquier tipo de
moneda fiduciaria, pero aceptada por personas naturales o jurídicas como medio de pago y
que puede transferirse, almacenarse o negociarse por medios electrónicos, y no tienen la
consideración legal de moneda o dinero. (EBA, 2014).

5
Criptografía de clave asimétrica, Es un tipo de criptografía computacional, la cual usa un algoritmo
matemático muy complejo para crear dos claves en cada extremo de la comunicación: una clave pública y una
clave privada. La clave pública es visible para todos los usuarios del sistema de comunicación y la clave
privada es secreta y resguardada por el propio usuario.
Inicialmente, las criptomonedas se utilizaban tan sólo como medio de inversión para obtener
rentabilidad en la actividad de trading6 o en la compra y venta de activos e inversiones en
otras divisas de curso legal. Sin embargo, los constantes avances tecnológicos y el desarrollo
de los negocios digitales han permitido la penetración de las criptodivisas en casi todo tipo
de transacciones virtuales y presenciales. Tanto así, que ya existen plataformas equivalentes
a PayPal para el pago con bitcoins como, por ejemplo, BitPay. Esto es, plataformas que
permiten que las monedas virtuales ya no sólo circunscriban su uso al comercio electrónico,
sino que también puedan ser utilizadas en los comercios tradicionales, como restaurantes,
mercados, etc.

La característica principal de las criptomonedas o criptodivisas que existen en la actualidad


es su naturaleza descentralizada, ya que no son monedas fiduciarias o centralizadas, es decir,
no son monedas de curso legal emitidas por una autoridad central. (Franco, 2014). A
diferencia del dinero electrónico que se encuentra respaldado por el dinero en efectivo
depositado en bancos y entidades financieras, que a su vez son respaldadas por un banco
central; las monedas virtuales no son respaldas por ningún banco nacional o central, lo cual
constituye un evidente riesgo para sus usuarios. Sin embargo, esto no ha interrumpido la
proliferación y uso de las monedas virtuales. Por el riesgo mencionado, cada vez son públicos
más casos de estafas de inversiones en moneda virtual; pagos de extorsiones con monedas
virtuales; lavado de activos a través de criptomonedas, etc. Se ha dicho que “durante el año
2019 se lograron robar al menos 4.26 mil millones de dólares solo en extorsiones directas
reclamando con criptomonedas” (Perez & Ramirez Escudero, 2020). Aun así, la proliferación
de estas monedas continúa en aumento, entre otras razones, por el ascenso en su valor de
cotización en los últimos años.

De las 5154 criptomonedas o criptodivisas listadas por (CoinMarketCap.com, 2020) algunas


fueron creadas en Latinoamérica, como el Petro (PTR) de origen Venezolano y auspiciada

6
El trading consiste en comprar o vender instrumentos financieros cotizados en bolsa, acciones, empresas,
divisas o materias primas, utilizando una plataforma que nos suministra un bróker, y con la intención de
obtener ganancias económicas (Economia de hoy.es, 2017).
por el mismo gobierno; las Argentinas JasperCoin (JAK), Voxels (VOX) Decentraland
(MANA), Inbest (INBST) y BitArs; la agrocoin (AGLT) de origen Mexicano; la Chaucha
(CHA) y la Luka (LUK) creadas por Chilenos; la Peruana Lekcoins (LEK); y La colombiana
creada por la compañía Fenix Line Premium en el año 2018, Triskel Coins (TSK). Todas
estas criptodivisas poseen diferentes características y protocolos, pero guardan la esencia
explicativa que ya hemos abordado.

El bitcoin constituye la expresión más importante y representativa de lo que ha sido


denominado “criptomonedas o criptoactivos”. Además de ser un hito en su creación, es el
primer caso de la versión descentralizada de este género también llamado "monedas virtuales
o monedas digitales” (Mora, 2015). El bitcoin es un sistema de pagos virtuales que se basa
en la tecnología blockchain o cadenas de bloques. En estos no existen intermediarios y las
transacciones se realizan de forma anónima, por lo que se utiliza una clave pública y una
privada, lo cual le proporciona al usuario el control de las operaciones. Cada transacción se
registra en un “libro blanco7”, de forma digital y con base criptográfica, lo cual permite
verificar la validez e integridad de cada transacción. Los usuarios solo requieren de una
aplicación móvil llamada wallet “billetera electrónica” donde se puede almacenar y transar
con bitcoins. En este sistema no existe una administración o banco central, pues los bitcoins
y sus transferencias se registran en una base de datos de carácter pública, por cuanto todos
tienen acceso a ella, que se almacena en una red distribuida en todos los puntos o "nodos" de
la red P2P “punto a punto”8.

Los bitcoins como medio de pago de bienes y servicios tienen un alto grado de aceptación en
el ciberespacio y en el comercio electrónico, pero la aceptación como moneda legal y de libre
circulación, se encuentra sujeta a la normatividad de cada país. Así, puede decirse que a nivel
jurídico se encuentra un vacío legal en casi todos los países del mundo por la poca o

7
Libro blanco, se refiere a un libro contable de libre acceso para todos los usuarios, el cual se encuentra
distribuido en todos los equipos, donde se registran todas las transacciones efectuadas entre los usuarios de la
red y adonde se guarda la información de una forma permanente y verificable.
8
Red P2P o red punto a punto, hace referencia a una conexión entre pares o iguales “par - par”.
inexistente regulación sobre este tipo de moneda virtual no regulada. En algunos países el
uso de los bitcoins se encuentra restringido para determinadas industrias y sectores
económicos. Por ejemplo, en China está prohibido transar con bitcoins en el sector energético
y minero. Por el contrario, existen países como Japón, donde se aprobaron las transacciones
con las criptomonedas y su aceptación como forma de pago legal, sometiéndolas al control y
vigilancia de las autoridades.

El Blockchain o cadena de bloques es un sistema contable público y distribuido, en el cual


se basa toda la red bitcoin. Todos los movimientos y transacciones confirmadas se insertan
en la cadena de bloques. De tal forma que las wallets o billeteras de bitcoins pueden calcular
y consultar el saldo disponible y las nuevas operaciones y movimientos puedan ser
verificadas, certificando que el cobro se está haciendo al cliente bitcoin que realiza el pago.
La integridad, la fiabilidad y el orden cronológico de la cadena de bloques se cumple a través
de la criptografía. (Asobancaria, 2017).

En igual sentido, Swan (2015), citado por (Corredor Higuera & Díaz Guzmán, 2018),
sostiene que el Blockchain es un libro mayor descentralizado y transparente con los registros
de transacciones una base de datos que es compartida por todos los nodos de la red,
actualizada por los mineros, monitoreada por todos, y de propiedad y controlada por nadie.
Se asemeja a una hoja de Excel que es asesada y actualizada en línea por todos los usuarios
de la red y que sirve para verificar que todas las transacciones anónimas sean verídicas y
fiables.

Grosso modo, el Blockchain o cadena de bloques es un método para registrar los datos de
forma prolongada y segura. Es una especie de sistema contable que almacena de forma
distribuida en varios ordenadores, ya que la información es acopiada y procesada en toda una
red de servidores y nodos situados por todo el mundo. Toda la red de servidores y nodos
verifican los registros digitales de las transacciones y movimientos a través de un método de
encriptación y verificación, llamado “hashing9”, que es lo mismo que una huella digital. Cabe
destacar que estos registros no se pueden modificar o eliminar, solo se pueden agregar nuevos
registros de las transacciones digitales, método que es virtualmente imposible de hackear o
“piratear”.

En el sistema monetario tradicional, la emisión de moneda fiduciaria o de curso legal se


realiza mediante la emisión de papel moneda por parte de una autoridad central o banco
central. Por el contrario, la generación de criptomonedas se da mediante un proceso conocido
como minería de criptomonedas. Este proceso consiste en la verificación y validación de
transacciones en el blockchain o cadena de bloques. Los mineros verifican, validan las
transacciones y actualizan el libro de contabilidad, función para la cual se requieren
computadoras especializadas. A los mineros que logran escribir nuevos bloques en la cadena
le son entregados como “recompensa” por su esfuerzo, una suma de dinero por su trabajo de
minería. En el caso del bitcoin, por cada bloque valido encontrado, el minero recibe 12,5
bitcoins a modo de recompensa. Pago que se realiza con monedas que se encuentran en
reserva y que en ese momento entran a circular en la red bitcoin (Pastorino, 2018).

El funcionamiento de cada criptomoneda depende del sistema que utiliza la cadena de


bloques o el algoritmo de cada criptomoneda y de ello depende la forma de minar nuevas
criptomonedas. Sin embargo, todas tienen algo en común: los mineros desempeñan la función
de agentes de registro y facilitan el proceso de desencriptación. Los mineros son
indispensables para conservar la estabilidad y la seguridad de la red. Las criptomonedas son
finitas y a diferencia de las monedas de curso legal o fiduciaria, tienen una cantidad máxima
que se puede generar o minar.

En el caso del bitcoin, la cantidad máxima y total de bitcoins que pueden existir es de 21
millones. Según BuyBitcoin Worldwide (2020), para el 27 de febrero de 2020,

9
Hashing es una función criptográfica que permite codificar datos para formar una cadena de caracteres única,
que permite asegurar la autenticidad de datos, almacenar de forma segura contraseñas y la firma de documento
electrónicos (Bitme Academy, s.f.).
hay 18.248.850 bitcoins en existencias. Este número cambia cada 10 minutos, cuando nuevos
bloques son minados. Así, quedan 2.751.150 bitcoins restantes por minar. Según
(BuyBitcoin Worldwide, 2020), al momento de escribir este artículo, hay un poco más de 57
millones de Litecoin (LTC) en stocks, al igual que 100 millones de Ether (ETH) en stocks.

En materia de regulación del uso y creación de las criptomonedas no existe uniformidad a


nivel internacional, debido a que cada país tiene sus propias políticas monetarias. Esto es,
cada Estado se ha encargado de acoger diferentes posturas frente a esta innovación
tecnológica, tanto en el ámbito político como en el social y económico y de acuerdo a su
conveniencia. De modo que existen países que han tomado la decisión de prohibir el curso
legal de las criptodivisas; mientras que existen otros que la han recibido de una manera más
abierta y hasta han creado marco regulatorio.

Algunos gobiernos han abordado la regulación de las criptomonedas desde diferentes


enfoques: la protección del consumidor, la prevención del crimen y gravamen o el recaudo
de impuestos. Según (AnalistaIG España, 2018), bróker10 Nº1 de este país en mercados
financieros a través de CFD11, la regulación de las criptomonedas a nivel mundial, para el
año 2018, se encontraba así:

Tabla 1
Regulación mundial de las criptomonedas
Normativas
Ambas normativas:
contra el
Prohibición absoluta Prohibición fiscales y contra el
Normativas blanqueo de
de las implícita de las blanqueo de dinero y
fiscales dinero y
criptomonedas criptomonedas financiación del
financiación del
terrorismo
terrorismo
Argelia Bahrein Argentina Islas Caimán Australia

10
Broker, es la persona que realiza la intermediación entre vendedores y compradores de monedas virtuales.
11
CFD, llamados contratos por diferencia, son instrumentos que no cotizan en mercados organizados y que
permiten invertir en mercados accionarios y de divisas sin tener que adquirir los activos subyacentes como las
criptomonedas.
Bolivia Bangladesh Austria Costa Rica Dinamarca
Egipto China Bulgaria República Checa Japón
Irak Colombia Finlandia Estonia Suiza
Argelia Bahrein Argentina Islas Caimán Australia
Bolivia Bangladesh Austria Costa Rica Dinamarca
Egipto China Bulgaria República Checa Japón
Irak Colombia12 Finlandia Estonia Suiza
Marruecos República Islandia Gibraltar
Dominicana
Nepal Indonesia Israel Hong Kong
Pakistán Irán Italia Isla de Man
Emiratos Árabes Kuwait Noruega Jersey
Unidos
Lesoto Polonia Letonia
Lituania Rumanía Liechtenstein
Macao Rusia Luxemburgo
Omán Eslovaquia Singapur
Qatar Sudáfrica
Arabia Saudí España
Taiwán Suecia
Reino Unido
Fuente: recuperado del portal IG España: https://www.ig.com/esp. Mayo de 2020.

En materia de regulación de minería, transacción y uso de criptomonedas en Colombia,


existen diversos aspectos que lo obstaculizan. En primera medida, no son monedas de curso
legal o monedas fiduciarias emitidas por el Banco de la República, por lo que carecen de
cualquier respaldo monetario por parte del emisor. Lo anterior, sumado a las alertas
realizadas por Superintendencia Financiera (tema que será profundizado más adelante),
aunado a lo estipulado por la Constitución Colombiana en sus artículos 150, 189, 371 y 372,
donde se fijan, entre otras, las responsabilidades del legislativo, el ejecutivo y el emisor

12
Si bien Analista del portal IG España, sitúa a Colombia en la tabla 1, como un país con prohibición implícita
de las criptomonedas, ello no es del todo cierto. Lo que ocurre, como se demostrará en este artículo, es que no
hay permisión o soporte para este tipo de dinero virtual por parte del banco central, lo que hace que, como se
demostrará en la tesis, existan ámbitos de prohibición y ámbitos de permisión penal de los comportamientos.
respecto a las políticas monetarias, se estable que la única moneda de curso legal en el país
es el peso. Así, la circulación de esta moneda es controlada por el Banco de la República con
las denominaciones en monedas y billetes que actualmente se encuentren vigentes. (Torres
Largo , Verdugo Fernández , & Mosquera Palacios , 2019).

El Banco de la República, en 2014, emitió un comunicado respecto al Bitcoin, donde informa


que:

La única unidad monetaria y de cuenta en Colombia es el peso (billetes y monedas) emitido


por el Banco de la República; El bitcoin no es una moneda en Colombia y, por lo tanto, no
constituye un medio de pago de curso legal con poder liberatorio ilimitado. No existe
entonces obligatoriedad de recibirlo como medio de cumplimiento de las obligaciones por lo
que el bitcoin tampoco es un activo que pueda ser considerado una divisa debido a que no
cuenta con el respaldo de los bancos centrales de otros países. En consecuencia, no puede
utilizarse para el pago de las operaciones de qué trata el Régimen Cambiario expedido por la
Junta Directiva del Banco de la República. (Banrepublica, 2014).

Asimismo, la Superintendencia Financiera de Colombia ha alertado sobre los potenciales


riesgos del uso de las criptomonedas, tal y como se evidencia en la siguiente circular:

Esta Superintendencia mediante la expedición de las Cartas Circulares 29 de 2014 y 78 de


2016 ha venido alertando acerca de los riesgos potenciales asociados a las operaciones que
se realizan con las denominadas “Monedas Electrónicas- Criptomonedas o Monedas
Virtuales”. (Superfinanciera, 2017, pág. 1).

Las Superfinanciera, desde el año 2014, ha venido generando algunas alertas y


recomendaciones en concordancia con el Banco de la República en las que se insiste que este
tipo de dinero virtual no regulado no es considero como moneda legal en Colombia y, por lo
tanto, no constituyen un medio de pago de curso legal con poder liberatorio ilimitado. En
consecuencia, no existe obligatoriedad de transar con este tipo de monedas digitales como
medio de cumplimiento de los compromisos financieros y obligaciones entre los
consumidores financieros y las entidades vigiladas por la superintendencia financiera de
Colombia. (Superfinanciera, 2017, pág. 2).

Referente a normas y conceptos en materia tributaria, la Dirección de Impuestos y Aduana


Nacionales (DIAN) en el Concepto No. 20436 de 2017, indicó que la actividad de minería
de criptomonedas se encuentra gravada a través del impuesto a la renta, ya que la validación
de transacciones y la generación de nuevos bloques para la red de criptomonedas requiere de
una gran inversión tanto en equipos como en energía eléctrica, permitiendo la obtención de
un bien que supone el registro de información digital, a la que se le atribuye valor por
consenso, entre los participantes de la red, motivo por el cual las ganancias producto de
minería en criptomonedas, deben ser declaradas en renta. (Martínez, 2019).

Por otro lado, la Ley de Financiamiento en su versión 2.0 (Ley 2010 de 2019), en su artículo
91, reglamentó de forma indirecta las criptomonedas, ya que incluyó a las empresas de
tecnología, como una forma de emprendimiento e innovación dentro de las empresas de
economía naranja involucradas con el desarrollo de industrias de valor agregado tecnológico,
y actividades creativas, por lo cual, tienen un incentivo tributario libre de renta por un término
de siete años. Por lo que las empresas que desarrollen actividades de minería de
criptomonedas, podrían cobijarse de este beneficio (Ley 2010 de 2019. Arti 91).

Explicado cómo está el concepto y contexto nacional regulatorio de las criptomonedas, nos
corresponde ahora relacionar las conclusiones que de aquí surgen con la teoría de la
imputación objetiva en materia penal. Es decir, en el capítulo que sigue demostraremos los
puntos de irrigación mutua entre algunos criterios que emanan de la teoría de la imputación
objetiva y los ámbitos de permisión y prohibición de transacciones y operaciones mediante
criptomonedas. Todo será estudiado de cara a la descripción penal propia para el lavado de
activos.
2. La imputación objetiva en materia penal: la aparición del criterio del riesgo en las
criptomonedas y su relación con el delito de lavado de activos

Es pertinente precisar que la creación, utilización y/o transacciones realizadas con


criptomonedas, no son consideradas como conductas ilícitas en nuestro ordenamiento
jurídico; pero las características de este tipo de dinero virtual no regulado sí representan un
riesgo, tanto para sus usuarios como para el sistema financiero colombiano. Este riesgo,
además, visto desde otra perspectiva, confiere a los trasgresores del derecho penal la
posibilidad de dar una apariencia de origen legítimo o lícito a dineros o propiedades que, en
realidad, son producto de conductas delictivas. Es por ello que en este capítulo abordaremos
la institución del riesgo en la imputación objetiva y su impacto en el delito de lavado de
activos a través de criptomonedas; Hay que precisar que no estamos en la presencia de riesgos
materiales propios del siglo XX, derivados de delitos físicos o “analógicos”, sino de
verdaderos peligros generados por la virtualidad empleada por los cibercriminales en el
marco de una realidad simulada como el ciberespacio, para adquirir nuevos mercados
delictivos como el de las criptodivisas, rutas criminales y adquirir poder político y económico
(Posada Maya, 2018, pág. 232).

Para abordar la teoría de la imputación objetiva se debe conocer primero la definición de la


palabra imputación. Según el diccionario de la Real Academia Española, se define la
imputación como la acción y efecto de imputar, que a su vez refiere a la acción de atribuir a
alguien la responsabilidad de un hecho reprobable. Esta definición, sin embargo, para este
trabajo, resulta ser exigua, ya que nuestro interés es estudiar la imputación objetiva en un
sentido mucho más específico: el propio del derecho penal.

En este sentido, aunque el concepto de imputación objetiva se lo debemos a Karl Larenz, el


primero en introducir el término ‘imputatio’ como expresión técnica en la ciencia del derecho
fue el filósofo del derecho natural Samuel Pufendorf. El concepto de Larenz se encuentra
conectando tanto con la distinción común hasta el siglo XVIII entre imputatio facti e
imputatio iuris como con la doctrina finalista de la acción de Hegel, formulada poco tiempo
después por Hans Welzel. Larenz sustenta la categoría de la imputación objetiva en una teoría
de la acción. Luego, aparecen otros autores como Richard Honig, quien contrariamente a
Larenz busca “derivar el concepto de imputación objetiva prescindiendo de toda concepción
filosófica, a partir de los principios generalmente reconocidos de la teoría general del
Derecho” y Roxin, el cual elimina de todo vestigio ontológico la teoría de la imputación
objetiva, hasta llegar a Günther Jakobs, quién desarrolla los conceptos fundamentales
relacionados con la teoría de la adecuación social de Welzel (Haas, 2016, pág. 3).

Se denomina imputación objetiva a aquella proposición que demarca la responsabilidad penal


a un resultado y que sirve para subsumir el hecho en el tipo objetivo. Es el elemento central
de las corrientes jurídico-penales denominada funcionalistas, que buscan establecer un
sistema de imputación penal libre del contenido naturalístico propio de las corrientes
causalistas y finalistas. Se trata, por tanto, de un concepto edificado, con mayor profundidad,
en corrientes teóricas con marcado carácter social, propensas a la normativización de todos
los conceptos fundamentales de la dogmática penal. Así, la imputación objetiva es la
atribución de una acción a un resultado, cuando esta acción crea un peligro no permitido o
jurídicamente desaprobado, siendo dicho resultado consecuencia lógica del riesgo creado, es
decir, debe haber una relación directa entre el resultado típico y la acción que crea el riesgo
jurídicamente desaprobado (Dal Dosso, 2011).

En la teoría de la imputación objetiva existen dos grandes posturas de necesario estudio. Por
un lado, a partir de los planteamientos de Claus Roxin y, por otro, desde los planteamientos
de Günther Jakobs. Ambos sistemas son conocidos, respectivamente, como “sistema
racional-final o normativismo moderado” y “funcionalismo sistémico o normativismo
radical” (Quispe, 2018).

Ahora, si quiere encontrarse el aspecto común entre ambas escuelas teóricas, podríamos
identificarlo en el concepto de riesgo permitido/prohibido. Esto es, digamos, desde ya, que
el aspecto central en toda teoría de la imputación objetiva viene dado por determinar cuál o
cuáles son los riesgos tolerados y prohibidos en una sociedad, y los criterios normativos con
los que así se califican. Solo puede imputarse objetivamente una conducta si, previamente,
ha generado un riesgo penalmente desaprobado.

Para Roxin (1997), la imputación al tipo objetivo se origina conforme a dos criterios
sucesivamente estructurados así:

a) Un resultado causado por el agente sólo se puede imputar al tipo objetivo si la


conducta del autor ha creado un peligro para el bien jurídico no cubierto por un riesgo
permitido y ese peligro también se ha realizado en el resultado concreto.

b) Si el resultado se presenta como realización de un peligro creado por el autor, por


regla general es imputable, de modo que se cumple el tipo objetivo. Pero, no obstante,
excepcionalmente puede desaparecer la imputación si el alcance del tipo no abarca la
evitación de tales peligros y sus repercusiones.

Para Roxin, la imputación objetiva presupone la realización de un peligro creado por el autor
y no cubierto por un riesgo permitido dentro del alcance del tipo. Por ello es que esta teoría
imposibilita la imputación del resultado cuando el agente con su conducta aminora el riesgo,
o no lo ha aumentado de manera jurídicamente considerable o cuando se ha actuado dentro
del riesgo permitido. (Roxin, 1997).

Así mismo, este autor, dentro de la creación de un riesgo no permitido desarrolla varios
criterios y determina en qué casos procede la exclusión de la imputación al tipo: a) La
exclusión de la imputación en caso de disminución del riesgo; b) La exclusión de la
imputación si falta la creación de peligro; c). En igual sentido estipula dentro de la realización
del riesgo no permitido en qué casos se considera excluida la imputación: a) La exclusión de
la imputación si falta la realización del peligro; b) La exclusión de la imputación si falta la
realización del riesgo no permitido; c) La exclusión de la imputación en caso de resultados
que no están cubiertos por el fin de protección de la norma de cuidado. (Roxin, 1997).
Desde otra perspectiva, la imputación objetiva para Günther Jakobs parte del entendimiento
de la sociedad construida a partir de los roles y las expectativas que de ellos se generan. Por
tal razón, concibe a la imputación objetiva como la encargada de constatar cuando una
conducta tiene carácter objetivamente delictivo, para lo que divide su estudio en dos niveles.
Nivel de la acción (imputación objetiva del comportamiento como típico) y el nivel de
resultado (imputación objetiva del resultado) (Jakobs, 1997).

Jakobs considera que el primer nivel de la imputación objetiva, o nivel de la acción


(imputación objetiva del comportamiento como típico), es un nivel completamente vinculado
a su concepto normativo de sociedad, el cual desarrolla a través de cuatro instituciones
dogmáticas:

a) El riesgo permitido: Para Jakobs el riego es inherente al hombre en sociedad, ya que


cualquier interacción social trae consigo un riesgo, un riesgo latente en todos los
ámbitos de la vida, el cual, hace parte del margen de libertad de actuación de cada
persona, en otras palabras, es una ponderación de costos y beneficios en la ejecución
de una determinada conducta, para poder hacer uso de los bienes, es necesario poner
en peligro estos u otros bienes. El riesgo permitido excluye el tipo y el riesgo deja de
ser permitido o pasa a ser riesgo no permitido cuando el propio derecho lo define
como no permitido por su peligrosidad concreta o abstracta. Por consiguiente, en el
ámbito de lo regulado por el Derecho no existe un grado fijo de permisión general
para llevar a cabo puestas en peligro, sino que la permisión está vinculada a la
configuración del comportamiento. No obstante, que las normas establezcan que
comportamientos se encuentran prohibidos, esto no faculta a presumir que lo no
excluido está permitido de forma absoluta (Jakobs, 1997).

En materia de conocimientos especiales, Jakobs zanja la discusión afirmando que a un rol


ordinario le atañen solamente conocimientos ordinarios y no especiales, mientras el agente
realice un comportamiento socialmente adecuado o no quebrante el rol donde se mueve, no
estaría sobrepasando el riesgo permitido. La situación cambiaria si el agente introduce por
iniciativa propia, esos conocimientos especiales, en cuyo caso quedan incorporados a su rol
y perderían la cualidad de conocimientos especiales. Esto se da cuando el autor por sus
conocimientos especiales asume el manejo de un escenario de riesgo y lo desvía hacia otras
personas, lo que lo haría responsable de las consecuencias (Jakobs, 1997).

b) Principio de confianza: Este criterio parte del reconocimiento de una pluralidad de


intervinientes en una actividad generadora de peligro. Así, para Jakobs, el principio
de confianza se materializa cuando el comportamiento de los seres humanos se
entrelaza y se confía en el correcto comportamiento de los demás, confianza que
involucra un connatural riesgo permitido, ya que no forma parte del rol del ciudadano
controlar de manera permanente a todos los demás. Este se manifiesta en todos los
ámbitos de la vida, puesto que en casi todas partes se encuentra el reparto de tareas o
división del trabajo. El Límite del principio de confianza es la posición de garante.
Así como la existencia de elementos que hagan pensar de manera inequívoca que el
tercero no se comportará de acuerdo a su rol (Jakobs, 1997).

c) Prohibición de regreso: Este ámbito de la imputación objetiva va dirigido al contenido


de la acción, encaminado a la observancia de los roles. Para Jakobs, la responsabilidad
jurídico-penal siempre tiene como fundamento la desobediencia o infracción de un
rol. La prohibición de regreso permite limitar el ámbito de la participación punible
con base a criterios objetivo-normativos, ya que se trata de eventos en los que el sujeto
activo encarrila hacia lo punible, la conducta estereotipada de un tercero que no tiene
carácter delictivo, un tercero ceñido a su propio rol. Aunque el tercero esté capacitado
física y psíquicamente para impedir el curso lesivo y con la sola decisión hubiera
alcanzado para evitarlo y no lo evitó, mientras se mantenga dentro de su rol opera la
prohibición de regreso, ya que sólo responde quien incumple su rol de ciudadano que
actúa en derecho. Los Límites de la prohibición de regreso son la posición de garante
y la instrumentalización del rol a favor del delito (Jakobs, 1997).
d) Competencia de la víctima: Es una institución basada en el principio de
autoprotección. Jakobs plantea que existen casos donde el actuar de la víctima la hace
merecedora de la imputación del resultado lesivo, eventos en los que la explicación
no es la "desgracia", sino la "lesión de un deber de autoprotección" o inclusive la
"propia voluntad". Es por ello que en este acápite Jakobs busca normativizar la
incidencia de la conducta de la víctima dentro de la esfera de la imputación objetiva,
congregando las infracciones de los deberes de autoprotección y la voluntad bajo el
rotulo de "acción a propio riesgo”. Institución planteada para los casos en que el
titular de un bien jurídico emprende conjuntamente con un tercero una actividad
riesgosa que termina lesionando dicho bien jurídico; donde se le permite al titular el
usufructo de sus bienes como lo crea conveniente, hasta llegar el punto de ponerlos
en peligro, pero a la vez, lo responsabiliza de los daños que puedan resultar de esa
actividad riesgosa. Al igual que el sujeto activo no puede actuar de forma arriesgada
y quebrantar imprudentemente su rol sin que haya una consecuencia por su actuar
lesivo, tampoco el sujeto pasivo de la acción puede embarcarse en un contacto social
riesgoso, sin someterse a las consecuencias que acordes a un pronóstico objetivo son
previsibles (Jakobs, 1997).

En el segundo nivel de la imputación objetiva, o nivel de resultado (imputación objetiva del


resultado), Jakobs propone que, en el ámbito de los delitos de resultado, el resultado
producido queda explicado intrínsecamente por el comportamiento objetivamente imputable.
Ya que puede suceder el caso en que un determinado daño, a causa de la compensación de
riesgos, pueda ser explicado no a través del riesgo no permitido, sino como una simple
consecuencia del riesgo de vivir, a lo que llamó realización de riesgos (Jakobs, 1997).

La teoría de la imputación objetiva es un elemento normativo del tipo, que además de servir
como vínculo entre la acción y el resultado típico, sirve para establecer cuándo estamos frente
a una acción penalmente relevante, ya que a través de los criterios del aumento del riesgo y
del quebrantamiento de los roles, se busca determinar el injusto y la atribución de un
resultado a la conducta del autor.

Como se ha visto, con independencia de las teorías que se asuman, el riesgo es el eje central
en el que gira la teoría de la imputación objetiva, donde se debe establecer si estamos frente
a un riesgo permitido o un riesgo jurídicamente desaprobado, ya que esta teoría exige
verificar que el comportamiento haya creado un riesgo jurídicamente desvalorado y éste se
haya realizado en el resultado típico.

Se trata, asimismo, del concepto que rodea nuestra pregunta de investigación. La


determinación de una conducta como riesgo jurídicamente desaprobado no parte, en todos
los casos, de la expresa prohibición. Por supuesto que cuando la conducta supone una
prohibición concreta, nos encontramos ante un escenario de riesgo desaprobado. Sin
embargo, los casos más complejos son aquellos en los que, si bien no existe expresa
prohibición, es posible deducir de cierto comportamiento una desaprobación para el derecho
penal. Son estos los casos más problemáticos para la imputación objetiva y, a su vez, es el
caso que representa nuestro trabajo de investigación.

Para responder este interrogante, debemos reiterar que el concepto de riesgo es una
construcción puramente normativa. No toda acción arriesgada comunicaría un sentido de
prohibición al sistema en que se incorpora (Posada Maya, 2018). De allí que le corresponde
al operador jurídico, en todos los casos, determinar los marcos concretos de prohibición de
ciertos comportamientos, aun cuando estos, vistos de forma abstracta no reporten ilicitud
penal. Es, en este sentido, donde aceptamos que los planteamientos del profesor Jakobs
pueden ser más ilustrativos para determinar los ámbitos de permisión o no de
comportamientos. Es decir, la valoración del riesgo penal requerirá, previamente, la
determinación del rol y las expectativas de quien realizó el comportamiento. Desde el rol es
posible identificar qué se espera y qué no se espera (ámbitos de competencia específicos) del
agente. En materia penal el concepto de rol es determinante a la hora de delimitar las
competencias del actor. Ya que solo se responde hasta donde el rol lo permite. Así las
cosas, el ostentar un determinado rol hace a un sujeto portador de derechos y deberes
(Duque Pedroza, 2018). El establecimiento del riesgo penalmente desaprobado es la
constatación de la defraudación de la competencia concreta del autor, vista desde un
particular ámbito situacional. Con este criterio se pueden resolver aquellos casos difíciles en
los que, pese a no existir prohibición del comportamiento, su realización supera el margen
de la permisión que otorga el derecho.

Son comunes, en este punto, los casos que desde el derecho económico surgen. Piénsese en
transacciones lícitas realizadas por los trader y agentes económicos, pero que, desde su
contexto situacional, pueden suponer actos de favorecimiento o ayuda en injustos delictivos
ajenos, aun cuando frente a estos últimos no exista acuerdo para su realización 13. En estos
casos, sería posible afirmar que es necesario institucionalizar ciertos deberes de los trader y
de los agentes económicos al momento de realizar operaciones económicas, pues en el fondo
de todo se encuentra la siguiente idea: de su solo rol como operador del tráfico económico
siempre hay riesgos inherentes que deben generar deberes de control o supervisión para todos
los intervinientes. Ahora, esta idea (la del riesgo basado en el rol social) requerirá de unos
limitantes para que la ampliación de la responsabilidad penal no se haga al máximo. Esto,
pues es evidente que en toda actuación humana hay riesgos. Los limitantes los establece la
delimitación concreta del rol frente al cual surgen dos deberes. No todos deben responder de
todo o, lo que es lo mismo, no todos tenemos posición de garante frente a todo. Por ej: el
comerciante de bienes raíces tiene el deber (por su rol) de evitar pagos en efectivo. Si bien
su incumplimiento no genera, per se, responsabilidad penal, su no cumplimiento sí puede ser
considerado un riesgo jurídicamente desaprobado.

13
Es el caso, por ejemplo, de las denominadas conductas neutrales en derecho, de modo que desde ellas se
puedan determinar espacios de prohibición penal a título de complicidad en injustos ajenos. Para un mayor
detalle de esta figura, pueden consultarse los textos del profesor Ricardo Robles Planas (2003; 2008).
Por ello, explicado como está, dedicaremos el tercer capítulo de este escrito a indagar por los
deberes de los trader de criptomonedas14 en las transacciones con monedas virtuales. A partir
de sus roles en el sistema económico y al margen de la no prohibición expresa, podríamos
determinar si el incumplimiento de ciertos deberes podría considerarse como una conducta
propia de un riesgo penalmente desaprobado.

Para llegar a este punto y continuando con los análisis desde la imputación objetiva, es
necesario ahora preguntarnos por el desarrollo e implementación de dicha teoría en la
jurisprudencia y legislación colombiana.

En materia de fuentes formales del derecho colombiano, la fuente normativa de la imputación


objetiva es la Ley 599 de 2000, a través de los artículos 9 y 25. Sin duda, el artículo 9 es la
manifestación más clara de la recepción de los fundamentos de imputación en el Código.
Establece este enunciado que la causalidad, por sí sola, no basta para la imputación jurídica
del resultado. Por su parte, en el artículo 25 se establece que la conducta punible puede ser
realizada por acción o por omisión, estableciendo de igual forma este apartado en qué casos
existen deberes de garantías que convierten al sujeto activo en garante, demarcando, así, otros
deberes jurídicos que pueden generar dicha posición de garante ante una determinada fuente
de riesgo.

En materia de jurisprudencia, las decisiones con mayor relevancia de la teoría de la


imputación objetiva han sido emanadas de la Corte Suprema de Justicia colombiana, en su
Sala de Casación Penal. En ellas se puede vislumbrar una línea jurisprudencial que ha venido
planteando la sustitución del elemento “infracción del deber objetivo de cuidado” por la
“creación de un riesgo jurídicamente desaprobado” o el “incremento del riesgo permitido”.

14
Trader de criptomonedas: Es todo aquel inversor o especulador que opera en los mercados financieros y se
especializa en el trading de criptodivisas. Lo hace en plataformas de trading para aprovechar las variaciones
de precios.
En sentencia con radicado 49680, de abril 25 de 2018, la Corte Suprema de Justicia, establece
en qué situaciones no hay lugar a la imputación como elemento integrante del tipo objetivo
y, por tanto, no habrá tipicidad como categoría dogmática de la entidad delictiva, puesto que
para que un resultado pueda ser imputado a un agente o sujeto “activo”, éste ha debido crear
un riesgo jurídicamente desaprobado a través de una actividad lesiva o circunstancia riesgosa,
cuyo final sea una consecuencia.

En sentencia con radicado 41245, de junio 29 de 2016, la Corte Suprema de Justicia,


considera los elementos necesarios para que exista el juicio de imputación objetiva,
expresando que “…la teoría de la imputación objetiva enseña que para que un resultado
pueda ser atribuido a un agente, este ha debido crear o incrementar un riesgo jurídicamente
desaprobado, y este riesgo creado debió realizarse en el resultado típico. Esta teoría,
desarrollado en el artículo 25 de la Ley 599 de 2000, viene a replantear aquellas tesis que
fundan el concepto de autoría exclusivamente en la causalidad, esto es, el vínculo o enlace
entre acción y resultado”.

En sentencia con radicado 30126, de julio 31 de 2014, el Consejo de Estado, instaura como
postulado general que “….todas aquellas actividades desarrolladas dentro de lo que
socialmente se considera un riesgo permitido, no pueden dar lugar a un reproche jurídico de
ninguna naturaleza, aún en el caso de que generen lesiones a particulares; por el contrario,
son desaprobadas todas aquellas conductas que exceden el riesgo permitido, lo cual cobija
no sólo aquellas actividades que han sido desplegadas a pesar de ser socialmente prohibidas,
sino también toleradas pero que han sido ejecutadas sin observancia de las normas de cuidado
previamente establecidas para la minimización del riesgo”. A establecer que bajo el régimen
de la responsabilidad objetiva.

En sentencia con radicado 52750, de agosto 06 de 2019, la Corte Suprema de Justicia,


establece cuándo se concreta la creación de un riesgo no permitido y cuándo no, afirmando
que “ No provoca un riesgo jurídicamente desaprobado quien incurre en una “conducta
socialmente normal y generalmente no peligrosa”, que por lo tanto no está prohibida por el
ordenamiento jurídico, a pesar de que con la misma haya ocasionado de manera causal un
resultado típico o incluso haya sido determinante para su realización. Y se crea un riesgo
jurídicamente desaprobado cuando concurre el fenómeno de la elevación del riesgo, que se
presenta “cuando una persona con su comportamiento supera el arrisco admitido o tolerado
jurídica y socialmente, así como cuando, tras sobrepasar el límite de lo aceptado o permitido,
intensifica el peligro de causación de daño”.

En sentencia con radicado 34317 de septiembre 28 de 2011, la Corte Suprema de Justicia


aseveró que no hay un catálogo de deberes para cada una de las actividades de interacción
social, pero a través de la doctrina y la jurisprudencia se ha logrado determinar que el autor
debe realizar la conducta como lo haría una persona razonable y prudente puesta en el lugar
del agente, de manera que si no obra con arreglo a esas exigencias infringirá el deber objetivo
de cuidado. Elemento con el que se aspira a que con la observancia de las exigencias de
cuidado disminuya al máximo los riesgos para los bienes jurídicos con el ejercicio de las
actividades peligrosas, que es conocido como el riesgo permitido”.

En este segmento de la discusión es preciso relacionar los conceptos desarrollados en la teoría


de la imputación objetiva con el delito de lavado de activos, ya que la seguridad y la
naturaleza descentralizada y no regulada de las criptomonedas, puede generar un
comportamiento objetivamente imputable en este caso. Esto es, para poder determinar, en
nuestro tercer capítulo, si, de cara al tipo penal de lavado de activos, será o no un riesgo
penalmente desaprobado (no por ello también delictivo), la realización de transacciones
mediante el uso de las criptomonedas, es necesario dejar algunas bases sobre el
entendimiento de los elementos de la prohibición propia para el blanqueo de capitales o
lavado de activos.

Para nadie es un secreto que la parte más difícil de actuar por fuera del marco de la ley es el
usufructo del producto del ilícito, para el delincuente y para las organizaciones criminales
esta parte termina siendo las más tortuosa del delito, ya que se trata de infractores de la ley
que buscan dar apariencia de legalidad a los recursos obtenidos a partir de sus actividades
ilícitas. Para esto, buscan utilizar los diferentes sectores de la economía y personas dispuestas
a ocultar tales recursos y a encubrir el origen de dichos dineros, los cuales deben ingresar a
la economía formal para que al delincuente se le facilite utilizarlos y así eludir la acción
estatal.

En Colombia, se ha estimado que, anualmente, pueden “lavarse” hasta siete billones de pesos.
Según la UIAF en el año 2017, se detectaron operaciones financieras con origen ilícito por
valor de $18.7 billones de pesos (Unidad De Información Y Análisis Financiero – UIAF,
2018). Según las autoridades estadounidenses, los fondos ilícitos en Colombia se lavan con
mayor frecuencia a través del contrabando de efectivo, transacciones de bienes raíces,
transferencias bancarias, remesas, casinos, juegos y loterías, ganado, minería ilegal, tarjetas
de débito prepagadas, y criptomonedas (Infolaft, 2019).

El delito de lavado de activos, como tipo penal autónomo, nace con la Ley 190 de 1995,
conocida, en su momento, como el Estatuto Anticorrupción, la cual modificó el delito de
encubrimiento por receptación en el Código Penal de 1980 (art. 177) para darle cabida al
lavado de activos como delito autónomo. Posteriormente, con la aprobación de la Ley 365
de 1997, se crea en el Código Penal de 1980, el capítulo tercero del título séptimo, que se
denomina “Del lavado de activos”. En él cual se adicionan los siguientes artículos: 247A.
Lavado de Activos; 247B. Omisión de Control; 247C. Circunstancias específicas de
agravación punitiva; 247D. Imposición de Penas Accesorias. Con la promulgación del
Código Penal vigente (Ley 599 de 2000), se han adicionado nuevos verbos rectores y se han
creado delitos subyacentes con las Leyes (747 de 2000; 1121 de 2006, 1453 de 2011 y 1762
de 2015), pero se mantiene en su mayoría la redacción de las normas sobre el lavado de
activos (Hernández Quintero, 2009).

Si bien son ya varios los años de la consagración legal del lavado de activos en Colombia,
puede decirse, tal y como lo afirman Renato Vargas y Carmen Ruiz, que aún hay ausencia
de un propósito político criminal en lo que tiene que ver con la consagración legal este delito
en Colombia, unido al déficit de técnica legislativa que ha acompañado a la regulación penal
(Vargas Lozano & Ruiz López, 2017). Esto, pues, lastimosamente, aún sigue siendo mucha
la indeterminación de los delitos base o fuente en el lavado de activos: aquellos de los que
surgen los productos delictivos sobre los que se realizan las conductas propias de blanqueo.
Esta situación sobresale al verificar que el tipo penal de lavado de activos permite, como
delito fuente, el delito de enriquecimiento ilícito de particulares. Esto, pues el
enriquecimiento ilícito criminaliza el incremento patrimonial no justificado producto de
cualquier tipo de actividad delictiva, lo que hace que, en últimas, cualquier delito podría ser
fuente o base del delito de lavado de activos. Esta afirmación tiene una importancia
transcendental en el presente trabajo investigativo pues reafirma la justificación de nuestra
hipótesis: incluso en actividades que no tengan expresa prohibición, pero de las que se
deduzca su realización la existencia de un riesgo jurídicamente desaprobado, podría
generarse responsabilidad penal a título de lavado de activos, como se explicará en el último
de los capítulos.

Desde esta perspectiva, puede decirse que son numerosos los conceptos que se conocen sobre
el lavado de activos o blanqueo de capitales, aunque todos comparten la misma idea: en el
comportamiento realizado con la intención de ocultar el origen ilícito de los recursos,
haciéndolos pasar por lícitos, sin serlo. En ese orden de ideas, y teniendo en cuenta que la
operación que queremos valorar es estrictamente económica/financiera, para este escrito solo
tendrán en cuenta los conceptos emitidos por la Corte Suprema de Justicia y, sobre todo, los
de la (UIAF) Unidad de Información y Análisis Financiero.

En sentencia con radicado 28300, de agosto 5 de 2009, La Corte Suprema de Justicia concretó
que el lavado de activos, o blanqueo de capitales como también se le denomina, consiste en
la operación realizada por el sujeto agente para ocultar dineros de origen ilegal en moneda
nacional o extranjera y su posterior vinculación a la economía, haciéndolos aparecer como
legítimos.

En el auto con radicado 22673, de octubre 27 de 2004, La Corte Suprema de Justicia


determinó que el lavado de activos es un tipo penal con sujeto activo indeterminado, puesto
que dicha conducta típica puede ser ejecutada por cualquier persona a través de cualquiera
de los verbos rectores relacionados en la norma: adquirir, resguardar, invertir, transportar,
transformar, custodiar, administrar. En este artículo, es necesario que la finalidad del autor
sea ocultar o encubrir el origen ilícito de bienes provenientes de los delitos de los delitos
mencionados por el mismo artículo.

En sentencia con radicado 41427, de junio 8 de 2016, La Corte Suprema de Justicia sostuvo
que la jurisprudencia de la Sala ha sentado una línea jurisprudencial pacífica frente al
elemento normativo del tipo penal de lavado de activos, afirmando que “la imputación por
lavado de activos es autónoma e independiente de cualquier otra conducta punible bastando
para efectos de la existencia de la conducta punible subyacente, exigiéndose por tanto, una
mera inferencia por parte de los juzgadores acerca de su existencia”. Bajo la lógica de la línea
jurisprudencial antes citada, para tipificar el delito de lavado de activos basta con la
demostración de que el sujeto activo de la conducta ocultó o encubrió “la verdadera
naturaleza, origen, ubicación, destino, movimiento o derecho sobre los activos ”, incluso, sin
necesidad de acreditar con una decisión judicial en firme el delito de donde provenían los
recursos ilícitos, en tanto la actividad ilegal subyacente sólo requiere de una inferencia lógica
que la fundamente.

Por su parte, la Unidad de Información y Análisis Financiero indica que el lavado de activos
es:
La modalidad mediante la cual organizaciones criminales buscan dar apariencia de legalidad
a los recursos que obtienen de sus actividades ilícitas, mediante la incorporación de estos en
el circuito económico legal. A través de esta actividad, las bandas delincuenciales consiguen
hacer uso de estos activos sin poner en peligro su reinversión en nuevas actividades ilícitas o
lícitas. (UIAF, 2014, pág. 11).

La forma en la que se realizan las transacciones con monedas virtuales desconoce las normas
administrativas y penales, por medio de las que se pretende prevenir, detectar y sancionar el
lavado de activos en el mundo. No obstante, consideramos que no existe necesidad de crear
nuevas leyes o reformar las ya existentes, pese a lo novedoso que puedan resultar estos
activos para nuestra sociedad, en razón a que, al reconocerse la naturaleza de bienes
intangibles, estos se adecuan perfectamente a la descripción típica del Artículo 323 de la Ley
599 de 2000, que previene este tipo comportamientos (Nieto, 2020, pág. 131).

En Colombia el lavado de activos está tipificado en el Artículo 32315 del Código Penal del
año 2000 (Ley 599 de 2000), Título X “Delitos contra el orden económico y social”, en el
Capítulo V “Del lavado de activos”.

Con lo dicho hasta el momento podemos concluir, en este capítulo, la relación entre los
conceptos de riesgo jurídicamente desaprobado, imputación objetiva, lavado de activos y
transacciones con criptomonedas. Si bien las operaciones con criptomonedas no se
encuentran expresamente prohibidas en nuestro ordenamiento jurídico, su no regulación a
través de un banco central hace que se constituyan como fuertes escenarios de riesgo para el
derecho penal. Así las cosas, con independencia de la teoría de la imputación objetiva que se
asuma, puede concluirse que, en ellas, el elemento del riesgo es un elemento común y
necesario para afirmar los juicios de responsabilidad penal. En este panorama, el delito de
lavado de activos se muestra como un coherente ejemplo para sustentar la tesis que en este
artículo se ha propuesto: las transacciones virtuales podrían generar ganancias o productos
no reconocidos por la banca central, lo que, desde la perspectiva dogmática y a partir de la
teoría de la carga dinámica de la prueba que se acepta jurisprudencialmente para este delito,

15
Artículo 323. Lavado de activos. El que adquiera, resguarde, invierta, transporte, transforme, almacene,
conserve, custodie o administre bienes que tengan su origen mediato o inmediato en actividades de tráfico de
migrantes, trata de personas, extorsión, enriquecimiento ilícito, secuestro extorsivo, rebelión, tráfico de armas,
tráfico de menores de edad, financiación del terrorismo y administración de recursos relacionados con
actividades terroristas, tráfico de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas, delitos contra el
sistema financiero, delitos contra la administración pública, o vinculados con el producto de delitos
ejecutados bajo concierto para delinquir, o les dé a los bienes provenientes de dichos actividades apariencia de
legalidad o los legalice, oculte o encubra la verdadera naturaleza, origen, ubicación, destino, movimiento o
derecho sobre tales bienes o realice cualquier otro acto para ocultar o encubrir su origen ilícito, incurrirá por
esa sola conducta, en prisión de 10 a 30 años y multa de 650 a 50.000 salarios mínimos legales mensuales
vigentes.
podría generar responsabilidad penal para aquel que incumple ciertos deberes de gestión y
control de los riesgos que en todas estas transacciones subyacen.

De este modo, en el capítulo siguiente estableceremos nuestra propuesta, a fin de identificar


los escenarios que demarquen los deberes de gestión con los cuales, aun ante la existencia de
riesgos, no se generaría responsabilidad penal a título de lavado de activos. Para ello, como
veremos y para demostrar la novedad y pertinencia de la investigación, realizaremos en un
primer momento un bosquejo de la normativa y regulación, directa o indirecta, que existe en
Colombia frente a las monedas virtuales. Ello nos facilitará justificar nuestra propuesta
conclusiva y justificativa de la hipótesis planteada.

3. Ámbito de regulación técnica de las criptomonedas en Colombia y propuesta de


autorregulación en las transacciones con monedas virtuales.

3.1. Ámbito de regulación técnica de las criptomonedas en Colombia.

Las criptomonedas o dinero virtual no regulado, son un nuevo fenómeno tecnológico que ha
ido ganando cada vez más atención, ya que se presentan como el futuro de los sistemas de
pago, que permiten el intercambio de bienes y servicios de una forma virtual y segura, sin la
intervención de un ente regulador. Pero su naturaleza descentralizada las convierte en una
poderosa herramienta para que criminales, financiadores del terrorismo y otros evasores de
la ley puedan mover y transar con capitales de procedencia ilícita. En este contexto, en este
capítulo expondremos la regulación técnica, nacional e internacional, en materia de riesgos
potenciales de lavado de activos a través de criptomonedas.

En el documento técnico titulado Criptomonedas, de agosto de 2017, el Banco de la


Republica, además de reiterar que las criptomonedas o monedas virtuales no constituyen un
medio de pago de curso legal con poder liberatorio ilimitado en Colombia, alertaron al
público en general sobre los riesgos de la tenencia y utilización de los criptoactivos,
incluyendo riesgos de mercado, de lavado de activos, de intercambio y operativos. Concluye
este documento que los esquemas de criptoactivos presentan ventajas potenciales en términos
de menores costos de tenencia y transferencia de riqueza en ciertos nichos del mercado de
servicios de pago, tanto nacional como internacional. Pero al permitir el desarrollo de estos
esquemas, la economía colombiana puede enfrentarse a algunos riesgos significativos, entre
ellos, la integridad financiera y fiscal, debido a que estos esquemas pueden convertirse
fácilmente en canales para actividades asociadas al lavado de activos, la financiación del
terrorismo y la evasión tributaria (Banco de la República, 2017).

En pronunciamiento emitido bajo el Oficio 220-087060, de agosto 14 de 2019, la


Superintendencia de Sociedades de Colombia reiteró las advertencias sobre la temática
regulatoria que rodea la comercialización de criptoactivos en Colombia, donde insiste en la
inexistencia de un marco regulatorio integral que se ocupe del uso de los criptoactivos en el
mercado colombiano. Lo anterior, a efectos de permitir a los inversores contar con
instrumento legal, particular y apropiado que brinde legalidad y que por lo menos garantice
la mitigación de los riesgos económicos en la cadena transaccional, por posibles fraudes,
estafas, fallas en los sistemas, captación ilegal de recursos, financiación del terrorismo,
lavado de activos, evasión fiscal, falta de norma expresa que permita la protección del
consumidor tanto del sistema financiero como del comercio en general por los inconvenientes
operativos que pudieran presentarse por las operaciones o uso de los criptoactivos. De igual
forma ratifica lo que ha dicho el Gobierno Nacional a la comunidad en general para que se
abstengan de realizar cualquier tipo de operaciones con criptoactivos en razón de la
incertidumbre jurídica, como económica que subyace en relación con este asunto
(Supersociedades, 2019).

En pronunciamiento emitido bajo el Oficio 220-020934, de febrero 13 de 2020, la


Superintendencia de Sociedades de Colombia hace alusión a las medidas de prevención y
gestión del riesgo de lavado de activos y financiación del terrorismo. Con especial énfasis en
la figura de la debida diligencia, la cual se refiere, al proceso mediante el cual la empresa
obligada a diseñar y adoptar un sistema de prevención del riesgo de lavado de activos y
financiación del terrorismo, garantiza a través de éste el máximo esfuerzo para el
conocimiento de los beneficiarios finales, reales y/o controlantes de sus contrapartes, con la
finalidad de mantenerse al margen y no vincularse con empresas y/o personas naturales que
representen algún grado de alarma o de riesgo potencial de lavado de activos y financiación
del terrorismo. La debida diligencia es imputable a cada actor que participa en el
procedimiento establecido en el sistema interno de autocontrol y gestión del riesgo de lavado
de activos y financiación del terrorismo, su cumplimiento cobija a sus administradores, a los
empleados de cada fase del proceso establecido en el sistema, así como a su oficial de
cumplimiento (Supersociedades, 2020).

En la Guía para un enfoque basado en riesgo para las monedas virtuales, de junio de 2015, el
Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) determinó que las monedas virtuales que
pueden utilizarse para mover valor dentro y fuera de las monedas fíat 16 y en el sistema
financiero regulado, es probable que presenten riesgos de lavado de activos y financiación
del terrorismo a corto plazo. Por consiguiente, bajo el enfoque basado en riesgo (RBA), los
países deben centrar sus esfuerzos en identificar, entender y evaluar sus riesgos de lavado de
activos y financiación del terrorismo asociados a las monedas virtuales y tomar medidas para
mitigarlos mediante un enfoque basado en riesgos (GAFIC, 2014).

En el manual lavado de activos y financiación del terrorismo para inspectores y auditores


fiscales, de junio 10 de 2019, la organización para la cooperación y el desarrollo económicos
(OCDE). Refiere a las criptomonedas como una nueva clase de activo que se utiliza para el
lavado, ya que estas permiten maniobrar de forma secreta en cualquier parte del mundo a
través de internet. Como las criptomonedas ofrecen un relativo grado de anonimato, han
atraído el interés de los evasores de impuestos, narcotraficantes y otros delincuentes, lo cual
representa un riesgo para los sistemas financieros y fiscales de todos los países, ya que los
delincuentes interesados en blanquear capitales a través de terceros pueden establecer medios
complejos o sostenibles como las transacciones con dinero virtual, para camuflar los fondos
ilícitos y darle apariencia de legales. Con el aumento del uso y la posesión de criptomonedas,

16
Monedas fíat, denominado dinero por decreto, el cual no cuenta con el respaldo de ningún tipo de metal
precioso como el oro o la plata, por lo que su valor es fiduciario o determinado por ley.
es imperativo que los entes de control y las fuerzas del orden comprendan, vigilen tales
activos y protejan los sistemas financieros contra los riesgos que plantea este tipo de activo
virtual (OCDE, 2019).

El caso colombiano, como el de un sinnúmero de países del globo terráqueo, es sumamente


ilustrativo. Actualmente en Colombia, las transacciones con criptomonedas o dinero virtual
no regulado, no son ilícitas, es decir, no existe norma expresa que impida su uso. Pero, el
hecho de que no haya prohibición de ello, no se traduce en permisión. Ya que las
transacciones con criptomonedas incorporan un riesgo, tanto para sus usuarios como para el
sistema financiero colombiano, además de conferirle a los trasgresores del derecho penal la
posibilidad de dar una apariencia de origen legítimo o lícito a dineros o propiedades que, en
realidad, son producto de conductas delictivas. En resumidas cuentas, las transacciones con
dinero virtual son alegales y representan un riesgo latente de lavado de activos.

3.2. Propuesta de autorregulación y buenas prácticas en las transacciones con monedas


virtuales para prevención del lavado de activos.

La irrupción de las criptomonedas supuso uno de los mayores avances tecnológicos y


revolucionarios de los últimos años para los mercados de finanzas del mundo,
constituyéndose en una alternativa digital a las divisas y mercados tradicionales. El
funcionamiento de cada criptomoneda es diferente y depende del algoritmo utilizado. Sin
embargo, todas tienen algo en común, su naturaleza descentralizada, ya que no son monedas
fiduciarias o centralizadas, lo cual representa un riesgo inherente de lavado de activos, que
debe ser identificado y mitigado a través de controles o protocolos que permitan realizar una
trazabilidad de las operaciones realizadas con este tipo de dinero virtual no regulado. En
Colombia, las transacciones con criptomonedas son alegales, ya que no existe prohibición
expresa ni tampoco están delimitados los ámbitos de regulación. Por esto, es necesario que
los agentes comerciales (traders) y las empresas que realizan operaciones de compra y venta
(broker) se autorregulen, a sí mismos, ya que, los amplios espacios de riesgo que surgen en
las transacciones con monedas virtuales. Esto es: la permisión o prohibición de estos
comportamientos, a título de lavado de activos, dependerá de los marcos de cumplimiento
(compliance) o el debido control que realice el agente que comercialice con monedas
virtuales. Lo anterior, puede eximir o atenuar de responsabilidad penal del agente. Es por ello
que, en esta sección, se realizará una propuesta de autorregulación (compliance) o debido
control y buenas prácticas en las transacciones con monedas virtuales para prevención del
lavado de activos en Colombia.

3.3. Deberes de autorregulación (compliance) o debido control y buenas prácticas en las


transacciones con monedas virtuales para prevención del lavado de activos en
Colombia.

En general, los agentes comerciales (traders) y las empresas que realizan operaciones de
compra y venta de criptomonedas (broker), con el fin de protegerse contra el lavado de dinero
a través de las monedas virtuales deberán establecer medidas de autorregulación o debido
control que incluyan como mínimo:

1. El deber de desarrollar o adquirir una aplicación o sistema de información capaz de


analizar y rastrear las transacciones con criptomonedas.

Las transacciones con monedas virtuales son de dominio público y cualquier persona u
ordenador puede acceder a esta información. El registro de transacciones y el Hash o huella
digital de cada transacción se encuentra en la cadena de bloques (blockchain) de cada
criptomoneda, lo cual ha permitido que se puedan crear herramientas que permiten estudiar
la trazabilidad de estas, es decir, realizar el seguimiento de origen y destino de cada una de
las transacciones, cantidad, volumen y patrones de conductas sospechosas o susceptibles de
lavado de activos y financiación del terrorismo. Herramientas que almacenan información,
permiten rastrear el origen y destino, al mismo tiempo llevan un registro de cada criptoactivo
de forma distribuida, fiable y rápida. Además de servir de ayuda a las instituciones legales y
financieras para identificar y detener a los usuarios de criptomonedas que llevan a cabo un
uso ilícito de ellas.
2. El deber de generar un Log Transaccional de las Operaciones con Criptomonedas.

Un log transaccional es un archivo plano de datos estructurados en forma de tabla, en el cual


se registran y se guardan detalladamente los registros de las transacciones que se ejecutan en
un sistema de información, aplicaciones y redes de comunicación de una empresa. Los
registros del Log Transaccional de Operaciones se generan de muchas fuentes, incluyendo
registros del sistema operativo donde se ejecuta la aplicación de trading, fecha, hora de las
transacciones, direcciones IP de conexión de la maquina desde donde se realiza cada
transacción con criptomonedas, usuario y método de autenticación, Hash de cada operación
y equipos de red que interviene en la comunicación. Información de trazabilidad que se debe
registrar en una base de datos, y que servirá de insumo para los controles de auditoría y
seguimiento de las transacciones con dinero virtual no regulado y de los procesos de negocio
de la empresa o del agente.

3. El deber de resguardar la cadena de custodia del registro de transacciones y el hash


de las Operaciones con Criptomonedas

Generar una política de cadena de custodia encaminada a asegurar, preservar, resguardar y


garantizar la autenticidad y mismidad del registro de transacciones y del Hash o huella digital
de cada transacción con monedas virtuales por un período no inferior a tres años. La
inalterabilidad de la cadena de custodia permitiría que los agentes comerciales y las empresas
que realizan operaciones de compra y venta de criptomonedas puedan responder con
veracidad y rapidez a los requerimientos o peticiones de información realizados por las
autoridades que investigan el lavado de activos u otras actividades ilegales.

4. Debida diligencia del cliente

Generar una política de debida diligencia, donde se gestione la investigación y el debido


conocimiento de los clientes, socios y demás contrapartes, así como de las transacciones,
negocios o contratos, en lo que se refiere a la prevención del lavado de activos a través de
criptomonedas. De igual forma, diseñar e implementar procesos de prevención y verificación
de riesgos de lavado de activos, donde se establezcan deberes para cada interviniente en
proceso de compra y venta de dinero virtual no regulado. Políticas y proceso que deberán
quedar positivizados en un código de ética y buena conducta, donde se establezcan funciones,
deberes y sanciones para cada sujeto, dependiendo su rol y responsabilidades.

5. El deber de crear un programa permanente de capacitación LA/FT para el personal


que realiza operaciones con criptomonedas

Crear un programa interno de capacitación para los empleados, socios, accionistas y, en


general, a todas las partes que intervengan en los procesos transaccionales con
criptomonedas, para generar una cultura de promoción y prevención del lavado de activos
y/o financiación del terrorismo. Formación técnica que permita aprender a identificar las
operaciones sospechosas recursos provenientes de actividades relacionadas con el lavado de
activos u otras actividades delictivas. En la forma y frecuencia que la propia empresa
obligada considere pertinente para asegurar su adecuado cumplimiento.

6. El deber de Reporte de operaciones sospechosas de lavado de activos a través de


criptomonedas.

Generar políticas antilavado que permitan detectar y reportar ante las autoridades
competentes y superintendencias las operaciones sospechosas con criptomonedas.
Operaciones que por su volumen, cantidad o características no guardan correspondencia con
la actividad económica del cliente, se salen de los parámetros de normalidad vigente en el
mercado de monedas virtuales o no tienen un fundamento legal evidente, además, de no poder
ser razonablemente justificadas.

7. El deber de designar un “compliance officer”


Las monedas virtuales generan riesgo de lavado de activos, ya que no se encuentran reguladas
por ningún ente central. Es por ello, que las empresas que realizan operaciones de compra y
venta de criptomonedas deben de designar a un empleado que se encargue de promover y
desarrollar los procedimientos específicos de prevención, actualización y mitigación del
riesgo de lavado de activos y/o financiación del terrorismo a través de las transacciones
realizadas con dinero virtual. El cual, deberá rendir informes periódicos de actividades
sospechosas ante las autoridades competentes y superintendencias designadas para ello.

8. Deberes Para Autoridades De Vigilancia Y Control de LA/FT

El gobierno a través de la Unidad De Información Y Análisis Financiero y una


Superintendencia designada, deberá adoptar algunas iniciativas administrativas para
controlar y mitigar, los riesgos de lavado de activos u otras actividades ilegales a través de
monedas virtuales. Estas autoridades además de ejercer vigilancia y control, a través de actos
administrativos deberán dictar medidas regulatorias sobre los principales intervinientes en
las transacciones con criptomonedas: Traders, Bróker, Casas de Cambio Virtuales y Money
Transmitter. De igual forma disponer canales o medios informáticos para la recepción de los
reportes de operaciones sospechosas de lavado de activos a través de criptomonedas.

Conclusiones

Las criptomonedas son un producto de la revolución tecnológica o cuarta revolución


industrial. Una revolución que vino a transformar la forma en que vivimos, trabajamos, nos
relacionamos y hasta la forma de como pagamos por los bienes y servicios que necesitamos.
Realmente, ninguna legislación estaba preparada para la aparición de este tipo de dinero
virtual no regulado, una forma de dinero cuyo valor estuviese dado por el consenso de sus
usuarios y sin la participación de una autoridad monetaria que vigile y controle su circulación.
Lo anterior, supone un sinnúmero de retos y desafíos para el sistema financiero y para las
autoridades jurídico-penales y administrativas de Colombia, que no cuentan con normas
técnicas para comprender y regular una tecnología que rompe con los postulados del modelo
económico planteado en la Constitución Política de 1991.

En Colombia, las transacciones con criptomonedas no son ilícitas o ilegales, es decir, no


existe norma material y formal que prohíba su utilización. Sin embargo, el hecho de que no
haya prohibición de ello, no se traduce en su expresa permisión. Las operaciones con dinero
virtual funcionan sin haber sido reglamentas ni prohibidas, lo cual les incorpora un riesgo
jurídicamente desaprobado, tanto para sus usuarios como para el sistema financiero
colombiano.

La naturaleza descentralizada y no regulada de las criptomonedas, puede generar un


comportamiento objetivamente imputable de cara al tipo penal de lavado de activos. Ya que
las personas que cumplen el rol de agentes comerciales (traders) y las empresas que realizan
operaciones de compra y venta de criptomonedas (broker) corren el riesgo de verse inmersos
en actos de favorecimiento o ayuda a encubrir o darle apariencia de origen lícito a activos
que, en realidad, son producto de conductas delictivas. Riesgo penalmente desaprobado, por
el cual, se deben generar deberes de control y supervisión para todos los intervinientes en
este tipo de operaciones con criptomonedas, pues, el agente al incumplir sus deberes, lo que
es lo mismo, el incumplimiento de su rol de garante, podría generarle responsabilidad penal,
como autor o participe, en el delito de lavado de activos y hacerse merecedor de una de las
penas del artículo 323 de la ley 599 de 2000, que previene este tipo comportamientos.

La institucionalización e implementación de deberes de autorregulación (compliance) o


debido control y buenas prácticas en las transacciones con monedas virtuales, además de
limitar la responsabilidad penal del agente, puede ayudar a mitigar y a prevenir el lavado de
activos a través de criptomonedas. Todo, ya que los agentes comerciales (traders) y las
empresas que realizan operaciones de compra y venta de criptomonedas (broker) que
efectúen una correcta vigilancia y/o control de las operaciones con dinero virtual y actúen
ceñidos a su rol de garantes al efectuar los respectivos reportes de operaciones sospechosas,
no podrán hacerse acreedores de sanción penal a título de lavado de activos.
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