2003 San José, A Las Once Horas Veinticinco Minutos Del Nueve de Setiembre de Dos Mil Tres. Recurso de Casación
2003 San José, A Las Once Horas Veinticinco Minutos Del Nueve de Setiembre de Dos Mil Tres. Recurso de Casación
2003 San José, A Las Once Horas Veinticinco Minutos Del Nueve de Setiembre de Dos Mil Tres. Recurso de Casación
Res: 2003-00776
once horas veinticinco minutos del nueve de setiembre de dos mil tres.
Quirós, Alfonso Chaves Ramírez, Rdrigo Castro Monge y José Manuel Arroyo
RESULTANDO:
1. Que mediante sentencia N° 03302, dictada a las nueve horas del seis de
febrero de dos mil dos, el Tribunal Penal de Juicio de Goicoechea, resolvió: “POR
Penal; 122, 124 y 126 de las Reglas Vigentes Sobre Responsabilidad Civil del
Código Penal de 1941; 265, 175 a 179, 150, 184, 233, 358, 360, 361, 363, 364, 365,
367 y 368 del Código Procesal Penal; por unanimidad se resuelve: 1. declarar
carácter imponerle como sanción, a cada uno de ellos, las siguientes penas, a
AÑOS DE PRISIÓN; 3. que esas penas las descontarán los Condenados dichos,
previo abono de las preventivas que hayan sufrido, en el lugar y forma que
certificados de ahorro a plazo por el Banco Central de Costa Rica; 6. son las costas
en los motivos por la forma del recurso por él planteado: a) falta de fundamentación
advertencias legales, III) prueba para mejor proveer ordenada ilícitamente y IV)
dubio pro reo, c) mutación y falta de correlación entre acción y sentencia, d) falta de
pena. En cuanto a los vicios por el fondo alega violación y errónea aplicación de los
artículos 45, 354 y 216 todos del Código Penal, considera violentados los artículos
9, 70, 71, 81, 82, 142, 175, 178, 184, 334, 336, 347, 348, 361 y 363, incisos b) y c),
fundamentación de la sentencia, violentando los artículos 76, 77, 181, 184, 369
presentado por parte del Licenciado Corazzari Aguilar se alega en los motivos por
decisivo, y e) violación a las reglas de la sana crítica. En cuanto a los motivos por el
fondo alega: I) inobservancia o errónea aplicación del artículo 36 del Código Penal,
II) errónea aplicación de los artículos 47 y 354 del Código Penal, considera que lo
74, 76, 127, 128, 142, 143, 175, a 183, 204, 233, 234, 334 inciso c) 369 incisos b),
c) y d) todos del Código Procesal Penal. Solicita que se acoja el recurso, se anule
Constitución Política y 369 incisos a), b) y c) del Código Procesal Penal. Solicita que
se anule la sentencia y se ordene el reenvío del expediente para una nueva
formuladas en el recurso.
4. Que al ser las ocho horas treinta minutos de primero de julio se realizó
pertinentes.
CONSIDERANDO:
coimputado Nelson Rodríguez Gonzalo (cfr. tomo II, folios 232 a 383).
I. PRIMER y SEGUNDO MOTIVOS POR LA FORMA: Falta de fundamentación,
así como violación de las reglas de la sana crítica y del in dubio pro reo. Con cita de los
artículos 9, 70, 71, 81, 82, 142, 175, 178, 184, 334, 336, 347, 348, 361 y 363 del Código
Procesal Penal de 1996; 8.2 párrafos d), e) y f) de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos; y 24, 33, 36, 37, 39 y 41 de la Constitución Política (de una vez se hace notar que
esta normativa se cita en apoyo de todos los reclamos por yerros de forma), el defensor
demostrado que la reunión en la oficina de Nelson Rodríguez Gonzalo, donde éste le ofreció
al testigo Mauricio Rojas Argüello la suma de ¢600.000,ºº a cambio de dos facturas timbradas
resulta de importancia para la defensa, pues “podría implicar la necesidad de una estrategia
defensiva distinta o adicional”; 2) De forma decisiva se tomó en cuenta prueba incorporada
el allanamiento esté presente un defensor público, según la redacción que indica el artículo
294, se da en todos los casos en que exista un imputado individualizado, pues ésta sería la
única forma de garantizar el derecho de defensa técnica durante esa diligencia. En concreto,
se reclama que el Juez Penal allanó la casa del coimputado Gregorio Cabalceta Castillo,
siendo que al mismo no se le nombró un defensor que ejerciera su defensa técnica (no
obstante que para ese momento aún no estaba vigente el Código Procesal Penal, el código
anterior contenía normas similares). De seguido el recurrente cita el voto de la Sala Tercera
Nº 145399 (donde se dijo que en esas diligencias el garante lo es el juez), estimando que en
el mismo se incurrió en una inaceptable confusión, pues el juez como funcionario imparcial
no podría representar los intereses de una de las partes; 2.b.) La orden de allanamiento,
otras, es decir, correspondía a un asunto que no tiene relación con el que nos ocupa. Debido
a ello, las copias que –al practicarse esa diligencia se encontraron en poder del coimputado
Cabalceta Castillo, debieron haberse restituido al mismo, ello según lo dispuesto por el
artículo 3 de la Ley Nº 7425, pues no se cumplió con la ampliación que prevé dicha norma.
Por ello, al valorarse esas copias de cheque (con ello se determinó que Cabalceta Castillo fue
quien cambió esos títulos en el banco, y que éste estuvo de acuerdo con Nelson Rodríguez
Gonzalo), se violaron los artículos 24 de la Constitución Política y 175 del Código Procesal
Penal. 3) Durante el debate se les tomó declaración con juramento a Mauricio Alberto Rojas
Argüello (quien tuvo en su poder los dos cheques), Douglas Carvajal Bejarano (quien, luego
y José Miguel Zamora Zamora (quien era el jefe del Departamento de Mantenimiento, con
cuyos fondos se pagaron los dos cheques), quienes a pesar de ser sospechosos de haber
participado en los hechos, por lo que podría (simple probabilidad, que el impugnante extrae
que el abogado que representó en juicio a Nelson Rodríguez Gonzalo no lo alegó, los jueces
debieron formularle esas advertencias a Rojas Argüello (en cuya declaración se sustenta la
mayor parte de los hechos que se tuvieron por demostrados), pues si bien luego de haber
participación delictiva en los hechos, ello no eximía que inicialmente se cumpliera con esas
suyas” fueron tomadas en cuenta en la sentencia, mientras que en relación a Zamora Zamora,
Ronald Chacón Badilla (funcionario de la Contraloría, cuya declaración “fue valorada” para
“fundar sobre él la convicción que llevó al tribunal a tener por ciertos los hechos”) no fue
ofrecido por la parte querellante ni la acusadora dentro del término correspondiente, ante
gestión del Ministerio Pública en el debate, el mismo fue admitido en carácter de prueba para
mejor resolver, con lo que se contravino el numeral 355 del Código Procesal Penal; 5) No
material de los hechos), cuyo dicho “fue tomado en cuenta como elemento de convicción
para fundar sobre él la certeza de que los hechos fueron cometidos por los imputados”; 6) El
fallo presenta los hechos probados en numeración corrida, sin que relacione cada uno de ellos
con las pruebas que les sirven de respaldo. Este motivo se desarrolla a partir de lo
de Luis Monge le suministró los datos de Hermo en el mes de agosto) y con otras pruebas
documentales que no se valoraron: certificación de Roy Solís, que indica que la emisión de
esos cheques es del 9 de enero (para demostrar este extremo el defensor solicita que esta Sala
borradores de folios 38 y 33, del legajo de pruebas de la Contraloría, y original que se cita a
folio 99 de la sentencia, donde consta que las órdenes de compra que dieron base a los
ese legajo, por lo que sería ilógico que estos cheques tuvieran una fecha anterior; 6.c.) Esa
omisión del tribunal le llevó a afirmar un hecho diverso al acusado, ello en cuanto a
circunstancias de tiempo, pues “... la nueva circunstancia apuntada pudo haber motivado
una actividad defensiva adicional ...” (cfr. folio 283, líneas 20 y 21); 7.a.) El tribunal debió
dicho de éste y el de Mauricio Rojas; 7.b.) También se contradice con el testimonio de José
Miguel Zamora (quien dijo que había contactado a los dos talleres, en lo cual a folio 151 del
fallo se le reconoció plena credibilidad), pues Monge Ballestero negó tal hecho. Si se hubiera
analizado tal contradicción, y se hubiera tenido por demostrado lo dicho por Zamora, el fallo
“pudo” haber concluido de forma diferente, pues esos contactos se dieron porque había unos
trabajos que hacer en la terminal de carga del aeropuerto Juan Santamaría, y da base para
creer que los dos talleres hicieron sus respectivas cotizaciones. Además, si se estimara que
en este punto Monge Ballestero mintió, ello permitiría sospechar que también mintió en lo
demás, y que tuvo una participación delictiva en los hechos, al igual que Rojas Argüello, por
lo que hubiera tenido que advertírsele acerca de su derecho de declarar; 7.c.) Se tuvo por
demostrado que Nelson Rodríguez Gonzalo tenía bajo su poder para su administración o
custodia el dinero sustraído, ello por el sólo hecho de que él era uno de los funcionarios
autorizados para firmar en la cuenta corriente contra la cual se giraron los títulos. No obstante
ello, los testigos Mayid Torres y José Miguel Zamora, a quienes en sentencia se les reconoció
plena credibilidad, dijeron que cada departamento tenía y debía responder por su propio
presupuesto, siendo que en este caso los cheques fueron girados del presupuesto del
verdadera valoración de las muchas afirmaciones que hizo este testigo, siendo que con base
en su declaración se tienen por probados algunos hechos en forma contradictoria a como éste
los indicó. El señor Rojas Argüello dijo que la llamada que recibió de Nelson Rodríguez
Gonzalo, así como las dos reuniones que ambos tuvieron en la oficina de éste como una
semana después, donde recibió y luego entregó los cheques, ocurrieron en el mes de agosto.
Como estas afirmaciones no calzaban, el tribunal decide pasarlas por alto, a partir de lo cual
tiene por probados los hechos que narró el testigo, pero ubicándolas en fechas totalmente
diferentes, sin explicar por qué en ese punto se separaba de su dicho; 8.a.) Se tiene por veraz
pruebas”, sin que se explique cuáles son esas otras pruebas; 8.b.) El tribunal razonó que “fue
veraz en los hechos que relató, esencialmente porque su versión fue corroborada por otras
pruebas, pero además porque la notoria dificultad que mostró al declarar no lo fue en razón
de que estuviera mintiendo, sino porque decir la verdad le implicaba confesar que, aunque
fuera inicialmente, dudó el rechazar el ofrecimiento ilícito que le hacían Rodríguez Gonzalo
y Gould Marchini”, lo que constituye una afirmación infundada, pues no se explica por qué
esa “dificultad” no se debió a que estuviera mintiendo; 8.c.) El tribunal debió explicar por
qué estimó que el testigo se apartó de la verdad en algunos aspectos, y por qué sí le creyó en
otros; 8.d.) La supuesta devolución de los cheques, salvo el dicho de Mauricio Rojas, no está
confirmada por ninguna otra prueba, sin que se dieran los razonamientos que llevaron al
tribunal a considerar que en ese aspecto no mintió; 8.e.) De la declaración de Mauricio Rojas
Argüello se desprenden importantes contradicciones que el tribunal omite valorar: dijo que
en la primera reunión le fueron entregados los cheques, pero luego señaló que en la segunda
reunión Nelson Gould Marchini los sacó de un portafolios; originalmente señaló que cuando
Nelson Rodríguez Gonzalo lo llamó, le pidió los números de cédula jurídica de los talleres,
y luego dice que fue en la reunión donde le pidió la cédula jurídica. Además, indica que antes
continuación al referir que por teléfono Nelson se los había pedido. Estas contradicciones
introducen una gran incongruencia, porque si hasta ese momento él no había suministrado el
nombre de los talleres, cómo es posible que los cheques ya estuvieran debidamente
elaborados; 8.f.) La hipótesis de que Mauricio Rojas Argüello se hubiera llevado consigo los
cheques, carece de toda lógica; 9) A pesar de que para el tribunal no mereció “mucha”
menciona a cuáles partes sí se le dio veracidad. Si se le hubiera creído a Pilar Ugalde (en
cuanto dijo que en noviembre de 1995 Mauricio Rojas Argüello llegó a la oficina de Nelson
Rodríguez Gonzalo, donde saludó muy amablemente a Nelson Gould Marchini, y ambos se
fueron juntos), el tribunal “pudo” haber llegado a la conclusión de que la maniobra de los
cheques “pudo” haber sido realizada y planeada por Nelson Gould Marchini; 10) Lo mismo
ocurre con el testimonio de Mayid Torres, a quien (en cuanto dijo que él, como único
recibió por escrito la “solicitud” de los talleres Rocaba y Hermo, y que por eso los incluyó)
no se le creyó porque “su afirmación quedó desacreditada por el resto de la prueba”, siendo
que otras pruebas sí lo confirman, por ejemplo José Miguel Zamora, y sólo es contrariado
por los representantes de esos talleres; 11) No hay una completa fundamentación en cuanto
a la norma de fondo aplicada, pues a pesar de que se tuvo por demostrado que Nelson
Rodríguez Gonzalo tenía el dinero sustraído bajo su poder para la administración, no se aclara
qué se entiende por “administración”. Tampoco se explica por qué el mismo posee la calidad
de autor, pues según la sentencia él no fue sino Cabalceta Castillo quien realizó la acción
típica, esto es, cambiar los cheques. Además, en forma contradictoria, en el mismo fallo (cfr.
folio 173) luego se dice que fue Arguedas Medina quien se dirigió al Banco y los hizo
efectivos; 12) En criterio del impugnante, la firma como “cogirador” es un acto previo a la
sumo podría calificarse como una complicidad en el delito de estafa que ejecutaron Arguedas
Constitución Política; 9, 142, 184 y 361 del Código Procesal Penal; y 8.2 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, se aduce una supuesta violación al in dubio pro reo,
ello a partir de los siguientes alegatos: 13) Como en este caso la condena se funda
juicio se desprende circunstancias que permiten dudar de lo dicho por éste y otros, por lo que
al habérsele tenido como fidedigno, se violaron las reglas de la sana crítica; 14) Se descalificó
el testimonio de Pilar Ugalde Herrera, quien dijo haber visto en tres ocasiones al testigo
Mauricio Rojas Argüello en las oficinas de Aviación Civil, y que era muy similar al fiscal
Wagner Molina. El tribunal razonó que el Licenciado Molina mide aproximadamente 1,64
metros y que, habiéndolo recibido previamente, se pudo constatar que Mauricio Rojas
Argüello mide aproximadamente 1.85 o 1,90 metros. Además, a diferencia del primero, éste
es de contextura muy gruesa, de cara redonda y piel blanca, lo que llevo al tribunal de la
conclusión de que “... esta testigo no conoce realmente a Rojas Argüello, y que en ese
extremo mintió sin vacilar ...” (cfr. tomo II, folio 150, líneas 12 y 13). En este punto el
defensor se muestra inconforme con que no se haya tomado en cuenta que la testigo observó
apenas en unas tres oportunidades a Mauricio Rojas, y ello hacía varios años. Insiste en que
los jueces la indujeron a error; que no necesariamente el señor Argüello posee actualmente
las mismas características de hace seis años; 15) Un amigo de Mauricio Rojas, que mide 1,76
metros, asegura que éste no es más alto que él. En vista de ello, el defensor solicita que
durante la audiencia de vista que se va a celebrar, se cite a Mauricio Rojas Argüello a efecto
de que sea medido, pues si se constata que mide 1,76 metros, se comprobaría que el tribunal
elevó por 12 centímetros su estatura, lo que permitiría dudar de su objetividad. Esta
diferencia, incluso, sería mayor al error de apreciación de la testigo Pilar, quien dijo que la
estatura de Mauricio era como la del fiscal (aunque no está probado, el tribunal dice que mide
como 1,64 mts), “un poquito más alto que él”, de donde esa diferencia no sería tan
significativa como para descartar dicha declaración; 16) El Tribunal corrobora la veracidad
del dicho de Mauricio Rojas Argüello por encontrarse apoyado en otras pruebas, siendo
que en criterio del impugnante no basta con que ese testimonio sea confirmado por algunas
de las manifestaciones de otros testigos, sobre todo si entre esos testimonios se dan
contradicciones importantes como las que ya se apuntaron; 17) Los jueces razonaron que
“... el tribunal concluye que este testigo fue veraz en los hechos que relató, esencialmente
porque su versión fue corroborada por otras pruebas, pero además porque la notoria
dificultad que mostró al declarar no lo fue en razón de que estuviera mintiendo, sino porque
decir la verdad le implicaba confesar que, aunque fuera inicialmente, dudó el rechazar el
ofrecimiento ilícito que le hacían Rodríguez Gonzalo y Gould Marchini ...” (cfr. folio 149,
líneas 9 en adelante), lo que en criterio del recurrente viola las reglas de la sana crítica, pues
la reticencia y contradicciones del testigo permiten suponer que “todo ello se debió a que la
verdad de los hechos podría implicarle algún grado de participación delictiva”. De seguido,
inexplicable que no se haya ofrecido la declaración del contador Isaac Muñoz, quien era más
confiable que Mauricio Rojas Argüello y su socio; 19) Se nota la ausencia de una pericia que
determine que las firmas endosantes de los cheques no fueron hechas por los personeros de
los talleres, pues viola las reglas de la sana crítica el que se haya tenido por acreditado que
fueron falsificadas, sólo con el dicho de aquellos. Ninguno de los reparos que se exponen en
estos dos motivos que anteceden, es de recibo. Si bien es cierto, tal y como se alega, de
manera contradictoria en el fallo de mérito se tiene por demostrado que la primera reunión
en la oficina de Nelson Rodríguez Gonzalo, en la Dirección General de Aviación Civil, donde
éste y Nelson Gould Marchini le ofrecieron al testigo Mauricio Rojas Argüello la suma de
¢600.000,ºº a cambio de dos facturas timbradas que justificaran la emisión de los cheques
cuestionados, ocurrió el 9 de enero de 1996, pero al mismo tiempo se indica que ello sucedió
el 8 de enero (un día antes), es claro que con tal defecto no se ha generado ningún perjuicio
ni afectación a la defensa, la que ni siquiera logra concretar a partir de ello algún agravio, de
donde el reparo carece por completo de interés. En efecto, del contenido del pronunciamiento
concreta se tuvo por demostrado lo siguiente: “... 10). Que sin precisarse fecha exacta, el
encartado Rodríguez Gonzalo volvió a contactar con Rojas Argüello, indicándole esta vez
Rodríguez Gonzalo que debía comparecer ante su oficina, sita en Aviación Civil, en La
Uruca, a efecto de contratarlo para un trabajo industrial. 11). Que atendiendo a esta última
la oficina del encartado Rodríguez Gonzalo, en donde luego de esperar por espacio de dos
horas, fue atendido por dicho encartado ... 17). El día 9 de enero de 1996, los
de Director del Subárea Administrativa y Director General de Aviación Civil, en ese orden,
CUARENTA MIL COLONES, con cargo a la cuenta corriente bancaria No. 20592428 del
Consejo Técnico de Aviación Civil, que esa entidad mantiene con el Banco de Costa Rica ...
Director General de Aviación Civil, en ese orden, actuando conforme al plan elaborado en
común, procedieron a emitir y firmar conjuntamente el cheque No. 8304 por el monto de
DOS MILLONES NOVECIENTOS CUARENTA MIL COLONES ...” (cfr. folio 140 del fallo,
línea 14 en adelante). No obstante, más adelante se indica que “... la primera visita de Rojas
Argüello a la oficina de Rodríguez Gonzalo (en que recibe los cheques) se da el 8 de enero
de 1996, pues es a partir de tener ya los cheques en su poder que realiza la llamada al taller
Hermo y es atendido por la esposa de Luis Ramón Monge (señora Corella) y en donde le
hace manifiesto que necesita una factura por tres millones ...” (cfr. folio 157, líneas 19 a 23).
Como se aprecia de lo anterior, en efecto los juzgadores tuvieron por demostrado que esa
reunión en la cual se procedió a la entrega de los cheques, se dio en dos fechas diferentes,
esto es, los días 8 y 9 de enero de 1996, lo que constituye una innegable contradicción. Es
más, de la misma relación de hechos probados transcrita (punto Nº 17) se colige que esos
documentos fueron emitidos y firmados el 9 de enero, con lo cual debería excluirse que la
reunión en la que fueron entregados haya podido ocurrir un día antes. No obstante lo anterior,
indica que fue ese día cuando se le entregaron al testigo Mauricio Rojas Argüello: “... Se
evidencia de la versión de Arguedas que el trámite de las órdenes de compra fue muy
y letra de Arguedas según admitió) que tienen fecha del 9 de enero de 1996 (ver folios 32 y
mismo día 9 de enero habían sido girados, Si Mayid Torres indicó que por así corresponderle
éstas tienen fecha 9 de enero, y los cheques 9 de enero necesariamente en un mismo día se
financiero, lo que no puede dejar de tildarse de marcadamente expedito ...” (cfr. folio 163,
línea 30 en adelante). Por otra parte, en el fallo se explica por qué se tuvo por demostrado
que dicha reunión y la consiguiente entrega de los cheques, tuvo que haber ocurrido el 8 de
enero: el testigo Luis Ramón Monge Ballestero (a quien se le reconoció credibilidad) refirió
que en esta fecha el señor Rojas Argüello llamó por teléfono a su casa, haciéndole ver a su
esposa que por error había salido un cheque a favor de Hermo del Oeste, el que según
criterio del tribunal lógicamente para ese momento ya debería tener en su poder. En cuanto
a este punto, el deponente Rojas Argüello señaló: “... Yo antes de eso, cuando Nelson me dijo
que necesitaba los datos, contacte (sic) con ella vía telefónica, sea la esposa de Luis Monge y
ella me los suministró, fuera de eso no hable (sic) más con ella, todo fue en ese lapso, una
semana, fue en el mes de agosto. Nunca la llame (sic) a ella y le hice ver que estuviese
realizando trabajo alguno en Aviación Civil ... En detalle nunca le explique (sic) de que (sic)
se trataba de unir fuerzas ...” (cfr. folio 102, líneas 12 a 15; y folio 103, líneas 4 a 6), siendo
que en cuanto a este aspecto los juzgadores aclaran lo siguiente: “... Es entonces a raíz de
esta primera llamada que Rojas Argüello llama en la mañana del 4 de enero de 1996 a
Monge Ballestero, ocasión en que éste le da información del taller Hermo. También se extrae
que la primera visita de Rojas Argüello a la oficina de Rodríguez (en que recibe los cheques)
se da el 8 de enero de 1996, pues es a partir de tener ya los cheques en su poder que realiza
la llamada al taller Hermo y es atendido por la esposa de Luis Ramón Monge (señora
Corella) y en donde le hace manifiesto que necesita una factura por tres millones ...” (cfr.
folio 157, líneas 17 a 29). De acuerdo con lo anterior, debemos concluir entonces que este
producido ningún agravio a la defensa, a tal punto que el mismo recurrente ni siquiera logra
concretarlo. Nótese que al respecto no se advierte ninguna diferencia esencial, ni con ello se
estarían socavando los fundamentos de la decisión de mérito, por el hecho de que esa reunión
igual modo, en el tercer motivo de esta impugnación, donde se retoma esta inconsistencia
para, a partir de ella, denunciar una supuesta incongruencia entre la acusación y la sentencia,
también de manera infundada y especulativa señala que “... Si en la acusación se hubiera
afirmado que la reunión sucedió el 8 de enero de 1996, la defensa hubiera tenido tiempo
suficiente para tratar de reunir elementos probatorios que pudieran haber desvirtuado la
posibilidad de esa reunión. Hubiera sido posible, con vista en la agenda del imputado Nelson
Rodríguez Gonzalo, u otros elementos probatorios, haber comprobado que ese día él no
pudo haber participado en una reunión como la que afirma Mauricio Rojas ...”, donde no
especifica cuáles elementos probatorios en concreto no pudieron ser reunidos, de qué modo
con ellos se podría haber desvirtuado la celebración de dicha reunión, ni cuál otro
estas afirmaciones no pasan de ser simples esfuerzos vacíos e infructuosos por tratar de
dicho, es criterio de esta Sala que, aún y cuando los juzgadores no lo vieron así, resulta muy
probable que el testigo Luis Ramón Monge Ballestero esté confundido al ubicar esa llamada
el día 8 de enero de 1996, pues ni siquiera expuso una sola razón que lo haya hecho afirmar
tal extremo, ni se ahondó en cuanto a ese aspecto en los interrogatorios. Como vimos, esa
en las oficinas de Aviación Civil, pues a pesar de que en los hechos probados (atenidos a la
fecha de emisión de los cheques) se indicó que había ocurrido el 9 de enero de 1996, en los
considerandos de fondo se la llega a ubicar con base en dicho testimonio un día antes. De
esta muy probable “confusión” en la que parece haber incurrido el testigo Luis Ramón Monge
Ballestero en cuanto a la fecha de la segunda llamada que hizo Mauricio Rojas Argüello a su
casa, la que ubica el 8 de enero de 1996, se ha derivado, aunque en dirección opuesta, otro
punto que también es objeto de un frontal cuestionamiento por parte de la defensa, y que
acumula más oscuridad en la redacción del fallo, pues para tratar de ser coherente con su
segundo planteamiento (fijar esos hechos el 8 de enero de 1996), aunque con ello
automáticamente esté echando por tierra el primero (fijarlos el 9 de enero), el órgano de
mérito establece como posible que la fecha de emisión que incorporan literalmente los
cheques, bien puede no corresponder a la realidad, así: “... si nos apartamos de la literalidad
de esos documentos (órdenes de compra y fecha de giro de los cheques) y nos ubicamos
temporalmente en fecha 4 de enero de 1996 dada por Luis Ramón Monge como en la que dio
los datos del Taller Hermo SA a Rojas Argüello, y en fecha 8 de enero de 1996 en que Rojas
le deja mensaje con su esposa de que había salido un cheque por dos millones y resto de
sino incluso antes. Evidentemente no podría ser antes del 4 de enero porque desconocían
cédula jurídica y representación legal de Hermo que aportó Monge a Rojas. Pero tampoco
podría ser luego del 8 de enero de 1996 en que Rojas comunica a la esposa de Luis Ramón
que ya había salido el cheque de Hermo, puesto que cómo iba a saber Rojas de la existencia
de ese cheque si no era porque ya, según indicó, lo había recibido conjuntamente con el de
Rocaba de Rodríguez. Estas circunstancias hacen concluir como razonable que las fechas
aún el conocimiento de Olmazo de que participaba en contrataciones falsas ...” (cfr. folio
164, líneas 14 a 28). Tan evidente resulta esa posible confusión del testigo Monge Ballestero
en cuanto a las fechas, que los defensores critican que en dicho aspecto se le haya dado pleno
cual parece asistirles razón. No obstante ello, repetimos, dicho reclamo carece por completo
de interés, pues todas estas inconsistencias que se le han apuntado a la sentencia se centran
significativa por el hecho de esa reunión sea ubicada el 8 o el 9 de enero de 1996. Existe otro
Luis Ramón Monge Ballestero y Mauricio Rojas Argüello, en cuanto al número y contenido
de llamadas que el segundo hizo al primero. En cuanto a este punto, conforme se había
indicado supra, el deponente Rojas Argüello señaló: “... Yo antes de eso, cuando Nelson me
dijo que necesitaba los datos, contacte (sic) con ella vía telefónica, sea la esposa de Luis
Monge y ella me los suministró, fuera de eso no hable (sic) más con ella, todo fue en ese
lapso, una semana, fue en el mes de agosto. Nunca la llame (sic) a ella y le hice ver que
estuviese realizando trabajo alguno en Aviación Civil ... En detalle nunca le explique (sic)
Aeropuerto y que se trataba de unir fuerzas ...” (cfr. folio 102, líneas 12 a 15; y folio 103,
líneas 4 a 6). Por su parte, Monge Ballestero dijo: “... en el año noventa y seis precisamente
el cuatro de enero llamó a mi taller y me dijo que había un señor en el Aeropuerto que quería
darle trabajo a dos talleres, que él tenía interés en ayudarme, que necesitaba que le dijera
avisarme de los posibles trabajos que nos iban a dar. El 8 de enero del noventa y seis, llamó
y nos dijo que ellos estaban haciendo un trabajo para Aviación Civil y que por un error el
cheque que tenía que salir a favor del taller de él salió a nombre del taller de nosotros, eso
se lo dijo a mi esposa, mi esposa me contó cuando llegue, Mauricio en ese momento fue el
que llamó y solicitó que si le dábamos la factura para él responder sobre ese cheque, que él
nos podía pagar los impuestos ... Cuando él me llama el 4 de enero en la mañana, me contó
que como conocía mi taller y era grande, que tenía una invitación del Aeropuerto que
ocupaban unos talleres grandes para unos trabajos, me dijo que eran trabajos grandes por
mucho tiempo. No me dijo cuanto se iba a cobrar por los trabajos, solamente los datos y la
información del taller, le dije que yo era el apoderado generalísimo, le di la cédula mía y la
cédula jurídica del taller. Luego me llama el 8 de enero del noventa y seis, contesta mi esposa
porque estoy en Pérez Zeledón, ella se llama María Josefa Corella Jiménez, quien no conocía
a Mauricio, él se identificó como Mauricio Rojas, llamó para indicarnos que por error
Aviación Civil había emitido un cheque para el taller nuestro y que era para ellos, que si le
podía dar la factura y que nos pagaba los impuestos, quedó de llamar cuando yo llegara de
Pérez Zeledón, no llamó ni me visitó ... (cfr. folio 103, líneas 21 a 30; y folio 105, líneas 12
a 22). Atenidos al contenido del fallo, se advierte que, en efecto, en cuanto a este tema de las
llamadas telefónicas existe una clara diferencia entre las versiones que aportaron ambos
testigos, pues Luis Ramón Monge Ballestero señaló que Mauricio Rojas Argüello llamó el 4
de enero de 1996 para pedirle que, como habían salido unos trabajos en el aeropuerto,
en ese momento. Además, que el 8 de enero aquel realizó una segunda llamada, donde
conversó con su esposa, a quien le indicó que ellos (el taller Rocaba) estaban haciendo un
trabajo para Aviación Civil y que por un error el cheque que tenía que salir a su favor salió a
nombre del taller Hermo del Oeste, por lo que necesitaba que le suministrada una factura
timbrada por el monto del citado título. Por el contrario, Rojas Argüello nunca reconoció el
contenido de la segunda llamada, aunque de manera confusa refirió que él sí llamó al taller
Hermo del Oeste y en esa oportunidad conversó con la esposa de Monge Ballestero, a quien
le pidió los datos del taller y le informó que habían salido unos trabajos en el aeropuerto.
Como se colige, Mauricio Rojas invirtió las conversaciones, pues sólo admitió el contenido
(sustituye a éste por la señora Corella), mientras que nunca reconoció que él le hubiese
solicitado a ésta una factura timbrada (contenido de la segunda llamada que refirió Monge
Ballestero). Al valorar estos dos relatos, los juzgadores señalaron lo siguiente: “... De los
informan. Ello no obstante no nos impide reconocer, a la luz del más elemental sentido
común, que Rojas Argüello, por las razones arriba apuntadas, omitió referirse a algunas
Zamora, fácilmente pueden extraerse. Es evidente que Rojas Argüello, motivado ya sea por
ad portas esa obscura negociación, y por ello, es entendible que omitiera referirse a algunas
circunstancias que, no obstante, fácilmente se revelan del conjunto de las declaraciones
hasta ahora examinadas ...” (cfr. folio 156, línea 30 en adelante), para, más adelante, señalar
que “... Es entonces a raíz de esta primera llamada que Rojas Argüello llama en la mañana
del 4 de enero de 1996 a Monge Ballestero, ocasión en que éste le da información del taller
Hermo. También se extrae que la primera visita de Rojas Argüello a la oficina de Rodríguez
(en que recibe los cheques) se da el 8 de enero de 1996, pues es a partir de tener ya los
cheques en su poder que realiza la llamada al taller Hermo y es atendido por la esposa de
Luis Ramón Monge (señora Corella) y en donde le hace manifiesto que necesita una factura
por tres millones. También se evidencia que si en esa llamada Rojas Argüello le dice a
Corella que están realizando trabajos en el aeropuerto, no lo hace porque sea verdad, sino
para darle alguna explicación valedera a Luis Ramón del porqué (sic), supuestamente y por
error, salió un cheque a nombre de Hermo y que le hacía necesitar su factura para
respaldarlo y cobrarlo ...” (cfr. folio 157, líneas 17 a 29). Como se ve, si bien en la primera
parte de este último extracto parece que los juzgadores se inclinaron por aceptar la versión
del señor Monge Ballestero, más adelante, como contenido de la segunda llamada, se incluyó
la versión que dio Mauricio Rojas (en cuanto dijo que, al conversar con la señora Corella, le
hizo ver que habían salido unos trabajos en el aeropuerto), cuando según Monge
Ballestero lo que en realidad dijo fue que estaban haciendo unos trabajos para Aviación
Civil, y que por ello había salido un cheque erróneo. No obstante que al respecto no se realizó
un minucioso análisis sino que sólo se recurrió a un razonamiento muy puntual y lacónico,
el que en todo caso suple las exigencias de fundamentación, para justificar el por qué se
apartaron en este aspecto de Mauricio Rojas, los juzgadores señalaron que éste omitió
a aceptar la propuesta que se le hizo. No obstante estas evidentes discrepancias entre dichos
testimonios, es criterio de estos magistrados que las mismas no podrían dar pie a la anulación
ni a la descalificación que se pretende, pues recaen sobre aspectos que no revisten mayor
dicho de Mauricio Rojas. Nótese que en cuanto al núcleo principal de esta cuestión, se
advierte que entre los testigos existe coincidencia, pues ambos dan cuenta de que a Rojas se
le estaban ofreciendo unos trabajos industriales, para lo cual se requería de al menos dos
talleres con cédula jurídica. Si bien es cierto éste nunca aceptó que le había pedido una factura
timbrada a la esposa de Monge Ballestero (omitió por completo referirse a dicho extremo),
los juzgadores señalaron que en cuanto a ello el señor Rojas Argüello no dijo la verdad,
estimando que resultaba entendible que necesitara alguna excusa para haber solicitado dicho
incluso, hasta podría haber tenido alguna participación y responsabilidad en el ilícito, tal
conclusión debe ser descartada por completo, ya que no debe perderse de vista que conforme
a una valoración global y integral de todo el cuadro fáctico fácilmente se colige que en un
primer momento aquel dudó en rechazar la propuesta indebida de que fue objeto, siendo que
luego decidió no aceptarla, negándose por completo a participar en el asunto. Si ello fue así,
bien se comprende que esa segunda llamada telefónica que hizo, la cual niega, donde
conversó con la esposa del propietario del taller Hermo del Oeste, pudo haberla hecho antes
de que optara por rechazar definitivamente dicha propuesta. Esta conclusión se logra extraer
de los razonamientos que se expusieron en la sentencia, donde se indicó lo siguiente: “... decir
la verdad le implicaba confesar que, aunque fuera inicialmente, dudó el (sic) rechazar el
ofrecimiento ilícito que le hacían Rodríguez Gonzalo y Gould Marchini. Las reglas de la
psicología y la experiencia comprueban que es muy difícil para cualquier persona decir la
verdad cuando ello implica confesar de alguna manera que en algún momento vaciló en
ilícita propuesta de Rodríguez Gonzalo (y del fallecido Gould Marchini), logró vencer la
tentación, rehusándose expresamente ante ellos a participar en esos hechos ...” (cfr. folio
149, líneas 12 a 20). Una situación muy semejante a la anterior se presenta con otro aspecto
de la declaración del señor Mauricio Rojas Argüello, quien durante el debate insistió en que
estaba seguro que las llamadas que recibió, así como las dos reuniones celebradas en las
oficinas de Aviación Civil, se dieron en el mes de agosto de 1995, lo que viene a generar más
confusión sobre el mismo punto. Incluso, la acusación fiscal originalmente señaló que esos
contactos telefónicos previos a dichas reuniones, así como éstas, ocurrieron en esta época
(cfr. punto 11 de dicha pieza, donde se ubican en el mes de enero de 1995, según folios 185
y 186), siendo que en cuanto a dicho punto el licenciado Wagner Molina Ruiz la modificó en
debate precisando que esa primera reunión se dio el 9 de enero de 1996 (dicho extremo se
impugna en el tercer motivo de este recurso según se verá). Es claro que esa afirmación del
testigo Rojas Argüello resultaría inconciliable con el relato que aportó Luis Ramón Monge
Ballestero, con la literalidad de los cheques y de las órdenes de compra, y también con el
cuadro fáctico que se tuvo por probado, donde –repetimos se ubicaron temporalmente esos
hechos en los primeros días del mes de enero de 1996 (el 8 y el 9). En este sentido el testigo
señaló: “... creo que fue en agosto del noventa y cinco o noventa y seis no recuerdo bien, yo
voy a la oficina de él dice que quiere ayudarme con unos trabajos, estando ahí llegó un señor
que se llama Nelson Gould, alto, traía dentro de un portafolio y sacó unos documentos, traía
dos cheques, uno que estaba a nombre de Hermo del Oeste y otro a nombre de Rocaba ... No
recuerdo en que fecha es que me llamó Nelson, esa llamada me la hace yo me imagino que
la conteste en el taller, pero pienso que alguien tuvo que haberle dado el número telefónico
mío. Recuerdo que fue en agosto porque para esas fechas estabamos (sic) con las
Coopejorco haciendo unas reparaciones, ubico el mes bien por asuntos de trabajo, con
exactitud se que fue en agosto ... Yo antes de eso, cuando Nelson me dijo que necesitaba los
datos, contacte con ella vía telefónica, sea la esposa de Luis Monge y ella me los suministró,
fuera de eso no hable (sic) más con ella, todo fue en ese lapso, una semana, fue en el mes de
agosto ...” (cfr. folio 97, línea 15 en adelante). A partir de esta afirmación del citado
descriptiva) insistió en que estaba seguro que las llamadas telefónicas y las 2 reuniones
ocurrieron en el mes de agosto de 1995, la defensa ahora estructura una serie de reproches en
la cual cuestiona de manera decidida y enfática la legitimidad del fallo y la misma veracidad
hizo una verdadera valoración de las muchas afirmaciones que hizo este testigo, siendo que
con base en su declaración se tienen por probados algunos hechos en forma contradictoria
a como éste los indicó, pues el mismo dijo que la llamada que recibió de Nelson Rodríguez
Gonzalo, así como las dos reuniones que ambos tuvieron en la oficina de éste como una
semana después, donde recibió y luego entregó los cheques, ocurrieron en el mes de agosto.
Como estas afirmaciones no calzaban, el tribunal decidió pasarlas por alto, a partir de lo
cual tiene por probados los hechos que narró el testigo, pero ubicándolas en fechas
totalmente diferentes, sin explicar por qué en ese punto se separaba de su dicho (cfr. punto
8 del primer motivo). Este mismo aspecto se retoma por parte del doctor Antillón
Montealegre en el tercer motivo de su recurso, lo mismo que por parte del licenciado
que esos hechos ocurrieron en el mes de agosto de 1995 (lo que, como se dijo, resultaría
inconciliable con la acusación ya corregida; con los hechos probados; con la literalidad de
los cheques y las órdenes de compra; y además con la declaración de Luis Ramón Monge
Ballestero), y por otra parte que a pesar de que los jueces de instancia le dieron credibilidad
en la ubicación de los hechos por fechas, y que el mismo reconoció que no era muy bueno
para eso: “... Esta (la defensa) le resta credibilidad esencialmente porque fue impreciso en
cuanto a las fechas en que dijo haberse producido las conversaciones o reuniones con el
imputado Rodríguez Gonzalo, no obstante el mismo testigo dio explicación a ello al afirmar,
en sus propias palabras, que no tiene habilidad para recordar fechas, que le cuesta.
Contrario a las objeciones de la Defensa, el tribunal concluye que este testigo fue veraz en
los hechos que relató ...” (cfr. folio 149, líneas 5 a 10). Asimismo, llama mucho la atención
que en los considerandos de fondo, al resumir de nuevo y analizar esta declaración, los
juzgadores dicen lo siguiente “... Por su parte Rojas Argüello manifestó que ... un día de
enero cuya fecha no precisa, pero en los primeros días de ese mes, Rodríguez lo llamó
esa oficina estaban Rodríguez y Gould en ella, y que Gould sacó dos cheques, mismos que
reconoce como los de folios 18 y 23 legajo pruebas Contraloría, que Rodríguez le ofreció
trescientos mil colones por cada una de dos facturas timbradas de los talleres Rocaba y
Hermo, cada una de las cuales debía indicar el monto de tres millones. Que en ese momento
él optó por llevarse los cheques para consultar con su socio Alvaro (sic) Carvajal Porras,
puesto que como condueño de Rocaba también debía decidir sobre esa propuesta ...” (cfr.
folio 154, línea 26 en adelante), de donde parece extraerse, entonces, que el deponente sí
aclaró que tanto las llamadas como las reuniones ocurrieron en el mes de enero de 1996, lo
parece extraño que esa concreta manifestación no aparezca incluida en la sección destinada
no se logra entender el por qué, si el señor Rojas Argüello en efecto dijo tal cosa, ello no se
consignó literalmente en el acápite destinado a tal extremo. Esta situación no pudo ser
despejada, pues de la escucha de la cinta donde se asentó fónicamente esa deposición (casete
Nº 9) se aprecia que la grabación no sólo da inicio a mitad de la declaración, sino que luego
de reanudarse (hubo que suspenderla a efectos de decidir si se realizaba un careo) se empezó
indica el tribunal, aunque ello no podría confirmarse. Por el contrario, de la parte que sí quedó
grabada se colige que el deponente, ante preguntas del fiscal (quien pretendía que le precisara
la fecha en que recibió las llamadas de parte de Nelson Rodríguez), dijo “... no recuerdo, sé
que es en el mes de agosto, pero no recuerdo la fecha exacta ...”. En todo caso, aún
asumiendo que el señor Rojas no haya hecho esta precisión, es necesario señalar que los
cuestionamientos que a partir de este extremo se formulan por parte de la defensa, tanto al
fallo como a la declaración del testigo, no son de recibo, pues debido a su carencia de
hecho de que el señor Rojas Argüello insistiera en que esas llamadas y reuniones se dieron
en el mes de agosto de 1995, a pesar de que quedó demostrado que necesariamente se dieron
en los primeros días de enero de 1996, no permitiría de ningún modo concluir que haya
mentido, pues es muy posible que en cuanto a ello él estuviera confundido y por eso haya
dicho que estaba “seguro”. La muy posible existencia de esta confusión se refuerza al
constatar cuál fue la razón que adujo y en la que se apoyó para justificar su convencimiento
de que eso ocurrió en agosto de 1995, pues señaló que para esa época estaban en plenas
reparaciones a los beneficios de café, por lo cual su taller se ocupaba de unos trabajos para
Cooperjorco: “... Recuerdo que fue en agosto porque para esas fechas estabamos (sic) con
Coopejorco haciendo unas reparaciones, ubico el mes bien por asuntos de trabajo, con
exactitud se que fue en agosto ...” (cfr. folio 98, línea 25 a 28). Esta “razón” o justificación
es exactamente la misma que invocó su socio Álvaro Carvajal para respaldar su convicción
de que esas reuniones de Mauricio Rojas Argüello en Aviación Civil se dieron a principios
del año 1996: “... Mauricio llega con los cheques como a principios del noventa y seis,
porque en esos momentos está la cosecha de café en lo más y mejor, nosotros estamos
elemento adicional que nos permite descartar que el señor Mauricio Rojas Argüello haya
mentido y que, más bien, pareciera que está confundido, consiste en que en varios extractos
de su deposición indicó que “... Nelson Rodríguez me dijo que no me preocupara que no
había pasado nada, que los cheques los iban a cancelar y que me fuera tranquilo para mi
casa, hasta ahí tengo conocimiento de lo que pasó con esos hechos. Meses después llegaron
los de Contraloría para verificar firmas y otras cuestiones, mi socio Alvaro (sic) Carvajal
atendió a un señor pequeñito luego que llegó en una Pattfinder al taller un mes y medio
después, iba a hacer un portón ... llegaron a hacer el portón como un mes después de que
Contraloría llegó ... La diferencia entre la primera reunión con Aviación Civil y la
contratación del portón es de como dos meses ...” (cfr. folio 98, líneas 1 a 6; y folio 103,
línea 15). Es evidente que este dato que aporta resultaría incorrecto, pues si nos atenemos a
su dicho esa contratación del portón se ubicaría temporalmente en los meses de setiembre
u octubre de 1995, siendo que quedó absolutamente claro que la misma se dio en el mes de
setiembre de 1996 (cfr. puntos 4 y 8 del listado de pruebas documentales, visibles a folio 98),
lo que nos permite inferir que, tal y como él mismo lo reconoció, no tiene mayor capacidad
de precisar o ubicar por fechas los acontecimientos. Como se observa, si bien los juzgadores
no realizaron un análisis como el que antecede, el mismo logra extraerse del contenido mismo
de la sentencia, por lo cual los reparos en tal sentido carecen de razón, de donde debe
entenderse que la conclusión que aquellos establecen, en el sentido de que: “... De los
informan ...” (cfr. folio 156, línea 30 en adelante, aclarándose que el subrayado y la negrita
quienes han pretendido hacer ver en ello un vicio de nulidad del fallo y una supuesta
mendacidad de aquel. Esta posición no es compartida por esta Sala, pues si bien de la lectura
del fallo esas contradicciones (así como algunos yerros del tribunal en cuanto a su análisis)
condenatoria, ni tampoco permitirían a esta Sala establecer que el deponente haya mentido
(lo que de cualquier modo estaría vedado en esta sede de casación), por cuanto se trata de
de Mauricio Rojas se circunscriben a que por un lado señaló que no fue sino en la primera
reunión cuando él le entregó los documentos e información relativa a las personerías jurídicas
de los dos talleres, a Nelson Rodríguez Gonzalo (incluso el “nombre” de los mismos), y que
cinco minutos después de haber llegado apareció Nelson Gould con los cheques ya
mientras que al mismo tiempo aseguró que en la segunda reunión, celebrada al día siguiente,
cuando él se presentó a devolver dichos títulos que previamente se había llevado, apareció
Nelson Gould con un portafolio y con los cheques. En este sentido la sentencia indica que el
señor Rojas Argüello declaró: “... Nelson Rodríguez estaba por una diputación en Naranjo
... en una oportunidad yo recibí una llamada de parte de él, sea cuando lo nombraron
Director de Aviación Civil, me llama y me hace una consulta y me dice que quiere ayudarnos
porque nosotros le ayudamos mucho en la política, yo interesado le digo que si porque tengo
un taller y fabricamos maquinaria y estructuras ... yo voy a la oficina de él dice que quiere
ayudarme con unos trabajos, estando ahí llegó un señor que se llama Nelson Gould, alto,
traía dentro de un portafolio y sacó unos documentos, traía dos cheques, uno que estaba a
nombre de Hermo del Oeste y otro a nombre de Rocaba ... Fue cuando me llamó para
pedirme los números de cédulas jurídicas de los dos talleres, eso me lo pidió en ese momento
también en que hablamos. Me fui para mi casa y como somos una sociedad, hable (sic) con
mi socio Alvaro (sic) Carvajal y me dijo que habláramos con el Contador Isaac Muñoz quien
nos dijo que no podíamos aceptar eso que teníamos que devolvernos (los cheques) y decir
que no. Me presente (sic) nuevamente a Aviación Civil y estuve esperando unas tres horas,
entre (sic) a la oficina de Nelson Rodríguez y por otra puerta entró también Nelson Gould
otra vez con el portafolio y los cheques ... como en la reunión Nelson Rodríguez me dijo que
eran muy grandes (los trabajos), me pidió la cédula jurídica de tres talleres, yo solamente le
consigo la de dos y me dijo que estaba bien. En ese momento en que él me pide la cédula
jurídica es en la reunión, fue antes de que entrara Nelson Gould. Antes de ese momento yo
no le había suministrado el nombre de los talleres. Nelson Gould entra como cinco minutos
después de que yo había llegado ... por teléfono Nelson me había pedido los nombres de los
talleres, ya en la reunión fue cuando les lleve (sic) los documentos y personería jurídica ...
Le comente (sic) a mi socio que como Nelson Rodríguez me había ofrecido trabajos, me
habían mostrado dos cheques ... cuando yo me fui la primera vez me lleve (sic) los cheques
en la primera visita, me los llevo para hacer la factura, mi socio los ve, el contador nos dice
que los devolvamos, nosotros no nos dejamos ningún respaldo de los cheques, yo los guardo
y al otro día los llevo a Aviación Civil y le digo que no quería participar en eso ... Al día
siguiente voy con los cheques y espero por dos horas, cuando me recibe fue cuando le dije
que no quería participar en eso, entró de nuevo Nelson Gould ... cuando me voy los dos
quedan ahí con los cheques ... el hecho de que él me diera los cheques, igual yo se los iba a
devolver. De la misma confianza yo se los devolví ...” (cfr. folio 97, línea 9 en adelante).
que diga que cuando se presentó a devolver los cheques que se había llevado el día anterior,
observó a Nelson Gould llegar a la oficina portando dichos títulos. Además, que apenas cinco
minutos después de que él le entregó el nombre de los talleres a Nelson Rodríguez, ingresó
a la oficina Nelson Gould con los cheques ya confeccionados a favor de éstos, sin que de
previo indicara que de algún modo se hubiese dado algún tipo de comunicación entre
aquellos. No obstante que, conforme se indicó y se retomará de seguido, los juzgadores no
analizaron adecuadamente el aspecto que nos ocupa, de ahí no podría estimarse que el fallo
adolezca de nulidad o que el señor Rojas Argüello haya faltado a la verdad, ya que de nuevo
nos encontraríamos ante una inconsistencia de ese testimonio que recaería sobre aspectos
todo la propuesta ilícita de que fue objeto por parte Nelson Rodríguez Gonzalo y Nelson
Gould Marchini) no existe mayor incongruencia en su relato. Si bien estas serían las
conclusiones que derivan de la literalidad del fallo como documento, de la escucha de la cinta
del lado A y continuando en el B) se logra advertir que esa referencia a que, en la segunda
reunión, Gould Marchini apareció (otra vez) con el portafolio y los cheques, el testigo la hizo
muy rápidamente, quizá hasta en forma descuidada, ligera o desapercibida, sin que nadie le
hiciera notar el error o inconsistencia, de donde hasta podría pensarse que se trató de un
escucha del aludido casete número 9 se colige que, al final de su declaración y con motivo
del interrogatorio al que fue sometido por parte del fiscal, el deponente tuvo que reconstruir
nuevamente lo ocurrido en esa segunda reunión, donde no hizo ninguna mención a este
extremo que se objeta, lo que de algún modo viene a ratificar la apreciación de esta Sala. Por
otro lado, debe señalarse que, en lo que a esta deposición se refiere, en su análisis de fondo
los jueces de mérito inicialmente expusieron lo siguiente: “... El testigo Mauricio Rojas
Argüello también fue merecedor de la credibilidad al tribunal, aunque al igual que Chacón
fue uno de los más cuestionados por la Defensa. Esta le resta credibilidad esencialmente
porque fue impreciso en cuanto a las fechas en que dijo haberse producido las
testigo dio explicación a ello al afirmar, en sus propias palabras, que no tiene habilidad
para recordar fechas, que le cuesta. Contrario a las objeciones de la Defensa, el tribunal
concluye que este testigo fue veraz en los hechos que relató, esencialmente porque su versión
fue corroborada por otras pruebas, pero además porque la notoria dificultad que mostró al
declarar no lo fue en razón de que estuviera mintiendo, sino porque decir la verdad le
implicaba confesar que, aunque fuera inicialmente, dudó el rechazar el ofrecimiento ilícito
experiencia comprueban que es muy difícil para cualquier persona decir la verdad cuando
ello implica confesar de alguna manera que en algún momento vaciló en rechazar una
ilícita propuesta de Rodríguez Gonzalo (y del fallecido Gould Marchini), logró vencer la
tentación, rehusándose expresamente ante ellos a participar en esos hechos. Según se dirá
luego, paralelamente a esa propuesta ilícita Rodríguez Gonzalo y Gould Marchini entregan
a este testigo los cheques 8303 y 8304 ya girados a nombre de su taller y del taller Hermo
del Oeste SA, por montos de dos millones novecientos cuarenta mil colones cada uno, listos
para ser endosados y hechos efectivos en el Banco. No obstante Rojas Argüello vence la
tentación de participar en esa propuesta, pese a que ello le implicaba no hacerse tan
fácilmente de ese dinero. Vencer esa tentación negándose a participar de cualquier manera
en ese hecho y devolver los cheques comprueban al tribunal que ningún interés tendría en
mentir en este juicio, puesto que ninguna participación típica tubo (sic) en los mismos.
que hacen a este testigo, y en él es que intentan desvirtuar su versión. No obstante, como ya
oportunamente se motivará ...” (cfr. folio 149, línea 3 en adelante). Como se observa, el
razonamiento que exponen los juzgadores se ajusta a las reglas del correcto entendimiento
humano, pues se explica que las imprecisiones en las que en efecto incurrió el deponente,
quien incluso hizo notar que “no tiene habilidad para recordar fechas, que le cuesta”, jamás
podrían implicar que haya mentido, ni tampoco desmerecen el juicio de reproche establecido
en contra de los imputados. Y es que, pese a los airados reclamos de la defensa, los que (al
menos en lo que se refiere a la inconsistencia de que no obstante haberse llevado los cheques,
Nelson Gould apareció con ellos al día siguiente) resultan de recibo, su dicho (en cuanto a su
núcleo esencial: proposición ilícita que en cuanto a los cheques le hicieron Nelson Rodríguez
y Nelson Gould) fue corroborado indirectamente por otras pruebas, tales como las
deposiciones de Álvaro Carvajal y Luis Ramón Monge Ballestero, reconociendo eso sí que,
presencia de algún tercero que pudiera corroborarlas en forma directa, de donde las
el testigo manifestó que aportó incluso los nombres de los talleres en la primera reunión,
apareciendo Nelson Gould cinco minutos después de que él había llegado con los cheques
debió a una deficiente transcripción del contenido del testimonio, pues del interrogatorio que
reunión, sea, cuando él me contactó por teléfono, que me dijo que eran trabajos grandes,
que, que sea, que había que buscar, más bien él me había pedido la cédula jurídica de tres
talleres, sin embargo yo nada más dos, sea, sólo dos pude conseguir en ese momento, fue
cuando él me dijo que con dos estaba bien, que no hacía falta con tres”. FISCAL:
“perdóneme Mauricio pero, ¿cuando es que él le dice a usted que, que busque la cédula
jurídica de tres talleres?, ¿cuándo es que ocurre eso?”. TESTIGO: “cuando estamos en la
oficina, sea, cuando él, antes de sacar los cheques él me pide que necesitamos, sea que para
apoderados y quienes son los dueños, el nombre de, la cédula jurídica, todo”. FISCAL: “En
esa, en ese momento, en que él le pide el número de cédula jurídica y el nombre de estos tres
talleres es ese mismo momento en que, en que está presente, o más bien, ¿quién está presente
cuando se está hablando de esto, de conseguir los tres talleres?”. TESTIGO: “no, ante, ante,
sea, Nelson Gould no había entrado todavía, o sea, fue posterior, fue, él me pidió todos los
datos de, de, de que él ocupaba todos los datos de los talleres, entonces yo le dije que sí, que
estaba bien, que yo se los iba a conseguir, porque, sea, era, era, de momento, verdad, cuando
él, sea al rato fue cuando entró Nelson Gould con un portafolio amarillo y traía, traía los
cheques ahí”. FISCAL: “¿antes de ese momento no se conocía el nombre de los talleres?”.
nombre de los talleres?. TESTIGO: “no señor”. FISCAL: “entonces la pregunta es, eh, eh,
cuando, bien, me la voy a reservar para un poco más adelante. ¿Cuándo, cuando es que,
eh, ingresa este, este, esta otra persona que usted conoce como Nelson Gould?. TESTIGO:
“este, entra escasos cinco minutos después de que yo estoy ahí”. FISCAL: “¿y qué hace
Nelson Gould?”. TESTIGO: “él trae un portafolio y trae dos cheques”. FISCAL: “¿usted
logra ver esos cheques?”. TESTIGO: “sí, sí los logré ver ”. FISCAL: ¿qué fue lo que usted
vio en esos cheques?”. TESTIGO: “bueno los cheques, eh, uno estaba a nombre de Montajes
Industriales Rocaba, otro estaba a nombre del taller Hermo del Oeste. Eran unos cheques
con el signo de, de Aviación Civil, eh, no me acuerdo del banco, eso sí no me acuerdo, pero,
eh, sí me acuerdo del monto, que eran dos millones novecientos cuarenta mil colones cada,
cada cheque”. FISCAL: “¿usted sabe, eh, de dónde obtuvieron ellos los nombres de esos
talleres para hacer esos cheques?”. TESTIGO: “Nelson me los había pedido por teléfono,
de momento, sólo, sólo los nombres, sea sólo los nombres. Al otro día yo tenía que llevarle
FISCAL: “entonces quiere decir que antes de esa reunión ya usted le había suministrado el
nombre de los talleres”. TESTIGO: “nombres de talleres nada más, sean, montajes
Industriales Rocaba y, sea, taller Hermo del Oeste”. Conforme con esta transcripción literal
del contenido de la cinta donde quedó asentada la declaración que Mauricio Rojas Argüello
aportó en debate, fácilmente se despejan los elementos oscuros que, según la fundamentación
descriptiva del fallo, se derivan de la misma, lo que comprueba que todos los vehementes
relativa a los talleres, incluso el nombre de éstos, en la primera reunión, donde cinco minutos
después de haber llegado apareció Nelson Gould Marchini con los cheques ya
detallado interrogatorio al que fue sometido por parte del fiscal, al final de cuentas aclaró que
en dicha reunión él entregó la documentación, pero que antes de ello, vía telefónica, sí había
aportado el nombre de los talleres, lo que aclara definitivamente el panorama y hace que se
descarte por completo el vicio que en cuanto a dicho aspecto se denuncia en el recurso. Tan
clara se muestra esa deficiente e incompleta transcripción del testimonio, que ello llevó a los
juzgadores a consignar un análisis basado en una premisa errónea, donde de algún modo se
le reprocha al deponente “no haberse referido” a esa conversación previa con Nelson
Rodríguez: “... Es evidente que Rojas Argüello, motivado ya sea por el asombro o porque le
Gonzalo para ganarse tan fácilmente seiscientos mil colones, no rechazó ad portas esa
hasta ahora examinadas. Por ejemplo, que previo a recibir la llamada de Rodríguez Gonzalo
para que fuera a su oficina (y en que recibe los cheques) ya había recibido otra llamada ya
sea de Rodríguez Gonzalo o del propio Gould Marchini solicitándole el nombre del otro
taller que participaría en los trabajos. Recordemos que Zamora Zamora explicó que en los
primeros días de enero de1996, apenas regresando de vacaciones, Gould le dijo que ya había
contactado con el taller de ese muchacho de Naranjo que Zamora le había aconsejado
buscar, y que también tenía el nombre del otro taller, requiriéndole la nota ya aludida de
folio 321 del expediente 98 17767 ...” (cfr. folio 157, línea 5 en adelante). Tal y como se
indicó supra, el testigo sí hizo referencia a esa llamada, de donde este cuestionamiento del
tribunal carece de razón. Aunado a lo anterior, también se critica la conclusión que extrajo el
órgano jurisdiccional a partir de la “notoria dificultad” que evidenció el testigo al declarar
oralmente en juicio. Al respecto se razonó que tal actitud no se debió a que estuviera
mintiendo, sino a que decir la verdad le implicaba confesar que, aunque fuera inicialmente,
dudó en rechazar el ofrecimiento ilícito que le hacían Rodríguez Gonzalo y Gould Marchini.
Las reglas de la psicología y la experiencia comprueban que es muy difícil para cualquier
persona decir la verdad cuando ello implica confesar de alguna manera que en algún
momento vaciló en rechazar una propuesta inmoral o ilegítima. En lo que atañe a este punto,
deben hacerse dos precisiones. En primer término, de la redacción del fallo resulta claro y
evidente que este argumento del órgano de mérito se expuso, no para sustentar su convicción
acerca de la credibilidad de que fue objeto el testigo, sino más bien para de algún modo darle
una explicación a esa “notoria dificultad” que, gracias a la riqueza que propician la oralidad
de vista que la veracidad que se le otorgó ya de previo se había hecho asentar en que su dicho
vacilación inicial ante la propuesta ilícita de que fue objeto, logró vencer la tentación de
ganarse fácilmente el dinero que le ofrecieron, rechazándola. Por otro lado, resulta notorio
que esa explicación que analizamos (sobre todo que se haya descartado una supuesta
intención de mentir), de acuerdo a los fundamentos del fallo tuvo como antecedente no sólo
la premisa de que por las razones apuntadas el mismo era creíble, sino además la impresión
que provocó el testigo durante la audiencia y el contenido mismo de su relato, en todo lo cual
no se advierte vicio lógico alguno. Por el contrario, la conclusión que a partir de dicho
comportamiento o actitud ahora viene a exponer el recurrente, para quien esa notoria
dificultad del testigo al declarar “pudo deberse” a que el mismo estuviera mintiendo, no deja
en menor medida, con Luis Ramón Monge Ballestero), ello en contra del criterio externado
por los jueces de mérito, todo lo cual le resta valor al alegato. Este esfuerzo de quien recurre
por desmerecer al testigo Rojas Argüello y, además, por negar la responsabilidad penal que
le corresponde a los encartados (sobre todo de Rodríguez Gonzalo), se sustenta en una serie
de afirmaciones subjetivas, infundadas y por lo demás especulativas (cfr. los alegatos que se
identifican como 7.b., 8.a., 8.b., 8.d., 8.e., 8.f., y 9, del primer motivo; 1, 4, 5, 6, y 7 del
segundo motivo), por lo que ninguna de ellas podría prosperar. En concreto, debe rechazarse
la tesis principal (propia de unas conclusiones en debate oral, pero extraña e incompatible en
casación) de que los señores Rojas Argüello y Monge Ballestero no son creíbles, pues ello
iría en contra del criterio ya externado por los juzgadores, quienes amparados en los
publicidad y concentración), y sobre todo apegados a las reglas de la sana crítica racional, les
concedieron pleno valor, sin que esta Sala advierta algún razonamiento contrario al correcto
entendimiento humano en cuanto estimaron que en lo esencial, con las salvedades que se
hicieron supra, sus relatos resultaron merecedores de veracidad, siendo que en esta sede de
casación no podría desconocerse dicho extremo, a partir de la sola opinión subjetiva del
impugnante por cuanto no nos encontramos ante una segunda instancia como la que generaría
anterior a fin de sustituir al juez de primera instancia en la determinación del valor que deba
permitan, entonces, el control en esta sede de si efectivamente tales vicios ocurrieron o no,
parte de los juzgadores –cuáles son las variables de la inmediación a las que dieron
importancia, por ejemplo, los gestos, la actitud, la forma del relato, etcétera y su alcance –a
saber, por ejemplo que la fluidez y coherencia, les permiten dar credibilidad, etcétera. En el
caso concreto, con las salvedades ya hechas, los juzgadores expusieron cuáles son las
evidencia la Sala yerro alguno, siendo que lo que pretende el impugnante es sustituir esas
conclusiones, por sus propias opiniones, sin que ello contribuya, como se debe, a señalar un
podría admitirse como probado (pues ello no se desprende del contenido del fallo de mérito
sino de la opinión del recurrente) que José Miguel Zamora, como funcionario de Aviación
Civil, tuvo contactos con los aludidos talleres; que esos “contactos” permitan asegurar que
éstos presentaron cotizaciones; que Monge Ballestero, en cuanto negó tal extremo, haya
mentido en dicho punto y “en todo lo demás”, o que éste y Mauricio Rojas hayan tenido
alguna participación delictiva en los hechos. De igual modo, no comparte esta Sala la
apreciación del defensor, quien cuestiona la “devolución de los cheques” por parte de
Mauricio Rojas Argüello, al estimar que la misma no está corroborada por otras pruebas. Al
respecto debe tenerse claro que, conforme se indicó, los juzgadores le reconocieron plena
credibilidad a aquel en cuanto aseguró tal extremo, y si bien salvo su dicho no existen pruebas
directas de esa segunda reunión (recordemos que se celebró a puerta cerrada), en el fallo sí
se mencionan otros elementos indirectos que lo avalan, sobre todo el testimonio de Álvaro
Carvajal Porras (cfr. folio 109, línea 1 en adelante). En efecto, este testigo, quien es el socio
de Mauricio Rojas Argüello en el taller Rocaba, señaló: “... Mauricio me dijo que nos habían
ofrecido un negocio que si estabamos (sic) de acuerdo de entregar unas facturas timbradas
por un cheque que había salido en Aviación y nos pagaban trescientos mil colones,
consultamos con el contador y nos dijo que no lo hiciéramos, Mauricio entonces devolvió
los cheques ...” (cfr. folio 109, líneas 7 a 11), siendo que en los considerandos de fondo, el
tribunal razonó lo siguiente: “... Rojas Argüello y Carvajal Porras reconocen los citados
cheques como los que fueron entregados al primero en la oficina de Rodríguez ... se hace
se da con la visita que hizo con su socio Carvajal Porras al contador Isaac Nuñez. En todo
conducta, puesto que habría un desistimiento activo oportuno de su parte. Ese desistimiento
suyo, ese vencer la tentación, es lo que lo hace merecedor de credibilidad, amén de que su
versión se corrobora con las pruebas examinadas. Para mayor abundamiento podemos
agregar que Carvajal Porras corrobora plenamente la versión de Mauricio Rojas ...” (cfr.
folio 152, líneas 1 a 3; y folio 157, línea 27 en adelante), en todo lo cual no se advierte yerro
alguno. Tampoco carecería de lógica que Rojas Argüello, luego de la reunión celebrada con
Nelson Gould y Nelson Rodríguez, se haya llevado los cheques a fin de confeccionar las
facturas que los respaldaran, pues conforme lo hace notar el tribunal no podríamos perder
de vista que no se trató de una típica y normal negociación (dentro de la cual tal proceder sí
resultaría muy dudoso), sino de una proposición para que tomara parte en un plan ilícito, en
un clima de absoluta confianza mutua. En este sentido, los jueces indican “... la objeción del
afirma que le entregaron los cheques, pues ello no es lógico, no es de recibo. En efecto, no
a la luz de una propuesta ilícita, obscura, pues quien propone algo que sabe ilícito muy
razonablemente cede para asegurarse el resultado ...” (cfr. folio 170, líneas 4 a 9). Por otro
lado, la convicción de que el contador Isaac Muñoz era más confiable que los testigos Rojas
y Carvajal, no deriva del contenido de la sentencia sino de la visión particular del recurrente,
por lo que el hecho de que no se hubiese ofrecido tal declaración (lo que en todo caso era
resorte de las partes) no constituiría vicio alguno atribuible al fallo. Además, no se advierte
ningún yerro por el hecho de que para descartar que las firmas endosantes fuesen de los
personeros de los talleres no se haya contado con un dictamen de grafoscopía, pues conforme
al principio de libertad probatoria que incorpora el artículo 182 del Código Procesal, nada
obstaba para que tal conclusión se hiciera depender razonablemente de otros elementos de
convicción, tal y como se hizo en el fallo, pues aquellos desconocieron por completo haber
estampado dichas firmas. Otro de los argumentos que esgrime el recurrente a fin de que se
supriman del fallo las declaraciones que más comprometen a los imputados, consiste en
afirmar que Mauricio Rojas Argüello, Luis Ramón Monge Ballestero, Douglas Carvajal
Bejarano y José Miguel Zamora, “podrían” tener responsabilidad penal por haber de algún
modo participado en los hechos, de donde resultaba imperativo haberles advertido acerca de
contenido del fallo, sino en la parcializada valoración del propio recurrente. Al respecto se
advierte que, no obstante haber sido descartada de manera clara y expresa por parte de los
precisa de qué modo concreto se vería afectada la condenatoria ante una hipotética supresión
de dichos elementos, lo que descalifica aún más el planteamiento. En efecto, el hecho de que
Mauricio Rojas Argüello haya tenido en su poder los cheques; que Douglas Carvajal se haya
pidiendo a cambio la respectiva factura; y que José Miguel Zamora Zamora figurase como el
jefe de la sección de mantenimiento de Aviación Civil, a cuya cuenta se giraron los cheques
defensa, de donde resulta atinado el criterio del tribunal de mérito en cuanto estimó lo
siguiente: “... Rojas Argüello vence la tentación de participar en esa propuesta, pese a que
ello le implicaba no hacerse tan fácilmente de ese dinero. Vencer esa tentación negándose a
participar de cualquier manera en ese hecho y devolver los cheques comprueban al tribunal
que ningún interés tendría en mentir en este juicio, puesto que ninguna participación típica
tubo en los mismos. Aunque no expresamente, se infiere de las objeciones de la Defensa que
es ese el reproche que hacen a este testigo, y en él es que intentan desvirtuar su versión ... se
“negocio” se da con la visita que hizo con su socio Carvajal Porras al contador Isaac Nuñez.
conducta, puesto que habría un desistimiento activo oportuno de su parte. Ese desistimiento
suyo, ese vencer la tentación, es lo que lo hace merecedor de credibilidad ...” (cfr. folio 157,
línea 27 en adelante). En efecto, en lo que a actuación cumplida por el testigo Mauricio Rojas,
desde que se realizó la investigación (no después de que se le había reconocido credibilidad
a lo que declaró en juicio, como lo pretende hacer ver el recurrente) quedó claramente
establecido que no tuvo ninguna participación punible en toda la maquinación delictiva que
echaron a andar los aquí imputados, pues si bien en un momento dudó en rechazar la
propuesta que en tal sentido se le hizo, luego de consultar junto con su socio al contador de
la empresa, decidió no tomar parte en el asunto, a tal punto que se presentó a Aviación Civil
a devolver los cheques que al día anterior se le habían entregado, sin que incurriera en la
conducta que se le pedía: conseguir dos facturas timbradas que respaldaran la emisión de
esos cheques, ni firmar los recibidos conforme. Esto significa, entonces, que ningún juicio
de reproche jurídico penal podría formulársele, de donde (atenidos a los hechos probados de
la sentencia) resulta insostenible la tesis de la defensa en cuanto asegura que al mismo, por
a todas luces resultaba inexistente. Lo mismo cabe señalar en cuanto a Douglas Carvajal
Bejarano (salvo en cuanto afirmó haber visto varias veces al coencartado Gregorio Cabalceta
cambiando cheques de Aviación Civil) y José Miguel Zamora Zamora, cuyas actuaciones y
esencialidad que el recurrente ni siquiera logra concretar cuál sería el agravio que a partir de
ellos se le generó a la defensa. Es más, el planteamiento del recurrente resulta incluso
contradictorio, pues a pesar de que critica el fallo por haber tomado en cuenta el dicho de
José Miguel Zamora, más adelante se muestra inconforme con que no se le haya dado
credibilidad a Mayid Torres a pesar de que su versión estaba “confirmada” por Zamora. Para
cerrar este punto, y en lo que a la supuesta condición de “sospechoso” del señor Luis Ramón
Monge Ballestero se refiere, de nuevo se advierte que el fundamento del impugnante para
personalmente le niega credibilidad, lo que descalifica por completo su queja. En otro orden
en carácter de prueba para mejor resolver), y Nº 5 (utilizarse la declaración que Nelson Gould
Marchini rindió ante la fiscalía), el recurrente no concreta cuál sería la esencialidad de dichos
el alegato. En todo caso, del estudio completo de la sentencia se determina no sólo que las
Nelson Gould Marchini (coimputado que fue sobreseído por fallecimiento) no revisten mayor
menoscabado el juicio de reproche, por apoyarse éste en otros elementos según se explicó,
sino además que no se advierte ninguna irregularidad por el hecho de que durante el juicio
se haya admitido la primera en calidad de prueba para mejor resolver, máxime cuando dicho
interpretación del artículo 355 del Código Procesal Penal se refiere, la jurisprudencia de esta
evacuar ese elemento que se llegue a echar de menos, surgidas en la audiencia oral, justifican
por sí mismas su evacuación aún de oficio por parte del tribunal, pues tal facultad no sólo
vendría respaldada por el citado artículo 355, sino incluso por el párrafo 2º del numeral 320
ibídem, que ni siquiera exige que la prueba así ordenada tenga como propósito acreditar un
extremo fáctico que antes no se conocía: “... El problema planteado por los recurrentes en
su primer motivo del recurso, se reduce a establecer si es ilegal la recepción del testimonio
del ofendido en debate, pese a que esa prueba no fue ofrecida por el Ministerio Público y no
supuesto erigido por el numeral 355 del Código Procesal Penal para la prueba para mejor
resolver. Para resolver la cuestión planteada debemos señalar, en primer término, que la
interpretación del artículo 355, como la de cualquier texto normativo, no puede ser
disposiciones que tienen un basamento común, además de ser parte del ordenamiento
jurídico ... En este sentido, debe señalarse que no solo el numeral 355 concede a los jueces
del juicio la posibilidad de allegar de oficio prueba para mejor resolver, cuando se presenten
de la prueba para el debate puede ordenar de oficio que se incorpore prueba al juicio, aún
si las partes no la han propuesto, “si ésta resulta esencial” o bien “sólo cuando sea
realizadas”, según el artículo 320 del Código Procesal Penal. Este numeral añade que,
contra lo resuelto –esto es, sobre la admisión de prueba para debate cabrá recurso de
prueba para mejor resolver, ante el tribunal de juicio”. Lo dicho refleja que nuestro sistema
del principio de verdad real, que se ha de cumplir en estricta observancia de los derechos
Además, el propio Código Procesal equipara, para efectos de la propuesta de prueba para
lectura tan restringida como la que proponen los recurrentes, lectura que en todo caso es
inconveniente, desde que el sistema se rige por el principio de libre apreciación de la prueba
y de libertad probatoria –numeral 182, de modo tal que siempre que se trate de prueba útil
a la causa, legalmente obtenida, que sea puesta en conocimiento de todas las partes, para
que puedan objetarla o bien que sea producida con la participación de todos, la objeción
sistema por el contrario, pretende eliminar ...” Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia,
voto Nº 57200, de las 9:35 hrs. del 02 de junio del 2000. En otro orden de ideas, no lleva
que se ordenó en contra del encartado Nelson Rodríguez Gonzalo, critica y cuestiona el
allanamiento que se practicó en la casa del coimputado Cabalceta Castillo. En primer término
debe aclararse que si bien es cierto, a partir de las pruebas evacuadas en debate (entre ellas
las evidencias recolectadas en dicha diligencia, concretamente las copias de los cheques y
una solicitud de servicios telefónicos ante el ICE) se llegó a determinar con certeza que el
coimputado Cabalceta Castillo fue la persona que cambió los cheques, y que en ello estuvo
de acuerdo con el resto de encartados, incluido Nelson Rodríguez, ello no le sumó ningún
cargo adicional a éste, ni tampoco constituyó un aspecto esencial del juicio de culpabilidad
efecto, tal y como quedó de sobra explicado, la participación dolosa del acusado Rodríguez
Gonzalo en los hechos (fue la persona que contactó a Mauricio Rojas Argüello, a quien junto
con Nelson Gould Marchini le ofreció ¢600.000,ºº por dos facturas timbradas que, de manera
ficticia, respaldaran la emisión de dos cheques, a pesar de que nunca se realizó trabajo alguna
que justificara dicha erogación) se hizo derivar esencialmente de la prueba testimonial que
se mencionó, de donde aún asumiendo que no se hubiese podido determinar quién fue la
persona que materialmente hizo efectivos los títulos, ello no haría venir a menos la
cuanto a éste se refiere es que esos títulos en efecto se hicieron efectivos, para demostrar lo
cual no se requerían las evidencias cuestionadas. Nótese que en cuanto a este punto, la prueba
que aquí se cuestiona (que de cualquier modo no fue la única con la que a dicho fin se contó)
Gonzalo, siendo que el fallo se indica lo siguiente: “... En efecto, todos estos elementos de
prueba comprueban que en lo que aquí interesa el señor Nelson Rodríguez Gonzalo fungía
actividad ilícita que se le endilga. En esa condición le competían labores de ejecución de las
decisiones del Consejo Técnico de Aviación Civil. Ahora bien, de conformidad con las
así como de Carvajal Porras y Monge Ballestero, este imputado contactó inicialmente a
suyo Rocaba ni tampoco Hermo habían realizado ningún trabajo ni servicio a Aviación Civil,
ofreció a Rojas seiscientos mil colones por cada una de dos facturas timbradas de esos
hechos es contundente, y en ella se sustente esta sentencia condenatoria en su contra ... (cfr.
mayor orden en la exposición, el tema concreto que aquí se introduce, esto es, la ilegitimidad
defensor público en dicha diligencia (que como vimos sólo afectaría al coimputado Gregorio
Cabalceta Castillo) será tratada al resolver el primer motivo del recurso de casación que
formula el licenciado Hugo Chavarría Céspedes. Por otro lado, no comparte esta Sala la tesis
que se esgrime en el punto 7.c., pues conforme al contenido del fallo la responsabilidad que
tenía Nelson Rodríguez, quien era uno de los funcionarios autorizados a firmar en la cuenta
corriente contra la cual se giraron los cheques cuestionados, no era simplemente nominal o
vacía (como lo estima la defensa), pues dicha función llevaba implícita esa labor de custodia,
verificación y control de los fondos ahí depositados (en este sentido debe entenderse el
término “administración y custodia” que utiliza el fallo a folio 172, línea 30 en adelante, lo
que implica que el vicio que se denuncia en la primera parte del punto 11 del reclamo, no se
ha presentado), por lo que no podría concluirse que ello sólo le correspondía a los personeros
del departamento específico de que se tratase. Si, conforme lo indicaron los deponentes
Mayid Torres y José Miguel Zamora, aunado a que el Director General de Aviación Civil era
uno de los autorizados a firmar los cheques, cada departamento de dicha dependencia por su
parte debía velar y responder por el adecuado manejo del dinero asignado a su presupuesto,
ello sólo significa que existía un doble mecanismo de control, y que Rodríguez Gonzalo sí
tenía facultades de custodia y disposición sobre esos fondos públicos, las que utilizó para
sustraerlos. Si se admitiera que ese recargo de ser uno de los autorizados a firmar contra la
la conclusión (contraria a las reglas de la experiencia) de que tal función carecería por
Civil, así como la concreta función de ser uno de los responsables mancomunados en cuanto
custodio del adecuado manejo y administración de los recursos asignados al ente público,
todo lo cual echaría por tierra el alegato de que se trataba de una mera labor formal, hueca y
aséptica. En lo que atañe al reclamo que se identifica como Nº 9, que se retoma en los puntos
13 y 14, centrado en la valoración del testimonio aportado por Pilar Ugalde (entonces
secretaría del Director General de Aviación Civil), tampoco lleva razón el impugnante, pues
basa su argumentación en premisas falsas que invalidan por completo sus conclusiones. En
efecto, la tesis que se expone, en cuanto a que –de habérsele creído a aquella “pudo” haberse
llegado a concluir que la maniobra de los cheques “pudo” haber sido planeada y realizada
por Nelson Gould Marchini (coimputado ya fallecido), no pasa de ser una mera especulación
infundada de quien recurre, la que no podría hacerse derivar de las circunstancias que cita.
Aún si asumiéramos como cierto que durante el año 1995 el imputado Mauricio Rojas
conversó con Nelson Gould Marchini, de ningún modo podríamos a partir de ello llegar a
concluir que Nelson Rodríguez no participó en el hecho. Por el contrario, del dicho de Pilar
Ugalde bien podría estimarse que la misma avaló el relato de Rojas Argüello, pues entre
otros extremos ella señaló que “... Lo que recuerdo es que son dos talleres y uno de los
dueños es uno de los muchachos muy amigo de la familia de don Nelson, lo asocio que era
el dueño del taller hasta que sucedieron las cosas, antes no había relacionado el taller con
el muchacho, lo conocí porque llegó varias veces a la oficina, como unas dos o tres, se
llamaba Mauricio, llegó a la dirección donde yo estaba. La primera vez que llegó tuvo que
esperar mucho lo atendió don Nelson Rodríguez luego se fue y nada más, después como unos
meses más tarde volvió a llegar no lo atendió don Nelson sino Nelson Gould. La última vez
que recuerdo haberlo visto fue de pasada no tuve ningún contacto personal con él, fue en la
oficina pero como yo estaba recién mejorada iba por ratos a ayudar a acomodar papeles,
yo no estaba atendiendo público sino tramitando documentos. Recuerdo que la visita fue
como él estaba ahí esperando por mucho rato estuvimos entonces hablando, eso fue en el
noventa y cinco. La segunda vez que llega ya yo estaba por irme a la incapacidad, ya iba a
cumplir los nueve meses, fue como en noviembre, eso sucede como dos meses después de la
primera visita. En ésta segunda oportunidad don Nelson Rodríguez no estaba en la oficina,
pero en ese momento llega don Nelson Gould, éste lo saludo y se van juntos. Yo deduzco que
se conocían porque don Nelson Gould lo saluda muy amable y se van juntos a la oficina. Mi
hijo nació en diciembre del noventa y cinco eso fue en ese año. La tercera visita tuvo que
haber sido los primeros días de enero del noventa y seis ... Mauricio es bajito, un muchacho
joven, no es ni blanco ni moreno, medía menos de un metro sesenta y cuatro, su estatura era
como la del fiscal, un poquitito más alto que él. Vestía normal, no lo vi llegar con corbata,
camisa y pantalón de mezclilla. Me comentó que era hijo de un muy amigo de don Nelson,
fue él quien me preguntó mucho a mi. No me dijo cual era el motivo de su visita, no recuerdo
que llevara algo que llamara mi atención en la mano. No recuerdo tampoco que tuviera cita
con don Nelson Rodríguez. Don Nelson lo atiende en su oficina, con la puerta cerrada, la
puerta de la oficina de don Nelson tenía otro acceso, que era por el salón del Consejo
Técnico. Nelson Gould tenía oficina en la secretaría del Consejo Técnico, para la oficina de
él tenía que pasar una puerta y otra más para llegar a la de él. Cuando yo pase al muchacho
sea a Mauricio, don Nelson estaba solo. No recuerdo si Nelson Gould o Mauricio llevaban
documentos el día en que ellos hablaron, sea en la segunda visita. No era muy frecuente que
Nelson Gould atendiera gente que viniera a buscar a Nelson Rodríguez. Mi hijo nació el 4
de diciembre del noventa y cinco, la tercera visita fue después de eso, fue en enero del
noventa y seis ... Yo le pregunte al muchacho de parte de quien era y me dijo que le dijera
que era Mauricio de Naranjo. Los dos Nelson se saludaban pero como que se reunieran por
algo específicamente no me acuerdo ...” (cfr. folio 121, línea 10 en adelante). Como vemos,
con la salvedad de las fechas (podría incluso estar confundida en cuanto a la ubicación
temporal de cada una de las visitas), la testigo Pilar Ugalde más bien confirma las
saber: que éste visitó 2 o 3 veces las instalaciones de Aviación Civil; que tuvo que esperar
mucho para ser atendido; que se entrevistó o reunió con Nelson Rodríguez y Nelson Gould;
que dichas entrevistas o reuniones se llevaron a cabo a puerta cerrada; que la oficina de
Nelson Rodríguez tiene otro acceso; que Nelson Rodríguez sabía del asunto de los talleres;
y que cuando Rojas Argüello ingresa a la oficina, Rodríguez Gonzalo se encontraba solo.
Como se ve, entre ambas declaraciones se advierten más puntos coincidentes que
contrapuestos, sin que –por lo demás del dicho de Pilar Ugalde pudiera llegarse a concluir,
conforme lo hace subjetivamente quien recurre, que el único responsable por estos hechos lo
fuese el fallecido Nelson Gould Marchini. Todo lo anterior determina la absoluta carencia de
interés del reproche concreto que se analiza, pues al introducir hipotéticamente la declaración
que se reprocha como descartada por falta de credibilidad, más bien se fortalecería el juicio
que conforme a una visión integral del fallo, fácilmente se comprende que “el resto de la
prueba” que desacreditó el dicho de Mayid Torres (sólo en cuanto dio a entender que los
personeros talleres Rocaba y Hermo del Oeste presentaron una solicitud para ser incluidos
extremo, a la que según se explicó se le reconoció pleno valor. Por último, en los alegatos
se que identifican como 11 (segunda parte) y 12, el impugnante expone una argumentación
propia de un recurso de casación por el fondo. No obstante esta inconsistencia del recurso, al
incurrir en una impropia mezcla de reparos, debe indicarse que si bien es cierto se tuvo por
demostrado que el coencartado Cabalceta Castillo fue quien se presentó al banco e hizo
efectivos los cheques, ello no implica que los demás encartados, quienes intervinieron en los
momentos previos a ello, no ostenten la calidad de coautores, pues de la lectura integral del
fallo se logra concluir con absoluta facilidad que todos por igual realizaron aportes esenciales
para la consecución del fin propuesto (sustraer fondos públicos cuya custodia o
funcionarios públicos), lo que determina que tuvieron pleno codominio funcional del hecho.
Además, no es cierto que quien (exclusivamente) adecuó su conducta a la acción prevista por
el tipo penal de peculado, fuese Cabalceta Castillo, pues no podría perderse de vista que el
cambio de los cheques no fue más que la culminación de todo un concierto de voluntades
previo, a través del cual y gracias a la realización de una serie de actos (donde incluso se
fallo refiere lo siguiente: “... Según se demostró en el debate, los imputados Rodríguez y
Olmazo, funcionarios públicos, realizaron acciones mediante las cuales sustrajeron dineros
que les habían sido confiados en razón de sus cargos, dineros que les fueron confiados para
ser administrados ...” (cfr. folio 172, línea 30 en adelante). Asimismo, y conforme a lo antes
expuesto, es claro que todas las acciones fraudulentas emprendidas por los acusados (incluido
constituyen simples actos preparatorios como lo pretende hacer creer la defensa, sino actos
materiales que encuadran dentro de la conducta que describe el tipo penal, máxime cuando
necesarias y determinantes para lesionar el bien jurídico tutelado, lo que implica que los
sujetos que las realizaron (sobre todo Rodríguez Gonzalo, Olmazo Serrano y Arguedas
cómplices sino de coautores del delito, y que además no sólo Arguedas Medina y Cabalceta
Castillo “ejecutaron” la acción ilícita conforme lo entiende el defensor. Por otro lado, si bien
es cierto de una lectura parcial e incompleta del fallo pareciera que sí se da la supuesta
contradicción que se hace notar en la última parte del reclamo Nº 11, de una visión integral,
error en el orden en que se colocaron los sujetos. Al respecto el fallo apunta lo siguiente:
“... Las colaboraciones que prestaron Cabalceta y Arguedas a los imputados Rodríguez y
Olmazo fueron, en ese orden, las siguientes. El primero de facilitar la iniciación del trámite
y veracidad; por su parte el segundo, en la fase de agotamiento del iter criminis, consumar
número de cédula de identidad en los reversos de los cheques 8303 y 8304, a sabiendas de
hacerlos efectivo, consumando de esta manera la sustracción de los dineros públicos del
presupuesto de Aviación Civil ...” (cfr. folio 173, línea 18 en adelante). Del contenido del
fallo se aprecia con meridiana claridad que quien facilitó la iniciación del trámite
administrativo fue Arguedas Medina, por lo que atenidos a la redacción del anterior extracto
que se transcribió fue “el segundo” y no el “primer” sujeto que previamente había sido
citado, todo lo cual permite afirmar la inexistencia del supuesto vicio que se reclama. Con
Política; 347, 348, 365 y 369 inciso h) del Código Procesal Penal; y 8.c de la
que, en escrito de folios 632 a 634 y ya muy avanzado el debate, el fiscal presentó
una notable modificación de los hechos acusados, pero pretendió eludir la regla del
segundo párrafo del artículo 347 del Código Procesal Penal con el argumento de
que se trataba de una mera corrección de errores materiales. La citada “corrección”
consistió en ubicar los hechos en enero de 1996, a pesar de que la acusación los
fijaba en agosto de 1995. Una vez que el tribunal puso en conocimiento de los
defensores esta “corrección”, y no obstante la oposición de éstos, la misma se
defensa hubiera tenido tiempo suficiente para tratar de reunir elementos probatorios
que pudieran haber desvirtuado la posibilidad de esa reunión. Hubiera sido posible,
con vista en la agenda del imputado Nelson Rodríguez Gonzalo, u otros elementos
probatorios, haber comprobado que ese día él no pudo haber participado en una
reunión como la que afirma Mauricio Rojas. La queja debe rechazarse. En primer
recepción de la oficina del encartado Nelson Rodríguez Gonzalo ...” (cfr. folio 186,
líneas 12 a 14), siendo que las llamadas previas a dicha visita se ubican en agosto
encartado Nelson Rodríguez Gonzalo ...”(cfr. folio 41, líneas 5 a 7), de donde se
Nº 14. Por otra parte, tal y como se indicó supra, esa modificación en cuanto a la
vez determina que con ella no se le está causando ningún agravio a la defensa,
encontramos ante el supuesto que contempla el artículo 347 del Código Procesal
Penal, ya que la rectificación fáctica que se analiza no constituye una “ampliación”
del hecho acusado, pues la misma no implicó que se haya variado la calificación
jurídica ni que se integrara un delito continuado, de donde se debe concluir que tal
y como lo estimaron los juzgadores más bien nos encontraríamos ante el supuesto
del artículo 348 ibidem, esto es, la inclusión durante la audiencia de juicio de una
circunstancia que no modifica esencialmente la imputación ni provoca indefensión.
Tan cierto es esto último, que la defensa no logra concretar cuál sería el agravio
sufrido con los actos que cuestiona, ni de qué manera hubiera variado el resultado
del proceso si se hubiese otorgado la audiencia que prevé el párrafo 2º del numeral
347 ya citado, pues al respecto simplemente aduce que “se afectó sensiblemente la
estrategia defensiva”, sin que conforme se expuso supra logre precisar cuáles
atención también los argumentos que en cuanto a este mismo tema esgrime el
pues atenido a que según la acusación esa entrega se había dado en agosto de
financiero de Aviación Civil donde se hacía constar que para ésta última fecha los
referidos títulos aún no habían sido emitidos. Es claro que la situación en que fue
introdujo a la acusación, esto es, que su estrategia “se cayó” al perder todo interés
que, además, en este caso aquella no podría pretender que la referida prueba (cuyo
una fecha distinta. Resulta notorio que el eventual agravio que se generaría en torno
a una situación como la que nos ocupa, estaría centrado en que, debido a una
rectificación de los hechos, se le llegue a negar a la defensa la posibilidad material
la defensa deberá remitirse a lo que ahí se expuso. Con base en lo antes dicho, se
348, 365 y 369 inciso h) del Código Procesal Penal; 8.c de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, y del voto de esta Sala 3ª Nº 92799, en este motivo se
defensa, pues con el procurador no fue posible optar por una solución alternativa al
conflicto. La queja resulta inatendible. No es cierto que la Dirección General de
Ejecutivo por medio del Consejo Técnico de Aviación Civil y la Dirección General de
las potestades otorgadas por esta ley. En relación con el Ministerio de Obras
ley, así como para realizar los actos o contratos necesarios para cumplir las
funciones y tramitar los convenios a fin de que sean conocidos por el Poder
Ejecutivo ...”. Si bien es cierto este texto es producto de una reforma introducida por
5150, tal y como al final de cuentas positivizó con la reforma. Lo anterior significa
que esa personalidad jurídica instrumental de que goza el Consejo Técnico (órgano
no se trata de una capacidad jurídica plena, sino limitada a cierto tipo de actos, que
la misma norma circunscribe a la administración de los fondos provenientes de
tarifas, rentas o derechos regulados por esta ley, así como para realizar los actos o
contratos necesarios para cumplir las funciones y tramitar los convenios a fin de que
sean conocidos por el Poder Ejecutivo. Lo anterior significa que si bien se trata de
jerarquía, lo que quiere decir a órdenes del superior jerárquico. El mayor grado de
libertad que ostenta, en relación con un subordinado común, radica en que sus actos
agotan la vía administrativa, sin posibilidad de recurso al superior, pero éste puede,
en todo caso, cursar órdenes, instrucciones y circulares que limiten la
jurídica implica por sí una esfera de libertad mayor que la mera competencia
atribución permanente de competencia exclusiva a favor del inferior ...”, Ortiz Ortiz
Stradtmam editorial, San José, 1ª edición, setiembre del 2002. Tomo I, páginas 342,
jerárquico, como sí resulta de la primera. Siendo ello, así, es claro que en el caso
que nos ocupa tanto el Consejo Técnico como la Dirección General de Aviación
Civil, de acuerdo a la Ley N° 5150 que se citó, se configuran como órganos adscritos
confiere autonomía funcional al ente, salvo expresa disposición legal en contrario ...”
Ibidem, pág. 346. Siendo ello así, resulta claro que el planteamiento de la defensa
o deban tramitarse en los tribunales de justicia ... h) ... denunciar y acusar a los
funcionarios públicos y las personas privadas cuyo proceder exprese actos ilícitos
bien la personalidad jurídica (ya se trate de una persona física o jurídica) es una
facultades que se le otorguen por ley al órgano, siendo evidente la tanto el Consejo
plena y absoluta como la que aduce el impugnante. Aunado a lo anterior, existe una
razón adicional para rechazar la queja, pues en este acápite la defensa pretende
hacer creer que, contrario a lo que sucedió con la Procuraduría General de la
República, con los personeros de Aviación sí hubiese sido viable una salida alterna.
No obstante dicha afirmación del recurrente, se advierte que la misma no pasa de
apartado se denuncia la supuesta violación de los artículos 178, 326 y 337 del
audiencia inmediata siguiente, con lo que se dejaron intervalos vacíos de una o más
audiencias. Un “malpensado” podría hipotizar que durante esas audiencias
presenta como una denuncia cierta y directa) de que antes del cierre definitivo de la
audiencia del debate ya se estaba redactando el fallo, todo lo cual hace necesario
rechazar el motivo. En un caso semejante al que nos ocupa, esta Sala tuvo la
oportunidad de señalar lo siguiente: “... Si bien es cierto, tal y como lo hace notar la
redactada, impresa y firmada a las 15:10 horas del día siguiente ... lo que implica
que aquella estuvo confeccionada en poco tiempo, ello de ningún modo implicaría
que se hayan irrespetado las reglas de la deliberación, pues no podría perderse de
vista que de los 145 folios de que consta el fallo ... sólo unos 35 fueron dedicados al
análisis de la prueba, de la calificación legal, de la sanción aplicable, del comiso, y
de las costas, por lo que no resultaría absurdo pensar que, tomando en cuenta que
en los espacios que quedan libres cuando éste se suspende, sin esperar las
conclusiones finales ni la deliberación ... sin que con ello se esté incurriendo en
sí, que los juzgadores no podrían ir redactando sobre la marcha aquellos aspectos
que estén condicionados a actuaciones que aún falten por cumplir, como por
...” (cfr. voto de la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, Nº 25703 de las
11:20 horas del 25 de abril del 2003). Como se hizo notar en dicho antecedente
jurisprudencial, lo cual resulta aplicable también al caso que nos ocupa, de acuerdo
con las reglas de la experiencia no resultaría imposible que en el plazo que medió
entre la lectura de la parte dispositiva y la lectura integral del fallo, esto es, cinco
días, los tres jueces que integraron el órgano jurisdiccional de mérito hayan podido
que pueda calificarse como una irregularidad que los demás elementos objetivos de
deliberación que necesariamente debe darse una vez ordenado éste. Así las cosas,
se declara sin lugar el planteamiento de la defensa.
V. SEXTO MOTIVO: Falta de fundamentación al determinarse el monto
motivación del monto de la pena, con cita de los numerales 71 del Código Penal,
pues junto a los elementos que llevaron al tribunal a imponer una sanción muy por
encima del mínimo, también se citan sin valorar algunas circunstancias que se
decisión (por ejemplo que Nelson Rodríguez Gonzalo ostentaba el cargo de jerarca
importante de lo que podría ser hoy en día; que los imputados, por su experiencia
públicos; que con el hecho ilícito se debilitaron muchas áreas vitales de la economía
ningún esfuerzo por enmendar el daño; y que, salvo Arguedas Medina, todos los
hiciera la presidenta del Tribunal al exponer verbalmente los fundamentos del fallo
(dijo que esperaba que el fallo sirviera de ejemplo para los servidores público, y
prisión fue buscar una prevención general negativa. En caso de que la Sala Tercera
lugar. Atenidos al contenido literal del fallo de instancia, se logra comprobar que
entre los razonamientos expresos que por escrito esgrimió y plasmó el Tribunal de
Juicio para justificar el monto de 8 años de prisión que le impuso al encartado Nelson
cuanto a esto último puede consultarse, entre otras muchas, la obra de Ziffer
establecido en el artículo 354 del Código Penal que sanciona con pena de prisión
tanto de siete años de prisión, a Arguedas Medina el tanto de seis años de prisión,
vigilancia y dirección de esta institución pública, pero además, como él con el mayor
desenfado explicó en su declaración indagatoria, que se valió de su puesto para
que esta institución patronal contratara a varios servidores, demostrando con ello
total menosprecio a las regulaciones legales para este tipo de acceso laboral.
sabiendo que era indispensable que los interesados en integrarla presentaren sus
solicitudes por escrito (afirmó el testigo Mayid Torres), lisa y llanamente solicitó en
testimonio confirmó lo dicho por Rodríguez Gonzalo), que tomara en cuenta al taller
de Rojas Argüello. Esta aceptación suya en este sentido denota, en nuestro criterio,
esa institución, propiciaba una cultura o ambiente de corrupción, que, sin lugar a
dudas, perjudicaba y perjudicó, en el caso concreto, a esta institución. Por otra parte
importante que lo que pueda ser hoy. También que los imputados para esa época
ese deber legal de probidad hacia a los recursos públicos. Se toma en cuenta
de Aviación Civil se había destinado gran parte del presupuesto del país, situación
harto conocida por todos los imputados, pues así se los hizo de expreso
Presidente Figueres Olsen, por lo que necesariamente muchas áreas vitales que
estaba llamado a satisfacer, se debilitaron; razón de más para estimar repudiable el
costarricense, así como al buen uso de los recursos públicos, con este delito los
hecho esfuerzos para enmendar el daño que causaron con el mismo, ni a Aviación
Civil, ni a esos talleres. Se ha considerado también que el peligro en que fue puesto
hecho notorio del gran cuestionamiento y crítica que suscitó en nuestra población la
consistente en cinco millones ochocientos ochenta mil colones del año de mil
novecientos noventa y seis, que los hechos se sucedieron con cheques de una
misma cuenta corriente del Consejo Técnico de Aviación Civil, por lo que se
concluye que los imputados perseguían una misma finalidad, la de sustraer una
aeronáuticas nacionales en un momento muy difícil para nuestro país por las
reproche debe ser mayor en el caso del imputado Rodríguez Gonzalo tomando en
en esas dos ocasiones según los hechos probados de esta sentencia, que nunca
ha tratado de resarcir el daño causado, por eso atendiendo a la gravedad del hecho
debe reprochársele más severamente su conducta. ... Por último, se valora también
los acusados, los juzgadores hicieron referencia a una serie de aspectos objetivos
particulares de ellos, todo lo cual se enmarca dentro de los parámetros que a dichos
efectos contempla el artículo 71 del Código Penal. Por otra parte, sin dejar esto de
muy claro que con respecto al encartado Rodríguez Gonzalo, a quien se le fijó una
pena mayor que a los demás encartados, entre otros extremos se tomó en cuenta
354, y falta de aplicación del 216, todos del Código Penal. En el único reparo de
fondo se denuncia la violación de las normas sustantivas arriba citadas, ello con
que se le ubica dentro de los denominados “de propia mano”, es decir, aquellos en
los que el autor debe por sí mismo realizar la acción descrita en el tipo, y en los que
no se admite la coautoría. Así las cosas, siendo que quien cambió en el banco los
se le atribuye a Nelson Rodríguez Gonzalo, esto es, haber firmado dichos títulos a
sostener que, al mismo tiempo, el ente cuentacorrentista (en este caso Aviación
Civil) sigue conservando esa responsabilidad; d) La mera “facultad” de firmar
acusación, y que se tuvieron por demostrados (según los cuales la firma endosante
calificación correcta sería el delito de estafa, cuyo autor sería el imputado Cabalceta
que durante la audiencia de vista se escuchen las grabaciones del juicio donde
defensor parte de varios postulados que esta Sala no comparte, por considerarlos
erróneos, lo que desmerece por completo las conclusiones de fondo que presenta.
figura sí admite la coautoría; que Cabalceta Castillo no fue el único imputado que
ajustó su conducta a la descripción del tipo previsto por el artículo 354 del Código
Penal; que la acción desarrollada por Nelson Rodríguez no podría calificarse como
una simple “complicidad”; que el depositante sigue manteniendo la disponibilidad
sobre los dineros depositados en el banco; que, por esto, el cuentacorrentista (quien
tiene la “potestad” de firmar los cheques) sigue manteniendo la administración y
custodia de esos dineros; y, por último, que en la especie no nos encontramos ante
doctrina sólo para aquellas figuras que revistan ciertas características especiales
que no se encuentran presentes en el delito de peculado que nos ocupa, esto es,
que de acuerdo a la descripción típica se trate de comportamientos en los cuales
exista una única y predefinida forma de comisión, la que por lo general deberá
consistir en el despliegue de una actividad física o corporal del sujeto, o requerirá
constituido por los delitos especiales, los de omisión (propia e impropia) y los delitos
de propia mano. También se incluyen los tipos que requieren especiales elementos
supuestos referidos, la sola circunstancia de que uno de los sujetos que intervienen
insuficiente para que pueda considerárselo autor, pues la estructura propia de los
simple señalamiento de este concepto contenido en la parte general ... En los delitos
especiales propios la autoría se define por una cualidad específica exigida por el
tipo penal al agente, en virtud de la cual le incumbe una obligación que lesiona
cuando realiza el delito. Esa cualidad especial (v. gr.: funcionario público, médico,
deudor, juez, testigo, perito, intérprete, etc.) es una circunstancia constitutiva del
tipo –a diferencia de lo que ocurre en los delitos especiales impropios, donde resulta
específico para determinar quién puede ser su autor. En otros términos, según la
doctrina mayoritaria, solo puede ser autor quien reúna la cualidad exigida y no otro
que no la posea, aun cuando detente el dominio del hecho. Corresponden a estos
que otro (extraneus) pueda tener, aunque por supuesto este último pueda ser
la jurisprudencia; baste decir que incluso los propugnadores de la teoría del dominio
del hecho reconocen que esta enfrenta ciertas limitaciones en virtud de las cuales
BINDING, quien se limitó a sostener que ciertos tipos penales solo pueden ser
denominador por estimar que se hacía necesaria una más profunda investigación
(cfr. ROXIN, Op. cit., p. 435, quien hace ver, no obstante, que la problemática de
insuficiente para determinar la autoría en los delitos de propia mano, así como en
reconocer que esta categoría en realidad existe (ver: CASTILLO, Op. cit., La
autoría…, p. 147; ROXIN, Op. cit., p. 433). El problema radica, sin embargo, en que
propia mano” que comprenda las particularidades de cada uno de los tipos que
cediendo tal vez ante lo difícil y escabroso del problema. ... Tradicionalmente se
suele clasificar los delitos siguiendo diversos criterios. Así, por un lado y en atención
característica específica, sino que recurre al anónimo “el que…”, dando a entender
que cualquier persona puede ser autora. En los delitos especiales propios el tipo
considerado autor, sino solo ciertos sujetos que reúnen algunas características
especiales (v. gr.: testigo, perito, médico, deudor, etc.), mientras que en los
especiales impropios cualquier individuo puede ser autor, pero si ostenta además
incumbe un deber jurídico que vulnera al ejecutar el hecho, aunque puede ocurrir
que un delito especial propio sea, además, de propia mano (v. gr.: el
las 10:00 hrs. del 15 de diciembre del 2000. Conforme se colige de lo transcrito, lo
todo delito especial propio, por esa sola circunstancia, también debe ser definido
como de propia mano, pues, repetimos, dentro de este último grupo sólo entrarían
que nos ocupa, pues los verbos definitorios de la acción punible (sustraer o distraer)
percepción de los bienes o fondos públicos sobre los cuales recae la acción); y ii)
de acuerdo a la teoría material objetiva, dominio funcional del hecho (pues en este
ello de ningún modo significa que se trate de un delito de propia mano, pues al no
describir el tipo penal una forma de comisión específica, ni requerir una actividad
llevarse a cabo de muchas maneras diversas. Siendo ello así, es claro que en el
caso que nos ocupa la acción de Nelson Rodríguez fue correctamente calificada
como una coautoría en el delito de peculado, pues el mismo fue cometido a partir
de una serie de conductas complejas, llevadas a cabo por varios sujetos, donde
cada uno cumplió un determinado rol e hizo un aporte, siendo que todos actuaron
con el fin común de sustraer los fondos públicos cuya administración y custodia le
de propia mano), admite la coautoría, siempre y cuando cada uno de los sujetos
que conforme a la teoría material objetiva del dominio del hecho actúen a tal título,
orden de ideas, esta Sala cree advertir que en la base del planteamiento del aquí
establecer cuándo se está frente a una autoría y cuándo frente a una participación.
De acuerdo con la misma, sólo podría ser autor quien adecue su comportamiento al
núcleo central de la acción descrita en el tipo. En este sentido, se indica que “... La
teoría formal objetiva afirma que es autor quien realiza un acto de ejecución,
página 30. Como vemos, este teoría, seguida entre otros por el alemán HEGLER,
artículo 60, que nuestro Código separa a los partícipes en el crimen o delito,
solamente en dos clases: los autores y los cómplices. Considera como autor del
constituyen ...”, ibidem. Así las cosas, según esta posición doctrinaria, ya superada
incluso por la teoría material objetiva del dominio funcional del hecho, sería autor
sólo aquel sujeto cuya conducta se ajuste objetivamente a la que describe el tipo
penal, siendo que en el caso que nos ocupa el alegato del defensor consiste en que
los cheques se ajustó a los verbos definitorios que incluye el texto del artículo 352
del Código Penal, es decir, que sólo él fue quien sustrajo los fondos públicos de
a través de una compleja serie de actos, llevados a cabo por los cuatro imputados,
donde cada uno de ellos cumplió con un rol determinado, sin que pueda decirse
(conforme a esta teoría formal subjetiva) que las aportes de Nelson Rodríguez,
quien incluso intervino en el giro de los cheques, constituya un “acto preparatorio”.
Lo anterior nos lleva a afirmar que, aún cuando siguiéramos esa tesis (ya superada
incluso por la jurisprudencia de esta Sala, que más bien sigue la teoría del dominio
funcional del hecho), no podríamos concluir que Nelson Rodríguez Gonzalo haya
actuado a título de cómplice, pues resulta claro que lo hizo como coautor. Si, por
de hecho, que sigue la jurisprudencia de esta Sala, con mayor razón se reafirma la
toda esa compleja distribución de roles que se dio entre los imputados, él cumplió
uno esencial y determinante (como Director General de Aviación Civil intervino, junto
con Olmazo Serrano, en el giro de los cheques), de donde asumió las riendas del
hecho, al que bien pudo ponerle término con una decisión propia. Por último,
el depositante pierda la disponibilidad sobre los bienes depositados, o que sólo sea
material y directo los caudales en dinero nominal y efectivo. Siendo ello así, es claro
bancaria dichos dineros, los que material y directamente quedan confiados al ente
fungibles sino de valores. Siendo ello así, es claro que el sujeto que ostenta
la atribución de girar los cheques contra tal cuenta bancaria, tiene sobre la misma
hallaba (en este sentido véase Creus Carlos, “DERECHO PENAL, PARTE
ESPECIAL”, editorial Astrea, Buenos Aires. 2ª edición actualizada, 1988. Tomo II,
página 296. Siendo ello así, es claro que en el caso que nos ocupa, al haberse
girado dos cheques por concepto de pago de dos obligaciones ficticias a cargo de
Aviación Civil, se quebró la tutela pública en que se hallaban los dineros depositados
en la respectiva cuenta bancaria, los que claramente eran administrados por los
la norma penal de comentario no debe ser tan restringido como lo parece entender
el recurrente, quien lo identifica con la custodia directa, inmediata y material del
página 29, la que efecto corría a cargo del Director General de Aviación Civil. Así
las cosas, es claro que en la especie se dieron todos los elementos objetivos y
subjetivos requeridos por el tipo penal del Peculado, por lo que ninguno de los
reparos de fondo que expone la defensa particular del encartado Nelson Rodríguez
público del coencartado Gregorio Cabalceta Castillo (cfr. folios 402 a 406).
que en la especie se han violado los artículos 181, 184 y 369 inciso c) del Código
lo que resulta ilegal. El sorpresivo ofrecimiento de esta prueba para mejor resolver
lo hace el fiscal justo el día en que iniciaría sus conclusiones, sin que se cumplan
los requisitos del numeral 355 del Código Procesal Penal (que surja en la audiencia
al primer aspecto del reclamo, esto es, lo sorpresivo del ofrecimiento de la prueba
que se ofrecía para el debate (punto Nº 12), se hizo referencia a un sobre con
modo implicó que los demás quedaran excluidos, por cuanto quedó clara y
del debate, y ante la férrea oposición de la defensa por el ofrecimiento que hizo el
prueba nueva, por el contrario la misma ya había sido ofrecida por la Fiscalía” (cfr.
cierto que la actuación que se critica, verificada por el fiscal durante la audiencia del
debate, resultare sorpresiva y, por ello, lesiva a los intereses de la defensa, la que
hasta en ese estadio procesal. En lo que respecta al segundo aspecto del reparo,
sobre los que se ejecutará la medida de registro, secuestro o examen ... De ser
secuestrados otros documentos que no se incluyan en la orden, deberán restituirse
de esta norma se colige con toda claridad que el supuesto que se regula en el
segundo párrafo, referido a la ampliación de la orden de secuestro, depende de que
incluidos en la orden respectiva, siendo que además esta última exigencia sólo
operaría en aquellos casos en los que esa inclusión previa fuere posible. Aplicando
estos principios al caso que nos ocupa, comprobamos que tanto la solicitud del
folio 694, líneas 6 a 15; y folio 696, línea 35 en adelante), de donde debe entenderse,
para otra investigación, nada obstaba para que conforme se hizo también se las
Es más, si asumiéramos que en este caso se omitió esa ampliación que se echa de
menos (la que en realidad, según se dijo, no era obligatoria), aún así deberíamos
concluir que parte de la prueba documental que ahí se incautó, y que correspondía
a otra investigación, resultaba lícita, como legítima su utilización en el proceso que
nos ocupa. En lo que a la tema de la prueba ilícita se refiere, el que fue desarrollado
al caso que nos ocupa, destaca la doctrina “plain view”: “... La orden de
allanamiento debe ser determinada. Este requisito ... ha sido reconocido por la
solemne “que describa en particular el lugar que habrá de ser inspeccionado y las
recae tanto sobre el lugar como sobre el fin que se persigue con la medida, el que
sea relacionadas al hecho que se investiga en la causa que dio origen a la orden, a
otra distinta, o incluso vinculadas a un ilícito del que nunca se había tomado
lugares cerrados, sin una orden de allanamiento previa que haya autorizado el
nuestro país ... La plain view doctrine que acoge el pronunciamiento legitima
causas razonables para secuestrarlos, debe hacerlo” ... ya que en tal caso “no
necesita desviar la mirada e ignorar lo que evidentemente tiene frente a él” ...”,
setiembre del 2002, páginas 113 a 118. Como se colige de la anterior cita
que dio origen a la práctica de dicha diligencia, resulta legítimo si en ello medió una
actuación policial transparente que podríamos llamar “de buena fe”, es decir, cuando
los ojos” ante lo evidente. Debido a esto, el mismo autor ya citado explica las
precisiones que se le han hecho a esta doctrina del plain view, veamos: “... También
que claramente se le indicó que buscara, es claro que todo procedimiento que se
siga a partir de allí significará un ataque a la privacidad de los individuos, que va
más allá de lo que el juez que libró la orden de allanamiento ha autorizado ...”
Ibidem, página 118. Como se ve, la tesis que nos ocupa no es irrestricta o ilimitada,
pues en su base se mantiene esa actuación de buena fe de las autoridades que
las que se haya librado una orden de registro y secuestro para hallar e incautar un
que mediaron en el caso que nos ocupan, es decir, de la forma en que se llevó a
copia de los cheques en favor de los talleres Rocaba y Hermo del Oeste, así como
refiere (a partir de la cual se logró establecer que esos números de teléfono que
aparecen en los cheques efectivamente corresponden a los que le fueron asignados
al encartado Cabalceta Castillo), es claro que estarían ante la doctrina del hallazgo
necesario o inevitable, ya receptada por la jurisprudencia de esta Sala (entre otros
véase el voto Nº 1252001, de las 10:36 horas del 02/02/2001), pues si no se hubiese
del único motivo de su recurso ... que la sentencia de mérito se funda en prueba
ilegítima. Sostiene que el tribunal a quo admitió parte de los datos obtenidos a través
ejecutaron la ley no las autorizaba para investigar ese tipo de delincuencias ... Es
cierto, como lo apuntan los defensores, que al realizarse las intervenciones de las
que describe la ley sobre estupefacientes) ... El extremo debe resolverse, cual lo
1996 –también citado por los jueces de mérito que dispuso: “II. Debe iniciarse el
estudio del caso concreto con un análisis respecto de la posibilidad de utilizar, para
1994 ... Esta delimitación realizada por el legislador constituye, sin lugar a dudas,
puesto que no es posible que se lesione ese derecho fundamental bajo cualquier
pretexto. Sin embargo, sí debe indicarse que, el hecho de que exista tal criterio
serían: a) hechos delictivos del acusado distintos del que motivó la intervención; b)
relacionados con éste; c) hechos delictivos de un tercero pero sin relación alguna
tercero que se refieren a un hecho delictivo distinto del investigado. Desde esta
conocimiento no pueda ser tomado en cuenta como “notitia criminis”, de modo tal
modo, incluír las intervenciones a partir de las cuales obtuvo esa noticia. III.
Partiendo de las anteriores precisiones, y específicamente en aplicación de las
mismas respecto del caso concreto, debe decirse que nuestro Constituyente fue
muy estricto y claro al autorizar la intervención de las comunicaciones toda vez que
esa medida sólo procede para investigar los delitos que contempla expresamente
la ley en el artículo 9 citado. Por tales razones, en el caso bajo estudio, al haberse
podría ser utilizado como noticia criminis pero nunca como prueba para demostrar
la existencia de una posible falta disciplinaria es obvio que la decisión tomada tanto
por el Tribunal de la Inspección Judicial como por el Consejo Superior del Poder
ser contraria a nuestra Constitución Política y por ende violatoria de los derechos
alguna, por el Consejo Superior del Poder Judicial. Resulta entonces evidente que,
tercero ajeno a la medida decretada y todo ello con la intención de que pudiera ser
derivarse jamás, en forma antojadiza, cualquier efecto, puesto que ello haría
propósito distinto del que motivó la medida”. De este modo, puede concluirse que
justiciables nunca tuvo como propósito investigar un delito distinto de los que la ley
entonces vigente contemplaba como supuestos que autorizaban la medida, por lo
que no nos hallamos ante un acto que fuese decretado en forma ilícita. El
desarrollaba con estricto apego a la ley (para obtener pruebas sobre actividades de
transcrita, que los hallazgos casuales –entre ellos los que se relacionen con hechos
punibles para los que el legislador restringió los medios a los que es posible recurrir
idóneos para que, con base en ellos, se ordene iniciar una investigación, o bien para
las que se concretan en los informes que usualmente posee la policía sobre un
hecho delictivo y que, aun cuando útiles para iniciar u orientar indagaciones,
como “notitia criminis” que son, integran el desarrollo de los actos investigativos o,
cuando menos, explican su origen o el rumbo que siguieron, a la vez que permiten
través de pruebas idóneas y nunca utilizarse para suplir la ausencia de estas. Ahora
bien, de la lectura integral del fallo se obtiene que el proceder seguido por el a quo
solo porque lo indiquen los jueces de esa manera, sino por el examen de las
Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, voto Nº 87202, de las 9:00 horas del
criminis), es decir, con sólo ese elemento no podría sustentarse una decisión
condenatoria, pero sí podría utilizarse como prueba cuando existan otros que los
limitación impuesta por el artículo 9 citado. Por último, y sin que pueda
desconocerse que al momento en que se practicó allanamiento que nos ocupa (16
del acto es el juez y no el defensor público que facultativamente haya sido llamado
constituye un requisito esencial del acto. Cuando se produce, sus funciones serían
las de servir como eventual fuente de prueba de las irregularidades que observe, lo
cual no impide que las objete y, sobre todo, demande que se hagan constar en el
modo alguno, utilizarse en perjuicio de los derechos del imputado, pues no funge
como defensor de éste ni le incumbe velar por los intereses de las personas
ese momento no existía una norma semejante al artículo 294 del Código Procesal
vigencia, tal convocatoria no es obligatoria. Lo anterior implica que los reclamos que
su primer motivo por la forma, carecen por completo de razón. Con base en lo
anterior, se declara sin lugar el reclamo.
VIII. SEGUNDO MOTIVO POR LA FORMA: Actividad procesal defectuosa
según el artículo 76 del Código citado, por lo que dicha acción carecería de
el vicio inicial. Tan perjudicial fue la intervención del citado querellante, que el
tribunal impuso la pena que el mismo solicitó. El reclamo no es atendible. La tesis
irregularidad procesal que objeta, no corrigió el vicio inicial, parte de una premisa
errónea que la invalida por completo. Las reglas del saneamiento que prevé el
artículo 15 del Código Procesal Penal tienen como propósito que cualquier gestión
defectuosa que presente alguna de las partes, no sea rechazada y excluida del
de lealtad que se le exige a todos los sujetos interactuantes dentro de la litis, también
sus intereses, simple y sorpresivamente sea eliminada por incumplir con alguna
formalidad. Así las cosas, es obvio que ante una hipótesis como la que analizamos,
donde, habiéndose recurrido al trámite del saneamiento, la parte subsanó en el
contraria, es decir, que esa corrección de errores sólo regiría “hacia futuro”, como
desde un inicio como si hubiese sido formulada sin esos defectos que ya se
corrigieron. En el caso que nos ocupa tenemos que la omisión que se le atribuye al
por la defensa al momento en que se iba a dar inicio a la audiencia del debate, y
le había dado oportunidad de suplirla. Es así como, con muy buen tino, el tribunal
efecto hizo, de donde debe concluirse que la cuestión fue subsanada para todos
coincidido el monto de la pena solicitada por ésta con la que al final de cuentas se
impuso, no implica que tal pedido haya sido esencial o determinante en dicha
tribunal de instancia, sino además porque éste motivó adecuadamente ese quantum
por el que optó, de donde no podría sostenerse que una supuesta irregularidad de
impugnante acusa la vulneración de los artículos 184 y 369 inciso d) del Código
que los endosos de los dos cheques cuestionados no fueron hechos por los
representantes de los talleres a favor de los cuales aquellos iban girados, sin que
defensor se pregunta por qué si, en lo que respecta al segundo endoso, tampoco
existe esa prueba pericial, sí se llegó a establecer que fue hecho por Cabalceta
Castillo. El motivo tampoco es de recibo. En lo que a este punto concreto se refiere,
los jueces de mérito razonaron lo siguiente: “...“... Todos estos oficios comprueban
políticas aeronáuticas, como lo son las de la FAA; pero además, de girar órdenes
oficio de folio 121 que Arguedas Medina en el debate reconoce haber confeccionado
la orden de compra que allí le solicita Cabalceta Castillo, con lo que se evidencia
compra contra factura que se le adjunta. En este caso ninguna cotización previa se
hizo que comprobare que el bien a adquirir fuere de calidad y precio que mejor
beneficio le concediere a esta institución. De conformidad con las reglas del correcto
Bejarano afirmó que al igual que él Cabalceta Castillo frecuentemente iba a los
cambios de cheques. Otra circunstancia relevante resulta ser que en los reversos
de los cheques 8303 y 8304 aparecen las firmas de Cabalceta Castillo, así como su
numero de teléfono celular. Esto es importante por las siguientes razones. Si bien
existentes (las cuestionadas) calquen perfectamente con las que suscriben sus
1850. Por otra parte, resulta ser otro indicio grave y revelador el hecho de que, como
bien lo señala el Señor Fiscal, coincidan plenamente los números de teléfono celular
cheques, con los suyos asignados. En efecto nótese que en esos cheques aparecen
en el endoso a su nombre los números 382 3267, 231 36 66 y 231 3280, mientras
que entre los documentos personales que fueron decomisados en su casa (ver
sobre de manila que los contiene) aparece un documento del ICE que dice “Solicitud
suyos para informes los números 231 7187 y el 231 3666; asimismo en el recibo
Evidentemente existe una plena coincidencia entre los números telefónicos allí
según comprueba el acta de secuestro de las 1045 horas del 16 de octubre, según
folios 1226 y 1227 expediente 96 1728 frentes y vueltos del Juzgado de Instrucción
cambiados en el Banco, puesto que no hay otra explicación razonable para que
la emisión de esos cheques, mucho menos hacerlos efectivo, que pudiere justificar
que llegaren a sus manos y así pudiere fotocopiarlos. Para esa época como
de enero de 1996, cambió en el Banco los cheques 8303 y 8304, y que luego de
ello, con las sumas de dinero en su poder, procedió a entregarlas al resto de aquí
consumación y agotamiento del iter criminis en que prestó concurso. En efecto, las
manos de éstos los dejó Rojas Argüello, según quedó acreditado. Trascendental
para lo que aquí interesa que, luego de hacerlos efectivos Cabalceta Castillo esos
Aviación Civil, consumándose así el perjuicio económico acusado ...” (cfr. folio 167,
cierto conforme lo hace notar el abogado defensor en este caso no se contó con
necesariamente hicieron llegar a tal conclusión. Nótese que en cuanto a este último
válidamente tal conclusión fáctica que el defensor critica, a saber: i) Los oficios
Castillo una relación estrecha con Rodríguez Gonzalo, con Olmazo Serrano y con
(Douglas Carvajal Bejarano afirmó que al igual que él, Cabalceta Castillo
frecuentemente iba a los bancos a cambiar cheques de esta naturaleza); iii) En los
reversos de los cheques 8303 y 8304 aparecen las firmas de Cabalceta Castillo.
Esta afirmación se sustenta en lo siguiente: iii.a.) Las firmas del segundo endoso
de los cheques “calcan” perfectamente (se aprecian como semejantes) con las que
el imputado suscribió en sus declaraciones rendidas por escrito en el expediente
número 96001728, por ejemplo las de folio 1850; iii.b.) Coinciden plenamente los
en los reversos de esos cheques (3823267, 2313666 y 2313280), con los que le
fueran asignados por el ICE, ya que entre los documentos personales que fueron
como el número de su casa el 231 36 66 y como teléfonos suyos para informes los
de Cabalceta Castillo en esos endosos (del contexto se entiende que esta alusión
es una simple frase utilizada en sentido metafórico con la cual se da a entender que
constituye –al igual que las firmas una prueba incriminante más en contra del
(cfr. folios 699 y siguientes del expediente 9817767). A partir de la posesión de las
copias de esos cheques, los jueces tuvieron por acreditado que, luego de emitidos
particular, mucho menos hacerlos efectivos, que pudiere justificar que llegaren a sus
manos y así pudiere fotocopiarlos. Baste agregar que en el proceso tampoco se
llegó a determinar que él mantuviere alguna relación con los personeros de los
talleres, quienes por lo demás negaron rotundamente haberse dejado, firmado o
cambiado dichos títulos (cfr. folios 98, línea 15 en adelante; 105, línea 6 en adelante;
y 109, línea 10 en adelante), en lo cual se les reconoció plena credibilidad (cfr. folio
anterior, si bien en la especie no se contó con la prueba técnica que echa de menos
el abogado recurrente, ello no impidió que, conforme a los elementos indiciarios que
se han citado, los juzgadores hayan podido establecer razonablemente y con toda
certeza, no sólo que Cabalceta Castillo fue el autor de los segundos endosos en los
cheques (lo que comprueba que él fue quien los hizo efectivos), sino que los
primeros endosos no fueron hechos por los representantes de los talleres Rocaba
y Hermo del Oeste. En todo caso, también debe tenerse claro que en nuestro
para la solución correcta del caso, por cualquier medio de prueba permitido, salvo
prohibición expresa de ley” (artículo 182 del Código Procesal Penal), de donde no
presencia de una prueba tasada, la que resulta extraña al sistema procesal penal
vigente, pues la misma más bien sería propia de aquellos sistemas escritos de corte
inquisitivo. En todo caso, y sin dejar de lado lo antes expuesto, debe hacerse notar
que la defensa no menciona el haber gestionado la prueba pericial que ahora viene
a echar de menos, con la que pretende desacreditar las conclusiones del órgano
se rechaza el motivo.
Recurso de casación del coimputado José Cristóbal Olmazo
circunstanciada del hecho que se tuvo por probado. Con sustento en los
cuáles eran las funciones del coimputado Olmazo Serrano, quien ostentaba la
de peculado (figura por la cual se condenó a los 4 imputados) el sujeto activo debe
tener fijada por ley, decreto o reglamento, es decir, por una norma formal, la función
de custodia o administración de los fondos públicos sobre los cuales recae la acción
En realidad, esa relación del sujeto (quien debe ostentar la condición de funcionario
público) con los dineros en torno a los cuales dirige su conducta, si bien podría estar
preestablecida en una norma como las mencionadas, siendo ese el caso más
común, también podría surgir de manera circunstancial, es decir, como una cuestión
desempeña, logra tomar contacto y recibe el encargo de dichos bienes, los que saca
esto es, no exige que esté dentro de sus potestades usuales tal contacto con los
funcionales, los bienes le son confiados "en razón de su cargo" ...” Sala Tercera de
la Corte Suprema de Justicia, voto N° 65900 de las 9:50 hrs. del 28 de mayo de
1999. Partiendo de lo anterior, en el caso que nos ocupa tenemos que conforme se
precisamente a éste a quien correspondía tramitar y emitir los cheques con los que
se cubrían las obligaciones de pago del órgano. En cuanto a este extremo, el fallo
señaló lo siguiente: “... Según se demostró en el debate, los imputados Rodríguez
sustrajeron dineros que les habían sido confiados en razón de sus cargos, dineros
que les fueron confiados para ser administrados. Para realizar la sustracción de
confiados a sus custodias en razón de sus cargos de funcionarios públicos para ser
públicos, y sabían que sustraían dineros confiados a ellos en razón de sus cargos
ese órgano desconcentrado, y además que estaban dentro de sus funciones los
giros de cheques de la cuenta corriente número 205 9242 8 del Consejo Técnico de
Aviación Civil ... Además del mecanismo dicho, se acreditó que los imputados
cargos. En efecto, cada uno de ellos en razón de sus cargos tenía el deber legal de
ejercer todos los controles suficientes para garantizar el “buen uso de los recursos
aún, a trabajos que no había recibido ni recibiría Aviación Civil. Rodríguez y Olmazo
dineros que por las condiciones en que fueron girados, lo eran para ser sustraídos
con la finalidad de apoderamiento, tal y como se evidencia del análisis global que
hace el primer considerando del fallo de todas las conductas atribuidas a dichos
imputados ...” (cfr. folios 172, línea 30 en adelante; 173, línea 28 en adelante; 195,
sus respectivos cargos como director general y jefe del Departamento Financiero,
les imponían el deber de custodia de los dineros públicos sustraídos, a tal punto que
ellos mismos eran (y de hecho lo hicieron) los encargados de girar los cheques de
cosas, es claro que aún y cuando en el fallo no se puntualiza cuál norma jurídica
concreta les imponía esta labor, la misma dinámica cotidiana de sus funciones así
lo establecía, según lo determinó la prueba testimonial, por ejemplo María del Pilar
Ugalde Herrera, quien como secretaria de la Dirección General señaló que Nelson
Rodríguez Gonzalo era uno de los encargados de firmar los cheques que ya venían
confeccionados y firmados por el Departamento Financiero (cfr. folio 122, líneas 20
a 31); y Mayid Torres Villegas, quien explicó que luego de confeccionada una orden
de compra, se pasaba a la proveeduría para la revisión, firma y posteriormente
dependiendo del monto habían dos caminos a seguir, si era de menos de un millón
millón de colones (como sucedió en el caso que nos ocupa) pasaba a la Dirección
General para la aprobación por parte del Director, siendo que ese procedimiento
memorando, como Jefe del Departamento Financiero (cfr. folio 113, línea 8 en
adelante). De igual modo explicó que este mismo Departamento Financiero al que
tenía contenido económico, o sea, que la partida que absorbería ese gasto tuviera
dinero para pagarlo. Aunado a esto, los juzgadores razonaron que “... es absurdo
públicos para ser administrados, el primero como Director General de Aviación Civil,
cheques de la cuenta corriente número 205 9242 8 del Consejo Técnico de Aviación
Civil ...” (cfr. folio 170, líneas 24 a 28), de donde es claro que el mismo tenía muy
velar por la custodia y adecuado manejo de los fondos que administraba, a tal punto
que conforme se indicó era, junto con Rodríguez Gonzalo, el encargado de firmar
anterior acápite, pues por una parte se dice que el encartado Olmazo Serrano actuó
con dolo directo, pero más adelante se dice que fue con dolo eventual, siendo dos
juicios de valor que se excluyen entre sí. El reparo tampoco es atendible. En lo que
atañe a este aspecto que discute el recurrente, los jueces indicaron lo siguiente:
“... tratándose de Olmazo, el tribunal comprueba a la luz de las pruebas examinadas
que realizó el delito de peculado con dolo eventual . El dolo eventual tipificado por
puede producir y lo acepta, lo que puede derivarse muchas veces incluso de ciertos
esencial para el dolo eventual entonces tanto la representación del daño que se
consecuencia lesiva que con su acción provoca. La actuación del agente con pleno
existente entre el dolo eventual y la culpa con representación, por ejemplo, consiste
Aviación Civil, máxime conocer que involucraban obras o servicios que ya habían
en esa terminal de carga prestaba servicios, según aseveró el testigo José Miguel
financiero tramitó y giró esos cheques, además de girarlos a sabiendas de que los
talleres girados no habían contratado con Aviación Civil (puesto que no existía
trabajo alguno en esa Terminal de Carga del Santamaría, puesto que no existía
el “recibido conforme” del servicio terminado por parte de funcionario alguno en
Rodríguez Gonzalo, resultan ser, entre otros, elementos graves y concordantes que,
imputado Olmazo Serrano, al girar esos cheques, conocía que realizaba la conducta
prohibida por el delito de peculado, no obstante tubo (sic) voluntad en realizarla con
resultado perjuicioso que ahora se le reprocha, habida cuenta que las acciones en
voluntariamente ...” (cfr. folio 196, línea 14 en adelante). Conforme se constata del
llegó a establecer que éste haya actuado con dolo directo sino más bien, de forma
órgano público para el cual prestaba sus servicios como jefe del departamento
financiero, aceptó dicho resultado. Así las cosas, se declara sin lugar el motivo.
la pena. De nuevo con base en las normas citadas en los anteriores motivos, en
este se reclama una inadecuada motivación del monto de la sanción impuesta, por
una lectura comprensiva e integral fácilmente se llega a colegir que los jueces de
coencartado Olmazo Serrano una sanción privativa de libertad de 7 años, entre las
superior al de los otros imputados, resultándole por ello mayor reproche en virtud
indagatoria, que se valió de su puesto para que esta institución patronal contratara
legales para este tipo de acceso laboral. Sumado a ello espontáneamente admitió
lista de proveedores, puesto que, aún sabiendo que era indispensable que los
propiciaba una cultura o ambiente de corrupción, que, sin lugar a dudas, perjudicaba
circunstancia notoria de que esa suma de dinero en esa época sustraída, es, en
pueda ser hoy. También que los imputados para esa época de comisión del delito
administración pública, por lo que mayormente tenían interiorizado ese deber legal
de probidad hacia a los recursos públicos. Se toma en cuenta además que por
Civil se había destinado gran parte del presupuesto del país, situación harto
conocida por todos los imputados, pues así se los hizo de expreso conocimiento
(afirman los imputados) el Poder Ejecutivo en cabeza del Señor Presidente Figueres
Olsen, por lo que necesariamente muchas áreas vitales que estaba llamado a
costarricense, así como al buen uso de los recursos públicos, con este delito los
hecho esfuerzos para enmendar el daño que causaron con el mismo, ni a Aviación
Civil, ni a esos talleres. Se ha considerado también que el peligro en que fue puesto
hecho notorio del gran cuestionamiento y crítica que suscitó en nuestra población la
consistente en cinco millones ochocientos ochenta mil colones del año de mil
novecientos noventa y seis, que los hechos se sucedieron con cheques de una
misma cuenta corriente del Consejo Técnico de Aviación Civil, por lo que se
concluye que los imputados perseguían una misma finalidad, la de sustraer una
Penal, el Tribunal toma en cuenta que los acusados Rodríguez, Olmazo y Cabalceta
aeronáuticas nacionales en un momento muy difícil para nuestro país por las
reproche debe ser mayor en el caso del imputado Rodríguez Gonzalo tomando en
cuenta que es un funcionario que desempeñó el cargo de jerarca de una
en esas dos ocasiones según los hechos probados de esta sentencia, que nunca
ha tratado de resarcir el daño causado, por eso atendiendo a la gravedad del hecho
Financiero, y que tampoco ha reparado el daño económico que con su acción causó
culpabilidades, toda vez que las colaboraciones que prestaron para la perpetración
del delito, fueron importantes ...” (cfr. folio 206, línea 4 en adelante). Conforme se
colige de lo antes transcrito, para justificar los montos de las sanciones se tomaron
dentro de los parámetros que establece el artículo 71 del Código Penal, tales como
la colusión surgida entre los aquí encartados para propiciar el desfalco; el monto del
mismo; los diferentes cargos que cada uno ostentaba, mismos que implican un
del Oeste (éstos incluso tuvieron que convocar a una conferencia de presa para
nombrársele como Director General del órgano. Conforme con lo anterior, es claro
conocimientos para llevar adelante su conducta ilícita, lo que va más allá del
advierte esta Sala que los montos de las penas que fueron impuestas, atendiendo
estima que son acordes con el juicio de reproche establecido. Con base en lo antes
apartado, con sustento en los artículos 142, 143, 363, 369 y 443 del Código Procesal
mediaron para dictar la condenatoria, ello con base en lo siguiente: a) No existe una
prueba que acredite que todos los imputados hayan sustraído dinero de Aviación
contundente prueba” que menciona; b) No se explica por qué los jueces estimaron
por qué se consideró veraz; e) En lo que a los testigos Douglas Carvajal y José
Miguel Zamora, no se expuso “... en qué consistió esa esenciliadad de su
sí resultaron coincidentes. Tampoco cuál de todas las versiones que dio Mauricio
Rojas fue corroborada por Álvaro Carvajal Porras; g) Se debió “exteriorizar” cuáles
República (Nº 30696), no fueron de recibo, y por qué. Además, cuál fue la
probatorio a otro, sin ningún orden lógico; ni se explica por qué las declaraciones de
“Monge y Carvajal” comprueban la participación de Nelson Rodríguez Gonzalo, ni
Serrano; i) Se critica que los jueces hayan razonado que el número del teléfono
celular de Gregorio Cabalceta Castillo constituya “una firma más”; j) Es grave que
en el fallo se tenga como “razonablemente probable” que éste haya recibido los
entre los encartados Olmazo Serrano y Rodríguez Gonzalo, pues es sólo una
suposición sin respaldo; ll) No se acredita que Arguedas Medina haya iniciado el
sospechoso) pudo darle sustento al apoderamiento del dinero, si al declarar dijo que
eso está la grabación del debate; p) No se explica a partir de qué pruebas se llegó
En primer término, es necesario hacer notar que el presente reclamo, lo mismo que
los demás motivos que conforman este recurso, en su mayoría adolece de graves
incompleta y parcializada del fallo (puntos i, o); se omite concretar en cada caso
cuál es el vicio que presenta el fallo, cuál sería su esencialidad, y cuál el agravio
que de ahí se deriva para los intereses del coimputado Arguedas Medina (primera
parte del punto h, y los puntos k, o); se cuestionan aspectos del fallo que, incluso,
ni siquiera tendrían relación con aquel (puntos i, j, y última parte del punto h); y,
demostrar la esencialidad del vicio y la existencia del agravio que denuncia, pues
sustracción de fondos públicos que, junto con Nelson Gould Marchini (sobreseído
por fallecimiento), llevaron a cabo los aquí encartados, en la que cada uno de ellos
asumió un rol determinado, pero todos confabulados con miras a un fin común,
siendo claro que el hecho de que quien al final de cuentas se presentó al banco a
hacer efectos cheques emitidos para responder por unos trabajos ficticios, lo haya
sido Gregorio Cabalceta Castillo, y que aunado a ello no se haya podido establecer
con precisión cuál fue el destino de ese dinero (lo único que llegó a determinarse
con certeza fue que, en efecto, ese monto salió de las arcas del Estado,
generándose así un perjuicio) de ningún modo permitiría concluir que los demás
como se explicó, cada uno de ellos cumplió una función determinada dentro de la
efectivo de los cheques no fue más que la última fase del iter criminis, donde se
juicio de reproche, por lo que dicho aspecto del reclamo no tendría mayor interés.
En este sentido se aprecia que las declaraciones de los testigos Ronald Chacón
Badilla, José Miguel Zamora, y Douglas Carvajal Bejarano (salvo en su referencia a
los dos portones por parte de Douglas Carvajal Bejarano a pedido de Jorge
efectiva participación del los aquí imputados se hizo derivar de modo determinante,
a partir de las deposiciones aportadas en juicio por Mauricio Rojas Argüello, Álvaro
Carvajal Porras, Luis Ramón Monge Ballestero, así como de la prueba documental
Olmazo Serrano. Por otro lado, en vista de que los temas que se tocan en los puntos
f), i), y m), fueron también planteados en los recursos que anteceden, el aquí
impugnante deberá remitirse a lo que ahí se expuso. Por último, aún asumiendo que
relación de éste con Nelson Rodríguez Gonzalo, y no con Nelson Gould Marchini,
del Código Penal, habida cuenta que Gould Marchini, para esa época asesor del
Consejo Técnico de Aviación Civil, fue quien le ordenó dar curso a esas órdenes de
histórica de que Gould Marchini tenía mucho poder por el apoyo incondicional que
concurrencia de esta causal de exculpación, toda vez que, tal y como lo dispone el
numeral 36 del Código Penal, para que ella opere es necesario la concurrencia de
los presupuestos de hechos previstos en sus incisos a), b) y c). El primero de ellos
expedirla, pero además que esté revestida de las formas exigidas por la ley. En
numeral 36 del Código Penal que regula la obediencia debida como causa de
competente y que esté revestida de las formas exigidas por la ley, así como que esa
ejemplo si no colisiona con el deber de cumplir con La Constitución) dado que, como
vimos rigen aquí las reglas del estado de necesidad por colisión de deberes. Los
dineros públicos).”. Por ello, ha dicho nuestra Sala de Casación Penal, el deber
del Licenciado Corazzari en ese sentido. En efecto, aún admitiéndose que Arguedas
que percibía a Gould como peligroso por las influencias que tenía, es decir, por el
poder real que ejercía al amparo del apoyo incondicional de Rodríguez Gonzalo y
era manifiestamente ilegal, lesiva para los dineros de Aviación Civil, por lo que éste
no tenía ningún deber legal de acatarla, más por el contrario, estaba obligado no
sólo a desobedecerlo sino incluso hasta denunciarlo tanto a él como al hecho ilícito
voluntariamente entró en colusión con los demás imputados para su realización ...”
(cfr. folio 203, línea 16 en adelante). Como se advierte, aún si partiéramos de que
esa directriz que recibió el imputado Jorge Arguedas Medina, en el sentido de que
debía darle trámite a unas órdenes de compra que correspondían a una negociación
sustanciales para que hubiera operado la causal de exculpación que se adujo, pues
no podría perderse de vista que, sin importar el alto cargo administrativo que ejercía
prevista en Costa Rica en el artículo 36 del Código Penal, ya que ese mismo
numeral establece que la orden debe revestir las formalidades de ley y no tener
arriba, era palmario en los hechos perseguidos ...”, Sala Tercera de la Corte
Suprema de Justicia, voto Nº 65999, de las 9:50 hrs. del 28 de mayo de 1999. En el
mismo sentido véase el voto Nº 24185 de las 10:25 hrs. del 06/12/1985. Así las
probatorios ilegítimos. En este motivo, con cita de los artículos 15, 74, 76, 142,
175 a 183, 204, 233, 234, 334 y 369 del Código Procesal Penal; y 38 y 39 de la
Mauricio Rojas Argüello, Douglas Carvajal Bejarano y José Miguel Zamora Zamora
(las que cita y valora), todos testigos sospechosos, a quienes no se les reconoció
Serrano por otro, resulta absurdo, pues contraviniendo las reglas que establece el
artículo 233 del Código Procesal Penal entre ellos no existía desacuerdo esencial,
siendo que dicha diligencia tenía por objeto el determinar quién acompañaba al
primero cuando compró los portones, lo que era un impertinente e irrelevante sin
sentido ya que esa compra nada tiene que ver con las contrataciones ficticias.
Aparte de lo ininteligible del acta en la que se asentó por escrito dicho careo, lo
grave de esto fue la forma en que se valoró lo manifestado por Luis Ramón Monge,
pues a pesar de que se le dio credibilidad por haberse mostrado seguro, el mismo
parte de esta causa (incluida una indagatoria de Douglas Carvajal, donde refiere la
Marchini, imputado ya fallecido, y para efecto del artículo 334 del Código Procesal
Penal se equiparó de modo extensivo el término “absuelto” con “sobreseído por
muerte”. Ninguno de los reparos es de recibo. Los temas que se proponen en los
puntos a), b) y c.1) ya fueron resueltos en los anteriores considerandos, por lo que
ello en nada haría variar la decisión. Con base en ello, se rechaza el motivo.
acusación durante el juicio. En este tercer reproche, con cita de los artículos 1,
12, 62, 127, 128, 175, 178, 233, 303, 306, 316, 336, 343, 345, 347, 348, 363, 365 y
“sin más tales hechos y circunstancias nuevas al debate”. Las nuevas circunstancias
reuniones que sostuvo con Nelson Rodríguez Gonzalo y Nelson Gould fueron en
agosto de 1995, y que sólo le exhibieron los cheques, y así venía acusado, la
defensa aportó una certificación que acreditaba que para ese momento dichos
títulos aún no se habían emitido, la que fue ignorada por el tribunal; b) Se protestó
aplicable el artículo 348 del Código Procesal Penal. Según lo estima la defensa, el
pesar de que el testigo Mauricio Rojas Argüello insistió en que las reuniones se
dieron en agosto de 1995, siendo además “extraño” que el tribunal le haya
los aspectos que se reprochan en este motivo son los mismos que se desarrollaron
en el tercer motivo por la forma del recurso planteado por el doctor Walter Antillón
Montealegre, el que asimismo fue declarado sin lugar, el aquí impugnante deberá
remitirse a lo que ahí se indicó. Así las cosas, sin lugar el reclamo.
sana crítica. En el este cuarto reparo se aduce que el fallo quebranta las reglas de
la sana crítica en cuanto a elementos de valor decisivo, con lo que se violan los
artículos 1, 142, 183, 184, 204, 361 y 369 del Código Procesal Penal; y 39 de la
fue puntual, categórico ni coherente, pues dijo que no estaba seguro de que la
persona que acompañaba a “Douglas”, fuera el acusado Olmazo Serrano. Además,
honradez, ya que denunció el hecho unos 8 meses después de ocurrido. A partir del
impugnante afirma que dicho testigo tenía resentimiento contra Aviación Civil y
contra los acusados, por lo que los jueces violaron las reglas de la psicología y la
objetivo y con conocimiento de los hechos, ya que no supo explicar por qué fue
veraz, pues ello le sucede a las personas que mienten, además, los mismos jueces
indicaron que “se guardó de decir algunas cosas”, es decir, no dijo toda la
verdad; e) Contrario a lo que estimaron los jueces, este testigo no fue veraz, pues
pues pidió tiempo para analizar la propuesta ilícita que se le hizo. Esto lleva a que
sólo personas ingenuas, ignorantes o tarados podrían haber realizado lo que Rojas
algo que sabe ilícito muy razonablemente cede para asegurarse el resultado ...” (cfr.
tomo II, folio 170, línea 4 en adelante); g) Las declaraciones de Douglas Carvajal y
José Miguel Zamora, quienes con total desenfado detallaron actuaciones ilícitas
que no sabía nada de las contrataciones ficticias, por lo que es violatorio de las
reglas de la sana crítica que el tribunal haya tomado en cuenta “la sospecha” de que
se podían realizar porque aquel “lo manifestó”. Además, por el estado de nervios en
concluye que Nelson Gould y “el testigo Zamora” fueron quienes generaron las
Arguedas Medina; que éste, quien no tenía que verificar la realización de las obras,
fue inducido a error; que es falsa la declaración de Zamora en cuanto dijo que
el tribunal dice que se corroboró con la declaración de Álvaro Carvajal Porras, quien
hubiera sido que éste acompañara a aquel a devolver los cheques; que lo usual
denuncia; que Carvajal fue inducido por la manipulación de los cheques que hizo el
Ministerio Público; que éste al ubicar los hechos en enero no corroboró sino
agosto; que Rojas y Carvajal mintieron, pues a pesar de que ante el Juzgado de
Instrucción y ante la Contraloría dijeron que los cheques sólo les fueron mostrados,
de los reparos lleva razón, por lo que deben declararse sin lugar. De nuevo, lo
cuál es el vicio que presenta el fallo, cuál sería su esencialidad, y cuál el agravio
que de ahí deriva para los intereses del coimputado Arguedas Medina (a, b, c), todo
serían inadmisibles en esta sede, ello por la sencilla razón de que el órgano de
casación, por no haber estado presente en el juicio (donde rigieron los principios
conclusiones del órgano de instancia, modificando los hechos probados. Si bien ello
sistema vigente. Por otro lado, en el punto f), y en la primera parte del punto i), se
que se verificó la compra de los dos portones por parte de Douglas Carvajal
Bejarano a pedido de Jorge Arguedas Medina, incluida la prueba que se utilizó para
acreditarlas; el informe de la Contraloría y la declaración de Ronald Chacón Badilla;
así como las declaraciones de José Miguel Zamora y de Dougas Carvajal (salvo en
cuanto estimó que con esa contratación Arguedas Medina se procuró la impunidad,
en otros elementos conforme se explicó supra. Así las cosas, se rechaza el motivo.
sana crítica. En su quinto motivo por la forma, el defensor del acusado Arguedas
Medina argumenta que se han violado los artículos 142, 184, 204, 361 y 369 del
convicción, afirma que no hay pruebas de que la reunión se haya dado el 9 de enero
de 1996; de que haya existido ese ofrecimiento irregular; ni de que los cheques se
sentencia y el derecho de defensa); que no se pudo probar en debate que todos los
Hermo del Oeste hayan cambiado los cheques y se hayan apoderado de los
cualquiera; que existe posibilidad de que Mauricio Rojas haya cambiado los
el apoderamiento de los dineros por parte de todos los coimputados; que no existe
prueba de que Arguedas Medina, al confeccionar las órdenes de compra, estaba
aprobando los trabajos a favor de Rocaba y Hermo del este (no se enunció qué
obligado a dar “los recibidos conforme”, es decir, José Miguel Zamora, dijo que
“Nelson” era el encargado de dichos trabajos; que Jorge Arguedas Medina no era
probar, al igual que la colaboración dolosa de Arguedas Medina. Por otro lado, se
el dolo de Arguedas Medina en que el mismo se haya molestado con Gould Marchini
y en que acompañó a Douglas Carvajal a los talleres Rocaba y Hermo del Oeste
(dicha visita ni siquiera quedó probada), y de seguido concluye que, según lo dijo
de exculpación por obediencia debida bajo el argumento de que entre Nelson Gould
y Jorge Arguedas Medina no existía relación jerárquica, ello a pesar de que los
Gould ni de José Miguel Zamora), con lo que hay una confusión de identidad; d) Por
un lado, se desvaloriza el informe de la Contraloría Nº 30696, pero por otro “se lo
coimputado Arguedas Medina sería un contralor que dejaría sin razón de ser al
departamento de Auditoría Interna. De acuerdo con la prueba, quien tenía la
obligación específica de controlar esos dineros era José Miguel Zamora, jefe de la
Civil; f) Por un lado Pilar Ugalde no mereció credibilidad por ser complaciente, pero
cuanto a Luis Ramón Monge, se dice que fue honrado por denunciar
un impuesto por un dinero que nunca había recibido; h) En cuanto a Mayid Torres,
se dice que fue coherente y objetivo, pero de seguido se dice que “no obstante sí
fue veraz, a pesar de que (en criterio del impugnante) es una persona “no muy
honrada”. No se puede decir que esta persona fue veraz, y al mismo tiempo que le
mostrado; k) Quien ordenó darle trámite a la orden de compra fue Nelson Rodríguez
Gonzalo, no Gould ni Zamora, siendo que tal vicio lógico impidió que se
que el dinero fue sustraído y aprovechado por todos los imputados, y por otro que
para condenar, y al mismo tiempo concluir que las fechas podrían no ser
correctas; n) No se podría decir que Douglas Carvajal vio frecuentemente a
Cabalceta Castillo cambiando cheques, y luego afirmar que sólo lo vio en una
tenía; o) Por un lado se afirma que éste cambió los cheques, mientras que luego se
reconoce que eso no se pudo determinar con seguridad ante la ausencia de prueba
una firma más; p) Mauricio Rojas (cuya declaración es analizada por el recurrente)
Douglas Carvajal (quien dijo que no sabía nada) no podría sustentar una sustracción
como una prueba de cargo importante; s) Ronald Chacón Badilla fue prolijo en
contradicciones. Además, la “relación de hechos” de la Contraloría (llamada por el
elaborarse las órdenes de compra, los talleres Rocaba y Hermo del Oeste no
mérito desconoce los hechos probados y más bien tiene por tales los que él así
considera (puntos a, b, g, i, p, r, y t); se omite concretar en cada caso cuál es el
vicio que presenta el fallo, cuál sería su esencialidad, y cuál el agravio que de ahí
se deriva para los intereses del coimputado Arguedas Medina (punto h); y se
cuestionan aspectos del fallo que, incluso, ni siquiera tendrían relación con el
coimputado Arguedas Medina (n y o). En cuanto a todos estos aspectos del motivo
juzgar el caso. No podríamos perder de vista que a través del recurso de casación
(con todas las limitaciones que impone un sistema en el que impere la oralidad) lleva
como propósito el fiscalizar la corrección del fallo que se objeta, por lo que no se
podría ir más allá conforme lo pretende el impugnante. Por otro lado, en los puntos
c), d), f), j), k), o), q), y s), se discuten temas que ya se incluyeron en los anteriores
que a su vez le correspondía a Jorge Arguedas Medina, quien como jefe del
culminó con la emisión de dos cheques que justificaban una erogación millonaria
por trabajos ficticios que en realidad nunca se hicieron, ello al confeccionar las
Siendo ello así, y como muy bien lo menciona el recurrente, Arguedas Medina (como
la que prestaba sus servicios. Por otro lado, no resulta acertado afirmar que, al
declarar en juicio, Douglas Carvajal haya señalado que sólo en una oportunidad
chofer y siempre iba con un chofer de Aviación Civil a hacer los mandados. Tengo
conocimiento de que Gregorio cambio cheques de esos que salían rápido, porque
no se que tipo de cheques cambio, se que lo hizo ...” (cfr. folio 95, líneas 3 a 8).
Además, en cuanto a esta circunstancia los juzgadores razonaron que “... Douglas
Carvajal Bejarano afirmó que al igual que él Cabalceta Castillo frecuentemente iba
para cambios de cheques ...” (cfr. folio 168, líneas 1 a 4), de donde debe concluirse
que las afirmaciones que lanza el impugnante en el punto n) carecen por completo
que se denuncia en el punto ñ), pues lo que se explica con toda claridad en la
decisión es que Gregorio Cabalceta Castillo, más que un mensajero, era una
igual modo, el impugnante parte de varias premisas fácticas falsas que le hacen
que, a falta de prueba pericial, no se haya podido llegar a establecer que Cabalceta
Castillo fue quien cambió los cheques, pues tal circunstancia sí quedó acreditada
con toda certeza (cfr. folio 166, línea 14 en adelante). Además, lo que en el fallo se
incriminante, lo expedito del trámite de emisión de los cheques, mientras que por
otro se dijo que la fecha literal que incorporan dichos títulos bien podría no
anterioridad a ella, con lo que se dejaría sin efecto el primer postulado, ello no
recurrente, tal extremo no constituye sino uno de los varios elementos incriminantes
en lo que ésta se apoyó. Así las cosas, el reproche carecería por completo de
36 del Código Penal, y 101, 102 inciso a), 107, y 108 incisos 1º y 2º de la Ley
causal de exculpación refirió una obediencia debida entre Jorge Arguedas Medina
requisitos del artículo 27 del Código Penal; d) De nuevo, con base en el análisis
que el subordinado actuó dentro de sus funciones propias, con el fin de cumplir lo
ordenado. El motivo debe ser rechazado. Tal y como se razonó en declarar sin lugar
el primer motivo por la forma de este recurso (cfr. considerando XIV), mediante un
Esa circunstancia implica que no se dan los requisitos que exige en numeral 36 del
considerando que se citó. Por lo anterior, y siendo claro que las afirmaciones que
se exponen en sustento del reclamo no se derivan de los hechos probados del fallo,
354, 1, 30, 31 y 48 del Código Penal. En este segundo reparo por razones de
Arguedas Medina a pesar de que ningún elemento probatorio demostró con grado
de certeza que fuese cómplice del peculado; que ese delito fuese cometido por los
y siempre a partir del análisis de la prueba, se asegura que quedó demostrado que
del pago (lo que fue obviado por el tribunal); que la relación de hechos de la
se demostró que los informes de auditoría fueron irrespetados; que Ronald Chacón
Arguedas Medina tuviera un acuerdo previo con los demás condenados; que la
fáctico que se tuvo por demostrado y, a partir del mismo, demostrar una errónea
y desborda el cuadro fáctico que fijaron los juzgadores, pretendiendo que esta Sala
asuma como tal el que luego de tal ejercicio ahora se presenta. Tal argumentación
respeto y la intangibilidad de los hechos que contiene la decisión (en ese sentido
véase, entre muchos otros, el voto de esta Sala Nº 650F95, de las 10:25 hrs. del 03
POR TANTO:
Se declaran sin lugar en todos sus extremos los recursos de casación que se
interponen. NOTIFÍQUESE.
Daniel González A.
Jesús A. Ramírez
Q. Rodrigo Castro M.
Manuel Arroyo G.
Dig/imp: jlav
Exp: 5403/302