Cristo y Su Justicia
Cristo y Su Justicia
Cristo y Su Justicia
2.- Lo que significa la justicia.
¿Quién es la fuente de la verdadera justicia? ¿Dónde está esa fuente? La Biblia es muy clara al
decirnos que hay una fuente de justicia en el universo. Esa fuente es Dios.
El profeta Daniel confesó lo que es obvio, que el único poseedor de la justicia es Dios. “Tuya es,
Señor, la justicia”. Daniel 9:7.
La justicia de Dios no es pasajera; no cambia. Su justicia es permanente. “Tu justicia es justicia
eterna”. Salmo 119:142.
Dios ama la justicia, es parte de su naturaleza, él es la fuente de la justicia. “Porque Jehová es justo, y
ama la justicia”. Salmo 11:7.
El único verdaderamente justo siempre es Dios. “Con la mira de manifestar en este tiempo su justicia,
a fin de que él sea el justo”. Romanos 3:26.
La única fuente de justicia es Dios. Todo lo que no procede de Dios es pecado; y pecado es igual a
injusticia.
4.- El milagro de una vida sin pecado.
Romanos 3:23 Aunque no hay un solo ser humano que no conozca el pecado, la buena noticia es que
Jesús sí vivió una vida sin pecado.
Romanos 3:10 Aunque no existe un solo hombre justo en la tierra, la buena noticia es que Jesús es la
encarnación de la verdadera justicia.
El cerebro del ser humano se complace en pecar, pero Jesús nunca conoció el pecado. Él era el
segundo Adán que se encarnó como humano, pero en su encarnación recibió un cuerpo sin inclinaciones
al pecado. Por ello podemos decir que Cristo fue santo desde siempre y eso es una garantía a nuestro
favor. “Sed cuidadosos, sumamente cuidadosos en la forma en que os ocupáis de la naturaleza de Cristo.
No lo presentéis ante la gente como un hombre con tendencias al pecado. Él es el segundo Adán. El
primer Adán fue creado como un ser puro y sin pecado, sin una mancha de pecado sobre él; era la
imagen de Dios. Podía caer, y cayó en la transgresión… Pero Jesucristo era el unigénito hijo de Dios.
Tomó sobre sí la naturaleza humana, y fue tentado en todo sentido como es tentada la naturaleza
humana. Podría haber pecado, podría haber caído, pero en ningún momento hubo en él tendencia alguna
al mal”. (White; carta 8, 1895).
De ningún ser humano se ha dicho lo que anunció el ángel a la virgen María acerca de Jesucristo.
Jesús fue llamado santo desde el mismo vientre de su madre. Lucas 1:35.
La vida de Jesús fue una vida impecable. Nadie pudo señalarle un solo pecado a Jesús.
Sin embargo él murió de la muerte más ignominiosa. Esa es la gran manifestación del amor de Dios.
¿Por qué murió si solo el pecador debe morir? “La paga del pecado es muerte”. Romanos 6:23.
“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados”. Isaías 53:5.
Jesús, el perfecto guardador de la ley, murió en una cruz. No por él, sino por todo aquel que en él
crea. Juan 3:16. Todo el que acepte su sacrificio expiatorio por fe recibe el manto de su justicia pura e
inmaculada.
Con la muerte de Jesús en la cruz, mis pecados han sido ya clavados en el madero y la justicia de la
ley ha sido satisfecha.
5.- Cómo conseguir la justicia.
Leamos estos maravillosos textos que retumbaron por el mundo durante la reforma del siglo XVI a
través de Martín Lutero: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro
Señor Jesucristo. Romanos 5:1. “El justo por la fe vivirá” Gálatas 3:11.
Nunca podremos conseguir el manto de la justicia de Cristo por medio de obras buenas que nosotros
hayamos hecho. Romanos 4:1-5.
¿Qué es justificación solo por la fe? Elena de White lo dice de esta manera: “¿Qué es justificación por
la fe? Es la obra de Dios de echar al polvo la gloria del hombre y hacer por el hombre lo que no está en su
poder hacer por sí mismo”. (R&H 16 de septiembre de 1902).
El manto blanco es el símbolo de la perfecta justicia de Cristo. Un símbolo de su vida perfecta. Nos
preguntamos: ¿Cómo conseguir esa justicia que es nuestra única garantía de salvación? Veamos cómo
consiguió la justicia el publicano que oraba junto al fariseo. Lucas 18:9-14.
El fariseo era un guardador de la ley y se ufanaba de ello, pero todo ese esfuerzo no le daba derecho a
recibir el manto de la justicia de Cristo. Trasladando esa historia hasta nuestros tiempos, podríamos
hacerle decir al fariseo: “Señor; te doy gracias porque pertenezco desde hace tiempo a tu iglesia, la iglesia
verdadera. Guardo el sábado de sol a sol y doy diezmos de todo lo que gano, y hasta doy un segundo
diezmo para ofrendas. Soy vegetariano, Señor, y hace tiempo que me estoy esforzando por ser vegano.
Voy a la iglesia cada día que hay culto y leo todos los días la lección de Escuela Sabática. Y no soy un
pecador adúltero como mis vecinos”.
Qué bien que ese fariseo hacía todas esas cosas buenas, pero ninguna de ellas, ni todas juntas lo
acreditaban para ser vestido con el manto de la justicia de Jesús. Me pregunto: ¿Cómo podía conseguir
ese precioso regalo? De la misma forma como la consiguió el publicano que oraba a Dios diciendo: “Dios,
sé propicio a mí que soy pecador”. El publicano creyó en el perdón de Dios y recibió por la fe el manto de
la justicia de Jesús.
¿Cómo la consiguió el sumo sacerdote Josué? Zacarías 3:3-5 dice que Josué solo tuvo que aceptar
que Jesús le quitara el vestido asqueroso de sus pecados, y aceptar que le pusiera el manto blanco de su
justicia. No tuvo nada que comprar, ni nada que hacer. Solo aceptar por la fe el maravilloso regalo de la
justificación por la fe de Cristo.
¿Cómo la consiguió el hijo pródigo? La consiguió a través de la confesión de su pecado y la
aceptación del perdón de Dios; exactamente igual que el publicano. Lucas 15:11-24. El padre dijo a sus
siervos que le quitaran las ropas viles y lo vistieran con las ropas de gala, las ropas del perdón y de la
justificación por la fe. El pródigo no merecía nada, pero recibió lo que no merecía por la gracia de su padre
que él aceptó por fe. “Maten el becerro gordo y comamos y hagamos fiesta” dijo el padre, porque un hijo
descarriado había vuelto al redil de Dios.
¿Cómo la consiguió Saulo de Tarso? No la consiguió por obras de justicia que él haya hecho porque
había sido un enemigo de la causa de Dios. Había arrastrado a los cristianos por las calles para llevarlos a
la muerte; ¿cuáles obras eran sus méritos para ser acreedor al manto blanco de la justicia de Cristo?
Ninguna. Solo merecía el castigo eterno; pero Jesús le extendió el manto de su justicia y lo convirtió en el
campeón de la Gracia. Por ello, Saulo exclamó: “No merezco nada, pero Jesús me llamó por su
Gracia”. Gálatas 1:15. Romanos 3:24,28.
¿Cómo la consiguieron los gentiles que no conocían la justicia? No la consiguieron por las obras de la
ley, porque la ignoraban. Fue por el oír con fe.
¿Cómo la podemos conseguir nosotros; tú y yo? Como la consiguieron los gentiles; su fe les fue
contada por justicia. Romanos 4:4,5. Solamente por fe, porque por la obras les era imposible alcanzarla.
6.- Conclusión:
Tal vez no haya en los evangelios una parábola que ilustre perfectamente lo que significa poseer el
manto de la justicia de Cristo para entrar con él a la fiesta de bodas en el cielo, como la que encontramos
en Mateo 22:1-14.
En ella leemos que el rey hizo un banquete para su hijo, y envió invitaciones a todos los hombres de
bien de La ciudad. Sin embargo ninguno de los invitados aceptó la invitación del rey. Ante la negativa de
los invitados de la alta sociedad, el rey envió a sus siervos a invitar por los caminos a cualquiera que
encontraran; buenos y malos. Ricos y pobres. Sabios e ignorantes. Fue así que la casa se llenó de
convidados.
Pero hubo un problema con uno de los invitados: rehusó ponerse el vestido de bodas que el rey
entregaba para entrar a la fiesta. Tal vez pensó que su vestido era de mejor calidad que el ofrecido por el
rey.
Dice el evangelio que se pasó a la fiesta sin el vestido de bodas, pero no duró mucho tiempo en el
recinto. Antes de empezar la fiesta, el rey entró para ver a los convidados y descubrió allí a un hombre sin
el vestido de bodas. “Amigo; le dijo. ¿Cómo entraste aquí sin vestido de bodas?” Él enmudeció porque no
tenía argumento alguno para justificar su conducta. ¿Por qué? Porque el vestido que el rey ofrecía para el
banquete era gratuito.
El rey ordenó que el infractor, el rechazador de su manto de justicia, fuera echado a las tinieblas de
afuera, donde será el lloro y el crujir de dientes.
Hermano, amigo; No intentes entrar al cielo con el vestido de tus propias justicias, porque no será
aceptado en la fiesta de bodas del Cordero. El manto de la justicia de Cristo está tejido en el telar del
cielo.
Recibe hoy ese manto blanco de la justicia de Cristo que es el único requisito para que puedas gozar
del derecho a estar en la fiesta de bodas del Cordero en el reino de los cielos.
El vestido que el rey ofrece gratuitamente es la justicia de Cristo imputada a todo aquel que cree en
él. Juan 3:16.