El Celo de Elias
El Celo de Elias
El Celo de Elias
La palabra de Dios estaba en Elías, tanto así que cuando se presentó ante el rey Acab
pronunció estas palabras “Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no
habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra” (1 Reyes 17:1). Y no llovió
durante tres años y medio.
Dios estaba con Elías, pues él era obediente a su palabra y no tenía miedo de dar palabra de
Dios. Al único que temía Elías era a Dios. Cuando un hombre o mujer está en la presencia
de Dios, guarda su palabra y le obedece en todas las cosas, la gloria de Dios se manifiesta.
1) El pecado de Acab
Acab fue rey en Israel. La biblia lo describe como una persona que hizo lo malo ante los
ojos de Dios. Dice el versículo treinta del capítulo dieciséis de el primer libro de Reyes que
hizo lo malo más que los que reinaron antes que él. Cuando una persona deja de escuchar a
Dios, deja de seguir sus ordenanzas no queda más que la perdición de la persona y afecta
hasta los que le rodean. En este caso el afectado de estas decisiones del rey era el pueblo de
Israel.
Hizo lo malo y le fue cosa fácil desobedecer al Señor. Cada decisión que tomaba en el reino
era contraria a los mandamientos de Dios. Acab tomó por mujer a Jezabel, hija del rey de
los sidonios. Ella guió a Acab a servir a Baal y a adorarle, también le edificó altar.
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Jezabel, su esposa era una mujer perversa y juntos provocaron la ira de Dios. El hambre se
había acrecentado en el pueblo de Israel, a causa de la palabra de Elías cuando dijo que no
llovería sino por su palabra. La biblia dice que Horrenda cosa es caer en las manos del Dios
vivo (Hebreos 10:31). Dios castiga el pecado, ante su ira no puede quedar nada en pie, su
ira lo consume todo.
La maldad de este rey fue mucha, dejando a Dios y adorando a otros dioses. Siendo él el
rey de Israel, provocó que el pueblo también hiciera lo malo. Solo unos pocos lograron
permanecer fieles al Señor. Tanta fue la maldad de el rey y de su esposa que enviaron a
matar a todos aquellos que hablaban en el nombre de Dios, aquellos que eran usados por el
señor para enseñar su palabra y profetizar al pueblo.
2) Elías es guardado por Dios
Sin embargo Dios guarda a Elías. Lo lleva cerca de un arroyo, le da de beber y le da
comida. Luego lo lleva con una viuda y ahí obra un maravilloso milagro que bendice
también a la viuda pobre.
Dios guarda a aquellos que en Él confían. Los profetas de Dios sufrieron persecución y
fueron muertos, solo unos cuantos sobrevivieron por la misericordia de Dios. Elías era uno
de ellos. Dios guarda a su pueblo, Él bendice a los que confían y obedecen su palabra.
Elías continuaba confiando en Dios, seguía predicando su palabra y diciendo todo lo que Él
señor le enviaba. Era fiel no le quitaba ni agregaba nada a la palabra de Dios. Dios busca
personas como Elías, que confíen totalmente en Él, que obedezcan su palabra y no importen
las consecuencias de esa obediencia. Que pongan a Dios en primer lugar y no les importe lo
que los demás piensen o hagan al respecto. Que no importe si sufre persecución o es objeto
de burla. Incluso no importa si es muerto por su causa.
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Dios esta con esas personas que le obedecen a pesar de todas las cosas. Dios esta con esas
personas que son obedientes hasta la muerte. Ellos son los que ven su gloria, ellos son los
que ven sus maravillas. Los milagros de Dios son causados por estas personas que como
Elías no le importó que su vida estaba en peligro, vivía para Dios.
Así como Pablo que dice que si vive lo hace para Dios y si muere también para Dios muere.
Sea que vivamos o que muramos somos de Dios, esto solo lo dice un verdadero hijo de
Dios que confía en su Padre.
Elías no temía lo que le pudiera hacer ningún hombre, sólo le preocupaban las indicaciones que
Dios le daba, le preocupaba de no apartarse de nada, ni a la derecha ni a la izquierda de lo que
Dios le decía.
3) El celo de Elías
Elías vuelve a presentarse ante el rey en obediencia a Dios. Notemos que, según el rey, no
había más profetas de Dios que predicaran su palabra, todos habían sido muertos o habían
huido de la tierra. Pero Elías va delante del rey pues así le mandó Dios. Lo que le dice al
rey es que al siguiente día reuna a cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y cuatrocientos
profetas de Asera.
El rey convoca al pueblo y reúne a los profetas de Baal. Elías reta al pueblo a confiar en
Dios pero estos no dicen palabra. La palabras de Elías son categóricas diciendo al pueblo
que si Jehová es Dios que le sigan, y si Baal que a él le sigan. No hay duda que Elías sabe a
quién está siguiendo, sabe que Dios prevalecerá y que los dioses del mundo son vanidad.
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Pidió entonces Elías que los profetas de Baal le invocarán pues eran más y él por su lado
invocará a Dios y el Dios que respondiera con fuego ese era el verdadero Dios. Pusieron
ambos holocausto, los profetas entonces invocaron a su dios pero no hubo respuesta.
Hacían de todo lo que se les ocurrió para llamar a su dios, Elías los veía y se burlaba de
ellos.
Viendo que el dios de ellos no respondía llamo tranquilamente al pueblo para que se
volvieran a él. Les pidió que a su altar echarán cuatro cántaros de agua y así lo hicieron tres
veces. No sabemos la razón exacta de esto, como la respuesta debía ser fuego quizá Elías
quería que no hubiera duda alguna en el pueblo echando el elemento contrario al fuego. Así
el pueblo sabría que Jehová es el Dios verdadero.
4) La gloria de Dios
El agua corría por el altar, no había forma de encender el fuego en la leña ni en el sacrificio
pues estaba llena de agua. Si alguien lo quisiera hacer de forma voluntaria no sería posible.
Elías ora a Dios pidiéndole respuesta del cielo para que “conozca este pueblo que tú, oh
Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos” (1 Reyes 18:37).
La respuesta de Dios es inmediata. Los profetas de Baal estuvieron gritando, saltando y
haciendo muchas cosas llamando a su dios y este nunca apareció. Estuvieron desde la
mañana hasta la tarde. En cambio Elías oró a Dios y Él respondió del cielo inmediatamente.
Cayó fuego del cielo consumiendo el holocausto. Y eso no fue suficiente, el fuego
consumió la leña, las piedras, el polvo y aún el agua que ahí estaba producto de los cántaros
que Elías había pedido que echaran en el holocausto.
Jehová es su nombre, es Dios sobre toda la tierra y sobre todo lo que existe. La respuesta de
Dios fue total, para que todo el pueblo pudiera ver que no hay Dios fuera de Él. Es el único
y soberano. Elías lo sabía y sólo en Él confiaba y por su palabra era guiado todos los días
de su vida. Eso es lo que Dios quiere de nosotros, los que le seguimos, que le seamos
obedientes como Elías.
En muchas otras maravillas se manifestó Dios en la vida de Elías, haciendo milagros y
prodigios a través de él. Dios lo usó para ser la boca de Dios en la tierra, para anunciar el
mensaje que Dios quería dar a su pueblo. Es lo mismo que Dios quiere hacer con aquellos
que se atreven a confiar solo en el Dios Todopoderoso.
Conclusión
Dios no ha cambiado, ese mismo Dios que salvó al profeta Elías es el mismo que vive y
permanece para siempre. Es el mismo Dios que nos ha llamado a su redil.
Dios quiere usarnos y pide que seamos celosos de Él, como Elías no soportaba como
adoraban a otros dioses, adoraban a otro que no es el Dios nuestro. Jehová es el único Dios
y toda rodilla debe doblarse ante nuestro Señor. No hay otro Dios que sea digno de recibir
gloria, solo el creador del cielo y de la tierra, el creador de todo lo que existe.
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Como decía David “Mi celo me ha consumido, porque mis enemigos se olvidaron de tus
palabras” (Salmos 119:139) Es lo que pasa cuando conocemos a Dios, sentimos celo por
su palabra, por sus mandamientos, por quien Él es.
Conozcamos cada día más al Señor, seamos valientes para anunciar a las naciones que
Jehová es el único Dios. Confiemos en Él como lo hizo Elías, no importa si los seguidores
de los otros dioses son más, no importa si gritan, mienten y calumnian, Dios se manifiesta
en aquellos que le obedecen. Dios se manifiesta en sus seguidores, por tanto tengamos fe
solo en Él y veremos su gloria.