Deja de Jugar Con El Pecado
Deja de Jugar Con El Pecado
Deja de Jugar Con El Pecado
No pierdas el tiempo
Un tipo inteligente que ya murió y que se llama Jonathan Edwards dijo una vez esto: “La perseverancia
es una consecuencia necesaria de la salvación”. Lo que eso significa es que cuando alguien es
verdaderamente salvo, cuando alguien realmente se convierte en cristiano, continuará a lo largo de
toda su vida amando a Jesús y obedeciendo Su Palabra. Pecarán y tropezarán en el camino, a veces
incluso pueden crear un completo caos, pero si realmente son cristianos, si son verdaderamente
convertidos, siempre se arrepentirán eventualmente de sus pecados y volverán a correr tras Jesús. Si
no lo hacen, si abandonan después de una semana, unos meses, incluso después de 20 años,
entonces nunca fueron cristianos, sin importar lo que dijeron o hicieron en el pasado. Están muertos
en el pecado y enfrentarán la consecuencia del pecado, que es la ira justa y buena de un Dios santo
para siempre en el infierno. La perseverancia es mortalmente seria y la falta de perseverancia es
simplemente mortal. Los verdaderos cristianos corren la carrera hasta el final y al hacerlo reciben la
recompensa por correr.
Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos
también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la
carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien
por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la
diestra del trono de Dios. Hebreos 12:1-2.
El punto principal de este texto es la orden: ¡CORRE! Todo lo demás lo confirma, lo explica o da
motivación para ello. ¡CORRE! ¡Corre la carrera que tienes delante de ti! No pasees, no pierdas el
tiempo en tonterías, no deambules sin rumbo. Corre la carrera con resistencia, hasta la línea de meta,
porque todo depende de ello.
Vamos a dividir el texto en dos partes. Vamos a ver qué vamos a hacer (correr) y el cómo se supone
que debemos hacerlo. ¿Qué y cómo? En cada parte vamos a ver tres cosas. Así que profundicemos en
la primera sección: ¿Qué se supone que debemos hacer? ¡Correr! Recuerda, ese es el punto más
importante del pasaje. ¿Qué significa correr de verdad? No pierdas el tiempo, no dejes que nada se
interponga en el camino y no te rindas.
El libro de Hebreos fue escrito en una iglesia que se había vuelto demasiada cómoda en el mundo.
Habían perdido su convicción y habían comenzado andar a la deriva a lo largo de la vida, y ahora las
circunstancias a su alrededor estaban cambiando y se estaba volviendo impopular e incómodo ser
cristiano. Hubo una verdadera tentación de claudicar y regresar a la comodidad, y a la seguridad de
sus vidas anteriores.
Este libro está escrito para advertir a las personas que no se alejen de Jesús. Está lleno de
advertencias contra el rechazo de Cristo y los recordatorios de las consecuencias de rechazarlo.
Hebreos 2:1-3 advierte: “Por tanto, debemos prestar mucha mayor atención a lo que hemos oído, no sea
que nos desviemos… ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?”. Como
creyentes se supone que debemos prestar mucha atención a las cosas que escuchamos y leemos de
la Palabra de Dios. No es un juego; no prestar atención trae como resultado andar a la deriva, lo que
conduce a un juicio ineludible. No juegues con Dios y Su Palabra.
Hebreos 3:12-13 advierte otra vez: “Tened cuidado, hermanos, no sea que en alguno de vosotros haya un
corazón malo de incredulidad, para apartarse del Dios vivo. Antes exhortaos los unos a los otros cada día,
mientras todavía se dice: Hoy; no sea que alguno de vosotros sea endurecido por el engaño del pecado”.
Ten cuidado, no juegues, examina tu corazón, rinde cuentas y aliéntense unos a otros para que no se
puedan mentir a sí mismo y endurecerse al pecado. La responsabilidad individual y la responsabilidad
corporativa de la membresía de la iglesia son realmente importantes porque el pecado es engañoso y
todos los que leen esto son pecadores. Jeremías 17:9 dice: “Más engañoso que todo, es el corazón, y sin
remedio; ¿quién lo comprenderá?”.
El autor de Hebreos está preocupado de que las personas no estén teniendo cuidado apropiado en su
carrera; le preocupa que estén desarrollando una sensación de seguridad y comodidad. Le preocupa
que las personas estén jugando con Dios y él escribe este libro para advertir contra este tipo de
pereza y necedad. El autor de esta carta desea desesperadamente que veamos el peligro de jugar y
alejarse en la vida cristiana.
Pues aunque ya debierais ser maestros, otra vez tenéis necesidad de que alguien os enseñe los
principios elementales de los oráculos de Dios. Porque todo el que toma sólo leche, no está
acostumbrado a la palabra de justicia, porque es niño. Pero el alimento sólido es para los adultos,
los cuales por la práctica tienen los sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal. Heb. 5:12-14
Dios espera que los cristianos avancen en la carrera, que crezcan de niños a adultos. Se supone que
debemos pasar de la leche a sólidos: se supone que debemos crecer en rectitud, volvernos más como
Jesús y poder distinguir el bien del mal. No hay lugar en la carrera cristiana para quedarse quietos,
relajarse y descansar en nuestros logros o decisiones. La realidad para el creyente es que nos
movemos hacia Jesús o nos alejamos de Él.
Nunca nos quedamos en el mismo lugar, porque la carrera cristiana corre cuesta arriba, como contra
el flujo de una escalera mecánica. Cuando dejamos de correr, cuando nos equivocamos y empezamos
a tomarnos las cosas con calma, comenzamos a retroceder hacia donde comenzamos. Ves, los
corazones caídos quieren huir de Dios, no hacia Él.
Juan 3:19-20 dice: “Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas
que la luz, pues sus acciones eran malas. Porque todo el que hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz
para que sus acciones no sean expuestas”. Cuando nos dejan a nuestros propios recursos, nos alejamos
de Dios y vivimos en un mundo cuyo flujo constante también está alejado de Dios y de la piedad. Y no
lo olvides, también tenemos un enemigo que está más que dispuesto a darnos una patada por la
escalera mecánica o colgar cosas lindas delante de nosotros para distraernos y hacer que nos
quedemos quietos.
Volvamos a nuestro texto y veamos por qué el autor de este libro está tan desesperado para que no
juguemos. Perder el tiempo da lugar a la deriva, y la deriva conduce al desastre, y luego la orden
viene: CORRE. Se requiere de un esfuerzo real. Excavar, cavar profundo y avanzar.
No dejes que nada se interponga en el camino
Entonces, ¿cómo avanzamos? ¿Qué tenemos que hacer para asegurarnos de que estamos
progresando en nuestra Carrera? La respuesta está allí en Hebreos 12:1 “despojémonos también de
todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve”. La clave para continuar progresando hacia
adelante es la eliminación de todo lo que nos hace tropezar, nos enreda y se interpone en el camino.
Esta orden no viene de la nada. Como dije antes, este es el objetivo de todo el libro de Hebreos. Corre,
lucha, mantente alerta, sé fortalecido, no te desvíes, no descuides nada, no pierdas el tiempo en
tonterías, no des por sentado tu seguridad eterna. Hace unos meses comencé el proceso de perder
peso, y una de las cosas que he hecho para lograrlo es ir a correr. Es un hecho muy curioso que: entre
más adelgazo más fácil es correr. En los Juegos Olímpicos puedes apostar a que ninguno de los
corredores será grueso; esta es parte de la razón por la que corren tan bien.
Pero no son solo los pecados obvios como perder el control por el alcohol o drogarse de lo que
tenemos que cuidarnos. Muchas de las cosas que se interponen en nuestro camino que nos frenan y
nos hacen tropezar no son pecaminosas en sí mismas. Muy a menudo son cosas buenas, incluso
regalos de Dios que las convertimos en un problema. Puede ser comida y bebida; nuestros amigos;
podemos hacer que nuestros hijos sean lo más importante del mundo; relaciones con el sexo
opuesto. Cada vez que tomamos algo bueno y lo ponemos por encima de Dios, hacemos un ídolo que
luego nos pesa, nos frena y nos impide correr. Otro hombre inteligente que ya murió dijo esto: “El
corazón del hombre es una fábrica perpetua de ídolos”. Hacemos ídolos de forma natural, porque nos
resulta fácil poner las cosas por encima de Jesús. Entonces, si desechamos el pecado, debemos ser
sabios y cuidadosos en nuestra carrera. No podemos simplemente acercarnos a las cosas
preguntando: “¿Es esto pecaminoso o no?” En lugar de eso, tenemos que hacer una pregunta más
importante: “¿Es esto provechoso? ¿Me hará correr mejor? ¿Soy lo suficientemente maduro y sabio
como para no hacer de este regalo un ídolo?”
Hay una razón por la que Mez establece las reglas cada semana de iniciación, comenzando con una
petición para que los solteros mantengan sus manos y otras partes para sí mismos.
Aquí hay un escenario para ti. Voy a meterme con los muchachos, pero también se aplica a las damas.
Eres un nuevo cristiano y un nuevo interno de 20schemes. Todos ustedes están entusiasmados con
Jesús y emocionados por el futuro; luego boom, ella entra y es un bombón. Incluso mejor que eso,
ella sabe que existes; de hecho, su compañera le dijo a tu compañero que no cree que seas un
completo idiota. ¡Éxito! Lo mejor de todo, ella ama a Jesús y ella va a la iglesia, lo que significa que no
es pecaminoso que pretendas a esta chica. Los días felices llegaron para quedarse.
Dos puntos aquí, muchachos: hay un largo camino entre “no creo que seas un total idiota” y una
ceremonia de boda. Trabaja duro para disimular tu estupidez durante este período. Una vez que te
casas, no hay nada que puedas hacer para disimularlo; ella está trabajando para descubrirlo. Más
importante aún, antes de tomar la decisión, haz la pregunta correcta. Haz la verdadera pregunta: no
la pregunta “¿Es esto algo pecaminoso?” sino “¿es esto provechoso? ¿Esto me ayudará a correr mejor la
carrera? ¿Esto me hará mejor para correr tras Jesús?”
La carrera de la vida cristiana no se corre bien preguntando: ¿qué tiene de malo esto o eso?”, sino al
preguntar, “¿está en el camino de una mayor fe y un mayor amor, y una mayor pureza y un mayor
coraje, y una mayor humildad, y una mayor paciencia, y un mayor autocontrol?”. No es solo
preguntar: ¿es pecado? Sino: ¿Me ayuda a correr? Si la respuesta a esa pregunta es “no, no me
ayuda a correr, es una distracción, lleva a mis ojos y a mi corazón lejos de Jesús”, entonces déjalo a
un lado, quítalo, no lo dejes entrar en el camino. Cabeza en alto, mirada adelante y a correr la
carrera.
No te rindas
Así que no dejen que nada se interponga en el camino, y el punto final de esta primera sección, no se
den por vencidos. “Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos,
despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con
paciencia la carrera que tenemos por delante”. Corre la carrera con resistencia.
Esa palabra, resistencia, es absolutamente esencial para la carrera. Porque solo aquellos que resisten
hasta el final y terminan la carrera recibirán el premio. La resistencia o la perseverancia es la
verdadera prueba de autenticidad en la vida cristiana. Voy a repetir la cita de Edwards con la que
comencé: “La perseverancia es una consecuencia necesaria de la salvación”. Recuerda lo que esto
significa: cuando alguien es verdaderamente salvo, cuando alguien realmente se convierte en
cristiano, continuará a lo largo de toda su vida amando a Jesús y obedeciendo Su Palabra.
Dije antes que el libro de Hebreos está lleno de advertencias para perseverar porque el autor de esta
carta quiere desesperadamente que veamos el peligro de alejarnos de Jesús y darle la espalda. Quiere
que comprendamos que tenemos que correr, y no solo comenzar a correr, sino a seguir corriendo
hasta el final. Ahora, sé que no es fácil correr la carrera cristiana; de hecho, a veces va a apestar. Vivir
la vida como gente herida en un mundo caído y roto puede ser brutal y doloroso. A veces se requiere
de todo lo que tenemos para poner un pie delante del otro y seguir adelante. Dios no espera que
corras como Usain Bolt. Me encantan estas palabras de Charles Spurgeon: “Por la perseverancia, el
caracol llegó al arca”. Pulgada por pulgada se arrastró hacia adelante, y nosotros también debemos
hacerlo.
Por la fe Abel ofreció a Dios un mejor sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó el testimonio de que
era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas y por la fe, estando muerto, todavía habla. Por la
fe, Enoc fue trasladado al cielo para que no viera muerte; y no fue hallado porque Dios lo trasladó;
porque antes de ser trasladado recibió testimonio de haber agradado a Dios. Y sin fe es imposible
agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe, y que es
remunerador de los que le buscan. Por la fe Noé, siendo advertido por Dios acerca de cosas que aún
no se veían, con temor preparó un arca para la salvación de su casa, por la cual condenó al mundo,
y llegó a ser heredero de la justicia que es según la fe.
Por la fe Abraham, al ser llamado, obedeció, saliendo para un lugar que había de recibir como
herencia; y salió sin saber adónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra de la promesa
como en tierra extraña, viviendo en tiendas como Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa,
porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. También por
la fe Sara misma recibió fuerza para concebir, aun pasada ya la edad propicia, pues consideró fiel
al que lo había prometido. Por lo cual también nació de uno (y éste casi muerto con respecto a esto)
una descendencia como las estrellas del cielo en número, e innumerable como la arena que está a
la orilla del mar.
Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas
ofrecía a su único hijo; fue a él a quien se le dijo: En Isaac te será llamada descendencia. Él
consideró que Dios era poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde también, en
sentido figurado, lo volvió a recibir. Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú, aun respecto a cosas
futuras.
Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró, apoyándose sobre el
extremo de su bastón. Por la fe José, al morir, mencionó el éxodo de los hijos de Israel, y dio
instrucciones acerca de sus huesos.
Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que
era un niño hermoso y no temieron el edicto del rey. Por la fe Moisés, cuando era ya grande, rehusó
ser llamado hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que
gozar de los placeres temporales del pecado, considerando como mayores riquezas el oprobio de
Cristo que los tesoros de Egipto; porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de
Egipto sin temer la ira del rey, porque se mantuvo firme como viendo al Invisible. Por la fe celebró la
Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no los tocara.
Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca, y cuando los egipcios lo intentaron hacer, se
ahogaron. Por la fe cayeron los muros de Jericó, después de ser rodeados por siete días. Por la fe la
ramera Rahab no pereció con los desobedientes, por haber recibido a los espías en paz.
¿Y qué más diré? Pues el tiempo me faltaría para contar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David,
Samuel y los profetas; quienes por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia, obtuvieron promesas,
cerraron bocas de leones, apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada; siendo
débiles, fueron hechos fuertes, se hicieron poderosos en la guerra, pusieron en fuga a ejércitos
extranjeros. Hebreos 11:4-34
Estos son algunos que están dentro de la gran nube de testigos que ahora nos rodean y nos alientan
a correr la carrera hasta el final, y lo que es más importante, nos demuestran que la carrera se puede
correr. Podrías estar sentado allí pensando “pero no soy como esos gigantes del pasado, solo soy una
persona común, y sinceramente, soy un desastre”, a lo que yo respondería: “ellos también”.
Noé construyó el arca, pero una de las primeras cosas que hizo después de salir del arca fue hacer
vino y descarrillarse. Abraham fue un cobarde, Sara se rio en el rostro de Dios cuando escuchó la
promesa por primera vez, Isaac fue un poco miedoso, Jacob fue un estafador, Moisés fue un asesino,
Rahab fue una prostituta, Gedeón necesitó una señal más, Barac no haría lo que Dios le dijo que
hiciera a menos que Débora fuera con él, Sansón era una pesadilla total, Jefté hizo el voto más
trágicamente insensato, David fue un adúltero y un asesino.
¿Lo ves?, la verdad es que estos gigantes de nuestra fe estaban tan rotos y arruinados como tú y yo.
Lo único que hizo especiales a estos hombres y mujeres fue el Dios en el que confiaron. Así que
alégrate de esto: quizás no seas David, pero tienes el Dios de David, y sinceramente, eso es todo lo
que necesitas. Si notaste la frase constantemente repetida del capítulo 11, aprendiste cómo estos
antiguos héroes corrieron la carrera: Abraham, Moisés, David y todos los demás que han corrido la
carrera corrieron por fe, y así es como tú y yo se supone que debemos correr también.
Mira a Jesús, el autor y consumador de la fe, y ten valor, confianza y fortaleza para correr la carrera en
base a esta gloriosa verdad. Jesús no solo responde a nuestra fe con ayuda. Él es el creador y autor de
la fe, y Él es quien trabaja para perfeccionar la fe que crea. Él trabaja para comenzarlo y Él trabaja
para completarlo. Nuestra fe se aferra a Jesús por ayuda, porque Jesús primero agarró nuestros
corazones por la fe. Mira a Jesús y corre.
En Romanos 8:18, el apóstol Pablo escribe: “Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente
no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada”.
Es posible que hayas leído la declaración de fe de 20Schemes. Me encanta la parte final de esa
declaración de fe porque nos recuerda la gran recompensa que espera a aquellos de nosotros que
corremos la carrera.
La restauración de todas las cosas: Creemos en el regreso personal, glorioso y corporal de nuestro
Señor Jesucristo con sus santos ángeles, cuando Él ejercerá su papel como Juez final, y su reino se
consumará. Creemos en la resurrección corporal de ambos, los justos y los injustos, los injustos para
el juicio del consciente eterno castigo en el infierno, como nuestro Señor mismo enseñó, y los justos a
la bendición eterna en presencia de Aquel que se sienta en el trono y del Cordero, en el cielo nuevo y
la tierra nueva, el hogar de la justicia. En ese día la Iglesia será presentada sin mancha delante de
Dios por la obediencia, el sufrimiento y el triunfo de Cristo, todo pecado purgado y sus desdichados
efectos para siempre desterrados. Dios será todo en todos y su pueblo estará cautivado por la
inmediatez de su indescriptible santidad, y todo será para la alabanza de su gloriosa gracia.
Hermanos y hermanas, llegará el día para aquellos que perseveran hasta el fin, cuando estemos con
Jesús en el hogar de la justicia, y todo pecado y sus miserables efectos serán desterrados para
siempre y todo será para la alabanza de la gloriosa gracia de Dios. Ese es un premio por el que vale la
pena correr.
Voy a terminar con una cita del puritano Thomas Brooks. Él dijo esto: “Tu vida es corta, tus deberes son
muchos, tu ayuda grande y tu recompensa segura; por lo tanto, no desmayes, resiste y espera, en el bien
hacer, y el cielo recompensará a todos”.
Amén.