Es Una Pequeña Nube

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Es una pequeña nube, ¡pero está cargada!

"VEO UNA PEQUEÑA NUBE" (1 Reyes 18:44) 44 


Finalmente, la
séptima vez, su sirviente le dijo:

—Vi una pequeña nube, como del tamaño de la mano de un


hombre, que sale del mar.

Entonces Elías le gritó:

—Corre y dile a Acab: “Sube a tu carro y regresa a tu casa. ¡Si no


te apuras, la lluvia te detendrá!”.

Poco después el cielo se oscureció de nubes. Se levantó un


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fuerte viento que desató un gran aguacero, y Acab partió


enseguida hacia Jezreel.

Cuando había ninguna señal por ninguna parte, Elías mandó a su


siervo que siguiera mirando. Finalmente, el siervo, tras haber
informado que no sucedía nada, vio algo y tuvo
que admitir que las cosas estaban cambiando. Solo era “una
pequeña nube” (1 Reyes 18:44), ¡pero estaba cargada!

A Dios le encanta utilizar cosas que nosotros consideramos


insignicantes. Él utilizó:

(a) Una bolsa de comida para alimentar a “cinco mil hombres, sin
contar las mujeres y los niños” (Mateo 14:21) 14 Cuando Jesús
bajó de la barca, vio a la gran multitud, tuvo compasión de
ellos y sanó a los enfermos.
Esa tarde, los discípulos se le acercaron y le dijeron:
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—Este es un lugar alejado y ya se está haciendo tarde.


Despide a las multitudes para que puedan ir a las aldeas a
comprarse comida.
Jesús les dijo:
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—Eso no es necesario; denles ustedes de comer.


—¡Pero lo único que tenemos son cinco panes y dos
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pescados! —le respondieron.


—Tráiganlos aquí —dijo Jesús.
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Luego le dijo a la gente que se sentara sobre la hierba.


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Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, miró hacia el
cielo y los bendijo. Después partió los panes en trozos y se los
dio a sus discípulos, quienes los distribuyeron entre la
gente. 20 Todos comieron cuanto quisieron, y después los
discípulos juntaron doce canastas con lo que sobró. 21 Aquel
día, ¡unos cinco mil hombres se alimentaron, además de las
mujeres y los niños!

(b) Un disparo de honda para derribar a un gigante (Ver 1 Samuel


17:49) 32 —No se preocupe por este filisteo —le dijo David a
Saúl—. ¡Yo iré a pelear contra él!
—¡No seas ridículo! —respondió Saúl—. ¡No hay forma de
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que tú puedas pelear contra ese filisteo y ganarle! Eres tan


solo un muchacho, y él ha sido un hombre de guerra desde su
juventud.
Pero David insistió:
34 
—He estado cuidando las ovejas y las cabras de mi padre.
Cuando un león o un oso viene para robar un cordero del
rebaño, 35 yo lo persigo con un palo y rescato el cordero de su
boca. Si el animal me ataca, lo tomo de la quijada y lo golpeo
hasta matarlo. 36 Lo he hecho con leones y con osos, y lo haré
también con este filisteo pagano, ¡porque ha desafiado a los
ejércitos del Dios viviente! 37 ¡El mismo SEÑOR que me rescató
de las garras del león y del oso me rescatará de este filisteo!
Así que Saúl por fin accedió:
—Está bien, adelante. ¡Y que el SEÑOR esté contigo!
Después Saúl le dio a David su propia armadura: un casco
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de bronce y una cota de malla. 39 David se los puso, se ciñó la


espada y probó dar unos pasos porque nunca antes se había
vestido con algo semejante.
—No puedo andar con todo esto —le dijo a Saúl—. No estoy
acostumbrado a usarlo.
Así que David se lo quitó. 40 Tomó cinco piedras lisas de un
arroyo y las metió en su bolsa de pastor. Luego, armado
únicamente con su vara de pastor y su honda, comenzó a
cruzar el valle para luchar contra el filisteo.
Goliat caminaba hacia David con su escudero delante de
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él, 42 mirando con desdén al muchacho de mejillas sonrosadas.


—¿Soy acaso un perro —le rugió a David— para que vengas
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contra mí con un palo?


Y maldijo a David en nombre de sus dioses.
—¡Ven aquí, y les daré tu carne a las aves y a los animales
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salvajes! —gritó Goliat.


David le respondió al filisteo:
45 

—Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo


vengo contra ti en nombre del SEÑOR de los Ejércitos
Celestiales, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien tú has
desafiado. 46 Hoy el SEÑOR te conquistará, y yo te mataré y te
cortaré la cabeza. Y luego daré los cadáveres de tus hombres
a las aves y a los animales salvajes, ¡y todo el mundo sabrá
que hay un Dios en Israel! 47 Todos los que están aquí
reunidos sabrán que el SEÑOR rescata a su pueblo, pero no
con espada ni con lanza. ¡Esta es la batalla del SEÑOR, y los
entregará a ustedes en nuestras manos!
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Cuando Goliat se acercó para atacarlo, David fue corriendo
para enfrentarse con él. 49 Metió la mano en su bolsa de
pastor, sacó una piedra, la lanzó con su honda y golpeó al
filisteo en la frente. La piedra se le incrustó allí y Goliat se
tambaleó y cayó de cara al suelo.

(c) Un puñado de barro para restaurar la vista de un hombre (Ver


Juan 9:6). 9 Mientras caminaba, Jesús vio a un hombre que era ciego
de nacimiento.

—Rabí,  ¿por qué nació ciego este hombre? —le preguntaron sus
2  [a]

discípulos—. ¿Fue por sus propios pecados o por los de sus padres?

—No fue por sus pecados ni tampoco por los de sus padres —contestó

Jesús—. Nació ciego para que todos vieran el poder de Dios en


él. 4 Debemos llevar a cabo cuanto antes las tareas que nos encargó el
que nos envió.  Pronto viene la noche cuando nadie puede
[b]

trabajar; 5 pero mientras estoy aquí en el mundo, yo soy la luz del


mundo.

Luego escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva y lo untó en los ojos

del ciego. 7 Le dijo: «Ve a lavarte en el estanque de Siloé» (Siloé significa


«enviado»). Entonces el hombre fue, se lavó, ¡y regresó viendo!
Él puede utilizar un trabajo de poca importancia… poco dinero… un
pequeño favor… para bendecirte. Las pequeñas nubes son
indicadores de lo que está a punto de llegar; son los canales que el
Señor ha escogido para utilizar.

Cuando Él te promete abundancia, no necesita nada grande para


hacer que suceda. El cambio que finalmente impacta a las
multitudes comienza normalmente con un individuo.

Tanto si se trata de un Noé como de un Pablo o un pedro , Dios sólo


necesita a una persona que crea en Él y que se atreva a ser
diferente.

Cuando Dios derrame la lluvia de su bendición:

(1) verás que tus problemas sólo son oportunidades para “mostrar
su poder a [tu] favor…” (2 Crónicas 16:9b) 9 Pues el Señor está
atento a lo que ocurre en todo el mundo, para dar fuerza a los
que confían sinceramente en él. ¡En esto has actuado como
un tonto! Porque de ahora en adelante tendrás más guerras.»

(2) descubrirás que su “poder se perfecciona en [tu] (la) debilidad”


(Ver 2 Corintios 12:9b) 9…Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis
debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 10Por lo cual, por amor a
Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en

angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte (2 Co 12:9b-10).

Los problemas le dan lugar a Dios. La pala de la tribulación es la que


cava el hoyo para que Dios lo llene de consolación. Cuando el
granero está muy lleno, sentimos menos necesidad de Dios.
Cuando nuestra fuerza es más grande, su fuerza en nosotros es más
mínima. Pues su “poder se perfecciona en la debilidad” (2 Co 12:9).
Cuando la billetera está llena, tendemos a depender de nosotros
mismos. Pero cuando estamos en lo más bajo, le suplicamos a Dios
con voz más alta. Cuando estamos en el fondo del mar como Jonás,
clamamos a Dios de todo corazón. “Invoqué en mi angustia a
Jehová, y él me oyó; desde el seno del Seol clamé, y mi voz oíste”
(Jon 2:2). Cuando estamos en un horrible pozo como David,
extendemos la mano a Dios pidiéndole su ayuda (Sal 40:2).
¡Cuando estamos en el suelo, debajo de los cuernos del búfalo,
oramos con emoción (Sal 22:21)! El consuelo de Dios viene a
nosotros en directa relación a la cantidad de tribulación que
enfrentamos.

(3) serás capaz de darle gracias por tus enemigos porque cuando
alcances ese nivel de madurez, Él ha prometido preparar mesa
delante de ti en presencia de tus angustiadores (Ver Salmo 23:5).
Me preparas un banquete
    en presencia de mis enemigos.
Me honras ungiendo mi cabeza con aceite.
    Mi copa se desborda de bendiciones.
De hecho, cuando enfrentamos la mayor oposición, Dios “se pone
su delantal” ¡y empieza a preparar un milagro para ti!

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