Arquitectura Del Porfiriato 2
Arquitectura Del Porfiriato 2
Arquitectura Del Porfiriato 2
EN EL PORFIRIATO
INTRODUCCIÓN
Hacia el último tercio del siglo XIX, México, como muchos otros países en que la
estructura capitalista no había acabado por imponerse, pasaba a integrarse al
desarrollo del capitalismo monopolista internacional como abastecedor y
consumidor de los excedentes de las potencias. El entorno artístico se mostraba
complejo.
Las huelgas de principios de siglo en la Academia de San Carlos hechas por los
jóvenes que más tarde habrían de fundar la Escuela de Pintura Mexicana, crearon
un mito. Ese mito integrado a otras manifestaciones de impugnación contra la
cultura del Porfiriato, tuvo más tarde, en la fase postrevolucionaria, al arranque del
muralismo, el efecto de un corte drástico respecto a la academia. Lo que había
sido hasta entonces, lo que siguieron siendo algunos de los maestros formados
ahí, dejó prácticamente de tener validez en el clima creado por la revolución; en el
mejor de los casos, como sucedió con la obra de Saturnino Herrán, es visto como
una participación, y en esta calidad, quizá como un producto cultural en parte
frustrado.
Mientras tanto, los estilos arquitectónicos se hacían ver como en los estados
europeos, como las edificaciones de las urbes emergentes en el viejo continente.
A capricho de la política del país, se instauraron emblemáticas edificaciones para
ponernos “al nivel” del primer mundo, sin preocuparse por el emergente cultural. El
estilo ecléctico es el que caracteriza esta etapa, en combinación con el
afrancesamiento de la ciudad.
Para todos los efectos, aun hoy, la fecha de 1910 se levanta como una barrera
detrás de la cual quedaron ellos, congelados en alguna cultura que no sentimos
próxima, en un país diverso en todo y por todo del actual.
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La visión –artística- es tan drástica que en varios casos corta literalmente la
existencia de más de un artista.
MARCO HISTÓRICO
El cinco de mayo de 1877, Don Porfirio Díaz fue elegido presidente constitucional
de la Republica Mexicana. El 20 de noviembre de 1910, se iniciaba el final de lo
que serian 34 años de poder unipersonal.
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Los cambios habían sido muchos
en aquel periodo. México era otro. Para
unos, terminaba una época llena de
nostalgias, progreso y abundancia, para
otros, se ponía fin a décadas oscuras,
llenas de injusticia, miseria y opresión. A lo
largo de esos 34 años se habría ido
labrando, poco a poco, el progreso
económico.
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militares internas, la ausencia de políticas de fomento, una administración pública
poco efectiva en finanzas y en organización para las nuevas tareas..
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una expansión manufacturera que hizo que fuera desapareciendo el artesano
frente a la competencia de la fábrica. Todo esto sostuvo a un creciente mercado
interno, en tanto se mantenía la protección del mercado externo y se disminuían
las obstrucciones internas. Así, mediante la influencia combinada de estos
factores surgió en México un “sector industrial”.
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tierras, pasando por la concesión de jugosos contratos unilateralmente ventajosos
para los extranjeros en la explotación de materias primas como minerales y
diversos productos agrícolas, siempre protegidos por el Estado contra cualquier
brote de insurgencia social.
Mientras tanto, la Iglesia volvió a resurgir como una de las instituciones sociales
más fuertes de México, y aunque el progreso se encontraba en la cúspide, los
pobres se la veían difícil.
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Los que estaban fuera del régimen, indígenas, campesinos, profesionistas,
letrados, maestros… esos de afuera esperaban. Las oportunidades políticas
estaban cerradas, la capilaridad social era escasa.
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El positivismo constituyó durante el juarismo, un instrumento poderoso de lucha
contra el dogmatismo religioso, ya que oponía el principio del conocimiento
basado en la demostración rigurosa, a la aceptación de verdades conseguidas
mediante la revelación y la fe, y daba a la sociología y a la historia un papel
fundamental en la formación de la conciencia política de los ciudadanos. Con el
Porfiriato, el positivismo se convirtió en la ideología rectora y legitimadora del
régimen dictatorial que se definió – a través de sus intelectuales- como rector en la
etapa positiva o científica donde culminaba la historia mexicana. El futuro sería de
eterna paz y de constante progreso. No obstante, para el sostenimiento de la paz
era necesario el establecimiento de un orden que debía imponerse a toda costa,
orden restringido por los más aptos y al que se esperaba que las clases
explotadas se ajustaran, a riesgo de ser implacablemente reprimidas.
DESARROLLO
ARQUITECTURA
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pugnaba, asimismo, por restablecer una economía deshecha e introducir el
bienestar material en el país. Esto, además de ser una realidad, convirtió a la paz
alcanzada y a la figura de Porfirio Díaz –como defensor, paladín, creador y
conservador de ella-, en las cartas credenciales que presentaba a México como un
país seguro (civilizado) y, por lo tanto, campo propicio para la inversión.
Esta imagen no sólo produjo lo esperado –el progreso económico-, sino que se
convirtió en otra carta a jugar constantemente durante el Porfiriato para atraer y
retener a dicha inversión.
Logrado el primer impulso, se uniría este reciente progreso a los otros dos
símbolos. Así, las palabras más repetidas durante la segunda mitad del siglo
serian: Porfirio Díaz, la paz y el progreso. Esta trinidad de símbolos produjo lo
esperado: México fue incorporado al panorama mundial como un fecundo campo
de exploración de recursos y un magnifico mercado colonial. El clima de progreso
creó una base productiva capitalista, que lo llevó a un crecimiento económico
nunca antes visto.
Sin embargo, las aspiraciones porfíricas no sólo buscaban en sus vendibles
símbolos sus cartas de presentación, sino esperaban también el conocimiento de
ser participes del mundo occidental. El avance económico y el ser campo propicio
de la especulación no bastan para este ambicioso propósito de la clase dirigente,
que además de hablar de los adelantos económicos, hablaba también de la
integración de México al mundo de la cultura occidental.
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En pocos años, el país se vio
transformado en toda una colonia
europea, especialmente afrancesada,
aunque esta no fue la única influencia, ya que la sociedad mexicana aceptó con
facilidad todo lo que tuviera aire europeo. El vestido, el comportamiento social, las
amistades –como menciona Luis Spota en Casi el Paraíso-, eran eminentemente
de influencia francés debido al prestigio de que gozaba Francia a nivel mundial.
La élite porfiriana pronto se convirtió en un grupo cosmopolita que viajaba a
Europa con relativa frecuencia, pero que estaba totalmente apartada y ajena a los
verdaderos problemas nacionales.
Necesidades
Al finalizar el siglo XIX, la población había crecido más del doble, lo que originó un
considerable problema de vivienda, sobre todo en las capas más bajas de la
sociedad. En el centro de la ciudad el valor de terreno aumentó y los propietarios
de vecindades y casas de de alquiler cargaban a la renta todo el peso del
impuesto predial, de manera que frecuentemente se doblaba el costo de las
mismas.
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Paralelamente, tanto la aristocracia como el gobierno, emprendían la erección de
grandes y monumentales construcciones: refinadas residencias, villas y chalets;
ricas y elegantes tiendas; lujosos cafés, restaurantes y teatros; imponentes
almacenes y bancos, etc. El inminente ingreso de extranjeros al país y
específicamente a la capital, debido a las concesiones otorgadas por el gobierno a
empresas extranjeras, trajo como consecuencia inmediata, entre otras, la
construcción de un gran numero de viviendas para albergarlos. Por esto, se
fundaron nuevos barrios en los cuales la alta burguesía nacional compartió el
espacio urbano con ingleses, franceses, italianos y norteamericanos, por lo que
estos barrios se les llamo "colonias". Surgieron entonces la colonia Santa María la
Ribera (que aunque fundada en 1861, fue durante los primeros años del Porfirismo
cuando comenzó su verdadero auge), la Guerreo (1874), San Rafael (1882),
Cuauhtémoc (1890), Juárez (1898), y la Roma y Condesa (1902.) Muchas de
estas colonias poseían amplias avenidas y banquetas arboladas, que permitían
pasear a la sombra y admirar, al mismo tiempo, hermosos jardines y residencias
de diversos "estilos" que comenzaban a dar a la ciudad un carácter de
"modernidad" que la colocaba a la altura de algunas ciudades europeas.
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Las mansiones señoriales y nobiliarias de la época virreinal, habían perdido para
muchas gentes el valor y la nobleza que habían dado fama a la capital un siglo
antes, siendo calificadas de "severas y tristes". Así, las familias que las habitaban,
se desplazaron hacia las nuevas colonias que ofrecían la posibilidad de una vida
más "moderna". Por tales razones, muchas de estas mansiones pasaron a ser
casas multifamiliares a las que por su nuevo carácter colectivo se les añadieron
muros, pisos y otros espacios, para que en ellos pudieran habitar el mayor número
de personas, fomentándose con esto el hacinamiento, la promiscuidad y la falta de
higiene de sus habitantes, y al mismo tiempo la mutilación y destrucción, en
muchos casos, de los edificios virreinales. Esto trajo como consecuencia
inmediata, el completo abandono de estos barrios que, en poco tiempo, se
propago también a sus edificios y a sus habitantes.
Dentro de las artes plásticas, la arquitectura fue quizá la que evidencio mejor esta
intención, se le utilizó eficazmente en el ámbito nacional, y fue también elemento
de primer orden para participar en las grandes exposiciones universales que se
convirtieron, desde luego, en la oportunidad deseada para figurar dentro del grupo
de las naciones.
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Dichas exposiciones mundiales se convirtieron en los sucesos sociales más
importantes del siglo, al tiempo que daban a conocer, de alguna manera, la cultura
de los diferentes países participantes. Estos debían construir pabellones donde,
además de exponer sus adelantos técnicos, mostraba sus logros culturales, tanto
de su presente como de su pasado.
México encontró en estas exposiciones la manera de estrechar sus lazos con sus
inversionistas, mostrando parte de su cultura por medio de muestras
arqueológicas que causaron admiración, y de piezas modernas de los artistas de
entonces, como las esculturas de Jesús F. Contreras.
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realizarlas, además de que al gusto público no le agradaban estas construcciones,
por lo que éstas iban siempre acompañadas por el escándalo y el rechazo.
Los materiales existían, las teorías más avanzadas pedían la utilización de las
nuevas técnicas y la evolución de la arquitectura, sin embargo, las realizaciones
se veían frenadas por la demanda de construcciones tradicionales y, sobre todo,
porque faltaban las nuevas formas que integran las nuevas necesidades con los
nuevos materiales y técnicas. Es por eso que los edificios se hicieron
posteriormente con estos adelantos irían revestidos por la tradición.
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En 1882 Eiffel construía el puente Garavit con 165m de luz, el hierro había llegado
a su máximo aprovechamiento.
Al año siguiente, México volvió a concurrir a París, esta vez con un pabellón
morisco de Antonio Anza. En 1904, para la exposición de San Louis Missouri, se
construyó uno en estilo árabe, ejecutado por el ingeniero Ramón Ibarrola, que hoy
se encuentra en la Alameda Santa María.
El carácter ecléctico que había en todas las exposiciones mundiales, así como el
uso de nuevas técnicas, había repercutido notoriamente en México, en 1900, el
mercado Hidalgo en Guanajuato, construcción de hierro realizada por Ernesto
Bruenel, recordaba en su entrada principal, a la exposición de Paris en 1878, el
arquitecto Rodriguez Arangoiti realizó de 1875 a 1879, dos importantes proyectos
de exposiciones con predominio de estructuras ligeras recubiertas de vidrios, y lo
mismo se hizo con el presentado para la exposición de 1880. La influencia de las
estructuras de metal era fuerte, un considerable número de proyectos salidos de la
Academia de San Carlos, mostraban la actualización en el empleo de estas
técnicas. Sin embargo, a pesar de la modernidad de estos proyectos, si llegaban a
realizarse no dejaban de tener un recubrimiento tradicional.
Delos estilos europeos, el único rechazado por todos, era el español-colonial como
una reacción independiente.
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El uso de modelos europeos se había iniciado primero con Maximiano y después
con Juárez, pero, sin lugar a dudas, su apogeo se alcanzo en el Porfiriato. El estilo
era el eclecticismo, ya que ningún estilo utilizado se encontraba puro.
Una y otra tenían su origen en el siglo XVIII y fueron impulsadas primero: por la
filosofía iluminista, los descubrimientos arqueológicos, los estudios históricos, las
ideas revolucionarias y el naciente nacionalismo, después, por la Revolución
Industrial.
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Otra controversia fue el de la funcionalidad, pues en esta etapa se trata de
encaminar las construcciones hacia el lado funcionalista, se buscaba realizar
construcciones útiles para la nueva sociedad emergente.
MONUMENTOS
Monumento a Cuauhtémoc
Ángel de la independencia
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plena Plaza de la Constitución durante el
gobierno de Antonio López de Santa Anna.
Ese proyecto no pudo concretarse, y ya
para finales del siglo XIX, el arquitecto
Antonio Rivas Mercado, lo retomó
inspirándose además en algunas famosas
columnas del mundo como la de Trajano en
Roma, la de la Plaza Vendome de París y
la Alejandro en San Petesburgo.
Fue así que este arquitecto diseñó un zócalo circular sobre el cual se apoyaría
una base cúbica en cuyos vértices, descansan las estatuas sedentes que
representan la Paz, la Ley, la Justicia y la Guerra ejecutadas por Enrique Alciati.
En el interior de esta base reposan los restos de algunos de los más egregios
líderes de la independencia mexicana como Miguel Hidalgo, Vicente Guerrero e
Ignacio Allende entre otros. Esta base contiene además las esculturas de dichos
insurgentes, así como una bien lograda escultura de un león guiado por un niño
que representa el dominio de la verdad y la inteligencia sobre la fuerza. Sobre
esta base fue erigida una columna corintia de 35 metros de altura, labrada en
cantera de Chiluca, misma que se encuentra coronada por la famosa victoria
alada, símbolo del triunfo entre los antiguos griegos.
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Años más tarde, en 1957, el monumento a la Independencia, conocido
popularmente como "El Ángel" vivió su momento más difícil al caerse dicha
escultura dorada a causa de un fuerte terremoto. Sin embargo, para gloria de la
ciudad y sus habitantes, fue repuesta la escultura poco tiempo después y ha
resistido desde entonces todos los embates de la naturaleza.
Paseo de la reforma
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usado el nombre de Colonia Cuauhtémoc en honor a la cercanía de este
monumento.
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diseñado y construido por Antonio Rivas Mercado. La primera piedra fue colocada
el 2 de enero de 1902 y fue inaugurada por Porfirio Díaz en una ceremonia oficial
el 16 de septiembre de 1910
EDIFICIOS DE SERVICIOS
Los puentes fueron los pioneros en el uso de hierro. Estas obran comenzaron con
ingenieros y al final terminaron involucrándose de igual manera los arquitectos.
Por el material que era de importación (hierro) los puentes eran construcciones
muy costosas.
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El primer puente se ubicó en calzada de la piedad y se comenzó en 1855 dirigida
la obra por Juan Manuel Bustillo.
Por otro lado, las vías de ferrocarril fueron muy importantes. La estación de
Buenavista (1872-1880) fue la primera construcción con cimientos de fierro. La
fachada de la estación es una mezcla flamenca con romántica.
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Dentro de los hospitales encontramos el Hospital General, obra del ingeniero
Roberto Gayol y del arquitecto Manuel Robleda Guerra, y el Hospital de
Maternidad de Puebla, de Eduardo Tamariz.
Las escuelas instauradas en esa época, dentro del estilo ecléctico cumplían
rasgos también del estilo clasicista, como en las academias europeas, otras tenían
rasgos medievales o góticos, como en las universidades del viejo continente.
Dentro de estas obras podemos destacar El colegio de Minería, en Fresnillo
Zacatecas, el Palacio de Minería aquí en el D.F., la escuela Normal para
Maestros en Aguascalientes y la escuela Militar del Ingeniero Porfirio Díaz.
Los bancos también competían en elegancia, sobre todo contra los grandes
almacenes. Dentro de estos encontramos el Banco Hipotecario, por Nicolás y
Francisco Mariscal, ubicado en la calle de Uruguay 45, el cual cumple rasgos del
estilo gótico veneciano.
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CASAS DE COMERCIO
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La estructura de estos almacenes trataba de que entrara mucha luz en ellos y de
manejar las plantas amplias, en especial la altura de la planta baja.
Palacio de Hierro
Los almacenes del centro de la ciudad optaron por crecer verticalmente (como
Chicago), que por otras cuestiones, se había quemado y se había reconstruido de
esta manera.
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A pesar de todo, el Palacio de Hierro era el local más lujoso en México, o por lo
menos así fue mencionado por Francisco de la Maza, quien recaba información
del mismo, y dice que el palacio está en condiciones de competir contra
edificaciones europeas y estadounidenses.
Otras edificaciones lujosas como almacenes fueron: Liverpool (1898) –con estilo
art decó principalmente- , La perla (1903), Centro Mercantil (1898) y Casa
Boker.
Casa Boker
En el siglo XIX, en la esquina noroeste de las calles de Coliseo Viejo y del Espíritu
Santo (actualmente 16 de Septiembre e Isabel La Católica) se encontraba el
famoso hotel y café de "La Gran Sociedad", así como el "Portal del Águila de Oro"
donde se alojaban los libreros de viejo de la antigua ciudad de México. Este
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terreno hoy lo ocupa la Casa Boker, y tiene sus orígenes en el siglo XVI, ya que
formó parte del hospital del Espíritu Santo.
En mayo de 1865 llegó a México un
joven alemán llamado Roberto Boker
(1843-1912), quien fundó en ese sitio, con
gran éxito, una ferretería. Dentro del
inventario que manejaba se encontraban
desde fuetes para cocheros, carros de
caballos de diferentes tipos, autos de
vapor marca White, hasta carros de
bomberos.
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columnas de granito de Nogales, Sonora, cuenta con amplios escaparates, está
cubierta de cantera de Pachuca, Hidalgo; se deben notar como elementos
decorativos los soportes con cerramiento de arco que abarcan doble altura, el
original torreón que corona la esquina y los vistosos relieves ornamentales de
bronce.
OBRAS DE PRESTIGIO
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de 60 arquitectos, de los cuales resultó ganador el arquitecto Emile Bernard, quien
trae consigo a Maxime Rosini.
En esta obra se buscaban tendencias clasicistas. Sin embargo, por la
majestuosidad de su construcción, no termina de construirse cuando se ve
interrumpida por la Revolución de 1910. Así, se queda mucho tiempo como una
estructura de hierro.
Este lugar es uno de los edificios más emblemáticos y símbolo del Centro
Histórico de la Ciudad de México. Esta imponente obra de arquitectura ecléctica
fue levantada a comienzos del siglo XX como uno de los símbolos del porfiriato
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(relativo al periodo presidencial de Porfirio Díaz) que mostraban el desarrollo y
progreso de los mexicanos que se había alcanzado en ese momento.
En la antigua Calle de Santa Isabel, esquina con San Andrés abría sus puertas el
Correo Central o Palacio Postal ante el cuerpo diplomático y el gabinete, el
presidente Díaz se dirigió a uno de los buzones del interior y deposito en ellos
unas tarjetas ejecutadas por el artista Leonardo Izaguirre, con ello la nueva
instalación comenzó a funcionar, continuando así la tradición de un servicio que
existía en México desde la época prehispánica.
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proyecto fue el italiano Adamo Boari, mientras que los cálculos y la concepción
fueron obras del mexicano Gonzáles Garita.
El edificio está desplantado sobre una cimentación tipo Chicago tan en boga en
esos momentos fue ejecutada en México por Milliken BROS, de Nueva York.
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más importante dedicado a las bellas artes en todas sus manifestaciones. La
Unesco lo declaró monumento artístico en 1987.
Fue encargado por el presidente mexicano Porfirio Díaz al final de su mandato con
motivo de la celebración del Centenario del Inicio de la Independencia de México.
Depende del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
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estilos Art nouveau y Art decó en su construcción se emplearon mármol blanco de
Carrara en la fachada y mármoles de diversos tonos en el interior, que cuenta con
obras de los grandes muralistas mexicanos (David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera,
José Clemente Orozco etc).
El edificio debía ocupar el área comprendida entre las calles La Mariscala, Puente
de San Francisco, Santa Isabel y Mirador de la Alameda (hoy llamadas avenida
Hidalgo, avenida Juárez, Eje Central Lázaro Cárdenas y Ángela Peralta). Debido a
problemas técnicos de hundimiento del suelo, problemas económicos, la salida de
Boari del país y la Revolución mexicana, la construcción fue suspendida y
reanudada varias veces durante treinta años, en vez de terminarse en los cuatro
años originalmente programados.
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Aquí ocurrieron dos momentos cruciales de la Revolución Mexicana: el primero fue
la renuncia a la presidencia de Porfirio Díaz, el 25 de mayo de 1911, tras la derrota
del Ejército Federal en Ciudad Juárez. El segundo, el 19 de febrero de 1913,
cuando la Cámara aceptó las renuncias forzadas de Francisco I. Madero y José
María Pino Suárez, que estaban presos en Palacio Nacional. En ese momento se
designó a Pedro Lascuráin como presidente interino, el cual renunció a los 45
minutos a favor de Victoriano Huerta.
Palacio de Minería
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proyecto y la construcción del mismo al destacado arquitecto Manuel Tolsa,
también autor de la escultura ecuestre de Carlos IV “El Caballito” así como de la
última etapa de construcción de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.
El Palacio de Minería fue uno de los primeros edificios diseñados ex – profeso
para la enseñanza de la ingeniería y la metalurgia, situación que adquiere mayor
relevancia si recordamos que la minería era la principal actividad económica de la
Nueva España y unas de las principales Fuentes de riquezas del Imperio Español.
Tras las revueltas militares ocurridas durante la primera mitad del siglo XIX y tras
una reconstrucción parcial sin alterar el proyecto original de Manuel Tolsá, por
parte del arquitecto Antonio Villard, el Palacio de Minería permaneció cerrado e
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incluso se pensó en utilizarlo como mansión imperial de Maximiliano de
Habsburgo antes de que este eligiera al Castillo de Chapultepec como su
residencia.
Años más tarde, el Palacio de Minería tuvo distintos usos hasta que en 1867
recobró su vocación original al alojar a la Escuela Especial de Ingenieros misma
que permaneció durante casi cien años en este inmueble hasta antes de que fuera
trasladada en 1954 al edificio de la actual Facultad de Ingeniería de la UNAM, en
Ciudad Universitaria.
Este monumento fue destinado posteriormente como sede del Archivo General de
la Nación, hasta que en el año de 1982 fue designado como sede del Museo
Nacional de Arte, quien en el año de 1997 le realizó una restauración al inmueble.
IGLESIAS
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Este sitio lo ocupaba originalmente la capilla de Nuestra Señora de Aranzazu, del
convento de San Francisco. Este templo se inauguró en 1897 y se construyó por
iniciativa del sacerdote Antonio Plancarte y Labastida en desagravio a Dios, por
las faltas cometidas contra templos y conventos al aplicar las Leyes de Reforma.
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El Convento de Religiosas del título de San Juan de la Penitenciaria inicialmente,
ermita promovida por Fray Pedro de Gante, ubicada en el barrio de Moyotla;
durante el virreinato de Luis de Velasco II , se transforma la ermita en convento;
cuatro monjas de Santa Clara lo fundan bajo la advocación de San Juan de la
Penitencia.
Ha tenido tres capellanes desde su erección: Gregorio Araiza 1912- 1938, Manuel
Azures 1938- 1967 y Xavier González 1967.
DISEÑO INDUSTRIAL
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MUEBLES ESTILO PORFIRISTA
Eclecticismo
El eclecticismo estilístico, pueblan los edificios oficiales de las formas del gótico,
de copias del templo griego o de inspiraciones de la arquitectura prehispánica. El
único estilo o seudo estilo genuino de la época el Art. Nouveau se "adopta en una
construcción tan importante como el " Palacio de Bellas Artes", enorme masa de
mármol blanco seguramente el edificio más acabado en su estilo en todo el
mundo.
Art nouveau
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El mobiliario de Art Nouveau recoge toda la variedad de estilos regionales del
movimiento. Fieles al espíritu del Art Nouveau, fueron muy pocos los artesanos
que se especializaron exclusivamente en mobiliario y la mayoría de ellos habían
recibido formación en otras artes u oficios. La mayoría de los fabricantes de piezas
de mobiliario Art Nouveau habían sido, o continuaban siendo, arquitectos que
tenían interés en ampliar su zona de actuación y control al interior de los edificios
que construían.
Dentro del repertorio de muebles Art Nouveau es posible ver diseños reducidos a
las curvas desnudas más elegantes, así como aquellos que aparecen adornados
con tallados, latón, dorados o marfil. Un contraste similar se produce entre los
diseños que están ideados claramente para la utilidad y comodidad y aquellos que
prácticamente sacrifican estas cualidades en aras del efecto estético. Lo que
proporcione coherencia a esta variedad son las curvas irrefrenables y la sensación
de inventiva personal. La atención prestada al detalle y la manipulación de los
materiales generalmente hacían al mobiliario Art Nouveau poco apto para otro
modo de fabricación que no fueran las manos de cada artesano. Como ocurrió en
Inglaterra con el movimiento de las Artes y Oficios, el diseñador de Art Nouveau se
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vio forzado a aceptar el hecho de que su obra era, esencialmente, un lujo caro
para una élite, a pesar del tipo de ideales utópicos como los de Morris según los
cuales el arte es para todos. Los muebles Art Nouveau de fabricación industrial
perdían, de forma inevitable, buena parte de su vitalidad natural y eran una versión
tosca de las piezas equivalentes trabajadas a mano. Es posible que los arquitectos
estuvieran deseosos de emplear los nuevos materiales, como el hierro y el acero,
pero cuando se trataba de diseñar mobiliario su estilo era, básicamente
inapropiado para las técnicas modernas de producción.
DISEÑO GRÁFICO
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LA ANTIGUA ACADEMIA
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Nutridos por una ideología nacionalista y cientificista, los alumnos que ingresaron
a la Academia de Bellas Artes durante los últimos treinta años del siglo XIX,
encontraron un ambiente propicio para desarrollar su producción con temáticas y
estilos hasta entonces casi inexplorados por la tradición académica.
Este ambiente tuvo eco en todos los campos de la vida cultural. Las artes plásticas
no quedaron al margen. Los temas históricos, tan deseados por los sectores
menos conservadores de los críticos, irrumpieron por el fin en el espacio
académico. Fue entonces cuando empezaron a producirse pinturas que relataban
o reconstruían la historia prehispánica y de la conquista –lo que para los
positivistas, etapa teológica de la historia nacional-. Las obras eran producidas por
iniciativa de los pintores o por encargo de los particulares, no por prescripción de
la propia Academia.
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factura o en ambos casos. Los asuntos bíblicos de la tradición anterior quedaron
casi eliminados, y a la idealización de situaciones y figuras, se impuso la
representación de tipos humanos y situaciones ajenas a los prejuicios puristas de
belleza y buen gusto. Algunos pintores, como es el caso de Izaguirre, practicaron
con asiduidad y soltura el apunte del natural. Los críticos liberales románticos y
realistas veían, por fin, realizadas sus propuestas. La mayoría de pintores
destacados en el Porfiriato, recibieron su educación artística en esta época.
PINTORES
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Sorprende al no especialista saber por ejemplo, de las muertes reales de los
grandes pintores de la época como José Jara, que falleció al final del cardenismo
en 1939, o Germán Gedovius que falleció en 1937. En el repertorio de las
categorías y los valores artísticos que se manejan hoy, habitualmente uno tiende a
tratarlos como perecidos en el naufragio del Porfiriato, como el más allá del más
acá que nos forma la revolución. Para todos los efectos, la explosión
revolucionaria, los convirtió en una generación de artistas confinados marginales.
Sólo el Doctor Atl (Gerardo Murillo), de más larga vida que varios de ellos, perfora
la barrera y emerge, contemporáneo nuestro, como primer gran dinamizador del
cambio y sembrador de ideas nuevas.
En este planteamiento, que implica abandonar la visión lineal que hemos cultivado
hasta ahora, para sustituirla por una conciencia del tránsito del Porfiriato al México
de los años veinte como un haz de hechos donde se necesita de una visión
horizontal, habría que incluir la existencia de estos primeros pintores confinados,
entre dos siglos, estas experiencias truncas que no por eso dejan de tener
pertinencia para nosotros. Su obra en conjunto ejemplifica un momento importante
en el camino de la definición de una identidad cultural nacional, y en esta tesitura
constituye una propuesta de valores que de ninguna manera perdieron, sino que
siguen, en modos que quizá no advertimos, vivos en la polémica actual por la
nación. Esa polémica que surge a la par con el movimiento independentista y es el
sentido de nuestra tarea nacional.
Los pintores entre dos siglos, truncos o confinados, no tenían idea de ser
precursores de nadie. Por el contrario, creían ser pioneros, avanzados, autores de
obras definitivas, artistas responsables ante su arte y su tiempo. De hecho, el
Museo Nacional de Arte quisiera proponer que se les enfoque como generación,
que se vea qué significan en ese puente donde estuvieron a punto de caer en la
penumbra, que se entienda su drama y que se lea su transparencia a través de su
obra, sin perder de vista los valores intrínsecos evidenciados en esta, mayores o
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menos que sean, el palpitar de un pensamiento colectivo que tiene como gran
meta el construir una nación, una nación a través del arte.
José Obregón
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Fue un gran pintor mexicano nacido en 1838. Realizó sus estudios de artes
plásticas en la Academia de San Carlos de su ciudad natal, donde fue
discípulo de Pelegrín Clavé, quien marcó profundamente su estilo.
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Nació en Tecamachalco, Puebla, en 1867. Estudió en la Academia de San Carlos
y fue discípulo de Rebull, Velasco, Pina y Parra. Elaboró los diseños de la
antigua anaquelería y decoración de la Biblioteca Pública de Michoacán, cuando
ésta se encontraba en el Palacio de Gobierno. También colaboró en la Escuela
Industrial de Señoritas, Escuela Normal para Varones y en la Academia de Bellas
Artes siendo director y profesor de varias asignaturas, logrando formar una
galería de pinturas que fueron aprobadas y aplaudidas por la sociedad.
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Nace el 3 de octubre de 1875 en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, en donde
estudia pintura en el taller de Felipe Castro y en 1896 ingresa a la escuela
Nacional de Bellas Artes en la ciudad de México, sus estudios fueron pagados por
Porfirio Díaz como estudiante de pintura. En 1897 viaja a Europa y estudia
Filosofía con Antonio Labríola y derecho penal con Enrico Ferrí en la universidad
Estatal de Roma, Italia.
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En 1911, concluye con el cambio de intereses artístico culturales por las
actividades políticas, conoció a Leopoldo Lugones, quien le diera el seudónimo de
Doctor "Atl", que en náhuatl, el lenguaje de los aztecas, significa "agua", fuente de
la vida.Uno de sus múltiples aficiones era el estudio de los volcanes. Como
paisajista, dedicó una cantidad importante de su obra a la representación de los
volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl desde diversas locaciones y fácilmente
visibles por aquélla época, desde la Ciudad de México. Se le atribuye el diseño del
telón de cristal opalesence elaborado por la casa Tiffany de Nueva York, para el
escenario de la sala de conciertos del Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de
México, inaugurado en 1934, incluso él aseguró tal hecho, más no ha sido
comprobado.
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Germán Gedovius
Realizó estudios en la Academia de San Carlos donde fue alumno de Salomé Pina
y Rafael Flores. En 1887 fue enviado a Alemania para continuar con sus estudios
y recibir tratamiento médico en clínicas especializadas para la sordera que
padecía de nacimiento. Se especializó en técnicas de pictóricas y dibujo al carbón
en la Academia Real de Munich, mismas que perfeccionó con el maestro Herteri a
través del dibujo al natural y Wilhelm von Dior, quien lo inició en la técnica del
color.
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PUBLICIDAD
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La publicidad durante el Porfiriato se enfocó a la exaltación del proceso
modernizador del país y al redimensionamiento del orgullo nacional, representado
en la imagen corporativa de las empresas.
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portadora en sí misma de la modernidad de la época. Revistas como El Mundo
Ilustrado, El Tiempo Ilustrado, Arte y Letras, Cosmos Magazine, Revista
Moderna y El Álbum de Damas, publicaban abundantes imágenes con una
buena calidad de impresión, sobre papel de buena clase y con tintas y maquinaria
en ocasiones importadas de países europeos.
CONCLUSIONES
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La sociedad mexicana sufre graves transformaciones desde el juarismo, y el no
tener una identidad como nación la truca, cayendo en influencias de las potencias
económicas. Este problema no es nuevo, pues podemos ver que se sigue dando
actualmente. Los tradicionalismos y convencionalismos de la cultura mexicana se
pierden y se adoptan nuevas formas europeas durante el Porfiriato.
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tanto la atención que hasta hoy algunas siguen siendo reconocidas como obras de
arte.
Del lado popular, en las zonas rurales, los materiales más elegantes para la
construcción de hogares era le bejuco y la madera, donde no se guardaba estética
francesa alguna.
A nuestro punto de vista, esta época también marcó mucho a las clases sociales,
ya que se le daba mayor prioridad a los extranjeros de alta sociedad, que a los
paisanos, siendo que políticamente e históricamente el pueblo también tienen
derecho de apreciar lo que es el arte, lo cual hizo falta mucha falta durante el
Porfiriato. Desde entonces podemos ver lo elitista del arte.
BIBLIOGRAFÍA
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Jara José. José Jara 1867-1939. INBAL, MUNAL, SEP. 1984
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