Geología de Cuencas Sedimentarias
Geología de Cuencas Sedimentarias
Geología de Cuencas Sedimentarias
SEDIMENTARIAS
1. Introducción
2. Medios sedimentarios
a) Continental
b) De transición
c) Marino
3. Procesos sedimentarios
a) Procesos Físicos
b) Procesos Biológicos
4. El clima y su influencia en los procesos sedimentarios
5. Facies (conceptos generales)
6. Tipos de secuencias verticales en sedimentos siliciclásticos
7. Ciclos sedimentarios (estructuras sedimentarias)
a) Pre-sedimentarias
b) Sin-sedimentarias
c) Post-sedimentarias
8. Ambientes Eólicos (Tipos de sistemas Eólicos)
9. Abanicos Aluviales (Secuencias y modelos de sedimentación)
10. Sistemas aluviales de baja sinuosidad
a) Rectos
b) Entrelazados
11. Sistemas aluviales de alta sinuosidad
a) Meandriformes
b) Anastomosados
12. Análisis de la procedencia en depósitos arenosos
13. Plataformas Siliciclásticas
14. Deltas
15. Evaporitas
16. La sedimentación de carbonatos en mares someros
17. Arrecifes
18. Diagénesis de rocas detríticas
19. Introducción a la diagénesis de rocas carbonatadas
20. Relaciones entre sedimentación y tectónica
21. Mecanismos de respuesta litosférica en la formación de cuencas
INTRODUCCION
La Sedimentología se puede definir como el estudio del transporte y deposición de sedimentos (Leeder, 1999) y
trata de estudiar la composición, estructuras internas y procesos hidrodinámicos de formación de sedimentos.
Para lograr sus fines, utiliza una gran cantidad de datos procedentes de ciencias afines: mineralogía, petrología
sedimentaria, estratigrafía, dinámica de fluidos, geoquímica, oceanografía y otras muchas.
La Sedimentología moderna surge cuando el estudio de los procesos sedimentarios actuales demostró que los
productos resultantes (facies) eran característicos de cada uno de ellos y que estos productos variaban de
acuerdo con las variaciones de los parámetros fundamentales de los primeros: velocidad de las corrientes,
sentido de las mismas, salinidad del agua, etcétera.
Tras estos trabajos pioneros, se definió el concepto de modelo de facies, basado en el la hipótesis del
«Uniformismo» de Lyell, que combinó los procesos sedimentarios ordinarios que podemos observar hoy en día
con sus productos, las facies sedimentarias; éstas y sus asociaciones verticales tenían características únicas y
fácilmente identificables en cada ambiente sedimentario y, como su extensión a sedimentos antiguos era
posible, se podían interpretar genéticamente éstos últimos.
Los modelos de facies evolucionaron lógicamente hacia su ampliación a modelos de sistemas deposicionales
aplicando la Ley de Walther (Walter, 1884, en Middleton, 1973) usando los modelos de Facies locales. Se
pueden definir como conjuntos de medios sedimentarios y sus productos asociados lateral y verticalmente de
forma natural y limitados por discordancias e hiatos.
El ejemplo clásico de sistema deposicional es un delta progradante, donde se asocian, en un sentido proximal-
distal, sedimentos fluviales, y de llanura de inundación («delta-top»), sedimentos de playa, bahía salobre y
barras arenosas («delta distributary mouth bars and interdistributary bays» o «delta front») y sedimentos fi nos
marinos, a veces muy deformados por deslizamientos subacuáticos («prodelta»).
Medios sedimentarios
Un medio sedimentario se puede definir como una parte concreta de la superficie terrestre donde se acumulan
sedimentos y que se diferencia física, química y biológicamente de las zonas adyacentes (Selley, 1970).
Los factores limitantes están íntimamente relacionados entre sí y cualquier cambio en uno de ellos afecta
irremediablemente a los otros.
En este marco físico operan los procesos sedimentarios responsables del transporte y depósito de los
sedimentos.
Un medio sedimentario puede ser un lugar de erosión, no depósito o sedimentación, y en general, alternan
etapas diferentes en cada medio o en cada parte de un medio: así, un delta puede crecer rápidamente en las
avenidas de los ríos que lo alimentan, puede permanecer estable durante el estiaje y puede, finalmente, sufrir
erosión durante grandes tempestades en el mar, especialmente en su borde subaéreo externo.
Los sedimentos se acumulan en depresiones de tamaño variable denominadas cuencas sedimentarias, cuyo
relleno registra la evolución paleogeográfica de las mismas. Este relleno está formado no sólo por los
sedimentos, sino por las superficies de omisión o hiatos, reflejo de etapas de no deposición y por las
discordancias, que registran etapas de erosión, acompañadas o no de actividad tectónica.
Los medios sedimentarios actuales son finitos y deben clasificarse para su mejor caracterización y estudio.
La forma habitual de hacerlo es utilizar parámetros físicos (precipitación, temperatura, medio de transporte,
velocidad y sentido de las corrientes), químicos (composición de los sedimentos y las aguas, composición de la
roca madre) y biológico (tipo de fauna, flora, interacciones organismos-sedimentos) y de aquí surge la división
entre medios marinos y continentales mediante la línea de costa, pero como los procesos continentales (p. ej.,
corrientes fluviales durante avenidas) pueden extenderse a medios marinos y los marinos (olas, mareas) a
medios continentales, existirán en esa frontera disputada una serie de medios de transición o mixtos. Por otra
parte, los medios continentales pueden ser subaéreos o subacuáticos.
Glacial
Subacuático: Fluvial
Lacustre
De transición: Deltaico
Playero
Estuarino
Isla barrera-lagoon
Marino: Plataforma
Talud
Borde precontinental
Llanura abisal
Los medios sedimentarios de depósito son fundamentalmente subacuáticos y de entre éstos, los costeros y de
plataforma son los que en la actualidad acumulan mayores cantidades de sedimentos y en las series antiguas
también forman la mayor parte del registro geológico. En medios subacuáticos terrestres, como ríos y lagos, se
pueden formar grandes acumulaciones de sedimentos, especialmente en áreas cratónicas sometidas a
subsidencia lenta y continua. Los medios subaéreos como los eólicos sólo ocasionalmente dan lugar a depósitos
importantes, siempre que se encuentren asociados ligados a la tectónica activa.
Procesos sedimentarios
La sedimentación tiene lugar cuando se combinan de una determinada manera una serie de procesos físicos,
biológicos y químicos que actúan a escalas muy diferentes, desde local a global y su importancia relativa varía
de unos medios a otros.
Procesos físicos
Los procesos físicos son los más importantes en la erosión, transporte y sedimentación de los sedimentos
clásticos. Los más importantes son las corrientes, que tienen dos orígenes: la fuerza de la gravedad, responsable
por ejemplo, del movimiento de agua en un río o de las corrientes de turbidez, y la radiación solar, que al
calentar desigualmente la superficie terrestre provoca diferencias de temperatura y, por tanto, corrientes
convectivas en la atmósfera (vientos) y en el agua (corrientes marinas y lacustres). El viento, a su vez, puede
provocar las olas en la superficie del mar y el transporte a ellas asociado. Un caso especial de corrientes es el de
las mareas, causadas por la combinación de los campos gravitatorios de la Luna y el Sol sobre la Tierra.
Otros procesos físicos secundarios son la meteorización mecánica debida a diferencias bruscas de temperatura o
la debida a la acción alternativa de agua y hielo en las grietas periglaciares.
Las corrientes tienen capacidad para transportar un rango variable de tamaños de grano y pueden ser estables (p.
ej., los ríos) o variar ampliamente de forma periódica (p. ej., las mareas) o episódica (p. ej., el viento).
La densidad y viscosidad del fluido en que se mueven las partículas tienen una importancia fundamental en la
capacidad de transporte de una corriente: cuanto más elevados son estos parámetros, mayor es su capacidad de
transporte. En los flujos naturales, esta gradación creciente sería: 1. viento, 2. agua, 3. flujos masivos. Por
encima de un umbral de velocidad, las corrientes son erosivas.
Procesos biológicos
Los procesos biológicos derivan de la actividad fisiológica de animales y plantas que pueblan los diferentes
medios y su interacción con los materiales del sustrato. Estos organismos producen sedimentos y/o ayudan a
fijarlos en el medio; también tienen un importante papel regulador de la geoquímica de los fluidos presentes en
el mismo.
En algunos medios, como ciertos lagos o zonas marinas profundas, la acumulación de esqueletos de organismos
unicelulares puede ser la única fuente de sedimentos; en arrecifes y llanuras mareales carbonatadas, los
organismos controlan la mayor parte de los procesos de sedimentación; por último hay que hacer notar que la
acción humana sobre medios terrestres (deforestación, roturación de tierras vírgenes, pastos abusivos, incendios,
cultivos, etc.) puede acelerar o desacelerar la tasa de erosión en ciertas zonas en un factor de quinientos o más.
Uno de los procesos biológicos fundamentales es la fijación del carbonato cálcico que forma los arrecifes y
plataformas carbonatadas por organismos tales como algas, corales, briozoos, estromatopóridos, rudistas y
bivalvos, entre otros. Los carbonatos primarios pueden ser destruidos total o parcialmente por procesos de
bioerosión, que degradan los fragmentos litificados a finas partículas de limo calcáreo; éste es el principal
proceso de formación de carbonatos micríticos.
Otro proceso biológico importante es el aporte constante de sedimentos finos tanto carbonatados como
siliciclástico por parte de organismos unicelulares planctónicos que viven en aguas superficiales de mares y
lagos a las zonas pelágicas de estos medios, en forma de lluvia continua de esqueletos mineralizados tras su
muerte.
El clima condiciona los procesos físicos y biológicos antes mencionados de forma fundamental.
Los procesos meteorológicos actuales fueron muy diferentes en épocas pasadas, especialmente en intensidad y
frecuencia, pero sus procesos fundamentales, temperatura, vientos y precipitación siempre han sido el resultado
combinado de la radiación recibida del Sol, la velocidad de rotación de la Tierra y la distribución de continentes
y mares.
La insolación en las zonas ecuatoriales calienta el aire que asciende al perder densidad, se desplaza hacia los
polos a través de las capas altas de la atmósfera, donde se enfría, y gana densidad; luego desciende para cerrar el
circuito por la superficie.
La rotación de la Tierra produce un efecto deviatorio importante conocido como «fuerza de Coriolis» en
cualquier partícula que se mueva cambiando de latitud. Si una masa de fluido (aire o agua) se mueve desde el
Ecuador hacia uno de los polos, conserva inicialmente su velocidad rotacional, pero pasa a zonas donde ésta es
menor en superficie; por tanto, tiende a desplazarse hacia el Este más deprisa que la superficie sólida sobre la
que pasa, es decir hacia el Este según viaja hacia el Norte o el Sur. Lo contrario ocurre cuando una masa de
fluido se desplaza desde latitudes altas hacia el Ecuador. Su velocidad rotacional es progresivamente menor
comparada con que la de la superficie sólida y se desplaza más lentamente que ella, quedando retrasada y
desplazándose hacia el Oeste (fi gura 2.1a). Por eso, la desviación es hacia la derecha en el hemisferio norte y
hacia la izquierda en el sur y se forman los cinturones de vientos alisios y los del NW en ambos hemisferios.
El aire húmedo y caliente de la zona ecuatorial se enfría en su ascenso, descargando lluvias en esta zona; al
llegar a los trópicos, ocupa una zona de menor tamaño que el ecuador, por lo que se comprime y aumenta de
densidad, descendiendo a la superficie ya seco. Así se forma la zona subtropical de altas presiones donde se
localizan desiertos cálidos.
FACIES
Conceptos generales
El concepto de facies es fundamental en Sedimentología, pues, ya en el siglo xviii, los primeros estudios de las
rocas sedimentarias antiguas demostraron que todas ellas presentaban características tales como composición,
geometría y contenido de fósiles que permitían agruparlas en un número finito de tipos.
Las facies descriptivas pueden subdividirse en litofacies y biofacies. Las litofacies son unidades de rocas
definida por un conjunto de características físicas tales como tamaño de grano, composición química,
estructuras sedimentarias y tipo de estratificación, mientras que las biofacies priman en su definición el
contenido de organismos fósiles (macro- y/o microfósiles) y estructuras orgánicas que contienen.
Relación entre medio, proceso, facies y tiempo en una cuenca sedimentaria teórica. Modificado de Selley, 1976.
Las facies individuales son el elemento inicial de toda interpretación sedimentológica y se deben agrupar en
asociaciones de facies, que tienen una génesis común, es decir, que se interpretan como el producto de un
medio o proceso sedimentario concreto y bien definido. Actualmente disponemos de asociaciones de facies bien
definidas para muchos medios sedimentarios, como se expondrá en sucesivos capítulos de este libro; el carácter
predictivo de la sucesión vertical de asociaciones de facies permite la interpretación de las sucesiones de rocas
antiguas, cuyo principio básico es: los parámetros de las facies antiguas de origen desconocido pueden
compararse con los de depósitos actuales de los que conocemos el medio sedimentario y los procesos que los
originaron y, de aquí, deducir los que actuaron entonces. Es una forma diferente de enunciar el principio del
actualismo. Si además suponemos que en el pasado, medios y procesos sedimentarios han actuado como en la
actualidad (principio de uniformismo), podemos concluir que ha habido y hay un número fi nito de medios y
procesos sedimentarios que producen facies sedimentarias características, y que se pueden agrupar en varios
sistemas ideales o modelos de sedimentación. Estos modelos sirven de norma de comparación en la
interpretación de las facies sedimentarias antiguas y para la definición de una serie de secuencias verticales.
La Ley de Walter
Tras constatar el número finito de facies en las sucesiones de rocas, pronto se dieron cuenta los geólogos de que
éstas raramente se asociaban de forma aleatoria. Walter (1884) analizó este hecho y comparó las sucesiones de
rocas antiguas con las sucesiones de medios sedimentarios que se dan en la actualidad en la superficie de la
Tierra.
Una facies individual puede tener poco valor en una interpretación de medios: así, una arenisca con «ripples»
indica sólo un proceso: depósito en régimen bajo por una corriente que se movía en un determinado sentido,
pero no podemos deducir de ella profundidad, salinidad o medio de depósito.
Sin embargo, puede ser muy significativa si la analizamos en relación con las facies que se encuentran por
encima y por debajo, formando una asociación de facies, que estaría formada por dos o más facies ligadas
genéticamente y que reflejan la actividad de un proceso o procesos en un determinado medio o asociación de
medios durante un tiempo suficiente como para producir unos depósitos que se conservan en el registro
geológico.
Walter denominó área de facies («faciesbezirk») a una secuencia vertical continua de facies relacionadas
genéticamente y reconoció sus límites en las superficies de erosión intraformacionales que las limitan. Destacó
la importancia de esta disposición estableciendo que: «Los diversos depósitos de una misma área de facies e
igualmente la suma de las rocas de las diferentes áreas de facies se forman unas al lado de otras... Un principio
básico de profundo significado es que sólo se pueden superponer sin ruptura alguna y primariamente las facies y
áreas de facies que actualmente encontramos en contigüidad».
El tipo de contacto entre facies no suele recibir el mismo tipo de atención que se presta a las facies en sí mismas
y muchas veces no se reconocen rupturas de la continuidad de la sedimentación posteriormente demostradas,
por ejemplo, por estudios biostratigráficos detallados.
Si un contacto gradual supone que una facies sucedió a otra en continuidad temporal por migración de medios
sedimentarios; un contacto erosivo supone una ruptura temporal más o menos larga del registro sedimentario;
los contactos netos son más difíciles de interpretar, pues en algunas ocasiones, pueden representar grandes
períodos de interrupción de la sedimentación, es decir, indicar vacíos en el registro sedimentario de gran
importancia.
El origen de la ciclicidad, es decir, de la repetición de secuencias, ha sido muy discutido y existen diversidad de
teorías: subsidencia repetida de la cuenca, elevación del área fuente, oscilaciones climáticas, variaciones del
nivel del mar, etc. Todas ellas pueden causar ciclicidad o bien superponerse, reforzando o atenuando sus
efectos.
Beerbower (1964) hizo una aportación fundamental a este análisis al resumir todos los procesos generadores de
ciclicidad en dos categorías:
a) Procesos autocíclicos: generados dentro del área de sedimentación, por ejemplo, la migración de un canal
fluvial o su abandono, la formación y abandono de lóbulos deltaicos.
b) Procesos alocíclicos: generados fuera del área de sedimentación, por ejemplo, lluvias fuertes o sequía en la
cabecera de un río que alimenta un delta, variaciones eustáticas del nivel del mar o movimientos tectónicos en
la cuenca sedimentaria o sus márgenes.
Las facies sísmicas se pueden agrupar en unidades estratigráficas sísmicas a secuencias sísmicas (Brown y
Fisher, 1977); formados por unidades de reflexiones sísmicas asociadas limitadas por discordancias y sus
superficies concordantes equivalentes (figura 2.9), y que muestran una serie de terminaciones características y
fácilmente reconocibles. Estas secuencias sísmicas se miden normalmente en espesores de decenas a centenares
de metros de espesor.
Los registros eléctricos miden propiedades eléctricas, radioactivas y acústicas de las rocas perforadas en un
sondeo mediante una multitud de instrumentos que son cada vez más precisos, y de ellos se deducen litologías,
porosidades y tamaño de grano. Los datos se asocian para definir electrofacies («log facies») (Hurst et al.,
1992). Los registros eléctricos son continuos, por lo que proporcionan detallada información vertical en
centenares o millares de metros, pero su interpretación litológica correcta depende de la correcta separación del
efecto de fluidos naturales, lodos de perforación y otras posibles interferencias.
Forma externa de algunas unidades de facies sísmicas. Modificado de Mitchum et al. 1977a. Se conserva la
nomenclatura en inglés por ser de uso general.
Los más utilizados son: neutrónico, densidad, sónico, rayos gamma, rayos gamma espectrales, potencial
espontáneo, resistividad, calibre y buzamiento («dipmeter»), entre otros. La tecnología de las medidas en pozos
avanza continuamente, mejorando su precisión y diseñando nuevas herramientas complementarias (Asquith y
Krigowsky, 2004).
El registro neutrónico refleja el contenido de hidrógeno y tiene valores negativos en presencia de porosidad
elevada rellena por agua, petróleo o gas, o bien en los niveles ricos en materia orgánica. Los valores positivos
indican rocas sin porosidad por compactación o cementación, o bien anhidrita o halita.
El registro de densidad refleja la densidad de electrones en la roca, es decir, la densidad de las partículas y de
los fluidos presentes. Utilizado conjuntamente con el neutrónico es el método más fiable y sensible para la
identificación de litologías. Los limos tienen baja densidad, mientras que la anhidrita y las rocas compactadas
tienen alta densidad.
En depósitos siliciclásticos se forman dos tipos de secuencias en relación al tamaño del grano; éste puede crecer
desde la base (secuencia granocreciente = «coarsening upwards sequence») o disminuir (secuencia
granodecreciente = «fining upwards se quence»); a su vez estas secuencias pueden apilarse en la vertical
formando asociaciones de secuencias en las que el espesor de cada una de ellas puede aumentar (asociación
estratocreciente = «thickening upwards association») o disminuir (asociación estratodecreciente = «thinning
upwards association»).
Como el tamaño del grano de un sedimento refleja en principio la energía del proceso generador, el estudio de
su variación en las secuencias es una parte importante del análisis de facies, combinado con el espesor de cada
secuencia, denominado análisis secuencial.
CICLO SEDIMENTARIO
Los ciclos sedimentarios se han considerado clásicamente como formados por sedimentos marinos limitados
por regresiones, pero, como indica Mutti (1981), esta definición no es aplicable salvo que existan discordancias
o depósitos continentales a base y techo, lo que no siempre ocurre, y propone redefinirlos como «el producto de
una sedimentación transgresiva-regresiva, sea cual sea su escala».
Los ciclos de primer orden se deben a causas regionales, como movimientos tectónicos o variaciones eustáticas
del nivel del mar. Los ciclos de segundo orden pueden distinguirse en el interior de los de primer orden y están
constituidos al menos por la asociación de los sedimentos de dos medios de sedimentación (p. ej., marino y
deltaico en la figura 2.13), los de tercer orden están formados por los de un medio o sistema deposicional (p. ej.,
deltaico, figura 2.13) y los de cuarto orden por un submedio o ambiente deposicional (p. ej., barras de
desembocadura, figura 2.13)
Figura 2.13. Diversas categorías de ciclos. Modificado de Mutti, 1981.
Estructuras pre-sedimentarias
Las estructuras pre-sedimentarias se forman en el basamento antes de que se depositen los sedimentos. Por
tanto, son siempre erosivas, y no deben confundirse con procesos post-depósito que deforman la base de la
capa, como los moldes de carga («load-casts»). Entre otras son los canales, marcas de escurridura («scour
marks») y turboglifos («flute marks»). Suelen observarse mucho mejor los moldes en la capa superior que las
estructuras en sí mismas y dan buenas indicaciones sobre la dirección y/o el sentido de las corrientes que las
originaron.
También se pueden considerar incluidas en este grupo las superficies marinas de omisión («hardgrounds») o las
superficies subaéreas con grietas de desecación y/o brechas autogénicas (de primera formación).
Estructuras sin-sedimentarias
Las estructuras sin-sedimentarias son de tres tipos fundamentales: estratificación planar, estratificación cruzada,
con sus variedades de surco y planar, y microlaminación de ripples.
Hay que destacar que la aparición o desaparición de cada tipo no está ligada a una velocidad única, sino que
depende de la granulometría del sedimento y de la profundidad del agua.
Estas estructuras dan información sobre la velocidad de la corriente que originó, pero poca sobre el medio en
que se formaron.
Estructuras post-sedimentarias
a) Las que significan una organización en la vertical de la estratificación, como los moldes de carga («load
casts») y pseudo-nódulos, formados cuando capas de arenas se hunden en capas arcillosas inferiores por
diferencias de densidad y carga y las diversas estructuras de fluidificación, producidas por movimientos de
fluidos en el interior de sedimentos no consolidados por carga diferencial o un efecto tixiotrópico causado por
sacudidas bruscas debidas a terremotos u otras vibraciones.
b) Las que significan una reorganización horizontal de la estratificación, como los pliegues recumbentes y fallas
penecontemporáneas causadas por un deslizamiento a favor de la paleopendiente.
Debe destacarse que ningún tipo de estructura sedimentaria es exclusivo de un medio, por lo que deben
emplearse en conjunto con otros criterios en la interpretación sedimentológica.
Ambientes eólicos
INTRODUCCIÓN
Los ambientes eólicos son aquellos en los que el viento es el agente morfológico más importante. Puesto que el
viento mueve los sedimentos de tamaño arena más fácilmente que los de mayor tamaño, es un agente muy
efectivo donde existan sedimentos arenosos sueltos en la superficie terrestre, especialmente en aquellas regiones
en las que esos sedimentos no están retenidos por la vegetación o la humedad del suelo. El viento también
puede transportar materiales de tamaño de grano más fino que la arena, los cuales son fácilmente transportados
incluso a muy largas distancias pudiendo llegar a ser cuantitativamente tan importantes como la arena
(Livingstone y Warren, 1996).
Las regiones áridas e hiper-áridas, con lluvias inferiores a 250 mm anuales (Middleton, 1997), y más en
concreto los desiertos (figura 3.1a), son las zonas donde se concentra la mayor parte de la actividad eólica
(Brookfield, 1983). Asociadas a estas regiones se han descrito, en el interior de todos los continentes, extensas
áreas con sedimentos eólicos actuales o cuaternarios (figura 3.1b). En la Tierra los desiertos presentan una
distribución regional muy variable y no están restringidos por su latitud, longitud o elevación, pudiendo
desarrollarse desde en regiones frías, próximas a los polos (como los valles polares secos de la Antártida), hasta
en áreas cercanas al Ecuador (como los clásicos desiertos tropicales, como el Sahara, Arabia o Australia).
Además, la acción eólica no está exclusivamente restringida a áreas desérticas; cualquier lugar de la superficie
terrestre donde existan sedimentos adecuados para el transporte por el viento, es también una zona apta para la
acción eólica; entre estos, las costas son los lugares más evidentes (Brookfield, 1983).
Así pues, sedimento y viento son los dos elementos básicos para el desarrollo y reconocimiento de los
ambientes eólicos (McKee, 1983; Kocurek et al., 1992; Kocurek y Lancaster, 1999).
En las zonas ecuatoriales predominan las áreas de baja presión con vientos variables y ligeros, o zonas de
calma. Alrededor de los 30° N y S, predominan los vientos alisios, vientos que soplan hacia el este en relación
con los cinturones de altas presiones subtropicales. En estas regiones el flujo general de aire está relativamente
seco porque ha soltado su humedad cerca del Ecuador y es aquí donde se localizan los principales desiertos
cálidos de la Tierra, como el Sahara y el Kalahari en África, el Desierto de Arabia, y los desiertos australianos
(en el Sahara se ha registrado la máxima temperatura terrestre, 57 °C; Cooke y Warren, 1973).
Figura 3.1. Distribución global de ambientes áridos y sus sedimentos asociados: a) ambientes hiperáridos (gris
oscuro) y áridos (gris claro); b) sedimentos principalmente arenosos (gris claro) y loess (gris oscuro).
Toda la superficie terrestre puede estar sujeta a erosión eólica. Es el equilibrio entre la fuerza del viento y la
resistencia de la superficie lo que finalmente determina si los materiales superficiales son erosionados y
transportados lejos.
La fuerza erosiva del viento está determinada por la densidad del aire y por la velocidad del viento; la densidad
tiene un impacto relativamente pequeño en el poder erosivo del viento, el cual está relacionado principalmente
con su velocidad.
Erosión
Los principales procesos relacionados con la actividad erosiva del viento son la abrasión y la deflación eólica.
La abrasión consiste en el desgaste mecánico de material coherente y ocurre por el impacto de partículas
sedimentarias, principalmente arenosas, aceleradas por el viento. Los agentes más eficaces de abrasión son los
procesos de saltación de las partículas de arena. La abrasión queda restringida a alturas inferiores a los 2 m
debido a que las partículas arenosas raramente son elevadas a mayor altura y es máxima entre 0,1 y 0,4 m
(Anderson, 1986). Las rocas que quedan expuestas a la acción de los impactos de las partículas arenosas
aparecen con estriaciones, acanaladuras y pulidas. Los productos más comunes de la abrasión eólica son los
«ventifactos» a pequeña escala (fragmentos de rocas, facetados, que tienen una o varias superficies pulidas y
lisas), y los yardangs a mayor escala. La abrasión eólica sobre materiales blandos es también un proceso muy
efectivo de generación de polvo eólico.
La deflación consiste en la erosión producida por el viento al llevarse los sedimentos arenosos o más finos,
sueltos, de la superficie terrestre dejando atrás las partículas de mayor tamaño de grano. Las superficies que
presentan esas partículas gruesas se denominan pavimentos desérticos o reg.
Transporte
El viento, dada su baja densidad y viscosidad, es también un agente selectivo muy eficaz; de forma que el
material que es transportado normalmente por el viento se puede dividir en dos categorías: partículas de tamaño
superior a 0,06 mm, que son transportadas por saltación o rodadura, cerca o inmediatamente encima de la
superficie, y partículas inferiores a 0,06 mm que son transportadas en suspensión.
Las partículas de grano fino (< 0,06 mm) son lo suficientemente pequeñas para ser elevadas por las turbulencias
del aire y transportadas en suspensión. El aire pone en suspensión las partículas más pequeñas, que pueden ser
levantadas a varios miles de metros de altura y transportadas a miles de kilómetros de distancia (las grandes
tormentas de polvo a veces ascienden a 2.500 m de altura y se mueven a velocidades de hasta 200 m/s; Idso,
1976).
El loess es un depósito limoso, homogéneo, no estratificado y sin consolidar, que puede cubrir por entero la
topografía preexistente. Menos visible que las dunas de arena, el loess cubre, sin embargo, grandes áreas de la
superficie.
La mayoría de las partículas de arena entre 0,5 y 0,06 mm se mueven por saltación, recorriendo una cierta
distancia en trayectorias balísticas, cayendo después e impactando sobre la superficie.
SEDIMENTACIÓN
Los factores básicos, necesarios para la acumulación de arena, dependen del tipo de ambiente eólico. En los
desiertos cálidos, como ya se ha mencionado, bastan un suministro adecuado de arena y la existencia de vientos
lo suficientemente fuertes y persistentes para moverla.
En este caso, los factores topográficos, aunque considerados normalmente menores (McKee, 1983), pueden
tener una importancia local relativa (McKee, 1979; Pye y Tsoar, 1990), existiendo una relación directa entre las
zonas de acumulación de arenas eólicas y las zonas deprimidas (Wilson, 1973; Cooke y Warren, 1973;
Fryberger y Ahlbrandt, 1979). En los desiertos templados o fríos, sin embargo, los factores anteriores pueden no
ser suficientes, existiendo también otros factores que facilitan el desarrollo de acumulaciones eólicas; tales
como una orientación de la topografía favorable, es decir que este abierta en la dirección de los vientos
dominantes (Pye, 1993; Livingstone y Warren, 1996), y la existencia de un nivel freático suficientemente alto
para controlar la sedimentación y preservación de las arenas eólicas (Kocurek y Havholm, 1993; Crabaugh y
Kocurek, 1993).
El manto eólico suele estar compuesto por una laminación constituida por alternancias de láminas de arena de
grano muy fi no a medio, separadas por láminas milimétricas de arena gruesa a muy gruesa (figura 3.3a).
Ocasionalmente, en sistemas húmedos, las arenas pueden presentar cementaciones por óxidos e hidróxidos de
hierro, con coloraciones amarillas y rojizas de origen de diagenético que se atribuyen a cambios en el nivel
freático (figura 3.3b) (Pye, 1983; García-Hidalgo et al., 2002).
Las estructuras sedimentarias dominantes son la estratificación paralela planar o cruzada de bajo ángulo (< 5°)
(figura 3.3a y b); las primeras se interpretan como originadas por alternancias de ripples eólicos planos y ripples
granulares. Las segundas pueden representar las terminaciones de las dunas en domo (Ahlbrandt y Fryberger,
1982; Nielson y Kocurek, 1986; Lancaster, 1993; García-Hidalgo et al., 2002).
La clasificación de las dunas se basa en factores muy variados; aunque los elementos más empleados para su
clasificación son la morfología general de la propia duna y la posición de sus caras de avalancha (lineales,
transversas, barjanes, parabólicas o en estrella son los tipos más comunes; figura 3.5).
En la mayoría de los sistemas de dunas la tasa de agradación del sistema es pequeña comparada con su tasa de
migración, de forma que las dunas cuando se mueven truncan la parte superior de las formas precedentes y sólo
las partes basales se conservan en forma de sets de estratificación cruzada, generándose una serie de superficies
erosivas (figuras 3.6a y 3.7).
Figura 3.6. Secciones de dunas: a) sección de una duna parabólica en el campo de dunas de Mudrián, la estratificación
cruzada presenta una tendencia asintótica hacia la base y descansa sobre una superficie erosiva mayor dentro del sistema
eólico (la figura 3.7 es una fotointerpretación completa de esta duna a lo largo de toda la cantera). La sección de la cantera
no es totalmente perpendicular a la dirección de avance de la duna y por ello el buzamiento de las láminas es inferior al
que podría esperarse; b) sección de una duna parabólica en el campo de dunas de Sanchonuño, aquí la sección es
perpendicular al frente de avance y muestra un buzamiento de las láminas mucho mayor, se pueden observar también
estructuras de eslumpizamiento originadas por desplazamientos en masa de parte de la cara de avalancha.
Las dunas son generalmente móviles, pero puede anclarse a obstáculos topográficos o vegetación.
Las dunas así fi jadas no cambian de posición, pero sus superficies siguen siendo móviles. Las dunas
estabilizadas, sin embargo, son inmovilizadas por cementación o por vegetación después de que se hayan
formado, y por consiguiente sus superficies están inmóviles y las propias dunas tampoco cambian de posición.
Áreas interdunares
Las áreas interdunares se desarrollan entre las dunas individuales, dentro de los campos de dunas, y varían en
tamaño desde unos pocos a decenas de km2 (fi guras 3.2 y 3.5). Todas las áreas interdunares son zonas
relativamente planas (fi gura 3.8a) y se caracterizan por su estratificación relativamente horizontal (< 10°; fi
gura 3.8b y c) (Ahlbrandt y Fryberger, 1982), en marcado contraste con la estratificación cruzada de las dunas
adyacentes.
Las áreas interdunares se suelen clasificar por la importancia relativa del agua en el proceso sedimentario
(Ahlbrandt y Fryberger, 1982). Esto es particularmente útil donde las aguas superficiales y subterráneas tienen
un papel importante en el control de la sedimentación. Se reconocen así áreas interdunares erosivas, secas o
húmedas.
Áreas interdunares erosivas: muchas áreas interdunares son en parte erosivas y en parte deposicionales. Cuando
el viento arrastra las partículas origina una superficie erosiva que puede ser enterrada por el desplazamiento de
la siguiente duna situada hacia barlovento. Estas son superficies que se caracterizan por ser algo onduladas.
Estas áreas pueden presentar también crestas y surcos que pueden quedar preservados en el registro
estratigráfico, así como lags de materiales más gruesos que quedan por la deflación de los sedimentos finos.
Áreas interdunares secas: cuando las áreas interdunares están secas y presentan un sustrato arenoso, tienen
muchas de las mismas características que los mantos de arena (compárese las figuras 3.8 y 3.3). Las formas
sedimentarias dominantes son los ripples eólicos con crestas relativamente planas, aunque también pueden
existir pequeñas dunas, que presentan sólo unas decenas de cm de altura y son mucho más pequeñas que las
dunas adyacentes. En corte predominaría, pues, la laminación paralela, con la presencia de pequeños sets de
laminaciones cruzadas originadas por ripples granulares de grano más grueso.
Áreas interdunares húmedas: Si existe humedad cerca de la superficie, las áreas interdunares pueden contener
vegetación y cuando el nivel freático está próximo a la superficie pueden contener en ocasiones pequeños lagos
semipermanentes que pueden presentar una escorrentía difusa (figura 3.2); estos lagos pueden ser salados y las
áreas interdunares pueden contener sedimentos arcillosos o evaporitas. La presencia de humedad cerca de la
superficie facilita el desarrollo de estructuras de adhesión (fi gura 3.8b) (Ahlbrandt y Fryberger, 1982).
La existencia de una cierta escorrentía superficial en algunos casos origina la presencia de canales de pequeño
tamaño, ripples de corriente y rill marks. En general estas áreas se caracterizan por la presencia de sedimentos
arenosos ricos en arcillas o en materia orgánica y es frecuente la bioturbación por raíces.
Los sistemas eólicos húmedos están caracterizados por un nivel freático poco profundo, con una franja capilar
que se localiza o está cerca de la superficie deposicional. Los sistemas eólicos húmedos son característicos de
áreas costeras como los de Guerrero Negro en México (Fryberger et al., 1990), Island del Padre en Estados
Unidos (Kocurek et al., 1992), o la arenisca Entrada del Jurásico de Estados Unidos (Crabaugh y Kocurek,
1993), en la que el nivel freático está afectado por variaciones del nivel del mar.
Los sistemas eólicos estabilizados son aquellos en los que algún tipo de factor estabiliza periódica o
continuamente el sustrato, mientras que el sistema permanece en general activo (Kocurek y Havholm, 1993).
Los factores que pueden dar estabilidad al sistema son muy variados e incluyen vegetación, cementaciones, lags
de cantos o incluso la humedad; en este caso el límite con los sistemas húmedos es difuso. Como la
sedimentación puede ser irregular y discontinua, estos sistemas se caracterizan por la existencia de sets
amalgamados con numerosas superficies erosivas. En el registro estratigráfico pueden ser difíciles de distinguir
puesto que se deberían caracterizar por el hecho de que la estabilización debe ser contemporánea con la
sedimentación y no deberse a un evento posterior.
5. Pavimento desértico.
6. Erosión causada por el viento. 7. Paisale moldeoado por la erosíon del viento.
Los abanicos aluviales constituyen una gran acumulación de materiales clásticos en una zona donde existe una
marcada ruptura de pendiente, teniendo en cuenta que la geometría de la zona de acumulación podrá
condicionar la morfología de los abanicos aluviales (figura 6.2).
Cuando los flujos que transportan sedimentos son hídricos, la pérdida del confinamiento del canal principal
puede estar asociada al cambio de pendiente que favorece el desarrollo del abanico a medida que disminuye el
ritmo de transporte de sedimentos.
Figura 6.1. Esquema planimétrico idealizado de un abanico aluvial aislado con la distribución de los principales sectores
diferenciados: 1) cabecera (zona apical) del abanico. Caracterizada por la acumulación de detritos de granulometría gruesa
y muy gruesa, transportados por flujos no confinados (arroyada en manto, sheet flood) y/o flujos masivos (debris flows);
2) cuerpo del abanico. Caracterizado por el transporte de materiales de granulometría media gruesa mediante cursos
acuosos de tipo trenzado (braided); 3) pie del abanico. Caracterizado por la acumulación de materiales de granulometría
fina mediante la expansión por pérdida del encajamiento de diversos tipos de corrientes tractivas. En las zonas más
alejadas se produce el tránsito a otros sistemas deposicionales.
Cuando los flujos que acarrean sedimentos al abanico son de tipo masivo, también se acumulan en la zona más
alta, ya que su energía cinética queda disminuida como consecuencia del cambio brusco de pendiente.
Así, en la zona más alta del abanico puede existir una alternancia de acumulación de materiales clásticos
transportados por flujos masivos y por flujos hídricos respectivamente, en función de las litologías
predominantes en el área fuente.