Neurociencia de La Experiencia Estética
Neurociencia de La Experiencia Estética
Neurociencia de La Experiencia Estética
La palabra estética deriva de la raíz griega “aisthetiké” que significa percibir a través de
los sentidos, según la Real Academia de la Lengua Española (RAE) al definir estética,
esta hace alusión en la mayoría de sus acepciones a que se trata o se relaciona con la
percepción o apreciación de la belleza (RAE, 2017). El arte según la RAE (2017), se
trata de “una manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una
visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos
plásticos, lingüísticos o sonoros”.
Una de las preguntas que se hace Jadresic (2007), es si al igual que las leyes
universales de la ciencia, ¿“Es posible sostener que quizá haya leyes universales (o al
menos algunos principios elementales aplicables en un sentido general), subyacentes a
las distintas producciones artísticas?”. Es decir que estuviera relacionado en la
evolución de la especie humana (filogenia). Semir Zeki (en Jadreisc, 2007) menciona
que estas leyes de la estética pueden estar almacenadas en la áreas visuales del
cerebro y que estas leyes hayan podido vencer el camuflaje, segmentar la escena
visual y orientarse hacia configuraciones determinadas. Ciertamente, es que en todas
las culturas se encuentran representaciones artísticas, algunas que datan más de
77,000 años ubicadas en África.
En algunas investigaciones se ha encontrado que los bebes de seis meses mantienen
por más tiempo la mirada en personas atractivas que aquellas que carecen de este
atributo. Los estímulos que se utilizaron fueron seleccionados de una muestra de 275
caras de mujeres y 165 de hombres, que fueron calificados por 40 participantes,
mediante una escala Likert. Según parece los humanos venimos al mundo con la
capacidad de discriminar y preferir lo bello. Así, la belleza es parte de la experiencia
humana, produce placer, llama la atención y según la perspectiva evolucionaria,
propicia actos que contribuyen asegurar la supervivencia de nuestros genes.
Por otro lado, en la relación de las partes con el todo, en el caso de la música, es
sabido que una nota musical no es bella por sí sola, solo cuando se sitúa en una cierta
relación entre si se despierta la emoción estética. En el proceso de la evolución, la
lucha entre depredador y presa, por detectar y esconderse, respectivamente, se
conformó una mente capaz de extraer patrones a partir de la información primaria que
captaban los sentidos.
La CDP es una región del cerebro, que participa como centro de interface de la
percepción – acción, en múltiples funciones cerebrales. La información proveniente de
las áreas parietales posteriores y occipitales es procesada en la CDP para un
procesamiento más complejo que requiere la planificación de una acción. En este
sentido, la presentación de estímulos perceptuales crearía ciertas respuestas. De
hecho, la CDP es fundamental para el monitoreo de variados eventos en la memoria de
trabajo y juega un rol clave en la toma de decisiones considerando las múltiples fuentes
de la información. Consecuentemente, la CDP tiene un papel importante en las
funciones relacionadas en la toma de decisiones y la memoria de trabajo visuoespacial.
La activación de la CDP en tareas estéticas no debe ser motivo de sorpresa, ya que
cuando se decide acerca de si un estímulo es considerado “bello”, este es un juicio que
requiere la participación de la memoria de trabajo visuoespacial (Cela-Conde et al.,
2004).
Referencias bibliográficas
Cela – Conde, C. et al. (2004). Activation of the prefrontal cortex in the human visual
aesthetic perception. PNAS, 101, p. 6321-6325.
Guio, E. (2015). Del arte a la experiencia estética: Interpretación y efectos cognitivos en
la función estética. Tesis doctoral. UNLP
Jadresic, E. (2007). Neurobiología, evolución y experiencia estética. GPU, 3, 71-79.
Langlois, J.H., Ritter, J.M., Roggman, L.A. y Vaughn, L.S. (1991). Facial Diversity and
Infant Preferences for Attractive Faces. APA, 27, 79-84.