Temario Revisado Nadia McGowan 1
Temario Revisado Nadia McGowan 1
Temario Revisado Nadia McGowan 1
Para dar respuesta a tales cuestiones debemos de distinguir claramente dos conceptos:
el de crisis y el de revolución. En el campo del arte el concepto de crisis cabe
entenderlo como algo que se corresponde a las progresivas transformaciones de la
sensibilidad artística y es producto de un conflicto generacional: el concepto de
revolución, por el contrario, supone la exigencia de un cambio absoluto que alcanza
los fundamentos y estructura del arte.
Con el dadaísmo, el arte del siglo xx inicia una revolución que implica un
complicado proceso de rupturas: ruptura con respecto al arte de tradición
renacentista, ruptura con relación a los presupuestos del arte burgués; ruptura frente a
la comercialización del arte y a la consideración de la obra de arte como mercancía,
ruptura o superación del soporte artístico tradicional a través de un proceso de
desmaterialización de la obra de arte, etc.
Esa vía que hemos considerado revolucionaria surgió precisamente de una situación
de crisis, la del arte burgués, y del cuestionamiento de principios tales como el valor
del uso social de la obra artística, de su valor de cambio, y en definitiva, de su valor
intrínseco como objeto material. (…)El arte se había entendido como signo distintivo
de un individuo o de un grupo y como patrimonio de una cierta clase social hasta el
punto de que lo artístico debía responder a la perfección a los sistemas de valores de
la clase a la cual este arte servía (…).
A las dos opciones básicas del siglo XX que hasta ahora hemos analizado, el arte
como respuesta a una realidad exterior y el arte como proyección de una
inspiración/emoción interna, el dadaísmo aportó la reflexión sobre el fenómeno del
arte, reflexión que sirvió para que artistas como Duchamp y Picasso iniciasen todo un
proceso de reivindicación en pro del arte-idea o arte-concepto independiente de toda
convención plástica y de todo servilismo, sea estético, técnico o temático.
Picabia1 fue el primero que intentó profundizar en la esencia del arte a través de
cuatro aspectos fundamentales: la desmitificación del arte renacentista y la toma de
posición frente a la crisis de los valores tradicionales; la creación de la antipintura, es
decir, de aquella pintura que denota una total indiferencia hacia los problemas
técnicos planteados por la pintura de caballete; la consideración del arte como acto
del ser humano, y la reintegración de la idea de juego en el acto creador. (…)
1
Francis Picabia (1879-1953) fue un pintor francés y tipógrafo asociado al Cubismo,
Abstracción, Dadá y Surrealismo.
Para Duchamp el ready made es un objeto vulgar que adquiere la categoría de arte
única y exclusivamente por la voluntad caprichosa del artista (…). Más que
representar un nuevo concepto de obra en sentido estrictamente plástico, está
encaminado a destruir otro.
Esta actitud se concentra en dos puntos básicos: en la crítica del gusto y en el ataque
a la noción de obra de arte. Para Duchamp no existe ni buen ni mal gusto, es un
fenómeno cultural (…). La obra artística es un acto y no un hecho; lo que importa …
es el acto de escoger una realidad entre la realidad, el acto a través del cual el no arte
se convierte en arte.
Tales planteamientos convierten a Duchamp en pionero tanto del arte objetual como
del conceptual.
Post cubismo
Surrealismo
Surrealismo es una de las corrientes más importantes del arte moderno, cuyo tema es
la representación de los aspectos oníricos e irracionales del mundo del subconsciente.
En 1924 se publica en París el primer manifiesto surrealista, que pretende borrar las
fronteras entre sueño y realidad, fantasía y autenticidad, en una ‘sobre-realidad’
absoluta, para cuyo efecto se prestan el automatismo psíquico y la mistificación del
absurdo, influenciados también por el psicoanálisis. Por un lado identificamos un
surrealismo de vocabulario abstracto (practicado por Arp, Miró y Ernst) y por otro
lado un surrealismo de hipertrofiada exactitud al detalle (Salvador Dalí). El
surrealismo se convierte pronto en un movimiento internacional, para después de
1945 perder relevancia, pero algunos de sus tendencias y métodos se filtran en otras
corrientes artísticas.
Trata de liberar el poder creativo del subconsciente, tras la primera guerra mundial
surge en Paris, es una evolución del dadaísmo, su objetivo primordial es liberar los
procesos del pensamiento consciente de la Razón y la lógica, al margen de las
consecuencias.
La primera fecha histórica del movimiento es 1916, año en que André Breton,
precursor, líder y gran pensador del movimiento, descubre las teorías de Sigmund
Freud y Alfred Jarry, además de conocer a Jacques Vache y a Guillaume Apollinaire.
Durante los siguientes años se da un confuso encuentro con el dadaísmo, movimiento
artístico precedido por Tristan Tzara, en el cual se decantan las ideas de ambos
movimientos.
Otra de las nuevas actividades creadas por el surrealismo fue la llamada cadáver
exquisito, en la cual varios artistas dibujaban las distintas partes de una figura o de un
texto sin ver lo que el anterior había hecho pasándose el papel doblado. Las criaturas
resultantes pudieron servir de inspiración a Miró.
Nueva York se convirtió antes que nada en la segunda patria de los surrealistas
europeos, artistas cosmopolitas y bohemios, poseedores de un aplomo y una
intensidad creativa impensables entre los creadores de la ciudad de los rascacielos. La
exposición Artists in Exile, organizada por Pierre Matisse en 1942, confirmó el
protagonismo de los más destacados: M. Ernst, R. Matta, A. Masson e Y. Tanguy, en
cuyas obras los jóvenes artistas norteamericanos descubrieron el gesto pictórico fruto
del automatismo psíquico puro.
Fue también en estos años en los que Peggy Guggenheim abrió en Nueva York la
galería Art of This Century en la que, aparte de presentar las corrientes europeas
predominantes en aquel momento: el surrealismo y la abstracción, apostó por una
joven generación de artistas americanos, algunos de los cuales se convertirían en el
los pilares de la nueva pintura americana.
Abstracción
La expresión del arte abstracto se aplica a obras carentes de espacio real, objetos,
paisajes, figuras de seres animados, es el estilo artístico que enfatiza los aspectos
cromáticos, formales y estructurales, acentuándolos y resaltando su valor con su
fuerza expresiva. Se trata de un arte que rechaza la copia de todo modelo exterior, de
hecho el concepto abstracto proviene del latín ab-trahere que significa “sacar de” por
lo que era extraer algo de la realidad, con esto, en 1930 se pensó cambiar esta palabra
por el vocablo de concreto, pues el fin del llamado arte abstracto era la propuesta de
una nueva realidad. Esto no se pudo realizar pues la palabra ya había ganado
renombre y era difícil de imponer una nueva palabra pues podría causar confusiones.
La abstracción tiene sus inicios con la geometría que tiene como característica figuras
fragmentadas, donde lo figurativo queda casi imperceptible pero aún presente, se
efectúa con un razonamiento muy profundo del artista y con objetivos claros de lo
que se va a expresar, está limitada por el formato ordenado y la tensión lineal que por
lo regular contiene, por el manejo del color el cual le proporciona más variedad.
La abstracción Geométrica son las primeras realizaciones de esa vertiente del arte
abstracto que remontan a las vanguardias europeas de las décadas de 1910 y 1920: el
constructivismo ruso, la experiencia de la Bauhaus, el suprematismo de Kazimir
Malevich y que bajo la influencia de este último defienden un arte libre de
finalidades prácticas y comprometido con la pura visualidad plástica.
La abstracción Lírica, llega como tal en 1945, era una abstracción impregnada de
sentimiento, idealmente representativa de las aspiraciones de los artistas del grupo
expresionista de Munich Der Blaue Reiter, del que Kandinsky formaba parte, era la
expresión de la emoción pictórica del artista, individual e inmediata. Rechazan
representar la realidad de forma objetiva, la técnica preferida de estos pintores fue la
acuarela, pintando igualmente bocetos y apuntes pequeños, donde predomina el color
sobre la forma.
La abstracción lírica tiene sus inicios más fuertes con Kandinsky, quien asegura que
el arte no se basa en una ciencia exacta más bien el sentimiento de quehacer artístico.
Kandinsky escribió: “El color es un medio de ejercer una influencia directa en el
alma (…) El color es el teclado, los ojos son los macillos, el alma es el piano con
muchas cuerdas. El artista es la mano que interpreta, tocando una tecla u otra
intencionadamente para provocar vibraciones en el alma”
El artista defendía el color como algo más interior a una simple técnica para
promover y hacer una obra. Entonces la abstracción lírica es una expresión del
interior, una producción nata del alma, sin relacionarlo tanto con los avances de arte a
través del tiempo o con las técnicas que se han venido desarrollando. La expresión
lírica es la necesidad interior del artista.
“La visión del arte abstracto impone un abandono y un traslado a abandonar, perder
la inseguridad del reconocimiento y transportarse por sus interiores.”
El arte abstracto se refiere a los invisibles e impalpables estados interiores del ser
humano, es el mundo incomprensible con el cual estamos en continuo contacto sin
ser a veces conscientes de ello, pues llevamos en nuestros pensamientos solo
imágenes recicladas de lo que hemos vivido en el pasado o lo que queremos para el
futuro.
Llamadas al orden Kandinsky definió las posibilidades estilísticas que tiene a su disposición el artista
moderno en su texto "Sobre la cuestión de la forma", publicado en el almanaque del
grupo Blaue Reiter. Según él, los dos polos de estas posibilidades estilísticas son: "1.
La abstracción total; 2. El realismo total. Estos dos polos representan dos caminos
que al final conducen a un objetivo".
Las obras de arte, al invitarnos a: reaccionar ante unos objetos representados, actúan
metafóricamente. Además, la tendencia del arte moderno a la abstracción y al uso de
modos de representación conflictivos nos ha hecho conscientes, por el camino visual,
de lo que han afirmado muchos filósofos -desde Platón: que la realidad que
experimentamos es un sistema convencional y variable. Esta idea adquirió fuerza
después de la primera guerra mundial. Los años de la inmediata posguerra
presenciaron un abandono generalizado de las posiciones vanguardistas. Había
desaparecido la confianza que tenían muchos artistas en el mundo moderno. Era
tentador volver al placer de crear objetos agradables ' que encontrarían siempre un
público agradecido, en lugar de continuar la lucha por rehacer el arte y encontrar un
público nuevo.
La impronta de Picasso
Picasso influyo en el futurismo (representado por Umberto Boccione) El futurismo
procede directamente del cubismo, incluso los primeros cuadros, son de pleno
derecho, cubistas, pero evolucionan rápidamente hacia una estética diferenciada,
debido a su obsesión por representar la velocidad. Es un movimiento,
fundamentalmente, italiano.
Las teorías que tienen su origen en las obras cubistas de Georges Braque y Picasso y
en la teosofía, reivindican un proceso de abstracción progresiva en virtud del cual las
formas se irían reduciendo a líneas rectas horizontales y verticales, y los colores al
negro, el blanco, el gris y los tres primarios.
La funcionalidad debía de ser aplicada porque se creía importante que el arte debía
ser algo para que la gente lo entendiera, y con diferentes tipos de utilidades para la
sociedad; por lo que Tatlin hizo una fusión de diseños y sus construcciones, llegando
a ser un diseñador poderoso, en donde sus productos llegaron a formar un nuevo
orden estético.
Se sitúa a los artistas de ésta época, con un nuevo rol, por el hecho de retomar las
formas de las que solemos rodearnos, y crear nuevas obras.
Las obras que dan por inaugurado este movimiento son las construcciones en relieve
de Tatlin, elaboradas entre 1913 y 1917, para cuando en 1920 ya se comenzaban a
integrar otros artistas como Alexánder Rodchenko, El Lissitzky, Naum Gabo y Antón
Pevsner, entre otros.
Tatlin pasa de los bajorrelieves a unos metales más profundos, hasta llegar a sus
llamados "Contrarrelieves", que son formas de metal para ser colgadas. Es también
una de las figuras clave en la reorganización de las instituciones artísticas en el
Estado Soviético. Pronto se da cuenta de que el arte no cubre las necesidades del
momento, y decide acercarse más a los problemas cotidianos y de nivel social.
Dicha idea se ve bloqueada por la escasez de medios y materiales. Esto les hace
diferentes al diseño moderno europeo.
La funcionalidad debía de ser aplicada porque se creía importante que el arte debía de
ser algo para que la gente lo entendiera y con diferentes tipos de utilidades para la
sociedad. Por lo tanto, Tatlin hizo una fusión de diseños y sus construcciones,
llegando a ser un diseñador poderoso, en donde sus productos llegaron a formar un
nuevo orden estético.
Los artistas hacían arte moderno sin tener conciencia de que lo hacían, hasta que se
comenzó a aclarar que había tenido lugar en el arte un cambio importante.
Contemporáneo ha llegado a designar algo más que simplemente el arte del presente.
Recientemente la productividad experimental sin ninguna dirección narrativa especial
se ha estabilizado como norma. Cualquier cosa podría ser una obra de arte y si fuera
necesario realizar una investigación sobre qué es el arte, sería necesario realizar un
giro sobre la experiencia sensible hacia el pensamiento, es decir, debe realizarse un
giro hacia la filosofía.
Solamente cuando se volvió claro que cualquier cosa podía ser una obra de arte se
pudo pensar filosóficamente sobre el arte.
Los intentos de los artistas por responder a la pregunta por la naturaleza del arte llevó
a la cuestión de qué ocurría con el arte en sí mismo, con el arte después de su ascenso
a reflexión filosófica. Con esta pregunta se decretó el fin del modernismo.
La modernidad bien puede ser considerada como la “edad de los manifiestos”. Danto
acierta al señalar que la contribución fundamental de la edad de los manifiestos fue la
introducción de la filosofía en el corazón de la producción artística. Aceptar el arte
como arte significó aceptar la filosofía que lo legitimó. La filosofía materializada en
un manifiesto consistía en un tipo de definición estipulativa de la verdad del arte.
Sin embargo, con el fin de la modernidad tuvo lugar el fin de la edad de los
manifiestos en el mismo momento en que el los artistas y el mundo del arte en
general accedieron a la conciencia de Hegel.
¿Qué es lo que hace de un objeto una obra de arte? Estas preguntas sólo pudieron
plantearse en el momento post histórico del arte en que se produjo una gran
autoconciencia del arte. Tuvo lugar un nuevo nivel de conciencia filosófica y a partir
de ahí, el arte ya no cargaba con la responsabilidad de su propia definición filosófica
y de ningún modo las obras de arte necesitaban parecerlo, dado que una definición
filosófica del arte debe ser compatible con cualquier tipo de arte. Por lo tanto, la
historia del arte no tiene ya una dirección que tomar sino infinitas posibilidades. El
arte puede ser lo que quieran los artistas y los patrocinadores.
Maderuelo – introducción Las vanguardias artísticas de principios del siglo XX, tenían un carácter
contradictorio. Surgieron como triunfo del proyecto cultural moderno (que plantea un
rechazo al pasado y búsqueda de progreso), y a la vez son una crítica al mismo
proyecto modernista. La vanguardia no reconoce arte sin acción transformadora.
Se puede considerar estos movimientos como una revolución del arte porque
produjeron cambios profundos en el lenguaje de las artes. La constante búsqueda de
lo nuevo y de ruptura con el pasado dio como resultado la renovación total del
concepto de arte y sus límites.
Su mismo móvil fue su fracaso; la novedad que las caracterizaba dejó de serlo, para
pasar a ser una parte más del pasado. Su éxito fue su final, ya que al ser aceptado por
el público y la sociedad de consumo, se perdieron los ideales de ruptura y crítica a la
sociedad.
Durante este breve período de cincuenta años las artes parecen haber experimentado
más cambios de los acaecidos en el resto de su ya larga historia, puesto que las
antiguas categorías heredadas del sistema de Beaux-Arts, que no pudieron ser
A lo largo de los siete capítulos de este libro se desarrolla una exposición razonada
sobre la ascensión de la pintura con el expresionismo abstracto, la abstracción
pospictórica y su correlato europeo en el informalismo; el fenómeno de la incursión
de la cultura popular en el elitista arte contemporáneo y la formación del «pop art»; la
reacción anti-gestual y antifigurativa del minimal art, y su relación con el espacio y el
cuerpo; los fenómenos de desmaterialización y conceptualización del arte, y su
contaminación por la lingüística; la expansión del campo de la escultura hacia nuevas
maneras de ocupar y construir el espacio; el redescubrimiento de la naturaleza y el
territorio, estableciendo relaciones dialécticas entre lugar y no-lugar, así como entre
espacio y tiempo; la recuperación del cuerpo y de las señas de identidad como tema
del arte, con el descubrimiento de la sexualidad; y, por último, la influencia de las
nuevas tecnologías audiovisuales, electrónicas y telemáticas en los procesos de
creación y en las formas de configuración de esas nuevas obras de arte que poseen el
don de la ubicuidad.
Contenido:
Antecedentes europeos: Los surrealistas (Yves Tanguy, Joan Miró, Max Ernst).
Antecedentes norteamericanos. Thomas Hart Benton y el Regionalismo, los Ashcan
painters. Las primeras vanguardias en torno a Alfred Stieglitz. La escuela de Nueva
York. Raíces surrealistas: Arshile Gorky. Los pintores del gesto: Jackson Pollock,
Willem de Kooning, Franz Kline. Los pintores del espacio: Mark Rothko, Clifford
Still. El grupo Post-Painterly Abstraction: Helen Frankenthaler y Morris Louis.
Bibliografía extra:
Introducción
Por la magnitud de los sucesos que deparó la IIGM, en el ámbito artístico resultó imposible
retomar la tradición como si simplemente se hubiese interrumpido temporalmente. Tras la experiencia de
los campos de exterminio, conceptos como los de belleza o goce estética no podían ser mirados desde los
mismos puntos de vista anteriores al conflicto. Entonces el arte no desaparecía, sino que pasaba a tomar
otras concepciones, adecuadas a un mundo diferente. Esto ocurría tanto en EEUU como en Europa,
aunque será el país americano el que domino el panorama artístico de la posguerra. Así surgía un arte
otro (Tapié 1952) que hacía frente al gran problema de su tiempo, el vacío.
Tal como se planteaba esta situación, una serie de fundamentos que habían constituido el arte
anterior al conflicto dejaron de tener validez. Entre estos se encontraba la descripción figurativa, el mito
de la experimentación formal objetiva al desvirtuarse los propósitos transformadores del mundo de las
vanguardias. Ante este panorama de negación, uno de los conceptos que resultó ser clave fue el de
supervivencia. Aún en las imágenes más negativas emerge una nueva afirmación del hombre, en calidad
de individuo, dueño de su destino, lo que entra en relación con las ideas del existencialismo.
Para entender el cambio de protagonistas que tuvo entonces lugar debe observarse el movimiento
de importantes figuras europeas a EEUU, y las consecuencias que esto tuvo. El magisterio europeo en
América tuvo la doble vertiente que tenía la vanguardia en el viejo continente: una línea racionalista y
otra emocional, la lección del constructivismo y la surrealista. Para el desarrollo del arte norteamericano
en la posguerra, no sólo el expresionismo abstracto, sino también la nueva abstracción de los años
sesenta, hay dos figuras decisivas: Josef Albers y Hans Hofman. Los dos, a través de sus enseñanzas
transmitieron los logros de la vanguardia europea.
Hans Hofman (1880-1966) enseñaba en Nueva York, en la Liga de estudiantes de arte y en un
par de escuelas privadas desde 1930. Nacido en Baviera y pasado por París entre 1904 y 1914, aprendió
de Matisse -también de Picasso, Gris y Braque- y llevó al otro lado del Atlántico el lado decorativo de
éstos. Su magisterio y la escuela de arte que fundó en Massachusetts en 1934, Provincetown, fueron
importantes para los que hacían pintura abstracta en los años treinta y para la formación del
expresionismo abstracto. Abierto a los cambios y capaz de unirse a la generación más joven con sesenta
años, expuso en 1944 en la galería de Peggy Guggenheim.
Josef Albers (1888-1969), un alemán cosmopolita procedente de la Bauhaus, donde había sido
estudiante y profesor a lo largo de trece años, fue uno de los primeros en emigrar a América y dio clases
en el Black Mountain Coflege, en Carolina. Albers quería enseñar a ver, Quiero abrir los ojos, afirmaba,
y su magisterio, con su interés por la geometría, el diseño y el color hicieron de él uno de los puntos de
origen de la nueva abstracción americana -ver tema 4-.
Bajo el término expresionismo abstracto es habitual referirse a la nueva pintura que se hace en
Estados Unidos en los años cuarenta, tomando los límites con amplitud (1942-1952, aproximadamente),
a la forma que toma la abstracción en este país y, concretamente, en torno a la ciudad de Nueva York.
Artistas como Jackson Pollock, Willem de Kooning, Mark Rothko o Barnett Newman, entre otros,
marcan los distintos caminos. Desde una tendencia fundamentalmente gestual y apasionada, basada en el
gesto de pintar, como es la de De Kooning o Pollock hasta otra más tranquila, resuelta en capas
superpuestas de pinturas que crean muros de colores — Rothko—, o la geométrica, fría y plana de
Newman que abre camino a la abstracción pospictórica o geométrica posterior.
Se trata de una pintura no figurativa y que se aparta de referencias al mundo material, del que
los artistas han quedado ya desengañados después de la Segunda Guerra Mundial.
En un primer momento el expresionismo abstracto se vuelve hacia los mitos primitivos, como
depositarios de las verdades universales que han sido traicionadas. Detrás están las ideas de Jung sobre el
inconsciente colectivo, como la capa profunda del inconsciente en el que los hombres compartían un
fondo común de experiencias, expresadas en esos mitos y manifiestos en el arte primitivo. El
surrealismo, con su interés por el automatismo psíquico y el papel del azar en la obra de arte, es otra
de sus raíces. Pero el surrealismo en su vertiente menos figurativa, de signos abstractos —organismos les
llama Rothko, refiriéndose a su propia pintura— que flotan en un espacio indefinido. Y aunque nadie
discute ya la paternidad del surrealismo con respecto al expresionismo abstracto, se trata de una entrega
parcial y no total del padre al hijo, lo que hubiera acabado por agobiarle. Debería estar ya claro —escribe
Guibaudt— a estas alturas, que los malentendidos, los juegos de manos y la lectura selectiva del pasado
jugaron un papel en el establecimiento de la vanguardia norteamericana... Motherwell, por ejemplo, no
aceptaba todo el surrealismo, sólo el automatismo plástico, no el psíquico, es decir, la parte menos
virulenta y más artística, pero no las fuerzas destructivas del surrealismo: ni las tendencias instintivas o
animales, ni el abandono al subconsciente, que para él era una forma de esclavitud. Lo que más nos gusta
de los (...) surrealistas no es su programa (...) sino sus innovaciones formales, escribía en 1944.
Greenberg, que estaba radicalmente de acuerdo con él, iba aún más lejos y comparaba los experimentos
surrealistas con los juegos decadentes de la alta burguesía —los ricos inquietos, los expatriados y los
estetas de fin de semana. Después de una primera etapa totémica, con una presencia fuerte de lo
primitivo, a mediados de los años cuarenta, los expresionistas abstractos van eliminando las referencias
figurativas (Moment, de Nevvman, 1946, Number I, de Pollock...) para quedarse en la pura ausencia de
formas. Y cambian el formato de sus cuadros, utilizando en muchos casos una escala casi mural, que
impacta por sí misma.
Tanto el expresionismo abstracto como el informalismo europeo tienen en este cambio de escala
uno de sus principios básicos. Quiero cuadros muy grandes, decía González Robles en España, y
Greenberg lo formulaba de manera más técnica en 1948: Hay una urgencia persistente, tan persistente
que es en parte inconsciente, en ir más allá de la pintura de caballete, que está pensada únicamente para
ocupar un sitio en la pared, hacia una especie de pintura que, sin identifícame realmente con la pared,
como el mural, se extienda sobre ella y reconozca su realidad física. Es el camino que recorren Pollock y
Rolhko y del que sólo saben salir los artistas de la generación siguiente.
Los pintores que englobamos bajo la etiqueta del expresionismo abstracto no fueron siempre
vanguardistas. Muchos de ellos en los años treinta hacían cuadros realistas, de propaganda política, cómo
era habitual por entonces, aunque de ideologías que iban desde la revolución a la reacción, pasando por
el liberalismo. Pollock hizo frescos izquierdistas con elmexicano Siqueiros (1898-1974), y posiblemente
tomó parte en la decoración de objetos utilizados con fines claramente políticos, como las carrozas para
las fiestas del 1 de mayo;
Rothko pintó paisajes urbanos (el metro, la calle...) de una manera realista; Marc Tobey, por la
misma época, reflejaba en sus cuadros una visión apocalíptica de la ciudad, como hiciera Ludwig
Meidner (1884-1966) en la segunda década del siglo. Otros, como Franz Kline (1910-1962), Phillip
Guston (1913-1980) o Bradley W. Tomlin (1899-1953), siguieron en la figuración hasta finales de los
años cuarenta, dando el paso definitivo a la abstracción después de 1948, cuando el triunfo de ésta ya era
un hecho. Tomlin, que había pasado por París —estudió en la Grande Chaumiére—, hacía bodegones
cubistas, con toques de surrealismo. Guston hizo murales para la FAP entre 1935 y 1942 en Nueva York
y Washington, y luego obras a medio camino entre el surrealismo y el realismo mágico. Y Kline pintaba
paisajes urbanos de un modo tradicional, fascinado por la monumentalidad de Manhattan.
La irrupción pública y escandalosa de esta nueva vanguardia se produjo en junio de 1943.
Dos obras de Adolph Gottlieb y Marc Rothko (The Rapte of Persefone —El rapto de Perséfone-
y Syrian Bull —Toro sirio—), expuestas en la galería Wildenstein, desataron las iras de Jewell, el crítico
del Times, que se mostró sorprendido y avergonzado ante pinturas que no comprendía, a pesar de que
unían un cierto surrealismo con aspectos tradicionales. La respuesta de los implicados fue fulminante.
Rothko, Gottlieb y Bamett Newman contestaron al crítico desde las páginas del periódico con violencia
y expusieron los principios del credo vanguardista de la nueva pintura americana, en un programa de
cinco puntos. El Times reprodujo los cuadros, dedicándoles toda una página —algo inaudito hasta
entonces— y convirtió la polémica artística en un acontecimiento popular. La vanguardia se empezaba a
institucionalizar.
A la afirmación de estas nuevas ideas contribuyeron los escritos de Motherwell en 1944 y los de
Clement Greenberg. Pero la verdadera apoteosis fue la aparición —la epifanía— de Jackson Pollock,
una especie de mesías que venía a llenar las ilusiones y las esperanzas de todos: críticos liberales
partidarios de un arte apolítico como única garantía de la libertad del artista —que era a la vez una
garantía de la LIBERTAD con mayúsculas de la cultura occidental asegurada por Estados Unidos una
vez que Europa se había demostrado incapaz de mantenerla—; coleccionistas ávidos de arte moderno
americano, ávidos también de distinción social y prestigio —frente a los compradores de arte tradicional
—; nacionalistas que conocían al pintor por sus trabajos anteriores de carácter academicista con Benton
y que le apreciaban por su sensibilidad autóctona, como escribió Sweeney en 1943; pero también
internacionalistas, que valoraron su capacidad para dejar de pintar esas tonterías de Benton y hacer algo
que sería como la versión norteamericana del surrealismo.
En Estados Unidos se identificó fascismo con barbarie y destrucción de toda la cultura y de todo
el arte. Por ello el rechazo norteamericano del fascismo suponía una defensa de la cultura y el arte que
los fascistas atacaban y destruían: el arte moderno. Porque, en realidad, y aunque eso no se viera todavía
al otro lado del Atlántico, Hitler y sus secuaces hacían un uso interesado e inteligente, como ha escrito
M. Pleynet, del arte y la cultura clásicas. De este modo el arte moderno, que había sido atacado e
incomprendido antes —basta recordar las críticas al Armory Show en 1913—, pasó a ser algo admitido,
no sólo tolerado, y empezó a entrar en las casas americanas a través de la prensa.
Un cambio crucial se produjo en el mercado en los años sesenta: los coleccionistas europeos —y
los franceses, sobre todo— empezaron a comprar pintura en Estados Unidos, dejando a París como una
Bella Durmiente, en espera no del Príncipe Azul, sino de una buena patada en el culo, como dijo Pierre
Cabanne en 1967, en un artículo titulado Pourquoi París n'est plus le fer de lance de l’art. También por
este camino la vanguardia americana triunfaba.
Los principales artífices eran Jackson Pollock, Barnett Newman, Robert Motherwell, Franz
Kline y Mark Rothko.
Fue en la época romántica -allá por el siglo XIX— cuando se empezó a pensar que el artista se
expresaba a sí mismo a través de su obra. El arte ya no era una técnica dominada en sus últimos secretos,
como había sido hasta entonces, sino una manera de sentir y la obra no era tanto una manufactura
acabada -y perfecta desde el punto de vista técnico como una expresión del yo del artista, de lo más
íntimo de sus sentimientos, creencias, sensaciones, etc.
Una manifestación incontrolada, no sometida a los filtros censores de la razón. Pollock no
entendía su obra y lo mismo le pasaba a Millares con la suya.
Ya en 1943, en el primer análisis de la obra de Pollock, que escribió J. Sweeney para el catálogo
de la exposición de la galería Guggenheim, hacía referencia a artistas del romanticismo y empleaba
expresiones tradicionalmente asociadas con este movimiento —el talento, el genio, el lago, el volcán, el
fuego, el viento, la estrella y la nube— y le comparaba con el primer romántico oficial de Francia: Hoy
su credo —escribía el crítico— es el de Hugo. Cárgate con la realidad y échate al mar. El mar es la
inspiración. Todavía en los últimos años se ha visto la obra de Pollock como una interpretación
contemporánea de lo sublime. Todo ello colaboró al éxito espectacular del expresionismo abstracto.
Antecedentes europeos: Los surrealistas (Yves Tanguy, Max Ernst, Joan Miró)
El magisterio europeo en América tuvo la doble vertiente que tenía la vanguardia en Europa:
una línea racionalista y otra emocional, la lección del constructivismo y la surrealista. Para el
surrealismo había varios maestros. Max Ernst era una especie de niño mimado por los museos. Dalí
formaba parte de la fauna de la ciudad, un excéntrico al que se le toleraba todo. André Masson seguía
fiel automatismo psíquico que había traído de París y en su obra aparecen varis notas características del
expresionismo abstracto.
Masson era de todos los surrealistas el más gestual, el que mayor importancia concedía al gesto,
a la acción de pintar, uno de los más interesados por el automatismo psíquico, el que más atención
prestaba a las calidades táctiles de la materia, como se vio en sus pinturas de arena y el más interesado
también por el origen y la metamorfosis de las cosas. La técnica no le interesaba en especial; no era un
fin, sólo un medio. “En el principio está lo abstracto o lo informe”, decía, y su influencia fue decisiva
para algunos artistas que ya podemos considerar norteamericanos, como Arshile Gorky.
Durante los años anteriores a la guerra se habían producido en Estados Unidos varios
hechos interesantes que daban la razón a los que creían que debía imbricarse el arte
Maderuelo, pág. 11 con la vida contemporánea americana, en lugar de seguir los dictados de la remota
academia que era Europa: en primer lugar, el Federal Art Project, iniciado durante el
New Deal de Roosevelt, cuyo objetivo era asegurar un lugar al artista en la sociedad.
En segundo lugar, algunos de los más importantes muralistas mejicanos,
especialmente Diego de Rivera, habían estado trabajando en Estados Unidos. Rivera
había llegado a realizar sus célebres murales – hoy destruidos – en Rockefeller
Center, un lugar ineludible de la vida neoyorquina. Sus enormes formatos y sus
implicaciones morales dejaron, sin duda, un poso importante para el nuevo arte. En
tercer lugar, la presencia de Surrealistas como Ernst o Duchamp en Nueva York, con
su apelación a una temática relacionada con el inconsciente y con su enfático
abandono de las rígidas tradiciones de Europa a favor de la vitalidad americana,
constituyeron un buen caldo de cultivo para un nuevo arte basado en el inconsciente
y en la libertad individual del artista.
Cuando llegó la guerra parecía que este movimiento, el más importante y recio de los
movimientos artísticos de entreguerras, había agotado sus fuerzas. Cuando el
movimiento surrealista llegó, en su casi totalidad, a Nueva York, poco después del
comienzo de la guerra, entre los exiliados estaban no solamente Bretón sino también
Roberto Matta, Salvador Dalí y André Masson. Peggy Gugghenheim, que entonces
estaba casada con Ernst, facilitó al grupo un centro en el que pudieran desarrollar sus
actividades al abrir la galería Art of This Century en 1942.
La situación de los exiliados surrealistas se vio influida por varios factores. Por
ejemplo, en plena guerra ya no tenían relevancia las viejas y divisorias polémicas
políticas. Nueva York ofrecía un territorio nuevo y difícil para sus actividades, y los
exiliados comenzaron enseguida a ganar prosélitos a su causa entre los artistas
estadounidenses.
A pesar de todo fueron los surrealistas llegados más recientemente los que dieron el
ímpetu decisivo. Sin estar ellos en Nueva York el expresionismo abstracto nunca
habría hecho acto de presencia.
Maderuelo, pág. 12 La presencia en Nueva York de surrealistas como Ernst resultó un factor clave para la
conformación de esta tendencia. La apelación a una temática relacionada con el
inconsciente, y el enfático abandono de las rígidas tradiciones de Europa a favor de la
vitalidad americana constituyeron un buen caldo de cultivo para un nuevo arte basado
en el inconsciente y en la libertad individual del artista.
Yves Tanguy
Nació en la Bretaña francesa (1900-1955). Cuando tenía 23 años de edad vio un día,
de repente, un cartel en el que se mostraba una obra de Giorgio de Chirico. Sintió
entonces la necesidad de dedicarse por completo a la pintura. Gracias a su amistad
con Jacques Prévert, Tanguy fue admitido alrededor de 1924 en el círculo de
surrealistas de André Breton. Tanguy desarrolló con rapidez su propio estilo
pictórico, celebrando su primera exposición individual en 1927 en París.
En 1939 conoce a la pintora Kay Sage, que se convertirá en su segunda mujer con la
cual viaja por el sur de EEUU. En 1940 se establece en Connecticut y participa en la
exposición Artistas en el exilio en la galería Pierre Matisse de Nueva York. En 1947
su obra está en la exposición Le Surrealisme, organizada por Breton y Duchamp en la
galería Maeght de París. En 1948 adoptó la nacionalidad norteamericana. Los
cuadros de Yves Tanguy tienen un estilo único, reconocible rápidamente, de un
surrealismo abstracto. Muestran paisajes vastos y abstractos, en su mayor parte con
una paleta de colores muy limitada, mostrando sólo destellos de colores que
contrastan. Típicamente, estos paisajes de ensueño están poblados por formas
abstractas variadas, a veces angulares y agudas como fragmentos de vidrio, otras
veces con un aspecto orgánico intrigante, como amebas gigantes repentinamente
petrificadas.
A pesar de unos inicios tardíos en el campo de la pintura, Yves Tanguy constituye una de las
revelaciones del arte surrealista. Como dato curioso, hay que mencionar cómo fue la profunda sensación de
la imagen de un cuadro del italiano Giorgio de Chirico en 1923 la que provocó su inmediata adhesión a la
pintura. En 1920 entabla amistad en París con Prévert y Marcel Duhamel y en 1925 se introduce en el
movimiento surrealista, donde realiza obras inspiradas en bestiarios
fantásticos y en elementos propios de la iconografía pictórica de Max
Ernst y Joan Miró. Tanguy será, de hecho, uno de los mejores
exponentes de esa tendencia que se conoce como "surrealismo de
formas orgánicas", donde predominan los elementos que cambian de
estado. Su maduración en el surrealismo se inscribe en paisajes
oníricos habitados por formas embrionarias, seres unicelulares,
placentas, en una atmósfera fantástica y extraña que recuerdan en
muchas ocasiones a los ambientes desolados y fríos de Salvador Dalí.
Azure Day, 1937. Tate. Se trata de un universo resuelto con una detallada descripción y salido
"de la experiencia lejana" en palabras de André Breton. Es la visión de
playas fantásticas con objetos percibidos como durante el sueño.
Entre sus obras más destacadas con esos aspectos sobresalen El sol en su arca (1937), Palacio con
rocas de ventana (1942) o Todavía y siempre (1942). En 1934 marcha como emigrante a Estados Unidos
hasta el año 1948, cuando se convierte en ciudadano americano. Allí fue uno de los protagonistas más
conocidos del surrealismo americano en su corriente más formalista. De este periodo podríamos mencionar
obras tan destacadas como La multiplicación de los arcos (1954) y Los números imaginarios (1954).
Max Ernst
Max Ernst (1891 - 1976) fue un artista alemán nacionalizado francés considerado
figura fundamental tanto en el movimiento dadá como en el surrealismo. A lo largo
de su variada carrera artística, Ernst se caracterizó por ser un experimentador
infatigable, utilizando una extraordinaria diversidad de técnicas, estilos y materiales.
En todas sus obras buscaba los medios ideales para expresar, en dos o tres
dimensiones, el mundo extradimensional de los sueños y la imaginación.
Después de una formación en filosofía, algunos cursos de psiquiatría y de historia del arte, Ernst se
une al grupo de le Blaue Reiter y exhibe sus obras en la galería Der Sturm de Berlín. Su amistad con Arp,
el conocimiento de las obras de Giorgio de Chirico, sus estudios sobre Freud y su personal definición de
Dadá son las bases de su arte. El carácter de extrañamiento y la presentación detallada y minuciosa de los
objetos forman obras tan célebres como L'éléphant Célèbes (1921) o Edipo rey (1922). En 1922 se
traslada a París y entra en contacto con los futuros surrealistas. A caballo entre Dadá y el surrealismo, su
afán investigador le llevar a crear técnicas nuevas como el frottage o a conseguir más efectos del collage
como en La femme 100 têtes. De esta época se deben destacar Bosques y los Pájaros pintados. Su creación
de imágenes surrealistas parte de escritos como éste en el que explica el desarrollo: "Una realidad completa
cuyo ingenuo destino tiene el aire de haber sido fijado para siempre (el paraguas), al encontrarse de golpe
en presencia de otra realidad bastante distinta y no menos absurda (una máquina de coser) en un lugar
donde los dos deben sentirse extraños (una mesa de operaciones), escapará por ese mismo hecho a su
ingenuo destino y a su identidad; pasará de su falso absoluto nuevo, verdadero y poético: el paraguas y la
máquina de coser harán el amor... La transmutación completa, seguida de un acto puro como el del amor, se
producirá forzosamente todas las veces que las condiciones sean favorables para los hechos dados:
acoplamiento de dos realidades en apariencia inconciliables en un plano que, en apariencia, no conviene a
ninguna de las dos". En 1939 se traslada a Estados Unidos donde inventa una técnica nueva, la oscilación.
El proceso consiste en dejar caer sobre el lienzo unas gotas de pintura de un bote lleno de agujeros que él
mismo mueve de manera aleatoria; es el precedente de la famosa técnica del dripping de Pollock.
Joan Miró
Joan Miró i Ferrà (Barcelona, 20 de abril de 1893-Palma de Mallorca, 25 de diciembre de 1983)
fue un pintor, escultor, grabador y ceramista español, considerado uno de los máximos representantes del
surrealismo. En su obra reflejó su interés en el subconsciente, en lo "infantil" y en su país. En un principio
mostró fuertes influencias fauves, cubistas y expresionistas, pasando a una pintura plana con cierto aire
naïf, como lo es su conocido cuadro La Masía del año 1920. A partir de su estancia en París, su obra se
vuelve más onírica, coincidiendo con los puntos del surrealismo e incorporándose a este movimiento. En
numerosas entrevistas y escritos que datan de la década de 1930, Miró manifestó su deseo de abandonar los
métodos convencionales de pintura, en sus propias palabras de "matarlos, asesinarlos o violarlos", para
poder favorecer una forma de expresión que fuese contemporánea, y no querer doblegarse a sus exigencias
y a su estética ni siquiera con sus compromisos hacia los surrealistas.
Instalado en el taller de Pablo Gargallo en París, tuvo contacto con artistas provenientes del
movimiento Dadá, que fundaron en 1924, con el poeta André Bretón al frente, el grupo del surrealismo.
A Miró le sirvió principalmente para abandonar su época detallista y sintetizar los motivos ya
apuntados en esa etapa. Es, en el potencial que le ofrecía el surrealismo, en lo inconsciente y lo onírico,
donde encontró el perfecto material para sus futuras obras. Así se aprecia en Tierra labrada, con clara
alusión a La masía, pero con elementos surrealistas como el ojo y una oreja junto al árbol de la pintura. En
Cabeza de fumador, la influencia se ve en la síntesis empleada para la descripción del personaje.
Realizó una exposición en la Galería Pierre del 12 al 27 de junio de 1925, con la presentación de 16
pinturas y 15 dibujos. Todos los representantes del grupo surrealista firmaron la invitación a la exposición.
La inauguración se realizó a media noche, cosa nada frecuente en aquella época, mientras en el exterior,
contratada por su amigo Picasso tocaban los compases de una sardana una orquesta de músicos; los
visitantes, tenían que entrar a la sala, por turnos, completamente llena. Las ventas fueron tan buenas como
la crítica.
En 1926, Joan Miró colaboró con Max Ernst en diseños para los Ballets Rusos de Sergei Diaghilev,
en la obra Romeo y Julieta. El 4 de mayo de 1926, se representó por primera vez en Montecarlo y el 18 de
mayo en el teatro Sarah Bernhardt de París. Se sabía que estaba en los ánimos de los surrealistas y
comunistas, alterar el estreno del "burgués" Diaghilev y los "traidores" Ernst y Miró, y así fue, al empezar
la función, entre silbatos, se lanzó una lluvia de folletos de color rojo con un texto de protesta, firmado por
Louis Aragon y André Breton. Sin embargo, al cabo de poco tiempo, la revista La Révolution Surréaliste,
que editaba Bretón, siguió con la reproducción de obras de los dos artistas.
Una de las pinturas más interesantes de este periodo es Carnaval de Arlequín (1925), completamente
surrealista y que consiguió un gran éxito en la exposición colectiva de la Peinture surréaliste de la Galería
Pierre a finales de 1925, expuesta junto a obras de Giorgio de Chirico, Paul Klee, Man Ray, Pablo Picasso y
Max Ernst.
Esta obra es la considerada como el inicio pleno de la etapa surrealista de Joan Miró. Realizada
entre los años 1924 y 1925, la ejecutó en un tiempo en que el artista pasaba por momentos difíciles y con
gran penuria, incluso alimentaria. Según explicó el mismo artista:
Intenté plasmar las alucinaciones que me producía el hambre que pasaba. No es que pintara lo que
veía en sueños, como decían entonces Breton y los suyos, sino que el hambre me provocaba una manera de
tránsito parecido al que experimentaban los orientales.
Un autómata que toca la guitarra junto con un arlequín con grandes bigotes, son los personajes
principales de la composición pictórica, donde se aprecian también todo un mundo de detalles dominados
por la imaginación que se esparcen por toda la pintura, como un pájaro con alas azules saliendo de un
huevo, un par de gatos jugando con un ovillo de lana, peces volando, un insecto que sale de un dado, una
escalera con una gran oreja, y en la parte superior derecha se ve a través de una ventana una forma cónica
con la que quiso representar la torre Eiffel. Compuso Miró un pequeño texto poético en 1938 sobre este
cuadro: "En la madeja de hilo deshecha por los gatos vestidos de arlequines ahumados retorciéndose y
apuñalando mis entrañas..."
En 1927 realizó por primera vez una ilustración para el libro Gertrudis de J.V. Foix. Se trasladó a
vivir a otro estudio más grande de la calle Tourlaque, donde encontró a viejos amigos Max Ernst, Paul
Éluard y conoció a Pierre Bonnard, René Magritte y Jean Arp. Experimentó con ellos el juego del cadáver
exquisito. En 1928 viajó a Bélgica y a los Países Bajos, visitando los más importantes museos de ambos
países, entre los que destaca una visita al Rijksmuseum. Los pintores neerlandeses, como Vermeer y los
maestros del siglo XVII, causaron un gran impacto en el artista, que compró postales coloreadas de estas
pinturas reproducidas a partir de la colección del Rijksmuseum, y a su regreso a París se dedicó a la
creación de una serie conocida como Interiores holandeses compuesta por un total de 3 pinturas. Realizó
numerosos dibujos para la consecución de la primera pintura Interior holandés I, inspirada en El tocador de
Laud de Hendrick Martensz Sorgh; en Interior holandés II, es de la obra Niños enseñando a bailar a un gato
del pintor Jan Havicksz Steen. Interior holandés III, inspirada en otra obra del mismo autor, Mujer joven en
el baño. En esta serie, Miró transformó, la pintura de sus sueños surrealistas, con el espacio vacío en los
cuales imperaban los grafismos, a la recuperación de la composición en perspectiva y las formas analizadas.
Ruptura con el surrealismo y "asesinato" de la pintura.
Entre los años 1928 y 1930, las diferencias dentro del grupo de los surrealistas cada vez se hacen
más evidentes, no sólo en la plástica, también ocurría en la parte política. Miró cada vez más individualista
se fue distanciando más, a pesar de aceptar los principios de la estética surrealista, no se sintió obligado a ir
frecuentemente a participar en todas las manifestaciones. El 11 de marzo de 1929, en una reunión al Bar du
Château, Breton ya adherido al partido comunista, el tema de discusión fue el destino de Lev Trotsky; este
tema quedó al margen y las discusiones llegaron a clarificar las posiciones. Entre los que se manifestaron en
contra de una acción completamente común basado en un programa de Breton, se encontraban Miró,
Michel Leiris, Georges Bataille y André Masson entre otros. Miró solo quería defenderse y luchar con la
pintura. Entre Marx que abogaba por «transformar el mundo» por medio de la política o el «cambiar la
vida» de Rimbaud por medio de la poesía, Miró escogió lo segundo. Fue entonces cuando Georges Hugnet
explicó que Miró solo puede defenderse con las armas propias de él, la pintura:
Sí, Miró ha querido asesinar la pintura, la ha asesinado con medios plásticos, mediante una plástica
que es una de las más expresivas de nuestro tiempo. La ha asesinado, quizá, porque no quería doblegarse a
sus exigencias, a su estética, a un programa demasiado estrecho para dar vía libre a sus aspiraciones y a su
sed.
A partir de aquí Miró dibujó y se dedicó intensamente a otra alternativa, el collage, que no realizó
como habían hecho los cubistas recortando el papel con cuidado y encajándolo en el soporte, sino que sus
formas son sin precisión y después de enganchadas en el soporte deja los bordes al aire y los enlaza con un
grafismo; su búsqueda no es inútil, le abre las puertas a las esculturas que realizará a partir de 1930.
En 1930 expuso en la galería Pierre esculturas-objetos y seguidamente la primera exposición
individual en Nueva York con pinturas de los años 1926-1929. Realizó sus primeras litografías para el libro
L’Arbre des voyageurs de Tristan Tzara. En el verano de 1930 empezó su serie llamada Construcciones,
consecuencia de los collages, la composición la realizaba a partir de formas elementales, círculos y
cuadrados recortados en madera y pegados sobre un soporte generalmente también de madera, con la
aplicación de clavos reforzando las líneas del cuadro. Todas estas piezas fueron expuestas en París, donde
las vio el bailarín y coreógrafo Leonide Massine, que enseguida se dio cuenta que era el artista que estaba
buscando para realizar la decoración, vestuario y diversos objetos para el ballet Jeux d'enfants. Miró aceptó
y viajó a Montecarlo a principios del año 1932. Los decorados fueron realizados a base de volúmenes y
diversos objetos dotados de movimiento. La obra se estrenó el 14 de abril de 1932 con un gran éxito.
Después se representó en París, Nueva York, Londres y en Barcelona en el Gran Teatro del Liceo el 18 de
mayo de 1933.
A partir de enero de 1932 pasó a residir en Barcelona, con traslados frecuentes a París, formó parte
de la asociación de Amics de l'Art Nou (ADLAN) junto a Joan Prats, Joaquim Gomis y el arquitecto Josep
Lluís Sert, cuyo objetivo era dar a conocer la vanguardia artística internacional y promocionar la catalana.
Realizó numerosas exposiciones en Barcelona, París, Londres, Nueva York, Berlín.
Prosiguió con su trabajo de búsqueda y creó las 18 pinturas según un collage a partir de imágenes de
anuncios aparecidos en diarios, como comentó posteriormente el artista:
Solía recortar diarios en formas no regulares y pegarlas sobre láminas de papel, día tras día acumulé
estas formas, Una vez hechos, los collages me servían como punto de partida de las pinturas. No copiaba
los collages. Sencillamente dejaba que me sugirieren formas.
Creó unos nuevos personajes con una expresión de gran dramatismo con una perfecta simbiosis
entre los signos y la figuras, cuyos fondos son generalmente oscuros, pintados sobre masonita (tablex)
como Hombre y mujer frente a un montón de excrementos (1935), o Mujer y perro frente a la luna (1936),
seguramente por el estado de ánimo del artista ante los acontecimientos de la Guerra Civil Española y la
posterior de la Segunda Guerra Mundial.
Tras una etapa salvaje, en torno a los años de la Guerra Civil española, se traslada en 1940 a España,
que sufre una dura posguerra. Aislado, trabaja en Mallorca en la serie de las Constelaciones, gouaches
sobre papel que había iniciado en Francia, en 1944 vuelve al lienzo, fascinado por la música como en otro
tipo –siempre- lo estuvo por la poesía, y pinta cuadros como la Bailarina oyendo tocar el órgano en una
catedral gótica (1945).
Arte después de Durante los años treinta, desde la Gran Depresión, en Estados Unidos los
Auschwtiz, pág. 9 artistas habían estado protegidos por la WPA, Work Progress Administration,
un proyecto del Gobierno destinado a sostener las artes y financiar a un gran
número de artistas. Empezó en 1933 bajo el mandato del presidente Roosevelt
y su doctrina New Deal y dio trabajo a más de cinco mil quinientos artistas en todo el
territorio. Bajo el manto protector de la WPA los pintores hacían un arte realista en
dos vertientes principales. Por un lado, una visión nostálgica de la América rural,
anterior a la industrialización y definitivamente perdida, en un momento en que
también la industria se había hundido: un regionalismo, que mantenía todavía,
pasado el primer cuarto del siglo xx, una actitud decimonónica y autocomplaciente,
una imagen romántica del país de los pioneros. Por otro lado, un realismo de
carácter social, menos evasivo, más comprometido con la situación contemporánea y
muy atento a lo que sucedía en la Unión Soviética, tanto desde el punto de vista
político como plástico. Este arte, fuertemente politizado, iba destinado a un público
muy amplio, con el que intentaba conecta, al recoger sus aspiraciones y educarle por
medio de la imagen.
Anotaciones Isaac
En 1913 se celebró la exposición Armory Show que había dado a conocer el arte moderno europeo
en Nueva York, Chicago y Boston, obras de Cézanne, Rousseau, Gauguin, Van Gogh, Matisse, Picasso,
Duchamp, Kandinsky y Kirchner. Aunque las críticas fueron implacables, jugó un papel decisivo en la
modernización del panorama artístico de Nueva York.
El fotógrafo Alfred Stieglitz (1864-1946), con la revista Camera Work y la galería 291, mantenía
viva la llama de la modernidad, haciendo exposiciones de arte contemporáneo europeo. A ello se unió la
presencia en Nueva York de Francis Picabia y Marcel Duchamp, ambos de origen francés, y la unión de
otros americanos como Man Ray, que dio lugar a uno de los más importantes focos dadaístas en la segunda
decena del siglo.
En 1939, C. Greenberg veía la posibilidad de que la vanguardia neoyorquina sustituyera a la de
París, aunque esto no era tan claro para todos: Motherwell, en 1944, decía que el futuro de América era
desesperanzador, con dos únicas salidas: ir a Francia para siempre o quedarse allí a que les psicoanalizaran.
París se resistía a perder su preeminencia artística, con críticas implacables contra los artistas
estadounidenses que expusieron allí en el verano de 1938, vendiendo a los coleccionistas norteamericanos
pintura europea en lugar de obras de compatriotas, etc. Lo que decía París iba a misa en Estados Unidos y el
dogma acabó convirtiéndose en algo opresivo.
Atraídos por la libertad, los europeos fueron llegando a Nueva York: Salvador Dalí, Yves Tanguy,
Piet Mondrian, Man Ray, Fernand Léger, Max Ernst, André Breton, Marc Chagall, etc. La acogida
americana fue buena. En 1942 Pierre Matisse, hijo del pintor, que era marchante en Nueva York, organizó
para ellos una exposición en su galería, Arte en el exilio. Peggy Guggenheim, casada entonces con Max
Ernst, abrió Art of This Century, que se convertiría en el hogar del nuevo arte y los nuevos artistas
americanos. El MOMA creó un Comité de Rescate Internacional para acoger artistas europeos.
Y aunque Washington trató durante unos años de quedarse con esa capitalidad artística, a principios
de los 40 ya estaba claro que sólo Nueva York era suficientemente cosmopolita para sustituir a París.
El compromiso inicial de los artistas americanos con la izquierda en los años 30, desde la Gran
Depresión, se fue relajando poco a poco por una serie de acontecimientos que llevaron a la caída del mito
soviético y la pérdida del prestigio moral de Rusia: la tierra de la revolución ya no era el paraíso, sino otro
Estado autoritario más, mientras EE.UU. era el único gran país con un gobierno democrático que se
mantenía en paz. A la vista de todo ello los artistas se fueron alejando de la política activa e incluso de la
crítica, mientras tomaban una postura más individual, más elitista y más moderna.
Unos fueron más rápidos que otros en este proceso de cambio. En 1936, un grupo de artistas, The
Ten (formado por Mark Rothko y Adolf Gottlieb, entre otros) ya estaba en este camino, lo mismo que los
AAA, American Abstract Artists, otro grupo de pintores formado en 1937 y conectado con el movimiento
europeo Abstraction-Création. La vocación internacionalista de los AAA les hacía desdeñar todo lo que
oliera a inequívocamente americano en su pintura y con ello se ganaron la enemistad de los críticos
artísticos y la falta de apoyo de las instituciones oficiales. El soporte ideológico que este cambio de
orientación artística y política necesitaba se lo brindó el crítico Clement Greenberg con un artículo
publicado en 1939 titulado Avantgarde and Kitsch que le confirmó a todos ellos en el nuevo camino que
habían emprendido.
En la década de 1920 muchos fueron los movimientos que abandonaron el fauvismo, el cubismo,
el futurismo y el expresionismo en pos de nuevos sistemas de representación realistas. Uno de ellos fue el
Precisionismo, quizás uno de los pocos movimientos propios que tendría el arte norteamericano. Aunque el
precisionismo no tendría un manifiesto programático ni participaría colectivamente en exposiciones, su
estilo tuvo como característica común el cuidado casi obsesivo en la captación de la realidad, la precisión
técnica, la factura lisa. Algunos de sus integrantes se dedicaron a la representación de los paisajes urbanos
que había generado la industria norteamericana, teniendo como punto de partida el cubismo mecánico de
Marcel Duchamp y Francis Picabia. Tal es el caso de Charles Sheeler y Ralston Crawford, cuyas obras, de
una técnica casi fotográfica, nos recuerdan a esas imágenes de máquinas imposibles cercanas a los
molinillos de café que los artistas franceses habían dado a conocer al mundo norteamericano pocos años
antes.
Un poco distinto es el caso de Georgia O'Keeffe: dedicada durante los años veinte a la pintura de
paisajes urbanos, pronto abandonaría la realidad industrial para dedicar su técnica, de una precisión
microscópica, a la representación romántica de la organicidad natural. Aunque sus imágenes fueron
tendiendo cada vez más a la abstracción, en algunas de sus representaciones se observa la intención
precisionista de capturar algunos de los rasgos constitutivos de la identidad norteamericana.
La década de los años veinte también vería el auge de una serie de pintores realistas conocidos
como The Ashcan School. Nacidos en el seno de uno de los primeros movimientos pictóricos realistas
norteamericanos, el Grupo de los Ocho, los pintores integrantes de esta escuela pronto se desvincularían de
sus predecesores para dedicarse exclusivamente a la representación de la cotidiana en el paisaje urbano. Sus
imágenes, imágenes del basurero tal como reza su denominación grupal, incidirían en los despojos de la
sociedad industrial: la vida en los barrios pobres, la soledad a la que está condenado hombre moderno, la
vida nocturna como válvula de escape... Es en este lismo donde se encuadran las obras de Edward Ropper,
pero también de artistas como Robert Renri, John French Sloan o George Bellows.
En la misma línea de representación de la realidad norteamericana encuentra el movimiento del
Regionalismo, aunque en este caso la temática dejará de lado los ambientes urbanos para sumirse de lleno
en los rurales, en la América no industrial. Las imágenes idilicas de Grant Wood, aunque en ocasiones
reveladoras de la estricta moral religiosa imperante en las zonas rurales y las obras agresivas y despiadadas
de Ivan Le Lorraine Albright sacaban a la luz una realidad bien distinta de la imagen de prosperidad que se
había venido difundiendo por aquellos años y que pronto recibiría su contestación más radical.
La depresión materializada en 1929 abriría la década de los 30, una década marcada por las labores
de reconstrucción económica y por el aislamiento estadounidense en la política internacional. La toma de
conciencia nacional que había generado la crisis se materializaría también en el ámbito artístico bajo la
promoción de un arte popular representativo de la cultura norteamericana. Fue así como se extendería un
nuevo tipo de realismo que encontraría su mejor forma de expresión en la pintura mural. Sedes e
instituciones públicas mandarían cubrir sus muros con imágenes de la historia estadounidense, llamándose
para ello a muralistas americanos como Thomas Hart Benton -pintor con quien se formaría Jackson
Pollock- pero también a mexicanos como David Siqueiros,
David Orozco y Diego Rivera, con los consecuentes riesgos que esto conllevaría. La actividad de
los muralistas mexicanos que estuvieron trabajando en EEUU es uno de los factores habitualmente
considerados como influencia en la gestación del expresionismo abstracto, en particular Diego Rivera dejó
un poso importante con su uso de enormes formatos y las implicaciones morales de las que dotaba a sus
obras.
siente verdadero interés por el arte, por lo que ingresa en el Instituto de Arte de
Chicago para iniciar sus estudios. Su formación artística le lleva a París, donde entra
en contacto con las últimas tendencias artísticas. Su arte experimenta cambios y se
deja influir por las corrientes más modernistas. Su siguiente destino es Nueva York,
por aquel entonces incipiente centro del arte. De nuevo en Estados Unidos su pintura
experimenta cambios y abandona los recursos más vanguardistas que había adquirido
en la Ciudad de las Luces. Estamos en 1929 y se produce la gran crisis. Este
incidente afecta a los artistas estadounidenses de tal forma que comienzan a buscar su
propia identidad, en aras de las corrientes procedentes de Francia. Se adopta un estilo
mucho más realista. Los artistas recuperan los principios establecidos por la anterior
Escuela de los Ocho y recupera las escenas de género. De este modo surge la escuela
regionalista. Benton y Albright fueron sus máximos cabecillas. A partir de entonces
retoma un estilo naturalista y representa escenas rurales y cotidianas de la vida en el
centro y sur de Estados Unidos. De su producción hay que destacar La América
Moderna, el mural que decora el Nuevo Instituto de Estudios Sociales de Nueva
York. De su maestría dejó constancia en la Art Student's League de Nueva York,
donde impartió clases a alumnos de la talla de Jackson Pollock.
Una de sus obras más polémicas es la que realiza para el Congreso Regional de
Jefferson City en Missouri. En esta obra pintó algunas escenas que recordaban los
aspectos más polémicos del pasado de la ciudad, como la esclavitud negra. A pesar
de las críticas continuó siendo admirado como uno de los artistas más geniales de su
tiempo.
A Companion to Benton, a leading member of the American regionalist school or painting in the
Contemporary Art since 1930s, remained a vociferous critic of abstraction well into the early 1950s. For
1945, pág. 25 Benton, as for Berger and others, abstraction offered nothing but “an academic world
of empty pattern” as opposed to an art that could claim to represent the everyday
realities of people’s lives.
Regionalismo
Los discursos del arte En la misma línea de representación de la realidad norteamericana se encuentra el
contemporáneo, pág. 232 movimiento del regionalismo, aunque en este caso la temática dejará de lado los
ambientes urbanos para sumergirse de lleno en los rurales, en la América no
industrial. Las imágenes idílicas de Grant Wood, aunque en ocasiones reveladoras de
la estricta moral religiosa imperante en las zonas rurales y las obras agresivas y
despiadadas de Ivan Le Lorraine Albright, sacaban a la luz una realidad bien distinta
de la imagen de prosperidad que se había venido difundiendo por aquellos años y que
pronto recibiría su contestación más radical.
La depresión materializada en 1929 abriría la década de los 30, una década marcada
por las labores de reconstrucción económica y por el aislamiento estadounidense en
la política internacional. La toma de conciencia nacional que había generado la crisis
se materializaría también en el ámbito artístico bajo la promoción de un arte popular
representativo de la cultura norteamericana. Fue así como se extendería un nuevo tipo
de realismo que encontraría su mejor forma de expresión en la pintura mural. Sedes e
instituciones públicas mandarían cubrir sus muros con imágenes de la historia
estadounidense, llamándose para ello a muralistas americanos como Thomas Hart
Benton – pintor con quien se formaría Jackson Pollock – pero también a mexicanos
como David Siqueiros, David Orozco y Diego Rivera, con los consecuentes riesgos
que esto conllevaba.
Wikipedia (traducción El regionalismo es un movimiento artístico americano moderno realista que fue
propia) popular en la década de los ’30. Los artistas se centraban en dejar de lado la vida
urbana y los rápidos avances tecnológicos para crear escenas rurales. El estilo
regionalista tuvo su máximo apogeo entre 1930 y 1935 y es más conocido por su
“Triunvirato Regionalista”, compuesto por Grant Wood, Thomas Hart Benton y John
Stuart Curry.
Ashcan Painters
Al igual que Europa después de los futuristas italianos, gran parte de la escultura y la
pintura en Estados Unidos desde 1900 ha sido una serie de rebeliones contra la
tradición. «Al infierno con los valores artísticos», proclamó Robert Henri (1865-
1929). Henri encabezó el grupo de los Ocho, lo que los críticos apodaron la escuela
«del basurero» o «cubo de basura» (Ashcan school) o incluso «banda negra
revolucionaria» porque los retratos realistas del grupo mostraban los aspectos más
pobres de la vida en la ciudad. Eligieron un realismo académico describiendo escenas
rurales y urbanas estadounidenses, por lo que su novedad radica más en los temas que
en la técnica. Desarrollaron en sus obras una iconografía de conciencia social. Del
grupo de los Ocho fue famoso George W. Bellows por sus temas de boxeo.
Los discursos del arte La década de los años veinte también vería el auge de una serie de pintores realistas
contemporáneo, pág. 231 conocidos como The Ashcan School. Nacidos en el seno de uno de los primeros
movimientos pictóricos realistas norteamericanos, el Grupo de los Ocho, los pintores
integrantes de esta escuela pronto se desvincularían de sus predecesores para
dedicarse exclusivamente a la representación de la cotidiana en el paisaje urbano. Sus
imágenes, imágenes del basurero tal y como reza su denominación grupal, incidirían
sobre los despojos de la sociedad industrial: la vida en los barrios pobres, la soledad a
la que está condenado el hombre moderno, la vida nocturna como válvula de
escape… Es en este ismo donde se encuadran las obras de Edward Hopper, pero
también de artistas como Robert Henri, John French Sloan, Luks o George Bellows.
http://www.nytimes.com/2 Los pintores de la Escuela Ashcan sólo querían divertirse. Hicieron la crónica
007/12/28/arts/28sloa.htm de la vida de los habitantes pobres de la ciudad, pero no eran ni críticos
l?_r=0 sociales ni reformadores. (...) Sus pintores no eran de una gran profundidad
espiritual o imaginación formal. Pero eran un animadogrupo de rebeldes
provincianos que crearon la primera vanguardia auténtica de los Estados
Unidos, y su capítulo en el libro de la historia del arte sigue siendo
fascinante.
No fue hasta mucho más tarde, sin embargo, cuando la Ashcan School
obtuvo su nombre. En 1916 un miembro del personal de la revista socialista
“The Masses” puso objeto falta de altura de miras a los "cuadros de cubos de
basura y niñas subiéndose la falda en Horatio Street", por Sloan, George
Bellows y otros del círculo de Henri, que ilustra la revista.
Elevados o no, los pintores Ashcan fueron atraídos por lo que veían como la
vitalidad de las clases más bajas. La pintura "Cuarenta y dos niños" de
Bellows de 1907, en la que una banda de chicos casi desnudos nada de un
decadente muelle del río Hudson, no es una acusación de la pobreza, sino
una celebración anti-académica de la libertad no supervisada, la
espontaneidad y el juego.
Si la pintura Ashcan parece a un callejón sin salida hoy en día, no hay que
olvidar que dio a luz a dos grandes pintores americanos: Edward Hopper y
Stuart Davis. También hay que decir que el espíritu Ashcan volvió en el
expresionismo abstracto, un movimiento que favorecía la acción visceral más
que el refinamiento estético. La famosa frase de Willem de Kooning -
"Siempre parezco estar envuelto en el melodrama de la vulgaridad" - podría
haber sido el lema Ashcan.
Fue en 1905 cuando Stieglitz abrió su galería conocida como 291 por su ubicación en la Quinta
avenida. Una estancia en París en 1907 fue clave en el devenir de la galería, ya que el conocimiento
de las tendencias europeas vanguardistas llevó a Stieglitz a introducir en 1908 en el programa de
exposiciones de la 291 a artistas europeos que hasta entonces nunca habían expuesto en EEUU9. Así
comenzó por Rodin a los que siguieron Matisse, Picasso o Picabia.
Alfred Stieglitz (1864 –1946) fotógrafo estadounidense, de origen judío-alemán. Durante sus cincuenta
años de carrera luchó por hacer de la fotografía una forma de arte al nivel de la pintura y la escultura. Para
conseguir este objetivo empezó explorando dentro del campo de la fotografía capacidades propias de la pintura
(composición, texturas) para después recurrir a elementos propiamente fotográficos (profundidad de campo, efecto
de corte fotográfico). Pasó así del pictorialismo a la llamada fotografía directa. Siendo un adolescente se traslada a
Berlín para estudiar ingeniería. Es entonces cuando comienza a desarrollar una enorme afición por la fotografía.
Su pasión por la fotografía le llevó a publicar artículos en revistas especializadas. Stieglitz evoluciona
hacia un tipo de composición que se aproxima más a las obras de los pintores de género germanos. A los veintiséis
años regresa a Nueva York y comienza a experimentar con distintas técnicas. Gracias a sus aportaciones,
introdujo una nueva forma de ver este arte en Estados Unidos con sus composiciones pictorialistas. Trabajó en
diversas publicaciones y en 1902 crea el movimiento Photo-Secession, que defendía el pictorialismo. Todos los
trabajos e ideas que acompañaban a esta agrupación fueron difundidos a través de la revista "Camera Work".
Con los años Stieglitz abandona paulatinamente esta corriente y se centra en imágenes más directas. Esta
nueva tendencia es denominada "Straight photography", y rechaza las manipulaciones ofreció su interpretación
personal de la realidad a través de esta disciplina, hasta alcanzar su ideal.
Movimientos artísticos Estados Unidos llevaba largo tiempo brindando hospitalidad al arte europeo de
desde 1845, pág. 27 vanguardia. Nueva York tenía una tradición de vanguardismo intermitente, que se
remontaba a la Exposición de Armory de 1913 y, más lejos aún, a las actividades
anteriores a la Primera Guerra Mundial, de Alfred Stieglitz, que montó una serie de
exposiciones de artistas como Rodin, Matisse, Picasso, Brancusi, Henri Rousseau y
Picabia en una pequeña galería situada en el número 291 de la Quinta Avenida.
http://www.metmuseum.or Recognized as a pioneer in the advancement of Pictorial photography in America and
g/toah/hd/stgl/hd_stgl.htm abroad, Alfred Stieglitz (1864–1946), photographer, publisher, gallerist, and
impresario, also made unparalleled contributions to the introduction of modern art in
America and gave unequivocal support to young American modernist painters. In
1905, Stieglitz, in association with the photographer and painter Edward Steichen,
opened the Little Galleries of the Photo-Secession in Steichen's former studio at
291 Fifth Avenue. Commonly called "291," the small gallery was originally an outlet
for exhibiting work by Photo-Secessionist photographers, but subsequently, it
became a preeminent center for the exhibition of modern European and American
artists. 291 became the first venue in America to show Auguste Rodin and Henri
Matisse in 1908, Paul Cézanne in 1910, and Pablo Picasso in 1911.
Following the International Exhibition of Modern Art, known as the Armory Show,
which opened in New York in February 1913, Stieglitz found his unique role and
291's pioneering stance as a storm center for modernism challenged. The Armory
Show exhibited nearly 1,300 paintings, drawings, prints, and sculptures from Europe
and America in an astounding survey of modern art history and trends. Although not
directly involved with the exhibition's organization, Stieglitz gave his support by
serving as an honorary vice-president, lending works from his gallery and openly
endorsing the show in the press.
Stieglitz was already familiar with Kandinsky's art and theories, having reproduced
excerpts of the artist's seminal thesis Concerning the Spiritual in Art in a 1912
volume of Camera Work.
In the years following the Armory Show until the closing of 291 in 1917, Stieglitz
dedicated most of his exhibitions to work by American artists, including Georgia
O'Keeffe. Defeated by financial woes caused by the war, and his own uncertainty
about his role in promoting modern art, Stieglitz closed the gallery.
Opening the Intimate Gallery in 1925, Stieglitz had already forged an allegiance
with a select group of American artists, including O'Keeffe, Dove, Hartley, Marin,
Charles Demuth, and photographer Paul Strand. Headed by Stieglitz, this tightly knit
group sought to define an authentic American identity, they looked toward
cultivating a national spirit derived strictly from the American soil. Their activities
included composing an ongoing series of "portraits" of each other.
In 1929, Stieglitz moved his gallery to a new site and renamed it An American
Place, emphasizing his renewed dedication to American art. Continuing an exhibition
schedule comparable to the one he directed at the Intimate Gallery, Stieglitz focused
on his solid stable of American artists—Dove, Marin, and O'Keeffe—with sporadic
exhibitions of other artists and photographers such as Ansel Adams and Eliot Porter.
As the 1930s moved into the 1940s, the rhetoric of the Stieglitz circle gouged deeper
spiritual undertones about American identity, and its artists developed independent
styles that blurred the lines between nature and abstraction. His relentless promotion
of American art created new appreciation and new markets for this work, where none
had previously existed.
Nueva York y que a menudo se reunían para charlar e intercambiar ideas con poetas
y escritores. Todos ellos se interesaban por las corrientes de pensamiento europeas
(Kirkegaard, Jung, existencialismo…) pero eran también muy sensibles a las
tradiciones culturales americanas (Poe, Thoreau, Whitman), así como al mito más
americano de todos: el del pionero, con todo lo que ello implica de soledad, de
dureza, de énfasis en el proceso, en el camino hacia un territorio desconocido y lleno
de promesas.
Lucie-Smith pág. 36 La verdadera figura paterna de la escuela de pintura de Nueva York durante los años
de posguerra fue probablemente el veterano Hans Hoffmann, que ejerció gran
influencia como maestro, y cuyo estilo tardío muestra hasta qué punto estaba de
acuerdo con la obra de la generación más joven. Hoffmann era un ejemplo típico de
los ingredientes que entran a formar parte de la amalgama estadounidense. Había
vivido en París entre 1904 y 1914 y allí estuvo en contacto con Matisse, Braque,
Picasso y Gris. Lo que él más admiraba era la obra de Matisse, y puede decirse que es
aquí donde está la base del aspecto más decorativo de la pintura expresionista
abstracta. Que los nuevos pintores no carecían de raíces es cosa que se puede deducir
de la carrera de Hans Hoffmann. Su última fase, iniciada cuando ya tenía más de
sesenta años, fue tan lógica en el ambiente artístico de su época como
maravillosamente inesperada en términos humanos: un ejemplo de un talento que
podía, por fin, abrirse en toda su amplitud al verse en un ambiente favorable. Algunas
de las pinturas tardías de Hoffmann son, por lo menos, tan audaces como las de los
pintores más jóvenes.
Maderuelo, pág. 12 Sobre estas bases se forma un movimiento con individuos de personalidades bien
diferenciadas: no se trata de un estilo unitario, de una obra formalmente unificada.
Por el contrario, precisamente uno de los rasgos esenciales del expresionismo
abstracto es su afirmación del individuo, y con él, del carácter expresivo del arte,
lo que explica que haya tantas formas de expresionismo abstracto como artistas lo
practicaron. Como ocurrirá poco después con el informalismo europeo, este
movimiento agrupa una serie de búsquedas personales, de investigaciones en torno al
signo gráfico – a través del trazo o la mancha – y el torno a la materia – a través de la
textura -, afirmando las dos únicas certezas que existen y se relacionan en el acto de
pintar de una forma incluso penosa, como de trance: de un lado está la materialidad
del cuadro como superficie, rechazando todo ilusionismo perspectivo, todo deseo de
representar ninguna realidad que no sea la de la propia materia, la del propio trazo, la
de la propia pintura. Por eso se habla del preceptor de la sola pintura, de un mandato
de absoluta sinceridad. Del otro lado, el artista como individuo, como un yo que
desea expresarse a través del plano pictórico, a través del gesto, de la acción y el
movimiento físico, llevado por una especie de simpatía por la piel del mundo, por su
aspecto más humilde, pero más revelador.
Algunos de los miembros más destacados de la Escuela de Nueva York son Clyford
Still,Jacson Pollock, William de Kooning, Arshile Gorky, Mark Rothko, Adolf
Gottlieb y elespañol Esteban Vicente. Estilísticamente la mayoría de ellos se engloba
dentro de lo que seha conocido como Expresionismo Abstracto.
Los primeros artistas en alcanzar un modo de hacer inequívocamente americano son Arshile
Gorky, Willem de Kooning y Marc Tobey.
Lucie-Smith pág. 28 La figura transicional, el vínculo más importante entre el surrealismo europeo y lo
que iba a pasar, fue Arshile Gorky.
El arte después de Los primeros artistas en alcanzar un modo de hacer inequívocamente americano son
Auschwitz, pág. 22 Arshile Gorky, Willem de Kooning y Marc Tobey.
vertiente más abstracta –no lo sueños pintados de colores -, es decir Masson, Tanguy,
Matta, Miró, los espacios abiertos y las estructuras biomórficas que flotan por ellos.
Gorky arranca del irracionalismo de los surrealistas pero le quita la literatura a las
imágenes, que pasan a cobrar un significado nuevo sólo dentro del cuadro – no en sí
mismas, ni previamente a la obra –y en relación con las otras que las acompañan.
Inventa un nuevo vocabulario de signos, una iconografía regida por nuevas, extrañas
y peculiares leyes sintácticas. El cuadro—ha escrito Argan— es como un cuento que
se escucha sin comprender el significado de las palabras, aunque su sentido se deduce
del ritmo y de las inflexiones de la voz del que lo cuenta.
En sus pinturas hay todavía —o ya— una doble lectura, figurativa y abstracta, algo
que venía de Masson. El color aún depende del dibujo y ocupa los vacíos que el deja,
pero empieza a mostrar su autonomía gracias a la ligereza de la materia con la que
Gorky pinta: una pasta muy diluida, que puede alcanzar calidades de acuarela y que
deja ver en algunas zonas la tela.
En la pintura de Gorky de los años cuarenta aparecen ya algunos elementos que serán
característicos del expresionismo abstracto: la presencia, y la fuerza de lo primitivo
—en su caso los mitos de su Armenia natal— en obras como: El hígado es la cresta
del gallo (1944, Albright-Knox Gallery) y la idea del cuadro como algo que no se
acaba, como un proceso sin fin, porque para él una cosa terminada era una cosa
muerta. Precisamente esta pintura de los años cuarenta es la que tiene más peso en el
nacimiento de una escuela norteamericana.
Gorky, que había pintado murales para la FAP antes de emprender el camino que le
hizo pasar a los libros de Historia del Arte, vio en 1946 cómo se quemaba su estudio
de Connecticut con sus últimas obras y tuvo una operación de cáncer; en 1948,
después de sufrir un accidente de coche que le rompió el cuello, se suicidó.
Los pintores del gesto: Jackson Pollock, Willem de Kooning, Franz Kline
Lucie-Smith pág. 40 En lo esencial, hay dos clases de pintura expresionista abstracta, y no una: la primera,
representada por Pollock, Franz Kline y Willem de Kooning, es enérgica y gestual;
Pollock y De Kooning están muy interesados en la figuración. La otra clase,
representada por Mark Rothko, es más puramente abstracta y más tranquila; la obra
de Rothko, especialmente, sirve para justificar el uso que hace Harold Rosenberg del
adjetivo «místico».
Pollock
A este arte se le denominó expresionismo abstracto surgido por influencia del arte
Europeo, en especial de los artistas Duchamp y Picabia, de los cuales su obra se
mostró en Estados Unidos. Esta situación de comparación con el arte europeo llevó a
que se preguntaran ¿dónde estaba la obra verdadera en Estados Unidos? Es así como
trajo consigo el desenvolvimiento del arte Americano, se llevaron a cabo una serie de
exposiciones de la abstracción y el cubismo y se publicaron en revistas franco
estadounidenses, esto impulsó el arte abstracto en Estados Unidos. Una de las
exposiciones del arte abstracto en Nueva York estuvo muy caracterizada por el
geometrismo y cuando Mondrian visitó la ciudad propició que el arte geométrico
decayera, esto se dio porque el arte realizado por los artistas neoyorquinos era
ecléctico y poco original en comparación de Mondrian.
Dado que la abstracción geométrica no volvió a surgir sino hasta más tarde, el arte
estadounidense se vio influenciado por otros movimientos entre el cual está el
dadaísmo y el surrealismo encabezados por Duchamp y Picabia, estos organizaron
una exposición llamado “Arte fantástico Dadá y surrealismo”, el cual dio cita a
artistas muy importantes, entre los cuales asistieron André Masson, Roberto Matta,
Marx Ernst, Salvador Dalí, entre otros, los cuales influenciaron aún más el arte
estadounidense. Los trazos de Masson fueron una marca importante para que Pollock
realizara sus obras bajo el estilo de Masson. Por otro lado artistas Alemanes citados
por el arte abstracto también fueron una fuerte influencia para el arte americano,
entre ellos están: Josef Albers y Hans Hofmann, quienes tenían la característica de la
ejecución libre de la pintura utilizando el goteado y el salpicado con una libertad
improvisadora, el enfoque y la importancia interna que le daban a la pintura abstracta
dejó una marca muy importante, estos artistas dieron pie a que los creadores
estadounidenses optaran por una abstracción lírica.
Su
primer acercamiento artístico fue a los pintores mexicanos por afinidades
ideológicas; en los años 30, cuando trabajaba para la WPA, estudió con Benton – un
regionalista crítico- y colaboró con los muralistas. Luego al Picasso más próximo a
los surrealistas, como se ve en algunas de sus primeras obras de los años 40, como
En 1923 exploraba las ruinas indias de Phoenix en Arizona, la región donde vivió una
temporada; conoció las danzas rituales de los indios y las publicaciones de la
Smithsonian Institution, pudo conocer la pintura de algunas tribus, como los navajo:
Siempre me han impresionado las calidades plásticas del arte de los indios de
América. Los indios se comportan como verdaderos pintores, por su aptitud para
elegir imágenes apropiadas, y su comprensión de lo que hace el tema, la materia de
la pintura. Su color está esencialmente ligado al oeste. Pero su visión tiene la
universalidad que está en la base de todo arte verdadero. Algunos encuentran en tal
o tal parte de mi pintura referencias a la pintura y a la caligrafía de los indios de
América. Esto no tiene nada de intencional, sino que resulta de recuerdos y
entusiasmos muy antiguos.
Un pintor de acción
Hacia el año 40 (…) hace unas obras que van camino de la abstracción pero que
conservan muchos elementos figurativos; son imágenes de carácter totémico,
dedicadas a mitos primitivos, que tienen que ver con la sexualidad y lo sacral, en una
mezcla salvaje y bárbara. Pinturas como Birth, Pasiphâe o She Wolf. (…)
En 1946, tras unos tanteos con texturas muy empastadas, Pollock crea lo que se
considera su estilo clásico, que mantiene, con pocas diferencias, entre finales de 1946
y 1950. Se trata de la pintura de acción, como la denominó Rosenberg. La técnica
que utiliza es el dripping: coloca la tela en el suelo y deja gotear pintura desde arriba,
con una lata agujereada (…) moviendo la mano y moviéndose él mismo por la tela,
de un lado a otro y en redondo, dando lugar a un laberinto abigarrado, rítmico y
transparente de líneas de colores que se entrecruzan, se encuentran y se vuelven a
separar, moviéndose ellas también libremente por la superficie, como la mano – o el
cuerpo – del artista. Esta técnica de oscilación ya la había utilizado Max Ernst en
1941 en Estados Unidos pero es Pollock quien la lleva a sus últimas consecuencias,
como Ernst había hecho con la decalcomanía de Óscar Domínguez. Otras veces
aplica la pintura con cañas o con pinceles que utiliza como prolongaciones no sólo de
su brazo sino de todo el cuerpo y el movimiento a veces frenético.
Maderuelo, pág. 14 … en 1948 expuso por primera vez cuadros realizados con la técnica (o anti-técnica)
del dripping. Como si danzara, Pollock fue fotografiado en pleno trabajo moviéndose
en torno a su lienzo, colocado en el suelo y no en el habitual caballete. En la revista
Possibilities I, publicada en 1947, el propio Pollock comentaba esta forma de trabajar
relacionándola con el rito mediante el cual los indios americanos pintaban con arena
en el suelo y más adelante decía:
Cuando estoy en mi pintura no soy consciente de lo que estoy haciendo. Sólo después
de un periodo como de “acercamiento” me doy cuenta de lo que me traía entre
manos. No tengo miedo de hacer cambios, destruir la imagen, etc. Porque la pintura
tiene vida propia. Yo trato de dejar que aflore. Sólo cuando pierdo contacto con la
pintura el resultado es un desastre. Si no, lo que hay es pura armonía, un fácil dar y
tomar, y la pintura sale bien.
Es decir, mente y espíritu, mano y cabeza, pintura y lienzo deben unirse en una suerte
de automatismo que debe mucho a la herencia surrealista europea. La pintura no es
ya una representación, ni directa ni simbólica (…). Ahora la pintura es sobre todo un
terreno que conserva los vestigios de la acción del pintor (…). Durante el tiempo de
pintar, la pintura es un lugar. Una vez acabado el proceso, la pintura es tiempo
suspendido.
Arte después de Esa acción de pintar es lo que interesa, el acto físico regido por impulsos interiores, el
Auschwitz, pág. 36 proceso más que la obra acabada, y rompe así con una tradición de siglos. Gorky
decía que él nunca terminaba un cuadro y le gustaba pintar porque era algo que no
tenía fin. Pollock hace precisamente de esa acción de pintar la razón de ser de su
obra: el proceso creativo es lo importante, es un momento de la vida del artista. (…)
La telaraña de líneas y colores que crea Pollock en estos años es, además, una
telaraña gigantesca. Las dimensiones del cuadro se amplían, porque ya no es pintura
de caballete. No le interesa crear una imagen irreal ni ilusionista, sino actuar en una
arena que guarda la huella del paso del artista y que puesta de pie tiene dimensiones
murales, habita el espacio del espectador, crea un ambiente y entra a formar parte de
su vida. Una idea que traerá consecuencias importantes pocos años después. (…)
En 1951 Pollock empezaba a ver agotado su lenguaje. Su estilo clásico duró tan poco
como todos (...). El dripping no daba más de sí y cambió a un nuevo tipo de pinturas
negras, en las que vuelven a aparecer las imágenes simbólicas, los elementos
figurativos talé micos y primitivos de los primeros años cuarenta, pero esta vez sin
color, como en Number 14 de 1951. Seres de apariencia animal o humana, que
parecen monstruos, y que se suelen interpretar a la luz de las teorías de Jung.
Con el triunfo el pintor pasó a ocupar un lugar que contradecía sus intereses y sus
aspiraciones. La fuerza y las capacidades desestabilizadoras de sus cuadros, como la
inquietante She Wolf quedaba aplacada al aparecer en papel satinado, junto a otras
imágenes más ligeras en las páginas de revistas de lujo. La pintura se convertía en
moda, apta para ser consumida por una clase social alta, ávida de novedades y
distinción. Imprimirla (She Wolf) en las brillantes páginas del Harper's Bazaar sólo
podía servir para mutilarla y despojarla de sentido hasta la última gota. Esta
castración afectaba no sólo a la imagen mitológica reproducida, sino al pintor
mismo, que resultaba domesticado por el sistema de la moda. La Loba se
transformaba en cordero.
The term was coined by the American critic Harold Rosenberg in 1952 and signaled
a major shift in the aesthetic perspective of New York School painters and critics.
According to Rosenberg the canvas was "an arena in which to act". While abstract
expressionists such as Jackson Pollock, Franz Kline and Willem de Kooning had
long been outspoken in their view of a painting as an arena within which to come to
terms with the act of creation, earlier critics sympathetic to their cause, like Clement
Greenberg, focused on their works' "objectness." To Greenberg, it was the physicality
of the paintings' clotted and oil-caked surfaces that was the key to understanding
them as documents of the artists' existential struggle.
Rosenberg's critique shifted the emphasis from the object to the struggle itself, with
the finished painting being only the physical manifestation, a kind of residue, of the
actual work of art, which was in the act or process of the painting's creation. This
spontaneous activity was the "action" of the painter, through arm and wrist
movement, painterly gestures, brushstrokes, thrown paint, splashed, stained,
scumbled and dripped. The painter would sometimes let the paint drip onto the
canvas, while rhythmically dancing, or even standing in the canvas, sometimes
letting the paint fall according to the subconscious mind, thus letting the unconscious
part of the psyche assert and express itself. All this, however, is difficult to explain or
interpret because it is a supposed unconscious manifestation of the act of pure
creation.
Willem de Kooning
Arte después de Un proceso semejante al de Gorky es el que lleva a cabo su amigo Willem de
Auschwitz, pág. 23 Kooning, americano típico como él, por emigrado. Holandés de formación
expresionista y llegado a EE.UU. en 1926, no abandona el lenguaje del
expresionismo, pero lo descarga de significado, le quita protesta y agresividad, el
contenido social que tenía en Europa. Ayudado por el ejemplo de Picasso, libera al
expresionismo de los temas figurativos y, como ha escrito Argan, de Kooning
sustituye el expresionismo figurativo por un “expresionismo abstracto”, que no se
interesa por las contradicciones o la injusticia del mundo, sino por la angustia
individual del ser humano.
También él colaboró con la WPA desde 1935 y pintó murales para la Feria
Internacional de Nueva York de 1939. Pero después de 1942 dejó en libertad a sus
pinceles y era, a finales de los 40 con Pollock, el cabeza de fila del expresionismo
abstracto. Por entonces hacía una pintura casi monocroma, con esmalte blanco y
negro, sin establecer distinciones entre figura y espacio (Pintura, 1948).
Poco después, en los 60, de Kooning siguió con referencias naturalistas en sus
cuadros, esta vez de paisaje, resueltas en grandes masas de color, más agradables que
los anteriores y aplicadas con signos violentos (Árbol de Nápoles, 1960).
Salva Plà Su obra se caracteriza por un enfoque vigoroso y enérgico en las cuales se notaba la
importancia y la franqueza de su interior, más que el cuidado en la obra, su obra
contiene la libertad de la pintura con el goteo, pero a diferencia de Pollock, Kooning
se sentía libre de transitar por cualquier estilo , con ecos de lo figurativo, para
localizar esto en su obra, se tenía que tener un conocimiento de sus antecedentes de
su pintura, para conocer su tipo de trazo figurativo y así reconocer esos trazos un
tanto abstractos, Kooning se negaba a establecerse en un estilo, buscaba ese cambio
continuo que no diera pauta al estancamiento.
Lucie-Smith pag. 48 Su estilo tiende a subrayar el ingrediente expresionista del expresionismo abstracto a
expensas de la abstracción. Lo que le distingue de los expresionistas contemporáneos
europeos es su característica audacia, que incluso podría ser definida como crudeza, y
el sentido de escala que ofrecen sus cuadros. Cuando De Kooning se sirve de
imágenes tornadas del paisaje, su obra es tan vasta que se diría que su autor ha
descubierto una manera de utilizar el óleo de la misma manera que usaban la tinta los
más audaces pintores eruditos chinos y japoneses. Cuando pinta de una, manera más
directamente figurativa, como en su serie titulada Mujeres, palpita en la pintura toda
la fuerza del impulso sexual.
Franz Kline
Como Jackson Pollock y otros pintores abstractos, fue un pintor de acción por su
simple, espontáneo e intenso estilo, mediante el uso de trazos fuertes y figuras
abstractas. La mayor parte del trabajo de Kline, sin embargo fue "practicada
espontáneamente". Preparó muchos sketchs sobre dibujo, aunque nunca los publicó,
antes de su trabajo plástico, y además fue un músico del arte abstracto.
Los mejores y más conocidos trabajos expresionistas de Kline fueron hechos con los
colores blanco y negro puros, aunque a veces introdujo diversas tonalidades de
ambos colores. Sólo volvió a utilizar color en sus pinturas a partir de 1955, aunque
sus pinturas más importantes en color fueron hechas recién a partir de 1959. Las
pinturas de Kline son muy complejas y subjetivas. Cuando las pinturas de éste artista
siempre tuvieron un impacto dinámico, dramático y espontáneo, es importante saber
que él siempre las describió muy simples en cuanto a dichos elementos. Cabe decir
que hizo muchas de sus pinturas a raíz delos conocimientos aportados por sus
estudios previos.
aclarar, no se trata de trazos negros sobre fondo de tela: Kline pinta tanto el blanco
como el negro y los dos tienen para él la misma importancia.
Con sus brochazos característicos, Kline se sitúa en la misma línea de acción gestual
y apasionada que Pollock y, aunque los títulos sean Cardenal o Jefe, no rechaza las
sugerencias urbanas – puentes o autopistas – que sus trazos negros pueden evocar, en
un recuerdo tardío de sus obras anteriores a los años 50, cuando pintaba la ciudad de
Nueva York con formas heredadas de los realismos de los 30.
Lucie-Smith pag. 43 Kline, como Rothko, es un artista que llega a extremos bastante estériles, y su carrera
hacia estos se vio apresurada por la doctrina del expresionismo abstracto. A
diferencia de la de Rothko, su obra es gestual y sus afinidades técnicas están con
Pollock. Lo que Kline hizo más frecuentemente fue crear en el lienzo algo semejante
a ideogramas chinos o partes de estos, enormemente ampliados. Kline parece usar
pintura por razones de amplitud y escala: hay poca cosa en la mayor parte de sus
cuadros que no hubiera podido expresarse igual de bien con tinta china y papel.
Cuando en los últimos años de su vida de Kline comenzó a aparecer el color, los
resultados no fueron afortunados porque el observador nunca tiene la impresión de
que el color sea esencial para la expresión de su mensaje. Su papel es cosmético, de
adorno.
Mark Rothko
Arte después de Frente a la pintura activa, gestual, apasionada y emocional de Pollock, Mark
Auschwitz, pág. 33 Rothko(1903-1970) hace una pintura más calmada, basada en el color, que Argan ha
definido como impresionismo abstracto, propio de un artista contemplativo y de
gesto lento, que mira con las pupilas muy abiertas, un místico, como ha dicho
Rosenberg. Rothko también era un emigrante que procedía de Lituania y llegó a
Estados Unidos con diez años, en 1913. Allí fue expresionista en los años treinta,
formando parte del grupo The Ten y luego, a principios de los cuarenta, se sintió
atraído por las bioformas surrealistas flotando en el espacio, a las que añadió un
componente religioso de retorno a lo primitivo, "un panteísmo en el cual el hombre,
los pájaros, las bestias y los árboles (..) se funden en una única idea trágica". Después
de la Segunda Guerra Mundial Rothko abandonó la figuración -esos signos
primitivos- para centrarse únicamente en el color, que le poseía por completo en
1950.
Aplica una pintura muy ligera en dos o tres rectángulos de contornos suaves, que
llenan una tela de dimensiones cada vez mayores. Rothko, lo mismo que Pollock,
quiere ir más allá del cuadro de caballete, y sus motivaciones no son distintas de las
de aquél, aunque los resultados difieran por completo: "pintar un cuadro pequeño
-escribía en 1951- es colocarte fuera de tu experiencia, es contemplar una experiencia
con una visión estereotipada o con una lente reductora. Siempre que pintas un cuadro
grande, estás dentro de él. No es algo que tú gobiernes". Más próximo a la pintura de
Newman y Still, Rothko superpone capas de color poco empastado, con ligeros
cambios de tono, pero brillantes y sensuales, con un recuerdo de Matisse siempre
presente, como un pintor de brocha gorda que pinta una pared y da vida a algo que en
principio no era más que un diafragma, un corte, una separación entre dos espacios:
la tela. Su interés por los lienzos de gran tamaño y por la idea de la pintura como algo
que puede envolver al espectador, le llevó a la arquitectura. En una de sus últimas
obras Rothko creó un ambiente al rodear las paredes dela capilla ecuménica de Saint
Si Pollock y De Kooning suelen señalarse como los líderes de lo que entendemos como Action Painting,
Rothko es el representante más refinado de otra vertiente del expresionismo abstracto, la pintura de campos de color o
Color Field Painting. El artista llegó a las sosegadas imágenes por las que hoy lo conocemos entre 1947 y 1950. Son
superficies llenas de color, generalmente con dos grandes manchas dominantes, pero en las que ningún color parece
sólido, pues tras ellos se adivinan siempre, como con técnicas de veladuras, otras posibilidades cromáticas. Las
relaciones cromáticas, que se entrelazan y se influyen mutuamente dentro del rectángulo y dentro de este espacio,
producen una suave pulsación rítmica. La pintura se vuelve foco de la meditación del espectador a la vez que una
pantalla situada delante de un misterio.
Son imágenes muy simples, pero llenas de una sutileza que parece condensar todo el misterio de lo
sobrenatural. Han sido interpretadas como paisajes, lo que resulta muy revelador en el contexto americano, donde
desde siempre se asociaron los conceptos de paisaje y de sublimidad. Robert Rosenblum ha señalado la relación
existente entre el concepto estético de lo sublime -sobre todo a través del paisajismo nórdico del romanticismo- el
expresionismo abstracto. Como ha señalado más recientemente Amador Vega, en una época en donde lo religioso
parece estar de retirada, el anhelo de lo sobrenatural consustancial al género humano se manifiesta en el arte, y sobre
todo en la pintura abstracta. Y en este sentido, la pintura de Rothko puede ser un buen ejemplo.
La actitud general de Rothko, consistente principalmente en volverse hacia el interior de sí mismo en lugar de
mirar hacia fuera en busca de temas, no era distinta de la de los demás expresionistas abstractos. Lo que diferencia a
Rothko de Pollock o de De Kooning es su búsqueda de una pintura de significación universal, trascendente. En
realidad, todos los pintores de la escuela de Nueva York intentaban convencer de que también las imágenes abstractas
tenían un significado, aunque éste no se tradujera en los términos habituales. En el caso de Rothko, hay una clara
connotación espiritual, más allá de toda etiqueta aplicable a religiones concretas, como demuestra su célebre capilla
instalada en Houston, cuyo objetivo era crear un espacio de comunicación íntima con el espectador. Trataba de
conseguir un clímax de espiritualidad similar al de espacios como la capilla Pazzi en pleno renacimiento italiano,
pero también de conseguir una experiencia de sublimidad comparable a la de los paisajes románticos de Friedrich
Clyfford Still
Queda así rota la uniformidad de la gran masa cromática por el deshilachado de sus
bordes, un recurso del que se sirve Still para introducir en las composiciones sutiles
relaciones entre forma y color sin que pierdan su carácter de campos cromáticos.
Pero para Still, estos juegos con el color no son simples ejercicios formales; el arte es
para él una forma de entender la vida, la pintura es la expresión de los grandes temas,
de los símbolos eternos que hermanan al hombre primitivo con el moderno. "El arte
es algo más que pintura -afirmó-, cualquier idiota puede poner color en el lienzo."
Arte después de El más individualista, antifigurativo y antieuropeo de los expresionistas abstractos es
Auschwitz, pág. 36 Clifford Still (1 904-1980). Renunciando a la idea tradicional de belleza y a la
decadencia europea, se dedicó a la búsqueda de una pureza extrema para la pintura.
De ahí que no titulara sus cuadros, para evitar contaminaciones de otros géneros: No
me van los signos, los símbolos o las alusiones literarias en la pintura. Son muletas
para ilustradores y políticos que esperan tener una audiencia. Still construye desde
los años cuarenta una superficie de un solo color, muy empastada, que recuerda los
alquitranes de Dubuffet, y la rasga con líneas o superficies dentadas de otro color,
que la atraviesan como relámpagos, de arriba abajo o que aparecen junto a los bordes,
ocupando un espacio mínimo y haciendo del cuadro una pequeña parte de un todo
posible. Para él el Acto de pintar se escribe con mayúsculas, porque es un acto de
Creación. Diablos-dijo en una ocasión- es algo más que la pintura; cualquier idiota
puede poner color en un lienzo.
Consecuencias
Lucie-Smith pag. 50 El enorme éxito del expresionismo abstracto iba a tener importantes consecuencias
para las artes a ambos lados del Atlántico. La leyenda de Pollock creció con tremenda
rapidez en los años que mediaron entre la primera exposición europea de su obra en
1948 y su muerte en 1956. Algunos de los efectos que tuvo este éxito eran muy
fáciles de prever. Se intentó imponer el expresionismo abstracto como el único arte
posible, pero una rápida sucesión de aventuras artísticas, a cuál más nueva y radical,
demostró de manera casi inmediata la falta de base de tal pretensión. La cual, por
irónico que pueda parecer, no carecía enteramente de sustancia, porque el
expresionismo abstracto miraba al mismo tiempo hacia el pasado y hacia el futuro. A
pesar de la enorme escala de su obra, tanto Pollock como Kline parecen haber tenido
fe absoluta en el lienzo y la pintura como medios viables de comunicación. Esta fe ha
sido puesta en duda ulteriormente y una razón de este cuestionamiento es la medida
en que los pintores expresionistas abstractos forzaban los cauces tradicionales del
arte: su obra no dio más de sí. Si se compara la obra de un pintor como Clyfford Still
con la obra superficialmente muy semejante de am Francis, uno se hace a la idea de
hasta qué punto el expresionismo abstracto sólo se encontró realmente a gusto en
Estados Unidos. Francis, un estadounidense residente en París, introduce el elemento
europeo del “gusto”, que, inmediatamente, pone en peligro el rigor del estilo. Y
también, si se compara la obra de uno delos pocos buenos expresionistas abstractos
de la segunda generación, Helen Frankenthaler, con la de los iniciadores de la
escuela, uno ve lo difícil que era seguir por el camino marcado por esos iniciadores.
Este estilo, que es de los menos académicos, cayó rápidamente en el academicismo.
Se podría aducir que el expresionismo abstracto hizo más por la cultura en general
que por la pintura en particular.
El expresionismo abstracto, el informalismo, la vanguardia, habían dejado de gritar, ahora susurraban en voz
baja y agradable a los oídos de un público con posibles. Se produce un enfriamiento que, simplificando, tiene varias
manifestaciones: una abstracta (la abstracción postpictórica) y otra no abstracta (la figurativa) que es el arte pop.
Las raíces de esta abstracción fría, como las del expresionismo abstracto, vienen de Europa y de la otra
vertiente del arte de las primeras vanguardias. Los expresionistas abstractos eran hijos del surrealismo, del
automatismo psíquico, del subconsciente, del psicoanálisis, del azar. Los postpictóricos heredan los principios
racionalistas y fríos de la Bauhaus, sus investigaciones sobre los elementos básicos del lenguaje abstracto: la línea, la
forma y el color. El transmisor fue Joseph Albers, que se trasladó a América en 1933 cuando los nazis cerraron la
Bauhaus.
Se dieron a conocer en oficialmente en 1963 y 1964 con dos exposiciones, una en Nueva York otra en Los
Ángeles County Museum. Morris Louis, Helen Frankenthaler y algunos de los principales representantes del
movimiento que, como todos los movimientos de nuestro siglo, es inseparable de la figura de un crítico. En este caso
fue Clement Greenberg, que además dio nombre al movimiento en la exposición de Los Ángeles. Greenberg propone
simplemente centrarse en los elementos básicos que constituyen la pintura: el soporte, las dos dimensiones y las
propiedades del material que se utilicen. Nada más. La pintura es un asunto visual y todo lo que no sea visual se
rechaza: lo literario, lo simbólico, lo extrapictórico.
Helen Frankenthaler (1928) en 1953 estaba cambiando su modo de hacer expresionista por otro más
sencillo: siguiendo el camino abierto por Pollock, con las pinturas de chorreones y goteo, Frankentaler coloreaba
lienzos sin cortar y sin preparar con óleos muy ligeros, impregnándolos y eliminando la pincelada. Greenberg
pensaba que esta técnica era la “revelación crucial” y llevó a su estudio en 1953 a Morris Louis y a Keneth Noland,
animándoles a desarrollar investigaciones semejantes.
La pintora llegó más adelante a una abstracción lírica con colores purosen cuadros de grandes dimensiones.
Noland y Louis consiguieron pocos años después, hacia 1958, un estilo propio, superando los problemas iniciales que
planteaba el óleo y sustituyéndolo por pintura acrílica, de colores más fuertes. Para Greenberg estos dos artistas
representaban una forma de pintura pura que consiste únicamente en el color que ya no aparece separado de la
superficie del lienzo, sino completamente integrado en él, en formas sencillas y a menudo simétricas.
Morris Louis (1912-1962) era hijo de un emigrante ruso y su trayectoria artística tiene muchos puntos de
contacto con los expresionistas abstractos. Trabajó con la WPA con el muralista Siqueiros. Su entrada en el campo
de la abstracción postpictórica la hizo de mano de Noland, a quien conoció en Washington a principios de los 50. Con
él y con Greenberg visitó a Frankenthaler y se sintió atraído por sus investigaciones, en especial a la vista de su
cuadro Montañas y mar, de 1952. A partir de entonces Louis se dedicó a teñirlos lienzos como la pintora, con capas
de pintura acrílica muy diluida con esta técnica realizó la serie Veils (Velos) desde 1954 hasta 1960, colocado el
lienzo debajo de una serie de velos de pintura. Más adelante, aunque sin abandonar esta técnica, se interesó por
aspectos más constructivos, dejó correar colores puros por el lienzo formando bandas verticales (la serie Columnas),
que ocupan un espacio pequeño y dejan la mayor parte del lienzo vacío; pero a diferencia de Pollock, los chorreos de
Louis están controlados por él, no es el azar el responsable. En otras ocasiones las bandas van de los extremos al
centro, se sitúan en diagonal en las esquinas, como en los Unfurled (Despliegues) de los años 60, pero dejando el
centro vacío. Estas Franjas, como Beta Lambda (1960), aunque por su forma irregular recuerdan todavía las raíces
expresionistas de Louis, pertenecen ya decididamente al campo de la abstracción pospictórica.
Arte después de Europa era un mundo y América otro. La guerra dañó tan profundamente a los
Auschwitz, pág. 40 europeos que las heridas tardaron mucho en cicatrizar y durante años los costurones
y las cicatrices, los cuerpos mutilados, reducidos a casi nada, se dejaron ver en el
arte europeo. Los artistas -cada uno a su modo- deshacen las figuras, machacan los
cuerpos, los descuartizan. Eso es lo que hacen Giacometti, Bacon, Dubuffet,
Fautrier, Richter, Millares...
Giacometti quita y quita materia a sus esculturas hasta reducir el cuerpo humano al
filamento mínimo imprescindible para poder soportar la existencia. Bacon hiere y
descuartiza los cuerpos que pinta, dejándolos convertidos en muñones sanguinolentos,
encerrados en espacios opresivos, de cárcel o de manicomio. Fautrier, que pintó sus
Rehenes durante la guerra para no volverse loco con los gritos de los asesinados, desfigura
a sus figuras sobre el barro, reduciéndolos a un estado de desnudez informe. Dubuffet,
un bruto, aplasta a sus damas abriéndolas en canal, como los bueyes de Rembrandt,
Soutine o Bacon y dejándolas planas, con la superficie maltratada también por la punta del
pincel. Saura fabrica monstruos en sus pinceles -en sus brochas- incluso las mujeres más
hermosas se convierten en engendros horribles de mirar. Millares arranca y desgarra los
sudarios de las momias en que se han convertido aquellos que, en otro tiempo y bajo
otras circunstancias, fueron seres humanos.
Pero no les basta con destruir el cuerpo; quieren acabar con cualquier idea de Belleza.
Desnudo, Armonía, Forma..., todo lo que lleve mayúsculas. Rechazan los medios
tradicionales del arte: la pintura al óleo no es bastante expresiva para sus necesidades y
recurren a materiales poco apropiados hasta entonces para el trabajo artístico, como los
yesos, las colas, los sacos, etc. Vale con barro —escribía Dubuffet— barro de un solo
color, si se trata simplemente de pintar. En ocasiones ni siquiera pintan con el pincel, lo
utilizan para arañar superficies espesas, matéricas, que han creado previamente con esos
nuevos materiales y en las que dibujan arañando.
La guerra había masacrado los principios más firmes y todos fueron testigos de horrores.
El mundo se volvió un lugar que sólo inspiraba desconfianza y repulsa. Muchos pintores
rechazaron también el modo de pintar que correspondía a ese mundo que dio lugar a la
guerra: la pintura al óleo y la figura. Sin embargo, no se alejaron de la realidad. Por eso
me parece muy acertado abordar el arte de estos años desde nuevas perspectivas que
rebasan las etiquetas formalistas de los historiadores del arte, como acaba de hacer
Francés Morris en la Tate Gallery de Londres con la exposición París Post War. Art and
Existentialism 1945-1955(París Posguerra. Arte y existencialismo 1945-1955), donde por
encima de criterios habituales, se descubre la relación profunda que existe entre artistas
como Giacometti, Dubuffet, Wols, Gruber o Artaud.
Casi todos ellos son, además de pintores o escultores de primera línea, escritores lúcidos:
Michaux, Giacometti, Dubuffet, Millares... han escrito algunas de las páginas más
importantes del arte de nuestro siglo.
La lección que la guerra les enseñó a todos estos artistas —y la que nos transmiten en sus
obras— es la fragilidad del ser humano, del cuerpo humano, la vulnerabilidad de una
carne que ya no es chair (carne humana), sino viande (carne de carnicería, para cortar y
comer). Esta es la fragilidad de Giacometti, de Fautrier, de Dubuffet, de Millares o de
Bacon. Y la implicación del artista en la obra, la implicación -una vez más- del cuerpo.
Las esculturas de Giacometti, de Fautrier o de Germaine Richier, guardan como parte
propia la huella de las manos de los que las han esculpido, y han perdido el pulido de las
primeras vanguardias. También la vuelta a los orígenes, causada por el desengaño de la
cultura occidental y sus consecuencias: la guerra, el genocidio, la destrucción, la muerte; la
vuelta a ser —y a trabajar-corno primitivos de cualquier tipo. A trabajar como ellos y a
ver el mundo como ellos lo veían; con los ojos de los niños (Cobra), de los hombres de
las cavernas (Fautrier y sus desnudos hechos como los bisontes de Altamira, Giacometti
en su cueva) o de los primitivos urbanos que hacen graffitti, pintadas callejeras
(Dubuffet), incluso de los orientales (Michaux).
La respuesta europea: el El propio sistema generó respuestas a la trágica situación, como fue
informalismo. Pdf ALF Abstraction de tradition francaise, exposición celebrada en mayo de 1941 en la
galería Braun con el objetivo de protestar contra la consideración de arte
degenerado que los invasores argüían para eliminar cualquier manifestación de
modernidad. (…)
A finales de los años ’40 el concretismo fue desbordado por una abstracción más
libre inspirada en los postulados de Klee (…), si bien adquirió su pleno carácter en la
obra de tres pintores considerados como el “núcleo de la nebulosa abstracta y lírica”,
Alfred Otto Wolfang, más conocido por Wols, Georges Matthieu y Hans Hartung.
Mathieu y el crítico J.J. Marchand fueron quienes en la exposición L’Imaginaire
En el contexto artístico europeo inmediatamente posterior al final de la IIGM existió una sensación generalizada
de ruptura, de imposibilidad de retomar el camino y las posturas de las vanguardias anteriores al conflicto - como si la
guerra hubiese sido un paréntesis -. Varios acontecimientos contribuyen a ello: la diáspora de artistas e intelectuales,
muchos emigrados a América, o la pérdida de la capitalidad del arte moderno por parte de París, figuran entre estos. Ya
no era posible pensar en movimientos artísticos con un claro concepto formal y apoyados en una ideología definida.
Pese a la brutal desilusión de la posguerra —o precisamente por ella—, nuevas teorías filosóficas o incluso
sistemas ideológicos encontrarán un campo abonado en el mundo de los artistas. Entre las nuevas corrientes filosóficas
que se desarrollan en este ambiente, el existencialismo ocupa un lugar destacado. Sartre, él mismo crítico y amigo de
pintores, define al hombre como un solitario. Este refugiarse en el individuo, en la subjetividad, es algo compartido con
el ambiente cultural neoyorquino, y desemboca en una propuesta artística llamada informalismo, que renuncia, como
el expresionismo abstracto, a todo aquello que no sea expresión del abismo interior. La guerra dañó tan profundamente
a los europeos que las heridas tardaron mucho en cicatrizar y durante años las cicatrices y los cuerpos mutilados,
reducidos casi a nada, fueron una constante en el arte europeo. El conflicto se convirtió para los artistas en una dura
enseñanza sobre la vulnerabilidad de la carne que, en palabras de García Felgera, ya no es chair (carne humana) sino
viande (carne de carnicería, para cortar y comer).
Pueden establecerse una serie de diferencias entre el expresionismo abstracto americano y el informalismo
europeo, diferencias que en muchos sentidos pueden entenderse como un reflejo de las circunstancias histórico-sociales
de un lugar y del otro. Hay diferencias en lo técnico: la escala de las obras, grandiosa y épica en Nueva York, reducida
e íntima en Europa, o la mayor importancia concedida en EEUU a la pincelada dramática (lo dinámico) y en Europa a
la materia (lo estático).
Existe también una diferencia de actitud estética como la aproximación más audaz, más consciente de su poder y
de su impacto que tiene el arte americano, frente al informalismo europeo, que tiene un sentido más silencioso, más
intimista, más poético, más concentrado. Por último los informalistas europeos no mantuvieron entre sí las estrechas
relaciones personales de los americanos, ni consiguieron el apoyo comercial y político de aquellos hasta bastante más
tarde.
Esto no oculta que innegablemente se trata de formas experimentales con mucho en común, surgidas ambas del
mismo sentimiento dramático producido por el gran golpe moral de las guerras y el avance de los totalitarismos, que en
ambos casos habían producido una exaltación del individuo como último refugio. El Informalismo comparte con el
expresionismo abstracto una serie de contradicciones o dilemas: improvisación contra fórmula; tragedia contra belleza;
evento o proceso contra objeto; o abstracción contra representación. Como en el expresionismo abstracto, en el
informalismo hay que hablar de personalidades diferenciadas: resulta imposible definir un estilo unitario: algo lógico si
tenemos en cuenta su conexión filosófica y ética con el concepto de individuo, de la que se desprende su comprensión
del arte como expresión, es decir, como manifestación de ese individuo. Un último rasgo común a señalar sería su
ascendente surrealista.
Como la escuela de Nueva York, también el informalismo hereda del surrealismo el interés por los estratos más
profundos y oscuros del inconsciente, así como la técnica del automatismo, de ese gesto pictórico rápido y sin
concesiones a la intervención de la razón, que deja sobre la superficie del cuadro un signo, una caligrafía salvaje,
violenta. El desarrollo del informalismo en Europa tiene que entenderse como síntoma de una cultura en profunda
crisis, como un grito desesperado, el de una humanidad consciente de su fragilidad y sus limitaciones. El yo, el
individuo, el sujeto: éste es el núcleo fundamental de la reflexión tanto del informalismo europeo como del
expresionismo abstracto americano. En este sentido confluyen las visiones a uno y otro lado del océano.
Los informalistas parecen declarar que ante la imposibilidad de creer ya en la utopía colectiva, sólo queda el
recurso de lo subjetivo, de lo irracional, de lo inmediato: éste constituye la única verdad innegable, la única forma de
relacionarse con el mundo que nos rodea, la única manera de explorarnos no sólo a nosotros mismos, sino también a
ese mundo del que ahora interesa no tanto lo más visible o imponente, no tanto lo más elevado, sino precisamente lo
más humilde, lo que hasta ahora era despreciable. Se ha enfatizado hasta ahora la cuestión del individuo, pero hay que
recordar que, a pesar de todo, el informalismo sigue hablando de la relación del individuo con el mundo, como hacía
la pintura tradicional. Lo que ocurre es que el informalismo propone una relación otra, una aproximación que baja a lo
más profundo del individuo, y que descubre lo más profundo de la realidad en la propia piel, en la superficie.
Por eso la pintura informalista no es sólo una búsqueda sobre la razón de ser del individuo, también es una
manera de intentar explicarse el mundo. Es otra manera de ver el mundo, ese mundo nuevo surgido de la IIGM, que
queda revelado en su miseria y en su grandeza, en su furia y en su violencia pero también en su vertiente más lírica a
través de una nueva belleza, de una belleza otra: la de las texturas, las materias, el signo, el gesto. Es decir, la propia
piel del cuadro, la piel del mundo. Hablamos, pues, de lo subjetivo como expresión del mundo interior, pero
también como forma de explicarse y de explicar el mundo exterior .
Por eso, una de las extrañas ventajas del informalismo es que puede declarar que da cuerpo a una triste imagen
del mundo y sin embargo puede seducirnos con sus encantos estéticos. Esto lleva a una cierta paradoja problemática:
algunos de los artistas del informalismo europeo, como sucedía también entre los expresionistas abstractos, querían
expresar lo apocalíptico, transmitir el mensaje del sufrimiento de la humanidad, pero el mensaje tropezaba en más de
una ocasión con los refinamientos estéticos del lenguaje utilizado. Estética y contemplación podían anular la carga del
mensaje que se buscaba transmitir.
En general, puede decirse que la relativa fortuna del arte informal en los cincuenta, y su posterior banalización
en lo que vino a ser un informalismo académico ya en los años sesenta, debía mucho al hecho de ser percibido como un
intento de romper con la tradición artística, y como una ruptura con la atmósfera de autoritarismo político que había
desembocado en la guerra. Por eso, cuando lo más acuciante de la posguerra hubo pasado, cuando los países
desarrollados de la sociedad occidental empezaron a conocer una nueva prosperidad económica en la década de los
sesenta, el informalismo se vio retado por movimientos como el Pop Art o el Nuevo Realismo. Estos movimientos
buscaban una relación con la vida mucho más directa, pretendidamente fría, objetiva e indiscriminada, estableciendo
un contacto entre aséptico e irónico con el entorno inmediato. De este modo se rechaza, como algo obsoleto y
grandilocuente, aquella idea del arte como expresión subjetiva, efusión lírica del artista, que se había promovido tanto
desde el expresionismo abstracto americano como desde el informalismo europeo.
En 1947 se crea el concepto de abstracción lírica, para designar las obras de Hartung,
Wols y Mathieu entre otros. Esta abstracción se alza como contrapartida de lo racional y
lo geométrico; no va en busca de los infiernos del hombre sino más bien intenta crear
armonías plásticas fruto de la improvisación y del azar. La forma en ese tipo de pintura
desaparece como elemento significante, lo que importa es el plan vital, que se manifiesta
en las obras; de ahí surgió otro de los calificativos de ese tipo de arte: informal . El
concepto de informalismo aparece, sin embargo, en cierta contradicción con el de
tachisme (tachismo o manchismo) ideado por Michel Seuphor para designar el mismo o
parecido fenómeno; si no fueran suficientes tales denominaciones Michel Tapié, padre del
«informalismo» creó el término art autre (arte otro, distinto) para dar título a una
exposición en la que entre otros participaron: Appel, Burri, Dubuffet, de Kooning,
Fautrier, Mathieu, Riopelle, Tobey y Wols.
Si repasamos la lista de participantes es fácil darse cuenta que este art autre nos da
referencia, en todo caso y dentro de lo explícito del término, más de lo que no son las
obras expuestas, de lo que propiamente son.
Michel Tapié
En 1947 se crea el concepto de abstracción lírica, para designar las obras de Hartung, Wols y Mathieu entre
otros. Esta abstracción se alza como contrapartida de lo racional y lo geométrico; no va en busca de los infiernos del
hombre sino más bien intenta crear armonías plásticas fruto de la improvisación y del azar. La forma en ese tipo de
pintura desaparece como elemento significante, lo que importa es el élan vital, que se manifiesta en las obras; de ahí
surgió otro de los calificativos de ese tipo de arte: informal. El concepto de informalismo aparece, sin embargo, en
cierta contradicción con el de tachisme (tachismo o manchismo) ideado por Michel Seuphor para designar el mismo o
parecido fenómeno; si no fueran suficientes tales denominaciones Michel Tapié, padre del «informalismo» creó el
término art autre (arte otro, distinto) para dar título a una exposición en la que entre otros participaron: Appel, Burri,
Dubuffet, de Kooning, Fautrier, Mathieu, Riopelle, Tobey y Wols.
En 1951, Tapié en la exposición Un art autre, así como en la publicación del texto
Un art autre, reivindicó abiertamente un arte distinto de las abstracciones
geométricas, una pintura aformal en la que junto a la potenciación de lo matérico, la
escritura y la sugestión, se sustituyese la composición por la seriación y la
distribución regular de los elementos plásticos.
Para Tapié el art autre es un arte que parte de cero, que no surge de premisas o de
conceptos apriorísticos, un arte en el que lo único que importa es la creación, el hacer
primario; la obra resultante es lo que es o puede ser otra; nada está medido o
controlado, nada previsto, es una obra que no expresa ni comunica, simplemente
vive. Ese vivir se consigue, sin embargo, de diversas maneras y no todas ellas
ancladas en la abstracción al uso. De las tendencias representadas en la exposición
mencionada se pueden destacar dos: la matérica y la crítico-figurativa. Una de las
características de la pintura a lo largo de los siglos ha sido que la materia pictórica
quedaba abandonada ante la significación de sus resultados; es decir, era solo un
medio, pero no un fin. En los años 50, artistas como Fautrier, Burri y Tàpies,
convierten el lienzo en campo de experimentación matérica; el lienzo toma cuerpo;
va no es un plano de representación sino soporte de materiales diversos, desde la
arena a las láminas de plástico quemadas y derretidas, desde trapos viejos y
arpilleras, hasta maderas chamuscadas. Se podrá objetar que las obras de Burri o
Tàpies y aún las de Millares no son más que una nueva versión del collage; ello sólo
es cierto en lo que respecta al principio de incorporar elementos no estrictamente
artísticos a una obra pictórica. El collage de principios de siglo, sin embargo, los
incorporaba para sumar realidad a una obra pictórica; los artistas matéricos de las
últimas décadas, lo hacen en aras a la calidad plástica, heterodoxa evidentemente, de
los materiales o atendiendo a la significación simbólica que en algunos instantes
pueden adquirir tales materiales (se ha dicho, por ejemplo, que Burri utilizaba en sus
obras bolsas y trapos viejos porque tales materiales le recordaban los vendajes
empapados en sangre que había visto en la época de la guerra en la que ejerció de
médico).
esta tendencia de arte matérico, intenta romper con los límites de la pintura de
caballete, especialmente con la tiranía de la superficie de la tela a la que agrede con
sus cortes y perforaciones; al igual que en los demás casos, el espacialismo de
Fontana aunque postula un «arte libre de todo artificio estético» cae continuamente
en él.
Hans Hartung
(1904. Leipzig - 1989, Antihes) Pintor francés de origen alemán, a partir de 1922,
ignorando las vanguardias, elaboró los fundamentos de su lenguaje plástico mediante
dibujos abstractos y acuarelas tachistas-Frecuenta luego las Academias de Bellas
Artes reside en París desde 1926 hasta 1931 y recibe la influencia de Cubismo y
Fauvismo. Tras un breve retorno a Berlín, huye del nazismo y se establece
definitivamente en París en 1935. Las obras pintadas hasta 1938 inauguran su estilo
de madurez: composiciones mediante «manchas» de tonalidades apagadas y
fragmentos lineales negros. Los lienzos y pasteles grasos de 1945- 1954 radicalizan
la reducción cromática y valorización del negro: rúbricas incisivas inscritas entre
estiramientos de color de amplia pincelada. Progresivamente, esta especie de trazado
sismográfico se estrecha en unas líneas afiladas de imperiosa verticalidad, como
haces nocturnos cuya inscripción violenta va desgarrando el espacio de la tela (T.
1956-14, 1956, MNAM, París). Su abstracción no formalista, definida como acción
sobre la tela, sitúa a Hartung como claro precursor de la Action Painting y figura
mayor de la Abstracción lírica.
Arte después de Después de ser prisionero en España y hacer la guerra en la legión extranjera,
Auschwitz, pág. 48 desarrolló en los años ’40 su estilo característico hecho de manchas y grandes
trazos negros que a veces tienen forma de haces.
El gesto de Hartung, descrito por Argan, es decidido, rápido, exacto, sin posibilidad
de ser repensado. El trazo negro y violento golpea la tela de arriba abajo en un
impulso interior que hunde sus raíces en el automatismo de los surrealistas y que una
vez fuera sobre la tela, hace imposible toda figuración.
Lucie Smith pág. 75 Durante el auge artístico de mediados de la década de 1950, Hartung tuvo un
gran éxito, gracias a una fórmula de hacer cuadros que es más bien limitada y
bastante fácil de reconocer … todos los cuadros de Hartung tienen energía pero
en cuanto se ha visto un grupo de ellos es bastante natural preguntarse por qué razón
se ven en unos ciertas marcas o señales y en otros no.
Georges Mathieu
Arte después de La pintura de Wols causó profunda impresión en Georges Mathieu, más
Auschwitz, pág. 48 importante como publicista que como pintor. Partiendo de raíces surrealistas,
de Matta y Masson, hacía ya a finales de los 30 una pintura caligráfica que
tiene cierta afinidad con Pollock, pero carece de su fuerza. Para Mathieu, como
buen europeo inmerso en la cultura del existencialismo, la pintura es una pura
manifestación del ser, y a mayor velocidad de realización, mayor pureza.
Por otra parte, como tal manifestación, puede hacerse en público. De ahí que
Mathieu convierta la pintura en espectáculo, realizando cuadros en público y en
tiempos muy breves (…). Lo mismo que Pollock cuando dejó filmar la realización de
un par de cuadros en 1951, Mathieu se estaba adelantando al arte como espectáculo,
al happening. Él fue además el principal responsable del acontecimiento de los
expresionistas abstractos americanos en Europa. En 1951 organizó la primera
exposición, Véhémences confrontées, en la que se podían ver juntos a los franceses y
americanos. Allí estaban Gorky De Kooning, Hartung, él mismo, Picabia, Pollock,
Rothko, Tobey, Wols y Rembrandt entre otros. Mathieu fue también uno de los
principales difusores del informalismo en Francia con exposiciones como
L’imaginaire.
Lo matérico: Jean Fautrier, el art brut de Jean Dubuffet, los materiales y el nuevo
planteamiento del soporte (Alberto Burri y el espacialismo de Lucio Fontana)
La respuesta europea: el A finales de los años ’40 el concretismo fue desbordado por una abstracción más libre
informalismo. Pdf ALF
inspirada en los postulados de Klee (…), si bien adquirió su pleno carácter en la obra
de tres pintores considerados como el “núcleo de la nebulosa abstracta y lírica”,
Alfred Otto Wolfang, más conocido por Wols, Georges Matthieu y Hans Hartung.
Mathieu y el crítico J.J. Marchand fueron quienes en la exposición L’Imaginaire (1947)
proclamaron el nacimiento de la plástica de lo imaginario, una abstracción lírica que había
asumido la ausencia de toda forma objetiva.
No hay que olvidar que antes que la gestación de esta plástica de lo imaginario … pintores
como Jean Dubuffet y Jean Fautrier reivindicaron lo matérico con una mayor agresividad y
carga expresiva que lo harían los representantes de la abstracción lírica. En 1945, Fautrier en
su serie Otages (Rehenes) … propuso una pintura liberada de la forma, del color y del trazo;
en 1946 Dubuffet presentó su serie Mirobolus, Cacadant et Cie., con obras verdaderamente
innovadoras que no eran sino incisiones y surcos a modo de dibujos sobre betún, masilla,
polvo de carbón, guijarros y ripolín, y que originaron encendidas polémicas.
Fautrier
Arte después de Jean Fautrier (1898-1964) era un pintor figurativo y con un cierto nombre antes de la
Auschwitz, pág. 44 guerra; en los años de la contienda, realizó cuadros con el título de Otages (rehenes),
de carácter fuertemente político, que se expusieron en 1945 en una de las galerías de
resistencia, la Drouin. El tema de los Rehenes tenía que ver con las ejecuciones
sumarias y las torturas que se llevaban a cabo en los bosques inmediatos a Chátenay-
Malabry, donde él vivía en una clínica para enfermos mentales, y desde la que se oían
los gritos. Estos poemas de la Resistencia, como los ha definido Argan, son grandes
rostros que ocupan toda la superficie del cuadro, que suele ser de pequeño tamaño, y
están construidos a base de una materia espesa, no uniforme, cargada de calidades
táctiles, casi como un bajorrelieve, sobre la que el pintor araña o dibuja los rasgos (el
perfil o los ojos, sin más).
Fautrier hace escultura en los años cuarenta, cabezas maltratadas y Otages también
que guardan la huella, o son el resultado, de ese mal trato; desengañado de la pintura
tradicional, abandona el óleo y como soporte utiliza papel y nuevos materiales como
revoco y cola. Encima aplica una sustancia bruta, hecha a base de tintas y polvos que
deposita en capas sucesivas y que se van mezclando unas con otras sin secar. Sobre
esta pasta informe y no uniforme, irregular, dibuja o araña con el pincel o con otros
instrumentos, completando la imagen, que suele ser un desnudo. Pero no un desnudo
tradicional y hermoso, sino un desnudo que es fruto de texturas, color, arañazos y
deformaciones, vulnerable y vulnerado. Un cuerpo o un rostro torturado y mutilado,
recuerdo de hechos históricos, como Oradour-sur-Glane de 1945 (Houston,
colección Menil), un pueblo que sufrió una matanza nazi, una especie de Guernica en
Francia.
Considerado como el principal precursor de los informalistas, con los que Tapié le
expuso en 1948 y 1951, su pintura se ha considerado una preconstrucción en la que lo
importante es la materia (la textura) y lo de menos la forma.
Lucie-Smith, pág. 74 La primera exposición individual de Fautrier tuvo lugar en la Galería Drouin
en 1945, y consistió en la serie de cuadros llamados colectivamente Rehén…
los cuadros subrayan sobre todo lo táctil de los materiales y la cualidad
evocadora de la superficie pintada. Hay en esto un narcisismo que nos dice algo sobre
la decadente vitalidad de la pintura francesa, ciertamente, pero también era una
auténtica innovación. En estos cuadros se ven los primeros pasos hacia el art
informel, el estilo que iba a dominar en la década siguiente. Es interesante observar
que este paso se dio antes d que llegara a Francia la influencia de los expresionistas
abstractos estadounidenses.
La respuesta europea: el Asimismo, la posibilidad de explorar los distintos recursos expresivos de la materia
informalismo. Pdf ALF
en su forma bruta llevó a J. Dubuffet a publicar en Cahiers de l’Art Brut (1946) una
serie de reflexiones con el título Prospectus aux amateurs de tout genre justificantes
de un art brut basado en la “omnipotencia de los valores salvajes, espontáneos,
propios de los niños y los locos”. Este tipo de obras fueron presentadas en el llamado Foyer
de l’art brut en los sótanos de la galería Drouin en 1947 y 1949, con el lema Art brut preféré
aux arts culturels.
Arte después de
Un papel de primer orden juega también la materia en la obra de Jean Dubuffet
Auschwitz, pág. 44 (1901- 1985), aunque la figuración ocupa un lugar más importante en él que en
Fautrier. Las texturas van siendo cada vez más importantes, desde Cuerpos de
Dama, una serie que inicia en 1950. En ella juega ya desde el título con la
Al acercarse a la obra de Burri y Fontana nos encontramos ante ejemplos de los procesos que se dieron en el arte
posterior a la IIGM y que llevaron a la denominada puesta en crisis del objeto artístico tradicional, en este caso la
pintura sobre lienzo. Cada uno profundizó en esa destrucción desde su vía personal: Burri, más ligado a la pintura
informalista, utiliza, como Millares en España, sacos, arpilleras viejas rotas y recosidas y, después, otros materiales.
Fontana, en ese sentido y a simple vista, parece más tradicional en sus investigaciones, porque usa lienzas pintados;
pero eso es sólo una primera impresión.
Arte después de También es frecuente considerar a Alberto Burri (1915) un antecedente del arte
Auschwitz, pág. 58 povera, aunque sea un tema discutible, por el empleo de materiales pobres como
sacos, arpillera y trapos viejos. Burri era médico y ejerció como tal durante la guerra,
pero prisionero de los americanos, en 1944 en Texas empezó a pintar; en 1947 tuvo
su primera exposición y abandonó la medicina para dedicarse a la pintura. Burri
emplea arpilleras, pero también toda suerte de materiales de desperdicio (…). Las
maderas se queman – en la serie Bruciature y Legni de 1956, las hojas de estaño se
golpean y los plásticos se funden con sopletes.
visitantes circular por ellas. Siguen el trazado de las calles de la antigua ciudad, y
permiten restituir la idea de la ciudad antes del terremoto.
Plásticamente expresa estas ideas con la serie de cuadros con perforaciones, iniciada
en 1949, y más tarde con cortes. En ambas series existe un factor común: el
cromático. Las telas son pintadas con un solo color, extendido uniformemente por
toda la superficie, sin resaltar ningún tipo de rugosidad o aspereza. Los lienzos son
tensados al máximo y dispuestos sobre el bastidor. En ese momento el artista incide
con un punzón o un cuchillo sobre la superficie y obtiene los agujeros y rajas.
Los primeros síntomas de esta renacida modernidad tuvieron lugar a finales de los
años ’40 en Barcelona donde un colectivo de jóvenes artistas, Antoni Tàpies, Modest
Cuixart, Juan José Tharrats y Joan Ponç a los que se unieron el poeta Joan Brossa y el
crítico Arnau Puig, fundaron el grupo Dau al Set y apostaron por un tipo de pintura a
caballo entre el surrealismo tardío y ciertas concepciones dadaístas.
El informalismo tuvo un particular desarrollo en España; se produce en un periodo temporal más tardío
-fundamentalmente desde la segunda mitad de la década de los cincuenta- y sobre todo adquiere unos significados
diferenciados respecto a las propuestas del resto del continente. En primer lugar supuso la incorporación de España a
la vanguardia internacional después del aislamiento cultural de la autarquía. Este es un fenómeno aún polémico que
debe relacionarse no sólo con una política exterior interesada en dar imagen moderna de España, sino también con la
calidad y personalidad de artistas como Saura, Millares o Tàpies, que habrían alcanzado el reconocimiento
internacional en todo caso.
En segundo lugar, el caso español plantea un nuevo dilema: el que se esconde detrás de la ambigüedad formal
propia de unas imágenes pictóricas lo suficientemente opacas como para amparar, en pleno franquismo, mensajes
políticos comprometidos, liberadores. El nuevo arte de Saura, Canogar o Rivera se convierte así en un símbolo de
liberación políticamente permitido, precisamente por formularse desde planteamientos estéticos que proponían un
retiro interior en el que sólo se permitía a la realidad asomar de una manera muy sutil, en clave.
Dau al Set
A finales de los años cuarenta comienza a darse en España los primeros impulsos para la recuperación de
experiencias artísticas de vanguardia. Casi una década después de terminada la guerra, van surgiendo grupos como
Pórtico en Zaragoza, de 1947, con pintores abstractos; la Escuela de Altamira en Santander, en 1948, y Dau al Set en
Barcelona el mismo año. En todos los casos se trata de artistas y críticos que se reúnen y pretenden establecer lazos
con la vanguardia anterior a la guerra, pero de momento sólo lo consiguen en Barcelona.
Pdf alf – informalismo Los integrantes de Dau al Set, a los que en 1949 se sumó el crítico de arte Juan
español Eduardo Cirlot, se incorporaban así al movimiento artístico internacional bebiendo de
las fuentes de la vertiente más onírica y fantástica del surrealismo y de ciertos ecos
del expresionismo pictórico germánico (Kandinsky, Klee, Der Blaue Reiter), literario
(Nietzsche) e incluso musical (Schonberg, Berg von Webern).
Arte después de Dau al Set (Dado en el número siete) es el nombre de un grupo catalán que forman J.
Auschwitz, pág. 60 Tharrats (1918), A. Tàpies (1923), M. Cuixart (1925). Joan Ponç (1927-1984), Joan Brossa
(1919), Eduardo Cirlot (1916-1973) y Arnau Puig (1926), aunque su área de influencia es
mayor. Editores inicialmente de una revista, no tuvieron un manifiesto, pero compartieron
intereses surrealistas, como indica su propio nombre, y ejercieron una labor de agitación
cultural y artística en la Barcelona de los últimos años cuarenta y primeros cincuenta,
cuando la ciudad empezaba a recuperarse económicamente- A través de sus obras y sus
contactos — con Miró como padre y Klee como punto de referencia—, consiguieron
entroncar con la vanguardia anterior a la guerra para pasar del surrealismo a otras
propuestas.
En el resto de España, sin embargo, aún no era el momento; habría que esperar casi otra
década, hasta 1957, para que se produjera ese enganche, que se conoce como
normalización.
Pero el momento crucial es 1957, con los hombres del Opus Dei en el poder —los
llamados tecnócratas—, la imprescindible modernización de la economía y lo que parecía
una levísima apertura política. Este año irrumpen en la escena artística El Paso, Equipo
57 y Antonio López. Ya el año anterior había aparecido en Valencia el grupo Parpalló
(que tomó su nombre de una cueva prehistórica pintada, como años antes Altamira)
con el crítico Vicente Aguilera Cerni y el apoyo del Instituto Hispanoamericano de la
ciudad. De este grupo formaron parte Eusebio Sempere (1924-1985), un pintor que
venía de París, y Andreu Alfaro (1929), un escultor influido por Oteiza. Parpalló
organizó una exposición importante en Valencia en 1960, Arte Normativo Español, en la
que estuvieron presentes otros grupos de la misma orientación como el Equipo 57 y el
Equipo Córdoba. Parpalló editó también una de las revistas más importantes de estos
años, Arte Vivo.
Antoni Tàpies
Pdf alf – informalismo El primer artista dausetiano que consiguió superar este entronque surrealista, un
español surrealismo que a principios de los años ’50 estaba agotado, fue Antoni Tàpies que a
partir de 1952 y tras descubrir el papel expresivo de la materia (materiales
heterogéneos encontrados de raíz dadaísta, etc.) entroncó abiertamente con el nuevo
lenguaje informalista que desde París habían impuesto artistas como Fautrier,
Dubuffet y Wols. Una exposición individual en la Galerías Layetanas de Barcelona
(1952) en la que presentó obras no figurativas, dominadas por un esquema
geométrico e interesadas en las posibilidades del lenguaje matérico próximo al
El Paso
Pdf ALF – Informalismo En Madrid, los primeros movimientos de vanguardia, tras unas iniciales tentativas en
español la I Bienal Hispanoamericana de Arte (1951) y en el Primer Congreso de Arte
Abstracto de Santander (1953), cristalizaron en torno a la segunda mitad de los años
’50 en el grupo El Paso, grupo que al decir de Laurence Toussaint se convirtió “en el
núcleo y motor de un desarrollo artístico extraordinario y sin embargo tan poco
conocido en el extranjero”. Según él, El Paso constituyó un extraordinario ejemplo en
la historia del arte español de posguerra de cómo un grupo de jóvenes artistas
tuvieron la voluntad y la capacidad ante un contexto desfavorable de formar un
colectivo para devolver el arte español al concurso de la vanguardia internacional.
(…)
Las dos figuras principales del grupo son Antonio Saura y Manuel Millares,
representantes respectivamente de la vertiente gestual y matérica del informalismo.
Arte después de La crítica -tanto española como extranjera y, sobre todo, francesa- siempre se refirió
Auschwitz, pág. 66 a estos artistas como la quintaesencia de lo español. Los términos que empleaba para
hablar de sus obras eran el drama, la sobriedad, el misticismo, la fuerza, la vela
brava, etc. Toda una serie de tópicos que se venían manejando desde el siglo XIX
cuando se creó la imagen romántica de España y que se aplicaban tanto a Velázquez,
Zurbarán, Goya o Murillo como a Saura, Feito, Viola o Millares. El recurso a lo
español se ve muy claro en los textos de El Paso y en los títulos de sus obras, pero no
tanto en ellas mismas.
Mirando los cuadros y las esculturas simplemente es difícil ver todas esas cosas. Se
ven informas gestuales, calientes, pero no más que las americanas, francesas,
alemanas o italianas. Y los títulos no me parecen un argumento de peso en favor de
ese supuesto españolismo, porque dos cuadros iguales pueden llevar títulos tan
diferentes como Número 74 y Saeta, por ejemplo. Más bien creo que los artistas de El
Paso explotaron esa fama de veta brava por razones de estrategia, porque resultaba
útil tanto dentro de su propio país como fuera. En España se movían con dificultades
y los títulos contribuían a hacer más digerible esa pintura o escultura formalmente
incomprensible.
Saeta, Petenera, Toledo… eran términos que aludían a fenómenos del patrimonio
común y que incluso formaban parte de la propaganda oficial; por tanto se oían mejor
que Estudio 45 o Pintura a secas. Fuera de España resultaban también útiles porque a
la crítica le gustaba-todavía le gusta- encajar las nuevas realidades en los viejos
cajones, según los cuales los españoles y su arte eran siempre violentos, dramáticos,
desgarrados, austeros, serios...
Otros artistas como Manuel Hernández Mompó (1927-1 992) trabajaron en lo que V.
Bozal ha llamado la galaxia del informalismo
Pdf ALF – Informalismo Exposición El Paso 1957, Galería Buchholz, Madrid
español
Artistas: Rafael Canogar, Luis Feito, Juana Francés, Manuel Millares, Manuel
Rivera, Antonio Saura y Pablo Serrano
Los artistas que el 20 de febrero de 1957 habían creado El Paso se reunieron en abril
en una primera exposición colectiva en la galería Buchholz de Madrid. El crítico José
Ayllón publicó a modo de manifiesto la primera Carta de El Paso (abril 1957), en la
que presentaba a los nuevos artistas defensores de la subjetividad como verdaderos
refugios del individuo en su soledad … y entregados en cuerpo y alma a la pintura
informal como expresión de una protesta violenta y desesperada. Reivindican el
informalismo como una forma de vivir.
Saura
Arte después de El principal responsable del grupo El Paso y uno de los más afamados pintores de la
Auschwitz, pág. 64 segunda mitad del siglo en España, Antonio Saura (1930), nació en Huesca y sufrió
la experiencia de la guerra civil muy niño en Barcelona; después pasó buena parte de
su adolescencia inmóvil a causa de una enfermedad. De entonces datan algunas de
sus obsesiones más características: los recortes de fotografías de periódico y revistas
o El Perro de Goya.
Sus primeras obras, a finales de los años cuarenta, cuando el panorama español
empezaba a desperezarse, arrancan del surrealismo en su vertiente más onírica. La
primera exposición que hizo en 1951 apareció bajo el epígrafe Pinturas surrealistas
de Antonio Saura y en busca del surrealismo se instaló en París en 1952 con el crítico
José Ayllón. Allí encontró el surrealismo, pero tan debilitado y autocomplaciente que
no consiguió interesarle; en 1955 rompió con él y volvió a España, dispuesto a
vigorizar el arte español. Pero en París también había encontrado cosas vivas, con
nervio: el informalismo francés y el expresionismo abstracto americano, que
consiguieron despertar su interés y le mostraron el camino a seguir.
Saura, como otros artistas de El Paso, tomó temas españoles para presentarlos desde
una óptica radicalmente nueva y profundamente crítica. El poder en España hacía
abuso de una serie de personajes y épocas en las que cifraba la esencia de lo español:
Carlos V, el imperio, Isabel la Católica, Velázquez, los tercios de Flandes, Cervantes,
etc. Tópicos que usaba, y de los que abusaba, en su propaganda nacionalista (libros
escolares, publicidad...). El Paso y Saura toman esos mismos motivos y los presentan
en su aspecto más feo, desagradable, agresivo y monstruoso; lo que para los
estamentos oficiales era laudatorio para ellos se convierte en motivo de crítica: su
serie Curas, sobre uno delos pilares de la estabilidad en la posguerra-la Iglesia- o los
Crucificados, que presidían las aulas de los niños en las escuelas y que Saura
interpreta a su manera, o sus retratos de Felipe II, símbolo del imperio y la grandeza
de España, para quien Millares hace un Sarcófago(Sarcófago para Felipe 11, 1963,
Cuenca, Museo de Arte Abstracto) o el Inquisidor de Chirino (Inquisidor 1, 1962,
Colección particular), escultura parlante de otra institución de la España imperial.
Sus monstruos no sólo proceden de la Historia. Saura conoce a fondo el arte anterior
a él y lo utiliza, pero no tiene prejuicios a la hora de usar imágenes de la cultura de
masas: fotografías de revistas con actrices, a las que somete al mismo proceso de
deformación al que somete a sus propias fotografías. La sexualidad – la pornografía
negativa la ha llamado Aguilera Cerni - ocupa otro de los lugares cruciales en su obra
y él, que ha escrito mucho ya desde los años cuarenta y es un gran crítico de arte, ha
sabido ver mejor que nadie la carga oscura de sexualidad que hay en otros artistas
aparentemente ingenuos y aptos para menores como Miró.
Pdf ALF – Informalismo El pintor Antonio Saura que durante su estancia en París quedó fascinado por los
español rescoldos del surrealismo de Bretón, pronto se decantó por la abstracción lírica y
posteriormente por el art autre de Tapié. De vuelta a Madrid a principios de 1957 fue
el aglutinante de un grupo de pintores de muy diversas procedencias geográficas y
artísticas.
Saura asumió más que ningún otro artista de su generación que había llegado la hora
de que en España el artista trabajase siguiendo los modelos de la vanguardia
internacional, pero sin renunciar ni a las propias raíces ni a la tradición.
Rafael Canogar
Pdf ALF – Informalismo R. Canogar destacaba por su austera y jugosa, dicción pictórica, su lenguaje refinado
español y, al mismo tiempo, elemental y por su dominio de la forma libre para organizar el
color con una expresividad y potencia singulares, así como la concepción de un
espacio que ansiaba la libertad estructural.
Rafael Canogar (1935-2007) es el otro pintor gestual del grupo. Discípulo de Daniel Vázquez Díaz, encontró
en sus primeras obras figurativas la vía para llegar a las vanguardias históricas y, muy pronto, adentrarse en la
abstracción. Canogar descubrió su camino en una plástica personal e independiente, donde la forma, el color y la
materia son sólidas estructuras en su obra12. Como cronista de su propia época, se lanzó a un alegato contra la
sociedad basada en los medios de comunicación.
Abandonó el informalismo, volvió a la figuración con una nueva iconografía y nuevos materiales para
encontrarse de nuevo con la abstracción. En 1954 celebra su primera exposición individual en la Galería Altamira de
Madrid. Poco después, viaja a París donde le interesan las teorías de grupos constructivos o neoplasticistas así como
propuestas de artistas abstractos (De Kooning, Pollock, Fautrier, etc.) En los setenta su vuelta a la abstracción aparece
con las series de relieves (1967-1975) y los collages (1976.-1978) compuestos por el ensamblaje de cuadrados o
rectángulos. Siempre en un proceso de cambio constante en las siguientes décadas, se decanta por la superposición de
fragmentos de trozos de pasta de papel.
Luis Feito (1929-) era profesor de la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en 1954, si bien abandonó la
docencia para marcharse a París en 1956 con una beca que le permitió estudiar los movimientos de vanguardia
vigentes. Sus primeros trabajos se inscriben dentro de la pintura figurativa, para posteriormente atravesar una fase en
la que experimenta con el cubismo y finalmente adentrarse de lleno en la abstracción. Al principio, sólo usaba colores
negros, ocres y blancos, pero una vez que descubrió la potencialidad de la luz, empezó a pintar con colores más vivos
y con planos lisos. Evolucionó hasta emplear como contrapunto en sus composiciones el rojo, y, en general, colores
más intensos.
En su fase abstracta, que comprende la década de 1970, Feito muestra una tendencia hacia la simplificación,
predominando en sus composiciones el círculo como forma geométrica. Posiblemente, el influjo del arte japonés se
advierte en su preferencia por las grandes bandas de color negro. La mayoría de sus obras, carecen de título, por lo
que suelen reconocerse con una numeración que se les asigna. A partir de la década de 1980 Feito ha alternado su
estancia entre Montreal, Nueva York y Madrid, para finalmente fijar su residencia entre estas últimas dos ciudades.
Arte después de El más interesante sin duda de los pintores de El Paso y uno de los grandes pintores
Auschwitz, pág. 65 españoles, Manolo Millares (1926-1972), procedía de Canarias. En las islas
apartadas de la Península se había desarrollado un importante foco surrealista con
Oscar Domínguez –el inventor de la de calcomanía- y Eduardo Westerdahl -animador
de una revista, Gaceta Literaria- y por allí se habían paseado los Breton y Péret para
inaugurar en 1935 la Segunda Exposición Surrealista. Westerdahl mantuvo vivo el
fermento surrealista después dela guerra civil y con él se inició Manolo Millares,
pintor, poeta y editor de una revista-Planas de Poesía- y una colección de libros de
arte, LADAC, Los Arqueros del Arte Contemporáneo.
Tras unos inicios surrealistas y alguna exposición en las islas, Millares se trasladó a
Madrid, con Chirino, Elvireta Escobio y Manuel Padomo, y se estableció
definitivamente en la capital, entrando a formar parte de El Paso y siguiendo después
una labor personal, la más personal de todo el grupo.
Millares, como Pollock, tenía dos preocupaciones esenciales que en realidad eran una
sola: el surrealismo con su interés por el subconsciente y por lo primigenio y las
raíces profundas de sus culturas desaparecidas, el pasado guanche de los habitantes
Su arte no estaba hecho para el museo -como las manzanas de Cézanne-sino para la
denuncia y él lo dijo en sus textos, la mejor lectura que se puede hacer sobre
Millares. En 1964, mientras el régimen celebra a bombo y platillo su triunfo en la
guerra civil –los Veinticinco años de paz -, Millares contraatacaron sus Artefactos
para la paz, despojos, una vez más, tristes y comprometidos.
Sus obras -escribió José Hierro- no quieren seducir por su belleza, sino tal vez
espantar con su dramatismo... tanto se cargan a veces de ira y de vida que su misma
agresividad las hace insoportables para el disfrute diario.
Millares desgarra, rompe, cose y recose sus arpilleras, y rasca la superficie del fondo
con el mango del pincel, escribiendo una caligrafía personal que cada vez toma una
importancia mayor y alcanza un desarrollo notable en las pinturas sobre papel de los
últimos años.
Saura convierte en monstruo todo lo que toca, Millares nos pone ante los ojos seres
humanos, demasiado humanos. Como Pollock, Millares murió muy joven, cuando la
crítica, los museos y el mercado se habían rendido a sus pies. Pero igual que el
Pdf ALF – Informalismo M. Millares sorprendía por su austeridad y rigor plásticos, por la utilización de
español simples arpilleras a la manera de telas recién tejidas, con rudeza, por su poder de
síntesis, por su ascetismo radical y su renuncia a los elementos líricos o táctiles. En
su pintura, en la que sobresalía la sutilidad y el refinamiento de la materia y unas
formas reflejo de un orden nuevo, Luis Feito reflejaba la tradición a la vez de
arrebato y silencio del misticismo español.
Lucio Muñoz
Artehistoria Su educación artística discurre en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, bajo
los consejos de Eduardo Chicharro, hijo. En esta época coincide con Antonio López y
los hermanos López Hernández, todos ellos serían los futuros representantes del
realismo. En los años cincuenta llega a París, gracias a una beca, y se interesa por el
Art Autre. Además se relaciona con artistas como Dubuffet, Fautrier, Wols y Tàpies.
Sus creaciones tienden a la abstracción. Realiza obras en relieve con maderas y papel
y de este modo se incorpora al informalismo. En la década de los sesenta expone en
los principales centros de arte. Se encarga en 1962 de la decoración del ábside de la
Basílica de Aránzazu. Según avanza su carrera va experimentando con nuevos
recursos estilísticos. Su obra está repartida en los principales museos y galerías del
mundo.
Wikipedia Cursó estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, donde
fue discípulo de Eduardo Chicharro y compañero de algunos de los que se
convertirían en sus mejores amigos. Entre ellos se encontraban una serie de artistas
realistas, como Antonio López, Julio López Hernández, Francisco López Hernández,
Carmen Laffon o Amalia Avia, con la que se casó en 1960.
En 1956 fue becado por el estado francés para continuar sus estudios en París, donde
entró en contacto con el informalismo de pintores como Dubuffet, Fautrier, Wols o
Tàpies. A partir de ese momento se adentra en los terrenos de la abstracción, que no
abandonará ya en toda su trayectoria. En 1958 empieza a trabajar con la madera. Este
material —arañado, quemado, tallado o enmohecido— se convierte a partir de ese
momento en una de las señas de identidad más reconocibles de su pintura.
Hizo un personal informalismo matérico por libre en los mismos años de El Paso, lo que le acarreó no pocas
dificultades para encontrar un sitio en el panorama artístico español.
Interesado por las texturas y la materia desde sus inicios como pintor figurativo, y tras pasar por París en
1956, se embarca en la abstracción y utiliza la madera como soporte y como material artístico para construir sus
cuadros. La madera aparece primero en forma de collage pero, poco a poco, va adueñándose del cuadro hasta hacerse
la protagonista absoluta y desplazar a todo lo demás. Su presencia es una presencia bruta, resuelta a base de arañazos,
raspaduras y desgarros, propios muchas veces del trabajo escultórico, a los que se añade algo de pintura de colores
oscuros. Con esta técnica realiza en 1962 su obra más importante, el altar mayor de la basílica de Aránzazu, un lugar
mítico para el arte de esta segunda vanguardia. En la iglesia de Sáenz de Oiza construye un mural de más de
seiscientos metros cuadrados, que traerá muchos otros después. Incapaz de permanecer inmóvil y abierto a los nuevos
tiempos, Lucio Muñoz vuelve a incluir sugerencias figurativas en sus cuadros de los años sesenta.
Arte después de Si Rivera abandonó pronto el grupo, Martín Chirino (1 925) entró a formar parte de
Auschwitz, pág. 66 él en un segundo momento. Escultor canario, amigo de Millares, se trasladó a Madrid
en 1948 y a principios de los años cincuenta viajó por Francia e Inglaterra y conoció
la escultura de Julio González y H. Moore. En la 1955 se instaló definitivamente en
Madrid con Miliares y Elvireta Escobio y entró a formar parte de El Paso, mientras
optaba por una escultura ya decididamente informal.
Chirino, como Millares, está muy interesado por sus raíces canarias, por el mundo y
el arte de los guanches y por la naturaleza de las islas. Algunas de sus obras más
importantes tienen que ver con ese sustrato: la serie Raíces, que inicia a finales de los
cincuenta o los Vientos, de los años sesenta, donde el hierro forjado, que guarda las
huellas del trabajo, se retuerce en espirales cargadas de fuerza, como remolinos, que
remiten también a uno de los motivos de la pintura guanche.
El grupo CoBrA
La respuesta europea: el La reacción a las rigideces de la abstracción geométrica tuvo también
informalismo. Pdf ALF escenarios europeos distintos de los franceses. Seguramente la más notable fue
la protagonizada a partir de 1948 por el grupo Cobra integrado por artistas de
la vanguardia danesa, como Egil Jackobsen y Asger Jorn, belgas como Pierre
Alechinsky y el grupo Experimental holandés, surgido del encuentro de Constant con
Corneille y Karel Appel. En las exposiciones presentadas en el Stedelijk Museum de
Ámsterdam en 1949 y en el Palacio de Bellas Artes de Lieja en 1951 y a través de los
10 números de la revista Reflex, los componentes del grupo Cobra se mostraron
defensores de una pintura superadora de la antinomia entre figuración y abstracción,
reivindicadora de lo surrealista y de la libertad total, expresado todo ello a través de
la exuberancia del trazo y de la experimentación constante en el campo de lo formal y
lo cromático.
de Asger Jorn 1956-1957, Londres, Tate Gallery); además aprenden de ellos, como la
única posibilidad de llevar a cabo una regeneración cultural y plástica. En la revista
que editaban, con el mismo nombre del grupo, reproducían dibujos infantiles.
El más activo de todos fue Asger Jorn, decidido a recuperar el arte como era en sus
orígenes, sobre la base de los sentidos. El mismo se definía como un primitivo
contemporáneo y se oponía a un mundo racional, optando por la liberación del
subconsciente que proponían los surrealistas. Jorn hace una pintura impetuosa
aplicando los colores directamente del tubo y utilizando cuchillos en lugar de
pinceles. La materia aparece así en toda su rudeza y es el gesto del artista el que
configura la obra. Las figuras de Jorn, a medio camino entre la abstracción y la
figuración, son monstruos legendarios o caras gesticulantes, que toma de la mitología
o del mundo de los niños y que, con los años, se fueron haciendo más oscuras.
Alechinsky (1927) es, como Tobey, pintor y calígrafo al mismo tiempo. Ya antes de
trabajar en Cobra dibujaba sobre la tela signos rápidos y esta tendencia se acentúa en
el interior del grupo a finales de los años cuarenta, aunque el paso decisivo lo da en
1955 cuando viaja al Japón. De allí, como Tobey, se trae un nuevo modo de hacer:
coloca el papel en el suelo, se agacha y se mueve en torno a él, atacándolo por todas
partes, como hacía Pollock. Sin embargo, Alechinsky no abandona el pincel ni la
figuración y sus símbolos son reconocibles, a diferencia del americano. Su interés por
Japón es una manifestación más del interés general de estos artistas por fenómenos
ajenos a la cultura racionalista occidental, que todos despreciaban. En Alechinsky
además juega un papel decisivo el poeta Dotremont con sus Logogramas, unos
extraños signos ondulantes.
Lucie-Smith pág. 83 El art informel, aunque haya sido el más publicitado de los movimientos
artísticos de posguerra no fue, ni mucho menos, el único punto de partida
nuevo. Mucho más significativo e importante fue, bajo muchos aspectos, el efímero
Grupo Cobra de los años 1948 a 1950. … Como los expresionistas abstractos, los
artistas del Grupo Cobra querían dar expresión directa a la fantasía subconsciente, sin
censura del intelecto. Pero también sin excluir la figuración: en eso se parecían a
Fautrier y a Wols, más que a Hartung, Soulages y Mathieu. El expresionismo tenía
hondas raíces en Escandinavia (con Munch) y en Holanda y Bélgica. El neerlandés
estadounidense De Kooning dejó en ellos su huella con la misma claridad que Karel
Appel, un neerlandés que siguió siendo “europeo”. En cierto sentido, por lo tanto, el
Grupo Cobra revive y continúa una vieja tradición, en lugar de lanzarse por un
camino completamente nuevo. Esto condujo a una mayor complejidad de referencia
de lo que es habitual en el arte del período de la inmediata posguerra. Jorn, por
ejemplo, derivó de lo jubiloso a lo siniestro. Sus cuadros adoptaron una amplia gama
de referencias. El interés que sentía por los mitos y la magia le facilitó el acceso a
gran número de signos y símbolos. Pero, a pesar de todo, tanto Jorn como sus colegas
han tenido menos impacto de lo que se habría podido pensar.
Arte después de El expresionismo abstracto llevaba a un callejón sin salida (…). La expresión de la
Auschwitz, pág. 80 angustia existencial, las tensiones interiores y la exhibición impúdica del yo más
íntimo habían tenido todo el desarrollo que necesitaban; por otro lado, la vanguardia
estaba institucionalizada, el poder se había apoderado de su discurso. El
expresionismo abstracto, el informalismo, la vanguardia, habían dejado de gritar. Una
vez pasados esos gritos, se produce un enfriamiento de la pintura, tanto en Europa
como en Estados Unidos. El enfriamiento parecía ya imprescindible o muy necesario
después de los alardes emocionales de Pollock, Rothko, etc., y tiene varias
manifestaciones: simplificando mucho, podemos hablar de una abstracta y otra que
no lo es. La primera, la abstracción pospictórica y la segunda, la no abstracta – la
figurativa – es el arte pop, que lleva a cabo el mismo proceso de enfriamiento,
aunque por caminos diferentes y con medios también distintos.
Lucie-Smith, pág. 94 Sin embargo, lo que se produjo en último término fue un estilo capaz de defenderse
sólo en la estela del expresionismo abstracto y que, sin dejar de estar en deuda con el
ejemplo dado por el expresionismo abstracto, echó hondas raíces en el arte europeo
de las décadas ’20 y ’30. La abstracción “de contornos duros” nunca desapareció por
completo, ni siquiera en los días triunfales de Pollock y Kline. Con “contornos duros”
quiero decir la abstracción cuyas formas tienen contornos claros y bien definidos y no
borrosos, como es el caso, por ejemplo, de la pintura de Rothko. Es característico de
esta clase de pintura que los matices sean planos e indiferenciados, de modo que
quizá fuera mejor hablar de zonas cromáticas y no de formas.
Retículas, Rosalind Tras emerger en la pintura cubista de preguerra, haciéndose cada vez más rigurosa y
Krauss manifiesta, la retícula anuncia la voluntad de silencio del arte moderno, su hostilidad
respecto a la literatura, a la narración, al discurso (…) ha logrado con un éxito casi
total atrincherar las artes visuales en la esfera de la pura visualidad.
(o dela ciencia, o de la lógica), y al mismo tiempo nos permite dar rienda suelta a
nuestra fe (o ilusión, o ficción). (…)
Sin embargo, las raíces de esta abstracción fría, como las del expresionismo
abstracto, vienen de Europa y de la otra vertiente del arte de las primeras
vanguardias. Los expresionistas abstractos eran hijos del surrealismo, del
automatismo psíquico, del subconsciente… Los postpictóricos heredan los principios
racionalista y fríos de la Bauhaus, sus investigaciones sobre los elementos básicos del
lenguaje abstracto: la línea, la forma y el color. El transmisor fue Josef Albers, que se
trasladó a América en 1933 cuando los nazis cerraron la Bauhaus. (…)
Se dieron a conocer oficialmente en 1963 y 1964 con dos exposiciones, una en Nueva
York – Hacia una nueva abstracción – y otra en Los Ángeles County Museum –
Post-Painterly Abstraction. Barnett Newman, Ad Reinhardt, Kenneth Noland, Morris
Louis, Frank Stella y Ellsworth Kelly son los principales representantes de esta
abstracción pospictórica que, como todos los movimientos de nuestro siglo, es
inseparable de la figura del crítico. En este caso fue Clement Greenberg, que además
dio nombre al movimiento.
Durante una década por lo menos la abstracción postpictórica representó una especie de ortodoxia
modernista; ocupaba un lugar semejante, en términos de prestigio intelectual, al que tuvo en el siglo XVIII la pintura
histórica. Todavía vemos clara confirmación de su éxito en la obra de ciertos pintores minimalistas de la década de
1970. La abstracción postpictórica pareció llevar las posibilidades que ofrecía la pintura pura a una especie de
conclusión. Quizá por esto los artistas que querían encontrar su propio camino hacia adelante se sintieron inclinados
durante un tiempo a abandonar la idea del lienzo pintado, lo que tuvo como resultado un gran viraje de la atención
general hacia la escultura y los experimentos con medios de expresión mixtos.
Josef Albers
Arte después de Albers, que había nacido en Alemania, enseñó en el Black Mountain College, de
Auschwitz, pág. 80 1933 a 1949 y en la universidad de Yale entre 1950 y 1959, y mantuvo – en los años
de mayor éxito del expresionismo abstracto – un modelo de abstracción diferente,
basada en un racionalismo matemático que daría sus mejores frutos en esta
generación que se manifiesta con fuerza en los sesenta, aunque ya en los cincuenta se
venía insinuando dentro incluso del expresionismo abstracto dominante. Albers cuyo
papel en América se ha comparado al de Mies Van der Rohe en arquitectura, no
busca la tercera dimensión, como la pintura tradicional, sino el espacio plástico
sólido y concreto en dos dimensiones. Como ha escrito Argán, La concepción de
Albers del espacio como integridad plástica del plano (profundidad-resalte) tuvo
una importancia determinante tanto para la concepción del espacio en expansión –
hacia acá del plano del cuadrado- de Rothko como para la llamada corriente del
hard edge.
Albers, entre sus cuadros destaca una serie basada en la representación de cuadrados
llamada “Homenaje al Cuadrado” que inicio en 1950, es la representación de
cuadrados superpuestos con la proporción bien calculada y los colores varían en sus
matices. Los resultados de sus investigaciones sobre el color fueron publicados en su
libro “Interaction of color” 1963 sus ideas y técnicas influyeron en el Pop Art.
Lucie-Smith, pág. 94 Uno de los progenitores de esta clase de pintura en Estados Unidos es Josef Albers, a
quien ya hemos mencionado por su importancia como maestro. Albers había estado
íntimamente relacionado con la Bauhaus durante la década de 1920: en realidad,
como estudiante y como maestro, trabajó allí continuamente desde 1920 hasta 1933,
cuando se cerró la Bauhaus, o sea, una relación más larga que la de cualquier otro
Bauhiiusler. Durante la década de 1930, cuando ya vivía en Estados Unidos, Albers
participó en las exposiciones organizadas anualmente por el grupo parisino
Albers no sólo es interesante por sí mismo, sino también porque parece estar situado
en el punto donde convergían diversas actitudes hacia la pintura. El elemento
sistemático de su obra la relaciona con la de dos artistas suizos: Max Bill (n. 1908) y
Richard Lohse (n. 1912); Hill era también alumno de la Bauhaus y, en su carrera
subsiguiente, se convirtió en una especie de genio universal: artista, arquitecto y
escultor al mismo tiempo. El desarrollo serial del color ha sido uno de sus intereses a
lo largo de su carrera y Concentración para luminosidad es sólo un ejemplo
característico de composición austera y formal que utiliza datos ópticos. Por lo
general se habla de Bill y Lohse como exponentes del -arte concreto-, y se incluye a
Albers como tercer miembro de este triunvirato. Por otra parte, el interés de Albers
por la ilusión óptica lo relaciona con los llamados artistas op. Mientras que su
particular tratamiento de la forma lo relaciona con lo que los críticos han calificado
de abstracción pospictórica.
Barnett Newman
Arte después de Unos años mayor que los demás, Barnett Newman (1905-1970), que había jugado un
Auschwitz, pág. 82 papel importante como pintor y sobre todo como teórico del expresionismo abstracto,
emprende ya en fechas tempranas, 1948, un camino solitario. Dejando a un lado la
emoción, se embarga en la aventura de encontrar una nueva forma de totalidad, el
máximo despojamiento, el equilibrio, en obras como Onement que le sitúan como
precedente de la abstracción pospictórica. En la serie Onement (1948-1949),
Newman abandona cualquier sugerencia temática y deja que aparezca la franja
vertical en un campo de color monocromo, como será habitual en sus obras
posteriores.
1969 para conmemorar la muerte de Martin Luther King está muy cercana a las
imágenes minimal de los años 70.
En los primeros trabajos que ofrecen las cremalleras, los campos de color son
variados, pero más tarde los colores son puros y planos. Newman se cree que llegó
a su estilo en plena madurez con el Onement serie (desde 1948). Las cremalleras
definen la estructura espacial de la pintura, y al mismo tiempo dividir y unir la
composición.
En sus últimas obras, como el ¿Quién teme a rojo, amarillo y azul? de la serie, utiliza
colores vibrantes, puros, a menudo en lienzos de gran tamaño, como Luz de Anna
(1968), Anna's light, 1968, llamado así en memoria de su madre, que había muerto
en 1965, es el más grande de su trabajo, 28 pies de ancho por 9 pies de alto (8,5 por
2,7 metros). Newman también trabajó en shaped canvases (lienzos con forma
diferente a la rectangular), con obras como Chartres (1969), por ejemplo, en forma
triangular. Estas pinturas posteriores se ejecutan en la pintura de acrílico en lugar de
la pintura al óleo de las piezas anteriores. Al final de su vida, regresó a la escultura,
haciendo un pequeño número de piezas elegantes en acero. Broken Obelisk (Obelisco
Roto) (1968) es la más monumental y conocida de sus esculturas; representa un
obelisco invertido cuya punta se sostiene en equilibrio sobre la cúspide de una
pirámide.
Newman también hizo una serie de litografías , los 18 Cantos (1963-64) que, según
Newman, están destinados a ser evocador de la música. También hizo un pequeño
número de grabados.
El influyente crítico Clement Greenberg escribió con entusiasmo sobre él, pero no fue
hasta el final de su vida cuando empezó a tomársele muy en serio. Ejerció sin embargo,
una importante influencia en muchos pintores más jóvenes.
Arte después de Kenneth Noland (1924) venía de la escuela de Joseph Albers en el Black Mountain
Auschwitz, pág. 84 College de Carolina. En busca de la máxima objetividad, Noland organiza sus
cuadros en una geometría estricta y fría: series de líneas paralelas, círculos
concéntricos, ángulos ... con colores elegidos no por razones emocionales sino por las
relaciones que se establecen entre ellos, como A1bers, aunque a Noland le interesa el
efecto dinámico que producen. Por otra parte, el deseo de desenmascarar la pintura y
prescindir de todo lo que sea ficticio le lleva a impregnar (no a dar pinceladas) toda la
tela de un color, consiguiendo así campos de color. Como ha escrito Greenberg:
Impregnado de pintura en lugar de estar cubierto por ella, el propio lienzo se
convierte en pintura, en color, como una tela teñida. La trama y el tejido están en el
color. Noland, después de las dianas, corta lienzos que siguen la forma de las líneas
trazadas en ellos: rombos, espigas..., o dispone bandas de color en grandes lienzos
horizontales.
En 1948 y 1949 Noland trabajó con Ossip Zadkine en París. A principios de 1950
conoció a Morris Louis. La mayoría de las pinturas de Noland se dividen en cuatro
grupos: círculos (o dianas), galones, rayas y lienzos de diferentes formas. Su
preocupación por la relación de la imagen que contiene el borde de la imagen le llevó
a una serie de estudios de anillos concéntricos, u ojos de buey (Objetivos) como el
que reproducimos aquí llamado principio de 1958, utilizando combinaciones
improbables de color.
Al cabo de algún tiempo, los rombos de Noland comenzaron a hacerse más y más
estrechos y más y más largos, hasta que el tema del galón fue abandonado y
sustituido por listas horizontales en lienzos enormes, algunos de los cuales medían
más de nueve metros. De esta manera el color queda reducido a sus relaciones más
elementales, como en los cuadros tardíos de Louis, y se abandona toda apariencia de
composición. Estos cuadros tardíos son prueba de extremado refinamiento de la
sensibilidad cromática de Noland. Si los comparamos con sus obras anteriores,
veremos que el color se vuelve más pálido y más ligero. Las tonalidades están
contiguas, lo que da una ilusión óptica con de rielar, intensificada por la extensión
misma del lienzo, que sobrepasa la capacidad del ojo y lo absorbe. Nada hay que
merezca el nombre de pictórico en esta manera de aplicar el color; ni siquiera tiene
las anfractuosidades y las desigualdades de las manchas de Louis, y las listas de color
se juntan de manera más firma y decisiva que las de Louis. O, mejor dicho, casi se
juntan, porque fijándonos más, resulta que están separados por listas
infinitésimamente finas de lienzo crudo, y es posible que Noland imitase este efecto
de los primeros cuadros de Frank Stella.
Y un tercero en el cual no basta con que le espectador se mueva para que la obra
también lo haga, sino que es la propia obra la que tiene movimiento, producido por
los medios más variados: luces, imanes, calor… como en las obras de Liliane Lijn,
soto o los laberintos de la GRAV.
Lucie-Smith, pág. 169 Una vez que el pop art fue sucedido por el op art, se produjo una tendencia natural a
identificar al mayor número posible de artistas op. De aquí que se incluyera en esta
categoría a artistas cuyo interés en efectos ópticos era realmente muy secundario.
Más interesante como distorsión fue la manera de presentar el op art como algo que
había aparecido súbitamente en la escena mundial, más o menos lo mismo que le
había ocurrido al pop art. En realidad, la pintura óptica, como la abstracción de
“contornos duros” tenía hondas raíces en la tradición de la Bauhaus y es
consecuencia de la clase de experimentos que la Bauhaus fomentaba.
Es un estilo de la visual del arte que hace uso de ilusiones ópticas. Ilusión óptica es
cualquier ilusión del sentido de la vista, que nos lleva a percibir la realidad
erróneamente.
"El arte óptico es un método de pintura sobre la interacción entre la ilusión y plano
del cuadro, entre entender y ver. Cuando el espectador mira, se da la impresión de
movimiento, las imágenes ocultas, tapajuntas y vibraciones, patrones, o,
alternativamente, de inflamación o deformación. En las obras de op art el observador
participa activamente moviéndose o desplazándose para poder captar el efecto óptico
completamente, por tanto se puede decir que no existe ningún aspecto emocional en
las obras. Los elementos dominantes del arte óptico son:
No comunican con sus obras un sentimiento, sino que exigen del espectador una
actitud activa. El ojo debe estar mirando una obra que se mueve, buscando el
principio y el fin. También se puede hacer una clasificación de las obras cinéticas:
Los artistas siempre han mostrado su deseo por expresar el movimiento. El arte
cinético propone desarrollar el movimiento real en obras tridimensionales gracias a
un motor. Precursores: desde 1912 numerosos artistas experimentan con
producciones cinéticas, como Larionov y Archipenko. En los años 20 las
construcciones de Gabo, Moholy y Pevsner y de forma más clara en las obras
accionadas por motor de Marcel Duchamp.
En relación con esto está el Op Art, Optical Art o Arte Óptico. La diferencia
estriba en que el movimiento no es real sino ilusorio, producido por una serie de
métodos basados en el conocimiento de las leyes ópticas de física.
El término se adopta hacia 1954 para designar las creaciones artísticas fundadas en la
introducción del movimiento como elemento plástico dominante en las obras, que
manifiestan la influencia del ambiente tecnológico de los años 50. Los años sesenta
suponen la consagración oficial del arte cinético.
Victor Vasarely
Lucie-Smith, pág. 169 Si queremos llegar a los orígenes de la pintura óptica de la posguerra tendremos que
remontarnos indudablemente a Victor Vasarely, artista de origen húngaro nacido en
1908. Vasarely estudió primero medicina y luego fue a una escuela de arte de tipo
convencional, para acabar entre 1928 y 1929 en la academia Mühely de Alexander
Bortnyik, que era la Bauhaus de Budapest. Vasarely se afincó después en Francia y él
mismo ha observado, como era de esperar, que fue durante el período de la Bauhaus
de Budapest cuando tuvo la revelación de “el carácter funcional de la plasticidad”.
Comenzó como artista gráfico y hasta 1943 no comenzó a interesarse por la pintura.
Pero Vasarely estaba dispuesto a ir más allá que la mayor parte de los que
condenaban la abstracción libre y propuso que se considere al artista, pura y
simplemente, como un hombre que hace prototipos que pueden reproducirse a
voluntad: El valor del prototipo no está en su rareza como objeto sino en la rareza
de la calidad que representa. Vasarely pensaba que las artes plásticas constituyen
una unidad y que no hay necesidad de dividirlas en categorías fijas como pintura,
escultura, arte gráfico o incluso arquitectura: Nuestra época, con la invasión de la
técnica, con su velocidad, con sus nuevas ciencias, sus teorías, sus descubrimientos y
sus materiales nuevos, nos impone su ley. La pintura abstracta, nueva como
concepto, distinta como actitud, sigue estando arraigada en el mundo anterior, en la
vieja pintura, gracias a una técnica común y a una presentación formal, también
común, que la frena y arroja una sombra de ambigüedad sobre sus conquistas.
Leemos esta declaración con respeto pero tenemos que añadir que Vasarely, desde
muchos puntos de vista, fue un artista curiosamente dividido, más fértil en ideas y
conceptos nuevos que formalmente inventivo. (…)
El cientifismo fue importante para Vasarely por dos razones: la primera es personal,
porque, como él mismo nos dice, “la idea del movimiento me ha obsesionado desde
mi niñez”; la otra, más general, es la idea de una pintura que vive de efectos ópticos y
existe esencialmente en el ojo y en la mente del espectador, y no simplemente en la
pared, es decir, que sólo se completa cuando se la mira.
Uso las expresiones “arte cinético” y “arte óptico” de manera casi sinónima … arte
cinético abarca muchas categorías de objetos. Tenemos en primer lugar, obras de arte
que, aunque de hecho sean estáticas, parecen moverse y cambiar. Éstas pueden ser bi
o tridimensionales.
En segundo lugar, hay objetos que se mueven al azar, sin poder mecánico, como los
móviles de Alexander Calder.
En tercer lugar, tenemos las obras que se mueven mecánicamente y que se sirven de
luces, de electroimanes y hasta de agua.
Arte después de La idea de movimiento había obsesionado a Vasarely desde niño, según confesaba, y
Auschwitz, pág. 86 su pretensión es que la pintura se mueva: hecha para el ojo del espectador, sólo
cuando éste la mira se completa. Y ésta es otra de las diferencias con la abstracción
pospictórica: no se trata de una obra estática; al mirarla cambia, se acaba de realizar –
o se realiza de nuevo cada vez – y no tiene un significado único ni definitivo.
De esta manera Vasarely desarrolló un modelo propio de arte abstracto geométrico, con efectos ópticos de
movimiento, ambigüedad de formas y perspectivas, e imágenes inestables. Se sirvió de diversos materiales pero
usando un número mínimo de formas y de colores. Tenía consideración por la pintura mesurada, reposada, racional y
serena (redes, tramas). En realidad fue un artista demasiado fértil y complejo como para ser clasificado simplemente
como pintor óptico. Su obra de abarca todo un complejo de ideas interrelacionadas, una de las más importantes fue la
idea del trabajo, es decir, del arte como actividad práctica, lo que le puso en contra de la idea de la abstracción libre.
Consideraba que las artes plásticas constituyen una unidad, por lo que no debían ser divididas en categorías fijas tales
como pintura, escultura o arquitectura.
BRIDGET RILEY (1931) artista británica conocida por sus pinturas distintivas,
óptimamente vibrantes, llamadas "Op Art". Fue durante este tiempo que Riley
comenzó a pintar la obra en blanco y negro por la que es bien conocida. Presentan
una gran variedad de formas geométricas que producen sensaciones de movimiento o
color. A principios de 1960, sus obras se decía que inducen sensaciones en los
espectadores tan variados como el mareo y el paracaidismo. De 1961 a 1964 trabajó
con el contraste de blanco y negro, de vez en cuando la introducción de escalas
tonales de gris.
Explora los fenómenos ópticos y de color, yuxtapone ya sea mediante el uso de una
técnica cromática de tonalidades o por selección de colores acromáticos (negro,
blanco o gris), analizar combinaciones de colores.
Riley pasó dos años copiando la pintura de Seurat, Puente de Courbevoie, para
aprender acerca de su técnica pictórica y su uso de colores complementarios. Poco
después, en 1966, Riley comienza a usar el color para lograr nuevos efectos ópticos.
Mediante la yuxtaposición de líneas de colores puros complementarios que pueden
afectar a la percepción de brillo de los colores individuales, trabaja meticulosamente y
cuidadosamente mezclando sus colores para conseguir el color exacto y la intensidad
que desea.
Riley está interesada en los efectos visuales, comentando: El ojo puede viajar sobre la
superficie de un modo paralelo a la forma en que se mueve sobre la naturaleza. Debe
sentirse acariciado y calmado, las fricciones experiencia y rupturas, deslizamiento y
deriva. Un momento, no habrá nada a la vista y al segundo siguiente el lienzo parece
que se recarga, que se llena con eventos visuales. Sigue trabajando en negro, blanco y
gris, el gran mural de Riley, Composición con Círculos (1998), los discos construyen un
espacio dinámico y volátil mediante la superposición de círculos transparentes. Al
tiempo que subraya la importancia de la "claridad del color, el orden de la mente... no
pincelada gratuita," Riley también reconoce la relación entre la música y la pintura, al
igual que artistas como Kandinsky.
Arte después de En Inglaterra, Bridget Riley trabaja con precisión científica en blanco y negro, a base
Auschwitz, pág. 87 de líneas paralelas muy próximas unas de otras – impecables desde el punto de vista
geométrico y realizadas muchas veces por ayudantes a partir de dibujos muy precisos
– que producen movimiento, vibraciones y ondas en el ojo del espectador.
Lucie-Smith, pág. 172 Riley, que es, probablemente, la más brillante de cuantos artistas cinéticos han
trabajado en dos dimensiones, rechazaría sin duda alguna la idea de que sus cuadros
no tienen por objeto expresar o comunicar sentimiento. Su obra está con frecuencia
intrincadamente programada: las formas y sus relaciones recíprocas concuerdas con
series matemáticas predeterminadas, pero a las matizaciones progresivas se llega
instintivamente. La señorita Riley trabajó en una época enteramente en blanco y
negro pero ahora, después de pasar por una fase de colores opacos y mates, ha creado
una serie de cuadros deslumbrantemente cromáticos que exploran la manera de
conseguir que un color, por medios ópticos, se desangre en otro; o la manera de
conseguir que todo el cuadro pase de cálido a fresco por medio de una sucesión de
tonos. A diferencia de otros pintores artistas del color painting, la superficie aquí no
permanece inerte, sino que se riza y ondea a fuerza de energía muscular.
La obra de esta artista está con frecuencia intrincadamente programada: las formas y sus relaciones recíprocas
concuerdan con series matemáticas predeterminadas, pero a las matizaciones progresivas se llega instintivamente.
Riley trabajo en una época enteramente en blanco y negro, a base de líneas paralelas muy próximas unas a otras
-impecables desde el punto de vista geométrico y realizadas muchas veces por ayudantes a partir de dibujos muy
precisos- que producen movimientos, vibraciones y ondas en el ojo del espectador.
Posteriormente pasó por una fase de colores opacos y mates, hasta crear series de cuadros deslumbrantemente
cromáticos, que exploran la manera de conseguir que un color, por medios ópticos, se desangre en otro. La superficie
aquí no permanece inerte, sino que se riza y ondea a fuerza de energía muscular. Explora los fenómenos ópticos y de
color, yuxtapone ya sea mediante el uso de una técnica cromática de tonalidades o por selección de colores
acromáticos, analizando combinaciones de colores, para lo que resultó fundamental su estudio de la obra de Seurat.
Lucie-Smith, pág. 173 El siguiente peldaño de la pintura óptica está representado por obras en
ligerísimo relieve. Con frecuencia esta dimensión extra se usa para presentar
planos de color que se mueve según cambie de postura el espectador respecto a
ellos. Las “fisionomías” del venezolano Carlos Cruz-Díez son obras de este tipo y
también algunas del israelí Yaacov Agam. El principio utilizado es bastante parecido
al que encontramos en algunos “cuadros de truco” de la época victoriana, en los que
una imagen era sustituida de pronto por otra, según el punto desde donde el
espectador contemple el cuadro.
el ritmo que las unía llegara a parecer más importante a ojos del espectador que
cualquier otra de sus partes y el cuadro, en consecuencia, al menos por implicación,
quedaba incompleto en cuanto tal, convirtiéndose, en cierto modo o, en parte de un
tejido infinitamente grande, cuya existencia el espectador tenía que imaginarse. Soto
concentró luego su atención en efectos de superposición, de la misma manera que
Vasarely. Se superponían los diseños pintados en hojas de plexiglás pero ligeramente
separadas de modo que dieran la impresión de fusionarse, formando un nuevo
espacio que oscilaba entre los planos anterior y posterior aportados por las hojas. Más
adelante, Soto ejecutó una serie de experimentos con pantallas pautadas equipadas
con placas metálicas proyectadas delante, o bien con varas o alambres, también de
metal, suspendidos delante de una superficie vibrante. La vibración tiende,
ópticamente, a absorber y disolver las formas sólidas que se proyectan delante de
ella. A cada instante, mientras el espectador mueva los ojos, se produce una nueva
onda de actividad óptica. Las obras más intensas de Soto son grandes pantallas de
varas colgantes; estas capas de varas, colgadas a lo largo de una pared, parecen
disolver un lado entero de una habitación, lo que fuerza al espectador a dudar de
todas sus reacciones instintivas en un espacio cerrado.
Apuntes Jesús Rafael Soto (5 junio 1923 - 14 enero 2005) fue artista op y cinético, escultor y pintor.
Comenzó su carrera artística siendo un niño, pintando carteles de cine en su ciudad natal. Él
recibió su formación artística en Caracas. Dirigió la Escuela de Artes Plásticas de Maracaibo
desde 1947 hasta 1950, cuando se fue a París y comenzó a asociarse con Yaacov Agam,
Jean Tinguely, Vasarely Victor y otros artistas relacionados con el Salón des Nouvelles
Realités y la Galerie Denise Rene.
En 1953 inspirado en sus conocimientos musicales inicia una pintura de carácter serial,
basada en el empleo de los tres colores primarios, sus complementarios y el blanco y negro.
A través de la permutación con las series de puntos de colores pintados sobre la superficie,
desarrolló un arte que poseía características cinéticas. La repetición de los elementos provoca
una fatiga en la retina que da lugar a un desplazamiento, de carácter ilusorio, en el campo
visual.
En sus trabajos utiliza un material moderno, el plexiglás, en forma de damero o de tiras negras y blancas; un
paso clave tuvo lugar en 1957 cuando cuelga varillas metálicas delante de un soporte formado por líneas negras y
blancas muy finas que se mueven y vibran con los movimientos del ojo del espectador. Introducía así la tercera
dimensión antes indicada al hablar del segundo momento del arte cinético.
produce colores que no han sido aplicados, originando un color virtual o subjetivo. A
todas estas experiencias el artista las llamó Fisiocromías.
Su obra ha sido catalogada a veces como sistemática o automática. Sin embargo, tal
apreciación es sumamente precipitada y superficial. La sensibilidad artística de la obra de
Cruz-Diez reside en su carácter experimental; el autor no busca un arte intimista, por
considerarlo egoísta: y aunque trabaja apoyado en patrones, ritmos y sistemas, para él, el
arte debe ser experimentado, vivido y compartido. Por ello se centra en recrear el entorno
propicio para que las personas vivan el arte, propiciando una interactividad entre la obra y
su observador. De allí el juego con los colores y los reflejos entre obra y espectador: el
humanismo de la obra de Carlos la crea el observador cuando participa de él, su relación
con el ser humano estriba en las reacciones emotivas e incluso físicas que despiertan las
obras en éste.
Por su búsqueda de experimentalidad y del compartir, la obra de Cruz-Diez se ha vinculado fuertemente con
la arquitectura y el urbanismo, por lo que podemos encontrarlo en plazas, teatros, edificios, avenidas,
aeropuertos,puertos y otros sitios públicos de Venezuela y el mundo. A lo largo de su carrera se ha centrado en
cuatro tipos de autodefinidas Categorías de las OP: Physichoromies, Choromointerferences, Chromosaturations, y
Transchromies. Toda la base de su experimento del color se centra en las variaciones de la posición del observador
en relación con la pieza, la luz dirigida hacia la pieza, y la relación entre los colores presentados.
Eusebio Sempere
EUSEBIO SEMPERE (Onil, España, 3 abril 1923 a 10 abril 1985) estudió en la academia
de bellas artes de San Fernando, viajó a París con una beca donde entre otras descubrió la
obra de Kandinsky, escultor , pintor y artista gráfico cuya obra abstracta geométrica lo
convierten en el artista más representativo del arte cinético movimiento en España. Uno de
los aspectos más interesantes de su pintura, es sin duda el color, Sempere no utilizó en
muchas ocasiones colores primarios, ni secundarios, sino tonalidades de gran sutileza que
muchas de las veces son colores pastel y gracias a su colocación provocan gran
dinamismo. Su uso de la repetición de la línea y el dominio del color para manipular la
forma en la luz juega en la superficie a dar profundidad a sus composiciones pictóricas.
los rieles, ahora pintados de azul, lo que sugiere un curioso efecto moiré al caminar
al lado de ellos, y una móvil que había prestado al museo.
Pablo Palazuelo
Su trabajo no ha recibido el reconocimiento internacional esperado y las razones de este desconocimiento son
diversas, pero sobre todo es fruto de una concepción dominante de la abstracción excesivamente lineal, que arranca
con las experiencias postimpresionistas en el tránsito hacia el siglo XX y que en los años sesenta logra sus últimas
consecuencias con el minimalismo. Según esta articulación la abstracción es la culminación de los principios de pura
visualidad propios del arte. La hegemonía indiscutida de este discurso ha hecho que otro tipo de prácticas y de
estéticas que, pese a estar situadas dentro del arte moderno han interiorizado sus principios de manera heterodoxa,
hayan estado parcialmente ignoradas.
Equipo 57
Equipo 57 estaba constituido por los arquitectos Juan Cuenca y Juan Serrano y
los pintores Ángel Duarte, José Duarte y Agustín Ibarrola. A ellos se unió
posteriormente el danés Thorkild Hansen.
La influencia del Equipo se hizo notar en algunos de los artistas del Grupo Parpalló,
especialmente en Andreu Alfaro, también en otros artistas independientes, Manolo
Calvo (1934), y, en menor medida, en José María de Labra (1925). Todos ellos
participaron, como ya se indicó, en la exposición Arte Normativo Español,
organizada en Valencia (1960) por el Grupo Parpalló. Fue el momento de mayor
relieve de la abstracción analítica, también el punto de partida de su decadencia. La
propuesta teórica del arte normativo había sido concebida por Antonio G. Pericas,
que escribió el texto de presentación: «Primera Pancarta de un movimiento». En
líneas generales, se trataba de una oposición rotunda al informalismo, en nombre
de aquellos valores que, de una forma quizá excesivamente rígida, exponía el
Equipo 57, y con la finalidad de lograr para el arte una intervención efectiva en la
configuración del medio. Sin embargo, como se desprende de la composición de los
participantes, de las orientaciones estilísticas de los miembros de Parpalló, la
realidad no respondía estrictamente a esos planteamientos. Junto a obras claramente
«normativas» —abstracción analítica—, otras se movían en el horizonte del
informalismo, algunas aludían ya a un cinetismo modular —Manolo Calvo era el
caso más relevante—, y las de Andreu Alfaro o las de Doro Balaguer escapaban a
estas clasificaciones estilísticas.
Por otra parte, algunas de las intenciones políticas de Equipo 57 y del
normativismo parecían adecuadas para un arte realista de corte social, tal como el
practicado por José Ortega. De hecho, los principales integrantes del Equipo,
Agustín Ibarrola y José Duarte, formaron parte del grupo de grabadores Estampa
Popular y, tras la desaparición del Equipo, hicieron pinturas de carácter realista
social, en diálogo polémico con el realismo crítico de Equipo Crónica, Arroyo,
Canogar, Genovés, Equipo Realidad, etc., en los años sesenta. El debate no era,
El minimal norteamericano: Donald Judd, Carl Andre, Eva Hesse, Sol Lewitt,
Richard Serra, Bruce Nauman.
Los calificativos que emplea Hamilton hubieran hecho llevarse las manos a la cabeza
a los artistas de la generación anterior, a los informalistas europeos y a los
expresionistas abstractos americanos. Pero los tiempos habían cambiado, la
recuperación económica era un hecho y el consumo que traía aparejado se iba a
convertir en la característica definitoria de esta nueva sociedad. A estas novedades
responde el pop y, por eso, su desarrollo es mayor en las sociedades más avanzadas
también desde el punto de vista económico: los países anglosajones, Estados Unidos
en primer lugar, e Inglaterra en segundo. En el resto de Europa la presencia del pop
es menos fuerte y se carga de connotaciones que le acercan a otros movimientos o le
hacen tomar otros nombres.
El pop toma sus temas de la cultura popular, de la calle, tal y como los transmiten los
medios de masas, con preferencia por los lugares comunes y los estereotipos (Coca-
Cola Marilyn, fábrica Disney…); sus imágenes son las imágenes de las revistas
ilustradas, la televisión, cine, vallas publicitarias, sin nada que ver con los grandes
misterios de la vida; frívolas, intrascendentes y superficiales, no requieren una visión
lenta y pesada, sino un vistazo rápido y superficial. Lo que interesa no es la realidad
de las cosas, sino su representación, su imagen, el medio es el mensaje, había escrito
McLuhan, el filósofo del pop, que publicó en 1962 su Galaxia Gutenberg.
en serie. Quiero ser una máquina, dice Warhol, y las pinturas de Lichtenstein
parecen tebeos para gigantes. Sin embargo, el mismo artista que dice querer ser una
máquina, vive y se comporta como una estrella de Hollywood, atrayendo él a los
mismos medios de comunicación que le suministran el material para su trabajo.
No resulta fácil equiparar el pop inglés al americano. Aunque las primeras imágenes
sean inglesas, pronto es el pop de Estados Unidos el que deja notar su peso sobre el
inglés. Pero lo que sí comparten ambos es la finalidad: atraer la atención del
espectador sobre todas aquellas cosas que la alta cultura había desdeñado. Lo que
defina al pop – dice Lichtenstein – es ante todo el uso que hace de lo que se ha
despreciado.
principales innovaciones del dadaísmo. El collage fue inventado por los cubistas
como medio de explorar las diferencias existentes entre representación y realidad.
Los dadaístas y los surrealistas lo ampliaron considerablemente y los dadaístas,
concretamente, lo encontraron muy adecuado a su preferencia por el anti-arte. En
manos de la generación de posguerra, el collage se convirtió en el arte del
assemblage, o sea, un medio de crear obras de arte casi enteramente a partir de
elementos preexistentes, en los que la aportación del arista consistía más en
establecer relación entre objetos diversos, juntándolos, que en crear objetos ab initio.
El assemblage era importante también por otra razón. No sólo aportaba los medios
para llevar a cabo una transición del expresionismo abstracto a las inquietudes, al
parecer muy distintas, del pop art, sino que además remataba una revisión radical de
los formatos en que podían actuar las artes visuales. Por ejemplo, el assemblage
aportaba un punto de partida de dos conceptos que iban a ser más y más importantes
para los artistas: el environment y el happening.
La primera exposición que celebran en 1953 se hace por iniciativa de Paolozzi y bajo
el lema Paralelo de la vida y el arte y está compuesta por fotos, no por cuadros o
esculturas. La cultura de masas es su fuente y se acercan a ella con una actitud
respetuosa, como merece una forma de comunicación que ha conseguido un nuevo
lenguaje, que es además el más eficaz de todos.
***
¿Por qué ha surgido el Arte Pop en Inglaterra? Surgió a partir de una nueva
conciencia de las manifestaciones de la época actual que se apoya en un fundamento
intelectual y teórico. Estos artistas se dieron cuenta de que la cultura, e incluso la
sociedad, estaba influenciada por los medios de masas, y sobre todo por la
tecnología.
Los artistas del Pop Art inglés consideraban que el reconocimiento de que el artista
se identificaba con la sociedad de los medios de masas. Y en la que cuyos temas
generales eran la subcultura, la cultura popular, las imágenes de los medios de
comunicación, las nuevas tecnologías, el diseño, etc.
Entre estos artistas del Pop Art se pueden citar como pionero y fundador a Richard
Hamilton.
Lucie-Smith, pág. 133 Ahora parece haberse llegado a un consenso en el sentido de que el pop art, en su
definición más estrecha, comenzó en Gran Bretaña y creció como consecuencia de
una serie de debates celebrados en el Institute of Contemporary Art, de Londres, por
el grupo de artistas llamado Independent Group, en el que había artistas, críticos y
arquitectos, y entre quienes hay que mencionara Eduardo Paolozzi, Alisan y Peter
Smithson, Richard Hamilton, Peter Reyner Banham y Lawrence Alloway. Este grupo
se sentía fascinado por la nueva cultura popular urbana, y, sobretodo, por sus
manifestaciones en Estados Unidos. Esto, en parte, era consecuencia tardía de la
guerra, cuando Estados Unidos parecía a los británicos un Eldorado de cosas buenas,
desde medias de nailon hasta automóviles nuevos. En parte fue también una reacción
contra- el solemne romanticismo, el ambiente de tesón y esfuerzo que había
dominado el arte británico en la década de 1940.
Richard Hamilton
Arte después de Eduardo Paolozzi y Richard Hamilton tienen un lugar destacado dentro del
Auschwitz, pág. 102 Independent Group y en la gestación del pop inglés. (…)
esta exposición por utilizar diferentes medios de comunicación, de los que el arte era
un elemento más (había una reproducción de los Girasoles de Van Gogh, fotogramas
de cine ampliados, una botella de cerveza gigante… y se dirigían, a todos los
sentidos: se podían oler, oír, andar en suelos blandos, ver películas, etc.). Aquello era
una puesta en escena del nuevo mundo del consumo y la publicidad, que había
cambiado por completo la percepción de las cosas. Como escribía Hamilton, lo que
necesitamos no es tanto definir los significados de la imagen como desarrollar
nuestras capacidades para aceptar y utilizar el enriquecimiento constante del
material visual. Su cartel, bajo la pregunta ¿Qué es lo que hace nuestros hogares hoy
tan diferentes, tan atractivos? Es una pintura pero ofrece todo un repertorio de
novedades, todo lo que va a constituir el tema del arte durante unos años: el confort,
los electrodomésticos, el magnetofón, la comida enlatada, los medios de
comunicación, la televisión, el cine, los comics, los automóviles, los chicos
musculosos y las chicas estupendas. El cartel es un manifiesto del pop.
Peter Blake
Arte después de Peter Blake (1932) trabajaba en artes gráficas y siempre había mostrado interés por la
Auschwitz, pág. 102 imaginería popular -ferias, luchas y circo-; sus primeras obras, a mediados de los
cincuenta, tenían el as pecto voluntario de cartelones de feria encontrados en
cualquier parte. La fama le vino por la cubierta de Sargent Pepper's que hizo para los
Beatles en 1967, aunque ya antes, en 1964, había trabajado para los Beach Boys.
Profundamente enraizado en esta generación, su iconografía es un paradigma del pop
en el sentido más difundido del término -estrellas de cine, como Kim Novak,
cantantes como Elvis, grupos musicales, pop y jazz, comics, clubes de cine como el
ABC Minors… - aunque su pintura sea tradicional desde el punto de vista técnico.
Blake pinta con óleo, de forma bastante tradicional a simple vista, sin grandes
novedades, aunque en realidad sus cuadros son curiosos collages pintados, en los que
se trata igual la reproducción de un cuadro antiguo que un periódico o el cuerpo de
un personaje. Lo que le interesaba de verdad a Blake era hacer una pintura fácil,
cercana a los gustos del gran público y comprensible por todo el mundo. En 1963
escribía: Aunque siempre estoy trabajando en un nuevo arte pop que sea el reflejo
directo de nuestra época, vuelvo siempre a los orígenes de este término e intento
encontrar las formas técnicas que correspondan a la auténtica sensación del arte
Pop tradicional.
En sus obras hay siempre una implicación personal muy fuerte, desde Tienda de
juguetes, un assemblage de 1962 (Londres, Tate Gallery), una especie de autorretrato
donde Blake coloca una puerta de verdad y un escaparate en el que se amontonan
sobre dos estanterías juguetes baratos, como si se tratara de un viejo almacén anterior
al boom consumista. Blake coloca sus propios juguetes junto a otros objetos
igualmente valiosos para él (la paleta de pintor o la foto de Elvis). Lo mismo que en
Tienda de juguetes hace en sus pinturas, cuando se retrata él o sus amigos con
cuadros pintados por un profesor de la infancia o por su hermano (En el balcón,
1955-1957, Londres, Tate Gallery).
David Hockney
Lucie-Smith, pág. 138 La clave esencial del pop art británico es 1961, no tanto por la nueva torna de
contacto de Smith con los artistas británicos, sino también por la Exposición de
Jóvenes Contemporáneos, que se celebró ese año y causó, probablemente, más
sensación que cualquier otra exposición de estudiantes desde la guerra. La razón fue
la presencia en ella de un grupo de artistas jóvenes del Royal College of Art: Phillips,
Boshier, Allen Jones y David Hockney. Exponía con ellos un estudiante
estadounidense un poco mayor, R. B. Kitaj. Kitaj, corno Smith, tenía conocimiento
de primera mano de las técnicas estadounidenses, y fomentó entre sus compañeros la
nueva obsesión con las imágenes populares.
Uno de los puntos débiles del pop art británico fue el Éxito fácil y rápido que tuvo.
Gran Bretaña, en lo referente a las artes visuales, estaba, por fin, saliendo de su fase
de aislamiento (en literatura, el aislamiento iba a durar más tiempo). El hedonismo de
fines de la década de 1950 había echado raíces, y los nuevos artistas parecían ofrecer
precisamente un arte alegre, insolente, concentrado en el placer, que encajaba bien en
el talante del momento. Pero los artistas modernos de algún talento seguían siendo
escasos, y los jóvenes leones del pop art no tuvieron mucha competencia. (…)
La pintura de Hockney es como un gigantesco diario íntimo, como alguien dijo del
expresionismo abstracto, pero -a diferencia de aquel, cuyo alfabeto resultaba
incomprensible para nosotros- éste lo podemos leer: el pintor, sus padres -su madre,
sobre todo -, sus aficiones, sus casas, sus amigos, sus amores ... todo aparece pintado
a tamaño natural de una forma clara.
tiempo. Una buena parte de su obra está constituida por retratos dobles de amigos,
que aparecen en interiores.
En los primeros años juegan un papel importante en su obra los grafitti, a partir del
conocimiento de Dubuffet -era su estilo de hacer imágenes –escribe - el tipo de
dibujos infantiles que empleaba, lo que me atraía-; Picasso, por el que siente siempre
una poderosa y doble atracción que le ha hecho retratarse como discípulo suyo y
también como modelo; y mira con humor el informalismo, del que hace alguna
parodia, como la serie de cuadros titulados Love, que numera -The First Love
Painting, The Second . . . hasta cuatro-, como hacían los expresionistas abstractos
para titular sus cuadros.
Hockney juega con dos formas de pintar dentro de un mismo cuadro: una pintura
(acrílica casi siempre) lisa y pulida para algunas zonas y otra más informal o
abstracta para otras. En El primer matrimonio (Matrimonio de estilos I), de 1962
(Londres, Tate Gallery) presenta una doble boda: entre su amigo americano y la
estatua egipcia de madera de una mujer -tal como los vio de lejos en el Pergamo
Museum de Berlín-, entre lo antiguo y lo moderno, el arte y la vida, lo irreal y lo real,
pero a la vez una boda entre dos estilos -el informal, con recuerdos de los dibujos
infantiles y los grafitti, que corresponden a la novia y el moderno, más simplificado y
realista del novio. Para acentuar la idea de boda incluye un arco gótico a la izquierda.
Este doble juego es muy claro en la serie que dedica a las Piscinas, donde contrapone
-o casa- la superficie tersa y pulida de todo el cuadro con la mancha borrosa y
pictórica del salpicón que produce la zambullida en el agua. Además la mancha le
sirve para hacer patente la presencia de alguien que no vemos porque está debajo del
agua. La autobiografía es el lema de la pintura de Hockney.
Arte después de Es sabido que ciertos partidarios del assemblage no fueron mucho más allá de sus
Auschwitz, pág. 102 fuentes originarias. (…) Otros artistas, sin embargo, no se contentaron con esto. La
mayor parte de ellos han de ser incluidos en la categoría calificada hasta ahora, algo
hábilmente, de “neodadaísta”. Sería preferible decir que se trata de artistas que, con
frecuencia, quieren explorar en sus obras la idea de lo mínimo, lo inestable, lo
efímero.
En Estados Unidos, los dos exponentes más discutidos del neodadaísmo son
indudablemente Robert Rauschenberg y Jasper John. De ellos el primero es más
variado y el segundo el más elegante.
Lo mismo se puede decir de Jasper Johns, aunque la obra de John da más impresión
de disciplina. John es también más irónico. Una obra titulada El crítico sonríe
consiste en un cepillo de dientes vacío en metal y puesto sobre un plinto del mismo
material. A diferencia de Rauschenberg, Johns es conocido principalmente por el uso
que hace de imágenes aisladas, banales: un juego de números, una diana, un mapa de
Estados Unidos, la bandera estadounidense. Lo importante de estas imágenes es, en
gran medida, su falta de importancia: el espectador busca un significado concreto y el
artista está preocupado con crear una superficie. En lo referente a la manipulación de
la pintura, Rauschenberg es consumado maestro. La manera de trabajar de Johns
sugiere también vínculos con otras cosas, además del pop art. Como Noland, John
está interesado en la inercia pictórica. Una de sus razones para escoger patrones
banales es que ya no generan energía. Johns está interesado también en la idea de la
pintura como objeto, más que como representación. En algunos casos se ha servido
de dos lienzos unidos, encajando entre ellos un par de bolas de madera para que se
vea la pared en que está colgado el cuadro en el punto en que se juntan. Otras obras
suyas tienen cosas pegadas: una regla, una escoba, una cuchara.
De esta descripción de las actividades de ambos artistas queda claro que representan
un alejamiento de la pintura “pura”. Incluso para Johns, a pesar de su virtuosismo, la
pintura no es más que un medio para conseguir ciertos resultados, que también
podrían conseguirse por otros medios. Rauschenberg estuvo vinculado durante años a
la compañía de ballet de Merce Cunningham y actuó con ella, además de diseñar
decorados y aderezos, y es evidente que esto constituyó una parte de su actividad
importante y esencial como pintar y construir objetos.
Arte después de Los padres o los iniciadores del pop en Estados Unidos, aunque ellos no se
Auschwitz, pág. 92 consideren tales, son Robert Rauschenberg (1925) y Jasper Johns (1930). Los dos
pintan con una técnica cercana a los informalistas pero de contenidos radicalmente
distintos. Los suyos son temas banales -una bandera, una diana o un número en los
cuadros de J. Johns; fotos de la prensa o del gran arte banalizado, reproducido, en los
de Rauschenberg- y, frente a la apariencia frágil de la pintura de aquéllos, éstos optan
por dar contundencia al objeto: Rauschenberg incorporándolo a sus pinturas y Johns
convirtiendo el propio cuadro en objeto. Frente a la presencia fuerte del sujeto-pintor
de los primeros, optan por la despersonalización y la elisión del sujeto en favor del
protagonismo del objeto.
En la formación del pop, y en concreto de estos primeros pasos, tiene un papel muy
importante el Black Mountain College de Carolina, donde enseñaba Albers. Allí
coinciden en 1952 Merce Cunningham, bailarín y coreógrafo; John Cage, músico, y
Robert Rauschenberg. De aquel ambiente y de las ideas de los tres salen muchas
cosas, entre ellas el happening, en una mezcla de música, baile, teatro improvisado,
pintura, etc.; lo aleatorio y los ready-mades entran entonces a formar parte de la obra
de arte. Tampoco hay que olvidar el peso de las filosofías orientales en los cuatro,
algo que les diferencia del pop, que rechaza, como decía Lichtenstein, todo ese
barullo neo-zen. Los dos permanecieron siempre ligados a la compañía de danza de
Merce Cunningham: Rauschenberg hizo escenarios y diseñó trajes y Johns fue su
asesor artístico.
Jasper Johns se interesa sobre todo por la ambigüedad de los sistemas de signos que
utilizamos en la sociedad contemporánea -los números, las banderas, las dianas, los
mapas más adelante-, que para él son elementos exteriores, previamente formados,
convencionales, despersonalizados, objetivos-, y los vacía de contenido a fuerza de
repetirlos y agrandarlos (como Oldenburg), en series, lo que se convertirá en una
forma habitual de trabajo entre los artistas pop. Rauschenberg está interesado por el
espacio que separa el arte de la vida y él trabaja en sus combined paintings (pinturas
combinadas), en las cuales, sobre una base de pintura que pertenece al expresionismo
abstracto, coloca con crudeza objetos no artísticos de materiales no estéticos, de la
basura -etiquetas viejas, maderas, trapos sucios… Para pintar –decía – vale tanto un
estimulante como otro. No hay tema mediocre…, como Oldenburg, para quien todas
las materias eran nobles. Los dos hacen tabula rasa del pasado con estas actitudes y
ejercen una influencia enorme en los artistas más jóvenes.
Andy Warhol
Arte después de Todo lo que en Lichtenstein era todavía deseo de ser pintor y de hacer obras de arte,
Auschwitz, pág. 96 desaparece radicalmente en Andy Warhol. Si pinto de esta manera -decía- es porque
quiero ser una máquina. Producir como una máquina y ganar el dinero que permiten
ganar las máquinas en la sociedad industrializada.
Pronto pasa de esta labor todavía artesanal a la fabricación industrial con su Factory,
que instala a finales de 1963 en un piso enorme de la calle 47, en la cual se fabrican
discos (Velvet Underground, en 1967), películas (Blue Movie y Flesh, en 1968) y
revistas (Interview aparece en 1969). El, que había empezado trabajando como
Su deseo de trabajar como una máquina y de ser confundido con ella le llevaba a no
numerar las serigrafías y a desear que cualquier persona pudiera hacer un warhol.
Creo que cualquier otra persona debería poder hacer todas mis pinturas en mi
lugar. Sería formidable que se pusiera más gente a hacer serigrafías: nadie sabría si
la pintura es mía o de cualquier otro artista.
En realidad, Warhol, más que la mayor parte de los artistas pop parece interesado en
anestesiar nuestra reacción ante lo que tenemos delante. Muchos de sus cuadros
tienen asociaciones morbosas. La señora Kennedy después del asesinato de su
marido, Marilyn Monroe después de su suicidio, “instantáneas” de delincuentes;
accidentes de automóvil, la silla eléctrica, funerales de gánsteres, disturbios raciales.
Las imágenes se repiten una y otra vez en ampliaciones fotográficas que se
serigrafían en lienzo. La única modificación consiste en una capa de color sintético
toscamente esparcido. La repetición y el color son los instrumentos de un vacío moral
y estético que es absolutamente deliberado. Nos damos cuenta del narcisismo de
Warhol cuando miramos sus cuadros, pero apenas llega a rozarnos. Frank O’Hara
observo una vez que una buena parte del pop art era, en esencia, una farsa, un intento
descarado de descubrir hasta qué punto se puede embaucar al público. Warhol lleva
esa actitud hasta los límites y mucho de lo que hace es desdeñosamente particular y
aristocrático. Esto se ve, por ejemplo, en su obsesión por el aburrimiento. Ha hecho
una película en la que no se veía más que un hombre dormido y dura más de seis
horas.
Claes Oldenburg
Arte después de Las tres dimensiones han sido un atractivo constante para algunos artistas del pop y
Auschwitz, pág. 99 Lichtenstein ha llevado a la escultura tazas o cabezas sacadas de sus comics. Otros
realizan obras que podemos llamar escultura, aunque contradiga alguno de los
principios más firmes de esta disciplina en sentido tradicional, como el uso de
materiales duros e imperecederos.
Por otra parte, Oldenburg, como todos los pop, no quiere representar los objetos, sino
crearlos. Comerciante él también, abrió en 1961 The Store, una tienda en la que
vendía alimentos y cosas para la casa hechos de escayola pintada de colores,
brillantes y atractivos. Lúcido y consciente de la inutilidad del artista en la sociedad
industrial, cuando imita al pastelero juega o ser un trabajador.
Preocupado por la ciudad y todo lo que constituye el enlomo urbano, Oldenburg hizo
proyectos para monumentos colosales destinados a Nueva York, donde su tamaño
-un Conejo tan alto como los rascacielos-, armonizaría con el gigantismo de la ciudad
y monumentos factibles como el Lápiz de labios de la Universidad de Yale.
Lucie-Smith, pág. 148 También Oldenburg experimentó con efectos ambivalentes. Sus objetos vacilan entre
la escultura y la pintura, y van de gigantescas hamburguesas a modelos aplastados de
palanganas o batidoras de huevos. Con frecuencia esos objetos se fabrican con vinilo
relleno de kapok.
Roy Lichtenstein
Lucie-Smith, pág. 151 James Rosenquist y Roy Lichtenstein difieren de Dine y de Oldenburg en que, en
gran medida, aceptan las limitaciones dela superficie plana, y en que son formalistas.
En este momento, Lichtenstein parece estar en una categoría más alta que los demás.
No es tan hostil a la palabra “arte” como Oldenburg y ha dicho, por ejemplo, que la
“percepción organizada es la base del arte”. Añade que el acto de mirar a un cuadro
“nada tiene que ver con alguna forma externa de pintura, tiene que ver solamente con
una manera de construir un patrón unificado de visión”.
La obra anterior de Lichtenstein se basaba en tiras cómicas y en ella hasta los puntos
que son ingrediente esencial de la reproducción chapucera del color se reproducen
meticulosamente. Lichtenstein dijo una vez en una entrevista de prensa: Pienso que
mi obra es distinta de las tiras cómicas … Lo que yo hago es formar, y las tiras
cómicas no están formadas en el sentido que yo doy a esa palabra … mi obra es
distinta de las tiras cómicas en el sentido de que cada marca está realmente en un
sitio distinto, por pequeña que esa diferencia pueda parecer a algunos.
Otro objetivo se percibe con suma claridad en la serie titulada Pinceladas: versiones
meticulosas, congeladas (con técnica de tira cómica) de las marcas que haría un
artista expresionista abstracto con una sola y amplia pincelada. Esta serie es un
intento de “supresión”: palabra que Lichtenstein utiliza con frecuencia. Es también
un intento de inducir al espectador a poner en duda su propia escala de valores.
Esto plantea la cuestión de los valores que defienden los artistas pop. Uno de los
aspectos más característicos del pop art es precisamente que, aunque es figurativo,
con frecuencia parece incapaz de servirse de la imagen observada de primera mano.
Las imágenes, para ser viables, tienen que haber sido procesadas de alguna manera.
Arte después de En el pop americano hay dos figuras emblemáticas, Andy Warhol y Roy Lichtenstein
Auschwitz, pág. 93 (1923), pero quizá es este último el responsable de la imagen más popular -valga la
redundancia- del pop. Sus dibujos de comic llevados a dimensiones de grandes
lienzos son las imágenes emblemáticas del pop.
Su interés por el comic viene del contraste entre la fuerza emocional de los temas que
tratan -el amor, el odio, la guerra... - y la técnica distanciada, fría, estándar e
impersonal. Lo mismo hace él en sus pinturas: temas emotivos presentados de un
modo frío y formalista, simplificando al máximo el color y la forma, dando la misma
importancia a las cualidades abstractas y decorativas de la pintura, sin que,
aparentemente, se pueda detectar la personalidad del artista.
cuatricromía de amarillo, rojo, azul y negro sobre blanco-, hace primero los puntos,
después las zonas de color y, por último, los contornos, con un ayudante, como
hacían los clásicos.
El interés por las imágenes banales reproducidas ha llevado a Lichtenstein hacia los
pintores -y sus obras- convertidas también en objetos de consumo: Picasso, Cézanne
y los movimientos de vanguardia. No parece equivocarse cuando escribe: Picasso es
de alguna manera un objeto popular: uno tiene la impresión de que debe haber una
reproducción de Picasso en cada hogar. Un problema que preocupa también a la
figuración narrativa francesa (Adami, Aillaud…) y a algunos artistas españoles como
Arroyo o el Equipo Crónica.
Tom Wesselman
Arte después de El expresionismo abstracto había dado una nueva escala a la pintura; la imagen
Auschwitz, pág. 97 impresa, la planitud, y la publicidad, los temas. De este cóctel salen los Grandes
desnudos de Tom Wesselmann (1931), gigantescas madonnas modernas a las que
adorar enteras o por partes -eso sí, las partes principales-. Con el recuerdo de Matisse
en la simplificación de colores, la planitud y la sensualidad, Wesselmann empieza
por hacer una serie de collages (Pequeño gran desnudo americano, en 1961), jugando
con el término gran que se aplicaba al sueño y a la novela americana. En busca de
otra escala realiza los Grandes desnudos en los años sesenta, que a veces lleva a las
tres dimensiones. Con telas superpuestas en varios planos, colores lisos y formas
simplificadas al máximo, hace una imagen que resume las aspiraciones de la sociedad
de consumo tal como las presenta la publicidad del cine, por medio de metonimias:
gruesos labios rojos, dientes blancos, melenas rubias, pechos enhiestos, un cigarrillo
humeante -que, sin duda, cogerán unas manos de uñas recién pintadas-, un kleenex
-de usar y tirar, como la chica y el cigarro- y una naranja, redonda, jugosa, sensual y
decorativa.
Mel Ramos
Arte después de Otros artistas se mueven en el ámbito del pop, como Edward Kienholz (1927), que
Auschwitz, pág. 100 hace construcciones inquietantes en las que mezcla objetos absurdos que ponen en
cuestión el American Way of Life; Ed Rusha (1937), que trabajaba en los primeros
años setenta con kétchup, té, huevos y vegetales en sus cuadros, y Mel Ramos
(1935), un californiano que mezcla las imágenes femeninas de los grandes pintores
del pasado con las chicas de la publicidad y hace evidente el papel de la mujer como
objeto a consumir en la sociedad contemporánea.
Salva Pla Mel Ramos es un pintor estadounidense que nació en Sacramento (California) en
1935. Integrante del Arte pop norteamericano de los años 60 del siglo XX.
Frente al grupo de Nueva York formado por Warhol, Lichtenstein y otros, Ramos
trabaja en California, lo que va a influir en su trabajo: muestra una sensibilidad
diferente a la de los autores de la costa Este. Influido en sus inicios por de Kooning,
se alejó más tarde del expresionismo abstracto, corriente de moda cuando era
estudiante. Hacia 1962 comienza una serie de superhéroes sacados de las viñetas del
mundo del cómic. Recrea heroínas como Wonder Woman, Phantom Lady o Sheena,
de las historietas que leía en su juventud. Su primera exposición individual, en la
Galería Bianchini de Nueva York, data de 1964. Desde mediados de los 60 desarrolla
un tipo de iconografía que combina desnudos femeninos idealizados (pinups) con
anuncios de marcas de productos de gran consumo, con todo el cromatismo del Arte
pop.
Ramos es uno de los primeros artistas del siglo XX que incorporan el arte comercial
en su vocabulario formal, y actualmente es uno de los pocos representantes vivos del
Pop norteamericano.
G. Segal
Arte después de Las chicas de Wesselmann son jóvenes y bellas... y se bañan, mientras hablan por
Auschwitz, pág. 100 teléfono con los chicos. Las mujeres de Segal también están en el cuarto de baño,
como los hombres, pero no son hermosas -no lo parecen a partir de su superficie
rugosa y monocroma - y se dedican a actividades menos vistosas -afeitarse las
piernas, por ejemplo-. El entorno es el mismo; la intención es muy distinta. Lo que en
Wesselmann es glorificación de la sociedad de consumo, en Sega1 es análisis
amargo, monocromo, casi existencialista, de la vida en las ciudades modernas. Segal,
que pasó de granjero y pintor a escultor, empezó como tal en 1958, trabajando sobre
la figura humana. En 1961 inició su técnica característica, a partir de modelos vivos
que venda y cubre de escayola hasta que secan y obtiene un molde; esto le permite
conseguir las formas básicas de las personas, pero sin entrar en detalles que
individualicen.
El resultado son gentes solas, anónimas, sin importancia y sin historia, sometidas a
los dictados de la gran ciudad, en actitudes estereotipadas, andando, sentadas a la
mesa de un bar, despersonalizadas y deshumanizadas, convertidas en autómatas todos
iguales unos a otros, sin nada que los individualice en una sociedad masificada,
viviendo una existencia monótona y sin alicientes. En esos fantasmas sin rasgos
Segal hace nuestros retratos más fieles.
Este escultor -como Marisol (Escobar), que fabrica unas peculiares esculturas de
madera pintada cuyas cabezas sustituye por fotografías- se desmarca del optimismo
oficial del pop americano y es un ejemplo más de la poca exactitud de nuestras
generalizaciones.
Lucie-Smith, pág. 158 … muestra parecida impotencia ante la realidad (que Rivers) objetiva. Sus esculturas
no están modeladas sino vaciadas en vivo de sus temas, como si el artista no se fiase
de su propia visión.
Marisol Escobar
En los años 60 entra en contacto con el Pop Art. Sus esculturas son de madera, y
trabaja con Warhol y Lichstenstein pero al trabajar con ellos rechaza la parte
comercial y se desmarca del Pop Art.
En el año 1968, Marisol comenzó sus viajes a través del mundo durante los cuatro
años siguientes, aprendió a zambullirse y explorar la vida de los océanos, y después su
arte depictó las imágenes de los océanos (Art Museum of the Americas). En los años
recientes, Marisol ha ilustrado las condiciones trágicas de la existencia humana, como
las experiencias de luchadores como los migrantes, familias pobres, o la gente indígena
(Art Museum of the Americas).
Arte después de Fuera de loa países anglosajones, el arte del objeto tiene connotaciones precisas que
Auschwitz, pág. 110 han llevado a darle distintos nombres a las manifestaciones más o menos cercanas al
pop, como el Nuevo Realismo o la Figuración Narrativa.
La actitud de los Nuevos Realistas es nueva, abierta y receptiva al mundo que les
rodea, a la naturaleza urbana, industrial y al objeto. Este se convierte en su tema y su
materia artística, a la que cada uno trata de un modo distinto, pero todos dentro de un
proceso de apropiación más que de creación en el sentido tradicional. (…) Pretenden
una vez más acabar con la separación entre arte y vida, haciendo arte con las cosas
que forman parte de la vida cotidiana y sacándolas de su condición de meros objetos.
Su trabajo es de apropiación y su finalidad es el reciclaje poético de lo real, urbano,
industrial y publicitario. No quieren hacer obras de arte con las manos, artesanales
como los informalistas, no quieren dejar huellas ni implicarse físicamente en la obra
(…).
Lectura: Clement Hay una tendencia a asumir que lo figurativo es superior a lo no-figurativo, que en
Greenberg, Abstracto, igualdad de condiciones, una obra que muestra una imagen reconocible es siempre
figurativo, etc., fragmento preferible a la que no la muestra. El arte abstracto es considerado como síntoma de
de “Arts and Culture”
decadencia cultural e, incluso, moral, mientras que la esperanza de un "retorno a la
naturaleza" la dan por supuesta quienes confían en un retorno a la pureza.
Ahora ya es posible preguntar si, en vista de lo que la pintura y la escultura han conseguido
en el pasado, no corren el peligro de cierto empobrecimiento al eliminar lo representativo,
lo figurativo, lo descriptivo. Como ya se ha dicho, lo no figurativo no es necesariamente
inferior a lo figurativo, pero ¿acaso no tiene, sin embargo, escasas condiciones para
acercarse a lo que nuestra sociedad coincide en llamar cuadro o estatua? Por esta razón, ¿es
posible que todavía nos deje algo insatisfechos incluso lo mejor de la pintura
abstracta?
La experiencia nos dice que la pintura y la escultura figurativas han conseguido raramente
en los últimos años algo más que una calidad menor, y que la calidad de más categoría
gravita más y más hacia lo no figurativo. Esto no quiere decir que la mayor parte del
reciente arte abstracto sea superior; por el contrario, mucho es malo, pero ello no impide
que lo mejor de él sea el mejor arte de nuestro tiempo.
Por otro lado, ¿puede ser que nuestra insatisfacción con el arte abstracto -si es que de una
insatisfacción se trata- tenga su origen no tanto en nuestra nostalgia por lo figurativo como
en el hecho, relativamente simple de que somos incapaces de igualar el pasado? ¿No
puede ocurrir que el arte en general esté en decadencia? Pudiera ocurrir que todavía no
podamos ver lo suficientemente lejos por lo que al arte de nuestros propios días se refiere;
que la verdadera y fundamental fuente de insatisfacción que podemos sentir ante la pintura
abstracta radique en los insólitos problemas planteados por un "lenguaje" nuevo.
Si, al parecer, la escultura abstracta encuentra menos resistencia que la pintura abstracta, es
porque no ha cambiado su lenguaje de modo tan radical. Abstracto o figurativo, su lenguaje
sigue siendo tridimensional, literal.
Ronald B. Kitaj
Arte después de El de Ronald B. Kitaj (1932) es un caso peculiar dentro del ámbito del pop inglés.
Auschwitz, pág. 108 Americano, viajado por Europa, estudió en el Royal College of Art entre 1959 y
1961. Allí coincidió con los artistas ingleses, un poco más jóvenes que él y ejerció
una influencia importante, sobre todo en Hockney, por su conocimiento del arte
americano y europeo, pero también por su actitud corno persona. Kitaj le animó a
ocuparse de los temas que le afectaban más directamente.
Sus propios temas procedían más de la literatura y de la historia del siglo xx que de la
cultura popular, pero las imágenes tenían como base fotografías, fotogramas o
fragmentos de pinturas de artistas del pasado, en una amalgama compleja que hace
sus obras difícilmente comprensibles sin el libro de claves, planteando al espectador
cada vez la resolución de un enigma. La historia de los judíos, sus lecturas favoritas,
las revoluciones o sus amigos de Londres, pueblan sus cuadros resueltos a la manera
de collages pintados.
Tampoco a Kitaj le gusta la etiqueta pop, que rechaza como casi todos los artistas
ingleses y, en realidad, no se puede hablar de una escuela pop inglesa porque las
diferencias entre ellos son demasiado acusadas. Lo que comparten es una nueva
mirada sobre la cultura popular y la sociedad de consumo. Y a partir de ahí cada uno
lleva su investigación por un camino plástico diferente.
Arte después de Los pintores de la figuración narrativa (…), colocada entre el Nuevo Realismo y el
Auschwitz, pág. 116 Pop (…). El Nuevo Realismo valora sobre todo la apropiación del objeto y su
lenguaje, mientras que la Figuración Narrativa prima el contenido (el tema) y plantea
una reflexión sobre sus propios medios (la pintura). El pop, por el contrario, se limita
a hacer constataciones objetivas y a poner el tema entre paréntesis.
Lucie-Smith, pág. 141 Nadie podría acusar a la obra de R. B. Kitaj de falta de complejidad. Hay que estirar
bastante el sentido de la palabra «pop» para ajustar su obra a ella. Kitaj es un artista
hermético; la mejor comparación es literaria, en el sentido de que, con frecuencia,
tiene parecido a los Cantos de Ezra Pound. En su obra se encuentran densos patrones
de imágenes eclécticas. Frecuentemente el pintor exige que el espectador trate de
oponer su experiencia a la suya. Los catálogos de las infrecuentes exposiciones de
Kitaj tienden a multiplicar las notas explicativas para aclararla complejidad de las
fuentes en que se basa su obra. Estas fuentes son más parecidas al catálogo de
publicaciones de un instituto científico que a una tira cómica de periódico. La actitud
del espectador ante la obra de Kitaj ha de ser necesariamente intelectual. Kitaj es un
excelente y tesonero dibujante, y mejora sin cesar. Como colorista es más bien seco.
Como sus pinturas tienen casi siempre forma literaria, con frecuencia parece que sus
grabados gozan de más éxito que sus cuadros; buena parte de su producción reciente
ha sido gráfica, en su mayoría serigrafías, y Kitaj se sirve de este flexible medio con
gran ingenio.
Philip Pearlstein
Durante el tiempo que comenzó a trabajar bajo la corriente del Realismo, sus colegas
se mostraban absolutamente en contra de cualquier opción realista. Y, aunque se
mantuvo dentro del Modernismo al igual que sus compañeros, se vio obligado a
reconsiderar la opción realista y, al hacerlo, ayudó a reinventar los términos en que el
realismo podría volver a convertirse en un arte vital.
Lucien Freud
Freud nació en Berlín pero se trasladó a Londres con tan sólo 10 años, por lo que se
comprende que su formación artística y, posteriormente, su brillante desarrollo como
pintor, se llevase a cabo como si se hubiese tratado de un genuino artista británico.
Por todo ello se le ha considerado siempre como uno de los más brillantes
representantes de la Escuela de Londres, cuyos miembros se caracterizaron por estar
de alguna manera vinculados a una figuración de estirpe expresionista. Aunque
tampoco se puede negar la impronta artística alemana que configuró su personalidad.
Su pintura debe su original peculiaridad al modo con el que supo abordar la figura
humana, fundamentalmente desnuda y haciendo siempre valer su turbadora
densidad carnal, obteniendo un sentido matérico que les daba una fuerza táctil,
muchas veces de efecto turbador.
Edward Hopper
El pintor fue uno de los principales representantes del Realismo del siglo XX, a pesar
de que durante gran parte de su vida su obra pictórica no recibió la atención de la
crítica ni del público.
Estudió en la New York School of Art y desde muy pronto se interesó por la cultura y
el arte europeos.
Su carácter taciturno y sus formas austeras tuvieron un fuerte reflejo en su obra, que
se caracteriza en su conjunto por la simplificada representación de la realidad y por la
perfecta captación de la soledad del hombre contemporáneo.
otro lado, acentúa el efecto dramático a través de los fuertes contrastes de luces y
sombras.
Francis Bacon
Arte después de Si el arte europeo de posguerra es inseparable de la guerra y sus consecuencias,
Auschwitz, pág. 53 Francis Bacon (1909-1992) es uno de los ejemplos más claros y su obra una de las
más inquietantes y lúcidas de todo el siglo. Nacido en Dublín de padres ingleses y
muerto en Madrid, donde no era extraño verle pasear por las salas del museo del
Prado, Bacon trabajó siempre en Londres, ciudad a la que se trasladó en 1914.
Con cierta fama como decorador y diseñador de interiores, empieza a pintar en 1931,
sin ningún éxito. La razón quizá es que Bacon no se apunta a ninguna moda: no hace
surrealismo (y los surrealistas le rechazan en la exposición londinense de 1936), pero
tampoco hace abstracción. Lleva una trayectoria personal y su pintura se desarrolla
en solitario, como la de Van Gogh, a quien admira profundamente. En 1944 destruye
la mayor parte de sus cuadros y empieza una nueva etapa con Tres estudios de figuras
para la base de una crucifixión(Londres, Tate Gallery). El éxito le va llegando
lentamente desde finales de los cuarenta y en 1954 representa a Inglaterra en la
Bienal de Venecia. Desde entonces Bacon se convierte en un punto de referencia
imprescindible en el arte del siglo XX y su lugar es cada día más importante.
Los Tres estudios, expuestos en Londres en abril de 1945, el año en que acabó la
guerra, produjeron consternación en el público. Bacon utiliza un medio tradicional en
la pintura de Occidente para expresar el sufrimiento humano —el tríptico—, pero
aclara, como Saura con sus Crucifixiones, que no se trata de un tema cristiano sino de
un acto de la conducta humana, un modo de comportarse con otro- El pintor, a partir
de este momento, se sirve del tríptico con mucha frecuencia pero no con sentido
narrativo sino como un medio para enriquecer la visión de la imagen, mostrándola
desde tres ángulos, con tres puntos de vista diferentes.
La cultura occidental y la historia del arte están detrás de la pintura de Bacon, que
utiliza con frecuencia la fotografía. Como muchos otros artistas después de la
Segunda Guerra Mundial – Picasso, Saura, Balthus, El Equipo Crónica… - Bacon
saquea el almacén de la historia del arte y desfigura las imágenes de Velázquez,
Rembrandt o las fotografías de sus amigos.
Considerado una figura aislada durante años, Bacon se descubre cada vez más como
alguien muy vinculado a su tiempo y a otros contemporáneos suyos por la
deformación del cuerpo humano, la técnica cercana al informalismo dentro de una
figuración peculiar, el interés por el espacio, la conciencia aguda de la soledad y la
indefensión del ser humano en el mundo moderno.
Lucie-Smith, pág. 63 Hay, sin embargo, un pintor figurativo británico que figura entre los artistas más
importantes de la Europa de entonces: Francis Bacon. Bacon y el francés Balthus me
parecen, en realidad, los únicos dos artistas que han conseguido dar validez a la
figuración dentro de un contexto europeo. Y ambos son tan extraños y personales que
vale la pena estudiarlos simultáneamente. Yo diría que Bacon representa la fase en la
que las exigencias de la pintura figurativa tradicional pueden ser forzadas a pactar
con las del modernismo. En comparación con muchos de los artistas cuya obra se
estudia en este libro, Bacon es una figura sumamente tradicional. Trabaja con los
viejos materiales: óleos sobre lienzo, y acepta la disciplina de los viejos formatos.
Desde otros puntos de vista, sin embargo, dista mucho de ser ortodoxo. Así es corno
él mismo describe su método de trabajo en una entrevista por televisión que le hizo
David Sylvester:
“Pienso que se pueden hacer, de una manera muy parecida a la dela pintura abstracta,
marcas involuntarias en el lienzo, sugiriendo por medio de ellas maneras mucho más
profundas de capturar los datos que a uno le obsesionan. Lo que funciona en mi caso
concreto funciona a partir del momento en que yo no tenía conciencia de lo que
estaba haciendo [ ... ]. En realidad, es una cuestión, al menos en mi caso, de saber
tender una trampa con la que capturar el dato que se persigue en su momento más
vital.”
Esto plantea por lo menos dos cuestiones: la cuestión, muy concreta, de los «datos»
por los que el pintor se siente atraído, y otra, más general, del porvenir del arte
figurativo. En el caso de Bacon, los datos suelen ser de terror, aislamiento y angustia.
Una visita a cualquier exposición retrospectiva de la obra de Bacon es una
experiencia opresiva. Bacon ha pasado por bastantes cambios estilísticos: los papas y
los hombres de negocios aulladores que le hicieron famoso han dejado el sitio a
imágenes más duras, más claras y, en cierto modo, más turbadoras. Figuras
deformadas se agazapan, medrosas, en habitaciones deslumbrantemente iluminadas,
que parecen una mezcla de apartamentos de lujo y cámaras de tortura. Esas figuras no
sólo están aisladas, sino que son, además, abyectas: hombres despojados de sus
últimas, y frágiles, pretensiones.
Max Beckmann
Max Beckmann fue uno de los artistas alemanes más destacados del siglo XX. De espíritu
independiente y solitario, desarrolló un estilo expresionista con un lenguaje completamente personal,
alejado de cualquiera de las tendencias de sus contemporáneos
Tras haber estudiado, de 1900 a 1903, en la Kunstschule de Weimar, una academia defensora de la
pintura al aire libre, estuvo en París durante un año, protegido por el historiador alemán Julius Meier
Graefe. En la capital francesa conoció la obra de los impresionistas, y descubrió a Cézanne y a Van Gogh.
Desde 1904 hasta la Primera Guerra Mundial vivió en Berlín, donde se casó con su primera esposa, Minna
Tube, se vinculó a la Berliner Sezession y realizó numerosas exposiciones. Se alistó voluntario en la
Primera Guerra Mundial, pero tuvo que abandonar el campo de batalla por una crisis nerviosa. La guerra
agudizó su escepticismo y desilusión, y su estilo pictórico se hizo más dramático. En 1917 se instaló en
Frankfurt, donde años después ejerció como profesor del Städelsches Kunstinstitut. Durante los años veinte
pintó numerosos retratos y autorretratos, temas figurativos, paisajes y bodegones
Philip Guston
Con el paso del tiempo comienza a dibujar grandes masas de color oscuro y en 1962
celebra una retrospectiva de su obra en el Guggenheim de Nueva York. Cuando la
década delos setenta estaba llegando a su fin se inspira de nuevo en temas figurativos
y naturalezas muertas.
Lucie-Smith pag. 43 Guston representa el aspecto invertebrado del expresionismo abstracto, ya que con
excesiva frecuencia sus cuadros no son otra cosa que revoltijos de suculenta pintura y
dulce colorido, hasta que hacia el final de su vida cambió radicalmente de dirección y
comenzó a pintar en un estilo arenoso y como de “caricatura” que sirve de puente
entre el pop arte y el neoexpresionismo.
Arte después de También Philip Guston (1913-1980) pasó por Europa en los años treinta. Era
Auschwitz, pág. 34 canadiense pero fue a los Estados Unidos muy pronto, trabajó con los muralistas
durante siete años (de 1934 a 1942) y ese entrenamiento resultó decisivo para toda su
carrera en muchos aspectos: los grandes formatos, que reaparecen en su obra tardía y
más conocida a partir de 1966; la crítica social, que también vuelve por sus fueros en
esos años y la figuración que —como las aguas del Guadiana— atraviesa su obra de
principio a fin y a la que nunca renuncia del todo.
En 1960 escribía: Hay algo ridículo y miserable en el mito que hemos heredado del
arte abstracto: que la pintura es autónoma, pura y autosuficiente, y, por tanto,
solemos analizar sus ingredientes y definir sus límites. Pero la pintura es impura. Es
la modificación de las impurezas lo que da lugar a la continuidad de la pintura.
Somos creadores de imágenes y esclavos de ellas.
Equipo Crónica
Arte después de También en España, después del hartón de introspección que había supuesto el
Auschwitz, pág. 120 informalismo de El Paso y otros artistas (Tàpies, Chillida, Lucio Muñoz…) los
artistas empiezan a salir a la calle y a mirar al mundo que les rodea: una sociedad de
industrialización incipiente (…) y de turistas. Ante ese panorama y provistos de un
buen conocimiento de la Historia de España y de la Historia del Arte, incluidas las
vanguardias, así como del arte que se hacía en Europa por estos años (el pop inglés)
acompañado de un espíritu crítico respecto a la situación política y social, tres artistas
de Valencia lanzan una nueva mirada sobre el país, el arte, la situación política y el
papel del artista en esa sociedad. Son Rafael Solbes (1940-1981), Manolo Valdés
(1942) y Juan Antonio Toledo (1940), quienes a finales de 1964 forman el Equipo
Crónica, junto con el crítico e historiador Tomás Llorens, como una derivación de
Estampa Popular de Valencia.
Llorens explica las bases teóricas del Equipo en un texto titulado La distanciación de
la Distanciación, y los tres pintores firman un manifiesto a finales de 1965, donde se
definen como un grupo de trabajo, con métodos colectivos y fines supraindividuales.
Muchas de estas ideas recuerdan al Equipo 57, pero a diferencia de aquellos, no
tienen fines científicos ni experimentales; parten de un estilo propio, directo, de
imágenes claras que todos pueden leer (procedan del campo que procedan).
En La recuperación los motivos protagonistas son los mitos de la España del siglo de
Oro en el contexto del primer consumo de los años sesenta. Las imágenes de la
pintura española o aparecen como tales imágenes de alta cultura sino como imágenes
de medios de comunicación, como ocurría con Picasso para Liechtenstein. De esta
manera lanzan una mirada irónica sobre esos mitos que el poder impone y utiliza: El
Greco, Goya, Velázquez y sus personajes – el caballero de la mano en el pecho, el
conde duque de Olivares, la duquesa de Alba, desmitificándolos al sacarlos de su
contexto habitual y colocarlos en uno nuevo, en un ambiente moderno y en actitudes
propias de hoy: cortando una cinta ante el sol del imperio como corresponde a un
gobernante, detrás de una mesa como interrogador o entre lavadoras y olla exprés (ya
no pucheros).
Al mismo tiempo que hace una labor crítica y desmitificadora, el Equipo Crónica
pone en cuestión el papel del arte – sobre todo de la vanguardia – en relación con la
situación política y cultural española. La pintura es la protagonista de la Serie Negra
de 1972 y de Billar de 1977, como lo es también en una serie de raíz policíaca,
Paredones de 1975-1976, hecha después de los últimos fusilamientos que tuvieron
lugar en España y donde lo que se rompe es la paleta del pintor, que aparece junto a
una figura a lo Klee, a lo Picasso… de ojos vendados y en u paredón que es también
un cuadro vanguardista.
Antonio López
Una obra nunca se acaba, sino que se llega al límite de las propias posibilidades.
El pintor busca entre la realidad que le rodea aquellos aspectos cotidianos, que él
recoge con un tratamiento pleno de detallismo, rozando lo fotográfico. Sus
preferencias van desde las vistas de Madrid hasta los retratos de sus familiares,
pasando por los objetos más cotidianos y cercanos.
Un camino realista también, aunque sin carga política, es el que emprendió un grupo de amigos procedentes
de la Academia de San Fernando y que han sido conocidos como Realistas Madrileños o como el grupo de los López,
por coincidir al menos tres de sus miembros en este apellido. Antonio López García (1936), Julio López Hemández
(1930), Francisco López Hernández (1932), Amalia Avia (1930), Isabel Quintanilla (1938) y María Moreno (1933).
Antonio López, el más importante de todos y hoy uno de los artistas españoles más cotizados, fue en 1957
cuando hizo su primera exposición en el Ateneo de Madrid. Sobrino de Antonio López Torres (1902-1987), era
amigo de informalistas libres (no adscritos al grupo dominante) como Lucio Muñoz. La exposición se hizo en medio
del silencio de la crítica, que en esas fechas sólo tenía ojos para el informalismo triunfante en España con un cierto
retraso respecto a otros países. Desde entonces Antonio López desarrolló su labor en medio de grandes dificultades,
hasta que la galería Marlborough le descubrió; además, la discreción y el retiro de su vida, casi oculta, como la de
otros realistas -Balthus-, hicieron hasta hace un tiempo su figura un enigma, hasta que en los últimos años ha
alcanzado la consagración en vida.
Su pintura en los primeros años refleja la soledad de los emigrantes en el Madrid de los años cincuenta.
Gentes desarraigadas, salidas de una cultura rural de siglos y metidas a la fuerza en barrios periféricos sin
infraestructura ni lazos humanos. Minucioso en el detalle hasta la obsesión y preocupado por su entorno más
inmediato -la familia, los objetos, la ciudad...- ha pasado de los elementos mágicos en los primeros años -hasta la
mitad de los sesenta-, a prescindir de ellos y buscar la magia en lo inmediato que, como se puede ver en su obra, no
siempre es agradable ni amable (El cuarto de baño, María en la bañera .). El principal protagonista de la pintura, y de
la escultura, de Antonio López, es el paso del tiempo y la huella que deja en las cosas y las personas, pero también en
los cuadros. Es frecuente que el artista vuelva sobre obras anteriores -de veinte y treinta años atrás- para modificarlas
y actualizarlas en un trabajo que no tiene fin .
Escultor a la vez que pintor, su preocupación va hacia el cuerpo humano, hacia lo material y lo físico de ese
cuerpo (Hombre y Mujer) tan natural y tan inmediato que no se puede mirar con tranquilidad porque su presencia
resulta tan inquietante o más que la de otro ser humano. Realista en los temas, López utiliza, sobre todo en los años
cincuenta y sesenta, técnicas cercanas a las que usaban los informalistas, con resultados muy diferentes.
El hiperrealismo
Arte después de A finales de los años sesenta en Estados Unidos aparece de manera escandalosa,
Auschwitz, pág. 123 como una estrella de Hollywood, arropado por todos los medios del sistema
(marchantes, galerías...) el hiperrealismo, para desaparecer del mismo modo y con la
misma velocidad, tras consagrarse en 1970 en el museo Withney con la exposición
Veintidós realistas (aunque en los últimos años parece que ataca de nuevo).
Enlazando con esa tradición realista, que nunca se había perdido del todo - Hopper es
un buen ejemplo-, toman como punto departida la fotografía pero no abandonan los
pinceles. Su labor consiste en llevar a cuadros de gran formato fotografías de cosas
banales, de la vida cotidiana en las ciudades-escaparates, calles, casas, coches y gente
moderna,- que hoy nos resulta terriblemente pasada de moda. Estas fotos en color a
gran escala, de aspecto pulido y brillante producen una imagen fría, neutra y
superficial. La banalización del pop se ha llevado a sus últimas consecuencias.
David Parrish (1939) prefiere las motos-los nuevos caballos del cowboy americano-,
otro símbolo todavía de toda una generación y Richard MacLean vuelve a los
ranchos que ya son de luna park. Chuck Close (1940) pasa fotos de fotomatón,
hechas para carnet de identidad, a un formato monumental –dos y tres metros-,
cambiando por completo el sentido del retrato, que pierde su poder de identificación
y de individualización para convertirse en un paisaje en blanco y negro.
Pero la búsqueda del hiperrealismo -de ir más allá del realismo- lleva ala búsqueda
del doble y el doble es más perfecto en tres dimensiones. La escultura hiperrealista
recurre a un método viejo y recientemente utilizado por Segal: moldes del cuerpo del
modelo en fibra de vidrio y resina de poliester, a los que estos añaden pelo y ropas de
verdad, como santos de vestir, cumple este deseo de hiperrealidad. John de
Andrea(I941) hace desnudos perfectos desde el punto de vista de la reproducción,
sin evitar un accidente físico, por poco agradable que sea. Menos complaciente
aunque más hiperrealista, si cabe, es Duane Hanson (I925). Hanson no desnuda a las
personas -después de todo, el desnudo es un modo tradicional de representación en
nuestra cultura-,desnuda la sociedad americana y sus Mujeres en el supermercado
(gordas, con rulos, zapatillas, el bolsito y el carro dela compra) son una burla cruel de
la mujer americana -occidental-, una crítica al sueño americano y un atentado al buen
gusto. Su galería de horrores contemporáneos no perdona a nadie: soldados de
Vietnam, homeless de Nueva York o turistas con zapatillas de deporte, sombrero,
pantalón corto y guía dispuestos a huir de la vida cotidiana. Todos entramos en
alguna categoría de Hanson, como entrábamos en los Rehenes de Dubuffet o los
hilillos de Giacometti.
El arte último del siglo No fue hasta 1972 cuando las tendencias fotorrealistas, que empezaban a difundirse
XX, pág. 202 en Europa con el hombre de hiperrealismo y en Estados Unidos eran conocidas
también con las expresiones Sharp Realism, Superrealism y Radical Realism,
recibieron un importante reconocimiento de la sección “Trivial Realism” de la
Documenta V de Kassel. A partir de entonces y, a la par que se iniciaba un claro
proceso de cuestionamiento, el fotorrealismo fue paulatinamente aceptado tanto por
las instituciones museísticas como por las galerías privadas (…).
Aunque en sus obras siempre late un cierto carácter autobiográfico que lo distancian
de la sensibilidad fría propia de los realistas de su generación, entre los iniciadores
del fotorrealismo cabe citar antes que a ningún otro al pintor británico afincado en
Nueva York desde 1958 Malcolm Morley. En lugar de valerse de transparencias
proyectadas sobre el soporte pictórico como imagen subyacente, Morley recurrió al
sistema de agrandar fotografías en color, postales, ilustraciones de revistas, etc. A
través de una retícula y aplicarles en todos los casos pintura al óleo (…) en su deseo
de liberarse de todo ilusionismo espacial y, en cierta medida, de su propia carga
iconográfica (…) convirtió sus obras en simulacro de una realidad abstracta alentada
por los criterios de pureza y planitud, que en último extremo suponía una reflexión
sobre la naturaleza de la percepción.
Una técnica parecida a la utilizada por Morley pero cambiando el pincel por el
aerógrafo, es la que emplea Chuck Close en su pintura de gran formato con la que se
enfrenta al ser humano, sin interesarse en él, si no es en la medida que le permite
transformar un proceso fotográfico en un producto pictórico utilizando su rostro
como icono, un rostro frontal que remeda al de los fríos y objetivos fotomatones de la
época. Si entre 1967 y 1971 Close trabaja en blanco y negro en una galería de
personajes que no es sino un catálogo de la identidad humana (Close titula siempre
sus telas con el nombre de los retratados) en 1972 incorpora el color – los colores
primarios rojo, azul y amarillo – y, en 1973 inicia sus retratos “puntillistas”
convirtiendo la superficie de las telas en una minúscula cuadrícula de puntos
cromáticos que, en función del ángulo de visión del espectador, puede sugerir tanto
En sus obras de los años ’80, C. Close elimina progresivamente las referencias
fotográficas y las sustituye por información computerizada. Para Close el ordenador
no sólo es un instrumento que el artista puede usar para generar nuevas imágenes,
sino que es lo que hace posible definir una nueva realidad a partir de equivalentes
numéricos: “Me parece que la figura puede ser usada como una fuente nueva de
información, pero sólo si las nuevas estrategias y técnicas hacen posible nuevas
maneras de crear formas”.
Si Chuch Close es el pintor del individuo, Richard Estes es, sin duda, el de las
visiones rutilantes de las grandes ciudades, en especial de Nueva York:
establecimientos comerciales, bares, restaurantes, fachadas de cines – entre ellos los
cines de la Calle 42 exhibidores de películas pornográficas -, edificios públicos,
carteles luminosos, vallas publicitarias, cabinas telefónicas, etc., visiones que
prolongan la iconografía pop, sin renunciar a una cierta factura painterly.
Al igual que R. Estes, Robert Cottingham, que en los años ’60 era director de una
agencia publicitaria, se interesa por la realidad urbana, una realidad que aprehende a
través de fragmentos de fachadas y de rótulos luminosos tratados con un criterio
compositivo de absoluta simplicidad, más cercano a la abstracción hard edge que a
los principios de la pintura figurativa.
(…) Aunque el fotorrealismo exige casi por definición una expresión artística
bidimensional, su principio de dar testimonio fiel de la realidad tuvo también eco en
el campo de la escultura, de lo que son buen ejemplo las obras de alto grado de
ilusionismo visual de John de Andrea y Duane Hanson. A diferencia de Segal, a
quien se puede considerar de alguna manera como el principal referente de este
fotorrealismo escultórico, que dejaba los moldes de los modelos en el interior de sus
esculturas para conseguir mayor dramatismo y verosimilitud en unos personajes a los
que, sin embargo, hurtaba la individualidad del rostro, John de Andrea trabajaba a
partir de los propios moldes – réplicas perfectas de hombres y mujeres en poliéster y
Para entender la obra de determinados artistas de la segunda mitad del siglo XX hay que
tener en cuenta que el cuerpo es algo más que aquello que se observa externamente. Más
bien es el espejo y la forma que adquieren muchas de las aspiraciones personales, la parte
visible del deseo de perfección humana, un vehículo metafórico lleno de significados. La
representación del cuerpo significa una especie de código que debe ser leído o entendido
como un intento de responder a la búsqueda de identidad.
Más allá de un mero organismo físico y/o material, el cuerpo necesita ser analizado como
una especie de código para situarnos en el mundo y entender quiénes somos; de hecho,
en la sociedad occidental, la configuración de nuestro propio cuerpo influye de forma
harto evidente en nuestra existencia social y cultural. Así, en un mundo donde la
apariencia y la imagen han llegado a convertirse en los valores supremos, el cuerpo no
sólo transmite mensajes a la sociedad sino que se convierte él mismo en el contenido de
los mensajes. Históricamente, el cuerpo del hombre era la norma, la mujer no existía sino en
relación con él. Por eso había una actitud que ayudaba a mantener el cuerpo del hombre
como la forma canónica por excelencia, la única posible: el hombre era la medida de
todas las cosas y la mujer no existía como categoría ontológica diferenciada.
La imagen masculina narcisista es una imagen que proyecta autoridad y omnipotencia, que
conlleva fantasías muy relacionadas con la agresividad, el poder, la dominación y el
control. Afortunadamente, después de la n GM, han ido apareciendo personas y
movimientos que han puesto en la picota este modelo normativo y mayoritario para dar
cabida a aspectos impensables hasta entonces como, por ejemplo, la ambigüedad física y
sexual. En estos últimos años, y al contrario que las visiones mayoritarias ensalzadas por
todas partes, diferentes artistas están cuestionando los estereotipos tradicionales, al tiempo
que se están desentendiendo de las actitudes hegemónicas que priman la firmeza, la
fuerza y el control como sinónimos de los valores básicos.
Al hilo de esto, conviene hablar del ARTE DE ACCIÓN FEMINISTA. Las posturas
feministas cambiaron radicalmente a partir de mayo de 1968, pero para llegar a ese punto
no se pueden olvidar los orígenes; ya desde 1960, Yoko Ono puso su grano de arena con
una serie de trabajos muy simples pero muy participativos: en 1964, por ejemplo, presentó
una de sus mejores obras, Cut Piece; en la acción, Ono se vistió con un elegante traje de
tarde e invitó a la audiencia a cortar sus vestiduras mientras ella permanecía
tranquilamente sentada en estado de contemplación.
A partir de aquí hubo muchos trabajos y muchas artistas, siendo muy interesante Adrián
Piper; su trabajo surge de su propia experiencia de vida y se integra como un análisis
político, como una crítica social. Piper funciona siempre como una mujer afroamericana
que vive por fuerza bajo los imperativos del racismo y del sexismo. En 1970 empezó su
serie Catálisis en la que la artista aparecía en las calles de Nueva York de alguna
manera llamativa y casi siempre agresiva. Por ejemplo, una vez manchó un traje con
vinagre, leche, aceite y huevos durante una semana y luego, llevándolo puesto, se metió
con él en el metro.
Coplans fotografía algo que es real pero que social y culturalmente resulta bastante
invisible: el envejecimiento del cuerpo y la posibilidad de no avergonzarse del
mismo. La idea de hablar sobre el tabú de la edad es un verdadero revulsivo para
todos aquéllos que sólo encajan el deseo y el goce de vivir en la juventud. Por ello, el
representar los tabúes, el hablar de ellos, el mostrar decenas de imágenes con mil
posturas y expresiones diferentes, tiene un evidente contenido político.
Las imágenes de Coplans nos hablan del proceso degenerativo del cuerpo. Empezó a
fotografiar su propio cuerpo con casi 60 años.
El tamaño de sus fotografías y los primerísimos planos que el artista muestra de las
diferentes partes de su cuerpo revela una actitud desvergonzada, agresiva incluso.
Sus obras nos enfrentan a la incómoda visión de un cuerpo grueso, peludo y lleno de
manchas en la piel. No hay nada heroico en su mirada pero tampoco nada trágico.
Así, en Frontal, Hands Holding (1985) observamos un sexo masculino pequeño que
aparece en el centro de la imagen pero sin ánimo de protagonismo ni énfasis de
ningún tipo, mostrándose en una escena que contradice todo posible deseo narcisista
de evidenciar las potencias sexuales del modelo. La serie Body Language (1986)
enseña sin ningún rubor ni enmascaramiento la parte más denostada y estigmatizada
del cuerpo masculino: el culo, sinónimo, para la cultura occidental hegemónica, de
suciedad y sumisión, de feminidad y postración. Y Coplans nos lo pone delante de la
cara, algo que podemos asociar con una fuerte ambivalencia masculina-femenina,
una mezcla de ambos géneros, una reivindicación de las partes femeninas que
permanecen en su cuerpo. La naturalidad con que Coplans expone su propio cuerpo
desnudo, su capacidad para dotar de dignidad a un cuerpo envejecido, su rechazo a
las imágenes del poder fálico y su menosprecio a los estereotipos más extendidos de
lo que se entiende por virilidad, hacen de sus autorretratos representaciones que
desafían y cuestionan la visión hegemónica de la masculinidad, al tiempo que
reivindican su estrecha vinculación con la feminidad.
Durante los 60 y los 70, el movimiento BODY ART agrupaba a todo un conjunto de
artistas muy diferentes interesados en investigar con el cuerpo subrayando su
energía, midiendo su resistencia, escrutando sus mecanismos psicológicos y
sexuales, potenciando los aspectos gestuales o analizando las relaciones del cuerpo
con el espacio y el tiempo. La definición más simple de lo que constituye el Body
Art es que es un tipo de actividad artística que tiene al cuerpo humano como soporte
o material de esa creación.
Los primeros artistas que trabajan sobre el cuerpo utilizan modelos, tal es el caso de
Yves Klein o Piero Manzoni.
Pero, sin duda, destacan Gina Pane y Günter Brus por su contenido agresivo y
violento. En los 70, el propio cuerpo de Gina Pane será su instrumento de trabajo en
aras de una doble visión de éste: por un lado, como objeto sexual y símbolo de
fecundidad; por otro, como vehículo espiritual de regeneración y huida de la muerte,
deseo de inmortalidad. Su piel se convierte en la superficie privilegiada; las
incisiones o heridas que ejecuta sobre ella la acercan a las prácticas religiosas de los
pueblos primitivos, donde la experiencia ritual de la piel significa, al mismo tiempo,
las identificaciones sociales y los fantasmas individuales; se trataría de un deseo de
sacar a la luz, de plasmar sobre la piel, algunos de los fantasmas más íntimos del
subconsciente. Es muy significativa la pieza Psyché de 1974, en la que Gina se hace
una herida en cruz sobre el vientre, de tal manera que el ombligo se convierte en el
punto central donde se juntan el corte vertical y horizontal. Estos cortes alrededor del
ombligo recuerdan el carácter procreador del vientre femenino, evocan la fusión
absoluta del cuerpo de la mujer con la figura de la madre y subrayan el rol social de
la mujer, su función maternal. Gina realizó un conjunto de acciones en las que la
herida que sangra está continuamente presente, como Escalada no anestesiada, 1971
o Le corps pressenti, 1975. Gina utilizó el dolor como un elemento comunicativo con
el que nos trata de hablar de un cuerpo vulnerable que atestigua la doble herida del
nacimiento y de la muerte. Paralelamente, sus heridas insisten sobre las
consecuencias de su singularidad femenina poniéndola en relación con elementos
como la leche, esencia misma de la intimidad maternal, símbolo de la fecundidad,
incluso, bebida de la inmortalidad, que aparece en obras como La lait chaud, 1972.
Sus heridas son unas agresiones voluntarias por donde se debilita el cuerpo, se escapa
la vida y se accede a una nueva situación física y mental; lo que queda en la
superficie corporal es la cicatriz, la marca, la memoria de una vida herida.
Durante la segunda mitad de los sesenta, Günter Brus va a realizar una serie de
acciones artísticas en las que, tomando su propio cuerpo como elemento central, va a
intentar una transgresión radical de todo tipo de prohibiciones corporales y sexuales,
la superación de los tabúes.
De entre todas sus acciones, las más importantes son las que reciben el nombre
genérico de Automutilación I, II y II (1965), Acción 17 - Destrucción de la cabeza
(1966), Acción 30, 33 y Acción 34 - Estrangulamiento (todas de 1968). En estos
Apuntes Salva Plà En el paso de la década de los ochenta a la de los noventa, la denuncia social y
política coexistió con el planteamiento crítico de una zona de fricción mucho más
cercana al artista, tanto geográfica como psicológicamente: su cuerpo. Al decir de
Hal Foster, el cuerpo se convirtió en un lugar nada neutral ni pasivo, sino más bien
obsesivo en el que convergieron y se proyectaron a la vez prácticas artísticas y
discursos críticos, un lugar, por tanto, ambiguo, a la vez construido y natural,
semiótico y referencial.
En este retorno al cuerpo, cuyo referente es el Body Art de finales de los sesenta y
principios de los setenta, el artista, más que trabajar el cuerpo como soporte o indagar
en las zonas más profundas del subconsciente individual y colectivo, recuperó el
cuerpo como imagen para abordar una pluralidad de experiencias relacionadas con el
ejercicio físico, la manipulación genética, la cosmética, la sexualidad, la enfermedad,
el placer, la muerte o la escatología. Un cuerpo con mucho de antropomórfico, de
autobiográfico, de orgánico o de natural, pero también de artificial, posorgánico,
semiótico, construido, poshumano y abyecto. El retorno al cuerpo de finales del siglo
XX se ha entendido como una noción abstracta: más que la realidad del cuerpo, lo
que importa son sus apariencias, lo externo, el maquillaje y, en su caso, su imagen
virtual, pero también su capacidad de ser objeto real y a la vez simbólico. El cuerpo
no es el último refugio de la autenticidad, como ocurría en las prácticas de los años
setenta, sino el sostén privilegiado de lo falso, lo artificial, lo simulado, lo agresivo,
es decir de los aspectos dominantes en una sociedad rehén de la industria de las
imágenes, de la informática y de la genética.
A partir de 1992, los debates sobre las fronteras entre lo íntimo y lo público, entre los
conceptos de masculinidad y feminidad, entre cuerpo artificial y cuerpo asexuado,
etc., tuvieron expresión artística en distintas exposiciones organizadas principalmente
en Europa, como Périls et Coléres, Désordres y Post Human.
La visión histórica se dio también en una exposición que trató de usos del cuerpo a lo
largo del siglo XX, desde Man Ray hasta el arte reciente, pasando por las
experiencias del accionismo vienés, el Body Art y el performance. En Uart au corps.
Le corps exposé de Man Ray á nos jours se presentó el cuerpo como soporte, como
objeto, como sujeto, como instrumento de medida del mundo fenomenológico,
religioso y moral. Partiendo del discurso del proyecto moderno que, en su voluntad
de edificar una sociedad mejor, no deja de infligir heridas a la naturaleza humana, la
exposición Wounds, Between Democracy and Redemption reivindicó a través de
artistas de un amplio espectro cronológico, una vuelta a la esfera pública y social del
artista, entendido como un individuo "rasgado y exhibido como espectáculo público".
19 Wounds aludía metafóricamente al espacio intersticial entre el pensamiento y la
expresión para profundizar en la "fractura que se establece entre las emociones y
sensaciones del subconsciente y el yo público y social (abrir cuerpos y personas a la
experiencia pública).
El arte último del siglo Las primeras experiencias del arte corporal se dieron casi simultáneamente en ambos
XX pág. 81-110 lados del Atlántico a finales de los años ’60. Mientras en París, en plena resaca de
Mayo del ’68 el crítico Francois Pluchart propagaba desde las páginas de Combat el
concepto de arte sociológico y defendía al integración del cuerpo en el proceso
creativo y Michel Journiac presentaba acciones en el curso de las cuales oficiaba el
sacramento de la comunión con su propia sangre, en Estados Unidos, artistas como
Accioni, Nauman y Oppenheim empezaban a considerar el cuerpo como un lugar y
un medio de expresión artística.
Los antecedentes
(…)
El Accionismo vienés
(…) Más densidad en este sentido tuvieron las prácticas realizadas por cuatro artistas
austríacos: Nitsch, Brus, Muehl y Schwarzkogler, quienes en 1965 constituyeron el
En otras ocasiones trabaja con aquello que, aunque altera el cuerpo y se altera a sí
mismo, no es evidente ni deja huella apreciable, como ocurre con acciones
fisiológicas tales como la digestión. Ejemplo de ello es Stills from Gigerbread Man.
(…)
Tras este tipo de acciones abandona el trabajo directo sobre el cuerpo y lo sustituye
por esculturas-marionetas a través de las que simula acciones corporales.
Las primeras acciones corporales de Bruce Nauman datan de 1966, año en que
empezó a realidad performances con su propio cuerpo editadas en fotografía, vídeo y
filme Ejemplo de ello es Eleven Color Photographs en la que el artista escenifica …
la presencia de su cuerpo en situaciones fuera de lo normal. (…) La amistad que
entabla con la bailarina Meredith Monk le refuerza la idea de que los movimientos
corporales y las acciones de la vida cotidiana pueden convertirse en obras de arte tal
como mostrará en sus primeras series de hologramas haciendo muecas y en la
segunda serie de poses. A partir de 1969, en la obra de Nauman se produce una
transferencia desde la experiencia de su cuerpo al comportamiento de contemplador,
obligando a que éste (…) penetre y recorra los pasillos/corredores de sus
instalaciones que titula Project Works.
En la década de los ’80, años en los que el artista acentúa su actividad videográfica
con la utilización de actores que representan la vulnerabilidad de la condición
humana, los procesos corporales de Nauman ceden terreno a obras escultórico-
objetuales, grandes piezas metálicas o de fibra de vidrio triangulares, circulares u
ovoidales que, a modo de assemblages, cuelgan del techo o descansan sobre el suelo
(…).
A finales de los años ’60 Chris Burden empieza a realizar environment concebidos a
escala del su cuerpo y a principios de los ’70 inicia sus acciones corporales basadas
en la transmisión de energía y en los conceptos de riego, de peligro imprevisto, de
catástrofe con el fin de cuestionar y denunciar las prohibiciones e injusticias
colectivas e individuales. A través de estas acciones, como Five Days Locker Piece
(…) o Shoot (…), lleva el arte no sólo al terreno de la herida e incluso roza el suicidio
cuando introduce en su tórax dos terminales conductoras para que le electrocuten al
hacer contacto - Prelude to 220 or 110 – o en la obra Deadman.
Peter Weibel realizó durante los ’60 acciones en las que ponía a prueba su cuerpo,
como en Scar Poems en la que introducía poemas escritos en papel debajo de su piel
tras realizar los necesarios cortes que posteriormente cosía o en Space of Language.
(…)
Michel Journiac (…) a partir de 1968 realiza sus primeras acciones en las que el
cuerpo aparece dominado por la carne y el sexo. Para él el cuerpo no se encuentra a sí
mismo si no es a través de los rituales en tanto que medios para interrogar, revelar y
denunciar la situación del cuerpo como “carne socializada” en una clara advertencia a
los que ostentan el poder. Misa para un cuerpo (…) ofreció su propio cuerpo a través
de la comunión con hostias cocinadas en su sangre.
Medio siglo de arte, La escultura es reconocida como la más clásica de las artes. Esta circunstancia le ha
Maderuelo, pág. 89 impedido ser un arte de vanguardia, condición que sí alcanzaron la poesía, la pintura
y la arquitectura. La calificación de anti-moderna que Hegel aplica a la escultura, al
considerarla el arte clásico por excelencia, y los ataques que sufrirá por parte de
Charles Baudelaire en 1846, cuando el poeta escribe su célebre crítica titulada Por
qué es aburrida la escultura, no son más que dos anuncios de lo que posteriormente
sería el descrédito de la escultura como arte de la modernidad y, por tanto, su
descalificación e invalidación a finales del siglo XIX.
Para que la escultura pueda Para que la escultura pudiera ser moderna y vanguardista, los escultores debieron
ser moderna se renuncia a: renunciar a algunas de las cualidades que mejor la caracterizan, tales como el tamaño
tamaño monumental monumental, la masa compacta, el volumen sólido y opaco, el empleo de materiales
masa compacta
nobles, el antropomorfismo o los temas heroicos que trataba, con el fin de poder
volumen sólido y opaco
parecerse a la pintura y conseguir estar a la altura de los éxitos que ésta obtuvo.
material noble
antropomorfismo Si echamos una mirada a los manuales de arte de la vanguardia nos daremos cuenta
temas heroicos de que los grandes revolucionarios de la escultura no fueron escultores sino pintores,
como Edgar Degas, Paul Gauguin, Matisse, Picasso, Joan Miró, Jean Arp, Ivan Puni,
Kurt Schqitters, Joaquín Torres García…, es decir, artistas que no se habían formado
en la disciplina de tallar y modelas, de esculpir o vaciar, sino que,
desprejuiciadamente, aplicaban sus experimentos y procedimientos plásticos para
realizar obras que se desarrollaban en tres dimensiones.
En los años ’50, en plena ascensión del expresionismo abstracto, nos vamos a
encontrar con las primeras reacciones contra las normas pictóricas de Clement
Greenberg. Una muestra de esta contestación nos la ofrece Robert Rauschenberg al
presentar sobre el plano del suelo un cuadro suyo, de traza expresionista, que sirve de
improvisada base a una cabra disecada a la que ha colocado, a modo de flotador, un
neumático de automóvil.
Una consecuencia de este interés fue el aparente despertar del “objeto” surrealista
como extensión tridimensional del collage. El macho cabrío disecado de
Rauschenberg, del que ya hemos hablado, tenía precedentes en obras como el Objeto
poético de Miró de 1936, que está rematado por un loro disecado, o en la Mesa-lobo
de Brauner, hecha en 1939, obra de la que forman parte la cabeza y la cola de un lobo
disecado, o incluso en la famosa taza de té de piel de Oppenheim. Pero lo que iba a
tener más importantes consecuencias para el futuro fue la utilización más
estrictamente escultural del concepto mismo de collage.
Entre la crisis y la La gran conquista de la práctica escultórica de nuestro siglo ha sido pues el
revolución, pág., 76 descubrimiento del vacío; la escultura ya no es únicamente volumen o masa sino
vacío. Esta conquista, como la práctica escultórica en sí, no ha sido fruto de un
conjunto de escultores trabajando con presupuestos comunes. (…) El hallazgo del
vacío no ha sido algo directamente relacionado con las tendencias pictóricas. La
escultura de nuestro siglo arrastra la figura como modelo casi único de
representación. Su iconografía es de por sí mucho más parca que la pictórica; el
hombre ha sido el único o casi el único que, por su individualidad, ha hecho posible
esta elección. La escultura está en su esencia ligada a la figura humana, que será la
que a lo largo de nuestro siglo (…) inspirará a los principales artistas desde Maillol a
los practicantes del body art (…).
Henry Moore
Arte después de En los primeros años después de la guerra, los artistas que más influyen en Inglaterra
Auschwitz, pág. 78 son dos escultores: Henry Moore (1898-1986) y Barbara Hepworth (1903-1975); los
dos trabajan en formas suaves, redondeadas, de volúmenes sensuales, plenos y lisos.
Son los años en los que la vanguardia se entroniza y ambos reciben grandes encargos
públicos.
Entre la crisis y la La escultura del siglo XX difícilmente ha vuelto a ser contundente volumen, antes al
revolución, pág., 77 contrario, ha sido vacío, tal como lo manifiestan de manera sin igual las obras de los
artistas rusos estudiados y aun las de escultores europeos contemporáneos, como
Henri Moore. El artista inglés parece entrar en franca contradicción al convertir
iconografías arquetípicas en formas estrictamente contemporáneas; sus obras,
pensadas muchas veces para ser dispuestas al aire libre, en contacto con la realidad
natural, apenas se preocupan de aportar nada a la temática tradicional; son
representaciones familiares, maternidades o figuras reclinadas. Lo fundamental es el
tratamiento que reciben estos cuerpos que se descomponen en expresiones mínimas
de lo formal: “un observador sensible de la escultura – afirma Henri Moore – debe
aprender también a sentir la forma simplemente como forma, no como descripción o
reminiscencia… Desde el gótico la escultura europea ha sido invadida por musgos,
cizañas y toda clase de excrecencias de la superficie que han ocultado la forma por
Esta organicidad y esa independencia formal son también los principios inspiradores
de Barbara Hepworth. Al igual que Moore y a pesar de su grado de abstracción, la
escultura inglesa tiene la figura humana como constante referente latente; sus obras,
deudoras de Brancusi y Arp, que denotan un gusto extremo por la pureza de la
materia, por el valor no sólo visual sino táctil de la misma, en ocasiones
(especialmente en la década de los 30) abandonan el organicismo formal para
profundizar en relaciones geométricas, quizá bajo la influencia de Gabo y de
Moholy-Nagy.
Movimientos artísticos Resulta sorprendente que un británico (Henry Moore) acertara a alcanzar una
desde 1945, pág. 147 situación de tal eminencia. Desde fines de la Edad Media la tradición escultórica
inglesa ha sido débil e intermitente. El último escultor británico que llegó a tener
influencia en el extranjero fue el neoclásico John Flaxman (…).
Temas principales: Moore es una importante figura del arte británico desde la década de 1930. En esos
Figuras femeninas años estuvo relacionado con todos los movimientos artísticos importantes que
reclinadas tuvieron lugar en Gran Bretaña: el surrealismo y el constructivismo, aunque sin
Grupos madre + hijo
comprometerse plenamente con ninguno de ellos, y creándose, en cambio, una
Formas abstractas
encajadas
manera personal que utilizaba elementos tomados de ambos, y que también mostraba
Escultor biomórfico la influencia de culturas primitivas (como el arte mexicano precolombino) y de la
Fidelidad a los tradición romántica británica. Los temas principales de la obra de Moore se
materiales definieron sin tardanza: figuras femeninas reclinadas, grupos de madre e hijo, y las
Revelar todas las más abstractas formas encajadas. Morre, en lo esencial, es un escultor biomórfico, y,
posibilidades de la por consiguiente, más surrealista que constructivista. Dos ideas que tuvieron mucha
forma escultórica influencia en él fueron la “fidelidad a los materiales” y la revelación de todas las
posibilidades de la forma escultórica. Esta última le indujo a perforar sus formas,
para explorar el efecto de situar una forma dentro de otra. También ha mostrado un
agudo sentido de la metáfora escultórica; como comenta el crítico de arte británico
David Sylvester: Las formas metafóricas de Moore revelan maravillosas e
insospechadas semejanzas entre cosas dispares, pero su revelación es como cuando
se nos revela una verdad elemental; una vez reconocida nos parece inevitable; es
posible que no pierda su misterio, pero lo que sí perderá es su sorpresa, nos parece
lógica y natural, razonable, nada extraña ni cuestionable.
Importante escultor británico, desde 1930 estuvo relacionado con todos los
movimientos artísticos importantes que tuvieron lugar en Gran Bretaña: el
surrealismo y constructivismo sin comprometerse con ninguno de ellos, creando una
forma personal que tomaba elementos de ambos, mostrando también la influencia de
culturas primitivas (arte mexicano precolombino). Los temas de la obra de Moore se
definieron en figuras femeninas, reclinadas, grupos de madre e hijo y las más
abstractas formas encajadas, representan abstracciones de la figura humana. La
mayoría de sus esculturas representan el cuerpo femenino a excepción de las
realizadas durante los años 1950, cuando esculpió grupos familiares. Sus esculturas
generalmente tienen vacíos y formas onduladas.
Durante los años 1930 se unió al movimiento modernista con Barbara Hepworth.
Ambos intercambiaron ideas con otros artistas que vivían en Hamptsead.
Una de las formas más usadas por Moore fue la figura reclinada. Su exploración de
esta figura, inspirada por la estatua tolteca maya que había visto en el Louvre, hizo
que su trabajo se volviera más abstracto mientras experimentaba con los elementos
del diseño. En su principio las esculturas se enfocaban en la masa, mientras que las
figuras posteriores contrastaban los elementos sólidos de la escultura con el espacio,
no sólo alrededor de la pieza, sino también a través de ella, ya que Moore dejaba
vacíos algunos espacios en las esculturas. Estas figuras reclinadas tienen una clara
relación con las figuras reclinadas del arte clásico.
Barbara Hepworth
Movimientos artísticos Después de Moore, el escultor británico más respetado de su generación es Barbara
desde 1945, pág. 147 Hepworth. En lo esencial, el arte de Barbara Hepworth surgía de la misma ética
intelectual y cultural que el de Moore, y se servía de los mismos recursos formales,
sobre todo de figuras horadadas y encajadas. Pero Barbara Hepworth es más fría, es
una magnífica artesana en madera y piedra, y sus mejores obras tienen una arrogancia
y una pureza que no forman parte del ideal de Moore. Barbara Hepworth pertenece,
más evidentemente que el mismo Moore, a una época pasada. Los mejores reflejos de
su obra se encuentran entre los campeones del modernismo, escultores como Arp y
Brancusi, y tiene también algunos puntos de contacto con escultores más jóvenes que
ella. Barbara Hepworth nos da prueba palpable de que ha habido dos modernismos
más que uno, y que los dos tenían muy poco que decirse el uno al otro.
Dame Barbara Hepworth (1903-1975). Sus obras se encuentran entre las primeras
esculturas abstractas producidas en Inglaterra. Sus formas líricas y sentimientos de
material han hecho de ella una de las escultoras más influyentes del siglo XX. En
Giacometti era un suizo que ya había jugado antes de la guerra un papel importante
en el ámbito del surrealismo, con esculturas como Mujer cuchara o Mujer degollada,
y con objetos surrealistas como El objeto inútil o invisible, que fascinó a Bretón y
que él mismo bautizó. El escultor que, además, era un gran escritor, ha contado en
1947, en una carta a Pierre Matisse, su trayectoria: en la segunda mitad de los treinta
inicia lo que será su manera característica, con personas muy cercanas a él,
Diego –su hermano- posando por las mañanas y una modelo –Rita- por las
Mujer con la garganta
cortada tardes (más adelante Anette, su cuñada). En el taller de Montparnasse, a medio
camino entre la cueva troglodita y el estudio de un artista, empieza a crear un
universo personal poblado por pequeñas figuritas casi invisibles (cuando volvía
de Zurich a París después de la guerra, las llevaba en el bolsillo), que construye
primero en arcilla o escayola, con un armazón ligero y después pasa a bronce. Pero
antes de llegar a la fundición las figuras van perdiendo consistencia física, por una
labor inacabable de resta. Giacometti quita y quita materia de sus esculturas en
escayola, hasta dejarlas en la mínima expresión, en su pura esencia, más pura y más
profunda cuanto menos consistencia física tiene. Las figuras son casi ilusiones
ópticas que pueden desaparecer en cualquier momento, como los fantasmas de
Michaux. Así trabaja en unos cuantos temas – en unas cuantas obsesiones, como
Saura -: bustos, mujeres sentadas o de pie, hombre andando y pequeños grupos de
figuras (aisladas siempre, aunque se encuentren en grupo, como Cuatro pequeñas
figuras sobre una base, 1965-1966, Londres, Tate Gallery).
Amigo de los intelectuales que se movían por París en estos años en medio del
existencialismo, algunas de las interpretaciones más lúcidas de Giacometti, las han
escrito ellos, Sartre y Genet, sobre todo. Después de tres mil años, la tarea de
Giacometti y los escultores contemporáneos no es enriquecer las galerías con
nuevas obras, sino probar que la propia escultura es posible… no es una cuestión de
progresión infinita; hay una meta definitiva que alcanzar, un único problema que
resolver: ¿cómo modelar un hombre en piedra sin petrificarlo?, ha escrito Sartre.
Movimientos artísticos Durante la década de 1960 tuvieron lugar cambios radicales en el desarrollo de
desde 1945, pág. 161 la escultura contemporánea. Concurrente con la creación de objetos pop por
parte de artistas como Claes Oldenburg, fue le surgimiento de la fama de David
Smith (1906-1965), cuya carrera como escultor en varios aspectos fue paralela
Más tarde, en la década de 1950, la obra de Smith se volvió más informal y libre aún,
cada vez más voluminosa y se liberó de las convenciones de la escultura
estadounidense contemporánea. Las técnicas que en ese momento adoptó le permitían
trabajar con mucha rapidez y libertad, incluso cuando utilizaba formas masivas y
materiales pesados como el acero. En 1962, los organizadores del Festival de Spoleto
lo invitaron a pasar un mes en Italia y le ofrecieron como taller una vieja fábrica.
Realizó veintiséis esculturas en treinta días, muchas de ellas gigantescas. Para
entonces Smith trabajaba sobre todo con series, que se habían convertido en su medio
favorito de expresión: una sola idea desarrollada a lo largo de numerosas variaciones,
hasta que el artista llegaba a la conclusión que ya no iba a dar más de sí.
Esas ideas, además, eran muy originales. En sus primeras series, como Agrícola y
Tótem de tanque, se ve todavía a Smith interesado en la figuración y, más
específicamente en la figura humana. Más tarde evolucionó hacia un estilo más
abstracto, sobre todo en las series tituladas colectivamente Zig y Cubos. La serie
Cubos, en particular, tiene una cualidad inestable y dinámica que caracteriza la obra
más lograda de Smith.
recíprocas, y en esto es muy distinto de un escultor como Moore, que parece querer
convocar a todas las fuerzas de la naturaleza – las rocas, el agua, el viento – para que
se conjunten en torno de su obra. Todos estos procedimientos y preferencias iban a
influir mucho en los escultores más jóvenes.
Jorge Oteiza
Arte después de Jorge Oteiza (1908) y Antonio Tàpies son los primeros en romper con la atonía
Auschwitz, pág. 70 del arte de posguerra en España y en conseguir reconocimiento internacional.
Oteiza es un personaje inclasificable que no sólo ha hecho escultura y escrito
poemas y otros textos toda su vida, sino que además tiene una actividad
incesante como agitador cultural de su pueblo, el vasco. En Sudamérica hasta 1949,
une el interés por las culturas primitivas (…) como una posibilidad de recuperar la
unión perdida con el entorno cósmico para encontrar formas que tengan significado
espiritual y universal, como ha escrito M. Rowell, con el interés por la vanguardia
pictórica sobre todo (Gauguin, Cézanne, Mondrian y Malévitch por sus
investigaciones geométricas).
Chillida
Según la profesora, minimalismo y land art tienen obras hacia dentro y hacia afuera.
Hay obras (escutóricas-pictóricas) que funcionan hacia afuera y otras cuya
interacción se encuentra en el interior de la obra.
Alexander Calder