El Origen Del Antisimitismo

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EL ORIGEN DEL ANTI-JUDAÍSMO,

ANTI-SEMITISMO Y ANTI-SIONISMO

El antisemitismo es un tipo de odio muy especial, porque cubre una


amplia extensión de tiempo, territorio y cultura. ¿Será posible que no
sea un simple fenómeno natural, sino que origine de una lucha
sobrenatural entre el bien y el mal?

En este Estudio de Israel, estableceremos que el antisemitismo posee


dos niveles de existencia muy diferentes, pero están muy conectadas
entre sí. Examinaremos cómo estos niveles se manifiestan y cómo han
impactado al pueblo judío y, por ende, a la Iglesia. En unos estudios previos explicamos acerca
de la historia del antisemitismo cristiano, pero el presente tomará un giro diferente a ese
problema tan antiguo y, a la vez, tan nuevo.

¿Qué es exactamente el antisemitismo? La respuesta puede tener muchas formas, pero es


importante que los creyentes en el Dios de la Biblia comprendamos los fundamentos del
problema. Eso nos inquieta a explorar la razón por la cual existe el antisemitismo en primer
lugar, pregunta que ha ocupado la mente de los judíos desde siglos atrás. Como creyente,
entiendo que el antisemitismo tiene su origen en la misma fuente de toda maldad. Para
comprender ésto mejor, debemos remover el misterio a “la maldad” y verlo como algo
personal, con identidad propia. Dios tiene un enemigo y éste tiene nombre propio.

Antisemitismo: ¿Problema de socialización o fuerza diabólica?

Los sicólogos nos dicen que los humanos tenemos dos niveles paralelos de existencia mental,
una consciente y otra subconsciente. Estos niveles continuamente interactúan y afectan el uno al
otro. Aunque son independientes, en realidad están muy integrados e interdependientes.
Utilizaré una ilustración para explicar la relación entre ambos niveles respecto al antisemitismo, a
los cuales denomino como nivel superior y nivel inferior.

El nivel inferior es como la planta baja de un edificio. Ese nivel es invisible, espiritual o
metafísico, y allí encontramos la caldera hirviente del odio, de donde emanan humo y gases
tóxicos, el que inicia las llamas mismas del antagonismo contra el pueblo judío. El segundo nivel
es el superior, la planta alta, que es la expresión manifiesta y tangible del antisemitismo. A ese
nivel encontramos lo que llamamos historia, el escenario donde los actores van y vienen, donde
actúan y pronuncian sus líneas.

Ese nivel exhibe una variedad de expresiones, pero el tema central es el mismo. Aunque el nivel
superior tiene un cambio frecuente de actores, escenarios y vestuario, el nivel inferior, la
naturaleza del mal que alimenta y propulsa al nivel superior, es idéntico a través de las edades.
Uno puede imaginarse que sólo existe un fino plafón entre ambas plantas o niveles de
antisemitismo. Por tal razón, los niveles interactúan y se refuerzan en su maldad.

El Nivel Inferior

En este nivel es donde encontramos el origen del odio. Podríamos decir que es la ignición de
todos los males del mundo. El antisemitismo es una idea, la percepción visual de Satanás. Uno
podría argumentar que es una de sus obsesiones. El centro de su pensamiento es la destrucción
total de los judíos. La Biblia define a los judíos como los descendientes naturales de Abraham,
Isaac y Jacob, o sea, los hijos de Israel. “Y el hombre dijo: Ya no será tu nombre Jacob, sino
Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has prevalecido” (Gén. 32:28). De
manera menos específica, pero igualmente importante, su deseo es destruir totalmente a
quienes se han adherido a esa herencia por la fe, por la poderosa mano de Dios, al ser injertado
en la ciudadanía de Israel por la gracia de Dios.
El propósito eterno de Dios es redimir al mundo, y Dios escogió el pueblo judío para hacer tres
cosas:

• evidenciar a Dios por medio de sus vidas de fe y acción;


• registrar y preservar la Palabra de Dios, la Biblia; y
• ser un canal por el cual llegaría el Mesías.

Fíjese que la Iglesia también fue llamada para llevar ese mensaje redentor al mundo:

“Recordad, pues, que en otro tiempo vosotros los gentiles en la carne, llamados incircuncisión
por la tal llamada circuncisión, hecha por manos en la carne, recordad que en ese tiempo
estabais separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a los pactos de la
promesa, sin tener esperanza, y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros,
que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo” (Ef. 2:11-13).

“Pero si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo un olivo


silvestre, fuiste injertado entre ellas y fuiste hecho participante con ellas de
la rica savia de la raíz del olivo, no seas arrogante para con las ramas; pero
si eres arrogante, recuerda que tú no eres el que sustenta la raíz, sino que
la raíz es la que te sustenta a ti” (Rom. 11:17-18).

“Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el


nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar
todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo” (Mat. 28:19-20).

De la misma forma en que Dios, por medio del Espíritu Santo, está trabajando para redimir al
mundo de la muerte espiritual y el infierno, también Satanás está trabajando para frustrar los
propósitos de Dios. Ésta es la batalla espiritual que se ha estado librando desde el Jardín del
Edén. Como cualquiera otra batalla, el enemigo ha elaborado cadenas de decepción, mentiras y
muerte para tener cautiva las mentes y las almas de la humanidad.

Una de esas cadenas es el antisemitismo, a la que me refiero hoy como un pensamiento en la


mente del maligno. Los elementos que constituyen ese pensamiento son sencillos, y podemos
describirlos de la siguiente manera:

UNO - Satanás tiene que destruir a los judíos. ¿Por qué?

DOS - Porque…por medio de los judíos, Dios envía a la humanidad la luz


de Su presencia: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y luz para mi camino”
(Sal. 119:105). “Vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, subamos al
monte del SEÑOR, a la casa del Dios de Jacob; para que nos enseñe
acerca de sus caminos, y andemos en sus sendas. Porque de Sion saldrá
la ley, y de Jerusalén la palabra del SEÑOR” (Is. 2:3). “Y este es el juicio:
que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la
luz, pues sus acciones eran malas” (Juan 3:19). Por los judíos llegó el
Mesías al mundo: “La mujer le dijo: Sé que el Mesías viene (el que es
llamado Cristo); cuando El venga nos declarará todo” (Juan 4:25).

Los judíos difunden el conocimiento de la justicia de Dios y anuncian el


juicio de las naciones: “Decid entre las naciones: El SEÑOR reina;
ciertamente el mundo está bien afirmado, será inconmovible; El juzgará a
los pueblos con equidad” (Sal. 96:10). “Juzgará entre las naciones, las
llenará de cadáveres, quebrantará cabezas sobre la ancha tierra” (Sal.
110:6).
Nos conviene recordar que el fin de Satanás está en manos de Yeshúa (Jesús). “Porque ni aun
el Padre juzga a nadie, sino que todo juicio se lo ha confiado al Hijo” (Jn. 5:22). “El que me
rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, ésa lo
juzgará en el día final” (Jn. 12:48).

TRES - Debido a que, tanto la salvación como la Torá, el conocimiento de Dios, el culto y la
gloria, todas pertenecen al pueblo judío (Rom. 9:4), su eliminación sería fundamental para el
éxito de Satanás. Sin embargo, la verdad es que no podrá hacerlo, y su destrucción está
asegurada. “Y gritaron, diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido
aquí para atormentarnos antes del tiempo?” (Mat. 8:29).

Yo entiendo que Satanás se ha determinado destruir al pueblo a través del cual Dios ha otorgado
la salvación y el conocimiento de Sí al mundo. El judío está en primera fila para recibir la
redención de Dios. “Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la
salvación de todo el que cree; del judío primeramente y también del griego” (Rom. 1:16).

El mundo espiritual se ha aprovechado de la historia humana desde tiempos antiguos. Eso


incluye el control de la humanidad, las sociedades, las culturas y las filosofías. El hecho de que
el antisemitismo haya existido desde hace tantos siglos evidencia que no es producto de una
cultura especialmente violenta, una religión específica o un grupo social marginado. Cada
sociedad que ha perseguido a los judíos ha encontrado una justificación. Los orígenes, sin
embargo, se encuentran más allá de la comprensión de los historiadores, los sociólogos o los
educadores, a pesar de que tales disciplinas se dedican al estudio y análisis de este fenómeno.

La Naturaleza del Mal

La Biblia nos da poca, pero suficiente, información en torno a la naturaleza de la maldad, de


Satanás y de los demonios:

"Y se levantó Satanás contra Israel e incitó a David a hacer un censo de Israel” (1 Crón. 21:1)

“Entonces me mostró al sumo sacerdote Josué, que estaba delante del ángel del SEÑOR; y
Satanás estaba a su derecha para acusarlo. Y el ángel del SEÑOR dijo a Satanás: El SEÑOR te
reprenda, Satanás. Repréndate el SEÑOR que ha escogido a Jerusalén. ¿No es éste un tizón
arrebatado del fuego?” (Zac. 3:1-2).

“Sois de vuestro padre el diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padre. El fue un homicida
desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla
mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira” (Jn. 8:44).

“Pero cuando los fariseos lo oyeron, dijeron: Este no expulsa los demonios sino por Beelzebú, el
príncipe de los demonios” (Mat. 12:24).

“Tienen sobre ellos por rey al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego
se llama Apolión” (Apoc. 9:11).

Claramente, la Biblia revela que exista la maldad, la que posee identidad e intención propia. Su
propósito es el de destruir o, en caso de que no pueda, interrumpir o neutralizar la obra de Dios
sobre la tierra. Los planes de Satanás también han sido los de destruir Su pueblo y Sus
propósitos. Lo intenta hacer por cualquier medio, utilizando cualquier agente que esté dispuesto
(sea una sociedad, un movimiento político, una religión o una causa) y pone todo empeño por
alcanzar esa meta. El antisemitismo, anti-judaísmo, anti-sionismo o simplemente ‘judeofobia’ son
las manifestaciones visibles del mal. Los nombres pueden variar, pero las intenciones son tan
funestas como siempre.

El Nivel Superior

A este nivel, el antisemitismo es muy evidente. Puede ser medido y observado. Es la maldad que
se manifiesta en la carne, la mente, o la política de una Iglesia, mezquita o estado. El primer
antisemitismo mencionado es el que mayormente ocupa la atención del intercesor, el predicador
y el maestro bíblico. El segundo interesa al historiador, al educador y al sociólogo.

Una Historia Antigua

Decretos anti-judíos y pogromos1 pueden ser trazados hasta


los inicios de la historia, mucho antes de la era cristiana.
Trágicamente, el cristianismo tiene el expediente más largo de
antisemitismo porque ha sido la religión más dominante en
muchas naciones por casi dos milenios. Uno de los primeros
incidentes registrados de actividad anti-judía remonta al año
474 a.C. Está registrado en Ester 3:8, donde se relata el
complot de Amán por destruir a los judíos bajo el gobierno
persa del rey Jerjes, lo cual se recuerda hoy día durante la
fiesta de Purim.

Otro incidente reportado ocurrió en 410 a.C. en Egipto. El sacerdote de un dios pagano Chnum
dirigió un ataque contra los judíos de la localidad debido a que sacrificaban corderos, los cuales
eran sagrados para los egipcios. Ambos casos revelan dos de las razones más comunes por
atacar al pueblo judío: el incumplimiento de las leyes políticas locales de la nación “hospedadora”
y la conducta religiosa impropia, según era percibida por las religiones de su entorno. En fin, los
judíos siempre se han destacado por ser diferentes a la cultura y la vida cotidiana dondequiera
Dios los enviaba.

• En Egipto, el faraón dijo: “Ellos no caben en este lugar; son demasiados. Controlaremos el
nacimiento de los varones, y los castigaremos con trabajo forzoso.”
• En Persia, Amán dijo: “Ellos no pertenecen aquí; no son fieles súbditos. Los tenemos que
matar.”
• En la cristiandad2, se ha dicho: “Ellos mataron a Cristo y rehúsan ser bautizados. Deben
convertirse o irse.”
• En la Alemania nazi, se decía: “Ellos son untersmensch (infrahumanos) como raza y no
merecen vivir en un mundo donde domina la mejor raza de todas: la arriana.”
• En el islam se dice: Ellos no tienen derecho a la tierra en “Palestina”; son una afrenta para la
Casa de Paz (islam). Deben someterse o morir.”

En fin, Satanás no tiene preferencias cuando se trata de utilizar a alguien, ni el método que
practique, ni cómo implementa su plan para destruir al pueblo por el cual Dios nos trajo la
salvación. Nunca ha sido exigente cuando alguien se dispone a ser su instrumento, porque al fin
de cuentas, se deshace de él cuando deja de ser útil.

Antisemitismo: ¿Qué hay en esa palabra?

La palabra antisemitismo3 ha atravesado varias revisiones desde que comenzó a utilizarse a


finales del siglo 19. Puede decirse que es una palabra “moderna,” teniendo sus inicios durante la
década de 1870. Antes de eso, solamente existía el término anti-judaísmo. En épocas tempranas
de la historia europea, cualquier pensamiento, acto o sentimiento antijudío se basaba en un
prejuicio religioso, como el anti-judaísmo cristiano.
Pero a finales del siglo 19, surgieron unos cambios en Europa que afectaron
profundamente el cristianismo, incluso, a todo el mundo europeo occidental. Surgió el
secularismo, en diversas formas, como una nueva religión. Muy ligado al secularismo
estaba el ‘Darwinianismo,’ que proponía que el europeo era creador y dueño de su destino. La
ciencia llegó a ser el nuevo ‘mesías.’ Los europeos del “mundo antiguo,” cansados de la guerra y
de un cristianismo hueco, abrazaron con esperanza lo que les ofrecía la filosofía y la ciencia. La
ciencia les proveyó respuestas intelectuales para los misterios del universo. La ciencia trajo al
mundo la electricidad y la penicilina. Aún los teólogos comenzaron a decir que Dios había
“muerto.” Así era la perspectiva europea occidental a finales del siglo 19 y principios del 20.

En ese ambiente “alumbrado,” los teólogos liberales rápidamente adaptaron sus pensamientos a
la nueva orden. Surgió una teología fría y cínica del nuevo conocimiento: Dios tenía explicación;
Dios estaba en un tubo de ensayo; Dios estaba en un ataúd. Ya no existían los misterios, no se
requería la fe, Dios era innecesario. ¿Qué le iba a suceder al judío en ese tipo de Europa?

El judío era percibido como el residuo de un mundo antiguo y una edad cada vez más
irrelevante. A pesar de todos los beneficios y adelantos del nuevo mundo, el odio hacia el judío
permaneció tan engranado como antes dentro de la psiquis colectiva de muchos católicos
romanos y protestantes europeos, el que también afectó poderosamente la sociedad y la política
de Estados Unidos, incluyendo su política exterior. Históricamente, ese odio fue nutrido a través
de los siglos por el prejuicio cristiano anti-judío. Pero en ese nuevo orden mundial, el cristianismo
también comenzó a ser criticado. Sus días estaban contados.

Muchos judíos europeos esperaban que al caer el cristianismo, juntamente con una nueva era de
secularismo, ciencia y conocimiento, pudiera también ser el fin del anti-judaísmo. Después de
todo, muchos judíos se encontraban entre los principales intelectuales y científicos del momento.
El antisemitismo era parte de un mundo cristiano que había desapareciendo, y no tenía lugar en
el mundo moderno. En esencia, las acusaciones antiguas de “asesinos de Cristo” y sus
calumnias de sangre4 ya no tenían sentido ni atractivo para una mente científica. Así ellos
razonaban. La esperanza era que podían vivir como unos respetados ciudadanos, franceses o
alemanes, con iguales derechos y protecciones del gobierno, ya no más como judíos inferiores
en una Europa cristiana. Aparentemente, tenían razón al creer que les había llegado un nuevo
día.

Sin embargo, la triste verdad era que, a pesar de la desaparición del cristianismo, aumentó la
hostilidad hacia los judíos. Los cristianos tradicionales tenían la idea de que los judíos siempre
podían “convertirse.” Pero el nuevo antisemitismo, basado en una teoría racial, era mucho más
peligroso para el judío. Uno podía escapar de la persecución al “convertirse” (por lo menos de
boca), pero uno no podía cambiar su raza. Una vez que el antisemitismo condenaba a un judío
simplemente por ser judío, sin importar su creencia, no tenía esperanza de escapar.

El odio no muere fácilmente. Como un camaleón, cambia de color y se adapta a un nuevo


ambiente. El término “antisemitismo” fue inventado como una palabra secular en reflejo de una
edad científica para describir un sentimiento antiguamente religioso. Debía ser una palabra
moderna, proveyendo a los que odiaban a los judíos con una palabra no-religiosa para expresar
lo que por tantos siglos había sido descrito como anti-judaísmo. Al entrar el siglo 20, el que
basaba su prejuicio en algo religioso era considerado como atrasado. El nuevo prejuicio tenía
que tener base científica para ser aceptable.

Es interesante notar que el nuevo antisemitismo no-religioso del siglo 20


fue producto del europeo intelectual y no del maleante callejero. Eran los
científicos, pensadores, filósofos, escritores y periodistas quienes
formularon el más peligroso tipo de antisemitismo, la clase que culminó
con el Holocausto5. Su antisemitismo se diferenciaba en estilo del de las
clases pobres y menos educadas. No obstante, el antisemitismo
intelectual y el callejero convergieron entre 1930 y 1945 para dar lugar a la más grande
maquinaria asesina que jamás haya existido, y basada simplemente en cierto tipo de raza.

Además de los de una raza supuestamente inferior, también eran condenados todos o cualquiera
de los siguientes: marxistas, capitalistas, revolucionarios, socialistas, liberales, rígidos,
intolerantes, ajenos al mundo europeo, subversivos de la sociedad civilizada.

El estudio científico de razas6 y el movimiento eugenésico7 proveyeron la plataforma para el


antisemitismo nazi del siglo 20. La idea de una perfección de razas llevaba la delantera del
nuevo orden mundial. Ese movimiento se dedicó a comprobar “científicamente” que la raza y la
inteligencia estaban relacionadas con asuntos como productividad, criminalidad y valor humano,
proveyendo el fundamento para la experimentación científica nazi en Alemania. Mucha de la
política racial adoptada por Estados Unidos antes de la Segunda Guerra Mundial se justificaba
por dicha experimentación científica o casi científica. La sociedad a finales del siglo 19 y
principios del 20 necesitaban desesperadamente una legitimación para sus prejuicios.

Para mediados del siglo 19, la ciencia proveyó suficiente “evidencia” para defender la noción de
superioridad racial, la que sería ampliamente aceptada como legítima. El antisemitismo nazi era
uno esencialmente racial, aunque estaba fundamentado sobre toda política y sentimiento anti-
judío de tiempos históricos, aún previos a la era cristiana. Los nazis no eran antisemitas porque
querían castigar a los judíos por “matar a Jesús.” A ellos no les importaba quién mató a Jesús.
Su prejuicio era racial. Para los nazis, los judíos (entre otros más) eran biológicamente inferiores
y tenían que ser exterminados. Fueron los nazis quienes tomaron las teorías raciales (basadas
en una supuesta ciencia) y las aplicaron a los judíos y demás quienes no eran de su agrado. La
superioridad del caucásico se convirtió en la superioridad del arriano. En muchas formas, la vieja
distinción entre cristiano y judío fue sustituida por arriano y judío.

Es un simple hecho que el cristianismo verdaderamente practicó medidas anti-judías, y el peso


colectivo de ese pasado ayudó en gran manera para que los nazis pudieran construir su
ideología morbosa que dio lugar al Holocausto. Pero el cristianismo no fue el único que había
hecho eso. La ciencia, el secularismo, el comunismo, el islam (inclusive antes de la Segunda
Guerra Mundial), los persas, los griegos y los egipcios todos añadieron más peso a la miseria de
Jacob. A veces de manera voluntaria, otras veces quizás ignorantemente, Jacob ha cargado un
peso extraordinario por causa de la Torá, la gloria, la presencia y el conocimiento de Dios. ¡Ay de
aquellos que llevan la antorcha, que son mensajeros de luz.

¿Qué Significa eso para Nosotros?

El mundo cristiano tiene una gran deuda con el pueblo judío. Aún durante el primer siglo, Pablo
comprendió dicha verdad (Rom. 15:27). Hoy día, con la realidad de que estamos viendo la
restauración política, económica y agrícola de Israel, debemos aumentar nuestros esfuerzos por
alentar y apoyar la restauración plena de Sion. Aunque el antisemitismo tiene un origen, una
inspiración y un impulso diabólico, ha requerido la participación de seres humanos quienes
pongan en acción las aspiraciones de Satanás.

Dios está reconstruyendo a Sion, e invita y necesita la


colaboración activa de Sus hijos para ello. Se ha dicho
correctamente que fueron personas ordinarias quienes
mataron a los judíos en todas las persecuciones de la historia.
Igualmente, Dios necesita personas ordinarias quienes deseen
obedecer Su voz y andar en Sus caminos.

No seamos inspirados por el mal, sino por la eterna


misericordia de Dios, quien ha de terminar la obra que hace tiempo comenzó en Jacob. Nosotros
podemos tener el privilegio de ser parte de ese movimiento profético en estos días. En Puentes
para la Paz decimos: “¿Por qué tan sólo leer acerca de la profecía bíblica, cuando puede ser
parte de ella?” No tenemos que quedarnos sentados en la banca. Podemos participar. La maldad
satánica tiene fecha de expiración. La justicia de Dios es para siempre, al igual que las promesas
para Israel.

Los Hijos de Israel han vivido, durante la mayor parte de su existencia, como una minoría
fácilmente identificable entre las naciones. Desde tiempos pretéritos han experimentado intensa
oposición, ya sea desde el sencillo antagonismo hasta el asesinato masivo. Claro está, esa
oposición puede ser explicada en términos humanos. Los judíos han representado
frecuentemente todo lo que esa sociedad odia o teme. Si una sociedad es capitalista, dicen que
los judíos son comunistas; si es pobre, dicen que ellos son ricos; si está oprimida, dicen que son
los opresores. Han sido el chivo expiatorio de casi toda sociedad, incluyendo las que tienen un
número insignificante de judíos, como Japón y los países musulmanes.

Sin embargo, como cristianos, vemos otra realidad, una que ha resistido el mal desde tiempos
inmemorables. Es espiritual y eterna. Yeshúa dijo que Su Reino “…no es de este mundo.” Por tal
razón, nuestras responsabilidades son enormes. Debemos interceder por Israel, por la paz de
Jerusalén, y por el pueblo judío en la diáspora (dispersión). Debemos ofrecerles apoyo material
porque hemos recibido de ellos bendiciones espirituales, como la salvación por medio del Mesías
(Rom. 15:27).

Somos olivos silvestres injertados al buen olivo, entre algunas de las ramas naturales. Los
cristianos tenemos que mantener nuestros corazones libres de orgullo y arrogancia a
consecuencia de su caída temporal, porque han de ser nuevamente injertados a su propio olivo
(Romanos 11). Recuerde, la Iglesia no es el olivo. El árbol que nos sostiene a las ramas
silvestres representa los pactos y las promesas redentoras de Dios. Su raíz es la esperanza
mesiánica, y su savia es el Espíritu Santo de Dios, quien nutre tanto a las ramas naturales como
a las silvestres. Ambos estamos de pie gracias a la fe, y las ramas artificiales no tenemos
ninguna competencia con las naturales, el pueblo judío. Formamos parte de los mismos pactos y
las mismas promesas en el Mesías, y Dios desea cumplir Sus propósitos de redimir a Israel, a la
Iglesia, como al resto del mundo que aún no le conoce.

Por Jim Solberg,


Director Oficina Nacional de Estados Unidos

Notas al Calce:
1 Pogromo: un ataque organizado contra los judíos, frecuentemente fatal; original de Rusia.
2 Cristiandad: palabra que se refiere al cristianismo a nivel mundial, especialmente en términos políticos y temporales.
3 Según Robert Wistrich, el reportero alemán Wilhelm Marr fue acreditado por crear el término antisemitismo.
4 Calumnias de sangre: la creencia de que los judíos mataban a bebés cristianos para utilizar su sangre en la confección del pan
sin levadura (matza) durante la Pascua (Pésaj).
5 Dos de los comandantes de cuatro grupos de Einzatsgruppen (comandos asesinos) tenían grados doctorales. Eso contradice la
noción de que el antisemitismo existe solamente entre gente ignorante o ineducada. Se dice que esas unidades asesinas
(utilizando sus propios informes) mataron a 1.3 millones de judíos. Eso no incluye a los miles de prisioneros soviéticos
aprisionados que también asesinaron. El comandante más infame fue el anterior comerciante Karl Jager.
6 Petrus Camper (fallecido en 1789), profesor de anatomía en la Universidad de Groningen, Holanda, fue unos de los mayores
contribuidores al desarrollo del concepto de superioridad racial, especialmente en términos de ciudadanía. Su trabajo tuvo un
efecto profundo y duradero sobre la teoría racial de Europa y Estados Unidos.
7 Movimiento eugenésico: define las diferencias raciales en términos de rasgos superiores e inferiores, principalmente
encontrado en los Estados Unidos.
Ministerio Bar-Enosh.
Wilfredo Torres
904 collinswood dr west
Jacksonville, Florida 32225

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