Vida Contemplativa en El Siglo XXI-para Qué PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 13

Vida Contemplativa en el siglo XXI Para qu?

Ante todo quiero agradecer al Profesor Javier Elzo el haberme invitado a dar un testi-
monio sobre la vida contemplativa en este Foro Deusto, y a los asistentes que desean
saber algo ms sobre un tipo de vida que para el siglo XXI aparece como anacrnico,
desfasado y quiz dinosurico, o como otra especie en vas de extincin.

Ciertamente esta no es una charla cientfica como las que se acostumbran a dar en el
Foro, no es tampoco simple teora, necesariamente tiene que brotar de la experiencia
personal pues es un tema que slo conoce bien quien lo vive.

He dado a esta charla el ttulo de Vida contemplativa en el siglo XXI Para qu? pues
encaja bien en el tema propuesto para el foro del ao 2008, La vida para qu? pero
igualmente hubiera podido intitularla Buscar a Dios en el siglo XXI para qu? Pues
evidentemente la razn de ser de la vida contemplativa, desde siempre, ha sido la bs-
queda de Dios.

Pero en un momento en que el hombre ha logrado tales avances en el campo de la
ciencia y de la tcnica, que se ha llegado a la luna, se ha logrado conquistar el espa-
cio, la biogentica ha hecho avances increbles hasta lograr la concepcin de un ser
humano fuera de los cauces naturales, en fin, en todas las ramas de la ciencia el avance
ha hecho creer que ya Dios no es necesario. El hombre puede prescindir de Dios. Si el
Gnesis invita al hombre a dominar la creacin, evidentemente el hombre lo est lo-
grando. Sin embargo quin puede impedir un tsunami, o la erupcin de un volcn, o
que Catherine destruya ciudades enteras, o que ms de treinta millones de seres huma-
nos en un solo continente sufran de SIDA? No, el hombre a pesar de su inteligencia,
que es un don gratuito de Dios, ha logrado muchos avances y los seguir consiguiendo,
pero jams podr prescindir de la ayuda de un ser superior.

Al mismo tiempo se experimenta otra realidad. Nuestro mundo padece sed de Dios, se
le busca de diversas maneras, y el hombre occidental bucea en espiritualidades orien-
tales o en nuevas religiones que satisfagan su ansia de infinito. En su da el Papa Pa-
blo VI en una audiencia pblica coment esa sed de contemplacin del hombre moder-
no, pero expres su sorpresa por el hecho de que muchos cristianos se fueran para el
Tibet, al Himalaya buscando maestros de contemplacin y deca, nuestros cristianos
buscan en otras espiritualidades porque no conocen a los grandes msticos de la Iglesia
y cit expresamente a San Bernardo, Santa Teresa de Jess y San Juan de la Cruz.

Desear una experiencia de Dios es ya buscar a Dios aunque sea inconscientemente. En
su ltima encclica Spe Salvi el Papa nos dice que la esperanza siempre nos hace ten-
der hacia un ser superior, hacia alguien que sea capaz de llenar nuestras esperanzas
puesto que nada de lo meramente humano y terreno puede satisfacernos plenamente.
Esto es fcil de constatar en la vida diaria de todo ser humano.

FUNDAMENTOS GENERALES

En la Sagrada Escritura encontramos bien expresada esa sed de Dios que siempre ha
tenido el ser humano. Los Salmos, esas bellsimas oraciones que han alimentado la es-
piritualidad de judos y cristianos a lo largo de los siglos, nos dicen: Como busca la
cierva corrientes de agua, as mi alma te busca a ti, Dios mo; tiene sed de Dios, del
2

Dios vivo cundo entrar a ver el rostro de Dios? (Sal 42,2-3), otro Salmo dice Oh
Dios, tu eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma est sedienta de ti; mi carne tiene ansia
de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua (Salmo 63,2); en otro se va ms lejos pues
es Dios mismo quien invita: Oigo en mi corazn: <Buscad mi rostro>. Tu rostro busca-
r, Seor, no me escondas tu rostro (Sal 27,8). Recordemos que Jess de Nazaret es el
rostro humano de Dios, y seguirlo a l es buscar su rostro. Este deseo de Dios, esa bs-
queda de Alguien superior que colme nuestros anhelos, dira que es innato en la perso-
na.

Ahora bien, como escribi alguna vez el Cardenal Suenens: los contemplativos son el
000.1 % del capital humano que Dios se reserva exclusivamente para s. El Cardenal se
refera concretamente a los que abrazan la vida cannica contemplativa. Pero entenda-
mos bien la palabra contemplativos pues evidentemente no es necesario encerrarse en
un monasterio para poder tener una experiencia contemplativa de Dios. Todos estamos
invitados a ello pues, como dijo San Gregorio Magno,: la contemplacin es la expe-
riencia del peso del amor de Dios sobre nosotros. Dios es AMOR, y todos los seres
humanos y toda la creacin son fruto del AMOR de Dios, por lo tanto todos podemos
tener esa experiencia que est grabada en nuestro ser desde el mismo momento de nues-
tra concepcin. Cul es un tremendo problema del mundo moderno? La cantidad de
personas carentes afectivas que o no han sido concebidas por amor, o han sido rechaza-
das por sus padres, o a lo largo de su vida no han encontrado quien les d el amor que
todos necesitamos. Pero quien tenga fe puede y debe saber que Dios siempre lo o la ha
amado. En Isaas encontramos una verdad preciosa. Le dice el profeta a Israel en nom-
bre de Dios: No temas, que yo te he rescatado, te he llamado por tu nombredado que
eres precioso a mis ojos, eres estimado, y YO TE AMO. (Is. 43, 1.4) Puede darse una
declaracin de amor ms bella que esta?

Entonces si todos, incluso los no cristianos, los ateos, los practicantes de religiones
animistas pueden experimentarse amados por un Ser superior, por qu y para qu
existe una vida contemplativa cannica? Para qu existen los monasterios si se puede
buscar y encontrar a Dios en medio del mundo? Una de las crticas a quienes vivimos
la vida contemplativa cannica es que nos encerramos para no hacer nada, que somos
vidas intiles, desperdiciadas y que en medio del mundo podramos conseguir la misma
experiencia de Dios. En la misma encclica citada antes, Benedicto XVI escribe:

En un momento de la Edad Media, bajo ciertos aspectos emblemtico,
en la conciencia comn, los monasterios aparecan como lugares para
huir del mundo (contemptus mundi) y eludir as la responsabilidad con
respecto al mundo buscando la salvacin privada. Bernardo de Clara-
val, que con su Orden reformada llev una multitud de jvenes a los
monasterios, tena una visin muy diferente sobre esto. Para l, los
monjes tienen una tarea con respecto a toda la Iglesia y, por consi-
guiente, tambin respecto al mundo Y, con muchas imgenes, ilustra la
responsabilidad de los monjes para con todo el organismo de la Iglesia,
ms aun, para con la humanidad; les aplica las palabras del Pseudo Ru-
fino: <El gnero humano subsiste gracias a unos pocos; si ellos des-
aparecieran, el mundo perecera> Los contemplativos contemplantes-
han de convertirse en trabajadores agrcolas laborantes-,A decir

3

verdad, Bernardo dice explcitamente que tampoco el monasterio pue-
de restablecer el Paraso, pero sostiene que, que como lugar de labran-
za prctica y espiritual debe preparar el nuevo Paraso (Spe Sal15)

Ya Evagrio Pntico haba definido al monje como aquel que est separado de todos y
unido a todos, por eso nuestro oficio en la Iglesia y en el mundo es recordarlos a
todos ante Dios y despertar el recuerdo de Dios en todos. Esto exige una intercesin
permanente y un testimonio fiel.

A LA LUZ DE LA SAGRADA ESCRITURA

Aunque Moiss ha pasado a la historia como el liberador de Israel y como tipo del Me-
sas, su experiencia es curiosa. Dios lo eligi para sacar al pueblo de la esclavitud de
Egipto. Previamente lo haba preparado con una excelente formacin humana adquirida
en la corte del Faran, pero luego, cuando entr en contacto con su pueblo y constat su
sufrimiento mat a un egipcio y tuvo que huir a Madin. Es all, en el exilio, donde se
encuentra con Yahvh. Desde entonces su experiencia de Dios va en un crescendo cons-
tante. Empieza en xodo 3, queriendo conocer el nombre de Dios, a lo largo de los
siguientes captulos dialoga con l constantemente en la cima del Sina, intercede por su
pueblo hasta que en el captulo 33 ya lo que desea es ver a Dios Djame ver tu rostro.
Pero que hizo Moiss? Cuando pretendi constituirse en el nico juez del pueblo, su
suegro Jetr le aconsej, sabiamente, que no lo hiciera sino que escogiera 72 ancianos
que hicieran de jueces y l se reservara slo los casos graves. Luego ante el enfrenta-
miento con los amalecitas quin fue el jefe del ejercito? Fue su joven ayudante Josu.
El papel de Moiss durante la batalla fue permanecer en la cima del monte con los bra-
zos en alto orando por el pueblo y gracias a su intercesin gan Israel. Ms adelante
cuando se va a establecer el sacerdocio Dios no escoge a Moiss para tan honroso cargo,
escoge a su hermano Aarn. Entonces qu es Moiss? Ni juez, ni jefe militar, ni sa-
cerdote. Moiss es el amigo de Dios. As nos lo describe la Escritura: Yahvh habla-
ba con Moiss cara a cara, como habla un hombre con su amigo, s, Moiss es ante
todo el AMIGO de Dios. Su misin fue liderar al pueblo, pero mediante su intimidad
con Yahvh, mediante su experiencia contemplativa de Dios. Moiss es considerado el
mayor mstico del A.T. Recibi de Dios las tablas de la Ley, intercedi constantemente
por el pueblo para que este fuera perdonado de sus muchos pecados, realiz milagros
para que pudiera subsistir a lo largo de los cuarenta aos del xodo. Pero su vida fue ser
AMIGO DE DIOS. Este ejemplo nos muestra un poco cul es el oficio de los contem-
plativos. Nuestro papel en la Iglesia y el mundo es ser amigos/as de Dios en bien de
toda la humanidad.

Otro mstico del A.T es el Profeta Elas, vinculado con la Orden del Carmelo desde que
los primeros ermitaos se ubicaron en el Monte Carmelo a finales del siglo XII. Ah se
inici la vida de los ermitaos Hermanos de la Virgen Mara del Monte Carmelo,
precisamente en la cima del monte donde vivi Elas. Su espritu inunda nuestra espiri-
tualidad pues heredamos de este profeta su amor a la Palabra, indispensable para toda
experiencia mstica, su celo por la gloria de Dios y su caminar siempre en la presencia
de Dios. Pero su experiencia ms bella fue el encuentro con Yahvh en la cima del
Horeb cuando supo descubrir el paso de Dios no en el ruido, ni en el fuego, ni en el te-
rremoto sino en la suavidad de un silbo delicado que anunci la presencia de Dios y le
habl indicndole lo que deba hacer.

4

Jess mismo no pas 30 largos aos de su corta vida en un ambiente sencillo, oculto en
Nazaret? Solo dedic tres aos a su apostolado activo, en cambio la mayor parte de su
vida fue totalmente contemplativa. San Juan Bautista vivi toda su adolescencia y su
juventud en el desierto. San Pablo antes de lanzarse a un arrollador apostolado se fue al
desierto de Arabia a profundizar el Misterio que le haba sido revelado y a madurar la
vocacin recibida en el camino de Damasco.

Como en todo trabajo importante, la vida contemplativa necesita un ambiente propicio
para poder realizar su misin, y exige cierta separacin material del mundo, un ambien-
te de soledad y silencio. Por ejemplo cuando al final de los aos 60 pudimos seguir en
la TV el alunizaje de Armstrong y ver el momento en que plant la bandera de los Esta-
dos Unidos y ley un texto del Gnesis, tambin nos mostraron las grandes salas de Ca-
bo Kennedy donde cientos de cientficos, cada cual ante su ordenador, estaba contribu-
yendo al xito de la empresa. Se denotaba un ambiente de silencio, de concentracin. El
xito de este viaje espacial dependa de todos. Seguramente todos sabemos quines son
Armstrong y el ruso Gagarin. Hemos visto sus retratos miles de veces, pero quin co-
noce los nombres de los cientficos que contribuyeron al xito de los viajes? Eso pasa
con los/as contemplativos/as nadie nos conoce, pasamos desapercibidos para la gran
mayora de la gente, sin embargo el bien de la humanidad est en nuestras manos, en
nuestro corazn, en nuestra vida sencilla y oculta.

La Sagrada Escritura y la historia nos demuestran que la vida contemplativa es una gra-
cia concedida por Dios en bien de la humanidad.


ASPECTO CANNICO

Hay, sin embargo, que hacer una aclaracin. Se habla de vida monstica y de vida con-
templativa. No son exactamente lo mismo. Hay monjes/as que realizan una actividad
apostlica en colegios y universidades, parroquia, lo mismo que cualquier religioso o
religiosa de vida apostlica. Pero tambin los hay que llevan una vida exclusivamente
contemplativa. Por ejemplo las y los cartujos, cistercienses, jernimos, etc. En cam-
bio la monjas que pertenecemos a las grandes rdenes mendicantes: franciscanos, do-
minicos, carmelitas, agustinos, somos consideradas monjas aunque nuestros herma-
nos no sean monjes sino frailes.

Otro error muy comn es el llamarnos monjas de clausura. Ciertamente no es la clau-
sura la que constituye nuestro carisma, es precisamente la contemplacin la que nos
hace buscar una vida de mayor separacin del mundo. No porque el mundo sea malo,
sino porque necesitamos un ambiente de mayor soledad y silencio, como se dijo antes.
Se pone el nfasis en un medio y no en el trmino que es la experiencia de Dios, la vida
mstica.

En el Snodo de la Vida Consagrada el Abad General de los cistercienses Reformados o
Trapenses, Dom Bernardo Oliveira, hizo referencia a este punto haciendo ver que tanto
los monjes como las monjas que se dedican exclusivamente a la contemplacin tienen la
misma vocacin, pero que la ley cannica hace una diferencia difcil de entender al so-
meter a las monjas a unas leyes de clausura que no existen para los monjes. Nunca se
5

habla de monjes de clausura, en cambio s se denomina as a las monjas que llevamos
una vida contemplativa.

Desafortunadamente aun se ve con recelo la capacidad de la mujer para asumir una vida
de total entrega a Dios sin protecciones externas que limiten su contacto con el exte-
rior. Me pregunto qu diferencia hay entre una religiosa de vida apostlica que vive
sumergida en un mundo dificilsimo y una religiosa que por vocacin elige la vida con-
templativa? Todas somos mujeres del siglo XXI.

La Iglesia con entraable amor de madre vela de manera especial por nosotras, pero
quiz ha olvidado una sabia recomendacin del Papa Juan XXIII quien poco antes del
Concilio recomend a los religiosos volver al carisma del fundador, pero no a los tiem-
pos del fundador. En algunos aspectos se tiene mucho ms en mente la clausura triden-
tina con todos sus signos externos de rejas, pinchos, altos muros, etc, que la del Vatica-
no II que ha pedido una actualizacin acorde a los signos de los tiempos

Ciertamente las monjas sentimos la necesidad de una vida apartada del mundo, y defen-
demos la llamada clausura papal, pero la clausura es espada de doble filo. Por una
parte nos aporta el silencio, la soledad que es el clima necesario para la oracin conti-
nua, para el encuentro con Dios; nos libera de todo lo innecesario, nos centra en lo esen-
cial, promueve el espritu de fraternidad dentro de la comunidad, nos sensibiliza ante los
problemas de la Iglesia y de la humanidad, es una llamada a la interioridad. Una con-
templativa nunca puede ser una persona superficial.

Pero por otra parte la clausura cannica mal entendida puede intensificar el individua-
lismo, empobrecer la mente por falta de contacto con la teologa, con la espiritualidad
del Vaticano II y del post Concilio; impide una mayor apertura a las necesidades del
mundo porque la mirada se puede chocar con los altos muros de la clausura sin trascen-
derlos. Puede darse un cierto capillismo y hasta convertir el monasterio en un peque-
o gueto con aquella antigua norma de ni ver ni ser vistas.

He mencionado este punto de la clausura porque es quiz uno de los aspectos que en el
siglo XXI, hace aparecer la vida contemplativa femenina como desfasada y anacrnica.


ALGO DE HISTORIA

A vuelo de pjaro, vamos a echar una mirada rpida sobre la historia de la vida contem-
plativa para ver como sta abarca toda la vida de la Iglesia, y hunde sus races en el
A.T.

Los cuatro primeros siglos de la Iglesia, que se caracterizaron por las persecuciones,
vieron la consagracin de las vrgenes y de los ascetas pero ellos vivan en su propia
casa y prestaban ayudas apostlicas. Es con la paz constantiniana cuando se siente la
necesidad de suplir el martirio por otro tipo de vida que busque radicalmente el encuen-
tro con el Seor. La bsqueda contemplativa de Dios va a reemplazar el encuentro rpi-
do con l que se consegua mediante el martirio.


6

Con San Antonio Abad en el siglo IV empieza un movimiento que arrastra a centenares
de hombres al desierto; fenmeno que surge espontneamente en diversos pases: Egip-
to, Antioqua, Siria, etc, Son ermitaos que se dedican a la bsqueda exclusiva de Dios
mediante la escucha de la Palabra, la oracin y la ascesis. Pero en algunos casos estos
ermitaos viven en colonias eremticas bajo la direccin de un abba del desierto y se
rigen por los famosos apotegmas.

Con Pacomio comienza la vida cenobtica cuando l decide reunir a los ermitaos de-
ntro de monasterios de vida comn. Y funda conventos de monjes y monjas. La vida de
estos cenobitas se centra en la oracin y el trabajo manual. Este tipo de vida se extiende
rpidamente y a travs de Casiano se instaura tambin en Europa donde con San Benito
se va a convertir en una fuente de espiritualidad y de cultura. Son los benedictinos quie-
nes se encargarn de llevar la cultura al resto del continente europeo.

Ante las necesidades histricas, las guerras, el peligro de los sarracenos, las Cruzadas,
la vida religiosa responde con nuevas fundaciones. Ahora ya no exclusivamente con-
templativas sino dadas al apostolado. Surgen las rdenes hospitalarias, las de la reden-
cin de los cristianos cautivos. Pero los monasterios masculinos y femeninos dedicados
solo a la contemplacin siguen existiendo con sus crisis y sus reformas.

Tanto en Oriente como en Occidente aparecen nuevas familias religiosas y nuevas for-
mas de vida contemplativa. Por ejemplo los cartujos, los camaldulenses unen en su ca-
risma la vida cenobtica con la experiencia eremtica.

A finales del siglo XII surgen las rdenes mendicantes. Sus miembros no son monjes,
llevan el Evangelio a todos los lugares. Pero en estas rdenes y, hasta el siglo XIX, las
mujeres de cualquier familia religiosa tienen que vivir en clausura y dedicarse exclusi-
vamente a la oracin y al trabajo monstico. El nico fundador que logr evadir esta
norma fue San Vicente de Pal quien al fundar a las Hijas de la Caridad las present no
como monjas sino como mujeres piadosas dedicadas a los pobres. Por eso no les permi-
ti llevar el tradicional velo ni hacer votos perpetuos.

Es el siglo XIX el que va a ver un autntico boom de fundaciones femeninas dedicadas
exclusivamente al apostolado: la educacin, los hospitales, las misiones, etc. Sin embar-
go la vida contemplativa tradicional tanto masculina como femenina jams desapareci.

El siglo XX trae una novedad en la vida consagrada, los Institutos Seculares. Adems se
fundan nuevas familias religiosas de tipo monstico como la Fraternidad Monstica de
Jerusaln en Pars, las y los Hermanitos de Beln, una especie de Cartuja renovada, e
incluso el famoso Taiz entre los reformados, y muchas otras.

El Concilio dio un nuevo empuje a la vida contemplativa mediante su Descreto Perfec-
tae Caritatis en el que dice:

Los institutos que se ordenan ntegramente a la contemplacin, de
suerte que sus miembros vacan slo a Dios en soledad y silencio, en
asidua oracin y generosa penitencia, mantienen siempre un puesto


7

eminente en el Cuerpo mstico de Cristo, en el que no todos los
miembros desempean la misma funcin (Rom 12,4), por mucho que
urja la necesidad de apostolado activo. Ofrecen, en efecto, a Dios un
eximio sacrifico de alabanzas, ilustran al pueblo de Dios con ubrri-
mos frutos de santidad, lo mueven con su ejemplo y lo dilatan con
misteriosa fecundidad apostlica (PC 7), ms adelante insiste:
Debe mantenerse firme la clausura papal para las monjas de vida
puramente contemplativa, pero acomdese a las circunstancias de
tiempos y lugares, suprimidos los usos anticuados (PC 16)

La Instruccin de Pablo VI Venite Seorsum dio un nuevo giro a las normas de clau-
sura, sin embargo todava prevalece en muchos lugares la mentalidad tridentina.

En el encuentro que Juan Pablo II tuvo con las contemplativas en vila en 1982, con
ocasin del IV Centenario de la muerte de Santa Teresa de Jess, entre otras cosas in-
sisti en la necesidad de una formacin conveniente:

El Papa os llama hoy a seguir cultivando vuestra vida consagrada
mediante una renovacin litrgica, bblica y espiritual, siguiendo las
directrices del Concilio. Todo esto exige una formacin permanente
que enriquezca vuestra vida espiritual, dndole un slido fundamento
doctrinal, teolgico y cultural

El ltimo documento oficial sobre la vida religiosa es Vita Consecrata por eso merece
ser citado. El texto que transcribo no se refiere exclusivamente a la vida contemplativa
sino en general a la vida religiosa femenina, pero por hacer mencin expresa del aporte
de algunas contemplativas a la teologa lo traigo a cuentas:

Se espera mucho del genio de la mujer tambin en el campo de la re-
flexin teolgica, cultural y espiritual, no solo en lo que se refiere a
lo especfico de la vida consagrada femenina, sino tambin en la in-
teligencia de la fe en todas sus manifestaciones. A este respecto,
cunto debe la historia de la espiritualidad a santas como Teresa de
Jess y Catalina de Siena, las dos primeras mujeres honradas con el
ttulo de Doctoras de la Iglesia, y a tantas otras msticas, que han sa-
bido sondear el misterio de Dios y analizar su accin en el creyente!
(VC 58)

Rpidamente hemos echado un vistazo a la vida contemplativa desde el siglo IV hasta
este siglo y podemos constatar que a ningn momento ha desaparecido o perdido su
sentido eclesial y apostlico.


TU ROSTRO BUSCAR, SEOR. NO ME ESCONDAS TU ROSTRO

Tras haber visto los fundamentos generales y bblicos de la vida contemplativa, el as-
pecto cannico y algo de su historia, es preciso detenernos ahora, aunque sea breve-
mente, en la esencia de esta vida, que como dije al comienzo es la BUSQUEDA DE
DIOS.
8

Como es lgico, al hablar de la espiritualidad contemplativa tengo que hacerlo a partir
de mi propia experiencia como carmelita. No conozco suficientemente otras espiritua-
lidades como para hablar de ellas. Sin embargo, a pesar de la diversidad de los carismas
contemplativos dentro de la Iglesia, la finalidad es siempre la misma, la bsqueda del
rostro de Dios, o sea la contemplacin. Santa Teresa de Jess en el libro de las Mora-
das nos dice:

todas las que traemos este hbito sagrado del Carmen somos
llamadas a la oracin y contemplacin (porque este fue nuestro
principio, de esta casta venimos, de aquellos santos Padres nuestros
del Monte Carmelo, que en tan gran soledad y con tanto desprecio
del mundo buscaban este tesoro, esta preciosa margarita de que
hablamos), pocas nos disponemos para que nos la descubra el Seor.
5M 1,3)

Lo que dice Santa Teresa en este texto es muy importante porque da por hecho que las
que ingresan al Carmelo son personas que buscan la oracin, es decir vocacionadas a
la oracin. Adems que se encuentran dentro de una tradicin centenaria pues esos
santos Padres nuestros del Monte Carmelo son los primeros ermitaos que datan del
siglo XII. Pero para llegar a la experiencia contemplativa que es un don gratuito de
Dios es necesario disponerse, como dice Teresa.

La tradicin del Carmelo es netamente contemplativa, es decir mstica, pero hay que
tener una idea correcta sobre lo que es la mstica, porque habitualmente se considera
mstico solo a quien haya gozado de fenmenos extraordinarios.

La palabra mstica viene del griego, del verbo myo que significa la accin de cerrar,
referido a realidades secretas, misteriosas y relacionado con el misterion paulino:
Misterio escondido desde siglos y generaciones (Col 1,26). Desde el siglo V con el
Pseudo Dionisio, se habl de la teologa mstica, expresin utilizada tambin por
Teresa de Jess y que se refiere al conocimiento experimental, interno y sabroso de
las realidades divinas, no al estudio de la mstica por parte de la teologa. Fue en el
siglo XVII cuando se empez a hablar de la experiencia mstica para describir una
experiencia interior siempre relacionada con Dios o con las cosas divinas, en la que
prevalece la accin transformante de Jess. La mstica cristiana es la experiencia de una
vida nueva comunicada por el Espritu del Padre y del Hijo y designa la experiencia
interna, profunda de Dios, que puede tener un ser humano.

Pero no creamos que la vida contemplativa se vive en un ambiente intelectual tenso o
aburridor, todo lo contrario, esta vida nos lleva a vivir con alegra, con la sencillez del
nio que se admira ante todo, con una mirada limpia que ayuda a descubrir la presencia
del Amado en todo y en todos. Entre ms nos hayamos liberado de lo accesorio, de lo
innecesario, tanta ms capacidad tendremos para encontrarnos con Dios.

Normalmente se dedican varias horas al da a la oracin litrgica, Eucarista diaria, Li-
turgia de las Horas, y a la oracin personal, a la lectio divina, a la lectura espiritual y
al estudio de todo aquello que nos ayude a conocer mejor a Dios, conocer la Sagrada
Escritura, la Iglesia, nuestra propia espiritualidad, y tambin las necesidades de la
humanidad. Pero igualmente se dedican varias horas del da al trabajo de casa y al tra-
9

bajo remunerativo, al compartir fraterno y al descanso. El horario ideado por Teresa de
Jess es de un equilibrio admirable.

Para Teresa de Jess la oracin es amistad, encuentro. Ella la define como tratar de
amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama (V 8,5) y
a su amigo el Obispo de vora, Don Teutonio de Braganza, le escribe cuando ste est
pasando por una de esa crisis normales en todo orante, perodos de oscuridad y aridez
en las que se tiene la tentacin de abandonar la oracin:

De lo que vuestra seora tiene del querer salir de la oracin, no
haga caso sino alabe al Seor del deseo que trae de tenerla, y creo
que la voluntad eso quiere y ama ESTAR CON DIOS.y procure
vuestra seora algunas veces - cuando se ve apretado- irse a donde
vea cielo y andarse paseando, que no se quitar la oracin por eso, y
es menester llevar esta nuestra flaqueza de arte que no se apriete el
natural. TODO ES BUSCAR A DIOS, pues por l andamos a buscar
medios y es menester llevar el alma con suavidad (Cta. del 3 de ju-
lio de 1574)

Imposible encontrar mayor humanismo y sensatez respecto a la oracin que este texto
de la Santa. Para ella orar es ESTAR CON DIOS, es BUSCARLO, no apretar el al-
ma, gozarse con la naturaleza. Por eso la vida contemplativa no puede ser triste u os-
cura. Es esa bsqueda del amado que todo lo justifica y que no oprime el alma.

San Juan de la Cruz, por su parte en su inigualable Cntico Espiritual, describe la bs-
queda del Amado que ha huido y se ha escondido:

2. Pastores los que fuerdes
all por las majadas al otero,
si por ventura vierdes
aquel que yo ms quiero
decidle que adolezco, peno y muero.

3. Buscando mis amores
Ir por esos montes y riberas;
Ni coger las flores
Ni temer las fieras
Y pasar los fuertes y fronteras.

4. Oh bosques y espesuras
plantadas por la mano del Amado!
oh prado de verduras
de flores esmaltado!
Decid si por vosotros ha pasado.

5. Mil gracias derramando
pas por esto sotos con presura
y, yndolos mirando,
con sola su figura
10

vestidos los dej de hermosura.

11. Descubre tu presencia,
y mteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.

Me he tomado la libertad de citar estas cinco estrofas del Cntico Espiritual porque la
contemplacin, como ya he dicho varias veces, se basa en la bsqueda constante de
Dios. A la luz de estas estrofas descubrimos cmo el orante busca, pregunta, indaga el
lugar para encontrase con Dios y le dice a Dios que por favor se le revele porque solo
su presencia puede satisfacer nuestros anhelos.

Esta bsqueda se alimenta de la Sagrada Escritura y de la vida sacramental. Ah encon-
tramos las pistas para el encuentro con Dios que parte del hecho de que l es el Em-
manuel, el Dios-con-nosotros y que Jess mismo nos prometi al decirnos Si alguno
me ama guardar mi palabra, y mi Padre lo amar, y vendremos a l y haremos morada
en l (Jn 14,23).

Ciertamente necesitamos los llamados tiempos fuertes de oracin durante los cuales
nos dedicamos exclusivamente a orar, pero es a lo largo de toda la jornada que estamos
en esa tensin hacia l. Cuntas veces es durante el trabajo cuando experimentamos su
presencia amorosa o recibimos luces sobre el misterio que no habamos sido capaces
de percibir a lo largo de la oracin. Lo que pasa es que no es fcil describir las propias
experiencias de bsqueda y encuentro.

El o la contemplativo/a normalmente se siente acompaado/a. Sabe que Dios est con
l o con ella. Le habla y lo escucha, le expresa sus deseos, sus preocupaciones. Le pre-
senta las necesidades de la humanidad, de la Iglesia, de sus seres queridos. No es una
intimidad egosta, es en favor de todos, as como la intimidad de Moiss con Dios fue
siempre en favor de su pueblo.

Una caracterstica de la contemplacin es la humildad y el espritu de gratitud. Uno se
reconoce limitado, pecador, incapaz de muchas cosas, a pesar de conocer tambin to-
dos los dones que de Dios ha recibido. Pero uno no es omnipotente y tiene que experi-
mentar a cada paso la accin de Dios en su vida. De dnde procede la salud, la alegra,
la capacidad de trabajo? No es Dios quien nos la da? Quin obra en la comunidad
para que todo se vaya realizando segn los planes de Dios? Personalmente no puedo
darle a mis hermanas cuanto ellas necesitan, Dios es quien se lo proporciona. Creo que
era San Ignacio quien deca que: Hay que trabajar como si todo dependiera de mi, y
hay que orar como si todo dependiera de Dios o como dice el refrn popular A Dios
rogando y con el mazo dando.

Pero quiz lo ms bello de la contemplacin es la experiencia del amor de Dios. Ya dije
antes que esta es la base, la fuente de nuestra bsqueda. Si no nos supiramos amados
por l quiz no lo buscaramos tanto. Pero realmente, la experiencia del peso de su
amor sobre nosotros como dijo San Gregorio Magno, es arrolladora. Uno quisiera

11

poder traspasar algo de esta experiencia a quienes no creen en Dios o no creen en su
amor. Tal vez quienes tienen la experiencia de la paternidad y la maternidad fsica pue-
den barruntar un poquito lo que es sentirse y saberse amados por Dios, pues su amor a
sus hijos los capacita para conocer el amor de Pap-Dios.

Pero no creamos que todo es dulzura y luz en este camino contemplativo. No, San Juan
de la Cruz nos describe las cuatro Noches por las que ha debe pasar el orante hasta
llegar a la unin con Dios. Estas noches son noches purificadoras, son activas y pasivas,
en ocasiones se asemejan a las purificaciones del purgatorio

Pero estas purificaciones brotan de la misma vida, no son cosas raras. La vida con sus
problemas, sus alegras y tristezas, la salud y la enfermedad, las arideces espirituales,
etc, todo esto es lo que constituye las noches sanjuanistas.

Algo que es muy importante en la vida contemplativa es la salud fsica, pero sobre todo
la salud mental. Esta vida es muy exigente y por eso se tiene que tener una madurez
humana que sepa abordar las dificultades sin perder el control, y un equilibrio psquico
a toda prueba. Ser capaces de una vida fraterna alegre, generosa; vivir al servicio de los
dems es importantsimo, por eso no cabe el egosmo, porque se sabe bien que quien
dice que ama a Dios y no ama al hermano es un mentiroso en palabras de San Juan
Evangelista (1 Jn 4,20) Todo esto entra en juego para poder vivir la vida netamente
contemplativa sin estar buscando compensaciones y es materia de purificacin perso-
nal y comunitaria.

La sencillez de nuestra vida es como un reclamo a tantas exigencias burocrticas que se
dan en lo social, lo econmico, lo poltico. Hoy da cada vez aparecen ms leyes, ms
trmites, ms dificultades para conseguir fines realmente sencillos. La vida contempla-
tiva se caracteriza por la sencillez de la oracin, de sus estructuras, de su ritmo de vi-
da. La oracin llega a convertirse en una simple mirada, en una palabra repetida desde
el fondo del corazn, en un suspiro anhelante. Todo lo contrario a la burocracia reinan-
te hoy da

Finalmente todo se resume en andar en la presencia de Dios como deca Elas Pro-
feta, (1 R 17,1) en esa presencia amorosa que nos permite experimentarlo dentro de
nosotros y que en los momentos de oscuridad nos impulsa a seguirlo buscando a pesar
de todo. Es algo que uno quisiera que todos experimentaran para que comprendieran el
valor de una vida dedicada exclusivamente a la bsqueda de Dios


CONCLUSION

Para terminar tenemos que preguntarnos, entonces para qu sirve la vida contemplati-
va en el siglo XXI?

1. Es un semforo en rojo que obliga a detenerse y reflexionar: de verdad Dios
existe? Necesito a Dios?

2. Es un grito al mundo que le dice: se puede ser feliz sin ser esclavo de la socie-
dad de consumo.
12

3. Es un testimonio de fraternidad, de capacidad de vivir con diversas razas, na-
cionalidades, edades, temperamentos, armoniosamente. En un mundo tan divi-
dido, tan violento como el nuestro la vida religiosa, y en particular la contem-
plativa, es una muestra de que la paz y el amor se pueden encontrar en este
Mundo.

4. Como escribi el conocido telogo Olegario Gonzlez de Cardedal:

Si una generacin que habla de autonoma de lo humano y de
consistencia cerrada del mundo creado, llegase a hacer impensable
la oracin, e innecesaria la plegaria y el clamor ante Dios, esa ge-
neracin, se habra cortado las venas de su sangre, y toda posibili-
dad de respiro espiritual (El elogio de la encina)

5 Es una llamada al ecumenismo que encuentra en la vida monstica un punto de
convergencia como dice Vita Consecrata:

La sensibilidad ecumnica de los consagrados y consagradas se
reaviva tambin al constatar que el monacato se conserva y flo-
rece en otras Iglesias y Comunidades eclesiales, como en el caso
de las Iglesias orientales, o se renueva la profesin de los conse-
jos evanglicos, como en la Comunin anglicana y en las Comu-
nidades de la Reforma (VC 100)

6. Es una llamada a la sencillez, a la simplificacin de la vida, a prescindir de todo
lo que sea complicar el ritmo de la vida diaria.

7. Al mismo tiempo procuramos recordarle al mundo, como dira Santa Teresa de
Jess, que no somos huecos en el interior. Que dentro de nosotros hay otra vida,
la vida divina, que debemos reconocer y aprovechar. El Seor est a la puerta y
llama si le abrimos entrar y cenar con nosotros nos dice el Apocalipsis.

8. Quisiramos que todo monasterio fuera como una flecha indicadora que dijera :
Ah se busca a Dios.

9. En resumen, se da testimonio de que Jess nos basta. En l encontramos paz, ale-
gra y una plena realizacin humana.

Agradezco de corazn vuestra atencin y confo que os haya quedado alguna idea sli-
da sobre lo que es la vida contemplativa y para qu sirve aun en el siglo XXI.

También podría gustarte