Caso. G.M.D.C. vs. D.J.M. - Expulsion 300 KM
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Caso. G.M.D.C. vs. D.J.M. - Expulsion 300 KM
*H3010199411*
H3010199411
Única Nominación
REGISTRADO
N° de N° Expte. y Año
Sentencia
JUICIO O PROCESO:
RESULTA QUE:
Reseña fáctica:
Hasta aquí entonces, las actuaciones. Dado el informe actuarial del Sr.
Secretario de este Juzgado, ya considerado previamente, y por el cual se agrega
un NUEVO informe remitido de la Secretaría de Género, Mujer y Derechos
Humanos de la ciudad de ---, a cargo de la Lic. Verónica Figueroa, se toma
conocimiento que, el Sr. D. no acató (nueva y reiteradamente) la medida judicial
de protección de persona y exclusión del hogar en un perímetro de 10 km.,
dictada a favor de la Sra. G. el 16/09/2020, y que según lo informado estamos otra
vez ante una situación de RIESGO ALTO, en donde se observa la naturalización
de las diferentes formas de violencia tanto física como psicológica por las cuales
se encuentra atravesando la Sra. G., las que provienen de larga data.
CONSIDERANDO QUE:
Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como «todo acto
de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico,
sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la
coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida
pública como en la privada» (Naciones Unidas. Declaración sobre la Eliminación
de la Violencia contra la Mujer. Nueva York. Naciones Unidas, 1993)
La violencia de pareja – presente y verificada en este caso- se refiere al
comportamiento de la pareja o ex pareja que causa daño físico, sexual o
psicológico, incluidas la agresión física, la coacción sexual, el maltrato psicológico
y las conductas de control.
La violencia contra la mujer -especialmente la ejercida por su pareja o ex
pareja- constituye una violación de los derechos humanos. Y no solo eso, sino
que arrastra costos sociales, económicos y de salud que repercuten en toda la
comunidad. A ello sumo, que no debemos dejar de soslayar el grave problema en
la salud pública que estas situaciones implican.
A mayor abundamiento sobre ésta temática, traigo los datos y cifras
publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS)1 en el año 2017, en el
cual se afirma que la violencia de pareja (en todas sus formas) es la causa de
graves problemas de salud física, mental a corto y largo plazo a las mujeres.
También afecta a sus hijos, su familia y la sociedad. Este tipo de violencia puede
tener –entre otras- consecuencias mortales, como el femicidio, homicidio o el
suicidio. Igualmente, puede producir lesiones, y el 42% de las mujeres víctimas de
violencia de pareja refieren alguna lesión a consecuencia de dicha violencia. Los
niños que crecen en familias en las que hay violencia pueden sufrir diversos
trastornos conductuales y emocionales. Estos trastornos pueden asociarse
también a la comisión o el padecimiento de actos de violencia en fases
posteriores de su vida. Refiere incluso, la violencia de pareja también se ha
asociado a mayores tasas de mortalidad y morbilidad en los menores de 5 años
(por ejemplo, por enfermedades diarreicas o malnutrición).
Todos esos datos y descripciones son los que caracterizan este caso
concreto. La Sra. G. padece una de las más graves y –tristemente-, también
habitual violencia contra la mujer y violencia familiar, siendo básico para su
2
reconocimiento, otorgarle carácter público . Ella, no solo soporta un
comportamiento violento de parte del Sr. D., sino que –conforme los informes
agregados en las últimas horas en este expediente- se ve obligada a sobrellevar
la indiferencia del personal policial de la Comisaria de Famaillá, quienes tienen
una orden judicial y específica –dictada por mí- para custodiar y cuidar no solo su
seguridad (Sra. G.) sino el deber de vigilar la conducta del Sr. D. Todo ello fue
comunicado en el Oficio Nº 1393/20 de fecha 16/09/2020. Cualquier consecuencia
más grave en este caso, implica asumir la responsabilidad institucional, social y
personal, por la falta de cumplimiento de las mandas convencionales vigentes.
Sabido es que, el derecho de las mujeres a vivir sin violencia está
consagrado en los acuerdos internacionales como la Convención sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), en
especial a través de sus recomendaciones generales números 12 y 19 y de la
1
https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/violence-against-women
2
https://www.lagaceta.com.ar/tags/146326/femicidio-paola-estefania-tacacho
Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer de las Naciones
Unidas. También es sabido que en el orden interno, tanto a nivel nacional como
provincial (Ley 26.485, 24417 y 7264) sobresale la función preventiva y tuitiva del
Estado hacia las personas que padezcan violencia (contra la mujer o violencia
familiar) y se compromete en seguir, por todos los medios apropiados y sin
dilaciones, una política encaminada a evitar, prever y eliminar este flagelo humano
(la violencia y los maltratos). Para ello -el Estado- asume responsabilidades
concretas, como por ejemplo adoptar medidas adecuadas, legislativas y de otro
carácter, con las sanciones correspondientes, que prohíban los actos no solo de
discriminación y violencia contra la mujer sino contra todos los miembros del
grupo familiar. Junto con ello, se compromete -el Estado- a establecer la
protección jurídica de los derechos de esas personas (vulnerables a la violencia
familiar y contra la mujer) sobre una base de igualdad y de respeto a la vida y la
libertad de cada uno de ellas3.
Conforme las mandas nacionales e internacionales reinantes, el Estado
tiene el deber de proteger a la víctima de violencia de género y a la de violencia
familiar. Esta afirmación no solo surge de la interpretación de los textos legales
citados, sino que fue aseverada por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos en los procedentes “González y otras vs México (Campo Algodonero)4”
y “María da Penha Fernández vs Brasil 5 ”, cuando adjudica responsabilidad
internacional a los Estados demandados por la omisión, negligencia y tolerancia
en la relación con la violencia doméstica. En ambos casos, la Corte IDH hace
hincapié en el deber de los Estados partes -Argentina es uno de ellos- de proteger
a las víctimas de violencia.
Por consiguiente, el Estado empieza a surgir como un actor determinante
en esta problemática -la violencia contra la mujer y la violencia familiar- tan
urgente como enquistada en la sociedad actual.
En función de todo lo expuesto precedentemente, es que me posiciono en
dos puntos cabales y de inflexión irrefutable para tomar medidas más enérgicas
en este caso, y ellos son: 1º) que el Sr. D. ha infringido -nuevamente- una orden
judicial expedida por mí. Hablo de la resolución del 16/09/2020. Con dicha actitud
demuestra el demandado, ser indiferente o displicente al acatamiento de las leyes
que rigen en el país como a la solemnidad del Poder Judicial; 2º) a la
intransigencia que debe asumir el Estado –en la función jurisdiccional que ejerzo-
3
Leyes Nacionales N° 23.179, 24.417, 26.485, Ley Provincial Nº 7264; Ley Nacional Nº 23.849, Ley
Provincial Nº 8293. Convención para prevenir y erradicar la violencia contra la mujer (CEDAW), Convención
sobre los Derechos de los Niños (CDN).
4 Corte IDH-2009
5 Corte IDH-2001
ante circunstancias como éstas, puesto que, como jueza de la convención estoy
llamada a actuar de forma inmediata y ser intolerante ante sucesos como los que
describen en los informes que tengo a la vista, y como consecuencia lógica, a
tomar medidas positivas para dar efectividad a los derechos reconocidos por los
Tratados Internacionales a favor de la Sra. G. y de sus hijos, hasta el máximo de
los recursos de que disponga el Estado, y, cuando sea necesario, dentro del
marco de la cooperación nacional, provincial e internacional (Convención
Americana de los Derechos del Hombre, CDN, CEDAW, 100 Reglas de Brasilia,
Constitución Nacional)6.
Ante todo, no admito que en este caso y por la negligencia del Estado –en
cualquiera de sus organismos-, la Sra. G. y sus hijos puedan convertirse en otras
víctimas más que suman o integran las estadísticas nacionales y provinciales de
personas sometidas a este flagelo, la violencia familiar o de género.
Bajo las circunstancias que se plantean las nuevas denuncias y por hechos
sucesivos de violencia del mismo agresor hacia la misma víctima, y valorando
todos los informes que se agregan a este expediente, como así también, las
demás constancias -más el otro que en se iniciara tiempo atrasa- llego a la
conclusión que no puedo mantener la ceguera con la que se simboliza a la dama
de la Justicia. Sino por el contrario, considero que la mirada -en este caso y por
las pruebas arrimadas- debe estar dirigida hacia la función preventiva que tiene el
Estado ante la violencia contra la mujer y la violencia familiar. Que, cuanto menos,
corresponde actuar con la debida diligencia y previsión para asegurar la integridad
física de la Sra. G. y su igualdad ante la ley.
Por supuesto que, tampoco escapa a esta Jueza que, en el análisis de los
6
CDN, articulo 4: Los Estados Partes adoptarán todas las medidas administrativas, legislativas y de
otra índole para dar efectividad a los derechos reconocidos en la presente Convención. En lo que respecta a
los derechos económicos, sociales y culturales, los Estados Partes adoptarán esas medidas hasta el máximo
de los recursos de que dispongan y, cuando sea necesario, dentro del marco de la cooperación
internacional.
CEDAW, Recomendación Nº 19: La Convención se aplica a la violencia perpetrada por las
autoridades públicas. Esos actos de violencia también pueden constituir una violación de las obligaciones
del Estado en virtud del derecho internacional sobre derechos humanos u otros convenios, además de
violar la Convención.
100 Reglas de Brasilia: Las presentes Reglas tienen como objetivo garantizar las condiciones de
acceso efectivo a la justicia de las personas en condición de vulnerabilidad, sin discriminación alguna,
directa ni indirecta, englobando el conjunto de políticas, medidas, facilidades y apoyos que les permitan el
pleno reconocimiento y goce de los Derechos Humanos que les son inherentes ante los sistemas judiciales.
CADH: Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades
reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción,
sin discriminación alguna por motivos de raza; color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de
cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición
social.
CN: Art. 75, inc. 23. Legislar y promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real
de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por esta Constitución y
por los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos, en particular respecto de los niños, las
mujeres, los ancianos y las personas con discapacidad.
derechos en tensión que podrían afectarse con esta decisión, no cabe duda que
uno de ellos sería el derecho constitucional a circular o permanecer en el territorio
provincial del Sr. D. Sin embargo, y tal como lo sostuve en otro precedente de
este juzgado (caso R. vs. B., expediente Nº 1029/18), en esta pugna entre los
micro sistemas de derechos humanos, he de priorizar por aquel que está en
cabeza de las mujeres y niños víctimas de violencia en estos autos, es decir,
principalmente de la Sra. G. y sus hijos menores de edad; estando a cargo de
esta Magistrada -como parte del Estado Argentino- resguardar el derecho a la
integridad física y psíquica de ambas y el resto del grupo familiar conviviente,
como así también el derecho a la vida y en especial el derecho a una vida libre de
violencia, por sobre cualquier otro derecho de titularidad del demandado (CDN,
CADH, CN, 100 Reglas de Brasilia). En esa tensión de derechos que se puede
sintetizar de la siguiente manera: “los del Sr. D.: permanencia en su domicilio real,
libre circulación por la provincia, integridad personal” vs “los de la Sra. G.: la vida
libre de violencia, respeto a la vida, integridad física, psíquica y moral, seguridad
individual, dignidad personal, protección del Estado en su condición de persona
vulnerable”, decido priorizar en este momento y sin demoras los que están en
cabeza de la Sra. G., y con ello dar cumplimiento con las mandas convencionales
y la responsabilidad internacional que le cabe al Estado argentino.
Para concluir, y sin perjuicio de parecer redundante, considero que los
problemas -y más de este tipo- no se solucionan solo con la ratificación por parte
de los Estados de los tratados internacionales e incorporándolo a la legislación
interna. Eso no basta. Se requiere que los Estados acojan las políticas
institucionales y los dispositivos reales (legislativos, administrativos y judiciales)
que hagan efectivo los derechos de sus ciudadanos y las obligaciones asumidas
al momento de suscribir aquellos Tratados (CDN, CAHD, CEDAW). La función y
competencias asignadas por esas mandas -el corpus iuris internacional- es
concreta. Y, desde luego, que no admiten condescendencias con actos o
comportamientos -públicos o privados- contrarios a sus normas.
Es por eso que, asumiendo el deber y compromiso que me cabe en la
adopción de medidas apropiadas y eficaces para combatir los actos públicos o
privados de violencia contra la mujer y violencia familiar –como lo es en este caso
concreto y ante la desobediencia judicial por parte del Sr. D.-, es que:
RESUELVO:
FIRMADO DIGITALMENTE
Certificado Digital:
La autenticidad e integridad del texto puede ser comprobada en el sitio oficial del Poder Judicial de Tucumán
https://www.justucuman.gov.ar