Vida Fraterna en Comunidadf Maccise
Vida Fraterna en Comunidadf Maccise
Vida Fraterna en Comunidadf Maccise
Camilo Maccise
1
Cf. PC 15.
2
VC 41.
La comunidad de los Doce
3
Segundo Galilea.
4
Cf. PC 15.
tenerse por todos los Institutos como regla suprema”5. “Así, pues, los religiosos, fieles a
su profesión, dejándolo todo por Cristo, deben seguirle como lo único necesario, oyendo
sus palabras y dedicándose con solicitud a los intereses de Cristo”6. “Tengan, ante todo,
diariamente en las manos la Sagrada Escritura, a fin de adquirir, por la lección y
meditación de los sagrados libros, el sublime conocimiento de Jesucristo” (Flp. 3, 8)7.
“Desde el principio de la Iglesia hubo hombres y mujeres que se propusieron seguir a
Cristo con mayor libertad mediante los consejos evangélicos e imitarle más de cerca”8.
Otro tanto hizo el documento postsinodal Vita Consecrata: “El Hijo, camino que
conduce al Padre (cf. Jn 4,6), llama a todos los que el Padre le ha dado (cf. Jn 17,9) a un
seguimiento que orienta su existencia. Pero a algunos –precisamente las personas
consagradas- pide un compromiso total que comporta el abandono de todas las cosas
(cf. Mt 19,27) para vivir en intimidad con Él y seguirlo adonde vaya (cf. Ap 14,4)… La
persona que se deja seducir por él, tiene que abandonar todo y seguirlo (cf. Mc 1,15-20;
2,14; 10,21-28). Como Pablo, considera que todo lo demás es ‘pérdida ante la
sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús’, ante el cual no duda en tener todas las
cosas ‘por basura para ganar a Cristo’ (Flp 3,8)… Los consejos evangélicos, con los que
Cristo invita a algunos a compartir su experiencia de virgen, pobre y obediente, exigen y
manifiestan en quien los acoge, el deseo explícito de una total conformación con Él”9.
5
Ib. 2.
6
Ib. 5.
7
Ib. 6.
8
Ib. 1.
9
VC 18.
10
CIVCSVA, Vida fraterna en comunidad, 44.
confiere una disponibilidad para servir a todos y de esa manera hacer presente el amor
de Cristo.
El voto de pobreza, entre otras cosas, lleva a compartir los bienes en la comunidad
mostrando que una persona vale no por lo que tiene sino por lo que es. Demuestra así,
igualmente, que la función de las cosas materiales es la de ser lugar de encuentro con
Dios y los hermanos. A través de este tipo de pobreza religiosa se aprende la apertura a
Dios y a los demás; se expresa el valor social de los bienes y se percibe la exigencia de
trabajar para crear una sociedad justa y humana para todos. Al mismo tiempo, una co-
munidad religiosa, que pone lo que es y lo que tiene al servicio de los más pobres y ne-
cesitados trabajando por su promoción, denuncia evangélicamente el uso de los bienes
para prestigio y poder en la sociedad. Esto va contra el plan de Dios, anunciado por
Cristo, que otorga los bienes para utilidad de todos en un fraterno compartir. Pero no se
reduce a esto la dimensión comunitaria de la pobreza. Exige también la comunicación
total de lo que uno es y tiene: bienes materiales y espirituales, cualidades, tiempo,
cultura.
11
VC 91.
12
Cf. VC, 38.
13
DV, 25.
14
Apostolicam actuositatem, 4.
ella. Y eso acontecía también en las comunidades religiosas. El Concilio describió la
liturgia desde distintos ángulos y en todos ellos puso de relieve la centralidad de Cristo.
Presentó la oración litúrgica como el ejercicio del sacerdocio de Cristo. Él como primer
evangelizador predicó la Buena Nueva. Como sacerdote oró por los hombres y se
ofreció constantemente al Padre hasta la muerte como víctima en la cruz. Esa misión se
continúa en la Iglesia que anuncia la Palabra de Dios; ora públicamente y en forma
comunitaria; ofrece a Cristo y se ofrece con El15. Desde esta perspectiva, la oración
litúrgica en las comunidades religiosas las centra en Jesús. Otra definición de la liturgia
la presenta como culto público de la Iglesia. Ella, como pueblo, como familia se reúne
en la liturgia para tributar a Dios, asociada con Cristo, la adoración, la alabanza, la
acción de gracias16. Cristo vuelve a ser el centro de la comunidad orante, así como
también cuando viene descrita la liturgia como anticipación de la vida celestial hacia la
cual nos dirigimos como peregrinos. Allí, Cristo está presente como sacerdote eterno y
los bienaventurados cantan un himno eterno de gloria al señor en la clara manifestación
de su condición de hijos. Aquí, en la liturgia, Cristo está presente en su palabra, en la
asamblea, en la eucaristía, en la persona de sus ministros nosotros cantamos “al Señor
un himno de gloria con todo el ejército celestial; venerando la memoria de los santos
esperamos tener parte con ellos y gozar de su compañía”. Finalmente “aguardamos al
Salvador Nuestro Señor Jesucristo, hasta que se manifieste El, nuestra vida, y nosotros
nos manifestemos también gloriosos con El”17.
15
Cf. Sacrosantum Concilium, 6-7
16
cf. Sacrosantum Concilium, 7
17
Ib. 8
18
cf. Sacrosantum Concilium, 102
vivencia de Cristo con características propias y con proyecciones particulares a la vida.
Los sacramentos: establecen las bases y dan lugar a una comunión con el misterio de
Cristo. Son un encuentro personal con el Señor.
Por otra parte, la Liturgia de las Horas es una comunión de todos en la oración
de Jesús: “Jesús ora en nosotros como nuestra cabeza; nosotros oramos en Él como a
nuestro Dios...Reconozcamos, pues, nuestras voces en el y su voz en nosotros”20. Es la
experiencia de la fraternidad en Cristo: “Tenemos una oración pública y común; y
cuando oramos, no oramos por uno solo, sino por el pueblo entero, porque todo el
pueblo no formamos sino unos solo”21. “Junto con la Eucaristía, y en íntima relación
con ella, la Liturgia de las Horas, celebrada comunitaria o individualmente según la
índole de cada Instituto y en unión con la oración de la Iglesia, manifiesta la vocación a
la alabanza y a la intercesión propia de las personas consagradas”22
19
VC 95.
20
SAN AGUSTIN, Enarrationes in salmos, 85, 1; PL 37, 1081
21
S. CIPRIANO, De dominica oratione, cap.8; PL 4, 523-524
22
VC 95.
Por todos estos motivos la comunidad cristiana y en especial la comunidad
religiosa es invitada a “celebrar la fe en la liturgia como encuentro con Dios y con los
hermanos, como fiesta de comunión eclesial, como fortalecimiento en nuestro
peregrinar y como compromiso de nuestra vida cristiana”23.
23
Puebla, 939