Grupo de Actualización Veterinaria
Grupo de Actualización Veterinaria
Grupo de Actualización Veterinaria
Ortopedia ‘98
Comité Organizador
Ponente
MVZ Esp Carlos Santoscoy Mejía
INTRODUCCIÓN
Anamnesis
Es sumamente importante recabar las características inmediatas de la
evolución clínica del animal, sin embargo siempre se debe tener en mente
que el propietario puede emplear términos médicos en forma inadecuada y
confundir al clínico si este no es crítico con lo que está escuchando. Algunos
propietarios pueden mentir deliberadamente si tienen sentimiento de culpa
acerca del problema que aqueja al animal.
Las preguntas deben elaborarse una a la vez, dando tiempo para que el
propietario responda completamente para elaborar una nueva pregunta. Con
un lenguaje que sea comprendido completamente por el propietario, de lo
contrario se obtendrán respuestas en su mayoría negativas.
Debe evitarse a toda costa la idiolépsis (visión de túnel) que consiste en
centrar nuestra atención en un problema obvio sin revisar en su totalidad al
paciente. Este problema es muy frecuente sobre todo en la práctica de la
traumatología donde las fracturas son muy aparentes y por lo que en
ocasiones se pasan por alto problemas que ponen en peligro la vida del
perro o su pronóstico.
No es de gran importancia el orden en el cual se realice un examen
diagnóstico, siempre y cuando se haga completo. Tampoco es de gran
importancia la forma en que se haga y lo más seguro es que existan tantas
formas de realizarlo como veterinarios existen; lo más importante es
desarrollar una técnica de exploración que se pueda aplicar a todos nuestros
pacientes. Cuando hallamos logrado lo anterior tendremos una forma
sistemática de exploración y lo único que habrá que cuidar es que siempre
sea completa, evitando al cumplir estos requisitos omitir problemas que
puedan alterar el diagnóstico y/o el pronóstico de nuestro paciente.
Cuando se considera que el interrogatorio a sido suficiente se continúa con
los siguientes pasos del examen.
Examen en estática
Consideramos de mayor provecho iniciar el examen físico por la observación
del paciente en estática, lo cual se realiza en el piso, observando las
características de conformación y de posicionamiento de nuestro paciente.
La observación se hace tomando en cuenta las características raciales y las
individuales como puede ser la presencia de obesidad. Se debe observar la
simetría y armonía de los miembros en lo referente a su posición, masas
musculares y articulaciones.
En estos casos se pueden apreciar desviaciones, malformaciones, edema,
inflamación, atrofia muscular, anormalidades en la forma de colocar de los
miembros, etc.
Examen en dinámica
Cuando el clínico ha quedado satisfecho de sus observaciones en el animal
en estática, entonces se pide al propietario que se desplace con su animal de
tal manera que podamos observar las características de su desplazamiento.
El examen en dinámica se efectúa caminado, al trote o incluso a la carrera,
se debe de realizar inicialmente en una superficie plana y no resbaladiza y
solo en casos en difícil diagnóstico se realiza en una superficie irregular; con
obstáculos o en la escalera. El clínico debe apreciar al paciente alejándose,
acercándose y por ambos flancos.
El examen en dinámica evalúa tres parámetros: La locomoción o sea la
capacidad para desplazarse de un lugar a otro; en esta prueba se determina
la integridad del sistema musculoesquelético y se observa principalmente si
el animal distribuye en forma simétrica el peso en los cuatro miembros, si
existe claudicación, identificando el miembro afectado. En gran cantidad de
ocasiones el movimiento de la cabeza nos indica en que miembro está el
problema; si la claudicación se presenta en alguno de los miembros
torácicos, obviamente se observa acortamiento del paso, y al intentar el
apoyo con el miembro afectado la cabeza se desplaza dorsalmente en forma
brusca. Cuando la afección se localiza en los pélvicos, el animal camina con
la cabeza pro debajo de la línea dorsal intentando desplazar el centro de
equilibrio hacia la parte craneal de su cuerpo.
Se considera que el centro del equilibrio en el perro se localiza a la altura de
la vértebra T10.
La claudicación se gradúa dé acuerdo con la siguiente tabla:
Palpación y manipulación
La palpación se define como "la aplicación de los dedos con cierta presión
sobre una superficie de un cuerpo con le propósito de determinar su
consistencia".
Como ya se mencionó, el orden de la exploración no es de gran importancia
pero el clínico debe desarrollar y perfeccionar una técnica que le permita
disminuir al máximo las omisiones. Lo ideal, para que el examinador se forje
una idea de lo normal en un paciente en particular es iniciar por el miembro
contralateral sano, de la parte más distal hasta la más proximal, repitiendo el
examen en el miembro afectado. Es muy importante que se individualice la
zona a explorar ya que si se generaliza la palpación o manipulación se
pueden tener resultados confusos o equivocados.
El paciente se coloca en recumbencia lateral para examinar completamente
sus miembros y corroborar los hallazgos del examen en estática y en
dinámica. El animal se mantiene bajo contención manual y solo en casos
muy especiales de practica la contención química.
La mayoría de los procedimientos efectuados para detectar anormalidades
en las articulaciones y estructuras musculoesqueléticas, así como aquellas
necesarias para determinar alteraciones neurológicas no son dolorosas en
los animales normales.
Inicialmente se debe palpar en forma gentil de tal manera que el animal
entienda que no se le desea lastimar; si no se obtiene respuesta dolorosa se
incrementa la fuerza en la palpación.
Miembro torácico
Uñas y falanges
Inicialmente se separan los dedos del animal y se examina la piel interdigital,
observando si no existen áreas enrojecidas o inflamadas, la presencia de
masas, laceraciones, pododermatitis, deformaciones congénitas,
ulceraciones o cuerpos extraños.
Se aprecia el rango de movimiento de las articulaciones interfalangeanas y
metacarpofalangeanas inicialmente en flexión (ya que es lo menos molesto)
y posteriormente en extensión completa, determinando si existen signos de
dolor, inflamación y crepitación. Se efectúa tensión lateral y medial en cada
articulación para determinar la integridad de los ligamentos colaterales.
Las articulaciones metacarpofalangeanas se examinan de manera cuidadosa
ya que en ocasiones pueden tener la respuesta en una claudicación crónica
que a eludido el diagnóstico. Un problema común es estas articulaciones es
la fragmentación de los sesamoideos palmares, que se presenta con mayor
frecuencia en el rottweiller y está asociado a inflamación, dolor y disminución
de su rango de movimiento.
Metacarpo y carpo
El carpo y el metacarpo se palpan buscando signos de inflamación y de
dolor, las fracturas del metacarpo son más comunes que las del metatarso.
Los signos clínicos dependen de la gravedad de la fractura y de su grado de
desplazamiento. La inflamación de los tejidos blandos puede ser mínima si la
fractura no está desplazada o no afecta a más de un hueso.
En fracturas crónicas del carpo, la fibrosis periarticular se aprecia como si
fuera un engrosamiento de la cápsula y es fácilmente detectable en conjunto
con la sinovitis presente. En casos crónicos de luxación podemos observar
que el paciente apoya acusando la deformidad secundaria al daño
ligamentos ejemplo: si existió daño al ligamento colateral medial el perro
apoyará en valgus, si el daño es en la concha palmar el apoyo será en
hiperextensión.
Si los fragmentos de la fractura son grandes y desplazados, el dolor y la
crepitación se hacen evidentes a la manipulación de la articulación.
La efusión articular se detecta fácilmente por palpación en la superficie
dorsal y es indicativa de osteoartritis, fracturas y ruptura o elongación de
ligamentos. Si la parte distal del radio no es fácilmente detectable con el
carpo a 90º nos indica la presencia de efusión articular.
La pérdida o incremento en el rango de movimiento del carpo nos indica
enfermedad de esta estructura. El rango de flexión y extensión se aprecia
manteniendo fijo la parte distal del antebrazo y el carpo se mueve buscando
signos de dolor. La extensión del carpo está limitada a 10º; la hiperextensión
esta asociada a la ruptura del ligamento del fibrocartílago palmar. Esta es
una de las lesiones del carpo más frecuentes y se asocia a saltos o caídas.
Los animales afectados presentan claudicación de grado IV, especialmente
en los primeros días, posteriormente la claudicación disminuye
paulatinamente. Si forzamos el apoyo con el miembro afectado se aprecia
hiperextensión del carpo y en casos severos el cojinete del accesorio del
carpo toca el suelo.
La pronación y la supinación del carpo son normales cuando la articulación
se mantiene en flexión, pero ambos movimientos casi disminuyen cuando la
articulación se extiende.
Para determinar la normalidad de los ligamentos colaterales se aplica tensión
medial y lateral. El ligamento colateral medial (radial) se daña con más
frecuencia que el lateral (ulnar), debido a que está en constante estrés por
las características de posición estática del perro, donde la mano se mantiene
en una ligera posición en valgus. El área de inestabilidad se localiza
fácilmente por palpación y la integridad de los ligamentos colaterales se
determina colocando al carpo en posición forzada en varus o en valgus. Si el
desplazamiento evidente es en valgus, indica daño al ligamento colateral
medial (radial); si es en varus el afectado es el ligamento colateral lateral
(ulnar). La palpación del carpo contralateral es necesaria para determinar los
desplazamientos anormales.
Radio
La presencia de atrofia muscular, inflamación o dolor se determinan por
palpación. Los perros jóvenes con frecuencia presentan dolor a la palpación
ósea debido a la panosteitis. Las neoplasias óseas que afectan al radio se
localizan en el tercio distal del mismo.
Codo
Los perros que presentan fragmentación del proceso coronoides manifiestan
un andar rígido y claudicación, siendo en la mayoría de los casos pacientes
entre los cuatro y siete meses de edad. En casos de afección unilateral, el
propietario puede referir periodos variables de claudicación, mientras que en
los casos de presentación bilateral la observación en dinámica permite
detectar un acortamiento de los pasos así como una ligera aducción de los
miembros torácicos. Muchos perros no son presentados ente el médico
veterinario hasta que tienen más de 9 meses de edad, en esos casos y sobre
todo aquellos donde la afección es bilateral, la patología es más difícil de
reconocer. Con frecuencia se observa rotación interna del codo y rotación
externa (supinación) del carpo. En la manipulación se manifiesta dolor tanto
a la flexión como a la extensión. Siempre se debe tener cuidado de aislar los
movimientos articulares.
La efusión articular es variable y usualmente se observa en los casos más
avanzados como una ligera inflamación localizada entre el epicóndilo lateral
de humero y el olecranon.
Los pacientes que sufren falta de unión del proceso ancóneo, regularmente
son presentados a consulta entre los 5 y los 12 meses de edad. En los casos
afectados en forma bilateral puede no hacerse evidente la claudicación,
siendo que el signo más frecuente es la claudicación de grado II o III que se
exacerba con el ejercicio. Igualmente se puede observar que el perro
disminuye su rango de movimiento del codo durante el paso mientras que el
carpo se aprecia en rotación externa.
A la palpación se aprecia atrofia muscular, dolor, engrosamiento de la
cápsula, efusión y derrame articular. En casos avanzados se observa rigidez
de la articulación debido a la enfermedad articular degenerativa.
Los hallazgos en los animales que sufren luxación de codo, incluyen
claudicación de IV grado con marcada inflamación de la región del codo. El
miembro torácico se mantiene con el codo ligeramente flexionado y en
adducción pero con el antebrazo en abducción y rotado externamente. Esta
posición la encontramos también en pacientes que sufren contractura del
infraespinoso, aunque esta condición es fácilmente diferenciable por la
disminución del rango de movimiento y el dolor a la manipulación que
existen en la luxación y que están ausentes en la contractura del
infraespinoso.
El desplazamiento lateral del radio y de la ulna es prominente lo que le da la
apariencia la apariencia al codo de estar alargado, también el olecranon se
observa lateralizado. La función neurológica es normal y se determina por la
presencia de sensibilidad superficial y reflejo flexor presente. Los pacientes
con luxación crónica del codo demuestran menos dolor y la crepitación
sugiere la presencia de artrosis degenerativa secundaria.
Posterior a una reducción de luxación de codo se evalúa la integridad de los
ligamentos colaterales de la articulación, lo cual se hace por medio de la
técnica de Campbell: el codo se flexiona a 90º al igual que el carpo. Entonces
por adducción y abducción del metacarpo, se rota al radio y a la ulna lateral y
medialmente, manteniendo fijo el húmero. Si los ligamentos están intactos la
rotación lateral máxima es de 45º y medial de 70º. Si el ligamento colateral
medial esta roto o avulsionado el movimiento lateral del metacarpo se puede
producir hasta 90º; si el ligamento lateral está dañado la rotación medial será
hasta de 140º.
La luxación congénita de codo se presenta en perros de raza pequeña como
fox terrier, pomerania, pequinés, etc. La forma clásica de la enfermedad
afecta a cachorros de 4 a 22 semanas edad y se caracterizan por mantener a
la articulación del codo en completa flexión y rotación externa de la ulna e
interna del antebrazo (pronación). Con afección bilateral los miembros
torácicos casi se cruzan y el perro apoya con la cara caudomedial de los
codos y antebrazos. La palpación revela desplazamiento lateral del
olecranon y del tendón del tríceps así como severa a moderada atrofia
muscular. El dolor y la crepitación generalmente están ausentes; en
ocasiones se observa ulceración de la piel debido al apoyo anormal con los
codos.
La luxación caudolateral de la cabeza radial es otra presentación de la
luxación congénita en donde los cachorros afectados presentan ligera
supinación del antebrazo y que en ocasiones es inexistente; sin embargo el
carpo sí presenta deformación en valgus: la presencia de claudicación es
inconsistente y menos severa que en los perros menos afectados por
luxación lateral de la ulna. La cabeza del radio se palpa en la cara lateral del
codo. El dolor y la crepitación articular no están presentes.
Húmero
La palpación del húmero tiene por objeto determinar la presencia de dolor,
inflamación, crepitación, etc. La inflamación del tercio proximal puede ser
indicativa de fractura o neoplasia ósea. La axila se palpa en la búsqueda de
masas o dolor; los animales con neoplasia del plexo braquial se presentan
usualmente con claudicación progresiva crónica, atrofia muscular y déficits
neurológicos. La avulsión del plexo braquial ocasiona claudicación severa
con atrofia aguda de la masa muscular además de las deficiencias
neurológicas concomitantes.
Hombro
Los perros afectados por osteocondritis de la cabeza del húmero presentan
diferentes grados de claudicación que tiende a empeorar con la actividad
física y presenta mejoría con el reposo. Durante el paso se observa
acortamiento en los desplazamientos del miembro torácico afectado, debido
a la resistencia del perro a flexionar la articulación, lo que da la impresión de
que el animal se desplaza sobre la punta de los dedos.
A la manipulación del hombro el paciente revela dolor a los movimientos de
flexión. La mayoría de los perros normales toleran la flexión y la extensión
completa de la articulación, sin embargo los perros afectados por
osteocondrosis de la cabeza humeral, típicamente se resisten, retirando el
miembro o vocalizando la articulación del hombro se flexiona. La
manipulación del hombro puede exacerbar la claudicación.
Puede observarse ligera atrofia de los músculos supraespinoso,
infraespinoso y deltoideo y se reconoce por la prominencia de la espina de la
escápula. La efusión articular y la inflamación son difíciles de apreciar debido
a la masa muscular que circunda a la articulación. La presión directa sobre el
tendón del bíceps braquial puede ocasionar cierta incomodidad debido a la
sinovitis que se extiende hasta la vaina del tendón bicipital, otras
posibilidades diagnósticas con este hallazgo son: ruptura del tendón,
tendinopatía calcificante; si el problema es ruptura del tendón se puede
incrementar el rango de extensión del codo.
Se aplica tensión medial y lateral para determinar el estado de los ligamentos
colaterales.
En pacientes con luxación lateral del hombro, el miembro afectado presenta
claudicación de IV grado y el carpo se mantiene en rotación interna. A la
manipulación se aprecia dolor y crepitación del hombro y el tubérculo mayor
se palpa lateral a su posición normal, si intentamos reducirlo a su posición,
regresa a la estación primaria. Es necesario realizar un examen neurológico
completo para detectar la presencia de problemas en el plexo braquial. Si la
luxación es intermitente se necesita un estudio radiográfico en estrés para
demostrar la inestabilidad articular. Ocasionalmente la rotación interna y la
extensión están disminuidas debido a contractura del infraespinoso.
En la luxación medial normalmente se ven afectados perros de razas
pequeñas, en los que se considera un problema congénito, pero también se
puede presentar en perros de razas grandes donde normalmente es
secundaria a eventos traumáticos.
Los pacientes con luxación medial secundaria a traumatismo agudo,
mantienen el miembro torácico en flexión y el carpo en rotación lateral. A la
manipulación se aprecia dolor a la extensión y el tubérculo mayor se aprecia
medial a su posición normal, logrando desplazarlo constantemente a esa
posición. Los perros con luxación congénita crónica pueden no manifestar
dolor.
Escápula
Debido a la protección del tórax y a la musculatura lateral, las fracturas de la
escabulla difícilmente se observan desplazadas por lo que las deformaciones
de esta zona son poco frecuentes. Las anormalidades en el apoyo son
variables encontrando diferentes grados de claudicación dependiendo de la
severidad de la fractura y de su localización.
La atrofia muscular debido a cualquier problema crónico (más de 3 ó 4
semanas) se detecta fácilmente al observarse que la espina de la escabulla y
el acromion se hacen más evidentes.
La palpación se efectúa observando la normalidad de la espina, el acromion
y la tuberosidad supraglenoidea, determinando sus relaciones anatómicas.
Es común provocar dolor y detectar crepitaciones así como desplazamiento
de la espina si se presentan fracturas en esa zona.
En las fracturas del cuello de la escápula, de la tuberosidad supraglenoidea y
del glenoide la crepitación puede producirse al realizar movimientos de
flexión y extensión del hombro.
Miembro pélvico
Uñas y falanges
La exploración de la parte más distal del miembro es similar a la efectuada
en el torácico. La fragmentación de los huesos sesamoideos ocurre con
menor frecuencia que en el miembro torácico.
Tarso y metatarso
La palpación del metatarso tiene por objeto detectar dolor, inflamación y
crepitación. La efusión de la articulación talocrural se detecta más fácilmente
en las zonas caudolateral y caudomedial. La efusión distal en el tarso se
evalúa mejor en la parte dorsal.
La articulación del tarso se compone varias articulaciones llamadas
colectivamente tarso. El diagnóstico de una claudicación en esta área
normalmente no representa un gran problema en casos severos, pero en
casos leves puede ser muy elusivo.
Si el dolor es agudo la claudicación será de grado IV manteniendo en flexión
las articulaciones coxofemoral y la de la rodilla. Con claudicación grado I o II
la coxofemoral y la rodilla se mueven de una manera normal al avance, pero
se observa resistencia a apoyar en estática.
Los perros afectados por osteocondrosis de la articulación tibiotarsiana
presentan anormalidades al caminar (100%), con claudicación intermitente
(50%) o con claudicación persistente (42%). L claudicación se hace más
pronunciada con el ejercicio, aunque en ocasiones es más pronunciada
posterior a un periodo de descanso. Con frecuencia pacientes afectados en
forma bilateral presentan claudicación unilateral. El tarso afectado se
mantiene en hiperextensión lo que da al perro una apariencia de tener una
conformación recta de la rodilla hacia abajo.
La palpación se efectúa cuidadosamente en cada uno de los huesos, las
articulaciones se estresan mediolateralmente, dorsoplantarmente y en planos
de rotación. La determinación de la normalidad de los ligamentos colaterales
se efectúa tanto en flexión como en extensión ya que el daño causado
únicamente al componente corto del ligamento puede no detectarse si la
articulación se explora solo en extensión. La palpación es más dolorosa y la
inestabilidad se aprecia mejor con la articulación en extensión; la compresión
es patológicamente dolorosa cuando se realiza a 90º de flexión.
El rango de flexión y de extensión se evalúa tomando firmemente el
metatarso y la tibia distal y se puede apreciar disminuido principalmente en
procesos crónicos.
La superficie plantar se inspecciona cuidadosamente durante la flexión para
detectar inestabilidad. La subluxación de la articulación calcaneo-cuartal es
la inestabilidad más común en esta zona. La inflamación sobre la tuberosidad
calcánea puede indicar daño al mecanismo del tendón de Aquiles o
alteración en la inserción del tendón del músculo digital superficial.
La normalidad del mecanismo del garstrocnemio se determina observando el
rango de flexión de la articulación. Los perros con alteración en esta
estructura tienen un rango de flexión mayor.
Tibia
Durante la palpación de la tibia el médico veterinario debe buscar evidencia
de atrofia muscular, dolor óseo o deformidades en el área. El dolor a la
palpación puede ser indicativo de panosteitis en perros jóvenes o de fractura
en general. La sola inflamación en el tercio proximal o en el distal puede
señalar la posibilidad de neoplasia en perros viejos.
Rodilla
Inicialmente se observa en estática al paciente para detectar cambios en la
postura o anormalidades en la conformación. Si observamos unas rodillas o
articulaciones tarsotibiales muy rectas así como genu valgum o varum, nos
puede dar pistas importantes para diagnosticar las posibles anormalidades
presentes en un paciente. Si el animal es capaz de desplazarse podemos
determinar la presencia de anormalidades ambulatorias observando la
distribución del peso en los cuatro miembros, desplazamientos y
angulaciones de las articulaciones al caminar.
Cuando un perro presenta ruptura del ligamento craneal cruzado podemos
observar en estática flexión de la rodilla y ligera rotación interna de la tibia. Al
caminar detectar diferentes grados de claudicación: desde grado I o II si el
problema es crónico hasta II o IV si es agudo. En algunas rupturas crónicas
de ligamento es posible escuchar un "click" cuando el paciente se desplaza,
esto indica daño al menisco principalmente medial.
La palpación del paciente puede iniciar aún cuando se encuentre de pie. Los
miembros pélvicos se palpan simultáneamente para identificar atrofia
muscular, dolor, inflamación u otras anormalidades en la anatomía.
En perros que sufren de osteocondrosis de la rodilla el signo encontrado con
más frecuencia es la claudicación insidiosa que se exacerba con el ejercicio.
Se puede encontrar dolor en la articulación, efusión, reducción del rango de
movimiento, crepitación y atrofia de los músculos del fémur. La claudicación
puede ser unilateral o bilateral, de igual manera puede ser ligera e inaparente
sobre todo en los casos donde el peso se distribuye hacia el miembro
contralateral sano o si la lesión la lesión no está ubicada en la zona de
contacto o crítica para el apoyo.
El perro con ruptura crónica del ligamento craneal cruzado, puede presentar
atrofia del cuádriceps, aumento palpable de la cápsula articular,
principalmente en la cara medial y posiblemente desplazamiento craneal de
la cresta tibial. La posición y delineamiento de la patela y del ligamento
patelar también se identifican con el paciente de pie.
Para la manipulación de la articulación el paciente se coloca sobre la mesa
en recumbencia lateral con el miembro afectado en la parte superior. La
rodilla se palpa para determinar si existe incremento fibrótico de la cápsula
articular, lo cual es indicativo de problemas crónicos o si se trata de efusión
articular lo cual es típico de problemas agudos. La fibrosis puede ser difícil de
diferenciar de la efusión; sin embargo al aplicar presión digital a un lado de la
articulación, el movimiento del líquido sinovial se puede detectar en el lado
contrario.
La rodilla se manipula en todo su rango de movimiento, observando los
incrementos o decrementos en la flexión, extensión, rotación interna y
externa, al igual que la presencia de dolor o crepitación.
La ruptura del ligamento craneal cruzado permite un incremento en el
movimiento de rotación interna durante la flexión y ocasiona que la rodilla se
aprecie inestable a través de su rango de movimiento; la crepitación se
presenta cuando existe daño meniscal o enfermedad articular degenerativa
concomitante.
Ruptura del ligamento caudal cruzado
La ruptura del ligamento caudal cruzado representa menos del 3% de los
problemas donde los ligamentos cruzados se ven involucrados.
Los pacientes que sufren de ruptura del ligamento caudal cruzado se pueden
agrupar en tres categorías dependiendo del tipo de daño y de la presentación
clínica.
A) Aquellos que presentan lesiones aisladas que afectan únicamente al
ligamento, son por lo general perros maduros en los que se observa
claudicación inconsistente asociada aun traumatismo ocurrido durante un
periodo de ejercicio y que se exacerba durante o después de la actividad
física. En la anamnesis es frecuente encontrar que el animal cayó en un
hoyo o se atoró en una cerca o que presentó un desplazamiento caudal
de la tibia durante el accidente. En ocasiones se observa efusión articular
en casos agudos, a la palpación se aprecia inestabilidad articular, sin
embargo hay que tomar en cuenta que en muchas ocasiones podemos
juzgar erróneamente el movimiento de la rodilla y sospechar de un daño
ligamentoso sin que exista realmente. El movimiento de cajón es evidente
a la manipulación de la rodilla; sin embargo la diferenciación del
desplazamiento caudal con respecto al craneal puede ser difícil. Para
lograr un diagnóstico acertado se requiere en primer lugar se "sospeche"
de esta lesión y en segundo término reconocer la posición neutral de la
cual la tibia se va a desplazar.
Cuando la articulación se manipula puede parecer que el desplazamiento
de la tibia es craneal, cuando simplemente está regresando a su posición
normal. Para determinar la naturaleza del desplazamiento puede ayudar
el observar la posición de los dedos mientras se hace la prueba del
movimiento de cajón. Si el pulgar colocado sobre la cabeza fibular se
aprecia caudal al que está colocado sobre la fabela lateral, es posible que
la tibia efectivamente este en posición caudal debido a la ruptura del
ligamento caudal cruzado y por lo tanto que el movimiento craneal de la
tibia sea de reducción a su posición normal. En estas circunstancias
siempre se aprecia una terminación abrupta del movimiento de cajón, lo
que sugiere que el ligamento craneal cruzado está íntegro y soporta el
diagnóstico de ruptura del ligamento caudal cruzado. Otras pistas para
sospechar de ruptura de ligamento caudal cruzado son: La depresión de
la tuberosidad tibial con relación a la patela (comba caudal) e incremento
en la inestabilidad caudal de la rodilla en flexión comparada con la
extensión.
B) Los animales con avulsión del origen femoral o de la inserción tibial del
ligamento caudal cruzado; generalmente son animales jóvenes y
presentan claudicación persistente. El examen físico revela dolor a la
manipulación, inflamación e inestabilidad craneocaudal.
C) Pacientes en donde el daño al ligamento caudal está asociado a otras
afecciones y el daño articular es severo y se observan signos de
inestabilidad que involucran a otras estructuras.
Movimiento de cajón
El movimiento de cajón es un signo diagnóstico de la ruptura del ligamento
cruzado
La rodilla se toma manteniendo el fémur distal firmemente con el dedo índice
de la mano sobre la patela y el pulgar por detrás de la fabela lateral, mientras
que la otra mano se coloca con el dedo índice sobre la cresta tibial y el
pulgar en la parte posterior de la cabeza fibular. El ángulo de flexión -
extensión y el ángulo de rotación no se deben alterar durante la
manipulación. Mientras una mano mantiene al fémur estacionario, la otra
intenta desplazar a la tibia cranealmente o caudalmente con respecto al
fémur. El desplazamiento craneal de la tibia es indicativo de ruptura del
ligamento cruzado craneal, mientras que el desplazamiento caudal determina
la ruptura del ligamento cruzado caudal. Los animales jóvenes pueden
presentar cierta laxitud articular de forma normal, de cualquier manera
siempre se debe comparar el miembro afectado con el contralateral
observando si presenta una laxitud que va más allá de lo normal.
Con una ruptura completa se aprecia una terminación "suave" cuando el
movimiento de cajón es finalmente restringido por los tejidos periarticulares
de una manera poco abrupta. Con rupturas parciales, inicialmente se aprecia
una ligera inestabilidad craneal seguida de una terminación abrupta del
movimiento debido a que los remanentes del ligamento se tensan. De igual
manera con rupturas parciales el movimiento de cajón se produce de manera
más sencilla al incrementar la flexión debido a que las fibras de la banda
craneolateral están relajadas permitiendo el movimiento de cajón, ya que en
posición normal permanecen tensas impidiendo el desplazamiento craneal
de la tibial. En casos crónicos la laxitud puede estar ausente donde la tibia
queda fija en una posición craneal con respecto al fémur por el tejido fibroso
periarticular que ha creado cierta estabilidad.
Prueba de compresión tibial
La prueba de compresión tibial se efectúa colocando el dedo índice de una
mano sobre la cresta tibial, el pulgar sobre la fabela y los dedos remanentes
tomando la parte distal del fémur. El dedo índice se emplea para ejercer
presión sobre la cresta tibial en una dirección caudal, mientras que la otra
mano y flexiona y extiende el tarso. Si el ligamento cruzado craneal está roto,
la contracción del garstrocnemio producida por la flexión del tarso inicia el
mecanismo de la compresión tibial, ocasionando el desplazamiento craneal
de la tibia con respecto del fémur; pueden ocurrir falsos negativos si existe
fibrosis periarticular. La prueba de la compresión tibial debe usarse cuando la
prueba del movimiento de cajón es dudosa debido a una técnica inadecuada
o debido al gran tamaño del paciente, esta prueba es fácil de realizar en
perros de raza grande o gigante donde el miembro es suficientemente largo
para permitir la colocación adecuada de las manos del examinador.
Si los músculos del muslo se toman en forma circunferencial se incrementa
la estabilidad de la rodilla y se puede obtener un falso negativo en el
movimiento de cajón. De igual manera la prueba de la compresión tibial
concede al médico cierta ventaja mecánica sobre todo cuando examina
razas grandes o gigantes.
La prueba del movimiento de cajón o la de la compresión tibial, son pruebas
que determinan la laxitud de la articulación de la rodilla. Sin embargo puede
existir disparidad entre la laxitud observada y la funcionalidad de la
articulación. Un perro puede tener una rodilla estable a la manipulación, pero
claudicar debido a una ruptura total o parcial del ligamento craneal cruzado.
Este fenómeno también ocurre en humanos y se explica bajo el concepto de
la "estabilidad funcional" que consiste de componentes estáticos y dinámicos.
La estabilidad estática está presente cuando las fuerzas y la posición de la
articulación son constantes como en la posición de parado. La estabilidad
estática requiere de contracción muscular activa. La estabilidad dinámica es
aquella que existe cuando las fuerzas y la posición de la articulación cambian
constantemente (ejemplo: durante el movimiento). La estabilidad funcional se
mantiene por restricciones pasivas y activas. Las restricciones pasivas
consisten en los ligamentos y la geometría articular, mientras que las
restricciones pasivas están representadas por los músculos. Durante el
movimiento de cajón se aplica una fuerza relativamente pequeña,
especialmente en relación con pacientes de razas grandes o gigantes; esta
fuerza es mucho menor que las fuerzas que actúan sobre la articulación en
actividad. Con un desgarre o una ruptura del ligamento craneal cruzado,
parte de las restricciones pasivas se anulan, pero las restricciones pasivas se
mantienen y dependiendo de la condición física y del tamaño del paciente, el
movimiento de cajón puede ser negativo mientras que el paciente continúa
sufriendo de laxitud articular durante la locomoción.
Cadera
Displasia de la cadera
Debido a que la claudicación en los miembros pélvicos no siempre se debe
la presencia de displasia de la cadera, es importante que el clínico efectúe un
examen ortopédico y neurológico completo y así determinar la causa de la
claudicación. En animales que presentan displasia de la cadera con
frecuencia se observa involucramiento de otras articulaciones como por
ejemplo el codo.
Existe una gran cantidad de condiciones que pueden confundir al clínico por
la semiología común que presentan al afectar a los miembros pélvicos como
por ejemplo la displasia de la cadera, ruptura del ligamento cruzado anterior,
luxación de patela, daño a los meniscos, artropatías degenerativas
idiopáticas e inmunomediadas, etc. En animales jóvenes se presenta la
osteocondritis, la panosteitis, la osteodistroafia hipertrofica, etc. En lo
referente a las patologías neurológicas encontramos a las discopatías, la
inestabilidad lumbosacra, la mielopatía degenerativa, etc. Incluso afecciones
en otros órganos como la próstata repercuten en los miembros pélvicos. Se
debe tener en mente que la existencia de un problema ortopédico único no
explica la existencia de signología neurológica. Por lo tanto si se presenta un
signo de enfermedad neurológica se debe llegar al diagnóstico antes de
atribuir la semiología existente a una afección ortopédica.
Luxación coxofemoral
Un animal con luxación coxofemoral, usualmente se presenta con
antecedentes de haber sufrido un traumatismo. Al examen ortopédico se
aprecia claudicación grado IV y dolor.
Con luxaciones craneodorsales el miembro pélvico se mantiene en
adducción y rotado externamente (rodilla hacia fuera y articulación
tibiotarsiana hacia adentro). Con las luxaciones ventrales, el miembro se
mantiene en abducción y rotación interna. Si el paciente es observado desde
la parte caudal, la cadera se aprecia asimétrica debido al desplazamiento del
gran trocánter del miembro afectado. De igual manera el miembro se aprecia
más corto con luxaciones craneodorsales y más largo en las ventrales.
La palpación de la articulación coxofemoral revela crepitación y disminución
del rango de movimiento. En muchos casos el trocánter mayor ase aprecia
desplazado con relación a la tuberosidad isquiatica y el ala del ilion.
Ocasionalmente la laxitud severa de la articulación coxofemoral permite luxar
la cabeza del fémur en diferentes direcciones. Los métodos para detectar la
luxación coxofemoral se describen en la sección de técnicas específicas.
Enfermedad de Legg-Calvé-Perthes
También conocida como necrosis avascular de la cabeza femoral, se
presenta generalmente durante el primer año de vida usualmente entre los 5
y 8 meses de edad, generalmente en perros de razas pequeñas. La
claudicación varía en grados pero afecta generalmente a un solo miembro
con una evolución insidiosa de varias semanas; en algunos perros la
presentación puede ser aguda, pudiendo pasar de seis a ocho semanas
donde la claudicación progresa de intermitente a continua. Se aprecia atrofia
muscular y el dolor es fácilmente detectable cuando se abduce la articulación
coxofemoral.
El miembro puede observarse acortado con disminución de su rango de
movimiento, principalmente la abducción; también puede detectarse
crepitación articular. El diagnóstico debe confirmarse por medio de estudio
radiográfico.
Fractura de pelvis
Las fracturas de pelvis no siempre causan deformación evidente o pérdida
total del miembro ipsilateral al problema. Cuando existe una fractura en
cualquier parte de la pelvis, puede observare deformación en cualquier otro
lugar de la misma debido a su forma de "caja". La palpación y manipulación
extensiva de la pelvis no son necesarias para determinar una fractura porque
los estudios radiográficos nos darán la imagen de la misma; sin embargo se
puede determinar la presencia de asimetría pelviana comparando por
palpación la relación de la cresta iliaca, tuberosidad isquiatica y del gran
trocánter. La posición de estas tres prominencias óseas nos da información
diagnóstica ya que forman un ángulo agudo, con el lado largo del ángulo
entre la cresta iliaca y el gran trocánter, y el lado corto entre el gran trocánter
y la tuberosidad isquiatica. Cuando el gran trocánter es difícil de palpar y
aparece desplazado medialmente y a la manipulación de la articulación
coxofemoral aparece dolor, crepitación y diminución de la rotación, podemos
suponer que nos enfrentamos a una fractura acetabular impactada. El
desplazamiento dorsal y craneal del gran trocánter es sugestivo de luxación
coxofemoral concomitante, mientras que el desplazamiento dorsal único
determina la posibilidad de fractura del cuello femoral, una separación fiseal
de la cabeza femoral o una combinación de fractura de cuello y/ cabeza
femoral, así como de avulsión del gran trocánter.
El desplazamiento craneal de la cresta iliaca se presenta secundario a una
luxación sacroiliaca o a fracturas del sacro. La inestabilidad de la articulación
sacroiliaca se detecta aplicando presión medial y caudal, observando el
desplazamiento en dicha estructura. La fractura del cuerpo iliaco con
desplazamiento craneal del fragmento caudal acorta la distancia entre la
cresta iliaca y el gran trocánter. La fractura isquiatica aislada acorta la
distancia entre la tuberosidad isquiatica y el gran trocánter.
La incapacidad de palpar la pared ventral del abdomen ocurre con la ruptura
del tendón prepubico o fracturas por avulsión del pubis.
Finalmente se realiza la palpación rectal y si este procedimiento es
inusualmente doloroso se sospecha de fractura del sacro o del acetábulo, la
presencia de sangre en el, dedo del examinador es evidente el daño rectal.
Fracturas expuestas
Función zootécnica
Las lesiones traumáticas en la columna, en ocasiones están asociadas al
trabajo que realiza el perro, por ejemplo perros reproductores o de cacería,
presentan lesiones en columna después de efectuar su trabajo.
Historia clínica
Un interrogatorio ordenado y del que se obtengan datos de valor puede ser el
punto de partida para establecer los diagnósticos diferenciales así como el
plan diagnóstico a seguir. Las presentaciones agudas o la signología
progresiva rápida son asociadas con traumatismo, enfermedad infecto
contagiosa o accidentes vasculares. En estos casos el clímax del problema
se presenta dentro de 2 a 48 horas. Las presentaciones lentas e insidiosas
se asocian a problemas degenerativos o neoplásicos. Los problemas
estáticos con poco o ningún cambio dentro de un lapso prolongado indican
desórdenes congénitos. Las correlaciones que se indican aquí sólo son guías
iniciales y puede haber excepciones en las características de presentación.
Examen físico
El examen físico es esencial en cada caso y debe incluir los signos vitales
(temperatura, frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria, etcétera), la
evaluación será ordenada y sistemática, evitando la idiolépsis (enfocarse en
un problema obvio) que podría ocasionar un diagnóstico erróneo.
El propósito principal del examen físico general desde el punto de vista
neurológico es descartar toda la signología inespecífica que en un momento
determinado podría confundirnos, (por ejemplo: los problemas músculo
esqueléticos como la displasia de la cadera, la ruptura de ligamento carnal
cruzado, etc.) y que presentan signología similar a las anormalidades
neurológicas. En casi todos los casos que se sospeche de involucramiento
neurológico se tiene que realizar un examen ortopédico a conciencia.
Otra razón para efectuar el examen físico previamente es la de detectar
problemas no neurológicos que afectan la evolución del paciente (por
ejemplo: problemas hepáticos, cardiacos, respiratorios, etc.).
Examen neurológico
La meta del examen neurológico es la de establecer la existencia y la
localización de una lesión.
El veterinario debe de establecer una rutina para examinar al animal. Esto le
dará la experiencia y la confianza necesaria para llegar a un diagnóstico
adecuado. Los resultados del examen siempre deben de ser anotados y
nunca dejarlos a la memoria.
La exploración del Sistema Nervioso se realiza en un lugar libre de
distracciones. Nunca se emplearán sedantes, narcóticos o tranquilizantes
previamente al examen.
El conocimiento de la anatomía de los segmentos espinales y como
interpretar los resultados del examen, son esenciales para determinar la
localización de la lesión.
Estos segmentos son:
- segmento cervical anterior (C2 a C4)
- segmento cérvico torácico o agrandamiento cervical (C5 a T2)
- segmento toracolumbar (T3 a L3)
- segmento lumbosacro o agrandamiento lumbar (L4 a S2)
Las células de las raíces ventrales motoras de los nervios periféricos de los
miembros torácicos y pélvicos están en los agrandamientos cervical y
lumbar, respectivamente. las lesiones que afectan a éstas células darán
signología de enfermedad en las neuronas motoras bajas (debilidad, parálisis
flácida, reflejos miotácticos y flexores deprimidos y atrofia muscular severa).
Las lesiones craneales a estos segmentos ocasionaran interrupción de la
influencia de las neuronas motoras altas en las en las raíces motoras
ventrales. Los efectos de esta interrupción se manifiestan como alteración de
las neuronas motoras altas (paresis, parálisis tónica, reflejos flexores y
miotácticos hiperreactivos sin atrofia muscular severa).
Debido a que el nervio frénico tiene su origen entre C3 - C7, una lesión en
este lugar puede ocasionar parálisis diafragmática.
Las lesiones que afectan de T1 a T3 pueden ocasionar el síndrome de
Horner.
El veterinario debe determinar, primero cuales miembros están normales y
cuales anormales, si se aprecian alteraciones asimétricas, se determina que
el lado más afectado corresponde con el lado medular igualmente con mayor
afección.
Bailey y Morgan (1983) describieron cinco grupos de signos clínicos
observados en diferentes grados y en todos los animales con afección de
cordón espinal. Estos signos clínicos son: Disminución o pérdida del
movimiento voluntario, alteración de los reflejos espinales, cambios en el
tono muscular, atrofia muscular y alteraciones en la sensibilidad. Las
afecciones del cordón espinal también afectan el funcionamiento de la vejiga,
el esfínter uretral y anal y en ocasiones pérdida del control voluntario para la
micción y la defecación, además de imposibilidad para que el animal asuma
la posición necesaria para llevar a cabo estas funciones.
A la pérdida de los movimientos voluntarios debido a la interrupción de
impulsos en cualquier punto desde el cerebro hasta las fibras musculares se
le denomina parálisis (plegía) a un menor grado de afección en esta función
se le denomina paresis (debilidad). Los movimientos voluntarios deben
diferenciarse de aquellos ocasionados por reflejos.
La ataxia (incoordinación) se observa en conjunto con la paresis y se debe a
afecciones en las vías nerviosas aferentes y eferentes.
Los reflejos espinales son respuestas involuntarias estereotipadas que
ocurren independientemente del cerebro y pueden efectuarse por medio de
un estímulo específico. Anormalidades en estos reflejos ocurren en casi
todos los animales con afecciones del cordón espinal. Un reflejo espinal
puede ser: normal, deprimido (hiporrefléxico), ausente (arreflexia) o
exagerado (hiperreflexia). El clasificar al reflejo espinal en una de estas
categorías es esencial para la localización de la lesión en el cordón espinal.
Las anormalidades en la sensibilidad contribuyen a la semiología de la
afección, sin embargo, no existe una prueba clínica específica para
determinar su función. La percepción del dolor puede ser: normal, deprimida
(hipoestesia), ausente (anestesia) o exagerada (hiperestesia). Se distinguen
dos tipos de percepción dolorosa en los animales; la cutánea o superficial se
manifiesta al pinchar o pellizcar los dedos y los cojinetes plantares. Algunas
áreas pueden ayudar a determinar cual o cuales son los nervios
específicamente involucrados o el segmento espinal afectado.
La percepción del dolor profundo es la función sensoria más resistente del
cordón espinal y por lo tanto es la última función en perderse. Un animal con
pérdida bilateral del dolor profundo, esta necesariamente paralizado en la
porción caudal a la lesión. La técnica recomendada para evaluar el dolor
profundo, es aplicando presión con una pinza hemostática. La presión se
incrementa hasta lograr una respuesta integrada (intentar morder, aullar de
dolor, etcétera) Se debe tener cuidado de diferenciar la verdadera respuesta
integrada de la que se produce por un arco reflejo, ya que se puede obtener
reflejo flexor al pinchar o pellizcar al cojinete, pero esto no indica percepción
del dolor. La ausencia del dolor profundo por más de 24 horas es la base
para emitir un pronóstico funcional grave. La descompresión quirúrgica debe
efectuarse lo más pronto posible. La hiperestesia asociada a problemas de la
columna indica afección de una raíz o nervio espinal o puede ser compatible
con irritación de las meninges.
Como ya se vio, las anormalidades motoras, sensorias de reflejos y de los
esfínteres pueden determinar la localización de una lesión dentro de los
cuatro segmentos vertebrales. La diferencia funcional entre las neuronas
motoras altas y las neuronas motoras bajas también se emplea en la
localización de una lesión. La presencia de deficiencias neurológicas poco
diferenciadas son indicativas de involucramiento multifocal o diseminado.
Reacciones posturales
Propiocepción
Las anormalidades en la propiocepción no dan información precisa de la
localización de una lesión, sin embargo indican la presencia de una
alteración neurológica.
Se realiza colocando la parte dorsal del carpo o del tarso sobre la superficie
del piso. El animal sano tenderá a regresar inmediatamente a la posición
normal. El retraso o la ausencia en la corrección indican alteración
neurológica.
Movimiento de caminata
Este movimiento se debe a que los animales tratan en forma consciente de
mover los miembros. Se aplica a animales paraparéticos o no ambulatorios.
Se toma al animal de la base de la cola y si es pesado del abdomen y se le
hace caminar. Si los miembros quedan pendulantes el animal normal tendera
a mover los miembros como si caminara, pero si quedan inertes sin
movimiento, es indicativo de daño severo (más no irreversible) a la médula
espinal.
Carretilla
Se obliga al animal a desplazarse sobre los miembros torácicos, mientras lo
sostenemos de los miembros pélvicos y del abdomen. Los animales
normales caminan hacia adelante en forma coordinada. Un inicio lento del
movimiento se puede deber a daño medular en el segmento cervical, tallo
cerebral o en la corteza cerebral. Los movimientos exagerados (dismetría)
pueden indicar problemas a nivel del segmento cervical medular, tallo
cerebral bajo o anormalidades del cerebelo.
Brinco
La prueba del brinco se efectúa tomando al animal de la misma manera que
para la prueba de carretilla excepto que se toma un miembro torácico, para
dejar solo un en contacto con el piso. La totalidad del peso del animal es
soportado por ese miembro mientras que se le desplaza tanto medialmente
como lateralmente. Una iniciación lenta del brinco sugiere déficits
propioceptivos, mientras que un movimiento lento sugiere alteraciones
motoras. La presencia de asimetría puede determinar la lateralización de un
problema. Generalmente la realización de la prueba da resultados más
significativos en los miembros torácicos y no así en los pélvicos.
Hemipedestación / hemimarcha
La hemipedestación y la hemimarcha se efectúa manteniendo elevados el
miembro torácico y el miembro pélvico de un lado, mientras que el peso del
animal se soporta con los miembros contralaterales correspondientes. Se
desplaza lateralmente y se observa la presencia de anormalidades, Los
resultados tienen las mismas consideraciones que las efectuadas para la
prueba de la carretilla.
Miembro torácico
Reflejo del tríceps
Se efectúa con el animal en decúbito lateral, el miembro se soporta por la
parte medial del codo; manteniendo la flexión del codo y del carpo. El tendón
del tríceps se golpea gentilmente con el plexómetro en la zona más cercana
al olécranon. La respuesta normal es una ligera extensión del codo. El
tríceps es inervado por el radial que se origina del segmento cervical
comprendido entre C7 a T1. Este reflejo por lo general es difícil de evaluar en
animales normales; la presencia de un reflejo deprimido o ausente no
necesariamente indica problema neurológico, sin embargo una respuesta
exagerada determina la presencia de una lesión craneal a C7 (neurona
motora alta).
Reflejo del bíceps
Para apreciar la respuesta de este reflejo se coloca el dedo índice sobre el
tendón del bíceps cranealmente y lo más cerca al codo. Se extiende
ligeramente el codo y el dedo se golpea con el plexómetro. La respuesta
normal es una ligera flexión del codo. Al igual que el reflejo del tríceps, éste
reflejo también es difícil de efectuar en animales normales. La ausencia o
depresión de la respuesta puede indicar una lesión que involucre al
segmento espinal C6 a T8 (neurona motora baja), pero esto puede ser
normal en algunos animales. La respuesta exagerada indica una
anormalidad neurológica craneal a C6 (neurona motora alta).
Reflejo flexor
Para evaluar este reflejo con el paciente en recumbencia lateral se efectúa
un estímulo doloroso en la parte más distal del miembro. La respuesta
normal es la flexión total del miembro para aislarse del estímulo. Debido a
que este reflejo involucra al segmento espinal entre C6 a T1, su ausencia o
depresión indican alteración en las neuronas motoras bajas. Una respuesta
exagerad indica una lesión craneal a C6 (neuronas motoras altas).
Miembro pélvico
Reflejo patelar
El reflejo patelar es el más significativo del miembro pélvico. Se lleva a cabo
con el paciente en recumbencia lateral, el miembro a evaluar (el superior) se
sostiene de la parte medial de la tibia, con la rodilla ligeramente flexionada.
Se comprueba golpeando al ligamento patelar con el plexómetro y la
respuesta normal es una extensión súbita y suave de la rodilla. La ausencia
o depresión de la respuesta patelar así como flacidez del tono muscular,
indican lesión del componente sensorio o motor del arco reflejo (neurona
motora baja). La presencia de una alteración unilateral sugiere una lesión del
nervio femoral, mientras que la presentación bilateral sugiere una lesión
semental a nivel de L4 a L6. La obtención de una respuesta exagerada y el
incremento del tono muscular sugiere una lesión craneal a L4 (neurona
motora alta).
Reflejo flexor
Se evalúa colocando al paciente en recumbencia lateral. Se provoca un
estimulo doloroso ligero en la parte más distal del miembro pélvico y la
respuesta normal es retirarlo flexionandolo por completo. Con este reflejo se
evalúa el segmento espinal de L6 a S1 y al nervio ciático. La ausencia o
depresión del reflejo indica la presencia de una lesión que involucra al
segmento (neurona motora baja). La ausencia unilateral se debe
principalmente a la presencia de una lesión periférica, mientras que el daño
bilateral señala un daño segmental. Una respuesta exagerada determina la
presencia de una lesión craneal a L6 (neurona motora alta).
Otro reflejo que se puede evaluar es el reflejo extensor cruzado, el cuál solo
es normal cuando el perro está de pie, pero en el animal en decúbito no debe
presentarse. Cuando se realiza un reflejo flexor se tiene que observar el
miembro contralateral, si se observa la extensión del mismo es indicativo de
anormalidad y es signo de daño a neuronas motoras altas.
El reflejo de Babinsky no es estrictamente análogo al que se presenta en los
humanos y tal vez su nombre adecuado sea el de extensor de los dedos. Se
estimula al presionar la parte plantar de los miembros y si los dedos se
extienden el reflejo es positivo e indicativo de daño a neuronas altas en
procesos crónicos.
Las anormalidades en el reflejo perineal se determinan estimulando el
perineo y la respuesta normal es la contracción del esfínter anal y flexión de
la cola. La ausencia de estas respuestas indica problemas en el segmento
sacro S1 a S3 y en ocasiones en el nervio pudendo. Igualmente el reflejo
bulbocavernoso evalúa a este segmento y la respuesta se aprecia ejerciendo
una ligera presión en el pene o en la vulva, lo que ocasiona contracción del
esfínter anal, si existe ausencia o depresión del reflejo el segmento S1 a S3
esta afectado (neurona motora baja).
Cervical C1 a C5
Si las vías aferentes respiratorias son afectadas por una mielopatía
transversa o se dañan las neuronas motoras del nervio frénico se puede
presentar una parálisis respiratoria. Se aprecia ataxia y paresis de los cuatro
miembros, la tetraplejía rara vez es observada, ya que si una lesión es
severa como para producir este signo, también producirá parálisis
respiratoria. En ocasiones se llega a presentar paraparesis con deficiencias
neurológicas mínimas en los miembros torácicos. La razón de lo anterior es
pobremente entendida; los reflejos espinales y el tono muscular pueden estar
normales o exagerados en los cuatro miembros, La atrofia muscular no está
presente pero si puede desarrollarse en casos crónicos. El reflejo anal esta
intacto y el tono es normal. Pueden observarse anormalidades en la vejiga,
debido a que el músculo detrusor esta arreflejo con el tono del esfínter
urinario normal o incrementado, ocasionando incapacidad para orinar,
además de la pérdida del control voluntario de la micción aunque el control
voluntario de la defecación puede perderse, el reflejo sólo se presentará
cuando las heces estén presentes en el recto.
La propiocepción y otras reacciones posturales están deprimidas o ausentes
en los cuatro miembros.
En algunos pacientes se aprecia dolor a la palpación, rigidez y posturas
anormales en el cuello. Ocasionalmente un animal puede mantener un
miembro torácico en una posición parcialmente flexionada, lo que es
consistente con entrampamiento de raíces nerviosas de C1 a C5, siendo un
problema unilateral.
Agrandamiento cervical C6 a T2
Usualmente presentan ataxia y paresis de los cuatro miembros.
Ocasionalmente se observa paresis de los miembros torácicos y parálisis de
los pélvicos. Los reflejos espinales pueden estar normales o deprimidos en
miembros torácicos y normales o exagerados en los pélvicos. La naturaleza
de las alteraciones en los miembros anteriores depende de la localización
exacta de la lesión en la zona.
Puede presentarse disfunción vesical similar en la apreciada en las lesiones
cervicales.
Comúnmente el Síndrome de Horner se presenta en forma unilateral,
particularmente cuando se involucran las raíces nerviosa de T1 a T3.
La propiocepción y otras reacciones posturales están deprimida en los cuatro
miembros aunque puede ser más evidente en los miembros pélvicos. Puede
existir hiperestesia a nivel cervicotorácico.
Toracolumbar T3 a L3
La mayoría de las lesiones espinales en perros y gatos ocurren en esta
región. Típicamente los miembros torácicos están normales mientras que los
pélvicos presentan ataxia, paresis o parálisis.
Los reflejos espinales en miembros anteriores se presentan normales y en
los pélvicos están normales o hipereflejos dependiendo de la severidad de la
lesión. La atrofia muscular puede estar presente en los miembros posteriores
sobre todo en procesos crónicos.
El reflejo y el tono anal están normales o exagerados, igualmente la vejiga
puede presentar anormalidades como arreflexia del músculo detrusor con
incremento o normalidad del tono del esfínter urinario, pudiendo presentarse
un reflejo discinérgico, donde se inicia la lesión pero se suspende por una
contracción involuntaria del esfínter urinario. La vejiga puede ser exprimida
manualmente en algunos pacientes pero no en los que presentan marcado
incremento del tono del esfínter. A esto se le conoce como vejiga de neurona
motora alta.
Agrandamiento lumbar L4 a S2
Las afecciones en este segmento dan como resultado varios grados de
ataxia, paresis o parálisis en los miembros pélvicos que se acompañan
frecuentemente por anormalidades en la vejiga y por paresis o parálisis del
esfínter anal o de la cola. La función en los miembros torácicos es normal.
Los reflejos espinales y el tono muscular en los miembros pélvicos están
deprimidos o ausentes al igual que la propiocepción y otras reacciones
posturales.
El colon y el recto están distendidos por la presencia de heces,
presentándose incontinencia fecal con eliminación continua. El músculo
detrusor y el esfínter urinario están parésicos o paralizados ocasionando
plétora vesical y micción por derramamiento, la vejiga es fácilmente vaciada
por manipulación.
Tratando de resumir lo anterior se podría determinar lo siguiente:
Lo primero es diagnosticar cuál o cuales son los miembros afectados y de
ellas cuáles corresponden a neuronas motoras altas y cuáles a neuronas
motoras bajas.
Cuando los miembros torácicos y pélvicos presentan signología de neuronas
motoras bajas es indicativo de problema multifocal. Si los torácicos tienen
signos de motoras altas y los pélvicos de motoras bajas se sospecha de un
problema espinal difuso.
Cuando los miembros torácicos están normales y los pélvicos con signos de
neuronas motoras altas es indicativo de afección en el segmento T3 a L3. Si
los miembros anteriores están normales y los pélvicos presentan signología
de neuronas motoras bajas, esto indica que el problema se localiza en el
segmento L4 a S2.
Obviamente se pueden presentar signos que indiquen que la afección está
en un determinado segmento y que no sea estrictamente cierto. Existen tres
circunstancias especiales en las que se puede incurrir en un error de
localización. El conocer y comprender estos problemas disminuye el riesgo
de cometer errores.
La primera situación se presenta cuando, tanto los miembros torácicos como
los pélvicos presentan signología de neuronas motoras altas, Siendo que la
lesión se presente entre T3 a L3. A esto se le conoce como el signo de Schiff
- Sherrington y se debe a que las células de Border en el segmento
lumbosacro proyectan fibras ascendentes que tienen sinapsis con las
neuronas motoras bajas contralaterales de los músculos extensores de los
miembros torácicos. Estas fibras ascendentes tienen una función inhibitoria
de los músculos extensores. La ruptura aguda de esta inhibición ocasiona
extensión rígida de los miembros torácicos, sin embargo la evaluación de
otras funciones puede arrojar resultados normales.
La segunda se presenta cuando los miembros torácicos están normales o
tienen signología de motoras altas, mientras que en los pélvicos se aprecia
semiología de motoras altas, siendo que la lesión esta en el segmento
cervico - torácico. Esto se presenta en lesiones compresivas que afecten a
las vías ascendentes con un efecto mínimo en los núcleos ventrales.
La tercera se observa cuando los miembros torácicos están normales y los
pélvicos presentan un reflejo patelar exacerbado (signo de motoras altas)
cuando la lesión se presenta en el agrandamiento lumbosacro o en la cauda
equina, esto se debe a que la masa muscular inervada por él esta débil o
presenta parálisis flácida. En el perro normal los músculos inervados por el
ciático son opuestos al reflejo patelar que es inducido por el cuadríceps. Con
lesiones posteriores a L4 la inervación del cuadríceps esta intacta (femoral)
mientras que el ciático se ve afectado.
Otras anormalidades neurológicas, sugerentes de lesión en el segmento
lumbosacro o en la cauda equina, incluye reflejos perineales ausentes o
disminuidos, incontinencia fecal o urinaria e hiperestesia en la región
lumbosacra.
Introducción
Las patologías de la médula espinal son los trastornos neurológicos más comunes
en la práctica clínica de los perros y de los gatos. Por su parte, las discopatías son
la causa más frecuente de estos problemas u pueden provocar uno o más signos
clínicos como son: ataxia, paresis y parálisis motora o sensomotora.
La degeneración de los discos intervertebrales se ha diagnosticado en 84 razas,
con mayor incidencia en las llamadas condrodistrofoides (dachshund, pequinés,
beagle, etc.). Los signos clínicos de un animal con problema de discos
intervertebrales varían dependiendo del sitio de la lesión, la fuerza con la que el
material protruido comprimió a la médula, el grado de hipoxia producido en el
tejido y la duración de la compresión.
La primera publicación sobre protrusión de disco intervertebral en humanos fue
hecha en 1824 por Charles Bell, quien describió la lesión como una encondrosis
vertebral, la cual es una proliferación cartilaginosa (encondroma) originada a partir
del anillo dorsal del disco intervertebral. Se creyó que este crecimiento producía la
compresión de la médula espinal y de las raíces nerviosas. No fue sino hasta 1940
que esta condición se reconoció como un prolapso del núcleo pulposo del disco
intevertebral.
La enfermedad de los discos intevertebrales fue descrita por primera vez en los
perros en 1881 por Janson quien diagnosticó un encondroma en el canal medular
de un daschund. En 1883 Kitt y Stoss diagnosticaron una paquimeningitis
circunscrita crónica. En 1910 Jakob observó la relación de las protrusiones de los
discos intervertebrales y la subsecuente paraplejía o parálisis. En 1921 y 1922
Joest y Wiedeman estudiaron la protrusión de discos en el perro, principalmente
en el daschund. Tllmans en 1939 dividió el síndrome del disco intervertebral en
dos tipos: uno de presentación en el daschund que se manifiesta como una
protrusión solitaria o unilateral, mientras que el segundo presenta protrusiones
múltiples y simétricas que afectan a perros viejos de diferentes razas. En 1951
Olsson describió la técnica de fenestración para la resolución quirúrgica de la
protrusión de discos intervertebrales en la columna cervical. Otros tratamientos
médicos y técnicas quirúrgicas fueron publicados y puestos en práctica con
diferentes resultados durante la tres últimas décadas.
Núcleo:
1) Absorción de traumatismos y favorecer el movimiento
2) Equilibrar la tensión
3) Facilitar el intercambio de líquido entre la vértebra y el disco
Semiología clínica
La semiología dependerá del tipo de herniación (tipo I o tipo II), la localización de
la lesión y la severidad del daño ocasionado a la médula espinal.
La extrusión de tipo Y ocurre generalmente en perros de tres años de edad o más
viejos, pero puede ocurrir en animales más jóvenes. Los signos clínicos asociados
incluyen: dolor y deficiencias sensorias y motoras su desarrollo son rápido,
variando en minutos u horas a partir de la extrusión del disco; Sin embargo se
pueden presentar en forma progresiva en el transcurso de semanas o meses con
periodos de mejoría o de francas recaídas. Estos signos se deben probablemente
a la extrusión progresiva de pequeñas cantidades de núcleo hacia el canal
vertebral.
El signo primario es el dolor ya que el anillo fibroso y el ligamento longitudinal
dorsal son estructuras inervadas capaces de transmitir impulsos dolorosos a
niveles conscientes. Gran cantidad de estudios revelan la existencia de dolor
discogénico. Los perros afectados pueden demostrar dolor vocalizando,
rehusándose a saltar, a subir o bajar escaleras o bien caminando con la espalda
arqueada. Inicialmente no se observan deficiencias neurológicas o inhabilidad
para caminar, sino que simplemente sé rehusan a hacerlo.
El signo inicial de afección neurológica es la ataxia, posteriormente aparece la
paresis. Eventualmente toda función motora termina dejando pléjico al paciente.
La pérdida de la nociocepción caudal a la lesión, siempre sugiere un mal
pronóstico.
De acuerdo con el área afectada, la semiología puede agruparse en síndromes.
Debido a que el canal medular cervical es relativamente más amplio, los signos
clínicos observados en las compresiones medulares del área cervical (C1 a C5)
generalmente son menos severos que aquellos que se presentan en la zona
toracolumbar. Aparentemente el dolor en el cuello y la radiculopatía son los signos
más comunes en la discopatía cervical por lo que los perros afectados tratan de
mantener la cabeza y el cuello en una posición rígida presentando espasmo
muscular de la zona. Las anormalidades propioceptivas, la tetraparésis o la
tetraplejía son signos menos comunes. La hipertermia y el síndrome de Horner
ipsilateral se han observado casos agudos de extrusión dorsolateral severa. La
claudicación en los miembros anteriores se puede deber a la compresión de las
raíces nerviosas.
El síndrome cervicotorácico se presenta cuando se afecta el segmento espinal de
C6 a T2. En este lugar la médula espinal forma lo que se conoce como la
intumescencia cervical. Así mismo, las discopatías son raras; sin embargo pueden
ser de tipo traumático y en estos casos generalmente se espera paresis o parálisis
de los cuatro miembros, síndrome de Horner (si se involucra el segmento T1-T2) y
reacciones posturales reprimidas en los cuatro miembros.
La semiología asociada a las discopatías que se presentan entre T3 y L3
comprende: dolor en el dorso y en el abdomen, puede existir paraplejía completa y
pérdida de la sensibilidad del dolor profundo en los miembros pélvicos, indicando
la presencia de una mielopatía transversa. Los reflejos pélvicos pueden estar
normales o hiperrefléxicos, el tono muscular tiene presentación hipertónica o
espástica y se asocia a incontinencia urinaria debido a una vejiga espástica. La
mayoría de las herniaciones ocurren entre T11 y L3.
El daño al segmento lumbosacro (L4 a S3) puede ocasionar un síndrome
lumbosacro que se caracteriza por problemas de diferente magnitud en los
miembros pélvicos, la vejiga y la cola; sin embargo, la extrusión de los discos
intervertebrales no ocasiona disfunciones nerviosas. El dolor y la claudicación
pueden asociarse ocasionalmente si la herniación está comprimiendo una raíz
nerviosa. En algunos casos se observa claudicación unilateral si está involucrada
una rama del nervio ciático o del femoral.
Diagnóstico
El diagnóstico presuntivo de la protrusión o extrusión de disco intervertebral se
hace en forma inicial con base en la edad del paciente, la raza, la anamnesis y la
semiología; sin embargo se deben considerar otras causas de dolor o de
mielopatía transversa para el diagnóstico diferencial.
Las posibilidades diagnósticas que se tienen en un paciente con semiología de
mielopatía transversa son variadas y tenemos entre ellas al traumatismo medular
directo, la discospondilitis, la embolia fibrocartilaginosa, neoplasias, meningitis,
mielitis, etc.
El examen físico es esencial en todos los casos tomando muy en cuenta los
signos vitales (temperatura, frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria, etc.) El
médico debe detectar posibles alteraciones sistémicas que contribuyan a la
presentación de semiología nerviosa o aquellas que requieran de tratamiento
prioritario.
Posteriormente se realiza el examen neurológico con el objetivo de determinar la
presencia o ausencia de lesiones nerviosas y si están presentes señalar su
localización y su probable extensión. Hay que recordar que los signos clínicos
producidos por las herniaciones de los discos varían con su localización. Al
efectuarse el examen, el clínico tiene que considerar que pueden existir lesiones
nerviosas múltiples.
Cuando se sospecha de una anormalidad medular, se debe realizar una
exploración minuciosa de los nervios espinales. La evaluación debe incluir la
valoración de las reacciones posturales; los reflejos tendinosos; la función vesical,
el reflejo anal y la sensibilidad superficial y profunda. El control motor de los
miembros y de la cola también deberá ser evaluado. La presencia de reflejo
panicular y de hiperalgesia es un auxiliar para localizar el nivel de la lesión en la
médula espinal.
En la mayoría de los casos los estudios radiográficos son necesarios para
descartar o confirmar el diagnóstico de herniación de disco. La técnica radiográfica
tiene que ser óptima. El rayo primario centrarse en el área de interés, con
frecuencia se requieren de proyecciones múltiples; sin embargo con la lateral y la
ventrodorsal puede ser suficiente.
Para obtener radiografías de valor diagnóstico se requiere de anestesia general ya
que se facilita el manejo de los pacientes afectados. Al posicionar pacientes en los
que se sospeche de extrusión Tipo I se debe tener cuidado para no ocasionar una
mayor compresión medular. Existen signos radiográficos que se asocian a
pacientes con herniación de disco intervertebral. La disminución del espacio
intervertebral se aprecia comparando los espacios intervertebrales adyacentes.
Esta disminución es un signo importante ya que con pocas excepciones indica
herniación del disco intervertebral. El colapso del disco intervertebral con
esclerosis de los platos vertebrales, así como la presencia de osteofitos o de
exostosis espondilítica son indicativos de herniación crónica. La presencia de
mineralización del disco intervertebral no es sinónimo de herniación, pero sí de
degeneración. En la mayoría de los casos se requiere determinar si la lesión es
única o múltiple por lo tanto es necesario recurrir a los medios de contraste.
Después de varios años de experimentación y de aplicación, la mielografía ha
demostrado ser una técnica confiable para lo opacificación del espacio
subaracnoideo. Muchas otras técnicas, como la epidurografía, la discografia y la
venografía se han propuesto para la visualización y el diagnóstico de los procesos
patológicos de la médula espinal; sin embargo son menos especificas.
Actualmente la resonancia magnética y la tomografía computarizada toman
relevancia como técnicas diagnósticas debido a su especificidad y facilidad de
visualización del problema, aún así sus limitaciones son su poca accesibilidad y en
ocasiones su costo.
Se han empleado y evaluado gran cantidad de medios de contraste. Desde los
que se presentan en una base oleosa hasta los de base podada y solubles en
agua. La técnica de aplicación y las posibles secuelas de cada uno han sido
ampliamente documentada en la literatura veterinaria.
Las características mielográficas en ambos tipos de herniación (I y II) son:
compresión extradural de la médula espinal, con desplazamiento de la misma y
estrechamiento del espacio subaracnoideo, en las proyecciones lateral y
ventrodorsal.
Es conveniente tomar muestras de líquido cefalorraquídeo en forma previa a la
mielografía para descartar la posibilidad de neuropatía infecciosa o inflamatoria.
Algunos animales con moquillo, linfoma espinal, peritonitis infecciosa felina y otras
enfermedades pueden presentar signos que aparenten ser ocasionados por
herniación de disco intervertebral.
Debido a que el traumatismo medular se asocia con daño compresivo a los tejidos
nerviosos, su evaluación funcional es de importancia, tanto para el diagnóstico
como para el pronóstico. La electromiografía, la electroencefalografía y la
medición de la conducción nerviosa sensoria pueden ser empleadas para
determinar el daño neurológico. Infortunadamente la mayoría de éstas pruebas
están limitadas a los grandes centros de enseñanza y por lo tanto están fuera del
alcance de la mayoría de los veterinarios.
Tratamiento
El tratamiento apropiado para cada animal dependerá de su estado neurológico.
Cada paciente deberá de ser evaluado en forma individual. Existen numerosos
protocolos de tratamiento que emplean diferentes fármacos y cuyo principal
objetivo es disminuir el edema espinal; sin embargo ninguno de los fármacos
recomendados carece de efectos colaterales, además de que existen puntos de
vista divergentes sobre su eficacia.
El tratamiento médico (conservador) se recomienda para animales que tienen
anormalidades nerviosas mínimas, que son ambulatorios y que no han presentado
semiología que indique herniación previa de disco intervertebral. Estos pacientes
deben mantenerse en reposo estricto (de jaula) por lo menos durante dos o tres
semanas y únicamente se les permitirá caminar para orinar o defecar. El uso de
analgésicos o de relajantes no está recomendado en la mayoría de estos casos ya
que se ocasionaría que el animal incrementara su actividad al no sentir molestias
aumentando los riesgos de una protrución mayor.
En casos severos son signos de paresis o parálisis, así como en reincidencias se
pueden emplear diferentes tipos de tratamiento. En el régimen típico los
corticosteroides se han empleado casi en forma empírica. Estudios recientes han
puesto en duda la eficacia de éstos fármacos, sin embargo se siguen
administrando en la mayoría de los traumatismos espinales, agudos o crónicos.
Algunos autores recomiendan dosis altas (30 mg/kg, EV/48 horas) mientras que
otros los recomiendan en dosis bajas (6mg/kg/9 días). No se tienen datos claros
del beneficio adicional que se obtiene al prolongar la terapia por más de 24 -36
horas, pero si se incrementa el riesgo de que se presenten efectos colaterales:
Existen publicaciones que asocian las herniaciones de Tipo I en la zona
toracolumbar y su tratamiento a base de corticosteroides con la presencia de
patologías como la pancreatitis, el sangrado gastrointestinal agudo y la perforación
colónica.
La prednisolona oral a una dosis de 1 -2 mg/kg dos veces al día puede
mantenerse por periodos relativamente prolongados, descontinuarse y reiniciarse
cuando se presente una recaída en le semiología nerviosa.
Se han propuesto otros fármacos para el tratamiento de las compresiones
medulares un ejemplo es el Dimetilsulfóxido (DMSO) el cual es un solvente dipolar
aprótico que puede cruzar la barrera hematoencefálica. En teoría el DMSO
disminuye la anoxia tisular al favorecer la difusión de los gases sanguíneos hacia
el tejido dañado. En general se emplea como agente terapéutico en el
traumatismo medular por dos propiedades: su habilidad de eliminar agua del tejido
dañado, lo que le permite actuar como agente diurético local y antiinflamatorio; la
otra propiedad es la capacidad de proteger las membranas celulares sujetas a
daño mecánico o químico. La dosis de DMSO es de 22 mg/kg. Se pueden
presentar reacciones mínimas a su aplicación EV como: fasciculaciones
musculares e incrementos en la frecuencia respiratoria dada su acción
anticolinesterasa.
Los perros tratados con esteroides más DMSO presentan una mejoría mayor que
aquellos tratados únicamente con esteroides. El grado de recuperación se asocia
con la dosis inicial y el tiempo transcurrido desde el inicio del problema al primer
tratamiento. Dosis altas y tratamiento inmediato producen aparentemente una
recuperación mejor y más rápida.
Otros agentes como el manitol se emplean para disminuir el edema; sin embargo
las últimas publicaciones señalan haber encontrado efectos adversos con su
aplicación, entre ellos la exacerbación de la semiología nerviosa en traumatismo
espinal experimental. En casos de sangrado puede incrementar la hemorragia
empeorando las condiciones patológicas.
Trabajos experimentales sobre el manejo del traumatismo de la médula espinal
aportan nuevos fármacos para su tratamiento. Entre ellos los quelantes del hierro
y el superóxido di dismutasa tienen una gran capacidad para disminuir el edema;
sin embargo no existen suficientes datos para recomendar su aplicación clínica.
Experimentalmente los bloqueadores del calcio incrementan la irrigación medular
local hasta en un 40% pero deben aplicarse vasopresores en forma conjunta para
mantener la presión arterial sistémica. Los efectos benéficos de los barbitúricos
se atribuyen a que disminuyen la demanda de oxígeno, reducen el espasmo
vasogénico, se limita la pérdida de potasio y se reduce el daño a los lípidos de las
paredes vasculares, diminuyendo así la agregación plaquetaria.
Existen otras publicaciones en las que se indica el empleo de la naloxona, la
crocetina y del factor liberador de la tirotropina como agentes eficaces en el
manejo del traumatismo espinal. El empleo de la acupuntura en el tratamiento de
las mielopatías secundarias a la herniación de los discos intervertebrales, está
indicada por algunos autores; sin embargo no se dan datos convincentes sobre el
éxito obtenido en su aplicación.
Animales con dolor o compromiso neurológico severo pueden no responder al
tratamiento médico. Estos pacientes son candidatos al tratamiento quirúrgico. La
fenestración está recomendada para aquellos perros que presentan ataques
recurrentes de dolor; se puede realizar la fenestración preventiva de los discos
adyacentes sin alteraciones posteriores aparentes.
La fenestración de los discos no retira el material extruido que se encuentra en el
canal medular; por lo tanto no se recomienda como único método de tratamiento
quirúrgico en aquellos perros que muestren compresión medular en la mielografía:
Se han publicado diferentes técnicas de descompresión medular señalando las
bondades, dificultades y la efectividad de cada una de ellas.
En humanos existen técnicas para la lísis de los discos intervertebrales a base de
enzimas como la papaína; Esto se hace con semiología ligera.
En las protrusiones de tipo II se puede apreciar mejoría con la terapia
antiinflamatoria durante cierto tiempo; sin embargo hay que recordar que el
empleo de los corticosteroides no es curativo y por lo tanto, pueden presentarse
recaídas.
En el área toracolumbar es casi imposible la fenestración de los discos sin causar
daño a la médula espinal, en estos casos se indica la descompresión sin
fenestración. La mejoría neurológica puede tomar varios meses y se cree que
sucede por remielinización axonal de la sustancia blanca de la médula espinal.
Aunque muchos animales responden al tratamiento médico, la recuperación de la
función nerviosa es mejor y más rápida en los pacientes sometidos a cirugía
descompresiva. Algunos perros pueden empeorar en las horas posteriores a la
cirugía, el progreso es imposible de predecir con base en la anamnesis, los signos
clínicos y radiográficos. Los dueños del animal deben de ser advertidos de lo
anterior. El pronóstico de los pacientes que retienen las sensaciones dolorosas
postquirúrgicamente es bueno.
Los animales con semiología de mielopatía transversa sin percepción del dolor
profundo durante un periodo mayor a 24 horas, tienen un pronostico grave
funcional. La cirugía pudiese mejorar esta condición, aunque en la mayoría de los
casos no esta indicada.
La recuperación de la función nerviosa puede retardarse días, semanas o meses;
por lo tanto, es necesario contar con la cooperación incondicional del propietario
para prestar la atención requerida por los animales convalecientes.
La alimentación durante la recuperación es en extremo importante, muchas veces
habrá que forzar al animal suplementándole dieta blanda con proteínas de alta
calidad y residuo regular. La administración de fluidos en forma oral o parenteral
es necesaria para prevenir o corregir la deshidratación.
Los pacientes paralizados requieren de cambios constantes de posición, así como
de un lugar seco y blando para evitar las úlceras por decúbito. El manejo vesical
es vital, ya que en la mayoría de los casos la evacuación de la vejiga es
incompleta o se pierde el control de la micción, esto predispone a infecciones del
tracto urinario y a la sobredistención vesical con la subsecuente atonía. La
cateterización es el método más efectivo para vaciar la vejiga y se debe realizar
tres veces al día. No es adecuado mantener el catéter durante un tiempo
prolongado ya que se promovería la infección. Se recomienda la instilación
profiláctica de antibióticos, por ejemplo, la notrofurazona después de cada
cateterización.
La evacuación de la vejiga por presión es fácil de realizar en algunos animales y
en especial en las hembras, aquellos que presentan síndrome lumbosacro facilitan
éste método ya que su vejiga está flácida, sin embargo un manejo brusco puede
producir traumatismo vesical.
La fisioterapia activa diminuye la atrofia muscular por falta de uso y es parte
importante de la rehabilitación de un paciente. Esto puede realizarse por medio de
soportes que mantienen el peso del animal y le permiten caminar. Estos ejercicios
se realizan durante 10 minutos 6 veces al día. Otro tipo de actividad es la
hidroterapia por 15 o 20 minutos diariamente. La natación se debe iniciar a los 3 ó
4 días después de la cirugía.
Cuando el animal se manda a casa usualmente después de 5 días, los
propietarios deberán mantener los mismos cuidados. Algunos animales responden
más satisfactoriamente en casa que como lo han hecho en el hospital.
El uso de los corticosteroides en forma postquirúrgica está indicado; sin embargo,
en humanos se ha determinado que no tienen un papel significativo en la
recuperación de los pacientes sometidos a cirugía. En un estudio realizado en
perros que sufrieron herniación de disco intervetebral y que fueron sometidos a
cirugía se encontró que el 41% de ellos presentaron problemas como
inmunodepresión, hemorragia gastrointestinal, ulceración colónica y pancreatitis.
Todos ellos fueron tratados postquirúrgicamente con corticosteroides.
Diagnóstico
El diagnostico puede ser difícil si los signos clínicos no son específicos. La
discospondilítis se debe considerar como diagnóstico diferencial en un animal que
sufre de fiebre de origen desconocido. Los signos clínicos se presentan por
semanas o meses antes de que se logre llegar a un diagnóstico definitivo. Los
problemas neurológicos más frecuentes son los que indican una mielopatía
transversa lumbosacra (T3 - L3). En estos casos la semiología incluirá
paraparesis, disminución de la propiocepción consciente, reflejos espinales
hiperactivos y en forma menos común paraplejía. Los perros pueden presentar un
tracto fistuloso en el área paravertebral. Generalmente el diagnóstico se basa en
el estudio radiográfico donde se observa la presencia de lesiones características
como son la lisis vertebral, esclerosis y espondilosis. Estas lesiones no se
observan antes de 4 a 6 semanas de iniciada la infección. Algunos pacientes
pueden presentar semiología de espondilitis y observarse radiográficamente
normales. La discospondilitis no debe confundirse con la espondilosis deformante,
aunque la espondilosis y la esclerosis son signos comunes en ambas alteraciones,
la lisis vertebral solo se observa en los procesos infecciosos o neoplásicos.
La mielografía esta indicada en animales con semiología neurológica indicativa de
compresión medular y estos casos requieren de cirugía para su resolución. La
mielografía muestra una compresión extradural como resultado de la extensión del
tejido de granulación y de la proliferación ósea hacia el canal medular. La
semiología no siempre se relaciona con el grado de compresión observado en la
mielografía.
Además de necesitarse para iniciar la terapia antibiótica, la evaluación serológica
para determinar la brucela, los cultivos de sangre y de orina pueden determinar el
tipo de agente etiológico al igual que los resultados obtenidos de punciones
prostáticas. La biopsia quirúrgica puede realizarse en perros donde no se ha
logrado determinar el agente causante o en aquellos que no han respondido
positivamente al tratamiento.
Tratamiento
Se han empleado una gran variedad de tratamientos en perros y gatos con
discospondilitis. Combinaciones de descompresión medular, inmovilización
vertebral, la administración de antibióticos, curetaje, drenaje e irrigación de la
lesión vertebral.
Los perros que presentan disfunción neurológica mínima pueden ser tratados
únicamente con antibióticos, su selección se basa en los resultados serológicos y
de cultivo que se obtuvieron. Pacientes con paresis o parálisis requieren de
descompresión medular quirúrgica. En estos casos la mielografía es esencial para
determinar el sitio de la lesión. La hemilaminectomía es el procedimiento de
elección, ya que de esta forma se preservan los procesos dorsales necesarios
para la estabilización vertebral posterior.
Los animales sin signos neurológicos o con signos mínimos, normalmente
responden bien a la terapia antibiótica. El pronóstico es malo para los pacientes
con semiología neurológica severa. La recurrencia es rara en los perros afectados
por estafilococo, pero común en los que la etiología es la brucela.
Consideraciones específicas