Dialnet TerapiaBreveCentradaEnSoluciones 7036016
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Yolanda Alonso
Departamento de Psicología, Universidad de Almería. España
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0227-9677
Raquel Vique
Centro Sinergia Desarrollo y Psicología. Almería, España
Resumen Abstract
El objetivo de este artículo es presentar un modelo para The aim of this article is to describe a model for
la Terapia Breve Centrada en Soluciones que trata de Solution-Focused Brief Therapy (SFBT) which tries to
representar y describir sus principios de forma gráfica represent its principles in a graphical and operative
y operativa. Tales principios se enmarcan en el pensa- way. Such principles fit into the postmodern movement,
miento posmoderno, aunque también encuentren sus although they also have their roots in the systemic and
raíces en el enfoque sistémico y constructivista como constructivist approaches as a theoretical framework.
marco teórico. El modelo queda articulado en base a The model is built around the features of SFBT, of
sus características, entre las que destaca especialmen- which the dialogical interaction between therapist and
te la interacción dialógica entre terapeuta y consultante client stands out as a key element for the success of the
como elemento clave para el éxito de la terapia. Ade- therapy. In addition, a hypothesis of relational
más, a partir de la definición del continuo problema- adjustment between client and therapist based on the
solución se formula una hipótesis de ajuste relacional definition of the “problem-solution” continuum is
entre consultante y terapeuta que permite pronosticar formulated, which allows to predict how this adjustment
cómo dicho ajuste incidirá en los posibles resultados de will affect the possible therapeutic outcomes.
la terapia. Keywords: Solution-Focused Brief Therapy,
Palabras claves: Terapia Breve Centrada en Solu- postmodernism, dialogical relationship,
ISSN: 1130-5142 (Print) –2339-7950 (Online)
Fecha de recepción: 13/03/2019. Fecha de aceptación v1: 14/04/2019. Fecha de aceptación v2: 04/06/2019.
Correspondencia sobre este artículo:
E-mail: [email protected]
Dirección postal: Ignacio de la Fuente. C/ Doctor Carracido 15 8ºA 04005 Almería, España
© 2019 Revista de Psicoterapia
260 Modelo teórico relacional para la TCS
Introducción
La Terapia Breve Centrada en Soluciones (TBCS) se encuadra entre las
llamadas terapias posmodernas o postestructurales junto con la terapia narrativa de
White y Epston (1993) la terapia colaborativa de Anderson (Sáez, 2006; Schaefer,
2014). Este encuadre representa un cambio de paradigma en la relación terapéutica
caracterizada en términos dialógicos y en la cual la fuerza del cambio emerge de la
construcción de significados entre terapeuta y cliente (Anderson, 2007).
El movimiento posmoderno, alentado en la psicoterapia por distintos autores
(Gergen, Hoffman y Anderson, 1996), entiende que la globalización está generando
una nueva conciencia social caracterizada por el valor de la acción individual, el
reconocimiento de la multiculturalidad, la defensa de los valores democráticos o la
importancia de la cooperación y el apoyo comunitario. Es precisamente el acceso
universal a la información y a la comunicación, gracias al avance tecnológico, el que
se erige como garante de un “multiverso” social en permanente cambio (Lyotard,
1999).
El significado de este proceso hunde sus raíces en la cultura de los dos últimos
siglos. Representa el fin de una forma unitaria de entender la historia y al hombre
mismo, ya vaticinado por filósofos como Nietzsche o Heidegger, pero resultado de
la confluencia de múltiples procesos históricos, científicos y culturales (Vattimo,
1985). El siglo XX vio como el sentido de la realidad basado en la razón ilustrada
comenzaba a perder fuerza y a ser cuestionado por el avance de las disciplinas
científicas —especialmente la física y las matemáticas—, las escuelas filosóficas y
los movimientos artísticos (Gabás y Hirschberger, 2015; Vattimo, 1995). En
psicología, el psicoanálisis de Freud, genuinamente posmoderno sin saberlo ¯dado
su carácter interpretativo y narrativo¯, dejaba de lado la racionalidad para descubrir
las voces escondidas de la mente y trataba de darles explicación mediante estruc-
turas hipotéticas que su autor estableció como teoría psicológica (Kriz y Etcheverry,
1990). Sus teorías nunca fueron del agrado de la emergente psicología experimen-
tal, ya que la dificultad para fundamentarlas empíricamente situaba las terapias
psicodinámicas lejos de las tendencias dominantes de la ciencia y la mecánica
positivista (Eysenck, 2017; Grünbaum, 1986; Popper, 1986). Sin embargo, su voz
propia sedujo a generaciones de estudiosos y de personas en busca de ayuda
psicológica y dio como fruto un conjunto interesante de teorías y principios que han
seguido evolucionando hasta la actualidad (Hornstein, 2013).
Así, mientras la psicología conductista centraba sus esfuerzos en la investiga-
ción experimental, la vocación terapéutica toda bebía, en mayor o menor medida,
de la fuente psicoanalítica como forma de dar cauce a su librepensamiento. A pesar
de la disciplina ortodoxa de la Sociedad Psicoanalítica de la época, impuesta por el
propio Freud, crecieron con no menos fuerza todo tipo de figuras y fisuras disidentes
en su propio seno, a cuál más poderosa (Aritio, 1981; Roazen y da Silva Dantas,
1978).
Coherente con este devenir de la psicoterapia, los creadores de la TBCS solo
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El modelo es fiel a la realidad del acto terapéutico pues son los espacios vacíos,
ocupados por los propios sujetos construyendo una relación dialógica, los que
garantizan su funcionalidad. Es en este marco epistemológico de construcción y
creación de espacios donde se mueve la TBCS, y éste no es otro que el constructivismo
en un sentido amplio (Feixas y Villegas, 2000).
En el modelo, consultante y terapeuta quedan enmarcados dentro de su propia
relación dialógica que construyen mediante un proceso de ajuste. En ella, el
consultante se erige como protagonista de la terapia y es el generador de sus propias
soluciones gracias al intercambio terapéutico. El terapeuta apoya el proceso desde
la apertura de una escucha activa, respetando la narrativa del consultante y
formulando preguntas centradas en soluciones sin añadir interpretaciones. La
intervención promueve la búsqueda de soluciones y el terapeuta propone tareas que
refuercen y amplíen las soluciones emergentes, animando a la persona a alcanzar
sus metas. La evaluación es un proceso continuado que toma como referencia los
cambios mínimos que la terapia genera.
Más adelante, y tras haber analizado los elementos del modelo, se presentarán
dos hipótesis (Figuras 2 y 3) surgidas a partir del modelo. La primera ofrece un
esquema para el continuo problema – solución, y la segunda, derivada de la primera,
representa el ajuste entre consultante y terapeuta como resultado de su interrelación,
dependiendo de dónde se sitúe cada uno en ese continuo.
Para la mayoría de las escuelas de terapia psicológica, una de las funciones más
importantes del terapeuta es interpretar o hipotetizar lo que le pasa al cliente, es
decir, traducir a un lenguaje más o menos técnico el motivo de la consulta con objeto
de justificar una intervención o prescribir un tratamiento. La necesidad de acudir a
elementos externos a la relación, desde el diagnóstico a las técnicas de entrevista,
parece inevitable. Sin embargo, la perspectiva construccionista entiende que la
escucha activa, o como dice Anderson (2001) “escuchar para oír” lo que el
consultante tiene que decirnos, es la base de la intervención del terapeuta y lo que
permite que se ponga en marcha la capacidad transformativa del diálogo.
puente entre los dominios del problema y las soluciones son las preguntas que
formula el terapeuta. Lo interesante de esta cuestión es que la investigación sobre
la construcción de preguntas terminó aportando mucha información sobre cómo los
consultantes construían sus propias soluciones. Muchas de estas preguntas se
convirtieron en verdaderas fórmulas y de paso se erigieron en las señas de identidad
de la terapia.
La triada construcción de la queja/pregunta/solución es, tal y como lo expone
De Shazer (1986), un modelo destacadamente empírico. En realidad, todo el
proceso podría haber sido estandarizado mediante herramientas de medida, entran-
do así la TBCS a formar parte del grupo de las llamadas terapias basadas en la
evidencia. Sin embargo, los objetivos abiertamente pragmáticos del grupo de
Milwaukee junto a los presupuestos epistemológicos, que priorizaban otros valores
por delante de los puramente empíricos, impidieron que se abordase tal proyecto.
Sin embargo, si estudiamos más detenidamente la función que cumplen las
preguntas en la construcción de soluciones, veremos que ésta se enmarca dentro una
perspectiva relacional y no empírica.
La TBCS entiende que cada problema está sometido a un encuadre que actúa
como filtro y determina qué significados son atribuidos al problema y cuáles no. Es
mediante el diálogo colaborativo entre consultante y terapeuta como se puede
abordar, y en su caso poner en duda, la validez de tal encuadre. Este cuestionamiento
abre el acceso a significados alternativos a partir de los que la persona crea sus
propias soluciones o re-conoce las que ya tenía disponibles. De Shazer considera
esto una labor importante del terapeuta, y las preguntas centradas en soluciones son
una herramienta concebida para ello (De Shazer, 1986).
Pero la intervención del terapeuta va más allá del arte de formular preguntas.
El enfoque relacional invita a un despliegue de libertad en la intervención, animado
por el valor heurístico del modelo. Desde un enfoque colaborativo, el terapeuta
puede expresar abiertamente su punto de vista porque no lo impone, o modificarlo
según avanza la terapia como resultado de su propia comprensión. Esto muestra la
paridad de la relación que comparten terapeuta y consultante, aunque evidentemen-
te participen en ella desde un lugar diferente.
Este enfoque se apoya implícitamente en la asunción de que la intervención del
terapeuta en ningún caso puede ser no-directiva o neutral respecto al discurso del
consultante, que interactuar es influir y que, por lo tanto, la única alternativa posible
es ser consciente de ello y plantearse la manera más respetuosa de hacerlo (Bavelas,
McGee, Phillips y Routledge, 2000). Desde una posición colaborativa, el terapeuta
de la TBCS formula sus intervenciones desde la intersección de su preparación
personal como terapeuta y su inescapable subjetividad como persona, pues de otra
manera el enfoque interpersonal de la comunicación quedaría dañado.
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Aceptar que tenemos que hacer cambios mínimos para alcanzar nuestras metas
es desafiar la narrativa negativista y centrada en el diagnóstico o en el problema, y
reconocer implícitamente que tal vez seamos mucho mejor de lo que creemos. Que
no debemos distanciarnos mucho de lo que somos para volver a sentirnos felices y
que la perspectiva de los grandes cambios conlleva una elevada carga de desamor
alojada en la propia aspiración de cambiar.
la solución puede perfectamente estar y encontrarse fuera del problema, tener una
existencia independiente que puede no estar vinculada al problema en absoluto, y
es por tanto el punto del horizonte al que debemos dirigirnos (De Shazer, 1986) sin
tener que pasar por ninguna ruta predeterminada.
Hay que decir que este proceso de ajuste puede tener lugar a lo largo de toda
la terapia o durante una sola sesión y que las posiciones respectivas pueden cambiar
en la medida en que se transforman los lenguajes con el único límite que imponga
la rigidez de sus criterios, llámeselas creencias, convicciones o conocimiento. La
TBCS se basa, por lo tanto, en un desplazamiento hacia el cuadrante de las
soluciones, pero mediante un proceso paulatino de ajuste (Beyebach, 2006).
Si la persona está más centrada en el problema, lo tiene muy elaborado, ha
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intentado soluciones sin resultado y se identifica mucho con él, tal vez necesite más
tiempo para cambiar hacia una perspectiva centrada en soluciones y, por lo tanto,
el terapeuta necesite establecer una relación de confianza más estrecha que permita
conducirlo hacia la búsqueda de soluciones sin mucho sobresalto. En el otro polo,
la persona puede estar buscando ya una solución y las aportaciones del terapeuta
encajar perfectamente en sus expectativas.
Como decíamos anteriormente, la TBCS contempla las soluciones que ya
están recogidas en el discurso del cliente, muchas veces desconectadas o no
reconocidas, de manera que la misión del terapeuta es destacar la solución sobre el
fondo de la narración del problema. Prestando atención a la solución, a ser posible
sin añadir nada más, el problema cederá su protagonismo funcional. Centrarnos en
el problema no lleva sino a diferir la solución o incluso a eludirla (Bannink, 2010).
De la misma manera que pensamos que la solución está implícita en el problema,
la TBCS opinaría justo lo contrario, que el problema está implícito en la solución
y que por lo tanto no hay que entenderlo sino desde ésta.
Discusión y conclusiones
El presente artículo expone un modelo para la terapia centrada en soluciones
elaborado desde una perspectiva construccionista. Desde sus inicios, la TBCS ha
generado una extensa literatura dedicada a operativizar los principios inspiradores
de esta terapia hasta el punto de correr el riesgo de ocultarlos detrás de sus propias
herramientas terapéuticas. Si bien esta tendencia ha cumplido una de las finalidades
de la TBCS, a saber, encontrar fórmulas para ayudar a las personas, también puede
terminar abandonándola en la superficie de su propio modelo. Que los principios no
sean olvidados es una garantía de renovación constante y de no reducirse a un
manual de recursos para terapeutas nóveles, por mucho que, dicho sea de paso,
tenga mucha utilidad. Al describir el modelo hemos tenido en cuenta las principales
acciones que tienen lugar en la sesión de terapia, ya que de esta manera pretendemos
subrayar el sentido de nuestras intervenciones. La reflexión sobre cada elemento no
termina aquí, sino que remite a un debate más amplio en torno a aspectos comunes
a las diferentes prácticas psicoterapéuticas. Por nuestra parte, aportamos un diseño
de modelo de ajuste en la relación entre consultante y terapeuta a partir del continuo
problema–solución, dada la importancia que centrarse en las soluciones tiene para
este enfoque.
Es importante señalar que, aunque se trata de un modelo cognoscitivo, hay que
entenderlo desde la perspectiva construccionista. Es el propio lector quien añadien-
do sus propios significados podrá completar los contenidos que faltan, remitiéndose
a su propia experiencia terapéutica en su dimensión más personal. Por ello, invita
a salir por un momento de la protección del propio marco teórico y analizar la
realidad del hecho relacional en sí mismo. En este sentido, implícitamente formula
la pregunta de cuáles son los verdaderos saberes del terapeuta si abandona su
posición de experto mientras atiende las demandas de su consultante. Observamos
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que una y otra vez estos saberes se van revistiendo de nuevas formas de conocimien-
to que reavivan las viejas jerarquías y tienden a alejarnos de nuestro punto de
partida. Con la vista puesta en nuevas investigaciones, contemplamos la cuestión
del diálogo que el terapeuta sostiene consigo mismo mientras mantiene el diálogo
con su consultante, como terreno prometedor para el descubrimiento de claves que
ayuden a regular el proceso terapéutico.
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