Descartes 2 Bachillerato Aragón

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Contexto de Descartes

Descartes nació en el 1596, etapa en la cual se caracteriza por los numerosos cambios que
hacen tambalearse lo que hasta entonces se consideraba cierto y seguro.

Se produce una crisis política con la Guerra de los Treinta Años. Esta guerra no solo provoca
una crisis política, sino también, una crisis social y demográfica que crea una preocupación de
fugacidad vital, la cual Descartes vive de muy cerca.

La crisis religiosa hace que se comience a dudar de la autoridad eclesiástica, que había sido
uno de los pilares de la Edad Media. Aunque, ya se había empezado a poner en duda con la
revolución científica que tiene una gran influencia en las posturas filosóficas de este siglo. Se
propone la separación de fe y razón, pues la razón no puede llegar a conocer a Dios.

Otro de los grandes cambios es el giro antropocéntrico, es decir, se rompe con el


teocentrismo. Esto influye en la concepción del método cartesiano que deduce la realidad a
partir del conocimiento del yo.

Solo se mantienen las demostraciones matemáticas, que impulsan cualquier ciencia a la que


se apliquen. Esto hace al racionalismo tomarlas como modelo de conocimiento.

Finalmente, El método hipotético-deductivo de Galileo defiende la matematización del


mundo. Esto será una referencia para Descartes.

El método cartesiano
Renato Descartes, padre de la filosofía moderna, todo su pensamiento está marcado por la
búsqueda incesante de la certeza. Esto es clave, el criterio de verdad para Descartes es la
certeza, el conocimiento subjetivo. De tal modo que, si hay algo de lo que pueda tener la más
mínima duda, es mejor rechazarlo y tenerlo como falso. En este punto, Descartes está muy
influenciado por el esplendor del nuevo método científico y en especial por la rigurosidad de
las matemáticas, que dan resultados exactos, precisos e indudables.

Por el contrario, le decepcionan los filósofos que nunca consiguen ponerse de acuerdo en
nada, con el resultado de que la filosofía no avanza y siempre está en el mismo sitio.

Por esto propone que la filosofía tiene que cambiar de método, y adoptar un método que sea
igual de riguroso que el de las matemáticas. Y en este nuevo método de conocimiento va
cobrando un papel muy importante la duda.

Sólo dudando de todo, al menos una vez en la vida, se puede llegar a alcanzar alguna verdad –
dice Descartes. Sólo a través de la duda como método podríamos llegar a establecer las bases
indiscutibles de la filosofía y llegar a fundamentar el conocimiento de una manera sólida y
segura.

La duda, curiosamente, es un método, un camino para llegar a la certeza. (duda metódica, no


escéptica)

Este método tendrá cuatro reglas:

1. Regla de la evidencia: no aceptar nunca nada como verdadero a menos que esté
completamente convencido de que lo es. En el fondo, se trata de evitar la
precipitación en el juicio hasta conseguir la evidencia. El criterio de verdad es la
evidencia o, como Descartes lo dice, la claridad y la distinción. Se trata, por tanto, de
buscar ideas que sean claras y distintas.

2. Regla del análisis: Dividir los problemas en tantas partes como sea posible y necesario,
es decir, dividir lo complejo en lo simple precisamente con el objetivo de llegar a estas
ideas básicas que sean claras y distintas y que no puedan ser tomadas más que por
verdaderas.

3. Reglas de la síntesis (reorganización): Una vez he llegado a lo más simple tengo que
conducir con orden mi pensamiento e ir ascendiendo hasta llegar a lo más complejo.
Se trata de ir trasladando la evidencia de lo simple, de lo claro y distinto, hasta lo
complejo, por medio de cuidadosos pasos lógicos y racionales, hasta conseguir
clarificar y evidenciar lo complejo.

4. Regla de la enumeración: Ir repitiendo y revisando todos los pasos que se han dado
hasta que esté completamente seguro de que no me he dejado nada.

El texto más importante de Descartes son las seis Meditaciones Metafísicas, donde despliega,
paso a paso, este nuevo método de conocimiento.

Aplicación del método cartesiano (duda hiperbólica)


Descartes aplica su método en primer lugar a la filosofía por ello, pone en duda todo el
conocimiento que no sea totalmente evidente. Se ve una clara exigencia del método, es decir,
no dar nada por verdadero mientras exista la más mínima duda, ya que quiere hallarles una
base evidente a los conocimientos recibidos.

Descartes va desgranando todos los conocimientos certeros, pero que pueden ser objeto de
duda:

1. Los sentidos: los sentidos nos engañan (por ejemplo: pajita rota dentro de un vaso con
agua o confundirse de persona) y no disponemos de un criterio que nos diga cuando
los sentidos nos engañan y cuando no, es decir, los sentidos no nos engañan siempre,
pero con que nos engañen una vez ya es suficiente para dudar de ellos.

2. La existencia de un mundo externo: hay una realidad externa a la mente, pero lo que
no sabemos es cual es esa realidad ya que cuando soñamos aparecen cosas que
parecen igual de reales que cuando estamos despiertos, como si estuviéramos en un
estado de vigilia. Por ello, no existe un criterio de distinción evidente.

3. Las verdades matemáticas: estas verdades son independientes a la sensibilidad, por


ello, podrían ser un fundamento para la verdad y permitirían obtener seguridad en el
conocimiento ya que 2+2=4 o los triángulos siempre tienen tres lados, es decir, nadie
duda de las matemáticas ya que dan por hecho que son así. Esto, Descartes lo pone en
duda, por ejemplo, ¿y si hay alguien que me está engañando y 2+2=5, pero yo doy por
evidente que son 4? Para ello, propone en las Meditaciones Metafísicas la hipótesis de
un genio maligno que nos engaña.

Primera meditación
Descartes se propone dudar de todas sus opiniones antiguas y empezar absolutamente de cero
hasta encontrar una verdad indudable sobre la que fundamentar el conocimiento entero. Con
este objetivo se aparta del mundo y se aparta de todos, se recluye en una habitación y se
confía sólo a su pensamiento. Por cierto, en el original en latín opiniones antiguas se dice
«vetus opinio», En lo que respecta a resultados la primera meditación es un fiasco total.
Descartes no encuentra aquello que iba buscando, no encuentra ninguna verdad indudable.

Empieza dudando del conocimiento de los sentidos y se da cuenta de que es que no se puede
fiar de ellos. Los sentidos ya le han engañado alguna vez, como cuando mete un palo recto
dentro del agua y parece que está roto; o cuando ve a Pedro a lo lejos, se acerca y resulta que
era Juana.

Por otro lado, tampoco hay un criterio absolutamente indudable con el que distinguir cuándo
estoy soñando de cuándo estoy despierto (estado de vigilia), porque desde luego hay muchos
sueños que cuando los tengo me parecen muy reales.

Así que los sentidos no pasan el examen de la duda y con ellos se va a la basura el mundo
entero, porque no puedo estar seguro de que el mundo que me muestran los sentidos
realmente exista.

Pero al menos de las verdades matemáticas parece que uno puede estar seguro, ¿verdad? O
sea, 2 + 2 siempre va a ser 4. Pero descartes dice "Hmmm...podría ser que existiera un genio
maligno que me engañará y me hiciera creer que dos más dos son cuatro cuando en realidad
son cinco". Así que tampoco puedo estar absolutamente seguro de las verdades matemáticas.

Si antes estábamos ante la duda metódica, ante la duda que se utiliza como método, esto de
ahora es lo que se llama la duda hiperbólica, porque Descartes lleva la duda a su extremo, a su
exageración.

Vamos, que acaba esta primera meditación y no está seguro ni de que su madre le quiera.

Segunda meditación.
Se produce el gran descubrimiento: Descartes se topa con una verdad Indubitable.

Por mucho que exista un genio maligno, no me puede engañar respecto de mi duda, es decir,
si yo dudo estoy seguro de que dudo, nadie me puede engañar de eso, pero además si yo dudo
eso es que pienso y, además, si pienso existo. (Cogito sum.)

"Yo existo" se rige como la primera verdad indudable, el primer principio de la nueva filosofía.

Y yo existo precisamente como cosa pensante, como o «res cogita» para los amigos.

Vale, muy bien, yo existo, pero ¿qué soy? Una cosa que piensa. Esto es importante, ¿eh? Sólo
soy, de momento, una cosa que piensa porque el cuerpo Descartes lo ha desechado con todo
el mundo sensible; yo no puedo estar seguro de que mi cuerpo exista sólo estoy seguro de que
yo existo como cosa que piensa. Y aquí empieza la radical distinción entre alma, o yo, y cuerpo
que será la base del dualismo cartesiano.

Más cosas, yo existo, pero... ¿y los demás? Pues no lo sé. Sólo sé, sólo estoy seguro de que yo,
si pienso, existo. Al menos cuando pienso, claro.

Ahora en serio, la intermitencia del cogito es un problema que Descartes no resuelve todavía
en esta meditación, porque el cogito sólo existe cuando piensa. Cuando no piensa... no sé si
existe. Sólo cuando demuestre, en las meditaciones posteriores, la existencia de Dios podrá
afirmar que yo existo también cuando no pienso, cuando yo duermo, por ejemplo, porque
Dios, que me piensa, me mantiene, me sostiene, en la existencia.
En fin, en la segunda meditación descubro que yo existo pero todavía no sé si existe nada fuera
de mí. Es decir, estoy solo, radicalmente solo. Por eso hay que seguir caminando.

Dualismo antropológico
Después de aplicar el proceso de duda metódica descartes llega el descubrimiento de una
verdad que es indubitable que se le presenta con absoluta certeza y total evidencia: el cogito
ergo sum, es decir, pienso luego existo, pero esto lo único que demuestra es la existencia del
pensamiento.
El cuerpo al ser percibido por los sentidos, que a veces puedan resultar engañosos, podría o
no podría existir. En cambio, el pensamiento es conocido a través de la razón y no puedo dudar
de ella. Según Descartes no puede ser lo mismo de lo que dudo y lo que es imposible dudar.
Por ello, cuerpo y alma son dos realidades separadas. En conclusión, hay un dualismo
antropológico.
La diferencia dualista con respecto a Platón es que Descartes va a sostener que solo es
pensamiento, no es el principio de la vida. El cuerpo es mecánico como el funcionamiento de
un reloj, pero el alma es propia de los seres humanos, ya que, por ejemplo, un perro no se
puede verificar que piense, pues no existe. Por ello, el alma se ocupa de pensar, pero también
del entendimiento, la voluntad y la imaginación.
Aun así, cree que tiene que haber algún tipo de relación entre ellos ya que están coordinados.
Por ello, llega a la conclusión de que el alma influye en el cuerpo a través de la voluntad y el
cuerpo le transmite las sensaciones y la información sensorial.
En el Tratado del ser humano, explica la relación de cuerpo y alma, pero de una manera que las
dos realidades siguen separadas, es decir, el alma está ubicada en la glándula pineal y desde
ahí mueve a los espíritus animales que son cuerpos pequeños que transmiten la información al
resto del cuerpo y viceversa. Es como una nave que necesita un piloto y que sin él no puede
navegar. Aunque el piloto no es parte de la nave, ni la nave del piloto. El ser humano comparte
cuerpo y el pensamiento que son dos sustancias diferentes, pero unidas en un cuerpo.

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