Bachelard Psic. Poesia
Bachelard Psic. Poesia
Bachelard Psic. Poesia
Hay bellezas específicas que nacen del lenguaje, a través del lenguaje, por el
lenguaje. Pensándolo bien, el estudio sistemático de la imaginación literaria
tiene para nosotros una ventaja: la de que, al reducir nuestro problema, lo
hemos precisado. Estamos, por cierto, frente a una imaginación ofrecida con
toda sencillez, en la más simple de las intimidades, la de un libro y su lector.
La imaginación literaria es el objeto estético que ofrece el literato amigo de
los libros. La imagen poética puede caracterizarse como un vinculo directo de
un alma otra, como un contacto de dos seres felices de hablar y de oir, en esa
renovación del lenguaje que es una palabra nueva.
La imagen literaria debe ser ingenua. Tiene, de este modo, la gloria de ser
efímera, piscológicamente efímera. Renueva el lenguaje embelleciéndolo. Al
leer a los poetas uno se adhiere a ese embellecimiento del lenguaje, a falta de
tener el placer de crearlo.
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esta imagen ocmo una exaltación psíquica particular, como una metamorfosis
del ser de la Palabra. Una filosofía del Reino poético debería pues sugerir una
doble elevación del ser: por encima de la realidad ususal de los objetos, y por
encima de la realidad psicológica de lo vivido de la realidad ordinaria.
Por otra parte, ¿quién vive su vida, quién vive la vida natural en su amplitud y
su diversidad? La vida natural se vive en nosotros sin nosotros. Si se la vive
bien, la consecuencia es que se la expresa mal. En nosotros la vida no es un
objeto que podemos asir en todo momento. No es una unidad de ser que puede
determinarse en un estar-ahí. El ser humano es una colmena de seres. Son los
pensamientos lejanos, las imágenes alocadas los que hace la miel del ser, la
sustanica de la vida poética. La vida de un hombre no tiene un centro. ¿En qué
perifería se anima la vida? Y puesto que se anima sobre todo al expresarse,
hacia qué imagen, en qué poemas encuentra el ser su verdadera vida, la vida
excesiva? El ser humano jamás estar fijo, jamás está ahí, jamás vive en el
tiempo en que los otros lo ven vivir, donde él mismo dice a los otros que vive.
No puede tomarse la vida como una masa que avanza en una oleada y arrastra
todo el ser en un devenir general del ser. A menudo, casi siempre, somos seres
estancados sacudidos por remolinos. ¿Dónde está la dirección del movimiento
de la vida en nosotros? Bergson no tuvo dificultad en demostrar que en una
experiencia de lo vivido el cronómetro es un instrumento inútil y engañoso. El
cronómetro es el tiempo de los otros, el tiempo de un "otro tiempo" que no
puede medir nuestra duración. ¿Pero acaso no somos nosotros la gavilla mal
ligada de un millar de otros tiempos? Los "tiempos" entonces abundan en
nosotros sin encontrar la cadencia que regularía nuestra duración. ¿Dónde está
el tiempo que marcaría de una manera muy fuerte la dinámica de nuestro ser,
los múltiples dinamismos de nuestro ser? Basta con cambiar de imágenes para
cambiar de tiempos. En el reino del fuego, somos una hoguera de seres. En
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nuestro fuego que nos da energía y vida, ¿dónde está el tiempo principal? ¿Es
acaso el tiempo de la ceniza que mantiene al abrigo al fuego de mañana?
Las objeciones que creo poder dirigir, en un corto prefacio, a ciertos juicios de
los psicoanalistas relativos a la piscología del lenguaje no se dirigen
naturalmente a los principios del psicoanálisis. Las obras de Freud, tanto las
pequeñas como las grandes, tiene para mí una tonalidad inaugural que debe
convercernos de que no se puede ingresar en los estudios psicológicos sin una
profunda reforma de los métodos de observación. La introducción de un valor
nuevo en el lenguaje - que este valor sea una claridad de pensamiento, una
bella imagen o un dicho ingenioso es como el comienzo de la palabra-, cuyo
rol en una ética del psiquismo debería señalar la filosofía.
Querría mostrar que, en pirmer lugar que los seguidores de Freud no abordan
verdaderamente la estética del lenguaje y, luego, que la estética del lenguaje
cumple un rol útil para la salud psíquica.
Centro todo mi debate de una sublimación absoluta. Los poetas, dice Patrice
de La Tour du Pin, encuentran "su base elevándose". Esta base es el umbral
mismo de la sublimación absoluta. Ya he propuesto esta noción en mis obras
anteriores.
Una filosofía completa del lenguaje debería, pues, unir las enseñanzas del
psicoanálisis y de la fenomenología. Sería entonces menester añadir al psico-
análisis un poético-análisis donde se pondrían en orden las aventuras del
lenguaje, donde se daría libre curso a todos los medios, a todos los talentos de
expresión.
Nihilismo y temporalidad
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El camino de la servidumbre
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