MESOAMERICA

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Mesoamérica

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No debe confundirse con Región mesoamericana.

Mosaico de diversos rasgos característicos de Mesoamérica.

Ubicación de Mesoamérica en el continente.


Historia de México
México prehispánico
Etapa lítica
Aridoamérica, Oasisamérica y Mesoamérica
México español
Conquista de México (1519-¿?)
México virreinal (1535-1821)
México independista (1810-1821)
México independiente
Primer Imperio (1821-1824)
Primera República Federal (1824-1835)
República Centralista (1835-1846)
Segunda República Federal (1846-1863)
Segundo Imperio (1863-1867)
República Restaurada (1867-1876)
Porfiriato (1876-1911)
México Revolucionario (1910-c. 1917-21)
México Posrevolucionario (ut supra.-1940)
México Contemporáneo (desde 1940)
Mesoamérica (en griego: μέσος [mesos] ‘intermedio’) es la región cultural del
continente americano que comprende la mitad meridional de México, los territorios
de Guatemala, El Salvador, Belice, Honduras, el occidente de Nicaragua y Costa
Rica. En el periodo precolombino fue conocido por formar parte de las grandes
civilizaciones. No debe confundirse con la región mesoamericana, concepto acuñado
para denominar una región geoeconómica por organizaciones internacionales tales
como la OCDE.1 Mesoamérica, como se expone en este artículo, es un área definida
por la cultura. Esta región vio el desarrollo de una civilización indígena en el
marco de un mosaico de gran diversidad étnica o lingüística. La unidad cultural de
los pueblos mesoamericanos se refleja en varios rasgos que Paul Kirchhoff definió
en 1968 como el complejo mesoamericano.23

La definición de lo que se acepta como mesoamericano es objeto de discusión entre


los estudiosos de esta civilización; sin embargo, con frecuencia se menciona en el
inventario la base agrícola de la economía, como la domesticación de cacao, maíz,
frijoles, tomate, aguacate, vainilla, calabaza y chile, así como el pavo y el
perro, el uso de dos calendarios (ritual de 260 días y civil de 365), los
sacrificios humanos como parte de las expresiones religiosas, la tecnología lítica
y la ausencia de metalurgia, entre otros. En su momento, la definición del complejo
mesoamericano sirvió para distinguir a los pueblos mesoamericanos de sus vecinos
del norte y el sur.

El desarrollo de Mesoamérica se extendió por varios milenios. Los especialistas


discuten sobre la época que puede considerarse el «inicio» de la civilización
mesoamericana. De acuerdo con algunas posturas, el hito inicial consiste en el
desarrollo de la alfarería. Otros consideran que el primer complejo mesoamericano
se desarrolla entre los siglos XV y XII a. C., período contemporáneo a la cultura
olmeca. No obstante, ya hay una transformación importante del ambiente natural a
través de la agricultura desde la época geológica del Holoceno, hace más de 7000
años.4

A lo largo de su historia, los pueblos mesoamericanos construyeron una cultura que


cuyas expresiones hablan de elementos compartidos por varios pueblos y rasgos que
los distingan entre sí. En la medida que avanzó el proceso civilizatorio, algunos
rasgos se homogeneizaron por el contacto interétnico y otros adquirieron
especificidad en ciertos contextos. Este proceso fue continuo y perduró hasta la
colonización española.

Muy importante fue la presencia de teólogos dominicos que afirmaron los derechos de
los nativos y difundieron el conocimiento del misterio pascual.5Algunos autores
emplean indistintamente los nombres nahuas para describir objetos y conceptos
originales de Mesoamérica,6 y otros destacan las diferencias entre los pueblos de
la región.7

La mayor parte de los pueblos mesoamericanos hablaron lenguas pertenecientes a las


siguientes familias lingüísticas: otomangueana, mayense, mixezoqueana, totonacana y
utoazteca.

Otras lenguas están aisladas o no pudieron ser clasificadas porque desaparecieron


en el proceso de castellanización que comenzó con la colonización española y
continúa hasta la fecha.

Este mosaico de lenguas y etnias estuvo presente durante la época prehispánica y


tiene su correlato en las numerosas culturas indígenas que se desarrollaron en
diversas zonas y tiempos de Mesoamérica, entre las cuales las más estudiadas han
sido:

La mexica, la maya, la teotihuacana, la zapoteca, la mixteca, la olmeca o la


purépecha.

A pesar de la concentración de estudios que se han dado en el caso de esas


importantes culturas, Mesoamérica fue escenario de muchos pueblos, algunos de los
cuales han apenas comenzado a ser investigados a partir de excavaciones recientes.
Inventaron un sistema de escritura pero no tan avanzado como los mayas.

Índice
1 Origen de la palabra "Mesoamérica"
2 Definición de Mesoamérica
3 Geografía
3.1 La dimensión histórica de la geografía mesoamericana
3.2 Rasgos geográficos de Mesoamérica
3.2.1 Las tierras bajas
3.2.2 Las tierras altas
4 Áreas culturales
4.1 Centro de México
4.2 Área maya
4.3 Oaxaca
4.4 Guerrero
4.5 Occidente de México
4.6 Norte de México
4.7 Centroamérica
5 Los mesoamericanos
5.1 Pueblos de habla otomangueana
5.2 Pueblos de habla maya
6 Agricultura
6.1 El maíz
7 Características de la civilización mesoamericana
7.1 Calendario de 260 días
7.2 Escritura glífica
7.3 Ofrendas a la Tierra
7.4 Sacrificios humanos
7.5 Politeísmo
7.6 Sistema dualista de pensamiento
7.6.1 Nahualismo
7.6.2 Juego de pelota
7.7 Medicina
7.8 Matemáticas
7.9 Astronomía
7.10 Espacio-tiempo simbólico
7.11 Territorio y centros ceremoniales
7.12 Viaje al más allá
7.13 Arte político-religioso
8 Cronología
9 Historia
9.1 Período Preclásico
9.1.1 Olmecas
9.2 Período Clásico
9.2.1 Teotihuacan
9.3 Mayas del Clásico
9.4 Periodo Epiclásico
9.5 Período Posclásico
9.5.1 Mexicas
10 Aportaciones
11 Véase también
12 Notas y referencias
13 Bibliografía
14 Enlaces externos
Origen de la palabra "Mesoamérica"
Mesoamérica significa "América media". Este término se propuso para referirse a un
espacio cultural que abarca desde la parte meridional de México hasta Costa Rica,
el cual se diferencia de otras regiones por la forma de vida de sus pobladores, su
clima y su geografía. Mesoamérica es un espacio de climas y paisajes variados, como
valles, bosques, costas, pantanos y selvas.

Sus tierras son húmedas y fértiles, adecuadas para la agricultura, además hay
numerosos lagos y ríos. Aún con esa diversidad, los habitantes de la región tenían
ciertas características en común, por ejemplo, sus sociedades se organizaban en
grupos con diferentes funciones e importancia. Por una parte los gobernantes,
divididos en jefes religiosos y militares, y, por otra, artesanos y campesinos.

Esta división social se manifestó en los palacios, templos, habitaciones y espacios


urbanos en los que los gobernantes vivían. Su dieta constaba de maíz, frijol,
chile, calabaza, aguacate y cacao. Hicieron importantes obras para controlar y
aprovechar el agua de lluvia, ríos y lagos. Su religión era politeísta tenían
creencias religiosas que combinaban con conocimientos de astronomía, matemáticas,
ingeniería, arte, escritura y medicina. Además destacan los basamentos escalonados
y edificaciones que construyeron en las ciudades para el ritual de juego de pelota.
Inventaron un sistema de numeración con base vigesimal y su escritura era
ideográfica, es decir, dibujaban símbolos que representaban ideas. Se regían por
dos calendarios diferentes: el de 365 días para las actividades agrícolas y el de
260 para sus creencias religiosas. Con sus mitos intentaron explicar la complejidad
del mundo natural y el humano, tratando de preservar la armonía entre ambos.

Definición de Mesoamérica

Mapa de Mesoamérica.
Desde que creció el interés por las culturas indígenas de América Central y México,
los especialistas se enfrentaron al problema de interpretar los datos disponibles
sobre los pueblos indígenas. Los importantes avances en las investigaciones
arqueológicas en el centro de México —particularmente en Oaxaca, donde Alfonso Caso
encabezaba las excavaciones en Monte Albán— y en el área maya —con el equipo de
Ricketson investigando Uaxactún— mostraban que entre esas regiones, consideradas
ajenas entre sí hasta la década de 1940, había grandes coincidencias culturales que
requerían una explicación.8

Alfred Kroeber introdujo en 1939 el concepto de áreas culturales9 para abordar la


presencia de rasgos culturales parecidos en pueblos diversos étnicamente y
separados relativamente en la geografía de una misma región. En la obra Cultural
and natural areas of native North America, Kroeber propuso que el norte de América
Central y los territorios de los pueblos agrícolas de México constituyeran una área
cultural,10 pero su propuesta no pareció tener eco en los círculos arqueológicos.
En 1943 Paul Kirchhoff dio a conocer su artículo Mesoamérica, en el que
problematizó la unidad cultural de la zona maya y el centro de México. En su texto,
Kirchhoff delineó un conjunto de rasgos cuya presencia era significativa en los
pueblos del norte de América Central y el centro y sur de México, mismos que los
distinguieran de otras culturas americanas. Kirchhoff decía que el límite norte de
Mesoamérica era la región comprendida entre el río Sinaloa, la sierra Madre
Occidental, las cuencas de los ríos Lerma y Panuco y el límite sur sería la línea
entre la desembocadura del río Motagua y el golfo de Nicoya, en Costa Rica.

Los límites son flexibles, lo que signifique que dependa sobre el aumento o
disminución de recursos por temporadas. Mesoamérica tiene una superficie de 1 000
218 km². Este conjunto de rasgos culturales incluía el sedentarismo, el uso del
bastón plantador/cortador, el cultivo del maíz (la milpa) y su nixtamalización, la
práctica del juego de pelota, el sistema de numeración con base vigesimal, el uso
del calendario ritual de 260 días, la práctica de varios tipos de sacrificios
humanos y el sistema de escritura pictográfica. En posteriores trabajos, Kirchhoff
se mostró «decepcionado» del recibimiento poco crítico que tuvo el término
Mesoamérica en los círculos arqueológicos y lamentaba que no hubiera tenido lugar
un provechoso debate sobre la pertinencia del concepto.11

A pesar de este recibimiento de su propuesta, los avances de la arqueología de los


pueblos mesoamericanos han puesto en relieve algunas debilidades de la definición
de Mesoamérica presentada originalmente por Kirchhoff. Uno de los primeros
señalamientos es su énfasis historicista y culturalista, que pretende definir la
civilización mesoamericana como un conjunto de elementos desarticulados que tienden
a la identificación de la cultura con el grupo étnico y la comunidad lingüística.12
En las décadas siguientes se han desarrollado nuevos enfoques para abordar la
civilización de los pueblos precolombinos de la América media.

Entre otras cosas, esto incluye la revisión de la cronología indígena.13

Geografía

Paisaje de Puebla, en las tierras altas mesoamericanas.


La dimensión histórica de la geografía mesoamericana
Para comprender la geografía de Mesoamérica hay que situarla en una dimensión
diacrónica, es decir, como una realidad dinámica. Hay que enfatizar que Mesoamérica
es una civilización compartida por pueblos de diverso origen étnico y que, a
diferencia de otras civilizaciones como el Antiguo Egipto o Mesopotamia, los
pueblos que compartieron la civilización mesoamericana no constituyeron nunca una
unidad política. Las fronteras de Mesoamérica corresponden a los territorios de
aquellos pueblos que formaron parte de la esfera de la civilización mesoamericana,
que comparte una cultura cuyas características se abordan más abajo. Los confines
de Mesoamérica tampoco corresponden con los límites de ningún país moderno. Después
de la conquista española, los pueblos mesoamericanos quedaron incorporados al
virreinato de la Nueva España, pero este dominio de la corona española incluyó
también a otros grupos de culturas diferentes tales como los oasisamericanos, los
nómadas de Aridoamérica y los pueblos de la baja América Central.
Mesoamérica ocupa una porción del continente americano entre el océano Pacífico al
oeste; y el mar Caribe y el golfo de México al norte y al oriente. Sus límites
septentrionales son menos claros, con excepción de aquellos dados por la península
de Yucatán. En su época de mayor avance dentro del continente, hacia el norte, los
territorios de la mesoamericanidad incluyeron la sierra Madre Occidental de Durango
y Zacatecas, la sierra Gorda, el Tunal Grande y la sierra de Tamaulipas. Esto
ocurrió durante el período Clásico. Ese avance hacia el norte fue favorecido por
condiciones climatológicas que permitieron la agricultura y la concentración
urbana; el contexto climático actuó en conjunto con la creciente importancia de las
rutas de intercambio entre Oasisamérica y Mesoamérica que atravesaban las zonas del
centro de México señaladas antes. Prolongadas sequías y crisis políticas
arrastraron a las sociedades del norte de Mesoamérica y la región fue abandonada y
ocupada nuevamente por nómadas aridoamericanos alrededor del siglo VIII d. C.14

Por otro lado, el límite sur y oriental de Mesoamérica fue más o menos estable. Sin
embargo, algunas manifestaciones de los pueblos de la zona se alejaron de las
pautas mesoamericanas durante el Preclásico Tardío y el Clásico Temprano (ss. IV a.
C.-VII a. C.), de modo que durante esta época la región de Centroamérica se alejó
de la esfera cultural de la América Media. Al terminar esta etapa, los lazos con
las culturas mesoamericanas se restablecieron y fueron reforzados por las
migraciones de grupos otomangueanos (chorotegas y mangues) y uto-aztecas (pipiles y
nicaraos).15

Rasgos geográficos de Mesoamérica


Mesoamérica se encuentra aproximadamente entre los paralelos 10° N y 22° N. Es un
territorio de gran diversidad topográfica y ecológica. Su topografía es diversa
porque la conforman varias cadenas montañosas y nudos que forman parte del Cinturón
de Fuego del Pacífico. Por otro lado cuando se adentra hacia el norte de las
tierras altas, en la península yucateca, desaparecen las serranías y decrece la
altitud hasta convertirse el territorio en una planicie calcárea que en su extremo
más septentrional se caracteriza por sus selvas bajas y clima caluroso. Todo esto
es un factor elemental para comprender la geografía de Mesoamérica, porque
introduce un factor de diversidad notable. Por eso, aunque Mesoamérica en lo
general se encuentra en la zona tropical y subtropical, alberga grandes contrastes
climáticos.

Las tierras bajas

Playa en la isla de Utila, en la costa atlántica de Honduras.

Humedal de La Tovara (Nayarit), en el Pacífico mexicano.


Las tierras bajas mesoamericanas comprenden aquellas regiones por debajo de 1000 m
s. n. m.16 Se trata en general de las llanuras costeras y los piedemontes de las
montañas que bajan al litoral. Se caracterizan por su temperatura cálida, aunque
otras condiciones geográficas puedan variar. En lo general la fachada atlántica
posee una humedad mayor y una vegetación más exuberante que la costa del Pacífico.
En las estribaciones de la Sierra Madre Oriental los regímenes de lluvia son
elevados y los ríos que bajan al golfo de México en vertientes pronunciadas
denominadas aluviones se desbordan con frecuencia, como la llanura tabasqueña, una
extensa planicie de aluvión en donde se localiza la cuenca hidrológica más
importante de México formada por los ríos Grijalva y Usumacinta. En la misma
situación se encuentra la sierra de los Tuxtlas, en el centro del actual estado de
Veracruz (México). La península de Yucatán — que es una gran planicie calcárea a
poca altura sobre el nivel del mar — comparte con Honduras una temporada de lluvias
con mayores precipitaciones entre mayo y diciembre. El agua es tan abundante en la
vertiente atlántica mesoamericana que los humedales fueron una parte importante del
paisaje hasta que comenzaron a ser devastados por la acción humana. Los pantanos de
Centla en Tabasco, son una muestra, aunque no única, de los ecosistemas nativos de
las costas atlánticas de la región.

Los huracanes golpean las costas de Mesoamérica cada año. La temperatura no


presenta contrastes considerables, es cálida durante todo el año y la diferencia
entre temperaturas máximas y mínimas es relativamente pequeña.

El océano Pacífico baña las costas occidentales de Mesoamérica. A diferencia de la


vertiente atlántica, en el Pacífico las cadenas montañosas condicionan una llanura
costera sumamente angosta. Algunas regiones de Nayarit y Sinaloa poseen muestras de
humedales que como en el Atlántico han sido depredadas por los seres humanos.

Las regiones tropicales de Mesoamérica han sido modificadas intensamente desde la


llegada de los españoles. El fenómeno, sin embargo, tiene inicio en la época
prehispánica. Los mayas talaron enormes extensiones de selva para construir sus
ciudades en el Petén, así como en la región que actualmente corresponde a los
estados mexicanos de Chiapas y Campeche, mismas que la propia selva volvió a cubrir
años después de ser abandonadas por sus habitantes. En las costas de Tabasco los
indígenas olmecas se vieron precisados a desarrollar técnicas de cultivo que
consistieron en drenar el agua y llevar tierra a donde solo había lodo. Aunque
parezca inverosímil, cultivos que hoy son tan típicos y característicos en esta
zona como el plátano y la caña de azúcar, no existían en Mesoamérica antes de la
llegada de los españoles. Entre otras especies vegetales comunes de estos
ecosistemas se encuentra el cacao, de vital importancia para la economía, la
gastronomía y aún la subsistencia indígena y actual; el mangle y la ceiba, árbol
sagrado en la cosmogonía mesoamericana pero particularmente en la maya.17 Varios de
los animales de mayor significado para los mesoamericanos eran comunes en las zonas
tropicales, por ejemplo, el jaguar, la guacamaya, el lagarto, los monos, el quetzal
y el faisán.

Las tierras altas

El volcán Izalco se encuentra en El Salvador. Como el Paricutín en México, es un


volcán nacido recientemente.
Las tierras altas jugaron un papel muy importante a lo largo de la historia de
Mesoamérica. En esta categoría se encuentran las zonas con altitudes mayores a 1000
m s. n. m.18 Las montañas son una marca del paisaje de las tierras altas
mesoamericanas. Varias cadenas montañosas enmarcan y surcan Mesoamérica. En
territorio mexicano, corre paralela al Pacífico la Sierra Madre Occidental desde
Sonora hasta Jalisco. En Colima comienza el Eje Neovolcánico, que atraviesa México
hasta el golfo, donde se encuentra con la Sierra Madre Oriental y forma en Oaxaca
el llamado escudo Mixteco. La costa del Pacífico entre Michoacán y Oaxaca es
bordeada por los taludes de la Sierra Madre del Sur, tan cercana al litoral que la
llanura costera es prácticamente inexistente. El istmo de Tehuantepec interrumpe la
abrupta topografía de México y marca al mismo tiempo el principio de las regiones
montañosas de América Central. Al oriente de esta región se levantan la Sierra
Madre de Chiapas y la cordillera Centroamericana que ocupa la mitad sur de
Guatemala, el territorio de El Salvador y llega a Honduras. Al oriente de las
tierras bajas de El Petén se levantan los montes Maya, una pequeña serranía en el
sur de Belice. El territorio de Nicaragua es menos abrupto que sus vecinos del
norte, sin embargo allí comienza la cordillera volcánica que bordea la costa
pacífica hasta Costa Rica. En ella se encuentran varios volcanes como el Cerro
Negro y la isla Ometepe. En los confines sureños de Mesoamérica, se encuentra la
cordillera de Guanacaste, ya en territorio de Costa Rica.

Entre estas cadenas montañosas se encuentran los valles altos, de elevaciones


superiores a 1500 m s. n. m. A pesar de encontrarse cerca unos de otros, la
diversidad ecológica en Mesoamérica es una de sus características definitorias.
Para poner un ejemplo, el talud oriental del volcán Citlaltépetl tiene un clima
favorecido por lluvia abundante y agradable temperatura; al otro lado del mismo
volcán se encuentran los áridos llanos de San Juan y el valle de Tehuacán, donde
las nubes descargan la poca agua que resta después de atravesar la Sierra Madre
Oriental.

Las condiciones ecológicas de las tierras altas mesoamericanas dependen de su


altitud, su latitud respecto al ecuador terrestre y la topografía. En lo general,
el norte de Mesoamérica es más árido que el sur de la región. Mesoamérica abarcó
alguna vez el semidesierto de Zacatecas y San Luis Potosí, de condiciones
rigurosas. El Bajío también presenta un régimen de lluvia limitado, pero la
presencia del río Lerma y sus afluentes suaviza las condiciones de vida en la
región. En el centro de México, el valle de Toluca es el de mayor altitud del país,
tiene un clima lluvioso y más frío que el valle de México que se encuentra al
oriente. El tercero de los grandes valles del centro de México es el valle Poblano-
Tlaxcalteca, de condiciones y altitud similares a las del valle de Anáhuac. Al sur
del Ajusco se encuentra el valle de Morelos cuyo clima se asemeja al de las tierras
tropicales.

Áreas culturales

Mapa de las áreas culturales de Mesoamérica.


Centro de México

Panorámica del valle de Teotihuacan, en el Centro de México.


Conocido como «Eje Neovolcánico». Recibió influencia olmeca durante el milenio I
a.C., y poco tiempo después florecieron culturas endógenas. La ciudad de
Teotihuacan, llamada por los mexicas «ciudad del dios», fue quizás la cultura más
importante de las que radicaron en Mesoamérica, pues su influencia incluso llegó a
Aridoamérica y Oasisamérica. Tras la caída teotihuacana se asentaron en sus
proximidades las culturas de Xochicalco, en los estados actuales de Morelos,
Tlaxcala (Cacaxtla) y Puebla (Cholula). En el milenio II comenzaron las invasiones
toltecas y en 1325 se fundó Tenochtitlan.

Una de las áreas más importantes durante la historia prehispánica de México fue la
que se conoce como Centro de México. Está conformada por los valles de tierra
templada a fría situados en el Eje Neovolcánico y en el norte de la cuenca del río
Balsas. Es un nicho ecológico caracterizado por su clima templado y la ausencia de
corrientes importantes de agua. Las lluvias, por otro lado, se presentan entre los
meses de abril a septiembre, y no son demasiado abundantes. Este hecho fue el que
motivó el desarrollo temprano de obras hidráulicas, entre las que se cuentan la
canalización de los ríos y los sistemas de acequias en las laderas de los cerros
para almacenar el agua.

El valle de Tehuacán, localizado al sureste de esta región es importante porque de


él proceden los restos al parecer más antiguos de cultivo del maíz y algunas de las
muestras de la cerámica más antigua de Mesoamérica. El Centro de México incluye
además, la cuenca lacustre del valle de México, compuesta por varios lagos y
lagunas. En torno al lago de Texcoco crecieron poblaciones tan importantes como
Cuicuilco, en el período Preclásico; Teotihuacan en el Clásico y Tula y
Tenochtitlan en el período Posclásico.

Las últimas culturas del Eje Neovolcánico fueron las de la Triple Alianza: Texcoco,
Tlacopan y Tenochtitlan. Con un inicio difícil, los mexicas se asentaron en el
valle de México en 1325 y un siglo después comenzó su hegemonía al liberar Izcóatl
a su pueblo de manos de los señores de Azcapotzalco. En 1430 la Triple Alianza
quedó formalmente constituida. Izcoátl, por consejo de Tlacalael, mandó quemar los
códices de la historia azteca y reescribió totalmente la historia de su pueblo.

En menos de cien años la Triple Alianza conquistó gran parte de Mesoamérica, con la
característica de que permitían a los pueblos sometidos conservar su cultura y
religión.

Área maya

Río Usumacinta.
El área maya es una de las más amplias de Mesoamérica. Algunos autores la dividen
en dos sectores: la península de Yucatán, en el norte, y las Tierras Altas, en el
sur. La primera comprende, además de la península de Yucatán, Tabasco, el Petén y
Belice. Se trata de una zona de tierras bajas y clima caliente, azotada por los
huracanes y las tormentas tropicales del mar Caribe. Es una plataforma calcárea,
apenas elevada hacia el sur, en donde la denominada Sierrita rompe la llanura del
paisaje. Carece de corrientes de agua superficiales, pues el suelo es demasiado
permeable; en cambio, son abundantes las corrientes subterráneas y los cenotes. Por
otra parte, las Tierras Altas comprenden los altiplanos de Guatemala, Chiapas, el
occidente de Honduras y el occidente y centro de El Salvador (la zona central de El
Salvador tuvo contacto comercial con Centroamérica, pero fue más grandemente
influido por el área maya, muestra de eso son los sitios famosos de San Andrés,
Joya de Cerén y Cihuatán). Es una región de clima templado-frío, y con lluvias
abundantes. Las laderas de las montañas están cubiertas de una espesa vegetación
que amenaza el desarrollo de la agricultura. Las Tierras Altas mayas no están menos
expuestas a la influencia de los ciclones caribeños que con frecuencia ocasionan
destrozos en la zona.

Los primeros desarrollos culturales importantes del área maya ocurrieron en la zona
sur. La primera cerámica, producida en la localidad beliceña de Cuello parece
indicar que el desarrollo de la alfarería en el área maya fue derivado de las
tradiciones sudamericanas. La primera ciudad con arquitectura monumental fue Nakbé
(ca 1000 a. C.), seguida por El Mirador (ca 600 a. C.), la ciudad más grande de
todas y la mayor de la América precolombina, localizadas en la cuenca del Mirador,
en Petén, Guatemala, en donde se inició la cultura del Preclásico con todos los
atributos del Clásico. En las tierras bajas del Pacífico de Guatemala se desarrolla
Takalik Abaj la única ciudad de Mesoamérica con ocupación olmeca y luego maya.

Siglos más tarde, se desarrollaron los primeros centros de población que habrían de
convertirse en ciudades en el período Clásico. Entre ellos hay que contar a
Kaminaljuyú en las tierras altas de Guatemala, Quiriguá, Uaxactún y Tikal, esta
última habría de ser la más grande de las ciudades mayas entre los siglos III y
VIII d. C. La caída y abandono de las grandes ciudades mayas se debió a una
combinación de factores: guerras internas, desastre ecológico, cambio climático,
migraciones provenientes del norte de Mesoamérica. De esta manera, el corazón de la
cultura maya se trasladó a las tierras de la actualmente denominada península de
Yucatán. En esta región habrían de florecer las ciudades de Chichén Itzá, Uxmal,
Tulum, Mayapán, Cobá e Izamal entre muchas otras, a partir de la migración maya
hacia la península de Yucatán ocurrida desde las tierras altas de Guatemala a
partir del siglo III d. C. y después, dentro de la propia Península,
predominantemente de oriente a poniente, a partir del siglo V d. C. En la
actualidad perviven 27 grupos mayas, 21 de ellos en Guatemala.

Oaxaca

Plaza central de Monte Albán, ciudad construida en la cima de un cerro que domina
los Valles Centrales de Oaxaca.
Sin duda alguna se trata de una de las más importantes zonas mesoamericanas. En los
valles centrales de Oaxaca se originó la civilización zapoteca, quienes
establecieron el calendario de 260 días, usado posteriormente por la mayoría de los
pueblos mesoamericanos, y un sistema de escritura propio y diferente al olmeca y al
maya. Monte Albán se convirtió en el paradigma de esta civilización, y a su caída
la región fue ocupada por los mixtecos.
La región oaxaqueña fue desde la época mesoamericana una de las más diversas. Se
trata de un territorio sumamente montañoso, enmarcado por la Sierra Madre del Sur y
el Escudo o Nudo Mixteco. Incluye una porción de la cuenca del río Balsas,
caracterizada por su sequedad y compleja topografía. Sus cauces de agua son cortos
y de poca capacidad. En ese sentido, se parece bastante a la región del centro de
México.

Dos fueron los escenarios principales de la historia cultural de los pueblos


oaxaqueños. Por un lado, los valles centrales de Oaxaca vieron el desarrollo de la
cultura zapoteca, una de las más antiguas y conocidas del ámbito mesoamericano.
Esta cultura se desarrolló a partir de los cacicazgos regionales que controlaban la
tierra de cultivo (muy fértil, aunque demasiado seca) de los pequeños valles de
Etla, Tlacolula y Miahuatlán. Algunos de los primeros ejemplos de gran arquitectura
en Mesoamérica pertenecen a esta región, como el centro ceremonial de San José
Mogote. La hegemonía de este centro ceremonial en la región del Valle, pasó a manos
de Monte Albán, la capital clásica de los zapotecos. La caída de Teotihuacan en el
siglo VIII d. C. permitió el mayor apogeo de la cultura zapoteca. Sin embargo, la
ciudad de Monte Albán fue abandonada en el siglo X d. C., y dio lugar a una serie
de centros regionales que se disputaban la hegemonía política.

Al poniente de los valles centrales, se localiza la región mixteca. Se trata de un


terreno sumamente montañoso de altitudes muy variables, que llegan a más de 3000 m
s. n. m. Los climas varían del templado de montaña al tropical seco, y en general
la lluvia es escasa. Existen pocas corrientes superficiales de agua, y en la
actualidad, buena parte de la zona presenta un grado de deforestación alarmante. La
Mixteca es también una zona ocupada desde tiempos inmemoriales. Ya desde el período
Preclásico se habían formado en la región algunos núcleos de población importantes,
como Yucuita y Cerro de las Minas. Sin embargo, las capitales mixtecas no
alcanzaron nunca la magnitud de sus vecinas zapotecas. El mayor de los apogeos de
la cultura mixteca fue alcanzado en el período posclásico, cuando el señor Ocho
Venado de Tututepec y Tilantongo emprendió una campaña de unificación política de
las ciudades-estado mixtecas y llegó a ocupar los valles centrales de Oaxaca.

Guerrero
Tradicionalmente se considera a Guerrero como una región perteneciente al área
occidental. Sin embargo, los descubrimientos más recientes, han reorientado la
división de las áreas culturales mesoamericanas, y en los trabajos de reciente
autoría, Guerrero aparece como un área cultural independiente. El Guerrero
mesoamericano ocupa aproximadamente la superficie del estado del mismo nombre,
localizado en el sur de México. Se puede dividir en tres regiones con
características diferentes: al norte, la depresión del río Balsas, donde esta
corriente de agua juega el papel más importante en la configuración de la geografía
regional. La depresión del Balsas es una región baja, de clima cálido y escasas
lluvias, cuya sequedad es aminorada por la presencia del cauce y sus numerosos
afluentes. La parte central corresponde a la Sierra Madre del Sur, con un clima un
poco más templado, región rica en yacimientos minerales y con escasas cualidades
agrícolas. La parte sur del área guerrerense es constituida por la costa del océano
Pacífico, una llanura costera muy angosta, cálida y húmeda, llena de manglares y
palmeras, azotada por los huracanes provenientes del Pacífico.

Guerrero fue el escenario de las primeras tradiciones alfareras de Mesoamérica. Los


restos más antiguos de ella han sido encontrados en Puerto Marqués, cerca de
Acapulco, y tienen una edad aproximada de 3500 años, anteriores inclusive a los
vestigios correspondientes a los olmecas en la opuesta costa del golfo de México.
Durante el preclásico, la cuenca del Balsas se convirtió en una zona de vital
importancia para el desarrollo de la cultura olmeca, que dejó huellas de su
presencia en sitios como Teopantecuanitlán y las grutas de Juxtlahuaca. Más tardío
fue el desarrollo de una tradición escultórica conocida como Mezcala, caracterizada
por su tendencia a la geometrización del cuerpo humano. Durante el período
Posclásico, la mayor parte de Guerrero quedó bajo dominio de los mexicas, e
independiente al señorío tlapaneco de Yopitzinco.

Occidente de México

Tzintzuntzan, capital del imperio purépecha.


La zona de la que aquí se habla servía de «puente» entre Mesoamérica y
Oasisamérica. Las culturas de esta zona, como los tarascos y caxcanes,
desarrollaron formas de vida distintas a otros lugares de Mesoamérica. Un ejemplo
de esto son las hermosas pirámides de Guachimontones, en Teuchitlán Jalisco.

El denominado Occidente es una de las zonas menos conocidas de Mesoamérica. Se


trata, sin embargo, de una extensa región, que comprende las laderas de la Sierra
Madre Occidental, una parte de la Sierra Madre del Sur y la cuenca media y baja del
río Lerma. Las estribaciones de la montaña estaban cubiertas de bosques de pinos y
encinos, pero la actividad silvícola ha reducido su tamaño. La tierra tiene
vocación agrícola por su fertilidad y la disposición de recursos hidráulicos,
especialmente en la llanura costera de Sinaloa, el Bajío y la Meseta Tarasca. Los
climas varían del frío de montaña, en el oriente de Michoacán, hasta el clima
tropical de las costas de Jalisco y Nayarit.

La región fue el hábitat de pueblos de habla uto-azteca, como los coras, huicholes
y tepehuanos. La incorporación de estos pueblos a la esfera de la civilización
mesoamericana fue muy gradual, y se presume que los primeros desarrollos cerámicos
de la región estuvieron vinculados con las tradiciones de los pueblos andinos de
Ecuador y Perú. Los cambios que afectaron al resto de las regiones de manera clara
son menos observables en Occidente, por ello, las tradiciones culturales del
preclásico, como la de Colima, Jalisco y Nayarit o la de Tumbas de Tiro
sobrevivieron hasta bien entrado el período Clásico (150-750/900 d. C.). La más
conocida de las sociedades de Occidente es la purépecha o tarasca, que rivalizó en
el siglo XV d. C. con el poderío de los mexicas.

Norte de México

Turquesa, uno de los principales productos del Norte de Mesoamérica.


La zona Norte de Mesoamérica formó parte de esta gran área cultural solo durante el
período clásico (150-750 d. C.), en que el apogeo de Teotihuacan y el crecimiento
de la población favorecieron las migraciones hacia el norte y el comercio con las
lejanas tierras oasisamericanas. Se trata de un territorio llano, comprendido entre
las sierras Madre Oriental y Occidental. El clima es seco, casi desértico, y la
vegetación es escasa, por lo que la agricultura en el Norte solo fue posible
mediante la canalización de las corrientes de agua superficial (entre las que
destacan el río Pánuco y los afluentes del Lerma) y el almacenamiento del agua de
lluvia. La excesiva dependencia del buen clima llevó a los pueblos del Norte de
Mesoamérica a abandonar la región a mediados del siglo VIII d. C., en que
enfrentaron una prolongada sequía y las invasiones de pueblos aridoamericanos.

Los centros de población en el Norte eran dependientes de la red de comercio que se


estableció entre Teotihuacan y las sociedades de Oasisamérica. Sitios como La
Quemada en Zacatecas, o La Ferrería en Durango, sirvieron como fuertes para vigilar
las rutas comerciales. Cuando la agricultura y el sistema social sufrieron un
colapso en el Norte, los ocupantes de la región migraron hacia Occidente, el Golfo
y el Centro de México.

El reciente descubrimiento del sitio arqueológico Tamtoc, en la Huasteca potosina,


pone en entredicho lo establecido previamente, pues la ciudad de Tamtoc floreció
cerca del año 600 a. C., muy anterior a lo que se tenía pensado hasta ahora.19

Centroamérica
Lago Nicaragua

Vasija nicoyana.
El área mesoamericana conocida como Centroamérica ocupa la zona occidental de
Honduras y Nicaragua y las áreas circundantes del golfo de Nicoya en Costa Rica,
donde existieron los reinos de Nicoya y Chorotega. Se trata de una región de clima
tropical, con actividad telúrica importante, que incluye además los dos grandes
lagos mediterráneos de América Central: el Nicaragua y el Managua.

Como en el caso de la región Norte, Centroamérica formó parte del mundo


mesoamericano solo temporalmente. Se suele considerar que los pueblos
centroamericanos forman parte de la llamada zona de transición entre el Área
Intermedia, el mundo andino y Mesoamérica.

Los primeros contactos entre el área nuclear mesoamericana ocurrieron en el


preclásico, como indica la influencia olmeca en el área. Sin embargo, en el período
Clásico las relaciones se interrumpieron y Centroamérica recibió un mayor influjo
de las culturas del altiplano colombiano. Ejemplo de ello es el desarrollo temprano
de la metalurgia en Centroamérica con respecto al resto de los pueblos
mesoamericanos, sin embargo en el sitio famoso de Quelepa en la zona oriental de El
Salvador se ve el comercio y gran influencia de Teotihuacan y Copán primeramente y
luego con los sitios de Veracruz.

Para el período Posclásico, toda el área quedó incluida más el occidente en la


esfera mesoamericana, esta vez ampliada hasta el departamento de Escuintla en
Guatemala, y fue invadida por pueblos nahuas como los pipiles y nicaraos, hablantes
de náhuat, un dialecto del idioma de los mexicas y se percibe en la cultura y
arquitectura la influencia de los Toltecas y Aztecas. También pueblos otomangues
como los mangues (circa s. VII d. C.) y los subtiaba (c. s. XIII d. C.) migraron
desde Chiapas a Nicaragua y Honduras, respectivamente.

La región de Nicoya, en la actual provincia de Guanacaste en Costa Rica, se


constituyó en la frontera sur de Mesoamérica cuando fue ocupada en el año 800 d.C
por los chorotegas, de lengua otomangue y procedentes del valle de México.20 En
Nicoya existió un centro cultural constituido que se desarrolló por 2000 años, el
cual logró alcanzar una compleja organización social y un elevado grado de
desarrollo cultural, en el cual existieron ciudades y gobiernos complejos,
agricultura especializada que incluía irrigación, manifestaciones artísticas como
la cerámica policromada, que fue utilizada como preciado bien de intercambio
comercial con otras civilizaciones del área, así como elaboración de objetos de
jade y esculturas en piedra volcánica (se destaca el metate ceremonial nicoyano),
manufacturados con un estilo propio que incluye tanto influencias mesoamericanas
como del Área Intermedia,2122 consecuencia de la función de puente cultural que
tuvo Costa Rica durante la época prehispánica.23

Los mesoamericanos
Los pueblos mesoamericanos constituyen un mosaico étnico y lingüístico que perdura
hasta la actualidad. La lengua constituye uno de los criterios para definir a una
nación o pueblo. Siguiendo este criterio, los pueblos de Mesoamérica pueden
agruparse en grandes contingentes, que comparten más elementos entre sí que con el
resto de los pueblos de la región. Cabe aclarar que el criterio lingüístico es útil
para abordar la clasificación, pero no constituye el único elemento. Algunos de los
pueblos que aquí se presentan como parte de una gran familia podrían no ser tan
afines entre sí, a pesar de hablar lenguas emparentadas.

Pueblos de habla otomangueana


Los hablantes de proto-otomangueano debieron participar en la domesticación del
maíz y participar en la construcción de florecimiento de grandes ciudades como
Cuicuilco, Teotihuacan y Cholula.24 El análisis glotocronológico de las lenguas de
la familia otomangueana sugiere una antigüedad que ronda los 8000 años
aproximadamente.

Los pueblos de habla otomangueana se encuentran dispersos por buena parte de


Mesoamérica, pero se concentran en lo que se llama «México central». Están
divididos en dos grandes ramas, una oriental y otra occidental. La mayor parte de
la rama occidental vive en el Eje Neovolcánico. Los valles de México, Toluca y la
cuenca del río Moctezuma constituyen el hogar histórico de los otomíes, mazahuas,
matlatzincas, tlahuicas. Otros pueblos de habla otopame —jonaces y pames— se
establecieron más al norte, en el Tunal Grande y la sierra Gorda.

La presencia de los otomangueanos en sus territorios fue anterior a la llegada de


los nahuas al centro de México, se remonta a varios milenios antes de la era
cristiana. Por eso es probable que se encontraran entre los habitantes de sitios
como Tlapacoya, Cuicuilco, Tlatilco, Teotihuacan, Cholula y otros cuya filiación
étnica es motivo de debate. Alrededor del año 3500 a. C. se separaron las dos
vertientes de la familia, pero el contacto entre los pueblos otomangueanos se
mantuvo en la época prehispánica.25

Pueblos de habla maya


El grupo de pueblos de habla maya, se concentra básicamente en la península de
Yucatán, las tierras altas de Guatemala y Chiapas, occidente de Honduras, norte de
El Salvador. Solo el pueblo huasteco se encuentra fuera de esta región. Los
lingüistas señalan que la migración huasteca ocurrió alrededor del año 2200 a. C.,
cuando estos abandonaron el territorio étnico (situado aproximadamente en la zona
donde actualmente se habla kanjobal). Los demás grupos mayas se expandieron por la
zona descrita y mantuvieron contacto con los pueblos lenca y xinca en el límite sur
de Mesoamérica, así como con sus vecinos occidentales, los pueblos de habla mixe-
zoqueana. La gran relación entre estas familias llevó a algunos especialistas a
plantear que los olmecas eran antepasados étnicos y lingüísticos de los mayas,
hipótesis que se ha descartado recientemente.

Agricultura
El maíz

Mazorcas de maíz criollo de la Sierra Mazateca.


Artículo principal: Milpa
Fue el maíz la base de la alimentación de los mesoamericanos durante la época
prehispánica y sigue jugando ese papel en las naciones modernas que actualmente
ocupan el área. La milpa, por su lado, el sistema que se ha utilizado
tradicionalmente para el cultivo de la gramínea en la región.

El cultivo de Zea mays fue uno de los elementos originales incluidos por Kirchhoff
en el complejo mesoamericano. Buscando los orígenes de la agricultura, Richard
MacNeish se internó en las secas tierras de la sierra de Tamaulipas y descubrió en
la cueva de La Perra los restos de un maíz primitivo que fue datado en 2500 a. C.
Siguiendo sus investigaciones hacia el sur, llegó al valle de Tehuacán donde
consideró que podrían existir las condiciones para albergar testimonios que dieran
luz a los procesos que llevaron a la domesticación de vegetales y al desarrollo de
la agricultura en Mesoamérica.26 Los descubrimientos de MacNeish en las cuevas de
Tehuacán aportaron evidencias que apoyaron la hipótesis del origen mesoamericano
del maíz.

El maíz fue domesticado alrededor del año 5000 a. C., probablemente a partir del
teocintle, y llegó a ocupar un papel esencial en Mesoamérica. En esta región se
conocen varias decenas de variedades adaptadas a las condiciones climáticas de las
diversas regiones mesoamericanas. Estas especies pueden agruparse en dos grandes
grupos, llamados alianzas. La alianza ístmica agrupa las variedades originarias de
Oaxaca, la Mixteca y la península de Yucatán; la alianza del Balsas-Occidente de
México comprende razas propias de la depresión del Balsas, Chiapas, la Tierra
Caliente y Jalisco. Los dominios de estas alianzas se sobreponen casi siempre con
los territorios étnicos de las naciones de habla otomangueana. Este hecho, sumado
al dato glotocronológico que indica que la protolengua con el léxico relativo al
maíz con mayor antigüedad es el proto-otomangue, apoyan la hipótesis que los
ancestros de estos pueblos estuvieron relacionados con la domesticación del maíz.27

En torno al aprovechamiento de este cereal surgió en Mesoamérica todo un complejo


tecnológico que también perdura hasta nuestros días. Este grupo de tecnologías
incluyen las técnicas de siembra y la invención del proceso de nixtamalización; el
desarrollo de instrumentos de molienda (metates) y la diversificación de su
aprovechamiento (que va desde la harina a los tamales, pasando por el pinole y las
tortillas).28 En la mitología y la religión también fue relevante el papel de este
cereal: la masa de maíz es la materia de que están hechos los seres humanos en el
mito de la Leyenda de los Soles29 y el Popol vuh.30Todos los pueblos mesoamericanos
tuvieron una divinidad del maíz, y estuvo presente desde tiempos de los olmecas.31
Entre los mexicas había tres dioses del maíz: Xilonen era la divinidad de la
mazorca tierna, Cintéotl fue dios del maíz maduro e Ilamatecuhtli fue patrona de
las mazorcas secas.32

Si bien la base de la agricultura y de la alimentación de los pueblos de la región


fue el maíz, recientes investigaciones tienden a demostrar que el complemento
alimentario de los mesoamericanos, particularmente de los grupos mayas, el que les
permitió sostener poblaciones muy numerosas, sobre todo durante el período clásico,
y muy particularmente en la región sur de Mesoamérica en donde se concentraron
importantes multitudes (Tikal, Copán, Calakmul), fue la Mandioca, también llamada
Yuca, un tubérculo con alto contenido calorìfico del que se prepara una harina muy
nutritiva, que hasta la fecha es parte integrante de la dieta de las diversas
poblaciones que viven en la región maya y también en la cuenca del mar Caribe.33 La
siguiente referencia establece el cultivo de yuca en la cultura maya, hace 1400
años en Joya de Cerén (El Salvador).34

Otro cultivo y alimento importante fue el cacao: de su semilla se obtiene una pasta
para elaborar una bebida (chocolate o xocolatl en náhuatl) preparada con agua.

Características de la civilización mesoamericana


Paul Kirchoff, al mismo tiempo que delimitó el área mesoamericana en términos
geográficos, propuso una serie de características que definían a las culturas de la
región y que eran comunes a todas ellas. Entre esos rasgos culturales, notó el uso
de dos calendarios, uno ritual de 260 días, y otro de 365 días. La numeración con
base veinte y la escritura pictográfica-jeroglífica, el sacrificio humano, el culto
a ciertas divinidades (entre las que sobresalen los cultos a las divinidades del
agua, el fuego y la Serpiente Emplumada), y varios elementos más. Los anteriores
son rasgos culturales más o menos compartidos por todos los pueblos de la
Mesoamérica precolombina.

Si bien Paul Kirchhoff dio una definición general de Mesoamérica, actualmente la


noción va más allá de simplemente criterios materiales (cultivo de maíz, empleo de
algodón, politeísmo, etc.), e incluye aspectos culturales que se originaron a
partir de las primeras sociedades sedentarias. Christian Duverger argumenta que la
máxima expresión de la civilización mesoamericana fue la cultura mexica. Sin
embargo, esta perspectiva ha sido combatida por otros autores (como López Austin,
López Luján y Florescano), quienes sostienen que la civilización mesoamericana es
el resultado de la participación de múltiples pueblos con diferentes creencias. A
pesar de la diversidad étnica, Mesoamérica alcanzó un grado de relativa
homogeneidad gracias a los contactos existentes entre las diferentes regiones por
virtud de los intercambios comerciales o las campañas militares.
Calendario de 260 días
Véase también: Calendario maya
El calendario de 260 días el cual era llamado Xihuitl o civil, agrupado en 13 meses
de 20 días, al cual se le daba el nombre de Tonalpohualli entre los pueblos
centrales, Tzolkin entre los mayas y Pije entre los zapotecas, cuyo inicio fue a
partir del 1200 a. C., refleja la evolución del uso de la medición del tiempo, no
solo para saber qué días hay que cultivar, qué celebraciones religiosas se debían
de realizar, cuál era el movimiento de los astros; sino que también era usado con
fines adivinatorios y de establecimiento de los diversos destinos de los hombres.

Los nombres usados para identificar tanto los días como los meses y los años en el
mundo mesoamericano proviene en gran parte de la visión mágico-religiosa que
tuvieron los habitantes de Mesoamérica del medio natural con el cual convivían a
principios del período Preclásico Temprano: animales, flores, los astros y la
muerte. La presencia de este calendario está en todas las zonas culturales
mesoamericanas: desde los olmecas, la región de Oaxaca, la zona Maya y el Eje
Neovolcánico.

Códice Nuttal. Todos los pueblos de la antigua Mesoamérica desarrollaron sistemas


de escritura. Sin embargo, dado que su naturaleza es completamente diferente de la
escritura fonética occidental, muchos lingüistas no la consideran como una
verdadera escritura.[cita requerida]
Escritura glífica
Artículo principal: Sistemas de escritura de Mesoamérica
La escritura glífica y su estudio han pasado por diversas etapas. Desde un
principio se discutió si el sistema glífico mesoamericano (excluyendo el sistema
maya) era una muestra de un sistema de signos que expresaban ideas, principalmente
religiosas. Un sistema que no utiliza la fonética.[cita requerida] En relación con
el uso de elementos pictográficos y su relación con los iconos, la escritura
mesoamericana siempre manejó una gran variedad de significados, no solo una visión
artística, sino también religiosa y cultural. Los glifos comprenden personajes,
animales, elementos calendáricos, topónimos de lugares, entre otros, que están
presentes en todas las culturas mesoamericanas, incluso en Teotihuacan, donde las
imágenes son bellas y elaboradas artísticamente. Los glifos que predominan son los
pictográficos e ideográficos.

La utilidad de la escritura entre los mesoamericanos fue variada: sirvió para


permitir la interpretación de las señales enviadas por los astros en relación con
el nombre y destino de las personas. Otro uso fue para la explicación tanto de los
mitos e historias de los pueblos, que eran plasmados en los glifos, tanto en
piedras o en papel. Este trabajo era realizado por los sacerdotes, quienes eran los
únicos que podían comprender las imágenes.

Pero un aspecto muy importante de la escritura fue que era usada por los
gobernantes para legitimar su poder. La mesoamericana fue una escritura plasmada en
monumentos públicos, pinturas murales, estelas y estructuras piramidales, que dan a
toda persona común una simple explicación del poder de sus señores, una especie de
propaganda. Los mesoamericanos también usaban el sistema de numeración vigesimal.

Ofrendas a la Tierra
El enterrar ricas ofrendas en los centros ceremoniales, proviene desde los tiempos
del inicio del sedentarismo de los grupos otrora nómadas. Delimitar el espacio
ceremonial y territorial para establecer un orden cósmico en la tierra, para
justificar el dominio de las clases gobernantes hacia el resto de la sociedad.

Una alabanza a los dioses primigenios: el viejo fuego proveniente de los volcanes,
y la Madre-Tierra. Ofrendas que son demostradas a todo individuo perteneciente a
una sociedad mesoamericana a través de un túmulo de tierra, que con el tiempo se
transforma en las construcciones monumentales de tipo piramidal.

Las ofrendas son importantes para el centro ceremonial: dan el poder ideológico y
religioso. De ahí que los saqueos de ofrendas, signifique algo más que la búsqueda
de riquezas: el debilitar y erradicar ese poderío religioso y político al centro
ceremonial.

Tzompantli o Muro de calaveras. Estos monumentos rememoran a las personas que


fueron sacrificadas para mantener el movimiento (y la vida) de las dos fuerzas
cósmicas principales: la luz y la oscuridad.
Sacrificios humanos
El acto del sacrificar tiene un gran significado religioso-político. El sacrificio
significa la renovación de la energía cósmica divina. Los dioses dieron la vida al
hombre, sacrificando la suya. El hombre deberá de entregar su vida para mantener el
orden divino establecido.

La sangre significa la vida en la creencia mesoamericana: la sangre humana es el


líquido que satisface la sed de los dioses (en este caso el Dios Sol), la sangre
tiene parte de la sangre de los dioses. Con la sangre se revitaliza no solo a las
divinidades, sino también a la tierra, las plantas y los animales (por ejemplo, al
águila y al jaguar). La sangre es como el agua, necesaria para la vida terrenal y
la vida celestial.[cita requerida]

Y esta obligación de revitalizar el orden cósmico se ve reflejada en las sociedades


mesoamericanas a través de las imágenes que evocan el sacrificio: águilas y
jaguares devorando corazones humanos; la presencia de círculos de jade o
chalchihuites que representan corazones; imágenes que a la vez reflejan petición de
lluvia y a la vez petición de sangre, con un mismo propósito: reponer la energía
divina; la presencia de plantas y flores que simbolizan a la vez a la naturaleza y
a la sangre brotando vida.[cita requerida]

¿Qué importancia tiene el sacrificio en los aspectos sociales y religiosas de las


culturas mesoamericanas? Primero, la presencia de la muerte convertida en dios. La
muerte es la consecuencia del sacrificio del hombre, pero no es el fin: es la
continuación del ciclo cósmico. La muerte genera vida, la energía divina es
liberada tras la muerte y regresada a los dioses, para que estos generen nueva
vida. Segundo, justifica la guerra, ya que en esta actividad se obtienen los
sacrificios más valiosos: los guerreros que poseen la energía necesaria para
fortalecer a los dioses en sus constantes actividades divinas. La captura de
prisioneros y la guerra se convierten a la vez en un medio de ascensión en la
escala social, y se convierte en un juego divino. Tercero, justificar el control
del poder real, de dos sectores de las sociedades mesoamericanas: los sacerdotes,
que controlan la ideología religiosa; y los guerreros, que suministran los
sacrificios a las ceremonias a través de la guerra y la conquista de territorios
(con sus tributos correspondientes).[cita requerida]

Estatua de Tláloc, divinidad mesoamericana de la lluvia. Fue encontrada en


Coatlinchan, Estado de México, y llevada al Museo Nacional de Antropología de
México. Cuando era transportada, por la ciudad, comenzó un aguacero de proporciones
memorables.
Politeísmo
La gran extensión del panteón mesoamericano se dio gracias a la incorporación de
elementos ideológicos-religiosos nuevos a la primigenia religión: Fuego-Tierra-
Agua-Naturaleza. La importante incorporación de las divinidades astrales (sol,
estrellas, constelaciones, Venus) y su representación en esculturas antropomorfas,
zoomorfas, también antropozoomorfas y formas de objetos cotidianos.
Las cualidades de los dioses y sus atributos fueron cambiando a través del tiempo y
de la influencia cultural de otros grupos mesoamericanos. Dioses que a la vez son
tres entes cósmicos diferentes y a la vez son solo uno. La religión mesoamericana
tiene una característica importante: la existencia del dualismo entre las
divinidades. El enfrentamiento entre polos opuestos: positivo, ejemplificado con la
luz, lo masculino, la fuerza, la guerra, el sol, etc.; y lo negativo, la oscuridad,
lo femenino, el sedentarismo, la paz, la luna, etc.[cita requerida]

Sistema dualista de pensamiento


Hay que entender por pensamiento dualista la capacidad que tienen los indígenas de
pensar los contrarios bajo una modalidad única, y el espíritu mesoamericano está
marcado por este, tanto en la religión y la política como en las creencias
populares y los comportamientos cotidianos. Este pensamiento nace de la
superposición de los nahuas y los autóctonos, es decir, de una fusión cultural
entre ambos; existen un sinnúmero de manifestaciones en torno a este tipo de
pensamiento, pero solamente se tomarán los ejemplos más representativos: el
nagualismo y el juego de pelota.

El xoloitzcuintle es uno de los naguales del dios Quetzalcóatl. Bajo esta forma,
ayuda a los muertos a cruzar el Chicnahuapan, un río que separa el mundo de los
vivos del de los muertos.
Nahualismo
Se conoce como nagualismo o nahualismo la capacidad que tiene el ser humano de
recubrirse con un aspecto animal, o la práctica del Nahual. Esta palabra se le da
por un lado a la encarnación animal de un hombre y por el otro al hombre que tiene
el poder de encarnarse en ese animal, pero lo que hay en el fondo de esta creencia
es la afirmación de que se puede ser hombre y animal a la misma vez; además, es
estrictamente individual no como en el totemismo que tiene un valor colectivo.
Existen nahualli muy conocidos como el jaguar y el águila; también de animales más
modestos como el perro, el armadillo, el tlacuache, etc.

Dentro del arte prehispánico, el nahualismo ha recibido diversas formas de


interpretación, la primera forma es poco entendible para nosotros, ya que se tiene
la impresión de estar frente a un armadillo o a un jaguar, pero en realidad lo que
representa es un nahualli de un dios o un soberano. La segunda forma se presenta
más directa, el hombre y su doble se representan juntos como una criatura
antropozoomorfa, es decir, una parte de humano ya sea la cabeza, los brazos; y una
parte de animal como pueden ser patas, pico, cola, etc. El nahualismo es una idea
típica de Mesoamérica por la que se designa exclusivamente a la relación hombre-
animal.

Juego de pelota de Xochicalco. El juego de pelota o tlachtli era una ceremonia


ritual, que dramatizaba el movimiento de los astros. Los ganadores de la contienda
eran sacrificados a los dioses, para ellos era un honor.
Juego de pelota
El juego de pelota es uno de los rasgos culturales más importantes de Mesoamérica.
No se trata de un deporte aunque por su nombre la mayoría de las veces es asociado
a este término. Hay que entenderlo como un rito y el terreno donde se juega está
siempre ubicado entre centros ceremoniales. Este juego tenía una esencia cósmica, a
este se le relacionaba con el movimiento solar y con el movimiento del universo;
dicho movimiento se representaba con la ayuda de la pelota, la cual era de hule
endurecido que lo sacaban de la savia de la higuera; utilizaban principalmente este
material por la capacidad de rebotar.

En el juego existían muchas reglas, pero estas cambiaban según las regiones donde
se practicaba. Había uno en donde solamente se podía jugar con las manos, otro en
que empleaban las caderas y los codos, o bien uno en el que se utilizaba solamente
un bastón o bate. Para cada tipo existían diferentes terrenos: uno con banquetas
para que la pelota rebotara a la altura de la cadera, otro con el suelo removido.
En general todos los campos tenían la forma de I y en los extremos se podía
encontrar cabezas de aves como en Copán o grandes anillos por los cuales tenía que
pasar la pelota, como en Xochicalco. El juego de pelota concluía con un sacrificio
humano, lo que no se sabe es si el sacrificado era el capitán del equipo ganador o
del perdedor.

Medicina
En cuanto al saber mesoamericano, se lo puede encontrar en dos principales ejes: el
espíritu mágico y el espíritu lógico, los cuales, a pesar de ser distintos,
coexistían. En el ámbito de la medicina se tenían dos escuelas: una de tradición
chamánica; entendiendo por chamán a un sacerdote curandero que se ocupaba de
ciertas enfermedades, la más frecuente de ellas era la pérdida del alma. El chamán
recurría para la recuperación de sus pacientes a los psicotrópicos (peyote, tabaco,
frijoles rojos cargados de mezcalina) y a las manipulaciones mágicas
(encantamientos, ofrendas).

La otra medicina consistía de un saber pragmático. En Mesoamérica había curanderos


que sabían tratar las fracturas, curar y vendar heridas; e incluso se practicaban
ciertas intervenciones obstétricas. Además, también curaban con plantas o bien
utilizando el principio activo de la aspirina, que para este tiempo ya conocían y
extraían de la corteza del sauce.

Numeración maya. Los sistemas de numeración mesoamericanos se basaban en el número


veinte.
Se creía que cada número tenía una connotación mágica que influía en el destino de
las personas.
Matemáticas
Las matemáticas no eran entre los mesoamericanos simples números, sino que se les
daba un valor y un contenido simbólico gracias al pensamiento dualista. El sistema
matemático mesoamericano era vigesimal, es decir, constaba de una base 20 y los
números se representaban por medio de puntos que valían una unidad y barras que le
daban un valor de 5. Este tipo de representación se combinaba con una numerología
simbólica: el 2 se relaciona con el origen, pues todo origen se toma como
desdoblado; el 3 con el fuego doméstico; el 4 ligado a las cuatro esquinas del
universo; el 5 expresando la inestabilidad; el 9 hace referencia al mundo
subterráneo, y a la noche; el 13 es el número de la luz; el 20 de la plenitud y el
400 del infinito.

Una de las grandes contribuciones a las matemáticas, sobre todo de los mexicas, fue
la invención del nepohualtzintzin que es un ábaco utilizado para realizar
operaciones aritméticas de manera rápida. El dispositivo, fabricado con madera,
hilos y granos de maíz, también es conocido como «computadora azteca». Los mayas
fueron la primera civilización de Mesoamérica y de muchas otras regiones que tuvo
el signo numérico cero como concepto matemático.

Astronomía
Por lo que respecta a la astronomía, esta nace con la observación de los astros y
de la construcción simbólica de la vida cósmica. Los mesoamericanos comprendieron
que el cielo se organizaba mediante ciclos regulares originando una sucesión de
estaciones y fenómenos astronómicos. Asociaban figuras como animales, plantas, con
las diferentes constelaciones. Los conocimientos astronómicos se fueron acumulando
a lo largo de milenios. Este proceso tiene su culminación con la invención del
calendario (cuyas raíces se encuentran en el período Preclásico Medio), apoyado
tanto en la observación de los astros, como en las matemáticas:

Los mesoamericanos prefirieron construir un calendario más abstracto, basado en las


correlaciones entre los distintos cómputos, de estructura más aritmética que
astronómica. Por ejemplo sorprende que hayan preferido el año de 360 días, 18 meses
y 2 días al año de 365 días de la cuenta larga maya.
Duverger 1999: pág. 71.
Espacio-tiempo simbólico
Estos dos términos lo asocian a los cuatro puntos cardinales, el espacio y el
tiempo son ligados al calendario, asegurando así la rotación de cualidades que
tiene el espacio. Es decir, en Mesoamérica, una fecha o un acontecimiento siempre
estaba vinculado a una dirección del universo y el calendario expresa una
topografía simbólica característica peculiar de este período. Los días estaban
asociados, según su nombre, a un punto cardinal que les confería un significado
mágico.

Los signos del oriente son: cocodrilo, serpiente, agua, caña, movimiento. Al
oriente se asocian la idea de fecundidad vegetal o, en otras palabras, la
exuberancia tropical; también se le vincula con el mundo de los sacerdotes.
Los signos del norte son: viento, muerte, perro, jaguar, pedernal. Este punto
contrasta con el oriente porque simbólicamente es árido, frío y opresivo. Se le
considera como la parte nocturna del universo, como la morada de los muertos. El
perro (xoloitzcuintle) aquí tiene un significado muy singular, ya que es el que
acompaña al difunto durante el viaje y le hace cruzar el río de ultratumba que lo
conduce hacia la nada.
Los signos del oeste son: casa, venado, mono, águila, lluvia. Es un rumbo asociado
con el ciclo de vegetación, específicamente con el ecosistema de tierras altas
templadas, con lluvia delgada y cambio de estaciones.
Los signos del sur son: conejo, lagartija, hierba seca, zopilote, flor. Se
relaciona por un lado con el Sol luminoso y caliente del mediodía, por el otro con
la lluvia repleta de bebida alcoholizada. El conejo, símbolo principal, está
asociado con los agricultores y el pulque.
Con esto se puede decir que una característica mesoamericana es la geografía
simbólica, la cual se refiere a zonas imaginarias y no a lugares en específico; si
no fuera así, entonces los signos no se aplicarían a Mesoamérica en general, sino
que existirían un gran número para cada zona topográfica.[cita requerida]

El Micaohtli, en Teotihuacan. Las ciudades mesoamericanas están orientadas con


respecto a ciertos puntos notables de observación astronómica.
Territorio y centros ceremoniales
Los centros ceremoniales son el eje de las poblaciones de Mesoamérica. Estos
determinan la existencia del urbanismo, que no es más que una porción del espacio
que caracteriza a los centros ceremoniales, que a su vez constituyen el corazón del
espacio sagrado. Estos centros tienen como función orientar el espacio y transmitir
la orientación al espacio que los rodea. Las ciudades con su centro ceremonial
constituían siempre la entidad política y cada hombre se podía identificar según la
ciudad en que vivía.
No hay hombre tribal, el etnocentrismo natural de los pueblos hace que
prácticamente todos se autodesigna como los hombres. Por otra parte la pluralidad
étnica de Mesoamérica no permite asociar una etnia y un territorio; así la ciudad
es la que crea la identidad: ser mexica significa habitar en México; ser zapoteco
en Zapotlán.
Duverger, 1996: pág. 77
Los centros ceremoniales siempre eran construidos para ser vistos. Las pirámides
eran construcciones que sobresalían del resto de la ciudad, para manifestar a sus
dioses y sus capacidades. Otro rasgo característico de los centros ceremoniales son
los sedimentos históricos. Toda construcción ceremonial era construida en varias
fases constructivas, una sobre la otra, de suerte que lo que se observa en la
actualidad suele ser la última etapa de la construcción. En pocas palabras los
centros ceremoniales son la traducción arquitectónica de la identidad de cada
ciudad proyectada en la veneración a sus dioses y amos.
K'inich K'an B'alam II, en una estela de Palenque. Este tipo de monumentos públicos
fue muy común en toda Mesoamérica, y tenían por objeto, conmemorar sucesos notables
o hazañas de la clase dominante.
Viaje al más allá
Se concebían en Mesoamérica varios tipos de más allá y por ende se practicaban
varios tipos de funerales: simples o múltiples, fosas, cámaras mamposteadas, urnas,
etc. Además de esto también practicaban la cremación, pero hoy se sabe que según el
rango social que ocupara una persona, o el tipo de muerte que se tuviera, eran
ambos factores los que determinaban el tipo de entierro. Con todo esto se llegaba a
la idea de un viaje post mortem, en el que la tumba era el punto de partida al más
allá.

Los mesoamericanos creían en tres destinos: el viaje celeste en el que solamente se


encontraban los que habían muerto en el campo de batalla, en la piedra de
sacrificios o las mujeres muertas en el parto. Este destino se conocía como
Cincalco (casa del maíz). El segundo era el viaje al inframundo que consistía en
una peregrinación subterránea que conduciría a los muertos al extremo norte del
mundo. Este lugar se llamaba Mictlán (lugar de los muertos). El tercer destino era
el viaje hacia el paraíso del sol, que se encontraba con dirección este. Se trataba
de un sitio dominado por el sol, y en náhuatl se le daba el nombre de Tonatiuhichan
(‘casa del Sol’).

En cada entierro se tenía que colocar alimento y bebidas depositados en utensilios


de barro para que el muerto se pudiera alimentar durante el viaje; también se
colocaban máscaras para protegerlos del frío. Una reminisencia de estas creencias
se advierte en la actualidad en que todavía algunos indígenas colocan pesos entre
los dedos del difunto para poder cubrir los viáticos durante el camino.[cita
requerida].

Arte político-religioso
Artículo principal: Arte prehispánico de Mesoamérica
La expresión artística estaba condicionada por la ideología, que mezclaba tanto la
religión como el poder; gran parte de las obras que sobrevivieron a la conquista
fueron monumentos públicos. Este tipo de arte fue hecho principalmente para ser
visto, el cual constituía la clave para la cuenta del tiempo, la grandeza de la
ciudad y la veneración de los dioses. Existe, además de este, otro tipo de arte
prehispánico que tiene que ver con el aspecto oculto; se diferencia del primero en
cuanto no puede ser observado sino que su valor está en lo que representa, por
ejemplo, la vasijas de barro que eran utilizadas en los entierros o las caras
invisibles de estatuas.

El arte quedaba en el anonimato, ya que nunca se encontró alguna firma del que lo
realizaba; además, se decía que era un arte abstracto, pero no refiriéndose a la
ausencia de la expresión figurativa, sino en el sentido de que está desconectado de
cualquier referencia naturalista.

Aparte de todo esto, al arte precortesiano se le consideraba también


hiperintelectual, capaz de liberarse de toda obligación realista. Siguiendo con
esta idea surgen dos observaciones: la primera se refiere a la imagen austera que
la arqueología le ha designado: por lo regular se tenía una preferencia hacia las
cosas nobles, objetos de colección o atesoramiento; y a las piedras se les
consideraba perecederas al tiempo por lo que no eran tan apreciadas, aunque si bien
es cierto esto último es esencial para los centros ceremoniales mesoamericanos.
[cita requerida]

Diversas especies de maíz criollo. El Estado y toda la civilización mesoamericana


se encuentran vinculados con el cultivo de este cereal, cuya mayor variedad de
especies se ha encontrado en el área mesoamericana.
Cronología
Artículos principales: Cronología de Mesoamérica y Cronologías de Mesoamérica.
La complejidad de los desarrollos paralelos de los diversos pueblos mesoamericanos
es un factor que ha llevado a los especialistas a plantearse la pertinencia de una
única cronología para toda Mesoamérica. Esta realidad compleja, tanto en el tiempo
como en el espacio, puede dar alguna luz acerca de la diversidad de cronologías que
han aparecido para abordar diacrónicamente el devenir de la civilización
mesoamericana.

Las primeras tentativas de periodización para la región aparecen en el siglo XIX,


con el asombro de los viajeros estadounidenses y europeos ante los restos olvidados
de las antiguas ciudades mesoamericanas —especialmente las del Área Maya—. La
cronología más común para la historia mesoamericana divide a la historia
precolombina de esta región del mundo en tres grandes períodos, el Preclásico, el
Clásico y el Posclásico. Esta periodización ha sido criticada por varios autores,35
especialmente porque tiene su origen en una analogía entre la cronología empleada
para la Antigua Grecia y el proceso civilizatorio que tuvo lugar en Mesoamérica
antes de la llegada de los españoles.36

A pesar de las críticas, la periodización tradicional para Mesoamérica es de amplio


uso en el mundo académico, aunque las fechas y caracterizaciones de cada uno de los
tres grandes períodos pueden variar un poco. Aquí se ha elegido la periodización
que aparece en El pasado histórico, obra de Alfredo López Austin y Leonardo López
Luján.37 Dicha cronología apunta al desarrollo de la cerámica más antigua como hito
inicial de la civilización mesoamericana (siglo XXV a. C.) y señala como su
conclusión la conquista de la América Media por parte de los españoles en la
tercera década del siglo XVI. Hay que enfatizar que las fechas son aproximadas y no
solo pueden tomarse como una aproximación. Cada una de las regiones que constituyen
a Mesoamérica y cada uno de sus pueblos tuvo una historia particular cuyos procesos
específicos difícilmente podrían ser captados por una cronología, que es solo un
modelo interpretativo.38

Cronología general de Mesoamérica.svg


Historia
Período Preclásico

Vasija de la cultura Capacha, procede de Acatitán, Colima.


Artículo principal: Período preclásico mesoamericano
Mesoamérica comienza un prolongado proceso de sedentarización plena a partir del
siglo XXVI a. C.(o hace aproximadamente 4,600 años), aunque la agricultura —que fue
la base de la economía de todos los pueblos mesoamericanos y el factor principal
que favoreció su sedentarismo— fue descubierta varios milenios antes.39 Se toma
como comienzo de la civilización mesoamericana la aparición de la cerámica, cuyos
vestigios más antiguos corresponden a los hallazgos de Puerto Marqués (en la costa
de estado de Guerrero, siglo XXVI a. C.)40 y a la fase Purrón del Valle de Tehuacán
(centro de México, siglo XXIV a. C.).41 Estos tempranos testimonios de la
tecnología cerámica en Mesoamérica —que además son fuente de controversia entre los
especialistas42— concentrados solo en algunos sitios como los señalados, han
motivado entre algunos autores la opinión de que la aparición de estos materiales
se debe probablemente a un vínculo entre los pueblos de la costa del Ecuador y los
primeros mesoamericanos.43

De acuerdo con la cronología adoptada en este artículo, el período al que se hace


alusión se divide en tres grandes etapas: Preclásico Temprano (ss. XXV-XV/XII a.
C.), Preclásico Medio (ss. XII-IV a. C.) y Tardío (ss. IV a. C.-II d. C.).44
Durante la primera etapa, se generaliza la manufactura de la cerámica en toda la
región, se consolidó la agricultura del maíz y otras hortalizas y dio inicio un
proceso de estratificación social que concluye con la aparición de las primeras
sociedades estratificadas en la costa del golfo de México y el Pacífico de
Guatemala. En el preclásico temprano, la cultura Capacha fue un motor importante en
el proceso civilizador mesoamericano, y su alfarería alcanzó una amplia difusión.

Hacia el año 1500 a. C., las culturas de Occidente entraron en una fase recesiva,
acompañada por su asimilación entre los pueblos que habían sostenido relaciones con
ellas. De este modo, surgieron Tlatilco en el valle de México y la cultura Olmeca,
en el Golfo. Tlatilco fue uno de los principales centros de población
mesoamericanos de la época. Se especializaba en la explotación de los recursos del
lago de Texcoco y la agricultura del maíz. Algunos autores suponen que Tlatilco fue
fundada y habitada por los antepasados de los actuales otomíes. Por otro lado, los
olmecas habían entrado en una fase expansiva, que los llevó a construir las
primeras obras de arquitectura monumental en La Venta y San Lorenzo. Los olmecas
intercambiaban productos tropicales de su área nuclear, y controlaban los
yacimientos minerales de Guerrero y Morelos, donde establecieron varios enclaves
como Teopantecuanitlán y Atlihuayán. Su influencia se hizo sentir en Nicoya, Costa
Rica y toda el área Maya. El impulso de la cultura olmeca alcanzó a sus vecinos del
sureste y Oaxaca, y contribuyó a las primeras fases culturales de Kaminaljuyú y San
José Mogote. Esta última población cedió la hegemonía en el altiplano oaxaqueño a
Monte Albán hacia final del preclásico medio. Por esa misma época, en el Bajío,
florecía la cultura de Chupícuaro, mientras en el Golfo, los olmecas entraban en
declive.

Entre lo grandes hitos culturales que marcaron el preclásico Medio se encuentra el


desarrollo de los primeros sistemas de escritura y la numeración vigesimal en el
área nuclear olmeca y Monte Albán. Durante este período, las sociedades
mesoamericanas eran sociedades estratificadas. Los vínculos entre los diferentes
centros de poder habían permitido la consolidación de élites regionales que
controlaban la explotación de los recursos y el trabajo de las clases campesinas.
La diferenciación social se basaba en la posesión de ciertos conocimientos
técnicos, como la astronomía, la escritura, y el comercio. Además, en el preclásico
medio, dio inicio el proceso de urbanización que definió a las sociedades del
clásico. Algunos núcleos de población como Tlatilco, Monte Albán y Cuicuilco
habrían de florecer en la última etapa del Preclásico, mientras que las poblaciones
olmecas se contrajeron y dejaron de ser protagonistas en el área.

El Acróbata, pieza de cerámica procedente de Tlatilco (Estado de México).


Hacia el final del período preclásico, la hegemonía política y comercial de la
región se trasladó a los núcleos de población localizados en el valle de México.
Alrededor del lago de Texcoco existían varias aldeas que terminaron por convertirse
en verdaderas ciudades, como las ya mencionadas Tlatilco y Cuicuilco. La primera se
localizaba en la ribera norte del lago, mientras que la segunda se ubicaba en las
faldas de la serranía del Ajusco. Tlatilco mantenía fuertes relaciones con las
culturas del Occidente, en tanto que Cuicuilco controlaba el comercio con el Área
Maya, Oaxaca y la costa del Golfo. La rivalidad entre ambas habría de concluir con
la declinación de la primera. Por otro lado, en Monte Albán, en la zona oaxaqueña,
los zapotecos habían comenzado un desarrollo cultural independiente de los olmecas,
reelaborando los elementos de esa cultura y adquiriendo características propias. En
el altiplano de Guatemala, Kaminaljuyú avanzaba también en dirección de lo que
sería la cultura maya clásica, aunque sus vínculos con el Centro y el Golfo seguían
marcando las pautas de los comienzos de esa cultura. En todas las regiones de
Mesoamérica, con excepción de Occidente, donde había arraigado la tradición de las
Tumbas de Tiro, las ciudades se enriquecieron con construcciones monumentales
realizadas sobre planos urbanísticos que sorprenden por su complejidad. De esta
fecha datan la pirámide circular de Cuicuilco, la plaza central de Monte Albán y la
pirámide de la Luna en Teotihuacan.
Cerca del año 0, Cuicuilco había desaparecido, y la hegemonía en la cuenca de
México había pasado a Teotihuacan. Los dos primeros siglos de la era cristiana
fueron el período en el que la Ciudad de los Dioses habría de consolidarse como la
mayor ciudad de la milenaria Mesoamérica y su principal centro político, económico
y cultural en los siguientes siete siglos.

Olmecas
Artículo principal: Olmeca

Principales sitios de la cultura olmeca


Durante muchos años, la cultura olmeca fue considerada la cultura madre de
Mesoamérica, debido a la gran influencia que ejerció en toda la región. Sin
embargo, desde las perspectivas más recientes, esta cultura es considerada más como
un proceso al que contribuyeron todos los pueblos contemporáneos y que cristalizó
en las costas de Veracruz y Tabasco. Aún es muy discutida la identidad étnica de
los olmecas. Basados en las evidencias lingüísticas, los arqueólogos y antropólogos
se inclinan a suponer que se trataba de un pueblo hablante de una lengua
otomangueana; o más probablemente, de los antepasados del actual pueblo zoque que
viven en el norte de Chiapas y Oaxaca. Según esta segunda hipótesis, los grupos
zoqueanos habrían emigrado hacia el sur tras la ruina de los principales centros de
población en la llanura del Golfo. Sea como sea, los portadores de la cultura
olmeca llegaron al sotavento unos ocho mil años antes de Cristo, introduciéndose
como una cuña en la franja de pueblos protomayas que habitaban la costa, hecho que
explicaría la separación de los huastecos del norte de Veracruz del resto de los
pueblos mayas localizados en la península de Yucatán y Guatemala.

La pirámide de La Venta, Tabasco, posiblemente la más antigua de Mesoamérica.


La cultura olmeca representa un hito en la historia mesoamericana, en la medida en
que varias de las características que definen a la región aparecen con esta
cultura. Entre otros, se pueden citar la organización estatal, el desarrollo del
calendario ritual de 260 días y el «civil» de 365, el primer sistema de escritura,
la planificación urbana y el carácter multiétnico de sus poblaciones. El desarrollo
de esta cultura comienza alrededor del siglo XIV a. C., aunque se consolida hasta
el siglo XII a. C. Sus principales sitios fueron La Venta donde se encontraron las
cabezas colosales, San Lorenzo y Tres Zapotes en el área nuclear. Sin embargo, en
toda Mesoamérica numerosos sitios presentan evidencia arqueológica de ocupación
olmeca, especialmente en la cuenca del río Balsas, donde se localiza
Teopantecuanitlán. Este sitio es sumamente enigmático, pues está fechado varios
siglos antes que las principales poblaciones del Golfo, hecho que no ha dejado de
causar controversia y la hipótesis que sugiere que el origen de la cultura olmeca
ocurrió en esta región.

Cabeza olmeca, La Venta


Entre las expresiones culturales más conocidas de esta cultura se encuentran las
cabezas colosales, esculpidas en monolitos de hasta tres metros de altura, con un
peso de varias toneladas. Si se tiene en cuenta que los sitios en donde fueron
localizados distan varias decenas de kilómetros de las canteras donde se obtiene el
basalto, y que los pueblos mesoamericanos carecían de herramientas de fierro, la
lapidaria olmeca es una verdadera proeza. Se desconoce cuál era la función de estos
monumentos. Algunos autores proponen que se trataba de monumentos conmemorativos de
jugadores de juego de pelota que habían sido excepcionalmente notables, o bien, que
son retratos de miembros de la élite gobernante olmeca. Los olmecas también son
conocidos por sus pequeñas tallas en jade (el material más apreciado de
Mesoamérica), y otras tallas en basalto de dimensiones menores. Tanto las
figurillas y la escultura olmeca abundan en representaciones del hombre-jaguar, que
según José María Covarrubias, puede ser un antecedente del culto a la deidad de la
lluvia, o quizá sea un ancestro del futuro Tezcatlipoca, en su advocación de
Tepeyóllotl, el ‘corazón del monte’.

Se desconoce a ciencia cierta cuáles fueron los motivos de la decadencia olmeca. Se


la asocia con conflictos políticos entre las élites de los principales centros de
poder, y con la invasión de otros pueblos. Como se ha dicho, los zoques podrían ser
descendientes de los olmecas, expulsados del área nuclear. Sin embargo, no se
descarta que algunos grupos hayan llegado al valle de Oaxaca, a las tierras altas
mayas o a la cuenca central de México, donde contribuyeron al desarrollo de las
culturas zapoteca y maya, y al apogeo de Teotihuacan en el período clásico.

Período Clásico
Artículo principal: Período clásico mesoamericano

Máscara del Dios Murciélago


El período clásico de Mesoamérica abarca de los años 200 al 900 d. C. La fecha de
conclusión puede variar en cada región: por ejemplo, en el Centro de México está
relacionado con la caída de los centros regionales del período epiclásico, hacia el
año 900; en el Golfo, con el declive de El Tajín, en el año 800; en el área Maya,
con el abandono de las ciudades de las tierras altas en el siglo IX; y en Oaxaca,
con la desaparición de Monte Albán hacia el año 850. Normalmente, el clásico
mesoamericano es caracterizado como la etapa en que las artes, la ciencia, el
urbanismo, la arquitectura y la organización social alcanzaron su cúspide. Esto es
cierto, pero no lo es menos el hecho de que se trató de una época dominada por la
presencia de Teotihuacan en toda la región, y que la competencia entre los
diferentes estados mesoamericanos provocaba continuas guerras.

Esta etapa de la historia mesoamericana se divide en dos fases. La primera es


conocida como Clásico Medio, y abarca del año 200 al 600 d. C. La segunda es el
Clásico Tardío, que va del 600 al 800/900 d. C. La primera etapa estuvo dominada
por Teotihuacan. De hecho comienza con la política expansionista de esta ciudad,
que la llevó a controlar las principales rutas comerciales de Mesoamérica. Durante
este tiempo, se consolida el proceso de urbanización que tiene su origen en los dos
últimos siglos del período preclásico temprano. Los principales centros de la época
son Monte Albán, Tikal y Calakmul, y desde luego Teotihuacan, que concentraba el 80
por ciento de los 200 mil habitantes de la cuenca del lago de Texcoco.

Templo 2 de Tikal, Guatemala.


Las ciudades de esta etapa se caracterizan por su carácter cosmopolita, es decir,
por su composición multiétnica, que implicaba la convivencia en un mismo núcleo de
población de varias lenguas, prácticas culturales y gente proveniente de las más
diversas regiones. Se intensificaron las alianzas políticas entre las élites
regionales, casi todas ellas aliadas a Teotihuacan. Asimismo, la diferenciación
social se hizo más evidente, una pequeña clase dominante imperaba sobre la mayor
parte de la población, que estaba obligada a pagar tributos y participar en la
construcción de obras públicas, como los sistemas de riego, los edificios
religiosos, y las vías de comunicación. El crecimiento de las ciudades no se puede
explicar sin el avance de las técnicas agrícolas y la intensificación de las redes
de comercio que involucraron no solo a los pueblos de Mesoamérica, sino a las
lejanas culturas de Oasisamérica.

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