No. 323. La Ciudadela de Los Libros

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Escultura colgante de Jan Hendrix, en el centro del patio Nellie

Campobello, punto de cruce de los ejes de La Ciudadela y antiguo


espacio del cernidor de la fábrica de tabaco.

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Arquitectura

La Ciudadela
la ciudad de los libros
Arquitectura y libros en Ciudad de México

I
Luis Fernando mpresiona. Por su tamaño, su historia, su arquitectura,
González Escobar sus características, su ubicación y por muchas cosas más.
Fotografías del autor Es bella en todo el sentido de la palabra; como forma,
contenido y proyecto cultural. Es una suma de tiempos, ma-
teriales y arquitecturas. Es grande, realmente grande, al me-
nos para nuestra escala, tal vez no para una como Ciudad de
México, la ciudad posapocalíptica, la de “la demasiada gente”,
como la llamó Carlos Monsiváis. Pero, pareciera una estu-
pidez, lo que más impacta es que es una biblioteca que tiene
libros. Sí, libros. Y muchos. No como simple depósito, sino
como razón fundamental de la propuesta arquitectónica, de
las intervenciones estéticas y espaciales, específicamente las
realizadas en las últimas décadas para convertirla en lo que
hoy es: la nueva Biblioteca de México José Vasconcelos.
Pero, acaso, ¿no se supone que una biblioteca es de
libros? Esa razón, entre necia y obvia, no la entendieron
en nuestro medio —en el colombiano o, más local, en el
de Medellín— algunos alcaldes y, principalmente, nues-
tros arquitectos, cuando se invirtieron millones y millones
de pesos para hacer edificaciones que, entre su nombre,
incluían la palabra “biblioteca”, y que, si bien se tienen li-
bros, no cumplen ni responden a este como hecho central
en todos los aspectos de la intervención. Cajas que bien
pueden contener cualquier cosa, desde computadores para
ocupar y distraer de alguna manera el tiempo inútil de los
niños y jóvenes, hasta los más variados rituales del ruido

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en talleres, manualidades, encuentros y un largo
etcétera, pero donde no se convoca a la silencio-
sa relación entre el lector y ese objeto inventado
por el hombre hace más de dos milenios, el que
se resiste a desaparecer pese a los gurúes pos-
modernos que lo liquidan cada vez que pueden.
Proyectos como aquella biblioteca implantada
en la denominada Ciudadela de México, en el
Centro Histórico de Ciudad de México, lo rei-
vindican y prolongan aún más en el tiempo.
Curiosamente, en aquella ciudad que se pro-
longa casi que al infinito por el antiguo valle de
Anáhuac hay dos bibliotecas en homenaje a José
Vasconcelos, ese polifacético pensador mexicano
que, junto a sus compañeros de la famosa gene-
ración del Ateneo, promovieron un gran cambio
en la educación y el pensamiento que se proyectó
a toda América Latina, en tanto esta fue el centro
de sus debates, y la establecieron como una reali-
dad social y política a partir de valorar la cultura
y la estética de sus sociedades. Ambas bibliotecas,
debido a las intervenciones arquitectónicas pro-
Detalle de columnata y portada neoclásica por el patio norte, en el
movidas por los gobiernos federales en las últimas eje que va de la Plaza Morelos a la Plaza Tolsa, que da cuenta de la
décadas, han estado en los últimos años en el de- arquitectura original de finales del siglo xviii y principios del xix.
bate arquitectónico, ya por su propio valor estético
o por los aspectos políticos que se entrecruzan allí. Fox, su promotor. Muchos vieron en la obra de la
Las dos tienen origen diverso y, debido a esto, tie- nueva biblioteca otro gesto megalómano propio
nen mayor o menor resistencia en su aceptación. de los gobernantes de todo el mundo, con despil-
La más polémica de las dos es la más nueva, farro de dinero incluido (costó aproximadamente
la bautizada a secas como Biblioteca Vasconcelos. cien millones de dólares), la no priorización de las
Ubicada al norte del Distrito Federal, al lado de verdaderas necesidades de lo cultural, y la inaugu-
las contiguas estaciones Buenavista —nombre ración apresurada con fines electorales, lo que im-
que reciben tanto la de una línea del Metro como plicó trabajar a marchas forzadas, algo que derivó
la de los Ferrocarriles—, se encuentra en una en el cierre posterior para remediar los variados
zona abandonada por mucho tiempo que, con problemas constructivos (como goteras, humeda-
el proyecto, buscó ser regenerada, rehabilitada o des, etc.), que aún no se han podido solucionar.
revitalizada, siguiendo el paradigma Guggenheim Lo cierto es que esta ambigua edificación se
de Bilbao (España), una ecuación simplificada debate entre su quietud formalista externa y su
en muchas ciudades (edificio símbolo = renova- visualidad futurista interior. El volumen es un
ción), con los consecuentes y evidentes fracasos, contenedor, a manera de pirámide trunca, muy
del que este caso pareciera ser otro ejemplo más. propia del pasado arquitectónico, de 270 metros
Allí se implantó la megabiblioteca diseñada por de largo por 35 metros de ancho en su base, como
un equipo encabezado por el arquitecto mexica- un gran monstruo sedente en medio de un jar-
no Alberto Kalach, después de haber ganado un dín de flora endémica mexicana, pero que no se
concurso internacional convocado en 2003,1 cuyo articula y aparece aislado en este paisaje urbano
polémico fallo fue apenas el abrebocas de las dis- duro y poco amable. Por el contrario, el interior
cusiones luego de la inauguración de la obra en sorprende de inmediato con un espacio central
mayo de 2006 y su puesta en funcionamiento en generoso a lo largo de todo el volumen con sus 28
junio del mismo año, por el gobierno de Vicente metros de altura, donde los pisos y las estanterías

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parecen flotar, pues con un manejo estructural de
acero y vidrio permite cada piso, y con ellos las
estanterías, colgar del techo e ir desplazando y
abriendo los módulos a medida que se acercan es-
tos al segundo piso, en medio de un escenográfico
juego de luces y sombras; el primer piso, lustroso,
solo se interrumpe en su continuidad en los dos
puntos de escaleras, que dividen todo el espacio
en tres secciones. Ese generoso espacio interior
provoca vértigo en el recorrido por sus pisos ví-
treos y la fluidez espacial en todos los sentidos.
Reclama tiempo para acostumbrarse a ese paisaje
galáctico. Pero, precisamente, esta es otra de las
críticas, pues para algunos esta es una propuesta
futurista con un programa del siglo xix, centrado
en el libro, que para 2015 eran más de 600 mil
volúmenes, cuando debería estar más pensado en
lo interactivo y lo visual.
Vista desde el patio Nellie Campobello hacia el patio De menor espectacularidad arquitectónica,
de la galería Zabludovsky.
pero no por ello menos sorprendente, es la otra
biblioteca Vasconcelos, mejor conocida, para
evitar confusiones, como Biblioteca México
José Vasconcelos, ubicada en un edificio histó-
rico dentro de un contexto singularmente his-
tórico, tanto ayer como hoy, conocido como La
Ciudadela. Está en una antigua edificación a la
vera de un camino en el suroeste de la ciudad,
concebida como una fábrica de puros y cigarros
en el último cuarto del siglo xviii. En las disputas
de esos años por suprimir las fábricas de la Renta
del Tabaco en la Nueva España, es decir, las ofi-
ciales, y mantener la actividad artesanal privada
Interior de la biblioteca personal Jaime García Terrés,
con la obra colgante Tiempo suspendido de Perla Krauze. de las cigarrerías, primó el interés monopolístico
de la Corona española, manteniendo las fábricas
existentes en distintas ciudades, ampliando algu-
nas y construyendo nuevas, como en el caso de
la de Ciudad de México, considerada la más im-
portante y representativa de todas. La fábrica de
esta ciudad ya funcionaba desde 1769 en un lugar
alquilado,2 por lo cual se requería una edificación
más adecuada atendiendo a los avances técni-
cos de la industria del tabaco. El proyecto para
la construcción de la nueva fábrica fue en buena
medida otro ejemplo de las disputas y tensiones
de los ingenieros y arquitectos que ejercieron en
Patio I, patio de lectura alrededor del cual se encuentran las bibliotecas el mundo novohispano con los miembros de la
personales de José Luis Martínez, Antonio Castro Leal, Jaime García Real Academia de San Fernando en Madrid,
Terrés, Alí Chumacero, Carlos Monsiváis y el teatro Antonieta Rivas
Mercado. Se destacan las columnas metálicas y en general la estructura quienes no aprobaron un primer proyecto presen-
de cubierta levantada sobre los muros perimetrales. tado por el ingeniero Manuel Mascaró, siguiendo

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gráficos, mantuvo esa condición austera de una
temprana arquitectura industrial, con sus fuentes
y acequias para la cura y fermentado del tabaco,
los numerosos patios para el secado, los cuartos
para el reconocimiento y pesaje de las hojas, para
la “escogedura”, el secado y el enterciado, o para el
almacenamiento y la administración, entre otros
requerimientos, todo eso aún perceptible en los
espacios, la materialidad y aun en la estética de
las fachadas neoclásicas, rigurosas y simples.
No es ningún lugar común decir que el es-
píritu del tiempo se siente en toda la manzana
de La Ciudadela, enmarcada entre dos espacios
públicos al norte y al sur —la plaza Morelos y
el parque Tolsa—, y dos calles en el eje oriente-
occidente —Balderas y Enrico Martínez—, al
lado de la estación Balderas de una de las líneas
del Metro. De ahí que sea considerado un monu-
Interior de la biblioteca Carlos Monsiváis, con el perfil de Carlos
Monsiváis y su gato, una obra del artista Francisco Toledo. mento histórico desde 1931, una de las 668 man-
zanas de interés histórico del Centro Histórico de
el modelo de la Fábrica de Sevilla. Un nuevo pro- la Ciudad de México, declaradas y delimitadas en
yecto fue elaborado a partir de 1792 por Antonio 1980. Un entorno con demasiada historia como
González Velásquez, quien había llegado para ser para ser ajeno a ella y no determinar las nuevas
director de arquitectura en la Real Academia de intervenciones, hasta llegar a ser lo que hoy es.
San Carlos, la primera que formaría arquitectos Como Biblioteca México, inició su andar a fi-
a este lado del mundo. A la espera de aproba- nales de 1946 con la dirección de José Vasconcelos,
ción de los planos, se iniciaron las obras con la ocupando apenas un cuarto de todo el conjunto y
dirección del ingeniero militar catalán Miguel compartiendo con otras actividades el resto de la
Constanzó, quien también participó en el dise- edificación. Pero con la implementación del pro-
ño del proyecto introduciendo correcciones al yecto del arquitecto Abraham Zabludovsky entre
mismo. Mientras se avanzaba en la construcción, 1987 y 1988, se le fue dando el carácter contem-
el primer proyecto diseñado tuvo que ser refor- poráneo a la biblioteca, convertida en el corazón
mado por los mismos arquitectos responsables de la red de bibliotecas públicas de todo México.
de aquella propuesta, pues no fue aprobado por Zabludovsky, un arquitecto nacido en Polonia
la Academia. Fue Constanzó quien, al menos pero criado desde los tres años en México, pese
hasta 1797, dirigió la obra.3 En 1804, luego de a ser un abanderado de la modernidad y del fun-
años de abandono del proyecto debido a la guerra cionalismo, tuvo la sensibilidad para aprender de
entre España e Inglaterra, y a las consiguientes la tradición arquitectónica y mirar con respeto la
dificultades financieras, el proyecto se retomó arquitectura histórica, como en este caso, donde
hasta su culminación en 1807, con la dirección incluyó elementos de contemporaneidad pero sin
del arquitecto Ignacio Castera, aunque sin seguir agredir ni desvirtuar el edificio. Ejemplo destaca-
estrictamente el proyecto inicial y limitándose a do de ello fue la manera de cubrir los cuatro gran-
acondicionarlo de la mejor manera para instalar des patios interiores, para convertirlos en salas de
con prontitud la fábrica. ¿Por qué tanta insisten- colecciones y lecturas. Cuatro cubiertas planas
cia en detallar este momento inicial del edificio? de 45 por 45 metros, sostenidas en su centro por
Sencillamente porque, pese a los variados usos y cuatro gruesas columnas metálicas de 10 metros
acontecimientos posteriores que incluyeron cuar- de altura, articuladas en la parte superior, giradas
telazos, alzamientos y revoluciones, el uso como a 45 grados con respecto al cuadrado de los pa-
armería, cárcel, hospicio de pobres o talleres tios, realzadas sobre la altura de los muros para

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En aquella ciudad que se prolonga casi que al infinito por el antiguo valle
de Anáhuac hay dos bibliotecas en homenaje a José Vasconcelos […]
Ambas bibliotecas, debido a las intervenciones arquitectónicas promovidas por
los gobiernos federales en las últimas décadas, han estado en los últimos años
en el debate arquitectónico, ya por su propio valor estético o por los aspectos
políticos que se entrecruzan allí.

generar una grieta en todo el perímetro que, junto


con el retraso del cielorraso, permiten el paso de la
luz y dan la sensación de levitación de las cuatro
cubiertas. Un ejemplo de funcionalidad a la vez
que una demostración de respeto, para generar
bellos y airosos espacios sin demoler o agredir la
arquitectura precedente, algo que repitió en otros
patios rectangulares y en la manera de interpretar
la forma de las columnas y su ritmo, para plantear
otras de carácter contemporáneo. En todo esto
hay un respeto y un diálogo planteado por este
insigne arquitecto. De ahí que la última interven-
ción, entre 2011 y 2013, con el Plan Maestro de
BGP Arquitectos —formado por los arquitec-
tos Bernardo Gómez-Pimienta, Luis Enrique
Mendoza y Alejandro Sánchez—, no hiciera más
que intensificar esta línea ya marcada.
Dicho plan tenía como propósito restaurar
y rescatar el carácter del edificio, incluyendo el
esquema de patios original, como lo plantean los
mismos arquitectos, pero actualizándolo en tér-
minos de las instalaciones y equipamientos, entre Biblioteca José Luis Martínez, con la intervención artística de
Betsabeé Romero. Un espacio donde se destaca la combinación de
ellos los de accesibilidad y ayudas para la pobla- madera y vidrio propuesta por los arquitectos del proyecto para los
ción discapacitada. Todos los nuevos elementos pisos y las bibliotecas.
contemporáneos, entre columnas, pérgolas, amue-
blamiento, jardines, espacios interiores y obras de nodal, no interfiere con la circulación por la misma
arte, entran en diálogo con el carácter histórico escala del edificio ni en su polivalencia, mientras
de los edificios; por ejemplo, el contraste entre la algunos de los vanos rectangulares de las paredes
textura de muros de piedras volcánicas y los aca- dejan pasar chorros de luz que reflejan las texturas
bados lisos, ya fuera en inmaculado blanco o en los pétreas, y en otros se visualizan las fotografías de
encendidos colores tan propios de la arquitectura José Vasconcelos, Carlos Fuentes, Octavio Paz y
mexicana. Otro tanto se puede decir de El Cernidor, otros próceres literarios.
un espacio nodal, pues está en el cruce de los ejes En La Ciudadela tiene sede un centro de la
principales, donde se instaló una escultura de Jan imagen, más espacios administrativos, salas de
Hendrix, que hace referencia en su liminaridad a exposiciones, auditorios y teatros, pero, funda-
la abstracción de las hojas de tabaco. La escultura mentalmente, como su nombre lo indica, el edi-
cuelga en forma de cono invertido, señala el punto ficio está dedicado al libro. Una suma de librería,

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Lucernario en el interior de la Interior de la biblioteca Antonio Castro Leal, con Vitrina de la biblioteca Carlos Monsiváis,
biblioteca de Alí Chumacero, en la escultura de Alejandra Zermeño, en medio de la con libros firmados por grandes autores,
forma de quilla de barco. arquitectura de vidrio y acero propuesta por el dibujos elaborados por amigos suyos y
arquitecto Bernardo Gómez-Pimienta. reliquias de su propia colección.

bibliotecas y salas de lectura. Contiene la inicial Los mosaicos de Francisco Toledo por el piso de
Biblioteca México, a la que se le han sumado, la sala, junto al perfil de Carlos Monsiváis y el
después de 2011, cinco bibliotecas personales gobelino del gato, son una referencia inmedia-
de grandes intelectuales mexicanos: José Luis ta a los felinos que tanto amó (podríamos decir
Martínez, Antonio Castro Leal, Jaime García su “gatomaquia”, como para retomar el título
Terres, Alí Chumacero y Carlos Monsiváis. La del libro dedicado a él por el poeta José Emilio
más pequeña de todas tiene más de 19 mil volú- Pacheco en 1962, quien hizo la presentación de
menes, y la más grande más de 75 mil. Cada una este libro del escultor Vicente Rojo publicado en
en su propio espacio, fueron diseñadas por los ar- 1961). Este libro reposa en la vitrina de entrada,
quitectos de acuerdo con el espíritu y la personali- con otros también dedicados a él, junto a carica-
dad del personaje; de ahí también sus particulares turas, objetos variados, muñecos de luchadores y
materiales, como el tzalam —madera chapane- todo ese mundo popular y de fetiches tan afín a
ca— para la Jaime García, el machiche —madera las reflexiones y escrituras de Monsiváis. ¿Qué
del estado de Quintana Roo en Yucatán— para la más se puede pedir para este espacio que ese es-
Chumacero, el nogal americano para la Monsiváis, píritu juguetón y festivo de su vitrina de entrada?
enciso americano para la Martínez y caoba para la En fin, toda una ciudadela de libros y autores.
Castro, aunque, en este caso, combinado de forma De libros y muchos lectores. Un conjunto arqui-
maravillosa por los arquitectos con el vidrio y el tectónico de espacios generosos con memoria en
acero.4 El amor de Chumacero por la navegación los propios espacios, en los muros, en los estantes
fue la razón para inspirar un plafón en forma de y en los miles de libros; algunos tan singulares y
quilla de barco donde se cuela la luz cenital, y se valiosos como el Libro Tercero y Cuarto del trata-
incluyó la réplica del árbol que tenía en su biblio- dista Sebastiano Serlio, exhibido en la Biblioteca
teca. También las obras de arte hacen sutiles re- Castro con la frase “con tratados como este se
ferencias, como los aviones de Betsabeé Romero construyó la Nueva España”, como para reafir-
que cuelgan en la Biblioteca Martínez, en refe- mar la relación entre el libro y la arquitectura en
rencia a su faceta de viajero como diplomático. esa hermosa e inmensa ciudadela. Una suma de

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Interior de la biblioteca Alí Chumacero Interior de la biblioteca Carlos Monsiváis.
Se aprecia el trabajo de piso elaborado por
artesanos de Oaxaca y el cuadro del artista
Francisco Toledo.

tiempos arquitectónicos puesta al servicio del libro Unidos y Héctor Vigglieca de Uruguay y Brasil. Para algu-
y el lector. nos, estos datos de la convocatoria a un concurso parecieran
no solo un medidor de éxito, sino una garantía de la calidad
En la ciudad monstruosa y de la desmesura, del proyecto escogido, algo bastante dudoso por la suma en-
donde se anunciaba precisamente el fin de la ciu- tre competencia deportiva y carga subjetiva en el proceso de
dad, también el libro, al que se le proclama de ma- selección de unos cuantos proyectos entre tantas propuestas y
nera reiterada su inminente extinción, es exaltado en tan corto tiempo, aun para jurados entendidos y avezados
como los que estuvieron a cargo de la selección.
y vivificado en ese oasis de La Ciudadela, mientras 2
Guillermo Céspedes del Castillo. El tabaco en la Nueva
en el Metro próximo, como escribió Monsiváis, se España. Madrid: Real Academia de Historia, 1992, p. 126.
libra una “batalla álgida por el oxígeno y el milí- 3
Tal vez por esta razón, en una placa en azulejo, en la fachada
metro”. Sí, definitivamente, es impresionante. norte, obra de la “Dirección de monumentos coloniales y de la
República”, se lee: “Este edificio se construyó para el estanco
de tabacos según proyecto de Miguel Constanzo (sic) a fines
del siglo xviii”; pero señala L. Omar Moncada Maya: “No
Luis Fernando González Escobar (Colombia) hay duda de que González es el autor del proyecto, el cual
Profesor Asociado adscrito a la Escuela del Hábitat, Facultad fue corregido por Constanzó. Desgraciadamente, no sabemos
de Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia (sede hasta qué punto cambió el proyecto original con las modifi-
Medellín). caciones del ingeniero, pues al final se nombra a Constanzó
‘Ingeniero director de la obra’, mientras que González queda
Notas como su segundo. La participación de Constanzó se dio hasta
1
Fue un concurso a dos rondas; esto es, un primer jurado es- 1797, año en que es nombrado cuartelmaestre del cantón de
cogía siete finalistas entre todas las propuestas presentadas, y Orizaba”, en: “El Ingeniero militar Miguel Constanzó en la
un segundo jurado elegía el ganador entre esos finalistas. El Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de la Nueva
concurso se abrió el 2 de julio de 2003. Se presentaron 592 España”.  Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y
propuestas, 459 de arquitectos mexicanos y 133 de arquitectos ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1.° de
de 31 países. El fallo definitivo se dio a conocer en octubre marzo de 2003, vol. VII, núm. 136, http://www.ub.es/geo-
del mismo año. El grupo de arquitectos ganadores lo integró, crit/sn/sn-136.htm
además de Kalach, los arquitectos mexicanos Juan Palomar, 4
Los arquitectos de cada biblioteca fueron: José Castillo
Tonatiuh Martínez y Gustavo Lipkau. Los otros finalistas de la García; José Vigil y Jorge Calvillo de la Chumacero;
fueron proyectos encabezados por Isaac Broid y Juan Carlos Javier Sánchez Corral y Aisha Ballesteros de la Monsiváis;
Tello, también de México, Lluis Mateo de España, David Bernardo Gómez-Pimienta de la Castro, y Alejandro
Chipperfield del Reino Unido, Eric Owen Moss de Estados Sánchez de la Martínez.

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