Trabajo Metodos de Investigacion

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UNIVERSIDAD ANDINA

“NÉSTOR CÁCERES VELÁZQUEZ”


FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y
POLÍTICAS
ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

PRAGMATISMO DE CHARLES SANDER PEIRCE

ASIGNATURA: METODOS Y TECNICAS DE INVESTIGACION


DOCENTE: DR. HUMPIRI NUÑEZ JIMY
PRESENTADO POR: GRUPO 10
-Medina Pacco Katyhuzca Evelin
-Choquehuanca Huamani Yulisa
-Huanca Gómez Noelia Liz
-Sarmiento Mendoza Liliana Ingrid
-Velázquez Chura Jorge Luis

AREQUIPA- PERÚ

2021
INDICE

INTRODUCCIÓN

CUERPO

2 .1 La noción de comunidad, el realismo semiótico y la verdad como opinión última


2.2 La pragmática trascendental de Peirce. Sus aportaciones.

2.3Nuevas aportaciones a la semiótica y a la filosofía del lenguaje. Su teoría del signo.


Concepción triádica del ssign
3. Especificidad de su filosofía pragmática
4. .-FUNDAMENTO EPISTEMOLOGICO DEL PARADIGMA DE PEIRCE
1. INTRODUCCIÓN

El presente trabajo ofrece una muestra representativa de algunos resultados de las investigaciones de

largo alcance sobre el Pragmatismo del pensador y científico norteamericano Charles Sanders Peirce

(1839- 1914) emprendida por expertos de reconocimiento internacional, quienes abordan los

conceptos filosóficos claves que este lógico norteamericano usó, estudió, aclaró o discutió.

Peirce es considerado como fundador de la corriente de pensamiento denominada “pragmatismo” y

también como “padre” de la semiótica contemporánea entendida como teoría filosófica de la

significación y de la representación.

Este proyecto se nutre en síntesis de diez trabajos elaborados por diferentes autores, donde se

abordan diversos aspectos y temas de la concepción pragmaticista propuesta por Peirce, los

presupuestos filosóficos que la fundamentan, las cuestiones centrales que él abordó y algunos de los

problemas que nos plantea la comprensión de su compleja obra.

Nuestro propósito principal en lo que sigue será presentar brevemente los contornos generales de las

nociones de verdad, realidad y comunidad, las cuales configuran el contexto filosófico y conceptual

del Pragmaticismo de Peirce y nos sirven de criterios temáticos y horizonte de comprensión para la

selección de textos realizada en esta compilación. Adicionalmente vamos a subrayar la relevancia del

Pragmaticismo para la investigación contemporánea en Filosofía, retomando para ello algunos

resultados de nuestra investigación


3 CUERPO

2 .1 La noción de comunidad, el realismo semiótico y la verdad como opinión última


Comunidad, realismo y verdad se implican mutuamente en el Pragmaticismo de Peirce y constituyen
conceptos básicos constantes en su pensamiento, aunque se consolidan y evolucionan con el tiempo.
En efecto, muy temprano en su desarrollo intelectual, en un escrito de 1878, Peirce explica cómo
entiende la relación entre realidad y comunidad:

Lo real, pues, es aquello a lo que, más pronto o más tarde, aboca la información y el
razonamiento, y que en consecuencia es independiente de los antojos tuyos o míos.
Por lo tanto, el auténtico origen del concepto de realidad muestra que el mismo
implica esencialmente la noción de COMUNIDAD, sin límites definidos, y
susceptible de un crecimiento indefinido del conocimiento. Y, así, aquellas dos
series de cognición -la real y la irreal- constan de aquellas que la comunidad seguirá
siempre reafirmando en un tiempo suficientemente futuro; y de aquellas que, bajo las
mismas condiciones, seguirá siempre negando1
Y tres años después le vemos afirmar que, a pesar del error y la falibilidad humanas, la verdad
constituye un ideal regulativo para toda investigación, digno y realmente posible de alcanzar:

Todo pensamiento y opinión humanos contienen elementos arbitrarios,


accidentales, dependientes de las limitaciones de las circunstancias, del poder y de
las tendencias de lo particular; un elemento de error, en resumen. Pero la opinión
humana tiende a la larga universalmente a una forma definida, que es la verdad.
Permítase a cualquier ser humano tener suficiente informacióny ejercer
suficientemente el pensamiento sobre alguna cuestión y el resultado será que
llegará a una cierta conclusión definida, que es la misma que alcanzará cualquier
otra mente bajo circunstancias suficientemente favorables2
.

___________________
1 Peirce, C. S. Collected Papers of Charles Sanders Peirce (CP), vols. 1-8, C. Hartshorne, P. Weiss y

A. W. Burks (Eds.). Cambridge, MA: Harvard University Press. .CP 5.311 [1868]

2 Peirce, C. S., The Essential Peirce. Selected Philosophical Writings, vols. 1-2 (EP), Houser, Nathan
et al. (Eds.) 1992-98. Bloomington: Indiana University Press. EP 1: 89 [1871]

Charles Sanders Peirce (1839 – 1914)


2.2La pragmática trascendental de Peirce. Sus aportaciones.

En 1967 Apel dedicó una Antología a Peirce, cuyas Introducciones después se publicaron en
1976 separadamente en forma de una monografía, con el título: La trayectoria intelectual de
C. S. Peirce. Una introducción al pragmatismo americano.
Reconstruyó al detalle el programa de transformación semiótica del transcendentalismo
kantiano llevado a cabo por Peirce, sin admitir las interpretaciones habituales de J. von
Kempski y M. Murphey en 1952 y 1961 respectivamente. Le consideraron un mal intérprete
y un mal seguidor de Kant por pretender alcanzar un "punto aún más alto" de reflexión
transcendental sin repetir miméticamente los mismos pasos que él dio

Apel distingue dos períodos en su pensamiento, cada uno subdividido a su vez en otros dos.
En el primero es cuando hizo sus aportaciones más interesantes, dedicando el último a
rectificar los posibles malentendidos que su obra generó en sus propios seguidores, como
fueron William James o Dewey. Esta ambivalencia explica en gran parte los usos tan
opuestos que después se han hecho del pragmatismo.
La primera etapa del joven Peirce abarca entre 1868 y 1878, entre los 29 y los 39 años.
Corresponde a las primeras formulaciones explícitas de la pragmática transcendental con la
que Apel se identifica plenamente

2.3Nuevas aportaciones a la semiótica y a la filosofía del lenguaje. Su teoría del signo.

El signo y el pensamiento. Sus vínculos e interacciones.


Según Peirce, "no tenemos ningún poder de pensamiento sin signos" . En principio el
proceso de indagación puede caracterizarse como un proceso que opera en virtud de la
manipulación de signos (o "pensamientos signos" . De acuerdo a Peirce, el pensamiento es
continuo, es decir, en la continuidad del pensamiento los pensamientos signos están en
permanente flujo. Un pensamiento lleva a otro y éste a su vez a otro y así sucesivamente.
Pero en el proceso de indagación, gatillado por la obstaculización del flujo de la experiencia,
ejercemos un control sobre la continuidad del pensamiento. Dicho control hace posible
constreñir las asociaciones de pensamiento. Es dicho constreñimiento el que caracteriza a la
inferencia. Diré más acerca de la inferencia en las secciones siguientes; lo que me interesa
enfatizar por ahora es la caracterización que hace Peirce de la inferencia como una
asociación de pensamientos signos que está controlada por ciertas normas provenientes de la
lógica.
Pero un signo no solamente está asociado a otros signos en el pensamiento. También está
conectado con las cosas, las que son caracterizadas por Peirce como los objetos de los signos
o el suppositum por el cual está el signo.
Peirce caracteriza la noción de signo como sigue: "Un signo o representamen es algo que
está para alguien por algo en algún respecto o capacidad. Apela a alguien, esto es, crea en la
mente de esa persona un signo equivalente o quizás un signo más desarrollado. Ese signo
que crea lo llamo el interpretante del primer signo. El signo está por algo, su objeto. Está por
ese objeto no en todos los respetos, sino por referencia a un tipo de idea a la que he llamado
algunas veces el ground del representamen" .

Es importante enfatizar aquí que la relación triádica entre el objeto, el ground y el


representamen es lo que hace posible la creación de otro signo en la mente del intérprete.
Hay diferentes signos que se utilizan en la indagación y cada uno de estos diferentes tipos de
signos explicitan en diferentes grados la determinación que ellos ejercen sobre la creación de
su interpretante correspondiente. Diré mucho más acerca de los tipos de interpretantes y los
tipos de inferencia en la sección 4 de este artículo. Lo que me interesa enfatizar por ahora es
que el interpretante puede ser concebido como la conclusión de un proceso de inferencia.
Peirce concibe también el interpretante como el significado de un signo. En la indagación la
producción de signos tiene como propósito la determinación de su interpretante adecuado;
esto es, la determinación del interpretante que cumplirá el objetivo pragmático de posibilitar
la superación de la irritación provocada por la interrupción del flujo de la experiencia. De
acuerdo a lo dicho, el concepto de significado se usa para expresar el interpretante intentado
producto de un signo producido en el proceso de indagación.

Debo señalar que las consideraciones semánticas que anteceden se aplican a los signos
especialmente en tanto se usan en el estadio inferencial del proceso de indagación. Sin
embargo, para Peirce la noción de interpretante es muy amplia. Peirce explicita la amplitud
del concepto de interpretante.

"... el pensamiento que interpreta, siendo él mismo un signo, se considera como


constituyendo el modo de ser de un signo. El signo medio entre el signo interpretante y su
objeto. Tomando al signo en su más amplio sentido, su interpretante no es necesariamente un
signo, obviamente... Pero podemos tomar un signo en un sentido tan amplio que el
interpretante de éste puede no ser un pensamiento, sino una acción o experiencia o podemos,
incluso, ampliar de tal modo el significado del concepto de signo que su interpretante puede
ser una mera cualidad del sentimiento"
De acuerdo al fragmento citado, el interpretante puede también concebirse como un signo
que hace posible la creación en la mente de otro signo que no se intenta meramente como la
conclusión de una inferencia.
La pregunta que surge en este punto es si acaso el interpretante o la cadena de interpretantes
guarda la misma relación, o, al menos, una relación similar con el objeto. Para expresar la
pregunta de un modo más concreto: ¿Mantiene el esquema de acción utilizado en testear una
hipótesis la misma relación con el objeto que la hipótesis a confirmar tiene con ese mismo
objeto? Peirce responde a esta pregunta afirmativamente.
"Un signo, por lo tanto, es un objeto que está, por una parte, relacionado con su objeto y, por
otra, con un interpretante, de modo tal que hace que el interpretante tenga una relación con el
objeto que corresponde a la misma relación que él tiene con el objeto. Podría decir similar a
la suya propia, porque una correspondencia consiste en similitud; pero quizás el término
correspondencia es más estrecho" .
De acuerdo al texto citado, el signo original regula la correspondencia entre el interpretante y
el objeto. Si es así, entonces el interpretante no es solamente otro signo derivado del signo
original, sino que el signo determina una relación con el objeto que corresponde a la relación
que el signo original tiene con el objeto. De este modo, cuando tenemos una hipótesis
general y derivamos de ella un esquema experimental de acción para testear la hipótesis
original, la relación que el esquema de acción tiene con el objeto es similar a la relación que
la hipótesis tiene con dicho objeto. Es esta similitud la que nos permite decir que al hacer un
experimento particular estamos testeando la hipótesis general correspondiente.
Hay por lo menos dos problemas que surgen de las consideraciones que anteceden. El
primero está relacionado con las características del vínculo que existe entre la hipótesis
general y el acto particular mediante el cual testeamos la hipótesis. En el fondo se trata del
vínculo que valida el paso en el experimento de lo universal a lo particular. Según Peirce ese
vínculo está dado en la percepción. Podemos tener percepciones y formular juicios
perceptivos en virtud del ground del objeto. Como se dijo más arriba, reconocemos en
nuestros perceptos los atributos o propiedades generales (gatidad, rojez, etc.) que están
encarnados en los individuos percibidos. Este reconocimiento no tiene un carácter puramente
epistemológico, sino que, en lo fundamental se trata de un reconocimiento de carácter
ontológico. La generalidad del ground sirve de fundamento al uso de predicados en los
juicios perceptivos. El uso de predicados generales en los juicios perceptivos hace posible la
derivación de una proposición universal. Si consideramos una proposición universal como
una hipótesis que necesita confirmación ulterior, entonces es plausible pensar que podemos
diseñar experimentos que pueden testear dicha hipótesis. En tales operaciones transitamos
desde proposiciones desde un interpretante experimental hasta juicios perceptivos. Si los
juicios perceptivos corresponden a las expectativas prescritas en el esquema de acción (o
interpretante experimental), entonces se ha obtenido evidencia para la hipótesis. Además,
puede decirse que la hipótesis es operativa en la realidad.
Esta última consideración nos lleva al segundo problema que se anunciara más arriba: la
relación entre el signo y la acción. Es plausible afirmar, como Peirce lo hace, que los signos
aunque generales son operativos en la realidad., "Todos los cuerpos sólidos caen en ausencia
de cualquier presión o fuerza que los sostenga". El problema es cómo sabemos que este
signo general es operativo en la realidad. Peirce respondería a esta pregunta diciendo que
sabemos esto porque podemos derivar a partir de este signo general un interpretante
experimental, un esquema de acción, que nos permita actuar sobre la realidad obteniendo
algunos resultados que corresponderán a instanciaciones de esa proposición general. El
interpretante puede predecir, por ejemplo, que si tomamos una piedra cualquiera bajo ciertas
circunstancias y que si la soltamos ésta caerá inevitablemente al suelo. Podemos actuar sobre
la base de este interpretante experimental y obtener los resultados esperados. Podemos
repetir el experimento una y otra vez y podemos conseguir información de otros que han
realizado el mismo experimento obteniendo resultados similares. Lo anterior mostraría, en
opinión de Peirce, que un signo resulta ser, en definitiva, causalmente eficiente en la
realidad.
El interpretante, concebido experimentalmente, contiene el diseño de un experimento
conjuntamente con las consecuencias que podemos esperar de la ejecución de dicho
experimento. Si las consecuencias esperadas se obtienen, entonces esto mostraría que el
interpretante es causalmente eficiente. En tanto el interpretante se deriva de una hipótesis
general, podría decirse que por extensión dicho signo general es también causalmente
operativo con respecto a la realidad, puesto que prescribe un comportamiento experimental
que tendrá consecuencias en la realidad.
Peirce también quiere mostrar mediante su teoría pragmática que los signos generales ?i.e.,
las hipótesis? tienen una cierta relación de correspondencia con la realidad. El rechaza la
afirmación nominalista de acuerdo a la cual las entidades generales solamente existen en la
mente. En su opinión las consecuencias que obtenemos mediante la aplicación de los
interpretantes de los signos generales sobre la realidad es el mejor argumento para sustentar
la tesis de que hay una relación de cierta correspondencia entre las leyes generales que
formulamos acerca del comportamiento de la naturaleza y los principios generales activos
que operan en ella. El hecho de que las leyes generales que formulamos tengan
consecuencias en la naturaleza a través de su instanciación bajo condiciones experimentales
muestra que hay patrones generales que operan efectivamente en el comportamiento de los
fenómenos naturales. Sin embargo, ello no significa que al formular una ley estemos
indicando de un modo preciso el patrón general que opera en el devenir natural. La ciencia
es falible y perfectible. La formulación de una ley cuya aplicación experimental tenga ciertas
consecuencias está en una relación asintótica respecto del patrón general activo en la
naturaleza que dicha formulación intenta designar. Lo anterior indica un cierto alejamiento
de Peirce respecto del realismo científico. De acuerdo a dicha posición los términos
teoréticos que figuran en las leyes generales tienen una existencia real o posible. De acuerdo
a los planteamientos de Peirce podemos formular otras leyes, diferentes de una ley inicial, y
obtener consecuencias similares. Estas otras formulaciones circunscribirían asintóticamente
los patrones naturales reales. A pesar de la aparente indeterminación que lo anterior
implicaría, el único modo que tenemos de acceder al grado más alto de realidad es mediante
los signos generales
3. Concepción triádica del signo
Todo signo es un representamen. Representar es la operación más propia del signo, es estar en lugar
del objeto «como el embajador toma el lugar de su país, lo representa en un país extranjero».
Representar es «estar en una relación tal con otro que para un cierto propósito es tratado por una
mente como si fuera ese otro. Así, un portavoz, un diputado, un agente, un vicario, un diagrama, un
síntoma, una descripción, un concepto, un testimonio, todos ellos representan, en sus distintas
maneras, algo más a las mentes que los consideran» . Pensar es el principal modo de representar, e
interpretar un signo es desentrañar su significado. El representamen no es la mera imagen de la cosa,
la reproducción sensorial del objeto, sino que toma el lugar de la cosa en nuestro pensamiento. El
signo no es solo algo que está en lugar de la cosa (que la sustituye, con la que está en relación de
«equivalencia»), sino que es algo mediante cuyo conocimiento conocemos algo más. Al conocer el
signo inferimos lo que significa. El representamen amplía así nuestra comprensión, de forma que el
proceso de significación o semiosis llega a convertirse en el tiempo en un proceso ilimitado de
inferencias. Por ello los signos no se definen sólo porque sustituyan a las cosas, sino porque
funcionan realmente como instrumentos que ponen el universo al alcance de los intérpretes, pues
hacen posible que pensemos también lo que no vemos ni tocamos o ni siquiera nos imaginamos.
Las personas o intérpretes son portadores de interpretantes, de interpretaciones. El signo crea algo en
la mente del intérprete, y ese algo creado por el signo, ha sido creado también de una manera
indirecta y relativa por el objeto del signo. En este sentido, puede decirse que la aportación capital de
Peirce consiste en poner de manifiesto que, si se acepta que los procesos de significación son
procesos de inferencia, ha de aceptarse también que la mayor parte de las veces, esa inferencia es de
naturaleza hipotética («abductiva» en terminología de Peirce), esto es, que implica siempre una
interpretación y tiene un cierto carácter de conjetura. Nuestra interpretación es siempre falible, esto
es, puede ser siempre mejorada, corregida, enriquecida o rectificada.

3.1Especificidad de su filosofía pragmática.


1. Según Carlos Ortiz de Landázuri: "A partir de la década de los sesenta la influencia de
Charles Sanders Peirce (1839-1914) en el pensamiento contemporáneo se ha ido
incrementando sin interrupción. Probablemente ha sido Karl Otto Apel (Düsseldorf,
1922) uno de los filósofos que ha protagonizado este proceso de transformación que se
ha producido en la cultura contemporánea desde hace ya cien años entre dos modos
opuestos de entender el trascendentalismo, similares a los defendidos por Kant y Peirce
respectivamente. Por su parte ha propiciado el giro lingüístico que ha tenido lugar en el
pensamiento contemporáneo durante estos últimos cincuenta años, heredando las
dificultades y paradojas que Peirce ya detectó dentro del pragmatismo.

"William James, segundo representante del pragmatismo norteamericano, reconoció a


Charles Peirce como fundador del pragmatismo. Su pragmatismo puede entenderse
como un método de resolver confusiones conceptuales relacionando el significado de los
conceptos con las consecuencias prácticas. Sin ninguna duda, esta teoría no guarda
ninguna semejanza con la noción vulgar de pragmatismo, que connota una burda
búsqueda del beneficio, así como la conveniencia política.

"Peirce es también considerado como el padre de la semiótica moderna: la ciencia de los


signos. Más aún, su trabajo —a menudo pionero— fue relevante para muchas áreas del
conocimiento, tales como astronomía, metrología, geodesia, matemáticas, lógica,
filosofía, teoría e historia de la ciencia, semiótica, lingüística, econometría y psicología.
Cada vez más, ha llegado a ser objeto de abundantes elogios. Popper lo ve como "uno de
los filósofos más grandes de todos los tiempos". Por lo tanto, no es sorprendente que su
trabajo y sus ideas acerca de muchas cuestiones hayan sido objeto de renovado interés,
no sólo por sus inteligentes anticipaciones a los desarrollos científicos, sino sobre todo
porque muestra efectivamente cómo volver a asumir la responsabilidad filosófica de la
que abdicó gran parte de la filosofía del siglo XX"

2. Según Max Fisch, «Peirce no era meramente un filósofo o un lógico que ha estudiado
cuestiones científicas. Era un científico profesional con todo derecho, que llevó a su
trabajo las preocupaciones del filósofo y del lógico».

Su visión del pragmatismo se diferencia de las concepciones utilitaristas extremas que se


han hecho populares, pues "El pragmatismo de Peirce reviste características especiales
que lo diferencian de las versiones populares que se difunden teniendo como base
algunos de los trabajos de James y Dewey. Si se tienen presentes las Lectures on
Pragmatism (1903) (Conferencias sobre Pragmatismo. En lo que sigue me referiré a este
texto bajo la denominación abreviada de Conferencias) y el artículo "What Pragmatism
Is" (1905) no es poco plausible pensar que al comenzar el siglo Peirce tenía como uno de
sus propósitos filosóficos primarios precisar la concepción de pragmatismo que él había
propuesto en los artículos "The Fixation of Belief" (1877) y "How to Make our Ideas
Clear" (1878). Los motivos aparentes para este esfuerzo clarificador radicaban en el
hecho de que la palabra "pragmatismo" estaba siendo usada por otros pensadores para
designar concepciones que eran totalmente extrañas a las que Peirce quería transmitir
cuando en los artículos antes señalados hizo la presentación original de su doctrina. Con
el objeto de diferenciar su doctrina de las advenedizas, Peirce propone en su artículo de
1905 rebautizar su propia doctrina con el nombre de Pragmaticismo:
"Pero hoy en día la palabra [pragmatismo] comienza a encontrarse ocasionalmente en las
revistas literarias, donde se abusa de ésta del modo inmisericorde que cabe esperar
cuando las palabras caen en enredos literarios... De modo, entonces, que el que esto
escribe, encontrando su naciente "pragmatismo" promovido de tal manera, siente que es
hora de dar a su hijo un beso de despedida y liberarlo a su destino más alto; mientras
tanto, y para servir el propósito preciso de expresar la definición original, le place
anunciar el nacimiento de la palabra "pragmaticismo", la que es lo suficientemente fea
para estar a salvo de eventuales raptores" (5.414).

3. Peirce parafrasea su propia máxima:

"Considera los efectos que tú concibes en el objeto de tu concepción que pudieran tener
importancia práctica. Entonces tu concepción de esos efectos es la TOTALIDAD de tu
concepción del objeto" (5.422).

De la formulación anterior de la máxima pragmática puede desprenderse o bien que una


concepción tiene que ser probada por sus efectos prácticos, o bien que una concepción es
significativa porque tiene consecuencias ventajosas, o bien que una concepción cuyas
consecuencias sean exitosas será verdadera.

Aunque es posible derivar formulaciones que, como las enunciadas más arriba, exhiben
un carácter pragmatista a partir de la máxima temprana de Peirce, hay que reconocer
también que tales formulaciones son ambiguas y están abiertas a varias interpretaciones
que pueden ser contrarias a lo que Peirce quiso expresar mediante la máxima citada.
Para evitar estas interpretaciones confusas, Peirce necesita aclarar tanto como sea
posible su concepción del pragmatismo. La intención de llevar a cabo ese trabajo
aclaratorio se hace evidente en las Conferencias y en el artículo de 1905. En las
Conferencias de 1903 Peirce enfatiza que aquello que él entiende como las
consecuencias prácticas de una concepción puede caracterizarse como la tendencia que
tiene dicha concepción para evitar sorpresas en el futuro. Las sorpresas se entienden
como una súbita crisis de la experiencia. Para Peirce la experiencia se caracteriza por su
carácter fluyente. Cuando las cosas en el mundo acaecen como esperamos que acaezcan,
entonces el flujo de la experiencia no está en peligro de ser interrumpido y, en
consecuencia, no hay sorpresas. Pero el flujo de la experiencia puede interrumpirse por
un evento que no esperábamos.

Sin embargo, debe decirse que la originalidad de la visión de Peirce no está en su


caracterización del objetivo de la indagación, sino en el modo en que caracteriza el
proceso mismo de indagación, esto es, el modo en que se alcanza el objetivo o el
propósito de la indagación. Esto (...) no está tan claramente expresado en el artículo de
1905, sino que se presenta en forma más cuidadosa y detallada en las Conferencias. Allí
Peirce muestra que los estadios del proceso de indagación pueden caracterizarse
siguiendo su clasificación de las partes que, a su juicio componen la filosofía, a saber: la
Fenomenología, la Ciencia Normativa y la Metafísica. Teniendo presente que Peirce
considera los pensamientos como signos, las nociones provenientes de la semiótica están
presentes a través de toda su exposición del pragmatismo. En lo que sigue presentaré una
versión simplificada de los estadios de la indagación que él distingue en las
Conferencias; a saber, los estadios de la Fenomenología, la Ciencia Normativa y la
Fenomenología. Sin embargo, teniendo presente la apelación constante de las nociones
provenientes de la semiótica en los tres estadios, la primera sección de este trabajo estará
dedicada a explicar algunas nociones básicas de la teoría de los signos de Peirce y a
explicar por qué el rol de los signos es de importancia central en la concepción que
Peirce tiene del proceso de indagación
La máxima pragmática se puede considerar por tanto como un test sobre si nuestras concepciones y
nuestras teorías están conectadas con la experiencia o si son parte de un mero juego lingüístico.
Peirce afirmaba enfáticamente que "la experiencia es nuestra única maestra", y así aceptaba un
contenido básico del empirismo clásico. Sin embargo, rechazaba la doctrina de la tabula rasa,
señalando que "no hay ni un solo principio en el gran almacén de las teorías científicas establecidas
que no haya surgido de una fuente que no sea el poder de la mente humana para crear ideas
verdaderas". Pero este poder para crear ideas es débil, decía Peirce, y "las verdades luchan por no
ahogarse en la inundación de las falsas nociones". La experiencia nos permite "filtrar" las falsas
ideas, "dejando fluir a la verdad en su poderosa corriente" . Así, aunque hay muchos puntos en
común entre el pragmatismo y el positivismo, hay también importantes diferencias, especialmente la
insistencia de Peirce en el realismo y en la legitimidad del razonamiento abductivo y su rechazo a
delimitar estrictamente el lenguaje de la observación y el lenguaje de la teoría 11.

La filosofía general de Peirce se llama a veces filosofía pragmática, donde el pragmatismo se


considera como algo más que una teoría del sentido o un método para analizar concepciones.
Combina el tipo de empirismo de Peirce con el método científico y el aspecto procesual del
evolucionismo darwiniano (junto con un giro teleológico de origen aristotélico) para establecer un
amplio programa filosófico. Es una filosofía en la que la finalidad parece cumplir la función que
la intencionalidad cumplía para Brentano. El rasgo de la inteligencia es la finalidad, según Peirce, y
la finalidad siempre está vinculada con la acción. El pragmatismo de Peirce puede por tanto
considerarse como una filosofía de la praxis: "Los elementos de cada concepto entran en el
pensamiento lógico por la puerta de la percepción y salen por la puerta de la acción teleológica; y
todo aquello que no puede mostrar su pasaporte en ambas puertas debe ser arrestado por no estar
autorizado por la razón" .

El pragmatismo, sin embargo, se centra en objetivos intelectuales, que recogen sólo una parte del
conjunto de la semiosis. En consecuencia, el pragmatismo puede ser más estrecho que su teoría
general de los signos o puede aplicarse a sólo una parte de la misma. Quizás lo mejor es describir su
filosofía como una filosofía semiótica. Pero ¿es una semiótica idealista o realista? Según David
Savan, Peirce es un idealista semiótico. Savan distingue entre dos formas de idealismo semiótico:
una variedad débil que sostiene que cualquier propiedad, atributo o característica de cualquier cosa
que exista depende de un sistema de signos, representaciones o interpretaciones, y una variedad
fuerte que sostiene que la misma existencia de cualquier cosa depende de un sistema de signos,
representaciones o interpretaciones que quiere referirse a ella. Savan defiende que Peirce es un
idealista semiótico de la variedad moderada. Según Thomas Short, por otro lado, Peirce es un realista
semiótica
la decisión sobre la aplicación de una u otra denominación a Peirce parece reflejar la importancia
relativa que se le atribuye a los diferentes elementos de la relación sígnica, y con frecuencia parece
ser más una cuestión de énfasis que una divergencia en las ideas. Dado que Peirce adoptó
explícitamente un realismo cada vez más amplio, parece más apropiado seguir a Short y llamar a
Peirce realista semiótico, especialmente porque eso refleja su advertencia pragmática de que nuestras
concepciones no tienen sentido a no ser que hagan referencia a algo externo al intelecto: "es
necesario encontrar un método por el que nuestras creencias se determinen por algo no humano, sino
por cierta permanencia externa, algo sobre lo que nuestro pensamiento no tiene ninguna influencia" .
Sin embargo, se podría decir a su vez que la vinculación de Peirce con su doctrina del idealismo
objetivo favorece el punto de vista de Savan.
4. .-FUNDAMENTO EPISTEMOLOGICO DEL PARADIGMA DE PEIRCE
En este apartado se intentará plantear todo el esquema lógico–semiótico–epistemológico que sirve
como respuesta a la pregunta de Peirce, fundamental en todo el desarrollo de su pensamiento, sobre
la forma en que logramos pensamientos claros y la fijación de nuestras creencias.
¿Cómo se reconoce una idea clara y precisa?, se pregunta Peirce. Esta será la pregunta que guiará sus
investigaciones, intentando establecer una ciencia que pudiese abarcar todas las demás,
fundamentando de paso todo el proceso cognitivo mediante el cual tenemos acceso a la realidad. La
realidad, para Peirce, está mediada por el pensamiento y de ahí parte su planteamiento
epistemológico–semiótico–lógico.
Para Peirce, la pregunta por la realidad se desvanece. Su preocupación está en cómo construimos la
realidad en el pensamiento. De esa forma, toda realidad queda mediada y clausurada en el
pensamiento. Lo que no significa que niegue que exista algo allá en el exterior, sólo que a eso no
tenemos más acceso que por medio de la representación o el signo, que equivale a decir
pensamiento.
La identidad entre pensamiento y signo, permite a Peirce establecer una identidad más, el proceso de
pensar como un proceso semiótico, el cual puede ser analizado desde una perspectiva lógica, pero no
una lógica formal, sino una lógica donde los signos funcionan en un proceso eterno de asociación (o
de atracción, como el gusta llamarlo, pues evita una explicación psicológica del proceso de pensar),
donde un pensamiento o un signo siempre está asociándose con otro, o de otro modo, una idea
siempre desencadena otras ideas, y desde una perspectiva epistemológica que se refiere al proceso
mediante el cual se conoce la realidad a través de inferencias.
Estos dos aspectos, son los que según Peirce explican el proceso de fijación de las creencias. De otra
forma dicho, cada vez que intentamos comprender el mundo, nos vemos sometidos a un proceso que
va de la duda, la indagación, la comprobación a la creencia, pero esta última vuelve a ponerse en
duda por experiencias vividas y que mueven la certidumbre hacia el campo de la duda al aparecer
nuevas ideas en ese incesante proceso del pensar.
Los aspectos lógico y epistemológico son los que con más detalle describen la forma en que
dudamos al estar constantemente sometidos a una asociación incesante de ideas, la forma en que
indagamos al tener una capacidad inminentemente humana de inferir la realidad, la forma en que
comprobamos al someter las ideas a contrastación con las percepciones que tenemos de la realidad y
la forma en que ñ
Siempre que pensamos tenemos en la conciencia algo sobre lo que se piensa: sensaciones, imágenes,
representaciones, conceptos, que sirven a ese pensamiento como signos. De allí que el pensamiento
opere gracias a que existen signos. Pero ese signo funciona de tres maneras para el pensamiento:
• Un signo es signo para un pensamiento que lo interpreta (interpretante) .
• Un signo es signo en lugar de algo del que es equivalente en este pensamiento (objeto).
• Un signo es signo en algún respecto al objeto que lo conecta con ese objeto
(representamen)
Si tenemos en cuenta que para Peirce no tenemos acceso directo a la realidad tal cual y siempre está
mediada por el pensamiento, al hablar de objeto no se refiere a una cosa que está allá afuera, sino a la
percepción de esa cosa que está allí en nuestra presencia. En otras palabras: objeto sería aquella
materia que percibimos y que se hace presente en nuestro pensamiento; representa sería la asociación
de ese objeto con una representación e interpretante, la función que le damos a ese objeto, todo en
nuestro pensamiento referido a algo externo.
Estas tres funciones del pensamiento–signo permiten la continuidad lógica del pensamiento
en tanto se percibe, se relaciona y se interpreta dándole precisamente una función específica a la
realidad en la cual nos movemos; y permiten clarificar la concepción de la realidad y la certeza sobre
ella. Por tanto, al clarificar la concepción de la realidad, se está en un proceso de asignación de valor
a esa realidad, en tanto es práctica (en el sentido de praxis o intervención), en tanto funciona de
alguna manera para el pensamiento y en tanto es representada e interpretada constantemente.
Así se puede decir que el proceso de representar e interpretar no concluye con la certeza, es
imposible que paremos de pensar y de asociar ideas. El proceso de semiosis es un continuo. A un
pensamiento signo, le sigue otro pensamiento signo y así infinitamente. Nunca se dejan de producir
pensamientos signos, que son como una cadena infinita que sólo termina con la muerte. De allí que
tampoco se pueda llegar a la verdad, en tanto que siempre se está en un proceso infinito que pasa de
la duda a la certeza y viceversa. De allí la importancia de la falsabilidad de las creencias y la apertura
a rebatir lo ya tenido por certeza.
De esa forma queda planteado el proceso de cómo procesamos nuestro conocimiento y cómo
representamos, pero queda aún pendiente el asunto del acceso a la realidad, que es el que alimenta el
proceso lógico de manera empírica.

5.
5.1 Cosmología evolutiva y razonabilidad

Peirce no eludió las cuestiones metafísicas. Aunque en ocasiones se ha querido hacer de


él un positivista por su énfasis en el método científico que parte de la experiencia, por su
devoción a las matemáticas y por su formulación de la máxima pragmática, que suena a
principio de verificación, no puede ocultarse sin embargo que en la obra de Peirce existe
una atención a los problemas metafísicos y cosmológicos tradicionales. Lejos del rechazo
típico del positivismo hacia esos problemas, Peirce trató de afrontarlos desde su propia
perspectiva, de un modo nuevo y creativo.

Para Peirce, el universo es una mente en constante evolución, igual que lo está la mente
humana. Peirce se oponía a una filosofía mecánica y determinista y sostenía que hay tres
elementos que se combinan en la evolución del universo: el azar, la ley y la formación de
hábitos a través del amor, siendo éste último el motor principal que unifica a los otros dos.
Peirce afirma en un misterioso texto de 1893 que el amor considerado desde un punto de
vista superior, tal y como según él hace San Juan, puede considerarse como la fórmula
evolutiva universal. El amor, afirma Peirce, reconociendo gérmenes de amabilidad en lo
odioso los lleva gradualmente hacia la vida y los hace amables. Ese es para Peirce el tipo
de evolución que reclama el principio de continuidad (sinejismo), que preside el universo y
que para él era más un principio regulativo que una doctrina metafísica última y absoluta.
El ser humano está inmerso en el universo que evoluciona y tiene su propia tarea dentro
de él, la de ir encarnando la razonabilidad a través de la abducción, convirtiendo en
razonables las acciones y pensamientos en los ámbitos en los que puede desarrollar su
autocontrol. La Razón es un ideal de naturaleza evolutiva, lo único admirable por sí mismo
y no por ningún motivo ulterior, afirma Peirce. Esa es la tarea creativa que el hombre tiene
ante sí: hacer que crezca la razonabilidad en el universo de distintas maneras, y al hacerlo
estamos siendo parte de la tarea de la creación. Escribe Peirce: «Estamos todos poniendo
nuestros hombros en la rueda para un fin que ninguno de nosotros puede más que
vislumbrar —ese en el que las generaciones están trabajando. Pero podemos ver que el
desarrollo de las ideas encarnadas es en lo que consistirá». La antropología de Peirce
adquiere aquí tintes religiosos. Perseguir el ideal de la razonabilidad a través de sus
acciones permite al hombre participar en la creación y le confiere la capacidad de
transformar la faz de la tierra. El ser humano se convierte a través de la conducta
deliberada en uno de los agentes naturales de la evolución, forma parte del universo, que
Peirce ve como una manifestación del poder creador de Dios, como una gran obra de arte,
un poema, «un gran símbolo del propósito de Dios» , e interactúa con él:

La creación del universo, que no tuvo lugar durante una cierta semana
atareada, en el año 4004 A. C., sino que está sucediendo hoy y nunca se
acabará, es este mismo desarrollo de la Razón. (…) Bajo esta concepción,
el ideal de conducta será ejecutar nuestra pequeña función en la operación
de la creación echando una mano para volver el mundo más razonable
siempre que, como se dice vulgarmente, esté en nuestra mano hacerlo
[CP 1.615, 1903].

Cada persona puede elegir entonces promover lo mejor que pueda el crecimiento de la
razonabilidad concreta en el mundo y así completarse a sí misma, o puede decidir actuar
perversamente y tener éxito en destruirse a sí misma, haciendo que sus acciones sean
cada vez menos “humanas”.

6.ETAPAS DEL MÉTODO

6.1.-Etapas del método científico de investigación

En su madurez, Peirce describe el método científico de investigación de un modo más estructurado y


ordenado que en sus primeros escritos gracias a que cada etapa se caracteriza por el uso de uno de los
tres modos de inferencia. Es la combinación de estos tres tipos lo que otorga al método una buena
organización y, según Peirce, le permite la característica más importante que es la autocorrección. En
la descripción del método me extenderé un poco más en el primer momento ya que se trata de uno de
los más originales de Peirce y también el que presenta algunos problemas.
6.1.1Primera etapa de la investigación: Abducción

En 1908 Peirce escribe A Neglected Argument for the Reality of God donde dedica una parte del
escrito a presentar su método científico de investigación (Peirce, 1908; EP 2.440-442). Se trata de
una exposición condensada en que explica que toda investigación comienza a partir de la
observación de algún fenómeno sorprendente, algo que frustra la expectativa o rompe algún hábito
del investigador: “Toda investigación cualquiera surge a partir de la observación de algún fenómeno
sorprendente, alguna experiencia que frustra una expectativa, o rompe algún hábito de expectativa
del inquisiturus” (Peirce, 1908; EPe 2.527). Este hecho sorprendente inicia una investigación que
tratará de integrar el hecho nuevo en una explicación aceptable. La primera etapa del proceso de
investigación consistirá en la invención y selección de una hipótesis que pueda dar cuenta de este
hecho sorprendente y que resuelva la duda que éste había creado. Este método de formar hipótesis es
lo que Peirce llama abducción8 y supone una inferencia desde el consecuente al antecedente por eso
lo llama también retroducción. Esta formulación de la abducción es propia de la época madura de
Peirce, a partir sobre todo de 1900, y se puede resumir del siguiente modo:
Se observa el hecho sorprendente, C; pero si A fuera verdadero, C no sería algo excepcional.
Por lo tanto, hay razón para sospechar que A es verdadero. (Peirce, 1908, EPe 2.299) La
abducción nos permite formular A como una hipótesis que explicaría el hecho C. Es decir si
A es verdadero, C sería una mera consecuencia de A. Simbólicamente se podría expresar del
siguiente modo:
C
A→C
A
Este procedimiento presenta algunos problemas lógicos ya que la conclusión A aparece
también en la segunda premisa, por lo que surge la duda sobre si la abducción es una
verdadera inferencia o se trata de una intuición pura. Al expresarla de este modo se ve con
claridad que la abducción no se puede reducir a una deducción ya que caeríamos en la falacia
de la afirmación del consecuente, por eso sus conclusiones no pueden admitirse
automáticamente como verdaderas, sino que necesitan una comprobación. Lo que hace la
abducción es indicarnos un camino en la investigación. La abducción es el tipo de inferencia
que más dificultades presenta y que se podrían resumir en tres grandes problemas. El
primero tiene que ver con la creatividad; el segundo trata el problema inferencial, hasta qué
punto la abducción es una verdadera inferencia y no una intuición, y el tercero tendría que
ver con el carácter auto correctivo. No podemos abordar todos estos problemas ya que
escaparía al objeto de esta investigación, aunque se pueden indicar brevemente algunos
aspectos.

6.1.2 Novedad
La abducción permite iniciar la investigación porque aporta una hipótesis nueva que merece ser
considerada. Toda abducción sugiere un modo nuevo de afrontar los hechos con los que nos
encontramos. La abducción «consiste en examinar una masa de hechos y permitir que esos hechos
sugieran una teoría» . Ejemplos de abducción serían los que realiza el médico para diagnosticar una
enfermedad a partir de unos síntomas o el juez que en el desarrollo de un juicio es capaz de llegar a
unas conclusiones a partir de unos indicios. Peirce aporta dos ejemplos en esta línea: Una vez llegué
a un puerto de mar en una provincia turca; y, mientras caminaba hacia la casa que iba a visitar, me
encontré con un hombre a caballo, rodeado de cuatro jinetes sosteniendo un dosel sobre su cabeza.
Como el gobernador de la provincia era el único personaje del que podía pensar que recibiera tan
gran honor, inferí que era él. Esto fue una hipótesis. Se encuentran unos fósiles; por ejemplo, como
aquellos que se conservan de los peces, pero lejos en el interior de un país. Para explicar el
fenómeno, suponemos que alguna vez el mar cubrió esa tierra. Esto es otra hipótesis. En sus primeras
reflexiones sobre los tipos de inferencias, Peirce había asignado la capacidad ampliativa del
conocimiento a la abducción y a la inducción. En su pensamiento maduro asigna esta capacidad
solo a la abducción, dejando a la inducción la función de control y verificación. Es la abducción
quien aporta una conjetura explicativa nueva. Se trata de un razonamiento por medio de hipótesis al
considerar la explicación que surge espontánea cuando se sopesa aquello que nos ha sorprendido en
la circunstancia concreta. Esto no sería posible sin tener en cuenta las circunstancias en que somos
sorprendidos y los conocimientos previos que poseemos; pero incluso considerando todos estos
elementos, esto no nos lleva necesariamente a la hipótesis que ha surgido, sino que supone una
novedad, de ahí también la debilidad conclusiva y la necesidad de ser testada
Comenta Peirce: La sugerencia abductiva viene a nosotros como un fogonazo. Es un acto
de iluminación interior o chispazo inteligente [insight], aunque de una naturaleza
extremadamente falible. Es cierto que los diferentes elementos de la hipótesis estaban en
nuestras mentes con anterioridad, pero es la idea de conectar lo que antes jam98ás habíamos
soñado conectar lo que hace que la nueva sugerencia aparezca como un relámpago ante
nuestra contemplación.
6.2.grados de abducción
Algunos autores distinguen diversos niveles de abducción. El propio Peirce parece referirse a ellos,
aunque de un modo implícito. Al comienzo de la última conferencia de sus Harvard Lectures de
1903, indica en su tercera proposición cotaria que el juicio perceptivo es el caso límite de la
abducción, ya que es el resultado de un proceso que no resulta totalmente consciente: La tercera
proposición cotaria es que la inferencia abductiva se funde gradualmente con el juicio perceptual sin
ninguna línea nítida de demarcación entre ellos; o en otras palabras, hay que considerar nuestras
primeras premisas, los juicios perceptuales, como un caso extremo de inferencias abductivas, de las
que difieren al estar absolutamente más allá de la crítica. Por su lado, el juicio perceptivo es el
resultado de un proceso, aunque de un proceso no lo suficientemente consciente como para ser
controlado o, por decirlo con más exactitud, no controlable, y por tanto no plenamente consciente
(Peirce, 1903b; EPe 2.294). Para comprender bien lo que se está diciendo es necesario distinguir
entre sensaciones y percepciones. Las sensaciones corresponden a los estímulos sensoriales que cada
órgano recibe provenientes del mundo físico. La percepción es una primera síntesis que, partiendo de
las sensaciones, busca una unidad, un objeto. Esta síntesis que proporciona el juicio perceptivo es ya
producto de una abducción básica:
Si sometiéramos ese proceso subconsciente a análisis lógico, encontraríamos que termina en lo que
ese análisis representaría como una inferencia abductiva que descansa sobre el resultado de un
proceso similar que un análisis lógico similar representaría que termina en una inferencia abductiva
similar, y así sucesivamente ad infinitum. Este análisis sería precisamente análogo a aquel que el
sofisma de Aquiles y la tortuga aplica a la persecución de la tortuga por Aquiles, y no lograría
representar el proceso real por la misma razón. A saber, al igual que Aquiles no tiene que hacer la
serie de esfuerzos distintos que se representa que hace, también este proceso de formar el juicio
perceptual, debido a que es subconsciente y por tanto no susceptible de crítica lógica, no tiene que
hacer actos separados de inferencia sino que ejecuta su acto en un único proceso continuo (Peirce,
1903b; EPe 2.294). De este modo Peirce sitúa los juicios perceptivos en este nivel básico de
abducción; a partir de él podemos señalar tres niveles más. Estos diversos niveles de la abducción se
apoyarían en los crecientes grados de creatividad de la inferencia y la originalidad de la «ley-
mediación» que siempre se postula en toda abducción. El primer grado sería el que se utiliza en una
demostración matemática o lógica. En este caso las abducciones se podrían considerar poco atrevidas
en el sentido en que para resolver un problema matemático el campo en que se prueban las
soluciones –y las leyes-mediaciones necesarias– está bien definido. El segundo grado afectaría a las
abducciones por las que encuadramos un hecho como un caso concreto de una ley general. Es decir,
escogemos de entre las leyes que conocemos la adecuada para explicar el hecho. Es lo que se hace
cuando explicamos la caída de una piedra recurriendo a la ley de la gravitación universal. Pero
incluso este paso no es tan i88ngenuo como podría parecer. El método hipotético-deductivo, el más
utilizado para explicar un hecho concreto, supone que, dado un hecho y una ley conocida, el hecho
se puede explicar como una aplicación concreta de tal ley. Pero lo que tal método da por supuesto es
que se trata de esa ley concreta la que hay que aplicar y esto no está dado en la mera observación del
fenómeno. Nos pueden mostrar una bola de hierro cayendo, es decir, desplazándose de arriba hacia
abajo. Podríamos pensar inmediatamente en la ley de la gravedad para explicar el hecho. Pero si tal
hecho sucede en la estación espacial internacional, tal ley no se puede aplicar para explicar la
«caída» de la bola, deberíamos recurrir al impulso que el astronauta le ha dado o bien a la atracción
magnética producida por un imán situado en la parte inferior. Es decir, el mero hecho observado no
lleva consigo la ley que se ha de utilizar, este paso suele obviarse muchas veces al presentar el
método hipotético-deductivo de explicación con el riesgo de considerar irrelevante tal asociación. Es
la abducción, en este segundo grado, la que permite crear la asociación del hecho concreto que
estamos debatiendo con una ley conocida, y esto supone una novedad también porque el hecho
concreto que estamos considerando es una novedad. Por último, el tercer grado de la abducción sería
aquel en que se proporciona una ley nueva que permita la explicación del fenómeno. En este caso la
absoluta novedad supone un salto de la máxima audacia y originalidad. En este tercer grado se podría
incluir uno de los ejemplos más gratos a Peirce. Kepler es presentado por Peirce como un claro
ejemplo de alguien que realiza osadas abducciones en su investigación y que le permitieron formular
sus tres famosas leyes que explican el movimiento de los planetas alrededor del sol. Este trabajo de
muchos años puede seguirse gracias a las numerosas notas que dejó: Por ejemplo, Kepler, en una
fase de su siempre ejemplar reflexión científica, encontró que las longitudes [las posiciones]
observadas de Marte, que durante mucho tiempo había intentado en vano ajustar a una órbita, eran
(dentro de los posibles márgenes de error de las observaciones) las que habrían sido si Marte se
hubiese movido a lo largo de una elipse. Los hechos eran por tanto, en cierto sentido, una semejanza
a los de un movimiento siguiendo una órbita elíptica. Kepler no concluyó de esto que la órbita fuera
realmente una elipse; sino que fue la semejanza la que le inclinó de tal forma a esa idea que le
decidió a buscar si las previsiones virtuales sobre latitudes y paralajes basadas en esta hipótesis se
verificarían o no. La adopción probativa de esta hipótesis era una Abducción. Una Abducción es
Originaria en cuanto que se trata del único tipo de argumento del que nace una nueva idea. Destaca
Peirce que el trabajo minucioso e incansable de Kepler lo llevó a observar un parecido entre los datos
del movimiento de Marte y una elipse para así realizar unas predicciones que tuvieran en cuenta esta
audaz hipótesis y tratar de confirmarlas por la observación. No se ha de perder de vista que en el
tiempo de Kepler pensar en una órbita elíptica era algo inaudito. El paradigma ptolemaico solo
consideraba movimientos circulares para los astros, e incluso Copérnico, a pesar de su atrevido
heliocentrismo, tampoco se atrevió a considerar otro tipo de órbitas que no fueran circulares. Por eso,
esto que hoy parece obvio, fue un gran salto abductivo de Kepler.

6.2.1 .tercera etapa de la investigación: inducción

La tercera fase de la investigación es la etapa evaluativa. Se debe averiguar en qué grado las
consecuencias deducidas en la fase anterior concuerdan con la experiencia para poder valorar,
corregir o rechazar la hipótesis de partida: Habiéndose desarrollado suficientemente el propósito de
la Deducción, el de reunir las consecuencias de la hipótesis, la investigación entra en su Tercera
Etapa, la de averiguar en qué grado esas consecuencias concuerdan con la Experiencia, y juzgar por
consiguiente si la hipótesis es sensiblemente correcta, o si requiere alguna modificación no esencial,
o si ha de rechazarse por completo. Su forma característica de razonamiento es la Induccikmón
(Peirce, 1908; EPe 2.528-529). Aquí se debe ser cuidadoso, una vez más, con el lenguaje que
utilizamos. Se está tratando de mostrar cuál es la función de la inducción en el método científico tal
como lo describe Peirce. La inducción suele ser entendida como una inferencia de lo particular a lo
general, muchas veces comprendida como la inferencia de una ley a partir de una serie finita de
datos. No es este el sentido en que el Peirce maduro utiliza la inducción, aunque en otros momentos
lo haya entendido de este modo. Ahora Peirce ha separado el aspecto de generación de hipótesis al
que ha llamado abducción, de la misión de contrastar por medio de la experiencia las consecuencias
que se derivan de la aceptación de una determinada hipótesis, a esto lo ha llamado inducción. Por
ello Peirce insiste en que no se pueden confundir, aunque reconoce que ambas articulan la relación
entre una ley o teoría y los hechos: La abducción y la inducción tienen, ciertamente, este rasgo
común: que ambas conducen a la aceptación de una hipótesis porque los hechos observados son los
que resultarían necesaria o probablemente en cuanto consecuencias de esa hipótesis. Con todo, son
los polos opuestos de la razón, siendo una el menos efectivo de los argumentos y la otra el más
efectivo. El método de cualquiera de ellas es exactamente inverso al método de la otra. La abducción
parte de los hechos, sin que tenga al principio a la vista ninguna teoría, aunque es motivada por la
sensación de que se necesita una teoría para explicar los hechos sorprendentes. La inducción parte de
una hipótesis que parece recomendarse a sí misma, sin que al principio tenga a la vista hechos
particulares, aunque siente la necesidad de hechos para dar apoyo a la teoría. La abducción busca una
teoría; la inducción busca hechos. En la abducción la consideración de los hechos sugiere la
hipótesis. En la inducción el estudio de la hipótesis sugiere los experimentos que revelan los mismos
hechos que la hipótesis había señalado (Peirce, 1901; EPe 2.162-2.163). Abducción e inducción son
elementos necesarios y al mismo tiempo deben ser inconfundibles dentro del marco científico de
investigación para poder crecer en el conocimiento.
Peirce distingue tres tipos de inducción. Una que llama inducción «cruda» y dos que recoge bajo el
nombre de inducción gradual: la inducción cualitativa y la cuantitativa.

6.2.2. El primer tipo es la inducción «cruda» y se utiliza mucho en la vida ordinaria.


Consiste en una especie de generalización rápida, dado que a partir de un caso se salta a todos los
casos similares, por ello no es la más adecuada para la investigación científica. Funciona bien en el
caso en que la hipótesis sea falsa ya que un caso permitirá su falsación, pero no tiene suficiente
fuerza si resulta verdadera. La inducción cruda infiere que la experiencia futura será como la pasada.
Esta inducción tiene un papel importante para determinar el fin de una investigación porque decide
cuándo una investigación ha sido llevada suficientemente lejos, y por tanto otros resultados no van a
modificar los obtenidos. De nuevo hay que subrayar su debilidad, considerando que: No hay ninguna
indicación probable de antemano de si su conclusión se vendrá abajo, de modo que mientras se
sostenga no hay nada que decir excepto que hasta el momento no aparece razón alguna para
descartar la hipótesis. Por tanto, presta a la hipótesis un apoyo muy ligero y meramente negativo
(Peirce, 1901; EPe 2.160).

6.2.3. El segundo tipo de inducción es la que Peirce llama cualitativa, de esta afirma: El
segundo género de inducción comprende aquellos casos en los que el método inductivo, si se persiste
en él, ciertamente corregirá, con el tiempo, cualquier error al que nos pueda haber conducido; no
obstante, no lo hará gradualmente, pues no es cuantitativo; esto no significa que no tenga que ver con
la cantidad, pero no es una inducción cuantitativa (Peirce, 1901; EPe 2.159). Esta inducción,
comenta al respecto Rescher (1978: 3), es un instrumento poderoso para la investigación.
Supongamos que se han observado unos fenómenos y para su explicación se propone una serie de
hipótesis (momento abductivo).
Para considerar cuál es la mejor hipótesis explicativa se extraen las consecuencias, se hacen
predicciones a partir de las hipótesis (momento deductivo) y se cotejan con los resultados de los
experimentos (momento inductivo): las hipótesis que mejor resultado obtengan se preferirán sobre
las alternativas

6.2.4 por último, consideramos la inducción cuantitativa (colagè, 2010: 223-225).


En este caso se quiere establecer la frecuencia en la aparición de determinada propiedad dentro de
unas muestras adecuadamente escogidas. La teoría matemática de la probabilidad asegura la
estabilización de las frecuencias cuando se repiten adecuadamente los hechos, si esto se prolonga
suficientemente. Hay un acercamiento asintótico –no necesariamente regular, ya que puede fluctuar–
a lo que sería la frecuencia característica de la serie. Este aspecto es importantísimo porque
precisamente en esta propiedad se basa el aspecto auto correctivo de la inducción cuantitativa, y ello
permite una aproximación gradual a la verdad. Se podría plantear la objeción de que la inducción
cualitativa no sería auto correctiva. Pero se puede ver que toda inducción cualitativa es controlada
por la cuantitativa. Cuando la abducción proporciona una hipótesis explicativa y la deducción extrae
consecuencias empíricas controlables, por medio de la inducción cualitativa se aplica la teoría a
casos concretos y se registran los aciertos y los fallos. En este momento se puede cuantificar la
proporción entre fallos y aciertos que permite decantarse por una hipótesis o por otra. Esta
cuantificación es una inducción cuantitativa que acaba controlando también la cualitativa y
dotándola del mismo carácter auto correctivo

7.PROCESO METODOLÓGICO
Abducción y metodología de la ciencia

El estudio de la metodología científica constituyó uno de los principales intereses de Peirce a lo largo
de toda su vida. Como otros pensadores del siglo XIX, Peirce sostenía el carácter autocorrectivo del
razonamiento científico, en particular de la inducción: el uso sostenido del razonamiento inductivo
haría a largo plazo que el error fuese eliminado y quedara la verdad. Sin embargo, para Peirce la
inducción forma sólo una pequeña parte del método científico, que viene principalmente
caracterizado por el tipo de inferencia que denomina “abducción”.

El motor de la investigación científica reside para Peirce en una peculiar operación de la mente por la
que surge una conjetura o hipótesis capaz de explicar los fenómenos de la experiencia que nos
sorprenden. La abducción consiste «en examinar una masa de hechos y en permitir que esos hechos
sugieran una teoría» .Se trata de un razonamiento mediante hipótesis, un fogonazo, una intuición
(insight), de una manera de razonar que combina la lógica con el instinto y que entraña una novedad.
Aunque no sería posible sin conocimientos previos, Peirce le otorga un carácter originario y afirma
que es la única manera en que puede entrar algo nuevo en nuestro conocimiento.

La abducción permite que la creatividad y el nuevo conocimiento se hagan presentes en la


investigación, sin embargo, por sí sola no podría dar lugar al efectivo avance de la ciencia, que sólo
se produce mediante el desarrollo de la metodología científica completa. El primer paso de esa
metodología comienza en la experiencia: se observan los fenómenos y, ponderándolos, se alza una
conjetura que aparece como una posible explicación. Pero esa hipótesis, que aparece ante el
investigador como algo plausible y que despierta en él una inclinación a creer, ha de ser probada. A
la fase abductiva, que supone el surgimiento de la hipótesis creativa, ha de seguirle la fase deductiva,
en la que a partir de la hipótesis se infieren, a través de un análisis lógico, una serie de predicciones
experienciales. La tercera fase sería la inductiva, en la que esas predicciones deben ser comprobadas
empíricamente. Esa última fase nos dirá «si la hipótesis es lógicamente correcta, o si requiere alguna
modificación no esencial, o si bien debe ser rechazada por completo». Si la hipótesis es rechazada,
las pruebas experimentales funcionan como base para formular una nueva hipótesis.

La mejor justificación del razonamiento abductivo, afirma Peirce, es la asombrosa frecuencia con la
que acierta, tal y como nos muestra la historia de las ciencia. Y eso es posible, afirma, por una
peculiar sintonía entre la mente del investigador y la naturaleza, por un instinto o luz natural que
permite al hombre acertar con la respuesta adecuada:

Esta facultad es (…) de la naturaleza general del instinto, parecida a los instintos de
los animales en que sobrepasa por mucho los poderes generales de nuestra razón y
en que nos dirige como si estuviéramos en posesión de hechos que están
completamente más allá de nuestros sentidos. Se parece también en su pequeño
riesgo de error; pues aunque se equivoca más a menudo que acierta, sin embargo la
relativa frecuencia con que acierta es en su conjunto la cosa más maravillosa de
nuestra constitución [CP 5.173, 1903].

No se trata de una facultad mágica ni es suficiente para determinar nuestras adivinaciones


específicas, pero ese instinto permite que el hombre sea capaz a largo plazo de descubrir la verdad.
El ser humano se encuentra en armonía con el mundo: hay una cierta conmensurabilidad entre la
mente del investigador y las verdades del universo. La mente es continua con el resto del cosmos y
no hay nada que sea radicalmente incomprehensible.

8 CASO PRÁCTICO JURÍDICO


El juicio perceptivo actúa en este caso como el signo que se constituye y debe diferenciarse de la
aserción de dicho juicio perceptual, la cual implica la emisión de una oración

Supongamos que alguien en una noche muy obscura ve con gran dificultad algo con
apariencia de animal que parece tener ojos verdes brillantes. A partir de este percepto la
persona juzga que lo que está viendo es un gato. El objeto inmediato de su perceptor y que
sustenta su juicio perceptivo es el ground. El ground es una cualidad o atributo general que
es diferente del predicado que usamos en el juicio perceptivo. El juicio perceptivo incluye a
un individuo como una instanciación del predicado "gato". La especificación del contenido
del percepto implica el reconocimiento de la cosa como encarnando la cualidad abstracta
de la gatidad. El juicio expresa una relación lógica, mientras que el percepto reconoce un
hecho ontológico.

DISCUSIÓN (02 PAG.)


9 DISCUSIÓN GRUPAL – PROPUESTA Y REFLEXIÓN – PROPUESTA DE APLICACIÓN
AL DERECHO
Puntos de Vista de cada integrante del grupo
INTEGRANTE 1 : Medina pacco katyhuzca

El pragmatismo propugna que las teorías deben estar unidas a la


experiencia y permite solventar las confusiones conceptuales
relacionando el significado de los conceptos con las consecuencias
prácticas. De esa manera, implica la aplicación del exitoso método de las
ciencias a las cuestiones filosóficas. El método pragmatista permite
clarificar conceptos como “realidad” o “probabilidad”, permite mostrar
cómo podemos alcanzar conclusiones verdaderas en la investigación y
permite afirmar que no hay nada incognoscible que no pueda
establecerse aplicando el método de la ciencia.

INTEGRANTE 2 : Choquehuanca Huamani Yulisa


Pierce principalmente era científico pero siempre tuvo arraigada la búsqueda del conocimiento
y de la ciencia profundamente (anticartesiana) resolver dudas, enigmas sistemas que no
tenían solución como ejemplo en la comunicación que hay en una empresa buscar porque un
jefe tenía dificultad para comunicarse con sus empleados y la búsqueda de acoplar un método
funcional que se aplique para todas las empresas y tenga excelentes resultados
Pero Pierce para resolver este problema, decia que era necesario tener el conocimiento,
conocer el problema, a partir de la experiencia pero no como *"experimentalismo"* osea
guiado por "sentidos", si no preguntarse con dudas reales, no fingidas ni condiciones creadas o
simuladas. Y que debe concluir con una creencia que responda esa duda que luego se
convertirá en un hábito.
El ejemplo también se puede cambiar por un trabajo de investigación, ¿cómo empezar o que
pasos deberían haber para realizar una investigación sobre criminalconvert
INTEGRANTE 3 : Sarmiento Mendoza Liliana
Peirce considera la ciencia no como un cuerpo de conocimientos sino como un modo de
investigación constituido por una metodología distintiva. Ahora bien, parte de esta
metodología distintiva es conocer el modo en que conocemos, para de este modo evitar los
errores que son evitables
INTEGRANTE 4 : Huanca Gómez Nohelia Liz

 El pragmatismo es una corriente de pensamiento que habla de forma directa a las personas
interesadas en el cambio social. A finales del siglo XIX había mucho optimismo y confianza
en los intelectuales como motor del progreso. Eso no quita que seamos capaces de leer de
forma crítica y con perspectiva toda la influencia del movimiento pragmático, el cual fue
concebido por privilegiados intelectuales de las élites económicas, en un contexto histórico
completamente diferente.

 Pragmatismo como un método de averiguar los significados, no de todas las ideas, sino sólo
de lo que llamo "conceptos intelectuales", es decir, aquel sobre cuya estructura pueden
girar los argumentos que tienen que ver con el hecho objetivo

INTEGRANTE 4 : Velasquez Chura Jorge Luis


 Los pragmatistas consideran que hay una continuidad entre la mente y el mundo que nos
rodea a través de la experiencia. No aceptan una separación absoluta entre pensamiento y
acción, sino que esa continuidad es precisamente la clave de su teoría

 Para Peirce todo conocimiento tiene carácter inferencial, y es precisamente el método


científico el que nos permite conocer una realidad que es independiente de nuestras
opiniones

10 CONCLUSIÓN Y SUGERENCIA (01 PAG)


-De esta revisión de la teoría de los signos de Peirce puede concluirse que:
-El pragmatismo a una filosofía meramente práctica, diseñada para responder a fines estrechos antes
que para construir visiones ampliadas de, por ejemplo, la naturaleza y la comunidad. Otra parte de su
defensa es, incluso, mucho menos diplomática.
-la inferencia en la indagación es un proceso controlado o guiado por propósitos en el cual asociamos
signos con otros signos (interpretantes);
-En este proceso de inferencia el interpretante tiene con su objeto una relación similar a aquella que
el signo original tenía respecto de ese mismo objeto;
-Los interpretantes determinados en el proceso de inferencia pueden concebirse en la indagación
como signos que producen nuevos interpretantes;
-Los interpretantes pueden concebirse también como esquemas de acción mediante los cuales es
posible el testeo experimental;
-Si en el testeo de una hipótesis la realidad se comporta de acuerdo a las expectativas previstas en el
diseño experimental, entonces puede decirse que la hipótesis tiene ciertas consecuencias;
-Si la hipótesis tiene consecuencias experimentales, entonces puede decirse que dicha hipótesis
representa de algún modo un patrón activo de la naturaleza.
-Una consecuencia de los seis puntos planteados más arriba es que la teoría de los signos de Peirce
requiere de una teoría inferencial y experimental del significado. Por otro lado, teniendo presente que
el ground liga a un signo general (i.e., la formulación de una ley) con el objeto que representa, esa
teoría del significado debiera estar fundada en una doctrina metafísica respecto de los signos
generales que Peirce denominará realismo escolástico con respecto a los signos generales.

11 REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA

- https://www.philosophica.info/voces/peirce/Peirce.html#CP
- https://www.philosophica.info/voces/peirce/Peirce.html#CP

- file:///C:/Users/LENOVO/Downloads/PonsScio2016.pdf

- http://elregio.com/Noticia/9509db18-94fb-43ed-9b89-c391a07a4e01

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