Antropologia Filosofica o Platonica
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Parte superior del alma humana, inmortal y divina. Gracias a ella alcanzamos el conocimiento y la vida
buena.
El "mito del carro alado" representa el alma racional con la metáfora de la uriga. Es la parte más
excelente del alma, se identifica con la razón y nos faculta para el conocimiento y la realización del bien y la
justicia. Es un principio divino y dotado de inmortalidad. La sitúa en la cabeza (el cerebro).
Alma Irascible
Parte del alma humana en donde se sitúan la voluntad y el valor.
El "mito del carro alado" representa el alma irascible con la metáfora del caballo bueno y dócil a las
instrucciones del auriga. Gracias a esta parte el auriga puede seguir a los dioses hacia el mundo de las
Ideas y la contemplación de la Idea de Bien. En el alma irascible se encuentra la voluntad, el valor y la
fortaleza. Platón no defiende con claridad ni su mortalidad ni su inmortalidad. La sitúa en el pecho (el
corazón).
Alma Concupiscible
Parte mortal del alma humana responsable de las pasiones, placeres y deseos sensibles.
En el "mito del carro alado", Platón representa el alma concupiscible con la metáfora del caballo
malo, poco dócil y que dirige al carro hacia el mundo sensible. Es la parte del alma humana más relacionada
con el cuerpo y en ella se encuentran los placeres sensibles y los apetitos o deseos sensibles(deseos
sexuales, apetitos por la comida, la fama, la riqueza...). Por estar tan íntimamente ligada al cuerpo se
destruye cuando éste muere. La sitúa en el abdomen(hígado).
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Mannheim parte de la base de que existen formas de pensamiento que no pueden ser
comprendidas mientras no se penetre en los orígenes sociales de las mismas. Para llegar a éste
conocimiento hay que profundizar, previamente, en las circunstancias históricas en las que se produce, se
crea y se realiza; en la acción colectiva de la que dimana pero, también, a la que dirige. 2 Solamente a través
de la acción colectiva se produce el cambio social y si éste va asociado a un cambio vertical entre grupos
sociales, se produce una quiebra en la “conciencia” de la realidad y aparece la creencia de que ésta es
mutable y, por tanto, modificable3. En este contexto surgirán las formas de pensamiento que intentan dar
una nueva visión del mundo; siendo, pues, la sociología del conocimiento el instrumento necesario para
comprender, en su integridad, estas formas.
1
Mannheim, Karl; “Ideología y utopía. Introducción a la sociología del conocimiento”; Aguilar; Madrid; 1.966; 2ª edic.;
447 p.
2
”Dicha sociología intenta comprender el pensamiento en la posición concreta de una situación histórico-social, de la
cual el pensamiento individualmente diferenciado sobresale de una manera muy gradual. (...) El segundo rasgo que
caracteriza el método de la sociología del conocimiento consiste en que no separa los modos de pensamiento
existentes, en concreto, del contexto de la acción colectiva, a través de la cual descubrimos, por primera vez, el
mundo en un sentido intelectual.” Mannheim, K., op.cit., p.47
3
“Sólo cuando el cambio horizontal es acompañado por un intenso cambio vertical, es decir, por un movimiento
rápido entre estratos, en el sentido de ascenso y descenso social, es sacudida la creencia en la validez general y eterna
de las propias formas de pensamiento. El cambio vertical es el factor decisivo que lleva a las personas a la
incertidumbre y al escepticismo acerca de su tradicional concepción del mundo.” Idem, p. 52.
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“El concepto de “ideología” refleja uno de los descubrimientos que surgió del conflicto político, es
decir, que el pensamiento de los grupos dirigentes puede llegar a estar tan profundamente ligado a una
situación por sus mismos intereses, que ya no sean capaces de ver ciertos hechos que harían vacilar su
sentido del dominio. Existe implícita en la palabra “ideología” la intelección de que, en determinadas
situaciones, el inconsciente colectivo de algunos grupos oscurece la situación real de la sociedad para sí
mismos y para otros; y, de este modo, la estabiliza.
El concepto de “pensar utópico” refleja el descubrimiento opuesto de la lucha política, es decir, que
ciertos grupos oprimidos están, de modo intelectual, tan fuertemente interesados en la destrucción y
transformación de determinada condición de la sociedad, que, sin saberlo, ven sólo aquellos elementos de
la situación que tienden a negarla. Su pensamiento es incapaz de diagnosticar correctamente una condición
existente en la sociedad. De ningún modo se ocupan de lo que realmente existe. Su pensamiento jamás es
una diagnosis de la situación; puede ser usado solamente como una guía para la acción.” 4
Del análisis histórico del pensamiento ideológico y utópico concluye Mannheim con un señalamiento
de la serie de etapas de la mentalidad utópica:
4
Idem, p. 89.
5
“La concepción particular de la ideología opera, en primer lugar con una psicología de intereses, mientras que la
concepción total utiliza un análisis funcional más formal; sin ninguna referencia a motivaciones, limitándose a una
descripción objetiva de las diferencias estructurales del espíritu que operan en diferentes marcos sociales. La primera
presupone que este o aquel interés es la causa de una mentira o de un error determinado. La segunda presupone
simplemente que existe una correspondencia entre una situación social dada y una determinada perspectiva, punto
de vista o percepción de conjunto.” Idem.; p. 109.
6
Quialismo, al contrario de utopía, es la satisfacción de las aspiraciones en otro tiempo, en vez de en otro lugar. Son
movimientos quialistas clásicos los milenaristas.
7
Cuyo representante será Thomas Münzer, con el resultado de las revoluciones campesinas alemanas del principios
del siglo XVI.
“Esta forma fundamental, y las más radical, de la utopía moderna fue fabricada con material singular.
Procedió de la fermentación espiritual y de la excitación física de los campesinos, de una capa social que vivía pegada
a la tierra. Fue, a la vez, robustamente material y altamente espiritual. (...) Las ideas no condujeron a aquellos
hombres a la actuación revolucionaria. Su estallido real estuvo determinado por energías procedentes del éxtasis
orgiástico.” Mannheim, op.cit., p. 285.
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De este sucinto esquema de la obra de K.Mannheim podemos extraer, en el campo que nos ocupa
de las utopías urbanas, las siguientes consideraciones:
* Sólo se pueden considerar utopías urbanas, en sentido estricto, las que pretenden destruir,
cambiar o transformar lo urbano, la ciudad, tal y como existe en un momento histórico-social dado; para lo
cual, o bien hacen un diagnóstico de los problemas existentes, o bien la diagnosis se centra en aquellos
elementos de la ciudad que tienden a negarla. 9 El pensamiento utópico urbano lleva dentro de sí la génesis
de un nuevo orden urbano; sólo la transformación radical de lo existente y su sustitución complace a la
utopía. Esta transformación profunda va enmarcada, necesariamente, dentro de una transformación mayor,
total, que afecta a la correlación de fuerzas de los grupos sociales en litigio y, aún más, a la propia
concepción del mundo. Las notas, pues, que caracterizan a la utopía son:
Hay que reseñar, por otra parte, que en la teoría de Mannheim sobre las utopías, éstas se
presentan de una forma dialéctica; es decir, la interacción y lucha de unas etapas con otras hace
evolucionar el propio pensamiento utópico.
* La distinción entre ideología y utopía nos va a permitir diferenciar el pensamiento utópico urbano
de las distintas ideologías urbanas que han existido:
“Las ideas que, con posterioridad, resultaron haber sido meras representaciones falsas de un orden
social pasado o potencial, fueron ideológicas; mientras que aquellas que fueron oportunamente realizadas
8
“La mentalidad conservadora, en sí, no posee ninguna utopía.” Idem., p. 303. “...al principio del siglo XIX, el modo de
pensar liberal-intelectualista obligó a los conservadores a la interpretación de sí mismos por procedimientos
intelectualistas.(...) Con este punto de partida proporcionaron una interpretación intelectual de una actitud ante el
mundo, que estaba ya implícita en la conducta real, pero no había llegado a ser explícita todavía.(...) Fue la gran
revolución de Hegel edificar, contra la idea liberal, otra opuesta conservadora, no en el sentido de purificar
artificialmente cierta actitud y cierto modo de conducta, sino, más bien, en el de elevar una forma de experiencia ya
existente hasta un nivel intelectual y en el de subrayar las características distintivas que la contraponían a la actitud
liberal ante el mundo. (...) En este caso, la utopía está incrustada, desde el mismo principio, a la realidad existente. A
esto, evidentemente, corresponde el hecho de que realidad, el aquí y el ahora, ya no se experimente como una
realidad maligna, sino como la encarnación de los más altos valores y conceptos.” Idem., p.305.
9
Ver nota 4 a pie de página.
10
“En este sentido, la correlación entre la utopía y el orden social existente resulta ser de carácter dialéctico. Con ello
se quiere decir que cada época permite la aparición (en grupos sociales diversamente localizados) de aquellas ideas y
valores en los que están contenidos, en forma condensada, las tendencias no realizadas y no consumadas, que
representan las necesidades de esa época. Esos elementos intelectuales se convierten luego en el material explosivo
para hacer estallar el orden existente. El orden existente hace nacer utopías que, después, rompen las ataduras de ese
orden , dejándole libre para desarrollarse en la dirección del próximo orden de la existencia.” Mannheim, K., p. 268.
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Siguiendo a Mannheim, pues, podemos afirmar que sólo hemos de considerar utopías urbanas
aquellas que han tenido una manifestación real posterior, que han incidido en el planteamiento de la ciudad,
o de lo urbano, y en su concepción. Las ideologías urbanas, por el contrario, son sólo una representación de
la ciudad desde el punto de vista de lo urbano, condicionado por el interés del grupo social que las produce,
que tiende a mantener la posición y el poder, en la estructura social, de ese grupo.
Las ideologías urbanas recubren con un manto conceptual, e incluso epistemólogico, los intereses
de los grupos sociales dominantes; pero, en ningún caso, transforman la ciudad en un sentido
revolucionario, sino, todo lo más, para permitir el funcionamiento de los mecanismos de dominación del
espacio por el grupo.
Las distintas “lecturas” de la ciudad - sean renacentistas, barrocas, racionalistas, organicistas, etc.-
así como las incitaciones a determinadas intervenciones en lo urbano que provocan, son ideológicas desde
el punto de vista de que no cuestionan el modelo para ser sustituido por otro o, si lo cuestionan, lo hacen
para introducir correcciones “funcionales” en el mismo, las necesarias para permitir el mismo sistema de
relaciones de poder en el espacio o afiancen la ocupación y “posesión” del mismo a los grupos sociales
dominantes.
* La adscripción de las utopías urbanas a alguna de las etapas de la mentalidad utópica, siguiendo a
Mannheim12, nos lleva a encuadrar a las que conocemos por utopías urbanas clásicas en la etapa
correspondiente a la idea humanitaria liberal.
Los urbanistas utópicos clásicos van a centrar su atención en la “idea” 13 como forma de
transformación del espacio social, de la ciudad, y reguladora de dicha transformación; no será necesaria la
acción colectiva consciente, sino que la propia “idea”, por sí misma, por su bondad y conveniencia absoluta,
va a ser el catalizador que propicie la desaparición de la ciudad “vieja”, con todos sus inconvenientes y
degradaciones, sustituida por un nuevo orden.
11
Idem., p. 274.
12
“Saint-Simon, Fourier y Owen estaban todavía soñando sus utopías en el estilo intelectualista más antiguo, aunque
ya habían experimentado la impronta de las ideas socialistas. Su situación marginal en la sociedad se expresaba en
descubrimientos que ampliaban las perspectivas económicas y sociales; pero en su método conservaban la
concepción indeterminista que fue característica de la Ilustración. ‘El socialismo es para todos ellos la expresión de la
verdad, razón y justicia absolutas, y sólo necesita ser descubierto para conquistar el mundo por medio de su propio
poder’ (Engels). En este caso también una idea tiene que ser vencida y, de acuerdo con el sentido de la determinación
histórica, desplazada por otra forma de utopía que compita con ella. La mentalidad socialista representa, en un
sentido mucho más fundamental que la idea liberal, una redefinición de la utopía en términos de realidad.” Idem., p.
319.
13
“La utopía de la mentalidad liberal-humanitaria es la “idea”, (...) como un objetivo formal proyectado hacia el futuro
infinito y cuya función consiste en actuar como un simple dispositivo, regulador de los asuntos mundanos.” Idem., p.
292.
14
“Por lo que se refiere a su función social, la filosofía moderna surge para derribar la concepción del mundo clerical y
teológica. Al principio fue adoptada por los partidos que, en la época, se encontraban en una fase de ascenso: la
monarquía absoluta y la burguesía. hasta más tarde no se convirtió en el arma exclusiva de la burguesía, cuando esta
llegó a ser la representante, a la vez, de la cultura y de la política.” Idem., p. 293.
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Por otra parte, es importante reseñar que la utopía socialista-marxista 16 no ha producido utopías
urbanas, ya que, por definición, el problema de las grandes ciudades sólo podrá ser eliminado en la última
fase del proceso de destrucción del modo de producción capitalista y la instauración del nuevo orden
económico y social17. El nuevo orden urbano, no explicitado, será la consecuencia directa del cambio en las
relaciones de producción, no dedicándose los autores marxistas a la construcción utópica de la ciudad, sino
que su pensamiento urbano, curiosamente, se centrará en la crítica de las utopías urbanas clásicas. 18
Para terminar el análisis de Mannheim sobre las utopías, hay que hacer una breve referencia a la
utopía en la situación contemporánea. Al respecto Mannheim es pesimista 19, en cuanto que constata la
desaparición de la utopía, como fruto o consecuencia del triunfo total de la burguesía que ha alcanzado el
poder total, en todos los sectores del pensamiento:
“El esquema conceptual de la filosofía social, que permanece detrás de la obra de los últimos siglos,
al parecer, ha hecho que desaparezca la fe en las utopías consideradas como los objetivos de los esfuerzos
humanos. Esta actitud escéptica, en muchos aspectos fructífera, corresponde, en primer lugar, a la posición
social de una burguesía que ya ha alcanzado el poder, cuyo futuro ha llegado a ser, gradualmente, su
presente. Las otras capas de la sociedad manifiestan la misma tendencia conforme se aproximan también a
15
“Ahora, con la idea liberal-humanitaria, el elemento utópico recibe una localización definitiva en el proceso
histórico: el futuro culminante de la evolución histórica.(...) De aquí en adelante, incluso la concepción utópica concibe
al mundo moviéndose en dirección a la realización de sus pretensiones, a una utopía.” Idem., p. 297.
16
“En el socialismo, el elemento utópico, a causa de la multilateralidad de la situación y a la tardía época de su
aparición, presenta una cara de Jano. Representa no un nuevo compromiso, sino también una creación nueva, basada
sobre la síntesis interna de las diversas formas de utopía que habían aparecido con anterioridad y que han luchado
unas contra otras en la sociedad.” Idem., p. 314.
17
“Solamente la solución del problema social, es decir, la abolición del modo de producción capitalista, hará posible, al
mismo tiempo, la solución del problema de la vivienda. Pretender resolver el problema de la vivienda y al mismo
tiempo querer conservar las grandes aglomeraciones urbanas actuales es un contrasentido. Solamente con la
abolición del modo de producción capitalista se eliminarán las grandes aglomeraciones urbanas actuales y, cuando
este proceso esté en marcha, se hará algo muy distinto que dar a cada obrero una casita en propiedad.” Engels, F., “El
problema de la vivienda”, citado en Benevolo, L., “Historia de la arquitectura moderna”; Gustavo Gili; Barcelona; 1999;
8ª edic.; p. 169.
18
La utopía socialista marxista “se observa que es atacada desde tres direcciones. por un lado, el socialismo tiene que
radicalizar más la utopía liberal, la idea, y por otro, tiene que hacer impotente, o en un caso determinado superar por
completo, a la oposición interna del anarquismo en su forma más extremada. Su antagonista conservador es
considerado sólo en un segundo lugar precisamente porque en la vida política se procede, por lo general, más
agresivamente con el contradictor que está más cercano que con el distante.” Mannheim, K., op. cit., p. 313.
19
“A este respecto llega a ser visible un determinante estructural peculiar que, por lo menos, vale la pena indicar.
Cuanto más amplia es la clase que consigue cierto dominio de las condiciones concretas de la existencia y cuanto
mayores sean las posibilidades de alcanzar la victoria por medio de una evolución pacífica, más probable es que esta
clase siga el camino del conservadurismo.” Idem., p. 323. “Advertimos así que, condicionada por el proceso social, se
desarrolla una desfiguración de la utopía en muchos casos y en diversas formas. Este proceso posee ya una calidad
dinámica propia, se acelera aún más en su ímpetu y su intensidad por el hecho de que las diferentes formas de
mentalidad utópica coexistentes se están destruyendo unas a otras en conflicto recíproco. Semejante conflicto
recíproco de las diversas formas de la utopía no conduce necesariamente al aniquilamiento del utopismo en sí, pues
únicamente en la misma lucha y por ella aumenta la intensidad utópica. La forma moderna del conflicto recíproco, sin
embargo, tiene de peculiar que la destrucción del adversario de cada uno no tiene lugar a un nivel utópico, un hecho
que es perceptible con la mayor claridad en la forma en que los socialistas procuran desenmascarar las ideologías de
sus antagonistas.” Idem., p. 325.
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Podemos acabar la reflexión sobre el pensamiento utópico en Mannheim con esta consideración
suya:
“Dondequiera que la utopía desaparece, la historia cesa de ser un proceso en dirección a un último
fin.(...) El concepto de tiempo histórico, que nos permite comprender las épocas cualitativamente diferentes,
desaparece y la historia se convierte, cada vez más, en algo parecido a un espacio indiferenciado.” 21
1.2.- Modelos urbanos de las utopías y utopías urbanas. Distinción entre los modelos
urbanos como soporte físico del pensamiento utópico y la utopía urbana propiamente dicha.
En el apartado anterior hemos definido las notas que caracterizan a las utopías urbanas, en el
sentido estricto de Mannheim, pudiendo así diferenciar a éstas de otras formas del pensamiento urbano o
del pensamiento utópico. También hemos visto que las utopías urbanas, como tales, se desarrollan en el
siglo XIX; pero el discurso utópico, en el sentido relativo (ideológico) de Mannheim, comienza mucho antes 22
con la aparición de las utopías, que podemos llamar primigenias, de los siglos XVI y XVII. Si las utopías
primigenias son la descripción de un mundo que no existe (ou-tópos), un mundo mejor, diferente, que critica
el orden social, tienen que tener una base física, construida intelictivamente, donde desarrollarse; así nacen
la Ciudad del Sol, Atlántida; Amaurota; etc., soportes espaciales de un mundo inexistente, pero al que se le
dota de todas las características necesarias para posibilitar el mundo ideal que se pretende.
Como veremos en el apartado siguiente, todas las utopías primigenias han construido un modelo
urbano que, como intentaremos demostrar, es la base necesaria para el “funcionamiento” de esa utopía. La
relación utopía-modelo urbano hay que centrarla en dos aspectos:
- El programa reformista que pretende una determinada utopía no se lograría sin un modelo urbano
determinado.
Pero no todo el pensamiento utópico tiene su modelo urbano; es decir, no todas las utopías están
encuadradas en un espacio físico que las dé vida 23; por ello nos hemos centrado en lo que llamamos
utopías primigenias, que se han localizado en un espacio “concreto”, en una “realidad” física con todas sus
características, aunque este espacio concreto y realidad física, sean la invención pura y simple, más o
menos compleja, de unos pensadores reformistas.
A este respecto nos es útil la distinción que hace A. Monclús 24 entre constructos cerrados y
constructos abiertos en el pensamiento utópico o, lo que es lo mismo, entre utopías cerradas y discursos
20
Idem., p. 329.
21
Idem., p. 329.
22
“El discurso utópico,(...), parece seguir unos pasos que se podrían caracterizar según el viejo esquema: “proceso
hacia el clímax”- “clímax”- “anticlímax. A partir de la publicación de la Utopía de Moro (sin olvidar las manifestaciones
anteriores del utopismo) el discurso utópico, algunas veces bajo la forma de novela, algunas otras bajo la forma de un
ensayo o de un tratado, o bien bajo la forma poética, va a significar la manifestación de un estado de espíritu
individual y/o colectivo que va a constituir progresivamente todo un género establecido de discurso con sus propios
elementos y características. El discurso utópico se va a enriquecer así, a partir de sus moderno orígenes - Moro,
Campanella, Bacon- hasta ocupar un lugar indispensable en el discurso que caracteriza más típicamente al siglo XIX; el
político y el estético.” Monclús Estella, A., “El pensamiento utópico contemporáneo”; Círculo de Lectores; Barcelona;
1.989, 1ª edic., p.24.
23
Así es interesante volver a la distinción, nota 6, entre quialismo y utopismo, lo utópico en “otro” tiempo y lo
utópico en ”otro” espacio.
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abiertos. Sólo en los constructos cerrados encontramos modelos urbanos; el abandono de los constructos
cerrados - en una evolución histórica que culmina con las utopías del XIX, últimos constructos cerrados - va
a significar la pérdida de estos modelos, aunque curiosamente, signifique, también, el acentuamiento de la
radicalidad del pensamiento utópico 25 y la aparición de las utopías urbanas en sentido estricto, que en este
marco deben ser consideradas constructos cerrados.26
En este intento de sistematizar lo que se debe entender por utopía urbana, en sentido estricto,
debemos diferenciarla de un concepto muy próximo y que, a veces, podemos confundir: ciudad ideal.
Podemos definir la ciudad ideal, con Rosenau, como la que “representa una visión religiosa o una
concepción secular en la que a la conciencia social de las necesidades de la población se suma una
concepción armoniosa de la unidad artística”.27
Tres son, pues, los rasgos que caracterizan el concepto de ciudad ideal:
Por otro lado se proponen discursos también modélicos, pero con una pretensión de efectividad, de
factibilidad, y donde la presentación formal del discurso en un contexto cerrado no es necesaria.” Monclús, A., op. cit.,
p. 27.
25
“Pero esta radicalización , esta ambición, esta generalización del discurso utópico en el siglo XIX lo conducen a
afrontar o incluso a mezclarse progresivamente en los proyectos fácticos inmediatos, en eso que se define
abusivamente como la realidad. Todo esto va a significar para el utopismo un “shock” comprensible, porque la utopía
tendrá entonces necesidad de hacer referencia al juicio del presente e incluso del pasado inmediato para continuar su
camino.” Idem., p. 24.
26
“Así tendremos proyectos utópicos presentados como constructos concretos a desarrollar, tales como los de Owen,
Fourier, o los saintsimonianos, tendremos también teorías generales como las de Saint-Simon, y tendremos, en fin,
tonos románticos maximalistas y revolucionarios a un nivel global en el mismo Fourier, por ejemplo.” Idem., p. 53.
27
“Desde el punto de vista de nuestro estudio, una ciudad ideal representa una visión religiosa o una concepción
secular en la que a la conciencia social de las necesidades de la población se suma una concepción armoniosa de la
unidad artística. Ni que decir tiene que un plan urbano ideal, cuando se lleva a la práctica genera sus propios
problemas a través de las cambiantes circunstancias, pero su valor permanece intacto en cuanto que es la proyección
de una imagen perfecta, la expresión gráfica de una fe optimista; de hecho, quizá sea éste el más sorprendente de los
rasgos que comparten las imágenes ideales: están basados en una fe en el perfeccionamiento, bien en esta tierra o en
el más allá. Dichas imágenes revelan una actitud que subraya no sólo la felicidad personal, sino la importancia
fundamental de los factores comunales o comunitarios, tanto por el valor que tienen en sí mismos como por su
significación en el individuo. Las imágenes ideales han aparecido en períodos de cambio social, como los comienzos
del Renacimiento o la época de la Ilustración, en los que la descomposición de un orden económico anterior facilitaba
la experimentación cultural.” Rosenau, Helen; “La ciudad ideal. Su evolución arquitectónica en Europa”; Alianza
Editorial; Madrid; 1.999; 1ª edic.; p. 16.
28
Quizás el rasgo más característico de la ciudad ideal, en la concepción de H. Rosenau, sea la pretensión artística de
la propuesta realizada: “Resumiendo: el tema eterno del arte es una visión intensa de la calidad de vida y, por lo tanto,
el problema de las ciudades ideales está en el núcleo mismo de la creación artística. Es la regularidad del diseño
combinada con la preocupación por mejorar la sociedad lo que caracteriza y realza la planificación ideal.” H. Rosenau,
op. cit., p. 18.
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Algunas de estas notas pueden darse en las utopías urbanas e, incluso, darse simultáneamente
todas ellas29; cuando así suceda estaremos, además de ante una utopía urbana, contemplando una ciudad
ideal; pero para que una propuesta de ciudad ideal tenga la consideración de utopía urbana en sentido
estricto, debe reunir los requisitos exigidos: destrucción del orden urbano existente, sustitución de éste por
uno nuevo y producir una alteración en las relaciones de dominio social. Consecuentemente, ciudad ideal y
utopía urbana son dos conjuntos distintos que pueden tener una zona de intersección, en la que
determinadas propuestas utópicas sean, además, ciudades ideales y viceversa. 30
Helen Rosenau realiza un estudio histórico sobre la ciudad ideal 31 que partiendo de la antigüedad
clásica, bien a través de un estudio de la iconografía, bien a través de los restos arqueológicos, nos lleva
hasta la Edad Media y el Renacimiento 32, época que va significar el inicio consciente de la planificación
urbana a nivel ideal33. Es en el Renacimiento donde se incardinan las que hemos llamado utopías
primigenias; constatando Rosenau la fascinación que los utópicos clásicos sienten por la planificación
29
Pensemos, por ejemplo, la concepción secular, cuasi religiosa, que subyace en el ideal saintsimoniano o en el
falansterio de Fourier; en todos los utopistas urbanos encontramos pretendidas soluciones para satisfacer los deseos
de los ciudadanos, también, en casi todos, encontramos un deseo de formular artísticamente su propuesta, con unos
diseños urbanos o tipológicos adaptados a los gustos artísticos de su época.
30
La misma autora intenta distinguir entre ciudad ideal y utopía, acudiendo a Mannheim, aunque no ha comprendido
todas las condiciones impuestas por éste para considerar que se está ante una utopía, y la diferencia entre ambos
conceptos, el cambio violento, no es, como ya hemos visto, correcta: “¿Hay alguna diferencia entre una ciudad ideal y
una utopía; Ambos términos, cuando se utilizan en sentido amplio, son equivalentes; pero si precisamos un poco más
su significación, la utopía, tal como la interpreta Karl Mannheim, presupone un cambio violento, mientras que el
planificador de ciudades ideales es un reformista dentro de una sociedad y una localidad determinadas.” op. cit., p.
172.
31
Este recorrido histórico puede ser resumido, en tres grandes etapas: “Hemos repasado la evolución de las imágenes
de las ciudades ideales en tres fases: la religiosa, la geométricamente formal y la social.” Idem., p. 184.
32
“En resumen, durante la época griega el diseño ideal se mantuvo aislado de su fondo cosmológico; de la misma
manera, las connotaciones mágicas, aunque todavía presentes, pasaron a un segundo plano durante el período
romano; el judaísmo contribuyó a la proyección hacia el más allá y, por tanto, subrayó los aspectos simbólicos de la
esperanza mesiánica, realizada en la Jerusalén celestial. La herencia griega, romana y judía influyó en la Edad Media en
la representación de las ciudades ideales, bien desde un punto de vista formal o bien en sentido simbólico.” Idem., p.
34. “Volviendo la vista hacia el terreno recorrido, se observan dos tendencias principales que, aun siendo en
apariencia contradictorias, se complementan y realzan. Una es la lenta transformación del legado de la antigüedad
favoreciendo la abstracción y la supresión del detalle, para subrayar lo esencial. La otra es el desarrollo del interés por
lo humano en la descripción de la ciudad medieval, una nueva insistencia en el realismo y en las diversas actividades
de los habitantes. Es esta última tendencia la que adquirirá mayor significación histórica y nos introduce en el período
conocido generalmente con el nombre de Renacimiento.” Idem., p. 50.
33
“La primera ciudad ideal totalmente planificada del Renacimiento fue descrita e ilustrada por Filarete en los años
1.457- 1.464. En su “Tratado de arquitectura”, (...), se presenta la ciudad imaginaria de Sforzinda y sus alrededores y
se estudia el problema de la obtención de los materiales de construcción.(...) Al mismo tiempo, la concepción de la
ciudad ideal como una tarea humana constituía una novedad, que proclamaba el orgullo cívico y la dignidad humana,
más que una preocupación religiosa. Aunque se incluyen algunas iglesias, éstas pasan a segundo plano al lado del
palacio, de las escuelas, sobrias e independientes, para niños y niñas, de las cárceles y de la casa del vicio y de la
virtud, destinada a fomentar la perfección moral de los ciudadanos.” Idem., p. 57.
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urbana34, fascinación que se va a perder en la etapa barroca 35, recuperándose con los reformadores
clásicos (Boullée y Ledoux), hasta llegar, pasando por el neoclasicismo, Quatremère de Quincy y Bentham,
a los socialistas utópicos, considerados por la autora como planificadores plenos de ciudades ideales 36.
Siendo esta la zona de intersección, que señalábamos, entre ciudades ideales y utopías urbanas; la zona en
la que se comparten los sueños por un espacio urbano mejor.
Para terminar este apartado podríamos usar la siguiente cita de Helen Rosenau:
“La experiencia nos dice que para alcanzar lo posible hay que aspirar a lo imposible. Dicho en otras
palabras, una sociedad y sus miembros viven en gran parte de la esperanza. (...) El cambio más importante
en la visión de la ciudad ideal es la introducción de una dimensión histórica y de un elemento dinámico. La
ciudad ideal formal se consideraba como algo atemporal y finito. Ahora, la conservación y ampliación de las
ciudades ha adquirido enorme importancia; este ideal desea compaginar lo antiguo con lo nuevo,
favoreciendo así la variedad. Los modelos han cambiado, pero sigue en pie la búsqueda del ideal, lo que
introduce los conceptos de historicidad e individualidad en los proyectos globales.” 37
2.1.1.- Platón.
Quizás la más famosa creación de una ciudad ideal se la Atlántida, realizada por Platón y expuesta,
de una forma más o menos fantástica, en “Critias” y “Timeo”, dos de sus diálogos más conocidos. En ellos el
filósofo griego quiere representar su doctrina política, explicitada principalmente en “La República” 39 y “Las
34
Idem., p. 62.
35
“Durante el barroco, el deseo de expansión arquitectónica e ilusionista estuvo paradójicamente unido a la
insistencia en la planificación parcial, más que en la elaboración de un todo. “Pars pro toto” podría ser su lema; la
diversidad de las partes consideradas como unidades de posible expansión.” Idem., p. 89.
36
Idem., Capítulo 8.
37
Idem., p. 176.
38
Humanes Bustamante, Alberto; “La arquitectura prometida de una capital sin fortuna”; en: idem et ali..; “Madrid no
construido: imágenes arquitectónicas de la ciudad prometida”; C.O.A.M.; Madrid; 1.986; 2ª edic.;
39
“Esta determinación de ser científico implicaba para Platón, cuando escribió la República, que su teoría tenía que
dibujar un estado ideal y no limitarse a describir un estado existente. Aunque ello pueda parecer paradójico, es
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Leyes”40, y es ésta doctrina política la que quiere ser “verdadera” y no la leyenda de la Atlántida, a la que
sólo considera un lugar lógico para su argumentación 41. En “La República” construye Platón idealmente una
sociedad perfecta de hombres perfectos, aunque en el fondo es un tratado de medicina política con
aplicación a los regímenes existentes en su tiempo, principalmente las tiranías, como último estadio
evolutivo de los sistemas políticos conocidos en su época (timarquía, oligarquía, democracia y tiranía) 42 y a
los cuales va a enfrentar el ideal del gobierno de los filósofos.
Atlántida era una isla más grande que Asia 45; con una tierra extremadamente fértil, donde no se
carecía de ningún producto, así como de todos los animales útiles. Atlántida también se llamaba la capital
de la isla, y a su norte se extendía un llanura rectangular de 191.381 kilómetros cuadrados, en la que los
literalmente cierto que la República describe una utopía, no porque sea una “novela”, sino porque Platón intentó
desde el primer momento hacer un estudio científico de la “idea del bien”.” Sabine, George; “Historia de la Teoría
Política”; Fondo de Cultura Económica”; Madrid; 1.974; 1ª edic.; p. 45.
40
“Las Leyes, obra de vejez, tiene, aunque sólo en apariencia, intenciones más realistas. Platón no intenta - al menos
así lo afirma- describir el Estado ideal, sino describir tan sólo el mejor que se pueda construir en la práctica.(...)
Plantón obtiene en conclusión que el gobierno más estable sería una aristocracia agraria de base bastante amplia.
Concibe en consecuencia la idea de una ciudad de 5.040 habitantes (1 x 2 x 3 x 4 x 5 x 6 7 = 5.040)racialmente
seleccionados en la que todos serían propietarios y ejercerían los mismos derechos políticos (Lo que bastaría para
distinguir Las Leyes de La República).” Touchard, Jean; “Historia de las ideas políticas”; Vol. I; Círculo; Barcelona; 1.990;
1ª edic.; p. 65.
41
“La Atlántida es una fabulación poética, una burlería ingeniosa, cuyo origen no está ni en la tradición griega ni en la
egipcia, sino en la poderosa fantasía de Platón. Atlántida es el mar, el comercio, la corrupción. Atenas es la tierra, la
agricultura, la fuerza. Atenea vence a Poseidón.” Estébanez, Emilio G. “La leyenda de la Atlántida”, en la Introducción
a: Bacon, Francis; “Nueva Atlántida”; Mondadori; Madrid; 1.988; 1ª edic; p. 101.
42
“A cada uno de estos regímenes corresponde, pues, un tipo de hombre; de forma que construir la Ciudad ideal y
realizar tipos de hombres acabados es un mismo y único asunto; para obtener un hombre justo es preciso construir
una Ciudad justa.” Touchard, Jean; op. cit. p. 62.
43
“- Pues bien- comencé yo- la ciudad nace, en mi opinión, por darse la circunstancia de que ninguno de nosotros se
basta a sí mismo, sino que necesita de muchas cosas. ¿O crees otra la razón por la cual se fundan las ciudades?
- Así, pues, cada uno va tomando consigo a tal hombre para satisfacer esta necesidad y a tal otro para
aquella; de este modo, al necesitar todos de muchas cosas, vamos reuniendo en una sola vivienda a multitud de
personas en calidad de asociados y auxiliares y a esta cohabitación le damos el nombre de ciudad.” Platón; “La
República”; Alianza Editorial; Madrid; 1.990; 1ª edic; p. 124.
44
Idem., p. 229.
45
Para las siguientes descripciones seguimos a Emilio G. Estébanez; op. cit. páginas 87 a 111.
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reyes habían construido una red de canales que se cruzaban perpendicularmente, veintinueve de norte a
sur y diecinueve de este a oeste. La llanura estaba flanqueada, por sus cuatro costados, por un canal que
recogía todas sus aguas; el agua de esta zanja se repartía por la red de canales y por otros construidos
oblicuamente que se utilizaban para transportar maderas y productos del campo.
La capital estaba situada en lo alto de una colina, en el centro de la isla, rodeada de tres canales de
agua concéntricos, separados por dos de tierra, estos canales circulares reciben el agua por medio de un
canal rectilíneo que los cruza y une el círculo exterior con el mar. En el centro de la ciudadela se encontraba
el templo de Poseidón, el palacio real, las dependencias de la guardia y los edificios públicos. Los canales
que rodean esta pequeña isla central, de ochocientos ochenta y ocho metros de diámetro, están recubiertos
por paredes hechas con auricalco (metal mitológico) el primero, con estaño el segundo y el más cercano al
mar con bronce. Los minerales se han extraído de debajo de la isla central y de los anillos de tierra,
formándose así grutas que sirven de puertos cubiertos.
Las construcciones están hechas con piedras blancas, rojas y negras, lo que produce un gran efecto
estético. Además, levantaron torres y puentes simétricos e hicieron entre los canales unos pasajes cubiertos
con techo, de manera que la navegación interior venía a ser subterránea.
Este modelo, que en sí es bueno, fracasa, según Platón, porque su organización política no es la
perfecta: el gobierno de los filósofos y la negación a éstos, y sólo a éstos, de la propiedad privada, que
admite en los militares, trabajadores, comerciantes y campesinos; ésta es la base política de Platón.
De las descripciones que hace Platón de la ciudad de Atlántida y su comarca, podemos extraer
unos patrones urbanísticos que aparecen claros:
- La retícula ortogonal de la llanura, atravesada por líneas oblicuas, como forma de división
lógica de un extenso territorio para facilitar el acceso a todo el espacio; corrigiendo los defectos intrínsecos
al sistema con los canales transversales.
- Centralidad: tanto de la capital con respecto a la isla, como la ciudadela con respecto al
resto de la ciudad.
- El eje central, canal que divide la ciudad concéntrica en dos, como solución a los
problemas de conexión de los círculos.
Este modelo urbano tiene importancia en el discurso platónico toda vez que es la base que
considera perfecta de una ciudad ideal. ¿Cómo explicar entonces que dicha ciudad fuera destruida y
vencida? La explicación hay que encontrarla en el mismo pensamiento filosófico de Platón: la ciudad lleva
en sí el germen de su propia destrucción; no olvidemos que el modelo deja de serlo por la incapacidad de
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los gobernantes de controlar sus deseos de riqueza 46; pero el resto del modelo es válido y va a ser el
paradigma que van a imitar los pensadores del Renacimiento para desarrollar sus ideas de un “mundo
mejor”. El paradigma platónico, una ciudad modelo, en un marco geográfico idealizado, donde se
desenvuelven unas instituciones políticas y sociales óptimas y arquetípicas, va a servir como marco ideal
para exponer lo que A. Monclús denomina constructos cerrados: las utopías originarias, como seguidamente
veremos.
Moro nace en Londres en 1.478, escribe este libro, su tercero publicado, a los treinta y ocho años,
pudiéndosele considerar como una obra con la que inicia su madurez, que va a coincidir con el reinado de
Enrique VIII, al que al principio apoyó, como esperanza de un cambio del despotismo de su padre Enrique
VII; siendo nombrado primero consejero privado, después embajador en distintos países, luego tesorero real
y, finalmente, primer ministro. Pensador comprometido directamente en la acción política, escribió varios
tratados jurídicos y filosóficos, pero bastaría con “Utopía” para asignarle un destacado lugar entre los
pensadores políticos del siglo XVI. Moro analiza los vicios de la tiranía, ensalza la justicia y es fiel a los
ideales erasmistas, aunque sigue siendo un representante del pensamiento político tardomedieval 47 que ve
con aprensión el surgimiento de nuevas formas económicas, de nuevas fuerzas sociales, el mercantilismo
en suma, que va a trastocar el orden moral en el que ha planteado su pensamiento 48. “Utopía” es un ataque
al mercantilismo que está surgiendo en toda Europa, pero desde una concepción del pasado: la comunidad
cooperativa, inspirada en Platón y recogida por los Padres de la Iglesia.
En la estructura del juicio de Moro hay que señalar dos características: la ley natural 49 y la “razón”.
La ley natural viene atemperada por una concepción cristiana de la misma o, mejor aún, con un
identificación entre ambas, siendo la crítica religiosa precisamente la que hace a elementos del cristianismo
de su siglo que resultan en contradicción con la ley natural que describe. Por otra parte la razón, como
capaz de engendrar el buen juicio, opera para sistematizar las fuerzas sociales y darles la forma necesaria
para encuadrarlas en la ley natural, así se construirá Utopía.
46
“ Así, aun en la polis más pequeña hay - decía Platón- dos ciudades, la ciudad de los ricos y la ciudad de los pobres,
que están en eterna guerra entre sí. Tan seria es esta situación que Platón no puede concebir otro remedio al
faccionalismo característico de la política griega que un cambio profundo en la institución de la propiedad privada.
Como remedio radial se inclinaría a abolirla por entero, pero cree que al menos es necesario eliminar los grandes
extremos de miseria y riqueza.” Sabine, George; op. cit.; p. 45.
47
Dice Lewis Mumford refiriéndose a Utopía: “Así la forma primaria de organización no es la corporación sino la
familia y el vecindario; o, mejor dicho, lo que el planificador francés Gastón Bardett llamó el “escalón patriarcal”. En
las instituciones comunales restablece Moro la participación y la generosidad que eran habituales en las comunidades
simples, antes de la introducción de una economía monetaria.- Acaso la mayor innovación de Moro consistió en
proporcionar apoyo institucional al amor del vecino de la ciudad medieval por la vida rural y el deporte.” Mumford,
Lewis; “La ciudad en la historia. Sus orígenes, transformaciones y perspectivas”; Ediciones Infinito; Buenos Aires;
1.979; 2ª edic.; Vol. I; p. 456.
48
“Si es posible que una idea moral digna inspire alguna vez lástima, es sin duda ésta de Moro, que aparece en el
umbral de las guerras religiosas y la expansión del comercio moderno. (...) Es el canto de cisne de un viejo ideal más
bien que la voz auténtica de la época que estaba naciendo.” Sabine, George, op. cit.; p. 323.
49
“La filosofía en torno a lo “natural”, derecho natural, ley natural, moral natural, religión natural, vida natural, etc.,
que se repite frecuentemente en las páginas de la Utopía no es otra cosa que el fundamento teórico de una
interpretación de la realidad hecha en aquel momento por un grupo social determinado; su ideología resulta
evidente.” Monclús, Antonio; op. cit.; p. 31.
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La descripción de Utopía está precedida de un diálogo 50 puramente erasmista, en el que Moro critica
la realidad política de su tiempo y sienta las bases de los problemas existentes y que van a ser solucionados
en el país utópico; crítica de la monarquía, de la nobleza y de las órdenes religiosas, como zánganos que
absorben la fuerza de un estado. Al igual hace con el sistema de posesión de la tierra, la administración de
justicia, etc. En esta crítica de los estados existentes llega, finalmente, a proclamar la conveniencia de la
abolición de la propiedad privada, la tierra principalmente, y sobre este axioma edificará una utopía
igualitaria.51
Pasamos, seguidamente, a analizar las ideas con contenido sobre lo urbano, que subyacen en la
descripción que de Utopía y sus ciudades, principalmente Amaurota su capital, hace Tomás Moro en los
capítulos I y V de su obra.
“En Utopía hay cincuenta y cuatro ciudades amplias y magníficas, que permitiéndolo el suelo sobre
el cual están asentadas, tienen iguales disposiciones y son gobernadas por las mismas leyes. (...) Estas
ciudades se hallan a unas veinticuatro millas de distancia las unas de las otras, estando las más alejadas a
una jornada de camino a pie.”52
De este párrafo podemos deducir las siguientes características que van a ir conformando un espacio
físico ideal:
- Magnificencia, como criterio estético, que va a repetir más de una vez en sus descripciones.
- Uniformidad; todas tienen las mismas leyes, todas hablan la misma lengua.
- Ciudades articuladas en red; las cincuenta y cuatro ciudades se reparten por el territorio en forma
de malla radial, con el centro en Amaurota (“Amaurota se halla en el centro de la isla, y los diputados
50
“En general, la utopía racional, encabezada por la de Tomás Moro, junta la forma del diálogo, que pone de moda el
prestigio de Platón entre los humanistas del Renacimiento, con elementos sacados del “viaje extraordinario” de que
daban muestra las cartas de relación de los navegantes y conquistadores de fines del siglo XV y principios del XVI:
Colón, Vespucio, Cortés, etc. La nítida separación de ambas formas en Moro subraya no sólo las dificultades
estructurales que ofrece el tema, sino también el abandono tácito de toda tentativa de resolverlas.” López-Morillas,
Juan; “Sueños de la razón y la sinrazón: utopía y antiutopía”; artículo en la revista “Sistema”; nº 5; Madrid; 1.974; p.
10.
51
“Tomás Moro da un preciso cuadro de tal régimen, elaborado hasta en los menores detalles. Expondremos algunos
de sus principales rasgos. Todos los utopistas trabajan para todos. Nadie posee nada en propiedad. La comunidad
asegura a cada cual la abundancia (la mano de obra es numerosa y la producción agrícola y artesanal están bien
organizadas) y el ocio, que cada uno puede emplear en cultivar libremente su espíritu. La disciplina es indispensable
para esta sociedad igualitaria: horario de trabajo fijado, comida en común; cada ciudadano se pliega a ella sin
esfuerzo, ya que la colectividad le da el máximo de bienestar. Las leyes, al faltar los conflictos que derivan de la
propiedad privada, son simples y poco numerosas. El papel del Estado se reduce casi exclusivamente a la
administración de las cosas, a la dirección de la economía; tiene, por ejemplo, el monopolio del comercio exterior.
Todos los magistrados, al igual que los sacerdotes, son elegidos; los más importantes se escogen entre los letrados.
Estos gozan, por consiguiente, de una situación privilegiada, pero no forman un clase cerrada; como aristocracia
intelectual y moral siempre abierta, renovable y controlada, proporciona a la democracia igualitaria, que ignora la
nobleza y la riqueza, el verdadero gobierno de los mejores.” Touchard, Jean; op. cit.; p. 339.
52
Moro, Tomás; “Utopía. Precedida de una carta a Pedro Giles”; Obras Maestras; Barcelona; 1.970; 1ª edic.; p. 80.
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“Las tierras de labor de Utopía, ya en tiempos de la conquista, fueron repartidas con tanta justicia,
que los límites de cada poblado son de unos veinte mil pasos de circunferencia, y aunque los pueblos más
lejanos estén algo más favorecidos, los habitantes, satisfechos de los lindes asignados, nunca han
promovido disputas para engrandecerlos. Por otra parte, esta loable moderación es asimismo consecuencia
de que, según las leyes de Utopía, nadie es propietario, sino que todo el mundo es sencillamente
usufructuario.
Cada hacienda tiene su alquería (con todos los aperos necesarios para los trabajos agrícolas), y las
familias que las habitan cuentan al menos con cuarenta personas, entre hombres y mujeres, y además dos
criados. Son gobernadas por el varón más anciano y la matrona de la casa, y por cada trescientas casas o
familias existe un philarcos o inspector. De cada grupo familiar de cuarenta personas, veinte de ellas,
después de haberse practicado en los trabajos agrícolas durante dos años, vuelven a la ciudad, desde
donde marchan al campo un número igual de aprendices de labriego.
La ejecución de estas prudentes medidas da por resultado que la provisión de grano sea siempre
abundante, lo cual podría no suceder si los labriegos fueran inexpertos en los trabajos del campo. El
legislador ha establecido esta emigración anual de los habitantes de los pueblos al campo, y de los que
están en el campo a la ciudad, para evitar el disgusto de los ciudadanos, que podrían cansarse de trabajar
demasiado tiempo seguido en tareas penosas o en otras hacia las cuales sintieran una natural
repugnancia.”54
- Propiedad pública del suelo, siendo los utopianos simple usufructuarios de ésta.
- Base económica centrada en la agricultura, aunque la ciudad se caracteriza por ser el foco
principal de atracción, con una identificación de ciudad igual a ocio, centro de relación.
“Quien haya visto una de las poblaciones de la isla, puede decir que las ha visto todas, ya que no
ofrecen más diferencia que la producida por la naturaleza del terreno. (...) Amaurota se extiende en forma
de anfiteatro cuadrado, agradablemente situada a una altura media, al pie de una colina, y su ancho es de
unos dos mil pasos hasta el río Anydros, que baña sus muros casi de un extremo a otro. (...) Delante de
Amaurota, el cauce del río es de quinientos pasos de ancho, y sus aguas desembocan en el océano
sesenta millas más abajo de la capital. (...) En la ciudad, un muelle de piedra limita el río, y para atravesarlo
hasta las casas del suburbio hay un hermoso puente de piedra, bajo el cual pueden pasar embarcaciones.-
Por medio de ciertos trabajos hidraúlicos, dentro de Amaurota se encuentra recogida la corriente de otro
riachuelo, de manera que, en caso de guerra, el enemigo no puede cortar ni envenenar el agua; y por bajo
tierra se han construido, de obra, tuberías suficientes para abastecer de agua las partes más bajas de la
ciudad. En donde no puede llegar el agua hay cisternas. Todas las calles tienen unos treinta pasos de
ancho, y las casas son sencillas en el exterior y limpias por dentro, y están edificadas una al lado de otra, en
la misma línea y de igual forma, con jardines, los cuales, desde lejos, parecen formar uno solo muy extenso
y delicioso. Todas las casas tienen dos entradas, la de la calle y la del jardín. (...) En ningún lugar he visto
unos vergeles como los de Utopía, ni unos huertos más fértiles y risueños. Los habitantes tienen gran
empeño en que sean hermosos, no sólo por la satisfacción de disfrutarlos, sino para superar al vecino. (...)
Conviene decir que si bien el trazado actual de la ciudad de Amaurota es el mismo que Utopos ideó, como
53
Moro, Tomás, op. cit.; p. 81.
54
Idem.; p. 81.
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sea que la obra de un hombre nunca es perfecta, los sucesores de los primeros habitantes han ido
aumentando las comodidades y bellezas de sus habitaciones. (...) Todas las casas, altas de tres pisos, son
de piedra y ladrillos, con paredes, tabiques y techos recubiertos de un mortero muy económico que las
preserva de la humedad y de los incendios, ya que resiste como si fuese metálico.” 55
- Uniformidad, tanto de las distintas ciudades como de las propias construcciones dentro de ellas. La
uniformidad es consustancial con la idea de “modelo” y con la de “razón”, que ha experimentado lo mejor
para el hombre, al que se considera único y universal, sin variantes.
- Se dan las medidas del cuadrado, dos mil pasos, que la convierte en fácilmente recorrible con las
propias fuerzas y, por lo tanto, fácilmente comprensible y entendible.
- Toda ciudad debe ser fluvial, de ahí la importancia que Moro concede al río que la circunda y la
protege, al mismo tiempo que la comunica con el mar, con el exterior.
- La ciudad está amurallada, lo que junto con la posición del río, del muelle y del puente, va a
contribuir a su defensa. Curiosamente esta ciudad ideal tiene que ser defendida, aunque en toda la obra se
nos dice que no tiene enemigos, excepto aquellos pueblos que han infringido las leyes naturales. Esta
relevancia dada a la defensa de la ciudad es fruto de la época renacentista 56.
- La ciudad tiene suburbios que se conectan a la misma a través de un puente sobre el río; aquí se
establecerán aquellas actividades que son se consideran idóneas para ser ejercidas en el interior urbano.
- Las calles son homogéneas, con una anchura especificada, y las edificaciones son adosadas y
están alineadas, guardando las debidas dimensiones; el crecimiento y evolución han sido controlados
mediante la transformación de las primitivas cabañas.
- Integración del jardín en la casa, formando un todo único y, por acumulación, formando un jardín
urbano más amplio y extenso57. Las casas de tres alturas, de piedra y ladrillo, con vidrios en los huecos o
tela encerada, techo de mortero que sirva de aislante térmico. El uso del vidrio y de la tela encerada es
reflejo de la necesidad de claridad dentro del hogar, éste uso va a permitir más aperturas de huecos en los
muros a partir del Renacimiento; por eso Moro lo considera algo necesario, aunque no habitual en su época.
- Como última idea, aunque quizás la más importante, hay que reseñar que la ciudad es una ciudad
planificada, cuyo trazo lo dió el mítico fundador Utopos; dicho trazo ha sido respetado por las siguientes
generaciones.
En el capítulo III nos habla de la división administrativa de las ciudades, que coincide con una
división física: “como sea que las ciudades están divididas en cuatro barrios, los habitantes de cada una de
55
Idem., p. 85 y ss.
56
“No obstante, es significativo que el grabado en madera que acompaña a la primera edición de 1.516 se mantenga
dentro de la tradición medieval en lo que a arquitectura se refiere: los edificios son góticos y sólo el perfil irregular de
la isla, que debería ser una media luna, presenta una vaga relación con el texto. Esto demuestra lo mucho que se
había adelantado Moro no sólo con relación a su época sino también a su ilustrador y editor.” Rosenau, Helen; op. cit.;
p. 67.
57
“Vemos aquí una integración entre el campo y la ciudad que diferencia a Moro de sus predecesores, con excepción
de Filarete, y se manifiesta claramente en su interés por la agricultura: “Es algo tan conocido entre ellos que no hay
nadie, ni hombre ni mujer, que sea ignorante en ese terreno.” Idem.; p. 67.
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ellos proponen un ciudadano, el cual presentan al Senado, y de estas cuatro personas elegidas, los
sifograntes escogen una para que ocupe la presidencia.” 58 Esta división físico-administrativa tiene relevancia
central en el sistema de elección, democrático y con voto secreto, de los magistrados que van a gobernar la
ciudad, con un periodicidad anual. Introduciendo Moro, así, el sistema democrático, en la elección de los
rectores de la ciudad, lo que es una revolución en un mundo urbano que está saliendo de la Edad Media, en
el que las ciudades o son de patrimonio regio o están controladas por la nobleza o los gremios.
Los capítulos IV y V van a exponer una serie de instituciones que van a ser recogidas,
posteriormente, por casi todos los pensadores utópicos, así como la regulación estricta de los actos más
comunes de la vida cotidiana:
“En Utopía, todo el mundo ejerce una profesión, u oficio, en el cual son adiestrados tanto los
hombres como las mujeres: la agricultura; la teoría en las escuelas y prácticamente en el campo.” 59
“Después de cenar el asueto sólo dura una hora, que en verano se pasa en el jardín, y en invierno
en unos grandes comedores o en la sala común de la familia. En estos refectorios se dan conciertos o se
pasa el rato hablando de cosas instructivas.” 60 Estas ideas y comportamientos adecuados en la comunidad,
casi literalmente recogidos, nos las vamos a encontrar en los utopistas urbanos del XIX, principalmente en
Fourier.
“Las poblaciones están divididas en cuatro partes iguales, y en el centro de cada una de ellas se
encuentra el mercado, que siempre está bien provisto. Los almacenes que lo forman son espaciosos y
limpios. (...) Cerca de los almacenes de que os he hablado, se encuentran las paradas en donde son
apilados ciertos comestibles, así como pan, verduras, frutas y legumbres. Las carnicerías, pescaderías y
paradas de aves de corral están fuera de la ciudad, cerca del río, lugar escogido por lo fácil que es tenerlas
siempre limpias.”61
Otras ideas: el mercado en la centralidad urbana y equidistante de los cuatro barrios; contrastando
con esta centralidad se produce la expulsión al exterior de lo que podríamos considerar actividades
molestas, mostrando la preocupación por la limpieza del hábitat inmediato.
“En cada calle hay grandes hosterías, y en ellas viven los sifograntes; y a un lado y a otro de su
domicilio están las casas de las treinta familias que rigen, y que a las horas de comer acuden a los grandes
comedores, en donde los encargados de hacerlo tienen preparada la comida.” 62
Podemos terminar este apartado dedicado a “Utopía” con una cita de Lewis Mumford, en la que la
compara con la ciudad de Venecia, como fruto, también, del pensamiento y la creación medieval:
58
Moro, Tomás; op. cit. p. 89.
59
Idem.; p. 93.
60
Idem.; p. 95.
61
Idem.; p. 101.
62
Idem.; p. 102.
63
“Tal era la nota nueva: la nota de la uniformidad, la reglamentación y el control colectivo: gris cuáquero o gris
carcelario. ¿Es esto Utopía, el “buen lugar?” Mumford, Lewis; op. cit. 457.
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“Si Venecia fue el producto más elevado de la práctica medieval, Utopía fue quizás, en lo tocante a
la constitución y organización de las comunidades urbanas, el ejemplo más cabal del pensamiento medieval
tardío. Pero ¿quién estaría dispuesto a cambiar Venecia por la pesada reglamentación y la uniformidad de
Amaurota?. Y, sin embargo, ¿quién cambiaría el decoro cívico de Amaurota por la tiranía furtiva, las
sospechas y los odios enconados, las difamaciones, los ataques a mano armada y los asesinatos que hay
tras el comercio próspero y el arte festivo de Venecia?. La falla que había pasado de civilización en
civilización, a través del recipiente urbano, aún era visible en ambas ciudades. Cuando admiramos la forma
exterior sobreviviente, no debemos olvidar la subsistencia del trauma interior, que es el trauma de la
civilización misma, de la asociación de señoría y esclavitud, de poder y sacrificio humano.” 64
Bacon estudia la separación existente en su época entre las artes y las ciencias, acusando al
pensamiento aristotélico y escolástico de las dos causas de esta separación: la doctrina de que el arte sólo
alcanza a imitar la naturaleza, de ninguna manera a transformarla; la segunda, la consideración de que el
perfeccionamiento humano estriba en la actividad contemplativa. Bacon desacredita estos dos puntos de
vista y enaltece la importancia de las artes manuales y la necesidad de asociarlas a las ciencias; afirmando,
seguidamente, la primacía de la acción sobre la contemplación. 66
Como veremos en su utópica ciudad, ha sido la pérdida del conocimiento sobre la naturaleza la que
ha llevado al hombre a una situación de desgracia, incapaz de enfrentares a un mundo que considera
hostil67, por desconocido; por eso, para recuperar esa felicidad originaria, la sociedad debe brindar al
hombre todas las facilidades, materiales y espirituales, para un nuevo conocimiento y profundización en los
secretos naturales, aunque para esto tendrá que pagar un precio, posiblemente consistente en la pérdida de
la libertad originaria68. No será necesaria la revelación divina, en cuanto que ésta se mueve dirigida a otro
64
Idem.; en el capítulo XI, 2, “Venecia versus Utopía”; p. 458.
65
“De sus “Essays” resulta evidente que el ideal político de Bacon era un pueblo fuerte y belicoso, no sobrecargado de
impuestos, sin gran concentración de riqueza y con una nobleza no demasiado poderosa - ideales todos ellos de la
política de los Tudor-, encabezado por un monarca que dispusiera de grandes recursos en tierras de la corona y
tuviera una fuerte prerrogativa y una vigorosa política de expansión nacional.” Sabine, George; op. cit. p. 333.
66
“Hay, pues, que recuperar las artes mecánicas, cuya dignidad está fuera de toda discusión. (...) El elogio y
merecimiento del trabajo manual, así como la síntesis de teoría y praxis, había sido preconizada antes de Bacon.
Campanella lo hizo, como todo, clamorosamente.” Emilio G. Estébanez; en Moro, Tomás; op. cit. p. 48.
67
“La pobreza y la calamidades humanas brotaron al perder el hombre el control de la naturaleza. Hay que
reconquistar éste para superar aquellas. El título de su libro fundamental proclama esta anhelo supremo:
“Instauración magna del imperio humano sobre el universo”. Idem.; p. 73.
68
“New Atlantis de Francis Bacon es en gran medida lo que podría denominarse una utopía “pretecnocrática” porque
entre sus líneas se encuentra un relato de los métodos y de las bases sobre las que se establecen muchas de las
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fin; será la ciencia, sin ninguna cortapisa religiosa, la única en adentrarse en los fenómenos físicos que
controlan el mundo.
Francis Bacon escribe “Nueva Atlántida” entre los años 1.623 y 1.624, publicándola en 1.627, lo que
en las circunstancias políticas de la Inglaterra de su tiempo, significó una crítica al sistema inglés, del que,
por otra parte, era un ilustre representante. Tomando como modelo explícito la Atlántida de Platón, formula
una utopía cuyo sentido último es el ansia de conocimiento. Lo cual queda subrayado por el hecho de que
no existe en toda la obra una descripción física de la isla o de sus ciudades, sino solamente de una
ciudadela, dentro de la ciudad, que es la Casa de Salomón, cuyo propio nombre ya nos indica el interés
baconiano por el saber y el conocimiento.
La falta de descripción del territorio y de las ciudades, se acentúa cuando encontramos todo lujo de
detalles en la descripción de la Casa de Salomón; lo cual nos lleva a preguntarnos sino será ésta la
representación utópica de la ciudad ideal.
A dar el dibujo de esta Casa de Salomón dedica el autor diez páginas de su obra 69, de las cuales
vamos a entresacar los aspectos que más relación pueden tener con nuestro tema. Primeramente la Casa
de Salomón se constituye en la centralidad de la capital de la Nueva Atlántida; sólo esta ciudad dentro de la
ciudad es merecedora de ser descrita. Presenta tres grandes divisiones físicas, que a la vez van a tener un
fuerte contenido simbólico:
- Región Inferior.
- Región Media.
- Región Superior.
La región inferior de la Ciudad de Salomón está formada por cuevas profundas y espaciosas,
excavadas algunas de ellas y otras naturales, y cumple las siguientes funciones:
- Cementerio, que además se usará para la obtención de distintos tipos de cementos y abonos.
- Producción de todos los metales necesarios, mediante sabias combinaciones de los minerales que
en ella se encuentran.
A esta Región Inferior se contrapone una Región Superior, construida en lo más alto de la ciudad y
formada por altas torres. Las funciones de esta ciudad superior se contraponen, a nivel simbólico, con la
que se producen en la inferior; aquellas son:
- Observación de los astros y meteoros, fundando una ciencia, la astronomía, que se debe alejar de
las falsas concepciones de la astrología.
potencias actuales. La Casa de Salomón, centro neurálgico de New Atlantis, con su sorprendente burocratismo, su
control social, su “top secret”, su cuerpo de iniciados que mueven a escondidas los hilos del aparato político del
Estado, podría ser reemplazada hoy por ciertas organizaciones y determinados estados existentes en el panorama de
nuestro mundo.”, Monclús, Antonio; op. cit.; p. 39.
69
Emilio G. Estébanez; en Moro, Tomás; op. cit. p. 181-190.
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Entre las dos regiones descritas se interpone la Región Media, la que está situada en “el aire entre
las dos”. Esta región se corresponde con el campo clásico de las ciencias de la naturaleza, pero es en la
que Bacon va a dejar funcionar libremente su imaginación y la que se contemplará, en su tiempo, como una
verdadera utopía. Los espacios funcionales se describen con cierto rigor y hace toda una clasificación de
las necesidades que satisfacen. Sus instalaciones, resumiendo, son las siguientes, por el orden en que el
autor las va describiendo:
- Grandes lagos, salados y dulces, artificiales, que se aprovechan para la cría de los distintos peces.
- Cámaras de salud para los enfermos, en donde se les aplican los tratamientos necesarios, lo que
unido a su propia configuración, las hace más eficaces.
- Baños termales.
- Huertos y jardines, “donde no se respeta tanto la belleza como la variedad de los suelos”.
- Parques y cercados para el estudio de los animales, tanto de los domésticos como de los
salvajes.
- Lugares especiales para la cría de gusanos y moscas, que pueden tener una gran influencia en los
cultivos.
- Dispensarios de medicinas.
- Casas- perspectivas, para la producción de luces y radiaciones, así como de todos los colores y
objetos de visión.
- Casas- engaño de los sentidos; para confundir a éstos haciéndolos ver, oír, sentir lo que no es, o
al contrario.
En esta Región Media en la que Bacon desborda el universo empírico conocido, desenvuelve su
creencia en lo ilimitado del conocimiento científico y en la capacidad de éste para transformar el mundo 70.
De ahí el último “crescendo” fantasioso por él realizado en la representación de esta región. La utopía de
Bacon no se centra tanto en un sistema político perfecto, cuya base va a ser una ciudad perfecta, como en
un sistema científico mejor, cuya base va a ser la educación y el conocimiento científico reflejado en la Casa
de Salomón; aunque la consecución del saber necesite del sacrificio de otros valores que predicaba el
70
“La consideración de esta sociedad utópica como una “sociedad ideal, humana y científica”, implica teóricamente la
transformación de las condiciones materiales de la vida a través de la ciencia. La Casa de Salomón se inscribe como la
realización más completa y clara del ideal de búsqueda científicamente organizado que, según Farrington, tenía
Bacon”. Monclús, Antonio; op. cit. p.40.
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humanismo cristiano del XVII, como es el de la libertad del individuo, sacrificada a la imposición del poder,
cuyo único fin es el conocimiento71.
“La Ciudad del Sol” está atravesada, además de por la militancia religiosa de su autor, por la idea de
lo natural. Es en lo natural donde se va a encontrar remedio en la ciudad para los males del cuerpo; la
cercanía de los astros con la naturaleza nos va a significar la importancia que se concede a la observación
de los astros y la influencia de estos en la vida diaria; por último, las consideraciones socialistas de algunos
pasajes, la negación de propiedad privada y el deseo de la propiedad comunitaria, se basa en que así se
encuentra en la naturaleza.73
“La Ciudad del Sol”, dentro de la utopías clásicas, es la de más difícil conceptualización. G.
Estébanez, en la introducción74, nos cita como posibles antecedentes a Isaías 19, 18, Ciudad del Sol,
Ectebana, capital del imperio meda, rodeada de siete murallas. pero es de la opinión de Bobbio, que afirma
que no existen antecedentes, que todo el pensamiento campanelliano es de índole solar. No hay duda de
que conocía la obra de Moro y, al igual que éste, escribió su utopía en forma de diálogo 75; pero no existe
otro parecido entre ambas, excepto el ya señalado del naturalismo cristiano.
71
“En todo caso, hay una perfecta compenetración entre estas dos dimensiones del discurso de Bacon, porque la
pretendida función liberalizadora de las ciencias, así como la preferencia por lo autoritario, se encuentra al servicio de
un esquema establecido de poder. Por ejemplo, el control de la Casa de Salomón es prácticamente absoluto en toda la
isla gracias a la utilización de la ciencia, y llega incluso más allá de la isla, a diversos puntos donde hay espías al servicio
de aquella casa.- Quizá por primera vez en el pensamiento moderno el ejercicio autoritario y absoluto del poder utiliza
la ciencia y la tecnología con este impudor. En este sentido Bacon, queriendo ser un gran utopista, va a representar
una posición “preantiutópica” más que otra cosa.” Idem.; p. 41.
72
“La función religiosa va a ser para Campanella todavía más decisiva que para el autor de Utopía. Campanella va a
llevar su radicalismo teísta hasta la fundamentación de la organización social como una propia y auténtica teocracia.
La actitud teísta y cultualista impregna la vida, la procreación, la inmortalidad, la organización social.” Idem.; p. 37.
73
“De hecho Campanella realiza la unión entre lo natural y lo religioso con la misma facilidad que Moro, y muchos de
los argumentos que presenta para mostrar o justificar una respuesta “natural” están basados en ciertos “padres” de la
iglesia católica. Ideologiza claramente cuando habla de lo “natural” transmutando determinados esquemas de ese
mundo; por ello, a causa de su maniqueísmo, considera natural la procreación pero no el placer.” Idem.; p. 37.
74
Estébanez, Emilio G., en Introducción a: Campanella, Tomás, “La Ciudad del Sol”; Mondadori; Madrid; 1.988; 1ª
edic.; p. 98.
75
“La doctrina es la materia del diálogo; la imaginación, del viaje, pues bastante pábulo había para la fantasía en los
relatos de quienes volvían maravillados de visitar tierras lejanas. Sin llegar a la tajante división que hace Moro, tal es la
pauta habitual en Campanella, Bacon, Foigny, Cyrano de Bergerac, etc., utopistas que se sirven de una sencilla, casi
pueril narración de viajes para facilitar la presentación de la comunidad ideal, prudentemente situada más allá de los
límites abordables de la oikoumene: en islas perdidas en el inmenso mar del Sur, o en tierras australes, o en un país en
el corazón de Africa, y en el caso de Cyrano, nada menos que en el Sol y la Luna.” López-Morillas, Juan; op. cit.; p. 10.
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La descripción de la Ciudad del Sol nos la ofrece Tomás Campanella al principio de la obra, en la
contestación por parte de Genovés a la quinta pregunta de Hospitalario, de ésta escogemos los párrafos
más significativos de la descripción:
- Situación de la ciudad: “En una amplia campiña, sobre un collado, aunque sus cercas alcanzan
más que el monte.”76
- Forma de la ciudad: “Ciudad distribuida en siete círculos grandísimos, nombrados según los siete
planetas, y se entra de uno a otro por cuatro calzadas y por cuatro puertas, que miran a los cuatro ángulos
del mundo; pero lo está de tal manera que si fuera expugnado el primer círculo, se necesitaría más trabajo
para el segundo y después más; de suerte que se necesita expugnarla siete veces para vencerla. Más soy
de parecer que no se puede ni el primero, tan grueso es y terraplenado, y tiene baluartes, torreones,
artillería y fosos por fuera.”78
- Nos ofrece el tamaño exacto de la ciudad, que coincide con una de tamaño grande, para su época,
pero todavía dentro de los cánones humanísticos, una ciudad al servicio del hombre, que éste puede
recorrer libremente.
- La ciudad circular, posible influencia de la doctrina vitruviana 79, aunque puede tener antecedentes
más remotos80, distribuida en siete círculos concéntricos, atravesados por cuatro calzadas con sus
respectivas puertas, es el modelo máximo de la ciudad fortificada, que en el Renacimiento va a tener una
importancia primordial, aunque para Helen Rosenau el origen sea mucho más identificable 81. Así la
inexpugnabilidad se busca con la redundancia de los frentes defensivos, hasta siete, en los que se
76
Campanella, Tomás; op. cit.; p. 118.
77
Idem.; p. 118.
78
Idem.; p. 118.
79
“...Vitruvio establece las consideraciones fundamentales que deben ser tenidas en cuenta en el diseño de
poblaciones y describe los rasgos distintivos de una ciudad diseñada según un plano circular. Sus ideas no estaban, sin
embargo, ilustradas por un plano real. Hasta donde se sabe esta forma no fue nunca utilizada en la práctica por los
romanos en ninguno de los innumerables campamentos y poblaciones militares que fundaron por todo el imperio. El
propio Vitruvio estaba por tanto recomendando un plano teórico, el plano de la ciudad ideal.” Morris, A. E. J.; “Historia
de la forma urbana. Desde sus orígenes hasta la Revolución Industrial”; Gustavo Gili; Barcelona; 1.998; 6ª edic.; p. 188.
80
“La psicología moderna, al estudiar los mitos y las religiones desde el punto de vista de los arquetipos innatos,
descubre en el círculo o “mandala” y su aplicación a la arquitectura urbana una doble significación. La primera es de
intimidad, de autosuficiencia segura al amparo del amor materno (círculo= seno maternal). (...) Pero, aparte esta
insularidad tranquila, están los símbolos del “universo contra”, que edifican la muralla o baluarte para protegerse y
vencer a los posibles perturbadores provenientes del exterior. Continuamente se pasa de la pasividad a la actividad
defensiva. Ambos elementos se destacan con nitidez en las instituciones de la Ciudad del Sol, pero también en todo el
género utópico.” Estébanez, Emilio G., en op. cit.; p. 100.
81
Haciendo referencia al cuadro de Pieter Brueghel dice: “La Ciudad del Sol, de Camapanella, estuvo influida en su
concepción básica por esta imagen de la Torre de Babel, pues se eleva en lo alto de siete grandes círculos
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Sobre este espacio físico va a construir su utopía, basada principalmente en la propiedad comunal;
empezando por la de la mujeres y de los niños; ya que los considera la base de la propiedad privada y, por
tanto, de todos los males que pueden afligir a la especie humana. También son comunes las estancias,
dormitorios, lechos y ajuares, cuya posesión es rotativa cada seis meses. Las cocinas públicas y los
almacenes públicos, completan esta supresión de las apetencias individualistas; aunque hay que subrayar
que la propiedad pública es deseable en cuanto que es la que dicta la ley natural y, en definitiva, por lo
tanto, es la querida por Dios.
La Ciudad del Sol es una ciudad planificada, “fundada”, en cuya fundación intervinieron los satélites
y así nos describe dicha fundación y planificación de acuerdo con éstos y con una investigación previa de
los mismos.
Podemos concluir que la utopía campanellana va a ser la que menos influencia tenga sobre el resto
de las utopías clásicas y posteriores; posiblemente como consecuencia de la vehemencia de Campanella en
la expresión de sus ideas, pero también en el excesivo peso que otorga a la religión; sin olvidar su
subversiva visión de la abolición de la propiedad privada y la puesta en común de mujeres y niños.
El capitalismo europeo había seguido un lento proceso de formación durante los siglos XVII y XVIII,
al principio del siglo XIX las formas capitalistas, en el terreno de la industria, el comercio, la agricultura y las
concéntricos, que corresponden a los siete planetas. Las murallas están ricamente decoradas con un resumen de los
logros humanos. En el centro aparece un templo circular con un altar decorado un globo, reflejando así de forma
ecléctica el gusto del Renacimiento, junto con la tradición platónica y algunas reminiscencias de la Utopía de Moro.”,
op. cit.; p. 88.
82
Campanella, Tomás; op. cit.; p. 118.
83
Humanes Bustamante, Alberto; “La arquitectura prometida de una capital sin fortuna”; en: idem et ali..; “Madrid no
construido: imágenes arquitectónicas de la ciudad prometida”; C.O.A.M.; Madrid; 1.986; 2ª edic.;
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finanzas estaban ya fijadas y eran capaces de una mayor transformación y progreso 84. Factor decisivo de
esta transformación fue la ciencia aplicada a la economía, es decir la técnica. El hombre sujetó a su servicio
a nuevas fuentes de energía, cuyo rendimiento era mucho mayor que el del trabajo humano.
Durante el primer tercio del siglo XIX, éste descansó en dos materias primas: la hulla y el hierro; la
primera, como fuente de energía; la segunda, como mineral básico para la construcción de máquinas
industriales. Al mismo tiempo se desarrolló la idea de una máquina móvil, que corriera sobre vías de madera
o de hierro y, ya en 1.850, los buques de vapor se impusieron a los veleros. Adquiriendo, así, el transporte
mayor velocidad y, en consecuencia, los países se aproximaron y la circulación de mercancías se elevó a
cantidades ingentes. Las aplicaciones técnicas de la electricidad también contribuyeron a este profundo
cambio y las noticias se transmitieron instantáneamente a través de los hilos telegráficos.
Las crisis económicas periódicas constituyen un síntoma del mal funcionamiento del sistema. Como
ya advirtió Malthus desde los mismos orígenes de la civilización industrial, el desarrollo del mundo
capitalista implica una serie de ciclos económicos, caracterizados por las etapas de prosperidad, boom,
crisis, depresión y recuperación, siendo durante el siglo XIX un régimen decenal de ciclos económicos.
El desarrollo del capitalismo no hubiera sido posible sin el aumento paralelo de la población
europea; pero, a su vez, éste dependió de aquél. Son dos fenómenos indisolublemente unidos que marchan
al mismo ritmo. Los grandes centros industriales requirieron cada día nuevos brazos; la riqueza general, el
aumento de la producción y el abaratamiento de los géneros elevaron el coeficiente de natalidad, al mismo
tiempo que se redujo el de mortalidad por la difusión de la higiene pública y privada y los progresos de la
ciencia médica. Estos hechos explican el extraordinario desarrollo de la población europea durante el siglo
XIX. A principio de siglo poblaban este continente ciento ochenta y ocho millones de personas, siendo la
población total a finales de siglo de más de cuatrocientos cincuenta millones.
84
Hacemos, para este encuadre histórico, un resumen del capítulo XIII “La cultura burguesa”, de la obra de Vicens
Vives, Jaime; “Historia General Moderna”; Montaner y Simón; Barcelona; 1.974; 9ª edic.
85
“La revolución industrial ha causado cambios profundos en la distribución, sobre el territorio inglés, de los
habitantes. Durante la primera mitad del siglo XVIII Inglaterra es aún un país esencialmente rural, y hasta la industria
tiene su sede, primordialmente, en el campo. Mientras el tratamiento de los minerales de hierro se hace con carbón
vegetal, los altos hornos surgen donde haya bosques; la industria textil se basa en la organización del trabajo a
domicilio, y los mismo campesinos, junto con sus familias, alternan las labores del campo con el hilado y tejido, con
instrumentos manuales de su propiedad o alquilados a sus patronos.- Pero cuando se empieza a trabajar el hierro con
carbón fósil se concentran los altos hornos en las regiones carboníferas; cuando R. Arkwright encuentra, en 1.768, el
modo de aplicar la energía hidráulica al hilado, y E. Carwright, en 1.784, al tejido, estas labores se concentran en los
lugares en donde es posible utilizar la energía del agua corriente; y desde que la máquina a vapor de Watt es
patentada en 1.769, comienza a usársela en lugar de la fuerza hidráulica (entre 1.785 y 1.790), con lo que la
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En este contexto histórico, que Lewis Mumford sitúa entre la culminación de la fase paleotécnica y
los comienzos de la fase neotécnica 86, se va a desarrollar la obra de distintos pensadores, conocidos como
socialistas utópicos, concepto bastante más amplio que el que aquí nos interesa, que van a intentar poner
remedio a la situación existente de la ciudad industrial conocida 87.
La característica común a todos ellos es que han desarrollado utopías urbanas, en el sentido
estricto estudiado por K. Mannheim88, y que pueden adscribirse a la etapa correspondiente a la idea
humanitaria-liberal. Françoise Choay, desde un intento de conceptualización y clasificación distinto 89,
también los ha englobado en lo que llama el preurbanismo progresista 90.
El modelo progresista, en la fase que Choay denomina del preurbanismo, presenta las siguientes
características:
- Concepción del individuo humano como “tipo”, con independencia de todas las contingencias o
diferencias de lugar o de tiempo.
concentración puede aparecer en cualquier parte, incluso lejos de los ríos; la red de canales, construida desde 1.759,
al disminuir el precio de los transportes, incluso para los materiales pobres, quita cada vez más importancia al carácter
vinculante de la localización de las instalaciones industriales.” Benevolo, Leonardo; “Historia de la arquitectura
moderna”; Gustavo Gili; Barcelona; 1.999; 8ª edic.; p. 65.
86
“Hacia 1.850 una buena parte de los descubrimientos científicos fundamentales de la nueva fase se habían
realizado: la pila eléctrica, el acumulador, la dínamo, el motor, la lámpara eléctrica, el espectroscopio, la teoría de la
conservación de la energía.” Mumford, Lewis; “Técnica y civilización”; Alianza Editorial; Madrid; 1.998; 2ª edic.; p. 235.
87
“Los primeros intentos de corregir los males de la ciudad industrial se polarizan en dos casos extremos: o se
pretende volver a comenzar desde el principio, contraponiendo a la ciudad existente formas de convivencia dictadas
por la teoría pura, o se intenta resolver cada uno de los problemas y remediar sus inconvenientes, sin tener en cuenta
sus vinculaciones y sin una visión global del nuevo organismo ciudadano.- Al primer caso pertenecen los denominados
utopistas - Owen, Saint-Simon, Fourier, Cabet, Godin-, que no se limitan a describir sus ciudad ideal, como Moro,
Campanella o Bacon, sino que se esfuerzan en ponerla en práctica.” Benevolo, Leonardo; “Orígenes del Urbanismo
Moderno”; Celeste Ediciones; 1.994; 1ª reimp.; p. 7.
88
Ver concepto y características de utopía urbana en sentido estricto en la página 4 de este trabajo.
89
Choay intenta adaptar la idea de Mannheim de utopía y su clasificación, pero declara que no le parece posible: “Este
concepto no puede ser utilizado si no se hace referencia a la obra capital de Mannheim “Ideología y utopía”. (...)
Mannheim, contrariamente a Marx, ha insistido sobre el carácter activo de la utopía en su oposición al status quo
social, y sobre su papel desintegrador. (..) No hemos podido adoptar aquí su clasificación de las formas de la
mentalidad utópica: nuestro modelo progresista engloba a la vez su “idea humanitaria liberal” y una parte de su “idea
socialista comunista”. Además nuestro modelo culturalista no es enteramente asimilable a la “idea conservadora”.
Choay, Françoise; “El urbanismo. Utopías y realidades”; Lumen; Barcelona; 1.976; 2ª edic.; p. 20.
90
“De un conjunto de filosofías políticas o sociales (Owen, Fourier, Considérant, Proudhom, Ruskin, Morris) o de
verdaderas utopías (Cabet, Richardson, Morris) se desprenden, con mayor o menor lujo de detalles, dos tipos de
proyecciones espaciales, de imágenes de la ciudad futura, que, de ahora en adelante llamaremos modelos.” Idem.; p.
21. Los modelos de Choay van a ser principalmente dos, el progresista y el culturalista.
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- El racionalismo de la ciencia y de la técnica deben permitir solucionar todos los problemas: idea de
progreso.
- El espacio urbano se divide de acuerdo con un análisis de las funciones humanas: lugares
distintos para las distintas funciones: trabajo, cultura, esparcimiento, etc.
- Precisión absoluta en los detalles, lo que da como consecuencia la rigidez del modelo.
- Vivienda standard.
- Asentamientos atomizados.
Estas características reseñadas por Choay son cumplidas por todos los autores que vamos a
estudiar en este apartado.
A este modelo progresista opone un modelo culturalista 91, cuyos representantes van a ser en el
preurbanismo Camillo Sitte, Ebenezer Howard y Raymond Unwin, caracterizado por la critica nostálgica del
presente; un intento de huir al pasado, ejemplificado en las ciudades del Renacimiento y cuyo punto de
partida ya no es el individuo sino el grupo humano, al que hay que dar, por encima de todo, satisfacciones a
sus necesidades espirituales, antes que a las materiales 92. En la fase del urbanismo progresista y
culturalista añade un nuevo modelo de urbanismo naturalista, representado por Frank Lloyd Wright,
representación de las ideas antiurbanas americanas.93
91
“Al utopismo progresista se opone el utopismo nostálgico, y a la religión del funcionalismo, el culto a los valores
ancestrales, cuyo funcionamiento queda evidenciado por su historia y por su arqueología.” Choay, F.; op. cit. p. 59
92
“Sin embargo, todos ellos imaginan la ciudad del porvenir en términos de modelo. En todos los casos, la ciudad, en
lugar de ser pensada como proceso o como problema, es siempre planteada como una cosa, como un objeto
reproducible. Es sustraída de la temporalidad concreta y se convierte, en sentido etimológico, en utopía, es decir, de
ninguna parte.” Idem.; p. 32
93
“En la raíz misma de toda propuesta de ordenación, tras los raciocinios o conocimientos que pretenden apoyarla en
la verdad, se ocultan una serie de tendencias o sistemas de valores. (...) Pueden reducirse a los sistema antagónicos
citados: progresismo, culturalismo, naturalismo. Fe en el progreso y en la ciencia todopoderosa; aversión hacia la
sociedad mecanizada y nostalgia de las antiguas comunidades culturales; aversión a un mundo “desnaturalizado” y
nostalgia de una relación formadora con la naturaleza: estos han sido los fundamentos afectivos - y, a veces,
inconscientes- del preurbanismo y del urbanismo.” Idem.; p. 95.
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Después de esta introducción pasamos a analizar la obra de los que consideramos utopistas
urbanos clásicos: Owen, Fourier y Cabet, 94 ya que no consideramos utopías urbanas, en el sentido tantas
veces aludido de Mannheim, las de Buckinghan, Godin o Richardson 95, pues las faltaría la componente de
destrucción del orden urbano establecido para ser sustituido por otro nuevo orden, dentro de un marco de
cambio total de las relaciones entre los distintos grupos sociales y, no menormente, de la concepción del
mundo.
“A veces la ciudad ideal se queda en una simple imagen literaria. En el siglo XIX aparecen una larga
serie de utopías, desde C.N. Ledoux hasta W. Morris, pero en la primera mitad del siglo y, especialmente en
los años cargados de esperanza que transcurren entre 1.820 y 1.850, algunos de estos imaginadores de
ciudades tratan de pasar a la acción. Estos episodios se podrían integrar en la literatura utópica, pero
estamos obligados a destacarlos, como iniciadores de una nueva línea de pensamiento y acción con la que
comienza efectivamente - aunque sólo de forma simbólica y frecuentemente artificiosa- una acción
consciente para la reforma del paisaje urbano y rural, y con ello, según la definición de Morris, de la
arquitectura moderna.”96
En 1.816 crea en New Lanark un centro por él denominado Institución para la Formación del
Carácter, que va a ser un ensayo para su utopía general destinada a la educación y formación de los niños
y los jóvenes de los trabajadores de su fábrica, aunque también prevé la educación de los adultos en horas
nocturnas. Esta Institución que pone en funcionamiento ya la considera un modelo exportable a cualquier
lugar y tiempo.97
94
La consideración de estos pensadores como utópicos, en el sentido estricto mencionado, pugna con la crítica
marxista del socialismo utópico, precisamente por entender éste que dicho pensamiento nunca puede ser
transformador de la realidad, ni ningún avance en el desarrollo de la lucha de clases: “Precisamente por estas
posiciones determinadas de una manera histórica, las propuestas operativas elaboradas por Owen y Fourier
contienen, en efecto, la denuncia de las consecuencias negativas de la ciudad industrial (usura del suelo, división del
trabajo, etc.), pero las soluciones espaciales alternativas que proponen se colocan fuera de la ciudad, en un sistema
organizado que está por completo centrado sobre la autonomía (económica y arquitectónica) de organizaciones
simples, elementales, capaces de asegurar una vida equilibrada y completar un número reducidísimo de habitantes
(de 1.200 a 1.600 personas) en cuanto contiene en sí todos los grados de la producción, del sustento, de la educación,
del ocio y de la cultura. Tanto el Falansterio como los Centros de Cooperación y Armonía, una vez alcanzado su
“máximum” óptimo -previsto y por tanto planificado hasta en los detalles- admiten un ulterior desarrollo sólo en la
repetición en extensión del organismo elemental.- Para negar las causas de efectos históricos juzgados negativos (...)
se vuelve a formas de producción - y por tanto de relaciones sociales y por tanto de asentamientos- totalmente
primitivas...” Aymonino, Carlo; “Orígenes y desarrollo de la ciudad moderna”; Gustavo Gili; Barcelona; 1.992; 1ª edic.;
p. 21.
95
“Las ciudades ideales descritas después de 1.848 - Victoria, de J.S. Buckingham, publicada en 1.849, e Hygeia, de
B.W. Ricahrdson, publicada en 1.876- derivan de aquellos precedentes, pero carecen ahora de connotaciones
políticas, mientras que se da toda la importancia a sus características constructivas y técnicas; constituyen el eslabón
de unión entre las utopías socialistas y el movimiento de las ciudades-jardín, que empieza a despuntar a fines de siglo,
pero confirman en el fondo, el agotamiento de la línea de pensamiento de Owen, Fourier y Cabet, insostenible en la
nueva situación económica y social.” Benevolo, Leonardo; “Historia de la arquitectura moderna”; op. cit.; p. 189.
96
Benevolo, Leonardo; op. cit.; p. 179.
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“Todo programa destinado a mejorar la situación de los trabajadores debe comprender medios para
impedir que su hijos adquieran malos hábitos y para imbuirlos de buenas costumbres; debe prever para
ellos una enseñanza y un adiestramiento oportunos; ofrecer un trabajo adecuado a los adultos; dirigir su
trabajo de manera que produzcan los máximos beneficios para ellos y para la sociedad: ponerlos en
condiciones que les alejen de las tentaciones inútiles, y que unan estrechamente sus intereses y sus
deberes.
Estos beneficios no pueden ser ofrecidos a los individuos y a las familias por separado, ni a masas
demasiado numerosas. En cambio, es posible ponerlos en práctica reuniendo en una sola organización un
grupo compuesto por 500 a 1.500 personas, o un promedio de 1.200. (...) Cada aldea comprende un
cuadrado de edificios con capacidad para alojar a 1.200 personas, circundado por un terreno de 1.000 a
1.500 acres. Dentro del cuadrado se encuentran ubicados los edificios públicos, que lo dividen en sectores.
El edificio central contiene la cocina pública, los depósitos y todos los servicios necesarios para
cocinar y recalentar en forma eficiente. A la derecha hay un edificio con la escuela de los niños más
pequeños en la planta baja, una sala de lectura y un lugar de oraciones en el primer piso. El edificio de la
derecha comprende, en la planta baja, la escuela para los niños mayores y una sala de reuniones; arriba, la
biblioteca y los locales para los adultos. En el espacio desocupado dentro del cuadrado se hallan
distribuidos los lugares para ejercicios físicos y recreación, los cuales se debe suponer que están arbolados.
Tres de los lados del perímetro están destinados a las viviendas, sobre todo para las personas
casadas, compuestas cada una de ellas de cuatro casas. El cuarto lado está reservado a los dormitorios
para los niños que superan el número de dos por familia o que tengan más de tres años. en el centro de
este lado están los alojamientos para los encargados del dormitorio, en un extremo la enfermería y en el
otro un alojamiento para visitantes. En el centro de otros lados hay viviendas para el superintendente
general, el sacerdote, el maestro, etc., y en el tercer lado los depósitos para las cosas necesarias para la
aldea. Fuera y detrás de las casas, en derredor, jardines circundados por caminos. Un poco más atrás, en
un lado, los edificios para las instalaciones mecánicas y productivas, las caballerizas, el matadero, etc.,
separados por plantaciones; en el otro lado, el lavadero, etc., y a una mayor distancia los edificios rurales,
con las instalaciones necesarias.”98
Benevolo99 extrae de todo este planteamiento las siguientes consideraciones que nos parece
importante reseñar:
- Esta unidad como es económicamente activa, podrán tomar la iniciativa de construir tales pueblos,
terratenientes, capitalistas, compañías comerciales, autoridades locales o asociaciones cooperativas.
97
“Este conjunto de beneficios podría en teoría dispensarse universalmente, en hábitats pequeños; pero es preciso
comenzar a actuar en algún lugar, y una combinación de acontecimientos particulares ha fijado este punto en nuestro
establecimiento.” Owen, Robert, citado en Benevolo, Leonardo; “Orígenes del Urbanismo Moderno”, op. cit.; p. 63.
98
Idem.; p. 65.
99
Benevolo, Leonardo; “Historia de la arquitectura moderna”; op. cit.; p. 181.
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- El surplus producido por el trabajo de la comunidad, una vez satisfechas las necesidades
elementales, podrá cambiarse libremente, usando el trabajo empleado como término monetario de
comparación.
- Las obligaciones de la comunidad para con las autoridades locales y centrales seguirán
regulándose por la ley común; las comunidades pagarán con regularidad los impuestos con moneda
corriente, y los hombres cumplirán el servicio militar; sólo podrán prescindir de los tribunales y de las
cárceles porque no las necesitarán.
Por otra parte parece importante señalar el contenido específicamente urbanístico que se puede
descubrir en este texto, fiel representación de las ideas de Owen:
- Esta nueva organización del territorio y de la economía traerá como consecuencia la aparición de
un hombre nuevo, en un nuevo hábitat, y de la conjunción de éstos saldrá una nueva era.
- La forma de ocupación viene dada por la cuadrícula, la retícula y la formación del paralelogramo
perfecto.
- Centralidad de los edificios públicos, la vida cotidiana no sólo gira alrededor de ellos, sino que
conforman la vista central del espacio privado.
- División del hábitat según sus funciones y separación absoluta de éstas y, por lo tanto, de los
espacios funcionales que se crean.
- Las zonas verdes como aislantes de los efectos nocivos de las actividades industriales o molestas.
- Aunque no aparece en el texto, éste continúa con una evaluación económico-financiera del plan
propuesto y de los rendimientos del mismo.
Aunque la influencia de Owen ha sido grande, al igual que los intentos de formar comunidades
basadas en su utopía y los consiguientes fracasos - especialmente New Harmony, fundada por él mismo en
Estados Unidos-, al final de su vida se convirtió en una especie de profeta de una nueva era. 100 Pero
contribuyó a acreditar dos nociones muy importantes en el pensamiento utópico del siglo:
2º.- La idea de que la reforma social es independiente de la acción política y de la toma del
Poder.”101
101
Idem.; p. 203.
102
“En todo caso, Fourier persigue con un odio tenaz al comercio y a los comerciantes. Estos son parásitos, y todo su
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ideales.
- Un radicalismo absoluto, con negación de la civilización existente y rechazo, además, de todos los
intentos revolucionarios, ya que son estériles y la armonía se alcanzará sólo siguiendo el camino por él
establecido.103
- Un antirracionalismo, típico del movimiento romántico europeo, que centra la voluntad solamente
en el deseo, motor de la transformación histórica y de la evolución humana, lo que va a llevar, por sí solo, a
un estadio perfecto de la evolución humana.104
- La negación del poder: la transformación radical de la sociedad viene de “abajo”, nunca podrá ser
impuesta desde “arriba”. Aunque esta negación del poder se convierta en paradoja a la vista de su creación
utópica.105
- Un antimoralismo que niega la moral existente, y cualquier otro modelo de moral, para afirmar sólo
la legitimidad del deseo y de las pasiones.106
arte consiste en vender a seis francos lo que cuesta tres, y en comprar en tres lo que cuesta seis. El comercio crea una
“feudalidad mercantil” y favorece el reinado de los banqueros (a los que Fourier juzga con mucha menos simpatía que
Saint-Simon). El liberalismo económico engendra una anarquía y una miseria de las que Inglaterra ofrece un triste
espectáculo. Fourier habla sin ninguna afabilidad de los “comerciantes de Londres” y de la codicia inglesa.” Touchard,
Jean; op. cit.; p.212.
103
“Esta nueva “radicalidad” se encuentra precisamente en su proposición de un nuevo modo de vida absolutamente
diferente a los modos de vida conocidos hasta ese momento. Un modo de vida que no hace referencia únicamente al
Estado o a las estructuras políticas, sino también a la vida cotidiana, a todos los actos de la vida, que deben ser
guiados ahora por la pasión amorosa.” Monclús, Antonio; op. cit.; p. 63.
104
“No se puede marginar el hecho de que la insistencia del autor en criticar la tiranía de la razón y en proponer una
sensibilidad apasionada, supone un proyecto utópico que tiene el coraje de romper, de una manera explícita, con
todos los supuestos tradicionales que constituían la base del discurso utopista del Renacimiento. Y además eso
supone la valentía de denunciar un discurso contemporáneo “revolucionario” que sin embargo no sabe romper su
filiación con el viejo esquema de la razón. Allí es donde Fourier va a asombrar a los utopistas posteriores que sabrán
descubrir en el discurso racional uno de los principales orígenes de la estructura opresiva de Occidente. No es por
casualidad, en efecto, que Breton o el mayo del 68 francés va a redescubrir a Fourier.” Idem.; p. 63.
105
“El acercamiento a la naturaleza por la pasión va a significar un ataque muy importante al esquema del poder tal
como los utopistas modernos lo presentaban a partir de una naturaleza desplegada “racionalmente”. Va a significar la
introducción de un elemento de inestabilidad que va a impedir una fácil utilización al servicio del poder, de manera
contraria a la facilidad de la razón.- Todo esto no significa que el poder no exista en Fourier o que no defienda ideas
como la de Dios. Basta tener en cuenta que en la minuciosa disposición de los falansterios hay fuertes dosis de poder
y, en este sentido, de control de la libertad. Es en aquella línea de huida donde se encuentra el utopismo de Fourier,
“más utópico” que el de Moro o Campanella, expresando bien, con todos sus defectos, el recorrido contemporáneo
de la utopía” Idem.; p. 64.
106
“De hecho su preocupación por terminar con una actitud moralista va a recordar los versos malditos de Rimbaud o
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“Es preciso delimitar tres zonas: la primera contiene la cité, o ciudad central, la segunda los
suburbios y los grandes edificios, la tercera las avenues y la periferia. Cada una de las tres zonas adopta
diferentes dimensiones para las construcciones, ninguna de las cuales puede ser realizada sin la aprobación
de una comisión de ediles, que vigila la ejecución de los estatutos de garantías, cuya exposición sigue. Las
tres zonas se encuentran separadas por cercados, arbustos y plantaciones que no deben obstaculizar la
visión.
Cada casa de la cité tiene que estar dotada de espacios libres, con patios o jardines, equivalentes
por lo menos a la superficie construida; estos espacios serán dobles en la segunda zona, y triple en la
tercera.
Todas las casas estarán aisladas y formarán fachadas regulares en todos los lados, con
ornamentos graduados según la zona de que se trate, y quedarán excluidos los muros de apoyo desnudos.
La distancia mínima entre los edificios será de tres toesas. (...) Los cercados sólo podrán ser muros bajos,
coronados de rejas o empalizadas que dejen libres a la visión por lo menos dos tercios de su desarrollo.
La separación se calculará siempre en proyección horizontal, inclusive en los terrenos pendientes, y
será por lo menos igual a la mitad de la altura de la fachada del frente, ya sea a los lados o a la parte
trasera. (...) Sobre las calles, las construcciones, hasta la gotera del techo, no podrán superar en altura el
ancho de la calle...
Los caminos tendrán como fondo un paisaje campestre o un monumento de arquitectura pública o
privada; el monótono damero estará excluido. Algunos caminos serán curvos y serpeantes para evitar la
uniformidad.”107
Esta descripción contiene, en sí, todo un programa urbanístico completo 108, del que podemos
destacar la siguientes ideas:
- La ciudad futura reflejada en un Plan, que describe, delimita y asigna todas las funciones de la
misma y las relaciones entre ellas.
- El juego de los espacios libres y zonas verdes, tanto públicos como privados.
- Formación de un hábitat colectivo, diseñado conforme a un sistema concéntrico, tan apreciado por
los pensadores utópicos, cuyo foco central es la ciudad comercial y administrativa, - el poder ya no lo
representa el templo, como en Campanella, o la Casa de la Sabiduría, como en Bacon - como una
característica del periodo de transición entre la civilización (propiedad individual descontrolada) y la armonía
(desaparición de la propiedad privada).
la obsesión de Nietzsche; su definición del secreto de la moral como una hipocresía que se adapta a las circunstancias
y se quita la máscara en cuanto puede, va a recordar claramente al autor del Zaratustra. El antimoralismo de Fourier
hace del autor de los falansterios algo más que un urbanista o un arquitecto. Va a hacer de los falansterios un
proyecto de alternativa en donde los cambios geométricos van a implicar otro hombre gracias a la célebre atracción
apasionada.” Idem.; p. 65.
107
Fourier, Charles, en “Tratado de la asociación doméstica y agrícola”, citado en Benevolo, Leonardo; “Origenes del
Urbanismo Moderno”; op. cit.; p. 83.
108
“Esta descripción anticipa en forma sorprendente el contenido de los reglamentos constructivos del siglo XIX, y les
atribuye un valor resolutivo que será desmentido por la experiencia posterior; sigue siendo, quizá, la más importante
contribución de Fourier a la práctica urbanística futura.” Idem.; p. 84.
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- Exclusión de la cuadrícula ortogonal, por monótona, y huida de los trazados rectilineos de los
viales, aunque recuperando la idea barroca de los puntos focales.
Esta ciudad ideal del sexto periodo, es un simple paso para llegar al séptimo y último periodo, el de
la armonía, que se caracteriza, principalmente, por el abandono de la ciudad y la reunión de los hombres en
falanges de 1.620 personas, viviendo en edificios colectivos llamados falansterios.
Un análisis del falansterio foureriano 110 nos llevaría a centrar sus innovaciones utópicas en las
siguientes consideraciones:
- Terreno o espacio físico necesario: una legua cuadrada (3.100 Ha aproximadamente) en un lugar
con buenas corrientes de agua, adaptado a varios cultivos, sembrado de colinas, cercano a un bosque, y
poco alejado de una ciudad. Esta Arcadia, curiosamente, no puede existir sin una ciudad cercana, aunque
este estadio evolutivo haya pronosticado su desaparición.
- El capital necesario para su fundación será suscribible mediante acciones, a las que se les dedica
un retribución de cuatro doceavas partes de las ganancias anuales. Las premisas económicas de las que
parte es que el experimento sea realizado por un soberano, que entregaría gratuitamente el terreno
necesario, o por un filántropo adinerado o por una compañía poderosa que desee realizar, sin más trámites,
la Gran Armonía.
- El número de habitantes, 1.620, viene dado de la suma de 810 caracteres distintos - obtenidos por
la combinatoria de las doce pasiones humanas - que componen la escala completa de los caracteres
posibles; más 192 personas ente niños y ancianos; más 450 omitidos del cálculo por enfermedad, viajes,
misiones, noviciados o insuficiencia de carácter; reforzados por 168 personas complementarias de refuerzo
de las clases activas. La proporción entre hombre y mujeres sería de veintiuno a veinte.
- A un hombre nuevo le corresponde un hábitat nuevo 111. Aunque siendo la construcción y uso de
este falansterio lo que propicia la aparición del hombre nuevo, no queda claro cual es la causa y cual el
hecho causado.112
- La base económica del grupo componente del falansterio es la agricultura y la pequeña industria,
109
“Aún más complejo es el engranaje de la “ciudad del garantismo” prefigurada por Charles Fourier - con sus tres
bandas concéntricas de edilicia direnciada-, donde, además de la propuesta de una inédita tipología productivo-
residencial para una comunidad de 1.620 habitantes (el Falansterio), se plantea contextualmente la formulación de
una normativa edilicia de sorprendente lucidez legislativa.” Gravagnuolo, Benedetto; “Historia del Urbanismo en
Europa. 1.750-1.960”; Akal; Madrid; 1.998; 1ª edic.; p. 65.
110
Seguimos la descripción de Benevolo en “Los orígenes del Urbanismo Moderno”; op. cit. p. 85 y ss.
111
“Los alojamientos, las plantaciones y los establos de una sociedad que opera por series de grupos tienen que
diferenciarse en forma prodigiosa de nuestras aldeas o suburbios, ocupados por familias que no tienen relación
societaria alguna y actúan contradictoriamente...” Fourier, citado en Benevolo; op. cit.; p. 86.
112
“Fourier era consciente de la influencia vivificadora de la arquitectura sobre las actividades y relaciones humanas y
daba gran importancia a la variedad y a la facilidad de accesos. Sus “séries passionnées” se dividían en subsecciones:
los niños, los pobres, la clase media, los ricos y los expertos elegidos. El alojamiento y la participación de los miembros
admitía diferencias de calidad, elemento que favorecía la variedad.” Rosenau, H.; op. cit.; p. 158.
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parece ser que artesanal, aunque nunca lo llega a matizar en su obra. 113
- Disociación de las funciones básicas humanas, así como de las actividades productivas, lo que
lleva a una estricta zonificación espacial.
- La densidad - el falansterio tiene en total seis alturas, planta baja, entresuelo, tres pisos y desván
habitable - como medio para alcanzar una economía del espacio y de los costes de construcción y,
principalmente, para “acelerar las relaciones sociales”. Fourier es consciente de la importancia de obtener
un nivel crítico de densidad, o de una relación espacio/habitante amplia, para obtener un nivel importante de
socialización.
- El paralelogramo del falansterio está abierto por uno de sus lados, al contrario que el de Owen 114,
en un intento de no encerrarse en si mismo, que es lo que critica de Owen, y de tener comunicación visual y
directa con el espacio natural que le rodea.
- La fusión de la calle convencional con la vivienda va a dar como resultado la creación de la calle-
galería que recorre todo el falansterio y es el eje vertebrador del mismo.
Al igual que Owen, Fourier realizará varios intentos de fundar falansterios, tanto en Francia como en
Rusia, Argelia, Nueva Caledonia, etc. pero es en América donde van a triunfar las ideas de Fourier,
fundándose cuarenta y una comunidades entre 1.840 y 1.850, aunque todas fracasaron.
113
“Las comunidades de Fourier debían basarse en la horticultura y en la agricultura, con cierto refuerzo por parte de
la manufactura, pero el proyecto no es muy claro respecto a esta última.” Idem.; p. 158.
114
“Conviene señalar que el “patio” de tres lados lo utilizó ya Owen en los edificios auxiliares de su proyecto de 1.817,
pero Fourier no debió tener conocimiento de ello, o al menos no lo quiso reconocer...”; Idem.; p. 157.
115
“Fourier concibe el edificio bajo las formas áulicas de la arquitectura representativa francesa; deberá ser simétrico,
con tres patios y numerosas entradas, siempre en el eje de los diversos cuerpos de fábrica; el patio central, llamado
Place de Parade, si vigilará desde la Tour d’Ordre, donde habrá un reloj y un telégrafo óptico.” Benevolo, Leonardo;
“Historia de la arquitectura moderna”; op. cit.; p. 183.
116
“El alzado del falansterio, con sus columnatas que permitían pasar a todas las partes del edificio sin tener que
mojarse en caso de lluvia, recordaba la fachada del Louvre de Perrault, las arcadas de la Place de la Concorde y de la
parte del Palais Royal construida en el siglo XVIII.” Rosenau, H.; op. cit.; p. 157.
117
“El comunismo de Cabet no deriva en modo alguno de un análisis a fondo de las realidades contemporáneas. Es
una mezcla en la que se combinan Platón, Tomás Moro, las utopías comunistas del siglo XVIII, el owenismo y un
cristianismo fraternal que se emparienta con el de Saint-Simon: el comunismo icariano es el “verdadero
cristianismo”.” Touchard, J.; op. cit. p. 222.
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Las ideas urbanísticas de Cabet se reflejan tanto más en sus experiencias territoriales, fundación de
comunidades, que en su obra escrita. En el “Viaje por Icaria” describe un modelo de gran ciudad, formada
por sesenta barrios distintos, que van a representar cada uno de ellos la belleza de las más célebres
ciudades; cada barrio, así, encarna a cada una de las sesenta naciones y las casas, todas iguales en el
interior del barrio, simbolizarán, con su decoración, ornamentación y diseño, a la nación que imitan.
Siguiendo a Françoise Choay120, la concepción urbanística de Cabet está basada en el “método del
modelo” que, con fundamento en una filosofía idealista, entiende que hay que establecer modelos a seguir,
en un futuro más perfecto, para todo el ámbito de la vida humana y social: en los muebles, las casas, los
talleres y fábricas, monumentos, ciudades, etc. El modelo de ciudad habrá de compenetrar los distintos
paradigmas establecidos:
- Higiene física.
- Higiene moral.
- Protección del tráfico peatonal e incentivización del mismo mediante la construcción de aceras
cubiertas de cristal.
La idea del modelo con respecto a la vivienda contiene las siguientes propuestas:
119
“La organización colectiva de la economía ha eliminado el comercio al por menor, y por lo tanto las tiendas, que
son sustituidas por almacenes y atéliers estatales. Los cementerios, las fábricas y los hospitales se encuentran fuera de
la ciudad, en medio de espacios verdes. La circulación está regulada a fin de garantizar la seguridad de los peatones;
éstos recorren adecuados pasajes cubiertos, en tanto que los vehículos circulan por caminos apropiados, de los cuales
no pueden salir; es obligatorio conservar la derecha.” Benevolo, L.; “Orígenes del Urbanismo Moderno”; op. cit.; p.
106.
120
Op. cit.; p. 155 y siguientes.
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- Equipo higiénico completo en la casa, desde el cuarto de baño a la cocina, se deberán aprovechar
todos los adelantos técnicos para construir las debidas instalaciones higiénicas.
- Ordenación jerárquica: todos los diseños de mobiliario, tanto urbano como doméstico, han de ser
aprobados previamente por el Gobierno.
- Debe haber suficientes modelos distintos para que se produzca la variedad y evitar la uniformidad
de las estancias y espacios.
En 1.847 Cabet pasa de la teoría utópica a la acción y lanza un manifiesto, “Vámonos a Icaria”, con
la pretensión de construir comunidades icarianas en Texas. Después de variadas vicisitudes fundan la
primera en Nueva Orleans, que fracasa, hasta que, después de varios intentos frustrados, construyen en
1.860 la ciudad ideal de Corning (Iowa), esta vez con éxito, aunque sólo con treinta y dos participantes. 121
***
Conclusión
Dos son las tesis de las que se ha partido en este trabajo. La primera, que las utopías clásicas
tienen un soporte físico, el modelo urbano que contienen, más o menos explícito, que las sustentan y,
además, es la base necesaria para el “funcionamiento” de esta utopía. Resumiendo esta idea en dos
consideraciones:
- El programa reformista que pretende una determinada utopía no se lograría sin un modelo urbano
determinado.
Desde esta óptica se han estudiado cuatro utopías clásicas - Platón, Moro, Bacon, Campanella- que
han refrendado las premisas expuestas. Creemos que sería interesante, también, analizar los modelos
urbanos subyacentes en las obras del pensamiento satírico-crítico - reflejo de una crítica social y, por lo
mismo, también urbana- como pueden ser las obras de Rabelais, Cyrano de Bergerac, Swift, etc.; pero no
ha podido ser abordado este enfoque en el presente trabajo.
121
Creemos importante reflejar la impresión que esta devaluación de la utopía, como hemos visto, le merece a los
siguientes autores: “La idea de Cabet de fundar una metrópolis termina, pues, en una reductio ad absurdum, y lleva a
la formación de núcleos rurales progresivamente más reducidos, hasta llegar a las dimensiones de una hacienda
agrícola normal.” Benevolo, L.; “Historia de la arquitectura moderna”; op. cit.; p. 186. Igual de incisivo es Benedetto
Gravagnuolo: “Son bien conocidas las vicisitudes que impulsaron a los utopistas europeos a elegir América como tierra
prometida para la verificación de sus rêveries sociales. Vicisitudes que concluyen en una cadena de fracasos: a partir
de New Harmony, fundada en Indiana por Owen en 1.826, a la North America Phalanx, erigida en Nuevo México en
1.851 por Víctor Considérant (uno de los más fieles prosélitos de Fourier), hasta la Icaria de Texas (1.848), la Icaria
Nauvoo de Illinois (1.849) y la Icaria de St. Louis, tentativa última de Cabet poco antes de su muerte (1.856). Así, poco
a poco, el sueño de una sociedad nueva, renovada completa y radicalmente por los ideales de la cooperación colectiva
y de la armonía universal, se refugia en cenobios cada vez más pequeños y apartados, viniendo a integrarse, de hecho,
en el cauce de las colonias religiosas de América.” Op. cit.; p. 66.
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La segunda tesis es que no todo el pensamiento urbano que presente modelos o ideales a realizar,
puede ser caracterizado de utópico, sino que dentro de este adjetivo, muy empleado en la historia del
urbanismo, conviven distintas formas de pensamiento y que no todas tiene las características de la utopía
“strictu senso”. Para ello hemos partido de la conceptualización de lo que se entiende por pensamiento
utópico, según K. Mannheim, y su diferenciación con respecto a la ideología, intentando llegar al concepto
de utopía urbana y su caracterización. El mismo arsenal teórico nos ha sido válido para diferenciar el
pensamiento utópico urbano de las ideologías urbanas y de otras formas afines, o representación de las
mismas, como pueden ser las “ciudades ideales”.
La metodología usada nos ha permitido encuadrar a las utopías urbanas clásicas dentro de una de
las etapas de la mentalidad utópica, la humanitaria-liberal, a la que se adscriben Owen, Fourier y Cabet, y,
por el mismo motivo, no reunir las condiciones fijadas para ser utopías, no hemos tenido en consideración a
otros socialistas utópicos del siglo XIX, como Godin, Richardson o Buckingham. Los mismos autores han
sido estudiados desde la óptica de A. Monclús y F. Choay, pero nos ha parecido más clarificador para el
intento apuntado la teoría del conocimiento de Mannheim, aunque se ha utilizado, en lo posible y no
contradictorio con ésta, algunas de las ideas de los mismos.
El trabajo realizado creemos que ha refrendado las tesis de partida y, además, pueden ser
fructíferos el enfoque y la metodología empleada para seguir con el estudio de lo que podríamos llamar, por
un lado, utopías antiurbanas, es decir, aquellas que pretenden un mundo mejor con la destrucción de lo
urbano y su suplantación por otras formas de ocupación del territorio - marxismo, anarquismo, ecologismo,
contracultura, etc.-, y por otro, antiutopías urbanas, aquellas que dan una visión ideal, de ciudades
inexistentes, pero negativas de los valores urbanos - Huxley, Orwell, Wells, etc.- y advertencia de la línea
que no se deber seguir.
Enviado por:
Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.
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Santiago de los Caballeros,
República Dominicana,
2015.
“DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH - POR SIEMPRE”®
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