Notas 4
Notas 4
Notas 4
La voie la plus courte et la meilleure entre deux vérités du monde réel passe souvent par le
domaine de l’imaginaire.
Jacques Hadamard
Essai sur la psychologie de l’invention
dans le domaine mathématique [Ha]
En esta sección veremos reiteradamente cómo los números complejos tienen el encanto de dar una repre-
sentación simple y profundamente estética a aquello que, a primera vista, se nos presenta como algo intrincado.
Saquemos entonces de nuestra mente el prejucio que nos hace pensar que los números complejos son complicados
y estemos listos a abrirnos a la geometría que su estructura ofrece.
Primeramente daremos una muy breve introducción histórica sobre el origen de los números complejos y
hablaremos un poco sobre sus propiedades básicas. Más adelante, concentraremos nuestra atención en aquellos
campos vectoriales lineales que tienen la propiedad de que las raíces del polinomio característico asociado a la
matriz que define a cada uno de ellos, son complejas. En el plano real, las soluciones de las ecuaciones definidas
por campos vectoriales de este tipo tienen (en coordenadas adecuadas) forma de elipses, círculos concéntricos
o de espirales (ver Introducción, ejemplos 1.16 y 1.17). Este movimiento en espiral, de por sí caprichoso, tiene
una expresión matemática que reúne a la función exponencial, a la variable compleja y al tiempo real en una
asombrosa fórmula que es profundamente estética por su significado y sencillez.
51
52 4. LA EXPRESIÓN MÁS SENCILLA DE UN COMPORTAMIENTO BARROCO
Cuatro siglos tuvieron que pasar, para que un nuevo rastro de la presencia de números imaginarios se hiciera
presente (no hay que olvidar que diversos sucesos lamentables en distintas regiones de Europa y Asia provocaron
la quema de tratados muy valiosos en los que se perdió, para siempre, un cúmulo de reflexiones y pensamientos).
Es así, que una de las primeras menciones sobre los números imaginarios como raíces cuadradas de números
negativos se vuelven a encontrar en el Ars Magna (1545) de Gerolamo Cardano (1501-1576), quien escribe:
Olvidad las torturas mentales que esto os producirá e introducid estas cantidades (las raíces
negativas) en la ecuación.
Sin embargo, es el matemático italiano Rafael Bombelli (1526-1572) quien usa las raíces negativas estableciendo
operaciones con ellas para la solución de ecuaciones de tercer grado. Posteriormente, el matemático francés Albert
Girard (1595-1632) en su Invention nouvelle en algèbre razona sobre la necesidad de admitir las raíces negativas
en ecuaciones de grado cuatro y se le considera por algunos autores como un precursor del teorema fundamental
del álgebra. El matemático francés René Descartes (1596-1650) les da a las raíces cuadradas de números negativos
el apelativo de imaginarias y él particularmente no les da un uso especial.
Sin embargo, hasta mediados del siglo XVIII los números imaginarios aparecen sólo de manera accidental en
los trabajos de científicos tales como Nicolaus Bernoulli (1695-1726), Gottfried Leibniz (1646-1716), Issac Newton
(1642-1727) y Alexis Clairaut (1713-1765).
El matemático suizo, Leonard Euler (1707-1783) considera a los números complejos como "números imposi-
bles" pero útiles. En su Vollständige Anleitung zur Algebra 46 (1770), (traducción al francés en [E]) señala:
Ahora, dado que todos los números que es posible imaginar son mayores o menores que 0,
o son incluso 0, está claro que ni siquiera se puede contar la raíz cuadrada de un número
negativo entre los números posibles, por lo que hay que decir que es una cantidad imposible.
Así es como llegamos a la idea de números que por su naturaleza son imposibles. Se les
denomina usualmente a esos números cantidades imaginarias, porque ellas existen solamente
en la imaginación. ([E] nota 143, p.104 )
Finalmente, nos queda despejar la duda que se pueda tener sobre la utilidad de los números que
acabamos de hablar; pues, de hecho, al ser estos números imposibles, no sería sorprendente
que se pensara que son completamente inútiles y que sólo son objeto de una vana especulación.
Sin embargo, uno estaría equivocado, el cálculo de los imaginarios es de la mayor importancia;
a menudo surgen preguntas de las que no es posible decir de una vez si contienen algo real
y posible o no. Pero cuando la solución de tal pregunta nos lleva a números imaginarios,
estamos seguros de que lo que estamos preguntando es imposible. ([E] nota 151, p.109)
Con este criterio de utilidad de uso de los números complejos, Euler es considerado como uno de los principales
impulsores de la teoría de la variable
√ compleja. En Introductio in analysin infinitorum (1748), Euler introduce el
símbolo “i” de imaginario: i = −1 ó i2 = −1 y deduce la fórmula
Figura 4.1.
Con esta representación, las parejas de la forma (a, 0) denotan a los números reales y las parejas de la
forma (0, b) denotan a los números imaginarios (puros). En particular, hacemos notar que al 1 ∈ C lo estamos
4.1. LOS NÚMEROS COMPLEJOS: SU INTERPRETACIÓN GEOMÉTRICA. 53
identificando con el vector canónico (1, 0) de R2 , y a i ∈ C lo identificamos con el segundo vector canónico (0, 1)
de R2 . Por otra parte, si z = a + ib denotamos por Rez, Im z a las partes real e imaginaria de z respectivamente:
Re(z) = a, Im(z) = b .
Definición 4.1. El conjunto de números complejos, denotado por C, es el conjunto R 2 junto con las reglas usuales
de adición vectorial y multiplicación escalar por números reales:
(x1 , y1 ) + (x2 , y2 ) = (x1 + x2 , y1 + y2 )
α(x, y) = (αx, αy), α ∈ R,
Ejercicio 4.2. ¿Es o no, la operación de multiplicación compleja, conmutativa, asociativa y distributiva?
Para comprender el sentido de la multiplicación compleja vamos a introducir un poco de trigonometría básica.
El punto z = (a, b) o z = a + ib se representa en el plano como un vector que parte del origen, o, y termina en el
punto (a, b). Los segmentos [oz], [oa] y [az] forman un triángulo rectángulo.√ Denotemos por θ al ángulo opuesto
al segmento [az], y denotemos por ρ a la magnitud del segmento [oz], ρ = a2 + b2 . Así, a = ρ cos θ, b = ρ sen θ
(ver figura 4.2).
Figura 4.2.
De esta forma, el número complejo z puede ser representado haciendo uso de las funciones trigonométricas
seno y coseno como
z = a + ib = ρ(cos θ + i sen θ) .
La interpretación geométrica de la multiplicación de dos números complejos
se sigue que el resultado de la multiplicación z1 z2 es un número complejo cuya magnitud es igual al producto de
las magnitudes de z1 y z2 , y cuyo argumento es igual a la suma de los argumentos de dichos números (ver figura
4.3). En otras palabras, el resultado de multiplicar al complejo z 1 por el complejo z2 puede ser interpretado como
la aplicación de una rotación por un ángulo θ2 al complejo z1 , seguida de aplicar una homotecia (contracción o
expansión por un factor ρ2 ).
54 4. LA EXPRESIÓN MÁS SENCILLA DE UN COMPORTAMIENTO BARROCO
Figura 4.3.
4.1.1. R-linealidad y C-linealidad. Cabe hacer notar que la multiplicación compleja sólo agrega una
propiedad nueva a R2 . Así, los conceptos usuales de límite y continuidad en R2 se mantienen sin ningún cambio al
interpretar a R2 como C. Sin embargo, la estructura que la multiplicación induce en R 2 se refleja en su totalidad
en el proceso de diferenciación. La clave para comprender esta nueva estructura está en hacer una diferencia clara
entre lo que significa el que una transformación de C en C sea R-lineal o C-lineal.
Por esta razón, y por todo lo que haremos en este capítulo, es importante detenernos a analizar los conceptos
de R-linealidad y C-linealidad.
Definición 4.3. Decimos que una función ψ : C → C es R-lineal si para para toda z, w ∈ C se satisface
a) ψ(z + w) = ψ(z) + ψ(w)
b) ψ(λz) = λψ(z), para todo λ ∈ R.
Si además se satisface
c) ψ(λz) = λψ(z), para todo λ ∈ C,
entonces decimos que ψ es C − lineal.
Observamos que el conjunto de las funciones C − lineales es un subconjunto de las funciones R − lineales.
Vamos a dar una expresión, en términos de z y z̄, para las funciones R − lineales. Para ello, consideremos
una función ψ : C → C, tal que ψ es R − lineal. Entonces, si escribimos z = x + iy, se tiene
ψ(z) = ψ(x + iy) = ψ(x) + ψ(iy) ,
y como ψ es R − lineal,
(4.1) ψ(z) = xψ(1) + yψ(i) .
Denotemos α := ψ(1), β := ψ(i), y escribamos a x y a y en términos de z y de z̄,
z + z̄ z − z̄
(4.2) x= , y= .
2 2i
Con esta notación se tiene el siguiente teorema.
Demostración. Por (4.1) sabemos que ψ(z) = xψ(1) + yψ(i). Sustituyendo ahora las expresiones de x y y
obtenidas en (4.2) se tiene que
z + z̄ z − z̄
ψ(z) = α+ β.
2 2i
Reagrupando se tiene que
� � � �
α β α β
ψ(z) = + z+ − z̄
2 2i 2 2i
� � � �
α − iβ α + iβ
= z+ z̄
2 2
= az + bz̄.
�
4.1. LOS NÚMEROS COMPLEJOS: SU INTERPRETACIÓN GEOMÉTRICA. 55
Haciendo uso del teorema anterior, y de las expresiones obtenidas para ψ y a en él, es ahora simple observar
que ψ es una transformación C-lineal si y sólo si
ψ(i · 1) = iψ(1) = iα;
en cuyo caso,
(4.4) ψ(z) = xψ(1) + iyψ(1) = ψ(1)(x + iy) = αz.
En otras palabras, si ψ es C-lineal entonces en la expresión (4.3) se tiene necesariamente que b = 0 y a = α.
Retomemos lo que hemos hecho hasta ahora desde el punto de vista de R2 . A saber, si ψ es una transformación
R-lineal, ψ : C → C, entonces podemos escribirla, por el teorema anterior, como
ψ(z) = az + bz̄.
Si recordamos que a 1 ∈ C lo identificamos con el vector canónico (1, 0) de R 2 , y a i ∈ C lo identificamos con
el segundo vector canónico (0, 1) de R2 , entonces la transformación lineal ψ aplicada en el complejo 1 podemos
leerla como la transformación R-lineal ψ aplicada al vector (1, 0) definida por,
� � � �� � � �
1 a11 a12 1 a11
�→ = .
0 a21 a22 0 a21
Asimismo, la transformación R-lineal ψ en el complejo i podemos leerla como la transformación R-lineal ψ sobre
el vector (0, 1) definida como,
� � � �� � � �
0 a11 a12 0 a12
�→ = .
1 a21 a22 1 a22
Si ahora pedimos que ψ sea no sólo R-lineal sino también C-lineal, entonces ψ(z) = az y deberá satisfacerse que
se tiene que la matriz (4.5) puede ser vista como la rotación por el ángulo θ (representada por la matriz de coseno
y seno) seguida del cambio de magnitud (representado por la multiplicación por ρ).
Ejercicio 4.5.
� �
0 −1
(1) Considera la matriz M = .
1 0
(a) ¿A qué número complejo corresponde?
(b) Analiza el comportamiento geométrico de la transformación z �→ M z, donde z = (x, y).
x2 x3 x4
ex = 1 + x +
+ + + ... .
2! 3! 4!
Cuando x es un número imaginario, x = ib, b ∈ R, definimos e como
ib
2Una serie convergente representa al límite cuando n tiende a infinito de la sucesión formada por las sumas parciales de sus
n primeros términos.
4.3. UN CONCIERTO DE CÍRCULOS Y ESPIRALES. 57
Figura 4.4.
En el caso en que a �= 0, los círculos eibt se ven afectados por el factor eat . Si a < 0 la distancia al origen se
va reduciendo mientras que el efecto de eibt hace girar las soluciones. El resultado de estos dos comportamientos
son espirales que convergen al origen (ver figura 4.5, donde a < 0, b > 0).
Las soluciones en este caso se escriben como
x(t) + iy(t) = (k1 + ik2 )eat (cos bt + i sen bt)
= eat (k1 cos bt − k2 sen bt) + ieat (k2 cos bt + k1 sen bt)
58 4. LA EXPRESIÓN MÁS SENCILLA DE UN COMPORTAMIENTO BARROCO
Figura 4.5.
Ejercicio 4.7. Haciendo uso de coordenadas polares demuestra que la ecuación ż = µz tiene, en efecto, la
solución dada por z(t) = keµt , t ∈ R y k ∈ C.
Ejercicio 4.8. Considera la ecuación (4.8). Resuélvela y representa gráficamente el comportamiento de las
soluciones en los casos
a): a > 0, b > 0
b): a > 0, b < 0
c): a < 0, b < 0.
Figura 4.6.
Figura 4.7.
En el caso a < 0, b > 0, λ < 0, la dinámica nos recuerda a lo que sucede con el agua del lavabo al salir por
la coladera (ver figura 4.8).
Ejercicio 4.9. Considera la ecuación (4.12) y encuentra el comportamiento de las soluciones en los casos
a): a < 0, b < 0, λ < 0,
b): a < 0, b < 0, λ > 0,
c): a > 0, b < 0, λ > 0,
d): a > 0, b < 0, λ < 0,
e): a = 0, b < 0, λ < 0.
Figura 4.8.
consiguiente, consideraremos lo que se conoce como complejificación de la ecuación. En C 2 daremos una respuesta
a la ecuación complejificada y después veremos cómo, de lo hecho en los complejos, logramos dar una respuesta
para el problema original.
Así, en lugar de considerar
A : R2 −→ R2 ,
consideramos
AC : C2 −→ C2 ,
� �
a11 a12
donde AC = , aij ∈ R.
a21 a22
Observación 4.10. Como matrices AC y A son iguales, lo que cambia es el dominio de definición de A. Éste lo
extendemos de R2 a C2 y, para recordarlo, lo denotamos por AC .
AC |R2 = A : R2 −→ R2 ,
A este proceso se le llama complejificación de la matriz A.
� �
λ 0
P−1
C A C PC = Λ C = .
0 λ
Así, si consideramos el cambio de coordenadas yC := P−1
C xC se tiene, como vimos antes, que
� �
λ 0
(4.16) ẏC = ΛC yC , donde ΛC = .
0 λ
Observación 4.11. Esta ecuación no es el resultado de la complejificación de una ecuación en R 2 pues sus
coeficientes no son reales.
Observación 4.12. La expresión (4.17) representa a todas las soluciones de la ecuación ẋ C = AC xC y éstas
son únicas una vez dada la condición inicial. Para probar la unicidad, tenemos que demostrar primero que las
soluciones de la ecuación (4.16) son únicas una vez fija la condición inicial. Este hecho se puede demostrar
fácilmente coordenada a coordenada pues las variables en esta ecuación están desacopladas. Así, para probar
que la ecuación ẏjC = λj yjC tiene como única solución a yjC (t) = cj eλj t (que satisface yjC (0) = cj ) suponemos
que existe otra y la denotamos por ϕj (t), ϕj (0) = cj . Como eλj t �= 0 para todo t ∈ R, podemos escribir
ϕj (t) = gj (t)eλj t para alguna función diferenciable gj . Por ser ϕj solución ẏjC = λj yjC se tiene que
ϕ̇jC = λj ϕjC ;
es decir,
ġj eλj t + gj λj eλj t = λj gj eλj t .
Así, ġj = 0 y, por consiguiente gj (t) = kj , kj constante. Por lo tanto, ϕj (t) = kj eλj t . Como ϕj (0) = cj , entonces
kj = cj . Esto nos da, coordenada a coordenada, la unicidad de y C (t). Para obtener la unicidad de las soluciones
xC (t) = PC yC (t) de la ecuación ẋC = AC xC , basta ahora con observar que la invertibilidad de la matriz P C implica
inmediatamente el resultado.
Si ahora nos preguntamos por aquellas soluciones de la ecuación (4.15) que están contenidas en R 2 para todo
tiempo t ∈ R, bastará con buscar aquellas soluciones xC que satisfacen la condición
xC (t) = xC (t) para todo t ∈ R.
Así,
xC (t) = c1 eλt f + c2 eλt f = c1 eλt f + c2 eλt f = xC (t) ;
es decir,
c1 eλt f + c2 eλt f = c1 eλt f + c2 eλt f .
Igualando a cero:
(c1 − c2 )eλt f + (c2 − c1 )eλt f = 0.
Observamos que haciendo t = 0 obtenemos
(c1 − c2 )f + (c2 − c1 )f = 0.
Como los vectores f y f son linealmente independientes se sigue que
(c1 − c2 ) = 0 = (c2 − c1 );
Es decir c2 = c1 . Sustituyendo este valor de c2 en (4.17) se tiene que
xC (t) = c1 eλt f + c1 eλt f .
Por lo tanto,
(4.18) xC (t) = 2Re(c1 eλt f ).
Como xC (t) = 2Re(c1 e f ) ∈ R para todo t, y xC satisface la ecuación ẋC = AC xC , entonces todas las soluciones
λt 2
x(t) = xC (t) definidas como en (4.18) son soluciones para el problema inicial ẋ = Ax. Cabe ahora preguntarse
si éstas son todas. Para responder a esta pregunta observemos que hemos resuelto la ecuación x˙C = AC xC y
expresado de manera explícita en (4.17) sus soluciones; asimismo, hemos caracterizado a aquellas que pertenecen
62 4. LA EXPRESIÓN MÁS SENCILLA DE UN COMPORTAMIENTO BARROCO
a R2 para todo tiempo t (ver (4.18)). Cabe preguntarse ahora, si es posible o no que una solución que tiene
condición inicial en C2 \ R2 interseque al plano R2 en algún momento para algún valor t0 ∈ R .
Figura 4.9.
Para responder a esta pregunta, supongamos que ϕ(t, p) es solución, ϕ(0, p) = p ∈ C2 \ R2 , tal que para algún
valor t = t0 se tiene que ϕ(t0 , p) = x0 ∈ R2 (ver figura 11.2). Entonces
dϕ
= AC ϕ,
dt
y, conjugando esta ecuación, se tiene
dϕ
= AC ϕ .
dt
Es decir, ϕ también es solución, ϕ(0, p) = p y ϕ(t0 , p) = x0 = x0 ∈ R2 . Por consiguiente, si ϕ no es solución en
R2 para toda t, entonces ϕ �= ϕ y ϕ(t0 , p) = x0 = ϕ(t0 , p), lo que contradice la unicidad de las soluciones. Por
consiguiente, si ϕ(t, p) es solución de xC = AC xC , y ϕ(τ, p) ∈ R2 para algún τ ∈ R, entonces ϕ(t, p) ∈ R2 para
todo t ∈ R; por lo tanto, ϕ(t, p) es solución de ẋ = Ax. En otras palabras, la expresión (4.18) representa a todas
las soluciones de la ecuación original (4.14).
Regresemos ahora a la expresión obtenida en (4.18) para encontrar una interpretación geométrica de lo que
hemos realizado. Lo primero que se observa, es que x(t) depende únicamente de f y no de f¯. Escribimos a f
como u + iv, donde u = (u1 , u2 ), v = (v1 , v2 ) ∈ R2 ; además, siendo c1 = α + iβ y λ = a + ib, se tiene
f = u − iv = (1 − ik)u.
Lo que implica que f = 1−ik
1+ik
f y ello contradice que f y f sean C-linealmente independientes en C2 .
ξ˙ = P−1 ẋ
= P−1 Ax
= P−1 APξ
� �
a −b
= ξ.
b a
En resumen, hemos probado el siguiente teorema.
64 4. LA EXPRESIÓN MÁS SENCILLA DE UN COMPORTAMIENTO BARROCO
Teorema 4.15. Sea ẋ = Ax, A = [aij ], aij ∈ R, x ∈ R2 , una ecuación diferencial lineal tal que el polinomio
característico asociado a la matriz A tiene raíces complejas λ = a + ib, λ̄ = a − ib, b �= 0. Entonces existe un
cambio lineal de coordenadas x = Pξ que transforma a las soluciones de la ecuación ξ˙ = Λξ,
� �
a −b
Λ= ,
b a
en las soluciones de la ecuación ẋ = Ax. La matriz P que define el cambio de coordenadas está definida como
P = [v, u], donde u y v son la parte real e imaginaria (respectivamente) del vector propio f = u + iv de la
complejificación AC de la matriz A (AC f = λf ) (ver figura 4.10).
Figura 4.10.
� � � �� �
ξ˙1 a −b ξ1
Observación 4.16. La ecuación = también puede complejificarse y diagonalizarse
ξ˙2 b a ξ2
(una vez complejificada). Se deja al lector hacerlo y calcular las correspondientes matrices P C y P.
A continuación veremos varios ejemplos que ayudan a poner en claro las construcciones que hemos realizado
hasta el momento.
Ejemplo 4.17.
� � � �� �
x˙1 −3 10 x1
= .
x˙2 −1 3 x2
Para resolver la ecuación seguiremos varias etapas:
(1) Obtención del polinomio característico y los valores propios. Sea p(λ) el polinomio característico asociado
a la ecuación,
� �
λ + 3 −10
p(λ) = det(A − λId) = det = 0,
1 λ−3
p(λ) = (λ + 3)(λ − 3) + 10 = λ2 + 1 = 0.
Entonces,
λ = ±i
son las raíces de λ.